La gruta 452

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La Gruta

Agosto de 2014

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BOLETÍN del SANTUARIO NACIONAL de La Gruta de Lourdes

Avda. de las Instrucciones 2223. MONTEVIDEO - Uruguay. Tel.: 2222 3532 grutadelourdes@interware.org www.umbrales.edu.uy

2014

Sínodo familia de los obispos sobre la

Jesús se pone en tu familia:

la vocación No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Mateo 10,34-39 La Gruta n.452

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Actualidad

El obispo mártir Pino Puglisi: mártir de la mafia Recién después de 38 años la Justicia argentina dictaminó que el obispo de la La Rioja Enrique Angelelli fue asesinado por los militares, camuflando el crimen como un accidente automovilístico, el 4 de agosto de 1976.

En esa fecha sucedió que Angelelli, según los noticieros oficiales, manejando su camioneta, había salido del camino falleciendo en el impacto. La mayoría de los obispos creyó en esa versión, aunque el pueblo cristiano nunca lo creyó. Angelelli era conocido por sus denuncias contra el avasallamiento de los derechos humanos en la sociedad feudal de La Rioja, por exigir la reforma agraria, por promover escuelas rurales y cooperativas y luchar por la dignidad y la esperanza de miles de personas. Se lo acusaba de cambiar la religión, y de marxismo. Tras el asesinato de dos de sus sacerdotes (Gabriel Longueville y Carlos Murias) cuya causa de beatificación ya se inició en La Rioja en 2011 y de un laico (Wenceslao Pedernera), el obispo había investigado los hechos reuniéndolos en una carpeta que envió al Vaticano. Pasaron los años y después de que se derogaran las leyes de Punto Final y Obediencia debida, en 2010 empezó el proceso en el Juzgado Federal de La Rioja. Después de múltiples averiguaciones y dificultades el 4 de julio pasado, sobre todo gracias al testimonio del sacerdote Arturo Pinto que acompañaba al obispo, la Justicia estableció en forma unánime y definitiva que el obispo fue asesinado de manera premeditada en el marco del terrorismo de estado y se lo declaró delito de lesa humanidad. Fueron condenados de por vida a una cárcel común los otrora poderosos militares Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella. El papa Francisco envió documentos, sacados tan solo en 2

este caso de los archivos secretos del Vaticano, que demuestran cómo el obispo había sido amenazado de muerte y sus sacerdotes asesinados por los militares. Efectivamente Angelelli, según los sacerdotes que lo conocieron, sabía lo que le esperaba y recibía presiones para salir de La Rioja, pero él repetía: “Un pastor no abandona a sus ovejas”, y a sus sacerdotes: “El que quiere irse puede hacerlo, pero yo no me iré”. El obispo actual de La Rioja, Marcelo Colombo, que también fue querellante en el juicio, celebró la sentencia con una Misa multitudinaria la que presidió con la vestimenta litúrgica de color rojo que se usa para los mártires. Dijo de Angelelli: “Fue un testigo generoso y fiel de Cristo en años dramáticos para nuestro pueblo; amó y actuó en consecuencia hasta derramar su sangre”. El primero que habló de “martirio” fue el actual Papa que en el 2006 declaró: “Angelelli recibía pedradas por predicar el Evangelio y derramó su sangre por ello”, recordando la antigua frase de Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. En Punta de los Llanos donde Angelelli encontró la muerte, hay una capilla, meta constante de peregrinos. El obispo Colombo dijo que se abrirá el proceso de beatificación tras unos pasos preliminares para el que ya muchos llaman: “san Enrique de los Llanos”. Su lema pastoral era efectivamente: “Un oído al Evangelio y otro al pueblo”.


