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“Tener o no un final feliz depende de dĂłnde decidas detener la historia.â€? Orson Wells


Rectora Sonia Fajardo Forero Asesor Rectoría Luis Fernando Fajardo Forero Vicerrectora Académica Lina Uribe Correa

Directora Bárbara Skladowska Comité Editorial Juan Sebastián Aragón Hugo Fazio Genoveva Iriarte Luis Enrique Orozco Órinzon Alberto Perdomo Equipo Editorial Jhonattan Joshua Moreno Maria Esperanza Segura María Luisa Ramírez Lotus Salcedo Diseño y Diagramación Enrique González Edición y Publicación Instituto de Humanidades Fundación Universitaria Konrad Lorenz Fotografías Stock Exchange Edición Electrónica Hernando Rincón Medina Impresión Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas -JAVEGRAF-

Contacto Carrera 9 Bis No.62-43, Bogotá, Colombia Tel. 347 23 11 Ext.140 E-mail: suma.cultural@konradlorenz.edu.co ISSN 0124-1974

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Convocatoria No.21 (Enero / Junio de 2015)

Queremos invitar a todos nuestros lectores e interesados a participar en el vigésimo número de la revista con un trabajo original e inédito en las áreas de literatura, historia, filosofía, ciencia política, artes visuales, plásticas y escénicas, cine, música y culturas urbanas, entre otros. En esta ocasión el eje temático será La Paz. Fecha Límite de Entrega: 20 de Marzo de 2015 Se reciben textos de acuerdo con las siguientes especificaciones: • Artículos con una extensión máxima de 5000 palabras. • Trabajos de creación literaria (poesía o narrativa). • Reseñas de música, cine y libros, con una extensión máxima de 1000 palabras. • Reportajes fotográficos, cómic, de entre dos y cuatro páginas tamaño carta. Las imágenes deberán estar en formato JPG y tener una resolución mínima de 300dpi. Se publicarán en blanco y negro. Este trabajo deberá llevar título y una breve introducción o pie de fotos. • Ilustraciones acordes con el eje temático de cada número, en formato JPG y 300 dpi. Los textos deben ser enviados al correo electrónico suma.cultural@konradlorenz.edu.co adjuntando nombre completo, teléfonos, correo electrónico, profesión y ocupación. La Revista no devolverá originales ni mantendrá correspondencia sobre los mismos. Para mayor información favor comunicarse al teléfono 347 23 11 Ext.140 en Bogotá, D.C. o escribir a: suma.cultural@konradlorenz.edu.co

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Correo 1

La Revista Suma Cultural quiere hacer un reconocimiento a dos profesores del Instituto de Humanidades que asistieron en el mes de Septiembre a congresos internacionales. César Ballestas estuvo en la Universidad Autónoma de Aguas Calientes en México presentando la ponencia conjunta La Institucionalización de los Estudios Culturales en Colombia durante el Primer Congreso Cultura en América Latina. Prácticas, Significados, Cartografías y Discusiones, en memoria de Stuart Hall. Daniel Bonilla llevó la ponencia: La Psicologia como actor (Activo) para el postconflicto en Colombia, al IX Congresso Iberoamericano de Psicología, 2 Congresso da Ordem dos Psicólogos Portugueses en Lisboa, Portugal. Felicitaciones a César y a Daniel por este paso adelante en su vida profesional.

12 El Grupo Laberintos del Instituto de Humanidades, quiere invitar a toda la comunidad universitaria a participar de los encuentros semanales alrededor de la cultura. Sus integrantes creen que no obstante la búsqueda social de rentabilidad y utilidad, la literatura amplía horizontes y nos permite construirnos en tanto humanos. Para obtener más información pueden contactar a: Lotus Salcedo: lotus-om@hotmail.com María E. Segura Z.: mariae.seguraz@konradlorenz.edu.co

facebook.com/U.KONRADLORENZ

@ukonradlorenz

http://issuu.com/ukonradlorenz

12 El Instituto de Humanidades invita a la comunidad lectora a participar en el Taller de Escritura Creativa. Mayor información: Daniel Bonilla: escritura.creativa@konradlorenz.edu.co

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Carta de la directora Hace 14 años, la Konrad Lorenz, dirigida por dos visionarios: Juan Alberto Aragón y Sonia Fajardo, promovió una aventura editorial denominada Suma Cultural

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uestra revista ha llegado a su edición número 20. Hace 14 años, la Konrad Lorenz, dirigida por dos visionarios: Juan Alberto Aragón y Sonia Fajardo, promovió una aventura editorial denominada Suma Cultural, Revista de Cultura Contemporánea. Gracias a su mirada futurista, abierta al libre pensar en torno a la cultura y al hombre de hoy, seguida de la generosidad intelectual y económica fue posible la realización de este proyecto editorial que hoy es reconocido por centenares de lectores dentro y fuera del país. Los años de presencia de nuestra publicación en los escenarios de la cultura académica constituyen una excelente ocasión para evocar sus inicios e imaginar su futuro pero sobre todo para expresar nuestro Gracias a todos aquellos que de una u otra forma han participado y participan de este gran proyecto. Por motivos de espacio no es posible repasar todas las efemérides y nombrar a sus protagonistas. Suma Cultural salió por primera vez en marzo de 2000 para seguir con un formato netamente académico hasta el 2002. Bajo la guía del primer editor, el historiador Jorge Castillejo, la revista se caracterizó por su profunda preocupación humanista acerca de la

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Texto: Bárbara Skladowska

complejidad de los inicios del siglo XXI, publicando trabajos de mucho valor investigativo y literario. Posteriormente la publicación se interrumpe para reemprender nuevamente su marcha en 2007. Innovado el formato, el diseño y la diagramación, que permiten una lectura más ágil, se lanza en búsqueda de las significaciones culturales que marcan el nuevo siglo. A lo largo de estos años por las páginas de los diferentes números de la revista han desfilado personajesde la cultura, academia, política y literatura; a todos ellos nuestra gratitud y admiración. Primero que todo gracias a las autoridades de la Institución y particularmente a nuestra Rectora Doctora Sonia Fajardo por permitirnos mantener abierto este espacio de diálogo con el lector y llegar de manera seria pero lúdica y elegante a ciertos espacios de creación de difícil acceso. Un gracias, especial a los miembros del Comité Editorial: Genoveva Iriarte, Hugo Fazio, Juan Sebastián Aragón, Luis Enrique Orozco y Órinzon Alberto Perdomo quienes generosamente han respaldado la revista desde la academia y desde su reconocimiento personal en los espacios de la intelectualidad y del arte. Gracias a la labor creativa de losdiferentes editores y equipos Julio - Diciembre de 2014


editoriales. Del ya nombrado Jorge Castillejo, de Lina Cuellar, Luis Ernesto Rozo y Jhonattan Joshua Moreno, entre otros, quienes dentro de la cambiante escenografía editorial lograron mantener la revista fiel a sus lineamientos filosóficos iniciales. Y fortaleciendo su papel de puente que aligera el tránsito entre la escena universitaria y el campo público de la intervención cultural conservarla como publicación de dicada a la difusión y al debate de las nuevas significaciones culturales que intervienen en la configuración del mundo actual. Gracias a esta coordinación eficaz y creativa los diferentes temas como: La palabra, La ciudad, La vida, El tiempo, El saber o La identidad, entre otros, adquirieron una simbólica difícil de imaginar y haciendo coincidir los intereses de los escritores y de los lectores englobaron realidades que por ser cotidianas parecen obvias. Gracias a todos los autores que de una u otra forma y desde su lugar propio han participado en la elaboración conjunta de los diferentes números, aportando generosamente y de manera entusiasta su producción intelectual o material iconográfico. En nuestras páginas han probado su pluma escritores e investigadores del corte de Alfredo Iriarte, Neyla Graciela Pardo, Jean Marc Levent, Darío Fajardo, Roch Little, Sergio de Zubiría, Pablo Vallejo, Belén del Rocío Moreno, María Juliana Martínez, Paul von Leopold, entre otros, además de toda una pléyade de autores jóvenes, estudiantes de la Konrad y de otras universidades que por primera vez se han hecho visibles en los escenarios de la creación literaria. También agradecemos a los artistas: Federico Neira, Felipe Sobreiro, Germán Bonil, Sarah Genner, Alled Parra, entre otros, cuyos trabajos publicados en el Fotodiario obligan a repensar lo aparentemente impensable. El diseño y la diagramación de una revista son su semblante, su cara, el nombre que habla al lector desde la entrada y entre las líneas. Quiero resaltar

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aquí el trabajo de nuestro diseñador Enrique González quien desde su alma de artista proyecta en cada número un aire moderno, abstracto y a la vez orgánico que va acorde con las exigencias escriturales de cada tema. Finalmente gracias a Javegraf, la empresa impresora, queen respuesta a nuestras solicitudes técnicas entrega puntualmente trabajos de gran calidad tipográfica; gracias también a las personas encargadas de la edición electrónica,del envío y de la distribuciónde la revista.Este trabajo silencioso, detrás de las cámaras, hace posible la llegada pronta de la revista a muchos lugares y manos. Con gran satisfacción constatamos un gran interés de nuestros estudiantes, docentes y público en general por mantener viva la revista que ya consideran suya. Todo aniversario constituye tanto una parada obligatoria que evoca el pasado como un punto de partida para lo que viene. En pos de esto, la revista a partir de éste número cambia su diseño por uno más moderno y ágil, que esperamos responda a sus inquietudes. Agradeciendo, una vez más, a todos los que fuimos y somos participes de esta gran aventura editorial llamada Suma Cultural quiero reiterar, a nombre del Equipo,mi invitación a echar una mirada crítica sobre lo que hemos logrado hasta ahora e invitarlos a la construcción creativa de las publicaciones futuras. Solamente de este modo la revista se irá fortaleciendo y resignificando. Las páginas de las diferentes secciones: Miradas, Anaquel, Fotodiario y Letras libres están abiertas a quienes deseen aventurarse acrear universos nuevos; a salir de la quietud y la monotonía de lo habitual y adentrándose en unas realidades movedizas hacerse visibles. De lo contrario todo pensar, por más sabio que sea, si no enfrenta la mirada del otro simplemente no existe y unas ideas brillantes pero aprisionadas en el tintero de nuestro escritorio se quedarán esperando tiempos mejores que no siempre llegan…

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Contenido Correo 5 Convocatoria 5 Contenido 8 Autores 10 Editorial 11 Miradas 12 Imaginar al otro Lotus Salcedo La historia en clave ficcional Diego Higuera La historia de los olvidados Daniel Bonilla

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Revista SUMA CULTURAL Julio / Diciembre de 2014 Número 20 Instituto de Humanidades Fundación Universitaria Konrad Lorenz Bogotá, D.C., Cra 9 Bis No.62-43 Teléfono 347 23 11 Ext. 140 suma.cultural@konradlorenz.edu.co

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Anaquel 30

El libro álbum 32 Rosita Catalina Isaza Cantor Furia de vatios Luis Ernesto Rozo

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Releer 50 La historia y la literatura María E. Segura

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Fotodiario 58 Enrique González Ayerbe

Letras Libres 66 Los duelos Felipe Clavijo

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Nunca jamás Javier Vallejo

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A tientas Alberto Bejarano

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Aquiles y la tortuga Luz Amparo Carranza

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Ha llegado el tiempo Silvia Sierra

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Cicatrices Martha Ramírez

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Río Negro Daniela García

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Autores Alberto Bejarano Doctor en Filosofía. Universidad de la Sorbona París 8 Investigador en Literatura Comportada. Instituto Caro y Cuervo Bogotaucronica.blogspot.com Luis Ernesto Rozo Candidato a Doctor en Historia. Universidad de los Andes le.rozo50@uniandes.edu.co Diego Higuera Magister en Literatura. Universidad de los Andes Profesor Instituto de Humanidades. Fundación Universitaria Konrad Lorenz diegoa.higuerac@konardlorenz.edu.co Martha Adelaida Ramírez Rodríguez Magister en Educación. Universidad de Los Andes mar_ramirez_r@yahoo.com @maradelaida Luz Amparo Carranza G. Magister en Lógica y Filosofía de la Ciencia. Universidad de Salamanca España Profesora Facultad de Matemáticas e Ingeniería. Fundación Universitaria Konrad Lorenz amparocarranza@hotmail.com Daniel Andrés Bonilla Montenegro Especialista Gerencia Social. Escuela Superior Administración Pública Profesor Instituto de Humanidades. Fundación Universitaria Konrad Lorenz bonilladma@gmail.com. @dabonillam

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Rosita Catalina Isaza Cantor Especialista en Políticas Culturales y Gestión Cultural. Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México Profesora Instituto de Humanidades. Fundación Universitaria Konrad Lorenz www.lasombradelbaobab.blogspot.com/ Felipe Clavijo Ospina Abogado Constitucionalista. Universidad Nacional de Colombia @felibertino Enrique González Ayerbe Publicista. Politécnico Grancolombiano @egonayerbe Silvia Sierra Psicóloga. Fundación Universitaria Konrad Lorenz sisi20.wordpress.com/ Javier Vallejo Chamorro Estudiante de Psicología. Fundación Universitaria Konrad Lorenz javiervallejo7@yahoo.com Lotus Salcedo Estudiante de Psicología. Fundación Universitaria Konrad Lorenz introacrata.blogspot.com Daniela García García http://lenguaquemada.blogspot.com/

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Editorial Y es hoy aquel mañana de ayer… Machado

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a revista Suma Cultural, haciendo honor a su edición No. 20, quiso abordar un tema que constituye una de las grandes incógnitas intelectuales y académicas y que nos incluye a todos: la Historia. Nuestro interés por el tema se centra en algunas facetas abordadas desde una perspectiva cultural. Se trata de una reflexión compartida alrededor de nuestro quehacer histórico para, sin ambicionar un análisis académico profundo, aproximarse a la tridimensionalidad del tiempo que abarca el pasado, el presente y el futuro que fluyen paralelos e incontenibles. Resulta interesante constatar la resonancia que suscita el término historia. La cantidad y calidad de sus definiciones e interpretaciones, más o menos acertadas, que proliferan en el mundo académico y en el campo público de la intervención cultural sorprende y confunde a veces. Voluminosos archivos y bibliotecas nos dan razón de las facetas de la historia oficial, porque precisamente éste es su oficio: narrar el pasado con carácter de dogma conforme a los pareceres muchas veces particulares y sesgados. Sin embargo, para la gente de la calle estas interpretaciones atiborradas de grandes de esta tierra, todos ellos blancos, masculinos, hermosos… constituyen generalmente un cúmulo tedioso de números, fechas, nombres y lugares y cuyo estudio no deja sino el cansancio. Porque siguiendo al maestro Braudel, la Historia, no es un simple relato de las cosas tal y como realmente acaecieron sino que “la Historia significa vivir la historia”. Es decir, son las vivencias cotidianas, particulares las que dan sentido y posibilitan la comprensión de la historia del presente y por ende de la historia universal y no al contrario. Una historia capaz de involucrar en su construcción al hombre de hoy. Ese hombre que tiene más que ningún otro un agudo sentido de la historicidad y sus problemas reales no son problemas de discurso ni de retórica vacía de sentido. Pero para esto la narrativa histórica tienen que bajar a la plaza pública, cohabitar con la gente del común, transitar por las calles atiborradas para anunciar desde el presente y para el presente. Pues tan sólo de esta manera la historia de lo humano tendrá sentido.

Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 26 de julio de 1875 - Colliure, 22 de febrero de 1939) fue un poeta español, el más joven representante de la Generación del 98.

¿Y entonces qué es la Historia? La tuya, la mía, la del otro… Esta y muchas otras preguntas forman el eje temático de los escritos de las diferentes secciones del número. Recordando siempre que éstas son cuestiones que definitivamente no soportan la respuesta. Tan solo aproximaciones. Porque Clío la musa griega de la historia mira desde lejos… donde nace la memoria…

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“El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.” Gustavo Adolfo Bécquer


Miradas

Imaginar al otro

La historia en clave ficcional

La historia de los olvidados

Lotus Salcedo

Diego Higuera

Daniel Bonilla

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Miradas / Imaginar al otro

Imaginar

al otro

Sólo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos. Carlos Fuentes

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ara algunos imaginar es una vagancia, una pérdida de tiempo, pero para mí resulta la herramienta más eficaz para lidiar con un mundo tedioso, irreflexivo y mugriento. Y no me refiero a irse a paisajes metafísicos a cumplir fantasías sexuales o encontrarse con quimeras y unicornios. Imaginar va mucho más allá de eso. Imaginar, crear, recrear, comprender. Palabras ajenas para muchos, de quienes se podría decir, sufren una discapacidad. Si usted levanta su cabeza y da un vistazo al planeta, verá montañas de cadáveres que se acumulan por cuestiones políticas, religiosas, culturales. Verá a un joven cayendo del techo de un centro comercial porque en su colegio no entendieron que ser homosexual no era una enfermedad. Sentirá cómo miles de ojos le observan de forma punitiva, repugnante. Advertirá cómo a un senador de

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izquierda se le tilda de guerrillero por no estar de acuerdo con la ultraderecha, y cómo a un guerrillero se le trata con respeto por tener el bolsillo repleto de billetes. Oirá montones de voces gritando de un lado a otro, injurias, juicios, dogmas. Le arderán los ojos y no querrá ver más. Ese, señores, es el mundo que no imagina. Al inicio de Viaje a pie (1929), Fernando González afirma que: “En cada época de su vida el individuo tiene tres o cuatro ideas y sentimientos que constituyen su clima espiritual. De ellos, de esos tres o cuatro sentimientos o ideas, provienen sus obras durante esa época” 1. Si eso fuese cierto, podría decir que una de esas ideas que me envuelven por estos días es la de llegar a poseer la capacidad de imaginar a los demás tanto como pueda. Por eso he intentado escribir cuentos narrados por personas de otros sexos, otras ideas, otros vicios, otras

Texto: Lotus Salcedo

Fernando González Ochoa (Envigado, Colombia, 24 de abril de 1895 - ibídem, 16 de febrero de 1964) fue un escritor, filósofo, diplomático y abogado colombiano conocido también como El Brujo de Otraparte Fotografía © Guillermo Angulo (1959)

González, Fernando. (2010). Viaje a pie, pp. 29. Medellín: Universidad EAFIT. (Original impreso en 1929. Paris: Le Livre Libre).

