usitala t queremos goce intelectual
GRAVEDAD N9
BARCELONA
8€
De donde nuestra ligereza nos ha hundido, es preciso que de allí nos eleve la gravedad. — Giordano Bruno
El espacio-tiempo le dice a la materia cómo moverse, la materia le dice al espacio-tiempo cómo curvarse. — John Archibald Wheeler
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Físico teórico estadounidense que acuñó el término de agujero negro.
en portada vivir es curvo
Serie fotográfica interior: En el interior de la burbuja.
Dirección y edición: Fabiola Eme
Me imagino a la gravedad como una gran burbuja, cuyas microondulaciones arrastran y afectan todo lo que encuentran a su paso.
tusitala #9 Literatura | Arte | Pensamiento Secciones de este número:
POESÍA SURREALISMOS ARTES VISUALES PENSAMIENTO
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Agradecimientos: Reial Cercle Artístic Fèlix Bentz Joan Abelló
N9 | Primavera, 2020. DL B 27481-2017 ISSN 2696-1253 Tusitala es una publicación independiente y periódica que indaga sobre la relación entre Ciencia y Arte. Los textos firmados son responsabilidad de sus autores.
tusitala es una palabra
que significa el que cuenta historias, en una lengua de las islas polinesias. Los nativos de Samoa usaron este término para otorgar un título honorífico a Robert Louis Stevenson, ya que, según ellos, poseía el mayor don que existe: el de perdurar eternamene en la memoria a través de sus relatos. En cada número colaboran autores que reinterpretan conceptos de la Física a través de la metáfora del Arte. Tómate tu tiempo para leernos.
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Otras colaboraciones: Miquel Sureda Carlos Santin Gervasio Malgrida Rafael Buzón Irene Marente
Contenido 10 12 14 17
POESÍA gravital2 | esther garboni ¿porqué ya no caen las cosas al suelo? | carol gómez pelegrín vilanova i la geltrú summer evening landscape, lleida-camp de tarragona greenbank: they’ve cleared some of the brush | william bain 20 amar despacio | javier seguer 22 no es lo mismo la piel que el traje | david eloy fernández 27 28 32 40
SURREALISMOS bufalvent | daniel seguer intersecciones y sustituciones | carlos piegari caballos nadadores crepscular | fabiola eme
43 ARTES VISUALES 44 sueños antrigravitatorios | gabriela rosado 50 gravity curves | virginie deluzet 54 viaje gravitatorio | álvaro muñoz ledo
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PENSAMIENTO el campo gravitatorio del arte | luján baudino gravitropismo: la gravedad de las plantas | eduardo carbonell in memoriam | àlex marín canals
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Vivir es curvo la editora
Ya lo decían los Beatles: Because the world is round, it turns me on. (Love is all, love is you). Experimentamos la gravedad todo el tiempo y, aunque no seamos conscientes, somos testigos de su belleza y de su misterio a través de sus curvaturas. Ondas gravitacionales, espirales, geodésicas. Estrellas, planetas, galaxias. Agujeros negros. La poderosa gravitación nos habla y su lenguaje son las redondeces en el espacio-tiempo. Por eso, qué mejor manera de hacer una introducción a este número dedicado a la Gravedad, que citando la devoción de Jesús Lizano por las curvas:
LAS PERSONAS CURVAS Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas
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A mí me gustan las personas curvas, las ideas curvas, los caminos curvos, porque el mundo es curvo y la tierra es curva y el movimiento es curvo; y me gustan las curvas y los pechos curvos y los culos curvos, los sentimientos curvos; la ebriedad: es curva; las palabras curvas: el amor es curvo; ¡el vientre es curvo!; lo diverso es curvo. A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo, la risa es curva, la alegría es curva, el dolor es curvo; las uvas: curvas; las naranjas: curvas; los labios: curvos; y los sueños; curvos; los paraísos, curvos (no hay otros paraísos); a mí me gusta la anarquía curva. El día es curvo y la noche es curva; ¡la aventura es curva! Y no me gustan las personas rectas, el mundo recto, las ideas rectas; a mí me gustan las manos curvas, los poemas curvos, las horas curvas: ¡contemplar es curvo!; (en las que puedes contemplar las curvas y conocer la tierra); los instrumentos curvos, no los cuchillos, no las leyes: no me gustan las leyes porque son rectas, no me gustan las cosas rectas; los suspiros: curvos; los besos: curvos; las caricias: curvas. Y la paciencia es curva. El pan es curvo y la metralla recta.
No me gustan las cosas rectas ni la línea recta: se pierden todas las líneas rectas; no me gusta la muerte porque es recta, es la cosa más recta, lo escondido detrás de las cosas rectas; ni los maestros rectos ni las maestras rectas: a mí me gustan los maestros curvos, las maestras curvas. No los dioses rectos: ¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos! El baño es curvo, la verdad es curva, yo no resisto las verdades rectas. Vivir es curvo, la poesía es curva, el corazón es curvo. A mí me gustan las personas curvas y huyo, es la peste, de las personas rectas.
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“De donde nuestra ligereza nos ha hundido, es preciso que de allí nos eleve la gravedad.
— Giordano Bruno.
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Filósofo, astrónomo, poeta y matemático napolitano (1548 - 1600).
Danel Seguer
Esther Garboni
Carlos Piegari
Luján Baudino
Carol Gómez Pelegrín
Javier Seguer
David Eloy Rodríguez
Eduardo Carbonell
William Bane
Álvaro Muñoz Ledo
Gabriela Rosado
Fabiola Eme
Àlex Marín Canals
Virginie Deluzet
autores autoras t9
poesía En el flujo y reflujo de nuestras pasiones y quehaceres (escindidos siempre, siempre yo y mi doble y el doble de mi otro yo), hay un momento en que todo pacta. Los contrarios no desaparecen, pero se funden por un instante. Es algo así como una suspensión del ánimo: el tiempo no pesa. Los Upanishad enseñan que esta reconciliación es “ananda” o deleite con lo Uno. Cierto, pocos son capaces de alcanzar tal estado. Pero todos, alguna vez, así haya sido por una fracción de segundo, hemos vislumbrado algo semejante. No es necesario ser un místico para rozar esta certidumbre. Todos hemos sido niños. Todos hemos amado. El amor es un estado de reunión y participación, abierto a los hombres: en el acto amoroso la conciencia es como la ola que, vencido el obstáculo, antes de desplomarse, se yergue en una plenitud en la que todo — forma y movimiento, impulso hacia arriba y fuerza de gravedad— alcanza un equilibrio sin apoyo, sustentado en sí mismo. Quietud del movimiento. Y del mismo modo que a través de un cuerpo amado entrevemos una vida más plena, más vida que la vida, a través del poema vislumbramos el rayo fijo de la poesía. Ese instante contiene todos los instantes. Sin dejar de fluir, el tiempo se detiene, colmado de sí. El Arco y la Lira
— Octavio Paz. Poeta, escritor, ensayista y diplomático
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mexicano. 1914 - 1998.
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gravital2 Esther Garboni
Describes la vida de izquierda a derecha con un trazo firme, negro sobre blanco, en lento pespunte, carretera recta, siempre hacia delante... Crees ver el fin. Inventas la muerte. Es eso, la inventas, porque necesitas un fundido en negro y algún mandamiento que te dé sentido para hacer camino a pasos contados. Impostor, lo sabes: no basta el lenguaje. Mamaste la lengua que te secuestró y aprendiste adverbios de falsas certezas. Nunca solo afirma que el ahora es siempre. Te dieron el tiempo con vértices claros, morfemas del verbo como altos muros que impedían sintieras otra gravedad que la de tu cuerpo buscándose en otros. Pero tú presientes: nada está en reposo... Ves la geometría en versos de espuma que las olas salvan de naufragios. Sabes
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que cada metáfora es una ecuación.
poesía
Puede que la ciencia busque en la poesía a la disidente que escapó a los cálculos. Intuye el poeta dimensiones nuevas y formula enigmas de papiroflexia. Y al mirar al cielo, al ver el ocaso, también el poeta sospecha que el sol hace ocho minutos que emitió este rayo que ahora se extingue, dejándote mudo... Dejándote ciego y gritándote luz.
Esther Garboni (Sevilla). Poeta, dramaturga y profesora. Aprende más que enseña en un instituto de secundaria y, mientras en su patio madura el limonero, se entretiene dibujando con palabras y buscando belleza en la luz. Entusiasta intermitente, ansiosa aprendiz y curiosa incansable, lee hasta las etiquetas del champú y escribe sin descanso. Es autora de los poemarios Las estaciones perdidas, Tarjeta de embarque, Sala de espera y A mano alzada, tiene inéditos álbumes ilustrados, piezas de teatro, guiones de cine y una novela. Detesta la moda, se aburre comprando, prefiere escuchar a hablar y juega a predecir el futuro en los posos del ColaCao. Acabará siendo directora de cine.
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¿porqué ya no caen las cosas al suelo?
Carol Gómez Pelegrín
¿Por qué ya no caen las cosas al suelo? Los pétalos de las lilas penden de un abismo desde el otoño pasado, una pestaña sobrevuela mi mejilla como una cicatriz en el exilio, no se rompen las tazas. Ni los vasos. Los cabellos cortados en las peluquerías han formado galaxias, ya no hay piedras en el fondo de los ríos, el recuerdo de los días felices no desciende de las rodillas, ni caen desplomados los pájaros (flotan para siempre sobre un cielo amarillo) en los cotos libres de caza. Tú dices estar feliz por ello, y por la interacción gravitatoria de los cuerpos celestes y pecosos, por la existencia de los alveolos pulmonares
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y las nubes
poesĂa
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¿porqué ya no caen las cosas al suelo?
de gas. Los relojes de arena ya no tienen sentido. Mi casa es ahora todas las partículas de polvo y saliva al descorrer las cortinas y sacudir los cojines —la vida— y estornudar. Por fin no se nos cae la cara de vergüenza ante nada. Si me tiro por un precipicio nunca llega el fin. Ya no hay última salida. Los astronautas rallan zanahorias y sueñan atardeceres en la cola del paro.
Carol Gómez Pelegrín (Vilanova i la Geltrú). Ha publicado: Esta terrible luminiscencia (Ed. Los libros de la Marisma, 2019), 21 nombres y tú (2014). Obsesionada con el autorretrato que capture su alteridad, trabaja el lenguaje de lo poético desde la ilustración y la fotografía. Hace años que publica sus poemas, junto con sus fotografías, en la red, por lo que su obra poética es extensa.
