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AMORES DEPENDIENTES

Teor铆a del apego como origen, mantenimiento y soluci贸n a la dependencia en el amor

AMPARO SALCEDO EMILIA SERRA

Valencia, 2013


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A quienes saben amar, y se aman a sĂ­ mismos


ÍNDICE PRÓLOGO........................................................................................................................ 13

Capítulo 1 EL APEGO EN LA INFANCIA Y LA EDAD ADULTA INTRODUCCIÓN............................................................................................................. 19 1. PRINCIPALES INFLUENCIAS TEÓRICAS......................................................... 21 1.1. El psicoanálisis de Sigmund Freud................................................................... 21 1.2. René Spitz............................................................................................................. 30 1.3. Los modelos etológicos....................................................................................... 34 2. ADENTRÁNDONOS EN LOS ORÍGENES DE LA TEORÍA DEL APEGO.... 36 2.1. Los orígenes de Bowlby...................................................................................... 36 2.2. Comienzos de la investigación de Bowlby........................................................ 37 3. FORMACIÓN DEL VÍNCULO DE APEGO.......................................................... 41 4. COMPONENTES DEL SISTEMA DE APEGO..................................................... 46 5. TIPOS DE APEGO: CALIDAD DEL VÍNCULO................................................... 50 5.1. Clasificación del apego infantil.......................................................................... 50 5.2. Clasificación del apego infantil de Ainsworth................................................. 54 6. PRIMEROS AVANCES EN INVESTIGACIÓN.................................................... 57 6.1. Dos líneas de investigación: Psicología Evolutiva y Psicología Social.......... 57 6.2. Categorías vs. dimensiones................................................................................ 59 7. EL APEGO ADULTO................................................................................................ 65 7.1. Transmisión generacional de los patrones de apego....................................... 68 7.2. Tipologías del apego adulto................................................................................ 74 7.2.1. Estilos de Kaplan y Main (1996).............................................................. 74 7.2.2. Estilos de apego de Hazan y Shaver (1987)............................................ 77 7.2.3. Estilos de apego de Bartholomew (1990).............................................. 78 7.2.4. Estilos de apego de Mayseless (1996)..................................................... 79 7.2.5. Estilos de apego de West y Sheldon-Keller (1994)................................ 80 8. ESTILOS DE APEGO ADULTO Y PATRONES DE CONDUCTA..................... 82 8.1. Tipología del apego adulto seguro..................................................................... 83 8.2. Tipología del apego adulto preocupado, ansioso/ ambivalente o dependiente............................................................................................................................ 83 8.3. Tipología del apego adulto huidizo alejado..................................................... 84 8.4. Tipología del apego adulto huidizo temeroso.................................................. 84 8.5. Tipología del apego adulto desorganizado....................................................... 84 8.6. Tipología del apego adulto inclasificable......................................................... 85 8.7. Importancia de la reciprocidad del apego adulto............................................ 86


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Capítulo 2 EL PAPEL DE LAS EMOCIONES EN LOS AMORES DEPENDIENTES 1. LAS EMOCIONES PRIMARIAS Y SECUNDARIAS........................................... 90 2. EMOCIONES Y APEGO........................................................................................... 91 3. CAUSAS DEL TRASTORNO EMOCIONAL......................................................... 95 4. EMOCIONES CARACTERÍSTICAS DE LOS ESTILOS DE APEGO............... 98 5. EMOCIONES DE ANSIEDAD Y TEMOR DE SEPARACIÓN........................... 101 6. EMOCIONES QUE DEVIENEN DE LA PÉRDIDA AFECTIVA....................... 107

