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La teoría de la enacción que vertebra este monográfico, procedente de unas jornadas internacionales organizadas por el profesor Ángel López García en la Universitat de València, Estudi General, durante el curso académico 2015-16, defiende desde sus orígenes esta perspectiva regionalista dinámica del lenguaje, y nos ayuda a analizar de un modo más matizado los flujos intrincados y multidireccionales de aquel a lo largo y ancho de la realidad léxica de las lenguas, haciéndolo desde cinco perspectivas: la neurolingüística, la fenomenología, la morfopragmática, la traductología y los lenguajes de especialidad (culturales, massmediáticos y legales). En lugar de la imagen de la lingüística como ciencia dominadora de esa suerte de tercer mundo periférico constituido por el resto de las ciencias del conocimiento, con un flujo de productos metodológicos proyectados hacia afuera (estructuralismos, postestructuralismos, generativismos, etc.), somos ahora capaces de ver que el lenguaje, como el cerebro que lo alberga, se divide en una serie de dinámicas funcionales, cada una de ellas con su propia idiosincrasia, además de sus vínculos a escala global.

Ángel López García-Molins Daniel Jorques Jiménez

Ángel López García-Molins Daniel Jorques Jiménez

En esta nueva era los circuitos disciplinares de intercambio de programas de conocimiento se superponen e interrelacionan de formas muy diversas: la neurología, la biología, la economía, la psicología, la lingüística, el derecho, tienden puentes. Y lo hacen con una enorme variedad de efectos culturales imposibles de abordar en el marco de la perspectiva epistemológica más concéntrica correspondiente a décadas anteriores. Nuevos paradigmas teóricos, entre ellos, el enaccionismo y las teorías sobre el oyente activo, han debilitado los fundamentos conceptuales de la vieja teoría.

Enacción y léxico

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Parry, J. L. Falcó, M. Ángeles Hermosilla, Greg Stallings

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales


ENACCIÓN Y LÉXICO

ÁNGEL LÓPEZ GARCÍA-MOLINS DANIEL JORQUES JIMÉNEZ Editores

tirant humanidades Valencia, 2017


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© Ángel López García-Molins, Daniel Jorques Jiménez y otros

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Prólogo En un marco puramente deductivo-algebraico como el que imperaba en los ochenta y buena parte de los noventa la gramática general se habría quedado en un conjunto de axiomas (gramática liminar), un conjunto de reglas de reescritura (gramáticas generativas) o una serie de presupuestos mentalistas no directamente observables (psicomecánica). Por el contrario, un marco enriquecido biológicamente (esto es, “enactivamente”) desde la base muestra, entre otras cosas, cuánto dura la computación de un hablante y cómo la ejecución de la misma se ve afectada por factores atencionales (de focalización) y memorísticos (de entrada presuposicional). En suma, por factores de actuación determinados a nivel genético. De acuerdo con los presupuestos epistémicos subyacentes a esta propuesta avanzada que supone la enacción, los modelos gramaticales exclusivamente matemáticos o matemáticomentales se vuelven insuficientes, pues se centran con exclusividad en un análisis formal de los problemas gramaticales que está resolviendo el sistema y no en los métodos mismos con los que son resueltos. De ahí que en esa versión ampliada que propone el paradigma enaccionista se opte originalmente por una teoría biolingüística como teoría de la actuación de la lengua, antes que por un modelo de competencia gramatical más cercano al nivel teórico algebraico y/o lógico propio de décadas precedentes. Esta incorporación de lo sistémico (la langue) a lo comunicativo (la parole) que guía la tarea metagramatical del lingüista, pero también la del hablante, dista mucho de ser uniforme y simultánea: no lo pretende. El paradigma enactivo acepta con naturalidad una nueva manera de “comunicarse” con la lengua: la que transita del propio hablante a los medios lingüísticos empleados, y no a la inversa —como tradicionalmente se había venido haciendo—. Los medios, por decirlo en otros términos y a la manera de Varela, Maturana, Thomson, Uribe y otros muchos abanderados del “enaccionismo”, son ahora percibidos por el comunicante/enunciador/interpretante/destinatario: de aquí surgen las


