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La Gruta

Enero de 2017

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BOLETÍN del SANTUARIO NACIONAL de La Gruta de Lourdes Avda. de las Instrucciones 2223. MONTEVIDEO - Uruguay. Tel.: 2222 3532 www.umbrales.edu.uy umbralesuruguay@gmail.com

Misericordia y Anuncio Le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!”. ...Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”. El se lo permitió... Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”. La Gruta n.481 Mc 5,1-191


Actualidad JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ El mensaje del Papa para la Jornada Mundial de Oración por la Paz del 1º de enero de 2017, se titula: “La no violencia, estilo de una política por la paz”. El Papa declara: “Solo la paz es justa, no la guerra. Cuando Jesús impidió que la adultera fuera apedreada y cuando ordenó a Pedro poner el arma en la vaina, eligió el camino de la no violencia. Este es el camino revolucionario del cristiano. Se trata de una no violencia que debe ser activa (no es resignación, pasividad, indiferencia), respondiendo al mal con el bien y rompiendo así el circulo de la violencia (porqué la violencia solo engendra violencia)”. El Papa recuerda después “el brillante éxito de la no violencia activa aún en el campo social y político con el Mahatma Gandhi, el pastor Luther King, Madre Teresa de Calcuta, el papa Juan Pablo II que ayudó a la caída de los regímenes comunistas en Europa con las únicas armas de la verdad y la justicia”. También hace el nombre del musulmán Abdul Khan y de la Premio Nóbel de la Paz 2011 Leymach Gbowee, cristiana luterana de Liberia. Para el Papa esta no violencia activa que recurre a muchos medios de presión no violentos, es más eficaz que la guerra que solo destruye. También el Papa clama por el desarme, la prohibición y abolición de las armas nucleares. Es moralmente ilegitimo no solo el uso de estas armas, sino también su posesión; poseer estas armas quiere decir que hay 2

voluntad de utilizarlas como medida extrema y es además un motivo para que todos exijan tenerlas. El Papa ha condenado la guerra en Siria como “un cúmulo de atropellos y mentiras, un laboratorio de crueldades”. Francisco promueve una cultura del encuentro también entre políticos y gobernantes como lo ha demostrado en el caso de Peres y Abbas, de Obama y Castro, de Santos y Uribe. Todas las guerras hoy involucran a ciudades y poblaciones enteras, a hospitales y escuelas, a civiles indefensos y producen enormes cantidades de refugiados y desplazados. El Papa se declara indignado “por los gastos escandalosos que se hacen en armamentos, cuando millones de personas se ven privadas de lo necesario para vivir”. Pide a los cristianos seguir el programa de las Bienaventuranzas que es valido también “para líderes políticos y religiosos, instituciones, dirigentes de empresa, medios de comunicación”. Denuncia la violencia doméstica creciente y los abusos sobre mujeres y niños. También en la familia debe reinar el diálogo, el respeto y el perdón recíproco. Pide que la no violencia activa sea siempre un estilo de vida de los cristianos y de política en los conflictos a través del dialogo y la negociación.


Misericordia

Misericordia y Anuncio Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas pero el había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!”. Porque Jesús le había dicho: “¡Sal de este hombre, espíritu impuro!”. Después le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”. El respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”. El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara –unos dos mil animales– se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”. Mc 5,1-19

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Lo que movía a Jesús en todas las cir* cunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales. Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte (cfr Lc 7,15). Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: “Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo” (Mc 5,19). (Papa Francisco). Jesús se dirigió a la región de Gerasa * explícitamente para salvar al endemoniado, aunque el endemoniado no lo sabía y una vez que lo supo no lo aceptó. El mismo poseído es quien se arroja a * sus pies para pedirle que se aleje de él, para pedirle que no lo atormente. La presencia de Cristo nos perturba cuando nuestro pecado nos mantiene alejados de Él. Y podría ser que también nosotros nos arrojemos a sus pies para pedirle que se vaya, en lugar de pedirle nuestra curación.

Preguntas ¿Nuestra vida es un tormento por ver a Jesús, como la de este endemoniado? ¿Cuál es el Buen Anuncio de Jesús frente a nuestro tormento? ¿Cuál es el Buen Anuncio que debemos llevar a nuestra familia? 3


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Parecería que es una visita casual, por pura coincidencia, lo que para Él es la salvación de nuestra alma. Pero ya lo dice Cristo "No son los sanos los que necesitan de curación, sino los enfermos". Por otro lado, ¿cuántas ve* ces optamos por el valor material de las cosas que tener a Cristo entre nosotros? Preferimos la cantidad de nuestras posesiones al bien y salvación de un alma. Porque, ¿qué son 2000 cerdos comparados con la gracia de ser curado por Cristo? Los habitantes de la región de Gerasa escuchaban atentos el milagro y se alegraban con el desposeído, pero sus corazones se cerraron al escuchar la pérdida de los cerdos por el precipicio. Creemos en Jesús pero hasta la multiplica* ción de los panes, no hasta la cruz. Creemos en Él siempre y cuando no eche por el precipicio a "nuestros cerdos".

