No se debe negar el derecho al llanto, tenemos que llorar en el luto, también Jesús “se echó a llorar” y se “conmovió en su espíritu” por el grave luto de una familia que amaba (Juan 11, 33-37).
ORACIÓN
Y recordemos el gesto de Jesús: “Jesús se lo Podemos más bien recuentregó a su madre”, rrir al testimonio sencillo así hará con todos nuesy fuerte de tantas famitros seres queridos y con lias que supieron percibir, nosotros cuando nos en el durísimo paso de encontremos, cuando la la muerte, también el muerte será definitivamen seguro paso del Señor, te derrotada en nosotros. crucificado y resucitado, La cruz de Jesús derrota con su irrevocable la muerte. Entonces promesa de resurrección Jesús nos devolverá de los muertos. a todos la familia.
El trabajo del amor de Dios es más fuerte que el trabajo de la muerte.
Señor concédeme: - Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. - Valor para cambiar aquellas que sí puedo cambiar. - Sabiduría para conocer la diferencia.
Oh Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, inspírame siempre: - lo que debo pensar, - lo que debo decir, - como debo decirlo, - lo que debo callar, - lo que debo escribir, - como debo de obrar, Pidamos al Buen Pastor para procurar tu Gloria, el bien común de todos que nos acompañe y mi propia santificación. en el momento de la última soledad, que Espíritu Santo ilumina Él ya ha atravesado, mi entendimiento, y conoce bien el paso fortalece mi voluntad, oscuro de esta vida a la y dame tu equilibrio otra, a la gloria. Muchas divino. Amén. Gracias.” PP. Francisco
Es de ese amor, --- A N U N C I O S --- - MISA DOMINICAL: 12 md precisamente de ese Sábados y Domingos amor, de cual debemos - PRÓXIMO RETIRO DE - INTERNET en YouTube: SANACIÓN INTERIOR: hacernos “cómplices en: “hogardebethania”, y activos”, con nuestra fe. Cada Primer Viernes de Mes Julio 3, a las 3.00 p.m. “Nuevo Despertar Televid”
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MUERTE Y LUTO EN LA VIDA DE PAREJA Y FAMILIA El Papa Francisco, Para los padres, vivir en la Audiencia del más tiempo que sus hijos 17 de Junio de 2015 es algo especialmente desgarrador, que contra“Queridos hermanos y hermanas: En el itinerario dice la naturaleza elemental de las relaciones de catequesis sobre la familia, hoy nos inspira- que dan sentido a la familia misma. mos directamente en el episodio narrado por el evangelista san Lucas 7, 11-15. Es una escena muy conmovedora, que nos muestra la compasión de Jesús hacia quien sufre, en este caso una viuda que perdió a su hijo único; y nos muestra también el poder de Jesús sobre la muerte.
Muchas veces vienen a Misa, a la Casa de Santa Marta, padres con la foto de un hijo, de una hija, niño, joven, y me dicen: “Se marchó, se marchó”. Y en la mirada se ve el dolor. La muerte afecta, y cuando es un hijo afecta profundamen te. Toda la familia queda como paralizada, enmudecida
Y algo similar sufre también el niño que La pérdida de un hijo o queda solo, por la pérdide una hija es como si se da de uno de los padres, detuviese el tiempo: se o de los dos. Esa pregunabre un abismo que traga ta: “¿Dónde está papá? el pasado y también el ¿Dónde está mamá?”. futuro. La muerte, que se “Está en el cielo”. La muerte es una lleva al hijo pequeño o experiencia que toca a “¿Por qué no la veo?”. joven, es una bofetada a todas las familias, sin excepción. Forma parte las promesas, a los do- Esa pregunta expresa de la vida; sin embargo, nes y sacrificios de amor una angustia en el coracuando toca los afectos gozosamente entregados zón del niño que queda solo. El vacío del familiares, la muerte nun- a la vida que hemos abandono que se abre traído al mundo. ca nos parece natural.
dentro de él es mucho más angustioso por el hecho de que no tiene ni siquiera la experiencia suficiente para “dar un nombre” a lo sucedido. “¿Cuándo regresa papá o mamá?”. ¿Qué se puede responder cuando el niño sufre? Así es la muerte en la familia.