Capítulo 3 LA DEPENDENCIA EMOCIONAL EN EL HOMBRE Y LA MUJER 1. ELECCIÓN DE PAREJA, ESTILO DE APEGO Y ACTITUDES HACIA EL AMOR.......................................................................................................................... 113 2. DEFINICIÓN DEL AMOR, TIPOLOGÍAS Y RELACIÓN ENTRE ESTILOS DE APEGO.................................................................................................................. 116 3. DIMENSIONES EXPLICATIVAS DE LA DEPENDENCIA EMOCIONAL EN HOMBRES Y MUJERES................................................................................... 120 4. EL PAPEL DE LA SOCIALIZACIÓN,.................................................................... 124 5. ELECCIÓN DE PAREJA VISTA A TRAVÉS DE MODELOS CLÍNICOS: DELIMITACIÓN DEL CONCEPTO DEPENDENCIA EMOCIONAL................... 129 5.1. Definición del DSM-IV-TR. Para los trastornos de personalidad por: dependencia, evitación, personalidad limite y narcisismo................................. 130 6. DEFINICIONES QUE HACEN REFERENCIA AL CONCEPTO DE DEPENDENCIA EMOCIONAL EN LA LITERATURA CLÍNICA......................... 133 6.1. Robin Norwood................................................................................................... 134 7. ADICCIÓN AL AMOR Y CODEPENDENCIA..................................................... 145 7.1. Qué hace que los adictos al amor y los adictos a la evitación se sientan atraídos................................................................................................................. 148 7.2. Codependencia.................................................................................................... 151 8. HARVILLE HENDRIX (MAXIMIZADOR VS MINIMIZADOR).................... 153 9. WALTER RISO........................................................................................................... 159 10. JORGE CASTELLÓ................................................................................................... 162

Capítulo 4 TEORÍAS DEL APEGO Y PSICOTERAPIA 1. TEORÍA DEL APEGO Y PSICOTERAPIA............................................................ 165 1.1. Narrativa en la práctica clínica de la teoría del apego.................................... 166 1.2. Material clínico: ejemplos narrativos............................................................... 169


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BIBLIOGRAFÍA ANEXOS ANEXO 1............................................................................................................................ 199 ANEXO 2............................................................................................................................ 203 ANEXO 3............................................................................................................................ 207


PRÓLOGO A lo largo de mi vida, como mujer, como profesional clínica, o como feminista, me he preguntado por qué una persona o una pareja que se llevan mal, que se sienten humilladas o maltratadas, o sencillamente consideran que ya acabó el tiempo de estar juntos, no se separan. En la consulta vemos frecuentemente casos como esos. Pero también acuden otras personas que sufren porque queriendo vincularse, tener pareja o tener relaciones estables, no lo consiguen. ¿Cuál es la dificultad? Las personas necesitamos amar y sentirnos amadas. Somos seres sociales y necesitamos crear vínculos y sentirnos valoradas y reconocidas. El amor es una experiencia vital del ser humano, que tiene que ver con una experiencia de apertura del corazón. La experiencia del amor es universal, la experimentamos todos los seres humanos en situaciones concretas en que vivimos la conexión profunda con la humanidad, con los animales, con la naturaleza, con las personas… Sentimos que hay algo que nos une, es una vivencia de amor incondicional. Estamos abriendo nuestro corazón y sentimos que formamos parte de esa unidad, que estamos interrelacionados. Esa es una capacidad de amor de cualquier ser humano, no importa raza, sexo o edad. Todos y todas podemos experimentarlo. También en la relación de pareja. Pero si bien la experiencia amorosa es universal, la forma concreta en que se estructura y manifiesta el vínculo amoroso está muy determinado por lo social. Cada cultura, cada sociedad, cada periodo histórico marca unas pautas comportamentales y unos valores. Cada sociedad educa en función de unos valores que a su vez reproducen y mantienen el orden establecido y ese proceso de socialización es efectivo porque la interiorización de dichos valores es fundamentalmente inconsciente, emocional y sensitiva, configurándose durante los primeros años de vida y manteniéndose a lo largo de esta por la influencia de los diferentes agentes socializadores. Lo que llamamos “amor” en nuestra sociedad —occidental, patriarcal— que constituye la base de la estructura de pareja, es la clave para entender muchos de los conflictos intrapsíquicos , de género y relacionales, y para comprender cómo se desarrollan —enmascarado


