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Alimentación y Emociones

La alimentación es una necesidad básica para los seres humanos, es una acción consciente y voluntaria que nos permite ingerir alimentos con la finalidad de obtener nutrimentos y energía para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Otra característica propia del ser humano son las emociones, las cuales son reacciones que surgen a partir de un estímulo externo y nos llevan a actuar de cierta manera, por lo que, las emociones se experimentan de forma totalmente individual. A través de los años se ha ido modificando nuestra manera de pensar, sentir y actuar, lo cual ha influido directamente en nuestra alimentación, hoy en día podemos reconocer dos tipos de alimentación: fisiológica y emocional.

El hambre fisiológica...

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Surge de la regulación del apetito y saciedad a través de procesos neuronales y hormonales. La ingesta de alimentos es un proceso complejo que comienza con señales cerebrales, específicamente neuropéptidos orexigénicos (estimuladores del apetito) y anorexigénicos (supresores del apetito), secretados por el hipotálamo. El sistema nervioso central recibe información del estado energético del organismo y secreta los neurotransmisores y/u hormonas pertinentes que actúan sobre distintos órganos y sistemas, permitiendo estimular el apetito o mandar señales de saciedad.

Por otro lado, tenemos el hambre emocional...

De acuerdo a la literatura, las emociones tienen un papel fundamental a la hora de seleccionar nuestros alimentos, así como la calidad y cantidad de estos. A largo plazo, la acción de comer de manera emocional, nos puede llevar al aumento de peso corporal. Existe una relación bidireccional entre la conducta alimentaria y las emociones, esto es: hay emociones que nos llevan al consumo de alimentos densamente calóricos y hay alimentos que nos llevan a ciertas emociones. Se ha visto en distintos estudios, que las emociones desagradables, como tristeza, ira, preocupación, insatisfacción, etcétera, llevan a una sobrealimentación, prefiriendo alimentos altos en grasas y azúcares.

Debemos aprender a diferenciar entre hambre fisiológica y hambre emocional, pero ¿cómo lo hacemos? Es necesario analizar la situación y hacer consciencia del por qué estamos comiendo o se ha decidido comer, pues existen algunas diferencias que podemos tomar en cuenta. Cuando sentimos hambre emocional buscamos alimentos específicos, generalmente altos en calorías y/o azúcares, también se presenta de manera repentina y es de carácter urgente, no suele generar sensación de saciedad y posteriormente se puede sentir culpa. Por el contrario, el hambre fisiológica se satisface con cualquier alimento y se presenta de manera gradual, después de ingerir los alimentos hay sensación de saciedad y no genera culpa.

Para el control de las emociones y las conductas alimenticias que nos pueden llevar al aumento de peso se sugiere trabajar una alimentación consciente, comer con atención plena. Dentro de los consejos encontramos: comer tranquilo y sin prisa, reconocer señales de apetito y saciedad, evitar las distracciones como la televisión o el celular y utilizar todos tus sentidos al comprar, cocinar, servir y comer tus alimentos. Trabajar día con día una alimentación consciente nos permite tener una mejor relación con la comida y evitar que nuestras emociones influyan en nuestra alimentación.

Ma. Del Rocío González Paz Docente de Administración Turística

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