JARDINES DE CUNETA
NOTA SOBRE LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA
IÑAKI ÁBALOS EN ÁBALOS + SENTKIEWICZ (2020) NUEVO PRIVITIMISMO. CIUDAD DE MÉXICO, ARQUINE
ECOLOGIES OF THE ARTIFICIAL MEDIA archive MA-BA TRANSVERSAL WORKSHOP ETSAM-UPM + strelka kb
UDD 24 SORIANO AUTUMN TERM 2021-2022 P6-7-8 + MHAB
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No sé si se da todas las latitudes, pero desde luego en la geografía mediterránea sucede un fenómeno curioso: las cunetas de las autopistas, esos lugares residuales que muestran materiales de echadizo que forman la base sobre las que se vierten las capas de asfalto y que sólo asoman en los márgenes de las vías del progreso y la velocidad, de pronto al llegar la primavera se llenan de flores multicolor componiendo unos jardines salvajes de gran fragilidad y corta duración que dejan tanto a la autopista como al campo que la rodea reducidos a terrenos domesticados, tediosos y casi orwellianos. Nacidos en los márgenes de la acción del hombre, entre terrenos agrícolas e infraestructuras de comunicación, essos jardines silvestres se asemejan a la posición que ocupa hoy la arquitectura en el mundo, como producto que brota espontáneamente y con una fuerza tan explosiva como efímera en su belleza allí donde la máquina del homo faber peina con sus técnicas de colonización la tierra. En los límites y al margen de los territorios antrópicos, estos jardines de cuneta y esa arquitectura no pertenecen ni al ámbito de la construcción ni al del paisaje, pero se nutren de ambos y no podrían darse sin la materialidad ni los desechos de quienes circulan en el territorio del progreso, que sirven de agentes polinizadores. Duran un período corto, justo hasta que una vez que se pasa la novedad su belleza se seca y se torna peligrosa e incendiaria, y cuadrillas de obreros sacados del paro siegan pacientemente los restos y dejan las cunetas mostrando sus bases entrópicas a la vista una vez más. La arquitectura crece hoy sólo donde hay actividad y progreso (en Latinoamérica, en Asia) pero dura poco, pronto anulada por la necesidad de racionalización de los entornos antropizados y su sistemática normalizadora. Y paradójicamente su belleza sólo se descubre en los contextos en los que los procesos civilizadores han adquirido ya un carácter definitivamente estable. Las cunetas no se ven cuando se conduce o se recorren a la velocidad adecuada a las autopistas, sino cuando uno se para a mirar de cerca, cuando la mirada anatómica sustituye a la visión holística. Cuando se deja de escuchar a los slogans del progreso y sus discursos retóricos y se busca la emoción de la vida por sí misma, su capacidad de resistencia, su tenacidad y tendencia natural a la belleza. Esa mirada que llamo anatómica, por describir la actitud necesaria para desvelar la arquitectura de hoy y quizás también la belleza posible, y que es la mirada del arquitecto, se da siempre y de forma paradójica ahí donde el progreso ya ha normalizado paisajes, infraestructuras y ciudades. Y es, de algún modo, el complemento de un sistema perverso de construcción y destrucción que hace que la cultura aparezca desde y contra el progreso.
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Mendelsohn habilitó como muestra de la belleza moderna los silos de grano del Buffalo maquinista de principios del siglo XX; Le Corbusier, a su vez, ensalzó la belleza posible del taylorismo: el buen salvaje pasó a ser el ingeniero, que se les aparece como portador de una técnica capaz de domesticar territorios antes aban-donados a su suerte. Desde las universidades de Alemania, Francia e Inglaterra, en posesión entonces de la autoridad sobre el canon estético, se otorgó al maquinis-mo una nueva belleza universal, al igual que hoy los profesores del Ivy League en-cuentran en los procesos de transformación en Asia, Latinoamérica y Medio Oriente una energía que les llena de nostalgia por otros tiempos. Pero ya no se ven estos procesos de transformación territorial en sí mismos como bellos; hoy no es posible enamorarse de su violenta capacidad de transformación; tampoco pueden recha-zarse. Lo que se observa ahora como una nueva belleza es lo que ocurre en los márgenes de esos procesos; intervenciones aquí o allá que como por encanto, re-velan una vitalidad que ya apenas se da en los centros tradicionales de la cultura.
JARDINES DE CUNETA
IÑAKI ÁBALOS
Ese fulgor es el que nos evocan los jardines de cuneta, su misma energía y marginalidad. Hay toda una ecología sociopolítica en la belleza de estos jardines espontáneos que hace de la forma de observar y de hacia dónde mirar una parte esencial del complejo entramado cultural de la arquitectura contemporánea, y su efímera y a veces radiante belleza.
ES DOCTOR ARQUITECTO Y CO-DIRECTOR DEL ESTUDIO ÁBALOS + SENTKIEWICZ. EN 1985 FUNDÓ EN MADRID JUNTO A JUAN HERREROS EL ESTUDIO ÁBALOS & HERREROS, FIRMA AUTORA DE PROYECTOS RECONOCIDOS COMO EL ESTUDIO DE LUIS GORDILLO, EL PARQUE LITERAL FORUM Y LA TORRE WOERMANN, ENTRE OTROS. EN 2014 FUE NOMBRADO COMISARIO DEL PABELLÓN DE ESPAÑA DE LA BIENAL DE ARQUITECTURA DE VENECIA. HA SIDO GANADOR DE MÁS DE 40 PREMIOS A ACTIVIDADES DE INVESTIGACIÓN Y DISEÑO Y CONCURSOS DE ARQUITECTURA.
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