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UNIVERSIDAD ANÁHUAC Rector P. Jesús Quirce Andrés, L.C. Vicerrectora Académica Mtra. Sonia Barnetche Frías Director de la Facultad de Comunicación Dr. Carlos Gómez Palacio y Campos Directora del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada Dra. María Antonieta Rebeil Corella Directora de Comunicación Institucional Dra. Mariela Ezpeleta Maicas Coordinadora de Publicaciones Académicas Mtra. Alma E. Cázares Ruiz


LA DIMENSIÓN EMOCIONAL EN EL DISCURSO TELEVISIVO

MARÍA JOSÉ LABRADOR BLANES MARÍA ANTONIETA REBEIL CORELLA

(Coordinadoras) Con la colaboración especial del CNTV, Santiago de Chile

La dimensión emocional en el discurso televisivo

México D.F., 2013 María José Labrador Blanes María Antonieta Rebeil Corella (Coordinadoras)


Copyright ® 2013 Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor. En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant Humanidades México publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant. com (http://www.tirant.com).

© MARÍA JOSÉ LABRADOR BLANES MARÍA ANTONIETA REBEIL CORELLA y otros

© COEDICIÓN INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SUPERIORES, S.C. UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO NORTE/EDITORIAL TIRANT LO BLANCH MÉXICO S. DE R.L. DE C.V., 2013 Avda. General Mariano Escobedo, 568 y Herschel, 12 Colonia Nueva Anzures Delegación Miguel Hidalgo CP 11590 MÉXICO D.F. Telf.: (55) 5000 5000 Email: tlb@tirant.com http://www.tirant.com Librería virtual: http://www.tirant.es I.S.B.N.: 978-84-15731-04-7 IMPRIME: Guada Impresores, S.L. MAQUETA: PMc Media Si tiene alguna queja o sugerencia envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no ser atendida su sugerencia por favor lea en www.tirant.net/index.php/empresa/ politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas.


ÍNDICE Prólogo........................................................................................... 9 Introducción.................................................................................. 11 María José Labrador Blanes y María Antonieta Rebeil Corella

I. Acercamiento antropológico-filosófico a las emociones humanas................................................................................. 21 Carmen Vidal Montecinos

II. Bases neuropsicológicas de la emoción: implicaciones educativas y perspectivas mediáticas............................................ 57 María del Pilar Martín Lobo

III. El lenguaje audiovisual: la importancia de su comprensión... 81 Liliana Parcero Malagón

IV. La experiencia de ver televisión y el proceso emocional........ 111 María José Labrador Blanes

V. Descripción televisiva y emociones. La cobertura de la televisión en el terremoto chileno de febrero de 2010................... 133 Víctor Martínez Ravanal y María Dolores Souza Meyerholz

VI. Entretenimiento televisivo y estímulo de emociones: implicaciones para los agentes sociales de la comunicación en México..................................................................................... 171 María Antonieta Rebeil Corella y Guillermo Lemus Legaspi VII. Sentimientos encontrados. El papel de las emociones en la televisión dirigida a la infancia mexicana: impacto de los contenidos en dibujos animados, series y películas............... 185 Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Pablo Fernández Juárez VIII. Formas de clasificación de contenidos programáticos para niños en televisión abierta. Los casos de España y México........ 203 Delia Guadalupe Gómez Morales Bibliografía general.......................................................................... 219


Prólogo Los medios de comunicación se han convertido en la expresión de la relación social más importante para el ser humano. Gracias al desarrollo de la tecnología han alcanzado una expansión y presencia en todos los quehaceres de la vida. La velocidad con la que se multiplican las formas tecnológicas para comunicar rebasa, la mayoría de las veces, la capacidad de los usuarios para aprovechar todas sus posibilidades de uso. En este sorprendente mundo de innovación continua debemos incorporar reflexiones sociales, culturales y éticas para lograr, en este nuevo y permanente fenómeno, una apreciación integral que permita el bien del hombre y de su progreso, aprovechando lo que ofrece la civilización mediática. Habrá que parafrasear a los pensadores de los primeros momentos de la humanidad y recordar que toda comunicación es un acto esencialmente humano. Al proponerlo así, nos evoca las características de la naturaleza social del hombre. Comunicar es y será el rasgo que denote nuestra capacidad más profunda e importante. La persona humana es más perfecta en la medida que comunica con mayor profundidad de pensamiento, emoción, apreciaciones o propuestas de valor. Las generaciones de hoy necesitan entender, incorporarse y emplear la comunicación como una forma de hacer cultura para su bien y para el de la colectividad global en que se hallan inmersas. Se requiere en una civilización con estos signos, responder con un juicio crítico formado, así como con la capacidad de autodominio o autorregulación a las ofertas de comunicación que se proponen en formatos cada día más creativos e impactantes. Para razonar sobre su beneficio o para diluir sus efectos nocivos, cuando éstos aparecen como signos de manipulación, consumismo o violencia injustificados. Por ello, la aparición de investigaciones con carácter científico de alto profesionalismo es indispensable hoy más que antes como formas de ilustración, guía y reflexión de la actual sociedad. La televisión, que desde su nacimiento ha crecido en influencia y expansión, debido a su capacidad para producir, comercializar e incorporar en su tecnología todo el avance interactivo, ha demostrado que está cada vez más presente en la vida de la información, la educación o las nuevas formas de relacionarse en red.