Esto sucede continuamente en las familias.
Pero la muerte física tiene “cómplices” que son incluso peores que ella, y que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia; en definitiva, el pecado del mundo que trabaja para la muerte y la hace aún más doloroEn estos casos la muerte sa e injusta. es como un “agujero Los afectos familiares se negro” que se abre en la presentan como las vida de las familias y al víctimas predestinadas cual no sabemos dar e inermes de estos explicación alguna. poderes auxiliares de la Y a veces se llega inclu- muerte, que acompañan so a culpar a Dios. Cuán- la historia del hombre. ta gente, los comprendo, Pensemos en la absurda se enfada con Dios, “normalidad” con la cual, blasfemia: “¿Por qué me en ciertos momentos y quitó el hijo, la hija? ¡Dios en ciertos lugares, los no está, Dios no existe! hechos que añaden ¿Por qué hizo esto?”. horror a la muerte son provocados por el odio y Muchas veces hemos la indiferencia de otros escuchado esto. Pero seres humanos. esa rabia es un poco lo que viene de un corazón Que el Señor nos libre de acostumbrarnos a con un dolor grande; la esto. pérdida de un hijo o de una hija, del papá o de la En el pueblo de Dios, mamá, es un gran dolor. con la gracia de su
compasión regalada en Jesús, muchas familias demuestran con los hechos que la muerte no tiene la última palabra: esto es un auténtico acto de fe.
Las ocasiones en que la familia en duelo, incluso terrible, encuentra la fuerza de custodiar la fe y el amor que nos unen a quienes amamos, esa fe impide a la muerte, ya desde ahora, llevárselo todo. La oscuridad de la muerte se debe afrontar con un trabajo de amor más intenso. “Dios mío, ilumina mi oscuridad”, es la invocación de la liturgia de la tarde.
En la luz de la Resurrección del Señor, que no abandona a ninguno de los que el Padre le ha confiado, nosotros podemos quitar a la muerte su “aguijón”, como dice el apóstol Pablo en 1Corintios 15, 55); podemos impedir que la muerte envenene nuestra vida, que haga vanos nuestros afectos, que nos haga caer en el vacío más oscuro. En esta fe, podemos consolarnos unos a otros, sabiendo que el Señor venció la muerte una vez para siempre. Nuestros seres queridos no han desaparecido en la oscuridad de la nada: la esperanza nos asegura que ellos están en las manos buenas y fuertes de Dios. El amor es más fuerte que la muerte. Por eso el camino es hacer crecer el amor, hacerlo más sólido, y el amor nos custodiará hasta el día en que cada
lágrima será enjugada, cuando “ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor.” (Apocalipsis 21, 4)
“Jesús se lo entregó a su madre”.
En el pasaje de la viuda de Naím, Lucas 7, 11-15, después que Jesús devuelve la vida al joven, hijo de la mamá viuda, dice el Evangelio:
Hoy es necesario que los pastores y todos los cristianos expresen de modo más concreto el sentido de la fe respecto a la experiencia familiar del luto.
¡Esta es nuestra esperanza! Todos nuestros seres queridos que ya se Si nos dejamos sostener marcharon, el Señor nos por esta fe, la experien- los devolverá y nos cia del luto puede gene- encontraremos con rar una solidaridad de los ellos. Esta esperanza vínculos familiares más no defrauda. fuerte, una nueva apertuRecordemos bien este ra al dolor de las demás gesto de Jesús, pues así familias, una nueva hará el Señor con nuesfraternidad con las tros seres queridos de la familias que nacen y familia. renacen en la esperanza. Esta fe nos protege de la visión nihilista de la muerte, como también de las falsas consolaciones del mundo, de tal modo que la verdad cristiana “no corra el peligro de mezclarse con mitologías de varios tipos”, cediendo a los Nacer y renacer en la esperanza, es algo que ritos de la superstición, antigua o moderna. nos da la fe.