Trabajo colaborativo Una persona va caminando por una ciudad gris. Bueno, de pronto no es tan gris, pero parece. Camina entre otras personas, todas invisibles, todas rotas, todas perdidas. La persona 1 ve algo en el piso, un papel de color, una pieza de juguete o una foto vieja, se agacha a recogerlo y al mismo tiempo la persona 2 hace lo mismo. –Disculpe. –No, disculpe usted. Se sonríen ante las disculpas y en la sonrisa hay un acuerdo, hay un paréntesis entre dos, entre la persona 1 y la persona 2 y la ciudad gris que no es tan gris. De pronto no son tan invisibles ni tan rotas. Gracias a este encuentro, pequeño y fortuito se hace un gran descubrimiento, vivimos entre otros y en esto radica el quid del asunto. ¿Es posible crear algo en soledad, concebirlo, llevarlo a cabo, depurarlo, difundirlo? Sin duda es posible, muchos lo hemos hecho y es tan comprensible como real. También es real que este momento en el que vivimos nos encontramos en una aparente burbuja en la que prima el individualismo y la competencia feroz es vista como camino único hacia la realización. Por esto muchas veces no vemos que en el encuentro vive una gran fuerza potencial pues permite la unión de caminos, de esfuerzos concentrados hacia un fin conjunto; permite varios puntos de vista y varios lugares desde los cuales se genera la acción. Trabajar en comunidad: como primates nos organizamos en grupos. Hemos actuado como manada para superar las dificultades. Y, a medida que evolucionó la sociedad que se creó a partir de esas manadas, la acción en grupo fue cada vez más importante, la división del trabajo y la especialización lo demandaron. Luego se inventaron la banca y el dinero, y las uniones se engendraron en torno al capital. Pero en algún momento todo esto cambió de rumbo, y el trabajo en equipo fue perdiendo importancia a medida que el individuo fue convirtiéndose en el eje, todo en aras del consumo. ¿Cómo reinventar esa colaboración, tan humana, en un contexto tan dominado por el papel moneda? Bien, no lo sabemos. Pero creemos que una de las posibilidades se da a través de generar una búsqueda común, de acercarnos, conocernos, discutir... Este número de Chalupa representa el objetivo de la serie: hacer en conjunto. Hemos hecho redes, hemos consolidado encuentros y cada vez nos nutrimos más con cada autor y cada participación. Y sobre eso es que se preguntan algunos de los autores de esta edición, o sencillamente trabajan en equipo, en colaboración, poniendo de manifiesto el cuestionamiento con el trabajo en sí mismo. La persona 1 piensa que tal vez no está tan sola y que tal vez en una simple fórmula está la posibilidad de romper esa burbuja: uno más uno más uno más uno (y así hasta donde se pueda). El murmullo se vuelve un rugido.