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categorías fundantes de la gramática: el turno, el enunciado, la oración y la frase y sus inequívocos correlatos biológicos. La gramática de este último lustro derivada del paradigma enactivo considera que lo prioritario y de verdadero interés en el estudio del lenguaje, su parte central y no accesoria, es el hecho natural constituido por las auténticas relaciones entre el lenguaje y el sujeto hablante como entidad biológica; porque en ellas se esconden los principios generales, las dependencias funcionales que explican y gobiernan el comportamiento conversacional cotidiano. Los estudios que presentamos en este monográfico responden, todos ellos y sin excepción alguna, a la necesidad de observar, desde preocupaciones muy diversas (pragmáticas en algún caso, morfológicas y lexicológicas en la mayor parte de ellos), el fenómeno lingüístico en la relación del objeto dado con el sujeto biológico: el entronque fenomenológico del paradigma enactivista es palmario. Y ello por medio de la asunción de que sus propiedades en dicho caso dependen no solo ya del modo de intuición del sujeto, tal y como sucedía en las primeras fases, algo más metafísicas y parcialmente superadas, del modelo enactivista; sino de lo que se entiende por acción corporizada (que esto es la enacción) de un organismo, el cual al actuar en un entorno lo está recreando a la vez. La percepción no es totalmente libre: existen una figura y un fondo catalogables como biológicamente naturales (cf. Hernández Sacristán, en este mismo volumen). La percepción resulta de una organización espontánea del campo sensorial que hace depender las partes de los todos, estando estos a su vez articulados en todos más extensos. Para respetar el principio metodológico de tal naturalidad, la teoría de la enacción sistematiza (y traduce) las leyes perceptivas consabidas (cf. Koffka, Wertheimer, Jackendoff, Lederdhal, López García, inter alia). Leyes que explican de qué manera se produce la asociación de elementos en el acto de percepción natural, partiendo del aserto general de que la percepción es el resultado de la interacción que se establece entre los datos del entorno y una serie de principios activos de la mente que imponen una forma de organización a dichos estímulos. Estas leyes elementales (proximidad, semejanza, clausura, buena forma) de


Prólogo

la psicología perceptiva presentan dos propiedades: (a) resultan aplicables a todos los ámbitos perceptivos; y (b) tienden a reforzarse mutuamente con objeto de obtener una mayor claridad perceptiva, esto es, cuando se contradicen surge la ambigüedad. Así, según la perspectiva enaccionista la percepción verbal del mundo estaría sujeta a criterios análogos a los prescritos por estas cuatro leyes generales, a los que, en última instancia, les corresponde un inapelable proceso bioquímico (celular) subyacente. Los problemas derivados de la necesidad de una base formal capaz de hacer explícitas las argumentaciones teóricas del modelo de enacción estarían parcialmente resueltos en los recientes avances de este modelo con la topologización de sus enunciados (submorfémica), de los que en este volumen existe cumplida muestra en los trabajos de Fortineau-Brémond o Romero, y que en términos generales había sido planteada por ciertos modelos “visuales” de la psicomecánica (Guillaume, Moignet, Pottier) o desde un aprovechamiento operativo de la topología general (López García). Así como también está establecida firmemente la fundamentación filosófica y psicológica necesaria para sustentar la teoría propuesta y su inclusión en una teoría general de sistemas (TGS), tal y como se evidencia en el trabajo de Hernández Sacristán, favorecidas por la consideración asimétrica, dinámica y parcialmente motivada del signo lingüístico (López García, Toussaint); que se aproxima, dicho sea de paso, a una consideración peirceana antes que a una consideración saussureana. Desde este marco operativo complejo, la enacción de estos últimos años se plantea cubrir los siguientes objetivos, presentes todos en este volumen: (1) El establecimiento de universales lingüísticos funcionales (no categoriales) con base biológica, y genética en particular (López García-Molins). La cuestión que el autor y editor plantea desde la raíz es no solo cómo se computa (análisis categorial), sino qué función ejecutiva es computada (delimitación de funciones en la percepción oracional). Las fronteras intercategoriales son, en efecto, tremendamente borrosas.


