La Gruta
Diciembre de 2014
nº
456
BOLETÍN del SANTUARIO NACIONAL de La Gruta de Lourdes Avda. de las Instrucciones 2223. MONTEVIDEO - Uruguay. Tel.: 2222 3532 grutadelourdes@interware.org www.umbrales.edu.uy
Jesús
2014
y la familia: la educación del corazón
Sínodo familia de los obispos sobre la
Feliz Navidad Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”. El respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne"? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Le replicaron: “Entonces, ¿por qué Moisés La Gruta n.456
prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?”. El les dijo: “Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era sí. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”. Los discípulos le dijeron: “Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse”. Y él les respondió: “No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!”. Mateo 19,3-121
Actualidad
Francisco Pino Puglisi: mártir de la mafia y Bartolomé Del 28 al 30 de noviembre se han encontrado en Estambul (Turquía) el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé en ocasión de la fiesta de San Andrés, patrono de los Ortodoxos, para un abrazo de paz.
Este encuentro entre los líderes de las dos mayores Iglesias Cristianas se ha celebrado a los 50 años del documento del Concilio sobre Ecumenismo y para ratificar el intercambio recíproco de visitas que se ha dado hasta ahora en ocasión de las fiestas de san Pedro y Pablo por un lado y de san Andrés por el otro. Según las más antiguas tradiciones, así como san Pedro murió crucificado en Roma, san Andrés murió crucificado en Patrás (Grecia). El objetivo principal de Francisco en Turquía fue viajar a Estambul, la antigua ciudad de Bisancio convertida por el emperador Constantino (año 336) en capital del imperio romano; por su nombre se la llamó “Constantinopla” y después de la ruptura con el papado “Nueva Roma”. Allí se encuentra una de las más antiguas y hermosas basílicas, la de santa Sofía, transformada más tarde en mezquita y ahora en museo. Y allí reside el líder espiritual de la Iglesia Ortodoxa en el mundo, Bartolomé 1º, lejano sucesor del patriarca que en el año 1054 se separó de Roma dando origen a una ruptura (=cisma) entre las Iglesias Cristianas del occidente y de oriente, hasta el día de hoy. Con la palabra griega “ortodoxos” ellos se manifiestan como “fieles a la tradición”, es decir a los primeros siete Concilios Ecuménicos. En el primer milenio del Cristianismo no existían ni católicos ni ortodoxos; había una sola Iglesia de Cristo. Ahora los Ortodoxos son 225 millones en el mundo, con patriarcados independientes uno de otro. 2
Desde el Concilio y desde el abrazo histórico del papa Pablo VI con el Patriarca Atenágoras en Jerusalén (1964) y la revocación de las excomuniones recíprocas, ha empezado una larga y fecunda etapa de reconciliación entre las dos Iglesias hermanas. La Iglesia Ortodoxa es la más cercana a la Iglesia Católica; conserva los siete sacramentos, coincide en la fe y en la doctrina, en el culto a la Virgen y a los santos. Entre las diferencias, la primera y fundamental es sobre la autoridad del Papa que ellos no reconocen, más allá de una primacía de honor. El Papa Francisco se ha declarado dispuesto a modificar la forma de ejercer el papado (Evangelii Gaudium n.32) y en los encuentros teológicos mixtos ha habido serios avances. Ahora, ambos líderes se han comprometido a si mismos y a sus sucesores para “un primer Sínodo verdaderamente ecuménico entre católicos y ortodoxos” en Nicea dentro de 11 años, en ocasión de los 1.700 años del gran Concilio Ecuménico celebrado en esa ciudad. Nicea (en turco “Iznik”) es una ciudad de Turquía donde, convocado por el emperador cristiano Constantino se realizó en el año 325 el primer Concilio de toda la cristiandad después de las persecuciones romanas y fue allí que se formuló por primera vez el “Credo” que todavía hoy rezamos. El nuevo abrazo entre Francisco y Bartolomé es como un nuevo abrazo entre Pedro y Andrés, los dos hermanos apóstoles de Jesús, enviados a anunciar el Evangelio a todo el mundo.
