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La Gruta

Noviembre de 2013

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BOLETÍN del SANTUARIO NACIONAL de La Gruta de Lourdes Avda. de las Instrucciones 2223. MONTEVIDEO - Uruguay. Tel.: 2222 3532

Laicos: ministerios

y compromiso temporal “Acérquense al Señor, la piedra viva que los hombres desecharon, pero que para Dios es una piedra escogida y de mucho valor. De esta manera, Dios hará de ustedes, como de piedras vivas, un templo espiritual, un sacerdocio santo, que por medio de Jesucristo ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios... Para ustedes, que creen, esa piedra es de mucho valor; pero para los que no creen se cumple lo que dice la Escritura: “La piedra que los constructores despreciaron, se ha convertido en la piedra principal”. 1 Pedro 2,4-7 La Gruta n.443

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Actualidad

JACINTO VERA: Pino Puglisi: mártir de la mafia un santo uruguayo Al celebrar este año el bicentenario del nacimiento (1813) del Siervo de Dios Jacinto Vera, el primer obispo uruguayo, y antes que termine el año queremos recordar a esta gran figura de pastor en camino a la beatificación.

Sus padres, Gerardo y Josefa, eran oriundos de las islas Canarias. Su niñez y adolescencia transcurrieron en la zona de Toledo. Concurría a misa con botas de potro, poncho y chiripá y hacía varias leguas a caballo para estudiar. Incorporado a las tropas de Manuel Oribe, éste, sabiendo que Jacinto quería ser sacerdote le dio de baja y lo ayudó económicamente. Estudió en Buenos Aires, en el colegio de los padres jesuitas y en 1841 fue ordenado sacerdote. Su primer desempeño sacerdotal fue en Canelones hasta que en 1859 fue consagrado Vicario Apostólico de Montevideo por el obispo de Buenos Aires Mariano José de Escalada. Son de destacar sus viajes apostólicos a lo largo y a lo ancho de todo el territorio nacional que recorrió varias veces. Se había propuesto una misión permanente (la primera misión duró nueve meses) para hacer frente al abandono religioso en la campaña. En ese tiempo había 2 parroquias en Montevideo y 27 en el interior. Viajaba en diligencia, a caballo, en barco acompañado por otros misioneros. En 1870 fue a Roma para participar del Concilio Vaticano I. Recién en 1878 fue creada la diócesis de Montevideo y don Jacinto nombrado su primer obispo. En 1880 inauguró el seminario diocesano. El salesiano p. Luis Lasagna, primer director del Colegio Pío de Villa Colón, así lo describe en una carta a san 2

Juan Bosco: “Su apostolado no lo ejerce en salones cubiertos de tapices bordados de oro, ni desde el sillón de un escritorio, sino en la cabecera de los moribundos, en los tugurios de los mendigos que visita y socorre en persona, en el confesionario donde pasa jornadas enteras; confiesa más el obispo que todos los sacerdotes juntos”. Vera murió durante una misión en la localidad de Pan de Azúcar, a los 68 años, el 6 de mayo de 1881. La opinión pública de la época dispensó grandes homenajes al obispo que en tiempos de guerra visitaba a los soldados heridos y durante la epidemia de fiebre amarilla socorría a los enfermos: en 1857 este flagelo afectó 2.500 vecinos en una ciudad de 20 mil habitantes. “Padre de toda la gente más sufrida”, lo define el periódico La Democracia; “supo enjugar las lagrimas de quienes buscaban refugio en su bondad”. El Ferrocarril: “Cuando se lo veía por la calle con su aire bondadoso, repartiendo sonrisas, acariciando a los niños, cediendo la vereda a todos, dando limosna a los pobres, se le admiraba y no se podía dejar de venerársele”. El Plata: “Los no católicos nos inclinamos respetuosos ante el sepulcro del que siempre supo dar ejemplo de moderación, humildad y sentimientos caritativos”. Un diario racionalista y anticatólico como La Razón, destacaba: “El obispo Vera murió en la pobreza, lo que hace su mejor elogio”. El diario católico, el Bien Público, lo definía como “padre y amigo muy amado, apóstol incansable, formador del clero nacional”. En el Congreso, Juan Zorrilla de San Martín proclamó: “Nuestro Santo ha muerto”.