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Instagram: @carolgp77
poesía
William Bain
B
vilanova i la geltrú
ut well as the four of us know each other by now they weren’t with us in New York that summer, or any of those places we hit alone in love. You have to consider that before we went into the restaurant we sat over drinks at that heavy table in the place they’re staying at. You looked different. I was also entranced by the way a dark shadow traced a curve over the parched clay throw of that amphora style vase on the terrace of the place they’re staying. The softer traces in the shade there at the table played across all of our faces, making you look different and seriously joyful, like that time I took that picture of you sitting in the window of the hotel and a childhood friend of yours said it was a look (mirada) she’d never seen. I felt a certain not pride exactly but verging on that and that we were different, new still to each other, not in a style although there is always something of that, but vases just as they were being. Then after the meal we went down the beach a ways and lay on scarves and towels on the hot sand. ¡ When I woke up you were handling the camera so confidently, maybe not as differently as you’d looked on the terrace but in comparison with my clumsy shots as if you were not just the lens but the whole book. Later, after too much sun at least in my case, we had tea at their place and I saw, behind you, the different slant of the shadow still running down but now somewhat more across the sunbaked clay.
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An hour later, on the train home, your face in the window on the sea.
summer evening landscape, lleida-camp de tarragona as the train speeds up, grass and hay fields, some in dun stubble, some green as Ireland; old blacktop roads, knolls in the distance like barrows
wild cane,
reeds, umbrella pines, canals, and well tended kitchen gardens or orchards; eroded railway ditch walls and stacks of lumber beside a solar panel company cumulus cloud shapes—champagne corks or chariot dragons— then the pine-covered hills with their cultivated plots in a dip of plain—olive trees, maize,
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fruit trees, wheat—a desire to fly
poesía
greenbank: they’ve cleared some of the brush The crowns of the trees fill the train window, trees with the heavy and rounded rain clouds. With but I mean not removable from birch, ilex, hornbeam, lime and oak. Then a swell of willow, crack willow or white willow, a river bordered by crack willow. Greenbank: They’ve cleared some of the brush from the railway berm. Fresh clean cut of the sapling stumps. As the train lurches forward—stubble fields, hedges, an uncut field of wheat. A white farm building stands out against the green.
William Bain Some of William Bain’s visual artwork and written texts have been published online or on paper in Abstract|Ext, Barcelona Ink, On-Barcelona, Ferbero, larealidadnoexiste.com, Red River Review, and Zone, among others.
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amar despacio Javier Seguer
Amar despacio sin prisa por llegar tarde. Perder el paso tropezando una y otra vez, caer para no levantarme luego. Que la gravedad de otros cuerpos haga volar las manzanas, no dejar tu punto inextenso y quédense en casa constelaciones a hacer sopas de cebolla. Que el este haga cosquillas al aquel y ría el sol de puro absurdo. Que el azar se comprometa a seguir a cada pie por su camino. Desescalemos los mapas para no medir los sentidos.
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Que dos más dos no sean cuatro ni analítica ni sintéticamente, no quiera ser hombre el mono.
poesía
Que el tiempo sencillamente no funcione, no ser feliz por tener esperanza. Que el baile sea en silencio, que sí y que no. Que mis ojos no te miren si ya estás dentro, no te toquen mis manos por no perderme en tu cuerpo, no decir nada pues no se lo lleva el viento. No empezar por no acabar, no acabar, no acabar...
Javier Seguer (Barcelona). Pese a la agotadora tarea de comer, dormir y reproducirse, tuvo la inconsciencia de editar y dirigir la revista artesanal de literatura y arte Ferbero, un barquito de papel en el océano digital. En su querencia por las actividades inútiles también estudió filosofía, escribió cuentos y poemas, mojó al mar y buscó la felicidad.
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no es lo mismo la piel que el traje David Eloy Rodríguez I Me preguntaron que por cuál escalera subiría y decidí darme la vuelta. Para encontrar el tesoro hay que pisar peldaños líquidos. Cada poema es un viaje. II Oigo el mudo rugir de mi herida. Ardemos en el espejo y en la promesa, pero eso no siempre es arder. Mi nombre es mi seudónimo. Casi todas las relaciones son ahora
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relaciones a distancia.
poesía
No hay soledad si aguantan los mitos. Con tantas imágenes y distracciones hay que aprender a volver a mirar. Afirmamos constantemente, a pesar de nuestra confusión. Cada quien tiene el acento de su isla. De un sitio a otro sin llegar a ningún lado. III Nada ni nadie consigue apagar el ruido de fondo. No se sabe si llueve donde quiere el viento o donde quieren las nubes. La misma gravedad que nos acerca es la que nos separa.
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no es lo mismo la piel que el traje
Estamos desnudos ante la gran incertidumbre. Nuestra galaxia tiene forma de espiral. Estamos viendo ahora cómo era el sol hace ocho minutos. La luna se aleja de nuestro planeta cinco centímetros por año. Resignarse a comprender lo suficiente. IV Las palabras se hacen acto para encarnar el deseo. La industria del apocalipsis lidera las finanzas. Lo que nos hace grandes no es el entretenimiento ni el negocio sino la experiencia de la verdad. ¿Llegaremos a ver los muros que se están construyendo ahora? ¿Y de qué lado del muro quedaremos?
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Todos los sentados a la mesa de la existencia sufren las mismas heridas, hablan de lo mismo.
poesía
Todos somos extraños pasajeros que cultivan las escenas de su opacidad. Pero hay palabras siemprevivas, hay palabras siemprehaciendo, afán de sostener una luz diminuta en tiempos de oscuridad. La pasión construye y destruye. Hay bocas a las que nada puede amordazar. La vida es para pasearla. Vivir como deslizándose entre sueños. El tiempo es amor o es nada. Un día vamos a morir, pero el resto no.
David Eloy Rodríguez (Sevilla). Ama la literatura, a la que debe tanto y que es su oficio. Es autor de una veintena de libros publicados (muchos de ellos premiados, traducidos, antologados...) fundamentalmente de poesía, también de literatura infantil, novela gráfica... Por otro lado, es corresponsable de Libros de la Herida, editorial que lleva quince años construyendo un catálogo cuidado y singular.
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SURREAL ISMOS “Las ondas gravitacionales llevan encriptados los mensajes de los eventos más energéticos y más violentos del universo. Como el Big Bang o fusiones de agujeros negros o supernovas. — Alicia Sintes.
Doctora en Física. Su investigación se centra en el campo de la astronomía de ondas gravitacionales.
“Las ondas gravitatorias pueden ayudar a revelar cómo era el universo cuando tan sólo tenía un segundo de edad. Durante los primeros 380.000 años aproximadamente, era opaco a la luz, pero las ondas gravitatorias lo atravesaron y esta es la única herramienta potencial para indagar en el principio del tiempo y comenzar a explorar el lado oculto del universo.”
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bufalvent
(contractura lingüístico-eólica catalana)
daniel seguer “Me cago en el amor”. Tonino Carotone.
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Instrucciones de uso Las filias afectivas humanas ocasionan encuentros y desamparos. El mapa de posibles intersecciones lo dejamos a la imaginación de quien lee. Las próximas líneas son tan solo hilos de una red repleta de agujeros. Los rigores de la physis La necesidad de abandonar lo conocido. El dolor de la gravitación sentimental en ebullición. Llegar a la otra cara del planeta. Zafarte del Cabo de Hornos por el paso de Drake para revelarse yunques y anclas en la maleta del fin del mundo, pese a poder orinar contra el viento sin mojarte. Descubrir piedras, en vez de cigarrillos, agarradas a los pulmones. Sentir que se sigue fijado al suelo, que no te caes del mundo por estar boca abajo. Certificar que la gravedad es compañera de viaje, sin aguardar en destino. Sin haberla abandonado en origen. Cemento en los pies. Sombría. Mafiosa o no. ¿La conquista de Marte o la búsqueda de la ingravidez? El ad infinitum de la vulgaridad. La insoportable levedad del ser, un cisma entre Teresa y Tomás, que bien pudiera haber sido “la desquiciable gravedad del estar”, si la moneda hubiese acogido diferente rostro. Ella grave, él etéreo. Colona, la primera; astronauta, el segundo. Disgustados los dos. La seriedad de la cuestión. Terraformar el color rojo. Hacer respirable su gravedad. Atarnos
surrealismos al suelo. Replicar la máxima gestual del creced y somatizaros. La gravedad es un sino de lo que se es y de su contrario. Ausencia de ser. Lo grave de la elección voluntaria. Globos intentando volar, cordeles enfrentados al helio. Manzanas de flor en flor. La cabeza como necesidad newtoniana. La levedad como sentido de gravedad. Mordiscos pecaminosos tras la crítica empírica. Ritual de lo habitual, diría Jane’s Addiction. El suicidio y el consumo enfático de drogas como atajo de abandono. La fotografía que no permite disfrutar lo disfrutable. Exhibición como medida de desmesura. La gravedad grandilocuente. Obesa. Fingir para quién. La gravitación como caída asintótica del triángulo balanceándose sobre una de sus esquinas. Deslizamiento material. La cultura personificada en intento de por qué. Su peso flirteando entre las pestañas. Notas distorsionadas. Los rincones del pathos La atracción a la tierra conlleva obligaciones perennes. Soportar el techo. Sujetar a los hijos. Urdir para sufragar dichos sudores. El qué dirán sin las ostentaciones habituales. Huir de ello, antes de su visita. O después de sucumbir, como el protagonista de aquel lunes por la mañana. Pero entonces la desidia ya se ha apoderado de los impulsos. Inercias gravitacionales que obligan a deslomarse. Agradecimiento en una ronda de entrevistas laborales. Chiquilladas de multinacionales inquietas. No traer rebaño al mundo. Y sin embargo, letras que saltan del libro como luciérnagas en el camino. Se asoman al vacío sonrientes, pero el vértigo a desahuciar una vida de comodidades se les enreda en el cabello. Hormigas abocadas a la telemetría. Esperanza de que no.
