Revista Suma Cultural No. 29, febrero de 2020

Page 77

LETRAS LIBRES / La alborada

La alborada Pablo Arciniegas*

Y

o viajé en avión hasta el pueblo. Y en el pueblo estaban los paracos. Había paracos porque eran los dos mil, y el paramilitarismo había preñado a Colombia. Campaneros, lavaperros y testaferros, todos sus hijitos se paseaban por el pueblo. Y yo, que no tenía nada que ver con ellos, viajé en avión hasta el pueblo. El pueblo es el pueblo donde nació mi mamá. Es el pueblo de su familia, que es todo el pueblo, y en la que cada miembro es dos veces más feo que el anterior, y así sucesivamente. Pero el más feo de todos indiscutiblemente es Toño. Mi abuela siempre le tiene de almuerzo a Toño: patas de grillo crudas y armadillo guisado. Toño, además, es un borracho y se la pasa llenando crucigramas. Mi mamá, siempre que quiere joderme, me dice que me parezco a Toño. Viajé al pueblo porque una de las hijas de Toño me mandó un mensaje de texto al celular que decía: PRIMITO VENTE PA LA ALBORADA. Y como ese fue el primer mensaje de texto que me llegaba al celular, inmediatamente le conteste: POR Q?. Y ella respondió: DILE A MI TÍA. Yo le dije a mi mamá, y bastó con eso para que me compraran un tiquete de avión para el pueblo. Mis abuelos, Toño y el resto del pueblo, que es mi familia, se sorprendieron de verme en su pueblo. Ellos pensaban que yo despreciaba el calor que se sentía hasta recién bañado y que despreciaba el olor inmundo de su pueblo que no tenía alcantarillado. Que despreciaba, también, las picaduras de las hormigas y las de los mosquitos. Que despreciaba que se fuera tanto la luz. Que no pudiera tomar agua de la llave. Que despreciaba el aburrimiento. Que despreciaba ver tanto pobre y negrito en bola con el pipí al aire. Lo pensaban porque yo era el hijo de su hija, la que se había casado y divorciado de un tipo que la sacó del pueblo. Y estaban en todo lo correcto. Yo despreciaba todo eso, pero yo viajé al pueblo a ver qué era lo que era la Alborada. Por una eternidad esperé la Alborada. Y cada día le preguntaba a la hija de Toño que cuándo era, que si era mañana, y ella bien fastidiada no decía nada. Solo me llevaba al parque del pueblo a verla fumar cigarrillos Belmont y a comer mango biche con la Peladera. La Peladera siempre se reunía

* Periodista, Universidad Sergio Arboleda. Estudiante maestría, Creación literaria, Universidad Central pabloarciniegas1989@gmail.com

R E V I S T A S U M A C U LT U R A L

77


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.