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¿A qué rama me dedico? ¿Dónde están mis clientes? ¿Abro despacho en el centro o en la periferia? ¿Pruebo con un local comercial o elijo una vivienda? ¿Qué nombre le pongo? ¿Añado los servicios profesionales en mi marca? ¿Ejerzo sólo o acompañado? ¿Me decanto por otros letrados o por terceros profesionales? ¿Qué tipo de publicidad me conviene? ¿Cómo organizo mi tiempo? ¿Qué presupuesto necesito para empezar? La pequeña guía práctica que tienes entre manos intenta dar respuestas al difícil inicio de la profesión a través de unas páginas desenfadadas y de cómoda lectura, sin perder por ello lucidez ni rigor. Espero que las vivencias y experiencias que contiene consigan hacer tu primer ejercicio un poco más fácil. Rafael Prieto Tenor es abogado y profesor

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GUÍA PARA EL ABOGADO QUE EMPIEZA Rafael Prieto Tenor

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COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT LO BLANCH María José Añón Roig

Catedrática de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia

Ana Belén Campuzano Laguillo Catedrática de Derecho Mercantil de la Universidad CEU San Pablo

Jorge A. Cerdio Herrán

Catedrático de Teoría y Filosofía de Derecho Instituto Tecnológico Autónomo de México

José Ramón Cossío Díaz Ministro de la Suprema Corte de Justicia de México

Owen M. Fiss

Catedrático emérito de Teoría del Derecho de la Universidad de Yale (EEUU)

Luis López Guerra

Juez del Tribunal Europeo de Derechos Humanos Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Carlos III de Madrid

Víctor Moreno Catena

Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad Carlos III de Madrid

Francisco Muñoz Conde

Catedrático de Derecho Penal de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Angelika Nussberger

Jueza del Tribunal Europeo de Derechos Humanos Catedrática de Derecho Internacional de la Universidad de Colonia (Alemania)

Héctor Olasolo Alonso

Catedrático de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario (Colombia) y Presidente del Instituto Ibero-Americano de La Haya (Holanda)

Luciano Parejo Alfonso

Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III de Madrid

Tomás Sala Franco

Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Valencia

Ángel M. López y López

Ignacio Sancho Gargallo

Marta Lorente Sariñena

Tomás S. Vives Antón

Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Sevilla Catedrática de Historia del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid

Javier de Lucas Martín

Catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía Política de la Universidad de Valencia

Magistrado de la Sala Primera (Civil) del Tribunal Supremo de España Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Valencia

Ruth Zimmerling

Catedrática de Ciencia Política de la Universidad de Mainz (Alemania)

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales


GUÍA PARA EL ABOGADO QUE EMPIEZA

RAFAEL PRIETO TENOR

Valencia, 2016


Copyright ® 2016 Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito del autor y del editor. En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com.

© Rafael Prieto Tenor

© TIRANT LO BLANCH EDITA: TIRANT LO BLANCH C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia TELFS.: 96/361 00 48 - 50 FAX: 96/369 41 51 Email:tlb@tirant.com www.tirant.com Librería virtual: www.tirant.es ISBN: 978-84-9143-117-6 IMPRIME Y MAQUETA: Tink Factoría de Color

Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas.


Dedicado a Nielson, a Arnaldo, a Carmen, a Cristobal, a Alejandro, a Javier, a Ana, a Marisa y a todos aquellos que confiaron en mĂ­ y siguen haciĂŠndolo.


Índice INTRODUCCIÓN..................................................................................................................... 11

SOY ABOGADO… ¿Y AHORA QUÉ?................................................................ 13 ¿A QUÉ RAMA ME DEDICO? 1. 2. 3. 4. 5. 6.