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Francisco Javier González Garza

Más del 85 por ciento de la población de los países en desarrollo y desarrollados están en comunicación permanente con la televisión. En países como México, o en los de Centro y Sudamérica, la gran mayoría recibe su principal versión de los acontecimientos por la televisión. Ésta proyecta las formas de vivir y maneras de pensar a través de sus formatos de telenovelas, talk shows, realities, series o por medio del deporte televisado. La dimensión emocional en el discurso televisivo es, sin lugar a dudas, una de esas aportaciones que esperan las sociedades como agua en el desierto. Aquí se ofrecen opiniones para explicarnos el complejo mundo de las tendencias vitales del hombre que se descubren en los términos de productos comunicacionales que los millones de receptores observamos. Esta obra responde en sus páginas a incógnitas profundas sobre la interactividad de la comunicación, los impulsos e intereses del hombre, sus afanes e inspiraciones. En sus páginas se recorren los laberintos de las más fascinantes verdades de la condición humana, como el lenguaje audiovisual, las emociones y su impacto, las gratificaciones emocionales. Asimismo, se aborda aquí el mundo de la información sobre clasificaciones y autorregulación para informarnos y resolvernos la necesidad de una acción personal, y en conjunto para intervenir en los contenidos y la penetración para los diferentes públicos. Por todo ello, esta publicación debe lograr una vocación de alcance universal, puesto que es referente indispensable para educadores, académicos, investigadores y, sobre todo, para padres de familia. A Favor de lo Mejor presenta este magnífico libro convencido de su aportación, así como de su valor presente y futuro, reconociendo y felicitando a sus autores, así como a quienes impulsaron el proyecto del ejemplo de las acciones educativas y sociales que inciden en la formación de una conducta humanística reflexiva para el demandante mundo de hoy.

Lic. Francisco Javier González Garza

Presidente ejecutivo de Asociación A Favor de lo Mejor, A.C.


Introducción María José Labrador Blanes1 María Antonieta Rebeil Corella2

La índole interdisciplinaria del tema que convoca este libro obliga a que se aborde desde tres ámbitos del conocimiento: por una parte, el mediático, propio de las ciencias de la comunicación, en tanto que hace referencia a la importancia del planteamiento de las emociones en los contenidos programáticos, las audiencias-usuarios y su dimensión en el discurso televisivo; por otra, el de la filosofía, desde su punto de vista antropológico y, finalmente, de la psicología-neuropsicología que nos permiten mostrar el estado de la cuestión en el campo de las emociones humanas, y su desarrollo e incidencia en el comportamiento de la persona respectivamente. Desde la perspectiva de la comunicación, cabe recordar que, a más de setenta años de su llegada, la televisión ocupa, junto al trabajo y el sueño, la mayor parte de la vida cotidiana de un considerable número de personas, para quienes la televisión constituye una fuente primordial de información al momento de buscar respuestas a las preguntas que, como seres humanos y ciudadanos, se plantean. Ante la necesidad de evaluar opciones informativas, de entretenimiento o esparcimiento, se observa una clara tendencia a recurrir a la televisión, pues logra generar un poderoso vínculo con cada persona, y en consecuencia, se erige en una de las más influyentes instancias del proceso de formación de la opinión pública. La contribución de nuevos estudios nos permite, además, precisar cómo las cuatro pantallas (televisión, Internet, videojuegos y celular) (Bringué et al., 2008) son utilizadas para acceder a video y media, con una tasa creciente y mayor diversificación entre los más jóvenes. Según diversas empresas de medición de audiencias y mercados, la exposición a múltiples pantallas mejora la efectividad y posee un gran impacto en la recordación. Diversos análisis demográficos proyectan pa-

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Universidad de los Andes, Santiago de Chile. Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada (cica), Universidad Anáhuac México Norte, con la colaboración especial del cntv, Santiago de Chile.