2014 Sínodo de los obispos sobre la familia Jesús y la familia:
la educación del corazón
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”. El respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne"? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Le replicaron: “Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?”. El les dijo: “Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era sí. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”. Los discípulos le dijeron: “Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse”. Y él les respondió: “No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!”.
En una oportunidad que relata el Evangelio, Jesús habló directamente del tema del matrimonio y del divorcio. Es interesante que Jesús reconoce que la humanidad y los creyentes recorrieron varias etapas y están en distintas posturas, correspondientes al grado de cercanía a la manera de pensar de Dios. Con eso Jesús invita a no apuntar tanto en la ley, cuanto en la educación del corazón para que las opciones familiares se fundamenten en Dios, que habla al corazón.
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Jesús habla directamente del matrimonio, de la unión de un hombre y mujer que fueron creados para ser los dos uno solo. Desde el principio de la Creación, uno y otra se unen y dejan a sus padres para emprender un nuevo camino que recorrerán juntos. Todo parece muy claro y obvio al iniciar la vida en pareja.
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La pregunta de los fariseos se parece a las que escuchamos nosotros con tanta naturalidad ¿es aceptado el divorcio, la separación al desgastarse la convivencia? Ya que no queda tan claro ni tan obvio el seguir juntos.
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Preguntas ¿Cómo educar el corazón a la fidelidad, al diálogo, a la amistad? ¿Qué es lo que impide la reconciliación en nuestras familias? ¿Conoces lo que dijo el Sínodo sobre la familia? Podrías leer las páginas 5 y 6 de este boletín
Mateo 19,3-12
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Jesús, frente a la pregunta, no se refiere a * la ley vigente: lo más importante no es la realidad que vivimos, sino las metas a las cuales ésta realidad puede llevarnos. Volviendo al principio de la Creación, Jesús afirma que la unión entre hombre y mujer es estable, para siempre. La misma promesa que se hacen dos enamorados: amarse para siempre.
vueltita para volver a encontrarse con el otro en los momentos de conflictos . Pero ¿en todos los casos? Si Dios los unió no hay nada que los pueda separar.
Jesús dice que en ningún caso es posible * el divorcio, pues su discernimiento del problema se apoya en el proyecto de Dios, es Él quien elige a la pareja y ésta deberá educarse en la fidelidad a ese proyecto desde el principio sin abandonar los recursos para mantenerse unidos. Convengamos que nuestro corazón tendrá que ser educado en el amor, obedeciendo confiadamente en que nuestro Padre sabe lo que ayuda a nuestra felicidad. Todos tenemos experiencia de reconciliación, ya sea en la pareja , en la amistad, en la familia, en una comunidad. El perdón, el ponerse en el lugar del otro, en comprender y aceptar los cambios que surgen en cada uno de nosotros.
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La Iglesia insiste que la pareja cuando se * une, deberá tomar esta responsabilidad de aceptar que su amor está en el proyecto divino, que apunta a nuestra felicidad. Entonces hay que buscar educarse en el amor, educar el corazón a la fidelidad, a que todo tiene una
Miércoles 17 de diciembre a las 18:30 hs. en el despacho parroquial: reflexión bíblica preparando el próximo boletín.
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S
Salmo 127
i el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles; si el Señor no custodia la ciudad en vano vigila el centinela. Es inútil que ustedes madruguen; es inútil que velen hasta muy tarde y se desvivan por ganar el pan: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! Los hijos son un regalo del Señor, el fruto del vientre es una recompensa; como flechas en la mano de un guerrero son los hijos de la juventud. ¡Feliz el hombre que llena con ellos su aljaba! No será humillado al discutir con sus enemigos en la puerta de la ciudad.