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(2) Una formalización de la gramática que refleje la competencia lingüística de los hablantes (Di Gesù, Pruñonosa), el aprendizaje de L2, y su transmisión generacional (Sancho), fraseológica en particular. Todo un desafío epistémico que los dos autores plantean, cada uno a su modo: la gramática que ahora se propone es una gramática relativa a cómo se computan genéticamente, es decir, de facto, las estructuras gramaticales del idioma. (3) Un enfoque del estudio lingüístico que ofrezca explicaciones de los signos lingüísticos considerándolos como el producto de procesos mentales específicos del ser humano sustentados en su conformación sociobiológica (Montaner, Morant). En una gramática elaborada sobre el acto de la transmisión de información bioquímica importa cómo la información se representa con “naturalidad”, en el discurso literario (Montaner), pero también massmediático (Morant). Abordar el problema desde el campo léxico, como hacen estos dos autores, parece la manera más adecuada, pues su cercanía al mundo y su misma volatilidad favorecen su captación. (4) Una teoría del lenguaje capaz de explicar e integrar los datos que provienen de la relación constante entre la pragmática, la semántica y la morfosintaxis de una lengua natural (FortineauBrémond, Jorques), no solo desde la observación de aquellos como unidades de las distintas disciplinas (Romero), sino simultáneamente desde la realización de tales datos en los enunciados de la lengua (Hernández Sacristán, Bernardo). El concepto de prototipicidad manejado por este último autor subyace a la epistemología del modelo enaccionista, pues es útil para conocer y reconocer las categorías comunicativas del lenguaje y del pensamiento. Por otro lado, del estudio de Fortineau-Brémond se desprende que el enaccionismo proporciona el punto de vista necesario (no decimos que definitivo) para explicar los solapamientos entre las distintas unidades y niveles del lenguaje. En los estudios recopilados aquí la elaboración de todos estos objetivos explicativos señalados solo se alcanza por medio del estudio sistemático de los datos que proporciona el conocimiento


Prólogo

exhaustivo de las lenguas naturales y del medio biológico del que nacen. Todo ello encaminado a lograr una propuesta eminentemente naturalista del funcionamiento lingüístico.

ÁNGEL LÓPEZ GARCÍA-MOLINS DANIEL JORQUES JIMÉNEZ Valencia, 18 de julio de 2016


PRIMERA PARTE: ENACCIÓN Y NEUROLINGÜÍSTICA


Capítulo 1

Enacción, funciones ejecutivas y léxico1 Ángel López García-Molins

Universitat de València, Estudi General (España)

1. La enacción, un nuevo y viejo paradigma La enacción (del inglés enaction y este de to enact, “desempeñar un papel”) es un nuevo paradigma lingüístico, pero al calificarlo así corremos el riesgo de confundirlo con una de las innumerables versiones alternativas del paradigma actualmente dominante. No hay tal. La enacción no es un istmo entre otros, representa un paradigma más amplio que engloba metodológicamente a los precedentes, a los que perfecciona sin negarlos. No sería correcto hablar de enaccionismo frente a funcionalismo o frente a formalismo y ni siquiera frente a cognitivismo, puesto que el enaccionismo, por basarse en la enacción, es también funcionalista, formalista (en sus variantes estructuralista y generativista) y cognitivista. Por eso las reseñas críticas que ha merecido esta teoría desde el establishment tradicional parecen a menudo desenfocadas (Dennett 1993). En realidad el tipo de progreso que representa la enacción se parece mucho a lo que en las ciencias duras supuso el paso de la física de Newton a la de Einstein o el tránsito de la biología de Linneo a la de Darwin: lo nuevo como superación de lo antiguo, que pasa a englobar en su cuerpo doctrinal. Así se puede afirmar que la teoría gravitatoria de Newton 1

Este trabajo se ha realizado parcialmente gracias al proyecto de investigación Lenguaje y funcionamiento ejecutivo: examen comparativo en afasias, demencias y desarrollo del lenguaje financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad en la modalidad 1 del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia y Subprograma Estatal de Generación del Conocimiento con código FFI2014-54088-P, y que tiene al profesor don Carlos Hernández Sacristán, colaborador del presente volumen, como uno de sus investigadores principales.