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ra 2020 una América Latina con una población creciente y más joven que la de los países desarrollados. Adicionalmente, la cantidad de habitantes por hogar en América Latina es alta en comparación con Europa, por lo que la segmentación por motivación y la percepción del usuario se constituyen como factores clave en la nueva era de la televisión. Entre los estudios más recientes3, con el respaldo de Nielsen, compañía global de información y medios con posiciones líderes en el mercado, en la comercialización e información al consumidor activa en más de cien países, con sede en Nueva York, con una inversión aproximada de 3.5 millones de dólares, da cuenta de tendencias de fundamental relevancia para los interesados en el fenómeno televisivo: • A pesar de la proliferación de computadoras, teléfonos celulares con video y otros dispositivos similares, la televisión hogareña domina con amplia diferencia la audiencia. Incluso para quienes están en el segmento de edad de 18 a 24 años, contradiciendo la creencia común de que el video en Internet y en el teléfono móvil eran importantes en este grupo. Y es exactamente lo mismo en el grupo de los de 25 a 34 años. • A pesar de las diferencias entre la primera y la segunda, a la televisión en vivo le siguen, en uso, los dvd (programas, series, conciertos, películas) y después los dvr. • Los usuarios de la televisión estuvieron expuestos, en promedio, a 72 minutos por día de comerciales y promociones, borrando la creencia de que los consumidores modernos saltan de canal en canal evadiendo totalmente la publicidad. • El rango de edad de 45 a 54 son quienes pasan diariamente más tiempo delante de la pantalla: ¡nueve horas y media!, frente a las ocho horas y media que pasan sorprendentemente con sólo pequeñas diferencias todos los demás grupos etarios. • Aun en las grandes ciudades, donde se pasa largo tiempo desplazándose entre el trabajo y la casa, y por lo tanto se escucha mucha radio, ésta cede el segundo lugar en audiencia al uso de la 3

Véase “Video Consumer Mapping Study”, que ha congregado a la Ball State University’s Center for Media Design y Sequent Partners, consultora de medios con el respaldo de Nielsen, compañía global de información y medios con posiciones líderes en el mercado en la comercialización e información al consumidor, activa en más de cien países y con sede en Nueva York.


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computadora. Aunque el alcance es similar para ambos (77 y 75 por ciento para la radio y la computadora, respectivamente) los consumidores pasan en promedio 2:33 horas delante de la computadora y sólo 1:49 horas con la radio. El cuarto lugar lo ocupan los medios impresos. • Contrariamente a lo que se decía sobre el supuesto hecho de que los norteamericanos están redescubriendo la televisión gratis a través de Internet, la tendencia de ver televisión en la computadora es muy pequeña y no va más allá de apenas dos minutos por día (es decir, 0.5 por ciento del total). Es preciso, entonces, reiterar el interés de un gran número de personas hacia los contenidos televisivos y, por tanto, plantear nuevas perspectivas de análisis sobre su estructura, sustento y estrategia para lograr un proceso de vinculación. Se considera que la mayoría de los contenidos que nos llegan en la actualidad por medio de la televisión están planteados en clave emotiva y tienden a mover —positiva o negativamente— la propia afectividad. Se dan conexiones informativas transversales, sin contornos unitarios, de manera que el ser humano se ve inundado de solicitudes y requerimientos no acompañados por criterios razonables para decidir a cuáles de éstos debe responder. La rápida sucesión de mensajes en los medios de comunicación parece adecuarse perfectamente a la dinámica de un mundo sometido a cambios continuos. En la medida en que las noticias e imágenes llegan de inmediato a todos, también se pensaría que se está logrando una participación universal. La fascinante multiplicación de secuencias informativas, el cambio arbitrario de las imágenes en el televisor, toda esa combinación multicolor y equívoca ofrece un típico cuadro de lo que Geher llamaba “cristalización”. También los procesos de socialización televisiva se realizan mediante mecanismos como el lenguaje lúdico-afectivo (Fuenzalida, 2002) que, a través del potencial afectivo, riqueza informativa, polidiscursividad en los géneros, signos dinámico-temporales y musicalización, posibilita la interiorización de conceptos como legitimar, valorar, conmover, sensibilizar, interesar, motivar percepciones y emocionar. Otro tanto ocurre con el proceso de socialización televisiva llevado a cabo por la estructura formal de algunos mensajes que desempeñan un papel de mayor o menor importancia, según las características peculiares de la sociedad, de la etapa en la vida del sujeto y de su posición en la estructura social.