Concilio Vaticano II: vivir la fe en diálogo con el mundo

Laicos: ministerios y compromiso temporal Acérquense al Señor, la piedra viva que los hombres desecharon, pero que para Dios es una piedra escogida y de mucho valor. De esta manera, Dios hará de ustedes, como de piedras vivas, un templo espiritual, un sacerdocio santo, que por medio de Jesucristo ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios. Por eso también dice la Escritura: “Yo pongo en Sión una piedra que es la piedra principal, escogida y muy valiosa; el que confíe en ella no quedará defraudado.” Para ustedes, que creen, esa piedra es de mucho valor; pero para los que no creen se cumple lo que dice la Escritura: “La piedra que los constructores despreciaron, se ha convertido en la piedra principal.” 1Pedro 2,4-7

Preguntas ¿Quiénes son los Cristos de la actualidad, que siendo valiosos para Dios, son rechazados por la sociedad? Tú, peregrino, que vienes al Santuario de la Gruta de Lourdes, ¿te sientes piedra viva unida a Cristo? ¿Qué piensas sobre dar un aporte, un servicio donde veas que puedas vivir este llamado de ser “ladrillo vivo”?

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Existe una confusión acerca del laico en la Iglesia. A veces se piensa o se dice que los laicos son cristianos de segunda categoría, menos que los sacerdotes y las religiosas... En el Pueblo de Dios no existen cristianos de primera clase y cristianos de segunda clase. Dios quiere la unidad y la igualdad fundamental de todos sus hijos. Y eso se hace realidad a través del sacramento del bautismo. Afirmando todo esto el Concilio devuelve dignidad a los laicos y los compromete en una misión desafiante.

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San Pedro compara a Jesús con una “pie* dra viva” que fue rechazada por los hombres y sin embargo elegida por Dios que conoce su valor. Como nos hace pensar en nuestro poco discernimiento sobre lo que realmente tiene valor y más sobre quién tiene valor para Dios, a pesar de nuestro desconocimiento. Mientras valoramos cuántos nos agradan o * nos hacen sentir cómodos y seguros, despreciamos o somos indiferentes con aquéllos que nos proponen otro ritmo de vida, otras urgencias que no son las nuestras, otras evaluaciones que no tenemos en cuenta. 3


Concilio Vaticano II: vivir la fe en diálogo con el mundo Además, Pedro nos dice que nosotros tam* bién somos piedras vivas, en la medida que estamos unidos a Cristo. Entonces, para imaginarnos mejor ésta situación, pensemos en una construcción de ladrillos con una segura base (Cristo) y los ladrillos que se entrecolocan uno al lado del otro (comunidad). Nos hace pensar en la igualdad, no importando el lugar que se ocupe. Se puede pensar en la Iglesia * como esta construcción, donde apoyados firmemente en Cristo, los integrantes del pueblo de Dios, no importando el lugar que ocupan, forman parte de este proyecto de Dios en la tierra. Entonces, laicos, religiosas, consagrados, sacerdotes: todos hechos

a imagen y semejanza de Dios y llamados a ser piedra viva con el mismo título y la misma importancia, con diferentes servicios. en la historia de la Iglesia, ve* Pensando mos con asombro, que algunos concilios fueron convocados por emperadores que eran laicos. Hoy sería impensable que los laicos convocaran en algún momento a un Concilio... ¿Por qué? del Concilio, se avanzó mu*choDespués en la Iglesia sobre estos aspectos, sobre todo en la valoración de los laicos y su misión en el mundo y en la Iglesia: es un signo de los tiempos, a través del cual Dios se ha manifestado.

Del Salmo 117-18 Den gracias al Señor, porque Él es bueno, porque su amor es eterno. Que digan los israelitas: “El amor del Señor es eterno.” Que digan los sacerdotes: “El amor del Señor es eterno.” Que digan los que honran al Señor: “El amor del Señor es eterno.” En mi angustia llamé al Señor; él me escuchó y me dio libertad. El Señor está conmigo; no tengo miedo. ¿Qué me puede hacer el hombre? El Señor está conmigo; Él me ayuda. ¡He de ver derrotados a los que me odian! Es mejor confiar en el Señor que confiar en el hombre.

