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La mancha del corazón

Era una familia media y normal para la época. La hija menor Ailee de 13 años, se encontraba en su cuarto, era una chica castaña, y morena. Era callada, obediente y un poco tímida, eso era lo que le habían dicho que debía ser. -El mejor trabajador de un hombre, es una mujer – dijo su padre mientras su esposa le servía la cena. -¿Lo entiendes Ailee? – dijo su hermano mayor. Ailee solo los miraba procesando sus palabras, ella no podía entender el peso que eso tenía, así que se limitó a asentír con la cabeza y decir que sí. Ese recuerdo nunca saldría de su cabeza, a menos que le borraran la memoria, sentía como si ese día se hubiera dictado su sentencia de por vida. Escuchó a su madre llamarla para desayunar, bajó y vió a su padre y hermano sentados en la mesa, mientras que su madre estaba en la cocina. Se sentó y esperó que su madre la llamara para ayudarla a servir los platos. Todo en esa casa era aburrido y triste, había nula comunicación entre los varones y mujeres, ya que estas debían ser calladas. Para Ailee era una reliadad deprimente, haría lo que sea por salir de esta. Al llegar la noche y con esta la cena, se sentaron todos en la mesa y empezaron a comer en silencio, era un ambiente tranquilo, hasta que su padre Adam habló: -Desde aquí en adelante Ailee debería pasar más tiempo en su habitación y salir si es que se le pide limpiar algo. Sinceramente a Ai no le molestaba en absoluto, siempre y cuando pudiera estar lejos de su familia era mejor. Su hermano Félix, le dió la razón a su padre y, por lo tanto, la decisión ya estaba hecha. Ai terminó de comer, levantó los platos y los llevó a la cocina donde estaba su madre esperándolos. Subió a su cuarto y al tocar la manija de la puerta, un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza, no sabía que había pasado, pero sentía una brisa fría viniendo de los bordes de la puerta. Tenía un presentimiento extraño, pero no podía ir a otra habitación más que esa, así que simplemente abrió la puerta. Se encontró con una especie de agujero negro, no alcanzaba a ver nada, ni siquiera parecía tener algún fondo. Sin embargo, Ai temía más a su padre enojado, que a un portal desconocido. Entró a la habitación, pero tan pronto como trató de poner un pie en el piso, se dió cuenta que no había uno. Cayó en picada en un agujero que no parecía tener fin, siguió cayendo hasta que de la nada aterrizó en un jardín.

Estaba lleno de flores con colores vivos, adornos, muñecas, peluches y un patio de juegos, todo rodeado por un gran arbusto que no le permitía a Ailee ver más allá. Ai estaba en el suelo, estaba confundida y no procesaba lo que sus ojos veían. Al pasar unos minutos, se levantó y empezó a caminar por el jardín. Su mente estaba en blanco, de verdad no entendía nada, pero no tenía miedo, algo en ese lugar le causaba una sensación de seguridad. Empezó a tocar las muñecas y las flores, todo le parecía hermoso, y después de unos minutos, empezó a jugar con estas. Se relajó con el silencio y la brisa, no había nadie más con ella, así que se sentía libre. Ai se dió cuenta que llevaba ahí horas. Comenzó a ponerse nerviosa, ¿Qué tal si la habían llamado y ella no estaba? ¿O si su padre había entrado a la habitación? Entró en pánico, empezó a buscar alguna salida, encontró una puerta detrás del arbusto que parecía la de su cuarto. Se hizo paso a través del arbusto y abrió la puerta, entró y sintió como volvía a caer. Despertó en el piso de su habitación, al parecer nadie había entrado ahí, se sintió aliviada y se levantó. -¿Me habré desmayado o algo así? – se dijo Ailee a si misma. Tocaron su puerta. Volvió a entrar en pánico, sentía como su respiración se agitaba más y más, empezó a temblar y a sudar frío. ¿Era su padre? ¿O su hermano? ¿Le habían pedido limpiar algo, y no había bajado? Se levantó tambaleando, abrió la puerta esperando ver a los dos hombres en frente de ella. -Buenas noches princesa – le dijo su madre Danna. Se alivió de inmediato e intento actuar con normalidad, no le era difícil fingir ante su familia, lo había hecho durante toda su vida, podía ser perfectamente una actriz pagada. -Buenas noches mamá – dijo Ai con una sonrisa. Su madre se fue, Ai fue a su cama e intentó dormir con normalidad, ¿todo había sido un sueño? ¿Por qué había soñado con eso? eran preguntas que no dejaban de aparecer en su cabeza. Despertó al día siguiente, bajó las escaleras, está vez no necesitaba el permiso de nadie, su padre se había ido a trabajar y su hermano estaba en la escuela. Se sentó en la mesa y desayunó, su madre estaba ocupada limpiando la casa. Aún se preguntaba que había sido lo de ayer, le causaba terror volver a recordar ese lugar, aunque cuando estuvo dentro se sintió segura, era algo bastante raro.