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Desde otra arista, la socialización televisiva orienta hacia la globalidad y la hibridación cultural, en la que se cruzan muchos factores a la hora de construir identidades comunitarias (García Canclini, 2001). Particularmente la exhibición de las emociones a través de diversos contenidos programáticos ha significado un alto nivel de audiencia en los canales de televisión, tanto a nivel nacional como internacional. De ahí el interés por destacar que la televisión apela fundamentalmente a lo emotivo, como lo han puesto de relieve diversos investigadores (Ferrés, Aguaded, Cortés) a los que aludiremos. Comporta igualmente la potenciación del primado de lo emotivo el hecho de que el espectador se sienta inmerso en la historia que se le cuenta, de que participe, de manera vicaria, en diversas emociones mediante los mecanismos psíquicos de la identificación con los sentimientos de unos personajes, y de que proyecte sentimientos propios hacia otros. Cabe destacar que la investigación en torno a las emociones y las audiencias no se ha abordado ampliamente desde su raíz profunda, más que en la perspectiva orientada a los efectos de la televisión, bien conocida y quizá de la que mayor análisis y literatura se registra. En los últimos tiempos, la guerra por captar y mantener audiencias ha determinado el valor estratégico de la llamada tipología audiovisual, la estructura dramática y la espectacularidad de ciertos rasgos del discurso televisivo, con una particular tendencia mundial en los noticiarios o informativos. Por ello, este libro, por medio de una mirada interdisciplinaria, pretende convocar a periodistas directores, editores y productores televisivos, comunicadores audiovisuales, creativos, escritores, publicistas, todos aquellos que participan en la industria de la televisión, investigadores, estudiantes, profesores y sociedad civil, para sumar esfuerzos encaminados a potenciar la dimensión emocional en su expresión más genuina, y por tanto, abordable desde diversas perspectivas de análisis que se tornan fundamentales en este campo en la actualidad. La perspectiva filosófica se asume desde la antropológica-filosófica (metafísica del hombre) y constituye para el proyecto la base del estudio del ser de las realidades humanas. Tal visión nos permitirá entender en qué consiste la emoción, en qué ámbito de la persona se origina, así como su papel en la persona humana. Las emociones son uno de los tres componentes-naturales del fondoafectivo-sensible de la persona. Se originan en las tendencias o fuerzas sensibles naturales del hombre (instintos en el animal), y a su vez,


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influyen en los estados de ánimo persistentes. La capacidad emocional en la persona es, en la acción humana, anterior a la intervención del intelecto y de la voluntad. Los estudios vinculantes evidencian que el desarrollo de las emociones se realiza en el encuentro del sujeto actuante con el mundo circundante real e inmediato; por lo tanto, son la raíz de la acción del ser humano en condiciones normales (y más aún en las anormales, en las que no es posible exigir la intervención de la razón). Por tanto, reconocemos que el primer paso de toda conducta es emotivo (e-movere), debido a un movimiento-afectivo-sensible del sujeto, en respuesta a la percepción que surge en su vinculación con el mundo (welt). Tal movimiento es la emoción que se manifiesta en un determinado hecho o conducta, que actúa con la “lógica” propia de las emociones, ya sea ésta de afecto o desafecto, muy diferente a la lógica de la razón. A lo largo de una línea de investigación abierta en torno al tema, hemos descubierto más de sesenta tipos de emociones, frente a cinco manifestaciones del intelecto y de otras cinco de la voluntad. Tal hecho avala el estudio de Goleman (1995), quien afirma que más del 90 por ciento de nuestras conductas son emocionales en su primer momento, al menos (que sin duda es posible orientar con el conocimiento y el querer, es decir, con la participación del intelecto y la voluntad actualizados ambos en lo que les es propio). Si tal hecho es real, como postulamos con los autores citados, la identificación, desarrollo, cultivo y educación de las emociones deberían acaparar nuestra atención principal en el proceso educativo, desde que se forma el cigoto hasta los cuatro o cinco años de edad; pareciera que sólo de esta manera se auxiliaría en la formación base-emotiva-normal de un ser humano, que sin duda será continuada a través del ciclo vital. Ante esta realidad, consideramos una condición sine qua non para la realización de esta investigación el tener claridad sobre el amplio espectro de las emociones. Con base en lo anterior, se determinará con qué emociones trabajaremos en el tema que nos ocupa, con el fin de acercarnos a las que nos ayuden a observar de qué manera contribuyen al desarrollo de las capacidades humanas, considerando a la persona en su “integralidad” (Alvira, 1988), de la que la parte orgánica-tendencial es su base (Jonas, 2000). Desde la perspectiva neuropsicológica y del campo de la salud, la conducta emocional ocupa un lugar preponderante en nuestra sociedad. El estudio de las emociones en los niños, jóvenes y adultos es objeto de intenso interés en la comunidad mundial. Desde diferentes puntos de vista, como el psicológico, el neurológico, y otros, conocemos qué son