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a veces en la idea del amor romántico o amor pasión— procesos de opresión o libertad personal, relacional y social. ¿Cómo nos vinculamos? Según lo que pensamos, sentimos acerca de las relaciones, acerca de la pareja o acerca del amor, fácilmente nos colocamos en relaciones de mal trato o de buen trato. La manera de percibirnos y relacionarnos con el mundo va a generar nuestro patrón de comportamiento, nuestro guión de vida. Un guión de vida es como un escenario en el que nos colocamos y desde allí vemos el mundo y nos relacionamos con él, y desde esa manera de colocarnos, repetimos y repetimos el guión, y nos sentimos atraídos/as sin saber por qué —los guiones son aprendizajes inconscientes— por determinadas circunstancias y personas que nos reconfirman nuestro guión. El guión está basado en creencias profundas, emocionales, con las que vamos construyendo nuestra identidad, configurando todo el entramado de nuestra vida en relación con conceptos y vivencias tales como la autoestima, el espacio personal, los límites, la autopercepción, los mandatos de género —qué creemos que es ser un hombre o una mujer, o qué es una pareja, cómo se estructura y se mantiene…—, pactos de fidelidad, etc. Los guiones de vida se sustentan en base a creencias, antiguas, olvidadas o no reconocidas que dominan nuestro mundo interior y relacional. Y las creencias tienen un contenido emocional, nos generan seguridad porque nos hemos construido con ellas. Repetir patrones, aunque nos aboquen al dolor, al maltrato o la incomunicación, paradójicamente nos seguriza en cuanto a lo ya conocido, ya experimentado. De alguna manera “lo ya vivido” nos resulta una ruta conocida, reconocemos su bioquímica, aunque nos resulte tóxica. ¿Y cómo aprendemos todo esto? ¿Cómo nos construimos y construimos una manera particular de vincularnos? Además del contexto sociocultural en donde aprendemos valores, y valores de género, creencias, a través de agentes sociales —la familia es un agente fundamental en la socialización— , la manera en que aprendemos a vincularnos está muy ligada a nuestra infancia, al vínculo que hemos establecido con nuestras primeras figuras de maternaje y paternaje, los vínculos primarios establecidos, que es lo que se ha llamado un vínculo de apego. La construcción del vínculo afectivo se estructura en los primeros años de vida en relación con las figuras primarias, en


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un inicio, fundamentalmente a través del lenguaje del cuerpo y de las emociones. El bebé aprende a conocer el mundo y a relacionarse con él mediante los sentidos y el lenguaje del cuerpo. Un bebé no entiende conceptos, entiende de sensaciones corporales, de experiencias que le generan bienestar o malestar, y su forma de intercomunicarse es mediante el lenguaje del cuerpo propio y el de los demás. El cómo se le toca, el tono de la voz con el que se le habla, los gritos del ambiente familiar, o la armonía, la presencia o ausencia de las figuras de apego y el contacto no solo físico sino también energético que se intercambian; porque cuando estas se sienten felices, frustradas, deprimidas, enfadadas, tristes… todo ello se transmite a través del lenguaje del cuerpo y eso es captado por el bebé. A medida que va creciendo, el bebé estructura todo ese mundo sensoafectivo y le pone palabras, incorpora conceptos, creencias, todo un entramado de pensamiento, emociones, y comportamientos, en función de cómo ha ido ideando la autopercepción y los vínculos afectivos por experiencia vivida y sentida. Y así se va construyendo la fantasía de lo que es un vínculo o más adelante una pareja. Muchos de nuestros comportamientos a lo largo de todo nuestro proceso evolutivo parecen buscar, entre otras cosas el deseo de fusionalidad (F) que seguramente se remonta a la experiencia intrauterina de unión con la madre. Un beso, un abrazo, una caricia, una mirada de aceptación, pueden responder también a ese deseo de fusionalidad. La vivencia de separación(S) se experimenta como lo opuesto: es la sensación de individualidad, de contacto con el yo; se marca el límite, la diferencia con lo otro. Se podría decir que si en la F no hay distancia —llenándose de lo amado—, en la S se marca la distancia para poder tomar contacto consigo mismo/a. Estos procesos F y S se complementan, interaccionan y equilibran, favoreciendo cada uno a su opuesto. Ambas experiencias son fundamentales en el equilibrio psicológico del ser humano. La F produce sensación de pertenencia, de formar parte de algo, sensación de protección, de seguridad. La S produce sensación de autonomía y placer de conocer los propios límites. Muchos de nuestros miedos a amar están relacionados con estos dos conceptos. En el miedo al atrapamiento, a la autoanulación hay un


