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LA RISA PERIODÍSTICA Teoría, metodología e investigación en comunicación satírica

ENRIQUE BORDERÍA ORTIZ FRANCESC A. MARTÍNEZ GALLEGO JOSEP Ll. GÓMEZ MOMPART (Dirs.)

tirant lo b anch Valencia, 2010


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La edición de este libro cuenta con la colaboración del Área de Periodismo del Departamento de Teoría de los Lenguajes y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Valencia.

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ENRIQUE BORDERÍA ORTIZ FRANCESC A. MARTÍNEZ GALLEGO JOSEP LL. GÓMEZ MOMPART

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ÍNDICE Introducción: Humor y sátira, de la prensa a Internet ............................... JOSEP LLUÍS GÓMEZ MOMPART Discurso satírico y discurso político hegemónico: confrontaciones y convergencias. Una periodización ................................................................... FRANCESC-ANDREU MARTÍNEZ GALLEGO Metodología para el estudio de la sátira mediática ................................... JOSEP LLUÍS GÓMEZ MOMPART

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La recepción de las publicaciones satíricas. Estudios de caso en la II República ................................................................................................ ENRIQUE BORDERÍA ORTIZ

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Humor y sátira en la historia de la comunicación valenciana: El caso de La Traca ............................................................................................ ANTONIO LAGUNA PLATERO

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Las «viñetas de Mahoma» en el humor gráfico de la prensa española de referencia ........................................................................................... NATALIA MELÉNDEZ MALAVÉ

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Sátira contra la monarquía hoy. Lo representado contra lo narrado ............. MANUEL BARRERO

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La infosátira televisiva española como género discursivo ........................... JOSÉ LUIS VALHONDO CREGO

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Miradas que dibujan: Viñetas e Iglesia a propósito del debate educativo ...... ADOLFO CARRATALÁ SIMÓN

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Un golpe de risa, la gracia de un golpe. Análisis del golpe de estado del 23 de febrero de 1981 por la revista El Papus .............................................. MARÍA IRANZO CABRERA

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INTRODUCCIÓN: HUMOR Y SÁTIRA, DE LA PRENSA A INTERNET La risa periodística es aquella que ha elaborado la prensa moderna (y por extrapolación cualquier medio o soporte mediático de información y opinión contemporáneo), desde el siglo XVIII hasta la actualidad, bien sea con ilustraciones, viñetas, chistes, caricaturas1 o historietas, con o sin textos de apoyo o con el uso o no de bocadillos en sus personajes, o mediante escenas audiovisuales o digitales. A los autores de este volumen no nos interesa el humor por el humor, como una simple forma de entretenimiento, sino la relación de éste con lo social. Nos importa la producción de humor a través de los medios de comunicación, en tanto que discurso mediático, pero no sólo como tal, sino también como acción social. Nos referimos, por tanto, al humor y particularmente a la sátira en cuanto elaboración discursiva y comunicación social vinculadas al acontecer histórico de una sociedad. Nos centramos pues en el humor periodístico, cuya esencia es informar y opinar del devenir noticioso mediante un lenguaje ingenioso, cómico, provocador, irónico, satírico o sarcástico. Es decir, una manera inteligente de decir —e influir— con dibujos, textos o escenificaciones aquello que los actores sociales disimulan u ocultan escudándose en los indicios no probados o que los protagonistas políticos a menudo niegan pese a ciertas evidencias, incluso cuando los sorprenden in fraganti. En definitiva, nos interesa el humor periodístico como pintura o secuencia sutil o grotesca de la vida cívica y de las costumbres sociales de sus paisanos en cualquier época de la historia contemporánea, dado que la risa periodística ha nacido con la prensa moderna, con el periodismo como expresión y motor de la modernidad2. Aquel periodismo que aspira a

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Un acercamiento temprano español, que abarca someramente desde la antigüedad hasta el siglo XIX en el mundo occidental, se muestra en OCTAVIO PICÓN, J. (1877). Apuntes para la historia de la caricatura. Madrid: Establecimiento Tipográfico, Caños, 1. Sin embargo, para un texto completo sobre el tema, vid. SOLÀ DACHA, L. (2005). La caricatura social y política 1865-2005. Barcelona: Dux, 2005. Una interesante muestra representativa de las ilustraciones de actualidad, con abundantes ejemplos de la risa periodística publicada en la prensa contemporánea francesa, gracias a la colaboración de la Biblioteca Nacional de Francia, es el volumen Les dessins de l’actualité 1886-1986, con prefacio de Jacques Chancel, París: Chêne, 1987. Y para la última centuria española, LÓPEZ RUIZ, J.M (2006). Un siglo