La rama penal.................................................................................................................... 15 La rama civil....................................................................................................................... 17 La rama administrativa y contencioso administrativa....................................... 18 La rama laboral................................................................................................................. 19 La rama mercantil............................................................................................................ 21 Conclusiones realistas.................................................................................................... 22

LA BÚSQUEDA DE LA UBICACIÓN 1. La importancia de la ubicación.................................................................................. 25 2. ¿Local o piso? ¿Piso o local?......................................................................................... 27

EL NOMBRE DEL DESPACHO 1. La importancia del nombre de un despacho........................................................ 29 2. Buscando nombre para un despacho...................................................................... 30 3. Cambiando de nombre al despacho........................................................................ 33 4. El uso de especialidades en el nombre del despacho........................................ 34 5. Obviedades........................................................................................................................ 35 6. Resumen: del nombre del bufete nadie come...................................................... 36

LA AVENTURA DE LOS SOCIOS. EJERCER SOLOS O ACOMPAÑADOS 1. El ejercicio colectivo entre colegas........................................................................... 39 2. El ejercicio colectivo entre profesionales no incompatibles. La asesoría gestoría................................................................................................................................ 40 3. El ejercicio de la profesión por libre.......................................................................... 41 4. El ejercicio de la profesión por cuenta ajena......................................................... 42 5. Otras fórmulas mixtas.................................................................................................... 44 6. Resumen: la vida no tiene manual de instrucciones y la profesión tampoco........................................................................................................................................... 45


Índice

CONSTRUYENDO NUESTRA IMAGEN 1. 2. 3. 4.

Clientes. Clientes. Clientes. Clientes. Clientes. Clientes…................................. 47 Comenzando mi primera campaña de publicidad.............................................. 48 El contenido de mi primera campaña de publicidad......................................... 51 Comenzando mi segunda campaña de publicidad (y tercera, cuarta y quinta…)............................................................................................................................. 54 5. El factor diferenciación.................................................................................................. 56 6. Los clientes y la llamada “Ley de Pareto” o principio de eficiencia................ 58 7. La actitud del abogado que empieza....................................................................... 59 8. Relaciónate con tus compañeros............................................................................... 59 9. Abre los oídos................................................................................................................... 60 10. Ábrete a los cambios y a las necesidades de tus clientes................................. 61 11. Abre los bolsillos.............................................................................................................. 63 12. Conclusión: conócete a ti mismo y conoce tu entorno..................................... 64


INTRODUCCIÓN Compañero lector, en tus manos tienes un libro de experiencias de abogados y de consejos prácticos, que pueden gustar más o menos, compartirse o no, pero que son reales y dan respuesta, deseo que afortunada, a algunas de las muchas preguntas que a lo largo de los años se han venido repitiendo entre los alumnos universitarios de quien estas líneas escribe, y que con cierto tono de acidez y no exento de polémica, intenta ofrecer una alternativa plausible y ante todo honesta a muchos de los problemas diarios con los que se va a enfrentar el abogado que empieza. Espero que te sea provechoso.


SOY ABOGADO… ¿Y AHORA QUÉ? Tengo que reconocer que mis comienzos fueron unos comienzos tristes. Atravesé una pasantía dura, con independencia de que mi madrina en la profesión fuera una persona seria y voluntariosa, excelente desde el punto de vista profesional, pero eso no quita que mi pasantía tuviera momentos de una gran amargura, por circunstancias personales y profesionales. Así, el día de mi jura como abogado no fue un día nada feliz, porque pensaba que tras estar estudiando largos años, de disponer de una sólida especialización, y de estar realizando una pasantía por la no que podía sino estar agradecido, la realidad estaba tan clara como que horas más tarde y tras el acto protocolario volvería a mi mesa de pasante y seguiría económicamente tan a dos velas como el día anterior. Por eso, cuando me equivoqué de despacho y entré por error al del entonces vicedecano del Ilustre Colegio de Abogados de Málaga, el insigne compañero Don Nielson Sánchez-Stewart, posterior decano, no pude sino transmitir mi desazón cuando recibí su felicitación por mi inmediata jura. Le respondí con cara de circunstancias que tendría algo que celebrar si tuviera clientes, pero que en mi caso y como tal acto, solo eran gastos para mi familia (¡a sumar hasta los del fotógrafo protocolario!), y por tanto, no tenía motivo para alegrarme. Recuerdo que este gran compañero me dio muchos ánimos y me pidió que tuviera paciencia, algo que tampoco entendí demasiado y que supongo que le agradecería con una cara de póker, dadas las circunstancias. Hoy sí me doy cuenta de la gran verdad que encerraban sus palabras, y es que en la profesión de abogado se cumple a la perfección aquella frase del filósofo Persio quien escribió que “el que resiste, gana”. Descartando los comienzos de aquellos abogados que tienen parte del camino recorrido, cuentan con contactos previos o disponen de un despacho familiar que les acoge y les guía, la realidad es que los comienzos de un abogado sin padrinos son por lo general empinados y amargos.


