El barranqueño lengua fronteriza
Lingüística // Curso 09/10. // Facultad de Filología-Universidad de Sevilla
Una aproximación lingüística desde una perspectiva r
antropol贸gica al barranque帽o
Texto y fotografías de Tomás Mateo Cubero. Todas las imágenes han sido tomadas en Barrancos, Potugal.
El presente trabajo va acompañado de material complementario de audio, disponible en internet, cuyos vínculos se detallan al final.
Introducción. Aquellos que han transitado por esa deslizante zona que rodea las fronteras, y especialmente por esos pueblos que se asentaron en un lugar y que han crecido viendo como aquellas se movían y les hacían enarbolar la bandera de un país unas veces, y otras, las del vecino, habrán podido comprobar como a ambos lados de la barrera fronteriza, los habitantes se comunican entre sí con gran facilidad, aunque sin llegar a hablar la lengua oficial de ningunos de los dos países en concreto. Las relaciones humanas, sean de tipo económico, social o afectivo, no conocen vallas ni fronteras, y suelen imponerse a leyes y burocracia. ¿Pero qué ocurre si además desaparecen las fronteras que desde hace siglos estaban establecidas, sin que ello suponga la invasión de un país sobre otro? Eso es lo que ha ocurrido cuando algunos países miembros de la Comunidad Europea han ido formando parte de la misma: se conserva la identidad del país, así como el reconocimiento de sus fronteras, pero estás solo quedan reflejadas en acuerdos y mapas, pues las físicas, las que limitan o restringen el movimiento de personas, desaparecen. ¿Y qué pasa con las lenguas que se hablan, en esas zonas de trasiego de un país a otro? Aún es pronto para predecir qué ocurrirá, pues la Comunidad Europea es un organismo joven en comparación con el objeto de estudio que nos ocupa, el de una lengua fronteriza en toda regla con algunos siglos de historia. Por otra parte, nos enfrentamos a otros factores, como son la rápida difusión de internet y todo lo que esto conlleva, así como otros elementos derivados de la incorporación a la CEE y la mejora económica de sus países, como pueden ser la implantación de escuelas con maestros venidos de otras ciudades en lugares donde antes apenas había un reducido grupo escolar con uno o dos maestros nativos, así como la construcción de carreteras y mejora de comunicaciones en definitiva. En este sentido, resulta especialmente interesante el caso de una pequeña población portuguesa, llamada Barrancos, que está experimentando esos cambios de los que hemos hablado en el párrafo anterior, pero que hasta hace poco, se encontraba bastante aislada por lo peculiar de su orografía, y la única vía de acceso de la que disponía era una carreterilla que la unía con Encinasola, municipio español de la serranía onubense. Pues bien, en esta curiosa villa portuguesa, si bien está más cerca de Sevilla de lo que lo están Madrid o Salamanca, todavía se producen ciertos fenómenos lingüísticos que no dejan de ser asombrosos, y que como en tantas ocasiones, no podríamos entender sin pasar, aunque sea brevemente, por su situación geográfica e histórica, que son las que han marcado el devenir de esta población que es un ejemplo vivo de cómo una lengua y sus hablantes, pueden tomar un camino diferente al que la norma entendería por “lógico”.
Desde hace mucho llamó la atención la lengua de los habitantes de esta zona, y el jesuita Pedro León, en 1605, decía de ellos que “no hablan bien ni nuestra lengua ni la de Portugal”. Pero claro, al afirmar esto, el buen fraile no sabía que aquellas personas contaban con una lengua propia. Y es que muchos habrán oído hablar del portuñol, que sin duda asociarán a la lengua hablada en determinadas zonas de Brasil fronterizas con países de habla castellana (1). Pero hay un antecedente en España y que empezó a fraguarse siglos antes de que los reinos de Portugal o Castilla ni siquiera soñaran con poner un pie en América, y que nos lleva a situarnos en un punto escarpado de la antigua frontera hispano-lusa, y que la historia zarandeó continuamente, ora situándola bajo dominio portugués, ora bajo los designios del reino de Castilla y más tarde de España. No solo su enclave geográfico y lo accidentado del terreno nos dicen que Barrancos es un territorio aislado, sino que su historia, debido a los períodos de lucha entre España y Portugal, la ha conducido por largos períodos de soledad en los que tuvo que abastecerse de sus propios y escasos recursos, para poder sobrevivir. Estos, sin duda, serán las fértiles semillas que harán que brote una lengua que sin ser español, durante mucho tiempo molestó a los propios portugueses que sustentaban el poder por creer que se parecía a la lengua de su vecino, y sin ser castellano, tampoco era portugués. Para el desarrollo de este trabajo, la metodología empleada ha sido la siguiente: A.