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la libertad y a la crítica y que por ello precisa de un importante grado de independencia de los poderes institucionales y fácticos, así como de una autonomía respecto a la empresa informativa y al gremio profesional. Aquel periodismo donde lo políticamente correcto es puesto en solfa, con humor y con gracia, como prueba de que nadie ni nada está a salvo ni está santificado y mucho menos si representa o contiene una brizna de poder. La aristocracia académica, como síntoma de cierta esclerosis de las ciencias humanas y sociales, es la causa de que la historia de la prensa, desde una perspectiva crítica (rigurosa, con enfoques transdisciplinares, comparativa con el resto de la producción sociocultural nacional e internacional y con análisis científicos) no consolidara esta clase de historiografía —salvo algunas pocas excepciones— hasta el último tercio del siglo XX, sin desmerecer por ello destacadas aportaciones de historias específicas o generales preferentemente de carácter neopositivista. Así, en el supuesto orden de importancia, la literatura periodística debió esperar su turno para ser tomada suficientemente en serio3 y, a tenor de esa supuesta lógica, se ha primado la prensa general (“seria”) frente a la específica (como es el caso del periodismo humorístico), aunque alguna de ésta haya tenido muchísima más difusión e incluso a veces más influencia social4. En el citado orden rancio, la prensa popular en general ha sido una de las grandes olvidadas, como también ha ocurrido a menudo con los periodistas como tal (reporteros e ilustradores o informadores en general), que

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de risas. 100 años de prensa de humor en España, 1901-2000. Madrid: Libris, Asociación de Libreros de Viejo, 2006. Vid. para el caso angloamericano —por otra parte, el más adelantado del mundo— ZELIZER, B. (2004). Taking Journalism Seriously: News and the Academy. LondresThousands Oaks: Sage. Este retraso en los estudios avanzados de historia de la prensa no solamente se ha dado en España, donde los pocos períodos democráticos del siglo XX podrían explicar la tardanza de este ámbito de estudio y conocimiento, sino que en otros países, como es el caso de Francia, con libertad y en democracia reputadas y con un buen desarrollo de la investigación en ciencias sociales y humanas, los estudios sobre periodismo también han padecido esa postergación. En la introducción de la obra colectiva (1991). Histoire et médias: journalisme et journalistes français (19501990). París: Albin Michel, el director de la misma, Marc Martin, señalaba que “la historia y la sociología de la comunicación han estado largo tiempo ignoradas en nuestro país” (p. 11). Y en cuanto a los periodistas, Nicolas Pélissier en su excelente trabajo de compilación crítica (2008) Journalisme: avis de recherches. La production scientifique française dans son contexte international. Bruselas: Bruylant, escribe: “En términos de interés científico suscitado, los periodistas figuran al final de la cadena” (p. 198).


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han sido relegados frente a los columnistas (políticos o escritores) en la historia del periodismo moderno. Ese tipo de postergación es la que ha sufrido la prensa satírica o humorística que, después de más de dos siglos de trayectoria destacada en la Europa occidental, apenas cuenta en muchos países —si excluimos parcialmente Inglaterra y Francia— con estudios avanzados de calidad. Pese a ser una paradoja contradictoria, el caso es que muchos historiadores contemporáneos han echado mano de manera casi continuada de escritos de actores sociales o políticos publicados en la prensa, sin apenas abordar a ésta como institución o producto de primera magnitud sociocultural. Y todavía llama más la atención que buena parte de la historiografía política contemporánea haya descuidado la risa periodística de las publicaciones específicas y emblemáticas masivas, que han sido consumidas preferentemente por las clases populares (según qué épocas y países, relativamente iletradas), a pesar de que con ellas éstas han obtenido cierta alfabetización, momentos de goce liberador y argumentos de acción social. No obstante, la importancia del enfoque satírico en relación con la comunicación política ha atraído la atención en la última década de diversos investigadores internacionales5. El libro que aquí presentamos se abre con un sugerente artículo de Francesc A. Martínez Gallego, en el que modestamente dice plantearse una periodización tentativa de la prensa periódica satírica española en relación con el discurso político dominante en cada momento. Debemos agradecerle ese nada fácil reto, puesto que la periodización comunicativa entraña unas dificultades especiales, tal y como hemos explicado en otro lugar6. Su propuesta de establecimiento de períodos permitirá a los investigadores contextualizar en términos de historia de la comunicación social cómo abordar el estudio de una publicación satírica española de manera diacrónica y sincrónica. Porque la periodización implica coligar ambos planos espacio-tem-

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Vid. PALETZ, D. (1999). The Media in American Politics. Contents and Consequences. Nueva York: Longman; LAMB, C. (2004). Drawn to Extremes: The Use and Abuse of Editorial Cartoons. Nueva York: Columbia University Press; JONES, J. (2005). Entertaining Politics. New Political Televisión and Civic Culture. Nueva York: Rowman and Littlefield; o, SHIFTMAN, L. (2007). “Humor in the age of digital reproduction: Continuity and change in the Internet-based comix texts”, International Journal of Communication, nº 1, pp. 187-209. GÓMEZ MOMPART, J.L. (2008). “Historia de la comunicación e historia del periodismo: enfoques teóricos y metodologías para la investigación”, en Manuel MARTÍNEZ NICOLÁS, M. (coord.): Para investigar la comunicación. Propuestas teórico-metodológicas. Madrid: Tecnos, pp. 120-124 (“Pautas de acotación mediáticas y criterios de periodización propios”).


