EL DÍA DE LA NEVADA
Aquel día me levanté de la cama, me asomé a la ventana, y estaba todo cubierto de nieve. Justo era el día de mi cumpleaños. Al rato me di cuenta de que no era una nieve normal, sino que era mágica. Invité a todos mis amigos a mi fiesta de cumpleaños, que era a las cinco de la tarde. A las cinco y media me di cuenta de que ninguno de mis amigos había venido, y me pregunté, si podía haber sido cusa de la nieve. Mi madre me preguntó: -Patricia, ¿y tus amigos? -No lo sé, mamá ¿crees que no van a venir? - No pienses eso, son tus mejores amigos, claro que vendrán. -Mamá, la nieve es mágica. -Patricia, eso es imposible. -Te digo la verdad. ¡Es mágica! ¡Y puede que a mis amigos les haya ocurrido algo! -Patricia, ahora vengo, han llamado al timbre. Me pregunté que quién podía ser. ¡Igual eran mis amigos! Mi madre abrió la puerta, y se encontró un regalo inmenso. Me lo trajo, y lo abrí. De repente... ¡Todos mis amigos saltaron del regalo y dijeron a la vez. -¡¡¡¡¡¡SORPRESA!!!!!! Al final del día, mi madre me explicó que igual había creído que la nieve era mágica, porque aquí casi nunca nevaba. PATRICIA
Aquel día me levanté de la cama, me asomé a la ventana y vi todo cubierto de nieve. Yo quería salir a jugar con los demás, pero tenía que desayunar, hacer los deberes y vestirme, cuando terminé de hacer cosas, baje a jugar con mis amigos y amigas para hacer muñecos de nieve, ángeles de nieve, carreras de trineos y guerras de bolas de nieve. Por la tarde me di cuenta de que me tenía que poner el vestido azul con un lacito en la cintura, y mis coletas, todo turquesa, ¡porque era Nochebuena! Cuando llegaron los invitados, todos los niños vinieron a jugar a mi cuarto, hasta la hora de cenar, después de cenar, los niños gastamos bromas a los mayores y cantamos villancicos. Más tarde se fueron todos a su casa, yo me puse el pijama y me dormí pensando si Papa Noel me dejaría algún regalo. SANDRA
Aquel día me levanté de la cama, me asomé a la ventana y vi todo cubierto de nieve, salté de alegre porque en mi ciudad es muy poco probable que nevase, y aún más raro que la nieve cuajara. Fui corriendo a coger mi cámara de fotos y le hice al paisaje 4 o 5 fotos, me puse un abrigo muy calentito y un par de guantes. Bajé corriendo las escaleras y salí para jugar con la nieve. Allí me encontré a muchos niños y niñas de mi edad, entre ellos estaba Fátima, una de mis mejores amigas. Fui a saludarla, y ella me preguntó si me atrevía a hacer un muñeco de nieve, yo acepté. Las dos estábamos continuamente cogiendo nieve y haciendo un círculo cada vez más grande, cuándo ya teníamos una bola, continuamos e hicimos otra bola (la de la cabeza), al fin lo conseguimos, cuándo ya teníamos las dos bolas, Fátima buscó dos palos (los brazos), yo fui a por un gorro que estaba tirado en un contenedor de basura, luego lo metimos en una bolsa, más tarde yo fui a coger unos cuantos botones, y Fátima una zanahoria, lo volvimos a meter a la bolsa luego lo pusimos: 1 zanahoria (la nariz), un gorro, 2 botones (los ojos), 10 botones (la boca) y 2 palos (los brazos). Nos quedó tan bien, que por la parte de abajo, pusimos: PROPIEDAD DE FÁTIMA Y VICTORIA. Luego saqué mi cámara del bolsillo para hacer una foto al muñeco de nieve. Después hicimos ángeles de nieve, yo me equivoqué y en vez de ponerme en un sitio plano me puse en un sitio inclinado y fui rebozándome en la nieve, nos reímos un montón. Y al final hicimos una batalla de bolas de nieve, no sé quién ganó porque estuvimos 10 o 15 minutos con la batalla de nieve. Nos despedimos y luego nos fuimos a nuestras casas. Fue un día genial. VICTORIA
Aquel día me levanté de la cama, me asomé a la ventana y vi cómo estaba todo cubierto de nieve. Corrí a la cocina, desayuné, me lavé, me vestí y me fui al colegio. Cuando llegué, elemental, estaba todo el patio cubierto de nieve. Todos empezamos a jugar, tirándonos bolas de nieve. En clase, no paré de mirar a la ventana, pero a la hora del patio, no pudimos salir porque los profesores dijeron que no. En comedor paso lo mismo, nos tuvimos que aburrir en audiovisuales. Y para cuando salimos para ir a nuestras casas, se había derretido todo. Menos mal que ya nos habían dado vacaciones de Navidad. MIGUEL