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El límite es el cielo

El límite es el cielo Porque dentro de un universo infinito, con un sinfín de posibilidades. Logré coincidir en el tiempo y espacio con el anhelo de mi corazón. Hoy era una situación diferente a la que me enfrentaba. Observar a todos los jóvenes que son amantes a la astronomía hacía que sintiera el aire de competitividad dentro del observatorio. Mientras esperábamos que las demás delegaciones llegaran, los recuerdos saltaban a mi mente. Como cuando tuve uso de mi razón, solía ir a mi ventana y observar el cielo hasta quedarme dormida. O cuando a mis ocho años mi padre me obsequió mi primer telescopio y fue allí cuando mi gusto por los secretos del universo aumentó a tal manera de que a mis 10 años participaba activamente en el club de astronomía de mi escuela. Durante mi infancia no tuve muchos amigos a más de los del club de astronomía quienes cursaban en años superiores al mío. Cuando estaba en la escuela no podía compartir mis conocimientos con mis compañeros de salón, ya que sentía miedo de hablar acerca de esos temas debido a que la mayoría de ellos consideraban que la astronomía era algo aburrido y muy extraño, o tal vez no era tiempo de que les llegará el gusto de lo desconocido, es por eso que desde esa edad comencé a tener miedo de no ser aceptada. En los recesos solía ir a la biblioteca a leer o deambular en mis propios pensamientos. Y cuando llegue a la secundaria fue más complicado, cuando curse octavo grado, fue uno de los años más críticos para mí, ya que en varias ocasiones mis propios intereses se hallaban en peligro de escaparse y no volver, solo por el hecho de poder encajar, aunque me esforzaba en tratar de ser como los demás, no lo lograba. Ese año había entrado al equipo de animadoras, teatro, música, entre otras más, pero nunca logré sentirme completa o decir que verdaderamente disfrutaba hacer las actividades en dichos clubs, por otra parte, cuando llegaban los días jueves y había club de astronomía sentía que ese era mi verdadero lugar seguro, en donde sería yo misma y nadie me juzgaría de rara o nerd. Simplemente, podía ser yo misma. Pero cuando curse noveno año, a mediados de invierno ingresó una niña nueva. Al principio me parecía un tanto rara, pero con el pasar de los meses nos hicimos cercanas a pesar de que éramos muy distintas y sin darnos cuenta ahora somos mejores amigas. Su nombre es Janis Thompson. De todas las personas que han estado en mi vida, puedo decir que Janis a pesar de que no entiende nada de astronomía, escucha mis ideas locas y se emociona conmigo. Realmente me encantaría que ella estuviera aquí

conmigo, en este observatorio tan grande y magnífico. Muchas veces Janis, eran quien me ayudaba en los post o edits para mi blog. Cuando tuve tan solo 12 años conocí el mundo de internet, jamás imaginé que se volvería en un aliado para mí. Cuando inicié con mi blog recibía cinco visitas al mes, pero un día tras mi último post acerca de mi opinión con respecto a la película "interestelar" mi blog recibió miles de visitas de fanáticos al cine como también a la ciencia y a la astronomía. Sin embargo, decidí mantenerme bajo el anonimato. De repente, las luces del observatorio bajaron su intensidad, lo cual me obligó a regresar a la realidad, a lo lejos se podía observar a la delegación de México atravesar el umbral de la puerta, era la última delegación en ingresar y tras esto comenzó a sonar una música suave de fondo en el observatorio. A pesar de que se sentía el nerviosismo y competitividad, era como estar en un lugar mágico, todas las proyecciones que hacían era con relación a galaxias, planetas y estrellas, era realmente un show mágico digno de presenciar. Sin darme cuenta unas pequeñas lágrimas me resbalaban del rostro, sentía agradecimiento y nostalgia; recordaba aquella vez en la que me llegó un mensaje de Janis a las tres de la madrugada diciéndome: -¡Ey estrellita! Revisa tu correo :) - ¡Son las tres de la mañana Janis! - Lo sé, pero es algo que te va a interesar, revísalo ¡Ahora! Tontamente, abrí el correo y observé la invitación para todos los amantes de la astronomía para el concurso nacional y lo mejor de todo es que se llevaría a cabo en la ciudad en la que vivía. Los ganadores irían como delegación hacia Japón para participar en la International Astronomy Olympics (Olimpiadas Internacionales de Astronomía), en donde varios participantes alrededor del mundo pondrían a prueba sus conocimientos. Aquella madrugada no pude dormir y cuando el día llegó, me hallé ansiosa. Durante las clases no podía concentrarme y solo tenía ganas de salir corriendo hacia mi casa y comprobar los requisitos para el concurso. Hasta donde me había informado, el concurso estaba organizado por varias prestigiosas universidades del país y contaban con los mejores astrónomos y físicos como jueces, también facilitarían con personas especializadas en los temas del concurso, quienes serían guías para los estudiantes. Sin embargo, cuando leí los parámetros y requisitos del concurso, mis ilusiones se fueron por los suelos. Manejar trigonometría es algo esencial en astronomía y sinceramente no se me daba muy bien ese estudio. Con

