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El comunicador como sujeto profesional en el marco del proceso informativo
6) Muerte del trabajador. (ídem anterior) 7) Inhabilitación del trabajador: falta de habilitación especial. (ídem anterior) 8) Imposibilidad de reincorporación del trabajador con incapacidad parcial definitiva.- Causa no imputable al empleador. (ídem anterior)
c) Indemnización completa:
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1) Despido ad nutum: preaviso e indemnización por antigüedad contemplada del Art. 245 además de la integración del mes de despido. 2) Despido indirecto: ídem anterior. 3) Incapacidad absoluta (indemnización Art. 245). 4) Vencida la excedencia, no reincorporación de la trabajadora por no ser admitida. (ídem anterior) 5) Imposibilidad de reincorporación por causa imputable al empleador. (ídem anterior) 6) No incorporación en cargos electivos o representativos en asociaciones profesionales con personalidad gremial. (ídem anterior e incluye periodo de reserva) 7) Despido indirecto por exceso de suspensiones. (Art. 223 LCT) 8) Despido por transferencia de establecimiento. (ídem punto 1)
d) Indemnización agravada:
1) Despido por maternidad - 1 año de remuneraciones además de la indemnización Art. 245 y Art.232 y 233. 2) Despido por matrimonio (ídem anterior). 3) Despido durante la licencia por enfermedad inculpable. (Indemnización Art. 245 y Art. 232 y 233, más los salarios hasta completar el plazo del Art. 208). 4) Despido de representantes sindicales (indemnización Art. 245 y Art. 232 y 233 más los salarios brutos que restan hasta el cumplimiento del mandato, más 1 año de remuneraciones.- incluye SAC) 5) Art. 15 de la ley 24.013: otro importe igual a la suma de la indemnización del Art. 245 más el Art. 232. 6) Art. 8,9 y 10 de la ley 24.013: un cuarto del importe de las remuneraciones devengadas desde el comienzo de la relación hasta la extinción.
El comunicador como sujeto profesional en el marco del proceso informativo
Siguiendo la clasificación de los sujetos en el marco del Derecho de la Información (empresario-periodista-receptor o también llamado sujeto universal), vamos a iniciar el análisis del sujeto profesional, del informador, del comunicador social o como, también se lo denomina en el lenguaje común, del periodista, quien desarrolla, fundamentalmente, dos de las facultades propias del contenido del Derecho a la información: las de investigar y difundir.
Como primera observación no hay que olvidar que el sujeto profesional es parte integrante y activa del sujeto universal, dado que el mismo forma parte del público, y en muchos momentos ejerce la función, más propia del mismo, como es la de recibir información. Desde ese punto de vista al profesional de la información le corresponden el ejercicio de todos los derechos y deberes que configuran el derecho a la información de cualquier ciudadano.
La nota diferencial que le separa del sujeto universal y que lo convierte en profesional, es la cualificación profesional, raíz de la cual surge el cuadro de derechos y deberes que le es propio como informador y que va a poseer a lo largo de toda su actividad profesional. Conviene por ello establecer meridianamente la posición del sujeto profesional en el ámbito de la información, tanto en lo que se refiere a su propia definición profesional como a las facultades y obligaciones derivadas de su actividad, ya que de esa ubicación nacerá el status especial profesional, que esta clase de sujetos van a tener en sus relaciones con el Estado, la Sociedad, la empresa informativa o con los otros sujetos informativos, profesionales o no. El sujeto profesional es un intermediario en el proceso informativo. Su especial importancia le viene dada precisamente por ese papel de mediador del que habla Gomis, ya que es el encargado de investigar, hallar, encontrar la información existente en el ámbito
social, elaborarla desde unos criterios de objetividad y veracidad, tal como señala nuestra constitución y devolverla al público que configura esa sociedad de la cual ha extraído los datos, los hechos, las noticias en definitiva.
Por lo tanto, el sujeto profesional no es dueño de la información, ni a él le corresponde la titularidad de la misma. Cuenta con una delegación tácita, de la cual han hablado insistentemente muchos autores entre los que cabe destacar a Desantes Guanter, que le permite, en nombre del público y de acuerdo con los intereses del mismo, el decidir qué es lo que debe comunicar o lo que no debe comunicar.
Esa delegación, aun cuando genérica, tiene un fuerte contenido individualizado. Todos y cada uno de los sujetos universales son destinatarios de la labor informativa del sujeto profesional. Estamos totalmente de acuerdo con Desantes Guanter cuando afirma que «la información no podrá tener destinataria a la masa. O se dirige al hombre individualizado o al hombre en colectividad: cualitativamente es lo mismo. Si se dirige al hombre en colectividad está cumpliendo una función pública, pero respetando la personalidad de cada destinatario, aun cuando éste sea desconocido, indeterminado y aún indeterminable».
El rol que el sujeto profesional juega o debe jugar en el proceso informativo es de primera magnitud. No se trata de caer en la estéril discusión de quién es más importante o quién es el verdadero artífice de la información, sino de destacar, cada vez más, la importancia del trabajo informativo realizado por este sujeto, y no caer en la tentación de magnificar la propia información o a los medios que la ponen a disposición del público, obviando la labor del sujeto profesional.
En este sentido la denuncia de Fernández del Moral sigue vigente, al decir que todo el mundo entiende que los medios de comunicación son una cosa muy importante para la consecución de determinados fines, pero cuando eso, que es una obviedad, se trata de reproducir en un esquema profesional, ocasiona que todos estos expertos o todos los definidores de estrategias, lo que pretenden es obviar al periodista y ser ellos los que marquen ese mensaje que quieren hacer llegar a la sociedad.