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La hipoxia del logos De cómo se tiene la certeza de que las cosas funcionan mal. Óxido en la mente. Ruido de uñas al arrancarse. Ardor en la garganta. La ingravidez fílmica de Oliverio al encontrar a la mujer que le hace volar. Fuerza centrífuga. Vértigo a la fémina grávida. La peonza que no para de bailar.
bufalvent Efecto geométrico de la materia sobre el espacio-tiempo, dicen algunas lenguas que caviló la sonrisa de Albert Einstein. La Geometría de Víctor Iriarte: necesidad de volver a lo vivido, espacio, memoria, polos de atracción, lucubración, texto o no: “(…) lo que aquí está cada vez más lejos, en otro lugar está cada vez más cerca, es extraño esto de las distancias”. El fetichismo de la editorial que regó el despegue, empecinada en tejer entre dos acuarelas idiomáticas de espaldas siamesas. Cada una a un lado de la cicatriz pirenaica. Si bien en esta ocasión, solitario paisajismo local. Gravedad rodando hacia abajo. ¿Qué recuerdo? El peso del sueño. Juicio y suspensión. Lo onírico como escapatoria. Placebo de la desidia. El nomadismo como antídoto. El sedentarismo es un desinfectante. Disciplina para sucumbir, huida desestructurada. Porque me duele tu dolor. ¿Dónde? Aquí y ahí. La tautológica vacuidad del llegar a ser se convierte en el work in progress existencial de nuestra era. Quizás incluso. Soplar al viento
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Oscilaciones del hipotálamo en la diatriba friccional entre gravedad y levedad.
surrealismos La (in)comunicación como arritmia disfuncional posibilita que. Cambiar la posición del escritorio un centímetro altera la escritura (y su contenido). ¿Un resultado? Las causas. Bondage sentimental en ambas inercias. Girar la veleta a placer (necesidad). Cada cual a lo suyo. Une autre fois. De cómo se tiene la certeza de que las cosas funcionan bien.
Daniel Seguer (Barcelona). Una Historia de licenciado (Universitat de Barcelona). De palabra cinematográfica reincidente (en Filmhistoria Online y Contrapicado. net), y de hecho análogo espasmódico (para muestra un botón: ferbero [2008]). Locuaz en lo literario (con domicilio en ferbero y Larealidadnoexiste.com), pero transeúnte en lo cotidiano. Sus libros: Paisajes en una maleta / Paysages dans une valise (éditions incorpore) y, de próxima aparición, Emir Kusturica (ed. Cátedra). En la actualidad está inmerso en sus Diálogos con una tostadora.
Apéndices por orden analfabético de supuración (notas para un pie). Milan Kundera (1984), Lundi matin (Otar Iosseliani, 2002), El lado oscuro del
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corazón (Eliseo Subiela, 1992), éditions incorpore (2019, pág. 105).
intersecciones y sustituciones la memoria gravitatoria del espanto Carlos Piegari Nadie necesita que le expliquen qué es lo extraño. Thomas Ligotti
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l objetivo de este artículo tiene como eje transversal las investigaciones gnoseológicas realizadas por Ubaldo Grassi-Shouters (Apl. Professor für Philosophie. Rurhr Universität), inspiradas en el fenómeno natural por el cual los objetos con masa son atraídos entre sí, evento que la poetisa María Elena Walsh presintió cuando postuló: No es lo mismo ser profundo que haberse venido abajo.
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Las traslaciones vectoriales de los seres y las cosas tienen un punto de origen y otro de llegada. Durante este itinerario las entidades generan relaciones fluctuantes entre sí, según unas determinadas coordenadas de extensión. Dos situaciones destacan: De intersección: cruces, encuentros, roces espectrales, y de sustitución: transformaciones, devenires, individuación y diferenciación. Eventos inquietantes que se cruzan sin previo aviso en la vida y el destino de los seres y las cosas, causando transformaciones inapelables. Estas dos variables de la eventualidad generan movilidad y sonido. Del trepidar de los cascos de los caballos de tiro evolucionamos hasta las detonaciones de los caños de escape y luego al rugido ensordecedor de
surrealismos las turbinas. Hoy estamos captando el sonido de las ondas gravitacionales cósmicas. Una mujer alza su bebé hacia los brazos de un socorrista antes de hundirse en el mar. La fuerza de gravedad de la indiferencia planetaria la arrastra hacia el centro de la Tierra. Flujos masivos de personas que atraviesan desiertos y mares. Ondas de propagación humana recorren el planeta. Masas que se mueven hacia un núcleo, itinerarios dentro de un campo gravitatorio espacial y social, rugosidades que crujen y gruñen sobre el tejido de la curvatura espacio-tiempo. Movimiento, sonido y atracción interactiva desde el principio de los días hasta hoy, hacia un mañana que ya llegó. Intersecciones y sustituciones de futuros y pretéritos en el presente.1 Los sujetos y objetos en tránsito perpetuo emulan ser señales electromagnéticas con dos ejes, uno horizontal: tiempo y otro vertical reconocido como frecuencia. La confluencia de ambos podríamos considerarla una onda. El eje horizontal avanza en el espacio creando Historia y el vertical oscila y tiembla generando, con una misma periodicidad, vibraciones graves y agudas, paisajes acústicos, Espacio. Pitágoras disparó una señal, quinientos años antes de Cristo, que onduló durante veinticinco siglos hasta llegar al compositor Mike Oldfield. El filósofo griego intuyó que el movimiento de los cuerpos celestes respondía a un patrón rítmico cósmico determinado. El movimiento y equilibrio de los planetas, la gravitación universal, estaría regida por cierta música o armonía celestial. Un metrónomo sideral que marca un compás y cuida que el sistema solar no sea una mesa de billar con carambolas infinitas de planetas, lunas y asteroides. Oldfield en 2008 editó Music of the Spheres basándose en aquella teoría de la musica universalis que le fue enviada desde tan lejos en el tiempo. Desde esta perspectiva también podríamos suponer que el escudo magnético que fusiona y “envuelve” el ecosistema de la Tierra evitando
Andreas Huyssen. En busca del futuro perdido.
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intersecciones y sustituciones su desintegración, es un sonido elástico. Gluten proteico que recorre toda la masa terrestre, un infrasonido. Mega onda bioacústica cuya frecuencia está por debajo del espectro audible del oído humano. Como especula Timothy Morton, un “rugido suave” o “murmullo” penetrante que repta globalmente creando las sinapsis necesarias entre todos los sujetos y objetos. Ya que lo humano y lo no-humano está fundido a través de un campo energético de conectividad. Una triada simbiótica, lo que llamamos “la naturaleza”, donde conviven un yo autoconsciente, un ellos colectivo y un eso objetivo (las cosas). Ese infrasonido fluye también en la profundidad del útero materno y en la cúpula celeste que cubre el planeta. En esa geoesfera, el terrado del mundo, el aire pesa y crea una presión atmosférica preventiva hasta donde llega la reverberación del estallido de los volcanes, los vientos huracanados y los bramidos marinos y quizás, muy tenuemente, la voz de los seres y las cosas. Emisiones que se propagan desde la estación radiofónica de la biosfera. Más allá, el espacio exterior con su freak show musical de las esferas. El sonido del silencio
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Este sonido gravitacional (infrasonido portador de memorias y olvidos) que estamos considerando, sería una forma de lenguaje universal que se transmite a través de una propagación espacial de ondas electromagnéticas que genera un campo sonoro. ¿Podría darse también en una dimensión temporal? Tal vez, los ejes horizontales de estas ondas electromagnéticas que recorren la Tierra, en tanto avanzan en el espacio, son asimismo meridianos que trazan las líneas de cambio de fechas (paso del tiempo) y ubican lugares (los “donde” que equivalen a “cuando”). Una vez más, Historia: adiciones sucesivas de intersecciones y sustituciones. La intersección de una crin de caballo con el sistema linfático de un hombre causó la muerte de 4.600 personas en 1942. Reinhard Heydrich terminó sus días en Praga ese mismo año cuando viajaba en su automóvil sentado sobre un asiento que estaba relleno con cerdas de caballo. Durante el atentado (Operación Antropoide) cometido para acabar con él, algún pelo se coló dentro de su bazo y le provocó una septicemia terminal.
surrealismos La misma crin de caballo generó entonces muchas sustituciones. En el eje espacial de esta onda gravitacional histórica, dos puntos vectoriales fueron los pueblos de Lídice y Ležáky. El ápice del centro de gravedad de aquel matadero óntico por el asesinato de Heydrich tuvo lugar en estas aldeas, elegidas porque los nazis sospechaban que eran activas en la resistencia y semillero de partisanos checos. El protocolo de la venganza incluyó la selección de los niños con mayores rasgos arios. No fueron sacrificados ni deportados como el resto de personas, sino entregados a familias alemanas para que los reeducaran. Sustitución de identidad que se multiplicó sobre la curvatura espacio-tiempo en otras sucesivas traslaciones vectoriales. Después de la Guerra Civil Española con la política eugenésica aplicada a los hijos de los vencidos, separados de las “hordas marxistas” y reeducados por otros padres e instituciones, según los preceptos psiquiátricos del Mengele ibérico, el Dr. Vallejo Nágera. Y a partir de 1976 en Argentina con los hijos de los “desaparecidos” dados en adopción, por la dictadura militar, a hogares bienpensantes. En todos los casos de intersecciones y sustituciones un infrasonido reverbera en el vórtice del campo gravitatorio. Ondas que transmiten un sonido que recorre el tiempo y el espacio histórico y social: el contexto de la tragedia, el ecosistema de la desesperación. ¿Cómo suenan esas ondas? En el año 2015 fue lanzado un video juego que fusionaba ceguera y ruidos, Dark Echo. Algo o alguien siempre persigue al jugador, es una presencia ominosa que se manifiesta espectralmente, no llegamos a ver nada sólo intuimos y escuchamos nuestros propios pasos, mientras tanto en la pantalla del ordenador se proyectan las ondas de audio como diseños de cristales de nieve dentro de un caleidoscopio. Como siempre, juegos de espejos que multiplican infinitas formas simétricas. ¿Qué produce más terror? ¿Ver al monstruo o escuchar el retumbo de sus garras tras nosotros? Existe un sufrimiento sonoro. El sonido se propaga a través de un medio material (aire, agua o madera,
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intersecciones y sustituciones por ejemplo), como un caleidoscopio de frecuencias. La energía psíquica también puede ser un portador propicio y generar las misteriosas psicofonías. ¿Misteriosas? Luego del descubrimiento (1938) de la resonancia magnética molecular, que permitió conocer como los núcleos atómicos dentro de una molécula resuenan a diferentes frecuencias de radio dentro de un campo magnético, no existiría más arcano.