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porales. El acierto de la propuesta de Martínez Gallego muestra, en el plano diacrónico, algunos hechos destacables y los pertinentes acontecimientos y, en el plano sincrónico, los relatos entre categorías diferentes tales como algunos hechos que coinciden con aspectos significativos. Ese primer texto de periodización se complementa a continuación con una aproximación teórica al método, firmada por quien esto escribe, donde se considera a los principales autores internacionales que se han planteado —en diversas variantes socioculturales— la sátira mediática. Pero el eje inspirador de la teorización metodológica aquí presentada, que en absoluto se conforma con una(s) técnica(s) de investigación, es completamente deudor de las reflexiones de Francesc A. Martínez Gallego y de ciertos enfoques de metodología que este investigador ha utilizado en algunos de sus trabajos individuales o colectivos de historia integral de la prensa. Asimismo, otros de los trabajos recogidos en este volumen aluden a éste u otro método, aunque —dado que se tratan de investigaciones empíricas— lo que sobresale son sus técnicas aplicadas, cuyo conjunto hace de esta obra un compendio útil en los tres planos de la ciencia: teoría, metodología e investigación. Volviendo al artículo de periodización de Martínez Gallego, cabe destacar también que deja entreabiertas algunas puertas para ricas aproximaciones histórico-conceptuales para el caso español. Aquí queremos tan sólo introducirnos por una de esas aberturas ya que en algún congreso de historia de la comunicación el asunto se ha planteado como interrogante. ¿Por qué, a las puertas de la democracia recuperada, los nuevos proyectos periodísticos casi nunca se inspiraron en la mejor tradición republicana española? Esta cuestión de la no recuperación del legado periodístico español republicano tras las cuatro décadas de franquismo —aún no estudiada suficientemente— sólo se entrevé en el texto de Martínez Gallego dado que no menciona publicaciones que tomaran en consideración otras de nuestro pasado. Sorprende, por tanto, que al recuperarse las libertades tras la muerte del dictador Franco, las nuevas publicaciones humorísticas —salvo contadísimas excepciones (por ejemplo, El be negre en Cataluña que sacó apenas unos números, retomando el título histórico del semanario satírico de 1931-36, pero con el añadido en el logo de “amb potes rosses”)— no tomaran como modelo nuestra magnífica y rica experiencia anterior a la guerra. Ese supuesto olvido de la propia tradición resultó durante casi medio siglo un gran desconocimiento por parte de las nuevas generaciones de la historia del periodismo y de los profesionales más relevantes de la etapa republicana y no sólo de las corrientes humorísticas. Como sabemos, el franquismo desplegó toda su capacidad represiva para borrar la memoria


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republicana. Asimismo, la Escuela Oficial de Periodismo e igualmente las secciones de la Iglesia católica, dependiendo en diversas ciudades de los obispados respectivos, también silenciaron nuestra tradición periodística salvo la reaccionaria de algunas familias del Régimen. En cuanto a las tres primeras facultades de Ciencias de la Información, que con los años han jugado un papel bien distinto, no aparecieron hasta el curso 1971-72. Pero conviene recordar que, salvo la de la Autónoma de Barcelona, que contó con un profesorado inicial en general progresista, la de la Complutense de Madrid se nutrió en parte de ex falangistas, clérigos y militares, mientras que la de Navarra ha estado siempre bajo la ortodoxia del Opus Dei. Así pues, esa larga ocultación premeditada y cómplice con la dictadura explica la ignorancia que en buena medida tenían los jóvenes periodistas y dibujantes inquietos y progresistas del final del franquismo. Muy probablemente por eso éstos buscaron sus referentes profesionales a menudo en algunas cabeceras emblemáticas europeas —que les parecían “modernas o muy actuales”, aspectos ciertos por otra parte— y no en las publicaciones más significativas republicanas españolas. Para el caso que nos ocupa, algunos ejemplos resultan elocuentes. Los dos primeros pertenecen al tardofranquismo y son publicaciones editadas en Madrid y Barcelona, respectivamente. Cronológicamente la primera pretendía romper con la vetusta La Codorniz aunque partió de una escisión de la misma; fue Hermano Lobo (1972-1976)7, la cual —al menos en algún aspecto formal— pareció inspirarse —aún salvando las distancias— en la revista izquierdista francesa Charlie Hebdo8, mientras que la segunda, El Papus (1973-1987) fue una mezcla populista y a la española de las francesas