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miedo a la F; por el contrario, en el miedo a la soledad —en el sentido de contacto consigo mism@— lo hay más a la S. Ese eje F/S que vertebra nuestra vida y nos acompaña a lo largo de ella, va configurando y estructura diferentes maneras de autopercibirnos y colocarnos en vínculos de relaciones dependientes, codependientes, opresivas, con malestar, con dolor; o por el contrario, nos sentimos en equilibrio, potenciando un desarrollo mutuo. Pero cuando podemos tomar conciencia de todos estos aspectos que mantienen el entramado de nuestra vida afectiva y relacional, y los orígenes situados en nuestra infancia, podemos también ensayar nuevos comportamientos, nuevos valores, nuevas emociones, y puede iniciarse también un camino de resiliencia. Aunque sea difícil porque la manera en que hemos aprendido el vínculo es una impronta antigua, se puede cambiar. Todo ser humano puede aprender, tomar conciencia y aprender nuevos patrones. Tendrá que cambiar su manera de percibirse, de relacionarse, valorarse y valorar a la otra persona, de comunicarse, negociar, respetarse… y vivir con todo ello nuevas emociones, incorporar nuevas rutas. No se puede amar desde la opresión o la desvalorización, sea física, psicológica, burda o sutil. Tampoco podemos vincularnos desde la carencia, esperando que la pareja resuelva las dificultades que tuvimos en la infancia. Podemos estar juntos porque queremos; ni por obligación ni por necesidad , sino desde el placer de compartir mutuamente, favorecernos la vida, desarrollarnos y procurarnos bienestar también desde la autonomía y la diferencia. El respeto y la dignidad hacia sí y hacia el otro/la otra son la base de relaciones para un desarrollo mutuo que combinen el sentimiento de seguridad y pertenencia del compartir, con el sentimiento de libertad de ser uno/a mismo/a. Este libro compila de una manera amplísima y detallada diferentes miradas sobre estos temas, la dependencia, la codependencia, la autonomía, desde su construcción, en sus orígenes, hasta sus consecuencias personales y relacionales. Incidiendo en la teoría del apego de Bolwby y sus investigaciones, profundiza en las influencias anteriores, en cuanto a autores y disciplinas que colaboraron en el desarrollo de su teoría, y va abriendo


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todo un gran abanico, en el que diferentes autores y autoras plasman sus aportaciones, miradas, diagnósticos y clasificaciones al respecto. Se incide en la relación entre el apego y las emociones, y el papel que juega la socialización en el proceso de aprendizaje de patrones de comportamiento de género en hombres y mujeres, qué consecuencias genera en las vidas personales y cómo se derivan distintas problemáticas en relación a la dependencia que se presentan a través de narrativas de casos clínicos con los que se trabaja en psicoterapia. El libro aporta una exhaustiva Bibliografía en relación a estos temas. Con este manual, en resumen, Amparo Salcedo y Emilia Serra abren un espacio académico, científico y de reflexión, en un tema de nuestra vida cotidiana que favorece el bienestar o malestar, que podemos analizar, comprender y cambiar para una mejora en nuestras relaciones humanas y de pareja. Fina Sanz Psicoterapeuta y Sexóloga Directora del Instituto terapia de Reencuentro