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La labor de ser nosotros mismos (Apuntes sobre trabajo colaborativo) Andrew Bernal Trillos
Hay, al menos, dos formas de entender el trabajo. Una de ellas es la que padecemos: nos alquilamos bajo contrato remunerado, producimos bienes o servicios, nos pasan revista para determinar si nos ajustamos o no a los estándares. Después: premio o castigo. Si se concibe el trabajo de esta manera, difícilmente podemos asociarlo con la colaboración. Llamarlo “colaborativo” sería una etiqueta más, sin importar las reformas en la superficie. La otra forma de entender el trabajo lo considera como expresión total de la persona (mente-cuerpo-intuición e interacción con otros); es transformación que no tiene que derivar en un bien o servicio. Aquí, todo trabajo es colaborativo en sí mismo. Toda labor es co-laboración. Esto no se estaría escribiendo sin el café de mi casa. Alguien más lo hizo, de modo que también colaboró en la redacción de este artículo. Puede sonar anecdótico el ejemplo, pero se refiere a algo más profundo: estamos inmersos en una red de colaboración, y en esta red todos trabajamos, con remuneración o sin ella. Lo que llamamos ahora “trabajo colaborativo” se refiere, evidentemente, a esa otra forma de entender el trabajo: ¿Cómo organizar el trabajo de otra forma, de una que no esté basada en el patrón del premio y el castigo? Para comenzar, no hay que perder de vista que toda organización del trabajo se hace entre personas, que pueden
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cumplir o incumplir sus acuerdos. Están en su derecho. Son personas, pasan por estados emocionales, problemas y, en algunos casos, solo tienen pereza. Sin un intento por comprender al ser humano no habrá modo de organizar el trabajo. Solo si partimos de aquí es posible que apliquen estas previsiones para lograr que el trabajo colaborativo sea una verdadera alternativa de organización: Tener en cuenta que no todos somos “estables”, hay quienes sienten repulsión (mea culpa) ante la sola idea de hacer lo mismo por un tiempo indefinido; permitir, verdaderamente, que cada persona se ocupe de las tareas en las que mejor se siente. Una organización abierta permite que otras personas puedan sumarse en cualquier momento. Si uno no pudo o no quiso, quizá otro quiera o pueda. Es mejor ver los resultados y los tiempos de culminación como algo tentativo: “Quisiéramos hacer esto y tenerlo hecho dentro de este tiempo”. ¿Y si no se logró? Pues nada que hacerle, se corren los tiempos. Ser observadores atentos y solidarios del propio trabajo y del de los demás, dispuestos a modificar el curso de nuestra acción. Es casi seguro que así se evitarían traumatismos innecesarios y el trabajo fluiría. Los horarios: hay que ensayar y distribuir los tiempos. En lo posible, que cada persona trabaje en el horario que decida para sí misma. (No es idea nueva; algunas empresas de “vanguardia” ofrecen esta “flexibilidad”, pero se mantienen en el premio y el castigo). Por último, el asunto más difícil: el ego. No hay que temer al conflicto, tampoco hay que dejarse llevar por este. Cada propuesta está para ser discutida, entre todos. Si dos personas “dominantes” proponen formas opuestas de hacer algo, hay aún una salida: permitir que cada una desarrolle su propuesta. Se puede reemplazar la noción de “conflicto” por la de “exploración de propuestas”, hacerle el quite a la competitividad. La conclusión aparece sin mayor esfuerzo: lo que llamamos “trabajo colaborativo” podría llamarse, sencillamente, Trabajo. Todos estamos co-laborando con todos todo el tiempo. El Trabajo consiste en hacernos conscientes de este hecho y, a partir de allí, generar modos de organización que admitan la pluralidad, la libertad y que nos permitan ser nosotros mismos. Solo así podremos co-laborar, siendo lo de menos los objetivos que nos propongamos entre todos.
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En la música, como en el juego de equipo, la urgencia de lo colectivo se hace emotivamente manifiesta. En ellos la creación incesante de un espacio-tiempo social en el que uno ejerce su papel siendo ―en simultáneo― parte del todo, es deber y encanto. Cada nota, cada pase, cada respiración, cada carrera, van dando forma a una idea que se desarrolla en el tiempo y las personas se ven de pronto inmersas en una situación que multiplica sus fuerzas; son al mismo tiempo ellas mismas y todas las demás, son singularidades elevadas a una potencia. En este devenir se replantean relaciones, surgen preguntas, extrañamientos, desequilibrios. No es fácil ser uno mismo y ser también el otro; quizás no hemos aprendido a estar aquí y allá al mismo tiempo y a hacernos cargo también de lo que no es nuestro. Sin embargo, elegimos la esfera en vez de la pirámide; la red en vez de la torre… en definitiva, elegimos darnos las manos en vez de obedecer, y actuar por convicción, nunca por amenaza. Entonces nos enfrentamos a las fauces de la autonomía y con todos los errores que cometeremos a nuestro favor, nos lanzamos a construir estructuras que no existen. Llenos de preguntas, desconfiando de la paranoia, de la jerarquía y de la desidia, nos encaminamos hacia la (e)utopía. A medida que andamos inventamos los métodos, nos contradecimos una y otra vez, recalculamos y en nuestro accionar arrastramos el espacio social entero.
