CARTOGRAFÍAS DE LA IGUALDAD Ciudadanía e identidades en las democracias contemporáneas
OCTAVIO SALAZAR BENÍTEZ Profesor Titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba
tirant lo b anch Valencia, 2010
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Proyecto de Investigación de Excelencia P07-SEJ-3112, de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía: “La construcción del Estado Social en el ámbito autonómico y europeo”
© OCTAVIO SALAZAR BENÍTEZ
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A la mujer y al hombre de mi vida, por sus coplas del querer
Índice
PRÓLOGO DE DANIEL INNERARITY ................................................
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AGRADECIMIENTOS ...........................................................................
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CAPÍTULO I LAS RUTAS CONSTITUCIONALES EN TIEMPOS DE VULNERABILIDAD 1. LA DEMOCRACIA O LA PERMANENTE BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD...................................................................................... 2. LA ESTRECHEZ DEL TRAJE: VIEJAS DESIGUALDADES Y NUEVAS EXCLUSIONES ............................................................... 3. UNA MIRADA FEMINISTA SOBRE “LAS REGLAS DE LA TRIBU” ...................................................................................................
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CAPÍTULO II LA DEMOCRACIA PARITARIA: LOS ESPACIOS PÚBLICO Y PRIVADO COMO MAPAS DE LA CIUDADANÍA 1. EL FEMINISMO COMO PROPUESTA CRÍTICA Y DE EMANCIPACIÓN ............................................................................................. 2. LA IGUALDAD SUSTANTIVA COMO ELEMENTO DEFINIDOR DE LA CIUDADANÍA ....................................................................... 2.1. La igualdad en el sistema constitucional español ................. 2.2. Violencia y desigualdad: la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Protección Integral contra la Violencia de Género .......................................................................................... 2.3. Hacia la democracia paritaria: La LO 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres ................... 2.4. El acceso de las mujeres al ámbito público: la representación equilibrada ............................................................................... 2.4.1. La constitucionalidad de las acciones positivas en el ámbito de la representación: La STC 12/2008, de 29 de enero ........................................................................ 2.4.2. El reconocimiento “equilibrado” del mérito y la capacidad: La STC 13/2009, de 19 de enero .......................
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Índice
3. PÚBLICO VERSUS PRIVADO: EL ORIGEN DE LA DESIGUALDAD ................................................................................................... 3.1. Mujeres del siglo XXI: entre el heroísmo y la discriminación múltiple .................................................................................... 3.2. Las mujeres y los hombres como iguales destinatarios de las políticas de conciliación.......................................................... 3.3. Igualdad de género y nuevos modelos de convivencia: la ciudadanía íntima......................................................................... 3.3.1. El derecho al matrimonio y la protección de las familias ................................................................................. 3.3.2. El derecho al libre desarrollo de la afectividad y la sexualidad .....................................................................
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CAPÍTULO III GEOGRAFÍAS DE LO DIVERSO: IDENTIDADES CULTURALES E IGUALDAD DE RECONOCIMIENTO 1. LA DIVERSIDAD CULTURAL LLAMA A LAS PUERTAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL .................................................... 2. EL ESTADO DE LAS CULTURAS ................................................... 2.1. Las diferencias invisibles y la “omisión bienintencionada” .. 2.2. La identidad cultural en la Constitución española de 1978 .. 3. EL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL DE LA DIVERSIDAD CULTURAL ...................................................................................... 4. LOS RETOS CONSTITUCIONALES DE LA DIVERSIDAD CULTURAL ............................................................................................. 5. LAICISMO Y DIÁLOGO DE RELIGIONES................................... 5.1. Religiones y espacio público ................................................... 5.2. Libertad de conciencia, identidad y paz social ...................... 5.3. Laicismo y democracia ........................................................... 5.4. Asimilación cívica y laicización relativa ................................ 5.5. El espacio de las religiones ..................................................... 6. LAS PARADOJAS DEL PLURALISMO: LOS LÍMITES DE LA DIVERSIDAD CULTURAL .............................................................. 7. LA CIUDADANÍA COMPLEJA: LAS DIFERENCIAS VISIBLES... 7.1. La igualdad como presupuesto de las diferencias ................. 7.2. Voces plurales en espacios y tiempos compartidos: el “paradigma Córdoba”....................................................................... 7.3. La universalidad como punto de llegada ...............................