Un estudio previo de:
El fenómeno de las lenguas en contacto y fronterizas, su creación y desarrollo. La historia de Barrancos, desde sus primeros pobladores hasta la actualidad. El barranqueño, lengua fronteriza. B. Asimismo, tras los datos obtenidos en dicho estudio previo, estos han sido complementados con una estancia en el pueblo de Barrancos, con dos objetivos primordiales: Observar la realidad actual a nivel social y lingüístico. Oír a los barranqueños hablando entre ellos, así como realizar una serie de grabaciones de sus conversaciones diarias, que estarán disponibles como complemento a este trabajo.
(1): A partir de ahora, cuando nos refiramos a Castilla y al castellano, lo haremos al que por entonces se llamaba Reino de Castilla, y cuya lengua, daría origen al español actual.
2 Condicionantes para una lengua: geografía, historia y actualidad de Barrancos. 2.1 Localización geográfica Situado en la linde de la frontera noroeste de Andalucía con Portugal, en la conocida como Raya de Portugal, se encuentra este municipio portugués de la región del Bajo Alentejo, que linda con Huelva y Badajoz. Cuenta con unos 3.000 habitantes aproximadamente y una superficie de 182 kilómetros cuadrados. 2.2 Historia de Barrancos La historia de España y Portugal en un principio, es solo una, y en ese pasado común de la Península Ibérica, dejaron huellas de su paso los íberos, romanos y visigodos, que no hicieron distinción alguna de fronteras en su interior. Con la llegada de lo árabe y lo islámico a la península, la cosa cambiaría, ya que si bien en un principio, los distintos poderes acumulaban extensiones de terreno que hoy pertenecen a un país y a otro, con el declive de los poderes musulmanes y la pujanza de los reinos cristianos del norte peninsular, el territorio ibérico fue fragmentándose en distintos reinos, unos de mayor tamaño que otros. De esos reinos, los que aquí nos interesan son los de Castilla Y Portugal. Todo parece indicar que el flujo de pobladores castellanos (entendiendo por éstos a los que provenían del Reino de Castilla) hacia Barrancos, proviene desde hace largo tiempo. Otras veces – las menos – fueron los barranqueños los que vinieron a tierras españolas, pero desde aquellos primeros tiempos en los que se pobló el lugar, ha sido un continuo devenir de personas que motivó conflictos, acuerdos y crisis económicas entre ambos reinos. Así, en 1253 nos encontramos con el primer tratado firmado entre los reinos de Portugal y Castilla, que reconocía al río Guadiana como frontera natural entre ambos reinos, lo cual fue ratificado en 1267 en el Tratado de Badajoz, y posteriormente, en 1297, en el Tratado de Alcañices. Pero desde esos primeros acuerdos nos encontramos con algo que perdurará en el tiempo, y es que la zona central alentejana, no quedaba bien delimitada, lo que provocaba continuos enfrentamientos, a lo cual se intenta poner remedio, en 1542 con la Concordata de Moura, que permitía el uso de la zona a ambas partes, pero no impidió que se siguieran produciendo las disputas por el control de las que se conocerían durante siglos como “Tierras de Contienda”.
Como se ve, Barrancos se asienta justo en la frontera hispanolusa, y el terreno que le rodea, se inserta a modo de cuña en Andalucía y Exremadura.
El testimonio más antiguo sobre Barrancos nos remonta a 1493, y es el primero de una interminable lista de pleitos que se producían sobre la soberanía de la zona. Este en concreto, nos muestra que de 28 habitantes, 22 eran castellanos, que afirman que sus padres y abuelos ya llevaban sus ganados a pastar por la zona, lo que nos dice que había un flujo migratorio por parte de castellanos hacia ese territorio desde hacía tiempo. En 1532, en el Livro das Terras das Ordens, podemos ver que la población es ya de 300 habitantes, de los cuales 289 eran castellanos. Pero en 1580 se produciría un hecho que marcaría profundamente el destino de todo Portugal: España invade el reino lusitano aprovechando las disputas que por el poder se están produciendo en tierras portuguesas. Durante un tiempo, los ciudadanos portugueses creyeron que esto les sería ventajoso, pero poco a poco vieron como más que derechos y beneficios, sobre ellos recaían obligaciones, ya que
