VIOLENCIA, ABUSO Y MALTRATO DE PERSONAS MAYORES Perspectiva jurídico-penal y procesal Conforme a la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, de modificación del Código Penal
MANUEL JAVATO MARTÍN MONTSERRAT DE HOYOS SANCHO Directores
Prólogo del Fiscal General del Estado Excmo. Sr. D. Cándido Conde-Pumpido Tourón
“Plan Nacional I+D+i, DER 2009-10749”
Valencia, 2010
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El contenido del presente libro responde en lo esencial al Curso “Violencia, abuso y maltrato de personas mayores: perspectiva jurídico penal” que dentro del “Plan de Formación Continuada de Fiscales” para el año 2009 y organizado por el Centro de Estudios Jurídicos (CEJ adscrito al Ministerio de Justicia, se celebró en el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Valladolid durante los días 5 a 7 de octubre de 2009.
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ÍNDICE PRÓLOGO: FISCAL GENERAL DEL ESTADO .................................. CÁNDIDO CONDE-PUMPIDO Capítulo 1 INTRODUCCIÓN AL MALTRATO DE PERSONAS MAYORES ...... ISABEL IBORRA MARMOLEJO Capítulo 2 PROTECCIÓN PENAL DE LAS PERSONAS MAYORES. CUESTIONES DE TÉCNICA LEGISLATIVA................................................... MERCEDES ALONSO ÁLAMO Y ANTONIO JAVATO MARTÍN Capítulo 3 EL MALTRATO SOBRE LAS PERSONAS MAYORES. PERSPECTIVA JURÍDICO-PENAL ............................................................................. MANUEL JAVATO MARTÍN Capítulo 4 PROTECCIÓN JURÍDICO-PENAL DE LAS PERSONAS MAYORES FRENTE AL ABANDONO ................................................................. MANUEL GÓMEZ TOMILLO. Capítulo 5 ESTAFAS Y APROPIACIONES INDEBIDAS COMETIDAS CONTRA ANCIANOS ........................................................................................... FEDERICO BELLO LANDROVE Capítulo 6 ANCIANIDAD Y VIVIENDA: NOTAS SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL TRATAMIENTO JURÍDICO-PENAL DEL ASEDIO INMOBILIARIO ......................................................................................................... MYRIAM HERRERA MORENO Capítulo 7 DERECHO COMPARADO EN LA NORMATIVA DE PROTECCIÓN DE LA VIOLENCIA QUE SE EJERCE CONTRA LAS PERSONAS MAYORES ............................................................................................. YOLANDA GARCÍA ESTEVE Capítulo 8 LOS ANCIANOS COMO VÍCTIMAS ESPECIALMENTE VULNERABLES. ALGUNAS PARTICULARIDADES PROCESALES ........... MONTSERRAT DE HOYOS SANCHO
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PRÓLOGO El acercamiento eficiente a los problemas reales de los ciudadanos, y el impulso institucional que permita hacerlo de manera activa, sin esperar a su consolidación irremediable, constituye una de las metas fundamentales del proceso transformador que ha asumido el Ministerio Fiscal español en los últimos años. La estrategia aplicada se basa en lo que hemos dado en denominar “unidad de actuación especializada”, que no es sino la convergencia entre la idea de especialización del trabajo y el principio constitucional de unidad de actuación que rige, en garantía de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, el funcionamiento del Ministerio Público. La selección de los objetivos a la hora de aplicar esa estrategia no ofrecía grandes dudas: es la propia Constitución la que inscribe la defensa de los derechos de los ciudadanos en la lista de prioridades del Ministerio Fiscal. Especialmente de los derechos, cabe añadir, de aquellos ciudadanos que precisamente por no contar con recursos y posibilidades para asumir en primera persona la batalla de sus intereses legítimos, se ven mas necesitados de la acción y el amparo del Ministerio Público. En la sociedad actual la nómina de los más vulnerables se deja entrever con frecuencia en áreas de la realidad social que tradicionalmente habían permanecido ocultas a la luz del derecho. El mal entendimiento de conceptos como la intimidad o la privacidad venía velando a la vista de la Justicia conductas inasumibles para una sociedad que pretende abrazar los ideales de libertad, igualdad y solidaridad inherentes a un Estado social y democrático. Así afloró el fenómeno de la violencia de género y doméstica, se manifestó en toda su extensión el escalofriante mundo de los abusos a menores, y se produjo una sacudida en el área de la siniestralidad laboral, que en el último cuatrienio ha pasado de la contemplación desatenta de una Justicia penal distante, a llenar de contenido la reacción punitiva que merece, con la ley en la mano, la persecución del desprecio a la vida y la integridad de los trabajadores. Incluso, en otro orden de cosas, fuimos asimilando en actividades cotidianas como la de la Seguridad Vial la idea de que todos los que nos reconocemos intuitivamente como “personas normales”, y no como “delincuentes”, estamos igualmente sujetos al deber de respetar los márgenes de se-