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Es mejor confiar en el Señor que confiar en grandes hombres. Te doy gracias, Señor, porque me has respondido y porque eres mi salvador. La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal. Esto lo ha hecho el Señor, y estamos maravillados. Éste es el día en que el Señor ha actuado: ¡estemos hoy contentos y felices! El miércoles 13 de noviembre, a las 18:30 hs. nos encontramos en el despacho parroquial para preparar esta página del boletín, para el mes que viene.


Concilio Vaticano II: vivir la fe en diálogo con el mundo

Los cristianos laicos ¿QUIENES SON LOS LAICOS? Los cristianos laicos son la inmensa mayoría de la Iglesia y pertenecen a la misma por su bautismo. La palabra “laico” viene del idioma griego (“laos”= pueblo) y significa que pertenece al pueblo, en este caso al Pueblo de Dios. A su servicio están los “clérigos” o la llamada “jerarquía” eclesiástica que son el Papa, los obispos, los sacerdotes, los diáconos. Pero no hay cristianos de arriba y de abajo, de primera y de segunda clase. No existe eso de que el Papa manda al obispo, el obispo al sacerdote y el sacerdote al laico como si fuera una cadena de mando; todos obedecemos a Cristo, el único Maestro. La Iglesia es una comunidad de iguales porque todos somos hijos de Dios. No hay contraposiciones en la Iglesia, ni una clase dirigente y otra subordinada porque todos por el bautismo tenemos igual dignidad y una única misión, con roles distintos. No solo hay deberes de los laicos para con la jerarquía, sino también de la jerarquía para con los laicos. Todos los bautizados, laicos, consagrados y ministros, tienen una misma vocación a la santidad. Como Cristo que era laico, cada bautizado hace una oblación sacerdotal con la ofrenda de su vida, en espíritu de servicio a los demás, empezando -el laico- por su “iglesia doméstica” que es la familia. Puede hacerse santo y amigo de Dios con una fuerte vida de oración y eucarística, siempre desde su condición de laico.

do en el capítulo 1º. Gracias al Concilio, hay un laicado activo hoy en la vida de la Iglesia (en la catequesis, en Cáritas, en la liturgia..) pero en general todavía tímido y que muchas veces solo parece prestar una mano, sin sentirse directamente responsable o personalmente llamado por Dios. Fácilmente se deja todo a la jerarquía eclesiástica que a su vez, muchas veces, prefiere no perder el control sobre los laicos considerados como menores de edad en cuanto a la fe. Están los ministerios laicales que son servicios, no al sacerdote, sino a la comunidad cristiana. El Concilio coloca claramente al centro de la Iglesia el Pueblo de Dios; y es este pueblo que está llamado por

LA VOCACION LAICAL El documento conciliar sobre los laicos (“Apostolican actuositatem”= la actividad apostólica) habla de la vocación laical al apostolaLa Gruta n.443

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Concilio Vaticano II: vivir la fe en diálogo con el mundo Dios a ser la voz de Jesús en el mundo, a difundir el Evangelio. El Concilio no confunde la Iglesia con los curas y los obispos. Todos los bautizados somos llamados a ser “apóstoles” (=enviados, misioneros) de Jesús, no porque los curas sean pocos y las necesidades hayan aumentado. En el capítulo 6º del documento conciliar se insiste por otra parte que se les debe asegurar a los laicos, junto a la formación espiritual, una preparación doctrinal (bíblica, teológica, moral, social) para que lleguen a una madurez o adultez de fe que los haga capaces de ser signos en el mundo de la solidaridad de la Iglesia y del Amor de Dios. El laico puede y debe participar en la vida de la comunidad cristiana según sus posibilidades, pero siempre como laico, sin querer sustituirse a los curas y rechazando todo tipo de clericalismo. Dice la Conferencia Latinoamericana de Puebla: “Los laicos deben ser hombre de Iglesia en el mundo sin dejar de ser hombre del mundo en el corazón de la Iglesia” (n.786). ROL ESPECÍFICO DE LOS LAICOS En el documento conciliar se habla de “apostolado”, un término que se refiere a la evangelización, pero que no determina lo específico del laico. Tarea específica del laico es su compromiso en el orden temporal. La vocación de los laicos es distinta de la de los sacerdotes y religiosos. El cristiano laico no es simplemente el que va a misa los domingos, es catequista o reza en su casa. Debería reconocerse por cómo vive y habla de la familia, del trabajo, de la política, de las cuestiones de actualidad. En realidad, si laico significa integrante del pueblo, todos los bautizados serían laicos: cuando se quiere hablar de los laicos que no son parte de la jerarquía o de la vida religiosa, se usa la denominación “laicos seglares”, justamente porque éstos han de atender a las cosas del “siglo”. Su campo propio, en el que 6