se les obligaba a tributar con severos impuestos. No obstante, en las zonas fronterizas, ese período de tiempo, que se prolongó durante siete décadas, fue aprovechado para transitar de un lado a otro de la Raya (zona delimitativa entre ambos países) posibilitando un extraordinario movimiento de personas e intercambio de mercancías. Pero finalmente, en 1637 se produce una revuelta en Évora, que aunque es sofocada, no evitará que en diciembre de 1640, los portugueses tomen el palacio de Lisboa, matando al regente que España tenía como depositario del poder portugués, y proclamando a la vez rey a Joao IV. La guerra se declara, y ambos países estarán infiriéndose heridas durante casi treinta años, y una de las más sangrantes será la que se produzca en torno a la zona barranqueña, testigo de excepción de un enfrentamiento más, como en tantas partes del mundo, entre hermanos y vecinos. La guerra, parecida a lo que hoy llamaríamos una guerra de guerrillas, estuvo plagada, por parte de ambos ejércitos, de continuos asaltos y toma de pueblos y plazas fronterizas, que más que un objetivo bélico concreto, consistían en saquear y destruir, para después retirarse de nuevo a sus líneas, y que nunca hacían decantar la balanza de la victoria hacia uno u otro lado. Por lo tanto, como decimos, las zonas que más se vieron afectadas por estos enfrentamientos, eran las más cercanas a la frontera, que fueron totalmente diezmadas, quedando terriblemente despobladas y empobrecidas. Los vecinos de estos pueblos, que ya acogieron de mala gana el cierre de fronteras en 1641 (suponía el bloqueo comercial y de tránsito), tuvieron además que prepararse para combatir, pues la llegada de militares fue muy escasa. Y así, en agosto de 1641, el Duque de Braganza, al mando del ejército portugués ordena la toma de Barrancos, , ya que además de ser un lugar estratégico desde el que lanzar incursiones a territorio español, contaba con una población que hablaba una lengua que le irritaba profundamente, ya que ni era español, ni portugués. La lucha se fue recrudeciendo hasta que llegó un momento en que la comarca serrana quedó devastada. Finalmente, en 1668 España reconoce la independencia de Portugal y se traza la línea fronteriza que hasta nuestros días ha llegado. Aunque eso no impidió que de nuevo, este pequeño pueblo espoleado por la historia, volviera a manos españolas en 1707, en el transcurso de la guerra de Sucesión española, y no sería hasta la firma del Tratado de Utrecht, en 1715, cuando pasase de nuevo a soberanía portuguesa. Tras tanto trasiego, parecía que el destino iba a dejar de zarandear a la hoy tranquila villa de Barrancos, pero el dios Azar, caprichoso como tantas otras veces, aún le reservaba otra jugada para que sus calles y campos se colorearan de nuevo con tinte español, y todo a causa de un invitado de última hora: Napoleón. En efecto, la invasión de Francia sobre territorio español provoca que muchos
terratenientes andaluces, que habían financiado y participado en revueltas y ataques al invasor, huyan por temor a ser apresados, y muchos de ellos se instalan en Barrancos. Algunos permanecieron allí para siempre, y tanto ellos como sus descendientes tomaron parte activa en los asuntos políticos y económicos de la comunidad barranqueña. Hasta 1974, año de la Revolución de los Claveles, muchas de esas familias ostentaron poder y tierras en el pueblo. Todo esto nos permite darnos cuenta que durante los últimos siglos, el territorio barranqueño ha ido reuniendo todas las características de un lugar con esencia propia. Hay además, un último episodio que nos relaciona con Barrancos, que si bien lingüísticamente, no es probable que ejerciera influencia alguna, es digno de ser contado aunque sea brevemente, pues da muestra de la empatía que siempre mantuvo Barrancos con lo español. En 1936, y por culpa de una guerra nuevamente, muchos son los que han de abandonar sus casas por miedo a ser capturados. En esta ocasión, vecinos del onubense pueblo de Encinasola, unos cuatrocientos, deciden refugiarse en Barrancos. Hechos similares ocurrieron a lo largo de toda la frontera. Lo excepcional del caso, es que aquí, en lugar de ser devueltos como prisioneros al ejército de Franco - ya que Salazar, el dictador portugués, simpatizaba por entonces con su movimiento y ordenaba tal cosa a sus militares – fueron acogidos y alimentados hasta que se garantizó su traslado a una zona segura, que finalmente fue Tarragona. Los barranqueños dieron muestra de su solidaridad, y el Teniente Seixás, que desobedeciendo las órdenes que le llegaban de Lisboa mandó a sus hombres respetar y cobijar a todos los que huían, fue quien se encargó de pudieran llegar a su destino, lo cual le acarrearía consecuencias en su carrera militar. Muestra de toda esta amalgama de culturas que han ido dejando su huella por Barrancos podemos encontrarla hoy día en su Museo Municipal de Arqueología y Etnografía, ya que en él se muestran piezas de época islámica, visigoda o incluso púnica. El contrabando Hay un elemento, que aunque pueda parecer pintoresco, tuvo una gran importancia en toda la zona alentejana y de ciertas partes de Andalucía y Extremadura, que fue el contrabando, ya que este arrastró a un gran número de personas y durante un largo período de tiempo a moverse por toda la zona a llevar cabo transacciones comerciales, más o menos legales según las épocas, y que como todo trasiego humano dejó su huella en el lenguaje, ya que además Barrancos, fue uno de sus epicentros.
