El apóstol Pablo nos aconseja: <Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios> (1Corintios 10:31) Por lo tanto algo tan sencillo y normal como la comida y la bebida conllevan una responsabilidad y ocasionarán unos resultados evidentes en nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu .