Narrativas de Conflicto Socio-Político y Cultural en Contextos Locales de Colombia

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Narrativas de Conflicto Socio-Político y Cultural desde las y los Jóvenes en Contextos Locales de Colombia

Patricia Botero Gómez Victoria Eugenia Pinilla Sepúlveda Nelvia Victoria Lugo Agudelo Andrés Darío Calle Noreña Dora Myriam Ríos Londoño


Reconocimientos y agradecimientos

A la Doctora Colette Daiute, docente investigadora de Graduate Center, City University of New York, por el apoyo, orientación y retroalimentación durante la realización de esta investigación. A las instituciones sin cuyo apoyo no hubiera sido posible realizar este estudio:

Instituciones Universidad de Manizales, UM, Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano, CINDE; Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud (UM-CINDE); Fundación para el Desarrollo Integral de la Niñez, la Juventud y la Familia FESCO.

Grupos de investigación y programas de formación superior vinculados con la investigación Grupo Perspectivas éticas, políticas y morales de la Niñez y la Juventud. Línea de Socialización política y construcción de subjetividades. Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud, Universidad de Manizales – Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano, Cinde. Grupo Cognición y desarrollo humano – Línea en Juventud. Programa de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Manizales. Grupo Centro de investigaciones de la comunicación. Programa de Comunicación Social y Periodismo, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Manizales. Grupo Pedagogía. Línea Educación, Cultura y Política. Programa de Educación., Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Universidad de Manizales. Grupo Desarrollo en informática y telecomunicaciones. Facultad de Ciencias e Ingeniería, Universidad de Manizales Grupo Niñez, Juventud y Familia. Fundación para el desarrollo integral de la niñez, la juventud y la familia. FESCO. Maestría en Educación y Desarrollo Humano. Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud. Universidad de Manizales-CINDE Maestría en Educación Docencia. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Manizales.


Datos de los Autores

Investigadores principales: Patricia Botero Gómez: Psicóloga y Educadora Especial Universidad de Manizales, Magíster en Educación y Desarrollo Comunitario, Centro Internacional en Educación y Desarrollo Humano CINDE y Universidad Sur colombiana. Doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el CINDE. Profesora investigadora Universidad de Manizales. Línea Socialización política y construcción de Subjetividades. Grupo Perspectivas éticas, políticas y morales de la niñez y la Juventud. (Universidad de Manizales-Cinde). Profesora-investigadora de la Universidad del Valle, Instituto de Psicología Línea Psico-historia, política y cultura. Grupo Gema. Investigadora del grupo PIRKA Políticas, Culturas y Artes de Hacer. Nodo: Santiago de Cali, Colombia, IPC, Alcaldía de Santiago de Cali, Universidad del Valle, Universidad de Manizales, Catamarca y Santiago del Estero, Argentina. Línea de Semiopraxis. Discurso de los Cuerpos y Artes de Hacer. http://www.grupodeinvestigacionpirka.org. Email: jantosib@gmail.com Victoria Eugenia Pinilla Sepúlveda: Psicóloga, Magíster en Ciencias de la Educación Superior, Doctora en Ciencias Sociales Niñez y Juventud. Profesora Investigadora del Departamento Estudios de Familia de la Universidad de Caldas, Grupo de investigación Colectivo Estudios de Familia. Profesora investigadora catedrática de la Universidad de Manizales, Grupo de investigación Desarrollo Psicosocial. Email:vickypinilla@gmail.com Nelvia Victoria Lugo Agudelo: Psicóloga Universidad de Manizales. Magíster en salud pública. Universidad de Antioquia. Docente Investigadora de la Universidad de Caldas. Investigadora del Centro de investigación y desarrollo sobre conflicto, violencia y convivencia –CEDAT-, Universidad de Caldas. Estudiante de Phd in Social Sciences en TAOS Institute-Tilburg University. Email: victoria.lugo@ucaldas.edu.co Andrés Calle Noreña: Estudios terminados de Antropología Universidad Bolivariana. Comunicador Social. Universidad Javeriana. Mr. Filosofía, Universidad de Caldas. Profesor Programa de Comunicación Social y Periodismo. Universidad de Manizales. Email: adcn@umanizales.edu.co Dora Miryam Ríos Londoño: Licenciada en Educación Pre-escolar, Universidad de Manizales; Especialista en Informática Educativa de la Universidad de Manizales; Magíster en Educación-Docencia de la Universidad de Manizales. Docente de Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias e Ingeniería, catedrática del Programa de Mercadeo Nacional e Internacional y del programa de Medicina de la Universidad de Manizales. Profesor Asociado. Email: doramiryam@umanizales.edu.co


Estudiantes Asistentes de Investigación Estudiantes de Pre-grado: Astrid Zulima Lancheros (Psicología – Universidad de Manizales). Cristian Alberto Rojas (Antropología – Universidad de Caldas) Sandra González Adarve (Psicología – Universidad de Manizales) Adriana Núñez Díaz (Psicología – Universidad de Manizales). María Isabel Ramírez (Facultad de Educación, programa de Educación Especial. Línea de Educación, cultura y política).

Estudiantes Asistentes de Maestría: Iván Alejandro Duarte T. Comunicador Social. Magíster. Educación Docencia. Facultad de Educación y Facultad de Psicología de la Universidad de Manizales. María Clemencia Quintero: Profesional en Desarrollo Familiar. Universidad de Caldas. Especialista en Planeación para la Educación Ambiental. Universidad Santo Tomás. Magíster en Educación y desarrollo Humano Alianza: Cinde- Universidad de Manizales. Docente Departamento de Estudios de Familia de la Universidad de Caldas. Claudia Cristina Quintero: Profesional en Desarrollo Familiar Universidad de Caldas. Contratista Comité Departamental de Cafeteros de Caldas. Magíster en Educación y desarrollo Humano Alianza: Cinde- Universidad de Manizales. Ariel Rengifo: Psicólogo. Universidad Católica de Colombia. Especialista en Docencia Universitaria. Universidad Santo Tomás. Servidor Público. Universidad de Córdoba. Docente Catedrático. Universidad de Córdoba. Estudios de Maestría en Educación y desarrollo Humano Alianza: Cinde- Universidad de Manizales. Jorge Arias: Psicólogo. Universidad Tecnológica de Bolívar. Docente Catedrático. Universidad de Córdoba. Universidad del Sinú. Fundación Universitaria Luis Amigó. Maestría en Educación y desarrollo Humano Alianza: Cinde- Universidad de Manizales.


Tabla de contenido

Presentación

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Primera Parte: Narrativa, Conflicto y Juventud: Perspectivas epistemológica, metodológica y teórica

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Perspectiva epistémica y metodológica

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Juventud, narrativa y conflicto: Una aproximación al estado del arte de su relación

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Segunda Parte: Narrativas del conflicto socio-político y cultural en jóvenes de seis contextos locales de Colombia

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Narrativas de conflicto: jóvenes del Kilómetro 41

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Significado del conflicto socio-político y cultural para jóvenes universitarios

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Narrativas sobre el conflicto socio-político y cultural desde los jóvenes del grupo “Jaguar” del barrio el Rosal de Pereira

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Narrativas del conflicto de jóvenes en condiciones márgenes

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Narrativas sobre el conflicto por jóvenes que habitan en contextos de guerra en una región del departamento de Caldas

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Narrativas sobre el conflicto por jóvenes en contextos de guerra en una región del norte de Colombia

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Tercera Parte: Tendencias nacionales y conclusiones

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Conclusiones narrativas del conflicto socio político y cultural de jóvenes en seis contextos locales de Colombia

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Apéndice: Sentido político de las narraciones de jóvenes en conflicto, de Colombia

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Presentación

La investigación “Narrativas del conflicto en contextos locales de Colombia” es un estudio que procura coordinar teoría, preguntas y métodos para identificar alguna interdependencia de los procesos socio-políticos y culturales desde una perspectiva socio histórica, para vincular las narrativas de jóvenes en contextos de conflicto a las condiciones que acaecen en el tiempo particular y los espacios concretos en que habitan. Este proyecto se realizó en con la asesoría de la Doctora Colette Daiute1, docente del doctorado en Psicología del Desarrollo e investigadora del Centro de Postgrados de la Universidad de la Ciudad de New York, CUNY- Graduate Center of City University of New York. La doctora Daiute tiene una importante trayectoria en la investigación sobre desarrollo social, temas internacionales del desarrollo de los niños y los jóvenes, el conflicto juvenil y el desarrollo, específicamente en la perspectiva internacional de naciones en transición, así como en las perspectivas de los jóvenes sobre la injusticia y la violencia, y el análisis de narrativas como una estrategia para el estudio del desarrollo de los individuos en sociedad. En particular este proyecto nacional procura comprender cómo los sistemas socio políticos locales y globales son articulados en las narrativas de los jóvenes, así mismo, cómo éstos afectan sus vidas cotidianas en contextos y culturas concretas por medio de la personificación del conflicto. De esta manera, el estudio devela relaciones, regularidades y rupturas entre las tendencias encontradas en contextos geopolíticos diversos, en este caso en contextos locales de Colombia, para ofrecer nuevas maneras de conceptualizar la relación entre los objetos de conocimiento juventud y conflicto. En este sentido, el conflicto juvenil es comprendido en este estudio como la lucha, la exclusión social y el abuso de y entre las personas jóvenes a partir del momento que ingresan a la escena pública y hasta el momento en que son económicamente independientes de los adultos (Daiute, 2006)2. Los conflictos tales como: la participación en el conflicto armado, la lucha y discriminación entre grupos sociales, la competencia por los recursos en las 1 Los contactos con la doctora Daiute se iniciaron en la pasantía de Saldarriaga, Pinilla y Botero (Abril de 2004) en City University of New York. Posteriormente, y luego de permanentes comunicaciones académicas virtuales con Botero y Pinilla (2004) se empezó a trabajar en el proyecto internacional “Youth Narrate Tragedy from Different Positions in Armed Conflict”, y ha hacer parte de un grupo de estudio sobre Narrativas transnacionales de conflicto, liderados ambos por la doctora Daiute. En este contexto surge, con la asesoría permanente de la doctora Daiute, la investigación “Narrativas sobre el conflicto socio-político y cultural desde las y los jóvenes en contextos locales de Colombia”, con seis grupos de trabajo (Botero, Pinilla, Lugo, Calle, Ríos, Quintero, Quintero, Zuluaga, Arias, Renguito y col.). El estudio fue financiado por la Universidad de Manizales, el Centro de estudios avanzados en Niñez y Juventud, alianza Universidad de Manizales- Cinde y la Fundación para el desarrollo Integral de la niñez, la juventud y la Familia- FESCO. De este grupo hicieron parte los programas de Psicología, Educación, Comunicación Social e Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Manizales. 2 Daiute, Colette et al. (2006). International perspectives on youth conflict and development. New York, Oxford University press. Pág. 4

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calles y los actos interpersonales de violencia, están inmersos en conflictos de la región, la nación y las relaciones glocales. Por tanto, el conflicto juvenil no es tanto un problema del individuo joven, de su familia o de su estado evolutivo, sino más bien, un problema en el desarrollo de la sociedad. La noción de conflicto incluye actos físicos y psicológicos de agresión y exclusión, motivados por desacuerdos o actitudes competitivas entre grupos e individuos. Manifestaciones del conflicto juvenil tales como: las luchas interpersonales o intergrupales y la exclusión social, resultantes de las tensiones sociales y políticas, como son las injusticias resultantes de la alienación, la rabia y la de-privación. A partir de esta perspectiva, el conflicto juvenil es asumido como una práctica social caracterizada por las circunstancias y los discursos en contextos particulares. En consecuencia, la pretensión de encontrar la comprensión del contexto actual que marca la inclusión en el conflicto de los jóvenes colombianos, implica hacer una mirada por la sociedad en la cual ellos habitan; en la cual se expresa un continuo de temporalidades, rupturas y discontinuidades de un orden social. Por otro lado, la presente investigación establece una distinción fundamental entre conflicto y violencia, retomando los planteamientos de: Corredor 1992; Giraldo y López 1991, 1998; Pecaut 1990 y 1994; Camacho 1988; Martínez, 1997; Uribe, 2001; Gómez, 2004, Garay & Escobar 2002; González, 2000, el conflicto se comprende como constitutivo de la condición humana que se centra en la oposición entre fuerzas e intereses; la violencia, por su parte, es uno, entre otros medios, para enfrentar el conflicto, además de presentar una oposición, implica la actualización de recursos “irracionales” para enfrentarlo. No todos los conflictos devienen en violencia y, por tanto, pueden potenciar los cambios y transformaciones sociales. De la misma manera, la violencia en el contexto colombiano se ha constituido en referente de identificación para sus habitantes, dicha violencia se ha anclado históricamente como expresión de la oposición religiosa, partidista y étnicocultural, entre grupos; en este sentido, la violencia no aparece como una explosión, accidente o desastre de esta sociedad, al enfrentar las contradicciones propias del choque entre una modernización acelerada que se impone, e irrumpe bruscamente en forma integradora en lo global, y un orden tradicional con fuertes ataduras en el clientelismo, la institucionalización del favor, la corrupción y la burocracia irracional. Si bien es cierto que las consecuencias de esta problemática afectan a toda la población colombiana, hay una creciente preocupación por la situación que están viviendo jóvenes en este país, por tal razón, esta investigación centra su análisis en la situación particular de jóvenes en Colombia con el objeto de comprender la relación entre las nociones de juventud y conflicto desde las particularidades de los contextos locales de Colombia. La perspectiva teórica para abordar la noción de juventud se distancia de una perspectiva etaria o evolutiva, y adopta una perspectiva cultural y socio histórica. En este sentido, dicha noción es comprendida como un constructo teórico que responde a condiciones sociales específicas que otorgan un espacio simbólico para su aparición. Así mismo, desde los estudios de autores (Bourdieu, 2002; Mørch, 1996; Duarte, 2002, Margulis & Urresti, 1998; Balardini, 2005; Muñoz, 2006; Feixa, 1998; Botero & Alvarado, 2006), esta mirada rompe con la pretensión de universalizar la noción de juventud o sus características, como una invariante independiente de los tiempos y los contextos. De tal manera, la presente investigación apela a una noción de constitución mediática, contextual e histórica con el fin de comprender los significados del conflicto socio-político y cultural, desde las narrativas de jóvenes en contextos locales de Colombia; para aportar una visión en las variaciones de 7


la noción, según mediaciones contextuales y las condiciones materiales y simbólicas que enfrentan los jóvenes en las múltiples expresiones de conflictos y violencias en el país. De esta manera, los resultados de esta investigación nacional indaga por tres categorías teóricas centrales: la juventud y el conflicto socio-político que se constituyen en los objetos de investigación, y la narrativa como categoría epistemológica y metodológica, lente de comprensión de las relaciones entre ambos objetos; los cuales configuran el problema central, orientado por la pregunta: ¿Cómo se relacionan las categorías juventud y conflicto socio- político-cultural en las narrativas que hacen los jóvenes? De esta pregunta general se desprenden dos preguntas más específicas: ¿Cuál es el significado del conflicto para los jóvenes? y ¿Cuáles son las nociones de juventud que subyacen en las narrativas de los jóvenes sobre el conflicto, desde una perspectiva histórica cultural? Para responder a estos interrogantes, este informe se presenta en cuatro apartados: El primero centrado en el abordaje de la noción de narrativa desde una perspectiva política y una perspectiva hermenéutica, con el fin de profundizar sobre la opción epistemológica y metodológica que se implementó en este trabajo, así mismo se despliega la tematización de las categorías centrales del estudio: juventud, conflicto y narrativa, de acuerdo con el estado del arte de la relación. El segundo apartado retoma los resultados de la investigación nacional y expone los hallazgos de los sub-proyectos de investigación en seis contextos locales, los cuales representan la diversidad de algunas experiencias de conflicto político y socio cultural de grupos de jóvenes en Colombia: jóvenes rurales que han hecho parte de grupos al margen de la ley (Grupos paramilitares y de autodefensas, AUC. Montería, Córdoba); jóvenes residentes de un municipio del Oriente de Caldas, en medio del conflicto entre guerrilla y Estado, vinculados un grupo de liderazgo juvenil; jóvenes rurales residentes de la Vereda del kilómetro 41, actualmente Vereda Colombia, del municipio de Neira, Departamento de Caldas, estudiantes de los grados décimo y once de bachillerato; jóvenes en contextos margen, residentes de la Plaza de mercado, sector urbano de la ciudad de Manizales; jóvenes urbanos residentes del barrio el Rosal, suburbio popular de la ciudad de Pereira; y, finalmente, jóvenes de clases medias y altas que cursan carreras universitarias en Universidades públicas o privadas en la ciudad de Manizales. De esta manera, la descripción de los estudios locales privilegia el criterio de diversidad de grupos en contextos de conflicto, en lugar del de representatividad geográfica nacional y ha optado por grupos de jóvenes en contextos mediados por condiciones de conflictos urbanos, rurales, de conflicto armado, de clase y de agrupación o gregarismo legal e ilegal. En el tercer apartado, se exponen las tendencias nacionales expresas en la relación entre las categorías halladas en los contextos particulares y se trata de develar rupturas, regularidades, y vínculos con las problemáticas sociales, políticas y culturales, del contexto colombiano, en cuatro temáticas que expresan las tensiones y dimensiones de la relación objeto del presente estudio: significado del conflicto para los jóvenes participantes del proyecto; sentido político del conflicto; significado de ser joven en el conflicto y dimensión simbólica y cultura política frente al conflicto, desde las narrativas de jóvenes en contextos locales de Colombia. Los resultados de esta investigación de-construyen la noción de juventud como condición etaria y la presentan como condición histórica y cultural vinculada a los sistemas de relaciones y significaciones, influenciados por la pertenencia a un grupo social, la cultura dentro de la cual se vive, las condiciones y oportunidades de los contextos; y se aportan así categorías de 8


comprensión, tales como: bumerangs humanos, políticas de sobrevivencia, mecanismos de defensa social, divinización, despolitización y supra-politización del conflicto, privatización de las injusticias, duelos de injusticias y subjetividades políticas entre otras. Finalmente el libro termina con el apéndice el Sentido político de las narraciones de jóvenes en conflicto, de Colombia, en el cual se hacen unas consideraciones respecto a las dimensiones del conflicto a partir del sentido político. Este documento presenta una reflexión respecto de algunos resultados de la investigación desde la perspectiva del autor, que marcan algunas diferencias y puntos de encuentro con los análisis realizados por el colectivo de investigadores.

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Primera Parte: Narrativa, Conflicto y Juventud: Perspectivas epistemológica, metodológica y teórica

“…aquí los problemas no son de guerrilla o delincuencia como ocurre en el centro de Pereira o en algunas partes del departamento, aquí se ve otro cuento, que en todo caso es delicado pues tiene que ver es con los conflictos adentro de las familias.” Hombre joven Barrio el Rosal, Pereira


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Perspectiva epistémica y metodológica Nelvia Victoria Lugo Agudelo Patricia Botero Gómez3

El interés práxico del estudio corresponde con una metodología que pretende develar los sentidos construidos por los jóvenes en sus narrativas. Para este fin, reconocemos las diferencias entre la Hermenéutica crítica propuesta por Júrgen Habermas (1982), la Hermenéutica ontológica heideggeriana (Heidegger, 1958) desarrollada por Gadamer (1997, 1999) y la Hermenéutica semiológica o Fenomenológica, propuesta por Ricœur (1995)4. Estas diferencias se han basado en diferentes tendencias epistémicas: la primera, centra sus búsquedas en la toma de consciencia a partir del método huserlliano5; la segunda, a partir de la noción dasein -ser en el mundo-, muestra la constitución de la existencia del ser siendo y haciendo6. La tercera, al integrar las búsquedas del fenómeno de la consciencia y las acciones de los sujetos, posibilita la construcción de un método que argumenta la existencia en el tiempo narrado por los individuos (Bruner, 1998, 2002; Ricœur, 1995) y la constitución de identidades y de mundo, a través de las instituciones. De esta manera, este estudio se centrará en la hermenéutica fenomenológica propuesta por Ricœur (1996), desde la cual el sujeto es apto para la acción y para el mundo de la subjetividad e intersubjetividad, abarca no sólo el sí mismo y el otro sino también, las instituciones construidas por los individuos. La hermenéutica fenomenológica o semiológica propone hablar de modelos y métodos a través de la filosofía analítica y la filosofía fenomenológica, como forma de comprensión en las ciencias culturales. Ricœur insiste en la mediación de la interpretación para recobrar el mundo, el cual queda entonces al descubierto. La hermenéutica, “va más allá de la fenomenología. Pero al mismo tiempo la fenomenología se funda en una actitud hermenéutica, de modo que cabe hablar de una fenomenología hermenéutica (...) la hermenéutica no sólo hace posible la comprensión del sujeto en el mundo, sino también, 3 Documento elaborado por Nelvia Victoria Lugo, docente investigadora de la Universidad de Caldas y Patricia Botero, docente investigadora de la Universidad del Valle y de la Universidad de Manizales 4

Los primeros desarrollos de la hermenéutica en las ciencias sociales están referidos a la hermenéutica metódica que busca reconocer las reglas y preceptos para comprender. Si bien Dilthey trascendió la hermenéutica tradicional propuesta por Schleiermacher, estableció la distinción entre las ciencias del espíritu y las ciencias naturales en cuanto al fundamento en la comprensión en las primeras y en la explicación en las segundas y entregó herramientas cualitativas como fueron el conocimiento de la vivencia y la biografía de los sujetos, no logró distanciarse del positivismo en cuanto pretendió determinar leyes y regulaciones en la comprensión y en las ciencias sociales. (Gabilondo Pujol, A. 1988). De acuerdo con Dilthey “la hermenéutica permite comprender a un autor mejor de lo que el propio autor se entendiera a sí mismo, y a una época histórica, mejor de lo que pudieron comprenderla quienes vivieron en ella” (Ferrater, M. J. 2001, p. 1623)

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La hermenéutica crítica: Apel y Habermas parten de una fundamentación pragmática universal que pretende establecer igualdad de condiciones para la comunicación y la comprensión. (Cruz Vélez, D. 2001).