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suerte lograba resolver cálculos de un nivel medio y el concurso exigía un dominio elevado en trigonometría, si concursaba y me tocaba algún problema de un nivel alto en trigonometría, mi sueño de participar en Japón se iría por el escusado. Pero, por otro lado, el concurso se llevaría a cabo el 15 de abril y tenía aproximadamente unas tres semanas y medias para poder prepararme y superar mi aprendizaje en trigonometría. Para los días posteriores me quedaba horas extras después de clases con el señor Parker, quien gustosamente se ofreció a nivelarme trigonometría y algunos temas complejos que se hallaban en el concurso. -Deberías descansar – Janis me observaba con preocupación, desde el umbral de la puerta que tenía un diseño de planetas y un letrero gigante que decía “Club de Astronomía”. -Faltan 100 segundos para media noche, Janis- ella sabía a lo que me refería; sin embargo, eso no la calmo, sino que la alarmo más. -¡Por Dios! Si sigues así no llegarás ni a concursar, yo propongo que salgamos el fin de semana y despejes tu mente un momento. -Creo que es una buena idea- se acercó con una sonrisa un poco afligida y me ayudó a levantarme. Los días siguientes, en la ciudad hacía demasiado frío y para el fin de semana, no podía salir de mi cama; tenía un resfriado bastante fuerte, en casa solo estaba mi perro Tomy y yo, mamá solía llegar en la noche después de su trabajo y únicamente los domingos compartíamos juntas. Desde que papá murió nada era igual, la casa se volvió silenciosa. Mi hermana Alice, para huir de los recuerdos optó por estudiar fuera del país. La nieve caía, y me llegaba la nostalgia de aquellas veces en las que solía subir a la casita del árbol con mi padre y observábamos las constelaciones o simplemente nos sentábamos a conversar. Aquel fin de semana me deprimí por los recuerdos y por estar enferma; sin embargo, Janis me cuidó hasta que mamá llegará a casa. No tardé mucho en sanar, pero Janis y mamá estaban más pendientes de que me cuidará adecuadamente y no me excediera. Mientras estaba preparándome para el concurso, Janis se encargó de publicar en el blog y unas dos o tres veces yo posteaba algo. Cada día el blog obtenía un buen número de visitas, muchos comentaban cosas como "serías una/ un gran astrónom@" o "Es una/ un geni@ en potencia, ojalá supiera quien es" y cosas similares. Pero realmente no anhelábamos tener fama o ser reconocidas, nuestro único fin con el blog era poder disfrutar

compartiendo algo que en realidad yo amaba y Janis disfrutaba hacer en sus tiempos libres, pero sobre todo que más personas se sientan conectadas con la astronomía. Faltaba una semana para el concurso y las únicas personas que sabían que participaría era el profesor Parker, Janis y mi madre. Muy pocas veces podía hablar con Alice, me sentía incómoda hablando con ella a pesar de que somos hermanas. Cuando Alice tenía trece años y yo diez, fue cuando a mi padre le diagnosticaron cáncer; durante seis meses observamos como mi padre moría poco a poco hasta que en una mañana de otoño falleció. Ese día Alice cambió conmigo, prefería encerrarse en su alcoba a que pasar una tarde conmigo. Sin embargo, ella jamás se alejó de mamá. Cuando nos comentó que decidió irse a estudiar en el extranjero, sentí un gran vacío, porque sabía que la extrañaría a pesar de que se alejó de mí. Durante la semana estudié demasiado, pero tampoco me sobrepasaba cuando mi cuerpo ya no soportaba el cansancio. Mediante un correo electrónico me llegó la confirmación de mi participación como también el lugar y la explicación de cómo se llevaría a cabo el concurso. Había llegado el tan anhelado 15 de abril, en la mañana escuché un auto que entraba por el garaje de la casa, cuando bajé observé a Alice, no había cambiado nada. Traía con ella algunas maletas así que supuse que se quedaría algunos meses en casa, los ladridos de Tomy hicieron que mamá se despertará, cuando vio a Alice se puso muy contenta, por otra parte, yo no sentía nada. Durante el desayuno ninguna de las tres mencionamos alguna palabra, cuando terminé me retire, silenciosamente subí a mi alcoba y me aliste para ir al concurso. -¿Es cierto que concursaras? - Alice me observaba un poco molesta. -Sí, ¿Mamá te lo contó?- negó con la cabeza y se acercó a mí. -Mamá sabe guardar secretos mejor que nadie...me lo contó tu amiga Janis- cuando mencionó el nombre de Janis, mi estómago dio vueltas. -Pero tú no hablas con ella- sonrío un poco forzada. -Eso es cierto, pero ella me escribió y me dijo que era algo importante para ti y que significaría mucho si yo venía a apoyarte. -No era necesario que vengas Alice- el ambiente se estaba tensando; sin embargo, Alice dio un suspiro profundo y se trató de tranquilizar. -Claro que no era necesario que viniera, Maddie. Pero eres mi hermana y no quiero perderme de cosas que sean relevantes para ti- sus ojos se llenaban de lágrimas.