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Microtonalismo del recuerdo Desde el punto de vista neurológico el miedo sería una intensa transmisión de señales entre dos o más neuronas dentro del depósito emocional de la amígdala situada en el lóbulo temporal del cerebro. Circulación a través de un entorno fisiológico, autopista propicia para el sonido del pánico. ¿Podría existir en alguna dimensión una memoria de los aullidos en las hogueras, cámaras de gas o tortura? Un registro del horror cósmico diferente al de Lovecraft. Ni metafísico o nihilista, sino material, tangible, mensurable, donde los sonidos del dolor forman redes a lo largo del tiempo. Narraciones sonoras en bucle que modulan una tras otra. Dodecafonismo del espanto donde los sufrimientos de las víctimas se engarzan (religan) a través del tiempo. Secuencias del mal que interaccionan como fotones cuánticos, migrando a través de las genealogías de los seres vivos y los entes. Sujetos y objetos serían vehículos de este tránsito secular del sonido. Los gritos de los hundidos llevaron a Primo Levi al suicidio, el sonido del violín que gemía el “Tango de la muerte” en Majdanek para acompañar a los condenados a excavar sus propias tumbas, también se transformó en un transmisor necrófago. Sonidos, músicas abominables. Para Pascal Quignard, explorador heterodoxo de la música y el audio, el sonido es pánico. Del griego Panikós esta palabra remite a los ruidos terroríficos que el semidiós Pan generaba junto con la música sombría de su flauta. Sátiro productor de estruendos brutales, golpes amenazantes, furia enloquecida: pandemónium ubicuo y difuso. También Panteón orgiástico de los dioses, arritmia de gemidos, estertores y rugidos en el inicio de los tiempos que llega hasta hoy a bordo de las pateras en el Mediterráneo, en los campos de refugiados de Grecia o en las cárceles de Sudamérica.
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Existe ya un método desarrollado en la Universidad de Berkeley, California, a través de los llamados programas SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) para detectar señales electromagnéticas, puntos de ruido, que circulen por el espacio interestelar. Se fundamentan en el uso del concepto de escala, un recurso científico que sirve para cuantificar y comparar eventos: temperaturas, velocidades y potencias de fenómenos meteorológicos. Como este proyecto fue presentado en el 51 Congreso Internacional de Astronáutica en octubre del año 2000 en Río de Janeiro, Brasil, fue denominado como “escala de Río”. Sonificar una señal de radio llegada desde el espacio exterior que ha sido capturada por la gran antena parabólica de un telescopio, es una operación que se realiza diariamente en diferentes zonas del planeta. Análogamente, invirtiendo el “desde afuera” por un “desde adentro”, ¿por qué no podríamos decodificar patrones cerebrales de sonidos almacenados atávicamente en la corteza auditiva de la especie? Registrar los pulsos de audio del pasado que circularían a través del campo gravitatorio de las estructuras neuronales de generación en generación. Ecos más allá del tiempo y el espacio que construyen una memoria fonética de la Historia. Porque el universo acústico precedió a la imagen, primero escuchamos latidos, vibraciones, polifonía uterina en un entorno negro, no vidente. Cuando la mujer nos “dio a luz” llegó la percepción visual, pero el sonido ya estaba dentro de nosotros y nosotros dentro de él. Nacemos bajando a las manos de quien nos saca fuera mientras las contracciones de la parturienta nos empujan hacia el primer llanto. La parte más intensa de un compás musical se llama “tierra”, “caen a tierra” los tiempos fuertes. Parir y nacer, métrica gravitacional del dolor encarnado. Luego sólo sobrevivirán los más fuertes en el mundo de las intersecciones y las sustituciones durante los “tiempos fuertes”. Las intersecciones y las sustituciones, en tanto ondas espectrales de hibridación y mutación, también producen audio. Ráfagas, radiaciones, exhalaciones, roces. Vibraciones oscuras, zumbidos que aumentan el volumen hasta dispararse como aullidos despavoridos que quiebran el límite del 0db, y distorsionan la señal hasta llegar a un pico rojo, desde donde caerán por la fuerza de la gravedad emocional hasta la zona abisal de nuestras vidas. Estas ondas de energía infrasónica gravitan a
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través del espacio y el tiempo conectando a todos los sujetos y objetos. Son la presión sonora del odio que modula una y otra vez hacia un nuevo ámbito de grados e intervalos en la relaciones entre humanos y cosas. No se pueden oír porque son frecuencias que están fuera de nuestro margen perceptivo, circulan en el “rango de la muerte”. Las intersecciones imprevistas y las sustituciones espeluznantes actuarían de manera similar a como lo hacen los corpúsculos de Pacini, receptores sensoriales que captan y distribuyen vibraciones y frecuencias en la piel. Pero provocando un efecto similar en la epidermis de nuestras vidas. Una intersección, como el efecto Jahn-Teller, produciría una distorsión desestabilizadora y una sustitución un cambio de orden donde se reemplaza una variable por otra. Atracciones interactivas, mencionadas anteriormente, entre el yo, los otros y los objetos. Danza macabra que bailan muñecos y marionetas al son de la música maldita del Lager, el Gulag, las cárceles latinoamericanas, los campos de Laogai o los Guantánamo. Fantoches de cera que arden cada vez que suena el tango del progreso, la fe y la revolución, siempre el mismo tango de la muerte. Los desaparecidos no están pero quedan los infrasonidos de sus pasos palpitando graves y pesados. Orquesta de espantajos que camina, tocando una marcha fúnebre, hacia una luz al final del túnel del tiempo. El geólogo soviético Y. A. Kozlovsky publicó en la revista Scientific American de 1984 el descubrimiento de “El pozo más profundo de la tierra”. Un grupo de investigadores perforaron en Siberia (poco antes de Chernóbil) un agujero de unos catorce kilómetros de profundidad y al aguzar el oído escucharon gritos humanos. ¿Almas condenadas? ¿Afloraría a la superficie el averno de las profundidades? Para mayor sorpresa en la base de esa fosa casi infinita detectaron temperaturas que alcanzaban los mil grados. Bajaron micrófonos ultrasensibles por el agujero y captaron miles de voces humanas aullando de dolor. Los científicos abandonaron la expedición aterrorizados y declararon que “esperaban que lo que estaba allí abajo… siguiera allí abajo”. Viaje al centro de la Tierra, aceleración en caída libre hacia un estado de ingravidez. La atracción material es menor cuanto más cerca se está de
surrealismos llegar al fondo del abismo, no habría gravitación sino fuerzas múltiples en tensión a una temperatura de 5.000 ºC. Sonidos apocalípticos, retroalimentación nula, intersección de ondas sísmicas. Quizás el destino final no sea huir hacia arriba hasta encontrar un planeta que nos acoja, sino hundirnos en el corazón de las tinieblas atraídos por el núcleo del Pandemonium que arde a 6.000 km bajo nuestros pies.
Carlos Piegari (Buenos Aires). 1a temporada: un lóbrego conservatorio musical. Escapa, es recapturado, lo embarcan a Italia. Regresa, uno que otro premio literario, compone canciones. Algo de eso tiene éxito. Nueva temporada: los Blue Meanies toman el poder, los esquiva viajando a España. Vuelve a casa para Navidad. Estudia Filosofía y otras cosas más. Varios capítulos de aventuras los graba en el Alto Paraná como burócrata de la cultura y escritor polimórfico. Última locación, Barcelona. La productora celestial aún no le canceló el contrato, está negociando. www.kitschfilm.com www.aparatobarrio.org www.suturart.com
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Fabiola Eme
caballos nadadores
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e invitan a dar un paseo en caballo para ir a ver las ballenas. Tengo puesto un abrigo de piel de oso, incluso mi cabeza está cubierta por un gorro de piel marrón con orejas. Pienso que es un poco corto y me pregunto si me cubrirá lo suficiente o tendré frío en la franja descubierta de la cintura. Estoy en alguna zona polar con mucho sol, pero el viento es muy frío. Nos montamos en los caballos nadadores y empezamos a flotar en mar abierto. Hay una luz sorprendente que permite ver todo muy nítido. El mar y el cielo son azules pero de tonos distintos. Me siento como en una fotografía en la que nos veo, pequeñísimos, a nosotros, cavalgando y formando ondas en el agua que crecen muy lentamente a nuestro paso, en medio de un azul degradado inmenso. Finalmente llegamos al punto en el que hay decenas, o quizá cientos de ballenas, que en realidad son orcas, decenas o tal vez cientos de cetáceos negros con esas características manchas blancas simulando grandes ojos, saltando fuera del mar y sobre nosotros, y cada vez que lo hacen, nos obligan a movernos un poco hacia donde están ellos. Sentimos la gravedad de sus cuerpos. Cuando pasan por encima, miramos desde abajo el espectáculo, y yo cierro los ojos para que no me entre agua salada. Me pregunto si nuestros caballos resistirán lo suficiente para volver a la orilla antes de congelarse o de hundirse. Me lo pregunto porque al fin y al cabo, nunca había visto algo similar.
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crepuscular1 Esta mañana entraba la luz. Entraba por la ventana del balcón en el que habitan las tortugas y los cactus medio secos del antiguo propietario. Entraba la luz, descaradamente clara como quien llega a una fiesta, un sábado por la mañana cuando ya todo ha acabado sobre un desierto de copas y sólo quedan en pie aquellos que deambulan con los ojos cerrados o más bien los tienen abiertos pero miran hacia dentro. Como buscando unas nubes o un trozo de manzana. O como atraídos por el fulgor de los planetas cuando giran o se desplazan. Entraba esta mañana la misma luz astronauta que como un hilo de plata sostiene todas las cosas del universo.
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Fabiola Eme (México). Explora las intersecciones entre Ciencia y Arte. Es Piloto y Sobrecargo del proyecto editorial @TusitalaProject al que pertenece esta fantástica revista. La Complejidad le intriga. Lo simple la sorprende. Le hubiera gustado ser una Surrealista, pero se conforma con practicar la escritura automática cada mañana, de la que nacen artefactos oníricos de diversa talla y complexión. @fabiolaeme fabiola@tusitalaproject.com
Estado de ánimo semiconsciente que se produce inmediatamente antes o después del sueño, o bien a consecuencia de accidentes patológicos o de anestesia general.