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El significado del Dasein está referido al ser en el mundo, abierto al mundo, ser en la experiencia, ser en la actuación. Sólo se es siendo. Heidegger, alumno de Husserl, retoma la enseñanza del maestro, y en la obra Ser y tiempo sigue al pie de la letra la instrucción de “ir a las cosas mismas” para poder comprender las esencias; descosifica al yo y al sujeto trascendental kantiano y propone la hermenéutica ontológica, no como método ni como una actitud teórica, sino como una praxis - comprensión actuante -de tal manera que del modo como se interpreta la realidad, se actúa. La comprensión es el modo de ser del Dasein un ser como posibilidad, un ser que sólo es siendo y un ser que está volcado hacia fuera.

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la crítica a la ideología” (Ferrater, 2001, p. 3102). De esta manera, Ricœur propone una dialéctica entre la hermenéutica ontológica y la hermenéutica crítica, es decir al interior de la hermenéutica fenomenológica. Uno de los avances de la fenomenología y la hermenéutica orientadas lingüísticamente es plantear la comprensión y la explicación como dos momentos fundamentales de la interpretación: “La hermenéutica es capaz de poner en cuestión la dicotomía entre comprensión y explicación. Cada uno de estos enfoques revela una insuficiencia que lleva a una dialéctica” (Ferrater, 2001, p. 3102). Algunas de las nociones fundamentales de la propuesta epistémica y metodológica de Ricœur son las de evento, narración y tiempo. El Evento, en Ricœur, más que ocurrencia de algo, hace referencia a un acontecimiento que da cuenta de una narración. Ésta hace alusión a una trama sencilla en eventos múltiples y un todo de eventos y acontecimientos. Para Ricœur (1995) existen tres formas de tiempo: una, que hace referencia a la consciencia de un tiempo reglamentado, sucesivo o cosmológico; otra, que hace referencia a la percepción o experiencia fenomenológica del tiempo; y, finalmente, el tiempo narrado, que configura la unión entre el pasado y el futuro, en un límite de tiempo reglamentado y la reconstitución de una historia a partir de múltiples eventos o acontecimientos con significados e intenciones, propias de una memoria individual o colectiva. En la especificidad de la búsqueda interpretativa de los discursos, en su sentido aristotélico oratio - traducción- y en el sentido medieval discursus -procesos de un razonamiento-, este estudio reconoce los hallazgos disciplinares propuestos por la lingüística inaugurada por Ferdinand de Saussure y quien influyó no sólo en el estructuralismo, sino también, en pensadores de otras disciplinas, tales como: Derrida, Leví Strauss, Lacan y Chomsky. A diferencia de la lingüística, que estudia la estructura de la lengua en el reconocimiento del habla -parole- y lengua -langue- y en el reconocimiento de regularidades, sistemas de normas y reglas en el lenguaje individual y social, la semiótica ha buscado designar o interpretar los signos sociales. En el desarrollo de la semiótica como disciplina, investigaciones como las de Pierce, Ogden y Richards (basados en la doctrina de los símbolos de Bentham) y Morris, además de las búsquedas positivistas en el estatuto de ciencia, abonaron terreno para dar paso a otras reflexiones, como la división entre la sintaxis -que se ocupa de los signos y las relaciones de éstos entre sí-, la semántica –que se ocupa de los signos y la relación con los objetos de significados- y la pragmática-que se ocupa de la relación de los sujetos que usan los símbolos-. De esta manera, en el presente estudio entre la lingüística y la semiótica, la teoría de Bajktin permite dilucidar los discursos narrativos en un sentido socio-histórico, a partir de los siguientes presupuestos: El autor establece un quiebre frente a los analistas del discurso, a partir de la trascendencia del análisis del signo sousseriano y del trabajo específico sobre la palabra contextuada en el tiempo y en el espacio, de una manera móvil y cambiante, como una forma de comunicación dialógica. “La palabra nunca tiene una sola conciencia o una sola voz, su vida consiste en pasar de boca en boca, de un contexto a otro, de un colectivo social a otro, de una a otra generación” (Bajktin, 1997). De esta manera, para el autor, la palabra participa en un diálogo. El receptor ya tiene sentidos y contextos comunicativos, es decir, la palabra como emisión dialógica no se dirige a un objeto sino que dialoga con otros. Otra noción fundamental en el autor es la del enunciado, la cual es la unidad de la comunicación discursiva que se da en condiciones específicas del uso de la lengua, con una idea concluida como totalidad intencionada. Se relaciona con los enunciados emitidos por otros hablantes como parte de una cadena discursiva, es decir, es respuesta a otros enunciados y espera respuesta de enunciados posteriores (ésta es su característica 12


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dialógica). Así mismo, su estilo está condicionado por factores externos y siempre tiene un objetivo destinado a algo o a alguien con gran carga ideológica. (Bajktin, 1986). Del concepto de enunciado se desprende el concepto de discurso, como construcción que nace del tejido de enunciados y en el carácter dialógico del discurso aparece la polifonía o multiplicidad de voces que emerge en los discursos dado su construcción ideológica. Es ideológica la relación que existe entre el mundo o realidad y su expresión. Los discursos, por su parte, serán agrupados en géneros discursivos, conjuntos o tipos heterogéneos (orales y escritos), con determinadas características comunes según las funciones, los usos, los tipos de circulación, las circunstancias enunciativas, entres otras múltiples formas de construcción (Mazzola, 2004). En el caso de esta investigación se abordaron los géneros discursivos primarios (los discursos de los jóvenes) y se construyeron géneros discursivos o narrativas secundarias. Con respecto a las narrativas, éstas se entienden como un modo de investigación basado en la narración como una raíz metafórica, un género y un discurso (Daiute & Lightfoot, 2004). El análisis narrativo, como metáfora, está relacionado con la información y los comentarios acerca del significado de esa información; éste ha sido utilizado por la Psicología para interpretar fenómenos psicológicos como significados que se organizan desde una perspectiva teórica. Lo metafórico también ha sido vinculado con los análisis de la teoría literaria, para explicar e interpretar los sucesos de los dramas. Como género, son formas de relatos, desarrolladas culturalmente a través de las cuales se organizan las experiencias y el conocimiento. Las narrativas también son maneras específicas de discurso en las que se incorporan o personifican valores culturales y subjetividades personales” (Daiute, 2004a, p. xiii). Esta investigación parte de la narrativa como un discurso con significados culturales e interpretaciones que guían los pensamientos, las interacciones y las acciones; que organiza la vida, las relaciones sociales, las interpretaciones del pasado y los planes para el futuro. Relatar las historias evidencia cómo las personas perciben, interpretan, recuerdan sus experiencias y se preparan para su futuro. La narrativa permite evocar el potencial emocional, cognitivo, y de actuación de los sujetos

Procedimiento metodológico a) Construcción de información: La construcción de información se realizó en dos fases: la de las Narrativas sobre el conflicto y la de los relatos de relatos. La primera de ellas tuvo como propósito elaborar narrativas individuales y colectivas sobre el pasado, presente y posible futuro de los conflictos sociopolíticos y culturales en los contextos locales, desde la perspectiva de los jóvenes. La primera fase se desarrolló en tres momentos, cada uno de los cuales tomó varias sesiones de trabajo: Momento 1: Presentación del proyecto, sensibilización y presentación de los miembros del grupo. Se escribieron narrativas individuales sobre las experiencias con el conflicto, con base en las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los conflictos de los jóvenes? ¿Los jóvenes crean conflictos? ¿Cuáles son los principales conflictos de su región? ¿Cuáles de estos conflictos involucran a los jóvenes? En este mismo momento se solicitó a los jóvenes 13


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que escribieran sobre un conflicto, o sobre un desacuerdo con alguien de su misma edad, en la última semana o en el último mes. Las preguntas orientadoras fueron: ¿Qué pasó? ¿Quiénes estaban involucrados? ¿Por qué sucedió? ¿Cómo se resolvió? También se solicitó a los jóvenes re-leer la historia, imaginar qué habría pasado después de un año y escribirla otra vez, para reflejar la expectativa futura con respecto al conflicto. Momento 2: Elaboración de una narrativa colectiva que respondiera a la siguiente pregunta: ¿En 10 años, qué va a pasar con ustedes y con su región? Además de ser una narrativa colectiva, se pretendió hacer una narrativa de ficción. Algunos grupos utilizaron la construcción de historietas, para facilitar el desarrollo de la actividad y presentarlas a los demás participantes Momento 3: Elaboración de una narrativa individual escrita donde se relate una situación de conflicto. Paralelo a esta primera fase, con algunos grupos, se realizó un proceso de alfabetización en informática, lo que les permitiría comunicarse con otros jóvenes de manera virtual. Aprendieron a manejar un procesador de texto, navegación en internet, correo electrónico y comunicación vía Chat con otros jóvenes7. En uno de los grupos, los jóvenes además de ser participantes de la investigación, interpretaron las narrativas de otros, constituyéndose así, en investigadores del proceso. La segunda fase de recolección de información se denominó Relato de relatos y tuvo como propósito utilizar narrativas de jóvenes de otros contextos (historias o películas) como insumos de reflexión, acerca del conflicto, para elaborar nuevas narrativas individuales y grupales. Se pretendió des-estructurar lo que los jóvenes habían vivido sobre el conflicto y de esta manera hacer una nueva interpretación de dicho conflicto. Se desarrollaron actividades con el objetivo de ampliar las perspectivas, teniendo en cuenta ejercicios para hablar sobre lo escuchado y lo leído; para escribir sobre lo escuchado y lo leído, sobre relatos de otros jóvenes y personas de distintas edades (que se refieren a los jóvenes); de contemporáneos y de sujetos de otras épocas; coterráneos y extranjeros. Para lograr este propósito se llevaron a cabo tres momentos. Momento 1: Lectura y análisis de las narrativas de otros. Dicho análisis se basó en las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los aspectos comunes y diferentes que los jóvenes encuentran entre la historia leída y sus propias vidas? ¿Cuáles son los personajes de la historia y su posición frente al conflicto? ¿Cuáles son los diferentes tipos de conflicto que hay en la historia? En este momento, los jóvenes debían escribir y hablar sobre lo leído. Momento 2: Análisis de películas que mostraran conflictos de jóvenes colombianos actuales y de otras épocas, y conflictos de jóvenes de otros países, expuestas en cintas y documentales como: La lengua de las mariposas, La Sierra, Voces inocentes, Rosario Tijeras y Cóndores no entierran todos los días. Las preguntas que guiaron la reflexión fueron: después de escoger un personaje, ¿Cómo sería la historia contada desde la perspectiva de dicho personaje? Si usted pudiera nombrar la historia, ¿Qué título le pondría? Y si pudiera cambiar el final, ¿Cómo terminaría la historia? Momento 3: Los jóvenes interpretaron las narrativas que habían escrito otros jóvenes de los grupos nacionales y de un grupo internacional (Croacia). Se hizo un análisis con base en una matriz resumida, elaborada por el grupo de investigadores. 7 Esta capacitación se realizó con el apoyo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Manizales, bajo la instrucción de la docente Dora Miryam Ríos Londoño.

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Momento 4: Encuentro de jóvenes. Se realizó la socialización de productos culturales de cada uno de los grupos de jóvenes en Colombia, a partir de la visión de futuro desde la perspectiva de los jóvenes. Previo al encuentro se realizaron varias sesiones de chat entre los jóvenes de la ciudad de Manizales. Este procedimiento de recolección de información no se hizo idéntico en los seis grupos, pues cada investigador se vio en la necesidad de hacer adaptaciones, de acuerdo con las características particulares de los jóvenes, con el cuidado de conservar el derrotero general de la investigación nacional. El proceso de recolección de información es coherente con la noción de mimesis de Ricœur la cual es fundamento del análisis narrativo. El autor asume la mimesis en su potencial de acción y transformación, pues “las tramas que inventamos son el medio privilegiado para re-configurar la experiencia temporal confusa, así, las tramas configuran y trasfiguran el campo práctico, engloban no sólo el obrar sino también el padecer” (Ricœur, 2000, p. 34). En la mimesis hay tres momentos: I) Prefiguración: precomprensión familiar que se tiene de las acciones como una prefiguración práctica en torno a la vida cotidiana; II) Configuración textual: acceso al mundo de la ficción que abre el paso al “como si” y opera como mediación en el mundo de la vida; y III) Re-figuración: la mueva configuración de ficción reordena la acción. En el caso del presente estudio la prefiguración que nomina la mimesis I posibilita leer aquellas representaciones e imaginarios de la relación que los jóvenes hacen de su condición juvenil y el conflicto, en la primera fase, Narrativas sobre el conflicto. En mimesis I, la trama se enraíza en la pre-comprensión del mundo de la acción con recursos simbólicos y temporales. Los sujetos construyen tramas que responden a preguntas sobre el qué, el por qué, cómo, con y contra quién, de la acción. (Ricœur 2000, p. 116). Por otra parte, con la mimesis II, se pasa de un orden paradigmático a un orden sintagmático8 y al momento de la ficción, no como opuesta a la verdad, sino en tanto construcción de la trama o mythos. De acuerdo con Ricœur, la mimesis II es también mediación entre acontecimientos e historia, así mismo, presenta un potencial metafórico o del “como sí”, y un potencial de mediación temporal entre el “antes” y el “después” en una totalidad. De esta manera, las tramas construidas por los jóvenes participantes del proyecto se constituyen en totalidades de comprensión, más que en fragmentos de análisis. Con la configuración de sus tramas tejieron los significados que ellos les atribuyen a sus propias vidas, en una historia personal anclada en un mundo social e histórico. Los acontecimientos como unidades completas de discurso se constituyeron en la tarea fundamental de interpretación para el grupo de investigadores. Apoyados en la propuesta de mimesis de Ricœur, se planteó una segunda fase de recolección de información en el proyecto, Relato de relatos en la cual se da la intersección entre el mundo del texto y el mundo del lector. Fue en esta fase cuando los jóvenes pasaron de ser informantes o constructores de relatos, a constituirse en sujetos intérpretes de las narrativas de otros, tanto de los jóvenes del proyecto, como de otros jóvenes que habitaban un tiempo y un espacio diferente. Esto con el objeto de seguir el postulado ricœuriano 8 Las reglas de composición narrativa se explican desde la semiótica en la distinción que establece entre orden paradigmático (acciones sincrónicas, relaciones de intersignificación entre fines, medios, agentes y circunstancias que son reversibles) y orden sintagmático (orden del discurso que entraña diacronía a cualquier historia narrada). La narración debe dominar las reglas que rigen el orden sintagmático, de tal manera la narrativa no solo se limita a relacionarse con la red conceptual de la semántica de la acción, sino también, requiere familiarizase con las reglas de composición que gobiernan el orden diacrónico de la historia.

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en el cual, la mímesis III constituye el momento de la lectura que implica la fusión de horizontes y la transformación del texto, en obra. Así, la lectura retoma la compresión práctica configurada en el texto y la sobre-determina, para producir un “aumento de realidad”. (Ricœur, 2000, p. 140) La mimesis III le permite al autor abordar la subjetividad y la ética, categorías centrales de los últimos trabajos de Ricœur. En este sentido queda insinuada la última fase de análisis del proyecto, en la cual se pretende comprender las formas en que se transforman las perspectivas políticas y éticas de los jóvenes acerca del conflicto, a partir del conocimiento de las narrativas de jóvenes de otros contextos9.

b) Interpretación de la información: La comprensión de las narrativas de la primera fase de la investigación consistió en interpretar las narrativas de los jóvenes que indagaron, no por el qué o los discursos sobre el conflicto, sino, por el cómo, es decir, por las situaciones, las experiencias sobre el conflicto sociopolítico y cultural, mediadas por las preguntas que evocaron los relatos. La comprensión hermenéutica se complementó con algunas claves de lectura que permitieron comprender la narrativa como una obra, con personajes y múltiples voces, tramas, subtramas, desenlaces, azares, juegos de poder y la historia que enmarca la aparición de las características de los contextos. El grupo de investigadores diseñó una matriz con la cual se mantenían las claves mínimas de interpretación para todos los grupos y las evidencias empíricas que soportaran cada una de ellas. Dicha matriz condensa el análisis social relacional de cada una de las narrativas escritas. Este instrumento fue construido con base en tópicos retomados de los estudios de Daiute (2005)10 y complementados con la lectura de Kenneth Gergen, (2007), para la ubicación de las tramas y las narrativas; de Ricœur (2000), en la comprensión del quién de la narrativa; y, de Bajktin (1986 y 2005), para definir el papel cultural y socio-histórico de las mismas. La matriz de análisis social relacional contempla los siguientes aspectos:

Conocimientos del contexto de la narrativa: Indaga por la identificación de la narrativa, el nombre o título que le asigna el escritor, la reconstrucción de las preguntas11 con que se evocaron los relatos, la ubicación del contexto de sentido en que se escribieron, las características del grupo de trabajo específico, la descripción de las características idiosincrásicas y culturales del narrador. Es muy importante resaltar el valor de la pregunta en la comprensión narrativa, pues ella permite poner en situación a los jóvenes, para recuperar las anécdotas, los ejemplos específicos y los detalles, más que las definiciones o abstracciones. La narrativa invoca los acontecimientos singulares en el cómo sucedieron los acontecimientos. En este sentido, la interpretación narrativa permite, por un lado, evocar el potencial emocional, cognitivo, y de actuación de los sujetos, y por el otro, integrar pasado, presente y futuro, pues al contar una historia, se trasciende el relato del pasado y, se configura o crea 9 La segunda fase de investigación recoge información de los jóvenes rurales del Kilómetro 41, jóvenes en contextos márgenes de la Galería Plaza de mercado de Manizales y jóvenes universitarios de la misma ciudad. La situación de conflicto de los tres grupos restantes impidieron la finalización del proceso. Este informe retoma los resultados de la primera fase de investigación en un intento por relacionar los resultados de las seis investigaciones en cada uno de los contextos locales. Los resultados de la segunda fase se presentan en artículos e informes independientes. 10 Asesoría personal y trabajo virtual con la autora. Nueva York Abril de 2004, comunicación asesorías virtual 2005. 11 Según Daiute (2005), las preguntas que guiaron la escritura de la narrativa, establecen una parte del contexto social para la narrativa, como lo hace la cultura de los participantes, su familia, nación o circunstancias personales.

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la misma como poiesis o producción humana (Ricœur, 2000). La configuración narrativa crea un tercer tiempo que media el tiempo cronológico y el tiempo fenomenológico, al organizar los acontecimientos en una trama. Una pregunta que logre poner en situación implica evocar metáforas, el papel jugado por los personajes, el juego y explicación de sentimientos humanos, las valoraciones y actuaciones ético-políticas de los personajes, los juegos y relaciones de poder entre los participantes y la aparición de la cultura en la narración.

Trama principal (argumento) y subtramas (significados de referencia): En este tópico es necesario leer los datos muchas veces para buscar el alcance, la reacción, el foco, el argumento y el testimonio que pretende dar el narrador. Para tal fin, apoyados en los aportes de Gergen (2007), es necesario: a) reconocer el valor que el narrador imprime a su relato, pues una historia aceptable debe primero establecer una meta, un evento a explicar, un estado a ser alcanzado o evitado, un resultado de importancia; b) seleccionar los acontecimientos o eventos relevantes al punto final: una historia inteligible es aquella en la que los eventos seleccionados sirven para la realización de una meta más o menos probable y accesible; c) identificar el orden de los acontecimientos, los cuales usualmente se ordenan en una secuencia lineal temporal del relato (inicio, intermedio y final); d) señalar las relaciones o vinculaciones para dar cuenta de los eventos, la narración ideal es la que proporciona una explicación del resultado, esto no supone una causalidad universal, sino una gama de causalidades aceptables dependientes de la cultura; e) evidenciar las señales o signos de demarcación: lo que se subraya como el principio y final del relato, advirtiendo cuándo se entra y se sale del mundo relatado. Finalmente, en la ubicación de acontecimientos se le da prioridad a la interpretación que el narrador le pone a su propia historia, en lugar de enumerar los hechos o eventos, devela la carga de sentido que el narrador imprime a ellos, los acontecimientos evidencian cómo sucedieron los hechos y la importancia o valor que el narrador les asigna. En cuanto a las sub-tramas, el investigador resalta los conflictos menores de la historia, los temas secundarios de referencia que completan una historia. En este sentido, la posición de los temas, como tema primero o principal, tema segundo, temas adyacentes, permiten ir develando los acontecimientos de interpretación como completudes experienciales del sujeto que narra, en los contextos desde los cuales los narra. De acuerdo con Daiute (2004), es necesario no sólo identificar las posiciones de los temas, sino también ubicar el espacio y el tiempo de la escena, para así, evidenciar los elementos de la cultura que emergen en la narrativa. En este sentido, la narrativa se constituye en obra, con guiones, tramas, escenas, personajes, voces, sentimientos y pensamientos de cada uno de ellos, que permitirán comprender no sólo lo que sucede con un sujeto particular, sino, especialmente, esclarecer los contextos en los que se habita; las reglas culturales en las que se está inserto y a los sistemas valorativos a los que se inscribe.