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Vid. LEJÁRRAGA A.G. (1999) (ed.). Lo mejor de Hermano Lobo, semanario de humor dentro de lo que cabe. Madrid: Temas de Hoy. FONTES, I. y MENÉNDEZ, M.A. (2004). El parlamento de papel. Las revistas españolas en la transición democrática. Madrid: APM, tomo I, 2004, consideran que esa supuesta similitud entre Hermano Lobo y Charlie Hebdo “es un lugar común” pero incierto, dado que consideran que la publicación española sólo fue “una estilización de La Codorniz, matriz de la que, al fin y a cabo, salió el equipo animador de Hermano Lobo”. Sin embargo, resulta paradójico que estos autores titulen su apartado a dicha revista así: “Hermano Lobo, el humor español del sesentayochismo”, poniéndose de manifiesto una evidente contradicción; porque una cosa era el talante del equipo directivo, Chumy Chúmez y Summers, y otra muy distinta algunos de sus colaboradores más emblemáticos, los dibujantes Gila, Perich, Forges u Ops y los escritores Luis Carandell, Manuel Vázquez Montalbán, Manuel Vicent o Carlo Frabetti. Independientemente de esta discrepancia, es bien interesante el capítulo 6 (“El humor como arma de intervención en la realidad: de La Codorniz a Por Favor


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Hara Kiri y Charlie Hebdo. El tercer ejemplo fue Por Favor (1974-1978)9, de Barcelona, que parecía emular parcialmente a la inglesa Punch. El último ejemplo que queremos mencionar surge en Cornellá de Llobregat (Barcelona) ya en el período de la democracia plena; es el caso de El Triangle (desde 1990), revista que no parece tampoco haber bebido de la valiosa experiencia catalana republicana, sino que ha imitado —más el sentido que no su morfología— al renovado semanario irónico de periodismo de investigación francés Le Canard enchaîné. El tercer artículo de este volumen, de Enrique Bordería, está emparentado con los dos primeros, y cierra el círculo del conjunto de proposiciones teórico-metodológicas iniciales, precisamente con su aplicación en sendas publicaciones satíricas significativas de una misma época, pero ideológicamente contrapuestas y comunicativamente enfrentadas: la izquierdista La Traca y la derechista Gracia y Justicia. Los autores de los tres textos citados (Martínez Gallego, Gómez Mompart y Bordería Ortiz) forman parte de un equipo de investigación que, desde hace unos años, viene trabajando colectivamente en el campo de la historia de la comunicación y del periodismo en la Universidad de Valencia; y, en concreto, sobre la comunicación satírica (o risa periodística) en la España contemporánea. Antonio Laguna Platero, durante muchos años destacado profesor en varias universidades valencianas y relevante investigador de la historia de la comunicación sobre todo de esa comunidad, aporta a este volumen una buena síntesis del transcurrir de la prensa satírica española, con especiales referencias a la rica prensa valenciana de humor político. Su gran conocimiento del tema ilustra y completa con más ejemplos, por un lado, la periodización que aquí mismo desarrolla Martínez Gallego y, por otro, enriquece de manera bien documentada la historia de la sobresaliente La Traca, analizada aquí también en el texto de Bordería Ortiz. A propósito de ésta, Laguna Platero, probablemente su mejor conocedor y especialista, se refiere a esa publicación de masas (en el más amplio sentido del término) a lo largo de toda su larga y accidentada vida y lo hace con una demostración de cómo

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y Muchas Gracias”, pp. 501-601) que estos mismos autores dedican en ese valioso texto a las revistas satíricas españolas de la época. En cuanto a las revistas catalanas, puede consultarse el librito de ROGLAN, J. (1996). Revistes d’humor a Catalunya, 1972-1992. Barcelona: Col·legi de Periodistes / Diputació de Barcelona. Vid. la recopilación de CLARET, J. (2000) (ed.). Por favor: una historia de la transición. Barcelona: Crítica.


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se aborda una historia integral de la prensa desde un enfoque riguroso de historia avanzada al combinar lo socio-cultural con lo político-económico. Salvo unas notables excepciones10 —además de los historiadores aquí mencionados—, en nuestro país, el tema de la risa periodística no ha merecido igual atención por parte de los investigadores de la historia renovada o avanzada que la que le han dispensado algunos de sus colegas homólogos en Francia, Inglaterra o Alemania. Sin embargo, en los últimos años algunas tesis doctorales han abordado de manera teórica o aplicada el tema, como son las investigaciones de Rosa M. García Quirós11, M. Rosa Pinto Lobo12, Luis Muñiz Hernández13, Juan Antonio Azpilicueta14 y José Antonio Llera Ruiz15, o el caso de dos de los autores que presentan textos en este mismo volumen, Natalia Meléndez16 y José Luis Valhondo17, aunque en la mayoría de los casos no son estudios históricos propiamente. De todos modos, cabe recordar que ya hace años que algunos aficionados al humor periodístico español han editado alguna panorámica histórica o alguna monografía de

