La Gruta
Diciembre de 2015
nº
468
BOLETÍN del SANTUARIO NACIONAL de La Gruta de Lourdes Avda. de las Instrucciones 2223. MONTEVIDEO - Uruguay. Tel.: 2222 3532 grutadelourdes@interware.org www.umbrales.edu.uy
Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Papa Francisco. La Gruta n.468
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Actualidad
¿QUÉ ES EL JUBILEO? Este 8 de diciembre, fiesta de la Virgen Inmaculada, empezó el Jubileo o Año Santo proclamado por el papa Francisco para toda la Iglesia y que durará hasta el 20 de noviembre del año próximo, fiesta de Cristo Rey.
El 8 de diciembre se celebran también los 50 años de la conclusión del Concilio en 1965 y por lo tanto el Jubileo será también una recordación y actualización del espíritu del Concilio. ¿Qué es un Jubileo? La celebración del “Jubileo” (o año de Jubilo) se origina en el antiguo pueblo de Israel que cada 50 años celebraba un año especial donde se ponían los esclavos en libertad, se declaraba una amnistía, se perdonaban las deudas, se devolvían los bienes a sus dueños (Lev 25,1-19). Para los cristianos nos recuerda el “Año de gracia del Señor” proclamado por Jesús en Nazareth (Lc 4,19). El Jubileo en la tradición católica adquirió el nombre también de “Año Santo” con un énfasis más espiritual. Desde el año 1400 los Años Santos empezaron a celebrarse cada 25 años, con el objetivo de que cada generación pudiera experimentar por los menos una vez en la vida sus beneficios. También hay Jubileos extraordinarios que se celebran en ocasión de acontecimientos de particular importancia. El Jubileo convocado por el papa Francisco es uno de estos. El tema específico de reflexión para este Jubileo será la Misericordia de Dios, acompañado por el compromiso evangélico: “Sean misericordiosos como el Padre” (Lc 6,36). El logo representa a un hombre que carga sobre sus espaldas a un herido, evidente imagen del buen samaritano. El Papa piensa que “misericordia” es la palabra clave, no solo del Concilio sino de todo el Evangelio. Se trata de volver a mostrar el verdadero rostro de Dios, frente a los que lo ignoran, desconocen o pretenden abusar de su nombre para fomentar guerras y violencias. Ya el Antiguo Tes2
El Papa abre la Puerta Santa en la catedral de Bangui, República Centroafricana.
tamento define a Dios como “clemente y compasivo, lento a cólera y fiel”. La Iglesia por su parte ha de ser como un “hospital de campaña” para tantas personas y familias heridas en las periferias del mundo, mostrando con los hechos la misericordia de Dios. El jubileo se inaugura con la apertura de la Puerta Santa, en Roma. La misma ceremonia se realizará también en las catedrales y algunos santuarios de todo el mundo: en La Gruta será el cardenal Sturla que la abrirá el 20 de diciembre, a las 11 hs.; la apertura de la Puerta Santa significa que se abre un camino, un tiempo favorable y extraordinario de gracia. El Papa, más que hablar de “ganar indulgencias”, habla de la Indulgencia de Dios, del Padre misericordioso que nos quiere rehabilitar, curar, fortalecer. Sugiere para eso que los feligreses peregrinen a las Puertas Santas, reciban el sacramento de la Reconciliación y participen plenamente de la Eucaristía. Los enfermos, las personas ancianas y solas podrán beneficiarse de la indulgencia y el perdón de Dios recibiendo la comunión en su casa o participando de la Misa por los medios de comunicación. También los presos podrán beneficiarse del Jubileo acercándose a la capilla de la cárcel. Todos los sacerdotes en el Año Jubilar podrán absolver el pecado del aborto. Además habrá que practicar en forma personal y colectiva, de una manera especial este año, las 14 obras de misericordia material y espiritual.
Año Jubilar de la Misericordia
¿Qué es el Jubileo? El “jubileo” era un año de descanso, de rotación de cultivos, de jubilación para personas y animales, y de liberación de contratos o deudas. “Durante seis años sembrarás tus tierras y recogerás sus productos. Al séptimo año le darás un descanso y la dejarás sin cultivar, para que allí encuentren alimento los pobres de tu pueblo...” (Ex 23,10-11).