Voces de los personajes de la narrativa (narrador, personajes focales y otros personajes): El valor de la narrativa como obra permite resaltar las múltiples voces que componen la existencia de un sujeto particular; reconocido, en términos de Bajktin (2002), como el discurso polifónico. Al igual que en un cuento de hadas, en una película o en una novela, en la narrativa aparecen diferentes autores, caracteres, roles y acciones que dan cuenta de 17


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las múltiples perspectivas para interpretar el mundo. Es importante entonces identificar al narrador que no siempre es el protagonista de la narrativa, sino quien la escribe, los personajes principales o protagonistas y otros personajes que pueden ser antagonistas, agentes u observadores. A cada uno de ellos se les caracteriza en términos de la manera cómo actúan; su rol en la historia; cómo siguen los guiones; sus intenciones, cogniciones, emociones, percepciones, juicios valorativos. Como plantea Gergen (2007), se puede reconocer la identidad de los personajes, la cual típicamente es continua y coherente a lo largo de la historia, pues el personaje tiende a mantener su identidad y función dentro de la narración. Así mismo, es necesario reconocer el entramado de relaciones implícitas y explícitas entre los personajes, es decir, el tipo de relación que establecen, los juegos de poder, los roles o papeles y finalmente, el resumen de la historia desde la perspectiva de cada uno de ellos, evidenciando así, que un mismo tema es interpretado desde diferentes ángulos al interior de la narrativa, de tal forma, la comprensión de la narrativa evidencia los diferentes prismas o matices desde los cuales se lee la realidad, así se construyen múltiples realidades desde las cuales se juzga el mundo. Mecanismos evaluativos de la narrativa: Si se tiene en cuenta que la interpretación narrativa recurre a la hermenéutica para la comprensión de los relatos, implica hacer lectura de los datos más allá de cómo éstos son presentados; más que describir los datos, se requiere establecer diferentes planos o capas de lectura que logren hacer ver nuevas categorías emergentes en la información. De esta manera, reconocer los adjetivos evaluativos o valorativos, las repeticiones, las negaciones, los conectores causales, los énfasis, las elipsis, la utilización de los pronombres, los tiempos verbales; y, especialmente, las metáforas y expresiones coloquiales, permiten recuperar la carga ideológica y cultural de la narrativa como contexto histórico, político y existencial. En el mismo sentido, se identifican los puntos álgidos de la narrativa a través de presencias y ausencias interesantes (lo que no está claro, por ejemplo) y del choque de mecanismos evaluativos como los conflictos entre decir, pensar, sentir, hacer, al interior del relato. Direccionalidad de la narrativa: Por direccionalidad se entiende la dinámica de las interacciones entre el narrador y sus interlocutores. En este sentido, se identifican las audiencias o los públicos implícitos o explícitos para los cuales está hablando el narrador. Esto contribuye a hacer más visible en contexto social y cultural en el que el narrador se desenvuelve y los actores que hacen parte de dicho contexto. Hay aspectos de la narrativa que no son suficientemente explícitos y que se asumen como “susurros y silencios”, esto incluye personajes, posiciones, puntos de vista (estados psicológicos), eventos u otros aspectos que tienen un papel en la narración pero que no son representados el todo. Por ejemplo, pueden existir personajes escondidos o silenciosos que pueden estar mostrando un punto de vista que es silenciado al interior de la narración. Finalmente, se construye una hipótesis acerca del significado de la historia para el narrador, entendida como la moraleja de la historia (Day y Tappan), la verdad narrativa (Spence) o la sabiduría social (Daiute, Buteau, Rawlins)12.

12 Citados por Daiute (2004).

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El análisis social relacional, finaliza con una serie de preguntas que pretenden integrar todos los aspectos mencionados anteriormente con los objetos de estudio definidos para el estudio en Colombia. De esta manera se plantearon las siguientes preguntas para cada una de las narrativas:¿Qué significa ser joven en ese contexto?, ¿Cómo se construye la noción de joven en ese contexto?, ¿Cuál es el sentido político de la relación conflicto y jóvenes?, ¿Cuál es el significado de conflicto inmerso en la narrativa? Y ¿Cuáles son los mecanismos de defensa social y las reglas de juego cultural que se construyen para enfrentar o construir el conflicto?13 Cada una de las preguntas se convirtió en categoría emergente y con base en ellas cada investigador escribió un documento que sintetizaba el análisis de las narrativas. De esta manera, la metodología de interpretación narrativa asume una postura estética que se distancia del análisis de discurso, en cuanto la interpretación narrativa no se interesa por analizar o separar los discursos, sino que conserva los acontecimientos como completudes de sentido, en términos Bajktinianos, como cuerpos de significado que permitirán dar cuenta de las eufonías, aquello que ha resonado en el sujeto, dentro del mar de polifonías, sólo algunas de las voces constituyen al sujeto como un quien en la historia. Por otro lado, la narrativa configura relatos, tramas, azares, tragedias y metáforas, como elementos de interpretación que componen las singularidades humanas y a partir de ellos descubren categorías emergentes. En términos de Arendt, citada por Sánchez (2003), la comprensión narrativa rechaza el modelo de explicación técnica causalista, en este sentido, los gestos singulares irrumpen el movimiento circular de la vida cotidiana y son ellos los que permitirán comprender, rememorar y nombrar los fenómenos que acaecen.

c) Relación de tendencias y hallazgos entre los grupos nacionales: un proceso dialógico Las primeras tendencias resultantes de los seis proyectos de investigación, fueron presentadas ante los otros investigadores y ante la asesora internacional.14 Cada presentación incluyó un resumen del contexto geográfico y la naturaleza del conflicto, así como otros hechos socio-históricos relevantes sobre la situación de los jóvenes participantes en el proyecto. El grupo discutió las tendencias y se presentaron clarificaciones y ejemplos para precisar regularidades y rupturas entre los jóvenes en contextos de conflicto. De acuerdo con Daiute (2006) y la teoría socio-histórica, la relación e integración de la información, en los grupos nacionales, es dialógica de varias maneras: el proceso implica una interacción con las narrativas de los jóvenes, para entender lo que ellos quieren decir en las interpretaciones que hacen de sus experiencias , no sólo como reportes literales. Por esta razón, las primeras lecturas de las narrativas de los jóvenes implicaron un análisis narrativo, como se expuso anteriormente, que es un análisis de las historias que cada joven contó y de su significado, según lo indicado por la evidencia lingüística encontrada en los textos. En segundo lugar, la integración también es dialógica en su consideración del contexto, lo que significa que cada lectura de las narrativas realizadas por los jóvenes, las tendencias que cada investigador identificó y la integración a través de aquellas lecturas, ocurren teniendo en cuenta los contextos de los jóvenes. Las lecturas son, así, interacciones con los contextos de los jóvenes y de los investigadores. 13 Las categorías de mecanismos de defensa social y reglas de juego cultural se retomaron del Estudio niñez, ¿política? y cotidianidad: Reglas de juego y representaciones de lo público en niños y niñas en contextos márgenes, Botero (2000/2005) y Botero & Alvarado (2006). 14 Asesoría de Colette Daiute, Manizales, Noviembre de 2006.

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La integración es también dialógica en el sentido de que las matrices sumarias fueron creadas incrementalmente a partir de los datos y estaban dirigidas por el foco de la investigación para explicar los significados del conflicto, creados por los jóvenes en su contexto específico. La construcción de las matrices a partir de los datos implicó considerar cada tendencia, identificar grupos de tendencias, crear categorías preliminares para nombrar y relacionar estos grupos de tendencias, y revisar la matriz para cada grupo hasta que cada tendencia reportada fuera incluida. De esta manera, fueron integrados los hallazgos procedentes de las “voces” de los jóvenes, de la misma manera como fueron reportadas por cada uno de los investigadores. Las narrativas de los jóvenes son focales y decisivas en esta investigación para entender cómo los jóvenes que crecen en medio de diversas relaciones con el conflicto en Colombia, construyen sentidos del conflicto. Sin embargo, los investigadores también están implicados en un proceso de construcción de sentido, -lo que significa describir, analizar, y organizar “significados de los jóvenes”-. La meta es comprender los significados de los jóvenes, pero también hay que reconocer que, como lectores de esas narrativas, las interpretaciones de los investigadores van más allá de las elocuciones narrativas literales de los jóvenes. En breve, los jóvenes respondieron a la invitación de los investigadores a contar sus historias, y los investigadores a su vez, respondieron a esas historias a medida que las leían. Las lecturas colaborativas y las observaciones compartidas son diseñadas para mantener dichas lecturas tan cerca como sea posible a los textos originales, pero sin olvidar que las narrativas de los jóvenes son “elocuciones en una cadena de la comunicación” Bajktin (2002), al igual que las lecturas que hacen los investigadores. De esta manera, las lecturas también se convierten en datos. Como estas narrativas, las lecturas, y las integraciones, son parte de una cadena de comunicación (implícita), se reconoce que ninguna es más verdadera que la otra; aunque, las narrativas de los jóvenes son, por supuesto, focales y privilegiadas, mientras que los análisis de los investigadores son fundacionales y necesarios. Después de todo, los propósitos de investigación eran eslabones previos en la cadena de la comunicación, y los análisis e interpretaciones son responsabilidad de los investigadores. A medida que se creó un esquema más integrativo, cada observación era incluida, lo cual alejaba ciertas asunciones preconcebidas del investigador, como por ejemplo que el conflicto tiene siempre consecuencias negativas. El análisis colaborativo se desarrolló en varias fases. a) Integración entre los diferentes grupos de jóvenes participantes en la investigación, lo que implicó identificar conceptos analíticos para caracterizar las observaciones similares y diferentes de los investigadores. Los datos para esta integración se clasificaron en las siguientes categorías iniciales: significado del conflicto, significado de ser joven, sentido político de la relación jovenconflicto y motivaciones de los jóvenes. La unidad del análisis estuvo conformada por los “significados de los jóvenes”, según lo descrito por los investigadores en términos del propósito de la investigación, para entender cómo los jóvenes, involucrados de diversas maneras con el conflicto, crean un sentido de este fenómeno que condiciona sus vidas. b) Con base en las matrices creadas por los investigadores en cada sitio (lo que fue descrito antes), el equipo de investigación en colaboración con la asesora internacional, compiló una lista de descriptores y de ejemplos para cada uno de las principales categorías (conflicto, relaciones políticas, juventud, y motivaciones en el afrontamiento del conflicto). El grupo entonces elaboró un resumen de las frases de los jóvenes que describían estos significados en los diferentes sitios. c) La asesora internacional del proyecto identificó entonces dimensiones que emergieron de estas observaciones de los investigadores. Aunque cada investigador trabajó con narrativas de los jóvenes acerca del conflicto, esta fase de la investigación se centró en los resultados del análisis previo, de tal manera, que 20


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se ubicaron en primer plano las lecturas de una audiencia primaria para las narrativas, que era el equipo de investigación. Como los investigadores han estado involucrados en actividades y conversaciones en sus sitios de trabajo, y unos con otros, en reuniones semanales del grupo de investigación, sus descriptores (tendencias) de los significados de la juventud están mediados por varias perspectivas en la investigación. Estas perspectivas incluyen, , las narrativas de los jóvenes, el conocimiento que los investigadores tienen de los contextos, particularmente los criterios para elegir esos sitios como representativos de diversas vinculaciones con el conflicto en Colombia, y el sentido de los investigadores para resumir las tendencias principales de las experiencias sobre el conflicto narradas por los jóvenes. Este proceso fue dialógico en el sentido de que implicó interacciones entre la audiencia (investigadores) y los narradores (jóvenes). Esta interacción entonces fue ampliada a la investigadora internacional, quien leyó las descripciones e identificó las dimensiones y relaciones entre las dimensiones que emergieron de los datos (descripciones de los investigadores). Se hizo énfasis en la teoría socio-histórica, de manera que se destacó la importancia de cómo el análisis de lo significados de los jóvenes tenía en cuenta la relación con lo material, social, cultural y político. El análisis colaborativo dio lugar entonces a cuatro nuevas categorías: significado del conflicto, sentido político de la relación jóvenes y conflicto, sentido de ser joven, y dimensión simbólica del conflicto en las narrativas de los jóvenes. Cada una de ellas se expresa en los físico material, lo social, lo simbólico- cultural y los político. Las categorías se describen a continuación:

Significado del conflicto para los jóvenes El análisis de los significados sobre el conflicto incluye tres dimensiones que nombran las diferentes maneras a través de las cuales representan los jóvenes el conflicto en sus narrativas: 1) físico-material; 2) psicosocial y 3) psico-emocional. La dimensión físicomaterial hace referencia a las acciones o consecuencias físicas o materiales de los conflictos, comprende desde aquellas acciones o efectos relacionados física o materialmente con el conflicto que ponen en riesgo la vida, hasta aquellas más explícitamente relacionadas con la muerte y la supervivencia. En un sentido amplio, podría hablarse de las condiciones materiales de existencia que afectan a los jóvenes en la relación vida – muerte. La dimensión psicosocial se entiende como las nociones que construyen los jóvenes sobre el conflicto, desde vinculaciones más individualizadas, centradas en las vivencias y condiciones personales concretas, hasta nociones construidas desde vinculaciones más sociales en resonancia con los otros, es decir desde una esfera más idiocéntrica a una más alocéntrica, lo que muestra una variación también desde acciones individuales, hasta acciones colectivas. La dimensión psico-emocional del conflicto muestra significados que incluyen procesos cognitivos (conocimientos, intenciones, anticipaciones), percepciones y sentimientos. Estos significados son variados y se organizan en un continuo, desde lo intrasubjetivo (emociones, sentimientos, experiencias personales), hasta lo intersubjetivo.

Significado político del conflicto: Los significados políticos del conflicto expresan poder y exclusión. Esta categoría presenta dos dimensiones: control como poder y acción prospectiva juvenil. La dimensión “control como poder” incluye un rango de significados de los jóvenes, que varía desde 21


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el control por fuerzas externas a los jóvenes , el reconocimiento de los abusos de poder y finalmente, las narrativas en las cuales los jóvenes toman el control, como: prevenir y discutir el conflicto el conflicto en términos de la acción colectiva para conseguir su libertad. La siguiente dimensión , “acción prospectiva juvenil”, se refiere a la agencia de los jóvenes para afrontar el conflicto, y se encuentra organizada incrementalmente de forma que incluye las representaciones que expresan la pasividad de los jóvenes, el auto ajusticiamiento y finalmente llega a las expresiones críticas sobre la naturaleza, causas y efectos del conflicto.

Sentido de ser joven: En la investigación, los sentidos de ser joven fueron organizados en cuatro dimensiones, cada una de ellas caracterizadas por tensiones y fluctuaciones dentro de la misma dimensión: ser problema, en ésta se congregan los sentidos que transitan entre los discursos estigmatizantes, generalizados por la sociedad y la certeza de que la experiencia de ser joven es una condición difícil que se vive en medio de los impedimentos; la dimensión lucha por la supervivencia física y social, que recoge la convicción que tienen los jóvenes, en cada contexto, de que ser joven es una constante contienda por superar cotidianamente situaciones y condiciones difíciles que los hacen vulnerables y los expone al riesgo, a la muerte, y al desconocimiento social; la dimensión ser social-relacional, oscila entre el replegarse en sí mismos, el reconocerse a sí mismo y a los otros como agentes sociales, la reflexión crítica y el ser líderes a pesar de la adversidad.

Lo simbólico en la relación de juventud y conflicto: Expresa los hallazgos referidos a la relación cultural de la política y subjetiva de la política. En este sentido, dicha categoría desentraña en la relación de los seis grupos de trabajo, una visión mágico- mítico-religiosa del conflicto, como imaginario que funda, naturaliza, la violencia y la despliega en fenómenos como los de la anomia social, las regulaciones culturales ilegales, legitimadas como mecanismos de defensa social en contextos de violencia.

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Juventud, narrativa y conflicto: una aproximación al estado del arte de su relación Victoria Eugenia Pinilla Sepúlveda Nelvia Victoria Lugo Agudelo15 La investigación le da prioridad a la comprensión de significados de la relación entre jóvenes y conflicto, a partir de las narraciones que hacen de seis grupos diferentes de jóvenes sobre los conflictos socio-políticos y culturales en sus contextos locales. Para esbozar el contexto de indagación temática se transita por algunas investigaciones realizadas en los ámbitos internacional, nacional y local, que muestran algunas tendencias de producción de conocimiento y por algunas teorías, que desde las ciencias sociales, aportan a la construcción de los conceptos de juventud y conflicto, que son las categorías centrales de esta investigación. Con respecto a la juventud como categoría, el interés de este referente no es hacer un recorrido exhaustivo por construcciones como la adolescencia, legitimada por la Psicología y considerada por varios autores como la matriz histórica de lo que luego fue la juventud (Martín Criado, 2000), concepto posicionado y respaldado por la sociología y antropología. Tampoco se tiene la pretensión de analizar la fragmentación, que desde los límites disciplinares se ha hecho del conocimiento sobre juventud, sino más bien esbozar una perspectiva más contemporánea, para pensar esta categoría y a los jóvenes. Se reconoce la crítica que en la actualidad hacen autores como Lesko (2001), Bourdieu (2000), Martín Criado (1998), Feixa (2004) y Reguillo (2002), entre otros, sobre la perspectiva naturalista, universalista e invariante de la juventud, que poco a poco se ha integrado a los conocimientos populares de las sociedades y ha contribuido a configurar visiones limitadas, hegemónicas, homogenizantes, estigmatizantes y contradictorias de lo que es ser joven. La producción de conocimiento no escapa a esta característica. De hecho, algunas de las investigaciones consultadas presentan una perspectiva universal y hegemónica de la juventud como categoría etaria y se proponen los estudios desde una visión etno y adultocéntrica. Un ejemplo de ello, es el informe mundial de juventud de la Organización de las Naciones Unidas (World Youth Report, 2003 y 2005), el cual define la juventud como “la población comprendida entre los 14 y 25 años….” (Naciones Unidas, 2005); se configura el concepto únicamente a partir de la edad, con la pretensión de organizar, delimitar, comparar y clasificar. No se otorga el reconocimiento necesario al contexto y envuelve en un marco único la diversidad de situaciones, intereses y condiciones, a partir de las cuales se configuran las personas, que en muchos casos, sólo tienen en común con otras, la edad (Martín Criado, 1998). En la presente investigación se parte de reflexionar la juventud como una condición social cambiante, que se les atribuye a los individuos jóvenes y es construida de acuerdo con las condiciones sociales, históricas, de época y de contexto de las diferentes sociedades. La juventud no es un hecho universal e inmutable; no es, por lo tanto, una realidad que se encuentra en términos equivalentes en todas las culturas de todas las épocas, sino una condición social, que existe en tanto que es socialmente construida y que cambia históricamente, en la medida en que la sociedad es igualmente cambiante. (Giménez, 15 Documento elaborado por Victoria Eugenia Pinilla, docente investigadora de la Universidad de Caldas, y de la Universidad de Manizales, y Nelvia Victoria Lugo, docente investigadora de la Universidad de Caldas.

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2002; Feixa, 1999). La ausencia de un significado único sobre ella y de reconocimiento homogéneo por todos los individuos, como lo plantea Feixa (1999), es una muestra de esto. De acuerdo con Mørch (1996), la juventud como categoría conceptual pasa por un encuadramiento histórico, porque es una construcción que responde a condiciones sociales específicas en el marco del capitalismo, el cual otorgó el denominado espacio simbólico que hiciera posible el surgimiento de la juventud (Mørch, 1996). Estas condiciones posibilitan configurar, en cada momento histórico, lo que se entiende por juventud en esa sociedad. Desde esta perspectiva, se hace imprescindible reconocer los aspectos sociales, materiales e históricos (Lesko, 2001), que les permiten a los jóvenes constituirse como seres singulares; compartir con otros, los modos de ver el mundo, relacionarse con quienes son y no son sus pares y vivir la vida de una manera plural, es decir, tener la posibilidad de construir diversidad de significados como actores sociales. Es importante considerar que esta diversidad es un reconocimiento de lo singular, que según Martín Criado (1998) se configura en las diferentes situaciones a las que los jóvenes están sometidos, la diversidad está implicada y matizada por la contemporaneidad de los individuos jóvenes y la situación que ocupan en el espacio social, la cual dispone su posicionamiento en la estructura social y determinará sus modos de ser joven (Colombia joven, 2004). Esta manera de entender la juventud confronta la tendencia de las sociedades y de los seres humanos a instituir de una forma generalizada sus concepciones y desafía a reconocer la juventud y a los jóvenes en sus singularidades, a partir del lugar que ocupan en la organización social, de las situaciones que les toca vivir y de su cambio permanente. Cada una de sus manifestaciones anuncia formas particulares de constituirse como individuos, que se encuentran con otras y se materializan en estilos y prácticas que son, social, cultural e históricamente, relevantes y cambiantes. De tal manera, esta investigación opta por el desplazamiento de una noción adyacente y disciplinar (juventud como subsidiaria de otros saberes), a un abordaje de la noción de juventud como objeto teórico inter-disciplinar que implica la producción de conocimiento al interior de la noción, sus variaciones en las culturas, las condiciones contextuales y las épocas históricas. Así mismo, en cuanto al desarrollo de los jóvenes, prevalece una preocupación por entender estas trayectorias de vida en medio de las profundas diversidades de condiciones de vida y culturas (Brofenbrenner, 1979; Vygotsky, 1978). Por tanto, también existen el interés y la necesidad de responder a la pregunta sobre el papel que juegan factores políticos, económicos y culturales, en el desarrollo del individuo (Ong, 1999). Desde la perspectiva socio-histórica (Vygotsky, 1930/1994) explícitamente se entiende el desarrollo como un proceso a través del cual los jóvenes internalizan los valores y prácticas de los sistemas sociales. Basados en el materialismo dialéctico, la unidad primaria de análisis en el análisis socio–histórico es la actividad representada en el discurso, la acción y otras relaciones simbólicas. Por tanto, la experiencia, la personalidad y el pensamiento, son asumidos como procesos socio-relacionales, intersubjetivos, más que como capacidades pertenecientes a un individuo singular. Los teóricos evolutivos e investigadores han demostrado que las personas comprenden el mundo y a quienes les rodean, de manera diferente, de acuerdo al período que atraviesa su trayectoria de vida y a que los jóvenes no son simplemente adultos en miniatura. (Daiute et al, 2006). En cuanto a la noción de conflicto, según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, la palabra conflicto procede de la voz latina conflictus que significa antagonismo, oposición, angustia de ánimo, situación desgraciada y de difícil salida. Según Ross (1995), 26


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las definiciones de conflicto pueden hacer énfasis en actividades incompatibles (Deutsch, 1973), escasez de recursos en situaciones críticas (Mack y Zinder, 1967), diferencias de objetivos, metas o propósitos (Bernard, 1953) o divergencia de percepciones (Pruitt y Rubin, 1982). Como puede verse, existen orientaciones teóricas que privilegian aspectos objetivos fundamentados en la acción y en otras, aspectos subjetivos como los valores, objetivos o percepciones, y en cualquiera de los dos casos, la perspectiva es necesariamente intersubjetiva cuando se refiere a conflicto social, político o cultural. Existe otro marco de comprensión del conflicto intrasubjetivo o intrapsíquico que no es pertinente para este referente conceptual. La investigación asume que: “el conflicto ocurre cuando las partes se hallan en desacuerdo con respecto a la distribución de recursos materiales o simbólicos y actúan movidas por la incompatibilidad de metas o por una profunda divergencia de intereses”. (Ross, 1995, pág. 38). Se asume el conflicto como inherente a la condición humana y presente en la vida cotidiana de los seres humanos y las sociedades (individuos, grupos, instituciones, comunidades, Estados). Implica posiciones o intereses divergentes, no siempre antagónicos. Dicha divergencia debe ser reconocida por las partes, para que se constituya en conflicto y trae consecuencias a la vida individual y social, no necesariamente negativas, es decir, el conflicto puede estimular la creatividad, la solución de problemas, la toma de decisiones, el cambio social y la transformación de una sociedad o de un sistema político. Los conflicto socio-políticos y culturales se expresan en acciones colectivas que emprenden las partes cuando se enfrentan a intereses divergentes u objetivos incompatibles. Esto trae como consecuencias acciones unilaterales, acciones conjuntas, la participación de un tercero mediador, o la combinación de algunas o todas estas formas. A partir de una perspectiva cultural, la cultura define las normas, prácticas e instituciones, relacionadas con la conflictividad; es decir, la cultura define “lo que la gente valora y le mueve a entrar en disputa, indica asimismo formas adecuadas de comportamientos en determinadas clases de controversias y configura las instituciones en las que dichas controversias son procesadas”. (Ross, 1995, pág. 45). También influye en la elección de estrategias o mecanismos, de parte de los contendientes y las asunciones que los contrincantes toman sobre las recíprocas acciones o intenciones. El proyecto transnacional16, define el conflicto juvenil como la lucha, la exclusión social y el abuso de y entre las personas jóvenes, a partir del momento que ingresan a la escena pública y hasta el momento en que son económicamente independientes de los adultos. Éste es la hipótesis, que los conflictos que viven los jóvenes no son aislados de los conflictos de la región, la nación y las relaciones internacionales. Por tanto, el conflicto juvenil no es solamente un asunto del individuo joven, de su familia o de su estado evolutivo, sino también un asunto de la sociedad. Desde esta perspectiva, el análisis se dirige a las experiencias de los jóvenes en el contexto de los procesos sociales, políticos y económicos, que permitan develar el conflicto juvenil como una práctica que puede limitar el desarrollo de los jóvenes. (Daiute et al, 2006). La noción de conflicto incluye actos físicos y psicológicos de agresión y exclusión, motivados por desacuerdos o actitudes competitivas entre grupos e individuos. Otras manifestaciones del conflicto juvenil, como las luchas interpersonales o intergrupales y la exclusión, frecuentemente ocurren en relación con tensiones resultantes de conflictos sociales y políticos de la sociedad. El conflicto juvenil es así una práctica social: una 16 Daiute (2004a) DRAFT 4-6-04 Youth in Conflict Write the Future. New York: The Graduate Center, CUNY.

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actividad caracterizada por circunstancias, metas, expectativas, comportamientos y discursos en contextos particulares. (Daiute et al, 2006). La investigación muestra la relación entre conflicto y juventud: los significados que los jóvenes construyen de conflictos sociales, políticos y culturales, que están presentes en sus vidas y determinados por unas condiciones sociales específicas. Algunos de los conflictos a los que hacen alusión los jóvenes, como práctica social, se relacionan con situaciones de violencia, en cambio otros no, y dentro de estas condiciones violentas, algunos se relacionan con el conflicto armado entre actores que luchan por el poder político y económico en Colombia, llámense: fuerzas militares estatales, guerrillas o grupos paramilitares. Las nociones de conflicto y violencia, a pesar de ser utilizadas como sinónimos, presentan diferencias específicas. El conflicto es un estado natural en el proceso vital, es un elemento constitutivo de toda acción social (Coser, 1961; Simmel, 1986) y, por tanto, inherente a las dinámicas de cualquier colectivo; la violencia, por su parte, es uno, entre otros medios, a través de los cuales se desarrolla y transforma el conflicto, además de presentar una diferencia, implica la actualización de recursos “irracionales”. No todos los conflictos devienen en violencia y por tanto, pueden potenciar los cambios y transformaciones sociales. La gran diferencia entre las culturas y las personas es precisamente el tratamiento y los significados que se les den a los conflictos. Como lo planteó Estanislao Zuleta (1997, pág. 74): “una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos.” Los resultados de la presente investigación han mostrado que la violencia que se vive en Colombia atraviesa la vida de los ciudadanos, incluidos los jóvenes participantes. Entonces, hacer alusión al conflicto implica necesariamente, en un país como Colombia, establecer relaciones con las condiciones, causas, expresiones de las múltiples violencias, tanto públicas, como privadas, relacionadas o, por lo menos, asociadas entre sí. Según Yves Michaud (1980), “hay violencia cuando, en una situación de interacción, uno o varios actores operan de manera directa o indirecta, inmediata o diseminada, pretendiendo afectar a uno o varios en grados variables, sea en su integridad física, en su integridad moral, en sus posesiones, en sus participaciones simbólicas y culturales”. El concepto de violencia tiene en cuenta tanto a los actores de la violencia, que son los elementos subjetivos y dinámicos de la misma (es en su proceso de interacción social que la violencia aparece como un recurso de los mismos), como a los escenarios en que la violencia se materializa, es decir, los elementos objetivos o más estructurales que están condicionando (no necesariamente explicando o justificando) las prácticas de violencia. Según Alejo Vargas (2007), la violencia se expresa, con frecuencia, en agresión física o moral y allí se encuentra una cercanía con el uso de la coerción y el poder, como formas de ejercicio de la violencia. La fuerza puede ser entendida como una presión actual sobre una persona, de naturaleza física o espiritual, cuyo efecto consiste en que esa persona actúe de manera distinta a la que su voluntad persigue. La coerción es la influencia que tiene en la actuación del ser humano la amenaza de un mal inminente, de naturaleza física o moral, y que lo conduce a realizar actos distintos en grado o calidad a los que busca su voluntad. La agresión “es un movimiento de penetración en las posiciones de poder o de prestigio o en el territorio de otro y una toma de posesión de parte de estos territorios por el agresor” (Rollo May, 2000). Finalmente, el poder se puede entender como 28


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“la capacidad, actual o potencial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluso pero no necesariamente, contra su resistencia.” (O’Donnell). Como se verá más adelante, la fuerza, la coerción, la agresión y el poder, son conceptos que están presentes en los resultados de la presente investigación. Se ha hecho una distinción entre la violencia pública (que involucra a grupos sociales y que está relacionada con el manejo de la sociedad) y la privada (que toca a los individuos personalmente considerados). Dentro de la violencia pública se considera la denominada violencia política, entendida como “la que implica ataques con potencialidad y capacidad destructoras, llevados a cabo por grupos u organizaciones al interior de una comunidad política y que tienen como adversarios al régimen, sus autoridades, sus instituciones políticas, económicas o sociales y cuyo discurso legitimador pretende estar articulado a demandas sociales, políticas y económicas” (Vargas, 2007). En Colombia, una de las expresiones persistentes de la violencia política es el conflicto armado, entendido éste como una manifestación de un conflicto violento, en el que las diferentes partes involucradas usan armas letales en contra de las otras partes, en estos conflictos al menos una de las partes es el gobierno de un Estado nación. Ésta es una característica que en la actualidad describe la situación de muchos países y genera una gran preocupación en el mundo contemporáneo, por que se ven involucrados los niños y jóvenes, menores de edad (Organización de Naciones Unidas, 2005). Al analizar las investigaciones que en Colombia se han realizado sobre jóvenes y conflicto, se pudieron identificar 120 estudios en la categoría “conflicto y convivencia”, reseñados en el ““Estado del arte del conocimiento producido sobre jóvenes en Colombia 19852003”. (Colombia Joven, 2004). Las evidencias muestran que la categoría de mayor abordaje es la de conflicto urbano en sectores populares y la visión del joven a la que se le da prioridad es la de sujeto peligroso. Los trabajos analizan especialmente la vinculación de los jóvenes a actividades delictivas y a la violencia urbana, que según el estado del arte, se hace visible a partir de los años ochenta, como producto de la crisis económica y la marginalización de las ciudades. (Colombia Joven, 2004). Es importante entonces desentrañar las concepciones acerca de joven y de conflicto que subyacen a dichas investigaciones. Las investigaciones, reseñadas entre 1983 y 2003, muestran una tendencia a considerar al joven como sujeto peligroso, como sujeto vulnerable y en riesgo, como motor del cambio social y en búsqueda de identidad. El joven como sujeto peligroso, se asocia a la emergencia del fenómeno de la violencia en el país, vinculada con el narcotráfico y la insurgencia. Los jóvenes aparecen en las ciudades y en el escenario de lo público como actores colectivos que hacen parte de bandas, pandillas; o se convierten en sicarios que desestabilizan el equilibrio social. Otro importante número de trabajos considera a los jóvenes como población de alto riesgo, que exige atención desde diferentes instancias sociales. Hay una reiterada percepción de los jóvenes como indefensos, potencialmente peligrosos, ignorantes y distantes de la vida social, política y económica del país (Muñoz, 1996 en Colombia Joven, 2004). Ambas tendencias han servido de justificación para la formulación de políticas y acciones sustentadas en el control, coerción y corrección, la terapéutica (Colombia Joven, 2004). La otra tendencia que el Estado del arte presenta es la del joven como motor de cambio social, en la que es considerado como la esperanza de futuro y transformación social; se parte del supuesto de que mediante la participación los jóvenes pueden impactar su contexto 29


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local y afectar el desarrollo de la nación (Colombia Joven, 2004). Esta tendencia muestra una visión del joven como sujeto político, activo y participativo, que es depositario de las expectativas de la sociedad. Aparece, aunque con menor reiteración, el joven en búsqueda de identidad, asociado a las visiones apoyadas en la categoría de adolescencia y en las de tránsito hacia la vida adulta. El joven vinculado a culturas juveniles presenta una perspectiva que se enfoca más al sujeto histórico que construye su propia identidad cultural (Colombia Joven, 2004). Se reconoce la apropiación de recursos simbólicos y construcción de significados que inciden en las construcciones identitarias individuales y colectivas y que acogen la singularidad de lo juvenil. Sobre las tendencias emergentes en los trabajos acerca de la categoría juventud, el estado del arte concluye que: “Emergen en los documentos enfoques que cuestionan el carácter homogeneizante de muchos de los nombramientos a la juventud, en tanto desconocen la naturaleza variada de los sujetos y grupos que pueden aglutinarse en torno a ella. En esta dirección, por ejemplo, se ha dirigido una crítica a aquellas perspectivas que unifican a los sujetos a partir de un criterio que ordena linealmente el del curso vital, o que presentan la juventud como una etapa de tránsito definida como una condición natural. Si bien estas perspectivas siguen haciendo curso en la investigación, coexisten con llamados a reconocer las condiciones contextuales, sociales y culturales que producen no sólo diferencias en la juventud, sino distintos sujetos jóvenes” (Colombia Joven, 2004, Conclusiones, pág. 18). Con respecto al conflicto, el Estado del arte señala que los trabajos analizados, desarrollan diferentes reflexiones sobre el conflicto, en las que aparecen diferencias entre las nociones de conflicto, violencia y agresividad; diversas causas y factores explicativos del conflicto; así como variedad de formas de gestionar los conflictos y mecanismos para su transformación, entre otros. Se resalta cómo, en general, el tema ha tenido importancia al hacer indagaciones acerca de los jóvenes y emerge como un aspecto presente para su visibilización como actores sociales, y como protagonistas y víctimas de hechos violentos que ocurren en el país. Al mismo tiempo, se muestra que los conflictos vividos por los jóvenes son expresión de procesos sociales, políticos, económicos y culturales a escala global (Colombia Joven, 2004). Se destaca la preocupación, que en épocas mas recientes genera el conflicto armado en el país, ésta se hace evidente en algunas aproximaciones investigativas que abordan la vinculación de los jóvenes a dicho conflicto y el impacto que éste tiene en sus vidas, en su rol como combatientes o como población civil involucrada. Sin embargo, es importante destacar que son más los trabajos que aparecen sobre conflicto urbano, que otros sobre conflicto político y armado. Por último, con respecto a los conflictos socioculturales, el estado del arte identifica dos temas centrales en las investigaciones reseñadas: la confrontación entre el mundo juvenil y el del adulto, y los procesos relacionados con la formación de identidades y construcción de subjetividades. Sobre el primer tema aparecen los cambios de la adolescencia como periodo crítico en el que se producen tensiones familiares, por la posición rígida de la familia frente a los cambios de los jóvenes. Hay un fuerte choque entre los intereses, necesidades y deseos de padres e hijos. En el segundo tema, es evidente el surgimiento de trabajos, que en consonancia con los procesos socioculturales que ocurren en el ámbito internacional, tiene implicaciones en los contextos locales y en los procesos de configuración de subjetividades juveniles e identidades. 30


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Por su parte, Carlos Mario Perea, (1999), en el documento “De la identidad al conflicto: los estudios de juventud en Bogotá”, coincide con algunas de los planteamientos presentados en el estado del arte nacional. Los estudios sobre juventud en Bogotá se han centrado en la mirada de los jóvenes como pandilleros, buscadores comunitarios y culturales. Según el autor, a partir de la aparición pública bajo la seña de la violencia, el joven bogotano se constituyó en tema de reflexión desde la pandilla, con una mirada, en algunos casos, criminalizante que pretende ver en el joven nada más que un delincuente, real o en potencia, especialmente a los jóvenes de los sectores populares. Sin embargo, hay autores como Pérez y Mejía (1996), Pérez (1996), Ardila (1995), Perea (1995) y García (1998), que se han ocupado de dotar a los jóvenes de voz, de hacer hablar sus tragedias y visiones del universo. Otros autores como: Alape (1995), Rodríguez (1998), Salazar (1998), Serrano (2000) y Muñoz (1997, 1998, 2000), han puesto en entredicho también la mirada violenta y han trabajado alrededor de la reflexión sobre las identidades y las búsquedas culturales. Se ha constatado la emergencia de narrativas urbanas, que son capaces de semantizar el conflicto y de proponer horizontes de sentido colectivo. Las transiciones teóricas se han dado, según el autor, en tres direcciones: de la violencia a la identidad; de la política a la cultura; y de la institución al sujeto. La mirada violenta, que reduce la juventud a su faceta criminal, es puesta en entredicho por la búsqueda de lo que configuran las distintas identidades. Se asume la violencia como una práctica entre otras, alrededor de la cual se congregan las presencias juveniles, entendidas como sensibilidades, culturas o identidades. Esto implica una preeminencia del discurso cultural por encima del político, focalizado en la identidad y la estética de la vida del joven: el interés se vuelca sobre el sujeto y su discurso. Tanto el estado del arte nacional (Colombia joven, 2004), como el análisis realizado por Perea ( ), muestran vacíos temáticos y teóricos en la investigación de jóvenes y conflicto en Colombia, como la exploración del vínculo entre los jóvenes y su posición de clase (no solamente de clases populares); el saber sobre los jóvenes “independientes” (que no pertenecen a ningún tipo de agrupación u organización); las mujeres jóvenes en escenarios de conflicto; jóvenes rurales y de grupos étnicos. Se recomiendan investigaciones asumidas desde un enfoque interdisciplinar, que conjuguen múltiples factores para superar explicaciones causalistas. Propone el autor: Si los estudios han efectuado el recorrido de la violencia a la identidad, ahora es preciso moverse de la identidad al conflicto: la definición identitaria no es simple afirmación positiva, sino búsqueda conflictuada y paradójica de sentido en un universo tensionado por toda suerte de poderes. Por otra parte, si se ha practicado el camino de la política a la cultura, ahora es necesario desplazarse de la cultura a las relaciones sociales: la articulación cultural no es sólo devaneo simbólico, es al mismo tiempo empeño por la conquista de un lugar en la lucha social. Por último, si se ha operado el tránsito de la institución al sujeto, ahora resulta imperativo el salto del sujeto a la sociedad: el sujeto no es mera conmoción emocional, sino lazo social urgido por la presencia del otro, de la intimidad y de la universalidad social. Sólo por la vía de la exploración del conflicto, la relación social y el todo social, los jóvenes serán portadores de una palabra frente a la ética y lo público, esas dos dimensiones necesarias de reconstruir en un país arrastrado en el conflicto y la guerra. (1999, pág.3). En el concierto internacional, se destaca el informe anual que presenta la Organización de Naciones Unidas sobre los jóvenes (Youth Report, 2003 y 2005) y el texto “International perspectivas on youth conflict and developement (Daiute et al, 2006) que compila investigaciones realizadas al respecto en Filipinas, Alemania, Balcanes, Nigeria, Haifa, Corea, Estados 31


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Unidos, China, Sur África, Brasil, Mozambique, Angola y Colombia. También se presentará un análisis de estudios realizados en Mozambique, España, Sudán e Italia. El informe de la ONU señala a los jóvenes como el grupo demográfico que más muere por causas externas y que más muerte causa. Agrega que en el pasado decenio, alrededor de dos millones de niños y jóvenes fueron asesinados o perecieron en conflictos armados, y cinco millones quedaron discapacitados. Así mismo, el informe plantea la preocupación porque la exposición a la violencia durante los años de formación puede ejercer una influencia definitoria en la personalidad de los jóvenes que participan como agentes o víctimas en un conflicto armado. Los efectos de un conflicto armado en el bienestar físico y mental de los jóvenes y en sus perspectivas futuras de vivir vidas normales son motivo de gran preocupación para diferentes organizaciones internacionales (Naciones Unidas, 2003 y 2005). El reporte también es enfático en señalar la prevención de los conflictos violentos que tiene el mundo contemporáneo, como una necesidad prioritaria para favorecer el desarrollo. Si bien es cierto que las guerras y las confrontaciones violentas no son nuevas en la historia de la humanidad, los actos violentos en contra de la población civil y la complejidad de las emergencias ocurridas en las dos décadas pasadas, no tienen precedente. Según las Naciones Unidas, la magnitud de los conflictos que se han desarrollado, han generado el desplazamiento de masas de personas después de la destrucción de sus hogares y comunidades, lo que ha incrementado rápidamente en el mundo los rangos de refugiados al exterior de los países y de desplazados al interior de los mismos, como el caso de Colombia (Naciones Unidas, 2003 y 2005). Este organismo hace evidente que durante estos conflictos la juventud es con frecuencia el blanco más fácil. La participación de los jóvenes en las hostilidades armadas se facilita a través del comercio de armas pequeñas y ligeras, la escasez de oportunidades en sus comunidades que los lleva a transitar hacia los conflictos violentos y actos terroristas. En diversos países, muchos jóvenes son exitosamente movilizados por las ideologías de la guerra (Franja de Gaza, Colombia, entre otros). Como víctimas y testigos, los jóvenes son rodeados por realidades siniestras (Naciones Unidas, 2003, 2005, PNUD, 2003). La Organización de las Naciones Unidas concluye que los conflictos violentos en el mundo contemporáneo están siendo conducidos por diversidad de componentes interconectados, como los factores sociales, de salud, política, económica, psicológica y cultural, que se convierten en las raíces de los conflictos. Detrás de todo conflicto violento se encuentran inequidades estructurales, económicas, políticas y sociales, una negación de las necesidades básicas de los seres humanos, un sentido existencial de amenaza ocasionado por las partes en conflicto, todo esto potencia la agresión en las personas y genera conflictos violentos (Naciones Unidas, 2003 y 2005). Desde esta perspectiva este organismo propone abordar los conflictos violentos que afectan diversidad de países a partir de un reconocimiento de los aspectos de los contextos, en términos de sus condiciones históricas, sociales, políticas y culturales. Algunos estudios internacionales consultados se refieren a procesos psicosociales relacionados con el conflicto juvenil e intentan explicar la manera como dichos procesos tocan dinámicas políticas y guían la internalización y la transformación de los jóvenes, en circunstancias socio-históricas diversas. Se argumenta que la inestabilidad política y económica de ciertos países influye en la experiencia subjetiva cotidiana de los jóvenes. Es decir, las dimensiones psicosociales del conflicto juvenil son también respuestas subjetivas 32


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a historias de conflicto. Los procesos psicosociales incluyen: autodeterminación, agencia, alienación, memoria histórica, razonamiento moral y resistencia a la injusticia. Los autores basados en teorías que reconocen que el desarrollo del joven es interdependiente del desarrollo de la sociedad, frecuentan las historias en términos de los efectos en la vida de los jóvenes. Es el caso, por ejemplo, de un estudio sobre conflicto cívico en Filipinas (Santa María, M.A. En: Daiute, C et al, 2006, págs. 29 – 42) en el cual se argumenta que la participación de los jóvenes en el conflicto armado, en ese país, está conectada con procesos de aislamiento social, falta de oportunidades educativas, pobreza, marginalidad, y separación de su grupo familiar. Otro estudio realizado en Alemania (Edelstein, W. En: Daiute, C et al, 2006, págs. 43 – 56) muestra cómo la humillación de un generación de adultos marginados económica y políticamente, favorece el hecho de que los jóvenes respondan con comportamientos racistas y xenófobos, en la Alemania postunificación. El autor identifica la anomia como la actitud que asumen los jóvenes para expresar su rebelión en contra de los estándares sociales, morales y políticos, y hace una importante contribución al explicar los problemas de la modernización en los países del Este, que causan un gran daño a los jóvenes y a la sociedad en proceso de desarrollo. En los Balcanes, se realizó un estudio (Warshauer, F & Abazovic, D. En: Daiute, C et al, 2006, págs. 57 – 72) que pretendió comprender cómo los afecta la experiencia de los jóvenes en la guerra pasada y la violencia actual, pero al mismo tiempo, podría potenciar en los jóvenes su capacidad para la reconstrucción de la sociedad. Se realiza una discusión interesante sobre la apatía, la frustración, el miedo y la tensión entre el olvido y el recuerdo de la guerra. Los jóvenes parecen paralizados: no saben si es mejor dejar sus recuerdos a un lado o seguir recordando, de manera que la memoria está afectando la construcción de un futuro. El estudio demuestra que en situaciones de post-conflicto, la juventud necesita apoyo, necesita hablar sobre sus experiencias y hacer una reconstrucción histórica de la guerra, para poder avanzar hacia un futuro diferente. Un estudio realizado con jóvenes Nigerianos, participantes de la violencia desde 1980 (Akinwumi, O. En: Daiute, C et al, 2006, págs. 73 – 85) muestra que en este país, mientras una clase “elite” y las empresas multinacionales se enriquecen, los jóvenes se involucran en un conflicto armado marcado por divisiones históricas y etno-religiosas. El autor argumenta que los procesos económicos afectan directamente la participación de los jóvenes en el conflicto y concluye que es indispensable enfrentar los problemas de desempleo e introducir un sistema de educación que capacite a la juventud, en vez de tratar a los jóvenes como objetos para conseguir beneficios económicos particulares. Los autores citados, integran métodos históricos con técnicas psicológicas y se basan en teorías, del desarrollo, como la de Kohlberg (1969); ecológica, de Bronfenbrenner (1979), socio-históricas, (Bajktin, 1986; Erikson, 1968; Vygotsky, 1978), de razonamiento moral, (Nucci, 2001; Turiel, 2002) y críticas, (Cross, 1991; Matsuda, Lawrence, Delgado & Crenshaw, 1993). Los estudios en Filipinas y Nigeria, coinciden en explicar la participación de los jóvenes en movimientos insurgentes, como una forma de supervivencia que, con el paso del tiempo, se convierte también en un contexto de significado simbólico y de desarrollo. Los estudios en Alemania y los Balcanes coinciden en describir procesos históricos que excluyen a los jóvenes, con el consecuente daño de dicha exclusión. Estos autores sugieren una variedad de estrategias para mejorar las oportunidades de desarrollo de los jóvenes: organizaciones comunitarias y gubernamentales que involucren productivamente a los jóvenes a la sociedad, programas sostenibles de empleo para jóvenes, introducir la 33


