Maldita democratización de los
SISTEMAS PRODUCTIVOS CULTURALES En los tiempos de los flujos interminables de información, de las plataformas virtuales, de la web y de un aumento en el acceso a la tecnología, parecieran superados los obstáculos para crear y divulgar la producción cultural. Lo que llamamos democratización de los medios de producción cultural, es este fenómeno que desdibuja cada vez más, la idea de que existen solo unos cuantos “elegidos” para hacer arte y cultura. Se siente en el aire, y se manifiesta en muchos discursos, que todos somos creadores y tenemos a nuestro alcance las herramientas para hacer oír nuestra voz. Sin embargo, así como celebramos esta democratización, de alguna manera la maldecimos. Hacemos una fiesta a su alrededor, porque la entendemos como una victoria; por muchos tiempo generaciones enteras se enfrentaron a limitaciones en cuanto al acceso a los medios de producción y divulgación. En la actualidad, el acceso deja de ser la preocupación imperante. Se diversifican las perspectivas y las propuestas, así como se hace posible el alcance global. Pero, nos preguntamos ¿en qué medida esta sobreoferta cultural nos ciega y ensordece? ¿Hasta qué punto la facilidad nos adormece? Por esto la cuestionamos y la maldecimos. No porque pensemos que la producción cultural deba ser un lujo que solo pocos puedan darse, ni porque pensemos como válidos los filtros académicos y curatoriales que pretenden definir qué es cultura y qué es arte. La cuestionamos porque puede convertirse en una trampa. El gran ruido que producen todas las voces gritando a la vez se convierte en el telón de fondo para que las mismas propuestas impulsadas por la maquinaria publicitaria unifiquen la visión generalizada que tenemos de la cultura. Nos preguntamos por las estrategias para lograr visibilidad de quienes se dedican a la producción cultural, en un mundo lleno de ofertas y distracciones. Muchos buscan una respuesta en la unión, en el trabajo colaborativo y en el intercambio. Algunos se desnudan, otros gritan muy fuerte. También hay quienes se convierten en gestores culturales además de autores. Por esto nos preguntamos, sobre los contenidos y si la situación actual los afecta de alguna manera. Tal vez hemos heredado un impulso, una necesidad de comunicar, compartir, mostrar. Buscamos tener acceso material a las herramientas técnicas que faciliten la creación, pero en la celebración de esta victoria, regresamos a los espacios conquistados, y olvidamos, quizás, qué queremos decir y para qué.
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Música
(IN) VISIBLE Por Juan José Peña
Es un problema ser invisible en las artes. Empezando la carrera de música nos reíamos con unos compañeros diciendo que no veíamos la hora de que se acabara el anonimato que nos estaba matando. Es duro. En el caso de la música hay una competencia fuerte y a veces turbia cuando llega el momento de tratar de figurar en los medios tradicionales o de engranar dentro de la cadena de producción de la industria. La lucha por ser visible nunca termina, en cualquier punto de una carrera musical siempre se van a tener que diseñar estrategias para comunicarse con el público. He conocido casos de gente que se vincula con el gobierno y se hacen embajadores de ciertas minorías, otros hacen alianzas con marcas y obtienen beneficios a cambio, otros fortalecen sus canales virtuales y se comunican directamente con los seguidores, y otros simplemente pagan por aparecer en los medios. Lograr ser visible depende de algo más que talento y buena aceptación de los amigos. Es una gestión que se tiene que realizar tan juiciosamente como se realiza el trabajo artístico, y ahí está la falla de muchos de nosotros. La idea del músico que tiene toda una serie de profesionales trabajando para hacer su obra visible y sostenible está cada vez más reservada para unos pocos y mientras tanto, estamos sobrepoblados de productos musicales que se quedan estancados en unos nichos aislados y no trascienden. La industria musical actual nos obliga a pensar más como empresarios. Esto implica no solamente pensar en la producción artística sino en cómo conformar equipos de trabajo que nos ayuden a diseñar e implementar estrategias para alcanzar al oyente. Se trata de asociarse para vencer el reto de los nuevos sistemas de comunicación: nunca habíamos tenido que ser tan recursivos para hacer nuestra música sostenible y a la vez, nunca hemos tenido tantas herramientas para lograrlo.
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– Eh, cuánto llevamos acá dando vueltas. Yo ya no veo a nadie de la gente que estaba… – Parece que nadie ha durado. – Pero usted y yo llegamos casi al tiempo, ¿no? – Creo que sí. Si no, igual ya nos habíamos cruzado. ¿Cuál es su onda? – Es como medio folc, medio avantgard… – ¿Noise? – No, no… Pues algo sí, pero… – Bacano. – ¿Y usted? – Más una movida de barrio. – ¿Ah, sí? ¿Qué hacen? – Uf. De todo. – “De todo”, cómo así. Multimedia o qué. – No. De todo un poco. Bueno, sí, también multimedia. – Pero en un barrio cómo hacen. Habrá gente que haya estudiado, o no… – No. Nadie. – ¿Cómo? Y entonces… ¿Cómo hacen? – No, pues probando, cacharreando. Ahí van saliendo ideas y vainas. – Pero pues tienen un sitio… – No, no. Fijo, no. Vamos cambiando. Dependiendo. A veces en las casas, nos vamos rotando. Bueno, y también hay gente que trabaja sola. – ¿Y la plata? ¿Los materiales? – En principio trabajamos con lo que tenemos. Lo otro ya se va viendo, pero primero resolver con lo que hay. – Muy agreste así. Yo no podría. ¿O sea que usted trae ahí varios proyectos? – Sí. ¿Usted no? – No. Uno nomás. Pero profesional. Ustedes no se dedican a esto, ¿no? – ¡Qué va! En los ratos libres y ya. – Claro. Amateur. – Pues… – Ya. No, es que como ahora cualquiera… – Nosotros igual… – No sé, a mí sí me parece que habría que distinguir. – ¿Distinguir qué?
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– Pues eso. Si la vuelta es profesional o aficionada. – Ah, pero eso… – La gente debería saber. Si no, ¿Pa´ qué tanto esforzarse en aprender, en prepararse? Si a la final todo el mundo termina siendo artista. – Bueno, pero se nota, ¿no? Si es profesional, sacará diferencia. – Igual. No deberían revolverse. Con razón se demora tanto, entre cuánta basura no andaremos… – Va a tocar ir a manguear un rato. ¿Vamos? – Meh, yo así no juego. – Bueno, yo voy a ver qué. Suerte ahí. – Bah. _____________________________________ No, no, no, no, no, a ver… Mira: no es que “cómo así que tanto que me he jodido para, tanto que he sacrificado por, tanto que he trabajado en pro de, o para acceder a, tanto que he invertido en… para que ahora resulte que cualquier idiota puede”. Se trata es de si eventualmente contarías con la disposición necesaria para renunciar a fueros, títulos y superpoderes y así poder jugar tú también de cualquier idiota, reconociendo nuevamente a oponentes, acompañantes y demases. O será que tu proceso profesional, tu técnica exquisita, tus herramientas de punta, te podrían… Que capacitaciones, horas de vuelo, sueños sublimes o variopinta trayectoria no te inhiban. Reafirmarte como cualquier idiota en todo espacio-tiempo es tu derecho.
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Tabla decontenido 2
Catalina Bodoque (Chile) flickr.com/catalinabodoque
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Juan José Peña (Colombia)
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Ernán Ciriani (Argentina)
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Manuela Fajardo (Colombia)
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twitter:@juanpenia
Muriel Bellini (Argentina) murielbellini.tumblr.com
decomomehicericoyfamoso.blogspot.com
Criollan Brothers (América Latina) criollanbrothers.blogspot.com
flickr.com/manuisquity
Marta Postigo (Perú) elrayorosa@gmail.com
Sylvia Gómez G. (Colombia) sylviagomez.net
Laura Mickan (Colombia) flickr.com/mickanpie
Marco Tóxico (Bolivia)
www.marcotoxico.com Ilustración portada y contraportada
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Publicado en abril de 2014, Bogotá, Colombia. ISSN: 2357-5182 Información y contacto: ¡RUGE! todoslosrugidos.blogspot.com todoslosrugidos@gmail Facebook: todoslosrugidos Equipo editorial: Manuela Fajardo Rafael Oliver G. Sylvia Gómez G.
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Producción audiovisual: Laura Mickan vimeo.com/lrmckn Impresión de carátula en serigrafía: Rattrap facebook.com/rat.trap.98
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Esta publicación es beneficiaria de la beca de estímulos para proyectos editoriales en artes plásticas y visuales del Instituto Distrital de las Artes, Idartes.