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Más allá de un reino
Más allá de un reino En un antiguo reino existían un rey y una reina. Ellos tenían un hijo, el príncipe Alex, heredero de la corona, que creció rodeado de todos los lujos que aportaba ser alguien importante. Como todo príncipe, necesitaba a su princesa, y sus padres empezaron con la búsqueda. Fueron a todos los reinos en busca de alguna joven digna; hijas de reyes, duques, comerciantes ricos, y todachica de clase social alta. Solo había un problema: él no estaba interesado en ninguna de esas muchachas vanidosas, solo tenía ojos para una chica en especial. Ella era todo lo contrario a las princesas ricas; era bonita, tanto exterior como interiormente, trabajadora, bondadosa, solidaria, pero por sobre todo eso ella era humilde y el príncipe estaba hipnotizado con esa principal característica, su nombre era Emma. No había nada que no fuese perfecto en esa chica (a los ojos del príncipe), solo una cosa, un pequeño detalle; ella no era de la realeza, solo era la simple hija del panadera del rey. Como todos los días, el príncipe bajaba al comedor para su desayuno, en donde siempre se encontraba con la chica que robaba sus noches de sueño. Buenos días, príncipe Alex —saludó la joven mientras preparaba la mesa. —Buenos días, Emma —respondió él sentándose a la mesa. —Y ya te dije que nada de formalidadesconmigo —dijo lanzándole una mirada mezclada de reproche y diversión. Ella rio suavemente. —Está bien, lo siento. Tu desayuno ya está listo, come. —A su orden, mi capitán. Y así pasaban todas sus mañanas, conversando y riendo; hasta que la reina Mérida y el rey Nicolás bajaban a desayunar. Como siempre, la señorita Emma se retiraba antes de que entraran al comedor, pues la reina era muy exigente y no dejaba que el personal estuviera conversando en horas de trabajo. Un día, cuando la pareja ya se encontraba en el comedor, acompañaron a su hijo y se sentaron a lamesa. —Buenos días, querido —dijo la señora Mérida con una sonrisa. —Buenos días, madre —respondió Alex devolviéndole la sonrisa. —Buenos días, padre. —Buenos días —respondió antes de tomar un sorbo de su té inglés. —Hijo, tenemos que hablar —anunció la reina luego de unos minutos de silencio. —Claro. ¿De qué quieren hablar? —cuestionó él antes de llevarse un trozo
de tarta a la boca. —De tu futura esposa; ahora que cumpliste la mayoría de edad es necesario que tengas una joven digna como pareja. Ya te lo habíamos mencionado. — ¿Qué? —Alex elevó la voz y se sentó derecho en su asiento. —No uses ese tono conmigo, jovencito —lo reprendió su madre. —Lo siento, madre. —Bien, esta semana estaremos invitando a todas las señoritas de renombre y clase al gran baile que organizaremos —declaró la mujer con un deje de emoción en la voz. —Ahí podrás elegir a cinco jóvenes; que posteriormente pasarán por pruebas para ver si son dignas de... —Mamá —interrumpió el muchacho— yo... no quiero. Me gustaría enamorarme para poder contraer matrimonio con dicha persona, no a la fuerza. Y... en realidad, —rio un poco avergonzado,rascándose la nuca— ya me gusta alguien. — ¿La conocemos? ¿Es de la realeza? —inquirió la reina. —Mérida… —advirtió el rey Nicolás. —No lo es —susurró el chico. —Más yo la quiero en serio y mucho, madre —añadió rápidamente alescuchar un sonido de sorpresa por parte de la misma. No te estoy regañando, hijo. Solo que ese amor tiene un precio, y lo sabes.El padre solo observaba todo en silencio, como siempre lo hacía. —Si sigues ese... amor —recalcó la última palabra— deberás, lamentablemente, dejar la corona ytodo lo que corresponde a la realeza. Es decir, tu título como príncipe será definitivamente anulado. Los días fueron pasando, y los preparativos para la fiesta estaban cada día mejores; mientras que elpríncipe seguía negándose a la selección, y su amor por Emma crecía cada vez más. Los dos días habían pasado rápido, y el tan ansiado baile había llegado. El príncipe, ansioso por la llegada de Emma, estaba conversando con uno de los duques del reino, jugueteando ansiosamentecon sus dedos. Hasta que en un momento dado, sus ojos se desviaron a la gran puerta principal, donde la vio entrar. Llevaba un hermoso vestido rosa envejecido acorde a la época, con sus cabellos en un lindo recogido de trenza; el príncipe se disculpó con el hombre y partió en busca de su amada. — ¡Viniste! —exclamó Alex llegando al lado de Emma.La chica sonrió. —Sí, no me lo perdería —dijo tímida. Se formó un silencio en donde solo se observaban, maravillados el uno con el otro, hasta que el príncipe tomó