Rafael Prieto Tenor

Ni más ni menos que equivalentes a los del técnico informático que sin muchos recursos, y salvando las distancias, monta una tienda en una esquina de una calle de quinta categoría y espera que le entren clientes. Lo normal es que no le entre un alma y para soportarlo tendrá que contar con una fortaleza mental encomiable. Hasta que pueda despegar. Con los abogados existe un problema añadido, y es que muchos sufrimos ese mal de la arrogancia que nos hace creer necesarios para la sociedad, o sencillamente, diferentes, desde el mismo instante en que nos colegiamos. Los familiares cercanos, los primeros que nos hacen consultas, lógicamente gratuitas, son los primeros que padecen nuestras largas peroratas iniciales con las que pareciera que pretendemos sentar cátedra soltando parrafadas y aforismos estudiados durante la carrera. Y también de manera inopinada, estos familiares, abrumados por nuestra verborrea, la aplauden y culminan deseándonos lo mejor en la que con toda seguridad, auguran, será una carrera profesional brillante. Yo no voy a especular con la circunstancia de si uno sabe más o sabe menos tras los estudios, pero sí insistiré en que de nada sirve lo mucho o poco que sepas si no tienes clientes. El chico de la tienda de informática superó la FP con brillantez pero con los ahorros familiares solo se ha podido permitir alquilar en una calle de quinta categoría y la realidad es que no vende un teclado ni por casualidad. No entran ni a preguntar precios. Cuando yo veo a los alumnos recién licenciados o graduados, con una retahíla de cursos que complementan su formación, no puedo sino acordarme de mí mismo y los asimilo a un comandante de la Guardia Civil en Namibia, es decir, a una persona de una formación extraordinaria, pero que no tiene nada que vender en una isla desierta, porque en realidad es un proveedor de servicios que nadie compra. Y esto es importante porque debemos ser honestos con nosotros mismos, analizar nuestras carencias y, sin tragedias, luchar por mejorar, que de eso se trata, hasta que consigamos hacernos un hueco en la profesión. Que lo vamos a conseguir, si tenemos fortaleza suficiente para resistir.


¿A QUÉ RAMA ME DEDICO? Primeramente, ten muy claro que igual que las personas no podemos caer bien a todo el mundo, a todos los abogados no les caen igual de bien todas las especialidades ni todos los clientes. Así, vemos que hay abogados tremendamente extrovertidos, que casan estupendamente con clientes de similar idiosincrasia, e incluso son admirados por otros que no tienen esas cualidades, y sin embargo, otros clientes diferentes piensan de esos mismos abogados que son unos cantamañanas. Es decir, que lo que para unas personas son cualidades a valorar, para otras son motivos para desconfiar. En otros casos encontramos a abogados prudentes y recatados, cuya naturaleza es muy estimada por cierto tipo de clientes, pero que son criticados duramente por otros, que rápidamente prescinden o no contratan sus servicios por pensar que no son abogados luchadores, entendiendo como tales a auténticos perros de presa, que son el ideal de abogado que tiene este tipo de clientela beligerante. Asume por tanto que no vas a convencer a todos los clientes que pasen por tu despacho ni tus cualidades encajan al dedillo con todas las ramas profesionales. Eres tú quien, en un ejercicio de autocrítica, debes valorar qué imagen transmites, qué imagen quieres transmitir y qué ejercicio encaja más con tu personalidad.