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Miradas / Imaginar al otro


Miradas / Imaginar al otro

vidas. Me apasiona el hecho de poder explorar mundos extraños, de lograr introducirme en el imaginario de algo con lo que no estoy de acuerdo, y más que eso, de comprenderlo. Pero, ¿de qué sirve cualquier valor, cualquier ética, cualquier idea que no pueda ser vivida? No me interesa ninguna filosofía que no sea aplicable a la carne. Por eso, esta idea debe ir más allá de un mero ejercicio artístico. Definamos primero esa discapacidad de la que hablamos, la imaginativa. Hay una palabra que creo no está bien utilizada, y es discriminar, porque se confunde con marginar o segregar. Pero discriminar tiene otro sinónimo: distinguir, como creo deberíamos tomarlo. Y es aquí donde está el primer inconveniente de una persona con discapacidad imaginativa: es incapaz de discriminar (distinguir) a dos sujetos de un mismo grupo, siempre tenderá a generalizar. Por ejemplo, si en este momento me declaro anarquista, y usted, sin conocer nada más de mis ideas, entiende que soy un muchacho que sale a marchas a destruir y saquear negocios, usted sufre de discapacidad imaginativa, ya que sin conocer qué implica la condición de anarquista en mí, asigna características que no necesariamente debo tener. En el mismo sentido, ¿si alguien es religioso debe rechazar a quienes no lo sean; si es pobre debe ser inculto y grosero; si es de clase alta debe ser pedante y elitista; si alguien está en desacuerdo conmigo, está mal? La respuesta es: No. Pero estas personas en realidad no se dan cuenta de ello, porque en oposición al proceso de discriminación, se presenta el de generalización, que es cuando agrupamos cosas con características parecidas en grandes categorías, rótulos. Esta es la salida más fácil de recordar las cosas, por eso la usan, porque es demasiado complejo tener que dividir esas categorías

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cada vez más, hasta llegar incluso a eliminarlas y entender a las personas como individuos, como casos únicos y diferentes entre sí, así dos de ellos se parezcan demasiado. Cuantas más diferencias encontremos entre una persona y sus iguales, más cercano va a ser aquel que imaginamos de aquel que tenemos en frente. Después de desarrollar la capacidad de identificar y diferenciar lo que hace a cada persona individuo, el siguiente paso es el de entenderlo. Y cuidado acá, entenderlo no quiere decir volverme como él o darle la razón, eso es algo que muchos no son capaces de asimilar, es un temor que los invade. Por eso preferimos ser tercos en nuestros errores que aplaudir un acierto ajeno. Cuando se estaba discutiendo el derecho o no al matrimonio gay, recuerdo que una persona muy seriamente me pregunto que si no me daba miedo que al apoyar esta iniciativa desaparecieran las familias, y agregó que si hubiera habido matrimonio gay en otra época, yo no habría nacido. Y su pregunta no me extrañó, porque Colombia es el país de lo absurdo, donde es imposible comprender lo simple. Si quiere casarse con una persona de su mismo

“Si imagino de forma distorsionada a alguien, ese otro a su vez empezará a imaginarme de formas horrendas e iniciaremos una escalada de agresiones y malentendidos que parecerá nunca acabar...”

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Miradas / Imaginar al otro

sexo, hágalo; si no quiere, no lo haga. Simple. Pero no, aquí creen que si se casan dos personas del mismo género, desaparecemos los heterosexuales. Absurdo. Y no crea que es un ataque a un país, fácilmente podría cambiarlo al suyo, este tipo de discapacidades no hace diferencia entre naciones. Hace falta generar empatía, entendida no como habilidad para caerle bien a todo el mundo, sino como lo que es, la capacidad para poder ponerse en el lugar del otro, no desde mi punto de vista, sino desde el de esa persona. Un doble ejercicio de imaginación, si se da cuenta. Pregúntese, ¿es usted capaz de abandonar por un instante su forma de ver el mundo para poder entender al otro; aquello que lo lleva a comportarse como lo hace; lo que llega a sufrir, a disfrutar; lo que lo apasiona, lo conmueve, lo indigna; aquello que simplemente lo hace él? No me extraña que la mayoría responda que sí, aunque sepamos que son muy pocos los que llegan a ese punto. Porque todo

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el mundo se cree bueno, y en cierta medida, lo es. Me he dado cuenta que en la mayoría de los casos, nadie actúa mal, nadie quiere ser un villano. Todos actúan bien, desde su punto de vista, y aquellos conceptos de bondad y culpa terminan siendo artificios subjetivos para justificar. Y ese, es el problema. Tenemos una perspectiva del mundo tan diminuta que somos incapaces de darnos cuenta de las implicaciones que tiene nuestra corta imaginación en la de los demás, y que por una especie de efecto dominó, cualquier error que cometamos por desconocimiento del otro, terminará afectándonos a nosotros mismos en algún punto. ¿Por qué digo que terminaremos afectados? Porque por más solitarios que nos guste ser, no podemos desligarnos de la interdependencia, de nuestra condición de animales sociales. La forma más simple de explicarlo, es que si imagino de forma distorsionada a alguien, ese otro a su vez empezará a imaginarme de formas horrendas e iniciaremos una escalada de agresiones y malentendidos que parecerá nunca acabar. ¿Y qué pasa si de aquí a un par de años no son los otros los segregados sino yo? A algunas personas les desconcierta concebir a un heterosexual que luche por el derecho de otros a tener sexo y/o género distinto, un anarquista que promueva y defienda valores democráticos, un científico empírico-

“Si quiere casarse con una persona de su mismo sexo, hágalo; si no quiere, no lo haga. Simple. Pero no, aquí creen que si se casan dos personas del mismo género, desaparecemos los heterosexuales...”

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Miradas / Imaginar al otro

analítico que ame lo absurdo e ilógico del arte y la literatura. ¿Qué, nadie aprendió de Voltaire? No creo que sea incoherente defender el derecho de los otros a ser distintos, porque algún día puede tocarme el turno a mí y me gustaría que pudieran imaginarme y respetarme por igual. La mejor forma de educar a los demás, es el ejemplo. Por eso hay que pasar a la acción, porque de nada nos sirve sólo imaginar. Quien imagina y no actúa, es como quien se muere de hambre teniendo la alacena llena porque no cocina. Nada mejor que expresarse con el lenguaje de la carne, no sólo en papeles, sino en el constante interactuar con el mundo. Porque hablar de estos temas resulta ser muy bonito, y si lo hacen frente a los demás se verán grandes, respetables, admirables. Pura basura. Si lo que se lee, dice, y piensa, no sirve para nada, si no se lleva a cabo, vale tanto como intentar adornar con confeti un trozo de mierda. Porque he visto muchos que pregonan la igualdad, el respeto, la tolerancia, pero no son capaces de compartir el puesto del bus con un travesti, o estrechar la mano de un habitante de calle, o darle la razón a alguien con quien están discutiendo. Tan fácil ser bello de labios para fuera y tan difícil ser coherente por un instante pequeño. Y el lector se preguntará, ¿qué hace falta para evitar tal discapacidad, para llegar a imaginar al otro? Conocer y hacer, no hay de otra. Como decía Miguel de Unamuno, “el fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando”. Desarrollando la capacidad de adentrarnos en otros mundos cada vez más. Acercándose al otro, entendiendo las diferencias y la diversidad como un hermoso collage. Por eso el arte resulta la herramienta ideal. Darse a lo desconocido e interesarse por lo que en apariencia no importa. ¡Todo importa! Hasta la partícula más diminuta puede decirme los secretos más grandes,

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porque el entendimiento y la estética no están en normas establecidas, están en los ojos de quien observa. De ahí la obsesión, y casi que adicción, de algunos por devorar cuanto libro, cuanta exposición de arte, cuanta charla encuentren, de no conocer gente, de entender individuos. Así digan que dar nuestro tiempo a leer y escribir en cantidad es desperdiciarlo, así les parezca absurdo que nos paremos frente a una escultura a reír de felicidad, así no se entienda que seamos capaces de, al mismo tiempo, discrepar y dar la razón a alguien. Así nunca terminemos nuestra meta y no saciemos nuestra sed, así la lista de libros por leer y personas por conocer quede inconclusa. Esta es nuestra marcha, no acumulamos conocimiento, derribamos barreras. Haga el ejercicio. Por ejemplo, considero que si puedo de imaginar un caballo galopando sobre un tomate como proponía Breton, soy capaz de imaginar mejor a una persona que resultaba inconcebible para mí; que si puedo crear nuevos mundos sobre el papel, soy capaz de entender los que ya existen sobre la carne; que introducirse en el arte genera la capacidad de expandir los horizontes de nuestra forma de ver el mundo y leer la periferia; que conocer gente nueva y distinta es enriquecerse un poco. Que incluso los que no tienen esta capacidad, pueden llegar a adquirirla. Entréguese a lo nuevo y no ponga límites a su capacidad de entender el mundo, porque a fin de cuentas Carlos Fuentes tenía razón: “Sólo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos”. Y dañar al otro es una forma indirecta de dañarse a sí mismo, de no imaginarse más allá del propio cascarón. No se trata de quién tira la piedra primero, se trata de no andar con piedras en la mano, porque, ¿qué necesidad hay de agredir lo que se comprende? Se trata de ser libres en compañía del mundo, se trata de imaginar al otro.

Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao, 29 de septiembre de 1864 Salamanca, 31 de diciembre de 1936) “El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando...”

Carlos Fuentes Macías (Panamá, 11 de noviembre de 1928 - México, D. F., 15 de mayo de 2012 “Sólo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos...”

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Miradas / Imaginar al otro

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Miradas / La historia en clave ficcional

La historia

en clave ficcional

“Estaba de moda hace algún tiempo –y quizá aún lo esté– escribir bajo el título de las novelas: Una historia verdadera. Se trata de un pequeño e inocente engaño. Pero lo que ya no es tan inocente es que en algunos de los libros de historia más recientes se omitan las palabras: Una novela.” Lichtenberg

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ada más pretensioso que la Historia; la pomposidad de sus fechas, la precisión rigurosa de las pruebas que la avalan, o la tenacidad misma con que el historiador escudriña en el pasado, ese pasado que para él, resulta poco más que un rompecabezas, cuyo sentido cabal depende de las piezas diseminadas por doquier, a espera de ser descubiertas por una mente atenta. Diríase que se trata de una variante muy especial de zoólogo, a quien toca diseccionar una bestia única: el tiempo. De suerte que, como cualquier otro científico, algo le obsesiona. Digo, pues, que la Historia, y el historiador por consiguiente, adolece de cierto afán positivista; nada más ofensivo para ella, que se la tome como a la Literatura, 20

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o la Poesía. ¡No, señor, que sus metas son bien distintas a las de entretener o enternecer al lector! Para la Historia, la idea de verdad, o autenticidad, pesa demasiado; es incapaz de ir más lejos, justamente porque semejante fardo le impide hacerlo. Tanta solemnidad acaba por postrarla, eso parece; sus pretensiones de autenticidad le pasan factura y, al final, la Historia acaba presa de su propia historia. ¿Qué significa esto? Es menester, pues, remontarnos unos cuantos siglos atrás para comprender el alcance de este razonamiento; vayamos a los albores de Occidente para indagar un poco en el pasado de la Historia. Los Nueve libros de la historia, de Herodoto, suelen tomarse como punto

Texto: Diego Higuera

Heródoto de Halicarnaso, historiador y geógrafo griego que vivió entre el 484 y el 425 a. C.

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Miradas / La historia en clave ficcional

de partida para quienes estudian el pasado de nuestra civilización; se trata de los primeros registros auténticos sobre los orígenes de Grecia, aunque eso sí, escritos con toda la pompa de un poeta. Si pensamos en la invocación a Clío que hace Herodoto, antes de dar comienzo a su narración, de inmediato, vienen a nuestra mente los insignes llamados de Homero en sus poemas épicos. Y es que tanto el historiador, como el bardo ciego, se confían a la divinidad para cantar las grandes gestas de sus padres. Así, pues, Herodoto no tiene ningún reparo en poetizar el pasado, de festonearlo con todo tipo de artificios, tal como los vates lo hacen con la poesía. Genealogías, a la manera de Hesíodo, y detalles en las batallas, amenizan la narración del considerado por muchos padre de la Historia. Para entonces nada ni nadie cuestionaba la autenticidad del relato de Herodoto, sin importar cuánto hiciera él para dar mayor impacto a su narración. Poesía e Historia se entremezclaban armoniosamente, sin escándalos de ninguna índole. Pero esta hermosa relación no iba a durar mucho: la pretensión de realidad acabaría separándolas por un buen tramo de siglos. Con los años, la Historia iría despojándose de las galas poéticas, para cubrirse con los desastrados ropajes de la Verdad, mientras la Poesía vagaba en los vaporosos reinos de la ficción. Tras Herodoto, vendría otro gran historiador, con un nuevo método incluido: Tucídides. La guerra del Peloponeso significa para muchos expertos el verdadero punto de partida para la Historia. Narrada a la manera de un diario, Tucídides da cuenta de sus experiencias en combate; su punto de vista es el de un hombre abandonado a sus percepciones, en lugar de ser el mero portavoz de las Musas. Los dioses han callado, el hombre lanza su grito

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de batalla. En adelante, la Historia sería cosa de los hombres, sin mediación alguna de la divinidad. Todo estaba listo para que irrumpiera Tácito, con la historia de los césares y la Roma decadente. De suerte que la Historia se separaba más de la Poesía, aunque sólo en apariencia. Con Tácito, asistimos al nacimiento del historiador reflexivo, ingenioso y preciso; su concisión en el uso de la palabra lo hace célebre, mientras la agudeza de sus pensamientos le vale la gloria póstuma. Pero su aspecto más atractivo radica en sus personajes. ¡Sí, sus personajes! Tácito es uno de los mejores creadores de caracteres en el mundo de la Literatura Clásica. Sus césares gozan de un atractivo pocas veces tan bien conseguido por escritor alguno; ni Jenofonte, ni Plutarco, y aún por encima de grandes poetas, este historiador hace de su obra un delicioso y finísimo entremés para quienes gustan de fisgonear en el pasado. En otras palabras, con Tácito se pone en evidencia el origen de la Historia, más entrelazado con la ficción poética que con la verdad positivista. Más adelante, en pleno siglo XX, la Historia se pondría en jaque; cargar sobre sus hombros con el peso de la verdad, es demasiado, aún para ella; desacreditada en todo momento por ofrecer visiones sesgadas de la realidad, como si alguien pudiera ofrecer otra cosa, se la persiguió como a quien se descubre en flagrante delito. Las críticas corrosivas no se hicieron esperar: que se trata de la versión del ganador; que los historiadores no pueden prescindir de sus gustos particulares cuando hablan del pasado; inclusive, se dijo entonces que su razón de ser obedecía a un impulso nuestro por creer en un destino: organizar el pasado mediante inexplicables leyes de la causalidad, sugería la idea de orden, de un derrotero preciso. Aunada con

Tucídides, c. 460 a. C. - Tracia, c. ¿396 a. C. fue un historiador y militar ateniense. Su obra Historia de la Guerra del Peloponeso recuenta la historia de la guerra del siglo V a. C. entre Esparta y Atenas hasta el año 411 a. C.

Cornelio Tácito, historiador, senador, cónsul y gobernador del Imperio romano.

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Miradas / La historia en clave ficcional

la idea de Progreso, la Historia se tomaba como la Gran Narración de la Humanidad. ¡Cuántas ficciones! Toda esa responsabilidad no podía dejar de lastimarla y ponerla al descubierto. Con Borges, las pretensiones de la Historia se vienen al piso; el escritor argentino la relativiza, la usa para crear sus ficciones. Escéptico por excelencia, Borges hace de ella literatura: la despoja de sus falsas pretensiones de verdad, le recuerda, con humor e ironía, sus orígenes. De ese modo, Borges pone en el mismo plano Literatura e Historia, como lo hiciera Herodoto en su momento. Esto sólo sería el principio de una tendencia: distintos y muy diversos escritores de todas las latitudes harían algo parecido, y aún irían más lejos. En Colombia, vale la pena destacar dos sucesos importantes a este respecto. El primero de ellos se debe al escritor santandereano Gómez Valderrama. Epígono de Borges, con él, la Historia y la Literatura no sólo están al mismo nivel, sino que, además, dependen una de la otra. Gómez Valderrama usa la ficción para llenar los vacíos de la Historia; se complace en imaginar versiones maravillosas que entroncan ingeniosamente con los grandes sucesos históricos. Así, imagina cómo Hoffmann pasa sus días viendo a través de una ventana el trascurrir monótono de la vida; cómo un marinero se masturba pensando en una prostituta antes de descubrir América; cómo Andrés Bello idea una gramática española; cómo Bolívar se refocila con Manuelita Sáenz ante la mirada perpleja de un loro longevo. Para él, la ficción es otra manera de contar la Historia. El otro suceso importante lo protagoniza García Márquez. Su obra El general en su laberinto suscitó tal revuelo en Colombia que más debió su éxito a la polémica que a la belleza de su

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composición. El Nobel colombiano nos presenta la imagen de un libertador completamente diferente a la canónica: Bolívar pasa de ser un héroe de mármol, a un hombre débil y consumido por las pasiones, dubitativo y hasta medroso. No era para menos, contar la Historia desde una perspectiva distinta suele provocar estos sismas entre las versiones oficiales. Pero el ejercicio estaba hecho; de nuevo, la ficción emparentaba con la Historia; de nuevo, se ponía en entredicho la verdad de la Historia. Y entonces, ¿qué pasa con la Historia? ¿Se trata de una vertiente más de la Literatura? ¿Qué pasa con su autenticidad? ¿Debemos proscribirla por no ser fiel a los hechos? No hay que ir tan lejos. Primero, porque no se puede exigir la verdad en términos absolutos, a nada ni a nadie. Se pasaría uno la vida de aquí para allá buscando algo que, quizá, no esté en ninguna parte. A la Historia hay que tomarla por lo que puede llegar a ser: una iniciativa por organizar nuestra vida, en este caso el pasado, pero no con la pretensión insulsa de evitar los errores del futuro, que está comprobado que hemos de chocar más de dos veces con la misma piedra, sino con el afán por entender nuestra conducta, como individuo y como colectivo. Lejos de nosotros cualquier pretensión megalómana de la Historia por pasar a considerarse un hecho real; no, que eso quede en el pasado, sólo necesitamos de ella para comprendernos un poco más, tarea ardua que parece no tener fin. En cuanto a si hace parte de la Literatura, esto es, de la ficción, eso poco o nada importa, que en últimas, sólo cuenta la sensación que nos deja una obra histórica o literaria. Uno no queda menos perplejo o fascinado con la primera guerra mundial si lo lee en

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 Ginebra, 14 de junio de 1986), fue un escritor argentino y uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas.

Pedro Gómez Valderrama (Bucaramanga, 13 de febrero de 1923 - Bogotá, 7 de mayo de 1992). Escritor y diplomático colombiano. Cursó estudios de Derecho y Ciencias Políticas en Bogotá, Londres y París. Se destacó en el campo cultural con acontecimientos como la fundación de la revista literaria Mito, en 1955.

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La montaña mágica, o si lo hace en cualquier libro de historia. Que ambas cuentan un destino, nadie puede negarlo, que ambas lo cuentan de forma diferente, allá cada quién con sus lecturas. La Historia, como la Literatura, o como cualquier otro constructo humano, no merece más crédito por ser más fiel a los acontecimientos, sino por descubrirnos al desnudo, a nosotros, frágiles criaturas llenas de miedos y de dudas, de mostrarnos con todas nuestras falencias, pero también con todas nuestras fortalezas; puedes no gustar de la religión, por ejemplo, pero no puedes pasar por alto que alguien que reza fervorosamente luce mucho más fuerte que quien marcha

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a la deriva, sin ilusión alguna. Así, pues, la Historia, desprovista de sus falsas pretensiones, se reduce a un acto de fe, como cualquiera de nuestras ciencias. Nos sirve para conocer el mundo, como la biología o la física, más allá de las certezas que cada una ofrezca, pero, sobre todo, nos sirve para cifrar nuestra identidad, cualquiera sea la cosa que se entienda por eso. Y qué si se detracta a sí misma todo el tiempo, qué si sólo ofrece certezas pasajeras, qué importa si sólo se trata de Literatura; qué importa si se comporta como un perro loco que intenta morderse la cola, no por eso deja de ser graciosa y no por eso deja de recordarnos a nosotros mismos: contradictorios hasta los tuétanos.

Gabriel García Márquez (Aracataca, 6 de marzo de 1927nota 1 -México, D. F., 17 de abril de 20142 ), escritor, novelista, cuentista, guionista, editor y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura.

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Miradas / La historia de los olvidados

La historia

de los olvidados

“Somos los hijos medianos de Dios, sin un lugar especial en la historia y sin ser merecedores de especial atención” Chuck Palahniuk

Texto: Daniel Bonilla

H

a de ser sencillo recordar todas las cosas que se han visto en el colegio o en la universidad, incluso en el transcurso de la vida… Bueno, no es fácil y mucho menos recordar a esos sujetos ocultos en las diferentes expresiones de conocimiento humano, ya sea en la ciencia o en el arte. Entonces, es necesario identificar a los seres que se han ocultado dócilmente durante mucho tiempo en la memoria de los diferentes consumidores de información. En primer lugar, me gustaría acercarme a la literatura y hacerle caer en cuenta a la lectora o el lector que han sido estafados, que aquellas cosas que han leído de los grandes de la literatura ha sido otra ficción, una producción en ocasiones análoga del original y es tan grande la estafa que ni siquiera nos hemos detenido a pensar y seguimos perpetuándola. A menos claro que alguien haya leído por ejemplo: Las

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de Macedonio, perpetuándose incansablemente a partir de una alteración en la traducción de un cuento de Poe genera una vuelta de tuerca en los siguientes productos de la máquina, en las siguientes traducciones y porque no en la obra completa del artefacto. Podríamos forzar acá una suerte de paralelo entre la autonomía de la máquina y las traducciones de los diferentes pensadores en otros idiomas que han influido el ejercicio académico e intelectual en el país. ¿Hasta qué punto reconocemos que lo que ha sido traducido de los poetas malditos ha sido su obra? aunque en este texto no vamos a discutir con los traductores, porque entablar una escaramuza con Octavio Paz, no es el objetivo y por el momento es preferible dejarlo en el tintero. El problema no es con la traducción, sino con el(la) traductor(a), ese personaje que se encuentra entre las letras y los significados, y por el cual es posible leer los grandes de la literatura en nuestro idioma, lo curioso es que nunca hacemos referencia a él(la). En ocasiones en los salones de clase nos encontramos con algunas creaturas que tienden a exponer sus ideas citando la mayor cantidad de autores posibles, pongamos un ejemplo: para poder saludar a la

Gustave Flaubert (Ruan, Alta Normandía, 12 de diciembre de 1821 – Croisset, Baja Normandía, 8 de mayo de 1880). Escritor francés, considerado uno de los mejores novelistas occidentales y es conocido principalmente por su primera novela publicada, Madame Bovary.

“...por ejemplo con Shakespeare, porque en un país como Colombia es muy difícil que en la actualidad las personas lean a este dramaturgo en su idioma original, en cambio si es probable que lo lean en papel periódico con una traducción fusilada y con errores de ortografía por todas partes.”

freepick.com - Carlo Lazzeri

desventuras del joven Werther de Goethe, Moby-Dick de Herman Melville, Ana Karénina de Leon Tolstoi, Madame Bovary de Gustav Flaubert, o el Viaje al oeste de Anónimo, en su idioma original; si este es el caso por favor desista de leer el texto, en cambio si no se ha leído alguno de estos clásicos en su lengua materna continúe, ya que en la mayoría de los casos estamos ignorando una verdad implícita en el ejercicio de la lectura, ya que aquellos escritores de diferentes idiomas al español son traducidos evidentemente, y con esta traducción estamos frente a una dificultad de correlación literaria. Cuando uno traduce ha de enfrentarse a una serie de dificultades, me imagino una especie de odisea con la selección de las palabras, con el uso de la puntuación, la construcción de las frases, de proporciones Homéricas o preferiblemente Bloomsianas. Este fenómeno se da en todos los géneros literarios, por ejemplo con Shakespeare, porque en un país como Colombia es muy difícil que en la actualidad las personas lean a este dramaturgo en su idioma original, en cambio si es probable que lo lean en papel periódico con una traducción fusilada y con errores de ortografía por todas partes. Por supuesto que hay que escribir sobre literatura, y es en este momento donde nos podemos imaginar el poder que tienen estos actores periféricos con la siguiente idea, a propósito de la novela La ciudad ausente de Ricardo Piglia en donde existe una suerte de máquina traductora que va construyendo poco a poco una obra autónoma, extensa y tal vez caótica con solo haber empezado a traducir algunas pequeñas piezas de literatura, comienza a insinuar algunas variaciones y alternativas hasta el punto de convertirse en una obra propia, una ópera prima de la máquina

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persona que está leyendo este texto tengo que hacer un recorrido por Simone de Beauvoir, criticarla con Albert Camus, establecer otro punto de partida con un verso de Emily Dickinson, hacerle un comentario con Edgar Allan Poe, emparentarlo con un verso de Sor Juana Ines de la Cruz para terminar citando un aforismo de Georg Lichtenberg claro sin conocer a excepción del español otro idioma con entereza. Pero bueno, retomemos el hilo, recordando un cuento de un escritor Húngaro: Densö Kosztolányi, que tiene como personaje un traductor, Gallus un excelente traductor, que por virtud y oficio roba artefactos, dinero y objetos valiosos, el personaje es narrado como un enfermo, tiene una cleptomanía literaria, lo cual puede funcionar como una hipérbole de las y los traductores en general. Entonces, aparte de que nos roban de manera implícita, no se les da el reconocimiento que se merecen por sus traducciones. Para ser sincero, hace muy poco empecé a preocuparme por esto, y no les he dado las gracias a muchas personas por haber tenido la posibilidad de leer autores de diferentes lugares e idiomas, haciéndolos pasar por miembros de la lengua española. Sería bueno recordar un libro de Italo Calvino: Si una noche de invierno un viajero, que puede también hacer una suerte de metáfora con el desarrollo del lenguaje, en algunas de las partes de la novela, el personaje (que podría ser usted) se da cuenta que está leyendo a otro autor y no a Calvino y es tan interesante la otra novela que deja atrás a Calvino para dedicarse a la otra novela, mientras la novela comienza a cambiar progresivamente y propone un juego literario de intercambio estilístico y de reconocimiento del autor, aquí lo relacionaremos como el riesgo que se tiene a veces de que el texto dentro

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de la caratula del libro no sea el que se quiere leer. De hecho, cabe la posibilidad de que el(la) traductor(a) sea mejor que el propio texto, a propósito Kosztolányi y su Gallus el traductor, y de una anécdota de Jorge Luis Borges niño, que si no me falla la memoria, la primera vez que leyó el Quijote lo hizo en ingles y cuando leyó el Quijote en español y luego de terminar la lectura pensó que era una muy buena traducción del inglés al castellano. Si en la literatura olvidamos a los traductores, en el cine no nos quedamos atrás, vamos a poner un ejemplo, Recordemos a Titanic, y quizás (si ya la vio) recordará a Leonardo DiCaprio con Kate Winslet en la proa sosteniéndose románticamente y dejándose llevar por la juventud y la libertad, y dirá qué escena tan hermosa, quizás resumirá gran parte de la película y quizás diremos qué buenos actores. Probemos con otra película: Donnie Darko y recordemos una escena en donde el actor Jake Gyllenhaal se encuentra de frente con Frank y se podría decir bueno, quizás yo lo hubiera podido haber hecho mejor, pero qué buena escena, genera tensión psicológica. Probemos con una película Colombiana: Apaporis y decimos quizás increíbles las escenas que eligió el director para destacar la majestuosidad Amazónica o mejor intentemos con una película oriental Las estaciones de la vida, Surcoreana, y diremos maravillosa la trama que plantea la película, que complejidad y que simplicidad, excelente director. Muy bien, lo anterior sucede en el caso más amable, en el caso en que nos interese el cine, y si acaso de vez en cuando frecuentemos una sala, o compremos películas piratas. Pero nuestro comentario sobre esta pieza es quizás diminuto, quizás falta al respeto de la obra misma, porque a pesar de

William Shakespeare (Stratford, Reino Unido, 26 de abril de 1564 - 23 de abril de 1616). Dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como el Bardo de Avon (o simplemente El Bardo), Shakespeare es considerado el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal.

“Recordando un cuento de un escritor Húngaro: Densö Kosztolányi, que tiene como personaje un traductor, Gallus un excelente traductor, que por virtud y oficio roba artefactos, dinero y objetos valiosos, el personaje es narrado como un enfermo, tiene una cleptomanía literaria...”

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que cotidianamente reconozcamos a los actores de cada una de las películas, que los sigamos como en una procesión de película en película, he escuchado que pasaba con Humphret Bogart y actualmente con Johnny Depp, y en el mejor de los casos también sigamos los trabajos de algunos directores famosos, por ejemplo: Andréi Tarkovski o Emir Kusturica, se nos olvida la cantidad de personas que están detrás de un largometraje, los diferentes puestos y responsabilidades que cumplen dentro de la película, no recuerdo haber escuchado un comentario donde resalten a los extras, o hablen de la directora de fotografía. Estos puestos, a pesar de salir en letras al final de la película, no son reconocidos de manera adecuada y quizás como en el caso de los traductores los dejemos al margen de la pieza artística. Un ejemplo clave, ineludible para la mayoría de nosotras1 que jamás hemos pensando ni en una película de Hollywood, ni en un documental o una película independiente el reconocimiento o visibilización de las y los camarógrafos, o asistentes de cámara entre otros, bueno, salen en las letras al final de la película pero que todas sabemos que jamás nos quedamos a leerlas, ni siquiera les prestamos atención solo esperamos que salga la gente, a veces hablando entre las y los comensales de la sala si la actriz estuvo bien o el actor fue convincente, pero no creo que con celo y seguridad usted o yo, nos quedemos y observemos los créditos y aún más reconozcamos el papel de esos seres olvidados. Continuemos, e intentemos ajustarnos a la música, eso que suena en Youtube, en la radio o en el celular y bueno ¿Alguna vez le han preguntado si le gusta la música clásica? Sí, una responde, he escuchado a Johann 1

freepick.com - Alek von Felkerzam

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Sebastián Bach, Niccolò Paganini o Giussepe Tartini, incluso a Beethoven, increíble, sé mucho de música clásica, lo curioso acá es que una no habla de las reproducciones musicales, del montaje de diferentes orquestas del mundo y es muy raro que alguien relacione a los clásicos de la música con estos olvidados que los interpretan, nunca hemos escuchado a Vivaldi pero las cuatro estaciones es una de las piezas que más nos gustan, y de hecho no sabemos o por lo menos en una conversación cotidiana no manifestamos si nos gusta la filarmónica de Berlín, o la orquesta real del Concertgebouw, pero no le reconocemos en el momento de hablar de alguna muestra particular

“Recordando un cuento de un escritor Húngaro: Densö Kosztolányi, que tiene como personaje un traductor, Gallus un excelente traductor, que por virtud y oficio roba artefactos, dinero y objetos valiosos, el personaje es narrado como un enfermo, tiene una cleptomanía literaria...”

Sí, supedito el género masculino, otra característica olvidada en el lenguaje porque se nos ha olvidado que el género femenino también merece un espacio en el discurso. ¿qué? ¿Tiene algo de malo? ¿Cuánto tiempo lo han hecho ellas?

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por lo menos más accionistas en el mercado del arte. Los cuales, si reciben su pago pero no su legitimidad y reconocimiento en la sociedad por sus aportes a los grandes. Entonces, estos olvidados, estos seres que son apenas percibidos como agentes periféricos dentro de las obras artísticas, no son más que el reflejo de una historia de solipsismo, donde el nombre famoso es el que prima, donde se nos olvidan los créditos y méritos que conlleva interpretar una pieza musical o ayudar a construir un edificio, y los dejamos ahí al margen de la historia, alternos y apartados de

“...lo preocupante específicamente es que los arquitectos dan las pautas para el edificio pero son los constructores, los rusos si me permiten el colombianismo, que se encargan de la construcción, son estos seres invisibles, imaginarios, los que desarrollan la construcción y a los que se les olvida implacablemente.”

freepick.com - Patrick Hajzler

o una reproducción de una pieza del Romanticismo o del Barroco. El más preocupante es la arquitectura, esos monumentos que se yerguen en las ciudades, con sus geometrías, sus alturas, sus materiales y sus ángulos, y que hacen parte de la memoria colectiva de los habitantes. Si el edificio fue un éxito el nombre de la arquitecta o el arquitecto sale a la posteridad, por ejemplo las torres del parque de Rogelio Salmona, si no… pues nadie pregunta, es un cúmulo de materiales que se coloca ahí y afecta el entorno y el hábitat pero generalmente a nadie le interesa, hasta este momento no sé quien fue el que desarrolló las estaciones y portales de Transmilenio en Bogotá. Cuesta un poco imaginar que salga a la posteridad como un proyecto de arquitectura exitoso. Pero eso no es lo preocupante, lo preocupante específicamente es que los arquitectos dan las pautas para el edificio pero son los constructores, los rusos si me permiten el colombianismo, que se encargan de la construcción, son estos seres invisibles, imaginarios, los que desarrollan la construcción y a los que se les olvida implacablemente. No recuerdo, que nunca, se hablara de las personas que ayudan a construir y proyectar las diferentes estructuras en la arquitectura, y que con su esfuerzo se lograra la intervención vanagloriada y la que hace famoso al arquitecto, pues no me imagino a Antoni Gaudí mezclando los aditamentos en el parque Güell o Frank Lloyd Wright echando pala en el Complejo Taliesin West o en el Solomon R. . Intente transitar hacia la periferia, para poder reconocer a todas y todos los que influyen en el ejercicio del arte y el conocimiento, porque es importante reconocer que hay más personas influyendo en el ejercicio de la intelectualidad, en la consagración de una obra de arte o literaria, o

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freepick.com - Brandon Keim

la magnitud de sus logros, a la sombra del gran autor o del genio de las y los grandes de las diferentes disciplinas. Y se nos escapan muchos ejemplos, muchas posibilidades en el arte, la literatura y la ciencia, inclusive sin advertirlo cometemos errores por el hábito que tenemos diariamente, el hábito de no reconocer al otro, de no rescatar su alteridad, de ajustar el lenguaje a un mecanismo uniforme como el género, a no incluir la diversidad en nuestro lenguaje, por ejemplo en el nombre de este escrito, sería más pertinente la historia de las y los olvidados, pero son ejemplos que no dejan de sorprender dentro del ejercicio literario. Consolidar y cometer los mismos errores, los mismos crímenes y engaños que estamos acostumbrados a denunciar. Finalmente, la propuesta es ahondar en las profundidades del arte

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y el conocimiento, reconocer el papel fundamental de una o un traductor en el desarrollo de una obra, reconocer al (la) traductor(a) de Foucault, Nieztche, Dostoyevski, Marx, Bourdieu, porque solamente estamos acercándonos a una parte quizás análoga de estos autores de diferentes lenguajes. Y reconocerlos como por ejemplo a Julio Cortázar quien ha sido uno de los mejores traductores de Allan Poe. Además de ser un peso pesado de la literatura por su obra y su estilo con las letras. Porque la historia de estos olvidados solo será posible narrarla cuando nosotras y nosotros en el ejercicio de acércanos y consumir arte o conocimiento reconozcamos el papel fundamental de esos actores periféricos, holográficos que han permitido con su esfuerzo construir, reproducir y a acceder a otros sonidos, formas y lenguajes.

El museo Guggenheim de Nueva York es el primero de los museos creados por la Fundación Solomon R. Guggenheim, dedicada al arte moderno. Fue fundado en 1937 en Upper East Side, NY. Es el más conocido de todos los museos de la fundación con el Museo Guggenheim de Bilbao, y muchas veces es llamado simplemente “El Guggenheim”. En 1959 se mudó al lugar donde se encuentra ahora (la esquina de la calle 89 y la 5ª Avenida, frente a Central Park), cuando se completó el edificio diseñado por el arquitecto Frank Lloyd Wright.