Ángel López García-Molins

y la de Einstein coinciden en sus predicciones para campos con fuerzas gravitatorias moderadas y velocidades pequeñas, que son las condiciones de nuestro mundo habitual. Ello explica que durante doscientos años las leyes de Newton fueran aceptadas sin discusión. Sin embargo, la teoría general de la relatividad (1915) mostró que cuando los campos gravitatorios son muy fuertes y/o las velocidades están próximas a las de la luz, las leyes newtonianas dejan de resultar aplicables, según se advierte en los fenómenos del desplazamiento hacia el rojo y de la lente gravitatoria. Pasando al dominio lingüístico sucede lo mismo. Una vieja tradición epistemológica supone que la lengua refleja el mundo y consiguientemente sustenta una visión representacional de la lingüística. Las lenguas serían como espejos que re-presentan —es decir, presentan de nuevo— una realidad exterior a ellas mismas, la del mundo. Como resulta obvio que existen muchas lenguas diferentes, nunca se ha podido postular una única forma de representar lingüísticamente el mundo, de manera que los lingüistas se reparten entre los que suponen que cada lengua representa literalmente un mundo (es la hipótesis Sapir-Whorf) y los que postulan una etapa lógica intermedia en la que coincidiría la representación de todas las lenguas (la hipótesis de Chomsky). El primero es un representacionismo inmediato, el segundo un representacionismo mediato: Figura 1 MUNDO

Lenguas: A B C D… representación inmediata

MUNDO Sustrato lógico

A B C D… representación mediata


Enacción, funciones ejecutivas y léxico

Durante siglos la lingüística tan apenas fue una disciplina polémica porque el número de lenguas a las que se tenía acceso era realmente muy reducido y, además, tan solo una o dos de ellas se consideraban dignas de estudio (el griego y el latín en Occidente, el chino mandarín en Extremo oriente, etc.), de manera que en la práctica se imponía el modelo de representación mediata con una base generalmente lógica. Este panorama cambió a partir del descubrimiento de América y explosionó con el colonialismo del siglo XIX. La labor combinada de los misioneros españoles y sus Artes de lenguas amerindias, de las recopilaciones de material propulsadas en los nuevos imperios por los europeos y por los norteamericanos, y finalmente de las gramáticas redactadas por los lingüistas originarios de los nuevos países postcoloniales, han determinado que hoy la lingüística sea básicamente representacionista inmediata y que pese a los desesperados intentos logicistas de la gramática generativa a la postre se haya impuesto la pluralidad. Es muy común que todo el quid de la lingüística se enmascare en esta dualidad sin reparar en que el esquema de arriba muestra al mismo tiempo sus carencias. Esto es debido a que al mismo tiempo sucede que los partidarios de la representación inmediata suelen ser externalistas y los de la representación mediata son internalistas. O dicho de otra manera: el lenguaje es una realidad de dos caras, sirve para comunicarse y para conocer el mundo, es decir, tiene una dimensión social y una dimensión mental. Los lingüistas interesados en la diversidad de las lenguas suelen interesarse al mismo tiempo por las culturas y por los pueblos que las hablan. En cambio, los lingüistas subyugados por aquello que las lenguas comparten se interesan especialmente por la clase de realidad mental que verbalizan. Curiosamente, aunque ningún lingüista puede pretender obviar la doble realidad mental y social del lenguaje, hay lingüistas —formalistas, racionalistas, generativistas— que desdeñan absolutamente los factores externos y lingüistas —estructuralistas, funcionalistas, cognitivistas— que prescinden de los internos.


s.

uelvo a las carencias del esquema de arriba. Con independenci Ángel López García-Molins esentación que la lengua conlleva, esto es, si se trata de una p a o inmediata, habría comenzar preguntarse si l Vuelvo a las carenciasque del esquema de arriba.por Con independencia del tipo de representación que la lengua conlleva, esto es, si se ación constituye una buena metáfora. ¿De verdad representa la trata de una proyección mediata o inmediata, habría que comensin que este influido la lengua aconstituye su vez?una O buena expresado en zar porsea preguntarse si lapor de re-presentación les: ¿acaso la flecha que representa une el mundo la lengua es de un so metáfora. ¿De verdad la lenguacon al mundo sin que este sea influido por la lengua a su vez? O expresado en términos espas?: ciales: ¿acaso la flecha que une el mundo con la lengua es de un solo sentido o de dos?: Figura 2