2.3 Barrancos hoy En la actualidad, Barrancos es un pueblo que mantiene muchas de sus actividades tradicionales, como la ganadería y las labores del campo propias de la sierra, así como una importante dedicación al cerdo ibérico y sus derivados. Como otros tantos pueblos de zonas de sierra, intenta adaptarse a los tiempos que corren y ofrece también varias posibilidades de turismo rural, algunas de ellas muy interesantes, ya que es una zona con una historia, como hemos visto muy peculiar, y unos veinte minutos del pueblo se encuentra el Castillo de Noudar, antiguo núcleo de población íntimamente relacionado con Barrancos. Además, como dato etnográfico representativo del carácter españolizado de Barrancos, añadiremos que es el único lugar de Portugal en el que las corridas de toros finalizan a la española, es decir, en lugar de ser retirados del ruedo con los forcados, a los toros se les da muerte con estoque, asunto que, aún hoy, sigue provocando intensos debates en nuestro vecino del Oeste.
3 El barranqueño como ejemplo de lengua fronteriza. Hablamos de lenguas fronterizas cuando dos lenguas conviven en torno a una misma frontera dando origen a una tercera. Lo interesante de este fenómeno es que ofrece una gran variedad de situaciones lingüísticas, de las que podemos destacar el cambio de lengua, el bilingüismo, las interferencias de la lengua, y toda la realidad histórica y social que se ha producido en torno a esa frontera. Todo ello, unido, provocará el nacimiento de una nueva lengua. Así que el objeto de estudio de este trabajo es el de analizar un ejemplo representativo y peculiar de lengua fronteriza como es el barranqueño. La peculiar historia de Barrancos, su accidentada orografía, además de lo aislado de su situación hasta hace bien poco, han propiciado el surgimiento de esta lengua fronteriza, que convive con dos lenguas más en una situación de trilingüismo. Es fruto, pues, del contacto a lo largo de varios siglos entre los hablantes de dos lenguas romances con un mismo origen, pero bien diferenciadas. Vemos pues, que hay un tronco común, que es el latín, así como un tráfico de intercambios y préstamos de una a otra, por lo que podría decirse – como en otros casos de lenguas fronterizas – que ha habido una adaptación entre los hablantes de dos diferentes variedades, y que han estado por encima de las barreras administrativas – e incluso físicas – para crear una intercomunicación entre ellos. Ahora bien, si se creyó durante largo tiempo que el barranqueño era una lengua de base portuguesa a la que se le fueron añadiendo elementos del andaluz y del extremeño, la perspectiva planteada por María Victoria Navas, tras una serie de estudios sobre el terreno, se nos antoja más lógica: no hay duda de que fueron castellanos los primeros pobladores de la zona, pero esta pasó a ser de dominio portugués en no mucho tiempo, lo que conllevó una llegada y presencia mayoritaria de colonos lusos, lo que supuso que aquellos castellanos hubieran de adaptarse a la lengua de su nueva administración y en definitiva de la mayoría. Lo cual encaja perfectamente con lo que Miquel Siguan expone en su libro Bilingüismo y lenguas en contacto, al referirse a lo que ocurría cuando se producía una invasión o conquista de un territorio: “los que hablan la lengua dominante tienen menos interés o necesidad de aprender la otra lengua que los hablan la lengua débil” y “el hecho de hablar su misma lengua abre unas posibilidades de comunicación y colaboración que no tienen los que hablan otra lengua”. Pero no entra Siguan a valorar en qué es lo que ocurre si ese aprendizaje no se completa o es defectuoso. Y eso explicaría porque hay tantos fenómenos de sustrato castellano que se han mantenido en el barranqueño. Se podría decir que el barranqueño es producto del aprendizaje erróneo que los castellanos tuvieron que hacer del portugués.
Ahora bien, tal vez podríamos considerar al Barranqueño en su origen como un pidgin o “dialecto macarrónico”, lo que según Pinker, en su libro El instinto del lenguaje, se produce “cuando hablantes de diferentes lenguas tienen que comunicarse entre sí para llevar a cabo tareas en común y no disponen de la oportunidad de aprender las lenguas de los demás”. Aunque los dialectos macarrónicos carecen de un sistema propio y fuerte, en cuanto pasan unas generaciones, el propio aprendizaje de los niños regulariza la lengua hasta otorgarle su propio sistema. Nuestra teoría, pues, sobre la creación del barranqueño, es que en un principio se trató de un pidgin, resultado del portugués que los españoles intentaron aprender, pero sin conseguirlo del todo, y que generación tras generación, y siempre condimentado por el continuo flujo de españoles que en la introducción histórica vemos que se ha ido produciendo a lo largo de los siglos, adquirió un sistema propio hasta llegar a ser lo que es hoy. Por lo tanto, es importante señalar, que el barranqueño cuenta con su propio sistema – lo cual le permite ya la consideración de lengua en toda regla – y es muy significativo el hecho de que a los portugueses no les es fácil entenderla, a los que les suena a su propia lengua pero con extrañas variantes, y también es de difícil comprensión para los españoles, que a pesar de reconocer algunos vocablos, creen estar oyendo portugués. A lo largo de su evolución, el barranqueño también ha recibido influencias de otras lenguas, como el leonés, por lo que admite formas del tipo: ”la mi casa”. También está poblado el barranqueño de un buen número de arcaísmos y ruralismos, que probablemente irán desapareciendo con el futuro, como todo lo que tiene que ver con el clásico mundo rural, por no contar los que probablemente se hayan perdido ya. Igualmente, también es posible encontrarse con algunas hipercorrecciones, como “tiengo” o “niervos”.