2014 Sínodo de los obispos sobre la familia La educación del corazón Proponemos algunos textos del reciente documento que concluyó el Sínodo Extraordinario sobre la Familia, en octubre de 2014. Los obispos, en unión con el Papa, han reflexionado también sobre el drama del divorcio: por un lado tratando de alentar un modelo de familia estable, según el Proyecto divino, y por otro lado buscando entender los pasos que se pueden dar una vez que se haya dado la separación. Escuchemos las palabras de nuestros pastores.
La enseñanza de Jesús Las palabras de vida eterna que Jesús dejó a sus discípulos incluían la enseñanza sobre el matrimonio y la familia. Dicha enseñanza de Jesús nos permite distinguir en tres etapas fundamentales el proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia. Al principio, está la familia de los orígenes, cuando Dios creador instituyó el matrimonio primordial entre Adán y Eva como fundamento sólido de la familia. Dios no solo creó al ser humano varón y mujer (Gén 1,27), sino que también los bendijo para que fueran fecundos y se multiplicaran (Gén 1,28). Por eso “abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne” (Gén 2,24). Esta unión quedó dañada por el pecado y se convirtió en la forma histórica de matrimonio en el Pueblo de Dios, al que Moisés brindó la posibilidad de expedir un acta de divorcio (Deut 24,1...). Dicha forma era la que predominaba en tiempos de Jesús. Con su advenimiento y con la reconciliación del mundo caído gracias a la redención por él realizada, terminó la era inaugurada por Moisés (numeral 15).
restaurados a imagen de la Santísima Trinidad, misterio del que todo amor verdadero dimana. La alianza nupcial, inaugurada en la creación y revelada en la historia de la salvación, recibe su plena revelación de su significado en Cristo y en su Iglesia. De Cristo a través de la Iglesia, el matrimonio y la familia reciben la gracia necesaria para testimoniar el amor de Dios y vivir la vida de comunión. El Evangelio de la familia atraviesa la historia del mundo desde la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios (Gén 1,26-27) hasta la culminación del misterio de la Alianza en Cristo al final de los siglos con las bodas del Cordero (Ap 19,9; Juan Pablo II, Catequesis sobre el amor humano) (numeral 16).
Redimidos por Cristo Jesús, que reconcilió en sí todas las cosas, recondujo el matrimonio y la familia a su forma original (Mc 10,1-12). La familia y el matrimonio fueron redimidos por Cristo (Ef 5,21-32),
La crisis En el mundo actual no faltan tendencias culturales que parecen imponer una afectividad sin límites, de la que se quieren explorar todas las vertientes, incluso las más complejas. De he-
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cho, la cuestión de la fragilidad afectiva es de gran actualidad: una afectividad narcisista, inestable y cambiante que no ayuda siempre a los individuos a alcanzar una madurez mayor. Preocupa cierta difusión de la pornografía y de la comercialización del cuerpo, favorecida también por un empleo distorsionado de Internet, y hay que denunciar la situación de aquellas personas que se ven obligadas a ejercer la prostitución. En este contexto, las parejas están a menudo perplejas, titubean y les cuesta encontrar la forma de crecer. Son muchos los que tienden a permanecer en las etapas primarias de la vida emocional y sexual. La crisis de la pareja desestabiliza a la familia, y, a través de las separaciones y de los divorcios, puede llegar a acarrear graves consecuencias a los adultos, a los hijos y a la sociedad, debilitando al individuo y los lazos sociales. También el declive demográfico, debido a una mentalidad antinatalista y fomentado por las políticas mundiales de salud reproductiva, no solo determina una situación en la que no se asegura ya la sucesión de las generaciones, sino que amenaza con conducir, con el paso del tiempo, a un empobrecimiento económico y a una pérdida de esperanza en el porvenir. También el desarrollo de las biotecnologías ha ejercido un gran impacto en la natalidad (numeral 10). Decisiones pastorales valientes En el Sínodo ha resonado con claridad la necesidad de tomar decisiones pastorales valientes. Confirmando una vez más con fuerza la fidelidad al Evangelio de la familia y reconociendo que separación y divorcio son siempre una herida que provoca profundos sufrimientos a los cónyuges que los viven y a sus hijos, los Padres sinodales han percibido la urgencia de caminos pastorales nuevos que partan desde la realidad efectiva de las fragilidades familia6