Capítulo 1

EL APEGO EN LA INFANCIA Y LA EDAD ADULTA “Un noble pensamiento que habla de vos a menudo se acerca a estar conmigo, y habla de amor tan dulcemente, que hace que el corazón consienta en él.” “El alma dice al corazón: «¿Quién es este que viene a consolar nuestra mente, y que tiene fuerza tan poderosa, que no deja a ningún otro pensamiento estar con nosotros?»” Dante Alighieri

INTRODUCCIÓN En los comienzos de su obra, Bowlby describe el sistema de apego a nivel clínico y psicopatológico, en base a estímulos y respuestas, atribuyendo las conductas ansiosas a la ausencia del cuidador y las conductas de seguridad a su presencia. En el segundo volumen y gracias a las aportaciones de Mary Ainsworth, pudo comprobar, mediante un experimento del laboratorio denominado: La situación extraña, que el fin del sistema de apego es mantener al cuidador accesible y receptivo atribuyendo la calidad del vínculo (término acuñado por Ainsworth) en base a esa accesibilidad y receptividad. En su tercer volumen, Bowlby afirma que las experiencias del niño con su cuidador principal, mediante una serie de procesos cognitivos, formarán los modelos representacionales o modelos internos de trabajo, encargados de explicar las expectativas y creencias sobre uno mismo y las relaciones con los demás. De esta forma la influencia de las relaciones de apego son especialmente importantes en el desarrollo psicológico, dando lugar a la normalidad o patología de la dependencia, autoconfianza, eficacia, ansiedad, enojo, empatía y competencia interpersonal, al estar todos intrínsecamente conectados a la regulación del afecto. A medida que sus estudios progresaban sobre la teoría del apego, Bowlby comprendió que algunas de las ideas en principio originales, ya habían sido expuestas por Freud, encontrándose con los mismos


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obstáculos y problemas a resolver. De hecho, tanto Bowlby como Freud pusieron de relieve las consecuencias de la privación materna en la primera infancia y las posteriores consecuencias en el desarrollo de la personalidad. Bowlby, poco a poco y con ayuda de sus colaboradores consiguió a lo largo de su obra describir los procesos, mediante los cuales se producen desajustes emocionales severos, a raíz de la separación materna o las interrupciones sufridas en el vínculo de la madre con su hijo, pero además concluyó que esas respuestas eran idénticas a las que manifestaban los individuos de más edad, perturbados por separaciones que habían sufrido en épocas anteriores a la manifestación de sus síntomas. En concreto, estos individuos planteaban exigencias desmedidas a los demás y se mostraban ansiosos y airados cuando no se satisfacían sus demandas. Esta conducta, que se consideraba como neurótica, mostraba el bloqueo de la capacidad para entablar relaciones profundas como ocurre en las personalidades incapaces de manifestar afecto o psicopáticas (Bowlby, 1985). Por lo tanto, para Bowlby, las respuestas de los niños cuando eran privados o separados temporalmente de la madre eran iguales a las respuestas de neuróticos o personalidades con tendencia a la incapacidad de amar o psicopáticas. La teoría del apego, centra su atención en las relaciones más significativas, define, los procesos universales de su formación y desarrollo así como los efectos de la pérdida, tanto en la infancia como en la etapa adulta, siendo capaz de explicar el desarrollo afectivo humano. Al ser el afecto, la razón por la cual el ser humano forma vínculos estables, podremos afirmar, que es la base de sustento de la pareja, la familia y los pilares en que se apuntalan los valores que transmitimos de generación en generación en un contexto socio-histórico que los modula. Así pues y dada la enorme investigación generada a partir de los conceptos de apego, vínculos afectivos, calidad del vínculo, figura de apego, ansiedad de separación, intentaremos dar una visión de las ideas centrales de la teoría del apego, ubicándonos en el contexto socio-histórico en que se desarrolló y definiendo el apego desde la in-