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guridad y libertad de nuestros conciudadanos. Porque es delincuente todo aquel que comete un delito, y es delito todo aquello que lesiona gravemente los derechos de otros y los valores comunes en los que se funda nuestra convivencia democrática. En esa misma línea, el Ministerio Fiscal encargado de velar por los derechos fundamentales de todos, pero sobre todo de los más vulnerables, no podía dejar fuera de su radio de acción tutelar a las personas mayores. En esta sociedad competitiva y tantas veces estéril al reconocimiento del esfuerzo que ya rindió su fruto, el espectacular alargamiento de la esperanza de vida no siempre va a acompañado de la calidad de esa vida más larga en su último tramo. Pusimos en pie por ello en el año 2008 la figura del Fiscal de Sala para la protección de los derechos de las Personas Mayores, que trata de aglutinar la coordinación de todas aquellas cuestiones que, dentro del marco competencial del Ministerio Fiscal, afectan a ese sector de población cada vez mayor en el doble sentido: son más y llegan a más edad. Poco a poco, hemos ido avanzando por esa senda que ha permitido ya cosechar algunas satisfacciones. Que los mayores sean destinatarios preferentes de la actuación protectora del Fiscal, incluso —y especialmente— cuando este fin implica el ejercicio de la acción penal, es un objetivo que no obstante requiere cambiar hábitos y alertar conciencias. La formación jurídica de los miembros del Ministerio Público, permanentemente atenta las necesidades de especialización que nos impone el devenir social, incluye por supuesto esa materia. Y en ese marco se sitúa el curso cuyas ponencias dan contenido y vida a este libro. Pero más allá de la iniciativa institucional, la gran transformación del Ministerio Público, consistente a fin de cuentas en un intenso baño de realidad social, se ha podido ir haciendo realidad gracias al dinamismo y a la ilusión de los propios Fiscales. Manuel Javato Martín es un caso paradigmático del entusiasmo con que un jurista brillante y vocacional y un comprometido servidor público puede alcanzar no sólo a extender la eficacia de su trabajo mucho más allá del cumplimiento de su estricta obligación, sino a honrar y prestigiar con su actitud y su esfuerzo la institución de la que forma parte. El Fiscal Javato, por su propia iniciativa, albergó la idea e hizo realidad su plan de difundir editorialmente el contenido del curso de formación sobre “Violencia, abuso y maltrato de personas mayores, desde la perspectiva jurídico-penal”, que había dirigi-
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do dentro del “Plan de formación continuada” del Ministerio Fiscal. En el texto de esta obra se encuentra, por tanto, casi todo lo que los Fiscales han reflexionado y saben, desde distintas perspectivas, acerca de la reacción penal frente al fenómeno ética y socialmente inconcebible, pero cruelmente real, del abuso de la situación de inferioridad de nuestros mayores. Esta obra encaja además en otra de nuestras grandes aspiraciones, que es la interrelación entre el Ministerio Público y el mundo universitario: la profesora Montserrat de Hoyos del Departamento de Derecho Procesal de la Universidad de Valladolid también merece el reconocimiento expreso de su acierto al vislumbrar la dimensión beneficiosa de esa concurrencia de esfuerzos. De ellos, sus artífices, y de la calidad de su iniciativa habla suficientemente el resultado. Al Fiscal General del Estado no le queda más que felicitar a ambos, y a quienes a su lado han tenido parte en este proyecto. Y proclamar, desde luego, que en el ejemplo de Manuel Javato no sólo se refleja lo mejor del Ministerio Fiscal. Además se concentra una gran esperanza, porque otros muchos Fiscales jóvenes como él, con el mismo empeño que él, están trabajando cada día para que todos, y sobre todo las personas mayores, tengan de verdad una vida no sólo más larga, sino también más digna. Cándido Conde-Pumpido Tourón Fiscal General del Estado.