MUNDO

MUNDO vs.

lengua

lengua

Y una segunda pregunta: tanto si la flecha de correspondencias es unidireccional como si es bidireccional, ¿debemos imaginar que se trata de una sola fuente de correspondencia o de varias, es decir, existe plurivocidad?: Figura 3

MUNDO vs. lengua

MUNDO VS

vs. lengua

El enaccionismo representa una respuesta a la primera pregunta: en efecto, dirían los enaccionistas, no hay un fuera del organismo que se refleja especularmente en el mismo, existe más bien un proceso interactivo por el que el ser y el mundo se van


Enacción, funciones ejecutivas y léxico

influyendo mutuamente. ¿Y quiénes son estos enaccionistas? El propio sintagma de el ser y el mundo nos lleva a la fenomenología, a Husserl y a Merleau-Ponty con su être au monde, quien sostenía lo siguiente (Merleau-Ponty 1989: 48, 102): La synthèse perceptive doit donc être accomplie par celui qui peut à la fois délimiter dans les objets certains aspects perspectifs, seuls actuellement données, et en même temps les dépasser. Ce sujet qui assume un point de vue, c’est mon corps en tant que champ perceptif et pratique, en tant que mes gestes ont une certaine portée, et circonscrivent comme mon domaine l’ensemble des objets pour moi familiers … Percevoir, c’est se rendre présent quelque chose à l’aide du corps, la chose ayant toujours sa place dans un horizon de monde, et le déchiffrement consistant à remplacer chaque détail dans les horizons perceptifs qui lui conviennent.

Sin embargo, curiosamente, los primeros enaccionistas en sentido estricto no fueron filósofos, aunque reclamaban la paternidad de Merleau-Ponty, sino biólogos y psicólogos. Todo comenzó con Humberto Maturana y sus discípulos (Maturana, Varela y Uribe 1974), cuando este neurólogo formula el concepto clave de autopoiesis (“la capacidad de los sistemas de producirse a sí mismos”) como propiedad esencial de los seres vivos en los siguientes términos (Maturana 1994: 14): Un ser vivo ocurre y consiste en la dinámica de realización de una red de transformaciones y de producciones moleculares, tal que todas las moléculas producidas y transformadas en el operar de esa red forman parte de la red.

Maturana se refiere a la vida en su nivel más elemental: las células crean productos que acaban formando las membranas que aislan estas mismas células del entorno y les permiten funcionar como entes autónomos. En este primer momento no parece que lo productos culturales (entre ellos el lenguaje) pertenezcan al paradigma autopoiético (Maturana 1994: 15): Sistemas autopoiéticos no moleculares, esto es, que existen en tanto unidades compuestas en un dominio no molecular porque tienen otro tipo de componentes, son sistemas autopoiéticos de otra clase, que comparten con los seres vivos lo que tiene que


Ángel López García-Molins ver con la autopoiesis, pero que al existir en otro dominio tienen otras características que los hace completamente diferentes. Así, por ejemplo, es posible que una cultura sea un sistema autopoiético que existe en un espacio de conversaciones (ver Maturana y Verden-Zoller 1993), pero es una cultura, no un ser vivo.

El problema es que el nivel molecular representa tan solo una dimensión de lo orgánico y puede que al reducir “lo vivo” a dicho nivel, estemos consolidando una nueva forma de reduccionismo. Por eso es necesario dar un paso más, precisamente el que lleva de la autopoiesis a la enacción. Su discípulo Francisco Varela —junto con la psicóloga Eleanor Rosch y el filósofo Evan Thompson, lo cual resulta muy significativo—, echan mano del término enaction (Varela, Thomson & Rosch 1991) para “emphasize the growing conviction that cognition is not the representation of a pre-given world by a pre-given mind but is rather the enactment [construcción] of a world and a mind on the basis of a history of the variety of actions that a being in the world performs”. Los motivos para adoptar este punto de vista ampliado, que tuvo el efecto de sustraer el concepto de enacción al ámbito reducido de la biología haciéndolo extensivo al de la cognición en general, y de ahí al del lenguaje, no fueron solo metodológicos, sino también empíricos porque, como observaba Varela (cuya tesis versó sobre la neurología de la percepción visual), cada neurona mantiene muchas más relaciones sinápticas que las que la ligan a datos procedentes del exterior, de manera que las sinapsis internas acaban siendo más numerosas que las externas a la hora de crear una imagen mental del tipo que sea. Según Thompson (2007: 568), un acercamiento enactivo a la cognición se basa en cinco puntos fundamentales: 1) Los seres vivos son autónomos. Se generan y se mantienen a sí mismos suscitando con ello sus propios dominios cognitivos. 2) El sistema nervioso es un sistema autónomo dinámico. No se parece a los sistemas computacionales, los cuales procesan información procedente del mundo exterior. El sistema