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fancia hasta la edad adulta, así como las principales investigaciones generadas sobre todo en el apego adulto. Comenzaremos el primer capítulo haciendo un recorrido por las principales influencias teóricas. Posteriormente veremos cómo Bowlby retoma argumentos y rechaza de diferentes aportaciones teóricas, principalmente del psicoanálisis de Freud, de las investigaciones del hospitalismo de Spitz y las aportaciones etológicas de Lorenz y Harlow. Veremos la calidad del vínculo infantil definiendo las características de los tipos de apego tanto en la infancia como en la etapa adulta, para, posteriormente, ver la evolución de la teoría del apego siguiendo las investigaciones realizadas para evaluar la calidad y continuidad del apego adulto que se generaron a través de dos grandes líneas de investigación, a saber: 1. La Psicología Evolutiva. 2. La Psicología Social. Todo ello viendo las principales diferencias entre el apego infantil y el adulto.

1. PRINCIPALES INFLUENCIAS TEÓRICAS 1.1. El psicoanálisis de Sigmund Freud Freud, creador del psicoanálisis, aportó con su teoría el descubrimiento del inconsciente y la sexualidad. En su obra más emblemática La interpretación de los sueños hoy se reconocen sus bases neuropsicológicas, tanto es así que numerosos estudios han puesto de manifiesto que el sueño es el modo con que memorizamos y limpiamos aspectos de nuestra vida que han quedado relegados al inconsciente. La teoría psicoanalítica, tal y como Freud la concibió constituye un todo. Por eso resulta difícil extraer lo que tiene relación con la infancia, dado que el niño es un ser reconstituido a partir del adulto con el método retrospectivo. Freud erigió sus formulaciones teóricas sobre seis construcciones axiomáticas, a saber: 1. Existen los procesos mentales inconscientes.


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2. Toda conducta posee una motivación y un significado. 3. Toda conducta está en relación con la estructura mental individual, con sus modos de funcionar, tales como los mecanismos de defensa (o también adaptación) y con sus conflictos. 4. El pasado perdura en el presente ejerciendo un efecto reactivamente sobre la conducta individual. 5. Factores cuantitativos subyacen en las manifestaciones conductuales. 6. La conducta del organismo humano no está autodeterminada, pues está afectada por el intercambio del mundo real. Estos puntos de vista combinados entre sí constituyen la metapsicología freudiana, dedicada al estudio de los principios de funcionamiento mental: represión, narcisismo, inconsciente, transformación de los instintos, entre otros.

Los puntos de vista metapsicológicos a) Dinámico. Desde este enfoque, enfrenta los hechos psíquicos como un conjunto de fuerzas que actuarían recíproca y contrariamente, como resultado de un origen pulsional, el inconsciente ejerce una fuerza permanente que necesita de una fuerza contraria para impedir y prohibir el acceso a la conciencia. Llevados estos conceptos al ámbito clínico dan lugar a las resistencias que son derivados del inconsciente. Las resistencias son las acciones que el paciente realiza con su psicoanalista para evitar que llegue a su inconsciente. Los síntomas o fantasías (que podrían ser estudiados también desde otros puntos de vista) responden a esta necesidad que el inconsciente ejerce sobre la conciencia. Por un lado es el resultado de esta fuerza que ejerce el inconsciente por emerger, por otro, la acción ejercida por los mecanismos de defensa del yo, como sucede en el caso de poner en marcha la represión. “En los textos de Freud, el adjetivo dinámico sirve para calificar especialmente el inconsciente, por cuanto este ejerce una acción permanente, que obliga a que una fuerza contraria, asimismo permanente, le impida el acceso a la conciencia. Clínicamente este carácter dinámico se comprueba tanto por la resistencia, hallada para