2014 Sínodo de los obispos sobre la familia

Jesús

se pone en tu familia: la vocación Entre las palabras de Jesús más dificiles para comprender, están las del texto propuesto, y tienen que ver con la familia. Tal vez con un lenguaje que quiere impactar, pero Jesús quiere tener la primacía sobre los vínculos hasta más sagrados, como los familiares. En realidad, de esta forma Él entra en nuestra familia, nos llama a tomar partido por Él, así como estamos acostumbrados a hacerlo cuando se trata de nuestra familia. Nos llama a la vida cristiana, así como fuimos llamados a la vida. Son palabras difíciles de entender. Cómo Jesús el tan anunciado Príncipe de la Paz, nos anuncia , dicho con sus propias palabras “No vine a traer la paz, sino la espada”, agregando imágenes poco deseadas como el estar unos contra otros dentro de la familia. Nos deja inquietos, inseguros y preguntándonos ¿cómo es posible ésto? ¡No es coherente! Entonces nos animamos a profundizar porque conocemos a Jesús y sabemos que El busca hacernos entender cada día nuevos criterios para nuestro bien y nuestro crecimiento espiritual.

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No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Mateo 10,34-39

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Preguntas ¿Qué pasaría si en las decisiones de la familia, dejáramos opinar, proponer a Jesús como un integrante más? ¿A qué paz, y a qué espada se refería Jesús? ¿Te parece que es muy teórico lo que pide Jesús de amar a todos como amás a los de tu familia? ¿Qué cruz debes aceptar para seguir a Jesús? ¿Qué significa “el que sacrifique su vida por mí, la hallará”?

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En esta línea, nos cuestionamos de qué paz habla Jesús. Nosotros asociamos la imagen de la paz a la ausencia de problemas, conflictos, y buscamos en ella la solución de los mismos. Nos acercamos a los santuarios y allí donde “me siento en paz” seguiré en fiel peregrinación.

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Jesús no propone resolver los problemas, pues según su propio testimonio, la paz que te hace amar a los otros, te lleva seguramente a morir en la cruz. Jesús complica, no simplifica. Asumiendo la cruz, Jesús enseña a vivir una experiencia humana y divina a la vez: el amor hasta lo extremo. Solo la comunión con Dios permite esta experiencia que hace salir de sí mismo.

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Jesús nos pide tener la primacía sobre los vínculos más sagrados: los que tenemos naturalmente con la familia. Nos llama a ser cristianos, caracterizados por tener una familia sí, pero no cerrada, con nombre y apellido, sino aquella cuyo círculo está en la dinámica de la apertura y de la aceptación de otros y que lo único que puede unirlos entre sí, es ser hijos de Dios. Nos invita a amar a todos por igual: si vemos que seguimos amando más a nuestra familia que a los demás, seamos concientes que todavía tenemos mucho camino para recorrer y llegar a la paz que Jesús propone.

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Miércoles 13 de agosto a las 17:30 hs. en el despacho parroquial: reflexión bíblica preparando el próximo boletín.

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A veces en nuestras familias, practicamos una suerte de “chantaje afectivo”. Medimos y limitamos las diferentes opciones que podrían intervenir en una decisión “porque fuimos educados así”, porque somos perezosos al momento de escuchar otras razones, pues es más seguro y cómodo seguir con lo de siempre. El criterio a emplear queda encerrado en un tiempo que ya fue… y se pretende aplicarlo hoy.

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Quizá por todo lo dicho antes, comprendemos que estaba mal visto seguir a Jesús en su época, en su cultura, con su propia gente, hace 2000 años y todavía está mal visto ponerlo en práctica hoy en nuestra vida de familia, de Iglesia, de país, de mundo…

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eliz el que teme al Señor ¡F y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. ¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén y veas a los hijos de tus hijos! ¡Paz a Israel!


2014 Sínodo de los obispos sobre la familia La v ocación vocación El 12 de agosto de 1925 moría el p. Leon Dehon, fundador de la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, que atiende el Santuario de La Gruta de Lourdes de Montevideo. La historia de su vocación manifiesta las dinámicas y las contradicciones familiares que Jesús ha expresado en el texto evangélico que proponemos en este mes. Recorremos las etapas fundamentales de ésta vocación.

León Dehon nace el 14 de marzo de 1843 en La Capelle, una aldea al norte de Francia y es bautizado el 24 de marzo de ese año. “El 24 de marzo... eran las primeras vísperas de la fiesta de la Anunciación. Más tarde he sido feliz al unir el recuerdo de mi bautismo al ecce venio del Corazón de Jesús. He sacado gran confianza de esta coincidencia”.