Enacción, funciones ejecutivas y léxico

nervioso se rige por su propia dinámica interna resultante de las interacciones que se producen entre grupos de neuronas. Cualquier neurona del sistema nervioso central se ve afectada mucho más por los impulsos que le llegan desde otras neuronas que por los procedentes del mundo exterior. Por eso un estado cualquiera del sistema nervioso no está nunca determinado por acontecimientos externos, tan solo perturbado por ellos. 3) La cognición no es un fenómeno abstracto, sino algo que sucede en un cierto contexto que comprende la acción de un agente, su entorno y su propia encarnación (embodiment) en el mismo. 4) El mundo del agente no es un dominio externo preexistente que se re-presenta en su mente. Es un dominio relacional suscitado por el acoplamiento del agente autónomo a su entorno, al que dota de sentido. Es imposible caracterizar ninguna realidad externa sin hacer referencia a la perspectiva, a las intenciones y a las capacidades del agente. 5) La experiencia desempeña un papel central en la ciencia de la mente. Hoy día la enacción sustenta un nuevo paradigma científico, que se ha desarrollado sobre todo en filosofía bajo la forma de una epistemología constructivista (Mutelesi 2006), en psicología mediante la hipótesis de la mente interactiva (Di Paolo & De Jaegher 2011) y desde hace medio siglo en educación donde ya estaba presente en la idea del aprendizaje por la acción (Brunner 1966). Tampoco deja de ser curioso que Varela cite como autoridad a un poeta, Antonio Machado (Proverbios y cantares), de quien recuerda sus conocidos versos: Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar;


Ángel López García-Molins

ni que aluda al budismo como otra de sus fuentes de inspiración. Ello ha tenido efectos negativos para la consolidación del enactivismo en biología, donde se inició, por entender que hoy día es un paradigma esencialmente humanístico que no puede ser aplicado provechosamente a las ciencias de la naturaleza. En lo que sigue intentaremos fundamentar su utilidad en lingüística, una disciplina intermedia entre lo que Charles P. Snow (1961) llamaba las dos culturas.

2. Enacción y funciones ejecutivas Pero antes de ocuparme de su posible aplicación en lingüística, quiero plantear brevemente la respuesta a la segunda pregunta de arriba, esto es, si la relación biunívoca entre el mundo y la lengua se produce a través de un solo camino o siguiendo varias trayectorias a la vez. Es notable que esta cuestión haya sido tratada en psicología con independencia (y hasta con ignorancia) del paradigma enactivista bajo la forma del problema de las funciones ejecutivas. Este concepto aparece ya en Luria (1966) y fue reconocido en neuropsicología por primera vez con este nombre por Lezak (1982); desde entonces ha ido acumulándose una amplia bibliografía sobre el tema, con aportaciones de numerosas autores entre los que destacaré a Joaquín Fuster, quien lo relaciona con el surgimiento del lenguaje y define las funciones ejecutivas como sigue (Fuster 2002: 373): The most general executive function of the lateral prefrontal cortex is the temporal organization of goal-directed actions in the domains of behavior, cognition, and language. In all three domains, that global function is supported by a fundamental role of the lateral prefrontal cortex in temporal integration, that is, the integration of temporally discontinuous percepts and neural inputs into coherent structures of action … The development of language epitomizes the development of temporal integrative cognitive functions and their underlying neural substrate, notably the lateral prefrontal cortex and other late-developing cortical regions … All three prefrontal regions are involved in one or another aspect of attention. In addition, the medial and anterior cingulate region are involved


Enacción, funciones ejecutivas y léxico in drive and motivation, the lateral region in working memory and set, and the orbital region (to some extent also the medial region) in the inhibitory control of impulses and interference … The cognitive functions of the adult human prefrontal cortex are viewed as the culmination of biological processes that lead to the highest expressions of temporal integration in language and intellectual performance.