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acceder en el inconsciente como por la producción repetida de derivados de lo reprimido. El carácter dinámico viene ilustrado también por la noción de formaciones transaccionales, cuyo análisis muestra que deben su consistencia al hecho de que son mantenidas simultáneamente desde dos lados. Es por esto que Freud distingue dos acepciones del concepto de inconsciente, en sentido descriptivo, inconsciente designa lo que se halla fuera del campo de la consciencia y, por tanto, engloba también lo que Freud llama preconsciente y, en sentido dinámico no designa las ideas latentes en general, sino de un modo especial aquellas ideas que poseen cierto carácter dinámico y que permanecen apartadas de la conciencia a pesar de su intensidad y actividad” (Laplanche y Pontalis 1993: 101). b) Topográfico. Este enfoque teoriza la existencia diferenciada del aparato psíquico que está dotado de sistemas de funcionamiento, de forma similar a la organización del sistema nervioso central, pero distinto y diferenciado. Estando ubicado en cierto orden y en relación a otros sistemas psíquicos, se establece la existencia de unos lugares en el Psiquismo cuya relación entre ellos mismos da lugar a una representación gráfica o plástica, del mismo modo que hay un lugar cerebral para la localización de ciertas actividades del psiquismo. Freud formula desde este punto de vista dos tópicas. b.1. La primera postula la existencia del inconsciente, del preconsciente y la conciencia. Según esta formulación, el inconsciente está constituido por contenidos tales como acontecimientos, pensamientos, imágenes, deseos, sentimientos, emociones y fantasías. Estos contenidos, actúan como auténticos motores de todo fenómeno psíquico. Y no hay tiempo, ni orden, ni lógica y las contradicciones coexisten perfectamente entre ellas: sus leyes de funcionamiento están regidas por la condensación y el desplazamiento. Para Freud el enfermar psíquico es el predominio del inconsciente, si bien posteriormente en 1915, Freud amplía y explica el inconsciente en tres sentidos:


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1. En sentido descriptivo, que quiere decir, con valor adjetivo o cualitativo, esto es, que una acción determinada, un sueño o una conducta, puede ser inconsciente. 2. En sentido dinámico, cuando se hace referencia a una forma de funcionar producto de presiones: puede ser la presión ejercida por las fuerzas psíquicas (como es el caso de las pulsiones) y correlativamente, por la presión ejercida por el yo u otras instancias (como mecanismo de defensa de la represión) 3. En sentido tópico ó sistemático, lo que significa que el inconsciente es un lugar o un sistema de funcionamiento psíquico. b.2. La segunda tópica, surge como consecuencia de las insuficiencias de la primera organización tópica enunciada anteriormente. Y añade el punto de vista estructural. c) Estructural (también denominado segunda tópica) postula la existencia de tres instancias psíquicas. Freud, divide en tres estructuras el aparato mental: el Ello, el Yo y el Súper-yo (Baker 1988): – El Ello, tiene por contenido las representaciones inconscientes de los impulsos instintivos sexuales y agresivos. Además de instintos biológicos básicos, contiene muchas experiencias de gratificación relacionadas con la seguridad y el placer, constituye el polo pulsional de la personalidad, en parte heredados, innatos y también reprimidos y adquiridos (Baker 1988, Laplanche y Pontalis 1993). En el Ello residen los impulsos y los deseos. Desde el punto de vista económico es el espacio o lugar psíquico reservorio o contenedor de la energía psíquica, el polo pulsional de la personalidad. Sus contenidos son inconscientes, expresión psíquica de las pulsiones, en parte producto de la herencia innata y en parte producto de la represión y de lo adquirido desde el punto de vista dinámico. Está en conflicto con el Yo y el Superyó. Genéticamente para Freud el origen de todo era el Ello; el Yo se ha desarrollado por el continuado influjo del mundo exterior sobre el Ello.