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Índice CAPÍTULO IV UNA NUEVA RACIONALIDAD PÚBLICA: LOS ITINERARIOS DEL CUIDADO Y LA TERNURA
1. 2. 3. 4.
LA NECESARIA RECONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO LA MÍSTICA DE LA MASCULINIDAD .......................................... LA DECONSTRUCCIÓN DEL HÉROE ......................................... NUEVAS PALABRAS Y NUEVOS MÉTODOS............................... 4.1. El cuidado como fundamento de la ética cívica .................... 4.2. El sujeto relacional como eje de una nueva epistemología .. 4.3. La dimensión internacional del cuidado ............................... 4.3.1. La Resolución1325/2000: un ejemplo del cambio de paradigma..................................................................... 4.4. El espacio público como espacio del maternaje ....................
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CAPÍTULO V LA EDUCACIÓN COMO BRÚJULA DE LA CIUDADANÍA 1. LA DEMOCRACIA COMO FORMA DE ESTAR ............................ 2. LA “EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA” EN EL SISTEMA EDUCATIVO ESPAÑOL .................................................................. 2.1. El derecho a la educación como derecho fundamental ........ 2.2. La Educación para la Ciudadanía en el contexto europeo ... 2.3. Los objetivos de Educación para la Ciudadanía.................... 3. LA OPOSICIÓN A EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA............ 4. “EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA” SEGÚN EL TRIBUNAL SUPREMO ....................................................................................... 4.1. Los argumentos de los padres “objetores” ............................. 4.2. El Estado y los “valores éticos comunes”............................... 4.3. El derecho a la objeción de conciencia frente a EPC ............ 4.4. Los votos particulares ............................................................. 5. LA EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA COMO EXIGENCIA CONSTITUCIONAL ........................................................................ 5.1. La Educación para la Ciudadanía como instrumento para el libre y pleno desarrollo de la personalidad ............................ 5.2. El “ideario educativo” constitucional ..................................... 5.3. Educación y ciudadanía en las sociedades multiculturales .. 5.4. Educación para la ciudadanía y objeción de conciencia ...... 5.5. Laicismo y virtudes cívicas .....................................................
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BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................
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Prólogo
Una teoría de la ciudadanía como igualdad diferenciada
La voz de Octavio Salazar se viene oyendo desde hace algunos años en el panorama de la filosofía jurídica española y cada vez lo hace con más elegancia y autoridad. Sabe compaginar como pocos un esfuerzo de elaboración teórica con una atención a lo concreto, la reflexión filosófica y las sentencias de los tribunales que han ido componiendo una doctrina que conforma nuestro modelo de convivencia. Compagina igualmente una serie de perspectivas que le han permitido componer una mirada muy interdisciplinar sobre los temas que analiza. Ha entendido muy bien que no se puede decir nada serio sobre la igualdad de derechos o la ciudadanía si no se cruzan discursos que provienen de la filosofía del derecho, la ciencia política o la sociología. Si a todo eso se añade una notable sensibilidad por la forma literaria de la exposición, lo que tenemos es un ensayo vigoroso con el que se aprende y disfruta a la vez. Llevo leyendo desde hace años los trabajos de Octavio Salazar y, con ocasión de esta invitación a prologar el último de ellos, me he preguntado cuál podría ser el hilo conductor de sus reflexiones, la preocupación fundamental de su tarea intelectual. He pensado que con este ejercicio de síntesis podría ayudar a sus lectores a entender el mensaje fundamental que se contiene en una obra de amplia temática y que le confiere unidad y coherencia. ¿Qué tienen en común sus propuestas sobre el feminismo, la identidad cultural, el espacio público o la ciudadanía? Se trata, a mi juicio, de un esfuerzo teórico por pensar nuevamente la idea de igualdad desde una lógica de reconocimiento de las diferencias, es decir, de pensar la ciudadanía como igualdad diferenciada. El autor de este libro se inscribe en ese movimiento que desde hace años se pregunta cómo lograr la igualdad reconociendo la diferencia y que
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Daniel Innerarity
