Cuadernos Plural #1

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Noelia Fernรกndez Rouco


Mayo 2009 Autora: Noelia Fernández Rouco Coautores: Félix López Sánchez Rodrigo J. Carcedo González Pablo A. Cantero Garlito Edita: Plural, Servicio Extremeño de Atención a Homosexuales y Transexuales C/ Arco-agüero, 20, 1º B 06002 Badajoz (Badajoz) Tlf.: 924 260 528 www.servicioplural.es Director: Pablo A. Cantero Garlito. Comité Editorial: Jose Mª Nuñez Blanco, Pedro Moruno Miralles, Miguel Ángel Talavera Valverde.

Este Informe se ha sido realizado y publicado gracias a la financiación del Instituto de la Mujer de Extremadura.

Diseño: consuma.es Impresión: Indugrafic Depósito Legal: XX-XXXX.

Serie Cuadernos

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INDICE Introducción

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1.

CUESTIONES DE IDENTIDAD Y ORIENTACIÓN

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2.

LA ORIENTACIÓN DEL DESEO HOMOSEXUAL EN LA MUJER Y LAS PARTICULARIDADES EN EL MEDIO RURAL

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NECESIDADES Y BIENESTAR DE LA MUJER LESBIANA EN EL MEDIO RURAL

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NECESIDAD DEL PRESENTE ESTUDIO: QUÉ Y CÓMO SE HA HECHO

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CÓMO VIVEN LAS MUJERES LESBIANAS EN EL MEDIO RURAL DE EXTREMADURA: VOZ Y PALABRA DE LAS PROTAGONISTAS

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5.1.

Identidad sexual: soy lesbiana

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5.2.

Mis relaciones: la importancia de la familia

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5. 3.

Mis relaciones: la importancia de los amigos

49

5. 4.

Mis relaciones: la importancia de la pareja

54

5. 5.

Mis relaciones: la importancia de la satisfacción sexual

57

5. 6.

La importancia de la respuesta social

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5. 7.

La importancia del medio rural en la vivencia de la mujer lesbiana

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CONCLUSIONES Y PROPUESTAS DE ACTUACIÓN

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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3. 4. 5.

6.



NECESIDADES Y BIENESTAR DE LAS MUJERES LESBIANAS EN EL MEDIO RURAL Introducción Los pilares de la socialización y la sexualidad humana han sido y siguen siendo a día de hoy masculinos y heterosexuales. Actualmente contamos con referencias de la existencia de personas homosexuales a lo largo de toda la historia, sin embargo la homosexualidad sigue siendo una realidad desconocida, fundamentada en tópicos y prejuicios, ya que la investigación científica en este campo es reciente y escasa, especialmente en relación a la homosexualidad femenina. Por otro lado, la vida en el medio rural, por la falta de acceso a los recursos y, en ocasiones, por el aislamiento, dificulta que la vivencia de la sexualidad sea satisfactoria y normalizada, especialmente para la mujer. No obstante, las necesidades humanas e interpersonales de las personas homosexuales son las mismas, con la diferencia de que las resuelven con personas de su mismo sexo. En este estudio tratamos de conocer cómo viven las mujeres lesbianas en el medio rural, concretamente el extremeño, saber qué necesidades tienen y en qué medida y de qué modo las resuelven. Para ello entrevistamos personalmente a cuarenta mujeres lesbianas en Extremadura, todas ellas en el medio rural. Estas mujeres nos ofrecen un conocimiento de su realidad que nos posibilita valorar su estado de bienestar y detectar cuáles son los aspectos sobre los que es prioritario intervenir. Abordamos cómo se sienten con respecto a su orientación, cómo son sus relaciones familiares, sociales, de pareja y sexuales, así como en qué medida se encuentran con dificultades en otros ámbitos como el laboral o el sanitario. En este sentido, es patente la importancia de los vínculos familiares, el apoyo fundamental de sus amigas y parejas, la posibilidad de disfrutar de su sexualidad y las dificultades añadidas por la discriminación del entorno

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como factores clave para el bienestar de estas mujeres. No hay motivos para la homofobia; sin embargo, sus implicaciones en diferentes aspectos de la vida de las mujeres lesbianas suponen un gran menoscabo en la salud psicolĂłgica de estas mujeres. Por este motivo, es necesario el esfuerzo de todos, desde el ĂĄmbito cientĂ­fico, asociativo, social, educativo y legal para favorecer que estas mujeres puedan construir su historia de vida de forma libre y satisfactoria.

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1. CUESTIONES DE IDENTIDAD Y ORIENTACIÓN Sabemos que somos resultado de la evolución de una especie con unas características determinadas. Una de nuestras características definitorias es que somos seres sexuados, caracterizados por el dimorfismo sexual, ya que nuestros cerebros y nuestra morfología presentan diferencias anatómicas, químicas y funcionales entre hembras y machos. Este dimorfismo facilita la reproducción sexual. Quizás éste hecho favorece que en ocasiones se justifique la existencia de varones y mujeres como categorías con características diferentes a partir de las cuales el ser humano se organiza socialmente. En este sentido, se reproducirían esas diferencias biológicas en una organización social binaria, estableciendo diferencias de género (varones y mujeres) entendidas como un correlato social de nuestra biología. Desde nuestro punto de vista, el ser humano no es exclusivamente biología. Aunque nuestra naturaleza biológica particular es un requisito imprescindible para nuestra existencia no podemos explicar nuestra socialización en términos puramente biológicos. Somos seres sensibles al ambiente, con capacidad para adaptarnos y para intervenir, somos agentes activos en nuestro desarrollo. El ser humano, desde su origen, toma distancia de la vida puramente biológica, y crea un mundo propio de representaciones simbólicas con las que trata de dar sentido al mundo, a la vida y a su propia existencia1. De este modo, el individuo, desde su nacimiento, desarrolla conciencia de sí mismo, gracias a su interacción con el entorno2. El progresivo desarrollo de la interacción con el entorno junto al desarrollo cognitivo dará lugar a un modelo de sí mismo más elaborado y a una conciencia del yo que se va modificando y haciéndose más compleja durante el desarrollo hasta la adolescencia, y aunque nuestra identidad personal sufre modificaciones a lo largo de todo el ciclo vital, al final de la segunda década contamos ya con

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Necesidades y bienestar de las mujeres lesbianas en el mundo rural

una visión muy compleja y elaborada de nosotros mismos3. Finalmente, nuestra identidad es la síntesis de nuestra historia y, como tal, es una experiencia de la subjetividad. Esta subjetividad es producto del desarrollo de la persona como diversidad y síntesis bio-psico-socio-cultural4. En este desarrollo de la identidad no podemos obviar la importancia de la sexualidad, de nuestra identidad sexual. El concepto de identidad sexual hace referencia a la toma de conciencia y autoclasificación de cada persona como varón o como mujer5. Nuestra identidad sexual se va desarrollando de forma gradual influida por múltiples factores que actúan en el desarrollo, ya desde la primera infancia 3-4 años6. El desarrollo de nuestra identidad sexual implica integrar nuestra forma de vivir la sexualidad, aceptar la orientación del propio deseo y expresarla libremente, sin atender a prejuicios y estereotipos. En este sentido, la orientación del deseo forma una parte crucial de nuestra identidad personal, entendiendo ésta como la dirección del deseo sexual hacia un tipo determinado de estímulos hacia los que la persona se siente atraída sexualmente, y con los que deseará o tendrá sus conductas sexuales. Si es hacia una persona del sexo opuesto, la orientación será heterosexual; si es del mismo sexo, homosexual y si es hacia personas de ambos sexos, bisexual7. No obstante, desde el nacimiento el contexto sociofamiliar tiene deseos y expectativas sobre nosotros como varones y mujeres en función de nuestro sexo biológico, es decir de acuerdo a los estereotipos de género existentes en ese contexto8. En este sentido, es importante tener en cuenta los roles de género, es decir, las manifestaciones sociales asociadas a varones y mujeres en función de normas socioculturales(9). Estos estereotipos, a partir del sexo biológico, exageran, crean y justifican diferencias entre varones y mujeres10. Aún así, el peso otorgado al sexo a lo largo de la historia ha sido diferente. En este momento pisan con fuerza dos concepciones con respecto al sexo y al género. Por un lado, parece resurgir el concepto de sexo biológico

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Cuestiones de identidad y orientación

como el único elemento que rige nuestra existencia. En este sentido, cualquier identidad sexual que se aleje de reglas biológicas rígidas es considerada moda, casi siempre perniciosa, aunque tolerable en diferente grado. Es casi, en algunos sectores, una lucha de políticas públicas. De este modo, la orientación del deseo homosexual (hacia personas del mismo sexo) es rechazada y relegada a una posición marginal. Por otro lado, se defiende que la diferencia varón–mujer no se produce de forma fundamental por cuestiones naturales o biológicas, sino que esta diferencia es una construcción social que varía de un momento histórico a otro y de una cultura a otra. La existencia de un concepto de sexo binario, en el que todos han de ubicarse en un polo o en otro, supone la continuidad de la opresión a la mujer11; es decir, el sexo es una referencia biológica sobre la que se construye la desigualdad social entre masculino y femenino12. Desde nuestro punto de vista, ni una cosa, ni la otra. Contamos con un cuerpo que no podemos obviar, pero nuestro campo de acción es muy amplio y el ser humano tiene capacidad para decidir y construir su realidad. Es necesaria la voluntad de construir un entorno donde cada persona, a partir de sus características y recursos, pueda resolver sus necesidades de forma libre y satisfactoria. A continuación mostramos una tabla con los conceptos de los que partimos a la hora de realizar este estudio (ver tabla 1): Tabla 1. Definiciones asumidas en este estudio sobre conceptos centrales en esta realidad

Orientación del deseo sexual

Dirección del deseo sexual hacia un tipo determinado de estímulos hacia los que la persona se siente atraída sexualmente, y con los que deseará o tendrá sus conductas sexuales. Si es hacia una persona la orientación será heterosexual -del sexo opuesto-, homosexual -del mismo sexo- o bisexual -de ambos sexos.13

Identidad

Conciencia de uno mismo, de su lugar en el mundo y en relación a los demás, fruto de un proceso de construcción.14

Identidad sexual Toma de conciencia y autoclasificación de cada persona como varón o como mujer.15 Rol de género

Asunción y manifestación social como varón o como mujer en base a unas normas socioculturales.16



2. LA ORIENTACIÓN DEL DESEO HOMOSEXUAL EN LA MUJER Y LAS PARTICULARIDADES DE SER LESBIANA EN EL MEDIO RURAL Con frecuencia se habla de homosexualidad cuando se alude a personas que se relacionan sexualmente con personas de su mismo sexo, pero sabemos que esto no constituye el aspecto central de la homosexualidad, aunque esté presente en la mayoría de personas que se autoclasifican como homosexuales1. Además, existe cierta confusión entre el concepto de orientación del deseo y el concepto de identidad de género. Como ya hemos definido en el epígrafe anterior, mientras el primero se refiere a hacia quién (varón o mujer) se dirige el deseo sexual, el segundo alude a mi propia autoclasificación como varón o como mujer2. Son numerosas las definiciones que se pueden encontrar para hablar de homosexualidad, si bien parece que el concepto más integrador se refiere a la tendencia interna y estable a desear afectiva y sexualmente a personas del mismo sexo, con independencia de su manifestación en prácticas sexuales3. Por otro lado, parece que la clasificación homosexual-heterosexual ha sido valorada de diferente forma desde diferentes perspectivas. Para unos, se trata de entidades diferentes y excluyentes4, otros cuestionan esta clasificación, defendiendo que esta clasificación no recoge todo el espectro de vivencias de la homosexualidad, incluyendo en esos términos vivencias muy diversas entre sí5. En realidad, sabemos que las formas de vivir la sexualidad han sido diversas a lo largo de la historia, que la homosexualidad está presente desde el origen mismo de la humanidad y en diferentes culturas, y que ha sido la medicina la que ha etiquetado de homosexuales a aquellas personas que se relacionan sexualmente con otras de su mismo sexo, aceptando su existencia pero calificándolas de patológicas inicialmente6. En concreto, las lesbianas han sido consideradas enfermas mentales por alejarse del rol social asignado a la mujer como esposa y madre, siendo etiquetadas de mujeres masculinizadas, dando lugar al estereotipo mantenido hasta la actualidad. Desde esta posición,

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se asume la homosexualidad como una realidad diferente subordinada a la heterosexualidad pero igual de inflexible. De este modo, heterosexualidad y homosexualidad son como dos entidades diferenciadas y rígidas para organizar socialmente nuestra sexualidad. La bisexualidad no parece tener cabida en nuestra organización de ninguna forma, siendo una realidad rechazada por heterosexuales y por homosexuales7. No obstante, desde hace años algunos autores abordan la sexualidad como un continuo de prácticas, deseos, fantasías sexuales y sentimientos con personas del mismo sexo o del otro sexo8. Esta posición recoge mejor las diversas vivencias de la sexualidad, aceptando de forma más flexible la sexualidad humana. Como ya hemos dicho, si la homosexualidad fue etiquetada desde la medicina, es fácil entender los esfuerzos invertidos hasta el momento en establecer los criterios para su valoración. En la literatura científica encontramos diferentes criterios, desde una simple pregunta de autoclasificación hasta elaborados y largos instrumentos9. No existe consenso en los aspectos importantes a evaluar, ni el momento temporal que ha de tenerse en cuenta para hacerlo. Parece que el instrumento más utilizado inicialmente fue la escala propuesta por Kinsey en la que se hace referencia a diferentes aspectos en la vivencia de la homosexualidad, como fantasías, deseos, conductas, etc.10 No obstante, desde hace años el modelo de referencia parece ser el Modelo Multidimensional de Klein (1980), que valora siete dimensiones de la orientación (atracción, fantasías, conductas, preferencia emocional y social, autodefinición y estilo de vida) en diferentes momentos temporales (pasado, presente y futuro). Como podemos ver en este párrafo, el debate existente se centra en diferentes aspectos relacionados con la valoración de la homosexualidad, puesto que hasta el momento, los estudios existentes no han cuestionado el hecho de que se realice una valoración de la homosexualidad. Desde nuestro punto de vista, la homosexualidad es tan valorable o tan poco valorable como la heterosexualidad. En este sentido, contamos con diferentes teorías que han tratado de explicar el origen de la homosexualidad, desde las más biologicistas, pasando por