res, sabiendo que estas, a menudo, son más “soportadas” con sufrimiento que escogidas en plena libertad. Se trata de situaciones que difieren tanto en factores personales como en culturales y socioeconómicos. Es precisa una mirada diferenciada, tal como sugería san Juan Pablo II (Familiaris consortio, n. 84) (numeral 45). Buscar las formas mejores Un discernimiento especial resulta indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, a los divorciados, a los abandonados. Hay que acoger y que valorizar, sobre todo, el sufrimiento de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien se han visto obligados por los malos tratos del cónyuge a romper la convivencia. El perdón de la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. De ahí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación, también a través de centros especializados a establecer en las diócesis. Análogamente, hay que subrayar siempre que resulta indispensable hacerse cargo de manera leal y constructiva de las consecuencias de la separación o del divorcio para los hijos, en cualquier caso víctimas inocentes de la situación. Estos no pueden ser un “objeto” de litigio, y hay que buscar las formas mejores para que puedan superar el trauma de la escisión familiar y crecer de la manera más serena posible. En todo caso, la Iglesia deberá poner siempre de relieve la injusticia que con mucha frecuencia se deriva de la situación de divorcio. Particular atención hay que prestar al acompañamiento de las familias monoparentales; hay que ayudar de manera especial a las mujeres que deben hacerse cargo solas de la responsabilidad del hogar y de la educación de sus hijos (numeral 47).
Parábolas de HO YHOY
Madrugué con Samuel
El día después de las elecciones madrugué con un pensamiento de Samuel. Lo había leído tantas veces. Una rara sensación me invadió. Brotaba de dos imágenes: “La Palabra del Señor era rara en aquellos días…” y “La lámpara de Dios aún no se había apagado…”. Sentí una especie de escalofrío y repensé las imágenes. ¡Fuertes las dos! “La Palabra y el silencio de Dios… La lámpara y la oscuridad del templo…”. No me podía apartar de estas imágenes. Decidí asumir sus desafíos: no ceder mi protagonismo y responsabilidad al problema. Yo era el sujeto. Yo tengo el problema y no viceversa. Había que agarrarlo con las dos manos y mirarlo de frente. Diferenciar, distinguir, dialogar con el problema y elaborar una solución. Retomé el texto de Samuel. “La Palabra del Señor era rara en aquellos días y la visión no era frecuente…”. Ese silencio de Dios me asustaba como la falta de comunicación, la falta de diálogo, la soledad, el individualismo, la indiferencia y en ese momento me sonó el celular. Atendí. Me puse frente a la computadora, la prendí, atendí otro llamado. Abrí la Biblia: 1Sam 3,1... Quería avanzar en las tareas del día. Encendí la radio porque me interesaban los resultados y comentarios de las votaciones… Me conecté con Facebook intentando curiosear al mismo tiempo los comentarios y evaluaciones de los amigos. Abrí en internet las primeras páginas de los diarios… Una mirada veloz a los títulos y vuelta al Facebook. Nuevamente el celular… Recién advertí que la interrupción me había molestado, que el celular desplazaba la computadora y los dos me desplazaban a mí. En el escritorio papeles inconclusos: plan de trabajo: el boletín parroquial, cartas para responder… Facebook nuevamente y la conversación con la mamá de una niña con cáncer y… un mensaje de un monaguillo de hace años… Me dí cuenta cómo los medios de comunicación pueden invadir la vida. Nuevamente Samuel me llevó a aterrizar a mi país, a mi Igle-