4-Características lingüísticas del barranqueño. 4.1 ¿Qué se habla en Barrancos? Todo aquel que llegue hasta tan singular pueblo, podrá distinguir que entre sus habitantes se dan conversaciones en portugués (variedad alentejana), en español (variedad andaluza-extremeña), y especialmente, en barranqueño. Ahora bien, eso no significa que todos sus habitantes se manejen con soltura en estas tres lenguas, ya que si es cierto que algunos podrán hacerlo, otros a duras penas se expresarán correctamente en más de una de ellas. Es conveniente, pues, distinguir qué grupos sociales son los que dominan unas u otras lenguas. Encontraremos que el portugués es usado por todos aquellos portugueses que no son nativos de Barrancos y que suelen ser empleados de diferentes sectores de servicios (funcionarios, profesores, etc.) Asimismo, aquellos barranqueños que han cursado estudios superiores en ciudades portuguesas, dominan el portugués correctamente y lo usan en determinadas situaciones. Igualmente, todos aquellos barranqueños que por motivos de trabajo o cualquier otra causa, han pasado un mínimo de tiempo por otras zonas de Portugal. Por otra parte, existe un número (cada vez más reducido) de habitantes de Barrancos que no habla nunca portugués. Son aquellas personas de más avanzada edad, y si se trata de personas jóvenes, es porque han carecido de una formación escolar reducida o casi nula. También el español es hablado por una buena parte de la población barranqueña, aunque es preciso aclarar que se trata de una variedad andaluza-extremeña, y que contiene un gran número de ruralismos, arcaísmos y hasta interferencias de otras lenguas. Algunas familias de Barrancos se comunican entre sus miembros con el español, y puede que con sus vecinos si saben que también lo manejan, que suelen ser familias de origen español. Evidentemente, también los españoles residentes en el pueblo lo usan. Es también la lengua usada para contar cuentos, chistes y algunas canciones o dichos populares, por lo que podemos decir que el español es conocido por casi todos los miembros de la comunidad barranqueña nativa, aunque ello no implique que lo dominen.
Y por último, aunque es el más habitual, el barranqueño, que es hablado por los nacidos en Barrancos, y cuyas familias también son naturales del lugar. Es la lengua que los barranqueños usan para comunicarse entre ellos generalmente. Por lo tanto, como decíamos al principio de este apartado, a pesar de que estas tres lenguas estén a la orden del día en Barrancos, no podemos decir que todos sus habitantes sean trilingües, ya que esta característica está reservada a los barranqueños que bien por estudios o por trabajo han tenido estancias relativamente largas en otros pueblos o ciudades de Portugal, lo que les permite expresarse con soltura en cualquiera de los tres registros y adaptar éstos a cada situación.
4.2 Morfosintaxis. Al igual que con determinados fenómenos fonéticos, podemos encontrar en la morfosintaxis del barranqueño huellas del castellano, esos fenómenos de sustrato de los que hablábamos al principio. - Similitud en la atribución de género en los adjetivos y en los sustantivos. - Con respecto al número, observamos el mismo fenómeno que en el andaluz, es decir, no hay concordancia con el SN. Si bien el castellano y el portugués requieren que todos los miembros de una oración concuerden en género y número, y teniendo en cuenta que el plural de ambas lenguas se forma añadiendo una –s a la forma en singular, en las situaciones que la sibilante <s> desaparece, también lo hace la concordancia. - Uso castellano del pronombre “vocês”, que si bien es de origen portugués (segunda persona del plural), gramaticalmente va concordando con el verbo u otras categorías en tercera persona. - Uso de algunas formas verbales del español “eres” como segunda persona del singular del verbo “ser”; o la forma impersonal “hay” (en portugués es “ha”).