-Lo siento Alice. Pero déjame hacer esto sola- salí de la habitación. Me sentía mal por haberle dicho eso a Alice, sin embargo, por otra parte, tenía ira en mí por no decir como realmente me sentía. Mamá se ofreció para llevarme hasta el auditorio de la Universidad Nacional. Durante el camino en la radio sonaba la canción “Where Do I Go from Here?” de A Year on Earth. La letra describía lo que pasaba por mi cabeza, las emociones a flor de piel, lo único que quería era salir corriendo y no volver. Sin embargo, realmente deseaba concursar, cuando llegamos solamente me bajé del auto y le sonreí a mamá, ella me devolvió la sonrisa y me dijo “Te quiero Maddie”. Mientras caminaba por los pasillos de la universidad mi mente divagaba, a ratos pensaba en ¿Por qué Alice era así conmigo? O ¿Todos los que concursaremos seremos lo bastante buenos? ¿Y sí no soy tan buena como creía? El temor se estaba apoderando de mí, mis manos comenzaron a temblar y mi respiración se agitaba. Entré a los baños y me observé en el espejo. Mis pupilas estaban demasiado dilatadas, no se lograba distinguir totalmente el café verdoso de mis ojos; mis mejillas estaban demasiado rojas, mi cabello castaño se hallaba despeinado. Realmente me veía mal y la única persona que se me ocurrió para pedir ayuda fue a Janis. Sin embargo, no la llamé, lo que menos deseaba era que se siguiera preocupando por mí. Por última vez observé mi reflejo en el espejo, recuperé fuerzas y tomé un poco de agua, eso ayudó para que me tranquilizara, posterior a ello salí de aquel baño. Me mentalicé en ganar el concurso por mí y las personas que creían en mí y jamás me abandonaron, ya no importaba si Alice había vuelto o si habían mejores concursantes que yo, solo quería demostrar cuan preparada estaba. Cuando entré en el auditorio había alrededor de unos ciento cincuenta participantes, todos se veían bastante inteligentes, los organizadores ingresaron al estrado y nos explicaron las instrucciones y grupos en los que daríamos las pruebas. El tutor que nos asignaron nos ayudó para que nos reuniéramos entre los grupos, cuando caminé hacia el salón en el que nos tomarían la prueba sentía que alguien me observaba; sin embargo, no le di importancia. Me senté entre los pupitres de la mitad y nos dieron los problemas que debíamos resolver individualmente; los cinco primeros problemas eran acerca de teorías y ubicación de planetas o estrellas, por suerte no habían tomado casi nada relacionado con la trigonometría, pero cuando leí los dos

