El manual va dirigido a los alumnos de Latín de Filología Hispánica, si bien puede ser también útil para alumnos de otras especialidades que hayan elegido el latín como una de sus opciones. Consta de dos partes: lingüística y literatura. Los temas centrales del apartado de lingüística desarrollan los conceptos básicos de la estructura sintáctica latina, siguiendo una metodología propia, ecléctica entre la gramática tradicional y algunas aportaciones de tendencias lingüísticas más recientes: elementos de la oración simple y del sintagma, sintaxis del verbo y del nombre, la oración compuesta, a los que complementan unas nociones generales de morfología del latín de la época clásica. La parte de literatura, aunque es complementaria, tiene también su utilidad, si consideramos la dependencia que han tenido las literaturas del mundo occidental con respecto a la literatura greco-latina. Está estructurada por géneros literarios y en cada uno de los temas se hace una síntesis de los aspectos más relevantes del propio género y de los autores y obras más representativos del mismo. Se complementa esta parte con la aportación de numerosos textos de los autores comentados, acompañados de su traducción, para que el alumno pueda disfrutar leyendo las realizaciones concretas de la lengua y literatura que está estudiando.
Manual de Latín Lengua y Literatura 2ª Edición
MANUAL DE LATÍN Lengua y literatura 2ª Edición
JENARO COSTAS RODRÍGUEZ Catedrático de Filología Latina
MERCEDES TRASCASAS CASARES Profesora Colaboradora
tirant lo b anch Valencia, 2009
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Autores: Jenaro Costas Rodríguez Mercedes Trascasas Casares ISBN UNED: 978-84-362-5914-8 ISBN TIRANT: 978-84-9876-529-8 Depósito Legal: V Segunda edición: junio de 2009 Impreso en España - Printed in Spain Impresión: GUADA IMPRESORES, S.L. Maquetación: PMc Media
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Programa Lingüística Latina 1. El latín en la historia. El alfabeto latino y su pronunciación. El acento latino ....................................................................................................................... 2. Nociones básicas de gramática latina: categorías morfológicas y sintácticas. Elementos de la oración simple ....................................................................... 3. Morfología y sintaxis del nombre .................................................................... 4. Morfología y sintaxis del verbo ........................................................................ 5. Sintaxis oracional: la oración compuesta ........................................................ 6. Del latín a las lenguas romances ..................................................................... 7. La técnica de la traducción de autores latinos................................................
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Literatura Latina 8. Poesía épica: a) periodo republicano: Livio Andrónico, Nevio, Ennio; b) periodo augústeo: Virgilio; c) primera época imperial: Lucano, Valerio Flaco, Estacio, Silio Itálico. Poesía didáctica: Lucrecio ............................................. 9. Poesía lírica: a) periodo republicano: Catulo; b) periodo augústeo: Horacio. Elegía: Tibulo, Propercio y Ovidio. Poesía bucólica: a) época augústea: Virgilio; b) primera época imperial: Calpurnio Sículo; Carmina Einsidlensia; c) época tardía: Nemesiano .............................................................................. 10. Drama romano: 1) Tragedia: a) periodo republicano: Pacuvio, Accio; b) primera época imperial: Séneca. 2) Comedia: Plauto, Cecilio, Terencio ............. 11. Historiografía: a) conceptos generales. Los analistas: Fabio Pictor, Catón; b) periodo republicano: César, Salustio y Nepote; c) periodo augústeo: Livio; d) primera época imperial: Tácito; e) periodo imperial medio y tardío: Suetonio, Amiano Marcelino ............................................................................. 12. Sátira: Lucilio, Horacio, Persio y Juvenal. Epigrama: Marcial. Novela: Petronio y Apuleyo ....................................................................................................