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“Hay gente en ocasiones que deseas que fuera un libro, para así poder cerrarla con un sonoro y seco golpe de la mano, sin marcar la página, y devolverla luego para siempre al lugar en que por derecho corresponde: los mustios anaqueles de una rancia biblioteca.” Roger Wolfe


Anaquel

El libro รกlbum

Furia de vatios

Rosita Catalina Isaza Cantor

Luis Ernesto Rozo

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Anaquel / El libro-álbum

Breve historia

del libro-álbum

Transitando por la “civilización de la imagen”: en busca de nuevas formas de leer el mundo

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Texto: Rosita Catalina Isaza Cantor Foto: www.freeimages.com

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Anaquel / El libro-álbum

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on diversas las historias que nos atraviesan y que nos transforman. Diversos los medios mediante los cuales nos vamos formando como seres, como actores de nuestra cultura y, en el caso que hoy nos ocupa, específicamente como lectores. De una historia particular hablaremos hoy: la del libroálbum. Transitaremos los pasos que preconizaron su forma actual y veremos, además, la importancia y el valor que tiene en la formación de lectores y como se interpreta nuestra realidad hoy en día. Se trata de un tipo de libro cuyos orígenes más primitivos se remontan a tiempos inmemoriales pero que, desde hace algunas décadas, se ha convertido en parte indispensable y fundamental de las bibliotecas de los más pequeños y de las bibliotecas escolares, así como de los estantes de las principales librerías. Los libros en los que la imagen tiene un papel preponderante han servido para construir los imaginarios de los lectores de estas últimas décadas y para formarnos como lectores no sólo literarios, sino del mundo mismo, de nuestra cotidianidad. Ya Ítalo Calvino en los años ochenta del siglo XX nos hacía ver que cada vez estamos más cercanos a lo que él llama la “civilización de la imagen”, lo cual se hace evidente en la actualidad, pues desde todos los puntos nos encontramos con una enorme cantidad de material e información visual: la televisión, la publicidad en las calles, el cine, los cómics, los video juegos, entre tantos otros que existen y que nacen día a día a una velocidad vertiginosa. La imagen viene adquiriendo desde hace décadas un papel de vital importancia en la formación de los seres que habitamos el mundo y en la forma como nos relacionamos con él. Tal vez por esta razón la consolidación del libro-álbum en tanto que género—o subgénero, como muchos suelen afirmar— es de enorme importancia en la

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formación lectora y estética de los niños y jóvenes, es un fenómeno que se instala con mayor fuerza a medida que pasan los años. Ya no podemos decir, como lo hubiéramos hecho una o dos décadas atrás, que sea un fenómeno reciente; es, más bien, un fenómeno creciente. Y es que el camino recorrido por las imágenes al lado de los textos para llegar a lo que actualmente conocemos como libro-álbum, tiene su origen, como ya mencionábamos, en tiempos inmemoriales. Remitiéndonos un poco a la historia de este tipo de libro (y de la civilización en general), es posible darse cuenta que la imagen acompaña al hombre desde el principio de los tiempos y que, incluso, fue una de las primeras formas de consignación de hechos e historias que éste tuvo antes de la escritura. Y es que para percibir una imagen —al menos en un instante inicial y sin buscar ningún tipo de significado más allá de lo meramente referencial en ella—, no se necesita de una gran elaboración de tipo intelectual, pues se encuentra inmediatamente relacionada con uno de

Se trata de un tipo de libro cuyos orígenes más primitivos se remontan a tiempos inmemoriales pero que, desde hace algunas décadas, se ha convertido en parte indispensable y fundamental de las bibliotecas de los más pequeños y de las bibliotecas escolares

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Anaquel / El libro-álbum

nuestros cinco sentidos: la vista; mientras que para llegar a la escritura, se necesita de un trabajo intelectual mucho más elaborado que exige el desarrollo de otro tipo de habilidades que no están dadas de una forma tan inmediata como lo es simplemente abrir los ojos y ver. Claro está, una cosa es simplemente ver y, otra muy distinta, realizar todo un proceso mental para poder llegar a plasmar lo visto en algo similar o, yendo más lejos, interpretar y dotar de un sentido específico lo que se ve; este proceso ya es más complicado e implica, además del desarrollo o la puesta en práctica de habilidades más complejas, toda una serie de factores sociales. Sin embargo, se dio en el hombre de manera anterior a la escritura y contribuyó a la formación de las primeras letras.

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John Cech, cuyas investigaciones aportan gran luz sobre este tema, propone, en relación con el origen de nuestro género, que el primer libro ilustrado1 que se leyó habría sido probablemente en una caverna hace unas cuantas docenas de milenios: “Iluminado por una hoguera titilante, un narrador relataba la caza mientras las imágenes de los animales parecían saltar en piedra caliza…” (Cech, 12). Todo esto se rodeaba de esa “fascinación con la danza de palabras e imágenes, y el hechizo que emiten” que nunca habremos de superar y que dota de una magia enorme tal combinación. Después de eso, según Cech, se dieron otro tipo de fusiones un poco más complejas entre palabra e imagen, hasta llegar al punto en que, en nuestra cultura, palabras y dibujos se han separado.

En Occidente, los primeros libros ilustrados dirigidos concretamente a los niños eran básicamente vocabularios y otros textos didácticos, siendo el más antiguo de estos el Orbis Pictus (1657) del clérigo y educador moravo Comenius

Recordemos que un libro ilustrado no es lo mismo que un libro-álbum. Sin embargo, la mayoría de autores hacer referencia a él como importante antecedente de lo que hoy se entiende como libro-álbum.

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Anaquel / El libro-álbum

Podríamos decir, entonces, que, a diferencia del dilema del huevo y la gallina, entre el texto y la imagen se sabe quién fue primero: la imagen. Que con el paso del tiempo ésta dio origen a la escritura y, al principio, solían caminar juntos. Lo que pasa es que con el paso del tiempo se fueron separando para, siglos después, encontrarse nuevamente en lo que serán los albores de lo que hoy denominamos con toda propiedad literatura infantil. Casi todos los autores coinciden en que el origen de los libros que acompañaban el texto con imágenes a fin de dirigir este tipo de producciones a los niños, es Inglaterra. Sin embargo Cech nos hace caer en cuenta que: En Occidente, los primeros libros ilustrados dirigidos concretamente a los niños eran básicamente vocabularios y otros textos didácticos, siendo el más antiguo de estos el Orbis Pictus (1657) del clérigo y educador moravo Comenius, quien buscaba mostrarle al niño una serie de miradas del mundo en ilustraciones, (...) para deleitar al enseñar. (13). Un poco más de medio siglo después, tenemos a John Newberry, quien en su Pretty Little Pocket Boock (1774) agregó lecciones morales que atendían a las ideas sobre educación aceptadas en la época, “convirtiéndose en el primer librero-editor para niños” (Escarpit, 14). Se tiene también conocimiento de un suceso análogo en Francia, un siglo después: Hetzel, en tanto que editor de libros para un público joven, buscaba rodearse de los mejores artistas: “Así nació en Francia la edición ilustrada para niños y jóvenes con grandes nombres como Catelli, Bayard, Grandville, Doré, etc.” (Escarpit, 14). La evolución del libro de imágenes se ha visto enriquecida y transformada por las exigencias y metamorfosis sociales, por los intereses formativos

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específicos de cada momento histórico: su primera utilización dentro del ámbito de la literatura infantil se dio con fines eminentemente educativos. Además de tener en cuenta la evolución de las sociedades en el desarrollo y transformación de este tipo de libros, es importante también saber que los progresos de las técnicas han llevado a modificaciones y nuevas maneras de concebir este tipo de textos. Por ejemplo, “el final del siglo XIX vio una revolución en las técnicas de reproducción e impresión. Nace así la prensa para

Johann Amos COMENIUS, «Orbis sensualium pictus» (1658) “...su primera utilización dentro del ámbito de la literatura infantil se dio con fines eminentemente educativos...”

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jóvenes que se caracterizaba por la abundante ilustración: Le Petit Français Illustré (1989) es el primer periódico ilustrado para niños” (Escarpit, 15). En el siglo XX, en principio, anduvo de la mano con la publicidad, pero se ha ido empapando de características propias de lenguajes como el cinematográfico, el de los cómics e incluso el de los video juegos. Es necesario, entonces, acomodar las producciones a las exigencias comunicativas del momento y al surgimiento de nuevos medios de difusión como el periódico. A esto se suma, además, el aumento de la demanda de libros como consecuencia del mayor número aumento de lectores jóvenes, pues la ley exigía escolarización para aquellos que formaban parte de una burguesía urbana. Debemos también aclarar que este fenómeno coincide con el surgimiento de las primeras editoriales, lo que hace que la concepción de este tipo de libros cambie, incluso desde su formato mismo, dadas las exigencias de nuevos tipos de papel, como el papel continuo, que habrá de facilitar una producción mucho mayor. Podría decirse, en concordancia con Teresa Durán que “el libro ha pasado de la manufactura artesanal a la industria” (4). Según la autora, el álbum constituye una gran novedad de la época romántica y con este término, álbum, se designa “un conjunto de litografías, a menudo encuadernadas en formato oblongo y que en Francia se aplica a las publicaciones litográficas de gran formato, destinadas a explicar cosas a los niños.” (4). Nuevamente la intención formativa se encuentra como fundamento de la creación y edición de álbumes. Claro que, por tratarse de una época con características tan particulares como el Romanticismo, es útil que aclaremos que en tal período histórico “el concepto de infancia estaba impregnado del espíritu romántico: la infancia era un estado ideal

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de pureza e inocencia. Esto se tradujo en imágenes de niños buenos, recluidos en la «habitación de los niños», característica de la época victoriana” (Beatriz Robledo, 5). Sin embargo, en esa misma época se desarrollaron en Gran Bretaña “otros estilos que darían lugar a corrientes más críticas, humorísticas y satíricas de los libros ilustrados para los niños que provienen de la tradición oral, las manifestaciones folclóricas, los bestiarios fantásticos y las caricaturas”(Robledo). Esto último, por tener una presencia importante de la tradición oral, nos recuerda la bella escena de las cavernas en la hoguera, descrita por Cech: una vez más, como suele suceder en tantas manifestaciones de lo humano, volvemos una y otra vez a los orígenes, resignificándolos, haciéndolos dialogar con nuestra realidad, volviéndolos parte de ésta. Si bien la intención didáctica de la que hablábamos antes, y que influyó desde un principio en la creación de este tipo de libro para niños, es fundamental como punto de partida de la danza de las palabras con las imágenes como

Le Petit Français illustré, No. 181, Mayo 16, 1903, con ilustración de Albert Robida (1848–1926)

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constituyentes de un nuevo género dentro del marco de la literatura infantil, es importante entender que, en ocasiones, el querer dar relevancia a la intención didáctica, puede restar valor estético al libro e incluso limitar muchas de sus posibilidades expresivas. En los libros de imágenes con intenciones preponderantemente didácticas, la imagen suele subordinarse al texto y pierde no sólo el estatus de igualdad y complementariedad con el texto, sino el valor que le es propio como manifestación de arte visual. Creo que para entender más ampliamente el concepto de libroálbum como nuevo género, no estaría mal decir que habría una necesidad de propiciar una separación (o al menos un querer ir más allá) de lo meramente didáctico, permitiendo tanto al escritor del texto como al ilustrador del mismo, una expresión más libre, que dé paso a la creatividad e incluso a la trasgresión de ciertos límites. Y, ¿no es acaso la trasgresión un elemento fundamental en la evolución histórica y en la construcción de nuestra civilización y de nuestra propia condición de humanos? Pues el libro-álbum —y los tipos literarios semejantes que lo precedieron o que evolucionaron de la mano y que le permiten ser lo que es hoy— tuvo que pasar por momentos de trasgresión, de renovación, de resignificación. A partir de este presupuesto, podría darse nuevamente una noción de la diferencia entre lo que se entiende por libro de ilustraciones2 (o libro ilustrado) y libroálbum. El segundo, aquel cuya historia hoy nos ocupa, estaría más relacionado con el hecho de imaginar e interpretar, de ir construyendo una historia contada tanto por el texto como por las imágenes. Es un acto más completo de lectura si tenemos en cuenta la sugerencia que nos hace Roland Barthes acerca de un 2

lector que participe activamente en la construcción del texto. Para entender más ampliamente lo anterior, vale la pena citar nuevamente a Cech: En los últimos dos siglos se ha hecho una distinción fundamental entre los libros ilustrados que son principalmente didácticos y aquellos que tienen otros propósitos. De un lado están los libros y los lectores que persiguen objetivos educativos específicos y de otro lado, libros ilustrados que atrapan en su relato, sin un plan de lectura o una agenda de enseñanza. En los últimos, posiblemente se le pida al lector que imagine lo irrealizable, lo nuevo, lo inusual, incluso lo absurdo (13).

“...al ser los primeros publicistas quienes en un comienzo se encargaran de estudiar el impacto de la imagen sobre el niño, contribuyeron a enriquecer y mejorar las técnicas de imágenes...”

Y así como en su lectura se pide una grado mayor de competencia lectora (por llamarlo de algún modo) que acompaña el desarrollo del género, la evolución de su composición también se ve enriquecida y llamada a una mayor elaboración. En este sentido, volviendo a la importancia que los avances en el campo visual tienen para este tipo de libro, hay que decir que los primeros desarrollos del libro-álbum se encuentran muy cerca de la publicidad. Es más, al ser los primeros publicistas quienes en un comienzo se encargaran de estudiar el impacto de la imagen sobre el niño, contribuyeron a enriquecer y mejorar las técnicas de imágenes. En este punto, nuestra historia roza ya los albores del siglo XX, época en la cual el álbum ilustrado (nombre con el que designa Teresa Durán uno de los pilares donde pueden estar las bases del libro-álbum) tuvo desarrollo en muchos países de Europa occidental y también en Rusia. Se trataba de libros ilustrados

Todos los autores consultados hacen referencia e hincapié especial en esto: lo propio del libro álbum es la interdependencia compositiva que deben crear libro e imagen. Es por eso que se distingue de los cuentos ilustrados o libros con ilustraciones.

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semi-educacionales producidos masivamente. En lo relativo a América, en esta misma época comenzó a darse una importante mejora con respecto al color, la innovación y la diversidad. Pero el gran momento para el desarrollo de este tipo de textos comenzó después de la Segunda Guerra Mundial : “A fines de los años 50, en Gran Bretaña, se desarrollaron al máximo las posibilidades tecnológicas al ser utilizadas en el desarrollo de libros ilustrados con cualidades cada vez más pictóricas” (Jane Doonan. 38). Han sido las últimas décadas del siglo XX las que han visto el mayor adelanto de este tipo de libro. Contamos ya con muchos clásicos establecidos dentro del género del libro-álbum, dentro de los cuales voy a citar tan solo algunos libros o autores: Donde viven los monstruos, Tres bandidos y, en general, los libros de Maurice Sendak y Chris Van Allsburg, entre muchos autores más. Sin ir más lejos, en Colombia nos encontramos con un autor de gran importancia como lo es el creador de Chigüiro, uno de los personajes literarios infantiles más emblemáticos: Ivar DaColl. El álbum se ha desarrollado en un espacio nuevo, sin tradición anterior en la literatura infantil e incluso en la literatura de adultos y lo ha obligado a experimentar con las reglas y fijar sus propias pautas. Este proceso, que ha acompañado, hasta cierto punto, la rapidez con que evolucionan se transforman los medios y con la que transforman el mundo, ha permitido que el libro-álbum haya incorporado “con mayor rapidez algunas características de acusado carácter experimental provenientes de lo que ha venido a denominarse « postmodernismo » como etiqueta para describir las tendencias provenientes de las sociedades postindustriales” (Teresa Colomer). Aquí ya estamos llegando a la

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actualidad del álbum, caracterizado, como vimos, por la fácil incorporación de elementos de la cultura contemporánea. En relación con esta actualidad, es importante entender el papel que juega el libro-álbum dentro del contexto de la literatura y ver algunas de las características que éste tiene. Como enunciábamos desde el principio de este texto, entender y conocer la historia del libro-álbum, resulta un paso fundamental en la comprensión del tipo

Dónde viven los monstruos. Texto e ilustraciones de Maurice Sendak

Chigüiro, uno de los personajes literarios infantiles más emblemáticos: Ivar DaColl

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de lectores que están surgiendo con la evolución de este nuevo género. Ayuda a comprender y vislumbrar la inmensa gama de posibilidades que día a día—sea desde el campo de la formación lectora, de la escolarización, de la educación en casa o, simplemente de la formación e incentivación de un goce estético—, nos ofrece este tipo de texto. Este tipo de libro tiene un papel fundamental en la formación del niño en general. Sea que se haga con intenciones didácticas o simplemente con miras a atraer y deleitar, es una valiosa herramienta para introducir a los pequeños niños en ciertos principios básicos y conceptuales, tales como la progresión lineal de izquierda a derecha, así como “brindar formas afectivas para afinar las habilidades de observación y para aprender, analizar y sintetizar la información codificada en el sistema de signos de la comunicación visual y escrita (allí) nosotros, como niños, comenzamos a elaborar cultura básica.” (Cech, 15). Este tipo de libros (y la literatura infantil en general) sirve para orientar a los niños hacia el conocimiento de una realidad que día a día van descubriendo. En el libro-álbum y en los libros con ilustraciones, la imagen habrá de tener una gran importancia que facilita ese descubrir el mundo a partir de la vista, de la observación. La imagen en el libro-álbum enriquece la comprensión y el sentido que damos al texto, ofreciéndonos la oportunidad de realizar una doble lectura: texto- imagen. Aquí se da una lectura múltiple de los signos lingüísticos, al establecer las posibles relaciones entre ellos. Como afirma Robledo: “la imagen no sólo funciona como descripción, también puede hacerlo como narración, o como complemento del texto.” El contexto actual de esta “civilización de la imagen”, hace que los 3

lectores desarrollen una autonomía que viene de esa exigencia de interpretar y participar activamente de este análisis de la imagen que acompaña al texto. Por otro lado, la imagen del libro-álbum actual no está separada de las grandes corrientes artísticas, lo cual supone otra importante función que ahora sí, pienso yo, es exclusiva del libro-álbum: contribuye a una formación del gusto estético del niño, proporcionando elementos para que él se enfrente al mundo con cierta cantidad de elementos estéticos. Esto convertiría al libro-álbum en algo cercano a “una casa de la cultura portátil, donde la ilustración debe entrar en diálogo con el texto en varios niveles (...) El texto y la imagen se encuentran en el escenario del libro” (Luís Camargo). Su naturaleza, como nos lo muestra la historia de su evolución, es bipartita y palabra e imagen están en constante interacción para brindar al lector un espectáculo coordinado. Si cada una se mostrara por separado, sería muy difícil captar el sentido total del libro. Sin embargo, lo de las imágenes también puede resultar peligroso y debemos ser cuidadosos con lo que mostramos a través de ellas. Ya dijimos que una de sus funciones es la de construir la imagen del niño en la sociedad o la de proporcionarle una manera de ir conociendo el mundo que lo rodea. Por esta razón, muchas de las ilustraciones que se ofrecen a los niños pueden caer en la estereotipación3; lo cual resulta, en cierto modo, una forma de sesgar la visión del niño y orientarla hacia las imposiciones de una sociedad en la que, más tarde, habrá ciertas exigencias que se planteen al niño (tanto de roles, como de comportamiento, sentimientos o su apariencia física). En muchos libros ilustrados se presentan a los niños, dibujos que forman parte de un imaginario totalmente

Como nos lo hace ver en cuenta Monika Doppert, el significado de la palabra estereotipo es « el cliché o molde que sirve para copiar un modelo original en gran cantidad » (61)10 llevándonos a una « imagen esquemática, simplificada, superficial que se nutre de generalizaciones y prejuicios », es decir, « quien usa estereotipos, se resigna a ver con ojos ajenos ».