Año de júbilo y de solidaridad El Jubileo era un año de alegría y de júbilo. La costumbre de la cultura agraria de rotar los cultivos, para no agotar la tierra, se transformaba así en un gesto de solidaridad con los necesitados que aprovechaban de los frutos espontáneos de los árboles y de la tierra no cultivada. “El séptimo año, la tierra tendrá un sábado de descanso, un sábado en honor del Señor... Sin embargo, podrán comer todo lo que la tierra produzca durante su descanso, tú, tu esclavo, tu esclava y tu jornalero, así como el huésped que resida contigo; y también el ganado y los animales que están en la tierra, podrán comer todos sus productos” (Lev 25,4.6-7).
La palabra Jubileo viene del término hebreo yobel. “Yobel” para algunos estudiosos proviene de una raíz que significa “remisión”, para otros deriva del nombre del cuerno de carnero que se tocaba solemnemente para convocar a la fiesta del año Jubilar, cada 7 años. Luego de siete La Gruta n.468
años sabáticos, es decir cada 50 años, se celebraba un Jubileo especial (Lev 25,10). Cuando san Gerónimo hizo la traducción del hebreo al latín, tradujo la palabra Yobel con Iubilum, que en latín significa “alegría” Fiesta de la justicia y de la igualdad La fiesta institucional del Jubileo aparece solamente después de la cautividad en Babilonia; es decir al terminar el siglo VII a.C. La finalidad que tuvo esta institución fue lograr la justicia y la igualdad entre todos. Para que surgiera una institución de este tipo, debemos pensar en una grave situación de injusticia: esclavitud, usura, soborno, creando una diferencia cada vez mayor entre ricos y pobres. El año jubilar debía devolver la igualdad entre todos los hijos de Israel: los pobres recuperaban sus propiedades, y los ricos tenían que reconocer los derechos de los pobres. De esta forma se cumplía la justicia y se protegía a los débiles. Sólo Dios es el dueño absoluto de todo: en su Amor Providencial, Él había dado la tierra a todos los seres humanos. Por ello las riquezas de la creación se debían considerar como un bien común de toda la humanidad. Esta fiesta del Jubileo era más un ideal que una realidad; pero era un sueño, una utopía del restablecimiento de una justicia social para todos. 3
¿Por qué el Jubileo de la Misericordia? Jesús puso en práctica el Jubileo La Biblia es la historia del amor de Dios que busca a su pueblo para salvarlo. Esta búsqueda de la humanidad extraviada por el mal, culmina en Cristo. Jesús vino para liberarnos del mal: nos anunció la Misericordia del Padre para con todos sus hijos. El Evangelio de Lucas (4,16-21) nos dice: “Llegó Jesús a Nazaret, donde se había criado y, según acostumbraba, fue el sábado a la sinagoga. Cuando se levantó para hacer la lectura, le pasaron el libro del profeta Isaías; desenrolló el libro y halló el pasaje en que se lee: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para traer Buenas Nuevas a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia del Señor’. Jesús, entonces, enrolla el libro lo devuelve al ayudante y se sienta. Y todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Empezó a decirles: ‘Hoy se cumplen estas profecías que acaban de escuchar’.”
La Misericordia es más que una característica la actividad de Jesús: es el centro de la Buena Noticia. Él manifestó la Misericordia divina cuando curó a los enfermos o expulsó a los demonios. Las personas liberadas de sus males vivieron con Él este “júbilo”. Cumplió el Jubileo de la Misericordia cuando proclamó la Buena Nueva de un Dios Padre o cuando perdonó a los pecadores; y para los oyentes que aceptaban sus palabras, también fue un Jubileo. Cumplió el Jubileo cuando entregó su vida por la salvación de todos y cuando al buen ladrón que estaba crucificado con Él le dijo: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23,42).
En Jesús llegan a su perfección todos los Jubileos de la Biblia. En Él se manifiesta de la forma más completa e inesperada la Misericordia de Dios. 4
¿A qué apunta la celebración del Jubileo? Si la Misericordia divina, anunciada por Jesús con palabras y obras, es el centro de la fiesta del Jubileo, la finalidad principal de estas celebraciones será conocerlo a Él y a su anuncio de la Misericordia que viene del Padre; será experimentar esta Misericordia. Dice el papa Francisco convocando este Jubileo para que inicie el 8 de diciembre: “He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia... Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: “ En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la se-
Año Jubilar de la Misericordia veridad … La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella”. El acontecimiento cristiano más importante del siglo XX ha sido el Concilio Vaticano II. Este Concilio fue diferente a los anteriores porque fue el primer Concilio centrado en el misterio de Cristo y de su Iglesia, y al mismo tiempo abierto al mundo. El Concilio Vaticano II marcó una época nueva en la vida de la Iglesia; abrió caminos de misericordia y reconciliación y fue una preparación de la nueva primavera de la vida cristiana que debemos manifestar con el Gran Jubileo. El Concilio fue como el Profeta Juan el Bautista: porque mostró al mundo el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29) e invitó a las personas a la conversión. La
mejor forma de vivir el Jubileo es aplicar la renovación impulsada por el Concilio a nuestra vida y a la vida de la Iglesia.