Capítulo 1
INTRODUCCIÓN AL MALTRATO DE PERSONAS MAYORES ISABEL IBORRA MARMOLEJO Profesora de la Universidad Internacional Valenciana y Coordinadora Científica del Instituto “Centro Reina Sofía”
Sumario: 1. Introducción. 2. Concepto de maltrato de personas mayores. 3. Tipos de maltrato de personas mayores. 3.1. Maltrato físico. 3.2. Maltrato psicológico. 3.3. Negligencia. 3.4. Abuso económico. 3.5. Abuso sexual. 3.6. Ejemplos y consecuencias. 4. Prevalencia del maltrato de personas mayores. 5. Factores de riesgo del maltrato de personas mayores. 5.1. Factores individuales. 5.2. Factores relacionales. 5.3. Factores comunitarios. 5.4. Factores culturales. 6. Bibliografía.
1. INTRODUCCIÓN El maltrato de personas mayores no es un fenómeno reciente. Algunos estudios históricos refieren obras literarias de siglos de antigüedad en las que aparecen descritas situaciones que hoy en día calificaríamos de maltrato (Eastman, 1984; Stearns, 1986; Rheinharz, 1986). Sin embargo, es ya en el siglo XX cuando los investigadores empiezan a prestar atención en primer lugar al maltrato infantil (años 60), en segundo lugar a la violencia contra la mujer (años 70) y, por último, ya en la década de los 80, al maltrato y la negligencia de que son víctima las personas mayores (Iborra, 2006). Este área, por ser el último descubrimiento de la violencia familiar, es la más desconocida en la actualidad y aún no cuenta con un cuerpo científico comparable con el de las otras dos áreas: menores y mujeres (Bazo, 2004; Bennet y otros, 1997). Esto mismo ocurre con la sensibilidad social en torno a este problema (Iborra, 2005). Y es que, como afirma Sanmartín (2004a), quizá el contexto más llamativo e inquietante en que la violencia se manifiesta sea la familia.
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Además, los observadores se muestran de acuerdo en que la cantidad de maltrato y negligencia crecerá inevitablemente, a causa de los cambios demográficos que se están produciendo y que conducen al envejecimiento de la población (descenso de las tasas de natalidad y aumento de la esperanza de vida). En España, por ejemplo, el número de personas de más de 65 años a mediados de los 90 alcanzaba los seis millones, lo que venía a representar el 15% de la población total. En el año 2005, la proporción de ancianos aumentó hasta cerca del 17% (Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2005). Los cambios en el tamaño y la estructura de la familia, la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral y los cambios en los valores sociales, contribuyen a que las personas mayores cuenten con menos miembros jóvenes que puedan hacerse cargo de su cuidado. Así, cada vez hay más personas mayores que viven solas; en España lo hace un 16%, aunque el porcentaje es notablemente inferior al de otros países occidentales (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2002). Según diferentes autores, “la familia es la institución más violenta de nuestra sociedad” después del ejército en tiempos de guerra (Gelles y Straus, 1979). Algunas características de la familia que la hacen especialmente proclive a la violencia son que sus miembros se relacionan entre sí mucho durante mucho tiempo; esas relaciones no tienen objetivos concretos (como en las relaciones laborales); en muchas de esas relaciones hay ganadores y perdedores; es frecuente que unos miembros de la familia se entrometan en los asuntos privados de los otros, y traten de influir en su conducta, sus actitudes y sus valores; y por último el hecho de que la familia es una institución cerrada y tradicionalmente se considera que hay que respetar de forma escrupulosa su privacidad (Straus y Hotaling, 1979; Sanmartín, 2008a). Todas estas características propician, asimismo, un secretismo en torno a las situaciones de violencia familiar1 (también denominada, a menudo, violencia doméstica). Este secretismo se hace especialmente patente en los casos de maltrato de personas mayores (Iborra, 2003).