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idealizado o encajado dentro de las exigencias de la moda o de un estereotipo físico determinado. A los niños latinoamericanos les ha tocado crecer con imágenes que representan el prototipo de hombre o mujer europeo, lo cual, habrá de entrar en contradicción con la realidad que ven en su entorno y en la enorme mayoría de los casos, con su propia realidad física. Por otro lado, muchos de estos libros presentan la asignación de roles propia de los hombres o las mujeres, lo cual va creando la noción de la normalidad de tales comportamientos en los niños tanto de uno como de otro sexo. Por esta razón, es importante que existan libros creados por autores que convivan en un mismo contexto cultural con los niños, pues tienen la posibilidad de ofrecerles una visión más próxima a su propia realidad. Así, no estaremos condenados a reproducir en la literatura infantil un comportamiento que nos ha caracterizado a lo largo de la historia en otros tipos de expresiones artísticas, en la política, en la economía y en muchas de las actividades humanas. Los estereotipos atentan contra la creatividad y es, pues, función del libroálbum, como género renovador, abrir y mostrar nuevos caminos: siempre nuevas posibilidades. Cabe afirmar, entonces, que se trata de un género en construcción, un género que camina de la mano con los procesos

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y cambios históricos y sociales y que muchos expertos en el tema enmarcan como un fenómeno literario propio de la posmodernidad. Por esta razón, nos permite, de alguna forma, esa apertura de caminos, ya que como es propio de los textos posmodernos, presenta juegos de ambigüedad entre realidad y ficción. En este caso, dichos juegos se dan en la relación texto-imagen: no sólo hace uso de distintos puntos de vista, diferentes perspectivas; sino que introduce la intertextualidad, pues también existe una enorme cantidad de alusiones culturales y literarias: hace referencia a otros textos y contextos. Como sucede cada vez más dentro del marco de la “civilización de la imagen”, también la mayoría de los libros-álbum parece cruzar el límite del realismo, permitiendo que lo inconcebible y lo innombrable aparezca en ellos con cierta regularidad. Presentar la narración de una forma bipartita (texto-imagen), los dota de un carácter de apertura a múltiples formas de lectura, interpretación y relación. En este sentido, “los temas que abordan suponen un desafío a las convenciones sobre lo que los niños son capaces de interpretar a causa de la riqueza de mensajes implícitos que han incorporado” (Colomer, 30). Esto permite, también, introducir temas que antes quedaban fuera de la literatura infantil: temas especialmente duros que tienen un impacto emocional en

“...es importante que existan libros creados por autores que convivan en un mismo contexto cultural con los niños, pues tienen la posibilidad de ofrecerles una visión más próxima a su propia realidad...”

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freepick.com - José A. Warletta

los niños, temas que no pertenecían a la literatura infantil canónica, pero cuyo tratamiento se hace fundamental dentro del contexto actual. Las formas y los temas, vemos, deben acompañar los pasos y transformaciones sociales. Sin embargo, no todo parece ser color de rosa para nuestro queridísimo libro-álbum. En la actualidad enfrenta una situación crítica que se deriva de la dificultad de publicación, no sólo por el costo que ello implica (si se quiere lograr un buen libro); sino que se debe en muchos casos, al desconocimiento de este tipo de género y a la ignorancia frente al importante rol que juega en la formación lectora y estética de los niños. Bibliografía • Camargo, Luís. « O libro infantil brasileiro: arte para crianças ». Artículo presentado en el simposio de la Bienal de ilustraciones que tuvo por tema el libro ilustrado para niños. Sept. 1989 • Cech, John, “La danza de las palabras y las imágenes” en Hojas de lectura No. 59 de abril de 2002. • Colomer, Teresa. « El álbum y el texto» Peonza 39 (1996) : 27-31. • Doonan, Jane.. « El libro-álbum moderno » en El libro álbum : invención y evolución de un género para niños. Por Kenneth Marantz et al. Venezuela : Banco del libro, 1999, 35-57. • Doppert, Monika. « Dibujar para niños venezolanos » en El libro álbum : invención y evolución de un género para niños. Por Kenneth Marantz et al. Venezuela : Banco del libro, 1999, 59-63. • Durán, Teresa. « Pero, ¿qué es un álbum ? » Hojas de lectura. 59 (2002) : 2-11. • Robledo, Beatriz. «El mundo no es como lo pintan».

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Por esta razón resulta útil acercarnos, aunque sea brevemente a una parte de su historia: recorrer los pasos que han sido dados desde tiempos inmemoriales. Se trata, pues, de un tema de enorme extensión, de vital importancia por estar enmarcado dentro de la literatura infantil y, por tanto, ir construyendo una guía para las primeras lecturas de los niños y su formación como lectores y agentes activos en la comprensión de su propio universo. Por eso es necesario mirarlo desde múltiples perspectivas que se amplían a pasos de gigante. Recordemos que se trata de un género en construcción, que abre paso a la creatividad y a la trasgresión, a la posibilidad de dotar de nuevos y múltiples significados nuestra realidad enmarcada dentro de la “civilización de la imagen”. Por esta razón, también es importante que las personas cercanas al campo de lo literario, de la educación, de la psicología y de la imagen, den a conocer este tipo de textos, acercando la posibilidad de acceso a los mismos.

“...al ser los primeros publicistas quienes en un comienzo se encargaran de estudiar el impacto de la imagen sobre el niño, contribuyeron a enriquecer y mejorar las técnicas de imágenes...”

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La Champeta como fen贸meno h铆brido de la cultura popular

Texto: Luis Ernesto Rozo


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l objetivo de este trabajo es abordar la champeta en tanto expresión popular que, desde la periferia y como expresión de comunidades marginales, expresa una visión de nación pluriétnica, descentralizada y mestiza. Para conseguirlo se analizarán los choques e influencias con la alta cultura, dentro y fuera del Caribe durante las últimas dos décadas. La elección de este periodo (1990-2010) obedece a las fuentes encontradas, ya que aunque el fenómeno de la champeta se origina en la década de 1970, es en la década de 1990 cuando se abre un debate público entre una élite que señala, denuncia y proscribe la champeta y quienes la defienden como una expresión cultural popular que restaura los lazos entre África y las comunidades afrodescendientes de Colombia y el Caribe. 1. Del palenque al picó: orígenes y tradiciones champetúas

“...es significativo que la champeta como ritmo afro-caribeño se vincule a la cultura palenquera y se señale a San Basilio del Palenque como epicentro y cuna de un fenómeno que conquistó los barrios marginales de Cartagena...”

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Según Elisabeth Cunin, la champeta surgió “entre la informalidad y la ilegalidad” no sólo porque sea una expresión popular asociada a la violencia y a las clases marginales sino porque su sistema de

producción está ligado a la piratería. Su origen, se encuentra determinado por la llegada de discos de música africana y caribeña a Cartagena, durante los años 70. Estos discos se convirtieron en objetos de un comercio secreto que garantizaba el éxito a productores y picoteros que adaptaron ingeniosas letras en español a ritmos como el soukous, el zouk, el mbaganga y el highlife. Aunque el término “champeta” designa el machete usado tradicionalmente en los estratos bajos y en las comunidades de pescadores del Caribe, es significativo que la champeta como ritmo afro-caribeño se vincule a la cultura palenquera y se señale a San Basilio del Palenque como epicentro y cuna de un fenómeno que conquistó los barrios marginales de Cartagena y que, en la década del 2000 despertó la atención de casas disqueras nacionales e internacionales. Sin embargo, resulta curioso que, aunque gran parte de los artistas y del público champetúo tenga un contacto cercano con la cultura palenquera, la mayoría de sus letras no sean en bantú sino en español. Por otro lado, la champeta tampoco remite,

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frecuente ni explícitamente, a ritmos palenqueros como el bulleregue sentado, el son palenquero, la chalupa, el son de negritos, el lumbalú o el son palenquero de sexteto. Incluso, los instrumentos típicos de la música palenquera y afrocolombiana (tambores, maracas, guarachas y cantadoras) ceden paso a la caja de ritmos y al picó: escenario, instrumento y sede de la cultura verbenera. Lo anterior permite suponer que los vínculos de la champeta con el palenque pueden ser producto de una tradición inventada, que se consolida en la década de 1990 con iniciativas privadas e institucionales que reivindican la champeta como expresión cultural afrocolombiana y afrocaribeña. Desde 1992 la champeta empieza a ganar respaldo institucional y el 25 de marzo el periódico El Tiempo, en el artículo “Picós de moda”, exalta el picotódromo del Muelle de los Pegasos como una de las innovaciones del XI Festival de Música del Caribe. Sin embargo, resulta llamativo que desde ese mismo año la mayoría de los artículos publicados en El Tiempo relacionan la champeta con la violencia. Así, se refleja una tensión entre la necesidad de reconocer la multiculturalidad y pluridiversidad como uno de los principales retos que plantea la Constitución de 1991 y las denuncias de una clase alta que busca ignorar o silenciar una manifestación cultural popular que le resulta incómoda, ruidosa y ajena a una tradición musical de la costa que encuentra en el porro, la cumbia, las gaitas, el bullerengue y el vallenato sus mayores representantes. Este debate se refleja en 32 artículos del periódico El Tiempo1 que desde 1992 relacionan la champeta y los picós a la violencia, el ruido, la invasión del espacio público y conductas licenciosas. En estos artículos, personalidades como Enrique Santos y Carlos Díaz, alcalde de Cartagena, condenan la champeta. Desde los años 1

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80 Justo Valdés y Son palenque, Viviano Torresw, Faustino Torres, Melchor Pérez, Luis Towers y Anne Swing graban para CBS y otros sellos independientes, conformando una primera generación de champetúos, pero es los 90’s cuando una segunda generación Elio Boom, Mr. Black, y el grupo Kussima debe enfrentarse a las críticas de una élite y de un gobierno que asocia la champeta a la delincuencia y la inmoralidad. Entre 1991 y 1995 la gran mayoría de las noticias se refieren a la Champeta como una novedad y se destacan figuras como Carlos Vives quien incursiona en el género con los temas “Pa´Mayté” y “Rosa”. Pero a partir de 1997 las críticas que aparecen dispersas desde 1992 se intensifican, hasta el punto que en el año 2000 la alcaldía de Cartagena expide el decreto 0109 prohibiendo el uso de picós por cuatro meses. Los detractores de la champeta aluden al “trauma acústico” de los picós, a la violencia e inmoralidad de las verbenas e incluso acusan a los champetúos de un olvido de las tradiciones. Sin embargo, este último factor revela que el fenómeno de la champeta se conecta con una tradición híbrida e inventada. Si la champeta se arraiga a un territorio particular (el palenque y las zonas marginales de Cartagena), es precisamente en cuanto escenario de tránsito cultural que vincula a las comunidades negras de Colombia y el caribe con su herencia africana. Los champetúos exaltan personajes como Benkos Bioho, líder cimarrón y fundador de San Basilio de Palenque, mediante ritmos que provienen de las Antillas, el Congo, y Senegal, construyendo (imaginando) una comunidad transnacional en la que músicos africanos y colombianos invaden las calles cartageneras con el triquiteo de los picós y con discos que encuentran un público en Francia antes que en Bogotá. Este reconocimiento de la champeta, que se da primero en el extranjero que en el interior

Entre 1991 y 1995 la gran mayoría de las noticias se refieren a la Champeta como una novedad y se destacan figuras como Carlos Vives quien incursiona en el género con los temas “Pa´Mayté” y “Rosa”

Según el archivo digital del periódico El tiempo, entre 1992 y 2011, se encuentran 723 artículos que se refieren de alguna manera al fenómeno de la champeta.

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del país, se manifiesta en la presencia de figuras como Lucas Silva, Miles Cleret2 y de la Hollywoodoo Studios de París. 2. La cultura picotera o verbenera

“Los detractores de la champeta aluden al “trauma acústico” de los picós, a la violencia e inmoralidad de las verbenas e incluso acusan a los champetúos de un olvido de las tradiciones. Sin embargo, este último factor revela que el fenómeno de la champeta se conecta con una tradición híbrida e inventada...”

https://acbia.wordpress.com/ - Fabian Altahona Romero

Abordar la champeta como género musical obliga a reconocer un fenómeno en el que confluyen expresiones gráficas y lingüísticas, una moda particular al vestir y una forma particular de contacto social y de apropiación del espacio público. Un fenómeno marcado por contactos internacionales propios de los puertos del Caribe, donde la llegada de tornamesas3 y equipos de amplificación, sede de las primeras emisoras, productoras y sellos disqueros en las primeras décadas del siglo XX y donde durante las décadas de 1960 y 1970 se produce un fuerte intercambio de discos y casetes que traen a Colombia la música antillana y africana con la que rápidamente se identifica la comunidad afro-descendiente del Caribe. De esta manera, la champeta surge en un espacio híbrido y como mezcla de ritmos diversos que encuentran su mejor expresión en las grandes verbenas de Cartagena4. La música que llega de África y el Caribe se adapta, se incorporan letras en español y se convierten en objeto de culto para

los picoteros que garantizan su éxito con la exclusividad de su producto. Es frecuente que cada picó grave una “placa” o vinilo en el que se invita al público a bailar y se alardea de la música que tiene ese picó. De esta manera los picós se enfrentan en batallas musicales donde la novedad y exclusividad de los temas, son tan importantes como el volumen y la potencia de sus bafles. El picó es entonces escenario, reproductor y parte esencial de la champeta: una respuesta o reacción frente a la necesidad de amplificar el sonido de manera eficiente pero económica. Según el programador musical Nelson García, el primer picó llegó al Club Social de Barranquilla en la década de los años 30´s y pasó a manos de los hermanos Sarmiento quienes popularizaron su uso en diversos salones. Sin embargo, es hasta la década de los años 80 que se puede hablar de un auge de la cultura picotera, gracias al contacto entre músicos y técnicos (“ingenieros”) de sonido que modifican los precarios sistemas de amplificación con una técnica local que permite que los picós se conformen como una forma eficiente de llevar la fiesta a la calle. Mientras que las discotecas controlan la fiesta en un

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Creadores de los sellos disqueros Palenque Records y Soudway Records, respectivamente. El término pick-up se refiere inicialmente a la aguja de los gramófonos y tornamesas, que en los años 30 eran populares en los clubes sociales y que los hermanos Sarmiento adquieren y popularizan en fiestas de salón más populares que anteceden a casetas y locales donde en los años 70 y 80 se popularizan los picós. Cf. El documental Historia picotera furia de vatios.. Entre las que vale la pena destacar: Historia de amor , La gustadera, A pleno sol, El bambú, La pipa, El Tamarindo, Alibabá y los 40 borrachos, Boinas rojas, etc..

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ambiente cerrado y privado, el mercado de Bazurto y los grandes picós como El Pijuan, El Coreano, El rey de Rocha, El Conde, El Rey de Reyes, consolidan la rumba en el escenario de lo público5. Si bien el mercado de Bazurto es la meca de la champeta, es también allí donde se revela su carácter ecléctico e híbrido. Aquí, los productores y vendedores garantizan que ciertos picós tengan temas exclusivos, borrando los rastros que los harían accesibles para los demás. Los productores importan o contrabandean discos borrando el rastro de su origen, las carátulas y las referencias a los cantantes y sellos discográficos desaparecen en un proceso que busca mantener en secreto su origen y que al parecer facilita su reapropiación por parte de una comunidad que considera que África le pertenece. Tal como afirma Viviano Torres “Los afrocolombianos no imitamos la música africana pues ella nos pertenece también”. De esta manera, en la cultura picotera la originalidad como valor se refiere más a la novedad que a una cuestión de origen, y es en las calles y los lotes baldíos de Cartagena donde el público tiene la última palabra. Es el pueblo el que determina el mercado y los éxitos, y también el que defiende la champeta de las amenazas de prohibición y el señalamiento negativo que vivió entre 1997 y 2002. 3. Una cuestión de voltios: repercusiones, alcances y aceptación La aceptación de la champeta como expresión cultural nacional revela un recorrido parabólico en el que esta música y las expresiones culturales que entrelaza han encontrado un amplio reconocimiento en Europa antes de lograr afianzarse en el interior del país e incluso en Cartagena y Barranquilla. A 5 6

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pesar de que entre los años 2000 y 2005 en Bogotá se vivió un pequeño auge de la champeta, su incursión se redujo a sectores minoritarios afro-descendientes de la capital y de jóvenes universitarios interesados en ritmos que sonaban extraños que se asumen como “propios” o por lo menos como “colombianos”. En la década del 2000 aparecieron en el centro del país gran cantidad de expresiones que fusionaron la champeta con otros ritmos, cuyos intérpretes generalmente no eran de origen afrocolombiano ni caribeño6. Por otro lado, vale la pena resaltar que fueron algunos de estos personajes que, en ocasiones desde el exterior, crearon grupos, realizaron documentales e incluso crearon casas disqueras que prestaron una atención especial a la champeta, el bullerengue, la chalupa, el son de los negritos y otros ritmos palenqueros. Este es el caso de Palenque Records, una iniciativa de Lucas Silva, quien desde París, creó en 1997 este sello disquero que además ha realizado diferentes documentales, entre los que vale la pena resaltar: Los Reyes Criollos de la Champeta (La Huit Production, Paris 1998) y Los Hijos de Benkos (Les Films du Village-RfoMezzo, 2000). Una revisión de los artículos de prensa publicados sobre este fenómeno permite reconocer tres etapas en la historia de

“Si bien el mercado de Bazurto es la meca de la champeta, es también allí donde se revela su carácter ecléctico e híbrido. Aquí, los productores y vendedores garantizan que ciertos picós tengan temas exclusivos, borrando los rastros que los harían accesibles para los demás...”

Al respecto también vale la pena señalar que aunque gran parte de la champeta se llevó a estudios, muchas veces de manera precaria o con grandes dificultades pero con resultados que consolidan una estética en cuanto a las portadas de los acetatos, casetes y cd´s, actualmente la champeta encuentra en la Internet y en la piratería otra forma de mantenerse en un esfera de lo público y lo “gratuito”. Grupos como Los Pirañas, Tamal, Los Compadres Recerdos, han participado en un proceso de fusión de ritmos tradicionales que han reciclado la champeta en un proceso de incorporación y blanqueamiento en espacios diferentes al Caribe. Mientras que grupos como La máquina del Caribe, La tribu barú y Faraón Bantú son agrupaciones que representan una línea más ortodoxa de la champeta, en el interior del país.

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la champeta y exaltan sus vínculos con la cultura palenquera, dentro de un ambiente de aceptación e incorporación de expresiones culturales populares y/o de las minorías que toma mayor fuerza en 2005 con el reconocimiento de la cultura palenquera como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO. Incluso resulta significativo que en 2011 se vincule la champeta a proyectos ambientalistas, como el que destaca el artículo publicado el 27 de Junio de 2011 por eluniversal.com.co en el que se resalta la “Champeta creada en el marco del proyecto de conservación que busca proteger al Pez Loro con actividades de sensibilización y educación a la comunidad”, un proyecto “desarrollado en el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo”.

