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Amo contar
H istor ias
como amo el CafĂŠ
Este es un cuento basado en mi vida y en ejercicios de autoconomiento.
o l a t Ăş r f Dis
Éste, era un bosque de cristal. ¡Todo florecía tan brillante! ¡Tan lleno de luz! Que se sentía una inmensa paz. Esta paz era capaz de tranquilizar hasta el alma más perdida. Una mañana, una pequeña hoja de árbol de cristal, cayó y soltó un reflejo en el pequeño lago centelleante. Como por arte de magia, de allí nació una pequeña niña. Ella estaba asombrada por tanta belleza a su alrededor. Pero ella no se quedaba atrás, su cabello era rizado, del largo de su cuerpo y su cabello era tan rojizo que irradiaba luz propia. Ella sola causaba un hermoso contraste con las plantas blancas de cristal. La niña saltó a una piedra y sonreía al ver tantas maravillas juntas. La niña quería conocer más, así que salió del pequeño bosque y comenzó a caminar sin pensar en lo que podría pasar. Sólo quería saber hasta donde era capaz de llegar. La niña caminó hasta entrar a un lugar oscuro, lleno de tristeza. En este lugar se escuchaban llantos y lamentos que comenzaron a perseguirla. Estos no provenían de personas, eran de almas oscuras que señalaban, reprochaban y juzgaban sin más. Ella sólo quería esquivarlas, pero las almas no dejaban de perseguirla. La niña intentaba correr, pero seguían estando tras de ella.
Mientras ella caminaba, crecía llena de angustia, pero su curiosidad no se apagaba. Su cabello seguía creciendo con ella, pero lo más triste era que aquellos llantos de ese lugar lleno de tristeza que la juzgaban y la atormentaban, se veían reflejados en su hermoso cabello; que con el pasar del tiempo empezó a perder el brillo. En medio de su frustración, la niña tomó un cuchillo que se encontró enterrado en el camino y sin pensarlo dos veces, decidió cortarse el cabello. Desgraciadamente, el color de su cabello se tornó a gris y luego a negro. Su cabello ya era tan oscuro que no lograba verse dentro de aquel lugar. Su luz se apagó. Tantos llantos la desesperaban, la frustraban y la hacían pensar continuamente en el pequeño recorrido de su vida. Ahora ella ¿Qué podía hacer? ¿Dónde podía habitar? En las noches, ella se sentaba a mirar la luna. Admiraba su esplendor. Le contaba historias y le pedía deseos siempre que podía. Ella se sentía perdida. ¿Quién era ella? ¿Qué había pasado con su curiosidad? Le preguntaba a la luna constantemente. ¿Para qué estoy? Pero la luna nunca le respondía. El alma de la niña empezó a apagarse.
Un día, en medio de tanta oscuridad, una luz se apareció en el camino. Esta luz era pequeñita. La niña decidió seguirla, pues, después de todo ¿que podría pasar? Ella caminó varios días detrás de la luz y mientras lo hacía aquellos llantos y lamentos comenzaron a quedar atrás. Su cabello volvió a crecer, pero ya no de color rojizo que tanto la caracterizaba. Al dejar de escuchar tantos ruidos a su alrededor, comenzó a escucharse a ella misma y empezó a encontrar la paz. Su alma comenzó a brillar de nuevo. En el camino recogió algunas flores con las cuales hizo una corona. Se volvió a sentir bella, prodigiosa y curiosa. Ella ya no caminaba; bailaba. En las comisuras de su boca se comenzó a ver el esbozo de una sonrisa. En medio del camino, levantó su cabeza y miró al cielo, este ya no es gris. Después de tanto caminar, la niña llega a la cima de una montaña y ve todo lo que la rodea: la luz y la oscuridad. Al final, ella encontró una cascada y un camino hacia ella misma, hacia su interior. En un momento dado, vio que en el agua caía su reflejo, no era el reflejo de una mujer, era una luz. Es en este momento en el cual comprendió que...
la vida se trata de verse a uno mismo y de perderse para poderse encontrar.