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historia de la guerra en el plan de estudios de la escuela, participación de los padres en la reconstrucción de la historia de la guerra y mayor comprensión sobre los efectos de la modernización en los jóvenes. Por último, se hará alusión a algunos estudios que además de indagar sobre la temática de juventud y conflicto, usaron como estrategia de aproximación metodológica, la investigación narrativa. Es el caso del estudio “Girls with guns: Narrating the experience of war of Frelimo’s “female detachment”, (West, H., 2000)”17. Desde una perspectiva antropológica y utilizando narrativas orales, se muestra la experiencia de la guerra en un destacamento femenino del frente de liberación de Mozambique, en África. Se examina la manera como la guerrilla femenina se apropia y contribuye en la lucha por la liberación de Mozambique. El autor argumenta que las mujeres muestran compromiso ideológico y convicción con la causa del FRELIMO, se sienten empoderadas antes que victimizadas por la guerra. Todo lo que hicieron lo relatan orgullosas por estar convencidas de haber contribuido a la causa del FRELIMO. Así mismo, autores como Boyden, (1994) también plantean que los jóvenes que han participado en conflictos armados ven su participación como una estrategia de adaptación apropiada, la que el autor se refiere como mecanismos de sobrevivencia extremadamente prácticos: estos jóvenes reciben de los grupos armados a los que pertenecen, comida, vestido, seguridad, que los hacen sentir protegidos en su condición de jóvenes reclutas. El artículo aporta a las discusiones teóricas emergentes que sugieren que los significados culturales específicos dados a la categoría social de juventud, así como a las experiencias de violencia, son esenciales para entender el impacto del conflicto armado sobre los jóvenes de un continente como África. De esta forma se identifican dos tendencias: asumir a los jóvenes como víctimas o plantear que los roles de víctimas y victimarios no son siempre excluyentes. En el primer sentido, se argumenta que las atrocidades, de las que son testigos niños y jóvenes en medio del conflicto armado, producen un rompimiento en su desarrollo en periodos muy importantes de su formación, lo que produce una generación perdida, marcada para el resto de su vida por las cicatrices del trauma (Garbarino, 1991, Walter, 1993, Machel, 1996, citados por West, 2000). En el segundo sentido, los jóvenes reclutados para servir en guerrillas insurgentes, son entrenados, incluso se les envía a cometer actos crueles en contra de sus antiguos vecinos o de los miembros de su propia familia. A partir de estas prácticas, los jóvenes que participan en una guerra formarán una generación futura de adultos para quienes la violencia es parte de la vida diaria: las víctimas se convierten en victimarios, o son las dos cosas a la vez. (Fleischman, 1994, Boyden, 1994, citados por West, 2000). Como puede verse, la experiencia de la guerra produce efectos diferentes en los jóvenes, debido a factores de contexto y culturales que estructuran los significados (Boyden, 1994, citado por West, 2000, Bracken, 1998). De igual manera, en contra de la idea de que la violencia se experimenta de igual forma en cualquier lugar, Derek Summerfield (1998) manifiesta que “Es una premisa fundamental que lo que las víctimas del terror y de los sublevamientos experimentan en la guerra es una función de lo que esos eventos significan para los afectados” (1998, pág.,22). Es interesante constatar cómo estos dos autores: Bracken y Summerfield, sostienen que el significado y la experiencia de violencia son determinadas culturalmente y que las 17 Traducido al español como: “Niñas con armas: Narrando la experiencia de guerra del pelotón femenino en el Frente de Liberación de Mozambique –FRELIMO” realizado con el apoyo de New school for Social Research.

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culturas no occidentales pueden no interpretar de manera similar la experiencia de violencia en términos de lo que produce trauma a nivel de las víctimas individuales. Así, los autores cuestionan las perspectivas universalistas occidentales sobre las experiencias de los jóvenes de violencia y guerra. Sobre esto Jo do Berry (2000 citada por West, 2000) sugiere que el análisis del fenómeno de los jóvenes soldados en África y en cualquier otro lugar, puede renunciar al falso dilema de escoger entre paradigmas universalistas o relativistas, la clave es evitar la esencialización de la cultura, mientras se toma la cultura como un factor en la experiencia de violencia de los jóvenes. Al respecto West, (2000) expresa que des-esencializar la cultura requiere situar las normas y prácticas culturales en el flujo de eventos y procesos históricos, así como en los campos de poder que los definen. El artículo además se refiere a la ideología como uno de los más importantes factores que median en las respuestas que los jóvenes dan a la violencia y sugiere que el compromiso ideológico, en parte, puede determinar por qué algunas personas expuestas a la violencia sufren efectos traumáticos, mientras otras no (Boyden, 1994). Baker (1991), por su parte, argumenta que un fuerte sentido de identidad política les ha permitido a los jóvenes palestinos enfrentar las complejas consecuencias sicológicas de su participación en El frente por la Liberación de Palestina (Alfata). Estas perspectivas soportan el análisis que hace West (2000) sobre las narrativas del pelotón de mujeres del FRELIMO, trabajo en el que concluye que dadas las circunstancias, escoger participar en la guerra, con frecuencia, se constituye en una estrategia adaptativa, lo que es mas difícil para los jóvenes es indagar por las consecuencias de sus elecciones en un tiempo posterior, cuando las circunstancias que hicieron su lucha válida ya no estarán dadas. Si tener un arma empodera a una joven mujer en un momento de la guerra, ¿qué pasa con ese poder cuando la guerra se acaba?, ¿cual es el horizonte de futuro para estas niñas? si bien las teorías esbozan que en el proceso de reinserción social de las jóvenes después de la guerra es fundamental restablecer las redes sociales para curar el trauma de la guerra, los testimonios de las mujeres jóvenes del destacamento de FRELIMO dan un pequeño ángulo diferente: muchas de ellas parecen menos traumatizadas por su experiencia en la guerra de lo que fueron por la posguerra. La realidad política de la posguerra debilitó el proyecto al que se habían dedicado y también debilitó sus identidades como mujeres que fueron olvidadas en el precario espacio de la juventud y la guerra. En la posguerra, ya no existe aquel tiempo peligroso en el que compartieron objetivos y se generaron anécdotas e historias de valor y riesgo. Ya no son las mismas mujeres de antes de la guerra, que podían casarse y ocuparse de los hijos y su casa: ahora luchan relativamente aisladas como mujeres sin armas. Igualmente sobre jóvenes que han vivido en contextos violentos, Janice Goodman (2004) realiza la investigación: Coping with trauma and hardship among unaccompanied refugee youths from Sudan. El propósito de este estudio fue explorar cómo jóvenes sin acompañamiento, refugiados de Sudán, quienes crecieron en medio de la violencia y la pérdida, enfrentaron los traumas y privaciones de sus vidas. La investigadora utilizó un caso centrado y comparativo, y una aproximación narrativa para el análisis de 14 hombres jóvenes, solitarios y refugiados de Sudán, recientemente reagrupados en Estados Unidos. Analizó el contenido y la forma de las narraciones e identificó cuatro temas que reflejan las estrategias de afrontamiento que usaron los participantes: la colectividad y las identidades colectivas; la supresión y distracción; el producir significados; y la emergencia de la esperanza desde la desesperanza. Los resultados subrayan la importancia de 35


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comprender las variaciones culturales en las respuestas a los traumas, y abre discusión con relación al concepto de resiliencia (Goodman, 2004). Aparece también en este trabajo un señalamiento al contexto, a la importancia de considerar las características culturales intervinientes en las experiencias con el conflicto, vividas por los jóvenes. La investigación “Violencia representada e imaginada. Jóvenes activistas, el Black Bloc y los medios de comunicación en Génova”, (Juris, 2004), no indaga sobre el conflicto armado sino sobre la denominada “violencia juvenil preformativa”, como un tipo de violencia política en el seno del movimiento antiglobalización corporativa, aquélla gestionada por corporaciones transnacionales. A través de un análisis etnográfico de las protestas anti G8 en Génova, Italia, se analizan las relaciones entre violencia performativa18, y las construcciones de la violencia, desde los medios de comunicación. El autor la define específicamente como la representación de rituales simbólicos en los que se da una interacción violenta que hace énfasis en la comunicación y las expresiones culturales. Y agrega que en el contexto de la acción política, la violencia performativa puede verse como un modo de comunicación a través del cual los activistas intentan hacer efectiva la transformación social, mediante una confrontación simbólica basada en “la representación de relaciones de antagonismo y la ejecución de imágenes prototípicas de violencia” (Schroder y Schmidt, citado en Juris, Jeffrey, 2004). La investigación encontró que, por una parte, la cobertura mediática sensacionalista, antes, durante y después de las protestas, llevó a hacer más visibles públicamente muchas de las demandas políticas del movimiento juvenil, pese a la persistente focalización de los medios en la violencia. Sin la amenaza potencial de violencia, no está claro si las protestas anti-G8 hubiesen atraído tanta atención mediática. Este trabajo, como lo plantea el autor, apoya el planteamiento expuesto por Anton Blok (2000) según el cual: “más que definir a priori violencia, como algo irracional y sin sentido, debemos considerarla como una forma cambiante de interacción y comunicación, como un patrón cultural de acción significativa históricamente desarrollado”. De ahí que aquí se utilice la violencia performativa para hacer referencia a la representación de rituales simbólicos, en los que se da una interacción violenta, que ponen el énfasis en la comunicación y la expresión culturales. En este mismo sentido el sociólogo francés, Michel Maffesoli (2006), manifiesta críticamente el peligro que entraña la tendencia mundial a volver totalmente “asépticas” las sociedades con respecto a la violencia, a mantenerlas “seguras, sin riesgos y protegidas en todos sus ámbitos“. Para el autor esta pretensión es potencialmente peligrosa, porque favorece la reaparición explosiva de la violencia. Las sociedades deberían favorecer la expresión simbólica de la violencia, como válvulas de escape que pueden mantener las sociedades en equilibrio (Maffesoli, 2005). También se usaron las narrativas para conocer los sentidos que los jóvenes dan a los conflictos que viven en su vida diaria en una escuela de Nueva York (Telling tales in school: Youth culture and conflict narratives. Morrill, Yalda et al, 2000), a través de historias de acción que pueden mostrar códigos de clase, desarrollo moral o resistencias institucionales. Es la principal conclusión del estudio, que las representaciones de conflicto de los jóvenes no sólo involucran discursos de tipo moral, sino también procesos de razonamiento que hacen énfasis en otros aspectos de la cognición, como la acción práctica, la toma de decisiones racionales, así como en elementos emocionales. Además 18 Forma de interacción social significativa mediante la cual los actores construyen realidad social basándose en los modelos culturales disponibles.

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resalta el análisis narrativo que utiliza el estudio como una estrategia que hace posible acceder sistemáticamente a las voces de los jóvenes sobre el conflicto juvenil. (Morrill, 2000). Fueron útiles las narrativas también para conocer el significado que jóvenes israelitas y palestinos construyeron a partir de su participación en un programa de educación para la paz. (“Peace” in the Eyes of Israeli and Palestinian Youths as a Function of Collective Narratives and Participation in a Peace Education Program. Israel Yifat Biton y Gavriel Salomón, 2004). Esta investigación concluye que la educación para la paz puede servir como una barrera contra el deterioro de las percepciones y los sentimientos. Es evidente que las percepciones individuales de la paz son dibujadas de manera diferencial en las narraciones colectivas de sus grupos, más aún, con la cercanía de las experiencias que comúnmente ocurren en esta región. Sin embargo, la investigación muestra que se produce un cambio significativo de las percepciones sobre la paz, cuando se participa en los programas de educación para la paz (Biton, Yifat & Salomón, Gabriel, 2004). Los resultados de este trabajo respaldan los programas de educación para la paz como una alternativa de intervención, que puede estimular acciones en favor del uso de estrategias pacíficas en contextos de conflicto. En estos trabajos, que se han realizado en diferentes países y continentes, se esboza una creciente tendencia a dar prioridad a las condiciones de contexto que enmarcan las experiencias de conflicto que han vivido los jóvenes, como una manera de hacer lecturas imbricadas que permitan la comprensión de este fenómeno, que generan fuerte preocupación en las sociedades contemporáneas. Al igual que en las investigaciones en Colombia, se nota un marcado acento por investigar sobre el conflicto violento, específicamente las consecuencias del conflicto armado, para los jóvenes. Este panorama nacional e internacional además de mostrar algunas de las tendencias que se están desarrollando en la producción de conocimiento sobre juventud y conflicto, hace evidente la necesidad de conocer más profundamente la relación de la experiencia de vida de los jóvenes en contextos de conflicto. Es importante considerar que aproximarse a la comprensión y entendimiento de cualquier fenómeno social y grupo poblacional, en este caso los jóvenes y el conflicto, requiere actualizar, en relación con el momento histórico, los referentes de pensamiento desde los cuales se pretende emprender la exigente tarea de indagación y producción de conocimiento que aporte a los desafíos que la sociedad y las condiciones de época requieren. De ahí la relevancia y necesidad de abordar una temática como los significados del conflicto socio-político y cultural, desde perspectivas que vayan más allá de los criterios reduccionistas y homogeneizantes desde los cuales cotidianamente se abordan fenómenos sociales.

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Segunda Parte: Narrativas del conflicto sociopolítico y cultural en jóvenes de seis contextos locales de Colombia

ia, b m o l o C n en e v o j r e s r, o e t d c s a a o m r m o o c sf "…hay do asumir el conflicto o espectador, m y ser joven mir el conflicto co egamos n o asu l s y e n r e o v d o a j .." ct e … p a i s o ser c e n s e o t po om quienes s mos y sentimos im io ar de t n i s e r f e e v d i s n o u on en v o j e r b m Ho


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Narrativas de conflicto: jóvenes del Kilómetro 41

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Nelvia Victoria Lugo A.20

Resumen El presente estudio tuvo como propósito comprender los significados acerca del conflicto que construyen jóvenes residentes de la vereda Kilómetro 41 del Departamento de Caldas, Colombia21. Es una de seis investigaciones desarrolladas en el proyecto nacional “Narrativas de conflicto en contextos locales de Colombia” 22. En este documento se presenta un resumen de la perspectiva epistémica y la metodología desarrollada específicamente con este grupo de trabajo; los hallazgos de la primera fase: Narrativas sobre el conflicto, en las categorías analíticas: significado del conflicto, noción de ser joven, sentido político del conflicto, dimensión simbólica de la relación juventud y conflicto, y las principales conclusiones. La fundamentación teórica de la relación entre juventud y conflicto, no se presenta en este documento pues ha sido tema de otro capítulo de la publicación completa.

Método El presente estudio se enmarca dentro de una propuesta de Investigación Narrativa, concebida como un modo de investigación basado en la metafórica, el género y el discurso (Daiute & Lightfoot, 2004). Se entiende la narrativa como “…maneras específicas de discurso en las que se incorporan o personifican valores culturales y subjetividades personales” (Daiute, 2004, p. xiii), es decir, un discurso con significados culturales e interpretaciones, que guía los pensamientos, las interacciones y las acciones; que organiza la vida, las relaciones sociales, las interpretaciones del pasado y los planes para el futuro. Relatar historias evidencia la manera como las personas perciben, interpretan, recuerdan sus experiencias y se preparan para su futuro. La narrativa permite evocar el potencial emocional, cognitivo, y de actuación de los sujetos. El estudio retoma las propuestas teóricas de Bajktin y Ricoeur. La perspectiva sociohistórica de Bajktin asume la palabra contextuada en el tiempo y en el espacio de una manera móvil y cambiante, como una forma de comunicación dialógica “la palabra nunca tiene una sola conciencia o una sola voz, su vida consiste en pasar de boca en boca, de un contexto a otro, de un colectivo social a otro, de una a otra generación” (Bajktin, 19 Psicóloga. Magíster en salud pública. Investigadora Fundación FESCO entre 2004 – 2009, momento en el cual se desarrolló la investigación. Actualmente Docente Universidad de Caldas, Departamento de desarrollo humano y estudiante del programa de doctorado: Phd in social sciences - Tilburg University (Holanda) y Taos Institute (USA). 20 Psicóloga. Magíster en salud pública. Investigadora Fundación FESCO entre 2004 – 2009, momento en el cual se desarrolló la investigación. Actualmente Docente Universidad de Caldas, Departamento de desarrollo humano y estudiante del programa de doctorado: Phd in social sciences - Tilburg University (Holanda) y Taos Institute (USA). 21 La investigación realizada en el Kilómetro 41 fue publicada en el año 2008 por la Fundación para el Desarrollo Integral de la Niñez la Juventud y la Familia FESCO y la Fundación Bernard van Leer, en: Saberes 2. Narrativas de conflicto: jóvenes del Kilómetro 41, Fundación FESCO, Octubre de 2008. El presente capítulo se incluye con permiso de la Fundación FESCO. 22 Botero, P., Pinilla, V., Lugo, N., Calle, A., Ríos, D. et al. (2007). Narrativas sobre el conflicto socio-político y cultural desde las y los jóvenes en contextos locales de Colombia. Manizales: Universidad de Manizales y el Centro de estudios avanzados en niñez y juventud en alianza con el CINDE; Facultades de Psicología, Comunicación social y periodismo, Ingeniería de Sistemas y Educación; Fundación para el Desarrollo Integral de la Niñez, la Juventud y la Familia FESCO.

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1986, p. 69). De aquí surgen las nociones de polifonía y eufonía como aporte central a la interpretación narrativa. La polifonía hace referencia a las múltiples voces de la narrativa y aparecen como diálogos plurales que constituyen un discurso. Una narrativa está cargada de ideología, de contexto histórico, de una cultura particular, de personajes o autores, de roles y papeles jugados por ellos. Sin embargo, el discurso polifónico resuena en el sujeto según sus lugares de significado que lo constituyen. De esta manera, existe una dialéctica o interacción entre eufonía y polifonía, entre sujeto individual y sujeto colectivo. En Bajktin, la palabra participa en un diálogo, el receptor ya tiene sentidos y contextos comunicativos, es decir, la palabra como emisión dialógica no se dirige a un objeto sino que dialoga con otros. Para Bakhtin (1986), el enunciado es la unidad de la comunicación discursiva, se da en condiciones específicas del uso de la lengua con una idea concluida como totalidad. Así mismo, el enunciado se relaciona con los enunciados emitidos por otras personas como parte de una cadena discursiva. “…es respuesta a otros enunciados y espera respuesta de enunciados posteriores (esta es su característica dialógica). Su estilo está condicionado por factores externos y siempre tiene un objetivo, está destinado a algo o a alguien. Marca la posición de los distintos sujetos hablantes, está cargado de ideología, es social” (Bakhtin, 1986, p.34). De otro lado, se aborda a Ricoeur (2000) como autor necesario en la comprensión narrativa. Como punto central de encuentro con la perspectiva bajktiniana, se presentan tres nociones fundamentales: la metáfora, como camino de comprensión; el tiempo, como proceso fundante del relato y la inter-subjetividad, como territorio de la práctica narrativa. La hermenéutica fenomenológica propuesta por Ricoeur permite la construcción de un método que argumenta la existencia en el tiempo narrado por los individuos (Bruner 1990; Ricoeur, 1996) y la constitución de identidades y de mundo, a través de las instituciones. De esta manera, este enfoque hace posible comprender la narrativa como un proceso inter-subjetivo que abarca no sólo el sí mismo y el otro sino también, las instituciones sociales. Para este trabajo, método hermenéutico centrado en la narrativa como camino privilegiado de comprensión, se abordan las nociones de evento y de tiempo. El evento, en Ricoeur, más que ocurrencia de algo, hace referencia a un acontecimiento que da cuenta de una narración. Ésta hace alusión a una trama sencilla en eventos múltiples y un todo de eventos y acontecimientos. El evento en la narración permite indagar sobre el potencial de acción y constitución de sentido que devela al ser en el mundo: “La pregunta por el ser del yo se contesta narrando una historia” (Ricoeur, 2000, p. 12). Así mismo, el evento se caracteriza por una organización del tiempo que permite a los sujetos narrar acontecimientos según sus propias prioridades y órdenes en el significado de su existencia. Para Ricoeur (2000), existen tres formas de tiempo: una, que hace referencia a la conciencia de un tiempo reglamentado, sucesivo o cosmológico; otra que hace referencia a la percepción o experiencia fenomenológica del tiempo; y una tercera que constituye un tiempo narrado que consiste en articular la distancia entre el tiempo vivido y la temporalidad existencial, dada su potencialidad de unión entre el pasado y el futuro, y de reconstruir una historia a partir de múltiples eventos o acontecimientos con significados e intenciones propias de una memoria individual o colectiva. Como lo afirma Ricoeur: “Nuestra poética de la narración necesita tanto la complicidad como el contraste entre la 45


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conciencia interna del tiempo y la sucesión objetiva, para hacer más urgente la búsqueda de las mediaciones narrativas entre la concordancia discordante del tiempo fenomenológico y la simple sucesión del tiempo físico” (Ricoeur, 2000, p. 661).