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las emociones, cómo afectan a la persona para llevar a cabo su proyecto de vida y la importancia del desarrollo y manejo emocional en todos nuestros ámbitos de acción para vivir con calidad de vida. Las investigaciones en el ámbito de la inteligencia y las emociones han llevado a los investigadores a realizar estudios neurológicos para encontrar respuestas científicas a las interrogantes que se plantean hoy en día. Desde William James (1842-1910), Cannon-Bard (1927), SchachterSinger (1962), LeDoux (2000), Ekman (2003), hasta Damasio (1999), en la actualidad, entre otros filósofos, psicólogos, neurólogos y estudiosos del tema, relacionan la vida emocional con los sentimientos y emociones de diferentes características. Estos términos indican una mayor duración y menor intensidad en el caso de los sentimientos; menor duración y mayor intensidad en las emociones, con repercusiones en nuestro organismo. La modularidad cerebral (la relación entre cerebro emocional y cerebro racional) se expresa mediante un complejo juego de interacciones. Los módulos interaccionan entre sí, para bien o para mal. Ekman escribe en Emotions Revealed (2003) que “las emociones determinan la calidad de nuestras vidas”. Se dedica desde hace cincuenta años al estudio de las emociones por medio del reconocimiento de éstas en el rostro, en distintos pueblos y culturas. Su maestro y primer mentor, Tomkins (1962), escribía algo emparentado con ese concepto de calidad: “las emociones motivan nuestra vida”. Rizzolatti y Craighero (2004) muestran la existencia de neuronas “espejo” (mirrorneurons) que permiten la detección de las emociones y posibilitan imitar las emociones de quienes nos rodean, lo que se vuelve un punto fundamental de estudio en cuanto su aplicación al público televidente frente a los contenidos televisivos. De esta forma y porque existe esa red neuronal, se observa la expresión y detección de las emociones desde muy temprano en la vida. Dichos estudios facilitan la comprensión de los sentimientos y emociones que favorecen el desarrollo armónico de la personalidad o, por el contrario, pueden provocar desórdenes psicológicos de la infancia, la niñez y la adolescencia, de consecuencias negativas para el ámbito familiar, escolar y social. Aportar ideas y procedimientos para mejorar y desarrollar de forma más óptima los estados y procesos emocionales, a través de un soporte mediático como la televisión —actualmente inmerso en un gran cambio— puede suponer una gran ayuda para disfrutar de una industria programática que incentive interesantes y novedosos