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Presentación Este manual está destinado a los alumnos de latín de Filología Hispánica. Puede servir, sin embargo, también para alumnos de otras especialidades, que han elegido la asignatura de latín como una de sus opciones. Consta de dos partes claramente diferenciadas. En la parte de lingüística nos hemos limitado a siete temas, en los que se estudian las cuestiones que nos parecen más imprescindibles para conocer las estructuras fundamentales del latín. Se da por supuesto que el alumno debe tener unos conocimientos elementales de gramática latina. De no ser así, deberá adquirirlos antes de abordar este curso. Uno de los objetivos del aprendizaje de una lengua como el latín ha de ser la comprensión e interpretación de textos escritos en esa lengua. Los temas centrales de este apartado están enfocados a posibilitar esa tarea: elementos de la oración simple y del sintagma, sintaxis del nombre y del verbo, la oración compuesta. En ellos se definen los conceptos básicos de la estructura sintáctica, siguiendo una metodología propia, ecléctica entre la gramática tradicional y algunas aportaciones que nos parecen interesantes de algunas tendencias lingüísticas más recientes. Este núcleo del programa se complementa con otra serie de temas, que podemos considerar como auxiliares, pero que son muy necesarios para la comprensión global de la asignatura. Nos referimos, en concreto, a una breve historia del latín, que lo encuadra dentro de las lenguas indoeuropeas, las lenguas itálicas, las etapas de su propia evolución hasta derivar en las lenguas romances. Cuestiones de carácter eminentemente práctico son las del alfabeto y su pronunciación, así como la del acento. Especialmente importante para nuestro tipo de alumnado es el tema dedicado al estudio de la relación que tiene con el latín una lengua románica como el castellano. En él se pasa revista, de modo sucinto, a los fenómenos fonéticos, morfológicos, sintácticos y léxicos que unen y a la vez distinguen a ambas lenguas. Se cierra con un tema dedicado a la traducción, en el que se aborda una serie de conceptos teóricos y algunos consejos prácticos, que pueden servir de gran ayuda para una mejor comprensión e interpretación de textos latinos.
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La parte dedicada a la literatura latina tiene, si cabe, un caráctr todavía más complementario, pero de gran utilidad, creemos, dada la dependencia de las literaturas del mundo occidental respecto a la literatura greco-latina. Está estructurada siguiendo un criterio de géneros literarios. Nos limitamos a aquellos que nos han parecido más importantes, por sí mismos, o por la trascendencia de los autores que los han cultivado. En cada tema encontrará el alumno un resumen de los conceptos generales del género y de las aportaciones de los autores más importantes, teniendo en cuenta sus modelos, innovaciones, técnica literaria y estilo. Como aportación nuestra, hemos hecho un esfuerzo por acompañar la parte teórica con una gran variedad de textos de los autores estudiados. En ellos ofrecemos el texto latino, así como su correspondiente traducción, con el ánimo (esperemos que no ingenuo) de que los alumnos que lo deseen puedan disfrutar con su lectura y constatar, de ese modo, las realizaciones concretas y brillantes de esa lengua que están estudiando. En conclusión, el manual que aquí presentamos no es, ni pretende ser, exhaustivo, sino solamente quiere ofrecer aquellos conocimientos que consideramos más básicos para comprender mejor la estructura de la lengua latina y desde ella descubrir y saber valorar las estructuras de la lengua propia.
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Vista del Foro Romano desde el Capitolio
Bibliografía utilizada para los temas de lingüística Mª L. ARRIBAS HERNÁEz et alii, Lengua y literatura latinas I, UNED, Madrid 19904. M. BASSOLS DE CLIMENT, Sintaxis latina, CSIC, Madrid 1967. J. COLLART, Histoire de la langue latine, PUF, París 1972. J. COSTAS RODRÍGUEZ y Mª. J. LÓPEZ DE AYALA cultura latinas, UNED, Madrid 19972.