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Aunque cualquier persona puede ser víctima de maltrato, los estudios muestran un mayor riesgo en tres colectivos concretos: mujeres, menores y ancianos (Sanmartín, 2006).
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2. CONCEPTO DE MALTRATO DE PERSONAS MAYORES El maltrato de personas mayores es un problema complejo y, como tal, resulta difícil de precisar. De hecho, no existe ninguna definición aceptada de modo universal que englobe todos los aspectos del maltrato que necesitarían ser considerados (Bennet, 1990; Bonnie y Wallace, 2003; Glendenning, 2000; McCreadie, 1991; Penhale, Parker y Kingston, 2000; Pillemer y Finkelhor, 1989; Wolf, 1988; Wolf y Pillemer, 1989). Algunas definiciones se centran en el maltrato intrafamiliar, otras en el que se comete en las residencias, y otras en el maltrato social, entendiendo por tal aquellas formas de abuso propias de la administración derivadas de no dispensar adecuadamente a las personas mayores los servicios básicos necesarios para su bienestar. A pesar de ello, es necesario aportar una definición clara y precisa del término que permita a los investigadores trabajar con criterios homogéneos. El Centro Reina Sofía define el maltrato de personas mayores como cualquier acción no accidental que dañe o pueda dañar a una persona mayor; o cualquier omisión que prive a un anciano de la atención necesaria para su bienestar, así como cualquier violación de sus derechos2. Para que estos hechos se tipifiquen como maltrato deben ocurrir en el marco de una relación interpersonal donde exista una expectativa de confianza, cuidado, convivencia o dependencia. La edad de corte para hablar de personas mayores son los 65 años. Al respecto del maltrato, hay que precisar que éste tiene varias características definitorias. El primer elemento en la definición de maltrato es la intencionalidad. El que agrede actúa siempre de manera deliberada y consciente. Cuando un hombre golpea a su mujer, cuando una madre pellizca a su hijo, cuando un adulto niega alimen-
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Se trata de una aproximación muy similar, por cierto, a la ofrecida por INPEA (International Network for the Prevention of Elder Abuse), la organización internacional más activa en la prevención del maltrato de ancianos, que define el maltrato de personas mayores como “Cualquier acto, ya sea aislado o repetido, o la falta de acciones apropiadas, que ocurren en el marco de cualquier relación interpersonal donde existe una expectativa de confianza y que causa o puede causar daño o malestar (distress) a una persona mayor o que viola sus derechos humanos o civiles”.
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tos o medicinas a su padre anciano, estamos en presencia de actos intencionales. El segundo elemento es la comisión de un daño, sea este visible y cuantificable o no. El maltrato de personas mayores, como cualquier otro tipo de violencia, debe entenderse como un atentado contra los derechos humanos.
3. TIPOS DE MALTRATO DE PERSONAS MAYORES Como ya se ha comentado, el maltrato de personas mayores puede consistir en acciones u omisiones. Esto, junto con el tipo de daño en que puede resultar el maltrato nos da cinco categorías posibles: maltrato físico, maltrato psicológico, negligencia, abuso económico y abuso sexual3. El maltrato físico, el abuso económico y el sexual consisten siempre en acciones, mientras que la negligencia se compone de omisiones. Por su parte, el maltrato psicológico tiene un componente activo y uno pasivo. A continuación se desarrollan cada uno de ellos (Iborra, 2005).
3.1. Maltrato físico El maltrato físico es toda acción voluntariamente realizada que provoque o pueda provocar daño o lesiones físicas en la persona mayor. Algunos ejemplos de este tipo de maltrato son golpear, abofetear, quemar, empujar, zarandear, etc. Pero también se incluyen aquí las restricciones físicas, esto es, atar al anciano con diversos métodos, y las químicas. Las restricciones físicas son cualquier método manual o físico, instrumento mecánico, material o equipamiento adjunto al cuerpo del paciente, que éste no pueda retirar fácilmente y que restringe la libertad de movimientos o el normal acceso a cualquier parte de su cuerpo (Burgueño; Iborra; Martínez, y Pérez, 2008).
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Esta clasificación coincide con la de diversos autores (Bazo, 2004; Brown, Kingston y Wilson, 1999) y con la de INPEA (International Network for the Prevention of Elder Abuse) y la de Action on Elder Abuse.