últimos problemas no lograba comprender nada. Una chica fue la primera en entregar la hoja con los problemas resueltos y detrás de ella la mayoría comenzaron a levantarse; escuchaba los susurros de algunos que decían que la prueba estuvo demasiado fácil, mientras que yo no tenía ni una idea de cómo resolver. Estaba dispuesta a dejarlos allí y entregar la prueba sin esos dos ejercicios; sin embargo, observé a la ventana imaginando posibles soluciones, cuando me percaté que el reloj marcaba las 11:12 a.m. tenía solo diez minutos para terminar y entregar. Leí una vez más los problemas y eché un vistazo a los demás que faltaban culminar la prueba, estábamos únicamente cinco personas de treinta que entramos al salón. El chico que se sentó atrás de mí, le dio una patadita a mi silla y yo suavemente giré hacia él. -¿Qué sucede contigo?- le dije entre susurros, él subió su mirada y la posó en mis ojos. -¿Qué ejercicio te falta?- su pregunta me sorprendió tanto que él lo notó por mis ojos. –Haré nuevamente la pregunta ¿Qué ejercicio te falta?- a pesar de que me lo decía en susurros, para mí era como si hablará con un megáfono y que en algún momento nos pillarían. -Eso sería hacer trampa- solamente me dio una sonrisa suave. -Dime cuáles te faltan y te doy una pista de cómo resolverlos- en cierta parte eso era obvio, pero lo consideraba como deshonestidad. -No, gracias y deja de dar pataditas en mi silla- seguía sonriéndome, me di la vuelta y traté de resolver los dos ejercicios. De inmediato el chico se levantó y cuando pasaba me tiro su borrador. Cuando lo recogí, me percaté de que estaba escrito “teorías del tiempo y espacio:´)”. Alcé mi mirada y solo me guiñó el ojo. Tenía tan solo ocho minutos para acabar, analicé los ejercicios a base de esas teorías y de hecho coincidían. Entregue la prueba a tiempo y para cuando salí del salón el chico se encontraba sentado contra la pared. -Ya era hora de que salieras- se levantó y realmente era alto y delgado. -Me tomé mi tiempo… por cierto quería darte las gracias- sonrió de oreja a oreja y sus ojos se iluminaron. -No es nada, de hecho se ve que no has tenido una buena mañana- arqueó su ceja y comenzó a caminar. Observé como se alejaba de mí y solo pensaba en que era extraño que me ayudara sin conocerme. De repente se detuvo y regreso hacia mí. -¿Acaso no vas a venir?-

-¿Debería seguirte?- soltó una carcajada. -Claro que no, pero por aquí debemos ir al observatorio para la siguiente prueba- por mis adentros me sentía una tonta. Lleve una mano a mi cabeza y traté de parecer despistada. -Tienes razón lo había olvidado- me hizo señas con su mano para que lo siguiera. Mientras nos dirigíamos al observatorio reino un silencio entre ambos; sin embargo, no me sentía incómoda. Durante la prueba no hablamos y los dos entregamos las respuestas al mismo tiempo. Cuando todas las pruebas terminaron, alrededor de las cuatro de la tarde, me dirigía al estacionamiento, ya que mamá quedó en irme a ver, cuando una chica se acercó a mí y me dio un papel, le pregunte quién lo había escrito o enviaba, pero no me quiso decir, me dispuse a abrir el papel y decía: “Mucho gusto, me llamo Paulo fue un gran honor haberte ayudado en la prueba, espero verte en la selección final”. Traté de buscarlo con la mirada, pero habían demasiados estudiantes así que no lo encontré, guardé el papel en mi bolsillo así como también mi esperanza de haber clasificado. Pasaron los días y revisaba mi correo, pero no me llegaba la carta de pase o de agradecimiento por haber concursado. Durante esos días nada había cambiado en casa mientras que en la escuela Janis me contaba acerca de su enamoramiento con Cameron Pattinson y podría decir que eso me ayudaba para que no pensara en si pase o no en el concurso. Retomé mi actividad en el blog y comencé a organizar mejor mis tiempos, a veces jugaba con Tomy en el jardín y de vez en cuando curioseaba por la ventana para averiguar que hacía Alice. Tras un largo mes, había perdido la esperanza. Me volvía loca, revisaba la página oficial del concurso una y otra vez. Hasta que cierto día cuando ya me resigné a que no me llegaría nada, mamá me dijo que comprobará la página. Enseguida ingresé y no lo podía creer, el primer clasificado era el chico que me había ayudado en la prueba. Su nombre era Paulo Blunt y obtuvo una puntuación perfecta. Por un instante sentí que la esperanza volvía y consideraba la posibilidad de que yo podía haber clasificado. En la página anunciaban que en las siguientes horas subirían al resto de clasificados. Pasaron alrededor de dos horas cuando recargué la página y mi corazón se aceleró. Había quedado en tercer lugar con una puntuación de novecientos ochenta, la foto era la misma que estaba en el anuario escolar, llevaba una chaqueta jean y una blusa blanca. Se me veía un gran brillo en mis ojos

cafés verdosos. Esperé un buen rato y le envié un mensaje a Janis, dándole la noticia; ella se había emocionado tanto que decidió venir a casa y trajo con ella una pizza para celebrar. Se fue antes de que mamá llegará de su trabajo para que la noticia fuera sorpresa. Tras la euforia del momento, decidí salir al jardín para tomar un poco de aire, sin darme cuenta la noche había caído. Alice salió de la casa con dos tazas en sus manos y se sentó a mi lado. -Sabes, esto me recuerda a los veranos con papá- sonreí al recordar. -Extraño esos días- me sonrió suavemente. -Te traje chocolate caliente- me extendió mi taza de astronauta y la tomé un poco indecisa. -Gracias Alice- suspiró suavemente. -No hay de qué...- dio un sorbo a su taza y alzó su mirada al cielo, mientras que yo miré el césped y la pena me invadió, cuando regresé a ver a Alice, unas pequeñas lágrimas resbalaban por sus mejillas rojizas. -¿Te encuentras bien?- ella posó su mirada en mí. -Perdóname por haberme alejado de ti, cuando papá murió- escuchar eso me sorprendió. -No te preocupes, comprendo- ella movía su cabeza en señal de negación. -Es que me encantaría que fuera así de simple… Maddie yo te lastimé. Me alejé de ti cuando en realidad debía ser tu apoyo- suspiró y siguió sollozando- pero quiero que comprendas que tú me recordabas a papá- dejó la taza en el césped y se llevó las manos al rostro. Estaba anonadada ante sus palabras, nunca pensé en que ese sería un motivo como para haberse alejado de mí. -Eso no tiene sentido Alice- tomó su taza y le dio un sorbo. -Claro que sí, cada vez que te observaba que ibas a la casa del árbol sentía un nudo en mi garganta...- guardó silencio, se notaba que le era difícil hablar. -Antes de que tú nacieras, papá comenzó a construirla, él decía que en ella, tendríamos gratos momentos como familia y al cabo de unos meses supimos que tú estabas en camino. Cuando papá terminó la casa, solíamos subir con mamá y nos contaba historias de las constelaciones y de su gran pasión por la astronomía; sin embargo, yo nunca sentí aquella pasión como él, pero escuchaba porque lo amaba. Pasó el tiempo y cuando ya tenías uso de razón él te volvió su pupila. Me encantaba verlos a los dos, a través de mi ventana. Y para cuando te compró tu primer telescopio sentí envidia porque me hubiera encantado haber tenido aquel acercamiento con papá

como lo tenías tú- miró al cielo y se quedó en silencio. Las lágrimas caían una tras otra, escuchaba como su nariz se congestionaba. Por otra parte, yo estaba con un nudo en la garganta, jamás había imaginado todo el dolor que Alice cargaba con ella. Estaba inmóvil, cuando mencionaban a papá automáticamente me volvía vulnerable. -Te perdono- Alice regresó su mirada a mí y se limpió las lágrimas con la manga de su saco de Snoopy. -¿En serio?- Alice se parecía más a papá en el aspecto físico y ver ese resplandor azulado en sus ojos hizo que mi corazón sintiera nostalgia. -Claro que sí-le di un abrazo sin pensarlo dos veces, no soporte con mi propia nostalgia que sollocé en aquel abrazo. Sentí un alivio en Alice; sin embargo, era como abrir nuevamente la herida y tratar de vivir con ella con la esperanza de que algún día pudiera volver a sanar. Aquella noche mamá, Alice y yo conversamos hasta altas horas de la madrugada y para los días posteriores era más cómodo y reconfortante hablar. Me acerqué de una manera increíble a Alice y me sentía agradecida, por fin volvía a tener su confianza y viceversa. Para cuando el verano inicio y las clases de la secundaria finalizaron, los organizadores del concurso del cual clasifique habían optado en que durante las vacaciones de verano sería lo más óptimo que estudiáramos como tipo “escuela de verano”. Sin embargo, tenía que viajar a la capital durante los dos meses de vacaciones. Antes de irme, fui a la playa y contemplé el atardecer; era como abrir una nueva etapa de mi vida pero también cerrar una. Papá ya no estaba físicamente, pero en el fondo sabía que estaría orgulloso de todo lo que hemos logrado. El día había llegado y mi madre se encargó de llevarme al aeropuerto junto con Alice y Tomy, cuando me despedí de él mi corazón se achicaba. Cuando me despedí de mamá y Alice sentí como la mitad de mi corazón se quedaba en Clearwater. En pocas horas había llegado a Washington DC. Me comentaron que cuando finalizara el verano cada uno volvería a casa, sin embargo solo estaríamos de visita dos semanas, ya que teníamos que ir a Japón para las Olimpiadas Internacionales de Astronomía. Aquellos meses de verano pasaron increíblemente rápido y me hice muy cercana a Paulo Blunt, aquel chico que me ayudó en la prueba de clasificación.

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