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artes visuales “Las ondas gravitacionales más fuertes que detectamos son producidas por estrellas que están girando una alrededor de la otra. Por eso me gusta asociarlo al tango, pero no sólo porque están girando entre sí, sino porque, de acuerdo a la teoría de Einstein, se van acercando. Por eso me encanta pensar en una danza que termina en un abrazo. — Gabriela González.
Física argentina conocida por su contribución a la investigación sobre las ondas gravitacionales.
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sueños antigravitatorios Gabriela Rosado
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n un mundo donde la gravedad influye en absolutamente todo, dentro
y fuera de nuestro planeta, incluso en nuestro pensamiento, existe una polémica e hipotética teoría sobre la antigravedad. Inspirada en este concepto, he creado esta serie de dibujos que muestra la especulación de lo que nos depararía un mundo donde la fuerza de la gravedad no existiera, o donde el hombre, con su inagotable afán de querer dominarlo todo, la pudiera controlar. De momento sólo podemos imaginarlo, y tal vez, llegar a tener
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algún sueño antigravitatorio.
Mixta / papel 21 x 29,7 cm.
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Gabriela Rosado (México) Artista multidisciplinar, con formación académica en las bellas artes y experiencia en la instalación, la actuación, la danza y el performance. Está en permanente reflexión, renovándose continuamente como creadora, experimentando entre diferentes opciones estéticas. Mexicana de nacimiento, ha vivido en distintas ciudades europeas, actualmente en Barcelona. www.gabrielarosado.com
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Gravity curves. AcrĂlico sobre lienzo. 2019.
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Virginie Deluzet
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a gravedad es el alma motora del universo. Durante mis estudios en osteopatía
y luego en medicina tradicional china, dos conceptos formaron la base de estas artes: “La vida es movimiento” (Andrew Taylor Still), y “El hombre es un microcosmos a semejanza del macrocosmos”. El movimiento es esencial para cualquier forma de vida, para cualquier forma de inteligencia. Tanto las medicinas ancestrales como las más recientes se basan en el movimiento. Todo nace de la observación y comprensión de la naturaleza y del universo. En osteopatía, al tratar a un paciente, es necesario restablecer
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gravity curves la movilidad en cada tejido, con movimientos y micro movimientos en cada órgano para que la curación sea efectiva. Cuando hay un bloqueo, es cuando hay enfermedad y dolor. La acupuntura, ayuda a restaurar el flujo de energía que nos atraviesa, haciendo del ser humano un vínculo entre el cielo y la tierra. El cuerpo humano es un mapa celestial estampado en el momento del nacimiento. Es decir, que cuando colocamos agujas de acupuntura, actuamos en el mapa celestial del que recibe el cuidado. De hecho, algunos puntos de acupuntura se llaman estrellas o “ventanas del cielo”. Al actuar sobre ellos se actúa sobre la conexión entre el inconsciente y el universo. Lo que intento expresar con mis pinturas es esa conexión entre ciencia y arte, de la cual la geometría sagrada es su esencia. Quiero transmitir que la Física es una obra de arte y que las matemáticas son ecuaciones artísticas. Hoy en día, con imágenes de microscopio de fuerza atómica, podemos observar que el ser humano que respeta los principios de la geometría sagrada: número de oro, secuencia de Fibonacci, etc. Por ejemplo, la forma de doble hélice de nuestro ADN, o el ritmo de nuestros latidos. Para hacer Gravity Curves, me inspiré en el péndulo de Foucault. Visible en el Panteón de París, este péndulo registra el movimiento gravitacional de la tierra y permitió validar las leyes de movimiento de Newton. Reproduje el mismo dispositivo y reemplacé el péndulo de acero con un péndulo de pintura. ¡El resultado fue asombroso! Me di cuenta de que al cambiar el sistema de anclaje, las formas eran diferentes. Al cambiar la inclinación del péndulo 10 grados y obtuve una obra de arte diferente a una inclinación de 20 grados. El movimiento circular produjo curvas elípticas y sinusoidales, similar a la forma en que se mueven las estrellas. Todo esto, como sabemos, influye en los fenómenos de cambio de estación, mareas, los ciclos lunares. Incluso nosotros estamos sujetos a
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las reglas de la elíptica universal.
artes visuales ¿Alguna vez has visto imágenes enviadas por sondas astronómicas? ¿La belleza del sistema solar, de la Vía Láctea? La manifestación del universo y de la naturaleza siempre será incomparable en términos de belleza, pero cuanto más te acerques a las proporciones divinas o sagradas, más armoniosa y bella será la obra. Diría que el universo y, por extensión, la naturaleza, están dotados de una inteligencia creativa que nos supera. En este lienzo dejé que la física y la gravitación hablaran. Es una invitación a observar y a comprender un universo conectado. Comprendernos a nosotros mismos es entender el universo, tal como dice la cita inscrita en el templo de Delfos: Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses”.
Virginie Deluzet (París) Nacida en los suburbios de París. Al elegir una carrera dudó entre las humanidades y el arte, pero finalmente se licenció como anatomista. Sin embargo, continúa creando y desarrollando su pasión por la pintura. Apasionada tambiémn por la física cuántica, busca ilustrar en sus pinturas los mecanismos vinculados a esta ciencia, como por ejemplo, las curvas de Lissajous.
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viaje gravitatorio
viaje gravitatorio Álvaro Muñoz Ledo
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na lluvia de burbujas se precipita desde los rascacielos de una ciudad que flota en un lugar con gravedad cero. En este futuro todo es espacio. Hemos llegado hasta aquí a través de las curvaturas del espacio-tiempo, en un viaje que comenzó con el nacimiento del universo.
* Las imágenes pertenecen a una pieza de arte digital pensada para proyectarse sobre grandes superficies, lo que se conoce como videomapping.
artes visuales
Álvaro Muñoz Ledo (México) Trabaja con el arte electrónico y la experimentación digital. Ha participado en diversos festivales y exposiciones colectivas. En sus piezas incorpora la teoría de la termodinámica como recurso de investigación y propone estados de equilibrio o desorden en un entorno contemporáneo, donde el consumismo exacerbado que ofrece el capitalismo genera nuevos patrones y conductas de concepción de la vida actual.
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mappingworld-lab.com artechsel.com
pensa miento “Pero el hecho más impresionante es que la gravedad es muy sencilla. Es fácil enunciar por completo sus principios. Es simple, por lo que es hermosa.
— Richard Feynman
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Físico teórico Por sus contribuciones al desarrollo de la electrodinámica cuántica,recibió el premio Nobel de Física en 1965. Pero también ha pasado a la historia por sus geniales lecciones, en las que conseguía transmitir a la audiencia la esencia de las leyes físicas en toda su belleza y simplicidad.
el campo gravitatorio del arte
Luján Baudino
“El artista crea misteriosamente la verdadera obra de arte por vía mística. Separada de él, adquiere vida propia y se convierte en algo personal, un ente independiente que respira de modo individual y que posee una vida material real.” Wassily Kandinsky
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efinitivamente, adentrarnos en el campo del arte sin antes tener en cuenta que es un lenguaje con siglos de historia y un sistema de códigos propio, nos acotaría una parte importante del conocimiento que trae consigo y la propia fuerza natural que lo conforma. La Física, como cualquier otra ciencia humana, pretende crear modelos que expliquen la naturaleza de los fenómenos. La teoría newtoniana de la gravedad fue superada por la de Einstein que, con genialidad hace más de un siglo, contempló desde su concepción la existencia de
elementos desconocidos que permiten adaptar el modelo de funcionamiento del universo, como la necesaria y posterior incorporación de conceptos de materia y energía oscura. Según la Física apenas conocemos un 4% de la materia que constituye el universo, el otro 96% no es hasta ahora observable y, lo único que se infiere indirectamente, es que comparten con lo conocido la gravitación. Esto coloca a la gravedad, desde nuestro actual modelo cosmológico, en un lugar tan importante como ser el elemento de cohesión del universo mismo. Estas teorías
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pensamiento científicas nos pueden presentar sugerentes conceptos para pensar el arte y su funcionamiento interno y, aunque plantean de manera intrínseca el artificio del lenguaje, la conciencia de nuestra ignorancia y los límites de nuestra comprensión, nos invitan al ejercicio de intentar aprehender, en algún aspecto, el misterio que encierra.
El arte tiene la capacidad de visibilizar lo invisible, de decir aquello que no puede ser traducido unívocamente en conceptos.