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Las consecuencias más frecuentes son arañazos, heridas, contusiones, marcas, moraduras, etc. y, en último término, la muerte. Aunque es cierto que los efectos o secuelas de este tipo de maltrato son las más visibles, no tienen por qué ser necesariamente las más graves.
3.2. Maltrato psicológico El maltrato psicológico es toda acción, habitualmente de carácter verbal, o actitud que provoque o pueda provocar daño psicológico a la persona mayor. Hay que distinguir en este punto entre el maltrato psicológico y las secuelas psicológicas que pueden tener otros tipos de maltrato. No serían maltrato psicológico, por ejemplo, las secuelas emocionales que puede presentar un anciano que ha sido víctima de abuso sexual. La violencia psicológica es un tipo específico de violencia que suele valerse del lenguaje, tanto verbal como gestual, y cuyas consecuencias pueden afectar a las vertientes cognitiva, emocional o comportamental de la víctima. Algunos ejemplos son rechazar, insultar, aislar, gritar, culpabilizar, humillar, intimidar, amenazar, ignorar y privar de sentimientos de amor, afecto y seguridad. En el maltrato psicológico perpetrado contra personas mayores cobran especial relevancia las amenazas, siendo las más comunes las de abandono e institucionalización. La mayoría de los ancianos teme muchísimo acabar sus días en una residencia geriátrica lejos de sus familiares y amigos, lo que puede tener como consecuencia que algunas personas mayores lleguen a soportar condiciones realmente duras en el hogar con objeto de evitar tal situación. Las principales consecuencias son depresión, ansiedad, desesperanza, trastornos del sueño, pérdida de apetito, miedo, confusión y tristeza. El maltrato psicológico suele ser el que presenta las mayores prevalencias en la mayoría de estudios. A menudo, se da en combinación con otros tipos de maltrato.
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3.3. Negligencia La negligencia es el abandono o dejación de las obligaciones en los cuidados de una persona mayor. Un ejemplo es privar de las necesidades básicas, entendiendo por tales la alimentación, la higiene, una vestimenta adecuada al clima, y la asistencia sanitaria, entre otras. El caso más extremo es el abandono. Consecuencias típicas de este tipo de maltrato son la malnutrición, la deshidratación, las úlceras de decúbito, etc. Dentro de la negligencia encontramos el abandono como una de las formas más extremas de maltrato. En países como Kenia y Brasil es una práctica relativamente habitual el abandono de ancianos en los hospitales (Wolf; Daichman y Bennett, 2002). En España, aunque afortunadamente con menor frecuencia, también han salido a la palestra noticias de personas mayores abandonadas en gasolineras, por ejemplo. Como afirma Pérez (2007), el abandono de un anciano debe darse por parte de una persona que ha asumido la responsabilidad de su cuidado o por parte de la persona que posee la custodia física de la persona mayor. Algunos autores incluyen este tipo de maltrato dentro de la categoría de negligencia (Bass y otros, 2001; Brandl y Horan, 2002), mientras que otros lo establecen como una categoría independiente (Lafata y Helfrich, 2001).
3.4. Abuso económico El abuso económico o financiero consiste en la utilización ilegal o no autorizada de los recursos económicos o de las propiedades de una persona mayor. Incluye la apropiación, aprovechamiento o mal uso de las propiedades o dinero del anciano, la falsificación de su firma y la coacción para obligarle a firmar documentos (contratos o testamentos). Las principales consecuencias son incapacidad para pagar facturas, falta de servicios, desahucio y deterioro del nivel de vida. Las personas mayores se han considerado tradicionalmente y, en efecto lo son, una población de alto riesgo de sufrir esta clase de maltrato. Otro colectivo especialmente vulnerable a estos abusos son las mujeres que sufren malos tratos a manos de sus parejas.