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GENOVÉS, Introducción a la lengua y
A. ERNOUT y F. THOMAS, Sintaxe latine, ed. Klincksieck, París 19642. A. ERNOUT, Morphologie historique du latin, ed. Klincksieck, París 1953. H. HAPP, Grundfragen einer DependenzGrammatik des lateinischen, ed. Vandenhoeck and Ruprecht, Götingen 1976. J. HERMAN, El latín vulgar, trad. de C. Arias, ed. Ariel, Barcelona 1997. G. JAEGER, Einführung in die Klassische Philologie, München 1975. R. JAKOBSON, “En torno a los aspectos lingüísticos de la traducción”, Ensayos de lingüística general, Barcelona 1975, pp. 67-77. R. LAPESA, Historia de la lengua española, ed. Gredos, Madrid 19819. J. S. LASSO DE LA VEGA, “La traducción de las lenguas clásicas al español como problema”, A CEEC III, 1, 1968. H. LAUSBERG, Lingüística románica, trad. J. Pérez Riesco y E. Pascual Rodríguez, ed. Gredos, Madrid 1976. P. M. LLOYD, Del latín al español, trad. de A. Álvarez, ed. Gredos, Madrid 1993 S. MARINER BIGORRA, Latín vulgar, UNED, Madrid 1977. J. MAROUZEAU, La traduction du latin, París 1943. A. MORENO HERNÁNDEZ y L. CARRASCO REIJA, Lengua y literatura latinas I. Lengua latina, UNED, Madrid 20013. P. MONTEIL, Elementos de fonética y morfología del latín, trad. de Concepción Fernández Martínez, Universidad de Sevilla, Sevilla 2003. L. R. PALMER, Introducción al latín, trad. de J. J. y J. L. Moralejo, ed. Planeta, Barcelona 1974. H. PINKSTER, Sintaxis y semántica del latín, trad. de E. Torrego y J. de la Villa, ed. Clásicas, Madrid 1995. L. RUBIO, Sintaxis estructural del latín, ed. Ariel, Barcelona 1966. L. RUBIO y T. GONZÁLEZ ROLÁN, Nueva Gramática latina, ed. Coloquio, Madrid 1985. F. STOLZ, Historia de la lengua latina, trad. de J. B. Sita-Aquino, UTEHA, Méjico 1961. V. VÄÄNÄNEN, Introducción al latín vulgar, ed. Gredos, Madrid 1968. E. VALENTÍ FIOL, Gramática de la lengua latina. Morfología y nociones de sintaxis, ed. Bosch, Barcelona 1997. E. VALENTÍ FIOL, Sintaxis latina, ed. Bosch, Barcelona 1999.
1. El latín en la historia. El alfabeto latino y su pronunciación. El acento latino 1.1. EL LATÍN EN LA HISTORIA 1.– El latín como lengua: una lengua como la latina suele ser considerada por mucha gente, a la ligera, como una lengua “muerta”. Nada más alejado de la realidad. Un eminente lingüísta contemporáneo, Noam Chomsky, el padre de la Gramática generativa, ha dicho al respecto: “Nada le ocurre en sí misma a una lengua, cuando se convierte en una lengua muerta, sino solamente a sus hablantes”. Quiere decir que solamente han desaparecido los hablantes, pero la lengua sigue ahí. En efecto, una lengua como el latín, de la que se conservan numerosísimos testimonios escritos y cuyas reglas gramaticales conocemos con suficiente precisión, podría ser hablada perfectamente en la actualidad, como de hecho se hace en algunos círculos reducidos de estudiosos y amantes de esa lengua. Pero ése no es, evidentemente, nuestro objetivo, sino que nos planteamos la meta más modesta de adquirir los conocimientos gramaticales básicos, que nos sirvan para comprender mejor la lengua castellana, descendiente directa, como todos sabemos, del latín. 2.– El latín como lengua indoeuropea: en el siglo XIX, a partir de los estudios de la Gramática Comparada, se descubrieron una serie de elementos comunes a diversas lenguas del mundo conocido. Surgió así el concepto de lengua indoeuropea, definida como esa “lengua común a partir de la cual han surgido otra serie de lenguas, debido a modificaciones particulares en cada una de ellas”. De esa lengua indoeuropea no se conservan textos escritos, pues se remonta a época muy remota (aproximadamente al tercer milenio antes de nuestra era): es, por tanto, una reconstrucción lingüística. Pero sí se conservan testimonios muy antiguos de una serie de lenguas que, al igual que el latín, proceden de ese tronco común, que abarca unas familias de lenguas desde la India hasta Europa (de ahí el nombre de indoeuropeo. En el mapa que se adjunta (en la pág. 24) puede verse la distribución geográfica de esas grandes familias de lenguas, entre las que se encuentran tanto las lenguas históricas, como el védico, sánscrito, avéstico, hetita, griego antiguo, gótico y latín, así como las siguientes