También la desinencia de la primera persona del singular del pretérito indefinido termina en –e como en español, cuando en portugués termina en –ei. - También es posible encontrar en el barranqueño el expresar una acción pasada con forma de pretérito perfecto, cuando el portugués usa el indefinido. - Igualmente podemos encontrar la forma tan propia del español “ir a” + infinitivo. - Y son habituales algunas partículas características del español: “Desde logo” (por supuesto); “pero” (el equivalente a nuestro “pero”, que en portugués es mas; según (en portugués segundo, pero equivalente al “según” español); “anque” (es “aunque”, pero pronunciada [anke] como en casi toda Andalucía); así como llama también la atención el uso de “tao-pouco”, cuando en castellano es “tampoco” y en portugués “também nao”. - Determinadas expresiones muy similares al castellano: “olha que te digo” (oye que te digo), “a mi que” (para mi que), “esta sim que é gorda” (esta si que es buena). En la despedida es muy común el uso de “bueno”, especialmente usado en toda la sierra de Huelva con la –o final muy alargada, al igual que sucede en Barrancos. También contiene el barranqueño, como hemos apuntado, rasgos propios de otras lenguas. El hecho de que conserve la –n intervocálica en los diminutivos, es característico de las lenguas mozárabes y también permanece en otras lenguas meridionales portuguesas (Azevedo Maia, 1975, p. 44-47; Cintra, 1983, 1962, 70-75). También podemos encontrar en las lenguas meridionales portuguesas el pronombre personal sujeto de primera persona eu y los posesivos “meu, teu, seu” (mio, tuyo, suyo) apocopados, fenómeno habitual en barranqueño. En el Alentejo, la primera persona del singular del pretérito indefinido, además de la mencionada monoptongación de –ei en –e nombrada anteriormente, puede darse en –i, como también ocurre en Barrancos. Y por último, ampliando aquello que mencionábamos antes sobre las diferentes variantes que pueden encontrarse dentro del mismo grupo de hablantes del barranqueño, según su grado de escolarización, se hace especialmente significativo
en la primera persona del plural del presente de indicativo, y en lugar de decir “andamos”, lo sustituyen por “andemos”, hecho también frecuente en determinados grupos sociales hablantes de español. 4.3. Detalles fonéticos del barranqueño. 4.3.1. Influencias de otras lenguas. Hemos visto que el barranqueño ha estado fuertemente influenciado por el portugués alentejano así como por el extremeño y el andaluz, y que cuenta con arcaísmos e incluso mozarabismos. Los rasgos fonéticos que parecen ser más claramente heredados del castellano, son los siguientes: - Dificultad de pronunciación de vocales átonas. - Las consonantes oclusivas [b], [d],[g], en posición intervocálica suelen convertirse en fricativas. - Las consonantes finales de palabra se pronuncian levemente o ni siquiera se articulan. - Las sibilantes en final de palabra y de sílaba se aspiran o ni siquiera se articulan, como ocurre con el andaluz. - En casos de léxico importado del andaluz y el extremeño, han traído aparejados la pronunciación original propia del andaluz o el extremeño. Del portugués, observamos estos otros: - Pronunciación de [e] átona final como [i]. - Monoptongación del diptongo [ej] en [e]. Asimismo, nos encontramos con que hay una coexistencia de rasgos fonológicos del castellano y del portugués. Así, algunas palabras podremos oírlas en barranqueño a veces con rasgos portugueses o castellanos, como por ejemplo:
- La [l] implosiva puede ser pronunciada como en castellano, apicoalveloar, y otras, de modo velar como en portugués. - Las sibilantes suelen articularse como predorsodentales al igual que en portugués, pero también es posible que se pronuncien como apicoalveolares al igual que en la sierra de Huelva y el sur de Extremadura. - La [r] múltiple es pronunciada apical como en castellano, o como en Portugal, velar. - La [v] se presenta especialmente como bilabial y también como labiodental. En el caso de la primera parece claro el origen castellano.
4.3.2 Sistema vocálico. Las vocales átonas <e>,<a>,<o> no siguen siempre la norma portuguesas de elevarlas, aunque dependerá del hablante, y hasta es posible que un mismo sujeto, varíe la pronunciación. Las vocales tónicas suelen pronunciarse según la norma del portugués, al igual que ocurre con las vocales nasales en posición tónica y átona. También los diptongos orales se pronuncian según los cánones del portugués, así como los nasales, aunque a veces aparecen rasgos propios en este sentido parecidos a los de los dialectos meridionales portugueses. 4.3.3. Sistema consonántico. La pronunciación de las consonantes en barranqueño es muy similar a la del español, sobre todo a la del andaluz y extremeño, especialmente en posición intervocálica. Algunos detalles más representativos de estos rasgos consonánticos son:
- La /s/ en posición interna es aspirada, como es común en la mayor parte de Andalucía. - Las sibilantes <s> y <z>, la vibrante <r> y la lateral <l>, en posición final, rara vez se articulan. - Tanto la labiodental /v/ como la bilabial /b/ se pronuncian como /b/. - La /r/ puede pronunciarse tanto múltiple como velar en principio de palabra y seguida de vocal. - La /l/ apicoalveolar coexiste con la velar. A pesar de ser un pueblo relativamente pequeño, encontramos diferencias de pronunciación dentro de los mismos hablantes de barranqueño. Las mayores diferencias se encuentran en la pronunciación de la /s/ en final de palabra, encontrando tres modos diferentes de articulación: - Un primer grupo más mayoritario que la articula como sibilante. - Un grupo menor la pronuncia aspirada. - Y un tercero que ni siquiera la pronuncia. El primer grupo, como decimos mayoritario, parece ser viene condicionado principalmente por la escolarización y el grupo social, y parece que mientras más formal es la situación y mayor el grado de formación, más probabilidades hay de que se pronuncie la /s/ sibilante. (M.V. Navas) Es curioso también que la aspiración del final de palabara esté influida por la función sintáctica que esta ocupe, y así, si es un determinante (del tipo que sea), será aspirada: “do[h] carro[h]”. Igualmente, la elisión de la sibilante la podemos encontrar en la desinencia final de la primera persona del plural.
