El APRENDIZAJE EN LA SOCIEDAD DEL APRENDIZAJE

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El APRENDIZAJE EN LA SOCIEDAD DEL APRENDIZAJE

Marino Latorre Ariño ORCID: 0000-0002-7076-4458 Universidad Marcelino Champagnat Lima – Perú, 2022

Hasta hace unas décadas el fin de la enseñanza era almacenar contenidos en la memoria; la metodología que se usaba era enteramente verbal, y se daba por supuesto que con ese método se desarrollaban hábitos y habilidades intelectuales. Las actitudes y motivaciones no se consideraban, dado el culto, casi exclusivo, que se rendía al aprendizaje de los conocimientos. Fue lo que Strocker (1973) llamó desarrollo del “materialismo didáctico”. “El peor regalo que un genio adverso puede hacerle a un momento de la historia es este: enseñar conocimientos sin desarrollar las habilidades para poder utilizarlos. Creo que en la enseñanza actual se deben priorizar más las habilidades cognitivas y emocionales que los conocimientos” (Strocker, 1973). Los conocimientos hay que aprenderlos, --pues la inteligencia no trabaja en el vacío--, pero lo importante es la forma como se aprenden. La investigación indica que desarrollar las capacidades necesarias para aprender pasa por dominar importantes habilidades como la comprensión, la expresión, el pensamiento crítico y creativo, la resolución de problemas, etc. pero también nuestras actitudes, creencias, tolerancia emocional y valores. La escuela tiene una influencia sistemática sobre todos ellos (Claxton, 2005). A aprender se aprende (Claxton y Lucas, 2013). De ahí la enorme importancia de repensar las prácticas pedagógicas en el aula.

Sociedad del aprendizaje Vivimos en la “sociedad del aprendizaje” que nos reclama un cambio profundo en nuestras formas de aprender y enseñar. Sabemos que la enseñanza por sí sola no produce aprendizaje; que enseñar no es tanto proporcionar información como ayudarnos a desarrollar los criterios y a adquirir los procesos y las formas de pensar que nos permitan digerirla y transformarla en verdadero conocimiento


(Pozo, 2016). Enseñar pasa por dotar a los estudiantes de estrategias (análisis del problema, selección de la estrategia de intervención, ejecución y evaluación, metacognición) para abordar nuevos retos. Nuestro objetivo debe ser promover aprendizajes profundos y significativos y esto implica establecer relaciones entre lo que ya sabemos y lo nuevo, para actualizar así nuestros esquemas de conocimiento, algo que depende de nuestro nivel de desarrollo (Zabala y Arnau, 2011). Establecer estos vínculos es una actividad mental costosa y no se realizará si no existe una actitud favorable hacia el objeto de aprendizaje. Son aprendizajes difíciles de aprender y complejos de enseñar, dice Coll (2007).

El aprendizaje en la sociedad del aprendizaje “El aprendizaje es un cambio relativamente permanente y transferible en los conocimientos, habilidades, actitudes, emociones, creencias de una persona como consecuencia de sus prácticas sociales mediadas por ciertos dispositivos culturales” (Pozo, 2016). El aprendizaje siempre supone un cambio. Aprender es cambiar lo que ya somos. El aprendizaje es un proceso y no un producto. Aprender es la disposición permanente de enfrentarse a lo nuevo modificando nuestros esquemas previos. Aprender es ser capaz de apropiarse de nuevos conocimientos que nos permitan interpretar el mundo de otra manera, relacionando lo nuevo con lo que ya sabíamos y utilizando el conocimiento adquirido en situaciones distintas a aquellas en las que se aprendió. Aprender algo es ser capaces de transferir lo aprendido (Magro, 2017, p. 25). No se trata tanto de poseer una formación para desempeñar una actividad específica, como de ser capaces de atender la necesidad constante de aprender. Aceptamos que el aprendizaje ya no es una cuestión solo de accesibilidad al conocimiento, ni una cuestión exclusiva de asimilación de contenidos; se trata de adquirir ciertas habilidades y competencias, como, comprensión, pensamientos crítico y creativo, resolución de problemas de todo tipo, el trabajo colaborativo, ser capaces de asimilar valores y procesos, la gestión del tiempo y la capacidad de buscar, filtrar y priorizar información. Nuestro reto es, entonces, estimular y apoyar una forma de aprendizaje que favorezca el compromiso, la responsabilidad, la creatividad, las formas de innovación abierta y el trabajo en red, cooperativo y en comunidades de profesionales.