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contenidos, de una mejor calidad de vida, así como de una mejoría de la sociedad, respectivamente. A continuación se describen los capítulos del presente volumen, con el fin de invitar al lector a su lectura profunda. En el capítulo I, titulado “Acercamiento antropológico-filosófico a las emociones humanas”, Carmen Vidal Montecinos estudia, desde una perspectiva antropológica-filosófica, la captación ontológica de las emociones y las relaciones que existen entre éstas y las facultades somáticas, sensibles y racionales. Las emociones son parte fundamental de la conducta humana y para entender se requiere conocer los orígenes, tendencias y proyecciones que éstas implican, para clasificarlas en niveles y explicar cómo intervienen en el comportamiento humano. María del Pilar Martín Lobo, en el capítulo II, “Bases neuropsicológicas de la emoción: implicaciones educativas y perspectivas mediáticas”, señala que con todos los avances científicos que se tienen sobre el cerebro humano, ahora se entiende mejor la inteligencia emocional y cómo ésta afecta significativamente en el comportamiento y acciones de las personas en la vida diaria, así como sus implicaciones en la educación y en los contenidos mediáticos. Conviene analizar todos los elementos fisiológicos y abstractos que intervienen en el cerebro humano para conocer el proceso de la inteligencia emocional. En el capítulo III, “El lenguaje audiovisual: la importancia de su comprensión”, Liliana Parcero Malagón brinda una amplia perspectiva de los conceptos del lenguaje audiovisual, así como de su intervención en la vida diaria de las personas, sin soslayar un elemento muy importante: las emociones. Parcero realiza un estudio dividido en tres apartados: primero, el lenguaje audiovisual como forma de expresión, segundo, la imagen desde el punto de vista antropológico y semiótico y en tercer y último lugar, habla del encantamiento o seducción que tiene el lenguaje audiovisual a través de diferentes recursos generando emociones en el espectador. “La experiencia de ver televisión y el proceso emocional” es el título del capítulo IV, escrito por María José Labrador Blanes, en el cual señala que los contenidos que ofrece la industria de la televisión deben analizarse responsablemente por el proceso emocional que conllevan, así como por los diversos tipos de experiencias que se dan en todo momento. Existen nuevos paradigmas comunicativos que cambian el modo de ver las cosas, por lo que los contenidos se adaptan a estos paradigmas. El artículo analiza cómo las audiencias y la tecnología evolucionan parale-


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lamente, demandando contenidos televisivos de acuerdo a la satisfacción de los deseos como consumidores, por tanto, se ha de buscar la forma de producir contenidos que lleven mensajes positivos a la sociedad. Para entender la relación existente entre la televisión y las emociones, es necesario conocer las funcionalidades de aquélla, su lugar de recepción, su consumo por los televidentes, así como el papel que tiene al integrar, informar y educar a los miembros de las familias. Esta aportación la presentan Víctor Martínez Ravanal y María Dolores Souza Meyerholz en el capítulo V, “Descripción televisiva y emociones. La cobertura de la televisión en el terremoto chileno de febrero de 2010”. Ellos afirman que también es necesario analizar a las audiencias y el impacto que éstas tienen ante los estímulos que transmiten los contenidos televisivos para explicar los fenómenos observables. En el capítulo VI, titulado “Entretenimiento televisivo y estímulo de emociones: implicaciones para los agentes sociales de la comunicación en México”, María Antonieta Rebeil Corella y Guillermo Lemus Legaspi señalan que en México se ha discutido durante los últimos años acerca de los contenidos que ofrece la televisión abierta en el país, pero no ha sido suficiente, por lo que se tiene que realizar un análisis profundo acerca de los componentes de los contenidos de entretenimiento, las narrativas que se ofrecen, así como el discurso emocional y los estímulos que se trasmiten a través de los actores o agentes sociales hacia los televidentes. El capítulo VII, “Sentimientos encontrados. El papel de las emociones en la televisión dirigida a la infancia mexicana: impacto de los contenidos en dibujos animados, series y películas”, sus autores, Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Pablo Fernández Juárez, profundizan en las percepciones televisivas. El propósito de este trabajo es analizar la percepción de la realidad de la televisión infantil en México. Las emociones que se trasmiten en los contenidos de la televisión infantil tienen un gran impacto en este público, por lo que es necesario analizar los procesos formativos-éticos y rasgos de la personalidad que tienen las historias y personajes que trasmiten estas emociones, considerando como factor central las caricaturas, series, y películas dirigidas a este segmento. A su vez, Delia Guadalupe Gómez Morales en el capítulo VIII, “Formas de clasificación de contenidos programáticos para niños en televisión abierta. Los casos de España y México”, nos dice que, de acuerdo con estudios realizados en Europa, Estados Unidos y Canadá, las formas de violencia mediática tienen una relación con las conductas antisociales,


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con los estereotipos y con el consumo de drogas. Ante esta situación, convendría crear clasificaciones de contenidos para los programas infantiles que lleven un código de autorregulación, así como iniciativas ciudadanas conforme a las edades, procesos psicológicos y argumentos para los niños que ven la televisión en México y en España.