ha efectuado un cambio de paradigma en las teorías de la justicia hacia una interpretación no utilitarista de las luchas sociales. Me refiero a todos aquellos conflictos que no tienen sólo su origen en el poder o en la economía, sino en experiencias morales, concretamente en expectativas de reconocimiento profundamente enraizadas en cada uno de nosotros. El reconocimiento se deja sentir principalmente en su ausencia, bajo las modalidades de la humillación, la discriminación, la exclusión, el desprecio, la invisibilidad y la imposición, que se ejerce sobre géneros, razas, sexualidades y nacionalidades subordinadas. De todo ello resulta un nuevo escenario político, desestructurado y complejo, en el que no resulta fácil moverse con las viejas categorías. En el fondo, lo que debe reprocharse al liberalismo clásico es que no ha sido fiel al principio de igualdad entre los individuos; no haber comprendido que la fidelidad a este principio exigía completarlo con un principio de igualación entre los grupos, las culturas y los territorios. Si no se defiende más que la igualdad entre los individuos, entonces se pone entre paréntesis el hecho de que ciertos individuos son penalizados en razón de su pertenencia a un grupo. Son los mismos principios de neutralidad y universalidad los que obligan a revisar el modo como hemos pensado hasta ahora el espacio público. Lo que se ha acabado es el proyecto de igualar las condiciones poniendo sistemáticamente entre paréntesis todo tipo de diferencias. La tradicional distinción entre lo público y lo privado pretendía configurar un espacio público que funciona por renuncia de los individuos a su identidad, mediante la abstracción pública de la identidad. Era éste un modelo basado en el prejuicio de pensar que para constituir al otro como igual debíamos necesariamente hacer tabla rasa de lo que nos distingue de aquel que consideramos como semejante. Kukathas ha denominado a este modelo una “política de la indiferencia”, un modelo que funciona con la expectativa de trascender las diferencias más que para proveer de ocasiones para su reconocimiento, expresión y entrelazamiento. El procedimiento de supresión de las diferencias ha sido indudablemente un factor de progreso en la ruptura con la sociedad del antiguo régimen, estructurada a base de ordenamientos de jerarquía y privilegios.
Prólogo
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Hay un momento de abstracción de las diferencias que resulta indispensable para pensarnos como semejantes, por encima y al margen de todo contexto. Pero el problema es saber si este procedimiento está en condiciones de gestionar el pluralismo de las sociedades contemporáneas. Hoy no se puede exigir asimilación y conformidad para reconocer la condición de plena ciudadanía. En mi opinión —y concuerdo plenamente con el trasfondo desde el que escribe Octavio Salazar— este modelo tiene que ser completado o transformado para hacer frente los desafíos que, en materia de integración social y política, de reconocimiento y articulación de los equilibrios territoriales y mundiales, plantea el nuevo pluralismo. El gran desafío del mundo actual consiste en cómo articular la convivencia en sociedades profundamente plurales evitando a la vez el modelo comunitarista y el modelo de la privatización de las identidades. Las demandas de equidad han dado últimamente un giro imprevisto y nos exigen una nueva formulación de la igualdad que podría sintetizarse así: hay que volver a valorar las diferencias para avanzar en la lógica de la igualdad. La misma dinámica de la democratización que exige radicalizar la igualdad es la que nos conduce a entender la identidad como política y culturalmente diferenciada. De lo que se trataría es de buscar un modelo de igualdad que se realice en medio de la diferencia reconocida. No podemos poner entre paréntesis las diferencias reales si queremos reconocerlas en pie de igualdad, por ejemplo, entre hombres y mujeres o entre miembros de grupos culturales que afirman sus identidades respectivas o entre los estados que aspiran legítimamente a tener un mayor protagonismo en la gobernanza mundial o compartir con criterios de justicia las responsabilidades ecológicas. Son diferencias que han de ser reconocidas en igualdad, ciertamente, pero en tanto que diferencias. Estamos ante una transformación de la política exigida por la profundización en el pluralismo social. En el mundo contemporáneo se ha producido un gran desplazamiento que es preciso tomar en cuenta para configurar realidades tan valiosas como el mundo común, lo público o la laicidad con el fin de integrar en ellas las diferencias y no simplemente neutralizarlas; no se trata de erradicarlas sino de reconocerlas bajo un régimen de igualdad.
