Diego Velázquez

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LAS MENINAS.

Óleo sobre lienzo. 318 x 276 cm. 1656. Museo del Prado. Madrid, España. De entre los retratos que realizó de la familia real, es el que goza de inmensa fama, Este cuadro, tiene como marco espacial la habitación más importante del apartamento del palacio Real en el que vivía el pintor. En la obra aparece el mismo Velázquez frente al caballete con la cruz de la Orden de Santiago, aunque la distinción fue añadida después de su muerte por orden del rey, En el fondo de la habitación, un espejo refleja la imagen del rey y de la reina; en el centro aparece la infanta Margarita acompañada por dos doncellas reales, y a la derecha del cuadro, en primer plano, figuran la enana Mari-Bárbola y el enano Nicolás de Pertusato, que intenta despertar con el pie a un mastín tumbado en el suelo. Detrás de este grupo hay dos figuras y finalmente, al lado de la escalera, vemos al mayordomo de la reina. La composición es de una gran complejidad y constituye un extraordinario ejemplo de pintura de una pintura: los reyes se representan indirectamente, vistos a través de un espejo, mientras que por lo que respecta a los protagonistas de la obra, la infanta y sus acompañantes, no se sabe si son el tema del cuadro en que está trabajando Velázquez o bien si están mirando pintar al artista. Por último, el espectador se siente incluido en el espacio del cuadro,

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DIEGO VELÁZQUEZ

Sevilla, España 1599 - Madrid 1660.


Hola, mi nombre es Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, mejor conocido como Diego Velázquez. Fui un pintor barroco español muy importante, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal. Nací en Sevilla el 05 de junio de 1599. Mi padre, Juan Rodríguez de Silva, era de origen portugués, notario eclesiástico. Mi madre, Jerónima Velázquez, sevillana de nacimiento. Fuí el mayor de Diego, el primogénito, sería el mayor de ocho hermanos. Sevilla era la ciudad más rica y poblada de España en esos tiempos, cosmopolita y abierta. Disponía del monopolio del comercio con América y tenía una importante colonia de comerciantes flamencos e italianos. También era una sede eclesiástica de gran importancia y disponía de grandes pintores. A los diez años empecé mi formación como pintor en el taller de Francisco Herrera el Viejo, un pintor prestigioso pero de muy mal carácter, no fue fácil, aunque no dure mucho tiempo ahí. En 1611 mi padre me llevó como aprendiz con Francisco Pacheco, tenía que estar con él por un periodo de seis años, Mi maestro se convirtio con el tiempo en mi suegro. Ahí tuve mi primera formación técnica y adopté sus ideas estéticas. El contrato de aprendizaje fijaba las habituales condiciones de servidumbre: moler los colores, calentar las colas, decantar los barnices, tensar los lienzos y armar bastidores entre otras obligaciones.

En 1617 aprobé el examen que me permitió incorporarme al gremio de pintores de Sevilla. Ya era oficialmente «maestro de imaginería y al óleo», pudiendo practicar mi arte en todo el reino, tener tienda pública y contratar aprendices, ¡todo un profesional! Casi a mis 19 años, me casé con Juana Pacheco, hija de mi maestro, que tenía 15 años. Tuvimos dos hijas: Francisca e Ignacia, En estos primeros años como pintor desarrollé una extraordinaria maestría, enfocando mi interés por dominar la imitación del natural, consiguiendo la representación del relieve y de las calidades, mediante la técnica novedosa de claroscuro.

En 1621 murió en Madrid Felipe III y el nuevo rey, Felipe IV, favoreció a un noble de familia sevillana, Gaspar de Guzmán, él abogó por que la corte estuviera integrada mayoritariamente por andaluces. Conocí al rey en 1623, le caí bien e inmediatamente me ordenó mudarme a Madrid, siendo nombrado pintor del rey. Mi trabajo principal consistía en realizar los retratos de la familia real, por lo que estos representan una parte significativa de mi producción. Otro trabajo era pintar cuadros para decorar los palacios reales, lo que me dio una mayor libertad en la elección de temas y en cómo representarlos, libertad de la que no gozaban los pintores comunes, también pude aceptar encargos particulares. Me iba muy bien!

Hacia 1629 pinté mi primer gran cuadro de tema mitológico, llamado Los borrachos porque el asunto dedicado a Baco se convierte en una estampa de las francachelas populares de la época; al año siguiente llega a Madrid Rubens, con quien hice una buena y leal amistad; Rubens me insistía en que no dejara de visitar Italia, donde mi visión de ampliaría y mi obra crecería. Conseguí la licencia del rey y desembarqué en Génova en 1629. Visité Verona, Ferrara, Loreto, Bolonia, Nápoles y Roma, sin apenas pintar nada, pero estudiándolo todo, memorizando gamas de colores, audaces composiciones, raras atmósferas, luces insólitas. Mi obra se transformó completamente.

A mi regreso a España, realicé obras de mayor envergadura, mas complejas y celebres. Enfermé a finales de julio de 1660 y, unos días después, el 6 de agosto había fallecido en Madrid. Al día siguiente, 7 de agosto, fui enterrado en la desaparecida iglesia de San Juan Bautista, con los honores debidos a mis cargos y como caballero de la Orden de Santiago. Ocho días después, el 14 de agosto, falleció también mi esposa Juana.


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