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3.5. Abuso sexual El abuso sexual es cualquier contacto sexual no deseado en el que una persona mayor es utilizada como medio para obtener estimulación o gratificación sexual. Algunos ejemplos son tocamientos o besos; introducción oral, anal o vaginal de objetos, dedos o pene; acoso sexual; y obligar a la persona a realizar actos sexuales al agresor o a ver material pornográfico. Entre las consecuencias en la víctima, podemos encontrar traumas en genitales, pechos, boca y zona anal; enfermedades de transmisión sexual, marcas de mordiscos, etc. Aunque hay bastante consenso en considerar el abuso sexual como una categoría independiente, algunos autores lo incluyen dentro del maltrato físico (Godkin, Wolf y Pillemer, 1989).
3.6. Ejemplos y consecuencias En resumen, cada tipo de maltrato se operacionaliza en unas conductas muy concretas (a las que hemos llamado ejemplos) y tiene, asimismo, unas consecuencias distintas en la víctima. En cuanto a la consecuencia más extrema —esto es, la muerte de la víctima— puede ser producto, principalmente, de dos tipos de maltrato: el físico y la negligencia. Ya se ha avanzado esta cuestión en el caso del maltrato físico. Es importante destacar, no obstante, que la desatención de las necesidades básicas de una persona mayor que presenta una dependencia total también puede acabar en la muerte del anciano (por ejemplo, por malnutrición o deshidratación extremas). En la siguiente tabla se ofrece un resumen de las conductas incluidas en cada tipo de maltrato, así como de sus principales consecuencias. Es importante precisar que, además de las consecuencias específicas de cada tipo de maltrato, las víctimas pueden tener secuelas psicológicas (depresión, ansiedad, estrés, etc.) ante cualquier tipo de maltrato.
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TABLA 1. Ejemplos y consecuencias de los diferentes tipos de maltrato (Iborra, 2008) Maltrato físico Ejemplos Consecuencias Golpear, abofetear, quemar, empujar, zaran- Arañazos, heridas, contusiones, marcas, modear, utilizar restricciones físicas o químicas, raduras, fracturas, luxaciones, abrasiones, quemaduras, pérdida de cabello, etc. etc. Maltrato psicológico Ejemplos Consecuencias Rechazar, insultar, aterrorizar, aislar, culpa- Depresión, ansiedad, indefensión, trastornos bilizar, humillar, intimidar, amenazar, ignorar, del sueño, pérdida de apetito, miedo, confuprivar de sentimientos de amor, afecto o se- sión, tristeza, etc. guridad, etc. Negligencia Ejemplos Consecuencias Privar de las necesidades básicas (alimenta- Malnutrición, deshidratación, mala higiene ción, higiene, calor, ropa adecuada al clima, corporal, hipotermia, hipertermia, úlceras de decúbito, agudización de enfermedades, etc. asistencia sanitaria, etc.), abandono, etc. Abuso económico Ejemplos Consecuencias Apropiación, aprovechamiento o mal uso de Incapacidad para pagar facturas, falta de serlas propiedades o dinero del mayor, falsifica- vicios, desahucio, deterioro del nivel de vida, ción de su firma, imposición de firma de docu- etc. mentos (contratos o testamentos), etc. Abuso sexual Ejemplos Consecuencias Tocamientos o besos, penetración, vejación, Traumas en genitales, pechos, boca, zona acoso, exhibicionismo, etc. anal; enfermedades de transmisión sexual, etc.
4. PREVALENCIA DEL MALTRATO DE PERSONAS MAYORES En este apartado se van a ofrecer algunos datos de prevalencia de la única investigación de maltrato de mayores en la familia realizada en España a escala nacional, la realizada por el Centro Reina Sofía (Iborra, 2008).