T enía confianza, incluso cuando dije: “¡Qué grande es mi desgracia!”. Yo, que en mi turbación llegué a decir: “¡Los hombres son todos mentirosos!”. ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo.

Jesús sana. Todos nosotros * tenemos heridas, todos: heridas espirituales, pecados, enemistades, celos; tal vez no saludamos a alguien: “¡Ah! Me hizo esto, ya no lo saludo”. Pero hay que curar esto. Es triste cuando en una familia los hermanos no se hablan por una estupidez, porque el diablo toma una estupidez y hace todo un mundo. Después, las enemistades van adelante, muchas veces durante años, y esa familia se destruye. Los padres sufren porque los hijos no se hablan, o la mujer de un hijo no habla con el otro, y así los celos, las envidas… El diablo siembra esto. Y el único que expulsa los demonios es Jesús. El único que cura estas cosas es Jesús. Jesús cura esas heridas. Pero, para esto, * tengo que abrir el corazón, para que Él venga. ¿Y cómo abro el corazón? Rezando. Nuestra sanación es el presupuesto necesario para el anuncio, iniciando desde nuestra casa y familia. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo, en los atrios de la Casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.

del Salmo 116

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Misericordia Misericordia y Anuncio Hemos celebrado un Año intenso, en el que la gracia de la misericordia se nos ha dado en abundancia. Como un viento impetuoso y saludable, la bondad y la misericordia se han esparcido por el mundo entero. Y delante de esta mirada amorosa de Dios, que de manera tan prolongada se ha posado sobre cada uno de nosotros, no podemos permanecer indiferentes, porque ella cambia la vida.

Con estas palabras el papa Francisco nos invita a vivir después del Año de la Misericordia: lo hace en una carta enviada a todos, cuyo título es “Misericordia et misera”, la Misericordia de Dios y la pobreza de nosotros, representados por la adúltera (misera). Proponemos algunos textos de este mensaje papal. Sentimos la necesidad, ante todo, de dar gracias al Señor y decirle: “Has sido bueno, Señor, con tu tierra. Has perdonado la culpa de tu pueblo”. Así es: Dios ha destruido nuestras culpas y ha arrojado nuestros pecados a lo hondo del mar; no los recuerda más, se los ha echado a la espalda; como dista el oriente del ocaso, así aparta de nosotros nuestros pecados. En este Año Santo la Iglesia ha sabido ponerse a la escucha y ha experimentado con gran intensidad la presencia y cercanía del Padre, que mediante la obra del Espíritu Santo le ha hecho más evidente el don y el mandato de Jesús sobre el perdón. Ha sido realmente una nueva visita del Señor en medio de nosotros. Hemos percibido cómo su soplo vital se difundía por la Iglesia y, una vez más, sus palabras han indicado la misión: “Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”. Ahora, concluido este Jubileo, es tiempo de mirar hacia adelante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia divina. Nuestras comunidades continuarán con vitalidad y dinamismo la obra de la nueva evangelización en la La Gruta n.481

medida en que la “conversión pastoral”, que estamos llamados a vivir, se plasme cada día, gracias a la fuerza renovadora de la misericordia. No limitemos su acción; no hagamos entristecer al Espíritu, que siempre indica nuevos senderos para recorrer y llevar a todos el Evangelio que salva. En primer lugar estamos llamados a celebrar la misericordia. Cuánta riqueza contiene la oración de la Iglesia cuando invoca a Dios como Padre misericordioso. En la liturgia, la misericordia no sólo se evoca con frecuencia, sino que se recibe y se vive. Desde el inicio hasta el final de la celebración eucarística, la misericordia aparece varias veces en el diálogo entre la asamblea orante y el corazón del Padre, que se alegra cada vez que puede derramar su amor misericordioso. Cada momento de la celebración eucarística está referido a la misericordia de Dios. La celebración de la misericordia tiene lugar de modo especial en el Sacramento de la Reconciliación. Es el momento en el que sentimos el abrazo del Padre que sale a nuestro encuentro para restituirnos de nuevo la gracia de ser sus hijos. Somos pecadores y cargamos con el peso de la contradicción entre lo que queremos hacer y lo que, en cambio, hacemos; la gracia, sin embargo, nos precede siempre y adopta el rostro de la misericordia que se realiza eficazmente con la reconciliación y el perdón. Dios hace que comprendamos su inmenso amor justamente ante nuestra condición de pecadores. La gracia es más 5