han de actuar animados por el evangelio son la vecindad, el trabajo, la cultura, la economía, la acción social y política... Se trata de anunciar y hacer presente el Reino de Dios para que el mundo sea informado por el proyecto de Dios, para que haya un mundo de paz, justicia y felicidad para todos. “Los laicos han de asumir la tarea del ordenamiento temporal como tarea suya propia, guiados por el Evangelio y el pensamiento de la Iglesia; movidos por la caridad cristiana han de operar de manera concreta junto a los demás, bajo su propia responsabilidad” (n.7). En su acción temporal los laicos gozan de autonomía. Deben capacitarse para una necesaria idoneidad y profesionalidad en su trabajo; no basta ser un buen cristiano para ser un buen padre, un buen trabajador, un buen activista social o político. MUJERES EN LA IGLESIA En el documento conciliar no se habla del rol de las mujeres en el apostolado. Sin embargo después del Concilio, la mujer fue adquiriendo cada vez más importancia no solo a nivel de liturgia y catequesis, sino también en la enseñanza teológica y cada vez más en los órganos de gobierno. Fue recién en la tercera sesión del Concilio que Pablo VI llamó entre los auditores laicos en el Concilio a algunas mujeres y fue él que por primera vez proclamó como doctoras de la Iglesia a dos mujeres: Teresa de Ávila y Catalina de Siena. La promoción de la mujer en la Iglesia ha sido lenta en la época moderna; fueron Juan XXIII y Juan Pablo II (con la encíclica “Mulieris dignitatem”= la dignidad de la mujer) los que reconocieron en el movimiento feminista bien encarado, lejos de ciertas radicalizaciones, un signo de los tiempos, es decir un designio de Dios válido también para la Iglesia. Se ha tomado conciencia hoy del aporte fundamental de la mujer en la Iglesia.


Parábolas de HO Y “María y su familia” HOY En un pueblito del interior, vivían, muy unidos y sobriamente, un tal Joaquín y su mujer Ana. Los vecinos los conocían por su generosidad. No había quién no hubiera gustado la alegría de recibir alguna gauchada de esa pareja o de alguno de sus hijos. Las vecinas, cuando se encontraban comentaban, con santa envidia, lo que sabían de Joaquín y su trabajo, de Ana tan prolija y de sus hijos, lo educados que eran. La familia era numerosa y sin embargo se llevaban bien. Al amanecer, en la casa de Joaquín, todo comenzaba en el Nombre de Dios. Entre tantos hermanos una niña, María, parecía gozar de la simpatía de todos. A la hora de “La Palabra”, Ana leía y recordaba mensajes y hechos de la Historia del Pueblo. María siempre tenía algunas preguntas más por hacer. Ana, a veces, la mandaba con su padre para que le resolviera dudas e inquietudes. En las tareas del día María y sus hermanas acompañaban a su madre, mientras que los hermanos iban a la huerta, a la chacra o a cuidar el rebaño en las praderas de la sierra vecina. Al atardecer, cuando todos se reencontraban era un vociferar fuerte y acalorado, poniendo en común lo vivido. Los padres, con unas pocas palabras resumían y subrayaban lo significativo y finalmente, después de la cena, con el recitado de algunos salmos, concluían la jornada. El beso y el despido de la noche eran el rito final. Pero ese beso de María era como si les sacara el cansancio. Lo esperaban. Pasaron muchos años sin que se lo comentaran entre sí. Pero cuando de a poco se fueron casando y retirando de la familia, a pesar de revivir todo aquello, la falta de ese beso fue como un desgarro, nacía una nostalgia y finalmente una necesidad fuerte de volver cada tanto a la casa paterna. Los padres de María se preguntaban a veces, por qué esa chiquilina era tan especial, tan diferente, tan respetuosa, tan delicada. ¿Qué chiquilín no cometió alguna traLa Gruta n.443