1. LA RAMA PENAL Esta rama es un clásico, por ser sin duda aquélla que genera más trabajo de todas, aunque también existe una competencia feroz, pues es la elegida mayoritariamente en la profesión junto con la civil. Siendo la más dura con diferencia, suele también ser la más rentable por cuanto el apuro de los clientes hace que paguen sin tantas excusas ni moratorias, y de ordinario, tampoco suelen regatear demasiado al saber lo que se están jugando. Además, estos clientes son porcentualmente los más agrade-


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cidos. Se juegan su libertad o multas importantes acompañadas de privación de derechos además de su prestigio. Y cuando se consigue un resultado positivo, se produce un agradecimiento especial que no vemos en otros órdenes jurisdiccionales. Los penalistas no viven tan plácidamente como los civilistas porque sus plazos son de días y no hay vacaciones, salvo aquellas que forzadamente se tomen o las que disfruten si no les cae nada. Si detienen a alguien, deben acudir. Tanto si son las cuatro de la madrugada, como si son las dos de la tarde, tanto si hace frío como si hace calor. Esta especialidad tiene el ingrediente añadido de la conflictividad, pues la tensión se masca en cada asistencia y sabido es que tanto el abogado como los funcionarios quieren arrimar el ascua a su sardina, de modo que cualquier pequeño detalle provoca la discusión, que tengamos que enseñar los dientes y lanzar órdagos, y en definitiva, las incomodidades de un ejercicio muy áspero, con un nivel de “cuerpo a cuerpo” alto, que requiere altas dotes de persuasión y argumentación, y con actuaciones en Sala que son mayoritariamente orales e imprevisibles. Aquí no valen las timideces, si una prueba no se ha practicado, o algo se ha hecho constar inadecuadamente, lo mismo discutiremos (educadamente) con el Comisario que con el Juez de Instrucción, o sea, que no estamos ante un ejercicio para pacatos, pues de nuestro empuje y sagacidad (o de la ausencia de ellos) puede depender que nuestro cliente dé con sus huesos en la cárcel. Esto arrastra a su vez un plus de responsabilidad, y me faltan dedos en las manos para contar los amigos y compañeros que han abandonado la rama penal tras malas experiencias o tras el sufrimiento y preocupaciones derivadas de causas graves, como asesinatos o violaciones, que pueden quitar el sueño al más tranquilo, por el fondo y por el alto número de años de prisión al que el acusado se expone y cuya defensa nos queda encomendada. Posiblemente el más duro de entre todos los ejercicios, y con bastante diferencia respecto al conjunto.