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La orientación del deseo homosexual en la mujer y las particularidades de ser lesbiana en el medio rural

las teorías de la adquisición hasta modelos integradores, antropológicos o sociobiológicos. Las primeras teorías surgieron a finales del siglo XIX proponen la homosexualidad como un desarrollo sexual patológico, que dieron paso a explicaciones centradas en conflictos psicosexuales durante la infancia, defendidas desde la teoría psicoanalítica. Es a mediados del siglo XX cuando durante el auge de las teorías del aprendizaje social la homosexualidad trata de explicarse desde esa perspectiva y en paralelo se inician los estudios que defienden un posible origen biológico, centrándose en el desarrollo hormonal prenatal 11. También en el siglo XX destaca la figura de Foucault (1976) en la sexualidad y también en la homosexualidad, entendiéndola como una forma más de vida, asumiendo que cualquier otra consideración es debida al control social existente (que pretende reprimir la sexualidad que la concepción médica no considere “normal”). En los últimos treinta años, la investigación se ha centrado en encontrar diferencias neuroanatómicas entre personas homosexuales y personas heterosexuales para encontrar la explicación de la homosexualidad, al mismo tiempo que desde la antropología se defiende la función sexual de la homosexualidad, presente en numerosas culturas12. En cualquier caso, ninguna de estas teorías ha podido explicar el origen de la homosexualidad. Desde nuestro punto de vista, resultaría absurdo preguntarle a una persona heterosexual el motivo por el que cree serlo, pero esta pregunta parece fundamental en el caso de la homosexualidad. Parece necesario atribuir un origen a esta realidad, encontrar una causa que determine el trato que se dará posteriormente a estas personas. En este sentido, nosotros atendemos a la autoclasificación que las propias mujeres hacen de sí mismas como lesbianas para llevar a cabo nuestro estudio. Por otro lado, a la hora de realizar investigaciones sobre una realidad determinada es importante poder estimar en qué medida se encuentra presente en la realidad. Aunque lo cierto es que en el caso de la homosexualidad no contamos con numerosas referencias y éstas no son total-

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Necesidades y bienestar de las mujeres lesbianas en el mundo rural

mente fiables. Sirvan los datos de diferentes investigaciones mostrados a continuación como indicadores: En los primeros estudios realizados para determinar el número de personas homosexuales presentes en la población en un estudio estadounidense, tanto varones como mujeres, se encontró una proporción de un 4% de varones y un 1,3% de mujeres13. Posteriormente, otros estudios encontraron mayor número de varones (5%) y especialmente de mujeres (2,5%), incrementándose como vemos en mayor grado en número de mujeres lesbianas14. Más recientemente, se vienen hablando de porcentajes entre un 5 y un 10 % de varones y entre un 2 y un 4% de mujeres15. En cualquier caso, estos datos variables tienen relación con el concepto de partida que se toma para hablar de homosexualidad, con el tipo de estudio que se realiza, etc. Además, en diferentes momentos históricos, la homosexualidad ha recibido diferentes consideraciones en nuestra sociedad occidental. No contamos con datos de cómo se vivía la homosexualidad durante la prehistoria, pero si atendemos a lo que ocurre en numerosas sociedades tribales parece existir cierta permisividad, llegando a suponer en algunas de ellas un ritual social. Durante la época clásica, si bien en Grecia parecían respetarse las relaciones entre varones mayores y adolescentes, en Roma, a pesar de ser una práctica habitual, no contaba con aprobación social general. Esta tendencia se radicaliza con el tiempo hasta el punto en que en la edad media las relaciones sexuales entre varones son consideradas un vicio. La perspectiva de la homosexualidad como pecado es algo que continúa en el renacimiento, asumiendo la homosexualidad como una práctica “no natural”. Esta concepción evolucionó hasta ser considerada en el siglo XIX como una enfermedad, una patología, una realidad “no normal”. Ya en el siglo XX, esta visión comienza a perder fuerza hasta que a mediados de siglo deja de ser considerada enfermedad, si bien sigue siendo considerada por algunos sectores sociales como tal16. No obstante, las referencias sobre la homosexualidad aluden casi siempre a la homosexualidad masculina. Aunque sabemos de la existencia de

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mujeres lesbianas a lo largo de la historia, son escasas las referencias con las que contamos sobre la vivencia libre de las relaciones amorosas entre mujeres, aludiendo a regiones particulares17. Es a finales del siglo XVI, cuando el escritor francés Pierre de Bourdeille (señor de Brântome), utiliza por primera vez el término lesbiana, en alusión a la isla de Lesbos, lugar donde vivió Safo, quien dejó en sus escritos relatos amorosos lésbicos, pero no ha sido hasta hace no muchos años cuando el interés en el estudio de la orientación del deseo de la mujer ha crecido, permaneciendo de forma estable invisible socialmente18. Además, de forma común la mujer lesbiana ha sido doblemente invisible y castigada, especialmente en momentos y lugares en que prevalece un modelo moral de la sexualidad19. Este modelo propone la sexualidad como mero medio reproductor entre varones y mujeres dentro del matrimonio, por lo que la sexualidad más allá de este fin es un peligro social que es necesario controlar a través de la abstinencia. Así, no se condena la homosexualidad, sino las prácticas homosexuales, consideradas pecado de lujuria. Pero la vivencia libre del lesbianismo se torna más difícil si atendemos a la organización social heterosexual y masculina. La imposibilidad de independencia económica por no poder acceder a formación y recursos en la misma medida en que lo hacían los varones, dificultaba la toma de decisiones para vivir de forma libre la propia sexualidad. No es de extrañar que esto se complique en el medio rural, medio sin recursos20. Si a todo esto le añadimos las dificultades añadidas que implica la vida en el medio rural que hemos mencionado al inicio del epígrafe, la situación de las mujeres lesbianas se torna más compleja y con frecuencia no tan satisfactoria. No podemos olvidar que Extremadura es la comunidad con las dos provincias que ocupan mayor territorio, donde encontramos grandes distancias entre una localidad y otra. Además, el éxodo de los núcleos más pequeños, el envejecimiento progresivo de la población, ligado al aumento

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en la esperanza de vida y la alta tasa de mortalidad debida a esta avanzada edad han caracterizado, al menos en los últimos años, el proceso de despoblación en el medio rural. Paralelamente a la disminución de la población, van desapareciendo servicios y se disminuyen los recursos sanitarios y los servicios sociales. Las particularidades de la vida en el medio rural limitan el acceso a la educación, a la sanidad, a las comunicaciones, etc. En este contexto, la vida de las mujeres es triplemente complicada, por ser mujeres, lesbianas y de ámbito rural. Aún así, siempre ha habido mujeres que no han asumido el papel social asignado, si bien en este momento social no podemos permitir que se perpetúe un modelo de sociedad que había establecido cuál era el rol de la mujer, qué podía y no podía hacer, estableciendo que su sexualidad quedase relegada a un segundo plano, viviéndola en el caso de la mujer lesbiana con frecuencia, de forma oculta y con gran menoscabo de su bienestar. Felizmente, también es cierto que en los últimos tiempos, la situación en el mundo rural está experimentando cambios en parte debidos a una mayor incorporación y participación de las mujeres en la vida económica y social como protagonista de pleno derecho. Estos cambios están mejorando la posición social y laboral de la mujer, pero es necesario seguir avanzando para conseguir la plena igualdad. Todo esto ha permitido que se vayan limando las diferencias entre la mujer rural y urbana y que la mujer del medio rural pueda disfrutar de su sexualidad de una forma cada vez más satisfactoria. Pero no podemos conformarnos con una regla de mínimos, donde cada pequeño logro se convierta en motivo de comodidad, sino que debemos utilizar una política de máximos, es decir, trabajar para que todas las mujeres lesbianas de nuestro medio rural puedan resolver sus necesidades adecuadamente. Os mostramos a continuación de qué necesidades hablamos.

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Por otro lado, existe un enorme vacío científico sobre el bienestar de las personas homosexuales. Este vacío es todavía mayor en relación a la homosexualidad femenina. Son muy pocos los estudios en los que se tenga en cuenta a la mujer lesbiana. Una de las principales dificultades de esta población es su invisibilidad, presente a lo largo de toda la historia. Hasta hace bien pocos años las relaciones amorosas y sexuales entre mujeres han sido ignoradas desde casi todos los ámbitos, incluso en momentos históricos en que la homosexualidad era valorada y respetada, tan sólo en el caso de los varones. De este modo, parece que el silencio en torno a este tema no se relaciona también con las concepciones acerca de la mujer en general y de su sexualidad en particular. Las estructuras sociales se han establecido relegando a la mujer a un segundo plano, estableciendo un modelo de la sexualidad heterosexual y donde el placer sexual se piensa desde y para el varón, centrado además en la genitalidad21. Además, este silencio no favorece el conocimiento de su realidad y ha facilitado que se perpetúen tópicos en torno a estas mujeres, los cuales perjudican en gran medida su aceptación social y su estado de bienestar. Y es que resulta una ardua tarea para el ser humano aprender a vivir en la incertidumbre. Parecemos guiados por necesidades de respuesta, y en nuestra búsqueda buscamos verdades que nos ofrezcan seguridad y control. Necesitamos conocer y dar sentido y, con frecuencia, defendernos de aquello que desconocemos. De este modo, damos respuestas a lo que conocemos y a lo que no conocemos, a lo que conocemos más y a lo que conocemos menos, arriesgando interpretaciones con frecuencia erróneas, simplificando y generalizando, generando tópicos y fomentando estereotipos. Así, en una sociedad de socialización heterosexual y masculina, son numerosas las atribuciones sexistas sobre la realidad de las mujeres lesbianas22. Mostramos a continuación algunos de los tópicos más frecuentes o extendidos sobre las mujeres lesbianas:

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Necesidades y bienestar de las mujeres lesbianas en el mundo rural

1.

Ser lesbiana es ser un “marimacho”, se comportan como tíos.

2.

En una pareja de chicas una siempre tiene que hacer de chico.

3.

Las chicas lesbianas son más viciosas que las chicas heterosexuales.

4.

La mayoría de mujeres lesbianas lo son porque son mujeres feas, gordas, etc., en las que los varones no se fijan.

5.

Una mujer lesbiana no está preparada para tener hijos.

Estos son sólo algunos de los tópicos más frecuentes en torno a las mujeres lesbianas. Como ya hemos mencionado, existe una gran confusión en torno a los conceptos de rol de género, identidad y orientación, un gran desconocimiento de la realidad de estas mujeres. Las formas de manifestarse de una mujer lesbiana en su forma de vestir, su comunicación verbal y no verbal y su forma de vivir la sexualidad son diversas, al igual que en el resto de seres humanos. Además, la capacidad para amar, proteger y educar a un niño no es diferente en una mujer lesbiana y en una mujer heterosexual, siendo éste el hecho necesario de responsabilidad y compromiso con los hijos. Simultáneamente, el silencio y la invisibilidad ha llevado a pensar que las chicas lesbianas viven su sexualidad mejor que los chicos homosexuales porque de alguna forma parece que la invisibilidad favorece el desarrollo de una vida cotidiana menos dificultosa. Esto sigue favoreciendo que las mujeres lesbianas sigan viviendo su opción sexual de forma más oculta, casi en secreto, y que no contemos con estudios sobre su situación. Si a todo esto le añadimos las dificultades añadidas que implica la vida en el medio rural que hemos mencionado en este epígrafe, la situación de las mujeres lesbianas se torna más compleja y con frecuencia no tan satisfactoria.