Procedimiento metodológico La metodología fue propuesta por el proyecto nacional, discutida por los investigadores y adaptada a cada uno de los grupos de jóvenes. A continuación, se presenta el procedimiento desarrollado específicamente con los jóvenes del Kilómetro 41. La recolección de información se realizó en dos fases: Narrativas sobre el conflicto y Relatos de relatos23. La primera de ellas tuvo como propósito elaborar narrativas individuales y colectivas sobre el pasado, presente y posible futuro de los conflictos socio-políticos y culturales en los contextos locales, desde la perspectiva de los jóvenes. La primera fase se desarrolló en tres momentos, cada uno de los cuales tomó varias sesiones de trabajo: Momento 1: Presentación del proyecto, sensibilización y presentación de los miembros del grupo. Se escribieron narrativas individuales sobre las experiencias con el conflicto, motivadas por las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los conflictos de los jóvenes? ¿Los jóvenes crean conflictos? ¿Cuáles son los principales conflictos de su región? ¿Cuáles de estos conflictos involucran a los jóvenes? De estas narrativas se extrajeron temas que fueron expuestos por escrito al grupo y se solicitó escribir una historia de jóvenes, real o imaginada sobre ese tema. En otra sesión se solicitó a los jóvenes que escribieran sobre un conflicto o desacuerdo con alguien de su misma edad, en la última semana o en el último mes. También se pidió a los jóvenes releer la historia, imaginar qué habría pasado después de un año y escribirla otra vez, para reflejar la expectativa futura con respecto al conflicto. Momento 2: Elaboración de una narrativa que respondiera a la siguiente pregunta: ¿en 10 años, qué va a pasar con ustedes y con su vereda? Además de ser una narrativa colectiva, se pretendió hacer una narrativa de ficción. Los jóvenes del Kilómetro 41 construyeron historietas, para presentarlas a los demás participantes. Momento 3: Elaboración de una narrativa individual escrita donde se relate una situación de conflicto. Paralelo a esta primera fase, con los jóvenes del Kilómetro 41, se realizó un proceso de alfabetización en informática, lo que les permitiría comunicarse con otros jóvenes de manera virtual. Aprendieron a manejar un procesador de texto e internet, crearon su correo electrónico y se comunicaron vía Chat con otros jóvenes de Manizales24. La segunda fase de recolección de información se denominó Relato de relatos y tuvo como propósito utilizar narrativas de jóvenes de otros contextos (historias o películas) como insumos de reflexión, acerca del conflicto, para elaborar nuevas narrativas individuales y grupales. Se pretendió des-estructurar lo que los jóvenes habían vivido sobre el conflicto y de esta manera hacer una nueva interpretación de dicho conflicto. Se desarrollaron actividades con el objetivo de ampliar las perspectivas, teniendo en cuenta ejercicios para hablar sobre lo escuchado y lo leído; para escribir sobre lo escuchado y lo leído, sobre 23 En este reporte se describen solamente los resultados de la primera fase: Narrativas sobre el conflicto. 24 Esta capacitación se realizó con el apoyo de la Facultad de Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Manizales, bajo la instrucción de Dora Miryam Ríos en la sede de la Universidad, pues el colegio Giovanni Montinni no contaba con servicio de internet.

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relatos de otros jóvenes y personas de distintas edades (que se refieren a los jóvenes); de contemporáneos y de sujetos de otras épocas; coterráneos y extranjeros. Para lograr este propósito se llevaron a cabo tres momentos. Momento 1: Lectura y análisis de la narrativa de una joven universitaria: “La historia de Natalia”. Dicho análisis se basó en las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los aspectos comunes y diferentes que los jóvenes encuentran entre la historia leída y sus propias vidas? ¿Cuáles son los personajes de la historia y su posición frente al conflicto? ¿Cuáles son los diferentes tipos de conflicto que hay en la historia? En este momento, los jóvenes debían escribir y hablar sobre lo leído. En otra sesión se recrea la historia escribiendo guiones sobre los personajes y transformando la historia. Momento 2: Análisis de películas que mostraran conflictos de jóvenes colombianos actuales y de otras épocas, y conflictos de jóvenes de otros países, expuestas en cintas y documentales como: La lengua de las mariposas25 y La Sierra26. Las preguntas que guiaron la reflexión fueron: después de escoger un personaje, ¿cómo sería la historia contada desde la perspectiva de dicho personaje? Si usted pudiera nombrar la historia, ¿qué título le pondría? Y si pudiera cambiar el final, ¿cómo terminaría la historia? Momento 3: Los jóvenes interpretaron las narrativas que habían escrito otros jóvenes de los grupos nacionales y de un grupo internacional (Croacia). Se hizo un análisis con base en una matriz resumida, elaborada por el grupo de investigadores. Momento 4: Encuentro de jóvenes. Se realizó la socialización de productos culturales de cada uno de los grupos de jóvenes en Colombia, a partir de la visión de futuro desde la perspectiva de los jóvenes. Los jóvenes del Kilómetro 41 elaboraron y presentaron el informativo: “Los jóvenes del Kilómetro 41 muestran la realidad de Colombia en 10 años”. Previo al encuentro se realizaron varias sesiones de chat entre los jóvenes de la ciudad de Manizales. El proceso de recolección de información es coherente con la noción de mimesis de Ricoeur la cual es fundamento del análisis narrativo. El autor asume la mimesis en su potencial de acción y transformación, pues “las tramas que inventamos son el medio privilegiado para re-configurar la experiencia temporal confusa, así, las tramas configuran y trasfiguran el campo práctico, engloban no solo el obrar sino también el padecer” (Ricoeur, 2000, p. 34). En la mimesis hay tres momentos: I) Prefiguración: precomprensión familiar que se tiene de las acciones como una prefiguración práctica en torno a la vida cotidiana; II) Configuración textual: acceso al mundo de la ficción que abre el paso al “como si” y opera como mediación en el mundo de la vida; y III) Re-figuración: la nueva configuración de ficción reordena la acción. Para el análisis de las narrativas surgidas en la primera fase de recolección de información, el grupo de investigadores diseñó una matriz que condensa el análisis social relacional de cada una de las narrativas escritas. Este instrumento fue construido con base en tópicos retomados de los estudios de Daiute (2005)27.

25 Esta película muestra la relación entre un niño y su maestro en el marco de la guerra civil española. 26 La película muestra la cotidianidad de jóvenes vinculados a grupos armados ilegales urbanos de la ciudad de Medellín. 27 Asesoría personal y trabajo virtual con la autora.

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El instrumento se divide en tres secciones: Conocer la narrativa, Direccionalidad y Preguntas analíticas. La primera sección se compone de los siguientes tópicos: 1) Identificación de la narrativa; 2) Trama principal (Argumento) y subtramas (significados de referencia); 3) Posiciones de los temas; 4) Análisis de los personajes (narrador, personajes focales y otros personajes); 5) Entramado de relaciones entre los personajes; 6) Mecanismos evaluativos; 7) Puntos álgidos de la narrativa; 8) Hipótesis acerca del significado de la historia para el narrador. La segunda sección, direccionalidad, pretende conocer los interlocutores del narrador y la dinámica de las interacciones. Los tópicos considerados fueron: 1) Audiencias y 2) Susurros y silencios. La tercera sección, consta de las siguientes preguntas analíticas: ¿Qué significa ser joven en ese contexto? ¿Cómo se construye la noción de joven en ese contexto? ¿Cuál es el sentido político de la relación conflicto y jóvenes? ¿Cuál es el significado de conflicto inmerso en la narrativa? Y ¿aspectos culturales que se construyen para enfrentar el conflicto? Estas preguntas se convirtieron en categorías emergentes y con base en ellas cada investigador escribió un documento que sintetizaba el análisis de las narrativas. Las primeras tendencias resultantes de los seis proyectos de investigación nacional fueron presentadas ante los otros investigadores y ante la investigadora internacional28, y se discutieron tendencias entre los grupos. Esta relación e integración de la información se considera dialógica (Daiute, 2006). También se identificaron dimensiones y relaciones que emergieron de los datos. Se hizo énfasis en la teoría socio-histórica, de manera que se destacó la importancia de cómo el análisis de los significados de los jóvenes tenía en cuenta la relación con lo físico material, socio-político, psicoemocional y simbólico. Finalmente, se acordaron las siguientes categorías analíticas: significado del conflicto, noción de ser joven, sentido político del conflicto y dimensión simbólica de la relación juventud y conflicto. Estas categorías estarían presentes en el análisis particular de cada grupo de trabajo y servirían de categorías integradoras entre los grupos de trabajo nacional.

El kilómetro 41 y sus habitantes En el estudio participaron nueve jóvenes (6 mujeres y 3 hombres), con edades entre 15 y 19 años, estudiantes del grado décimo y once del Liceo Giovanni Montinni y residentes en las veredas Juntas, Cuba, San José y Tapias, circunvecinas a la vereda Kilómetro 41. Algunas de estas veredas pertenecen al corregimiento Colombia de la ciudad de Manizales, y otras a corregimientos de otros municipios como Palestina y Neira.

Liceo Giovanni Montinni – vereda Kilómetro 41 28 Asesoría de Colette Daiute, Manizales, Noviembre de 2006.

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Según el Sistema de Información Geográfica – SIO de la Secretaría de Planeación del Municipio de Manizales, la vereda Kilómetro 41 se denomina actualmente vereda Colombia – Kilómetro 41, y pertenece al corregimiento Colombia del municipio de Manizales, según el ordenamiento territorial que se realizó en el año 2004 y que estableció la división de Manizales en comunas y corregimientos29. A dicho corregimiento también pertenecen las veredas: Rumazón, La Tebaida, El Ruby, El diamante, Pinares, Lagunilla, Altamira, Tamboral y Villa Victoria. Anteriormente, la vereda se denominaba solamente Kilómetro 41, debido a su ubicación geográfica en la vía férrea que comunicaba a Arauca con Medellín. Tiene una población de 2.520 habitantes y una extensión de 4.335 hectáreas (Alcaldía de Manizales, 2004)30. La vereda Kilómetro 41 era una estación del tren para carga y descarga de cítricos y caña. A raíz de la violencia política de los años cincuenta, llegan personas desplazadas de múltiples sitios y partidos políticos, y crean un asentamiento cuya articulación está dada por la proximidad física en la cual ubican sus viviendas, más no por proximidades ideológicas, políticas o culturales. Estas personas en condición de desplazamiento empiezan a encontrar formas de subsistencia como la pesca, extracción de material de playa, del río, cortar caña panelera, recoger cítricos, las cuales todavía permanecen. Además de la forma como fue creada la vereda Kilómetro 41, haber sido una estación de la vía férrea tiene una relación directa con el fenómeno poblacional en la zona, pues se constituyó en un territorio receptor de personas y familias que migraron de múltiples lugares. En la actualidad, en el Kilómetro 41 se encuentran personas procedentes de Manizales, Anserma, Palestina, Irra, Neira, Arauca, Quinchía, y Viterbo. También en menor proporción procedentes de: La Merced, Supía, Aranzazu, Riosucio, Filadelfia, Villamaría y Manzanares, en Caldas; y de los departamentos de Antioquia, Valle, Risaralda, Tolima, y de la capital del País31. Los hechos históricos más relevantes en la historia reciente fueron: el desbordamiento de la quebrada Llano Grande, que implicó el traslado de la población de Cantarrana a lo que hoy en día es Villa Victoria, y la catástrofe natural de Armero, Tolima, que dio lugar al asentamiento Agrovillas. Con esta nueva distribución, los vecindarios que hoy conforman al Kilómetro 41 son: Villa Victoria, Agrovillas, Bajo Agrovillas, La Carrilera y Vía central. Actualmente, se vive otro proceso de reubicación, pues el gobierno nacional ha hecho la promesa de reactivar la vía férrea, por lo cual los pobladores de la carrilera han sido trasladados a otro barrio de reciente construcción. Se afirmó en un estudio realizado en la vereda (Sánchez, 2007), que las familias se ubican en su mayoría en un estrato socio-económico bajo e incluso bajo-bajo, de acuerdo con las variables de NBI. La base económica está fundamentada en una economía de 29 Para ampliar esta información, se puede consultar el acuerdo 589 de 2004 por medio del cual se establece la división del municipio de Manizales en comunas y corregimientos. 30 Según Pérez (2003, p. 26), “el número de habitantes rurales (definidos en el censo poblacional como los que no viven en las “cabeceras municipales”) ha tenido un aumento en términos absolutos, entre 1973 y 1993, al pasar de 9.300.000 a 11.800.000 aproximadamente, aunque su participación porcentual en el total de la población cayó de 41% al 31%. Si el concepto de rural se extiende a aquellas localidades con una población menor a 10.000 habitantes en la cabecera municipal, se tiene que la población rural llega al 42% del total (trece millones), lo que le imprime al país un carácter más rural de lo que se estima usualmente”. 31 Esta información fue aportada por la docente Carmenza Sánchez Quintero de la Universidad de Caldas, quien con un grupo de estudiantes desarrollan procesos de trabajo con familias del Kilómetro 41 en el marco de las asignaturas de: Caracterización y contextuación familiar, y Análisis de la vida familiar del programa de Desarrollo Familiar.

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subsistencia, la principal mano de obra para el trabajo es la familiar y sus ingresos se perciben para el diario vivir y casi nunca les permite acumular capital. La mayoría de los integrantes presenta niveles de escolaridad bajos32, sus actividades productivas se desarrollan principalmente en el sector agropecuario como asalariados de latifundistas y se consideran como mano de obra no calificada y barata. Las mujeres se desempeñan principalmente en actividades de índole reproductiva y los hombres en lo productivo, marcándose una clara división del trabajo a partir de la edad y el género. La mujer ha incursionado en la vida laboral económicamente remunerada, motivada principalmente por la necesidad de aportar algunos ingresos para el sostenimiento del hogar. Los hijos y las hijas que pueden vincularse laboralmente, aportan económicamente a la familia, pero sacrifican la posibilidad de acceder a las escasas oportunidades educativas que se les ofrece. La Fundación FESCO (2000) encontró que la mayoría de las familias es extensa, seguida de familias reconstituidas, monoparentales y nucleares33. Es posible que la manera como ha sido conformado el Kilómetro 41 explique por qué no se ha consolidado aún una identidad territorial y cultural, pues se tiende a desconocer los asuntos públicos y se evidencia una dependencia jurídica y política de la ciudad de Manizales, que es el casco urbano más cercano y al cual está adscrito el corregimiento. Además de ser un sector rural, se percibe como urbano-marginal, y también como un asentamiento de personas en condición de desplazamiento no solamente por razones de conflicto armado sino por búsqueda de nuevas oportunidades de supervivencia. Así lo planteó el ex-coordinador del colegio Giovanni Montini: … la fenomenología corresponde más a un sector urbano marginal, con los problemas que tiene…, que a un sector rural por las características particulares, digamos por ejemplo, no hay un núcleo urbano establecido, no hay unidad en cuanto a los elementos que los puedan aglutinar, hay como una diversidad de intereses que están simplemente por proximidad geográfica, es la zona que les destinaron para vivir y fue donde les tocó vivir, pero no han resuelto sus conflictos, no tienen un sistema de atención, de presencia del Estado, sin embargo para ellos, diría uno, ahí parecería que uno llega a la zona del 41 y parece que entrara a la plaza del pueblo, como unidas la estación de policía, el puesto de salud, el colegio, la casa de la cultura. Pero, sin embargo uno ve que a pesar de eso no hay plaza, pero además, el puesto de salud funciona de 8 a 12 y de 2 a 6, no se puede uno enfermar sábados, domingo ni horas diferentes a esas, la casa de la cultura también tiene un horario establecido y la funcionalidad es muy precaria, la inspección de policía no es inspección, es estación de policía. Entonces, allí las quejas no operan, o sea, como una no presencia, donde la gente tiene que resolver sus situaciones ahí a como de lugar, no veo una presencia de Estado. Sin embargo, el referente es Km 41, se toma tanto como urbano marginal que toda la referencia para la gente del Km es Manizales, tiene que colocar una denuncia, vaya a Manizales y decirle a alguien del Km 41, vaya a Manizales 32 El nivel máximo de escolaridad alcanzado por las madres fue tercero de primaria y por los padres, cuarto, existiendo un porcentaje considerable de padres iletrados (38%). 33 La familia extensa es la integrada por la pareja con o sin hijos y por otros miembros de la familia como sus parientes consanguíneos, recoge varias generaciones quienes comparten habitación y funciones. La reconstituida está integrada por una pareja donde uno de los cónyuges o ambos vienen de tener otras parejas y haber disuelto su vínculo anterior, en esta familia es frecuente que los hijos sean de diferentes padres o madres. Las monoparentales son familias donde el padre o la madre queda a cargo de sus hijos sin el acompañamiento de su compañero o compañera, ocurre generalmente en los casos de divorcio, separación, abandono y las nucleares se caracterizan por tener primer grado de consanguinidad, conformado por padre, madre e hijos (as), quienes conviven bajo el mismo techo.

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es como si alguien de Manizales le dijeran vaya a Bogotá. Para ellos, Manizales está a 45 minutos, la distancia es considerable, el aspecto económico también, son de Manizales, pero están allá, como replegados, no son los que obtienen su sustento básicamente de la parte agrícola porque es la parte que menos les llama la atención. El hecho de que ellos vivan en esa zona hace que ellos busquen algo diferente (Entrevista Ex coordinador Colegio Giovanni Montini). Quizás, lo que el profesor quiere plantear sobre el Kilómetro 41, es lo que se ha observado teóricamente acerca de la dificultad para establecer la diferencia entre lo rural y lo urbano, y definir lo rural no solamente como lo que aún no es urbano. Pareciera que el Kilómetro 41 para sus habitantes, más que una vereda con una dinámica agrícola, cultural y política propia, fuera un barrio marginal de Manizales que queda a 45 minutos del centro de la ciudad. Esta concepción de lo rural como lo no totalmente urbano, se fundamenta en el entendimiento bastante generalizado de que la humanidad avanza hacia el futuro progresando, es decir, “de lo atrasado a lo moderno, de lo rural a lo urbano, de lo agrícola a lo industrial” (Pérez, 2003). Esta concepción de lo rural como lo atrasado, ha contribuido a sumir en el olvido a bastas regiones del país. En el olvido de quienes ordenan el gasto público, de quienes toman las decisiones políticas y económicas, e incluso hace parecer para los propios jóvenes habitantes, que el Kilómetro 41 no representa un presente ni un futuro promisorio. Allí son escasas las posibilidades de desarrollar una vida digna. Especialmente, los jóvenes expresan un sentido particular cuando se refieren a su vereda: una joven en una narrativa la bautizó “aburrilandia”, la tierra del aburrimiento y el olvido. Asumir lo rural como lo atrasado y lo premoderno ha contribuido a agudizar las dificultades sociales, a obstaculizar las condiciones de libertad, como las llama Amartya Sen (2000). La identificación de lo rural con la pobreza, el desempleo, la generación o incremento de conflictos por el territorio, escenario fértil para el emplazamiento de actores armados que establecen su propia ley, ha sido la condición para crear Estados paralelos, en la tierra del olvido, en la tierra de nadie. El nombre asignado a la vereda de “Kilómetro 41” indica una ubicación geográfica, pero expresa cómo se le ha negado un nombre propio, una identidad. Existe en tanto es el lugar de paso más no el lugar de ser, de estar, de residir, de hacer una vida. Corresponde topográficamente al Kilómetro 41 de una vía férrea que comunica a una ciudad con otra, y que además ya no existe, aunque existan promesas de restituirla. Esta vía es parte del pasado. ¿Qué es ahora el Kilómetro 41 si el tren ya no existe? ¿Qué significa ese nombre? El Kilómetro 41 se define por lo que no es, por lo que fue, así como lo rural se ha definido por lo que no es urbano. Con el reordenamiento territorial, se cambia el nombre de Kilómetro 41 por el de Vereda Colombia, perteneciente al corregimiento Colombia, del país Colombia. ¿Qué significa esto? Le asignan el nombre del país, es tal vez la expresión del no-nombre. Vereda Colombia es una buena metáfora para mostrar la Colombia olvidada y excluida, la tierra de nadie. Es necesario pensar lo rural de una manera diferente al atraso. Cada vez más, se entienden lo rural y lo urbano como un continuo, pues lo urbano ya no está únicamente en las ciudades y lo rural no se encuentra exclusivamente en el campo. Pérez (2003, p. 24) define el medio rural como “un conjunto de regiones o zonas (territorio) cuya población desarrolla diversas actividades o se desempeña en distintos sectores, como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, los servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de recursos naturales y el turismo, entre otros. En dichas regiones o zonas hay asentamientos que se relacionan entre sí y con el exterior, y en los 51


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cuales interactúan una serie de instituciones, públicas y privadas”. Estas zonas rurales presentan una fuerte interdependencia con los centros urbanos más próximos, como en el caso del Kilómetro 41 con Manizales. La pérdida de reconocimiento de la sociedad rural la ha expuesto aún más a la necesidad de su propia redefinición. Según Bengoa (2003), las comunidades rurales ya no sólo deben saber hacer, como en el pasado sino también saber decir, hacer explícita su propia identidad en un texto comprensible. Su posibilidad de supervivencia depende de la cultura, incluso cuando económicamente sean marginales. Depende del significado que los residentes rurales y todos los demás, le otorgan a su actividad, sean o no campesinos, a sus vidas aparentemente humildes y poco significativas desde la perspectiva de los otros, a las relaciones que se establecen con el resto de la sociedad. La redefinición deberá empezar por el propio nombre de su vereda, un nombre que llene de sentido a sus habitantes y les permita confiar en sus sueños. La redefinición del valor que ellos mismos y los otros le asignan a sus vidas, la revalorización de lo rural, desde el Estado. Una redefinición a la que los jóvenes del Kilómetro 41 se enfrentan y se exponen.