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Vid. BOZAL, V. (1979). La Ilustración gráfica del siglo XIX en España. Madrid: Alberto Corazón, o ELORZA, A. (1988). Luis Bagaría y la política. Barcelona: Anthropos, y, posteriormente, el nº 7 de la revista Cuadernos de Información y Comunicación, dedicado a “La comunicación del humor”, 2002, o similarmente el dossier “Humor et médias. Définitions, genres et cultures”, en el que participan tres investigadores españoles y publicado en el nº 10 (2006) de Questions de communication; GONZÁLEZ-GRANO DE ORO, E. (2004). La otra generación del 27. El humor nuevo español y La Codorniz primera. Madrid: Polifemo; y SEGADO, F. (2007) (ed.): Cincuenta años de humor gráfico en España. Madrid: Universidad Complutense. GARCÍA QUIRÓS, R.M. (1988). El humorismo gráfico en Asturias (1874-1939), tesis doctoral inédita, Oviedo: Universidad de Oviedo. PINTO LOBO, M.R. (1991). La influencia del humor en el proceso de la comunicación. Tesis doctoral inédita, Madrid: Universidad Complutense. MUÑIZ HERNÁNDEZ, L. (1997). El sentido del humor y la comunicación: diálogo y comprensión. Tesis doctoral inédita, Madrid: Universidad Complutense. AZPILICUETA ALBIZU, J.A. (1999). La tira humorística de prensa. Análisis de una serie de 250 tiras de publicación semanal. Tesis doctoral inédita, Bilbao: Universidad del País Vasco. LLERA RUIZ, J.A. (2000). Sátira y humorismo: El caso de La Codorniz (1956-1965). Tesis doctoral, Universidad de Extremadura, publicada en 2003 con el título El humor verbal y visual de La Codorniz. Madrid: CSIC. MELÉNDEZ MALAVÉ, N (2005). El humor gráfico en el diario El País durante la transición política española (1976-1978). Tesis doctoral inédita, Málaga: Universidad de Málaga. VALHONDO CREGO, J.L. (2008). Infosátira televisiva y democratización de la esfera pública. Tesis doctoral inédita, Madrid: Universidad Rey Juan Carlos.


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unas pocas publicaciones de esta índole, aunque por lo general de carácter descriptivo y anecdótico18. En los últimos tres siglos, como explica el texto de Francesc A. Martínez Gallego, las tradiciones humorísticas de la prensa han ido variando, emparentadas con las corrientes hegemónicas estéticas y de pensamiento sociopolítico. Sin embargo, con la consolidación de la denominada sociedad de cultura y comunicación de masas, la lógica de ésta generó una nueva dinámica que, al menos en los países o períodos democráticos, podemos considerar como cierta recuperación del protagonismo hedonista de las colectividades con algunos rasgos similares a los de la gran risa como estudió Mijail Bajtin. En la medida que la risa periodística progresista del último siglo no sólo in(forma), sino que ha tenido la pretensión de formar —o reforzar— la opinión libre y, en consecuencia solicitar la complicidad del receptor consciente, ha buscado cerrar el círculo del proceso comunicativo, al precisar de la (re)creación por parte de un público reflexivo para que la intención del emisor cobrara plenamente su razón de ser y su valor de uso. Para que se transformara de algún modo en acción comunicativa y, en buena medida, en acción social. En ese sentido, buena parte de la risa periodística no reaccionaria, libre y en libertad de la época de la comunicación de masas ha pretendido —en ocasiones sin ser plenamente consciente— reencarnar la gran risa carnavalesca medieval, aquella que se constituía colectivamente. Tal vez los dos casos más claros españoles de la segunda mitad del siglo XX con esa orientación del reír colectivo de todos y de todo sean la ya desaparecida El Papus y El Jueves, dado que se trata de dos publicaciones satíricas libres, autónomas y progresistas, abiertamente comprometidas con la democracia cívica y de denuncia descarnada de la política. Muy probablemente la primera fue más imaginativa y atrevida, dado que surgió en 1973 y tuvo que lidiar con el final del franquismo y desafiar los difíciles años de la transición a la democracia, donde ésta estuvo a menudo amenazada por los inapagables rescoldos de la dictadura franquista, tanto de rutinas institucionales anquilosadas y del franquismo sociológico, como de funcionarios,

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CARABIAS, J. (1973). El humor en la prensa española. Madrid: Ediciones Castilla; TUBAU, I. (1987). El humor gráfico en la prensa del franquismo. Barcelona: Mitre; LÓPEZ RUIZ, J.M. (1995). La vida alegre. Historia de las revistas humorísticas, festivas y satíricas publicadas en la Villa y Corte de Madrid. Madrid: Compañía Literaria; CONDE MARTÍN, L. (2005). El humor gráfico en España. La distorsión intencional. Madrid: Asociación de la Prensa de Madrid.