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La muestra fue extraída de dos colectivos distintos a escala nacional: – Por un lado, personas mayores de 64 años, de ambos sexos, residentes en domicilios particulares. – Por otro lado, cuidadores de personas mayores, de ambos sexos, residentes en domicilios particulares. Esto permite comparar la percepción de los dos principales protagonistas del fenómeno: las potenciales víctimas (personas mayores) y los potenciales agresores (cuidadores). El tamaño de la muestra ha sido el siguiente para los dos colectivos estudiados: – 2.401 encuestas a personas mayores de 64 años. – 789 encuestas a personas mayores de edad que se dedican al cuidado de ancianos que presentan alguna dependencia (física o psíquica) en mayor o menor medida. Los resultados obtenidos en ambas encuestas, aunque van en la misma dirección, no son totalmente equivalentes. Lo más sorprendente es el hecho de que los cuidadores reconocen más abiertamente el maltrato que las propias personas mayores; así: – El 0,8% de los ancianos se reconoce víctima de maltrato intrafamiliar en España en 2005. Esto supone que a escala nacional cerca de 60.000 ancianos sufren maltrato cada año. – Este porcentaje se duplica entre los ancianos dependientes4 y se cuadruplica entre las personas mayores que presentan una dependencia grave (aquellos que requieren de ayuda al menos cinco horas al día). – El 4,6% de los cuidadores reconoce haber maltratado al anciano a su cargo en alguna ocasión a lo largo del año 2005. Hay que tener en cuenta que en la muestra de cuidadores, las personas mayores sobre las que se preguntaba requerían
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En el estudio se han considerado ancianos dependientes los que respondieron sí a la pregunta “¿Requiere usted de ayuda para la realización de las actividades diarias o para la recepción de cuidados médicos?”.
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de cuidados para su desempeño en la vida diaria, con lo que estamos hablando de personas con dependencia5. En el siguiente gráfico se muestran las tasas que víctimas y cuidadores reconocieron para cada tipo de maltrato6. Víctimas y cuidadores coinciden en que el maltrato psicológico es uno de los que presenta mayor prevalencia. Los tipos en los que se detecta mayor diferencia entre la información de las propias víctimas y de sus cuidadores son el maltrato físico y el abuso económico. En ambos casos, la tasa informada por los cuidadores es nueve veces mayor que la que aportan las víctimas. GRÁFICO 1. Prevalencia de los distintos tipos de maltrato, según víctimas y cuidadores (Iborra, 2008)
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La literatura coincide en afirmar que la dependencia es un factor de riesgo del maltrato de personas mayores y, por tanto, parece lógico que la tasa de maltrato sea mayor, por tratarse de una población de riesgo. La investigación del Centro Reina Sofía (Iborra, 2008) preguntó a víctimas y cuidadores sobre cinco tipos de maltrato: físico, psicológico, negligencia, económico y sexual.
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5. FACTORES DE RIESGO DEL MALTRATO DE PERSONAS MAYORES En esencia, un factor de riesgo es una característica —personal, familiar, social, etc.— cuya presencia aumenta la probabilidad de que se produzca un determinado fenómeno (Luengo y otros, 1999). En el campo de la violencia, un factor de riesgo vendría a ser una característica que, en alguna medida, sitúa al sujeto en una posición de vulnerabilidad hacia el comportamiento violento. El concepto de factor de riesgo es, pues, “probabilístico”, no determinista. El hecho de que una persona presente factores de riesgo no implica que necesariamente vaya a desarrollar conductas problemáticas; significa únicamente que, si lo comparamos con un individuo sin esos factores, tendrá una mayor probabilidad de llegar a implicarse en esas conductas. Por tanto, es necesario matizar que los factores de riesgo no llegan a tener el estatus de “causas”. Ningún factor de riesgo por sí solo permite predecir adecuadamente la conducta problema; los factores actúan en interrelación, modulándose e influyéndose entre sí. Para el análisis de los principales factores de riesgo del maltrato de ancianos vamos a seguir el modelo ecológico7 de desarrollo de la conducta humana de Bronfenbrenner (1987). Todos los niveles del modelo ecológico propuesto dependen unos de otros y, por lo tanto, se requiere de una participación conjunta de los diferentes contextos y de una comunicación entre ellos (Frías-Armenta, López-Escobar y Díaz-Méndez, 2003). Este modelo considera la violencia como el resultado de una compleja interacción entre varios sistemas, a saber, el individual, el relacional, el comunitario (social) y el cultural. A continuación se profundiza en los principales factores de riesgo que la literatura destaca en el caso de las personas mayores víctimas de maltrato.
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Como afirma Iborra (2009), el modelo ecológico surge en los años 70 (Bronfenbrenner, 1979) y se aplica, en primer lugar, al maltrato infantil (Garbarino y Crouter, 1978). Es más tarde cuando se utiliza para comprender la violencia juvenil (Garbarino, 1985), la violencia de pareja (Heise, 1998) y el maltrato de mayores (Schiamberg y Gans, 1999; Carp, 2000).