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El desarrollo del campo específico del lenguaje visual como tal también tiene poco más de un siglo: es a partir de las primeras vanguardias europeas que el arte se libera a priori de todo compromiso externo para concentrarse en el propio universo visual, lo que permite pensar las posibilidades del arte como
medio de expresión humana en sí desde dentro del lenguaje y con una legitimación interna, más allá de los agentes exógenos. El arte tiene la capacidad de visibilizar lo invisible, de decir aquello que no puede ser traducido unívocamente en con-ceptos. Quienes nos abrimos de manera cotidiana a la experiencia estética sabemos que es una fuente inagotable de un conocimiento cierto y verdadero. Esta condición del arte, cuya esencia contiene el misterio del espíritu humano, lejos está de la especulación de cualquier índole o de las categorías habituales de pensamiento con-creto. Corresponde, más bien, al ámbito del pensamiento abstracto, donde nuestra mente se conecta con lo trascendente, lo infinito, lo espiritual, en pocas palabras, con el ser, desprovisto de estridencias, esencial, primigenio, de imposible definición, pero con la certeza intuitiva de que es lo que nos integra como parte de un todo. Uno puede disfrutar de una mayor comprensión intelectual de una obra de arte con información concreta, pero es en la experiencia contemplativa que se transfiere el
el campo gravitatorio del arte conocimiento que contiene, ya que es la propia materia el medio. Es, por tanto, un acto que requiere fisicalidad, es decir, presencia de ambos: la obra y el sujeto. Al contrario, a veces tener datos previos, pueden condicionar la experiencia estética que se produce únicamente en ausencia de pensamiento concreto, cuando la mente se dispone completamente al silencio para que, en estado de puro presente, la obra pueda expandirse y desplegar en nuestro interior sus múltiples sentidos. Este conocimiento, resultado de la interacción física entre la obra y el sujeto cuando están dadas las condiciones de recepción, es contenido sensible que modifica al individuo y se va acumulando como un sedimento en nuestro ser, ejercitando nuestros sentidos para poder obtener el máximo de lo que la obra de arte tiene para ofrecernos. El arte reproduce y posee a la vez su propia gravedad, en cuanto campo de fuerza vivo, energía y tiempo contenidos en la pincelada, el gesto, el cincel. Pintar, modelar o esculpir una pieza reproduce, de alguna forma, esta intención
de un centro de equilibrio, de una composición que convierta a la materia en contenido sensible con sentido. La obra posee un campo gravitacional propio, un sistema de fuerzas activo y constante que trasciende la existencia del propio artista y afecta a quien lo experimenta. El campo gravitatorio del arte posee una doble naturaleza: la formal, observable en la propia lingüística visual –como es la luminosidad de la figura, de su fondo y sus interacciones de distribución formal y de tamaño dentro de la composición de la imagen, es decir, los propios elementos que responden a un sistema de pesos y equilibrio visual– y la física, por otra parte, que es el efecto de las ondas gravitatorias de las formas que trascienden el objeto impactando en el sujeto para convertirse en una puerta de entrada a otro estado de conciencia, dejando detrás de sí una memoria o conocimiento estético. La primera involucra la visión y, la segunda, la totalidad de nuestro ser. En cuanto al aspecto formal de la gravitación artística, cada obra es un universo inédito
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pensamiento autocontenido, con una lógica y un funcionamiento que le es propio y, a la vez, está inscrito e integrado al lenguaje plástico que está mediado por nuestra manera de percibir, totalmente ligada a las condiciones vitales de nuestro medioambiente. Esto hace que a cualquier figura percibida se le asocie de forma automática la acción de la gravedad. Esta sensación visual aparece de forma involuntaria y es inseparable de nuestra concepción existencial.
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El aspecto formal de la gravedad pictórica puede analizarse –incluso describirse– ya que se inscribe en un lenguaje. Por tanto, resulta imposible que ante la disposición de los elementos de un cuadro o en una escultura, el artista no sienta pesos y fuerzas que se relacionan a través elementos que construyen el equilibrio, hasta que en su interior sabe que la obra ha llegado a la máxima representación del impulso que le dio origen. Es una
relación que se establece con la obra y quien la realiza que, más allá de cualquier especulación teórica, responde a sensaciones internas que quedarán contenidas en el objeto o forma. El aspecto formal de la gravedad pictórica puede analizarse –incluso describirse– ya que se inscribe en un lenguaje. En cambio, de difícil definición, el segundo aspecto está vinculado a la dimensión espiritual del arte e implica una conexión profunda con el objeto, ya que el campo de la obra afecta literalmente al sujeto y se expande dejando tras de sí una sensación de totalidad, movilizando estructuras internas en niveles que desconocemos pero que, innegablemente, transforma. Las verdaderas obras de arte –y no lo que, a veces, insisten en mercantilizar como tal– llegan a un encuentro con lo infinito, que las convierte en testimonios vivos y, a la vez, en puertas de acceso que se integran en el presente de quien las experimenta, desplegando en su potencial epistemológico una verdad plurisémica sin palabras que es transmitida sensorialmente y que produce una experiencia expansiva, de absoluta conexión con el cosmos.
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Florencia Giovagnoli Obra NÂş 22. Serie 7. Ă“leo sobre papel, 40 x 30 cm, 2018
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Florencia Giovagnoli Obra NÂş 16. Serie 7. Ă“leo sobre papel, 40 x 30 cm, 2018
el campo gravitatorio del arte
La obra de Florencia podría funcionar siendo solo color, ya que se sostiene, da la sensación de equilibrio al ojo que mira, o mejor dicho, al cuerpo percibiente, ya que nosotros vemos una obra de arte con todo el cuerpo, no solo a través de la mirada. Dentro de la obra, la gravedad puede estar dada por el color que sostiene y empuja para sí mismo el peso visual, conteniéndolo y, a partir de la afinación del color, produciendo un escenario donde transcurre la acción, ubicada en un espacio sensorialmente seguro. Es el caso de Florencia Giovagnoli (Santa Fe, 1977). Su trabajo se sostiene básicamente en
el sosiego perceptual que crea a través de un delicado tratamiento del color. Su obra es un diálogo un poco incómodo entre el color y un trazo muy particular: las formas que dibuja parecen adquirir un carácter infantil, con el que busca una línea madura que contenga esa ingenuidad, ese deseo, esa primordialidad de cuando era niña. La obra de Florencia podría funcionar siendo solo color, ya que se sostiene, da la sensación de equilibrio al ojo que mira, o mejor dicho, al cuerpo percibiente, ya que nosotros vemos una obra de arte con todo el cuerpo, no solo a través de la mirada. Pero el trazo suma tensión al campo visual y es, en realidad, lo que le termina dando una verdadera identidad artística, porque no es lo esperable, no es lo organizadamente bello y porque es a partir de su inclusión en la obra que tiene una marca propia y, además, potencia el aspecto físico de la gravitación pictórica generando mayor profundidad epistemólogica.
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Fernando Parrotta Sin título. Impresión giclée sobre papel de algodón. Copia 1/5. 70 x 100 cm, 2017
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Fernando Parrotta Sin título. Impresión giclée sobre papel de algodón. Copia 1/5. 70 x 100 cm, 2017
También la gravedad puede ser una temática en sí misma, como en la obra de Fernando Parrotta (Buenos Aires, 1975), que, además de estar previamente resuelta en el espacio pictórico, la forma se adentra en la representación de la figura que cae lentamente en un espacio simbólico sin tiempo sobre el tiempo finito del plano. Se abre así un diálogo abstracto, de formas que sugieren un movimiento interno continuo, una experiencia que pareciera reproducir nuestra experiencia física
del mundo, pero que corresponde, definitivamente, a otro orden. La presencia del horizonte acentúa la sensación de gravedad, pero es en sí la morfología de la mancha o del trazo lo que establece el peso visual y genera la sensación de incesante movimiento. Sus obras son intersecciones de técnicas fotográficas y pictóricas con un resultado final que parece representar aquello que integra el azar con la necesidad de expresar, sin dudar, los estados de su alma.
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La meditación como forma de enlace con un estado superior del ser, será el principal elemento integrador a lo largo de su vida artística.
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La gravedad es un campo que puede estar citado sin vestigios de ego como en el caso de Silvina Faga (Buenos Aires, 1975). Sus obras pretenden ser la presentación de las energías vitales. Trabaja intencionalmente por eliminar al máximo la mediación, valorando la transformación del tiempo y de los ritmos naturales. Su desarrollo artístico, desde hace más de veinte años, es parte de su práctica espiritual. Su unión de arte y vida la llevan a una conciencia de sí como una obra integral en la que todos los aspectos son parte de una armonía interna que se expresa hacia el exterior. Su camino la vinculó con culturas ancestrales por la pureza del pensamiento alrededor de la Naturaleza. Es así como a partir de la pintura tradicional, pasará por el estudio del arte precolombino
y se abocará al estudio de artes orientales como el zenga (pintura zen) y shodo de la mano de grandes maestros como Ho Getsu (Oscar Ortega), entre otros. La meditación como forma de enlace con un estado superior del ser, será el principal elemento integrador a lo largo de su vida artística. Entre sus últimas producciones encontramos ikebanas y piezas de raku –alfarería tradicional japonesa con orígenes en el siglo XVI– donde busca una emulación de las fuerzas naturales. Su trabajo posee una exquisita sofisticación de la forma que potencia el valor del arte como un medio para humanizar la existencia y expande las fronteras de la práctica artística para ser y, sobre todo, estar en armonía con el universo. La ausencia de gravedad en la representación potencia su sentido pictórico, como en la serie Immersions de Oriol Texidor (Barcelona, 1974) que desarrolla desde el año 2014. Desde sus inicios en el arte, su lenguaje está definido por la síntesis a través de una economía de medios en búsqueda de la esencialidad de las formas. Enmarcado dentro de la corriente de pintura catalana de Antoni Tàpies por la austeridad formal, el interés
el campo gravitatorio del arte
Silvina Faga CerĂĄmica esmaltada con arreglo floral de Neomarica northiana. 14 cm, 2019.
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Silvina Faga Sin tĂtulo. Arcilla gris. 20 x 13 cm, 2019.
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Oriol Texidor Immersiรณ 175. Cianotipia sobre papel pegado sobre tabla. 42 x 29,7 cm. 2016
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Oriol Texidor Immersiรณ 007. Yeso sobre tabla. 42 x 29,7 cm. 2014.
pensamiento por la investigación matérica y el marcado carácter espiritual de su trabajo, Texidor llega con su serie Immersions a un punto álgido de representación. Iconográficamente idénticas, siempre representa el contorno de la figura humana en el centro exacto de la composición en múltiples soportes y técnicas que acentúan la materialidad de la obra y a la vez la inmaterialidad de aquello que representa.
Dejarse envolver por el arte, aquietar la mente y vivenciar en la contemplación lo infinito que contiene, puede resignificar nuestra existencia. Luján Baudino (Argentina)
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Historiadora del arte y editora. Declara que su amor absoluto e incondicional al arte nace con la música, pero la fascinación por sus efectos la conduce al pensamiento estético. Tuvo la fortuna de nacer argentina y formarse en Barcelona. No le teme a las crisis y está segura que de mica en mica, s’omple la pica.