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3. NECESIDADES Y BIENESTAR DE LA MUJER LESBIANA EN EL MEDIO RURAL La conceptualización en torno al bienestar del ser humano no ha sido y todavía hoy no es fácil. Desde los diferentes ámbitos se han utilizado diferentes conceptos para referirse a una realidad similar teniendo en cuenta diferentes indicadores. Así, no existe acuerdo en la conceptualización ni en el uso entre perspectivas y autores1. Algunos autores se centran en los denominados criterios objetivos, muy asociados a la salud física y mental2, mientras que otros lo hacen en criterios denominados subjetivos3, asociados a la percepción que finalmente uno tiene de la propia vida y de sí mismo. No obstante, en los últimos años se han hecho intentos por integrar las diferentes posiciones en una teoría única que trate de explicar nuestro bienestar, y en la que se recojan los indicadores más importantes tanto objetivos como subjetivos4. De esta forma establecen un continuo de indicadores, desde los más subjetivos a los más objetivos (ver figura 1). Figura 1. Continuo de indicadores de la calidad de vida

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Necesidades y bienestar de las mujeres lesbianas en el mundo rural

Como podemos ver, aparece en un lugar central la satisfacción de necesidades, por representar tanto lo que necesitamos como seres humanos como lo que percibimos de nosotros mismos y nuestra vida. Por ese motivo, y sabiendo que el estado de bienestar de las personas dependerá de en qué medida éstas resuelvan sus necesidades5, nos centraremos a continuación en el estudio de las necesidades humanas y en cómo las mujeres lesbianas resuelven sus necesidades. Por otro lado, en la actualidad, no contamos con modelos teóricos que expliquen la importancia de la resolución de las necesidades y el bienestar para las mujeres lesbianas, especialmente en el medio rural. Si bien es verdad que contamos con numerosas teorías que abordan el tema de las necesidades humanas6, algunas de ellas nos parecen especialmente pertinentes para abordar la homosexualidad en el caso de la mujer. A nuestro modo de entender, las teorías de la Autodeterminación7, de la Soledad Social y Emocional de Weiss8 y de las Necesidades de López9, contienen los aspectos más relevantes del concepto de bienestar. Un somero análisis nos permitirá examinarlas con más detalle, centrándonos en la última, núcleo teórico de nuestra propuesta. La teoría de la Autodeterminación señala tres necesidades básicas: la autonomía, la competencia y la pertenencia/relación, necesarias para alcanzar el bienestar personal de todo individuo10. La necesidad de pertenencia/relación, aspecto en el que más se centra este estudio, es definido de una manera muy general abarcando una multitud de relaciones. En este sentido, la tipología de Weiss sobre la soledad social y emocional 11 aportaría una mayor especificidad a esta necesidad de pertenencia/relación, puesto que este autor afirma que los sentimientos de soledad social provienen de la falta de una red social y de amistades efectiva, mientras que los sentimientos de soledad emocional proceden de la carencia de una figura de apego, siendo ésta principalmente algún miembro de la familia de origen o la pareja actual, aunque no en todos los casos.

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Necesidades y bienestar de la mujer lesbiana en el medio rural

Asimismo, la Teoría de las Necesidades de López12 contempla necesidades físicobiológicas (relacionadas directamente con el desarrollo vital orgánico); necesidades mentales y culturales (como la estimulación y la exploración); necesidades interpersonales -emocionales y afectivas- (para una interacción adecuada y satisfactoria con el otro -emocional, social y sexual-) y necesidad de participación social y autonomía (ver tabla 2). Esta teoría completa la tipología de Weiss en el sentido de incluir en su propuesta interpersonal las necesidades sexuales. Desde nuestro punto de vista, esta teoría asume una perspectiva global y completa de las necesidades humanas, razón por la cual conforma el núcleo teórico principal de nuestro estudio. Tabla 2. Necesidades básicas según López13


Necesidades y bienestar de la mujer lesbiana en el medio rural

Partiendo de esta teoría, López (2008) se centra en las necesidades emocionales y afectivas y propone la Teoría de las Necesidades Interpersonales Básicas14, en la que incluye y desarrolla las tres necesidades emocionales y afectivas propuestas en la teoría original: 1. Necesidad de seguridad emocional a través de vínculos percibidos como incondicionales y duraderos: hace referencia al vínculo del apego. Este vínculo normalmente se establece con familiares (especialmente con la madre) y con la pareja en la edad adulta. Si no se cubre esta necesidad, la persona sentirá soledad emocional; es decir, sentimientos de inseguridad, abandono, falta de protección, etc. 2. Necesidad de una red de relaciones sociales: se resuelve a través del vínculo de la amistad, la relación con amigos, conocidos y la pertenencia a una comunidad. Si no se resuelve convenientemente, el individuo sentirá soledad social, o lo que es lo mismo, sentimientos de marginación, aburrimiento, etc. 3. Necesidad de contacto corporal e intimidad: esta necesidad también ha sido denominada por este autor como necesidad de contacto corporal placentero. Se resuelve a través de los contactos sexuales asociados al deseo, la atracción y el enamoramiento con una pareja sexual. Si no se resuelve esta necesidad satisfactoriamente, el individuo sentirá frustración sexual, tensión y/o insatisfacción sexual.

López (1997) plantea que estas necesidades también están biológicamente determinadas en el ser humano, ya que las tres favorecen nuestra supervivencia. Puesto que la necesidad de intimidad sexual favorece la reproducción y la necesidad de red social favorece la pertenencia a un grupo y, por tanto, el cuidado de las crías y la necesidad de seguridad emocional favorece su protección. Además, plantea que estas necesidades se relacionan unas con otras a lo largo de la vida. Además, con frecuencia cada necesidad es resuelta a través de una figura determinada; es decir, la familia resuelve la necesidad de seguridad emocional, los amigos la necesidad de red social y la pareja la necesidad de seguridad emocional y la necesidad de intimidad sexual. Pero esto no siempre es así, ya que la familia puede satisfacer también la necesidad de red social, los amigos, o alguno de ellos, puede resolver la necesidad de

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seguridad emocional e incluso de intimidad sexual y la pareja puede resolver también la necesidad de red social15. Por esto, lo importante es poder resolver nuestras necesidades, con independencia de la forma en que las resolvamos, ya que de no resolverlas aparecerán diferentes tipos de soledad (ver figura 2): Figura 2. Necesidades interpersonales, vínculos y figuras a través de los que se resuelven y tipos de soledad presentes si no se resuelven

Aunque, como hemos mencionado anteriormente, este modelo no ha sido aplicado a las mujeres lesbianas, numerosos estudios examinan aspectos de gran relevancia en torno a la satisfacción de las necesidades emocionales y afectivas y sus repercusiones en el bienestar de las personas homosexuales.

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Revisemos a continuación las aportaciones de estos estudios para aprehender con mayor claridad las posibles relaciones entre la satisfacción de las necesidades emocionales y la salud psicológica y el bienestar de las mujeres homosexuales. En nuestro planteamiento, la necesidad de apego, de vínculos incondicionales, es uno de los pilares básicos que sostiene al sentimiento de bienestar. Algunos estudios con personas homosexuales reflejan que el estilo de apego, la forma en la que establecemos dichos vínculos es un indicador que predice la forma en la que aceptamos nuestra orientación del deseo16. La necesidad de apego es resuelta desde el nacimiento generalmente con la familia, por lo que el papel de ésta es fundamental en nuestro desarrollo como personas y en nuestro bienestar. Sin embargo, las personas homosexuales (mujeres y varones) perciben menor apoyo social por parte de su familia que las personas heterosexuales17. De hecho, muchas personas homosexuales consideran su familia a las personas con las que establecen vínculos estrechos de amistad, con quienes se sienten apoyados y queridos, con los que comparten momentos de ocio y a quienes pueden recurrir en caso de necesidad18. En este sentido, las personas homosexuales, al igual que las personas bisexuales y heterosexuales, establecen vínculos de amistad con personas con las que tienen similitudes. La orientación del deseo es especialmente importante (por la repercusión social que tiene) para las personas homosexuales, por lo que con frecuencia las mujeres lesbianas se rodean de otras mujeres lesbianas19, con las que establecen relaciones de amistad sólidas y estables20. Además, se especula mucho socialmente sobre la promiscuidad de las relaciones de pareja homosexuales por el hecho de ser homosexuales, si bien algunos estudios afirman que la satisfacción y la estabilidad se relacionan fundamentalmente con la similitud de características de los miembros de la pareja, igual que ocurre en las parejas heterosexuales21.

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Por encima de su orientación del deseo, las personas homosexuales valoran a la hora de establecer una relación de pareja los valores, el afecto, los intereses comunes y la similitud de creencias. De igual manera que las personas heterosexuales, conocen a sus parejas en diferentes contextos (laboral, a través de amigos, en locales de ocio, etc.), aunque con frecuencia utilizan Internet como una forma rápida de conocer a otras personas. Sin embargo, en ocasiones, las fronteras entre una relación de amistad, de pareja o sexual, son complejas22. Es común que estas personas establezcan relaciones de amistad con personas que son, además, compañeras sexuales23. Parece que las parejas de mujeres homosexuales tienen contactos sexuales con menos frecuencia que los varones homosexuales o las parejas heterosexuales. Existen muchas explicaciones sobre esto, como por ejemplo, la educación moralista que favorece la represión de la sexualidad en la mujer. Sin embargo, es necesario seguir investigando sobre este aspecto para poder hacer afirmaciones concluyentes24. Queremos resaltar que, al igual que en las familias heterosexuales, existe gran diversidad de familias homosexuales, si bien, hasta la actualidad, la mayor parte de familias homoparentales, especialmente de mujeres, tienen hijos procedentes de una relación heterosexual previa25. En contra de la creencia común, algunos estudios han puesto de relieve que la maternidad no es diferente en una familia homoparental de lo que habría sido con anterioridad en esa relación heterosexual26. La homofobia internalizada de las personas homosexuales es una respuesta ante la visión negativa de la sociedad ante esta realidad27, aceptando implícitamente que representan un desajuste social28. Este hecho tiene una gran repercusión en el estado de bienestar y de salud psicológica29. Algunos estudios estiman que las personas homosexuales rechazan su propia orientación del deseo en un porcentaje que oscila entre un 25 y un 35%30.

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Este rechazo, o vergüenza, como definen algunos autores que sienten estas mujeres por ser lesbianas, se relaciona con la tendencia a evitar las relaciones sociales y a mostrar un estilo de interacción social evitativo31. Formar parte de una minoría rechazada socialmente y encontrarse en un contexto escaso de recursos en numerosas ocasiones se ha asociado esta situación a consumo de tóxicos32. Conocer las características de la propia homofobia, así como el análisis del rechazo familiar y social facilita el desarrollo de estrategias de intervención eficaces con las personas homosexuales33. Lewis et al. (2001) ha identificado diferentes tipos de aspectos que causan estrés, como la necesidad de esconder la orientación del deseo o ser expuesto/a y discriminado/a por el hecho de ser homosexual. Otros estudios afirman que las personas homosexuales que experimentan mayores niveles de discriminación tienen mayor riesgo de tener una pobre salud psicológica y mayor estrés34. Cuando una persona está sometida a una alto nivel de estrés, sus relaciones se deterioran, por lo que puede ocurrir que la insatisfacción con la relación favorezca su fin en algún momento35. Son numerosos los factores que inciden sobre la salud psicológica y el bienestar de las mujeres homosexuales, como el apoyo social, la autoestima, los factores externos de estrés o la homofobia internalizada, pero son la autoestima y la victimización (por sentirse vulnerables a la violencia y las agresiones) dos de los factores más importantes en los síntomas depresivos de estas mujeres36. De esta manera, podemos ver cómo los estudios existentes hasta el momento ponen de relieve las carencias y las dificultades a las que se enfrentan las personas homosexuales, concretamente, las mujeres lesbianas, solamente por el hecho de serlo. En este sentido, sus relaciones familiares son con frecuencia deficitarias, además de vivir de forma problemática sus relaciones de pareja y sexuales. Además, sufren discriminación y

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son vulnerables a la violencia y las agresiones, por lo que no sólo se enfrentan a su propio rechazo, sino también al de los demás. Esto afecta a su calidad de vida y dificulta su desempeño social y su estado de bienestar, puesto que sus necesidades a menudo no están resueltas (emocionales, sociales y sexuales). Es importante valorar estos estudios para conocer un poco más la realidad de las personas homosexuales, realidad por la que nos interesamos en este estudio de una forma global, dando voz a la mujer lesbiana, menos estudiada hasta el momento. Además, nos acercamos a un contexto con dificultades, el contexto rural, para poder encontrar las claves que favorezcan el bienestar de las mujeres con mayores dificultades. Finalmente, somos conscientes de las dificultades con las que nos enfrentamos para fundamentar teóricamente los aspectos relacionados con la situación específica de la mujer lesbiana en el medio rural. El motivo es claro, carecemos de estudios en los que se lleve a cabo este análisis concreto y específico, aunque parece que estas mujeres han de enfrentarse a diferentes cuestiones como un menor anonimato, mayor presión social y menores oportunidades de contacto con mujeres lesbianas y de acceso a recursos, además de un pobre apoyo social. Veremos más delante de forma más detallada en qué medida están presentes estas u otras dificultades.