Al centro de los nuevos caminos marcados por el Año Jubilar de la Misericordia están las obras de Misericordia corporales y espirituales que, obediente al Evangelio (Mateo 25, 31-46) la Iglesia enseña desde toda su tradición. Nos dice el papa Francisco: “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los pre-
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uando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver". Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?". Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Mateo 25, 31-40
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sos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. Continua el papa Francisco: Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! ... “ Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia ” (Mt 5,7) es la bienaventuranza en la que hay que
inspirarse durante este Año Santo. No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,3145). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser 6
rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo... El papa Francisco recuerda también que “El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia. En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. En la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios hace evidente este amor que es capaz incluso de destruir el pecado de los hombres. Dejarse reconciliar con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia. Así entonces, Dios está siempre disponible al perdón y nunca se cansa de ofrecerlo de manera siempre nueva e inesperada. Todos nosotros, sin embargo, vivimos la experiencia del pecado. Sabemos que estamos llamados a la perfección (cfr Mt 5,48), pero sentimos fuerte el peso del pecado. Mientras percibimos la potencia de la gracia que nos transforma, experimentamos también la fuerza del pecado que nos condiciona. No obstante el perdón, llevamos en nuestra vida las contradicciones que son consecuencia de
Año Jubilar de la Misericordia nuestros pecados. En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados dejan en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado”. La comunidad de Iglesia establece algunos tiempos y formas especiales que puedan manifestar más clara y visiblemente el actuar de esta indulgencia de Dios, mediada por su Iglesia. ¿Cuál es el tiempo y la forma adecuada para participar del don de la Indulgencia? El tiempo de la Indulgencia es cada día del año jubilar. Cada día es una ocasión oportuna para compartir este tesoro de la solidaridad y de la misericordia. Pero siempre tenemos que estar dispuestos (vivir en comunión con Dios y con la comunidad). Por eso se sugiere el sacramento de la Reconciliación, la Comunión eucarística, la profesión de Fe y la oración prolongada. Las formas adecuadas para recibir la Indulgencia pueden ser muy variadas: - Un gesto de caridad, de amor sincero y generoso (una ayuda a los necesitados, una visita a los enfermos o a la cárcel... Ver Mt 25, 34-36).
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- una peregrinación a algún santuario o templo, local o internacional... para indicar que nuestra vida, es una larga peregrinación hacia la casa del Padre (Sal 122) y al mismo tiempo un desplazamiento hacia el hermano... - abstenerse de alguna cosa superflua o que nos esclaviza (tabaco, alcohol, comilonas, pasatiempos inútiles...) para dedicar el tiempo y el dinero en bien de la comunidad. - la memoria de los mártires. En muchas partes del mundo actual, muchos cristianos -y no sólo entre los católicos- han hecho el supremo sacrificio por la fe. La Iglesia latinoamericana ha tenido numerosos mártires. “Es un testimonio que no hay que olvidar... Es preciso que las Iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio”. - participando de las grandes iniciativas del Jubileo no sólo en Roma y en Tierra Santa, sino en cada Iglesia particular. ¿Cómo puedo vivir el Jubileo en mi comunidad? Desde Cristo, la Iglesia puede “cooperar en el descubrimiento de la solución de los principales problemas de nuestro tiempo”. El Papa llama a las comunidades cristianas a abrirse al Espíritu para discernir cómo celebrar el Jubileo, y encomienda esta gran tarea a la intercesión de María, Madre del Redentor. Tal vez puedas en tu parroquia hacerte promotor de iniciativas comunitarias para vivir la Misericordia: habla con tu párroco para que este año de gracia no pase sin efectos en tu comunidad.
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Oración a los pies de La Gruta ORACIÓN OFICIAL DEL AÑO DE LA MISERICORDIA
S eñor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.
20 de diciembre 11 hs. el obispo Sturla abre la
puerta santa en La Gruta Sábado 9 de enero 2016 en el despacho parroquial: formación de los voluntarios del día 11.
Feliz Navidad
2015
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
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Amén.