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2. LA RAMA CIVIL Es el otro clásico, generalmente destino por eliminación para aquellos estómagos que no soportan el derecho penal y sus consecuencias. Prácticamente inabarcable en su totalidad, comprende el derecho de las personas (regulando su capacidad jurídica), el derecho de las obligaciones y los contratos, el derecho de bienes o patrimonial, el derecho de familia, el derecho de sucesiones y las normas de responsabilidad civil… y esto para abrir boca, porque más específicamente encontramos la vía de las separaciones y divorcios, la salida de las reclamaciones de cantidad e impagados, todo lo relacionado con el derecho inmobiliario y de la construcción, los contratos de arrendamiento y desahucios, el maravilloso universo de las comunidades de propietarios, las indemnizaciones y accidentes de circulación, las responsabilidades civiles contractuales y extracontractuales, las negligencias médicas, la defensa de consumidores y usuarios, los procesos arbitrales, la redacción de todo tipo de documentos, amén de la defensa de Derechos Constitucionales, como el Derecho al honor, a la intimidad, y a la propia imagen. Bueno, y sin olvidarnos de la Propiedad Intelectual e Industrial, y con esto nos dejamos en el tintero un ciento de posibles especialidades más dentro de la rama civil. Como todos sabemos a estas alturas, el derecho civil regula las relaciones privadas de los ciudadanos entre sí y en nuestra labor profesional protegemos los intereses de la persona privada, física o jurídica, en el orden moral y patrimonial. El proceso civil se rige por el principio dispositivo, de modo que son las partes las que presentan la iniciativa, el impulso y la renuncia a los actos procesales, mientras que en el penal rige el principio inquisitivo, o sea, que el Juez de Instrucción actúa sobre todo por propia iniciativa para después en la fase oral predominar el principio acusatorio. Estas son cuestiones que se dan por sobreentendidas en un abogado, pero que han de tenerse especialmente en cuenta cuando decidamos a qué rama nos queremos dedicar. Mi opinión es la de que estamos ante una rama que tiene un poco de todo, ya que determinados procedimientos exigen un estudio sesudo a altísimo nivel intelectual, lo que la hacen atractiva para el estudiante que siempre ha sido un ratón de biblioteca, a la vez que dispone de un buen nivel de “cuerpo a cuerpo”, con actuaciones predominantemente orales, que re-


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quieren unas buenas dotes de persuasión y de argumentación. Discutiendo y arriesgando derechos y no penas privativas de libertad. No olvidemos también que el principio dispositivo, característico del procedimiento civil, se presta a las más variadas argucias y añagazas en cuanto a la práctica de la prueba, pudiendo cualquier error ser determinante en la resolución del litigio. Como derivadas de dicho principio dispositivo encontramos los de congruencia y de aportación de parte, permitiendo la normativa procesal una auténtica guerra de trincheras para conseguir en ocasiones, no tanto demostrar nuestros hechos, como impedir que el contrario demuestre su verdad. Por contra, en el proceso penal encontramos un modo de litigar completamente diferente y así, por ejemplo, al acusado, se le permite la aportación de prueba inclusive en el mismo acto del juicio, sin anuncio previo, sorprendiendo al resto, que en su caso, podrán solicitar el aplazamiento correspondiente, según la complejidad de lo aportado y recto criterio del juzgador. Con esto quiero decir que con independencia de las dotes de persuasión y de argumentación, nos encontramos con reglas diferentes que precisan de otras habilidades en el letrado, detalles a valorar, pues aunque a vista de pájaro se parezcan, no es lo mismo jugar un partido de pádel que uno de tenis. Cada cual se siente más cómodo en una cancha y con según qué paleta.

3. LA RAMA ADMINISTRATIVA Y CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA Los abogados administrativistas se enfrentan con una ardua labor, pues no basta con estudiar el caso concreto y sus especialidades procesales sino que además hay que partir del conocimiento de múltiples institutos generales de elevado nivel de abstracción. Además, los especialistas hablan de un nivel supersónico de nueva legislación, lo que obliga a una actualización diaria que no exige ni el orden penal ni el civil. Pero es que también hay que ser especialista dentro de lo que es ya una especialidad administrativa, y así encontramos universos jurídicos autónomos como el derecho urbanístico, el tributario, la contratación, la función