I. Acercamiento antropológico-filosófico a las emociones humanas Carmen Vidal Montecinos1

Introducción El contenido de este capítulo se asume desde una perspectiva antropológica-filosófica. Ésta la entendemos —con las carencias y limitaciones propias de quién percibe los fenómenos y deduce de los mismos un sustrato común— como el conocimiento aprehendido a partir de la fenomenología, hasta alcanzar una captación ontológica de las emociones, en este caso. En las páginas siguientes intentamos mostrar en qué ámbito de la persona se originan las emociones; las relaciones de éstas con las facultades somáticas, sensibles y racionales; ofrecer una clasificación de las mismas, así como hacer una breve descripción de cada una. Pretendemos también que quien lea con detenimiento este texto, al finalizar, tenga una visión de la complejidad de la vida emocional, acompañada de una conciencia quizás más clara de que aquélla se actualiza en cada momento de la vida de cada ser humano. Además, si es el caso, que profundice en la importancia de la educación y formación del ámbito emotivo; que se detenga a contemplar y reflexionar sobre la influencia de las emociones en la conducta de la persona y la indispensable orientación de éstas en la acción personal vivida en el presente. Este estudio recoge la experiencia universitaria de cuatro décadas, más los estudios de los autores consultados.

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Doctora y maestra en Ciencias de la Educación por el Istituto Internazionale di Scienze dell’Educazione, sede Roma, Universidad de Navarra. Licenciada en Literatura, Lingüística y Pedagogía, por la Universidad Católica de Chile, Santiago. Posee estudios completos de Filosofía y Teología, Universidad de Navarra. Realizó un posdoctorado en Ética Filosófica, Universidad de Navarra. Actualmente, es profesora de Antropología de la Afectividad en el Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes, Santiago, así como autora de libros y publicaciones. Su más reciente trabajo (una traducción en conjunto con Carolina Martínez) es del autor Giuseppe Fioravanti, titulado Emergencia del siglo xxi: pedagogía y educación familiar.


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Respecto de lo primero, son numerosas las personas a las que agradezco el conocimiento que me han aportado a través de una comunicación empática y profunda: parientes, colegas y amigos; cada alumno con el que he trabajado —entre los años setenta y la década de 2000— provenientes de distintas latitudes de Chile, de otros países iberoamericanos, asiáticos y europeos. Respecto de lo segundo, el diálogo entablado con estudiosos, ya sea en conversación directa con autores contemporáneos, como Rafael Alvira, Guiseppe Fioravanti o con las obras de otros2, constituyen aportaciones riquísimas y profundas. El conocimiento que me han proporcionado los distintos autores me permitieron prestar especial atención a una de las obras del profesor de Filosofía y Psicología de la Universidad de Munich, Philipp Lersch, Der Aufbau des Charakters (1938); Aufbau der Person (1950). Ésta última, traducida al español bajo el título de La estructura de la personalidad, que conocí en 1984, después de la décimo primera edición en alemán (1970), y de la cuarta edición en español (1966). En la obra referida, encontré desarrollada y fundamentada la realidad de la vida anímica humana —ésa que concuerda con la experiencia vital—, como en ningún otro estudio conocido antes o después. Por este hecho, adhiero al profesor catalán, doctor Ramón Sarró, quien al referirse a La estructura de la personalidad, señaló: “después de varios años de utilizar este libro sigo considerándolo como el más adecuado sobre el hombre […]. Este criterio es compartido por varios docentes de facultades de filosofía y medicina de España, Alemania y América”3. Por la razón anterior, este artículo tiene como fuente principal los acuciosos estudios de Lersch. Y por igual causa, seguidamente me referiré a algunos aspectos que avalan sus descubrimientos. La obra de Lersch reúne la experiencia clínica, antropológica-filosófica, pedagógica y literaria del autor, que muestra la compleja vida anímica del ser humano. Dialoga con más de 286 autores: desde Homero (s. viii a. de C.) a Rolf Carvallo y López Ibor (s. xx)4. Además, hemos trabajado La estructura de la personalidad con más de cien profesionales de diferentes 2

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Aristóteles, Aguiló, Goleman, von Hildebrand, Jonas, Lersch, Marías, Marina, Malo, Martín García, Nussbaum, Platón, Peters, Stein, Wojtyla y Zuburi. Ph. Lersch, La estructura de la personalidad, Barcelona, Scientia, 1966, p. 2. Plutarco, Demóstenes, Hipócrates, Platón, Aristóteles, Séneca, Plotino, Sn. Agustín, Boecio, santo Tomás, Descartes, Kant, Hegel, Hume, Heidegger, Comte, Huserl, Schopenhauer, Nietzsche, Sartre, Stern, Wund, Sarró, entre otros; en cuanto a la literatura, ilustran sus descubrimientos citas de Sófocles, Dante, Ma-