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4. NECESIDAD DEL PRESENTE ESTUDIO: QUÉ Y CÓMO SE HA HECHO La homosexualidad de las mujeres ha sido obviada a lo largo de toda la historia, por lo que apenas encontramos investigaciones sobre esta realidad, especialmente desde la perspectiva de las necesidades humanas e interpersonales. Actualmente, nos encontramos en un momento en el que el interés por la homosexualidad crece de forma sustancial desde todos los campos de estudio, pero aún así nos encontramos ante una realidad todavía desconocida, especialmente en el caso de las mujeres, en la que el funcionamiento social y profesional se ve condicionado por este desconocimiento y por la información sesgada o errónea que existe al respecto. De ahí la necesidad de investigación sobre el lesbianismo. Desde un punto de vista científico, existe un cierto vacío en este tema. La mayoría de los estudios realizados sobre homosexualidad tienen como participantes a varones, siendo escasos los estudios con mujeres (en los que se evalúen sus necesidades) e inexistentes los estudios con mujeres lesbianas en el medio rural. Resulta de especial interés la investigación sobre la situación y el bienestar de las mujeres lesbianas en este contexto, a partir de la cual obtener información certera sobre su situación y sobre la forma de favorecer su bienestar. Es importante señalar que los profesionales de todos los ámbitos que tienen relación con este colectivo se encuentran en situación de desamparo, al no contar con una base de conocimiento específico sobre sus necesidades y los factores asociados a su bienestar, conocimiento que posibilitaría el desarrollo de programas de apoyo específicos. Existe una falta de oferta profesional experta en el campo. De este modo, se trata de dotar a los profesionales de mayor conocimiento acerca de los factores específicos clave que causan malestar en esta comunidad, lo que constituiría el punto de

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partida para la puesta en marcha de programas de intervención que serían una herramienta eficaz para facilitar su desarrollo psicosocial normalizado. Además, aunque no podemos delimitar con exactitud el número de mujeres lesbianas, y en menor medida en el medio rural, en gran parte debido a su invisibilidad, pensamos que no se atienden de forma adecuada sus necesidades, lo cual genera dificultades a estas mujeres. Especialmente en el medio rural, una de sus dificultades más importantes es el aislamiento de numerosos recursos, que repercute notablemente en todas las áreas de su vida y, por tanto, en su estado de bienestar. De la misma forma, desde el punto de vista político-legislativo este estudio nos proporciona datos para crear legislaciones que faciliten la resolución de las necesidades interpersonales de las mujeres lesbianas y promuevan, de este modo, una mejor calidad de vida y salud psicológica y una socialización más exitosa, especialmente en el medio rural. Los estudios realizados hasta el momento sobre la mujer lesbiana son en general estudios en los que su objeto son las personas homosexuales, tanto varones como mujeres, y cuyo objetivo fundamental es el cuestionamiento de quién es una persona homosexual y quién no lo es, así como conocer cuál es la forma en que se adquiere la identidad sexual1. En algunos casos, el interés se centra en la crítica a los baremos existentes, planteando la necesidad de investigar en nuevas y mejores formas de abordar este tema2. Es menor el número de estudios en el que se abordan aspectos psicosociales. Estos estudios se centran en aspectos como valorar las diferencias a la hora de establecer vínculos de amistad de varones y mujeres homosexuales3, o en si establecen relaciones de amistad mayoritariamente con otras personas homosexuales4, pero también en cómo son las relaciones de pareja entre personas homosexuales, para conocer en qué medida esas relaciones son de calidad5. Aún así, contamos con algún estudio que valora la vivencia de la homosexualidad en los diferentes aspectos fundamentales para el bienestar en diferentes momentos con respecto a la aceptación de la propia identidad sexual6, así como con algún estudio en el

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Necesidad del presente estudio: qué y cómo se ha hecho

que se cuestiona la organización social que dificulta que la aceptación de la diversidad sexual y el reconocimiento de las diferentes identidades sexuales sin que exista la supremacía de unas sobre otras7. Los estudios sobre mujeres lesbianas son reducidos y frecuentemente parciales, relacionados generalmente también con el desarrollo de la identidad sexual y la integración de la homosexualidad en su propia identidad8, tanto en lo que se refiere a visibilidad, por sus consecuencias personales9, y por sus consecuencias sociales10. La vivencia del lesbianismo de forma general apenas ha sido abordada desde la ciencia, teniendo serias dificultades para encontrar estudios donde se recojan de forma global aspectos importantes para la vida de estas mujeres. Si especificamos aún más y tratamos de conocer el estado de la cuestión en el medio rural, nos encontramos con una gran necesidad de estudio en este medio sobre la homosexualidad y una absoluta ausencia de estudios sobre este tema con mujeres. Aún así, encontramos algún estudio que aborda la vivencia de los varones homosexuales en este contexto11 o que se centra en la aceptación por parte de la población rural hacia la homosexualidad12. En este sentido, no contamos con antecedentes en este tema, no existen estudios sistemáticos sobre la situación de las mujeres lesbianas que viven en el medio rural. Se trata de un tema muy poco abordado, encontramos estudios en los que se trabaja con mujeres lesbianas, pero en los que no encontramos análisis del estado de bienestar de estas mujeres ni de su vivencia específica en el medio rural, motivo por el que acudimos a propuestas teóricas generales ya utilizadas con otras poblaciones para fundamentar nuestro estudio; en este caso, la propuesta de las necesidades humanas13. Por esta razón, el objetivo fundamental de este trabajo sobre la vivencia de las mujeres lesbianas en el medio rural en Extremadura es abordar la necesidad de visibilizar la situación de estas mujeres, conocer qué necesida-

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Necesidades y bienestar de las mujeres lesbianas en el mundo rural

des tienen y cómo las resuelven, así como en qué medida es posible fomentar la mejora del bienestar de estas mujeres. En los primeros epígrafes hemos contextualizado el tema, mostrando las aportaciones más importantes hasta el momento sobre aspectos relacionados con el estudio y sobre las que lo fundamentamos. En este epígrafe abordamos la necesidad de investigación en este campo, así como el procedimiento y la metodología utilizada. En epígrafes posteriores las protagonistas son las mujeres entrevistadas, aportando los resultados obtenidos a partir de las entrevistas realizadas y reflexionando sobre las sugerencias que nos aportan sobre posibilidades de trabajo futuro. De este modo, realizamos un estudio exploratorio y descriptivo, puesto que esta línea de investigación apenas ha sido desarrollada y no conocemos en qué medida las mujeres lesbianas resuelven sus necesidades, punto de inicio fundamental para identificar factores clave que permitan posteriores intervenciones. Además, se lleva a cabo en un único momento temporal, es decir, se trata de un estudio de corte transversal. Algunos de los aspectos son evaluados de forma retrospectiva, con el fin de conocer algunos aspectos relevantes de la historia de vida de las mujeres entrevistadas. Es importante tener en cuenta que el estudio retrospectivo de estas cuestiones está sujeto al momento presente de la persona, al recuerdo y a la interpretación que la persona ha hecho de su historia de vida. Realizamos el estudio a través de entrevistas personales semiestructuradas en las que tenemos en cuenta diferentes aspectos en relación a esta realidad, desde los más vinculados a la propia identidad a los más interpersonales. Valoramos aspectos ambientales, sociodemográficos, del contexto físico en el que viven; aspectos de su proceso de desarrollo de la identidad sexual, desde la infancia hasta la actualidad; aspectos relacionales, tanto familiares como sociales, de pareja y sexuales, además del estilo de vida y los riesgos sociales a los que han podido estar expuestas desde su infancia hasta la actualidad. Finalmente pedimos a nuestras participantes propuestas

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para mejorar su situación respecto a todos estos ámbitos de fundamental importancia, propuestas clave de cara a futuras investigaciones e intervenciones. Contactamos con ellas a través de los contactos de Fundación Triangulo Extremadura y de asociaciones y organizaciones afines a la mujer o al colectivo homosexual, y mayoritariamente de forma independiente, a través del “boca a boca”, lo que ha hecho posible un mayor número de mujeres susceptibles de incluir en el estudio. Así, con las personas que voluntariamente accedieron a participar se acordó una cita, que varió en función del lugar, el momento y las circunstancias, en la que se llevó a cabo la entrevista personal, con una duración variable (entre 30 y 50 minutos). Al final de la entrevista, y tras dedicar un tiempo a preguntar sobre la experiencia con dicha entrevista, se agradece a la persona la participación, se solicita información de contacto (teléfono) y da lugar a la despedida. Es importante mencionar que hemos contado con la participación de 40 mujeres lesbianas (n=40), mayores de 18 años, que viven y trabajan en diferentes poblaciones del medio rural de Extremadura. De esta manera, contamos con aquellas mujeres que se autoclasifican como lesbianas y que acceden a participar, salvo si viven y/o trabajan en Cáceres, Plasencia, Mérida o Badajoz. Sabemos que estos criterios son muy restrictivos, lo que reduce sensiblemente la muestra objeto de estudio. Sin embargo, entendemos que estos criterios favorecen conocer las dificultades específicas en los medios más rurales y con menos recursos. La razón de exclusión de las mencionadas ciudades es no sólo el número de habitantes, sino también la cantidad de recursos comparativamente mayor que el resto de localidades extremeñas, además de ser lugares de referencia para la población de esta Comunidad Autónoma. Las mujeres participantes cuentan con edades comprendidas entre los 20 y los 47 años (con una media de edad de 34 años), presentan en su mayoría un nivel educativo inferior a “estudios universitarios”, destacando el porcentaje de mujeres que han cursado sólo estudios primarios, como podemos ver en la tabla 3.

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Tabla 3. Porcentajes y frecuencias del nivel de estudios de las participantes

Resulta significativo el similar porcentaje de mujeres que afirman profesar la religión católica y practicar en mayor o menor medida, y de aquellas que dudan o niegan la religión tradicional católica (ver figura 3). Figura 3. Porcentajes de las creencias religiosas de las mujeres de la muestra

Con respecto a su situación laboral, el 90% de las mujeres trabajan en la actualidad, resultando especialmente llamativo el número de mujeres que lo hacen en el sector de la hostelería (37,5%), si bien el resto se ocupan en diferentes actividades profesionales (dependientas, empresarias, profesoras, administrativas, etc.)

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La distancia media de la localidad en la que viven las mujeres entrevistadas al núcleo urbano más cercano es de 40 kilómetros. Alrededor de la mitad de estas mujeres viven y trabajan en localidades mayores de 10000 habitantes, mientras el resto lo hacen en localidades menores (ver figura 4). Figura 4. Porcentajes de mujeres que viven en localidades mayores y menores de 10.000 habitantes

Finalmente, la mitad de las mujeres viven con su familia de origen, mientras el resto viven mayoritariamente solas o con sus parejas (ver figura 5). Este dato será importante a la hora de valorar el nivel de satisfacción familiar y, por tanto, vital. Figura 5. Porcentajes de las personas con las que conviven las mujeres del estudio


Necesidades y bienestar de las mujeres lesbianas en el mundo rural

Finalmente, analizamos los datos cuantitativos con el paquete estadístico SPSS 15.0 y los datos cualitativos a través del análisis del discurso de las mujeres participantes. De este modo, tenemos una visión global de la situación de estas mujeres y de cómo es si desarrollo vital en las diferentes áreas importantes de la vida tanto de forma cuantitativa (a través de frecuencias, porcentajes y diferencias entre grupos) como de forma cualitativa (a través de su discurso), como veremos en el siguiente capítulo.

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5. CÓMO VIVEN LAS MUJERES LESBIANAS EN EL MEDIO RURAL DE EXTREMADURA: VOZ Y PALABRA DE LAS PROTAGONISTAS Para conocer cuál es la vivencia de las mujeres lesbianas en el medio rural, es necesario escuchar a las propias protagonistas. Escucharlas es una de las condiciones para conocer mejor su realidad y, sobre todo, para orientar los cambios en ella. En este capítulo mostramos algunos de los aspectos más relevantes con respecto a la vivencia de estas mujeres. Aclarar que las cuestiones planteadas y los resultados obtenidos son una descripción de su situación en su medio rural con respecto a dichas cuestiones. Esto no significa que sea absolutamente diferente de lo que pudiésemos encontrar en un contexto urbano, pero sí arrojamos luz sobre las características vivenciales de la mujer lesbiana en el medio rural.

5.1. Identidad sexual: Soy lesbiana Desde el momento del nacimiento, la persona desarrolla conciencia de sí misma gracias a su interacción con el entorno. En esta toma de conciencia progresiva es fundamental la autoclasificación y la integración en nuestro yo, del hecho de ser varones o mujeres1. En este proceso, desarrollado desde la primera infancia, tienen especial importancia las expectativas que el contexto tiene sobre nosotros como varones y mujeres en función de nuestro sexo biológico; es decir, de acuerdo con los estereotipos de género existentes en ese contexto, con límites precisos entre conductas, actitudes, deseos, fantasías, etc., de varones y mujeres2. Por este motivo, el proceso de autodefinición en la orientación del deseo es largo y, con frecuencia, conflictivo3. Las mujeres lesbianas entrevistadas afirman haber comenzado a sentir atracción por las mujeres a diferentes edades, desde los 5 hasta los 24

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años, si bien con frecuencia esto les ocurre antes de la juventud. No obstante, no se relacionan emocionalmente con mujeres al menos hasta el inicio de la adolescencia, aunque la edad es variable (desde los 12 hasta los 25 años), comenzando poco después a relacionarse con ellas sexualmente, entre los 14 y los 26 años. Un ejemplo de esto lo encontramos en la afirmación de una de las chicas entrevistadas: “…supe desde siempre que yo no era igual que el resto de las niñas, pero no sabía bien qué pasaba, hasta que cuando tuve doce o trece años sentía que mis amigas empezaron a estar con chicos y a mí no me gustaba ninguno…, cuando tenía quince años me di cuenta realmente de que me gustaba una amiga con la que después de un año, casi jugando…empecé una historia…” En este sentido, la variabilidad en las edades a las que sienten atracción por otras mujeres y comienzan a tener relaciones con ellas alude al proceso singular de desarrollo de la identidad sexual de cada mujer entrevistada y, por tanto, de su orientación del deseo, a pesar de la importancia que tiene la infancia y la adolescencia en este proceso. Además, cuando a lo largo de nuestro desarrollo, la persona no responde a las expectativas que el entorno y las personas más significativas tienen sobre ella, es probable que se presenten dificultades en alguna medida para aceptarse a sí misma y que eso tenga repercusión en nuestras relaciones con los otros. De este modo, la mujer lesbiana no encaja en el modelo hegemónico de socialización heterosexual, por lo que en ocasiones las relaciones tanto con mujeres como con varones le generan malestar, al no poder relacionarse con libertad con unas ni otros (ver figura 6).