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pública, el derecho de extranjería, el derecho local, el universitario y un largo etcétera. Y no basta con saber derecho, sino que hay que ser casi perito en esa especialidad particular. No puedes iniciar un pleito urbanístico sin contar con la pericia de un arquitecto al que hay que escuchar y comprender. Un pleito sobre expropiación forzosa requerirá convertirse en experto en valoraciones inmobiliarias y una demanda sobre responsabilidad médica exigirá un dominio de los vericuetos sanitarios. Es decir, que no basta con saber derecho, sino que el derecho administrativo suele implicar un saber técnico adicional para facilitar la respuesta a cada problema. Por si fuera poco, la Administración demandada cuenta con ventajas procesales, tales como la ejecutividad del acto, el privilegio del interrogatorio por escrito, el ser dueña de la prueba del expediente o que el arranque de la ejecución de la sentencia desfavorable quede en sus manos, lo que convierte esta rama en especialmente frustrante para el letrado al sufrir esa patente desigualdad de armas. Yo suelo considerarla como una rama idónea para el ratón de biblioteca, pues su nivel de “cuerpo a cuerpo” es muy bajo, no requiere especiales dotes de persuasión ni de argumentación y su procedimiento está plagado de actuaciones que son mayoritariamente escritas y generalmente previsibles. Un pleito contencioso administrativo es lo más parecido a un examen escrito, requiriendo largas horas de trabajo que nadie ve para atacar resoluciones que son anodinas y repetitivas. Fases procesales que se reiteran y en las que, salvo excepciones, los argumentos se formulan por escrito, donde se va al grano sin que exista margen práctico para la retórica. Y por si fuera poco, son pleitos que nunca que se cobran en justa correspondencia con el esfuerzo. El abogado administrativista tiene mucho de héroe solitario que lucha calladamente contra un sistema injusto.

4. LA RAMA LABORAL Reconozco que esta rama no es santo de mi devoción, pero eso no quita que sea un extraordinario vehículo para que el abogado pueda sostenerse sin tanta complejidad normativa ni recursos personales del profesional.


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Como podéis imaginar, en este tipo de ejercicio se hace cotidiana tanto la defensa de empresas como de trabajadores, siendo mucho más probable el segundo caso que el primero, dada la desproporción numérica existente. A su vez, esto arrastra cierta precariedad en los inicios, pues se encuentra extendido en la profesión el cobro a cuota litis o porcentaje, habida cuenta que el trabajador, generalmente despedido, no está para especiales dispendios, de modo que los abogados laboralistas suelen cobrar al final, una vez que el reclamante obtiene la indemnización o los salarios pendientes. En cierto modo, esto se asemeja al turno de oficio, donde se cobra con retraso, lo que implica que los primeros meses trabajas a dos velas, hasta que empiezas a recibir el fruto de los trimestres anteriores. De la misma forma, aquí se reclamará en nombre del trabajador y dentro de meses o de años cobrarás un porcentaje de lo que éste pueda cobrar, que normalmente suele hacerlo, por cuanto si no le paga la empresa le pagará el FOGASA. La rama laboral, y espero que me perdonen los laboralistas si me excedo, no es una rama especialmente compleja (al menos al nivel del derecho hipotecario, inmobiliario registral o tributario) en lo que respecta a las reclamaciones más comunes, que son por despido o cantidad. Esto crea un caldo de cultivo propicio para que los abogados primerizos encuentren un sitio donde desenvolverse relativamente cómodos y con una clientela fluida, dado que la conflictividad laboral es alta. Cierto es que el derecho laboral no se reduce a los despidos y a las reclamaciones de cantidad, y cuando profundizas en él encuentras submaterias como las relativas al derecho sindical o todo lo que rodea a las Mutuas, accidentes o incapacidades, cuya complejidad es desquiciante para los profanos y suelen requerir un conocimiento técnico especializado. En cualquier caso, es la rama idónea para quien no tiene claro a qué dedicarse, pero que posee un talante extrovertido y se encuentra en la tesitura de que los compañeros del despacho ya son civilistas y penalistas, pudiendo encontrar un hueco cómodo en los despidos y las reclamaciones de cantidad más convencionales.