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Nuestro mayor desafío consiste en integrar al individuo no ya por la privatización de sus pertenencias sino por el reconocimiento público de su identidad diferenciada, tanto desde el punto de vista del género, como desde su dimensión cultural o su identificación con una determinada comunidad política. Este es el gran dilema al que nos enfrentamos, la cuestión que mayores esfuerzos de imaginación y creatividad política nos va a exigir en los años venideros: avanzar en la extensión de los derechos completando el paso del universalismo abstracto de los derechos políticos al universalismo concreto de los derechos sociales y culturales. Este libro que tengo el honor de prologar es un avance en esta dirección. Quien lo lea entenderá cuántas conquistas sociales están en juego si acertamos o no al pensar la igualdad en el seno de estas nuevas exigencias. El lector será recompensado con un regalo que nunca agradeceremos suficientemente: entender mejor el mundo en el que vivimos, lo que no significa devolvernos una fotocopia de la realidad fáctica sino, sobre todo, ponernos ante el espejo de nuestros deberes.
DANIEL INNERARITY Catedrático de Filosofía Social y Política, Universidad de Zaragoza Diciembre, 2009
Agradecimientos
La publicación de este libro no hubiera sido posible sin el apoyo del Grupo de Investigación de Excelencia PO7-SEJ-3112 de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía dedicado a “La construcción del Estado Social en el ámbito autonómico y europeo”. Por ello quiero agradecer la entusiasta disponibilidad de su responsable, el profesor Manuel Terol Becerra, el cual se ha convertido en una pieza clave en mi carrera académica desde el día en que formó parte del tribunal que juzgó mi tesis doctoral. Gracias Manuel por la complicidad y por el estímulo. Y gracias a todos los compañeros y a todas las compañeras del proyecto de investigación. Estas páginas deben mucho a los trabajos y encuentros que hemos compartido en los últimos años. Por lo tanto son también vuestras. Ningún trabajo que realice en el ámbito del Derecho Constitucional puede ser ajeno a lo mucho que me ha enseñado y me enseña el profesor Lucas Murillo de la Cueva. También en este libro he tratado de reflejar no sólo los contenidos sino también la manera de entender el Derecho que él me ha transmitido. Gracias Pablo. Mis páginas son deudoras de lo mucho que tantas compañeras, y algunos compañeros, me han enseñado desde su militancia feminista y desde su radical compromiso con la profundización en la democracia. Sois tantas que sería injusto escribir algunos nombres y olvidarme de otros. Pero sí que debo dedicar estas líneas a un hombre que pensó y vivió con la misma intensidad y que tan presente está en casi todos los capítulos, el profesor Joaquín Herrera Flores. Este libro quiere también demostrar que sigue vivo en la memoria y en el corazón de los que lo admiramos y lo quisimos. Este libro no sería el que es si durante los últimos años no hubiera tenido la oportunidad magnífica de profundizar en muchos de los temas que abordo a través de las actividades organizadas
