4 minute read

Rompiendo Límites: Sistema de Cuevas Xii'i'bal Xuux

Foto: Martín Broen

Por NICOLÁS CASELLA Y MARTÍN BROEN

Advertisement

Sin lugar a dudas, uno de los momentos más gratificantes de mi vida como buzo de cueva es la exploración de nuevos cenotes y cuevas. En un mundo tan poblado y globalizado y con muy pocos lugares vírgenes por descubrir, la posibilidad de bucear en un cenote por primera vez e instalar la línea de vida a medida que nos adentramos en la cueva, donde ningún otro buzo ha entrado anteriormente, es realmente fascinante y muy desafiante. Una de las regiones del planeta que todavía tiene mucho que ofrecer en este sentido es la Península de Yucatán (México). Desde 2004, cuando me encontré con los cenotes de la Península de Yucatán, al poco tiempo de haber llegado a México, comencé a descubrir esa pasión que hoy me impulsa a zambullirme en las entrañas de la tierra. Explicar esta sensación con exactitud tal vez sea imposible; ¿tal vez se asemeje a pedirle a un paracaidista que describa qué sintió en su primer salto?... Esas palabras podrán describir objetivamente el efecto físico, pero nunca podrán transmitir exactamente lo que se siente abrirse camino a través de una selva virgen a golpe de machete, rodeados del ensordecedor sonido de insectos y aves, mientras uno va avanzando y cruzando huellas de animales salvajes. Tampoco es fácil describir el momento en donde un nuevo cenote aparece. ¿Será una apertura reciente que nos abre esa puerta al inframundo? ¿habrá sido un lugar sagrado Maya? ¿o será una formación nunca antes vista por ningún ser humano? La exploración tal vez pueda aportar algunos datos, lo que sí es cierto es que nadie ha estado allí por cientos (o miles) de años.

Las exploraciones en sí mismas son todas exitosas, ya sea que el cenote descubierto sea solo un pozo de agua, o que termine siendo un sistema de cuevas de varios cientos de metros. La investigación, la exploración y prospección del lugar, la expedición para el traslado de equipo y luego la exploración en sí misma, es el verdadero premio. A lo largo de los años ha habido premios chicos, y premios grandes y esta es la historia de uno de ellos. Viviendo en Playa del Carmen desde hace varios años, he tenido la posibilidad de explorar varios cenotes y cuevas en la Riviera Maya. Y uno de mis favoritos es un sistema de cuevas al que llamamos Chi´i´bal Xuux (Picadura de Avispa). Todo comenzó a principios de 2019, gracias a Mauro, dueño del cenote Orquídea que exploramos en abril de 2017. Él nos contactó con Eruviel, propietario de un rancho de más de 200 hectáreas de selva en donde tenían localizado al menos seis cenotes o cavernas. Después de varios intentos sin éxito de coordinar con ellos para ir a los cenotes, finalmente el 17 de febrero de ese año, pudimos ir con Juan (hermano del dueño) y Felipe (el tío) a ver algunos de los cenotes. Ellos me ayudaron a portear el equipo y los tanques unos 500 metros por senderos en la selva que se iban abriendo a golpe de machete. La primera caverna que visitamos ese día es realmente muy bonita, con una poza de agua cristalina y de color azul, lo que denota que hay flujo de agua. Después de varios intentos infructuosos, solo instalé unos metros de línea en una cueva que terminaba o era demasiado pequeña para poder pasar. Al salir y comentarles que la cueva no continuaba me ofrecieron ir a otra caverna con agua igual de azul y cristalina. Otra vez a caminar por la selva con el equipo y los tanques. Al acercarnos a esta otra caverna, se podía observar la zona de colapso y la gran abertura hacia el interior de la misma. Y tenían razón, el agua era muy cristalina y de un color bien intenso.

Inmediatamente acerqué los tanques al agua y me equipé. En el techo de la caverna seca había varios panales de avispas y al pasar cerca sentí el aguijón de una en el cuello, ¡vaya bienvenida! Al poner la cabeza bajo el agua y observar las formaciones, y ver que la cueva se abría hacia adentro, una felicidad inexplicable me invadió. Comencé a descender y realicé un primer amarre de la línea de vida que tengo en el carrete de exploración, en una pequeña columna en agua abierta. Me adentré unos metros en el ambiente techado y efectué un segundo amarre cerca de la entrada, para luego girar a la derecha y continuar por un túnel de tamaño medio que me llevó a un cuarto más grande y con una decoración muy bonita. Seguí nadando e instalando la línea de vida a medida que me adentraba...

Lee el resto de la nota en TRIM #4 !

Matías, Martín, Nico y Carlos

Foto: Nicolás Casella

This article is from: