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Las aventuras de la Jutu
Hola mi nombre es Jutu o mejor conocida como Kiara soy una joven de 21 años en la actualidad que le gusta viajar por todo el mundo, el día de hoy les contare como conocí al amor de mi vida en un viaje a la Atlántica. Una tarde del 21 de octubre del 2020 una joven de 17 años estaba esperando su llamado al vuelo a la Atlántica. Todo el viaje fue un éxito como el tour, el tour duro entre cuatro y cinco horas y tuvo un costo de 3.500 dólares, el viaje fue en transporte aéreo la mayoría viajo solo extranjeros. El recorrido comienza en la Isla de la base aérea para luego llegar a observar a la Atlántica en donde el frio quema mucho, deberíamos utilizar unas chompas adecuadas al clima o a la baja temperatura, ahí podemos apreciar los hermosos y maravillosos nevados, también podemos observar el mar a baja temperatura y sus especies que habitan en ellos. La experiencia es maravillosa es algo muy sobrenatural. La verdad yo siempre quise conocer la Atlántica me traía mucha curiosidad, porque es muy sorprendente mirar animales que viven en estas temperaturas como el maravilloso Oso Polar, hoy tuve la fortuna de conocer uno. De mi parte yo les recomendaría que hicieran el mayor viaje de su vida, también porque es una maravilla apreciar la naturaleza. La expedición contempla la Mar de Drake, Islas Sehtland del Sur, Península Atlántica y el estrecho de Gerlache. La empresa ofrece mucha variedad de tours que incluyen viaje en avión y barco para hacer la experiencia más cómoda. A pesar de que conocer la Atlántica es el sueño de muchos, tal parece que los valores de un viaje de este tipo siguen siendo inaccesibles para la mayoría de la gente. Al menos podemos esperar que estos planes de viaje, los cuales a todas luces son muy atractivos, e inolvidables.
Capítulo 2: ¿Cómo al amor de mi vida en Florida amor de mi vida? Hola mi nombre es Jack y tengo 23 años en la actualidad, y pues hoy contare como conocí a la mujer más bella del mundo. Aquello que encantaba también guía y protege. Apasionadamente obsesionados por cualquier cosa que avalancha de magia allana el camino hacia el frente, nivela reglas, razona, disiente, nos lleva consigo sobre los abismos, los miedos, las ludas. Sin el poder del amor… Un día del 17 de diciembre del 2020 estaba esperando el autobús, ahí fue
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donde la conocí a ella, una bella mujer con piel morena me quedé admirándola que ni me di cuenta que se me acerco. -¿Qué estás escribiendo? Me miro con extraño desconcierto, como si nunca hubiese visto a nadie trabajar con estilográfica y cuaderno, viajando en autobús al sur o más bien a Florida. Cuando alguien interrumpe mi intimidad con preguntas, a veces contesto sin explicar, para silenciarlo con el susto. -Estoy escribiendo una carta al yo que era hace veinte años. -Nómbrame una cosa que hayas amado querida… Jutu ese es mi nombre querido, pero contestando a tu pregunta. -Los caballos me dijo ella, de inmediato-.Me encantaban los caballos. -Cuándo estabas con tus caballos, ¿el mundo tenía un color diferente al de otras veces? Ella sonrió Si me creía la reina del Ohio del sur. Mi madre tenía que bajarme a la fuerza de la montura para que la acompañara a casa. ¿Adónde vas? pregunto ella. ¿Geográficamente? Si. Lejos del invierno dije. Al sur. Al centro de Florida. ¿Que hay en florida? No estoy seguro. Voy a encontrarme con una amiga mía y no sé muy bien donde esta. La encontraras. Ante eso reí y la miré. ¿Sabes lo que estás diciendo con eso de “La encontraras”? Si. Explícate, por favor. No dijo ella y sonrió misteriosamente. Le brillaban los ojos, tan oscuros que eran casi negros. Su piel era suave, bronceada hasta el castaño, sin una arruga, sin una marca que sugiriera quien era, tan joven que no había terminado de construir su bella y hermosa cara. ¿Quién era esa desconocida sentada a mi lado? ¿Tal vez una sonrisa cósmica por mis temores, coincidencia enviada para derretir mis dudas? Recogió su cartera y se trasladó a un asiento alejado. Lo sentía, sí; estaba ofendida y enojada. Lástima grande. Con esos ojos tan oscuros... Volví a tomar la estilográfica para escribirle al niño de hacía tiempo. ¿Qué podía decirle sobre la búsqueda de un alma gemela? La pluma esperaba, suspendida
sobre el papel o había crecido en una casa rodeada por una cerca; en la cerca había un portón de madera suave y blanda, con agujeros perforados a baja altura, juntos, para que el perro pudiera ver por ellos. Una noche, estando alta la luna, al volver tarde a casa de un baile escolar, recuerdo que me detuve, con la mano en el portón, y hablé conmigo mismo, y a la mujer a quien amaría, en voz tan baja que ni siquiera el perro pudo haber oído. No sé dónde estás, pero en este mismo instante vives en algún lugar de esta tierra, y un día tú y yo vamos a tocar este portón, aquí donde lo estoy tocando ahora. Tu mano tocará esta misma madera, aquí. Y luego pasaremos y estaremos llenos de un futuro y un pasado y seremos el uno para el otro como nadie lo ha sido jamás… Pasaron los años se enamoraron y se casaron eran una pareja muy hermosa, tuvieron dos lindos hijos, lindos y hermosos como su madre. Pero en su aniversario Jutu tenía una gran sorpresa para su esposo. – ¡Jack! –clamó ella–. ¿Subes? –Se detuvo, sin aliento, junto al borde de la carlinga. –Jack... ¿tendrías tiempo para volar conmigo? ; Acaso...? –dijo él, de súbito también sin aliento–. ¿Acaso quieres volar? Me volví hacia mi esposa, tan sorprendido como el piloto por lo que acababa de ver. Manchada de polvo, gloriosa, me sonrió. Fulgor radiante de lágrimas.
Fin.