“...un ritmo cuya dimensión racial asocia directamente lo negro a la rumba, la sexualidad (y en ocasiones gratuitamente a la violencia), poco a poco encuentra una aceptación dentro y fuera del Caribe. Desde la década de 2000 la champeta encuentra respaldo institucional y apoyo comercial.”

https://acbia.wordpress.com/ - Fabian Altahona Romero

la champeta en Colombia. Un primer momento de auge y popularización aparece referido en artículos publicados entre 1991 y 1994 cuando el fenómeno se describe como una curiosidad que poco a poco ha encontrado amplia aceptación en los barrios populares de Cartagena y Barranquilla. En un segundo momento, 1995-2002, la prensa se convierte en escenario de un debate en el que el gobierno de Cartagena y personalidades nacionales condenan la champeta como una música violenta y anti-tradicionalista. En un tercer momento que arranca en el 2002 y en el que se destaca el interés de casas disqueras como Sony music y el reconocimiento de la cultura palenquera como Patrimonio Universal de la Humanidad por parte de la Unesco, se caracteriza por la exaltación de un fenómeno con el que las comunidades afro-descendientes entablan un diálogo con el mundo y renuevan sus vínculos con África y las Antillas en un proceso que les permite reinventarse desde una tradición híbrida y mestiza en la que se amalgama lo local y lo global, la tradición y la moderno7. En esta tercera etapa también vale la pena destacar el papel que juega la champeta en festivales de música del Caribe y en los festivales de Colombia al Parque. Así, un ritmo cuya dimensión racial asocia directamente lo negro a la rumba, la sexualidad (y en ocasiones gratuitamente a la violencia), poco a poco encuentra una aceptación dentro y fuera del Caribe. Desde la década de 2000 la champeta encuentra respaldo institucional y apoyo comercial. La ministra de Cultura, Araceli Morales, presenta la champeta en el teatro Jorge Eliecer Gaitán de Bogotá y, en agosto de 2001, los canales MTV y HTV incluyen la champeta “La voladora” de El Sayayín dentro de su programación. En esta década son frecuentes los artículos que reivindican Peter Wade señala la ambigüedad que caracteriza el imaginario de la costa Caribe a partir de las dicotomías que determinan su carácter dual: un territorio poblado por negro y blancos, donde lo real y lo ficticio, lo emocional y lo racional, lo ficticio y lo científico, la tradición y la modernidad, dan lugar a un escenario marcado por una especie de realismo mágico. Cf. Wade, 2000, p 58.

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4. El meque y el triquiteo: la pulpa de una nación mestiza y orillera Lucas Silva, en el texto que acompaña el disco Colombiafrica, define la champeta como el “primer género musical afrocolombiano moderno, fruto de una larga tradición de intercambios musicales entre África y Colombia, durante cuatro siglos de historia común”8. Sin embargo, la champeta es más que un género musical, y se debe estudiar como un fenómeno que vincula formas de expresión gráfica, exploración en campo de la electrónica y formas particulares de hablar, vestir, bailar y de apropiación del espacio público. Un fenómeno complejo que sitúa al Caribe colombiano en una red de relaciones trasatlánticas, en las que la cultura popular logra legitimarse localmente tras ser validada y aceptada, primero en el extranjero y luego en el interior del país. Pensar la relación de una expresión popular como la champeta con la construcción de nación y la consolidación de un sentimiento de identidad nacional, obliga a pensar en la ruptura que genera la concepción de una nación heterogénea multicultural y pluriétnica que se institucionaliza con la Constitución de 1991. Sin embargo, la champeta obliga a replantear la manera de pensar la noción de “música nacional”. Como toda expresión cultural, la champeta surge del contacto con la alteridad, pero además por los vínculos de las comunidades afro-descendientes de Colombia con su herencia africana y el carácter portuario de Cartagena, se presenta como un fenómeno mestizo, una estética híbrida en el que agentes comerciales y culturales provenientes de Europa, Cartagena y Bogotá, participan de manera activa en el encuentro de África y América. Proyectos como Palenque Records y los documentales de la Hollywoodoo Studios pusieron en contacto artistas colombianos 8 9 10

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(Viviano Torres9, Luis Towers, Justo Valdés10, Graciela Salgado, Paulino Salgado “Batata”, Dolores Salinas y Las Alegres Ambulancias, etc.) con artistas africanos como: el camerunés Guy Bilong, el congolés Bopol Mansiamina (y su grupo Les Quatre Etoiles) y Hasdya Koyaute (de Guinea). La champeta se configura bajo la mezcla de ritmos africanos (Highlife, Soukous, Mbaqanga…..), haitianos, música pop y ritmos palenqueros y afrocolombianos. Un sonido que además requiere del picó como elemento tecnológico que responde a las limitaciones económicas de una población que se apropia de la calle con inmensos amplificadores, con tecnología e ingenio nacional que aprovecha el bricolaje y permite que con un presupuesto moderado se logre una potencia que supera fácilmente los 90 decibeles y una escenografía personalizada, donde la disposición de los parlantes, la tipografía y las ilustraciones (generalmente en aerógrafo) dan identidad a cada uno de los picós y alientan una rivalidad que en ocasiones busca más prestigio social que beneficio económico, en lo que se conoce como piques o batallas de picós. Otro de los rasgos que revela el carácter híbrido de la champeta son las manifestaciones lingüísticas que se

Lucas Silva, en el texto que acompaña el disco Colombiafrica, define la champeta como el “primer género musical afrocolombiano moderno, fruto de una larga tradición de intercambios musicales entre África y Colombia, durante cuatro siglos de historia común”.

Bopol Mansiamina Kinshasa (Congo) 1949. Guitarrista, vocalista, arreglista y productor.

Lucas Silva. Colombiafrica, p. 4. Creador del Grupo Anne Swing, quienes al lado del grupo Son Palenque, fueron pioneros en grabar en estudios de Barranquilla y Bogotá durante los años 80. El caso de la familia Valdés, entre los que se destacan Justo, Cecilio “Ataloe” y Simancongo, manifiesta la manera en que la música presenta un carácter cohesionador de una sociedad que realiza la mayoría de sus actividades (socio-políticas y laborales) de manera colectiva.

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Anaquel / Furia de Vatios

vinculan a este fenómeno, en las que los modismos, neologismos, tecnicismos y extranjerismos presentan raíces o conexiones con el inglés, el francés, el bantú y lenguas africanas. Pero tal vez lo más revelador es que el carácter hibrido y mestizo se manifiesta en relaciones de clase, donde lo culto y lo popular se revelan como esferas de límites difusos y continuamente permeables. Donde la imposición o el rechazo de prácticas culturales están mediadas por intereses y factores políticos y económicos, que al parecer han determinado que la champeta no se haya configurado de manera general como una expresión nacional y que como fenómeno comercial no haya presentado el auge de otros géneros como el vallenato o incluso otros fenómenos caribeños transnacionales como el reggaetón. Aunque en 2003 Elisabeth Cunin observa un proceso de aceptación de la champeta que le permite afirmar que se trata de “uno de los símbolos de la nueva cara multicultural de Colombia”11, un auge en el que participan instituciones estatales, iniciativas independientes y grandes casas disqueras12, un episodio pasajero en el que la champeta no se logra arraigar en emisoras y discotecas del interior, y hasta el 2010 la producción discográfica decrece considerablemente. Resulta posible pensar que uno de los factores que dificultó la posibilidad de instaurar la champeta como música nacional, para intereses políticos e institucionales, es su carácter transnacional e intercontinental13. Es evidente que la champeta 11 12

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Cunin, Elisabeth. P. 276 El 26 de octubre de 2000 la ministra de Cultura, Araceli Morales, organiza en el centro histórico de Cartagena el evento “Champeta en la Plaza” y el 12 de diciembre preside un evento similar en el teatro Jorge Eliecer Gaitán de Bogotá; Lucas Ospina produce discos y documentales desde París, y la Sony music lanza La champeta se tomó a Colombia en el 2001 y Champeta para el mundo en el 2002. Hecho que parece pesar más que su raíz afro, ya que incluso expresiones como el porro y el bullerengue han tenido una mejor acogida a pesar de representar a una minoría étnica y racial. Al respecto vale la pena confrontar el texto de Peter Wade donde se revela la resistencia para concebir el bambuco como música nacional por el hecho de que es una expresión común a otros países latinoamericanos y la resistencia frente al porro y las músicas del Caribe por sus influencias de jazz y del foxtrot.

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como expresión popular ha ganado reconocimiento en espacios más amplios y culturas de élite, hasta el punto de incluirse bajo los rótulos de world music o afrobeat, y en este proceso han jugado un papel fundamental productores y agentes comerciales, pero también los champetúos que a punta de voltios y protestas mantienen viva la cultura picotera. Bibliografía • Abril, Carmen y Soto, Mauricio. 2004. ”Entre la champeta y la pared. El futuro económico y cultural de la industria discográfica de Cartagena.” Colombia: Edición del Convenio Andrés Bello. Unidad Editorial y del Observatorio del Caribe Colombiano. • Arango, Ana María. “La música de la Costa Caribe como un paradigma de modernidad y globalización: el caso de la música de fusión del pacífico colombiano.” Sin editar. • Cunin, Elisabeth. 2003. “La champeta: de la etiqueta racial a la proyección en el Caribe en Identidades a flor de piel.” Bogotá: ICANH – IFEA – Universidad de los Andes. • “De Kinshasa a Cartagena, pasando por París: itinerarios de una música negra, la champeta.” Aguaita, No. 15-16, diciembre 2006 – junio 2007, p.p. 176-192. En http://es.scribd.com/ doc/70819918/04-champetaEspCartagena • Wade, Peter. 1997. Gente negra. Nación mestiza: dinámicas de las identidades raciales en Colombia. Bogotá: Universidad de Antioquia, ICAN, Siglo del Hombre editores, Uniandes. • 2002. Música Raza y Nación. Música tropical en Colombia. Vicepresidencia de la República de Colombia, Departamento Nacional de Planeación, Programa Plan Caribe. Traducción: Adolfo González Henríquez. Bogotá, Colombia. Prensa: • Se revisaron 35 artículos de El tiempo, relacionados directamente con la champeta y publicados entre 1992 y 2011. • Con champeta buscan ayudar a la protección del pez loro. En http://www.eluniversal.com.co/ambiente/con-champetabuscan-ayudar-la-proteccion-del-pez-loro Videos: • Historia picotera furia de vatios con el gran Alex Disco Show. (6 partes) En: http://www.youtube.com/watch?v=zArAZs8yyZU&f eature=related • Los reyes criollos de la champeta. En http://www.youtube.com/ watch?v=YUlb6tzaHFE&feature=player_embedded Blogs y páginas de Internet relacionadas con la producción y promoción discográfica nacional • http://acbia.wordpress.com/2010/05/08/champeta-criollaafro-roots-in-colombia-1975-91/ • http://festinalentediscos.blogspot.com/ • http://palenquerecords.blogspot.com/

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La Historia y la Literatura “Dos miradas diferentes sobre la vida humana; mientras la primera se sujeta al momento en busca de la verdad, la segunda puede pasearse sin restricciones por el calendario.�

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Releer



Releer / La Historia y la Literatura

Texto: María E. Segura

L

a Historia y la Literatura, dos miradas diferentes sobre la vida humana; mientras la primera se sujeta al momento en busca de la verdad, la segunda puede pasearse sin restricciones por el calendario. Sin entrar en discusiones juiciosas y técnicas acerca de la verosimilitud de cada uno de los relatos, es indudable que el tiempo histórico y el literario permiten al lector enriquecer su apreciación sobre unos hechos que desde el pasado afectan el presente que está viviendo. En este RELEER queremos ofrecer a nuestros lectores, fragmentos de dos obras que narran la Historia de un período concreto y las historias de los seres humanos que lo vivieron. Una es El General en su Laberinto en la que Gabriel García Márquez cuenta con su estilo propio el último viaje de Simón Bolívar desde Santafé de Bogotá hasta Santa Marta donde lo alcanzó la muerte. La segunda viene de la mano del peruano Mario Vargas Llosa: El Paraíso en la Otra Esquina que presenta dos personajes unidos accidentalmente por la sangre: Flora Tristán y su nieto Gaugain cada uno afectando de alguna manera el tiempo que les tocó vivir. Estas tres historias tienen en común que sus actores transitaron su vida persiguiendo un sueño para, al final del camino, darse cuenta que en apariencia fracasaron en su intento. Bolívar imaginó una América poderosa y unida libre del yugo español; Flora Tristán pretendía un mundo justo, con igualdad de oportunidades para las mujeres y los pobres; Paul Gauguin buscaba desesperadamente la renovación de la tradición burguesa a través de la inspiración que le darían los pueblos primitivos. El esfuerzo de estos tres personajes por llevar a cabo sus anhelos y compartir con los demás el ideal en el que empeñaron sus vidas, la búsqueda de ese paraíso tan esquivo pero a la vez imposible de ignorar para quienes escuchan su llamado, es la propuesta que queremos hacer esta vez.

Foto: Gabriel García Márquez junto a Vargas Llosa, en la UNI, en setiembre de 1967

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Releer / El paraíso en la otra esquina

El paraíso

en la otra esquina (Fragmento)

Dos personajes unidos accidentalmente por la sangre: Flora Tristán y su nieto Gauguin cada uno afectando de alguna manera el tiempo que les tocó vivir. Flora

Cuando regresaba al albergue por las callecitas curvas y adoquinadas de Auxerre, vio en una pequeña plaza con cuatro álamos de hojas blanquísimas recién brotadas, a un grupo de niñas que jugaban, formando unas figuras que sus carreras hacían y deshacían. Se detuvo a observarlas. Jugaban al Paraíso, ese juego que, según tu madre, habías jugado en los jardines de Vaugirard con amiguitas de la vecindad, bajo la mirada risueña de don Mariano. ¿Te acordabas, Florita? « ¿Es aquí el Paraíso?» «No, señorita, en la otra esquina.» Y, mientras la niña, de esquina en esquina, preguntaba por el esquivo Paraíso, las demás se divertían cambiando a sus espaldas de lugar. Recordó la impresión de aquel día en Arequipa, el año 1833, cerca de la iglesia de la Merced, cuando, de pronto, se encontró con un grupo de niños y niñas que correteaban en el zaguán de una casa profunda. « ¿Es 54

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Mario Vargas Llosa, El Paraíso en la otra esquina, Alfaguara, México, 2003

aquí el Paraíso?» «En la otra esquina, mi señor.» Ese juego que creías francés resultó también peruano. Bueno, qué tenía de raro, ¿no era una aspiración universal llegar al Paraíso? Ella se lo había enseñado a jugar a sus dos hijos, Aline y Ernest-Camille.

12 “Hay ciudades que una detesta sin conocerlas”, pensó Flora, apenas bajó del coupé que la trajo de Avignon con un cura y un comerciante como compañeros de viaje. Divisaba con disgusto las casas de Marsella. ¿Por qué odiabas esta ciudad que no habías visto aún, Florita? Después, se diría que la detestó porque era próspera: había demasiados ricos y gente acomodada en esta pequeña Babilonia de aventureros y emigrantes ávidos. El exceso de comercio y riqueza habían impuesto en sus habitantes un espíritu fenicio y un individualismo feroz que contagiaba

Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 28 de marzo de 1936), es un escritor peruano nacionalizado español. Uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos, su obra ha cosechado numerosos premios, entre los que destacan el Príncipe de Asturias de las Letras 1986 y el Nobel de Literatura 2010.

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Releer / El paraíso en la otra esquina

incluso a los pobres y explotados, entre los que tampoco encontró la menor predisposición a la solidaridad, y sí, más bien, una indiferencia pétrea hacia las ideas de la unidad obrera y la fraternidad universal que fue a inculcarles. ¡Maldita ciudad donde las gentes sólo pensaban en el lucro! El dinero era el veneno de la sociedad; lo corrompía todo y volvía al ser humano una bestia codiciosa y rapaz.

12 Paul

“¿Por qué te enternecía descubrir que estas niñas marquesanas jugaban al juego del Paraíso, ellas también? Porque, viéndolas, la memoria te devolvió, con esa nitidez con la que tus ojos ya no verían nunca más el mundo, tu propia imagen, de pantalón corto, con babero y bucles, correteando también, como niño ‘de castigo’, en el centro de un círculo de primitas y primitos y niños de la vecindad del barrio de San Marcelo, de un lado a otro, preguntando en tu español limeño: — ‘¿Es aquí el Paraíso?’ — ‘No, en la otra esquina, señor, pregunte allá’ Mientras, a tu espalda, niños y niñas cambiaban de sitio en la circunferencia.”

12 Traía muchas ilusiones consigo. Apenas respiró el aire caliente de Papeete y sus ojos quedaron deslumbrados por la vivísima luz que bajaba del cielo azulísimo y sintió en torno la presencia de la naturaleza en esa erupción de frutales que irrumpían por doquier y llenaban de aromas las polvorientas callecitas de la ciudad —naranjos, limoneros, manzanos, cocoteros, mangos, los exuberantes guayaberos y los nutridos árboles del pan—, le vinieron unas ganas de ponerse a trabajar que no sentía en

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mucho tiempo. Pero no pudo hacerlo de inmediato, pues no pisó esa tierra tan anhelada con el pie derecho. A los pocos días de llegar, la capital de la Polinesia francesa enterró al último rey maorí, Pomare V, en una imponente ceremonia que Paul siguió, con un lápiz y un cuadernillo que embadurnó de croquis y dibujos. Una semana después de terminar su obra maestra seguía retocándola, y se pasaba horas enteras delante de la tela, en observación. ¿Lo habías conseguido, no, Koke? El cuadro no revelaba una mano civilizada, europea, cristiana. Más bien, la de un ex europeo, ex civilizado y ex cristiano que, a costa de voluntad, aventuras y sufrimiento, había expulsado de sí la afectación frívola de los decadentes parisinos, y regresado a sus orígenes, ese esplendoroso pasado en el que religión y arte, esta vida y la otra, eran una sola realidad. Las semanas que siguieron a Manaotupapau fueron de una serenidad de espíritu quePaul no disfrutaba hacía tiempo.