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Esos monstruos de 11, 22, 23…, cabezas, sus 22, 44, 46… extremidades inferiores bailoteando en festivas sincronías porque sí, para bien propio y de sus públicos crecientes. Así todavía hay quienes, en estos felices días... Obra colectiva en sí, todavía no. Hasta ahora estamos tratando. Los intentos todavía no cancionan, pero prometen. Lo que sí hemos venido haciendo es consolidar, más que una obra plural, una autoría plural. Di tú como un mega-ego célebre, posible gracias al concurso de un sinnúmero de anónimos y cooperativos bichos que han aportado sus creaciones individuales para su gloria. El monstruo goza ya del carácter inestable y melodramático necesario para robarse el show y arrastrar la marca de los medios hacia sí, alejándolos de la esencia que representan las obras terminadas, garantizando la impunidad y bajo perfil (o más bien nulo) de sus componentes. El testaferrato así dispuesto otorga poder, honor y gloria al engendro institucional, especie de ente estable oficial, posibilitando el cambio continuo de sus piezas entre una y otra de sus apariciones sin que el organismo se resienta, y sin que nadie repare en las variantes. Como cuando comenzamos, que nadie mandaba ni mierda a pesar de nuestras convocatorias y nos tocaba resolver en singular, pero igual a nombre del enjambre. Quién iba a saber. Así es: remarla como individuo jurídico con poses de natural, a través de la renuncia de sus partes como unidades autónomas. Las obras como tales, a pesar de perder un poco de foco, también han cantado su contento por su difusión bajo esta modalidad desinformativa, que pasea oponentes hacia la nada, pero hasta divirtiéndoles, porque ritmito, gruvcito y suingcito no le faltan a las movidas. Con similar donaire, han así mismo renunciado a nombrarse, dando un paso ―tuntún― más hacia la indeterminación, que es, en últimas, de lo que se trata.
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ESTO ES UNA APP(LICACIÓN) Nicolás Suka
Suena ―Una
gotera adentro de una caverna. Esto es. Esto es una; o la única. Ya no podés hacerlo de otra.
Ya no podés hacerlo de otra forma. Metiste la cabeza y te diste cuenta de las miles de maneras que hay para transitar esta experiencia.
La mas cómoda es solo una más
¡La comodidad es aún más cómoda! Esta convención nos organiza: el dinero. El dinero nos organiza. Hay que evitar jugar con las reglas de otro. Yo no inventé esto. Organizar el esfuerzo humano. Equipo.
Vos zapallo, yo electricidad.
Hay que.
―
Hay que. No quiero vender.
No hay que nada, pero creo que hay que.
Desaprender mucho.
―
Hay que ser un idiota. O más perro.
El mundo de las sensaciones y la intuición. Por lo menos el equilibrio. Equilibrio (en movimiento, siempre en movimiento).
Estoy acá.
Yo sé la complejidad. Confío en tu-tu-tu-tu, en tu trabajo. La confianza es clave. La intuición es importante para saber quiénes. Las personas. Universos para aprender. Grandes maestros. De mi bien, de mi mal. Espejos de mis vidrios. ¡Te encandila la retina! ¡Cuántos ruidos!
―Esto es una adrenalina constante pero adormecida con aviones masticables.
Y qué dulces son…
La realidad es que no estamos preparados todavía.
No estamos para compartir todo. ―Todo
es de todxs.
hay que
Pero No quiero vender materia. Empezar, sin obligaciones, sin perder las libertades individuales;
Trabajando en conjunto por afinidad, y no por obligación.
Quizás los hijos de nuestros hijos dejen de pensar en reloj. -Suena como un motor enchufado con ganas de descansar, finalmente. Los proyectos no están por encima de las personas;
las personas hacen los proyectos. Sus energías le dan forma y espíritu.