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Cómo viven las mujeres lesbianas en el medio rural de extremadura: voz y palabra de las protagonistas

Figura 6. Grado de malestar que sienten en sus relaciones

Una de las chicas entrevistadas nos describía su malestar en su relación con las chicas de la siguiente forma: “… a veces cuando me acerco a una chica no la toco mucho ni me acerco para que no piense que estoy ligando con ella, muchas veces me siento mal…” En la misma línea, otra de las mujeres nos cuenta cómo vive su relación con los chicos: “…vivir en un pueblo hace que todo el mundo sepa que eres lesbiana, y muchas veces los tíos se acercan a ti porque les da morbo saberlo, así que no me fío mucho de ellos cuando se acercan a mí…” Pero esta no es la única repercusión que tiene no encajar en nuestro contexto heterosexual y masculino. El rechazo del contexto favorece que el grado de la propia aceptación se torne difícil. Quizás por eso nos encontramos que más de la mitad de las mujeres acepten con dificultad su orientación homosexual del deseo (ver figura 7). 41


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Figura 7. Porcentajes del grado de aceptación de la propia orientación de las mujeres de la muestra

Además, parece que todavía en la actualidad muchas de las mujeres muestran resistencias en alguna medida sobre la propia aceptación de la orientación (ver figura 8). Figura 8. Porcentajes de mujeres que han aceptado o no su identidad sexual

El propio rechazo de quien uno es genera malestar y condiciona la valoración que las personas hacen de sí mismas, generando desasosiego en la vida cotidiana (ver figura 9). Sabemos del devastador efecto que tiene una aceptación pobre sobre nuestro desempeño social y nuestro

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estado de bienestar4, por lo que la presencia de malestar persistente a causa de un aspecto central de la identidad como es la orientación menoscaba considerablemente el bienestar de estas mujeres. Figura 9. Porcentajes de la frecuencia de malestar que las mujeres de la muestra sienten malestar por su orientación

También es importante tener en cuenta que saber que no se cumple con las expectativas del contexto y sospechar o creer que no serán aceptadas por aquellas personas significativas para ellas favorece que comunicar este aspecto importante de su vida a su entorno genere mucho malestar (ver tabla 4). Esto parece especialmente complejo en un medio en el que las posibilidades de anonimato son menores, donde los recursos y las posibilidades de encontrar nuevos apoyos u otras mujeres lesbianas parecen reducidos. Tabla 4. Frecuencias y porcentajes de las mujeres de la muestra que presentan malestar por contar al entorno la propia orientación del deseo


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A continuación mostramos una referencia de una de las chicas a este malestar que supone expresarle al entorno que se es lesbiana: “…si ya me costó poder decirme a mí que soy lesbiana, pensar en contarlo a los demás…, creía que aquí, que todo el mundo se conoce, empezarían a hablar de mí y de mi familia y mis amigos…” En este sentido, es probable que por este motivo nuestras mujeres comuniquen por primera vez que son lesbianas a alguien cercano con quien sienten afinidad, con aquellas personas con quienes creen serán más aceptadas, normalmente fuera de la familia (ver tabla 5). Tabla 5. Persona con la que hablaron por primera vez sobre su orientación

Aún así, parece que la aceptación por parte de esas personas no resulta sencilla. Un porcentaje importante muestra ciertas resistencias (rechazo, silencio y ausencia de apoyo, etc.) a aceptar la orientación de las mujeres que componen nuestra muestra (ver figura 10). Por un lado, los propios prejuicios sobre la homosexualidad y por otro, la creencia de que si tenemos algún tipo de relación con una mujer lesbiana, los otros asumirán que

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también los somos, especialmente en un medio rural donde el conocimiento sobre nuestros conocidos es mayor, es posible que sea un factor añadido que dificulte la aceptación inicial cuando la persona lo cuenta. Figura 10. Porcentajes del número de personas que afirmaron que cuando hablaron por primera vez de su orientación no obtuvieron aceptación por parte de la otra persona

Como hemos visto hasta aquí, identificarse y asumirse como lesbiana no es sencillo. Identificar una realidad que es la propia y que hasta hace no muchos años parecía no existir socialmente, y asumir que desde ese instante la propia vida en el contexto estará condicionada por esa realidad que es rechazada socialmente, genera un malestar significativo, un desarrollo de la propia identidad con mayores dificultades y una relación con los otros que puede no resultar satisfactoria y que perjudica el desempeño social de la mujer lesbiana, especialmente en contextos con pocos recursos y dificultades para el anonimato.

5.2. Mis relaciones: la importancia de la familia En la construcción de la propia identidad y la satisfacción con la vida hay un ámbito fundamental: el familiar. Necesitamos tener vínculos que percibamos como incondicionales, que nos den seguridad y confianza, necesitamos personas que nos validen y sentirnos personas valiosas para desarrollar nuestro proyecto vital de forma satisfactoria5. En nuestro con-

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texto esto ocurre habitualmente desde la infancia con la familia (aunque posteriormente se generen ese tipo de vínculos con otras personas). Sin embargo, un porcentaje importante de las personas entrevistadas no ha contado a ningún miembro de su familia que es lesbiana. Otros estudios ya han manifestado que el silencio es un aspecto muy importante en la vivencia de la homosexualidad en contextos rurales, fundamentalmente por el miedo a la censura familiar6. De este modo, este aspecto tan importante de la vida de una persona permanece oculto en ese ámbito en el que se supone protección, apoyo, etc., como es la familia (ver figura11). Figura 11. Porcentajes del número de personas que se lo ha contado a alguien de su familia

Este dato se refleja de forma clara en la siguiente afirmación: “…mi familia no lo sabe, bueno, lo sabrá, pero yo nunca les he dicho nada, no se lo iban a tomar bien, así que bueno, mi vida la llevo a parte de mi familia…” Además, el 7,5% de las mujeres tienen hijos y todas se lo han contado a sus hijos. Asimismo, en algunos aspectos vitales importantes, encontramos diferencias entre quienes lo han contado a su familia y aquellas que no lo han hecho en algunos aspectos importantes de su vida. Parece que las personas que han hablado con algún miembro de su familia sobre su orientación muestran una mayor satisfacción con la relación familiar y perciben en mayor medida los

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posibles beneficios de vivir en un contexto rural. Sin embargo, son estas personas las que parecen sufrir más agresiones verbales-emocionales por parte del contexto. Quizás contarlo a la familia implica una mayor visibilidad, la vivencia con más normalización de la propia vida, lo que implica estar más expuestas a los comentarios ofensivos en medio rurales, donde el anonimato es menor. Por el contrario, el grado de malestar con la propia orientación, por la relación con otras mujeres y por contar al entorno su lesbianismo es mayor en las mujeres que viven de forma oculta el hecho de ser lesbiana frente a la familia. Esto favorece que estas mujeres hayan solicitado en mayor medida apoyo profesional psicológico, incluso que asuman potenciales conductas de riesgo como por ejemplo, un mayor consumo de alcohol. En relación con esto, algunas de las mujeres entrevistadas hablaron por primera vez de su orientación con alguien de su familia. Son estas mujeres las que utilizan más el medio virtual (Internet) para conocer a otras mujeres y perciben en mayor medida beneficios de vivir en un contexto rural. Mostrar una realidad importante para la persona a alguien de la familia favorece sentirse aceptada y valorada y favorece quizás la percepción del medio en el que se vive. Aún así, recurren a la familia para hablar por primera vez de la orientación cuando disponen de una escasa red social de confianza, por lo que esto favorece también el uso de formas alternativas para conocer a otras mujeres. Sin embargo, muchas otras mujeres hablaron por primera vez de su orientación con personas ajenas al contexto familiar. Estas mujeres presentan también algunas particularidades, ya que parecen disfrutar de un estado de salud psicológica menos satisfactoria. Estas mujeres han sufrido en mayor medida situaciones de abuso sexual en su infancia, han pensado en hacerse daño a sí mismas y han solicitado ayuda profesional psicológica. Ante esta situación, las mujeres perciben más dificultades por vivir en el medio rural en el que se encuentran. Sin duda, para estas mujeres, se complica la vivencia en el medio rural, siendo

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más conscientes de las dificultades existentes en ese contexto para una mujer lesbiana. Además, como describíamos en el capítulo anterior, en un porcentaje importante, las mujeres entrevistadas viven con su familia de origen. Este hecho marca diferencias en algunos aspectos con la realidad que viven las mujeres que no viven con su familia de origen. De este modo, las mujeres que viven con su familia de origen comienzan a relacionarse emocional y sexualmente con mujeres más tarde, utilizan menos Internet para conocer a otras mujeres y echan más de menos tener contactos sexuales que aquellas que viven fuera del núcleo familiar. La falta de autonomía, de lugares de intimidad y espacios propios parecen favorecer esta realidad, especialmente si es posible que muchas de las mujeres que viven con su familia no se lo hayan contado a ningún miembro de la misma. Sin embargo, parece que las mujeres que viven con su familia de origen se encuentran más satisfechas con la relación familiar. Sin embargo, vivir con la familia, incluso hablar de la orientación homosexual con ella, no implica directamente que la familia lo acepte, especialmente desde el principio. De este modo, con frecuencia, nuestras mujeres afirman que sus familias no aceptan en diferentes grados su orientación (ver figura 12). Otros estudios ya han reflejado resultados en este sentido, encontrando que varones homosexuales en el medio rural rechazados también en porcentajes elevados7. Figura 12. Porcentajes del grado de aceptación que obtuvieron por parte de la familia


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Sabemos que los vínculos familiares son de vital importancia para la persona, que son o han de ser vínculos incondicionales, de validación, comprensión y apoyo. Estos nos facilitan y condicionan nuestro desarrollo y nuestra satisfacción vital. Sin embargo, encontramos un porcentaje importante de rechazo familiar, a pesar de vivir en un porcentaje elevado con familia de origen (50%). De este modo, se presentan dificultades para resolver nuestras necesidades emocionales y afectivas, sufriendo con frecuencia en la vida cotidiana la reprobación estas mujeres, lo cual menoscaba su estado satisfactorio de salud psicológica y su satisfacción con la vida, como ya conocemos por los estudios de otros autores8. En esta situación es más probable la asunción de determinadas prácticas no saludables como por ejemplo el abuso del consumo de alcohol, aspecto clave de trabajo en este campo.

5. 3. Mis relaciones: la importancia de los amigos Sabemos que el ser humano tiene necesidad de tener una red social, de tener vínculos de amistad, relaciones con otros y de sentirse perteneciente a una comunidad para su desarrollo emocional y su bienestar. En un contexto rural, donde la red social parece a priori más amplia, es importante sentirse perteneciente a la comunidad, integrada y aceptada en el contexto social, resulta fundamental disponer de vínculos satisfactorios. Por término medio, las mujeres entrevistadas afirman contar con tres amigos o amigas de total confianza, generalmente otras mujeres. (ver figura 13). Figura 13. Porcentajes del grado de aceptación que obtuvieron por parte de los amigos


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Los vínculos de amistad son vínculos que se establecen libremente, voluntariamente, en función de diferentes criterios de afinidad, aceptación, identificación, etc. La orientación del deseo homosexual es un aspecto que vertebra la propia identidad, pero esta identidad homosexual es una realidad con frecuencia rechazada por el entorno. Las mujeres lesbianas necesitan en diferente grado acercarse a otras mujeres lesbianas, mujeres con las que identificarse y establecer vínculos de amistad9. Por este motivo, gran parte de las mujeres entrevistadas tienen algún vínculo de amistad con otras personas homosexuales (ver figura 14), fundamentalmente otras mujeres. Figura 14. Porcentajes del número de amigos/as con una orientación del deseo homosexual

Estas relaciones de amistad con otras mujeres lesbianas además de resolver la necesidad de una red social, sirven como modelo de referencia para las mujeres lesbianas en una cultura en la que la experiencia de las mujeres lesbianas no es visible10. En este sentido, la mayor parte de las mujeres entrevistadas se identifican en alguna medida con otras mujeres lesbianas (ver figura 15).