5. Léxico y vocabulario del barranqueño. Cuenta el barranqueño con un rico léxico propio que sus hablantes usan en sus conversaciones y que confirman esa identidad propia de esta lengua y su tierra. También, como hemos señalado a lo largo de este trabajo, es evidente que con el discurrir del tiempo y el abandono progresivo de las faenas y actividades agrícolas y ganaderas que ello conlleva, mucha de la terminología específica del barranqueño ha ido desapareciendo. No obstante, aún el español o portugués que vaya a Barrancos podrá seguir sorprendiéndose con la interesante variedad de palabras específicas de la lengua que se oye en sus calles. Dividiremos estas palabras por su probable origen de procedencia. A- Área meridional: “arvelhana” (esp.: “avellana”, port.: amendoim, aunque no hay que olvidar que en muchas zonas de Andalucía es articulada como “arvellana”). “Arame” (esp.: “latón”, port.: latao). “Portado” (esp.: “escalón”, port.: degrau). B- Dialectos castellanos: “perrunilhas” (port.: “queques”, es un tipo de tortas dulces, conocidas en la sierra de Huelva como “perrunillas”). “Berros” (port.: “agrioes”); “paloma”, , “pantorrilla, abejorro, tobilho, codo, párpado, mareos, machacar, barruntar” (que en barranqueño tiene los dos mismos sentidos posibles que en castellano: predecir algo y pensar), “cumbres”, así como los nombres propios: “Pepe, Dolores, Candelaria, Concha”. También, todo el léxico propio de la crianza y matanza del cerdo – actividad muy importante en Barrancos – ofrece grandes similitudes con sus equivalentes en castellano. C- Arcaísmos. Podemos encontrarnos con algunos de ellos, tal como la partícula “ansina” (esp.: “así”, port.: assim). “Doario” (aspecto), y “colorada” (que también se sigue empleando mucho por toda la sierra de Huelva). “Alcofifa” (equivale a una palabra propia del andaluz, “argofifa”, más que probable arabismo y que hace referencia a un tipo de trapo o bayeta) D- Vocabulario exclusivo del barranqueño: “banquinha” (mesa o mesilla); “sampulhir-se” (equivale a entrar en algún sitio sin pedir permiso, y que recuerda en la forma, y en cierto modo podría tener un significado parecido, con nuestro “zambullirse”); “piquinhas” (especie de picor, pero que es casi idéntica a la forma empleada en la sierra onubense “piquina”); “patero” (guarda de una finca); “barranquenhada” (expresión para designar algo propio del lugar).
Paradigmas propios del barranqueño: los pronombres. Encontramos en el barranqueño una serie de formas para los pronombres que son de un uso casi exclusivo. El pronombre personal complemento de primera persona del plural es com nos, aunque también es empleado por el mirandés. Más curiosa resulta la invención del pronombre personal sujeto de segunda persona del plural, “vocedes”, quizás fruto de la hibridación de “ustedes” castellano y el portugués voces. También podemos observar otra solución intermedia en las formas pronominales contractas, complemento de tercera persona femenino y masculino, que son sa y so y sus respectivos plurales. En castellano hacemos uso del pronombre complemento indirecto “le” transformado en “se”, unido a los pronombres complemento directo “lo” y “la”, mientras que en portugués, los pronombres personales átonos contractos se han formado con la unión del pronombre complemento indirecto lhe y un complemento directo o, a, dando como resultado lho y lha además de sus plurales. Así, en barranqueño, la frase “se las llevo a” sería “sas (pronunciado [sah]) levou a”.
6. El barranqueño y el portuñol de América del Sur. Hablábamos en la introducción del portuñol, lengua que combina elementos del portugués y el español, y que se da en zonas limítrofes de Brasil con países de lengua española, aunque parece que donde más se han acentuado los fenómenos propios de las lenguas fronterizas es en la frontera entre Uruguay y Brasil. El pasado colonizador de España y Portugal hizo posible de nuevo que los hablantes de las lenguas propias de dichos países volvieran a ponerse en contacto en una zona de frontera, aunque esta vez, a varios miles de kilómetros de donde ocurrió por primera vez. Además, en el caso de América, al contrario de cómo sucedió en la Península Ibérica – como hemos argumentado aquí – lo que tuvo lugar fue un asentamiento de colonizadores portugueses primero, y brasileños después, en territorios en los que se hablaba español desde hace tiempo (recordemos que en el caso de Barrancos, si bien parece que los primeros pobladores fueron castellanos, al poco tiempo, el territorio pasó a control portugués). No obstante, encontramos, por un lado, diferencias, pero por otro, semejanzas a nivel lingüístico en ambas variedades. En la morfosintaxis de ambas lenguas podremos observar la ausencia de concordancia de número en el sintagma nominal, así como la señalada construcción estar + gerundio, y también, entre otros aspectos más, el uso del verbo “gostar” al modo español. A nivel fonético, ninguna de las dos variedades eleva las vocales átonas; ambas monoptongan los diptongos <ei> y <ou>. En cuanto a nivel consonántico, la diferencia más grande radica en la articulación de la sibilante final, que en la variedad americana, no sufre ninguna variación. En cambio, si que neutraliza, al igual que en barranqueño, /b/ y /v/ en /b/. Finalmente, en cuanto al léxico, hay que señalar que ambas lenguas fronterizas cuentan con numerosos préstamos. En barranqueño suelen ser procedentes del español muchos de ellos, y en el portuñol americano, del portugués. Además, la mayoría de estos vocablos se refieren a los mismos campos semánticos: herramientas, utensilios, partes del cuerpo, etc. También encontramos el mismo uso de partículas como: “pero, bueno, verdad”.