HALLAZGOS: Significados de conflicto para los jóvenes rurales 1. Conflicto y supervivencia: ausencia de moratoria social En la dimensión material, el conflicto es asociado con la falta de desarrollo y la lucha por recursos económicos. En cuanto al desarrollo, plantean los jóvenes rurales las pocas oportunidades laborales y educativas como obstáculo para la supervivencia, el conflicto político como causa del subdesarrollo del país y el conflicto intrafamiliar como obstáculo para el desarrollo personal. Un joven escribió: “para mí el conflicto no debería de existir porque con esto se están perdiendo muchas oportunidades de salir adelante” (Joven Km. 41). Otro joven rural considera la delincuencia juvenil como consecuencia de las carencias económicas. El joven es víctima de un sistema que no le permite la satisfacción de sus necesidades básicas, lo que lo arroja a actos delincuenciales: “…no faltan como en cualquier parte del mundo, muchos de los problemas son familiares o entre vecinos, también lios amorosos, económicos y falta de empleo y la falta de oportunidades en ocaciones lleva a que los jóvenes cojan la salida más rapida como robar o cosas asi” (Joven Km. 41). Las condiciones estructurales sociales de pobreza, inequidad, desempleo, entre otras, hacen que los jóvenes vivan una lucha por los recursos económicos, para el sostenimiento de sí mismos y de su familia. Un joven afirmó: “como la exigencia que hacen las familias para que los jóvenes consigan dinero para contribuir con los gastos de la casa”. De esta forma se puede proponer que estos jóvenes de sectores rurales no viven el proceso denominado como moratoria social, que alude a “que grupos crecientes, que pertenecen por lo común a sectores sociales medios y altos, postergan la edad de matrimonio y de procreación y durante un período cada vez más prolongado, tienen la oportunidad de estudiar y de avanzar en su capacitación en instituciones de enseñanza que, simultáneamente, se expanden en la sociedad” (Margulis y Urresti, 1998, p. 18). Si bien es cierto que estos jóvenes están cursando la educación secundaria, son privilegiados pues la mayoría de sus coetáneos debe vincularse al sector productivo a edades tempranas y conseguir recursos económicos para el sostenimiento de sus familias: “Al hijo mayor de solo la edad de 9 años le toco salise de la escuelita y empasar a trabajar en lo que sea para 52


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poder sostener a su familia que moria de hambre” (Joven Km. 41). Y en segundo lugar, tienen claro que para ellos la asistencia al colegio es un período corto de gracia que les permite escapar al trabajo, pero que sus padres esperan el momento de graduación para que comiencen a producir económicamente. El coordinador del colegio donde estudian los jóvenes que participaron en la investigación afirmó en una entrevista: … yo veo una desesperanza muy fuerte: una gente que está ahí como por pasar, que lo que están haciendo es aplazar su vinculación laboral, para ellos es más cómodo estar en el colegio, no tanto estudiando, estar en el colegio que estar en la casa, cortando caña o haciendo alguna cosa. La mamá de un muchacho me decía, yo a él, todavía porque está estudiando en el colegio, pero él termina e inmediatamente le digo que se responsabilice de lo suyo, empieza a entrar plata para la casa, ¿como la entran?, cogiendo naranja, caña (¿y las muchachas?) hacen oficio o se van a Manizales o se van para Pereira (Coordinador del colegio, vereda Km. 41). Este testimonio muestra la expectativa de los padres del joven y las escasas oportunidades de continuar sus estudios después de terminada su vinculación con el colegio. Se puede ver claramente cómo en contextos de pobreza, desigualdad y exclusión, los jóvenes deben ocuparse de la consecución de recursos para sí mismos y sus familias. Esto prevalece sobre cualquier otro proyecto de vida, que además no aparece como probable. Se podrían plantear muchas preguntas alrededor del capital cultural que estos jóvenes pueden construir a partir de su vinculación al sector educativo y la manera como esta vinculación puede transformar su vida en comparación con la de las generaciones anteriores.

2. Conflicto, muerte y abuso: la escuela y la familia Para los jóvenes del Kilómetro 41, la muerte tiene una presencia lejana y otra cercana. Es lejana cuando los jóvenes perciben el entorno de guerra allí donde viven, el conflicto armado se observa como un riesgo lejano de muerte para ellos. No son protagonistas del conflicto armado, tampoco se reconocen como sociedad civil en medio del conflicto. Son jóvenes que viven en un país en guerra en el que cualquiera, incluso personas inocentes, puede morir. Así lo plantea uno de ellos: Siempre hemos tenido una visión muy clara de lo que es conflicto, se sabe que esto es una lucha que involucra a la población en general sin importar la edad, ya que si llega una guerra (guerrilla) a una población, allí no van a escoger los niños o cualquier otro tipo de edad o género para empezar a ejecutar la matanza o guerra (Joven Km. 41). La muerte es cercana en la vida cotidiana a los conflictos de convivencia, que en ocasiones llevan a la muerte. Es decir, rencillas personales y enfrentamientos, en los espacios cercanos al joven como la familia y la escuela. Los jóvenes reconocen conflictos en sus espacios cotidianos, tales como el entorno de la vereda, el barrio, la familia o la escuela. Allí se presentan luchas y abusos que devienen en lesiones en el cuerpo, visibles, evidentes. La lucha reemplaza al riesgo en conflictos de convivencia, rencillas personales y enfrentamientos, en los espacios más cercanos al joven. En el escenario escolar, entendido no sólo como el espacio físico de la escuela sino también como lo que sucede en las relaciones con sus compañeros de colegio aún por fuera de la institución, se puede identificar una tendencia a la expresión de los conflictos por la vía de la fuerza física, mas no a su solución. La lucha es el principio y la justicia misma. Se observan comportamientos de los jóvenes relacionados con retaliación y venganza. Es la 53


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defensa por las vías de hecho y no por alternativas dialógicas de resolución de conflictos: “ellos buscaban solucionar sus diferencias a los golpes, nunca pensaron en dialogar así fuera por un instante siempre pensaban en la violencia. (Joven Km. 41)”. No se comprenden muy bien en las narraciones cuáles son los motivos de las confrontaciones físicas. En ocasiones, se presentan entre mujeres por motivos de celos, entre amigos hombres, cara a cara o armados, por asuntos cotidianos relacionados con un juego, una actitud, una palabra, lo que muestra precarios marcos éticos de regulación de la intersubjetividad. Las confrontaciones, las luchas, tienen público, tienen escenario, tienen vencedores: “ella ganó a pesar de que la alumna estaba armada” (Joven Km. 41). Socialmente existe un reconocimiento de la lucha y del vencedor, éste obtiene una ganancia social de fuerza o de estrategia, y el que es provocado no es culpable del hecho. En estas últimas semanas iba yo en el transporte directo a mi casa con todos los del transporte cuando uno de ellos es chocante como a veces chévere. Cuando de pronto empezó a joderme con un pequeño brillo para labios que tiene ají y me dijo se va a echar y yo le contesté que y dije sí pero el compañero me decía eso es mentiras de que se va echar aunque no me creyó de a mucho pero al fin lo convencí de que me lo pasara y me lo paso y el fue corto en pasármelo que yo tirarlo del carro hacía la carretera entonces el se enojo demasiado y me empezó a decir cosas feas y yo no le contestaba nada pero al fin no me aguante más y empecé a contestar aunque yo se que uno con rabia no le importa nada más que ofender al otro, el problemita empezó fue por eso (Mujer Joven Km. 41). Al parecer, el transporte es uno de los pocos escenarios públicos que viven los jóvenes del Kilómetro 41, y algunas de las narraciones se desarrollan allí. Ésta es una muestra de ellas. Un juego entre amigos termina en una situación que pone en peligro la vida del joven. Sin embargo, se naturaliza en problemita y no se reflexiona sobre la situación. La joven se queda en el plano del resentimiento y no avanza a la inculpación, la vergüenza y mucho menos a la indignación. El siguiente relato también lo muestra claramente: Las cosas siguieron igual hasta que llegó el momento en que ninguno de los dos nos soportábamos y empezamos a agredirnos usando palabras soeces; recuerdo que en un momento de ira yo le pegué un puño en los testículos cosa de la cual no me arrepiento y mucho menos remordimiento (Joven Km. 41). Se han planteado dos posiciones teóricas frente a la violencia escolar en Colombia (Valencia, 2004): por una parte, se ha dicho que es reflejo de la situación que vive el país (Patarroyo y González, 1998; Camargo, 1997). Es decir, la dinámica de la violencia escolar es un reflejo del malestar social, de las expresiones homicidas y delincuenciales que cotidianamente se viven en las calles y en todos los ámbitos de la sociedad colombiana. Por otro lado, hay investigadores (Pérez y Mejía, 1996; Parra, 1997a, 1997b; IPC, 2001) que no explican este fenómeno como una reproducción de la sociedad, sino que examinan la violencia escolar en la institución misma, tanto la ejercida por la institución hacia el estudiante (violencia tradicional), soportada en la concepción autoritaria de la educación, como la llamada violencia de la contracultura escolar, ejercida por los alumnos contra la institución incluyendo los pares. Este escenario configura una serie de condiciones para que la violencia se geste entre los estudiantes, y genere toda suerte de agresiones, que son las que se hacen evidentes en las narraciones de los jóvenes del Kilómetro 41. Para Parra (1997a), la escuela es un espacio privado en el cual los alumnos han construido maneras de coexistir, de rehuir, 54


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de adaptarse, de generar una cultura. Muchas de las energías empleadas en la gestación de esta cultura se dirigen a sobrevivir la escuela, a encarar los conflictos con ella (Parra, 1995, p. 154). Desde esta perspectiva, la agresión, o cualquier forma violenta de expresión de un conflicto entre jóvenes escolarizados, no podría entenderse como comportamientos negativos de los jóvenes sino como estrategias de afrontar las situaciones cotidianas con sus pares, sus profesores y con la institución y que expresan su incapacidad y la de la institución para alcanzar la supervivencia y el desarrollo por otros medios. En este sentido, y con el apoyo de teóricos ya clásicos de la sociología del conflicto, como Simmel (1986) y Coser (1961), se ha planteado que el conflicto es un elemento constitutivo de toda acción social y, por tanto, inherente a las dinámicas de cualquier colectivo, incluido el escenario escolar. Como lo señala Ball (1989), el conflicto es inmanente a la escuela en tanto es ésta una organización colectiva y un ente socializador. Así lo escribe: Considero las escuelas, al igual que prácticamente todas las otras organizaciones sociales, campos de lucha, divididas por conflictos en curso o potenciales entre sus miembros, pobremente coordinadas e ideológicamente diversas. Juzgo esencial, si queremos comprender la naturaleza de las escuelas como organizaciones, lograr una comprensión de tales conflictos (Ball, 1989, p. 58). Estos planteamientos orientan la discusión hacia la idea de que la institución escolar es escenario clave para entender que el conflicto ofrece una dimensión creadora y permite que las prácticas pedagógicas contribuyan a su negociación o mediación. En el ámbito familiar, al parecer, las muertes pasionales son frecuentes en los espacios donde viven los jóvenes del Kilómetro 41: “cuando en la relación los celos son como un veneno que puede matar”. Ésta es la expresión de un sistema de relaciones de pareja bajo un esquema tradicional patriarcal. El Kilómetro 41 es especialmente fértil en este tipo de conflictos, puesto que las familias reconstituidas son frecuentes34: múltiples uniones, múltiples padres y especialmente múltiples madres que suelen ser quienes abandonan los hogares o se dedican a actividades como la prostitución para el sostenimiento de los hijos. Las mujeres conforman nuevas uniones con hombres que puedan sostener económicamente a la familia35, más si se tiene en cuenta que en su mayoría (80%) son familias conformadas por cuatro a seis hijos (Fundación FESCO, 2000). El siguiente es un relato de un joven que muestra claramente los alcances que tiene un conflicto de pareja vivido en su comunidad: La situación de conflicto mas común es la violecia intra-familiar: mis vesinos una pareja vastante conflictiva, yo pienso que se debe al grado de alcoholismo que presentan ellos anteriornente peleaban con muchísima mas constancia que ahora. La señora ya de edad a estado internada varias veses en la clinica por las agreciones de su marido el señor en medio de la borrachera le a causado agreciones que la han tenido a punto de morir, en una ocacion le corto un braso que estubieron a punto de 34 La familia reconstituida se mantiene como una unión libre debido a la no disolución legal de la relación anterior y puede considerarse como superpuesta cuando cada uno o ambos cónyuges provienen de relaciones anteriores de carácter indisoluble y en las que se pueden presentar fenómenos como múltiples separaciones, múltiples divorcios, segundas y terceras uniones, hijos de varias uniones viviendo en un mismo techo, responsabilidades múltiples en cabezas de personas que no integran el hogar (Giraldo, 1995). 35 En la vereda Kilómetro 41, se ha podido detectar que por lo general lo que motiva la conformación de estas familias es la necesidad de la mujer de asegurar el sostenimiento económico de sus hijos, viéndose obligadas a aceptar, como lo dicen ellas mismas, “cualquier” propuesta de unión que se presenta, sin tener en cuenta la historia de la otra persona, sus intereses y necesidades y sin considerar los suyos propios (Fundación FESCO, 2000).

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amputarle y en otra ocacion le corto la parte superior de la cabeza por lo cual estubo hospitalizada un mes y lo pior del caso es que siguen juntos como si no hubiera pasado nada (Joven Km. 41). Los jóvenes definen las tensiones en el interior de la vida familiar con sus padres, padrastros y hermanos como “una lucha diaria con nuestros padres y hermanos” causada por ausencia de diálogo, divergencia de intereses, o la confrontación que tienen con sus padres por sus relaciones afectivas: Se refieren a este conflicto como “un estado de desorden de la familia y la sociedad relacionado con personas de mente no muy abierta que solo se fijan en una forma de ver las cosas…”. Esto muestra cómo el abuso está relacionado con la falta de respeto hacia la diferencia. En la misma forma que en el escenario escolar, se observa una tendencia a la expresión de los conflictos por la vía de la fuerza física, y no se busca su solución: la lucha es el principio y la justicia misma. Un joven rural afirmó: “He, pasa de que, en mi casa, mi hermano es uno de los que siempre quiere solucionar cualquier problema con golpes, así sea muy diminuto sea en casa o en otros sitios” (Joven Km. 41). Se encontraron varias narraciones relacionadas con el abuso de poder al que son sometidos los jóvenes, los niños y las mujeres al interior de sus familias. Abuso que se expresa principalmente en lesiones físicas y golpes. El abuso siempre encuentra razones, en este caso es el camino recto, el camino del bien, que el padre cree seguir: “El señor en medio de la borrachera le a causado agresiones que la han tenido a punto de morir… Con el pasar del tiempo los castigos y los golpes se hacían más frecuentes… solo tenía una idea en la mente, que con castigos y golpes podía llevarlo por un camino recto” (Joven Km. 41).

3. Frustración de los sueños – vidas echadas a perder – tragedia Es común encontrar en las narrativas de los jóvenes rurales, historias reales o ficticias de vidas perfectas que se echan a perder, la expresión de la tragedia, el sentimiento más íntimo de frustración expresado en deseos inalcanzables, en secretos inconfesables que sólo pueden desahogarse: “Espero que esto que les estoy diciendo no me pregunte nada. Solo quería como desahogarme” (Joven Km. 41). Las tragedias están relacionadas con muertes, suicidios, abandonos, maltratos, que impiden alcanzar la felicidad. El cuento de hadas, el o la joven perfectos, la familia perfecta que se echa a perder, que se sumerge en lo trágico. Aparece el intento de suicidio como estrategia extrema para enfrentar el conflicto, casi siempre intrafamiliar. No existen en las narraciones alusiones a suicidios consumados de otros jóvenes sino a lesiones autoinflingidas no mortales producidas por simulación, actos frustrados o parasucidio36 (Ramírez, 2006): “En esas volvió a pensar en un suicidio, como solución pensaba que tal vez con esa solución sus padres que iban a volver. Ella pensaba que de pronto con una catástrofe iban a volver a unir más lo intentó que por segunda vez, falló en la segunda y se intentó suicidar con algo que le afectó su salud más…” (Joven Km. 41). En la cita anterior se puede observar que el joven acude al intento de suicidio como una estrategia para resolver un conflicto familiar. Es evidente que representa, en muchos casos, un fracaso de los mecanismos útiles de adaptación del joven que no encuentra alternativas posibles excepto atentar contra su vida. Se acude a un acto auto agresivo en 36 El parasuicidio se refiere a cortarse las venas o producirse dolor a través de agresiones físicas que no ponen en riesgo la vida pero son lo suficientemente aparatosas para llamar la atención.

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el que se inhiben los impulsos agresivos del sujeto hacia los demás y se vierten hacia sí mismo (Pérez, 2005). Una joven escribió: “estaba tan desesperada que le pedí a una amiga que lo hiciera por mí pero ella me dijo que si era boba que me estaba pasando que si las cosas seguían mal que me fuera a vivir con ella” (Joven Km. 41). En ocasiones, los impulsos autoagresivos sirven como excusa para justificar los actos y en todos los casos nunca son los jóvenes responsables de dichos sucesos. Son, en cambio, la falta de atención de sus padres, la mala influencia de los amigos, la soledad. Los jóvenes piensan que la familia es causante de muchos de sus conflictos. La familia los expulsa, los arroja a situaciones indeseadas. El joven no se ve como responsable de lo que le sucede, es una víctima de sus padres, de su familia. Se presenta una posición heterónoma frente a la interpretación de las situaciones y en ocasiones, se acude a mecanismos primarios de defensa del yo como la manipulación y la victimización. También se observa en los relatos del Kilómetro 41 cómo los jóvenes acuden a la idealización de la vida, de la familia, del futuro, a la esperanza de alcanzar los sueños que son inalcanzables. La idealización es un mecanismo mental, consciente o inconsciente, por el cual un individuo sobrestima un atributo o aspecto admirado en otra persona. Se establece un círculo entre la idealización y la frustración. Un joven lo expresó así: “Nunca es tarde para alcanzar un sueño. Porque donde Robinson no se hubiera frustrado tanto por la muerte de su madre en este momento sería un gran aviador, quizá el mejor de Colombia, pero más vale tarde que nunca”.

4. Mediación comunitaria: lo colectivo prima sobre el sujeto y sobre lo público Para los jóvenes rurales del Kilómetro 41, el significado socio-político del conflicto está mediado comunitariamente. Los jóvenes atribuyen significado a los conflictos según su pertenencia a un grupo o institución social como la familia, la escuela, el barrio o su comunidad. Estos significados están relacionados con asuntos de conexión o separación. Las narraciones giran principalmente en torno a conflictos interpersonales en escenarios cotidianos y atribuyen causas y efectos a la conexión o la división entre las personas tales como: insultar, criticar a los demás, traicionar, defraudar, discrimininar e irrespetar. El asunto consiste en cómo estas afrentas retan las relaciones familiares y de amigos que se viven en su vida cotidiana. Estos jóvenes les dan prioridad a aquellos conflictos particulares vinculados con las relaciones con sus familias y con sus pares, sobre los conflictos asociados a las dinámicas sociales, y dentro de estos privilegian los del barrio o su vereda con respecto a los de la ciudad vecina o el país: “Hace aproximadamente unos 20 días tuve un pequeño roce con un compañero del transporte el cual no le gustó mucho mi opinión acerca de lo que estaba pasando en el carro” (Joven Km. 41). En esta cita se aprecia lo dicho en cuanto la situación se refiere a un conflicto con un amigo que expresa una separación entre ellos en un contexto concreto (transporte), que al parecer es el espacio público más recurrido por los jóvenes del Kilómetro 41. El transporte es el momento y el espacio en el que se expresa el conflicto entre ellos como escenario público. Claramente, las condiciones sociales de las familias determinan el contexto en el cual se presentan los conflictos que estos jóvenes priorizan, la mirada que el adulto hace de esos conflictos y la interpretación del joven de la discriminación o la incomprensión. El lente 57


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de reflexión es la relación interpersonal y por ello los desencuentros en sus familias se conectan con las contradicciones con los amigos y compañeros del colegio y se analizan bajo la causalidad de la falta de diálogo como factor determinante de sus conflictos. Si el lente es la relación interpersonal, la causa se encuentra en la dinámica de esa relación y la solución también. Esto representa una mirada idiocéntrica o centrada en la relación, y muestra un repliegue del sujeto sobre sí mismo y su grupo de pertenencia. Una expresión de conflicto relacionado con la conexión o separación en las relaciones interpersonales de los jóvenes se encontró en la siguiente experiencia: Algunos compañeros y yo empezamos a agredirlo verbalmente porque él estaba de parte de la profesora y no de nosotros. Porque un grupo siempre está unido para afrontar los problemas que nos incomodan, pero el no pensó lo mismo y por eso nuestra amistad se vino al suelo (Joven Km. 41). La cita muestra la necesidad de asociación para enfrentar los conflictos frente a las relaciones de poder, como en el caso de la profesora. Es inadmisible para el joven que su compañero esté de parte de la profesora y no del grupo de pares. Esto es tácitamente una violación al espíritu de cuerpo, a la ley instaurada de: “todos para uno y uno para todos”, guión social útil para la sobrevivencia. Existe una dirección hacia los otros actores con fines utilitaristas, de beneficio particular y grupal. Un desplazamiento hacia los otros en busca de una identidad que proteja al sujeto y en algún sentido que lo esconda, que lo mimetice, pero no una construcción de alteridad. Barbero plantea que “frente a la elite que habita el espacio atemporal de las redes y los flujos globales, las mayorías en nuestros países habitan aún el espacio/tiempo local de sus culturas, y frente a la lógica del poder global se refugian en la lógica del poder comunal” (2004, p. 35). Además de la alusión a conflictos de conexión-separación se encontró que en temas de dinámicas más abstractas, los agentes y las fuerzas que violan esas dinámicas se asocian a asuntos más sociales que políticos como: desequilibrio social, desigualdad, discriminación, exclusión y corrupción. La desigualdad para un joven tiene que ver con “algunas personas quieren ser mas que otras y no les importa pisotearlas”, y para otro la discriminación se representa así: “Mi papá dice que mi presentación es de gamín. Mi mamá dice que eso solo lo hacen los satánicos. Mis hermanos dicen que así como me visto no se viste un hombre sino una gamba”. Esta es la expresión del señalamiento, la estigmatización y los prejuicios sociales vividos en una situación familiar. Un joven describe así a su sociedad: “qué es un gran caos que conduce a un desequilibrio social y personal ya que afecta moralmente a las personas”. El agente que viola la dinámica social es la sociedad y los efectos se notan en las personas. También el agente que viola puede ser el gobierno, la política del gobierno, lo que tiene efectos directos sobre los jóvenes y sus condiciones materiales y mentales de existencia: “Falta de interés del gobierno hacia los jóvenes, se viven conflictos por culpa de la tasa de desempleo tan alta que hay, la falta de dinero y por esto también hay suicidios, falta de oportunidades. Aislamiento” (Joven Km. 41). Como puede observarse, los jóvenes rurales están imbuidos dentro de sus relaciones familiares, lo que les impide tanto hacer alusión al sujeto, como a lo público, incluso en temas tan políticos como la desigualdad, la discriminación, el desempleo, la inequidad y la exclusión. Pareciera que los nexos personales de estos jóvenes son inmodificables aún 58


