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EN EL RECUERDO. DIODORO CANOREA. Fran Arispón

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LOS REJONEADORES

LOS REJONEADORES

20 años sin D. Diodoro Canorea

En esta temporada que ahora comienza no podía faltar el recuerdo a Don Diodoro, que era como se le conocía entre los taurinos y la sociedad sevillana. Nacido en el pueblo toledano de Cabezamesada el 22 noviembre de 1922 y tras ser empleado del Banco Central en Madrid, contrajo matrimonio con Dña. Carmen Pagés Prieto, hija de D. Eduardo Pagés Cubiña, empresario de la plaza de toros de Sevilla desde finales de 1932 y del cual hereda esa gerencia a su fallecimiento. Tras varios años de conflictos y controversias, Carmen Pagés asume dicha gerencia y la pone en manos de su marido. Desde ese momento, en 1959, se hizo cargo de la gerencia de la empresa Pagés y desde entonces fue el artífice de confeccionar los carteles de la temporada sevillana durante 40 años de forma ininterrumpida, poniendo Sevilla en lo más alto del orbe taurino con más festejos cada año hasta afianzarla en más de cuarenta festejos al año. Bajo su gestión consolidó la fecha del Domingo de Resurrección, con la que se abría cada año la temporada en Sevilla, como una de las tres fechas más importantes del calendario taurino nacional junto a la Beneficencia de Madrid o la Goyesca de Ronda, carteles muy rematados con las figuras más importantes del momento formando desde entonces un binomio que perduró durante sus cuarenta años de empresario en la Maestranza: Diodoro Canorea y Curro Romero. Fue también empresario de otras muchas plazas españolas: Madrid, Córdoba, Zaragoza, Ciudad Real, Pozoblanco, entre otras, sin olvidar la de Valencia (Venezuela) que inauguró o Caracas. Con muchas de ellas pese a tener poca rentabilidad las gestionó muchos años de ahí una de sus celebras frases “lo que gano en Sevilla lo pierdo en las otras plazas”. Durante estos cuarenta años fue uno de los cuatro grandes empresarios del toreo junto a Balañá, Chopera Don Diodoro tuvo el cariño y respeto de los profesionales del sector y de los aficionados por su talante amistoso Fran Arispón @FArispon Diodoro Canorea, en su despacho junto al cuadro de Eduardo Pagés. Fotos: Archivo Empresa Pagés

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y Lozano, y nunca ejerció su fuerza ni impuso sus criterios manteniendo siempre un gran respeto por sus compañeros. Fue el primer empresario que pagó un millón de pesetas a un torero por una sola tarde, como hizo a primeros de los sesenta con Manuel Benítez ‘El Cordobés’, que era el gran revolucionario taurino de aquella época, los años sesenta. En sus años como empresario fue muy innovador y creó las corridas del Arte del Rejoneo y la Quiniela Taurina e instauró las ruedas de prensa en el toreo cuando no las había en esos tiempos y las famosas comidas con los periodistas en Río Grande junto a su gran amigo el periodista D. Cristino Braojos, que en aquellos años promocionaba la fiesta de los toros en la Hoja del Lunes, para dar a conocer los carteles de la Feria de Abril cada año, lo que se convirtió en una cita de gran interés periodístico. Su relación con la prensa fue siempre cordial, aguantó con torería las críticas cuando las hubo y los convencía con sus explicaciones cuando los atendía cada vez que le solicitaban una entrevista, siempre los recibió con cordialidad y respeto. D. Diodoro fue un hombre bohemio, gran persona, generoso y amable en el trato, lo que le permitió tener grandes amigos en todos los estamentos de la sociedad políticos, intelectuales, aristócratas, ricos y pobres, a los que siempre atendió. Tuvo el respeto y el cariño de los profesionales del sector y de los aficionados, por su gran talante amistoso, por la habilidad y cordialidad con la que atendía a todo aquel que se acercaba para hablar con él o para pedirle una oportunidad y, si no era posible, siempre les repetía a todos sus dos míticas frases que siempre serán recordadas por todos “el torero es muy joven” y “la plaza estará ahí para otro año”. La madrugada del viernes 29 de enero del año 2000, a los 77 años de edad, nos dejó para siempre pero su recuerdo imborrable aún perdura, 20 años después, entre los aficionados que tanto le respetaban y le admiraban desde aquellos comienzos históricos en la calle Zaragoza, donde tenía su sede la empresa Pagés en sus comienzos. El empresario, en sus primeros años a cargo de la plaza. Curro Romero y Diodoro Canorea, un binomio que funcionó muy bien durantes muchos años en esta plaza.

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