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Figura 15. Porcentajes del grado de identificación con otras mujeres lesbianas

No obstante, por otro lado, el establecimiento de vínculos de amistad está condicionado por las oportunidades de conocer a otras personas y la frecuencia de la interacción con ellas. Este hecho se relaciona con las actitudes del entorno hacia la homosexualidad. En el medio rural, las oportunidades para establecer vínculos de amistad y para conocer a otras mujeres lesbianas son menores, por lo que existen mayores dificultades para resolver estas necesidades interpersonales. De este modo, se complica el establecimiento de una red social y de vínculos de amistad satisfactorios. Cuando no se dispone de una red social a partir de la cual establecer vínculos de amistad (apoyo), aparecen sentimientos de aburrimiento, de marginación y de soledad social11. Algunas de nuestras mujeres echan de menos en alguna medida un grupo de amigas/os con las que compartir sus cosas. Estas mujeres curiosamente son mujeres que aún teniendo pareja, echan más de menos tener una relación de pareja satisfactoria y tener más contactos sexuales. Sabemos que cada necesidad cuando no se resuelve adecuadamente desencadena diferentes tipos de emoción y que necesitamos resolver todas nuestras necesidades humanas para

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nuestro bienestar(12). Cuando tenemos una pareja a través de la que no resolvemos nuestras necesidades emocionales y cuando nuestra necesidad de intimidad sexual tampoco es satisfecha, el sentimiento de necesidad de otros recursos para nuestro bienestar es mayor, como en este caso, una red social y de amigos que sea fuente de bienestar. Algunos autores proponen en ocasiones los vínculos de amistad cumplen y ofrecen un tipo de apoyo similar al familiar13, resolviendo necesidades de seguridad emocional y afecto incondicional14. Además, las mujeres entrevistadas que menos extrañan tener relaciones de amistad valoran con más frecuencia su vida sexual como satisfactoria. Como afirman otros autores y hemos reflejado en el epígrafe anterior, parece que las mujeres entrevistadas con un mayor sentimiento de soledad social consumen más tabaco y son las mujeres que han sufrido más agresiones verbales-emocionales. Desde luego no podemos establecer relaciones de causalidad entre unos aspectos y otros, pero atendiendo a los testimonios de estas mujeres, por un lado, en las mujeres que consumen tabaco, este consumo se incrementa cuando aparecen sentimientos de soledad social. El malestar y el sentimiento de aburrimiento favorecen el consumo más frecuente de sustancias que ya tomamos y que consideramos que calman en alguna medida nuestro malestar y nos alejan del aburrimiento. Respecto al hecho de que sufrir agresiones genera un malestar significativo al que resulta más sencillo hacer frente si nuestras relaciones de amistad son satisfactorias, si contamos con personas en las que apoyarnos y con las que nos sintamos más protegidas socialmente. Cuando una persona sufre alguna agresión y no dispone de una red social satisfactoria, el sentimiento de soledad social se agudiza. Tenemos un ejemplo en la afirmación de una de las mujeres entrevistadas: “…cuando tenía 15 ó 16 años y me llamaban bollera algunas veces en la calle me sentía muy mal, pero no se lo podía contar a nadie, y yo no sabía que en mi pueblo había lesbianas…”

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Las dificultades añadidas del medio rural para conocer a otras mujeres lesbianas favorecen que un gran porcentaje de las mujeres entrevistadas utilicen Internet para conocer a otras mujeres. De hecho, casi la mitad de las mujeres del estudio han utilizado Internet en alguna medida para conocer a otras chicas (ver figura 16). Además, parecen estar satisfechas con lo que les aporta contactar con otras mujeres a través de ese medio. De hecho, con frecuencia se sienten apoyadas, entendidas, estableciendo relaciones de amistad o incluso de pareja de duración variable, puesto que de las mujeres que lo han utilizado, la mayoría (88,9%) han conocido a alguna de las chicas con las que contactaron inicialmente a través de Internet. Figura 16. Porcentajes de la frecuencia con la que las mujeres entrevistadas utilizan Internet para conocer a otras mujeres

Sabemos que necesitamos cubrir nuestras necesidades a lo largo del ciclo vital, pero los recursos con los que contamos para resolver esas necesidades son variables en los diferentes momentos de la vida y en los diferentes contextos. Por este motivo, utilizamos diferentes estrategias de adaptación que facilitan que podamos mejorar nuestro estado bienestar, sustituyendo y/o compensando la carencia en la resolución de unas necesidades con el esfuerzo y la satisfacción de otras necesidadesl15. En este sentido, parece que las mujeres

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entrevistadas se apoyan con frecuencia en sus relaciones de amistad, sintiéndose cómodas y relativamente satisfechas, bien las establezcan conociéndose inicialmente en persona o bien lo hagan a través de Internet. Además, los vínculos establecidos con frecuencia son con otras mujeres lesbianas, con las que se sienten identificadas y cuya relación a menudo es satisfactoria. Esto favorece que el estado de bienestar de estas mujeres mejore.

5. 4. Mis relaciones: la importancia de la pareja Hemos planteado en un capítulo anterior cómo la necesidad de seguridad emocional, de afecto incondicional la resolvemos generalmente con la familia de origen o con la pareja, esta última desde el momento en que empiezan a establecerse relaciones de este tipo, con frecuencia a partir de la adolescencia. Las mujeres entrevistadas han tenido una media de tres relaciones estables de pareja, encontrando que todas han tenido al menos una. No obstante, nos encontramos con gran variabilidad en la edad a la que tuvieron su primera pareja, desde los catorce a los veintiocho años. La edad variable de implicación en una relación de pareja no supone dificultad alguna de no ser porque a menudo las mujeres que se implican de forma más tardía parecen hacerlo por las dificultades para aceptar la propia orientación del deseo o la confusión con la misma de forma simultánea al desinterés por establecer dichas relaciones con varones, hecho que refleja el testimonio de una de las mujeres: “…yo tardé muchos años en asumir que me gustaban las mujeres, y claro, no me gustaban los hombres y no quería tener nada con ellos, cuando intenté tener algo con uno, no llegamos a nada y me sentí fatal, así que hasta los 24 años no tuve una relación de pareja, que fue con una chica…” Sin embargo, casi la mitad de las mujeres (42,5%) tuvieron su primera relación de pareja con un varón. Además, con frecuencia, esta primera pareja tenía una orientación del deseo heterosexual (ver figura 17).

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Figura 17. Porcentajes del número de mujeres que afirman que su primera pareja era una persona homosexual, heterosexual o bisexual

Nos socializamos con una educación que asume exclusivamente el modelo heterosexual, por lo que la construcción de la identidad homosexual supone con frecuencia en numerosas personas el paso por diferentes estados16. En este sentido, es frecuente que traten inicialmente de asumir el modelo heterosexual, de vincularse a personas del otro género. Las mujeres que tuvieron su primera relación de pareja con una mujer iniciaron esa relación de pareja de manera más tardía aunque esa relación fue más satisfactoria que en el caso de las mujeres que tuvieron esa primera relación con un varón. Una muestra de ello es el testimonio de una de las mujeres entrevistadas: “…tuve mi primera relación de pareja con 17 años, con un chico del pueblo, estuve con él siete años…y bien, pero yo sentía que me faltaba algo, que estaba bien con él porque nos llevábamos bien pero no me llenaba…” Las dificultades que existen para vivir la sexualidad de forma libre y normalizada y quizás la mayor dificultad para conocer a otras mujeres en un contexto rural favorece que los vínculos se establezcan más tarde.

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Seguimos viviendo en un contexto en el que la orientación del deseo se entiende de una forma rígida; es decir, o se es heterosexual o se es homosexual. Por este motivo, en ocasiones, para algunas personas es más fácil aceptar que otra mujer tiene exclusivamente relaciones con mujeres que aceptar que una mujer tiene una relación con un varón y luego con una mujer, siendo este último caso desencadenante de mayores agresiones hacia estas mujeres y de mayor malestar en estas situaciones. Sin embargo, son estas mujeres las más satisfechas con su situación actual. Parece que superar dificultades y poder vivir de acuerdo a quien uno es, a pesar de los impedimentos, favorece la percepción de mayor sensación de bienestar de esas mujeres. Debemos añadir que las mujeres entrevistadas han tenido relaciones estables en el tiempo de forma general. Su relación estable de pareja más larga ha sido, por término medio de seis años y ocho meses. Casi la mitad de nuestras mujeres han convivido alguna vez con alguna de sus parejas. Son numerosos los estudios que hablan de la estabilidad de las relaciones de pareja de las mujeres17. En este momento, más de la mitad de las mujeres entrevistadas tienen una relación de pareja (65%), la mayor parte de ellas mantienen esta relación de pareja con una mujer homosexual (ver figura 18). Figura 18. Porcentajes del número de mujeres que afirman tener en la actualidad una pareja homosexual o bisexual


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En general, las relaciones de pareja actuales de las mujeres entrevistadas son satisfactorias. Sabemos que los valores culturales condicionan en alguna medida la propia aceptación y los procesos de interdependencia en las relaciones de pareja18. En el caso de las personas homosexuales, la propia homofobia internalizada dificulta y retrasa el establecimiento de relaciones de pareja con personas del propio género19. Muchas mujeres lesbianas tienen su primera relación de pareja con un varón, relaciones que son satisfactorias en diferente grado. Todas estas mujeres se acomodan al modelo heterosexual establecido, muchas de ellas sin desear establecer dicha relación, y algunas otras es durante esa relación cuando intuyen o corroboran su interés y su deseo hacia otras mujeres. En cualquier caso, la vivencia diversa de las relaciones de pareja de las mujeres entrevistadas se muestra más satisfactoria en el presente, con relaciones generalmente estables y con otras mujeres. Finalmente, una minoría de estas mujeres ha reglado institucionalmente su relación a través del matrimonio. Este derecho, reciente en nuestro país, ha hecho posible que las mujeres lesbianas puedan elegir hoy reglar su situación de pareja o no hacerlo.

5. 5. Mis relaciones: la importancia de la satisfacción sexual Somos seres sexuados y sexuales, siendo ésta una de las características que define al ser humano. No obstante, hasta hace no muchos años la sexualidad no aparecía como aspecto específico en las teorías de las necesidades humanas20. Sin embargo, las últimas teorías sobre las necesidades21 incluyen esta necesidad de intimidad y contacto corporal satisfactorio, la cual constituye uno de los ámbitos básicos en nuestro estudio, en el que analizamos cómo viven la sexualidad y en qué medida resuelven sus necesidades sexuales las mujeres entrevistadas. Es importante reseñar que la sexualidad es un aspecto que está presente en nuestras vidas a lo largo del ciclo vital, pero que vivimos de forma muy diversa y no siempre satisfactoria, especialmente cuando tratamos de acomodarnos a modelos sociales aceptados. Las mujeres entrevistadas tuvieron sus primeros contactos sexuales a edades muy variables, desde los 13 hasta los 24 años de edad. Muchas de estas mujeres, con

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frecuencia las que tuvieron su primer contacto sexual de forma más temprana, la tuvieron con un varón (57,5%). Además, en numerosas ocasiones han tenido su primer contacto sexual con una pareja, ya fuese estable u ocasional (ver Tabla 6). Tabla 6. Porcentajes y frecuencias del número de personas que afirmaron tener su primer contacto sexual con una pareja, amigo/a o conocido/a

Por otro lado, casi la totalidad de las mujeres entrevistadas han tenido algún contacto sexual en el último año (92,5%). En la mayoría de los casos ha sido siempre con mujeres, aunque un 5,4% también ha tenido contactos sexuales con varones. Todas las mujeres entrevistadas se clasifican a sí mismas como lesbianas, criterio clave para la selección de la muestra en nuestro estudio, pero algunas de esas mujeres afirman haber tenido contactos sexuales con varones en el último año, y en diferentes grados afirman tener fantasías sexuales con varones (ver figura 19). Figura 19. Porcentajes de la frecuencia con la que las mujeres afirman tener fantasías sexuales con varones


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En contra de numerosos tópicos y estereotipos sobre la homosexualidad, parece que no podemos valorar la homosexualidad, en este caso de las mujeres, basándonos en un único criterio ni de forma rígida22. Tener contactos sexuales con varones o fantasear sexualmente con ellos son aspectos que no definen por sí mismos la orientación sexual homosexual de la mujer. Para todas estas mujeres, de la misma manera que lo es para el resto de las personas, es importante la clasificación que hacen de sí mismas y asumir con flexibilidad dicha clasificación. Todas nuestras mujeres se clasifican a sí mismas como lesbianas, con independencia de la diversidad con la que viven su sexualidad. Por un lado, parece que en general se muestran satisfechas respecto al afecto y al placer recibido en sus contactos sexuales, valorando como satisfactoria su vida sexual. Este dato es importante en el sentido en que las personas que mantienen contactos sexuales, están satisfechas con sus contactos, y resuelven satisfactoriamente sus necesidades sexuales. Sin embargo, con frecuencia echan de menos tener más contactos sexuales (ver figura 20). Figura 20. Porcentajes del número de mujeres que afirman echar de menos tener más contactos sexuales

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La invisibilidad de la mujer lesbiana y la emigración de estas mujeres a núcleos urbanos para vivir con mayor libertad su sexualidad, hace difícil el acercamiento a otras mujeres lesbianas y, por tanto, el establecimiento de contactos, en este caso sexuales. Además, la masturbación es otra práctica sexual que casi la mitad de las mujeres afirman no practicar nunca en la actualidad (ver figura 21). Figura 21. Porcentajes de la frecuencia con la que las mujeres entrevistadas afirman masturbarse

Por otro lado, parece que las mujeres entrevistadas se encuentran satisfechas con sus contactos sexuales cuando los tienen, pero les gustaría tenerlos con mayor frecuencia. Aún así, valoran su vida sexual como relativamente satisfactoria en el momento actual, y más satisfactoria que en el pasado.