La composición divide el espacio en las tres entidades del ser: cuerpo, mente y alma, donde la silueta ocupa una tercera parte del total y el vaciado de la misma hace referencia a la condición humana. En Immersions silencia la figuración hasta dejarla casi muda para dar paso a la elocuencia de la espiritualidad del arte a través del recurso pictórico puro. Dejarse envolver por el arte, aquietar la mente y vivenciar en la contemplación lo infinito que contiene, puede resignificar nuestra existencia. Ser atravesados por la energía viva que la conforma nos participa de la obra y permite que sea parte de nosotros, para ser con ella, un poco más conscientes de lo que somos y de la fuerza de transformación del arte.
gravitropismo: la gravedad de las plantas
Eduardo Carbonell
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a gravedad es un fenómeno natural por el cual los objetos con masa son atraídos entre sí. En la tierra se ejerce sobre todos los cuerpos, atrayendolos hacia dentro. Todo ser vivo la detecta y se adapta a ella para sobrevivir. Hablar de la gravedad en las plantas significa, por tanto, hablar de lo que las plantas sienten, antes que describir o analizar sus reacciones frente al entorno en el que se encuentran. Eso implica hablar también de otras fuerzas y circunstancias que las afectan, y de lo que recuerdan o saben para reaccionar de la forma más adecuada para su bienestar. En el espacio exterior, libre de la fuerza de la gravedad, no existe arriba ni abajo. Cuando en la estación espacial, colocamos en
posición horizontal una planta que está situada originalmente en posición vertical, el tallo y la raíz siguen creciendo en línea recta, o sea, que no recuperan la posición inicial. En tierra, por el contrario, los vegetales adoptan nuevas posiciones con relación a la gravedad. Si se cambia la orientación de una planta que crece en vertical, el brote se curva hacia arriba, avanzando en sentido contrario al de la fuerza de gravedad. La raíz, que constituye el objeto de nuestras investigaciones, se curva hacia abajo, en el sentido de la gravedad. A menudo, las raíces empiezan a reorientar su posición unos minutos después de que actúe sobre ellas el estímulo gravitatorio.
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El geotropismo es un tipo de tropismo propio de las plantas que se refleja en un crecimiento como respuesta a la aceleración de la gravedad.
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A un observador ocasional podría parecerle que esa curvatura hacia abajo responde, lisa y llanamente, a la búsqueda de agua, o que constituye una respuesta pasiva a la gravedad. No hay tal. Ciertamente, las raíces de algunas plantas buscan agua, pero la gravedad ejerce un efecto independiente sobre el sentido del crecimiento de la raíz. Más aún, las raíces en desarrollo, dotadas de fuerza suficiente para penetrar en suelos compactos, poseen también el vigor necesario para resistir a la atracción directa de la gravedad. Si inclinamos una planta, ésta corregirá su crecimiento para volver a extenderse verticalmente. Pero, ¿cómo detecta la planta la inclinación? Se sirve de clinómetros, unas células llenas
de gránulos microscópicos de almidón denominados estatolitos. Un grupo de ellos se acumula en el fondo de las células y proporciona un punto de referencia para guiar el crecimiento. A diferencia del resto de seres vivos, una planta no puede desplazarse del lugar donde se encuentra, cosa que haríamos nosotros en el caso de detectar cualquier amenaza. Sin embargo, las plantas pueden comprender el problema, aguantarlo, adaptarse y sobrevivir. Las plantas no utilizan un cerebro central que recoge y procesa la información como hacemos nosotros. Ellas cuentan con diversos sistemas de señales, a menudo hormonales, que se generan en las hojas y ramas y se transportan hacia las raíces, que devuelven los impulsos necesarios relativos al crecimiento. Ante otras necesidades, como la de florecer, son las hojas las que directamente emiten las señales oportunas. De algún modo, a través de múltiples receptores y canales de contacto, la planta al completo funciona como un sistema nervioso lleno de ramificaciones. Asimismo, las plantas pueden almacenar sus percepciones por diferentes vías,
gravitropismo: la gravedad de las plantas lo que constituye algo parecido a la memoria. Algunos experimentos muestran cómo determinadas plantas que han sido capaces de desarrollar una respuesta a factores específicos que provocan estrés, tienen progenie más resistente a esos mismos elementos estresantes. En cuanto a la energía gastada por las plantas, podemos medirla gracias a los amiloplastos, que son orgánulos que se encuentran en células vegetales, que carecen de clorofila y se caracterizan por el contenido de almidón. Su función es la de reserva energética, ya que el almidón, por hidrólisis, se transforma en glucosa que la célula aprovecha para obtener energía. Las auxinas son un grupo de fitohormonas que actúan como reguladoras del crecimiento vegetal. Esencialmente provocan la elongación de las células. Se sintetizan en el ápice de los tallos y se desplazan desde allí hacia otras zonas de la planta, principalmente hacia la base, estableciéndose así un gradiente de concentración. El geotropismo es un tipo de tropismo propio de las plantas que se refleja en un crecimiento como respuesta a la aceleración de la
gravedad. Permite el crecimiento de las raíces que deben hundirse en el suelo para su correcto funcionamiento, y el crecimiento de los tallos hacia el medio aéreo. Es de especial importancia durante la germinación de las semillas. El gravitropismo se ve definido por la concentración diferencial de auxina, una familia de hormonas vegetales. Sintetizada en el ápice, allí posee su máximo nivel, que decrece conforme el tallo se aleja.
Aeonium
El geotropismo involucra cuatro pasos secuenciales: la percepción del estímulo gravitatorio, la producción de señales en células sensoras de la gravedad, la transducción de señales tanto dentro de células sensoras como entre células y, finalmente, la respuesta. Si se corta la punta de la raíz de una planta, ésta pierde
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pensamiento la capacidad de responder a la gravedad. Cuando una raíz crece en forma vertical, los amiloplastos se reúnen cerca de las paredes inferiores de las células centrales. Sin embargo, si la raíz se coloca en posición horizontal, los amiloplastos se deslizan hacia abajo y se disponen cerca de las que previamente eran paredes orientadas en forma vertical. A los pocos minutos, la raíz comienza a curvarse hacia abajo y los amiloplastos retornan gradualmente a su posición original. Las raíces a las que se les han eliminado los amiloplastos son incapaces de responder a la gravedad, lo que sugiere que el movimiento de los amiloplastos es fundamental.
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Aeonium Toison d’or.
Investigadores del Centro Nacional para la Investigación Científica, el Instituto Nacional
para la Investigación Agronómica y la Universidad Clermont, han resuelto esta paradoja. En primer lugar, observaron el movimiento de los estatolitos en respuesta a una inclinación y descubrieron que estos no se comportan como un medio granular clásico, sino que se desplazan y fluyen en la célula independientemente del ángulo de inclinación que se les impone. Igual que un líquido, la superficie de los depósitos de estatolitos siempre recupera la horizontalidad. Pero, ¿cómo logran las células hacer fluir los grupos de estatolitos?
El geotropismo es un tipo de tropismo propio de las plantas que se refleja en un crecimiento como respuesta a la aceleración de la gravedad. Para explicar ese comportamiento, los investigadores desarrollaron un sistema similar a los estatolitos de las células vegetales, el cual consistía en microperlas
gravitropismo: la gravedad de las plantas dispuestas en el interior de células artificiales del mismo tamaño. La comparación entre ambos sistemas los llevó a la conclusión de que la fluidez conjunta de los estatolitos se deriva del movimiento de cada uno de ellos por separado. Los motores moleculares de la célula los agitan constantemente, lo que les permite no quedarse atascados. Ello confiere al sistema, a largo plazo, propiedades cercanas a las de un líquido. Este comportamiento resulta esencial para la planta, ya que le permite reaccionar ante las más pequeñas inclinaciones, a la vez que su crecimiento no se ve ve afectado por las sacudidas que pueda provocar el viento.
Greenovia.
En ausencia de gravedad, las plantas observan patrones de movimiento espiral igual que en la tierra, pero de menor intensidad.
Las plantas sienten atracciones simultáneas: la gravedad, la luz, el viento, la humedad del subsuelo, el olor de otra planta, las sombras, los elementos del entorno sobre los cuales apoyarse o una fuente de calor de la cual alejarse). Si fuéramos Newton podríamos definirlo así: “la posición de cualquier parte de la planta puede describirse como una suma de vectores de fuerza que actúan sobre ella y le indican dónde está y en qué dirección crecer”.
Eduardo Carbonell (Valencia) Doctor en Filosofía y Letras. Tiene 3 carreras: Magisterio, Pedagogía y Psicología. Creó la Sección Profesional de Psicólogos (embrión del actual Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya). Incursionó en la política y ha sido miembro de varias asociaciones filantrópicas. Su intensa actividad empresarial abarca diversos campos como autoescuelas, tampografía, depuración de aguas o minicentrales hidráulicas. Ha sido presidente de la Sociedad Catalana de Psicología, de la PAT (Prevención de Accidentes de Tráfico) y en la actualidad preside Grup ITES, empresas del sector audiovisual. La jardinería es uno de sus hobbies. Es socio fundador de ASAC (Amics del cactus i altres suculentes) y socio de ACUA (Madrid) y AIAPPS (Mónaco). Con base en su jardín Ty Cone corresponde y amplía sus conocimientos con otros jardines: Jardín Canario, en Tarifa, Jardín Exótico de Montecarlo, Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá de Henares o el Jardí Botànic de Barcelona. Esta especializado en la familia botánica Crassulaceae.
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pensamiento
in memoriam Àlex Marín Canals «¡Oh, jodida vejez, putada fina!»