Primera parte

vesura? ¿Qué chiquilina no mintió alguna vez? Pero ésta, María, nunca. Ya es una adolescente y hay que pensar en un matrimonio. Y la mirada de los padres no encontraba, en el pueblo, alguien que la pudiera merecer. “¿Qué te parece, Ana?”, decía Joaquín. “Esta muchachita no habla de matrimonio, nunca la escuché mencionar ningún nombre, de ningún vecino. ¿Será que tiene en su corazón algún secreto? ¡Ya tiene edad! ¡Pregúntale qué piensa! ¡Adelántale el nombre de José, el carpintero! Es un hombre honrado, justo, de palabra, tiene un oficio.” A Ana le gustaba respetar el parecer de los hijos, y no quería presionar a nadie y menos a esta chiquilina tan delicada pero al mismo tiempo tan serena y firme. Una tarde, se sentaron a la sombra del tendal como para saborear el fin de la tarea y se pusieron a conversar Ana, María y sus hermanas Judith y Esther. La conversación se hizo tan animada que no les faltó ganas a Joaquín y a los hermanos de arrimarse para participar de la misma. Quedaron clara las ideas de la discusión. El Matrimonio es cosa buena, creada y querida por Dios, pero no es obligatorio. El celibato puede ser una opción buena y en ocasiones hasta mejor que el matrimonio. El tener hijos es una bendición grande a pesar que implique sacrificios enormes. La vida del ser humano es sagrada, pertenece a Dios y solo Él dispone. Nadie es dueño de su vida para hacer de ella lo que se le antoje. Siempre hay que preguntarle a Dios “el por qué” de la vida y “qué hacer con ella”. Desde la eternidad Dios tuvo y tiene un sueño con cada uno de nosotros. Con el nacimiento, Dios nos envía al mundo para que contemos “su sueño”. Esto implica dos actitudes importantes: preguntarle a Dios qué tiene ese sueño guardado y descubrir nuestra riqueza personal, para ver con qué contamos en la realización de ese sueño divino. 7


Oración a los pies de La Gruta

Oración por la Nueva Evangelización, culminando el Año de la Fe.

Miércoles 13 de noviembre, 18:30 hs en el despacho parroquial: preparación de la página bíblica del próximo boletín. Lunes 9 de diciembre, a las 19 hs. en el despacho parroquial: formación de los voluntarios del día 11.

Padre Celestial, Derrama tu Santo Espíritu e inspírame con tu palabra. Agita en mi alma el deseo de renovar mi fe y profundizar mi relación con tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, de forma que crea verdaderamente y viva la Buena Noticia. Abre mi corazón para escuchar el Evangelio y concédeme la confianza para proclamar la Buena Noticia a otros. Derrama tu Espíritu, para que pueda ser fortalecido para ir y dar testimonio del Evangelio en mi vida cotidiana con mis palabras y acciones.

En momentos de duda, recuérdame: Si no soy yo, ¿quién proclamará el Evangelio? Si no es ahora, ¿cuándo será proclamado el Evangelio? Si no es la verdad del Evangelio, ¿qué voy a proclamar? Dios, nuestro Padre, yo rezo para que a través del Espíritu Santo pueda escuchar el llamado de la Nueva Evangelización a profundizar mi fe, crecer en confianza para proclamar el Evangelio y dar testimonio firme de la gracia salvadora de tu Hijo, Jesucristo, quien vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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El Santuario de La Gruta, por decreto del Obispo, es lugar para recibir la Indulgencia plenaria en todo el Año de la fe. Este año de la fe es un momento de gracia para todos los creyentes; la indulgencia es un don de gracia especial que Jesús resucitado nos otorga, para nosotros, nuestra salvación y la de nuestros hermanos vivos y difuntos; como signo que queremos entrar en este don de gracias, la Iglesia pide que: nos confesemos, comulguemos, rezemos el Rosario aquí en la Gruta y hagamos un gesto de caridad hacia nuestros hermanos.


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