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lenguas actuales: persa, griego moderno, ruso, polaco, checo, inglés, alemán y todas la lenguas románicas procedentes del latín, entre otras. 3.– El latín en Italia: el latín convivió en un principio en la península itálica (aproximadamente en el primer milenio a.C.) con una serie de lenguas, que han influido sobre ella de distintos modos. Entre las más importantes por los testimonios que han dejado podemos citar el etrusco, el griego, el osco-umbro, el prenestino y el falisco. Las tres últimas, osco-umbro, prenestino y falisco, pertenecen, junto con el latín, a un tronco común indoeuropeo que se estableció en Italia. El etrusco, sin embargo, no es lengua indoeuropea, pero tuvo una gran influencia sobre el latín, debido a la dominación política que los etruscos ejercieron sobre Roma durante siglos. El griego era la lengua hablada en las colonias del sur de Italia y ejerció también sobre el latín una importante influencia desde el punto de vista cultural y lingüístico. 4.– Expansión de la lengua latina: ya desde el siglo III a.C., como consecuencia de la política expansionista de Roma, la lengua latina se había impuesto a las lenguas de las otras regiones itálicas e incluso de las islas vecinas, que iba sometiendo a su hegemonía. En lo sucesivo, las fronteras del latín se iban ampliando a la par con las fronteras de la república y del imperio romano. La lengua adquirió entonces dos funciones: lengua oficial, es decir, la que hablaban los soldados y administradores romanos en el gobierno de la provincia, y lengua usual, es decir, la que utilizaban las poblaciones autóctonas en las provincias occidentales del continente europeo y en el norte de África, suplantando, de forma total o parcial, a las lenguas anteriormente usadas. En el caso de España, sólo subsiste una lengua prerromana, el euskera. 5.– Fases en la evolución del latín: se puede considerar que el latín, como lengua escrita, ha permanecido inalterado a lo largo de siglos y sólo rasgos no esenciales desde el punto de vista lingüístico diferencian el latín de Cicerón (s.I a.C.) del latín de san Agustín (s. V d.C.). Sin embargo, a lo largo del milenio de historia conocida del latín se pueden distinguir una serie de etapas, en las que se han ido conformando y desarrollando sus estructuras lingüísticas y estilísticas. a) Latín preliterario: es la primera fase, de la que tenemos sólo testimonios epigráficos, esto es, inscripciones, como la “Inscripción del Foro”, del s.VI a.C., hallada en unas excavaciones del foro romano bajo el llamado lapis niger, una piedra negra, considerada como indicadora de la tumba de Rómulo. Este periodo abarca desde el s.VI a.C. hasta el s.III a.C.
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b) Latín literario: así se denomina a todo el periodo de evolución del latín, del que tenemos testimonios escritos de entidad suficiente para analizar las características más destacadas de la lengua empleada en ellos. Se distinguen una serie de fases, algunas de las cuales ya son posteriores a la existencia del imperio romano como tal, signo de la vitalidad de esta lengua, que sobrevivió a la entidad sociopolítica que la engendró. 1. Periodo arcaico: es la época en que nace la literatura latina, a través de la traducción que Livio Andrónico hizo hacia el año 240 a.C. de la Odisea de Homero, de la que se conservan unos escasos fragmentos. Otros autores de este periodo son los poetas épicos Nevio (270-190 a.C.) y Ennio (239-169 a.C.), los autores de tragedia Pacuvio (220-130 a.C.) y Accio (170-86 a.C.), el poeta satírico Lucilio (c.180-102 a.C.), los comediógrafos Plauto (c.250-184 a.C.), Cecilio (c.223-c.166 a.C.) y Terencio (c.195-185 a.C.) y los escritos en prosa de Catón el Viejo (234149 a.C.). El periodo se caracteriza, en el plano estilístico, por el esfuerzo de adaptación de la lengua latina a las necesidades de expresión que la influencia cultural helena ejercía sobre Roma y, en el plano lingüístico, por la consolidación de una serie de cambios fonéticos y sintácticos que abrían el camino hacia el latín clásico, entre los que podemos citar: a) la tendencia a la desaparición de diptongos, excepto au, p.e. ou > u (iousisent>iussissent); ei > i (ceivis>civis); oi > u (commoinem>communem); b) cambio de o > u en sílabas cerradas no acentuadas (lupos>lupus; lupom>lupum); c) desarrollo inicial de la subordinación (quid agam? nescio > nescio quid agam). 2. Época clásica: a comienzos del s.I a.C. el latín alcanzó la forma que se ha considerado definitiva para toda su historia ulterior, incluyendo su aplicación práctica en épocas posteriores a la desaparición del imperio romano: a) vocales y consonantes poseen aproximadamente la cualidad fonética expresada por la escritura, salvo la actitud conservadora en el mantenimiento de la -m final que se había nasalizado hacía tiempo y había dejado de escribirse con frecuencia; b) los efectos de la fijación idiomática impuesta por la ciudad de Roma son notables en la flexión, influida por la analogía; c) en el ámbito de la sintaxis se definen los complementos de los verbos, se desarro-