Imaginen la forma de aprender estos contenidos: ➢ El profesor explica las causas de la Independencia del Perú hace 200 años y el estudiante escucha la explicación, copia lo escuchado y lo estudia para el examen. ➢ El profesor muestra en el laboratorio, ante los alumnos, cómo se producen determinadas reacciones químicas. ➢ El estudiante analiza y sintetiza el contenido de un artículo sobre la época y las causas Independencia del Perú y hace una exposición del trabajo ante sus compañeros.

Existe una clara diferencia en el aprendizaje de los tres contenidos señalados. En los dos primeros el protagonista es el docente y el estudiante oye, observa y copia lo que pronto olvidará; en el último el protagonista del aprendizaje es el propio estudiante y el trabajo le hay permitido aprender a analizar un texto histórico, sintetizarlo y exponerlo ante un auditorio. En este caso se cumple lo que dice Strocker (1973), se ha producido “un encuentro fructífero” entre el estudiante y los conocimientos, encuentro del que se derivará algún efecto formativo –desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales-- sobre la personalidad del estudiante; se han desarrollado habilidades, no solo cognitivas (capacidades y destrezas) sino también emocionales (valores y actitudes). Son las habilidades que se van a emplear en la vida personal y profesional para resolver los problemas que la vida presenta. De esta manera llegamos al concepto de competencia que es un conjunto de habilidades prácticas, conocimientos teóricos, valores éticos, aptitudes y actitudes que posee una persona, que le permiten lograr una acción eficaz y competente en la vida personal y profesional en el lugar en el que trabaja. En definitiva, las competencias son las formas como una persona utiliza sus recursos cognitivos y emocionales para resolver tareas que le presenta la vida en determinadas situaciones. La competencia se demuestra a través de lo que se hace, es decir, es “una capacidad en acción”.

¿Cómo se aprende? A aprender se aprende haciendo lo que se quiere aprender. Aprender es un verbo de acción. Es hacer e implica movimiento. Es ser capaces de usar el conocimiento adquirido en situaciones distintas a aquellas en las que se


aprendió. Aprender es participar de manera activa en el propio proceso de aprendizaje. “El aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento” (Carabaña, 2012). “El aprendizaje no es solo una cuestión de transmitir información. No se trata de verter información en la cabeza de nuestros estudiantes. Al contrario, aprender es un proceso activo. Construimos nuestro entendimiento del mundo mediante la exploración activa, la experimentación, la discusión y la reflexión. En síntesis: “No adquirimos conocimientos, las construimos” (Resnick, 2002). Como decía Miguel de Montaigne: Aprender no es llenar un vaso, sino encender una luz”. El mejor aprendizaje no vendrá de encontrar las mejores formas para que el docente instruya, sino de dar a los estudiantes las mejores oportunidades para que construyan su aprendizaje. Aprender es experimentar, manipular y actuar. “La investigación ha acreditado que los estudiantes aprenden mejor cuando participan activamente en la construcción de su conocimiento por medio de una combinación de experiencia directa, interpretación personal e interacciones estructuradas con sus otros compañeros y con el profesor” (Pedró, 2017). Aprender es explorar, expresar, intercambiar. Es pensar, hacer, comunicar. Aprender hoy implica revisar formas de hacer, de pensar y de comunicar (Sanmartí, 2016).

Aprender es pensar Aprender es hacer, pero también reflexionar sobre lo que hemos hecho. Conocer y pensar no es llegar a una verdad totalmente cierta, sino es dialogar con la incertidumbre (Morin, 2000). Aprender es pensar y comprender. Y pensar y comprender es más difícil que repetir. Aprender es ser capaces de relacionar lo nuevo con lo que ya sabemos. Aprender es buscar respuestas a aquellas preguntas que nos interesan. Y hacerlo tanto de manera individual como colectiva. Aprender es cambiar lo que ya somos. Pero no todo cambio supone un aprendizaje. El cambio debe ser sólido y duradero. Aprender no es solo aprender a conocer o a decir, no es solo adquirir conocimientos verbales o simbólicos, es también, y ahora más que nunca, aprender a pensar de forma crítica, rigurosa y creativa. Es aprender a hacer, aprender a ser, aprender a vivir juntos y aprender a convivir. Aprender es aprender a aprender, es ser conscientes del propio proceso de aprendizaje (metacognición).