Las funciones ejecutivas están vinculadas neurológicamente al lóbulo prefrontal —el último que aparece en la evolución y el más característico del ser humano— y se resumen en el control consciente que este ejerce sobre las acciones conductuales, cognitivas o verbales. Todas las especies animales presentan automatismos, pero solo los animales superiores son capaces de prestar atención selectiva a un aspecto y no a otro (Shallice 1988), inhibir una reacción —por ejemplo en la caza— inconveniente para el propósito de la acción (Shiffrin & Schneider 1977) o guardar en la memoria de trabajo (Baddeley 1986) determinados conceptos e imágenes mientras proceden a construir una secuencia cognitiva. El lenguaje, como es obvio, participa en alto grado de estos procesos psicológicos sin los cuales resultaría inimaginable. Blanco-Menéndez y Vera de la Puente (2013) caracterizan las funciones ejecutivas por los siguientes rasgos: A) En primer lugar, se trata de procesos no directamente cognitivos (o representacionales), sino de control sobre los mismos. B) Además, las funciones realizan una integración global y coherente de las diversas actividades cognitivas y emocionales, controlando finalmente la puesta en práctica de la conducta manifiesta. C) Las funciones ejecutivas supervisan la ejecución de la conducta estableciendo una serie de comparaciones entre el resultado actual y el objetivo o meta deseada. D) Es fundamental, en su caracterización, el que estos procesos incluyen un aspecto prospectivo, intencional, dirigido a metas y, en cierto sentido, dirigido a un estado de cosas potencial que aún no se da efectivamente (futuro). E) Por otro lado, resulta esencial su capacidad de selección de la actividad mental. Este carácter selectivo afectaría a la información entrante (input), a la representacional (o simbólico-cognitiva) y a la respuesta motora (o componente de output), con una


Ángel López García-Molins relación muy estrecha con determinados aspectos de las funciones atencionales. F) A través de estos procesos atencionales, inferenciales, de control y de regulación emocional, establecen importantes relaciones con las estructuras y procesos de la memoria (especialmente con la memoria de trabajo, a nivel de estructuras y con las actividades de recuperación de la información, a nivel de procesos). G) Se relacionan con las funciones ejecutivas, además, importantes aspectos inferenciales, de establecimiento de hipótesis (generalmente, a nivel implícito-inconsciente) relativos a futuros estados de cosas que se consideran deseables, además de a los medios para conseguir ese estado de cosas y a las consecuencias previsibles de la conducta encaminada a conseguir ese objetivo. H) En el ámbito emocional, los procesos ejecutivos confieren coherencia al comportamiento afectivo y modulan las emociones y las actitudes hacia los objetos del mundo exterior. I) Por último, los procesos ejecutivos confieren un sentimiento de unidad a nuestra personalidad, además de lo que se ha denominado ‘inteligencia emocional’ (Goleman), ‘empatía’ (Lipps) o ‘capacidad intersubjetiva’ (Husserl). Esta habilidad implicaría la comprensión a la vez afectiva y cognitiva de nuestros estados mentales y de los de otras personas (teoría de la mente) y ha sido denominada de diversas maneras, tales como capacidades metarrepresentacionales o, más brevemente, metacognición.

Parece evidente que las funciones ejecutivas representan precisamente el puente de retroalimentación que vincula el yo verbalizador con el mundo, es decir, se trata de las funciones que hacen posible la enacción. Si una lengua es el conjunto de enacciones relativas al mundo en el que se desenvuelven sus hablantes, la forma de hacerlas explícitas consiste básicamente en activar una serie de conductas complejas como son el lenguaje, la percepción, la atención, la memoria, la intencionalidad, etc. Stuss y Benson (1986) establecieron un esquema hipotético sobre cómo podrían coordinarse en la práctica dichas funciones ejecutivas (adaptado de Tirapu-Ustárroz, Muñoz-Céspedes y Pelegrín-Valero, 2002, 676):


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