fuerte y supera cualquier posible resistencia, porque el amor todo lo puede. En el Sacramento del Perdón, Dios muestra la vía de la conversión hacia él, y nos invita a experimentar de nuevo su cercanía. Es un perdón que se obtiene, ante todo, empezando por vivir la caridad. Lo recuerda también el apóstol Pedro cuando escribe que “el amor cubre la multitud de los pecados”. Sólo Dios perdona los pecados, pero quiere que también nosotros estemos dispuestos a perdonar a los demás, como él perdona nuestras faltas: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Qué tristeza cada vez que nos quedamos encerrados en nosotros mismos, incapaces de perdonar. Triunfa el rencor, la rabia, la venganza; la vida se vuelve infeliz y se anula el alegre compromiso por la misericordia. En virtud de esta exigencia, para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino 6

de reconciliación especial. El momento de la muerte reviste una importancia particular. La Iglesia siempre ha vivido este dramático tránsito a la luz de la resurrección de Jesucristo, que ha abierto el camino de la certeza en la vida futura. Tenemos un gran reto que afrontar, sobre todo en la cultura contemporánea que, a menudo, tiende a banalizar la muerte hasta el punto de esconderla o considerarla una simple ficción. La muerte en cambio se ha de afrontar y preparar como un paso doloroso e ineludible, pero lleno de sentido: como el acto de amor extremo hacia las personas que dejamos y hacia Dios, a cuyo encuentro nos dirigimos. Nosotros vivimos la experiencia de las exequias como una plegaria llena de esperanza por el alma del difunto y como una ocasión para ofrecer consuelo a cuantos sufren por la ausencia de la persona amada. Estoy convencido de la necesidad de que, en la acción pastoral animada por la fe viva, los signos litúrgicos y nuestras oraciones sean expresión de la misericordia del Señor. Es él mismo quien nos da palabras de esperanza, porque nada ni nadie podrán jamás separarnos de su amor. La participación del sacerdote en este momento significa un acompañamiento importante, porque ayuda a sentir la cercanía de la comunidad cristiana en los momentos de debilidad, soledad, incertidumbre y llanto. Termina el Jubileo y se cierra la Puerta Santa. Pero la puerta de la misericordia de nuestro corazón permanece siempre abierta, de par en par. Hemos aprendido que Dios se inclina hacia nosotros para que también nosotros podamos imitarlo inclinándonos hacia los hermanos


Parábolas de HO Y HOY Lo había escuchado, y no me convenció. Acababa de decírselo en rueda de amigos: “Me indigno y me canso de decirlo. Algunos de nuestros barrios, intentaron “levantar cabeza”, pero cada vez que lo hicieron, alguien le pegaba con ese: “¿Qué te crees, Mandraque? No basta querer. Si tenés suerte... las cosas se dan… pero no es soplar, y hacer botellas!”. Así fue cuando, todo esto, él, o ella, varios, lo tradujeron con un: “¡Cucha!”. Y se metieron para dentro. Hacía tiempo que venía analizando esta situación. Y me enojaba. ¡Qué esclavitud: el “fatalismo!”. ¡Como quisiera hacer entender a la gente que se sintiera protagonista y responsable de su “desarrollo”, “crecimiento”, y de su “liberación”! Y sentía yo también la tentación del “¡Cucha!”… En Venecia se diría, cerca de la orilla: “¡Tirar los remos en barca!”, o dejar de remar. Estaba con estos pensamientos, y alguien me dijo: “¡El X se suicidó!”. Mi cabeza arrancó a una velocidad impresionante. Fui a la Capilla, abrí el sagrario y le dije a Jesús: “¡Jesús, por qué esto!”. Sin demora, fue como si me contestara: “¡Qué sabés vos!... Yo tengo mi manera de salvar!”. Quedé bloqueado. Nada que ver con el “¡Cucha!” que derramamos sembrando fatalismo: entendí tantas cosas. Entendí que solo Él sabe el momento oportuno, la manera adecuada, como cosechar la fruta para el alimento. Y cuantos escándalos: muerte, dolor, desgracia, accidente, violencia y guerras, como demostración de caminos y culturas equivocadas, huecas, cómplices; pero también como cosechas, lecciones, anuncios, llamados a la conversión. Algunos somos hijos del rigor. Sin dolor no aprendemos. Nuestros apuros nos hacen pensar en un dios distraído, ausente y cómplice de cosas que duelen. Y el dolor es una materia que hoy no queremos aprender. Así como el trabajo, es un remedio que no nos gusta; más, con la interpretación, muchas veces estúpida, de la explotación del menor, no le pedimos a los niños, ningún servicio, tarea u obligación, creando un fatal desequilibrio entre derechos y deberes que nos pone en sendas parasitarias. Quiero a los jóvenes, y los aprecio, pero veo una sociedad inmadura, que no colocó los deberes, el trabajo, el espíritu de sacrificio en su lugar, como La Gruta n.481