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lla el empleo de las construcciones participiales, se mantiene cierta disciplina para mantener el punto de vista aceptado al comienzo de la frase a fin de no repetir el sujeto de la frase principal en las subordinadas, sino servirse de pronombres, adverbios y partículas lógicas. 3. Latín postclásico: es el periodo de comienzos del imperio, también llamado “la edad de plata de la latinidad”, que se caracteriza desde el punto de vista lingüístico por tres tendencias contradictorias: a) poetización del lenguaje literario de la prosa, mientras que la poesía es influida de forma creciente por la retórica; b) en el tránsito del s.I al s.II d.C. se desarrolla una corriente arcaizante, que aspira a conferir al lenguaje literario un carácter propio resucitando y manejando artísticamente antiguos vocablos; c) se nota una intrusión creciente en el lenguaje literario de elementos del lenguaje cotidiano e incluso del habla vulgar. Hay testimonios que indican una serie de cambios que ya no eran reflejados por la escritura, como la variación popular del diptongo -au en -o, que luego se convirtió en norma del latín que dio lugar a las lenguas romances (aurum>oro) o la monoptongación del diptongo -ae en -e. En inscripciones de la época se encuentran ya vestigios de la sustitución de la declinación por perífrasis preposicional (ex aream en lugar de ex area; post vindemia en lugar de post vindemiam; pro pecora en lugar de pro pecoribus). 4. Latín tardío: la latinidad de los últimos tiempos del imperio se caracteriza, de un lado, por la conservación de la lengua literaria de la época clásica, sobre todo la de Cicerón, y de otro lado, por el desarrollo del lenguaje vivo que se aprendía antes de que el trabajo del grammaticus pudiera interferir. Es ilustrativo a este respecto un breve escrito, Appendix Probi, que es una relación de vocablos en la que se confrontan por parejas la forma culta y la vulgar, p.e. auris, la forma correcta y no oricla, la forma vulgar procedente de auricula que da en español “oreja” y en francés “oreille”. 5. Latín medieval: es el que se utiliza a partir del s.VIII d.C. en todo el mundo occidental como lengua culta, usada por la Iglesia, la escuela, la administración, la ciencia y la alta cultura. No se le puede considerar en rigor como una lengua muerta, ya que, aparte de ciertas peculiaridades en cuanto a ortografía
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y pronunciación, morfología y sintaxis, muestra signos de vitalidad en cuanto a su vocabulario: además de dotar de nuevos significados a palabras antiguas, se crean numerosos neologismos y nuevos compuestos. 6. Latín renacentista: el latín medieval dura aproximadamente unos mil años y no termina por el auge de las lenguas romances, sino debido al latín renacentista, que surge como una reacción frente al latín medieval representado por la Escolástica y los dictatores que escriben o enseñan a escribir en prosa. Se trata de una renovación de tendencia artística en los campos del vocabulario, la sintaxis y el estilo respecto al latín medieval, que comporta un nuevo tipo de análisis lingüístico (separación de lógica y gramática) y un nuevo método de aprendizaje de la lengua, centrado no en los manuales, sino sobre los textos de los autores antiguos. En el latín renacentista ha habido una enconada disputa entre dos tendencias: la de los que defendían una estricta imitación del estilo de Cicerón y la de quienes propugnaban una postura ecléctica, de estilo más personal, como Erasmo, Vives o Tomás Moro. 7. El latín en la actualidad: por su carácter de lengua supranacional, subsiste todavía hoy el empleo del latín en determinados lugares e instituciones: a) es la lengua oficial supletoria en Suiza; b) es la lengua litúrgica de diversas comunidades cristianas; c) es la lengua oficial de la Iglesia Católica.