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áreas del conocimiento, a través de docencia en posgrado5—profesores de distintos niveles educativos, médicos, filósofos, historiadores, psicólogos, ingenieros, economistas, periodistas, odontólogos, arquitectos, empresarios—, con quienes aplicamos el planteamiento endotímicoemocional del autor a realidades humanas concretas del ámbito familiar, laboral, cívico y social de cada uno. Hubo una asombrosa y razonada aceptación por parte de esas personas a los aportes del autor, debido a la concordancia existencial de cada uno con los estudios de Lersch. Antes de finalizar esta introducción, quiero recordar una experiencia reciente: en octubre de 2010, en un recorrido por algunas librerías chilenas, argentinas, mexicanas, alemanas, españolas e italianas, no encontré ninguna de las obras de Lersch. Hay algunas razones que explican este alejamiento; sin embargo, pienso que acallar un aporte tan significativo en el desconocido y difícil campo antropológico-filosófico de la afectividad, es ocultar un haz de luz sobre este campo del conocimiento (a mi entender, indispensable para la cultura actual informada por visiones reduccionistas y agnósticas). Es más, algunos autores contemporáneos que han publicado libros y artículos sobre las emociones —tan acertados como poco fundamentados— y que son consultados desde distintos ámbitos, especialmente mediáticos, lo desconocen. Con lo dicho pretendo, por una parte, describir un hecho que, desde mi punto de vista, evidencia la cultura de lo inmediato y la sepultura de lo histórico cómo algo anacrónico; por otra, traer al presente lo que junto a otros universitarios consideramos una obra clásica —en el sentido originario de la palabra— sobre el hombre y, fundamentalmente, sobre la integralidad de sus facultades.

Emergencia emocional El subtítulo nos sitúa frente al fenómeno emocional que, en su origen, emerge en toda persona independiente de todo autodominio. La emoción surge y se experimenta frente a un hecho real o imaginario, o a un recuerdo que nos afecta sensiblemente por diferentes motivos. ¿Quién no es consciente de experimentar emociones frecuentemente? Si

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quiavelo, Shakespeare, Molière, Dostoiewski, Goethe, Byron, Baudelaire, Balzac, Gide, Hesse, Hölderling, Ibsen, etcétera. Carmen Vidal Montecinos, Santiago de Chile, Universidad de los Andes, Instituto de Filosofía, Programa de Diplomado y Postítulo en Fundamentación Filosófica 2002-2010.


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Carmen Vidal Montecinos

nos detuviéramos a revisar la reacción espontánea de risa o de llanto, de saltos del corazón o de estrechamiento del ánimo, de impulso a la ayuda o a la violencia, de cariño o de molestia hasta llegar al odio, podríamos elaborar una lista enorme de emociones que emergen en nosotros en cada momento. Por otra parte, sería cuestión de detenerse a observar la reacción de los televidentes o de los espectadores de un partido de futbol para ver la irrupción de emociones en cada uno, que a su vez son despertadas por las emociones que mueven a la acción a los protagonistas. Claro que si en los programas citados los actores pensaran en su acción y los televidentes también, se acabarían las retrasmisiones desde los estadios y las teleseries que reflejan algo importantísimo: que las emociones son el móvil de todas las situaciones humanas, puesto que constituyen, a partir de las tendencias o pulsiones individuales —como se explicará más adelante— la raíz de nuestros movimientos, de nuestras acciones, a veces hasta hacer olvidar que hombre y mujer tienen intelecto y libertad para autogobernar sus tendencias y emociones. De vez en cuando me detengo ante la erupción emocional propia o ajena, recordando el consejo de mi padre cuando era niña y la emoción surgía vehementemente —porque otro se había comido el postre que no le correspondía, o alguien interrumpía el juego con los amigos u oía una respuesta violenta e irracional de mi parte—: piensa, hija, piensa.

Origen de las emociones Para responder a esta cuestión recurrimos, principalmente, a La estructura de la personalidad (Lersch)6, a otros autores y a la propia experiencia. Para demostrar la unidad inseparable entre materia y espíritu que se da en cada ser humano (que Aristóteles evidenció con la teoría hilemórfica aplicada a la unidad cuerpo-alma), Lersch se refiere a la tectónica de la persona7, es decir, a la estructura natural que se descubre en cada varón o mujer. Para facilitar la comprensión de aquélla y visualizar el ubi o lugar donde se originan las emociones, me limitaré a presentar un esquema de la capas de la estructura de la persona, en el que se contienen las diferentes facultades de ésta. Esta división no puede oscurecer la unidad indivisible del ser

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Lersch (1966: 77-256). Lersch (1966: 77-83).


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