¡Qué sabés vos!... ¡Dios Sabe! materias, alimentos, herramientas indispensable para la formación de la personalidad. Señores de “la educación”, ¿Saben qué es el ADN de la educación? ¡Es el ADN de la persona! Yo me puse delante de Jesús buscando una respuesta. Uds pónganse delante de “la persona” y busquen la respuesta. Como iglesia, al hermano “X que se suicidó”, no lo preparamos con una Buena Noticia como la que Jesús Es y nos ofreció. “No lo educamos para vivir en la sociedad en la que vivimos”. Faltan vitaminas y anticuerpos. Falta un “proyecto de persona”. Ya con la presentación de persona sin trascendencia, mutilamos el proyecto de Dios de Jesús. Es el Boomerang de la Iglesia, es decir de “todo Bautizado”, significa, también de todo empleado público bautizado. Dejar a un bebé sin ayudarlo a asumir su identidad de varón o mujer, y sin sugerirle posibles opciones de mejorarse y fortalecerse en ciertas fragilidades, no es educar. “La libertad se educa con frecuentes ejercicios de elegir o desechar, y no dejándolos en la indefinición. Esto va acompañado a mover la cintura, y adecuarse a las circunstancias, sin renunciar al proyecto esencial. Se necesita esqueleto de huesos firmes, y articulaciones, ágiles. Para ser un campeón no alcanza con disponer de una “farmacia”. Así como para ser un buen cristiano no basta, ser bautizado, tener primera comunión, confirmación y ser casado por iglesia, así para tener un buen ciudadano no basta con tener una familia, primaria, secundaria, un sicólogo, un psiquiatra y una “farmacia”. Los remedios más importantes los tenemos incorporados, después vienen los de la familia, de la escuela, la Iglesia, los amigos y, finalmente, con los de la farmacia. La educación es sin duda más lenta que las pastillas, pero nos deja con libertad y capacidad de elegir. Cuando los X que se suicidan, son muchos, la civilización que se vive es caldo de cultivo contaminado: “sumamente nocivo”. Jesús dijo que vino a buscar a los enfermos. ¡Metámonos en fila y saquemos número. Además preparemos profesionales de la esperanza. La Buena Noticia nos parece esencial. Claro que nadie da lo que no tiene. Rodolfo Bonci 7


Oración por la paz NOVENA Desde el jueves 2 de febrero hasta el 10 de febrero: Novena de preparación a la Fiesta de la Virgen. 7:00 hs. Adoración y Laudes. 16:30 hs. Rosario y Misa Jueves 2 y Jueves 9 de febrero de 2017 a las 18 hs. en el despacho parroquial: formación de los voluntarios del día 11.

Señor Jesús, tú guías sabiamente la historia de tu Iglesia y de las naciones, escucha ahora nuestra súplica. Nuestros idiomas se confunden como antaño en la torre de Babel. Somos hijos de un mismo Padre que tú nos revelaste y no sabemos ser hermanos, y el odio siembra más miedo y más muerte. Danos la paz que promete tu Evangelio, aquella que el mundo no puede dar. Enséñanos a construirla como fruto de la Verdad y de la Justicia. Escucha la imploración de María Madre y envíanos tu Espíritu Santo, para reconciliar en una gran familia a los corazones y los pueblos. Venga a nosotros el Reino del Amor, y confírmanos en la certeza de que tú estás con nosotros hasta el fin de los tiempos. Amén.

Feliz 2017 Programa del 11 febrero de 2017 Jornada mundial de oración para los enfermos: Santas Misas en el Templo: 7:00; 9:00; 11:00; 16:00; 18:00; 19:00 hs. Santas Misas en La Gruta: 8:00; 10:00; 15:00; 17:00; 20:00 hs. 17:00 hs. Santa Misa para los enfermos Bendiciones comunitarias en La Gruta: 9:15; 11:30; 12:30; 14:30; 19:00 hs. Rosario en La Gruta: 9:00; 12:00; 14:00; 16:00 hs. Adoración eucarística en el Templo: de 8:00 a 18:00 Celebración del sacramento de la Reconciliación: durante todo el día 8


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