1.2. EL ALFABETO LATINO Y SU PRONUNCIACIÓN 1.– Las letras del alfabeto: el alfabeto latino procede de los alfabetos griegos occidentales, usados en sus colonias de Italia y Sicilia, pero no directamente, sino por intermedio de los etruscos, un pueblo que aparece como dueño de Italia durante los siglos VII al V a.C. e impone también su poder y su cultura a Roma. Consta de veintitrés letras (cinco vocales y dieciocho consonantes), cuyos signos gráficos son los siguientes: A N
B O
C P
D Q
E R
F S
G T
H V
I X
K Y
L Z
M
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Hay algunas peculiaridades que conviene tener en cuenta: 1) en principio no existía la G, que se suplía con la C, de lo que quedan huellas en abreviaturas de nombres propios, como C. (=Gaius) y Cn. (=Gnaeus); 2) en latín primitivo había tres signos para representar a la velar sorda, C K Q, usados según reglas bastante fijas: K ante -a y consonante; C ante -e, -i; Q ante -o, -u. Como la existencia de tres letras para representar un solo fonema era poco rentable, al final la C sustituyó prácticamente a las demás. La K se mantuvo en algunas abreviaturas como K(alendae) y la Q para representar a la velar sorda indouropea en quis, quattuor, etc. 3) en el s.XVI el humanista Pierre de la Ramée propuso establecer una distinción gráfica entre la i/u vocálica y la i/u consonántica, utilizando J/V para esta última posición. Aunque este hábito se impuso en la imprenta de entonces, en las actuales ediciones de textos latinos se prescinde totalmente del uso de J y se usa “i” en todas las posiciones (ille, ianua). En cuanto a la V se observan dos tendencias: hay editores que escriben siempre “u” en todas las posiciones (unus, uenio) y otros que no tienen inconveniente en utilizar la “v” en posición consonántica (unus, venio). Sin embargo, se sigue manteniendo escrupulosamente la utilización de “V” en todos los casos, cuando se escribe en mayúsculas (curriculum, pero CVRRICVLVM, no CURRICULUM). 2.– La pronunciación clásica: nosotros utilizaremos siempre la pronunciación clásica, entendiendo como tal la que se utilizaba en la época del latín clásico, representado, entre otros, por Cicerón, Virgilio y Horacio. Aunque no se conservan registros sonoros, hay suficientes testimonios (inscripciones, transcripciones y préstamos de otras lenguas) que nos permiten determinar con precisión cuál era la pronunciación de esa época. Dicha pronunciación diverge en bastantes puntos de la tradicional española y la eclesiástica: 1) Vocales: éstas pueden ser fuertes (a, e, o) y débiles (i, u) que se pronuncian igual que en español. 2) Sonantes: las vocales “i”, “u” reciben el nombre de sonantes o semivocales, porque unas veces tienen el sonido de vocal y otras el de consonante (generalmente cuando van seguidas de otra vocal).
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La “u” se pronuncia como vocal en murmur, mus y como consonante cuando va seguida de vocal: uirtus, uiuo (=virtus, vivo); también se pronuncia la “u” cuando sigue a las consonantes “q” y “g”: que, qui debe pronunciarse como “cu-e”, “cu-i” y no como “ke”, “ki”; “gue”, “gui”debe pronunciarse como en español “trilingüe” y “lingüística”. La “i” se pronuncia como vocal en pirata, agricola y como consonante, con el sonido de la “y” española, en principio de palabra cuando le sigue una vocal: iam (yam), ianua (yanua) o en medio de palabras cuando va entre vocales: maior (mayor). 3) Diptongos: los más conservados son “ae” (Caesar), “oe” (poena), “au” (aurum). Se deben pronunciar las dos vocales del diptongo al unísono, sin hacer de ellas dos sílabas (Cae-sar, no Ca-e-sar; poe-na, no po-e-na; au-rum, no a-u-rum). Los restantes diptongos, eu, ei, ui, se conservan en pocas palabras: seu, huic. 4) Consonantes: las consonantes dobles “x”, “z” proceden de las letras griegas respectivas y la “y” sólo se encuentra en palabras de origen griego y se pronuncia igual que la “i” latina. Respecto a las restantes consonantes, las diferencias de pronunciación frente al español afectan a las siguientes letras: a) la “c” se pronuncia siempre como “k”: Cicero [kíkero]; b) la “g” tiene sonido suave en todos los casos: regina [reguina], regem [reguem]; c) la secuencia “ll” se pronuncia como dos “eles”: bel-lum (no [beyum]); d) la secuencia “ph” se pronuncia como “f ”: philosophia [filosofia]; e) la secuencia “ch” se pronuncia como “k”: pulcher [pulker]; f) la secuencia “th” se pronucia como “t”: thesaurum [tesaurum]; y el grupo “ti”+ vocal se pronuncia tal como se escribe, sin la asibilación usada en la pronunciación no clásica: iustitia [yustitia] no [yusticia], laetitia [laetitia] no [leticia]; g) la “h” es muda: hieri [ieri].