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organizaciones y personajes autoritarios o violentos y nacionalcatólicos hasta las cachas. Prueba terrible de ello fue el atentado terrorista de bomba de 1977 contra El Papus que ocasionó la muerte del conserje de esta publicación, muestra de la coyuntura que vivía el país o el golpe del 23 de febrero de 1981, colofón de la escalada ultrarreaccionaria todavía un lustro después de la muerte de Franco. Precisamente de cómo trató ese golpe la revista El Papus se ocupa el último artículo de este volumen, a cargo de María Iranzo. A través de su análisis se comprueba cómo un hecho político-militar de esa envergadura es abordado con una sátira plural que cuestiona a casi todo y a todos, bien sean instituciones, políticos y ciudadanos. A modo de carnaval siniestro, ese Papus concita colectivamente al conjunto institucional y ciudadano para atribuir las correspondientes complicidades y responsabilidades mediante unos productos satíricos de fiesta crítica y ácida que van de la ironía al sarcasmo. En las últimas décadas, algunos programas de televisión de abierta sátira política no retrógrada también parecen apostar por esa risa colectiva, aunque las diferentes emisiones se lo hayan planteado, según las etapas de la televisión, de manera más relajada o más espectacular. Pensemos en la fina ironía pero tremendamente desmitificadora de Yes Minister o Yes Prime Minister de los primeros años ochenta del siglo pasado en la BBC, o en la década siguiente en Las noticias del Guiñol o El Guiñol de Canal Plus (posteriormente Los Guiñoles de Cuatro)19 o en las emisiones de Caiga Quien Caiga de Telecinco; y, ya en este siglo, en Polònia de TV3 o El Intermedio de la Sexta. Sin embargo, entre unos y otros hay diferencias. Mientras que en los programas citados de la BBC o TV3 su acción comunicativa pudo o podría generar una acción social democratizadora crítica de la política, en los casos citados de Canal Plus y Telecinco esa sintonía causa-efecto es sobre todo aparente en diversos aspectos, como bien muestra la sutil investigación que expone José Luís Valhondo en su artículo sobre la infosátira. A través de su depurado estudio se evidencia que aún reconociendo ciertas o hipotéticas bondades de algunos programas, a veces éstos no alcanzan objetivos cívico-

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Una reciente tesis doctoral (CARPIO GARCÍA, J.A. (2009). El humor en los medios de comunicación. Estudio de Los Guiñoles y sus efectos en las opiniones políticas, Universidad Pontificia de Salamanca, 2009) se plantea empíricamente la capacidad de influencia política de ese programa, dentro del late-night comedy show Noche Hache de la cadena Cuatro, a partir de las marionetas de Zapatero y Rajoy.


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políticos como inicialmente pudiera pensarse, a causa de diversos inconvenientes, tal como explica Valhondo. Así, el supuesto logro sociopolítico de la sátira mediática contemporánea no descansa tanto en los momentos de producción y emisión, ni tampoco exclusivamente en la supuesta intencionalidad, como en el proceso de apropiación que algunos ciudadanos —informados e interesados por la política a través de otros medios y en contraste con su experiencia ciudadana— hacen de manera simultánea o posteriormente del contenido humorístico en su praxis cotidiana. Parafraseando a Jesús Martín Barbero, en el tránsito de los medios a las mediaciones; en el transcurso de su recreación y posterior determinación de compromiso cívico y actuación social. De aquí que la euforia que en los últimos años despiertan algunas páginas web satíricas de aparente corte libertario, en las que la interactividad y la creación colaborativa convierten potencialmente a quienes intervienen en actantes del hacer y de la reacción humorística, haya que relativizarla. Un entusiasmo que puede validarse o no con investigaciones como las aquí expuestas. Porque la participación virtual no supone per se intervención social; o dicho con otras palabras, estar involucrado en un proceso mediático no implica automáticamente que la acción comunicativa se vaya necesariamente a transformar en acción social. A este respecto, resultan interesantes otras dos investigaciones presentes en este volumen, dado que son análisis centrados en dos temas con el común denominador de las creencias, las actitudes cívicas y los comportamientos democráticos. En consecuencia son cuestiones que están estrechamente relacionadas, por un lado, con los límites (si es que debe haberlos) de la libertad de expresión y, por otro, con la educación en una sociedad abierta y desarrollada. Y en qué medida las acciones comunicativas son y/o buscan acción social. Natalia Meléndez aborda las repercusiones de las viñetas danesas de Mahoma tanto entre dibujantes españoles, a través de los medios, como entre la ciudadanía mediatizada. Y, por su parte, Adolfo Carratalá contrapone dos discursos mediáticos: el de las ilustraciones irónicas de un diario liberal frente a los textos casi apocalípticos de diarios integristas a propósito de la asignatura Educación para la ciudadanía. En ambos casos queda patente no sólo que el humor ilustrado es un instrumento que suele tener un impacto más general y transversal que los textos, sino también que puede provocar más rápidamente polémica y que a menudo puede desenmascarar más fácilmente la retórica del poder y de la demagogia, aún siendo en ocasiones también poder e incluso emplear asimismo la demagogia. Así las cosas, llama la atención que aún habiendo