“No se puede aprender aquello para lo que no se está preparado” (Claxton, (1990). El aprendizaje debe ser significativo. Aprendemos cuando los aprendizajes están contextualizados, cuando nos afectan. “No se aprende nada que no esté́ relacionado, aunque sea de modo muy lejano, con la satisfacción de una necesidad o un deseo o con la evitación de una amenaza”. El aprendizaje está ligado a la emoción, pues no hay aprendizaje sin emoción. Lo aprendido tiene que poder ser transferido, usado, utilizado en situaciones distintas de las que se aprendió. Aprendemos para ser competentes y poder utilizar esas competencias en la resolución de problemas, desafíos, situaciones. No deberíamos pensar que un estudiante ha aprendido, aunque pueda declarar nuevos conocimientos, si estos no se traducen en una forma diferente de interactuar con la realidad (Marchesi y Martín, 2014).

¿Cómo se desarrollan las competencias? Trabajar en el aula por capacidades y competencias supone no solo un cambio en el currículum sino también un cambio en la relación aprendizaje-enseñanza y un cambio de metodología, en la que priorice el aprendizaje del estudiante y no la enseñanza del docente (Biggs, 2006). Se necesitan desarrollar las 6 Cs: comunicación, pensamientos crítico y creativo, colaboración con otros, carácter autorregulado-disciplinado y ciudadanía (saber vivir en sociedad). Cuando un docente traspasa el dintel de la puerta de la clase tiene que tener tres ideas claras: 1. ¿Qué quiero que aprendan los estudiantes? 2. ¿Qué tienen que hacer los estudiantes para que aprenda lo que tiene que aprender? 3. ¿Qué materiales debo proporcionarles como docente o qué situaciones de aprendizaje debo plantear para que los estudiantes hagan lo que tienen que hacer, para que aprendan lo que tienen que aprender?

La persona que hace el trabajo es la persona que aprende. Aquí está resumida toda la pedagogía: ¡Aprender haciendo con sentido y sabiendo por qué se hace lo que se hace! El “acto pedagógico” es un momento en el que se produce el milagro de lo increíble: una mente y un corazón crecen, se abren a la vida, se transforman. Y esto se produce delante de nosotros, sin darnos cuenta.


El desarrollo de capacidades-competencias posibilita el desarrollo integral del estudiante en todas las dimensiones del ser humano. Supera una enseñanza academicista y posibilita la formación de ciudadanos críticos y profesionales competentes. La esencia de todo cambio didáctico está en “colocar en el centro de las preocupaciones del docente el aprendizaje de los estudiantes”, para conseguir un buen ciudadano y un excelente profesional. Para conseguir todo esto hay que realizar cambios, pero, sobre todo, un cambio de mentalidad.

REFERENCIAS Biggs, J. (2006). Calidad del aprendizaje universitario. Narcea. Carabaña Morales, J. (2012). Las escuelas del futuro. Claves de razón práctica. Dialnet, 222, 8-19. Claxton, G. (1990). Teaching to learn. A Direction for Education. Cassell Education Series. Claxton, G. (2005). Aprendiendo a aprender: objetivo clave del currículum del siglo XXI. Cuadernos de Información y Comunicación. 2005. Claxton, G. y Lucas, B. (2013). What kind of teaching for what kind of learning? Redesigning Schooling. SAAT. Coll, C. (2007). Una encrucijada para la educación escolar. Monográfico de Cuadernos de Pedagogía, 370. Magro, C. (2017). 21 habilidades. Veintiuno. ¿Qué te gustaría aprender en el colegio? Madrid: Santillana. Marchesi, A. y Martín, E. (2014). Calidad de la enseñanza en tiempos de crisis. Alianza. Morin, E. (2000). La mente bien ordenada. Seix Barral.


Pedró, F. (2017). Tecnologías para la transformación de la educación. Fundación Santillana. https://ineverycrea.net/comunidad/ineverycrea/recurso/tecnologias-parala-transformacion-de-la/38a79e03-3660- 45c4-939a-f73e034259c1 Pozo, J. I. (2016). Aprender en tiempos revueltos. La nueva ciencia del aprendizaje. Alianza. Resnick, M. (2002). Rethinking Learning in the Digital Age. Sanmartí, N. (2016). Trabajo por proyecto. ¿Filosofía o metodología? Cuadernos de Pedagogía, 472. Noviembre 2016. Strocker, K. (1973). Principios de didáctica moderna. Kapelusz. Zabala, A. y Arnau, L. (2011). 11 ideas clave. Cómo enseñar competencias. Barcelona. Graó.

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