León no nace en una familia pobre. El padre, Alejandro Dehon, había abandonado toda práctica de vida cristiana. Es con su madre Estefanía Vandelet, mujer profundamente religiosa, que el chico teje lazos de profunda ternura que serán decisivos para su futura orientación cultural y religiosa. “Es mi madre la que domina mis recuerdos más lejanos. Yo no la dejaba nunca... Ella me hacía rezar... Ella preparó indirectamente mi vocación”.

Después de concurrir a la escuela del pueblo, en la que obtiene buenos resultados, el joven León Dehon es enviado, junto con su hermano Enrique, al colegio de Hazebrouck, dirigido por sacerdotes. Durante las vacaciones León tiene sus primeros grandes viajes: en 1855 visita con su padre la Exposición universal de París y el año siguiente Bélgica. El adolescente anota cuidadosamente los lugares visitados, las impresiones experimentadas, las reflexiones que le inspira lo que ha visto. Para Dehon viajar es hojear el gran libro del universo, donde descubre tantas “lecciones de las cosas”, según La Gruta n.452

su expresión. Junto a sus estudios, León se inscribe en la Conferencia de San Vicente de Paúl y comienza a descubrir la cara oculta de la sociedad de la cual todo lo ignora: la miseria y la pobreza. La atracción por el sacerdocio se presenta en su primer año del colegio. León fija su decisión de responder a ese llamado en la noche de Navidad de 1856. A partir de ese momento, el sacerdocio se convierte en la meta, en el ideal por el cual luchar con todas sus fuerzas. La decisión del adolescente es irrevocable y sabrá encontrar los caminos, a veces originales, para realizar el proyecto. De vuelta a La Capelle, comunica a sus padres la decisión de ser sacerdote. Este anuncio será dramático, particularmente para su padre. El hombre se había convertido en una personalidad local y soñaba para el muchacho grandes carreras a nivel nacional; la elección de León arruinaba todos sus proyectos: frente al pedido de entrar en el seminario... “Mi padre me respondió que nunca me lo permitiría... entonces le hice claramente comprender que creía que mi vocación era verdadera y que la seguiría, aunque tuviese que esperar hasta que la mayoría de edad me hiciera libre”.

Así se anuda un drama secreto, de sufrimiento, de frustración y finalmente de soledad entre dos seres que se quieren. Ante la negativa del padre, Dehon, joven universi5


tario en París, sigue los estudios de Derecho. El derecho será una preparación lejana a su proyecto sacerdotal, retrasado, pero no abandonado. Vive intensamente su compromiso de estudiante. Participa asiduamente en la parroquia de San Sulpicio, en especial en la misa matinal cotidiana. Durante todos sus estudios León no olvidó la dura realidad de los más necesitados. Por consejo de su padre espiritual, será catequista de marginados y analfabetos, muy numerosos en ese barrio. Más tarde, recordando esta experiencia, medirá los límites de la misma: la caridad no es suficiente; los marginados ante todo tienen derecho a la justicia social. En 1864, a los veintiún años es doctor en derecho y abogado de la corte imperial... pero en su corazón se sentía abogado de otro Reino. Ni los viajes ni los estudios apartan a León Dehon de su vocación. “Mi padre me había prometido claramente que una vez doctor me dejaría libre, pero, llegado el momento, no quería aún rendirse”.

El padre, para ganar un año y con la última esperanza de que se obre el cambio deseado, da el consentimiento y el dinero necesario para que Dehon y su amigo Palustre empiecen un viaje el 23 de agosto de 1864. Después de haber atravesado el sur de Alemania, Suiza e Italia del Norte, pasando por Venecia, alcanzan Grecia, luego en barco llegan a Egipto. León tiene prisa por llegar a Jerusalén, porque la Tierra Santa, donde se quedará un mes y medio, es la meta secreta de su viaje. En Palestina la peregrinación desplaza al turismo; los dos jóvenes siguen paso a paso las huellas de Cristo. La subida a Jerusalén se realizará a pie y cada lugar visitado está acompañado con una oración. “Visitaba rezando”, escribe Dehon. El momento fuerte de esta estadía será la Semana Santa de 1865 que es vivida litúrgicamente. 6