El periodista no puede renunciar al privilegiado y duro papel de ser él quien marque las pautas informativas en su labor profesional. De ahí se abre la formación específica del informador como principal medio de responder a las exigencias que el público le demanda.
Como contraste a lo dicho anteriormente, es necesario afirmar, por el contrario, que el periodista debe estar en continuo servicio de la sociedad en su labor informativa, sin creerse el epicentro del proceso de comunicación, ni erigirse en juez de decisiones que sólo a una sociedad bien informada le corresponde llevar a cabo, sino ejercitando el acto de justicia informativa del que habla Desantes Guanter.
La posición de especial importancia que el periodista tiene en el campo informativo, y máxime en la sociedad actual, le debe venir avalada por características que conviene analizar en el estudio de este sujeto: su idoneidad y cualificación.
Idoneidad: El informador debe poseer unas condiciones propias que le permitan desarrollar esa tarea específica de informar. En este punto surge inmediatamente la vieja polémica sobre si el periodista, el informador en general, nace o se hace. Sobre los dos puntos, conviene hacer algunas reflexiones que pueden esclarecer algo esta cuestión. Es evidente que en el término «nacer» se engloban una serie de cualidades innatas que se tienen o es difícil aunque no imposible que se adquieran, ya que son condiciones naturales con las que nacen las personas, y sirven para diferenciarse unos de otros. Siendo la diversidad del ser humano una realidad palpable en el mundo, lógico es afirmar que
dentro de esa diversidad, hay personas que poseen las condiciones naturales exigibles a un informador y que habrá muchas, la inmensa mayoría, que no cuenten con ellas. No existe a priori un catálogo de condiciones naturales o innatas que nos permita con seguridad el ver a una persona que ha nacido para periodista. Si así fuera, un simple test de dichas cualidades podría evitar muchos fracasos humanos y fundamentalmente la pérdida de esfuerzos estériles. Ahora bien, es cierto que podemos citar cualidades que le son necesarias a las personas que desean convertirse en informadores. Sin afán exhaustivo, ni por supuesto exclusivo, podemos mencionar: -la curiosidad por los hechos, -la necesidad de comunicar dichos hechos a los demás y -la facilidad, por los distintos sistemas existentes, de narrarlos. -el valor de criterio
El profesional es una persona con un instinto natural de conocer los sucesos de la realidad que le circunda. Si carece de esa curiosidad de índole informativa, si le es indiferente lo que ocurre a su alrededor, siendo ello el fundamento mismo de la labor profesional de carácter informativo, mal va a poder desarrollarla. Junto a ello la persona que desea ser informador debe tener un especial afán de comunicar esos hechos, esas noticias a los demás, con el propósito de llegar al máximo número de personas y conseguir que los mismos participen de esos conocimientos, que de manera directa o indirecta él ha conocido. Y, en tercer lugar, tiene que poseer unas cualidades naturales de narrar esos hechos que constantemente pasan.
Puede ocurrir y de hecho ocurre que algunas de estas tres circunstancias se den en muchas personas de querer saber el por qué de los hechos, o que existan, como es evidente, grandes narradores, y sin embargo no podamos catalogarlos de profesionales de la información. Es la conjunción de las tres cualidades, junto con aquellas otras que se quieran añadir, las que configuran la especial idoneidad del informador. Junto a las citadas, de carácter natural, el profesional debe poseer una facultad innata, por otra parte desarrollable con el esfuerzo personal, que podríamos definir como «el valor de criterio». Criterio tanto para seleccionar la realidad informativa, comprenderla, analizarla y posteriormente comunicarla. Valor de criterio que está relacionado a la actividad informativa
Traduzcamos lo dicho a un hecho. Si de repente se produce un acto terrorista en un lugar determinado, las reacciones en el contorno humano serán de lo más diversas. Habrá personas -la mayoría- que procurarán ayudar a los heridos, otras caerán en el lamento público, las más se limitarán a una contemplación lo más cercana posible de los acontecimientos. Todas ellas son sujetos más o menos activos de los hechos en el sentido de que el acto terrorista les ha podido repercutir en su vida, pero su afán de trascendencia quedará en un círculo más bien reducido. Periodista es o podrá llegar a ser, aquél que, independientemente de sumarse a esas manifestaciones, intenta conocer datos, hechos concretos sobre lo ocurrido, e inmediatamente siente el afán de hacerlo llegar al máximo número de personas, buscando el «canal» más adecuado para hacer partícipe de ese hecho a otras muchas miles de personas. Y lo sabe contar, o fotografiar, o escribir. Desde ese punto de vista el nacer significa poseer unas cualidades, ni mejores ni peores que otras, sino idóneas para esa tarea informativa.
Cualificación: Es una nota específica del informador. Se centra la discusión en el modo de alcanzar esa cualificación: o por los cauces de la realización de prácticas informativas independientemente de la formación recibida, o más bien invertir el proceso y exigir una capacitación universitaria, para luego incorporarse al quehacer diario. Como señala Desantes Guanter hay que esperar «que el tiempo vaya haciendo converger esta perspectiva, fuera del apasionamiento de las discusiones, especialmente cuando entran en ellas motivaciones materiales y se vaya decantando y consolidando el concepto real de profesión periodística».