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por la Cátedra UNESCO de Resolución de Conflictos de la Universidad de Córdoba. Su director, el profesor Torres Aguilar, casi debería compartir la autoría de estas páginas. No sólo por lo que nuestro trabajo conjunto les ha aportado sino sobre todo por la energía que me proporciona su amistad y por la pasión que sabe contagiarme en todo momento. Gracias Manolo. Para mí es un auténtico honor que mis palabras vayan precedidas de las de un profesor al que admiro tanto, del que tanto he aprendido y al que ahora tengo la gran suerte de tener entre mis “afinidades electivas”. Gracias Daniel por tu generosidad y por tu magisterio. Gracias también a Juan-Ramón Barbancho, por ayudarme a traducir los mapas, por corregir paciente y apasionadamente estas páginas y por hacerme ver que el Arte y el Derecho tienen que ver con lo mismo, o sea, con la vida. Sin su ayuda aún andaría perdido por una ciudad que no deja de moverse. Y finalmente, aunque tal vez este agradecimiento debería ser el primero, tengo que agradecer a mi compañera y a mi hijo que hayan sido una vez más perfectos cómplices de esta aventura. Sin su paciencia, sin su tiempo robado y sin su cariño no podría haber llegado a buen puerto. Gracias Loly y Abel. Este libro os pertenece.
OCTAVIO SALAZAR Córdoba, a 22 de enero de 2010
“Para hacer ciencia hay que salir siempre a ver por encima de las bardas de nuestro corral, y ponerse de cara al cierzo de la discusión y la competencia. El parroquialismo no es nunca bueno. Y mucho menos en el conocimiento” FRANCISCO LAPORTA, El imperio de la ley
Capítulo I
Las rutas constitucionales en tiempos de vulnerabilidad
“No hay medio de averiguar lo que un individuo es capaz de hacer sino dejándole que pruebe, y el individuo no puede ser reemplazado por otro individuo en lo que toca a resolver sobre la propia vida, el propio destino y la felicidad propia” JOHN STUART MILL, La esclavitud de las mujeres, 1869
1. LA DEMOCRACIA O LA PERMANENTE BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD Llevamos tantos años hablando de la crisis de la democracia que pareciera que los dos conceptos se implican recíprocamente. Sería una labor titánica tratar de recopilar o sistematizar todas las críticas, insatisfacciones y dilemas que el sistema democrático ha ido generando al tiempo que se consolidaba como el más respetuoso con la dignidad del ser humano. Unas críticas y unas insatisfacciones que se han vuelto especialmente enfáticas en un momento como el actual, en el que más que nunca parece ponerse de relieve la caducidad de determinados paradigmas y tal vez lo exagerado de muchas de las demandas que planteamos a un sistema que acaba siendo el reflejo de nosotros mismos. Quizás porque su ideal, como agudamente observara Rousseau, siempre ha estado más cerca de la divinidad que de la naturaleza humana. Los sistemas constitucionales que se consolidaron en el pasado siglo, entendidos como el conjunto normativo e institucional que configura jurídicamente el ejercicio del poder y las garantías de los derechos, no dejan de dar muestras de un cierto agotamiento ante un mundo singularmente vertiginoso, interconectado y en el que las razones de la economía se imponen sobre las de la política. Un mundo cuyo espacio se amplía y en el que el tiempo se acelera.