Q
ueridos amigos: me permitiréis que, en esta ocasión, no articule un discurso medio en broma, medio en serio, sobre una teoría y la revista de gravedad para acercárosla como hice con «Apuntes sobre la novela río» porque ha ocurrido un suceso trágico para las letras españolas, para la cultura en general y para mí en particular. Ha muerto Alberto Blecua y me siento incapaz de afrontar la página en blanco siguiendo los preceptos de la «evocación» que postulaba Longino, y que él siempre esgrimía para que los escritores no cayeran en lo sentimentaloide. Pero me siento en la obligación de escribir sobre
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él, aunque sean cuatro retazos hilvanados de aquella manera, porque le debo mucho más de lo que estoy en condiciones de asumir ahora mismo. De hecho, sé a ciencia cierta que a Alberto no le hubiera gustado que me pusiera en plan sentimental, así que os pido, por favor, que no me leáis con el rostro compungido, sino con una sonrisa triste. Le disgustaba que, en la escritura, el autor aburriese al lector, o no hubiera en su escrito una pátina de «fina ironía», distintos niveles de profundidad y un par de verdades con las que el lector saldría, por lo menos, levemente enriquecido de comunicarse contigo a través de la palabra escrita. Eso era lo mínimo que le pedía a cualquier texto y me va a resultar insoportable fallarle a él. En este caso en concreto, me debo a él y trataré de abordar lo poco que pueda decir del modo antes indicado. Lo conocí en segundo de carrera. Fue mi profesor de Literatura del Siglo
in memoriam de Oro. Lo teníamos dos veces por semana y venía media hora antes para leernos algunos pasajes de El Quijote y comentarlos. Lo hacía por placer y su entusiasmo era contagioso. Esa media hora no era obligatoria y no siempre estuve presente, pero aquel que lo hubiera oído recitar y hablar sobre el libro, me juego lo que quieras a que es incapaz de leerlo sin oír la voz del maestro, y su risa jovial, y su «¡Magnífico!», o su: «¡Esto es estupendo!». Como dijo Joaquim Parellada en su discurso funerario: «Cinco minutos de conversación con él equivalían a horas con otros. Y casi diría, cinco minutos de silencio, también». Cuando callaba ante un pasaje sublime, sus alumnos experimentábamos lo que Freud denominaría el «sentimiento oceánico» en toda su dimensión intelectual. No sabía yo que en sus clases iba a encontrar tal placer intelectual, ni que me esperaba una sorpresa que cambiaría por completo mi historia. Por aquel entonces yo estaba muy enfermo pero aún no lo sabía. Tenía una neuralgia cada vez más manifiesta. Mi cerebro interpretaba que las cuantiosas cicatrices de mi cuerpo eran heridas abiertas y vivía con tal dolor que llegué a plantearme el suicidio. Físicamente no se me notaba y poca gente lo supo hasta que tuvieron que ingresarme, y hasta que tuve que permanecer en cama unos ocho meses. Antes de que esto ocurriera, en una de sus clases, dijo las palabras que cambiarían mi mundo: —¿Alguien quiere ser negro literario? Existen distintos modos de entrar en el mundo editorial y uno de ellos es este. Si alguien se siente capacitado para escribir una novela por encargo, yo conozco a alguien que necesita ayuda. (¡Qué difícil resulta imitar su fraseo! Pido perdón por parafrasearle, ahora mismo soy incapaz de otra cosa.) Curiosamente, ese día estaba en clase, y junto con alguno de mis
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condiscípulos nos presentamos voluntarios para lograr el puesto. Me evitaré hablar de las disputas que tuvimos y de las cosas que se dijeron y de los textos, incluso de la calidad de los mismos, que compitieron para obtener su beneplácito pero sí diré que yo fui el vencedor. Acababa de terminar de escribir una novela, había publicado en distintas revistas y tenía la fuerza de voluntad necesaria para llevar el encargo a buen
pensamiento puerto. De golpe, Alberto Blecua y un servidor dejaron de ser alumno y
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profesor, exclusivamente, y pasé a ser un tipo que le ayudaría con una idea que había tenido en clase como una inspiración. Yo lo telefoneaba para preguntarle mis dudas. Él me atendía, me recibía en su casa de Centelles, me recibía en su casa de Barcelona y me invitaba a comer, a visitar librerías de viejo, no se guardaba ninguna crítica a mi trabajo y él te hacía sentir un igual aunque tú sabías que no lo eras. Me ilustraba sobre lo que tenía que leer, el modo en que tenía que abordar el trabajo. Con su mero vivir me enseñaba cómo tenía que enfrentarme ante una porción importante de la vida. Al final, no era una novela lo que tenía que rehacer. Tenía que escribir una novela y un ensayo. Mientras estuve ingresado, mientras estuve en cama, solo una cosa evitó que me quitase de en medio debido a los dolores: escribir los puñeteros libros y oírle a él, aleccionándome sobre lo humano y lo divino. Alberto, ¿cómo no me va a apenar tu muerte si me diste la vida? Cuando todo este calvario terminó, pues, realmente, fue una experiencia traumática, cuyo fin se desarrolló muchos años después, y del que no me está permitido hablar ahora mismo, terminé mis estudios y me habían salido algunas oportunidades de trabajo. Pero Alberto fue taxativo: —Lee todo lo que puedas. Durante un año, enciérrate en casa y léelo todo. Lo que sea, lo que puedas, lo que te guste, lo que te disguste. Procura aprender y amar los libros porque son lo mejor que hemos hecho los humanos. (En realidad, insistió mucho en que leyera a los clásicos y los progymansmata) Estoy parafraseando. Pero así lo hice. Terminé mis estudios y me encerré en casa. Me levantaba a las siete y pico y leía hasta la madrugada. Para ello, mi familia y mis amigos me prestaban sus carnés de la biblioteca y sacaba todos los libros que podía. A medida que los leía, los apilaba en el sofá cama de mi habitación familiar. Lo telefoneaba y le contaba, una vez por semana, una vez al mes, qué había leído, qué había escrito sobre los libros y elogiaba mi persistencia. Pero, ¿cómo no iba a serlo
in memoriam si él estaba en el otro lado esperando a que siguiera con estas lecciones? Siempre insistía en que debería pasarme por la tertulia del Oxford, en donde había reunido a un grupo de personalidades increíbles, de las que aprendería mucho. Para hacer honor a la verdad, Alberto le decía a todo el mundo interesado en cualquier cosa, que se acercase a las tertulias. Yo tenía veintipocos años y me daba vergüenza. ¡Imaginaos! Había leído La velocidad de la luz de Javier Cercas y me constaba que él había asistido, y lo que allí se podía cocer, y no me sentía digno de tal honor. ¿Qué iba a decir un mindundi como yo en esas circunstancias, en ese sitio? Lo que imaginamos tiene siempre mayor gravedad de la que, en realidad, tiene la vida. Esta es, generalmente, absurda y más bien prosaica. Íbamos a comer picadillo, comíamos cocochas, salíamos a fumar a las terrazas de los bares y hasta fumamos en su despacho muchas veces y me contaba que, en su juventud, había querido ser arquitecto, que había ilustrado los primeros libros de un autor al que siempre me recomendó leer y del que no he logrado desprenderme en ningún momento de mi vida, apreciándolo a través de sus palabras, sobre todo. Me contaba que, de joven, había sido muy bueno en el billar. Y elogiaba a todos mis condiscípulos que habían decidido ser profesores de secundaria. Para él, un profesor de secundaria era un catedrático de mérito. A diferencia de lo que pueda parecer, debido a su posición y a su talento, Alberto Blecua tenía en la mayor consideración a los profesores de secundaria. Él había sido uno de ellos y siempre respetó este noble y esforzado oficio. Y me animaba a perseverar, tanto con la lectura impenitente, como con la escritura. Después de ese tiempo, volví a escribir libros, manuales por encargo, y a mal ganarme la vida. —Alberto, no le veo salida a esto— le decía, y él se preocupaba.
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Recuerdo, todos los amigos recordamos, lo cariñoso que era. Siempre te ponía una mano en la cara para hacerte una caricia. Podías ser un médico reputadísimo —yo lo he visto con mis propios ojos—, la chica de un aprendiz de escritor, un catedrático de la Sorbona o un actor y director de teatro. O un simple parroquiano buscando guerra porque hubieras dicho algo malo de un jugador del equipo contrario. Alberto era cariñoso, tenía
pensamiento la lengua afiladísima y jamás pretendía herir a nadie, pero era sincero.
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Algunos años después, yo dejé la escritura, entré en la universidad, me fui a investigar a Alcalá y después de profesor a la Université de Dijon. Quería limpiar mi expediente y hacer tabula rasa. Cuando regresé a Barcelona, me rompí el pie y fui a verlo a Centelles. —Tienes que venir a la tertulia —me dijo. Y empezamos a encontrarnos todos los martes. Durante tres años y pico, casi cada martes nos encontramos. Y no era tan fiero el lobo: no ha habido un solo día en estos años de tertulia en los que no me haya maravillado ante tal o cual persona que venía a conversar sobre cualquier tema con toda su pasión. Allí he aprendido más de lo que soy capaz de cuantificar. Alberto me prestó su Aftonio, el que consideraba que era el «mejor de los progymnasmata», allí me derivó a Quintiliano, a su querido Fray Luis de Granada, a Trebisonda, a tantísimos otros. Recuerdo los consejos. Recuerdo la viva emoción que sintió al tener mi primera novela publicada entre las manos. La bronca que me metió por ciertas cuestiones que no consideraba bien resueltas de un pasaje en concreto. Recuerdo que se pasó toda una tarde analizando La carne y la pared, puesto el libro encima de un pañal nocturno que acababa de comprarse, por si las moscas. Y lo que me maravilló la naturalidad con que experimentaba la vida en todas sus facetas. Recuerdo con terror cuando, acompañándole a fumar, se cayó y abrió toda la barbilla y se negó, con furia, a que lo llevásemos al hospital para que lo cosieran. Recuerdo con amor el último abrazo y los dos besos finales, insistiendo en que, al próximo martes, hablaríamos otra vez de los inéditos porque le habían gustado mucho. El último martes. Por suerte, los humanos hemos desarrollado un lenguaje plagado de metáforas, que definen la realidad verdadera del modo más apropiado. Con «realidad verdadera» me refiero a aquella que experimentamos cada uno, de un modo particular. Es una verdad universal que hoy es martes para todo el mundo, el fuego quema y en la noche puedes tropezarte
in memoriam con todos los muebles de la casa si no vas con cuidado. Sin embargo, el mismo martes que todos vivimos (digamos que es una especie de marco de convivencia) yo lo experimento de un modo diferente al de todas las personas con las que me cruzo: ha muerto Blecua, el maestro de maestros, el amigo, un guía espiritual, un faro desde hace más de once años. Trato de buscar en todos los que me rodean un atisbo de mi propio dolor, un reflejo, pero, para todos, hoy es martes y Alberto no es más que una persona, un nombre, y probablemente ni les suene lo que ha hecho la gravedad al reclamar su cuerpo a aquellos con los que me encuentro. Lo que yo experimento es la realidad absoluta. No conviene tener frases absolutas, diría Alberto, con su proverbial frase: «Esto es así, pero no es así». Tiene que seguir siendo martes para que todos sigamos viviendo en paz con el mundo. Pero yo no puedo sentirlo más que como si la tierra me hubiera arrancado un trozo precioso de vida y de mi propia historia.
Àlex Marín Canals (Barcelona) Lector de progymnasmata, sucesor de las tertulias del Oxford y finalista, temporal, de distintos concursos literarios. Ha publicado las novelas La carne y la pared (Ed. El Transbordador, 2019) y La noche de los cascabeles (Ed. Nazarí, 2018).
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