Decide, sin vuelta atrás, seguir su vocación al sacerdocio, a pesar de la contra que tendrá seguramente. Vuelto a casa también la madre, pese a su piedad, parece no compartir el propósito de León. Se ve, entonces, forzado a imponer a sus padres la decisión de ir al seminario de Roma. Esta determinación no excluye los sufrimientos y las heridas del alma, frente a la incomprensión de sus padres. “Tuve que sostener con mis padres algunas escenas muy dolorosas. Mi padre sufría cruelmente por mi decisión: él no entendía nada... Soñaba para mí una carrera de honores según el mundo. Durante largo tiempo deseó para mí la Escuela Politécnica. Ahora había estudiado derecho y él me destinaba a la diplomacia o a la magistratura. Mi madre, de quien había esperado confiadamente una ayuda, me abandonó por completo. Era piadosa, quería que yo fuera piadoso, pero el sacerdocio la espantaba; le parecía que no sería más de la familia, que estaría perdido para ella. Tuve que endurecer mi corazón para resistir todos los asaltos. Fui a veces duro para con mis padres: era necesario. Les dije que era mayor de edad y que pensaba ser libre. Se llegó a la conclusión de que me dejarían partir, mas las escenas de lágrimas se renovaban continuamente”.

Por amor a su vocación León Dehon llega en octubre de 1865 al Seminario Francés de Roma, Santa Chiara. Allí llegará a la ordenación en la cual podrá también apreciar el camino de su familia, que al fin lo apoya: es consagrado sacerdote, en presencia de sus padres, el 19 de diciembre de 1868, en la Basílica de San Juan de Letrán. Su dicha es aún más grande porque su padre participa de la impresionante ceremonia de ordenación de casi 200 sacerdotes. Al día siguiente, los padres asisten a la primera misa de su hijo y comulgan de su mano. La emoción es plena, porque el hijo es testigo de la vuelta a la práctica religiosa de su padre, objeto de tantas oraciones y luchas.


Parábolas de HO Y HOY

¿Una v ela? vela?

Era una pequeña vela de cera buena. A cada uno que pasaba por allí, se le hacía una exaltación de sus características. Era una verdadera lista de virtudes: de fabricación casera. Se trataba de cera pura de abejas, con una duración óptima y una llama de luz intensa. Cuando el comprador ponía cara de duda aparecía inmediatamente el fosforito. Un roce y la llama de la vela estaba lista, con su sonrisa, para seducir al interesado. Yo también me sentí alguna vez una vela de cera. Me cargaban a la mañana para la feria. Y siempre con el mismo estribillo y yo sonriendo a cada rato. Está de más decir que ya me quería ir. A fuerza de demostraciones algo se me iba. Ya sentía que me estaba achicando. Pero, como dicen, siempre hay una buena. Esa mañana, alguien se detuvo. Me levantó de la mesa con mano segura. ¡Basta de ferias! Finalmente podría regalar servicios que, en un cajón o sobre una mesa para la venta, no podría lucir. Partí con muchas ilusiones. Agradecí a Dios y al fabricante. Expectativas nuevas, una nueva casa, un nuevo dueño, un nuevo futuro y espacio para brillar e iluminar otro mundo. Lo sentía como el viaje de mi vida. Un entorno, una familia y un futuro juntos. Llegué a esa casita pobre, la penumbra de la tardecita me tenía intrigada. Quería gritarle al que me compró: “¡Aprovéchame! ¿No tenés un fosforito?” Estaba ansiosa tanto de ver lo que la penumbra me escondía, como de lucir toda mi luz. Y estaba recostada en esa mesa con ganas de verle el rostro con la luz que saldría de adentro, con mi fuego, con mi sacrificio… De pronto vi que sacó una botella de alcohol. Empezó a volcar en el vaso, después fuera del vaso y finalmente a volcar el vaso. Oscureció. Yo creo que se olvidó de mi. Me quedé observando, mejor dicho, oyendo o tal vez sospechando lo que estaría por ocurrir. El vaso al caer se rompió. En un descuido, buscando la botella, me tiró al suelo. Justo sobre el vino desparramado. Entendí que no está mal empezar a conocer desde abajo, pero así… Un zapatazo me tiró al costado de la pieza. Terminé debajo de una silla cargada de ropa sucia, desprolija. Mañana, pensé, será otro día. Se dará cuenta que no estoy sobre la mesa, que