Paul Gauguin . Retrato del artista con su ídolo. c. 189; Óleo sobre lienzo. McNay Art Institute, San Antonio, TX

12 La abuela Flora no habría aprobado lo que hacías, Paul. Por supuesto que no. Esa loca marisabidilla hubiera estado del lado de la justicia y no de Francois Cardella, el principal productor de ron de la Polinesia. ¿Cuál era la justicia en esta isla de porquería que se asemejaba cada vez menos al mundo de los antiguos maoríes y cada vez más a la putrefacta Francia? La abuela Flora hubiera tratado de averiguar dónde estaba la justicia, entrometiendo su naricita en ese dédalo de querellas, intrigas, intereses sórdidos disfrazados de altruismo, para dar un veredicto fulminante. ¡Por eso había muerto con sólo cuarenta y un años, abuela! Él, en cambio, que se cagaba en la justicia, había vivido ya cincuenta y tres, doce más que la abuela Flora.

Flora Célestine Thérèse Henriette Tristán Moscoso Laisney (París, 7 de abril de 1803 - Burdeos, 14 de noviembre de 1844) fue una escritora y pensadora socialista y feminista francesa de ascendencia peruana. Fue una de las grandes fundadoras del feminismo moderno.

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Releer / El general en su laberinto

El general

en su laberinto (Fragmento)

Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, Bogotá, Editorial Oveja Negra, 1989.

Gabriel García Márquez cuenta con su estilo propio el último viaje de Simón Bolívar desde Santafé de Bogotá hasta Santa Marta donde lo alcanzó la muerte.

E

l general tenía ya la bota en el estribo que le ofreció el palafrenero, cuando el Ministro de Guerra y Marina lo llamó: “Excelencia”. El permaneció inmóvil, con el pie en el estribo y, agarrado de la silla con las dos manos. “Quédese”, le dijo el ministro, “y haga un último sacrificio por salvar la patria”. “No, Herrán”, replicó él, “ya no tengo patria por la cual sacrificarme” Era el fin. El general Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios se iba para siempre. Había

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arrebatado al dominio español un imperio cinco veces más vasto que las Europas, había dirigido veinte años de guerras para mantenerlo libre y unido, y lo había gobernado con pulso firme hasta la semana anterior, pero a la hora de irse no se llevaba ni siquiera el consuelo de que se lo creyeran. El único que tuvo bastante lucidez para saber que en realidad se iba, y para donde se iba, fue el diplomático inglés que escribió en un informe oficial a su gobierno: “El tiempo que le queda le alcanzará a duras penas para llegar a la tumba”.

Gabriel García Marquez Foto tomada en 1982 Pressensbild/AFP

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Releer / El general en su laberinto

12 “No me imaginé que esta vaina fuera tan grave como para pensar en los santos óleos”, le dijo. “Yo que no tengo la felicidad de creer en la vida de otro mundo” “No se trata de eso”, dijo Révérend. “Lo que está demostrado es que el arreglo de los asuntos de la conciencia le infunde al enfermo un estado de ánimo que facilita mucho la tarea del médico”. El general no le prestó atención a la maestría de la respuesta, porque lo estremeció la revelación deslumbrante de que la loca carrera entre sus males y sus sueños llegaba en aquel instante a la meta final. El resto eran las tinieblas. “Carajos”, suspiró. “! Cómo voy a salir de este laberinto ¡” Examinó el aposento con la clarividencia de sus vísperas, y por primera vez vio la verdad: la última cama prestada, el tocador de lástima cuyo turbio espejo de paciencia no lo volvería a repetir, el aguamanil de porcelana descarchada con el agua y la toalla y el jabón para otras manos, la prisa sin corazón del reloj octogonal desbocado hacia la cita ineluctable del 17 de diciembre a la una y siete minutos de su tarde final. Entonces cruzó los brazos contra el pecho y empezó a oír las voces radiantes de los esclavos cantando la salve de las seis en los trapiches, y vio por la ventana el diamante de Venus en el cielo que se iba para siempre, las nieves eternas, la enredadera nueva cuyas campánulas amarillas no vería florecer el sábado siguiente en la casa cerrada por el duelo, los últimos fulgores de la vida que nunca más, por los siglos de los siglos, volvería a repetirse.

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“Popayán de piedra pensativa, en su clima de tibia melodía...” Eduardo Carranza


Fotodiario

Enrique González Ayerbe

Aunque ha vivido la mayor parte de su vida en Bogotá, este payanés no ha abandonado sus raíces. Está dedicado a la publicidad desde hace 25 años. La gastronomía y la fotografía hacen parte de sus aficiones. Es nuestro diseñador y hemos querido invitarlo en esta edición para participar en Fotodiario y compartir su serie “Popayán Fotogénica” que ha publicado recientemente en redes sociales. En Twitter pueden encontrarlo como @egonayerbe


Semana Santa Chiquita

Fotodiario / Popayán fotogénica

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Iglesia de San Francisco

Fotodiario / PopayĂĄn fotogĂŠnica

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Parque de Caldas

Paraninfo de la U. del Cauca desde la Casa de la Cultura

Fotodiario / PopayĂĄn fotogĂŠnica

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San Franbcisco desde El Monasterio

La Ermita

Fotodiario / Popayán fotogénica

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San Francisco

Cúpula Catedral

Fotodiario / Popayán fotogénica

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Santo Domingo

Fotodiario / PopayĂĄn fotogĂŠnica

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Los duelos

Nunca jamรกs

A tientas

Felipe Clavijo

Javier Vallejo

Alberto Bejarano

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Aquiles y la tortuga

Ha llegado el tiempo

Cicatrices Martha Ramírez R.

Luz Amparo Carranza

Silvia Sierra

Río Negro Daniela García

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Los duelos “Dlja beregov otchizny dal’noj ty pokidala kraj chuzhoj; v chas nezabvennyj, v chas pechal’nyj ja dolgo plakal [nad] toboj. [Moji] khladejushchije ruki [tebja] staralis’ uderzhat’; tomlen’ja strashnogo razluki [moj] ston molil ne preryvat’.” Dlja beregov otchizny dal’noj, 1830 Aleksandr Pushkin 68

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Texto: Felipe Clavijo Ilustración: Grabado. Aaron Burr disparando a Alexander Hamilton

Por orillas de lejana patria tu abandonaste la tierra ajena; no olvido la hora, la triste hora de tanto llanto ante ti, de pena. Las manos mías sin tibieza te quisieron un segundo retener; pero la agonía de distancia aviesa se negó mi súplica a romper.

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Letras Libres / Los duelos

S

oultz-Haut-Rhin – San Petersburgo. Lo he sabido por años: el escenario fatal desde siempre estuvo dispuesto en su ardiente corazón de poeta… Escribo este testimonio en el ferrocarril que me lleva de vuelta a San Petersburgo, hoy, 3 de noviembre de 1895. Los hechos que a continuación voy a narrar, no intento me justifiquen, pues he honrado un antiguo pacto con justicia. Aunque mi carne ha envejecido, mi memoria no. Esta historia es conocida por pocos y aún muchos ignoran los infaustos sucesos desencadenados a partir de aquel 27 de enero de 1837. Eran entonces cerca de las cuatro treinta de la tarde y sobre San Petersburgo se cernía un crudo invierno; de esos que son difíciles de olvidar, como el cerco de una ciudad o la crueldad de una mujer. El viento era tan fuerte que los duelistas y sus acompañantes debimos resguardarnos por un tiempo en un pequeño bosque cercano al lugar escogido para el último encuentro. Durante la espera, surgieron varios inconvenientes. El peor de ellos: la nieve era tan profunda que nos llegaba hasta las rodillas, como si la naturaleza misma quisiera oponerse a que se derramara la sangre de un poeta. Por otra parte, si bien la nieve aún brillaba con intensidad, pronto oscurecería. Calculamos que tendríamos, con suerte, una hora más de luz. Pasado este tiempo, todos nuestros pasos se confundirían en la implacable

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tiniebla invernal. Mientras los ayudantes hacían lo posible por nivelar el campo donde se darían los acostumbrados veinte pasos (que en los casos más dramáticos podían llegar a reducirse a tres), los duelistas preparaban con cuidado sus armas. A un lado de este improvisado teatro de la muerte, el poeta estaba sentado sobre un montículo de nieve; algo más apartado, D’Anthès, su rival, se recostaba sobre el tronco de un viejo árbol sin hojas. No se miraron: era un código de honor. Ambos sabían que cuando se volvieran a ver, uno de los dos ya estaría entregando la vida. Y ese hecho, irrepetible, merecía el mayor de los respetos. En el aciago lugar reinaba un silencio solemne: los fuertes vientos por fin cesaban, mientras el tiempo avanzaba implacable hacia la hora pactada para el inicio de aquel triste canto de cuervos. Gracias a la ayuda de todos los presentes, los trabajos en la nieve fueron terminados. Eran las cinco de la tarde del 27 de enero de 1837. Había llegado el momento y ahora los duelistas estaban de espaldas con sus pistolas cargadas y listas. El poeta sabía que una carta anónima lo había originado todo y aunque pudiera tratarse de un error o de una simple provocación contra su honor y el de su consorte, ya era demasiado tarde. Un cruel mecanismo de causas y consecuencias había sido activado por el azar en algún oscuro lugar del universo. A la señal acordada, cada

San Petersburgo es la segunda ciudad más poblada de Rusia. Está situada en la Región de Leningrado, nombre que compartía con la ciudad durante la época soviética (1924-1991). Los otros nombres de la ciudad fueron Petrogrado (del 31 de agosto de 1914 hasta el 24 de enero de 1924) y Leningrado (después de la muerte de Lenin, el 24 de enero de 1924 hasta el 8 de septiembre de 1991).

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hombre comenzó a caminar, paso a paso, hacia su destino. El árbitro observaba atento el cumplimiento de las reglas convenidas; los testigos, esperábamos con diversos temores la detonación fatal. Debo aclarar que las muertes eventuales no eran nuestra única preocupación, pues estos duelos de honor, tal vez los más brutales de Europa, estaban prohibidos por decreto del Zar bajo penas muy severas y siempre existía la posibilidad (abundaban los espías) de una delación ante las autoridades. El primero en llegar a la señal convenida fue el poeta, pero su rival, con infamia, disparó antes, hiriéndolo en el vientre. Caído el poeta en la nieve, que empezaba rápidamente a tomar el color de su sangre preciosa, alcanzó a usar su arma, por una sola vez contra D’Anthès, ese maldito Don-Giovannifrancés buscador de fortunas, que en tan mala hora se había ganado el favor de la corte del Zar, propinándole también alguna herida en el pecho. O eso creyó. Luego, para nuestro desconcierto, durmió. Se ha dicho que el arma del poeta fue manipulada; que todo no fue más que una conspiración orquestada por el Zar Nicolás II para eliminarlo; incluso, que Natalia, su mujer, estaba por abandonarle. Aún hoy, tantos años después, no puedo desestimar ninguna de estas teorías… Por suerte o por desgracia, el poeta no murió de inmediato en aquel bosque de cuervos: su agonía duró tres largos y dolorosos días. Durante ellos, más que su amanuense, fui su confesor, pero no deben incurrir en error: no soy clérigo, ni tampoco creyente ortodoxo, tan solo soy un simple ejecutor de versos y voluntades. En medio de sus prolongadas horas de delirio, me reveló que aunque D’Anthès fue la causa (habría podido ser cualquier otra), ya se sabía condenado y herido de muerte desde que concibió sus primeros versos: me explicó que la herida destinada a matarlo yacía en lo más profundo de su corazón de poeta, en su orgullosa sensibilidad y en ese infierno de angustias y pasiones que lo llevaron a imaginar, bajo un nuevo universo de símbolos forjados en el exilio, lo que

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Letras Libres / Los duelos

nunca antes escritor alguno en la hostil y extravagante Rusia de los Zares. En la mañana del día en que habría de morir, me pidió, en secreto, un último favor. Su petición se transformó en un noble pacto de caballeros. La vida del poeta se consumó hacia las tres de la tarde del 29 de enero de 1837 con un débil verso que entre los presentes nadie entendió, pero estaba dirigido a mí, cerrando con ello la cadena métrica de su residencia en la tierra y partiendo hacia su exilio final. La forma fue extraña. Aleksandr Sergejevich Pushkin, el poeta, el novelista, el gran hombre de letras, paradójicamente terminó entregando su honor, su alma y su corazón inmortal (al igual que el joven Lensky en Oneguin, quien ya lo prefiguraba) a un vulgar verdugo de tres cabezas: el amor atormentado, la intriga cortesana y la humillación. Sin embargo, el duelo aún no había terminado. Después de la muerte del poeta, preferí desaparecer con la promesa y fraguar una venganza más fuerte que el hierro y que la pólvora, alimentada por los recuerdos y sobre todo, por la paciencia. Me tomó más de cincuenta años llevarla a cabo, pero por fin se ha hecho justicia: ayer le di muerte al asesino. Él, ya era un pobre anciano, despojado de todos sus méritos (al igual que yo); lo sé. Al menos tuve la delicadeza de ofrecerle una muerte poética, la única que mis cansadas manos podían darle: lo asfixié en la tibieza de su lecho tranquilo mientras le recitaba el verso que Pushkin me había encomendado; naturalmente, no opuso mayor resistencia. D’Anthès recibió con resignación el amargo beso de vuelta. Intuyo que siempre lo esperó. Mi edad (tengo setenta y ocho años) me protegió de toda sospecha; la enfermedad que acechaba al muerto fue la coartada perfecta: declararon que pereció a causa de un paro cardíaco. Tenía ochenta y tres años. He cumplido minuciosamente la promesa que le hice al poeta de la Nación; he actuado con justicia: solo espero mi turno. No tengo miedo. Ahora el ciclo se ha cerrado y la oscura maquinaria del universo ha sido restablecida. Quizá, todo vuelva a comenzar.

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Nunca

jamás T

odo se puede, incluida la metamorfosis Kafkiana de unburro a cebra, o de un héroe a villano. Fueron reales, yo las vi. Sucedió en un viaje que hice con mi amigo Mauro y su padre a PuertoTriunfo, en medio del Valle del Río grande de la Magdalena, rumbo a Nápoles, cuando Nápoles no era una hacienda sino “La Hacienda” en mayúsculas, entre comillas, con una avioneta sobre el travesaño del pórtico de la entrada y una casaquinta con letrina de oro, para que no quedara duda que el capo era “El Capo” y no la escoria que lamentaría el país. A él lo ví, a don Pablito como le decían todos por esa época, en el balcón de su reino saludándonos. Bueno, a mí no, al padre de mi amigo que

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trataba de surgir como un traquetico precoz, un buhonero imberbe, mejor dicho un chichipato. Mientras él se dirigía a la mansión, mi amigo, un lechuguino aviejado igual que yo, me llevo a pasear entre el safari de la hacienda: aves exóticas, camellos sin desierto, elefantes que se dejaban alimentar metiendo sus trompas por las ventanillas de la camioneta, leones dormilones bajo las sombras de las ceibas, jirafas elegantes, hipopótamos obesos y las cebras, alegres cebras de rayas blancas con negras. Para contrariar nuestra historia tan llena de hechos transcendentales,la que voya contar no es la de las cebras, ni la de ninguno de los animales exóticos con los que el capo armó su excéntrica arca, sino

Texto: Javier Vallejo

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Letras Libres / Nunca jamás

la de dos burros sin nombre. No podían ser más colombianos ellos: tímidos, taimados, de carita triste, petrificados por el temor de la luz de la gente que los atemorizaba con el flash de sus cámaras como si de la octava maravilla del mundo se tratara. Ahora que lo pienso ¡lo eran! qué digo la octava, la primera maravilla del mundo, la prueba fehaciente de lo que dejamos de ser para convertirnos en lo que somos: ciegos. Pero los burros no estaban en la hacienda, a esos los fuimos a conocer después, en la ciudad de Pereira. Entonces, la novedad no era el dinero que corría en las calles atestadas de camionetas lujosas con mujeres inalcanzables para nosotros los mortales, sino ir al zoológico a ver dos burros que de la nada evolucionaron a cebras en una noche. El padre de mi amigo, quién al igual que yo, creía que la historia se arma de cosas banales dijo: “Esto es histórico, tenemos que ir”.Escéptico como siempre, le dije a Mauro que para qué tanta alharaca por dos burros si en la hacienda habíamos visto África entera, pero él solo se limito a levantar los hombros. Días antes, en el traslado de las cebras del puerto de desembarque a la hacienda de Don Pablito,algún despistado burócrata olvido de quién era el cargamento y decomisó los monocromáticos animales. Tras la amenaza que le llevaron departe del dueño,al pobre empleado no le quedó otro camino que hacerse el de la vista gorda y devolverlos, resultándole el problema de justificar el decomiso en su inventario, pero,acudiendo a nuestra bien nombrada malicia indígena,lo soluciono a lo colombiano: buscó dos burros y los pintó, a lo chambón, al estilo nomejoda. Los animalitos resultantes parecían una obra de la época surrealista de Picasso. Tenían tres o cuatro franjas de pintura blanca sobre y a lo largo del pelaje negro desde el pescuezo hasta el lomo, y en cada extremidad, como pulseras, se intercalaban las franjas de pelaje negro y las rayas blancas en circunferencia. Me imagino al pobre empleado temblando

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de pánico por el error del decomiso y vaciando, por el afán, pintura negra como si se tratara de un cántaro sobre las cabezas de los cuadrúpedos, dejándolos como estudiantes rebeldes deuniversidad pública: encapuchados. Nada que ver esos animalitos ridículos, tristes y embadurnados, con el entusiasmo característico de las cebras. Hasta ahí aún no había ocurrido el milagro. La magia ocurrió al día siguiente, cuando el mismo burócrata tuvo que justificar las dos cebras decomisadas y al hacer el conteo y llegar a la jaula marcada con el letrero cebra mammalia perissodactyla vio lo que le tocaba ver y contó dos cebras, igual el director del zoológico: dos cebras, el veterinario: dos cebras, y los guardias: dos cebras, y cada uno de los visitantes del zoológico, incluyéndome: dos cebras. Por supuesto que todos sabíamos que no eran cebras ¡ni que fuéramos tan burros!, con el perdón de los burros. Pero como dije, todo sucede en el país de Nunca Jamás, donde cada uno ve lo que lo que le toca, lo que le conviene, o si mucho, si uno ve lo que ve, toca hacerse el de la vista gorda; donde la historia se arma con cada segundo que va muriendo. ¡Murieron tantos después! En cada bombazo, en cada bala rezada, en cada segundo, en cada sicario que descargó su arma en quien insistió en ver lo que veían. Desde que Don Pablito quiso ser rey soberano y no lo dejaron, juró invertir su fortuna en hacer llorar a esta tierra ¡y lo hizo! Después lo persiguieron, se escondió, armó la guerra, se construyó una cárcel de lujo y se entregó, se voló, sus enemigos se unieron y lo persiguieron, se escondió pero lo encontraron, y al final, por un tiro de gracia, se despanzurró sobre el país en un tejado. Su metamorfosis fue peor. A todas estas, me pregunto ¿Yo qué fue lo vi? Esta fue mi historia: yo vi dos burros amortajadosen un pijama de rayas blancas… ¿o negras? Ya ni sé. Después pasaron tantas cosas que no sé lo que vi, cosas que ojala no se repitan nunca jamás.