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sido estudiado abundantemente el humor desde la perspectiva literaria o lingüística a escala internacional desde hace mucho tiempo, mediáticamente sus estudios —cuanto menos a un nivel y profundidad parecidos a los filológicos— son aún insuficientes y relativamente recientes. La digitalización de gran número de publicaciones satírico-humorísticas y su accesibilidad directa a través de la red, así como la existencia de algunos web específicos —como es el caso español de “Tebeoesfera” de Manuel Barrero20— pueden facilitar la tarea de los estudiosos. De todos modos, confiamos en que este libro pueda contribuir modestamente a que otros investigadores, como los que aquí presentan sus trabajos, se animen en un futuro cercano a trabajar en líneas parecidas. Y no sólo por el interés que los campos y temas aquí tratados puedan suscitar, sino por dos razones plausibles. Porque su estudio puede y debe vincular acción comunicativa con acción social en estos momentos de crisis de legitimidad de las democracias consolidadas, contribuyendo de alguna manera a recuperar el interés público por lo político a través de la crítica gozosa de la política y de la acción social divertida; y también porque los jóvenes comunicólogos que suelen aborrecer la prensa de información general, no sólo por su soporte en papel frente a lo digital sino también por su talante envarado y su estilo monocorde, puedan entusiasmarse aunque sea moderadamente con el periodismo satírico de calidad (a través de cualquier medio o soporte) gracias a sus cualidades y posibilidades implícitas y sus potencialidades sociales. Y por si no fuera suficiente, porque investigar la risa periodística siempre proporciona sonrisas cuando no carcajadas.

JOSEP LLUÍS GÓMEZ MOMPART Catedrático de Periodismo Universidad de Valencia

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Vid. Manuel BARRERO: “Humor gráfico en la prensa española del siglo XXI”, en Tebeoesfera (revista electrónica de estudio de la caricatura, el humor gráfico, la historieta y medios anejos): http://www.tebeoesfera.com/Seccion/NSST/06/HumorGrafico.htm.



DISCURSO SATÍRICO Y DISCURSO POLÍTICO HEGEMÓNICO: CONFRONTACIONES Y CONVERGENCIAS. UNA PERIODIZACIÓN1 FRANCESC-ANDREU MARTÍNEZ GALLEGO Universitat de València

Periodizar la risa La presente aportación pretende establecer una periodización tentativa de la prensa periódica satírica española en relación con el discurso político dominante en cada momento. El estudio abarca la época contemporánea, desde la revolución liberal-burguesa hasta el final de la dictadura franquista2. El punto de partida no es aleatorio. Por una parte, la crítica literaria ha señalado que la “vida civil” es la referencia dominante en la literatura “surgida al amparo institucional de la vida pública burguesa que se manifiesta en lugares de reunión como cafés, tertulias, paseos, etc., constituidos en instituciones ideológicas”. Se trata de esas décadas finales del siglo XVIII en las que es precisamente la prensa una de los mejores exponentes de esa referencia cultural que es la “vida civil” en tanto que ideal o proyecto3. Por otro lado, será en el siglo XVIII, al amparo del tropo de la “vida civil” y de sus cuadros costumbristas críticos con respecto a los privilegios del Antiguo Régimen, cuando surja no sólo el Duende Crítico —el periódico que para muchos, tal vez de manera un tanto exagerada, inaugura la historia de la prensa satírica española—, sino también una amplia panoplia

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El presente trabajo se inscribe en el proyecto I+D+i “La risa valenciana o la saga del doctor Cudol. Les publicacions periòdiques d’humor a la Comunitat Valenciana (1810-2006)”, con el código GV/2007/069, financiado por la Generalitat Valenciana. Aunque nuestro proyecto de investigación se centra en las publicaciones satíricas y humorísticas valencianas, nos ha parecido pertinente abrir el campo en el presente trabajo a la totalidad de la prensa española, por cuando de lo que se trata es de cotejar publicaciones con el fin de establecer una periodización. ESCOBAR, J. (1996): “Costumbrismo entre Romanticismo y Realismo”, en Del Romanticismo al Realismo. Barcelona, Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX, en http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras.