la palabra. — ¿Me concedes un baile? —preguntó extendiendo la mano, Emma la aceptó gustosa. —Por supuesto —ambos sonrieron y se dirigieron al centro del gran salón. Algunos ojos muycuriosos se desviaron hacia la pareja, preguntándose quién era la hermosa joven desconocida. La velada continuó sin preámbulos; el príncipe y la chica bailaron la mayoría de las piezas, y si no fuera por la madre de él, que prácticamente lo obligó a bailar con las demás jóvenes, hubieran pasado toda la noche juntos. La mañana siguiente, el príncipe bajó ansiosamente para el desayudo, desesperado por encontrarse con su hermosa amada. Y allí se encontraba ella, poniendo la mesa como todas las mañanas. —Buenos días, herm... Emma —se corrigió rápidamente antes de expresar sus pensamientos. «Por poco meto la pata» pensó. —Buenos días príncipe Alex —respondió ella con una sonrisa que no llegó a sus ojosÉl frunció el ceño. — ¿Qué sucede? —preguntó extrañado. —Nada. Ya está listo el desayuno. Quedando a solas el príncipe se giró hacia Emma y preguntó: —¿Te encuentras bien? —Ella asintió y sonrió, aunque nuevamente esa sonrisa no llegó a sus ojos. El príncipe tomó una profunda respiración. —Sabes que puedes contarme todo lo que quieras, ¿verdad? —Lo sé, pero por el momento no, pronto —y se retiró del comedor, dejando al príncipe con la palabra en la boca y un poco desconcertado. Una semana había pasado, y la indiferencia de la chica hacia el príncipe ya lo estaba molestando; ella lo evitaba a toda costa. El joven ya estaba harto, y esa misma tarde fue a averiguar qué sucedía. —Emma —llamó el príncipe entrando a la cocina. La chica se volteó y su corazón empezó a latir con fuerza. —Príncipe Alex —ladeó la cabeza. — ¿Necesita algo? —Sí —ella elevó las cejas indicado así que continúe. —Necesito conversar contigo—Emma abrió laboca para responder, más el príncipe se adelantó. »Emma, ¿por qué últimamente actúas así conmigo? ¿Qué hice mal? —No, no hiciste nada, soy yo la culpable. —Respondió mientras avanzaba lentamente hasta quedar frente a Alex. —Yo... me mudaré de la ciudad —soltó rápidamente. El príncipe sintió que le faltabael aire.
—¿Qué? —musitó el príncipe, casi como un susurró. Emma tomó sus manos y las observó un momento, pensando en lo suaves que eran en comparaciónde las suyas, callosas por tanto trabajo. —Sucede que mi hermana se encuentra muy mal de salud y necesita atención de mi madre—observó su rostro impasible, esperando desesperadamente una reacción. —Quédate —suplicó él. —No puedo. Tendré que ayudarlas, es mi hermana no le puedo dar la espalda. —Perfecto —se apartó de Emma, sintiendo un vacío en su corazón— entonces, te deseo mucha suerte —dando media vuelta, salió rápidamente de allí. La joven quedó aturdida por un momento, hasta que reaccionó y decidió seguirlo. —¡Espera! —exclamó la chica corriendo detrás de él. —¿Qué quieres? —preguntó exaltado, deteniéndose en el centro del gran salón. —Hablar, dime qué te sucede —Emma se detuvo a un metro de él, respirando agitadamente. Cuando Alex volteó, tenía los ojos inyectados en sangre y sus mejillas estaban húmedas a causa delas lágrimas. —¡¿Quieres saber qué me sucede, Emma!? —Explotó, sin poder aguantarse lo que estaba sintiendo ni un minuto más. — ¡Lo que sucede es que estoy enamorado de ti! —gritó nuevamente; la chica quedó patidifusa ante la confesión del príncipe, y por consecuencia no consiguió detenerlo cuandosalió corriendo hacia el jardín. Pasaron cinco años de la partida de la chica, en los cuales se volvieron a encontrar en una que otra fiesta importante. El príncipe había asumido el puesto de su padre por la incurable enfermedad de este; ahora era el rey. Ya había encontrado a su reina; la quería mucho, más aún no llegaba a amarla, pues ese lugar siempre sería ocupado por Emma. En cuanto a ella, se había casado con el hijo de uno de los socios importantes de su padre, del pueblo en donde residía; también lo quería mucho, mas no podía amarlo, por los mismos motivos que el joven Alex. Al final, tuvieron su «felices para siempre», con la diferencia de que cada uno con distintas vidas y personas. Porque no siempre sucede lo que uno en verdad quiere; sin embargo, lo más importante siempre es la paz y tranquilidad con uno mismo, y a pesar de no tener lo que queremos o deseamos,somos felices, sin importar el qué.