7. Conclusión Desde nuestro punto de vista, creemos que es posible calificar al barranqueño como una verdadera lengua fronteriza, ya que se trata de una lengua con un corpus propio de léxico, entonación, sintaxis, etc. Además, pudimos confirmar sobre el terreno cuán diferente es del español y del portugués, pues al oírlo, vemos claramente que no se puede definir simplemente como una variante ni del uno ni del otro. El barranqueño, pues, no parece que de momento, vaya a extinguirse, ya que hemos podido comprobar como la mayoría de habitantes de Barrancos lo hablan entre ellos, aunque eso sí, parece que su futuro se encamina a un idioma cada vez más parecido al portugués. El motivo, como siempre, está basado en las nuevas generaciones. Si bien los niños son criados y educados en barranqueño, en el momento que para seguir cursando estudios han de ir a otras zonas de Portugal, dejan de hablar su lengua de origen para centrarse en el portugués. A su regreso al pueblo en vacaciones o a la finalización de sus estudios, retomarán con sus familias y amigos la práctica del barranqueño, pero incorporando muchos términos de la lengua oficial del país. Si a eso sumamos que el barranqueño es una lengua dotada de numerosos arcaísmos y ruralismos, con el progresivo abandono de las tareas del campo de la mayoría de la juventud, es muy probable que el barranqueño sufra una evolución, al menos, en su terminología. Con respecto al español, son los mayores quienes mejor lo hablan, si bien algunos más jóvenes también pueden mantener una conversación en dicha lengua, pero con mayores o menores carencias, dependiendo de cada persona. En 1930, Leite de Vasconcelos, gran estudioso del barranqueño, intentó elaborar una gramática sobre la lengua, pero no llegó a concluirla. Parece ser que ahora, el proyecto vuelve a retomarse con fuerza, y en él están implicadas algunas universidades portuguesas, y entre los distintos profesores que lo impulsan, se encuentra la española María Victoria Navas. En este sentido, los barranqueños se muestran bastante optimistas e ilusionados, pues además de ser conscientes del rico y original patrimonio que atesoran su pueblo y alrededores, se enorgullecen de él, y no pueden ocultar su sonsrisa al afirmar que Barrancos es algo más que un territorio que en su día perteneció a España y después a Portugal, es “algo especial”.
Material complementario: grabaciones de audio Como complemento a este trabajo, se ofrecen dos grabaciones de audio, las cuales pueden escucharse en sus correspondientes direcciones web, y son la siguientes (clickear sobre sobre los links directamente): La primera, dura diez minutos y son varias conversaciones en barranqueño entre los habitantes del pueblo, en sus quehaceres cotidianos en la plaza, en tiendas, calles, etc: http://www.ivoox.com/diez-minutos-barranqueno-audiosmp3_rf_274859_1.html La segunda, es una conversación del autor de este trabajo con dos mujeres de Barrancos, cuyas familias, como muchas otras, provienen de España. Sorpende observar como cambian el registro, y entre ellas hablan barranqueño y con un servidor, el español, aunque un español muy especial e interesante: http:// www.ivoox.com/diez-minutos-barranqueno-audios-mp3_rf_274859_1.html
Bibliografía: Revista Andalucía en la historia, nº 27. (Dossier Andalucía y Portugal, una historia compartida). Varios autores: Encarnación Lemus López, Miguel Ángel Melón Jiménez, Félix Lancha Soria, Dulce Simoes. Mª Victoria Navas: El barranqueño, un modelo de lenguas en contacto, publicado en Revista de Filología Románica nº 9. Steven Pinker: El instinto del lenguaje Miquel Siguan: Bilingüismo y lenguas en contacto Carmen Ferrero/Nilsa Lasso: Variedades lingüísticas y lenguas en contacto en el mundo de habla hispana.
El autor quiere expresar sincero agradecimiento al Museo Arqueológico y Etnográfico de Barrancos por su colaboración prestada, no solo en lo histórico y cultural, sino en materia lingüística.