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Octavio Salazar Benítez
En un contexto que rebasa nuestras capacidades de previsión, y aún admitiendo, como trataré de explicar en las páginas que siguen, que muchos elementos de estos sistemas deben ser revisados, creo que necesitamos con urgencia reivindicar los principios y los valores que dan alma a nuestras democracias. Es desde ellos y con ellos como deberíamos afrontar los retos presentes y como deberíamos ir adelantándonos al futuro. Sometiendo a crítica buena parte de las reglas y procedimientos que articulan nuestros sistemas constitucionales y profundizando en los valores que inspiran su dimensión sustancial. Deberíamos recordar que la democracia, mucho más que un conjunto de reglas y procedimientos, “es una filosofía, una religión, un modo de vida, un estilo de relaciones humanas” (Burdeau, 1985: 514). Como régimen político está atravesada por una ética que se fundamenta en el respeto a la dignidad humana y a los derechos que de ella derivan. Esta ética es la que permite conjugar libertad, igualdad y pluralismo, al tiempo que ofrece los instrumentos que nos ayudan a resolver de manera pacífica los inevitables conflictos que generan esos valores fundamentales1. El mismo demos debe entenderse no como algo armonioso, sino más bien como un proceso plagado de “luchas más o menos conscientes de inclusión y exclusión” (Benhabib, 2005: 153). El reto democrático se halla en la transformación de esos conflictos en oportunidades para avanzar en el más pleno disfrute de los derechos y en la consecución de un orden social justo. Como bien dice Denninger (2007: 36), el conflicto es siempre ambivalente en la medida en que actúa como “pegamento” y como “disolvente” de las relaciones sociales. Lo esencial es encontrar las fórmulas que nos permitan hacerlo “productivo” y convertirlo en oportunidad de progreso. No en vano el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (sentencia Handyside, 15 de noviembre de 1976) ha afirmado que “el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura” son los elementos característicos de una sociedad democrática. La suma de ellos es la que finalmente posibilita una “paz social”
1 No hay que olvidar que en la democracia la regla es el disenso mientras que el consenso es la excepción (Innerarity, 2009 c: 159)
Cartografías de la igualdad
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que siempre será inestable y dinámica. Es la contrapartida inevitable de un régimen de libertades que parte de la consideración de cada individuo como un agente moral capaz de desarrollar con autonomía sus planes de vida2. Por ello, “la democracia siempre es ad-venire, puesto que no sacrifica nunca a la utopía de una transparencia absoluta la opacidad de la fricción y el conflicto. La democracia no goza de un clima atemperado, ni de una luz perpetua y uniforme, pues se nutre de aquella pasión del desencanto que mantiene unidos —en una tensión insoluble— el rigor de la forma y la disponibilidad de acoger «huéspedes inesperados»” (Giner, 1996: 96). Este reto permanente hace que, de acuerdo con Pasquino (2000:67), podamos considerar a la democracia como el más exigente de los regímenes políticos, en cuanto que es un proceso permanentemente abierto, flexible, que debe ir dando respuestas a las exigencias que plantea la dignidad. Ésta, a su vez, es también un horizonte en permanente construcción y reconstrucción. No puede ser entendida como una categoría dogmática, estable y cerrada, como tampoco cabe entender desde esa perspectiva tan simplificadora a los derechos humanos. Estos constituyen más bien “procesos de lucha por la dignidad” (Herrera, 2005b). La historia de los derechos humanos es la historia de las conquistas y de las parcelas de dignidad que el hombre ha ido haciendo suyas. Por lo tanto, no tiene sentido contemplar la democracia, como tampoco los principios básicos del constitucionalismo, como categorías formales y estáticas, sino que más bien deberíamos asumirlas como procesos, como cauces, como herramientas lo suficientemente dúctiles como para permitir su adaptación a la cambiante realidad. De hecho la historia del Estado Constitucional moderno no ha sido sino la historia de un largo y no siempre fácil proceso de conquistas y de avances en técnicas jurídicas protectoras de la libertad y controladoras del poder (De Vega, 1998: 33). Por ello hay implícito en el constitucionalismo moderno un compromiso con
2 “El Estado democrático de Derecho es un régimen menesteroso porque se basa en la libertad y depende del uso que se haga de ella. Ésa es su debilidad y su grandeza” (Torres del Moral, 2006: 221).