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1.3. EL ACENTO LATINO 1.– Cantidad vocálica y silábica: en latín las vocales y las sílabas pueden ser largas, breves e indiferentes; y se llama cantidad al tiempo que dura su pronunciación. Esta característica del latín tenía su incidencia en el verso, que se basaba en distintas secuencias de largas y breves, con las que se constituían los pies (p.e. dáctilos, espondeos) y los metros (p.e. hexámetro, que es el conjunto de seis pies dáctilos y espondeos). La cantidad de las sílabas tenía también influencia en la acentuación de las palabras, como veremos a continuación. Se pueden utilizar los signos “–” para señalar las sílabas largas y “˘” para las breves. La cantidad de las vocales depende de diversas circunstancias: bien son largas o breves desde antiguo o como resultado de una determinada evolución fonética. Los buenos diccionarios suelen señalar la cantidad de las sílabas mediante los signos antes comentados, pero hay algunas reglas muy sencillas que nos pueden ser de gran utilidad: a) son largos los diptongos y las vocales que proceden de alguna contracción (p.e. inquiro, que procede de in-quaero); b) son largas las vocales seguidas de dos consonantes (mons) o consonante doble (axis); c) es breve toda vocal seguida de otra vocal: iustitia, laetitia. 2.– Reglas de acentuación: en latín no existe el acento gráfico de las lenguas modernas. Por ello, hay que tener en cuenta unas reglas básicas para la acentuación correcta de las palabras latinas, recordando que las sílabas tienen la cantidad de su vocal: 1) Salvo algunos casos muy especiales, en latín no hay prácticamente palabras agudas, por lo que todas las palabras de dos sílabas serán llanas: amo, dico, ludus [ámo, díco, lúdus]. 2) En las palabras de tres o más sílabas: a) si la penúltima sílaba es larga, el acento recaerá sobre ella: senatus [senátus]; b) si la penúltima sílaba es breve, el acento recaerá sobre la antepenúltima: equites [équites]. 3) En latín no hay palabras sobreesdrújulas.
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La dificultad para la aplicación de estas reglas reside, evidentemente, en el conocimiento de la cantidad de las sílabas. Para ello, el alumno se puede servir del diccionario, que, como dijimos, suele señalar la cantidad de las vocales y también puede resolver por sí mismo la duda en otras circunstancias, como cuando la vocal va seguida de dos consonantes o consonante doble, en cuyo caso es larga o cuando va seguida de otra vocal, en cuyo caso es breve. Por ejemplo, el alumno puede saber que deformis se acentúa [defórmis] porque la vocal de la penúltima sílaba va seguida de dos consonantes, lo que no ocurre en el caso de inclitus [ínclitus]. Puede saber también que laetitia se acentúa [laetítia] y no [laetitía] porque la penúltima vocal “i” es breve por ir seguida de otra vocal. Hay otros muchos casos en que se van adquiriendo rutinas para conocer la cantidad de la penúltima: a) aquéllos en que hay una apofonía (debilitamiento de una vocal) que indica una vocal breve, p.e. los dativos y ablativos en -ibus (tempóribus, honóribus) o muchos genitivos de la tercera declinación (hóminis, flúminis, cuyos nominativos son homo, flumen). b) cuando ha habido una síncopa de una vocal suele ser señal de vocal breve, p.e. el español “pueblo” procede de síncopa de –u– breve intermedia (<populum <poplum), por lo que la “u” es breve y se pronunciará [pópulus]. c) los infinitivos de la tercera conjugación, que tienen breve la penúltima sílaba: legere [légere]. d) los infinitivos de la segunda y cuarta conjugación, que tienen la penúltima larga: monere [monére], audire [audíre], etc.