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tengo que haberme caído… Recuerdo al Maestro: la Luz se coloca arriba del candelero para que ilumine todo y a todos… Pero al otro día ni se acordó. Un día entre un vaso y otro de vino, mi amigo dijo: “este fin de semana es el aniversario de mi madre. Voy a tener que rezarle una Misa”. Juntó su ropa y… “mirá dónde había caído ésta vela. Mañana se la llevo al cura”. Éste, muy atento, la encendió cerquita del Sagrario. Vi a mi tía y a mi cuñada y a mi hermano, confesarse. Me dio un poco de envidia pero eran muchos años y… ¿Qué le digo? Miré la vela, estaba encendida pero con las luces del templo, ni se notaba… Al finalizar, el cura apagó todo,yo me quedé un minuto y el cura se sentó en un banco. No se cuanto tiempo pasó, pero en unos segundos, iluminado solo por esa vela hice un viaje de años. Sentí nostalgia de mi madre, me acordaba que solía prender velas al Sagrado Corazón, a la Virgen, y en la memoria de los difuntos. Siempre me decía: “¡Confesate, a ver si te componés!”. Esa vela hoy me decía: “yo le pedí al Señor... me gustaría devolverte la delicadeza y decirte que al lado del Señor estaría más cómoda, representaría tantos momentos vividos por tu madre y, tal vez podría decirte algo. No tengo reproches, solo augurios, quisiera encender un poquito de fe en tu corazón”. Era una vela linda. Me robó una sonrisa. Recordé sus cualidades y… Fue allí que le dije al cura: “¿Vio que linda esa vela? Cera de abejas… la compré por mi madre. Siempre me decía: ¡Confesate! A ver si te componés… Ni me acuerdo como se hace… el tiempo que pasó…” Allí nomás el cura me dijo: “¡Aprovechemos!”. Fue como rozar un fósforo. Nunca me olvidaré. Desde ese día volví a la comunidad. De la mano de mi madre, el ejemplo de mi familia, el fosforito del cura, y esa vela que me retuvo… Yo sí creo que los difuntos viven. De otro modo, pero viven y están en nuestra vida. Esto me encanta y consuela, pero el que todo lo mueve es Jesús. Para Él la rutina y lo cotidiano son páginas, imágenes, parábolas de amor. De mil maneras nos dice, sugiere, invita a detenernos frente a su luz. Rodolfo Bonci 7


Oración a los pies de La Gruta, para pedir la Beatificación del padre Dehon

Miércoles 13 de agosto a las 17:30 hs. en el despacho parroquial: reflexión bíblica preparando el próximo boletín. Martes 9 de setiembre a las 18 hs. en el despacho parroquial: formación de los voluntarios del día 11.

Te damos gracias, Señor, Padre nuestro. Con tu Siervo, el Padre León Dehon has enriquecido a la Iglesia con una nueva familia religiosa. La beatificación de tu Siervo sea para alabanza de tu gloria. Por su ejemplo, haz que seamos profetas y ministros de la reconciliación en el Corazón de tu Hijo Jesús. Haz que su camino sea seguido por santos discípulos que lleven por el mundo la alegría del Evangelio. Que nuestra vida, oh Padre, unida a la de Jesús, nuestro Señor, y santificada por el Espíritu Santo, sea una oblación agradable a Tí para la salvación del mundo. Amén.

No te pierdas el próximo Umbrales con su número especial de agosto-setiembre:

Ser Iglesia 8

Una tentativa para llegar a los puntos neurálgicos en vista de una revisión de nuestro ser Iglesia, como individuos y como comunidades.


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