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– El Yo, sirve para regular la interacción entre los impulsos instintivos y las expectativas y demandas del mundo real. Los procesos psicológicos incluidos en la percepción y el aprendizaje. El Yo, ejerce dominio de la acción verbal o conductual y controla las percepciones; está en contacto con la realidad interna y externa, ejerce un papel mediador entre lo interno y lo externo, por lo que su autonomía es relativa. El Yo es el resultado genético, o evolutivo, de los procesos de identificación que al individuo le acontecen a lo largo de su desarrollo, se manifiesta externamente a través de su aparato defensivo, es decir, de los mecanismos de defensa. – El Súper-yo, considerado por Freud como la conciencia moral, la autoobservación y la formación de ideales, en esta instancia del aparato psíquico se forman los introyectos de valores sociales aceptados, así como los objetivos. Es una instancia psíquica que juzga y critica, y se constituye por internalización de las exigencias y prohibiciones parentales. Su papel equivale al de un juez o censor en relación al Yo, a quien censura, inhibe o aprueba según las decisiones que tome presionado por el Ello y por la realidad exterior. Genéticamente el Súper-yo se forma como heredero de la resolución del conflicto edípico. d) Económico. Este punto de vista parte de la hipótesis según la cual los procesos psíquicos están constituidos por una energía cuantificable (energía pulsional que circula y se distribuye, aumenta, disminuye o alcanza equivalencias). Freud define este punto de vista como la aspiración de seguir o perseguir cantidades o magnitudes de excitación, para alcanzar al menos alguna estimación relativa acerca de tales cantidades o magnitudes. Desde este punto de vista, en un conflicto psíquico se estudia el aspecto cuantitativo de las fuerzas intervinientes: de un lado, la energía pulsional que Freud trata de cuantificar; y de otro, la acción ejercida por las instancias psíquicas tales como el Yo o el Súper-yo. Por ejemplo, por herencia o de nacimiento un


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sujeto puede tener agresividad o sexualidad más pujante; la energía psíquica pulsional puede convertirse en cólera ante un supuesto adversario más fuerte o puede verse liberada con una pareja menos temible. Todo ello varía de individuo a individuo. Expresiones tales como las que dice un enfermo neurótico, “esto es más fuerte que yo” o “esto ha podido conmigo”, expresan la presencia cuántica en todo conflicto y toda la sintomatología psíquica, y certifican el poder ejercido por un quantum de afecto o por una suma de excitación. Es decir, el aparto psíquico recibe excitaciones del mundo exterior o del mundo interior, las que proceden del mundo interior son pulsiones, las cuales se dedican a ejercer un empuje una fuerza constantes que provocan una exigencia de trabajo. Este punto de vista, que aborda la medición basándose en la observación clínica, está muy presente e impregna toda la obra de Freud. Se puede definir la pulsión como un proceso dinámico que ejerce una presión, lo que conlleva el factor cuántico o de carga energética y el factor de movilidad, todo lo cual provoca en el organismo individual la búsqueda de un objetivo. Para Freud, toda pulsión consta de una fuente en una excitación corporal constituida por un estado de tensión: su meta u objetivo es eliminar y calmar el estado de excitación originado en la fuente pulsional, pero será el objeto, o gracias a él, el medio como la pulsión alcanza su objetivo y finalidad. En Freud se distingue claramente entre pulsión e instinto. Cuando habla de instinto, lo hace para señalar el comportamiento animal condicionado o prefijado por la herencia y, por tanto es característico de su especie y está previamente preformado en su desarrollo. Por el contrario, el concepto de pulsión tiene el matiz de presión o fuerza, y es un concepto límite entre lo somático y lo psíquico. Sintetizando las distintas clases de pulsión, se puede decir que, en una primera construcción teórica, Freud señala la existencia de pulsiones sexuales y de pulsiones del Yo; estas últimas —las pulsiones del Yo— pasaron a denominarse pulsiones de autoconservación, ampliando y ganando complejidad su con-


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