sia a mi Uruguay. El Pueblo de Israel con Samuel, se estaba organizando. Tarea enorme pero también tentadora. Hay momentos en que la comunidad nacional está ardiendo de iniciativas, propuestas y tácticas para elegir el régimen. La tentación de declarar a Dios “personaje de lujo”, pero al mismo tiempo “prescindible” está latente. Finalmente salí del apuro y volví al texto: “la Palabra de Dios era rara en aquellos días…”. Dios no estaba en mi cadena de comunicaciones. En mi red de amigos faltaba Él, el Señor de La Palabra. Me dolió el reproche. Retomé el texto: “El joven Samuel servía al Señor en la presencia de Elí. La palabra del Señor era rara en aquellos días, y la visión no era frecuente”. ¡Caramba! Me dije, se me había escapado la primera mitad del texto: “El Joven Samuel servía al Señor en la presencia de Elí…”. ¿Sería como servir al Señor en la presencia de la Iglesia, en comunión con la Iglesia? Entonces me pregunté si yo servía al Señor… Esas relaciones con mi Elí, tan flojas, esa vida religiosa tan blanda, ese acomodarme en lo que me gusta, ese trato tan superficial con mi prójimo, ese poco o nulo olor a ovejas, esas celebraciones tan pobres, y ese poco respeto a mis obligaciones, ese… ese… ¿Qué me está pasando? me dije. ¿Es la Palabra de Dios “rara” o soy yo que estoy en “otra”? Me acordé que hace mucho se hablaba de “extraterrestres” que invadían la tierra, la vida. Ahora los que nos invaden, son los medios de comunicación, internet, etc. Pero ¿serán los otros que nos invaden o nosotros que quedamos sin defensa, porque estamos sin proyecto y sin valores, expuestos a las intemperies de las tecnologías de la comunicación? Volví al texto de 1Sam 3,1...: “La lámpara de Dios aún no se había apagado, y Samuel estaba acostado en el Templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel y él respondió: ‘Aquí estoy’, Samuel se fue corriendo donde estaba Elí y le dijo: sigue al dorso.....
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Oración a los pies de La Gruta, para que resuene la Buena Noticia de Jesús
Miércoles 17 de diciembre a las 18:30 hs. en el despacho parroquial: reflexión bíblica preparando el próximo boletín. Viernes 9 de enero de 2015 a las 19 hs. en el despacho parroquial: formación de los voluntarios del día 11.
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Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro “sí” ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús. Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre. Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor. Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz. Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. Amén. Aleluya.
Feliz Navidad
‘Aquí estoy porque me has llamado’. Pero Elí le dijo: ‘Yo no te llamé; vuelve a acostarte!’ ”. Pensé en tantos carteles de Horario en nuestras parroquias… Ese domingo había celebrado la Misa con un solo feligrés. Esperaba una buena concurrencia. El Pueblo cristiano sabe lo mucho que hay que pedir y/o agradecer a Dios. Se votó con orden y respeto. Dios tiene mucho que ver con todo lo que es importante. “La lámpara de Dios no se había aun apagado…” Volví a Samuel. ¿Daremos por descontado el conocimiento de la Palabra de Dios, que prescindimos de ella? La sed de Dios, de su Palabra y de su Luz, ¿será satisfecha con nuestra tecnología de la comunicación? ¿Se podrá olvidar tan fácilmente la experiencia del Dios cercano y que nos sacó de tantos Egiptos, y nos liberó de tantos faraones? ¿Hemos dormido en su casa y escuchado su voz alguna vez? ¿Hemos acudido alguna vez a Elí, nuestro obispo o párroco con la actitud del “¡aquí estoy!” para pedirle “qué debo hacer”? ¡Señor no nos abandones con el silencio de tu Palabra! ¡No nos entregues a la palabra o a las órdenes de tantos faraones aunque se presenten como ricos de comunicación! ¡No nos apagues tu lámpara! ¿A quién iremos Señor? ¡Tú solo tienes palabras de Vida eterna! 8 Rodolfo Bonci