Una pequeña niña
Ella se refleja en una cascada, se ve como una niña, se acerca y le gusta volver a ver sus ojos que brillan con gran resplandor, llenos de pureza y curiosidad. Ella recuerda como era, recuerda a su padre contándole historias mágicas mientras sembraban en el bosque, ella soñaba con vestidos largos y seguir plantando aquellas flores blancas al lado de su padre, recuerda cuán caprichosa era y cuantas cosas logró conseguir cuando aprendió a hacer las cosas por si mismas cuando su padre le decía “no”. Su sed de aprender la llevaba a robarse los libros y cuadernos de los duendes, quienes la seguían continuamente para que se los devolviera. Cuando su madre cosía, ella estaba al lado para aprender a diseñarle la ropa a sus propias muñecas. Cuanto he cambiado, se dice a si misma cuando busca en sus ojos aquel brillo especial, pero aún sigue siendo la niña caprichosa de papá.
Cierra sus ojos y en un suspiro recuerda que debe sanar, debe volver a dejar el temor y llenarse de coraje, aprender a olvidar y volver a sonreír con tal pureza. Sale la luna y comienza a contarle cómo ha cambiado: “¿sabes luna? Ahora intento ser más feliz, me he vuelto fuerte, pero dentro sigo siendo aquella niña llena de ilusiones, he aprendido a ser más independiente y consigo las cosas por mis propios medios, aprendí a levantarme sola y no dejar que los demás influyan o afecten en mi vida. Todo ha cambiado tanto, nada es lo que recuerdo” Sin más ella se para y se dice: “debo vivir, soñar y sentir, encontrar en cada momento algo especial, seguir viendo el mundo con la majestuosidad de un niño de 8 años”.
Nunca sentirse derrotada, Nunca
parar de
Reir
Despertar cada
mañana
z i l e f
y agradecer ser
Una mañana, cuando era pequeña caminando por el jardín de papá encontré un lugar lleno de flores blancas, papá les llamaba margarita, completamente encantada me acerco y ellas comienzan a contarme secretos, me siento a su lado “debes ser Sincera; una cualidad que no tiene cualquiera, busca obrar con la verdad, la sencillez y la honestidad. No busques segundas intenciones, se una persona que actúa como piensa, cree en los sientas, cree en ti misma” Al pasar de los años continuaba escuchando el bosque, una vez, en medio del lago una flor de loto gritaba, me acerque corriendo: “pequeña, mira el cielo, mira la profundidad del firmamento, ¿puedes tu creer en tanta divinidad? Tú busca renacer, el crecimiento y la purificación de tu espíritu, recuerda que eres más que un humano, eres un alma, eres la búsqueda del sentido de la vida”. Una tarde soleada, me acuesto a ver el firmamento y pasa volando un diente de león, quien va gritando: “el amor es la causa más profunda y común para la alegría, el sentimiento más positivo que debes reflejar hacia los demás.” Así fue como aprendí los valores más importantes para llevar mi vida; sinceridad, espiritualidad y alegría.
Diagnóstico
Después de hablar con la luna y recorrer tantos caminos, está pequeña pelirroja aprendió a ser fuerte, aprendió a soltar y perdonar, vivir cada momento como si fuera el último, porque las cosas malas de la vida nos enseñan a ver lo realmente bueno.
Experiencias positivas
Encontrar la meditación para sentarme bajo la luna a recibir su energía, fabricar coronas de flores para resaltar la belleza natural y caminar por los jardines para sentir el pasto en mis pies, tejer atrapasueños hasta llegar al cristal que protege los sueños. Encontrar pequeñas hadas: Aleja, Sthepha, Tali y Laura, y pequeños duendes: Albert, Yer y Jose que llenan mi vida de aprendizajes perfectos. En el camino encontré un pequeño niño, Fernando, quien me enseño el amor verdadero y las sonrisas sinceras.
Experiencias negativas
En medio del bosque luche con un ogro que quiso dañar mi vida, que intento apagar la luz de mi alma, un tiempo atrás encontré un mostro que deseó acabar con mi duende favorito y que decir, cuando una de mis hadas cayó en un mágico hechizo y quiso atentar contra la paz del bosque.
Futuro He pensado muchas veces en el futuro, tan incierto y tan inseguro, pido pocas cosas a la vida, como ser feliz, nunca de dejar de soñar y por un por supuesto no dejar de amar. Un pequeño hogar donde sienta la plenitud y la tranquilidad de caminar con mis pies descalzos, sentir la tierra en mis dedos y cultivar pequeños jardines; llenos de flores, vegetales y animales corriendo alrededor de él, de vez en vez pienso que sería grato conocer otras culturas y aprender de ellas esos rito mágicos que le ponen a la vida.
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