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-Se sintió tan real, me da miedo, pero quisiera ir de nuevo sólo por curiosidad – pensó Ailee Terminó de desayunar. Pasó todo el día pensando en volver a entrar a su habitación y encontrarse con el portal otra vez. Subió a su cuarto con esperanza y miedo. Vió su puerta, sentía la brisa venir de los bordes otra vez. Entró, pero esta vez se preparó para caer. Aterrizó en el jardín, pero esta vez tenía una pequeña casa en el centro, podía ver animales a los alrededores y pequeños gatos se acercaban a ella para ser acarisiados, era una realidad diferente a la anterior. Se acercó a la casa, escuchaba ruidos venir desde adentro, abrió la puerta y se encontró con un hombre ¿Félix? ¿Su hermano? Él la saludo y le dió la bienvenida como si la estuviera esperando desde hace tiempo, Ai se encontraba aún más confundida que la primera vez, y planeaba salir corriendo de esa realidad. -Por fin, llegas – dijo Félix. -¿Qué estas haciendo aquí? – dijo Ai confundida. -Vengan a comer – dijo una voz que parecia la de su madre. Se dirigió con Félix a lo que parecía la cocina de la casa, en la mesa se encontraba sentada su familia, ¿Qué estaba pasando? ¿Qué hacen ellos aquí? Se preguntaba Ai. -Siéntate a comer Ailee – le dijo su padre. Inmediatamente Ai se sentó, mientras que su madre traía comida y Félix ayudaba a ordenarla en la mesa. -Ai ¿Nos ayudas a servir el jugo? – dijo su madre. -Claro – respondió Ailee. Sirvió el jugo en cada vaso, y cuando quiso buscar los cubiertos su padre le dijo: -Ya los traje Ailee, ven a comer Ai obedeció y fue a comer, empezaron a hablar sobre diferentes temas Ai solo los miraba, tenía esa costumbre cuando estaba procesando información y no podía entenderla ¿Por qué ellos estaban en el jardín? ¿Cuándo cambió tanto esta realidad? Terminaron de comer y todos se levantaron, su padre y su madre recogieron la mesa, y Félix comenzó a lavar los platos. -Ai ve a secar y acomodar los platos – le dijo su madre -Si, ya voy – obedeció de inmediato. Mientras que Félix lavaba los platos, Ailee los secaba y acomodaba. Pasaron 15 minutos y todos habían terminado, se dirigieron a las escaleras y todos

le desearon una buena noche a Ailee ¿Qué acabada de pasar? Esta vez ellos habían hablado con Ai, más de lo que habían hablado con ella en toda su vida. Ai se fue a su habitación de esa realidad. Era simplemente hermosa, su ropa, sus decoraciones, sus colores, todo se veía tan vivo y amigable, era la habitación que siempre había deseado tener sin restricciones. Al pasar unas horas, Ai se despertó, había escuchado un ruido ¿Qué habrá sido? No había animales en la casa y a esta hora todos dormían. Empezó a escuchar el ruido más fuerte ¿Acaso eran… pasos? ¿Alguien iba en camino a su cuarto? Trató de calmarse, pero no funcionó ¿Era su padre? ¿O Era Félix? Los pasos se oían pesados, por lo tanto, no era su madre. ¿Quién era? Y ¿Por qué iban a su habitación? La respiración de Ailee se agitó, se estaba imaginando el peor escenario posible, cuando escuchó su puerta abrirse. No tenía salvación, comenzó a llorar, estaba demasiado asustada. Se tapó con las cobijas y de repente sintió unos brazos alrededor de ella. -¿Estás bien, Ai? – preguntó Félix. – iba camino al baño y escuché tu respiración, ¿tuviste una pesadilla? – dijo preocupado. Ailee no podía hablar, su llanto no la dejaba, así que, Félix se quedó con ella toda la noche, tratando de que se sintiera mejor. Nunca había visto ese lado de su hermano, pero por primera vez, Ai podía sentir que eran hermanos. Al despertar al día siguiente, Ai se da cuenta que está en su cuarto real, pero también se da cuenta de algo más importante, en todo este tiempo que había estado en el jardín, lo había tenido todo, menos a su familia real. Y se dió cuenta que en realidad lo que más quería era a su familia libre de imposiciones y tradiciones, ella no era la única que sufría por culpa de los estereotipos en su hogar. Así que, se levantó, y salió de su cuarto decidida a liberar a su familia. Ya no sentía miedo, su voz ya no temblaba más, y con todas sus fuerzas se paró enfrente de su padre y dijo: -Las realidades me han ayudado a darme de cuenta de lo mucho que te he temido, cuando te debí haber amado. No eres un dictador, tu también eres la víctima. Ai había roto el silencio, y como consecuencia, también había liberado a su familia.

Fin.

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