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Francesc-Andreu Martínez Gallego

de obras cómicas —teatrales, narrativas— que, bajo la faz de la risa, pretenden constituirse en “pintura exacta de la vida civil y de las costumbres españolas”4. En los prolegómenos de la revolución liberal-burguesa, la risa se altera porque ha de servir para convertirse en conciencia de la emergente clase media. Y, cuando esa clase media asalta el poder, surge el Romanticismo como experiencia dolorosa de la modernidad. Es decir como un movimiento que, a la vez, y de manera contradictoria —porque ama la contradicción— empuja unas veces y pretende resistirse otras a la gran transformación social que está en marcha. José Escobar entiende el Romanticismo como una insatisfacción producida por las consecuencias de la revolución burguesa y en gran medida tiene razón. No se trata siempre de una insatisfacción absoluta. Se trata de que los proyectos iniciales se ven a veces defraudados: porque la revolución no llega o porque se pasa. Es difícil decir que el proyecto de Francisco Martínez de la Rosa quedó defraudado —fue autor del Estatuto Real, fue campeón del moderantismo político, fue un persistente político siempre en los derredores del poder, con pocas salvedades—, pero bien se podrían encontrar chanzas en las que el autor considera que la revolución sobrepasa sus iniciales previsiones. Y, al revés, es fácil hallar un epigrama en el periódico Guindilla (Madrid, 1842) en el que la risa se mezcla con la decepción de ver la revolución detenida cuando se la quiere democrática y hasta republicana. La risa romántica es, pues, una expresión rupturista que funda la modernidad, aunque no desde los presupuestos neoclásicos, tan firmes en su trazo como en sus equilibrios, propuestos por la Ilustración. La risa romántica hace que la Ilustración se tambalee. Lo observó Bajtin, cuando escribió que en el arranque del romanticismo “se produce una resurrección del grotesco”, aunque no con el sentido que la risa del “realismo grotesco” —vinculado al carnaval, a la risa franca y estentórea, a la risa corporal y sensual, a la inversión de valores— tuvo para las clases populares durante la Edad Media. Durante el romanticismo el humor servirá “para expresar una visión del

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El Duende Crítico de Madrid (1735) consiguió construir una tradición “duendística” en la que se sitúa, por ejemplo, el ilustrado Duende Especulativo sobre la Vida Civil (1761), periódico que abre la veda del periodismo crítico en la que se instalaran periódicos como El Pensador o El Censor. Véase LLERA RUIZ, J.A. (2003). “Una historia abreviada de la prensa satírica en España. Desde El Duende Crítico de Madrid hasta Gedeón”, en Estudios sobre el Mensaje Periodístico, núm. 9, Madrid,, pp. 203-214. También SÁIZ, Mª D. (1983). Historia del periodismo en España, I. Los orígenes. El siglo XVIII. Madrid: Alianza, pp. 139-152 y 183-202.


Discurso satírico y discurso político hegemónico: confrontaciones y convergencias

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mundo subjetiva e individual. Lo grotesco romántico supuso “una reacción contra los cánones clásicos del siglo XVIII, responsables de las tendencias de una seriedad unilateral y limitada: racionalismo sentencioso y estrecho, autoritarismo estatal y lógica formal, aspiración a lo perfecto, completo y unívoco, didactismo y utilitarismo de los filósofos iluministas, optimismo ingenuo o banal, etc. El romanticismo grotesco rechazó todo eso y se apoyó sobre todo en las tradiciones del Renacimiento, especialmente en Shakespeare y Cervantes, que fueron re-descubiertos”5. Había que ubicar el arranque. Separarlo nítidamente de los siglos que mataron a la risa carnavalesca.6 Situarlo en el momento de nacimiento de una risa que, inspirada en la gran tradición de la risa carnavalesca —la gran risa—, obviaba uno de sus componentes mayores —su constitución colectiva—, para realizar una relectura contemporánea en la que la sátira ya no era esa mezcla de escatología y sexo del sátiro, sino la acerada pluma del satírico dirigida contra el político o contra lo existente7. Los ensayos de periodización, en historia, son al menos dos cosas. De un lado, un proceso empírico que delinea el historiador para establecer territorios acotados sobre los que ejercer el análisis que su oficio establece. Y, de otro lado, y más importante, “la periodización es indispensable para toda forma de comprensión histórica” porque nos remite al cambio, al producido por acumulación o al sobrevenido bruscamente y de forma cualitativa a partir de la modificación abrupta de las formas de producción (ya sean económicas o comunicativas)8. Pretendemos establecer una periodización que vincule el periodismo satírico con el discurso político hegemónico. Lo que el Romanticismo heredó de la Ilustración fue esa especie de permanente tentativa de cambio que, 5

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BAJTIN, M. (1995). La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Madrid: Alianza, p. 39. Cabe recordar aquí el argumento de Burke: “A finales del siglo XVI y comienzos del XVII, se produjo un intento sistemático liderado por miembros de la élite —especialmente del clero, tanto católico como protestante—, dirigido a reformar la cultura del pueblo común. Esta reforma tenía claros precedentes medievales, aunque fue mucho más efectiva en el período moderno debido a que las comunicaciones —desde los caminos hasta los libros— eran mucho mejores que en tiempos anteriores”. BURKE, P. (1991). La cultura popular en la Europa moderna. Madrid: Alianza, p. 331 La metodología de la que nos valemos para establecer la periodización se puede seguir en nuestra aportación “Metodología para el estudio de la sátira mediática”. LE GOFF, J. (2005). Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso. Barcelona: Paidós, pp. 48-49.


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