Hacienda Nápoles es el nombre que recibe una extensa y lujosa propiedad rural, ubicada en el municipio de Puerto Triunfo (Antioquia). Se encuentra en el valle del río Magdalena y es reconocida como símbolo del éxito del Cartel de Medellín y, específicamente, de su propietario Pablo Escobar.

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Letras Libres / A tientas

A tientas E

l 3 de marzo de 1992, mientras en todos los periódicos colombianos el titular a cuatro columnas era: “¡Llegó el apagón!”, Pompilio se presentó en mi oficina a la misma hora de siempre –que ahora era una hora más temprano por disposiciones del gobierno– y me leyó fragmentos de lo que había escrito en su diario íntimo los últimos días. El apagón comenzaba y nuestras charlas entraban en la infancia de Pompilio en esos vetustos años cincuenta bogotanos. Esa noche me habló por primera vez de la Ciudad de Hierro en el Parque Nacional. Ese tema hubiera podido ser un buen comienzo para sus Memorias. Traté de explicárselo varias veces pero no fue posible entusiasmarlo. Le hablé de las metáforas que podían utilizarse en torno a los juegos mecánicos: la montaña rusa, o la figura del vértigo que se siente cuando se va dejando de ser joven, los carros chocones o la figura de los amores oxidados y los odios que se van cosechando a lo largo de la vida y la rueda mágica, o la figura del azar de los encuentros del pasado. Todo fue en vano, pues no quiso escucharme. A lo sumo le parecieron demasiado evidentes esas asociaciones. En mi libreta de apuntes consigné la idea, creyendo que podría serme útil más adelante. Recurrí entonces a otro escenario. Le pregunté si recordaba cuándo y dónde había visto su primera película (Pompilio fue un gran cinéfilo que llegó incluso a fundar un efímero cine-club ambulante en Tadó-Chocó 74

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en los años setenta). Al principio trató de evitar el tema, pero ante mi amenaza de abandonar nuestro proyecto, retrocedió y comenzó a hablar. Me leyó un poema, de una serie que él llamaba en broma “cine-chicles-charmes-manimani-moto”. Si leyeran los poemas de Pompilio notarían que son sus Memorias íntimas, casi de ultra tumba. Son poemas escritos, según me dijo esa vez, apenas salía de ver una película. Siempre escribía un poema después de una película que lo llagara. No era un “resumen de noticias” sobre lo que acababa de ver, era una especie de collage submarino. ¿Collage submarino? En el fondo la poesía era para Pompilio una prolongación de una película. No de cualquier película. De todas las películas. Para Pompilio la poesía era una prefiguración del cine, todo un sacrilegio, todo un sacramento. Solía decir que el siglo XX era el siglo más poético de todos, y sólo por el cine. ¡Tamaño despropósito! Su primera película la había visto el 24 de junio de 1951. Estaban recién llegados a Bogotá con su madre. Esa tarde vieron el reestreno de La Cartuja de Parma de Stendhal, adoptada al cine por Christian Jaque y con roles estelares de María Casares y Gérard Philipe en el Teatro Libia. Era su teatro favorito, tanto así que cuando años más tarde Pompilio tuvo una hija, la bautizó con ese nombre sonoro: Libia. De esos primeros años no hay poemas, pero si una serie de fotografías que la madre de Pompilio, Doña María Teresa guardó

Texto: Alberto Bejarano Foto: Stoxkvault

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Letras Libres / A tientas

celosamente en su casa en una de sus carteras negras de los años del ruido. Ahí protegía todo lo que tuviera que ver con su hijo: diplomas del jardín infantil “Los Chifladitos”, medallas de campeonatos de triciclo, telescopios con minifotos de Pompilio en un circo, álbumes de los mundiales de fútbol, viejas revistas de la Abeja Maya y José Miel, cuadernos de poemas de hojas amarillas, dibujos de primaria cuando Pompilio buscaba ganarse el concurso de la portada del directorio telefónico, y las tarjetas de cumpleaños que le escribía siempre cada año. Doña María Teresa guardó además casi todos los recortes de periódicos donde escribió Pompilio durante más de cuarenta años... La radio me traía las últimas noticias, y sonaban distantes. El viejo radio aun sonaba igual que en los tiempos de mi padre, cuando él escuchaba la transmisión de innumerables vueltas a Colombia, a Francia, a España y a Italia. El ciclismo siempre fue su pasión. Lo recuerdo, casi de madrugada, escuchando las transmisiones de Europa y tomándose un café endulzado con panela. Cuando terminé de afeitarme, revisé los nombres de las películas que había mencionado

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Pompilio y comprobé que sólo había visto ocho. Ocho de más de trescientas. La mayoría eran títulos raros (sobre todo de la época muda). Esa mañana, de camino hacia la oficina, me detuve en el Video-club Variedades de la Avenida 28 con Calle 34 y alquilé treinta VHS (me quedaron de conseguir tres para el otro día y el resto para dentro de un mes: Playtime de Tati, Los rapaces de Von Stroheim y Les tricheurs de Carné). Treinta películas de todos los colores y estilos se amontonaron en el baúl de mi carro. Esperaba ver una por día, en la madrugada, cuando volviera de nuestras charlas con Gabriela y Pompilio. Verlas todas me tomaría casi un año. Dejar de verlas me llevaría toda una vida.

“La mayoría eran títulos raros (sobre todo de la época muda). Esa mañana, de camino hacia la oficina, me detuve en el Video-club Variedades de la Avenida 28 con Calle 34 y alquilé treinta VHS...”

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Letras Libres / Aquiles y la tortuga

Aquiles

y la tortuga

Aquiles y la Tortuga están terminando una exquisita comida para dos en el mejor restaurante japonés de la ciudad es considerado como una iluminación provocada por la naturaleza. Tortuga: — Un poema de diecisiete sílabas. Jajajaja… Los poemas de mis lecturas tienen más de diecisiete sílabas, poseen música, ritmo y rima. Aquiles: — Un haiku consiste en un grupo de cinco, siete y cinco sílabas y son muy melódicos.

freepick.com - Karla Vidal

Aquiles: — Este restaurante de comida japonesa me recuerda los haikus. Tortuga: — No sé de qué me habla Aquiles. ¿Qué es un haiku? Aquiles: — Es un poema muy corto con solo diecisiete sílabas, puede revelar una idea sencilla y profunda, evocar un aroma… y sorprenderte. Este mini poema que puede irradiar toda la magia de oriente,

Texto: Luz Amparo Carranza

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Letras Libres / Aquiles y la tortuga

Tortuga: —Un poema de diecisiete sílabas no tiene sentido. Aquiles: —El sentido está en quien lee el haiku. Tortuga: —Hmm… Ese sí que es un planteamiento evocador. Aquiles: —Ese es el mismo planteamiento hecho por los matemáticos con los teoremas; aunque no tienen diecisiete sílabas, son muy pequeños y siempre tenemos que evocar todo nuestro conocimiento para interpretarlos. Tortuga: —Pero también son sin sentido... Aquiles: —Sólo para los que no conocen su belleza y profundidad; ellos también traen consigo imágenes y sensaciones. Son generalmente la inspiración de un creador en un momento de iluminación. Como los haikus. Tortuga: —No confío mucho en la sensibilidad de los matemáticos tanto como usted lo afirma, por el contrario creo que se les escapa la realidad entre los dedos… Aquiles: —¿Acaso modelar el mundo no le parece suficiente? Se requiere mucha sensibilidad para esto. Tortuga: —Modelar problemas y apresar la belleza o la hermosura, no son la misma tarea. Aquiles: —Lo discutiremos más tarde, Señor Tortuga. Hay personas esperando para cenar en este lugar. (De regreso a casa, Aquiles y la Tortuga caminan sobre un anillo de Möbius casi sin notarlo) (En casa de Aquiles) Tortuga: —¿Ahora en qué piensa Aquiles? Aquiles: —En Einstein y su ecuación E=mc2 Tortuga: —Pienso si este asunto de los teoremas, los haikus y las ecuaciones

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provienen de la misma idea de belleza. Tortuga: —¿Cómo ahora usted pretende convencerme de la sensibilidad de los físicos? Aquiles: —Véalo de esta modo, una ecuación también tiene derecho a ser bella. Es críptica como un Haiku. Más diciente que muchos versos que he oído. Tan compleja como un teorema. Tortuga: —Me opongo a esa afirmación. Eso no se le parece en nada a una flor, una pintura, no está relacionado con algo realmente agradable. Aquiles: —Einstein no estaría de acuerdo. El fue artista. Sabe, fue un excelente violinista. Tortuga: —Algo había escuchado. Aquiles:—Luego de un concierto, en la prensa del día siguiente un crítico decía “no sé por qué tiene tanta fama. Lo hace tan bien como otros buenos interpretes”, por supuesto este hombre no sabía, que Einstein era físico. Tortuga: —Nos estamos desviando del tema. Aún no me ha explicado cómo piensa encontrarle algo de belleza a esos garabatos. Aquiles: —Usted y yo estamos muy lejos de comprender por ejemplo las ecuaciones de la relatividad de Einstein, las implicaciones de la constancia de la velocidad de la luz o la constante cosmológica; pero creo que deben poseer algo hermoso si pueden explicarnos cómo es el universo. Tortuga: —Bueno pero puede tener algo de útil interpretar el violín para hacer física. Aquiles: —Realmente no lo sé Señor Tortuga, pero esta era una de las tantas cosas en las cuales él se diferenciaba de los físicos de su tiempo. Tengo algunas ideas pero no creo que usted desee admitir esto. Tortuga: —Prometo discutirlo. Aquiles: —El arte está muy cercano a la

“Véalo de esta modo, una ecuación también tiene derecho a ser bella. Es críptica como un Haiku. Más diciente que muchos versos que he oído. Tan compleja como un teorema.”

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Letras Libres / Aquiles y la tortuga

intuición. Tal vez en lo concerniente a la física y las matemáticas consideramos lo contrario; pero como algunos personajes en la historia, encontraron cosas que otros pasaron por alto. Tortuga: —No está siendo muy concreto en sus apreciaciones, Aquiles. Aquiles: —Vea, la constante de la velocidad de la luz, estaba en las ecuaciones de Lorentz, se podía deducir de ellas, pero él ni se dio por enterado. Y puedo apostar que si la vio, no le prestó la menor importancia. Su intuición no le ayudó. Tortuga: —Acláreme este asunto de la intuición porque cada vez entiendo menos a qué se refiere. Aquiles: —Bueno Señor Tortuga, los artistas entrenan su intuición a lo largo de la vida en el desarrollo de su producción artística y creo que Einstein la tenía lo suficiente entrenada. Cómo podríamos explicarnos la constancia de la velocidad de la luz sino por un salto de información. Einstein siguió su intuición y la puso dentro de las hipótesis de la teoría de la relatividad, lo cual permitía reescribir las ecuaciones de Maxwell. Tortuga: —No entiendo aún lo de la intuición. ¿Qué de lógico puede tener el asunto de la intuición como una explicación plausible para estas constantes? Insisto, modelar problemas y apresar la belleza o la hermosura, ¿no son la misma tarea? Aquiles: —Pregúntele a Gödel, él sabe más de lógica e intuición que yo. Recuerde los famosos teoremas de completitud e incompletitud, los que dejaron locos a todos. ¿Cómo cree que los halló? Además él era conocedor de arte moderno, tal vez le explicaría si realmente tiene algo que ver con la lógica. Tortuga: —Escuché que Einstein y Gödel fueron muy buenos amigos. Gödel acompañaba a Einstein en la caminata diaria desde la Universidad de

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Princeton hasta su casa. Aquiles: —No me extrañaría que hablaran de nosotros y algo también de la teoría unificada. Tortuga: —No empecemos de nuevo, he escuchado suficiente de los físicos por hoy, siempre salen con algunas artimañas para intentar explicarlo todo. Tengo la leve impresión de que todavía no comprenden del todo lo dicho por Einstein. Aquiles: —Ese es otro tema. Por lo pronto yo seguiré sobre su caparazón otro rato. Tortuga: —Me voy a dormir ya, está por amanecer. (La tortuga se introduce en su caparazón y Aquiles duerme sobre él)

En la mitología griega, Aquiles, nieto de Éaco e hijo de Peleo y de la diosa Tetis, fue un héroe de la Guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grandes guerreros de la Ilíada de Homero. En la célebre obra, suele ser calificado como «el de los pies ligeros», ya que se lo consideraba el más veloz de los hombres.

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Letras Libres / Ha llegado el tiempo

Ha llegado el tiempo

Hermosa mujer en aún mozos años: difícil me ha sido hallar alguna como tú en este tiempo.

P

aulo y la escultura de una mujer en metal. Han transcurrido varios minutos y Paulo solo ha pestañeado tres veces. Tomar la decisión de salir de su habitación, al sur de la ciudad, irse en transporte público hacia el oriente y bajarse a once cuadras para pararse frente a la escultura de aquella mujer que se unió a la guerra independentista. No valió el llamado de su madre para que mande hojas de vida. Paulo refugia las manos en los bolsillos de su pantalón verde desvanecido. Sus ya veintitrés años se suman a los ciento diecisiete años de muerte de la mujer valiente hecha arte, estatua. Paulo dobla un poco las piernas. Tose una, dos veces. Carraspea primero suave, luego fuerte. Baja la mirada y se da cuenta de la batalla de un grupo de moscas sobre un paquete desechado de lo que fue un brownie. Carraspea de nuevo y gira su cabeza a la derecha, donde cinco jóvenes –dos hombres y tres mujeres- de morral se ríen. Inhala y exhala el aire helado de las

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Texto: Silvia Sierra

diez treinta y siete de la mañana. Mueve la mano izquierda en el bolsillo, donde sale un sonido de papel y vuelve su mirada hacia la escultura. Está a treinta centímetros de ésta. Aprieta sus carrillos y, con ímpetu, saca la hoja doblada que guarda. La despliega con algo de nervio, moja sus labios tres veces y lee: Hermosa mujer en aún mozos años: difícil me ha sido hallar alguna como tú en este tiempo.

Policarpa Salavarrieta nació en guaduas el 26 de enero de 1795 y fue fusilada en bogota el 14 de noviembre de 1817.

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Letras Libres / Ha llegado el tiempo

Creo saber todo de ti: tu dulce infancia en la calurosa Guaduas, con aquellos pies polvorientos jugando a ser mujer; tu adolescencia de conocimientos reales sobre la convulsión que rebeldes corazones gritaban, armados, cambios en esta tierra tropical. Tu casi adultez de pocos besos y varias balas. Sangre ya desaparecida, inolvidable. Carraspeo… Me senté durante ocho madrugadas y media en la búsqueda de alguna manera para darte a conocer mi admiración hacia ti. Eso o aquello que alimenta mi corazón, cada vez que observo tus retratos en Internet, cada vez que leo tus últimas palabras y las primeras en tu inmortal presencia: «¡Pueblo de Santafé! ¿Cómo permitís que muera una paisana vuestra e inocente? ¡Muero por defender los derechos de mi patria! ¡Dios eterno ved esta injusticia!». No sabes cuánto me sirvieron en el año y algunos meses, en mis batallas contra la guerrilla. Batallas, no sé si se llamarán así. ¡Es drama sin comedia! Vi personas morir. Lo mismo que tú pasaste. Dejar parte del alma por la construcción, ¿de qué, mi hermosa mujer? Creo que lo tuyo sí tuvo sentido, o tiene sentido, inmortal presencia. Paulo acerca el índice derecho hacia el mismo lado de la hoja, para deslizar el dedo hacia el filo de la misma. Prosigue la lectura: Me dibujo ahora una línea roja. También siento dolor, como tú lo sientes al ver esta sociedad sin identidad. Los mismos cerros, diferentes calles, el frío que desaparece por períodos de más calor y las mujeres mostrando sus

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piernas. De seguro tú hubieras sido capaz de mostrar tus delineadas piernas con tal de obtener grandes objetivos. Me las imagino, así como te sorprenderá ver a un hombre con el cabello más corto, fuera del patrón de los hombres de tu época. Casi se ve mi cuero cabelludo. Él sonríe por primera vez en los cuarenta y siete minutos que lleva allí. ¿De qué color serían tus labios ahora? ¿Te aplicarías pintalabios? Espero que no: la naturalidad ante todo. Firme en las convicciones, en los principios de verdadera libertad sin prostituirse. Yo te lo demuestro ahora: desde niño te veía siempre que pasaba con mi familia al bajar de Monserrate, sin poderte decir lo que sentía y siento por ti. Leer lo que cuanto académico escribe acerca de ti… Pero no descubren tu alma, lo que medio se logró en esa telenovela de hace unos años, creo…

La estatua de la Pola, como se conoce popularmente a la heroína de la Independencia, está ubicada en la calle 18 con carrera 3 en Bogotá, y es obra del escultor, pintor y fotógrafo Dionisio Cortés (Chiquinquirá 1863 - Bogotá 1934)

Pasa saliva, se rasca la nariz e inhala… La hoja no tiene más espacio y hay variedad de palabras para decirte... En fin, no me acoplo a este mundo, y más al ver a mujeres, niños, hombres con su sangre como vestimenta. No ha cambiado nada desde tus tiempos, ni desde antes a los tuyos. Espero que no empeore esta actualidad... Me tengo que despedir y no quiero decir adiós, ni chao, ni hasta luego. Quizá sea mejor el hasta siempre. Paulo alza la cara, sonríe de medio lado y coloca la carta en la base donde reposa la estatua. Corre más al oriente. Cae una, cae dos, cae tres veces en la calle en subida. Se detiene un momento y mira hacia atrás, para lanzar un beso al aire. Continúa su trote. Trote, trote, trote. A lo lejos, las campanas repican.

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Cicatrices Texto: Martha Ramírez Rodríguez

A veces cuando estoy sola, me desnudo y me quito la piel. Y destapo las heridas que no han curado, y frente a un espejo, con hilo en mano, trato de cerrar las más profundas y me pongo la piel, y me vuelvo a vestir… y me acuesto a dormir.

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RĂ­o Negro Texto: Daniela GarcĂ­a

Irse irse bien lejos irse de la gente irse de la ciudad. Irse irse roto desmoronado vago en secreto destruĂ­do con la tristeza resignada irse en un profundo lago de pentagrama irse derramado por la muerte irse llorando irse sin destino irse por la sombra del recuerdo pero irse. Irse a la hora irse herido con el aire del sur y cenizas irse escapando del cuerpo irse sin alma irse oculto las nubes de la entristecida vida irse del todo irse bien lejos irse.

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