Hay que. Hay que armar núcleos fuertes. Construir desde lo cotidiano.
El día a día es la vida.
Compartir el desayuno. Sin obligaciones morales (evitá la culpa, te lo pido por favor). Desde lo sencillo.
Intuición. Pasión Contracción. Refracción. Alineación de elementos de cocina sobre una mesada. Es lento. Es largo. -Bii biii biii biii. No es un insecto, es una contraseña. Antes.
Primero es con vos. Primero es con vos, después con el mundo.
Eso que querés ser, eso que querés hacer, dejá de proyectarlo a un futuro incierto del pensamiento.
Es ahora, es ya.
Es todo el tiempo.
Un pase de baile para ir al baño. Esta ansiedad es ajena. ¿Eres tú? ¿Mamá, eres tu? Esto es. Barato. Y por suerte… -Suena
a silencio
Inventate un mundo Hay que
Dejar de pensar tanto. Ya estamos obligados ―por reacción― a trabajar ese músculo.
Hay otros.
El cuerpo es importante.
Besate. Mucho. Como si fuera esta la única que tenés
¡Vida! ¡Estás vivo, viva! Y cuando todo confluye en tiempo y espacio y cuerpos, las sensaciones son tan maravillosas que ya está todo hecho y no hay mañana; es todo al tacto, a la suavidad de mis manos en las líneas de tu piel.
―El océano se elevaba y construía formas geométricas. Cuando se vuela, llega él para evitar que toque el suelo. Llega ella para acomodarlo. Equilibrio (en movimiento, siempre en movimiento).
Comunicar sin palabras. Suena
Y en la pista van pasando las manos, y nos agarramos un rato y luego nos soltamos para agarrar otras que se ofrecieron sin rostros, sin construcciones estéticas, sin olores y con olores.
Hay que,
hay que saber callarse. Hay que saber callarse. Hay que saber callarse.
Con transparencia.
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Tabla decontenido
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Editorial Lau-lao (Colombia)
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Sylvia Gómez G. (Colombia)
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Criollan Brothers (América Latina)
Manuela Fajardo G. (Colombia) flickr.com/manuisquity
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Ayelen Gerandi (Argentina) aygerardi.tumblr.com
Mateo Baggio (Argentina)
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Laura Mickan(Colombia) flickr.com/mickanpie
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Antonia Bustamante (Colombia)
criollanbrothers.blogspot.com
Astrid Ávila (Colombia) Bibiana Rojas (Colombia) bibianarojas.net
Angélica Hoyos (Colombia) hoyosenpapel@gmail.com
sylviagomez.net
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nomateo.wordpress.com
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fickr.com/manuisquity
Gabriela Supelano (Colombia)
lau-lao.blogspot.com
Andrew Bernal Trillos (Colombia)
Manuela Fajardo G. (Colombia)
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Santiago Pérez (Colombia) flickr.com/photos/otrosantiago
Nicolás Suka(Argentina)
flickr.com/anattolia
Power Paola (Colombia) powerpaola.blogspot.com
Pablo Besse (Argentina) pablobesse.blogspot.com
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Carlos Velásquez (Colombia) facebook.com/rat.trap.98 Ilustración portada y contraportada
Publicado en julio de 2014, Bogotá, Colombia. ISSN: 2357-5182 Información y contacto: ¡RUGE! todoslosrugidos.blogspot.com todoslosrugidos@gmail Facebook:todoslosrugidos Equipo editorial: Manuela Fajardo Rafael Oliver Sylvia Gómez G.
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Producción audiovisual: Laura Mickan vimeo.com/lrmckn Impresión de carátula en serigrafía: Rattrap facebook.com/rat.trap.98
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Esta publicación es beneficiaria de la beca de estímulos para proyectos editoriales en artes plásticas y visuales del Instituto Distrital de las Artes, Idartes.