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5. LA RAMA MERCANTIL Tengo que reconocer que esta rama, aisladamente, para mí es como las meigas, probablemente porque mi nivel profesional no ha llegado al de los prestigiosos despachos con departamentos dedicados a esta especialidad. Nunca nadie me ha pedido un contrato de flete, ni he profundizado en los vericuetos del leasing, factoring, renting, cuentas en participación, ni nada parecido, más allá de la puntual personación en un concurso de acreedores. Nos encontramos así ante una rama que tiene un mercado muy cerrado, prácticamente acaparado por los despachos consolidados, de forma que más allá de las puntuales intervenciones en un concurso de acreedores suele generar muy poco movimiento de clientes a los despachos que empiezan. Además, se suma que los clientes potenciales tienen un alto nivel de independencia, y para constituir, disolver o liquidar sociedades, que son de los trámites más habituales en el sector, acuden a Notaría directamente o a su gestor de confianza, de forma que los trabajos más sencillos que pueden encomendarse a un abogado se diluyen como un azucarillo en manos de otros terceros que nos hacen una competencia leal: desde gestores administrativos a contables, pasando por economistas y hasta los propios oficiales de Notaría preparan los contratos a la carta y dan los consejos oportunos relegando en la práctica el papel del abogado mercantilista a una función puramente jurisdiccional. No podemos abstraernos tampoco de que quien tiene un cliente hace lo posible por evitar que se le escape, de modo que quienes habitualmente preparen las cuentas o modelos impositivos de la sociedad o del autónomo (gestores, economistas y contables) serán los consultados sobre los avatares de la vida negocial y quienes al final se encargarán de la contratación mercantil o de los trámites más sencillos, al alimón con la Notaría cuando sea necesaria la forma pública. Quedan, obviamente, aquellos trámites más complejos que requieren preceptivamente de abogado, pero precisamente esa complejidad es la que les lleva por lo general a acudir a despachos que les den confianza, normalmente a través de recomendación de otra empresa o autónomo, por lo que como he indicado, resulta muy complicado meter la cabeza y vivir exclusivamente de esta especialidad, que finalmente se acaba convirtiendo en complemento residual de la otra rama que habitualmente se ejerza.


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6. CONCLUSIONES REALISTAS A las especialidades les ocurre como al amor, que tienen mucha más enjundia en la teoría que en la práctica. Por eso no es raro ver a los estudiantes en sus últimos años de carrera divagando sobre si ejercer y a qué rama dedicarse, incluso a los abogados que cursan Másteres de Prácticas Jurídicas escudriñando a fondo sus manuales y apuntes para decidir en qué especializarse o sobre qué profundizar un poco más y hacer un nuevo curso. La realidad es mucho más simple. O más cruda: Te dedicarás a aquello a lo que puedas dedicarte. Dicho más directamente: a aquello con lo que te puedas ganar la vida. Yo puedo ser un gran experto en derecho nobiliario, pues dispongo de tres diplomas, uno de ellos con ribetes dorados correspondiente a un curso de verano en la Universidad Complutense, sede de El Escorial, amén de una docena de manuales sobre la materia. Sin embargo, solo me llaman mis clientes para hacer juicios de faltas, hoy juicios por delitos leves, aunque no pierdo la esperanza de que me llame algún barón o una marquesa un año de éstos reclamando mis titulados servicios. Por tanto, esos agobios previos al ejercicio sobre “la especialidad a la que dedicarnos” son completamente improductivos por cuanto las cosas suelen venir rodadas y el margen de elección por nuestra parte es muy limitado en la práctica. Imaginemos que mi aspiración ha sido siempre dedicarme al civil, pero unos compañeros ya asentados me han ofrecido incorporarme a su despacho porque su penalista se ha ido. Te planteas si ir a lo seguro, encargándote de los asuntos penales en un despacho consolidado con clientela fluida o si mejor te lo montas por tu cuenta para dedicarte a la rama civil que es la que verdaderamente te gusta. No existe una respuesta acertada y la elección dependerá de cada persona, aunque la probabilidad indica que lo habitual es que el abogado con vocación de civilista acabará llevando penal, que es lo que a fin de cuentas le facilitará ganarse la vida, a la vez que, para satisfacción personal, colaborará con el civilista del despacho en los temas que vayan saliendo. Y esta es la realidad mayoritaria en el ejercicio profesional. Llevarás aquella rama que se demande en el lugar donde aterrices y, de modo más resi-