5. 6. La importancia de la respuesta social Más allá de los vínculos de la persona con la familia, los amigos y la pareja, a un nivel más general, desde el punto de vista social es necesario facilitar que estas mujeres disfruten de su vida con los mismos derechos y las mismas

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opciones que el resto de personas. Es importante que estas mujeres puedan resolver su necesidad de pertenencia y autonomía, es decir, facilitar que estas mujeres participen y puedan tomar ciertas decisiones en su entorno. A continuación mostramos algunos de los aspectos más importantes relacionados con el desempeño social de estas mujeres. En este sentido: el contexto laboral, fuente de productividad y autonomía económica para la mayor parte de las personas; el movimiento asociativo, que posibilita la defensa activa de los derechos de estas personas y el apoyo en diferentes áreas; el sistema sanitario y de salud, fundamental en el trabajo de intervención, prevención y también promoción de la salud; la mayor vulnerabilidad ante diferentes agresiones, a la que dedicamos un espacio específico por su relevancia social; y finalmente el apoyo psicológico, importante también por las dificultades emocionales presentes con frecuencia en estas mujeres y por la escasa ofertar específica de estos profesionales. Contexto laboral La homosexualidad es una característica que si bien es rechazada, no es visible, por lo que encontrar trabajo no es a priori más complejo que para el resto de los ciudadanos. En este sentido, casi la totalidad de las mujeres entrevistadas (95%) están trabajando en el momento de la entrevista. Además, en general, estas mujeres parecen estar satisfechas con la situación laboral, con la labor profesional que desempeñan. No obstante, casi la mitad de las mujeres silencian su orientación en su contexto laboral por miedo a la pérdida de empleo o al rechazo en su trabajo (ver figura 22). Figura 22. Porcentajes del número de mujeres que afirman que en su trabajo no conocen su orientación sexual


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En este sentido, mostramos el discurso de una de las mujeres entrevistadas a este respecto: “…soy profesora de niños, pero trabajo a muchos kilómetros de mi casa…, vivo con mi pareja y todo el mundo sabe que estamos juntas…, mi familia y mis amigas me apoyan…, en el trabajo no lo he dicho…, imagínate lo que podría ser…, los compañeros, los niños... y las madres de los niños…” Movimiento asociativo Otra cuestión es que, en una población todavía hoy rechazada socialmente y en un contexto donde a priori los recursos son menores y las posibilidades de conocer a otras mujeres lesbianas también, la labor del movimiento asociativo es especialmente importante para apoyar y ofrecer recursos a estas mujeres. Sin embargo, observamos como un porcentaje importante no conoce ninguna asociación de temática homosexual (ver figura 23). De hecho, muchas de estas mujeres ni siquiera han oído hablar de ninguna asociación en Extremadura. Sabemos que esta región es la comunidad autónoma con dos de las provincias más extensas de todo el territorio nacional, y sabemos también que con frecuencia hay mucha distancia entre una localidad y otra, lo cual dificulta que existan lazos de comunicación fluidos en todos los sentidos. Figura 23. Porcentajes del número de mujeres que afirman no conocer ninguna asociación de personas homosexuales

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Pero si este dato es sorprendente, todavía es más impactante el dato que refleja que las mujeres entrevistadas, tras ofrecerles la posibilidad de contacto con alguna asociación, en su mayoría no tienen intención de contactar con ninguna asociación (ver figura 24), fundamentalmente porque consideran que no lo necesitan o que no les sería de utilidad en su vida. Figura 24. Porcentajes del número de mujeres que afirman no tener intención de contactar con ninguna asociación

El bajo porcentaje de mujeres que afirman la intención de contactar con alguna asociación, expresan como motivo fundamental el poder conocer a gente en su situación o ser de ayuda para otras chicas. Estos datos arrojan luz sobre diferentes aspectos. Por un lado, ha de servir como reflexión para el movimiento asociativo, el cual a pesar sus logros en numerosos ámbitos, es importante que valore a qué lugares y contextos llega con su actuación y aquellos en los que todavía es pertinente que invierta sus esfuerzos. Por otro lado, nos hace conscientes de la percepción de estas mujeres sobre la imposibilidad de mejorar su situación con estos recursos, así como no valorar papel decisivo que tienen sobre los posibles cambios en su realidad. Cuando no facilitamos que las personas resuelvan sus necesidades de participación social, es fácil que se produzcan este tipo de comportamientos y actitudes. De ahí la necesidad de trabajo en este sentido con estas mujeres.

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Sistema sanitario y Salud De la misma forma, el estado de salud de estas mujeres se ve influido también por la respuesta que reciben del sistema sanitario. Así, encontramos que, aunque parece que ninguna de las mujeres entrevistadas padece ninguna enfermedad grave, o que por ejemplo, acudir a profesionales médicos como el ginecólogo no les supone mayoritariamente malestar, sin embargo, el 75% de la muestra afirma que no ha ido nunca al ginecólogo. Existe, al menos, una falta de conciencia sobre la importancia de acudir a determinados profesionales. Además, parece que las mujeres que han acudido en alguna ocasión al ginecólogo sienten en mayor grado malestar por acudir a estos profesionales. Encontramos que no siempre las mujeres lesbianas que acuden son tratadas como otras mujeres, algunos profesionales tienen numerosos prejuicios y estereotipos con respecto a las mujeres lesbianas, lo cual no favorece que estas mujeres acudan a revisiones regulares. En otras ocasiones estas mujeres no consideran que deban hacerse revisiones ginecológicas, ya que valoran que esto es necesario para las mujeres que tienen prácticas sexuales con varones. Además, las mujeres que no han acudido nunca al ginecólogo son las que más se han sentido discriminadas por profesionales de la salud y los servicios sociales, hecho que no facilita el acudir a profesionales que trabajan con una parte del cuerpo asociada a la intimidad. Formar parte de una minoría rechazada socialmente y encontrarse en un contexto escaso de recursos incrementa el malestar de estas mujeres. En numerosas ocasiones se ha asociado esta situación a consumo de tóxicos23. Más de dos tercios de las mujeres entrevistadas fuman en mayor o menor medida (ver Tabla 7). Nos encontramos con una prevalencia muy elevada de consumo de tabaco entre estas mujeres.

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Tabla 7. Porcentajes y frecuencias del consumo de tabaco entre las mujeres entrevistadas

Sin embargo, no encontramos consumo habitual de otros tóxicos entre estas mujeres, salvo en el caso del consumo de alcohol, puesto que un porcentaje considerable de estas mujeres lo hace de forma relativamente habitual (ver Tabla 8). Tabla 8. Porcentajes y frecuencias del consumo de alcohol entre las mujeres entrevistadas

No podemos pasar por alto ambos datos, que se han revelado como importantes también en otros estudios. Parece que el abuso del consumo de tóxicos se encuentra más asociado a la insatisfacción con uno mismo y con la propia vida, hecho que es probable en mayor medida en poblaciones que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad social24, en este caso, mujeres lesbianas en un contexto rural.

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Agresiones Por el contrario, sí encontramos un 12,5% han sufrido algún tipo de abuso sexual, como tocar o ser tocados sus genitales o incluso relaciones cóitales, más de una vez por conocidos o amigos de la familia (ver figura 25). Estas mujeres no contaron nunca en su infancia estos episodios, soportando el gran malestar que les supuso, dificultando incluso las relaciones posteriores. Figura 25. Porcentaje de mujeres que han sufrido abuso sexual en su infancia.

Nos encontramos ante un dato alarmante, en la línea de lo que afirman otros estudios, según los que alrededor del 10% de los varones y el 20% de las mujeres ha sufrido abuso sexual en su infancia25. Sabemos que por el hecho de ser mujer existe un riesgo mayor de ser víctimas de abuso sexual, siendo los agresores fundamentalmente varones. Además, ser víctima de abuso sexual tiene consecuencias para el estado de bienestar no sólo a corto plazo, sino también a largo plazo de la persona que los sufre, dificultando que pueda resolver sus necesidades adecuadamente y que presente un desarrollo vital satisfactorio26. Pero estas mujeres no sólo han sufrido violencia en su infancia, sino que de una u otra forma, han seguido siendo agredidas a lo largo de su desarrollo y en la vida adulta. Asimismo, en la actualidad, estas mujeres siguen estando expuestas a la violencia (ver figura 26).

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Figura 26. Porcentaje de mujeres que han sufrido algún tipo de agresión en la actualidad

Normalmente estas agresiones son cometidas por sus conocidos y desconocidos de su entorno, ante lo que ellas responden en general con indiferencia, a pesar del malestar que les genera y las dificultades para expresarse con libertad que les supone. Las mujeres que han sufrido agresiones sufren mayor malestar a diario en su relación con las mujeres, a pesar de estar satisfechas en mayor medida con su situación actual. Este dato que pudiera parecer contradictorio, desde nuestro punto de vista no lo es tanto de acuerdo a las respuestas obtenidas en las entrevistas. Aceptar las propias características personales y afrontarlas cuando éstas son reprobadas socialmente no es fácil, pero con frecuencia produce gran satisfacción. Sin embargo, este hecho facilita que la visibilidad de esta realidad sea rechazada y que estas mujeres sufran en mayor medida agresiones verbales-emocionales en su entorno. En un contexto rural, donde el anonimato es menor, las mujeres que sufren más agresiones se ven con más dificultad para relacionarse en su vida cotidiana sin malestar. En este sentido, con frecuencia, algunas de las mujeres entrevistadas se han encontrado sometidas no sólo a las dificultades de aceptación, sino a

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situaciones de violencia a lo largo de su desarrollo vital, desde la infancia hasta la vida adulta. Esto hace difícil que estas mujeres se valoren positivamente, que afronten su vida con estrategias eficaces y que puedan desarrollar su vida de forma satisfactoria. Apoyo psicológico En ocasiones, la repercusión y el rechazo social hacia la homosexualidad causa un malestar significativo en las mujeres entrevistadas, que en ocasiones han vivido situaciones tan hostiles que en algún momento de su vida en el pasado que llegaron a intentar quitarse la vida, fundamentalmente por haber sentido el rechazo por parte de personas significativas en su entorno. En este sentido, en ocasiones han recurrido a profesionales de la psicología para buscar apoyo a la hora de manejar esta realidad y reducir el malestar (ver figura 27). Figura 27. Porcentaje de mujeres que han solicitado apoyo psicológico en algún momento

Sin embargo, parece que con frecuencia la satisfacción terapéutica fue baja (alrededor del 80% dice que fue poco o nada satisfactoria). Parece que la respuesta social en este otro campo tampoco es satisfactoria, que algunos profesionales no cuentan con estrategias y herramientas que mejoren la autonomía de estas mujeres en su contexto y no favorezcan el bienestar de estas mujeres en su contexto.

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Será importante tener en cuenta estos datos también a la hora de formular propuestas de actuación futuras.

5. 7. La importancia del medio rural en la vivencia de la mujer lesbiana Vivir en el medio rural tiene particularidades, sus características propias, algunas pueden ser percibidas como ventajas a la hora de vivir la propia sexualidad y la propia identidad sexual de forma libre y satisfactoria, mientras que otras de forma frecuente son percibidas como dificultades añadidas al hecho de construir una identidad sexual diferente al modelo hegemónico aceptado. Para la mayoría de mujeres de nuestra muestra no resulta sencillo exponer los posibles beneficios o ventajas que puede tener vivir en un contexto rural para una mujer lesbiana. Sólo algunas de las chicas encuentran que el contexto familiar, una vez superadas las dificultades, y contando con el apoyo del entorno facilita el reconocimiento de ellas mismas como personas y como mujeres lesbianas (ver figura 28). Figura 28. Porcentaje de mujeres que afirman percibir beneficios de vivir en el contexto rural

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Este hecho muestra la situación de discriminación de las mujeres lesbianas en este contexto, donde estas mujeres perciben que la mejor situación posible en su contexto es ser conocidas por su orientación del deseo y ser aceptadas y tratadas como tal. Este hecho queda claro en la afirmación de una de las mujeres entrevistadas: “…en mi pueblo mi pareja y yo estamos contentas, la gente nos conoce y nos respeta, aunque claro, sabemos que somos las lesbianas del pueblo, nuestro nombre ni se lo saben…” Con mayor frecuencia, las mujeres entrevistadas perciben las dificultades añadidas que vivir en un medio rural genera (ver figura 29). Figura 29. Porcentaje de mujeres que afirman percibir dificultades de vivir en el contexto rural

Muchas de estas mujeres silencian su orientación para evitar sufrir discriminación por parte de su entorno. El medio rural, donde las posibilidades de anonimato son menores, complica el desarrollo de la vida cotidiana de forma satisfactoria y, en numerosas ocasiones se

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coarta la libertad de estas mujeres, como podemos ver en el comentario de una de las mujeres entrevistadas: “…nosotras nunca hemos dicho nada, sabes que la gente habla, pero nunca hemos dicho nada a nadie…, yo a ti (entrevistadora) puedo tocarte al saludarte pero a ella (pareja) nunca…, después de tantos años (30) nos hemos acostumbrado…” El medio rural ha sido un contexto de mayor dificultad en ocasiones para algunas poblaciones, ha sido y todavía hoy sigue siendo el gran olvidado por las organizaciones públicas y privadas. Cuando además, los núcleos rurales se encuentran alejados de los núcleos urbanos, el acceso a determinados recursos se torna más complicado.

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6. CONCLUSIONES Y PROPUESTAS DE ACTUACIÓN Con este estudio hemos querido conocer cómo se encuentran las mujeres lesbianas en el medio rural y en qué medida desarrollan su proyecto vital con libertad y de forma satisfactoria, con el fin de poder ofrecer nuevas propuestas que partan no sólo desde las instituciones y organizaciones, sino desde las propias mujeres. En este sentido, podemos concluir que: -

La construcción de la identidad y el desarrollo personal y social de estas mujeres es diverso.

-

Las mujeres lesbianas del medio rural se enfrentan a dificultades de anonimato.

-

No pueden resolver adecuadamente sus necesidades interpersonales porque en cierta medida se sienten poco apoyadas por sus familias, echan de menos tener relaciones de amistad satisfactorias y tienen dificultades (por el acceso) para relacionarse con otras mujeres lesbianas y establecer vínculos de diferente tipo.

-

Existe una mayor presión sociofamiliar que dificulta la vivencia de la sexualidad de forma libre y satisfactoria y no existe en gran medida participación ciudadana (no participan del movimiento asociativo, etc.).

-

Existen riesgos psicosociales que afectan significativamente la vida de estas mujeres: consumo de tóxicos, vulnerabilidad ante diferentes tipos de agresión, etc.

El los últimos años, desde las políticas públicas se han tomado algunas decisiones importantes, como la legislación sobre el matrimonio entre personas homosexuales. En una democracia no es razonable encontrar desde el punto de vista legal, ciudadanos de primer orden y ciudadanos de segundo orden. Necesitamos todos los mismos derechos.