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dual, llevarás esos temas que realmente te gustan de otras especialidades cuando entren a cuentagotas. Ten en cuenta que ejercer y mantenerte en esta difícil profesión ya es un lujo que no está al alcance de la mayoría. No sólo por la complejidad de la abogacía, sino porque desgraciadamente lo común no es dedicarte a aquello que estudiaste. Mira a tu alrededor y compruébalo. Por tanto, desde esa óptica somos unos privilegiados por hacer lo que nos gusta. Ahora bien, dentro de la abogacía, dedicarte en concreto a esa rama que te encanta es un doble salto mortal, un doble privilegio nada común. No obstante, es posible al menos intentarlo, sobre todo si no hablamos de especialidades dentro de especialidades. Recuerdo que unos alumnos me contaron en secreto su gran proyecto, que consistía en una consultoría de derecho sanitario para farmacéuticas y me pedían mi opinión, además de discreción tras haber encontrado la piedra filosofal que les haría ricos. Les agradecí la confidencia y les comenté que si bien tenían poca o ninguna competencia en la zona (lo cual ellos vieron y dedujeron de ahí que sería negocio seguro el proyecto), no podían olvidar que la clientela era prácticamente inexistente y si querían acudir a la sede de las empresas en otras capitales de provincia, ya se enfrentaban con el escollo de los propios abogados asalariados de esas empresas, cuando no los asesoramientos especializados que les brindan los grandes despachos con una imagen de marca envidiable. Prosiguieron, lanzaron su proyecto, buscaron unas oficinas atractivas y bombardearon a las farmacéuticas, de las cuales ni una sola se sintió atraída por su publicidad. A los seis meses se había desinflado la consultoría, los compañeros acabaron enfrentados y culpando del desastre a los demás y cada uno había iniciado nuevos proyectos por su cuenta. Con este caso os quiero hacer ver que no por ser abogados dejamos de ser emprendedores, y por lo general interesa más ir sobre seguro antes que innovar pensando en que hemos dado con el misterio de la pirámide que nadie había encontrado antes que nosotros. El derecho aeronáutico me parece algo maravilloso, pero si monto un despacho orientado a esa disciplina, lo normal es que me hundan las deudas antes de conseguir un solo cliente, precisamente porque no tengo contactos en el sector. Por eso, una vez más, tengo que recomendar que acudáis a lo


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convencional, pues la gente se siente atraída por la honestidad y profesionalidad del abogado, eso es lo que arrastra clientes con el boca a boca, o boca oído, y no que el abogado haga piruetas y cabriolas. De todas formas, entended que estos inocentes consejos son para abogados que empiezan como empecé yo, perdidos, desorientados y sobre todo, sin padrinos, porque creo que todos entenderemos que existiendo padrinos, las puertas se abren, y en ese caso, la consultoría de derecho sanitario de mis alumnos sería hoy probablemente un verdadero maná de oro líquido. Por todo, está muy bien que te especialices pero sin encasillarte. Me encanta el derecho fiscal, tengo varios cursos de experto en la materia, pero tras dar mi tarjeta, solo me han llamado extranjeros para gestionarles permisos de residencia. Parece que la profesión me tiene deparado eso, hasta que me vayan entrando clientes de otro tipo, o pueda costearme hacer otro tipo de publicidad que me haga llegar a esos clientes a los que aspiro, pero lo que está meridianamente claro es que al menos al principio, las facturas las voy a pagar gracias a la extranjería, y esa publicidad, nada barata, en la que voy a invertir para captar clientes con otros intereses, me las van a pagar estos permisos de residencia que me han encargado y voy a tramitar.


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