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No obstante, este es un requisito básico, pero no suficiente. Los procesos de cambio social son lentos, pero es importante para que se produzcan que exista un apoyo por parte de instituciones y organizaciones. Un ejemplo de esto es la necesidad de apoyo para la implantación de una educación sexual que nos tenga en cuenta a todos. Contamos con estudios que nos muestran que la formación en sexualidad humana promueve actitudes más tolerantes y respetuosas hacia la sexualidad, incluida también la orientación sexual1, tanto con respecto a los roles sociales, el contacto con personas homosexuales o la homosexualidad de otras personas(2). En este sentido, aunque la formación en sexualidad humana no tiene un efecto directo de tolerancia, es un aspecto primordial3. Además, desde el asociacionismo, los mayores esfuerzos se han invertido en la lucha de derechos legales, en prevenir riesgos para la salud, especialmente en el caso de los varones y visibilizar y sensibilizar socialmente. Aún así, en el asociacionismo, la mujer lesbiana sigue siendo poco visible, por lo que la atención a sus necesidades específicas ha sido menor. Además, el ámbito asociativo se centra con frecuencia en los núcleos urbanos, con grandes dificultades para llegar a los núcleos rurales. Recordamos que en el epígrafe anterior observamos las reticencias de las mujeres entrevistadas a participar del movimiento asociativo; de ahí la importancia de invertir los esfuerzos necesarios desde el asociacionismo por llegar a los lugares más aislados y a las personas menos participativas. En este sentido, no hemos querido obviar sus propuestas y sugerencia, les preguntamos a las participantes cuáles son las decisiones que sería necesario tomar para que su vivencia en su contexto fuese más satisfactoria. Sin duda, la respuesta más frecuente alude a la educación en un sentido global, incluyendo las prácticas educativas con la infancia y la adolescencia, pero también la educación social, a través de campañas de sensibilización que faciliten la desmitificación acerca del lesbianismo. Pero lo más sorprendente es que algunas de las mujeres responden a esta cuestión expresando la imposibilidad de grandes modificaciones, ni sintién-

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Conclusiones y propuestas de actuación

dose partícipes de ningún tipo de cambio en su entorno, como podemos ver en la siguiente afirmación de una de las mujeres entrevistadas: “…nada, no creo que se pueda hacer nada, esto siempre ha sido ha sí y va a seguir así, no ha cambiado en treinta años y no va a cambiar ahora…, sí, parece que sí porque ahora sale más por la tele, pero luego en tu vida no cambia nada…” Tomando en consideración las propuestas realizadas hasta el momento, las aportaciones de otros autores, los resultados del estudio y las sugerencias realizadas por las participantes nos sirven como referencia para conducir nuestras propuestas de actuación de investigación y de intervención: Desde la investigación, resultaría de interés conocer cuáles con los aspectos más importantes para la satisfacción con la vida de las mujeres, no sólo conocer su estado de bienestar en los diferentes ámbitos de su vida, sino también poder detectar sobre qué aspectos intervenir en primer lugar. Además, aunque podemos apuntar que existen algunas dificultades añadidas por vivir en el medio rural, no existen estudios comparativos entre esa vivencia y la realidad de estas mujeres en el medio urbano, por lo que sería importante profundizar en esta línea. Desde la intervención, parece que todos los sectores apuntan en la misma dirección: educación y formación como forma general y principal. Por un lado, formación con las propias mujeres lesbianas, es fundamental que se sientan partícipes y agentes del cambio en sus contextos, que conozcan mejor la homosexualidad, trabajando los propios sentimientos de homofobia y los propios estereotipos y prejuicios hacia formas diferentes a la suya de vivir la homosexualidad. Los datos respecto a la aceptación de la propia homosexualidad ponen de manifiesto la necesidad de trabajar para mejorar la autoestima de estas mujeres y su propia valoración positiva. Es necesario dotarles de herramientas que les permitan afrontar sus dificultades de forma más eficaz para convertirse en agentes de ese cambio social tan necesario.

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En este sentido, parece importante trabajar con ellas el tabú del silencio, cómo vivir con naturalidad en cualquier ámbito de su vida (familiar, laboral, etc.), sin la necesidad de ocultar un aspecto tan importante de la persona como es la orientación del deseo. Es importante también que conozcan cuáles son todos los recursos disponibles a los que pueden acceder, ubicando aquí el uso de las nuevas tecnologías, que pueden ser de utilidad para evitar la situación de aislamiento en la que muchas veces se encuentran. Estas nuevas opciones y estrategias pueden favorecer el contacto con otras mujeres y que se establezcan relaciones entre ellas de todo tipo. De este modo, es posible que puedan resolver más satisfactoriamente sus necesidades interpersonales (emocionales, sociales y sexuales). Los datos obtenidos en este estudio arrojan luz sobre la necesidad de proteger a estas mujeres, de impedir que la orientación del deseo homosexual sea un factor de riesgo para sufrir agresiones. Necesitamos formación sobre cómo intervenir en estos casos, tanto para las propias mujeres como para los profesionales, lugares a los que poder acudir en caso de agresión, profesionales que puedan asesorarnos y protocolos de actuación para garantizar su protección. Resultan fundamentales las intervenciones en educación para la salud, tanto con las propias mujeres, como con los profesionales y la población general. Es necesario que tengan un seguimiento sanitario adecuado, en el que se trabajen tanto la prevención como la intervención. Es necesario que la mujer lesbiana acuda al ginecólogo, como a cualquier otro especialista, que trabaje el abuso del consumo de tóxicos cuando sea necesario, etc. También resulta prioritaria la educación y formación del entorno. Esta formación supone recursos que en este momento instituciones públicas y organizaciones privadas no destinan a estas mujeres, especialmente en el medio rural. Es necesario informar y formar a los profesionales del ámbito sanitario y del contexto laboral o empresarial, en contacto constante y directo con la población.

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Conclusiones y propuestas de actuación

No podemos obviar la formación y el trabajo con las familias y el contexto más cercano, dotándoles de conocimientos y herramientas que faciliten la comunicación y el apoyo eficaces. Tampoco podemos olvidarnos del contexto educativo, de los profesionales que son agentes de cambio social y que pueden posibilitar una formación de calidad en niños y adolescentes, no sólo en contenidos, sino también en actitudes. Pero el movimiento asociativo no está exento de determinadas carencias. Durante mucho tiempo y a día de hoy es uno de los pilares fundamentales en la lucha de derechos de las personas homosexuales, pero lo cierto es que la atención se ha centrado en mayor medida en los varones homosexuales, obviando en ocasiones las necesidades de las mujeres lesbianas. La invisibilidad y el desconocimiento dificultan el abordaje de las necesidades de estas mujeres. Finalmente, también la formación social a través de campañas de sensibilización en el medio rural, formación que ofrezca una visión realista de la homosexualidad y que facilite la aceptación de la diversidad sexual y de las diferentes formas de vivir la homosexualidad. En el caso de las mujeres lesbianas, es importante que esta formación en todos los campos no perpetúe los estereotipos sobre ellas, presentando a una mujer con roles sociales atribuidos al varón y a otra con roles sociales atribuidos a la mujer como se ha hecho hasta el momento en numerosas ocasiones, sino que es importante fomentar la visión de igualdad, también en las parejas de mujeres, y facilitar la aceptación de la diversidad sexual. En todos los ámbitos de actuación, el movimiento asociativo tiene un papel fundamental para la consecución de estos objetivos. Son muchas las tareas pendientes en el medio rural. Por primera vez en nuestro país se lleva a cabo una sistematización de necesidades de las mujeres lesbianas en el medio rural. En este sentido, Extremadura, la comunidad con dos de las provincias más extensas de todo el territorio

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Necesidades y bienestar de las mujeres lesbianas en el mundo rural

nacional, con un gran nĂşmero de poblaciĂłn rural se convierte en pionera en la lucha de reconocimientos de estas mujeres.

Gracias chicas, vosotras, visibles y ocultas, habĂŠis hecho posible que podamos conocer y entender mejor vuestra realidad y que vuestra voz se escuche.

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Referencias bibliográficas Capítulo 1: 1 (López, 2008), 2 (Butler, 1993; McAdams, 1995; y Grotevant, 1998), 3 (López, 2005), 4 (Lewis, 1995), 5 (Gooren, 1993; López, 2005; Rathus, Nevad y Fichner-Rathus, 2005), 6 (López, 2005), 7 (Soriano, 1996), 8 (López, 2005), 9 (López, 2005), 10 (Martínez, 2005), 11 (Hird, 2002), 12 (Perez, 2006), 13 (Soriano, 1996), 14 (Butler, 1993; McAdams, 1995; y Grotevant, 1998), 15 (López, 2005), 16 (López, 2005). Capítulo 2: 1 (Baile, 2007), 2 (Rathus, Nevad y Fichner-Rathus, 2005), 3 (Baile, 2007), 4 (Hansen y Evans, 1985; Zinik, 1985), 5 (Horowitz y Newcomb, 2001), 6 (Morrow y Messinger, 2006), 7 (Moreno y Pichardo, 2006), 8 (Abes, Jones y McEwen, 2007), 9 (Fernández, Quiroga y Del Olmo, 2006), 10 (Kinsey, 1948), 11 (Oudshoorn, 1995), 12 (Baile, 2007), 13 (Kinsey 1948), 14 (Diamond, 1993), 15 (Baile, 2007), 16 (Baile, 2007), 17 (D’Augelli y Hart, 1987), 18 (Kahn, 1991), 19 (Moreno y Pichardo, 2006), 20 (Sampedro, 2000), 21 (Moreno y Pichardo, 2006), 22 (Sampedro, 2000). Capítulo 3: 1 (Cuadra y Florenzano, 2003; Smith, 2000), 2 (Patterson, 1975), 3 (Zumbo y Michalos, 2000), 4 (Quality of Life Research Centre, 2000), 5 (López, 1994), 6 (Maslow, 1991; Max Neef, Elizalde y Hopenhayn, 1986; López, 2008; Ryan y Deci, 2000), 7 (Ryan y Deci, 2000), 8 (Weiss 1973), 9 (López, 1997, 2008), 10 (Ryan y Deci, 2000), 11 (Weiss, 1973), 12 (López, 1994, 1997, 2008), 13 (modificado de López, 1995, pp. 61-65), 14 (López, 1997), 15 (López, 2008), 16 (Gaines y Henderson, 2002; Gaines, Reis et al., 1997), 17 (Elizur y Mintzer, 2003; Kurdek, 2006), 18 (Carrington 1999), 19 (Galupo, 2007), 20 (Bank y Hansford, 2000), 21 (Gottman y cols., 2003), 22 (Diamond y Dube, 2002), 23 (Solomon et al. 2004, Weinstock, 2004), 24 (Peplau y Fingerhut, 2007), 25 (Patterson, 1995), 26 (Parks, 1998), 27 (Brown, 1986), 28 (Taylor, 1999), 29 (DiPlacido, 1998; Wight, 2000), 30 (Lock y Kleis, 1998), 31 (Wells y Hansen, 2003), 32 (Ettorre, 2005), 33 (Kahn, 1991; Lock y Kleis, 1998; Taylor, 1999), 34 (Mays y Cochran, 2001; Meyer, 2003), 35 (Karney y Bradbury, 2005). Capítulo 4: 1 (Coleman, 1989), 2 (Horowitz y Newcomb, 2001), 3 (Nardi y Sherrod, 1994), 4 (Galupo, 2007), 5 (Otis, Rostosky, Riggle y Hamrin, 2006; Peplau y Fingerhut, 2006), 6 (Soriano, 1996), 7 (Moreno y Pichardo, 2006), 8 (Wells, y Dowing, 2003), 9 (Jordan y Deluty, 1998), 10 (Corley y Pollack, 1996), 11 (Cody y Welch, 1997), 12 (Eldridge, Mack y Swank, 2006), 13 (López, 1994, 2008; Carcedo et al., 2008). Capítulo 5: 1 (López, 2005; Rathus, Nevad y Fichner-Rathus, 2005), 2 (López, 2005), 3 (Soriano, 1996), 4 (Baumeister, 1991; Bendnar, Wells y Peterson, 1989), 5 (López, 2008), 6 (Cody y Welch, 1997), 7 (Cody y Welch, 1997), 8 (Beverly y Downing, 2003), 9 (Stanley, 1996), 10 (Galupo, 2007), 11 (López, 1997), 12 (Maslow, 1991; Max Neef, Elizalde y Hopenhayn, 1986; López, 2008; Ryan y Deci, 2000), 13 (Weinstock, 2000), 14 (López, 2008), 15 (Steverink y Lindenberg, 2006), 16 (Soriano, 1999), 17 (Gottman y cols., 2003; Hass y Stafford, 1998), 18 (Rusbult, 1991), 19 (Gaines et al., 2005), 20 (Doyal y Gough, 1994), 21 (López, 1997), 22 (Abes, Jones y McEwen, 2007), 23 (Ettorre, 2005), 24 (Ettorre, 2005), 25 (López, 1994), 26 (López, 1994). Capítulo 6: 1 (Story, 1979), 2 (Stevenson, 1988), 3 (Corley y Pollack, 1996). Abes, E., Jones, S. y McEwen, M. (2007). Reconceptualizing the model of multiple dimensions od identity: the role of meaningmaking capacity in the construction of multiple identities. Project Muse: Scholarly journals online, 48 (1), 1-22. Baile, J. (2007). Esudiando la homosexualidad. Teoría e investigación. Madrid: Pirámide. Bank, B. y Hansford, S. (2000). Gender and friendship: why are men´s best same-sex friendships less intimate and supportive? Personal Relationships, 7, 63-78. Baumeister, R. (1991). Meanings of Life. New York: GuilfordPress. Bednar, R., Wells, M. y Peterson, S. (1989). Self-Esteem: Paradoxes and Innovations in Clinical Theory and Practice. Washington: American Psychological Association.

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