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simbólicamente y les cuesta ubicarse en una perspectiva diferente a la del rol familiar o de vecindad. ¿Cómo se piensan como ciudadanos, como colombianos, como habitantes del mundo, como seres humanos, más allá de su familia, de sus amigos, de su vecindad? Cuestionan las relaciones, el abuso, el maltrato según sus vivencias, sus experiencias, y no incluyen explicaciones históricas o de causas más generales. En ocasiones, develan procesos de resistencia frente a situaciones de abuso, pero no hay una defensa de lo público sino de lo colectivo. Un buen ejemplo está dado en la frase “Falta de comunicación y respeto entre la comunidad”, en la cual se puede apreciar cómo el joven percibe que el Alcalde es autónomo, independiente y posee el control y el poder mientras que la comunidad depende del Alcalde y de sus funcionarios. A pesar de que la comunidad se da cuenta y reacciona a ciertas irregularidades, como que se les oculte información y se privilegien los intereses particulares de los funcionarios (“unos cuantos de la comunidad se enojaron y lo comenzaron a insultar muy feamente. Y todos estaban muy mal pero bravos con el”), no existe una crítica de la comunidad ni del narrador a las prácticas clientelistas del Alcalde (repartir mercados) ni a las prácticas corruptas del funcionario (privilegiar intereses particulares). Finalmente, la comunidad reacciona pero su reclamo se refiere a “el mercado para cada quien”, no se hace un reclamo de lo público, y sigue centrada en el interés personal. Al final de la narración, el joven propone ayudar al funcionario corrupto para que no salga perjudicado. El alcalde es el héroe, el funcionario es el alter ego del alcalde y todo es la cultura, no hay un concepto de lo público. El narrador es un testigo, en un tiempo circular, en un tiempo mítico. Algunos jóvenes del Kilómetro 41 escribieron narrativas que intentan superar los patrones estereotipados de la cultura y hacer una defensa de una posición individual. Son narraciones en las cuales los jóvenes toman el control, tales como prevenir el conflicto y discutir sobre el conflicto, en términos de la acción colectiva para conseguir su libertad o empoderamiento. En la lucha cotidiana que el joven establece para el logro de su autonomía, se evidencia la intención de tomar el control en sus propias manos. La defensa del individuo está por encima de los patrones estereotipados de su cultura: “Yo soy yo y no más” (Joven Km. 41). Existe una relación de poder y control entre el joven y su familia basada en la coacción de sus gustos estéticos. La familia cumple el rol de agente regulador de los gustos estéticos a-normales del joven. Para la familia, los jóvenes no se visten como deberían, tienen gustos propios de mujeres, son satánicos, ladrones, homosexuales, es decir, el joven no responde a las expectativas de la familia y de la cultura, se percibe como un ser desviado: Yo soy una persona que me gusta vestir a lo bien con ropa Súper ancha, también me gusta el cabello largo, pero mi papá no me deja porque el dice que el cabello largo es solo para las mujeres y el dice que mi porte mi presentación es de gamín. También me gusta mucho pintarme las uñas de negro, pero mi mamá dice que eso solo lo hacen los satánicos y mis hermanos me dicen que me vista como ellos porque así como me visto no se viste un hombre sino una gamba como dicen muchos. También tengo dos pirsis en mi cuerpo uno en el labio inferior y el otro en una tetilla, a mi papá tampoco le gusta esto porque el dice o la mayoría dicen que (quien-es) se hace(n) romper cualquier parte de su cuerpo se hace(n) romper el… Lo dejo como un punto suspensivo (Joven Km. 41).

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Al final del relato, el joven expresa que conserva sus gustos a pesar de lo que piense su familia, intenta asumir el control sobre su vida y defender sus propias decisiones. El joven hace una defensa del individuo por encima de los estereotipos culturales, de la persona por encima de su familia, de la diversidad y de la diferencia, de la alteridad, del reconocimiento del otro más allá de los estereotipos que muestran claramente la discriminación de género, religión, clase social y orientación sexual. Otra joven percibe cómo su carácter molesta a los demás: “Yo soy una persona, con mucha personalidad y a mis compañeros (as) les molesta mucho” (Joven Km. 41). Posiblemente, tener personalidad es ser autónomo y tomar sus propias decisiones, no acogerse fácilmente al mandato del grupo y esto le causa inconvenientes. Otra joven expresa: “todos nos merecemos respeto sea como sea la persona”. Es un reclamo por el reconocimiento como seres diferentes que valen por lo que son, no por lo que tienen: “vale lo que uno lleva por dentro. No nos basemos en el vestir sino en los sentimientos verdaderos”. Ésta es una moraleja de una narrativa en la cual la joven expresa un ideal de reconocimiento más allá de las apariencias: el que no me conozca que no me juzgue (Joven Km. 41).

5. Explicar el conflicto: naturalización, determinismo y tradición Frecuentemente, los significados del conflicto son expresados por los jóvenes como valores, símbolos culturales o moralejas de una historia. Posiblemente, por la naturaleza simbólica de tales descripciones, ellas son menos frecuentes que las demás dimensiones del sentido del conflicto e incluyen declaraciones explícitamente interpretativas, metafóricas y morales. Se identifican tendencias desde la dependencia hasta la autodeterminación, desde la fatalidad hasta lo teleológico, desde la naturalización hasta la satanización. En los relatos de los jóvenes participantes del Kilómetro 41 se encontraron alusiones a la naturalización del conflicto, vista desde diferentes perspectivas. Una de ellas es entender el conflicto como algo inherente a la existencia humana. Un joven rural afirmó: “el conflicto es algo que siempre ha existido en toda la historia de la humanidad”, se entiende como algo normal, que ha estado presente y que es necesario en la vida humana. Algunos jóvenes le atribuyen al conflicto una implicación directa con la vida cotidiana al considerarlo como una tensión constante que dinamiza la vida diaria y no necesariamente vulnera. Es también natural el conflicto porque implica cambio, lo que también es una característica permanente de la vida del ser humano. Los jóvenes participantes de la investigación expresan que el conflicto es natural a la vida humana, porque es un mandato divino, que hay que aceptar. Una joven rural afirmó: “todo ser humano tenemos derecho a equivocarnos y saber llevar los problemas porque Dios nos pone muchas pruebas”. En la frase anterior puede apreciarse el concepto del conflicto como mandato divino, creencia determinista, religiosa, propia de culturas tradicionales, puede expresar una sabiduría que ha sido transmitida de generación en generación y que es retomada por los jóvenes en su vida cotidiana. Se asume la posibilidad de errar del ser humano como hijo imperfecto de Dios y al conflicto como una prueba en el camino de perfeccionamiento del ser humano hacia la imitación de Dios y un obstáculo que se debe superar en la búsqueda del paraíso que representa la felicidad eterna. También la solución del conflicto le corresponde a Dios: “Gracias a Dios ellos pudieron darse cuenta de que la violencia solo genera más violencia y cada uno por su lado….”, y 60


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por ello hay que agradecer a Dios, está en sus manos y no en las humanas solucionar los conflictos que los aquejan. Los jóvenes se apoyan en una visión doctrinal, que se traduce en una fuerte creencia religiosa en la que encuentran refugio y protección frente a las amenazas a las que los exponen sus vidas cotidianas. Giddens (1991, p. 143) afirma que la tradición tiene una función clave en la articulación de la acción y los marcos ontológicos: “la tradición ofrece un medio organizador de la vida social ajustado específicamente a los preceptos ontológicos”. Es decir, la tradición ordena el tiempo: el pasado, el presente y el futuro se organizan alrededor de alternativas de acción probables que están ya determinadas y sobre las cuales el sujeto no debe tomar decisiones. Para los jóvenes rurales, se crea un sentimiento, un pensamiento y una moralidad, de solidez de las cosas, de seguridad: el mundo es como debe ser, el mundo es como los padres han dicho que es, el mundo es como Dios quiere que sea. Las explicaciones deterministas no acuden solamente a Dios sino también al destino (futuro parcialmente fijado), expresado en “para morir nacimos” (Joven Km. 41). Se expresa una sentencia ontológica que define la naturaleza humana, y sirve al propósito de justificar los actos humanos, todo vale porque la muerte es inminente. También el destino actúa por sí mismo y los humanos están sujetos a él, se depende del destino, visión mítica, que produce resignación, externalidad e impotencia: “En el destino nunca se sabe, a veces se pierde a veces se gana” (Joven Km. 41). El sino del joven y de su mundo, la dirección que su vida deberá tomar está dada por el destino, por lo que se guarda para él en el futuro. Esta externalidad se evidencia también en la perspectiva mágica de la solución de los conflictos. Un joven escribió: “el tiempo ayuda a olvidar el daño”. Es un aplazamiento, una creencia en la cual el tiempo todo lo sana. Pero no solamente el tiempo, también un héroe. El conflicto puede ser creado y solucionado por héroes de carne y hueso, salvadores y Mesías de la humanidad. Se encontró una narrativa de una joven rural que no dista mucho del cuento de hadas de La Cenicienta, con la diferencia de que es el príncipe el que transforma a los otros con su bondad más que con su riqueza: Una hija era humilde y hermosa, la cual hablaba con las personas pobres y se relacionaba con ellos fácilmente, por lo cual las otras dos hermanas la hicieron a un lado. Un día llegó un hombre todavía más rico que se enamoró al instante de esta bella mujer. Y al instante se gana el amor de todas las personas que lo rodeaba ya que era un hombre muy bueno y comprendía su forma de vivir. La familia de la muchacha lo aceptaron finalmente después de tanta lucha. Pero él les puso de condición que compartía todos sus bienes si ellos cambiaban su forma de ser con los demás, ya que estos solo les interesaba el dinero. Pues ellos con su hipocresía empezaron a relacionarse con la gente, y poco a poco se dieron cuenta que ellos también eran personas que necesitaban no solo riqueza sino que necesitaban mucho amor que es lo que llena como personas. Y entendieron también que estas personas sentían como ellos. Y que todo no se solucionaba a golpes (pues todos compartieron que fueron y fueron tan felices, todos compartiendo, no habían ricos ni pobres) y la alegría fluía dentro de sus corazones. Vale lo que uno lleva por dentro. No nos basemos en el vestir sino en los sentimientos verdaderos… (Joven Km. 41). Se puede leer en la narración que una “familia rica que humillaba a los pobres”, se ve transformada por una de sus hijas que era “humilde y hermosa” y un hombre rico que se enamora de ella. Muestra la narrativa el ideal que la joven tiene de la superación de la lucha de clases, como conflicto social, expresado en un evento cultural como lo es un cuento de hadas. 61


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En este cuento, el mensaje que se transmite es el de que la lucha contra las dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana, pero si la persona no huye, sino que se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos, alzándose al fin victoriosa. El poder de la protagonista se encuentra en su humildad y el del protagonista en su bondad. El cuento de hadas plantea un problema existencial, de modo breve y conciso, simplifica la situación. El mal está omnipresente al igual que la bondad, toman cuerpo y vida en personajes y acciones, del mismo modo que están omnipresentes en la vida real. Esta dualidad plantea un problema moral y exige una dura batalla para poder resolverlo. Tanto las nociones del conflicto como mandato divino, como producto del destino o como asunto de héroes, son externas, ajenas e inalcanzables. Es una externalidad que no permite asumir responsabilidades sobre las causas y tampoco acciones sobre las soluciones. El ser humano está determinado por su tradición, por su pasado, por sus instituciones religiosas, por un espíritu de comunidad y de época más que por sí mismo, por sus decisiones racionales, por su voluntad o por su capacidad. Otros jóvenes del Kilómetro 41 intentan explicar las causas del conflicto, y hacen énfasis en el sujeto, es decir, en que es el individuo el responsable de sus causas y su solución. Una joven rural lo plantea así: “uno es quien asume sus propios problemas, en parte uno mismo los crea y no somos consientes de que si uno los crea, uno mismo se debe hacer responsable de ellos y no involucrar a los demás en lo que nosotros nos hemos involucrado”. Contraria a la posición de externalidad, se subraya la preeminencia del sujeto y de sus capacidades para solucionar los conflictos, en ocasiones bajo un marco de juvenilización, es decir, bajo la creencia de que el joven tiene más fuerza y capacidad que otras personas: “… creo que cada quien tiene la fuerza y la capacidad de superarse, salir adelante y no dejarse abrumar por los problemas, sobre todo los jóvenes que tenemos tanta fuerza y capacidades” (Joven Km. 41). Esto puede conducir a la defensa extrema del individualismo, “no meterse en la vida del otro: que no me metiera en su vida que solucionara mis propios problemas ya que el no era capas con los suyos”. Se percibe también en algunos jóvenes una orientación al raciocinio, es decir, hay jóvenes que reconocen que el conflicto surge cuando se actúa sin pensar, sin reflexionar. Lo práctico está por encima de lo racional. “Cuando la alumna ’entiende’, quiere decir tal vez razona, hicieron las paces”. O el conflicto sucede porque no se hace un análisis reflexivo de las relaciones cotidianas, el joven reflexiona que se acude a las vías de hecho antes que a acciones razonadas: “Se dejan llevar por lo primero que uno piensa y reacciona y ahí se cierra, ahí quedan, firmes, se cierran en ese cuento. Son egoístas” (Joven Km. 41). Sujeto racional no significa proclividad a la búsqueda de beneficios netamente racionales, pues la actitud racional puede entenderse como la optimización de unos medios para el logro de unos fines, inquiere necesariamente sobre los instrumentos y los objetivos teleológicos, subjetivos e intersubjetivos de la acción humana (Urán, 2001).

6. Afrontamiento individual del conflicto Se refiere a la capacidad de los jóvenes para hacer frente al conflicto, a las estrategias que usan, que muestran posiciones más individuales que colectivas, desde la inacción a la acción y desde acciones más individuales (hago para mí) a posiciones individuales que

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tienen que ver con otros (hago para mí y también para los otros o hago solamente para los otros). Está estrechamente vinculado con la explicación que hacen del conflicto. La inacción se presenta desde diferentes ópticas: dejar pasar el tiempo, “el tiempo ayuda a olvidar el daño”, el mesianismo (el héroe o Dios salvará) y la visión mágica o romántica de la solución de los conflictos. Estas inacciones son producto de interpretaciones externas al joven, heterónomas que no permiten asimilar los conflictos como propios y las posibilidades de acción de los jóvenes. Representan marcos de interpretación externos, que pueden fundamentarse en el destino. Se presenta una actitud que acepta el curso de los acontecimientos, porque existe una esperanza de desarrollo del conflicto que está en manos del tiempo, de Dios, del héroe o de la magia. En todo caso es un tiempo mítico. Existe otro rango de acciones estratégicas individuales: a) Evadir – Ignorar: “lo peor del caso es que siguen juntos como si no hubiera pasado nada” b) Esconderse: ante la intolerancia, los jóvenes deciden actuar en forma secreta o aislarse socialmente, crear un propio mundo: “en el que solo vive la música, la gente que me quiere y yo” c) Huir: “él logró escapar duró unos días sin ir a su casa” (Joven Km. 41), “Asi que para ella la mejor salida posible fue la de huir”. d) Vigilar: la vigilancia es una estrategia que usan los jóvenes, vigilancia cotidiana, permanente, que siempre puede ser insuficiente porque los riesgos son muchos, entonces como escribió un joven hay que “estar más atento, mirar bien cada paso”. Pero no solamente los propios sino también los de los otros, hay que estar atentos a lo que los otros hacen, a lo que piensan hacer, a lo que no hacen. Mirar bien cada paso significa calcular el comportamiento, calcular las relaciones y por lo tanto, controlar. La vigilancia es control de sí mismo, de las situaciones y de los otros. Por esto, nunca es suficiente porque en ocasiones no se puede controlar todo lo que sucede. Vigilancia es cautela, precaución, prevención. Un joven dijo: “Hay que ser cauteloso en las relaciones que se entablan, porque pueden ser peligrosas, porque pueden traer consecuencias indeseables”. Como se veía anteriormente, los conflictos se dan en las relaciones cotidianas, entre vecinos, hijos y padres, parejas, compañeros del colegio y en cada situación se expresa de una manera individual (golpeando, huyendo, aguantando, ignorando). No hay una forma dialógica de expresar el conflicto. Es la ley de la selva o como afirmó un joven: “sálvese quien pueda”. Cada uno hace lo que puede, y generalmente lo que puede es la acción individual frente a los conflictos sin mediación de la comunicación. Los jóvenes presentan acciones individuales que permanecen, como acciones aisladas, ubicadas en el plano de la reacción y no en el de la acción que finalmente no resuelven el conflicto. Otros jóvenes muestran acciones que se acercan a los otros, que los involucran pero que están lejos de ser públicas, de responder a un interés público, tal vez al interés del colectivo pero que se realizan en solitario, de forma individual y aislada. Estas acciones se refieren a la censura, la indignación, la indulgencia y la denuncia. En la censura, algunos jóvenes observan las realidades de sus vecinos y hacen una crítica a la excesiva tolerancia con los actos violentos, este testimonio es un ejemplo de ello: 63


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La situación de conflicto mas común es la violecia intra-familiar: mis vecinos una pareja bastante conflictiva, yo pienso que se debe al grado de alcoholismo que presentan ellos anteriormente peleaban con muchísima mas constancia que ahora. La señora ya de edad ha estado internada varias veces en la clínica por las agresiones de su marido el señor en medio de la borrachera le ha causado agresiones que la han tenido a punto de morir, en una ocasión le corto un brazo que estuvieron a punto de amputarle y en otra ocasión le corto la parte superior de la cabeza por lo cual estuvo hospitalizada un mes y lo peor del caso es que siguen juntos como si no hubiera pasado nada (Joven Km. 41). En la censura, el joven comienza a preocuparse por lo que le sucede a los otros y no solamente por su propia realidad. Igualmente la indignación, muestra una posición orientada hacia los otros, indignación ante la vulneración de los derechos de un niño, como lo muestra la siguiente narración titulada por la joven como “niña víctima de la ignorancia”: El caso que voy a contar, se trata de una niña de 10 años que es tratada como una mujer que hace los oficios de la casa. Pues su madre aún es muy joven, creo que ella debería entender que es una niña, que necesita jugar, divertirse con sus amigos. Pero el caso de esto es que su madre no lo ve así, pues la niña tiene una hermanita de dos años la cual tiene que cuidar cuando su madre no está y además de eso la niña hace los oficios del hogar y cuando ella desea jugar no la deja y le saca cualquier excusa para no dejarla. Para mi esa situación es desagradable porque yo fui una niña y personalmente a mí me gustaba jugar, divertirme y cuando de pronto por x o y motivo no me dejaban me ponía triste. Por eso me pongo en el lugar de esa niña y yo se que es muy horrible y que le están violando el derecho a la recreación y a libre desarrollo de la personalidad. La niña en estos momentos pues esta es una edad que no entiende muchas cosas de la vida, pero temo que ella más adelante cuando forme su hogar se verá afectada y aunque no es confirmado puede llegar a hacer lo mismo con sus hijos o eso se volverá un problema en cuanto a la comunicación con los demás. (Joven Km. 41) Cuando la joven escribe en primera persona “yo fui una niña y a mí personalmente me gustaba jugar”, indica que se pone en el lugar de la niña y además también intenta comprender a los padres: “su madre aún es muy joven”. En la narrativa, se expresa una mirada que abarca la complejidad de la situación, reflexiona, analiza sobre el conflicto, sobre sus causas y sus consecuencias. Es una observadora compasiva del sufrimiento ajeno. Igualmente, en el siguiente relato se encuentra una acción de una joven que muestra indulgencia: una joven se identifica con su hermano agresor y pretende su redención, es una expresión de alteridad y dignidad como puede leerse: He… pasa de que en mi casa mi hermano es uno de los que siempre quiere solucionar cualquier problema con golpes así sea muy diminuto sea en casa o en otros sitios. Y pues yo me pongo hablar con él y es que definitivamente con él no se puede porque también resulta peleando conmigo. A la vez es muy brusco como en la parte de que no lo sabe tratar a uno y a los que lo rodean y yo lo único que digo que todos nos merecemos respeto sea como sea la persona. Aunque yo a veces en mi casa lo he notado que esta tratando de cambiar pero a la vez cuando lo está tratando de hacer a la vez vuelve a lo mismo y lo único que yo le digo es que esa no es la actitud que el debería tomar que ya está muy grandecito para que actúe así. Pues esto era lo que yo hace muchos días quería decir y a la vez desahogarme y como dice la frase uno nunca debe solucionar los problemas con golpes pues por eso está el diálogo y muchas personas les dan la espalda al diálogo y no es así (Joven Km. 41). 64


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Las acciones de la joven consisten en hablar con el hermano, intentar que entre en razón con argumentos como: “todos nos merecemos respeto sea como sea la persona”. Se pone en el lugar de él, respeta el esfuerzo que hace, lo censura, lo aconseja y finalmente cuando se le pregunta qué cree que pasaría en un año, responde: Pues la solución que yo daría a esta frase y al texto es que durante un año pues creo que todavía estoy en mi casa. Y mi hermano entre más días en vez de cambiar antes está un poquito más problemático. Yo diría que es como todo. Que tiene días que cambia pero hay otros días que no se lo aguanta ni mi mamá. Pues yo quisiera darle una buena solución pero es que con él no se puede o yo diría que sí pero es que él no pone de parte de sus capacidades. Aunque hay ocasiones que yo quisiera irme de mi casa porque el me trata muy mal, me golpea. Pero yo tampoco me dejo. En ocasiones también pienso que yo no debo hacer lo que él diga o haga, yo soy yo y no más y voy a salir adelante para ayudar a mis padres. Pero voy a luchar por buscarle una buena solución a lo de el sea como sea porque todo tiene solución (Joven Km. 41). Expresa una mirada hacia adelante y expresa también el defenderse –no aguantar– luchar por salir adelante ella misma, ayudar a su hermano y ayudar a sus padres. Finalmente, se encuentra una acción prospectiva juvenil, en la narrativa de un joven que hace una denuncia sobre irregularidades de funcionarios corruptos en su comunidad. Como sub-texto, aparece que el joven asume la comunidad como veedora de sus derechos y el joven como vocero de la comunidad ante la sociedad. Se percibe una actitud de vigilancia hacia el cumplimiento de los derechos: “No dejar solos a los corruptos, estar más atento, mirar bien cada paso” (Joven Km. 41). Otra joven escribió: “si todos ponemos de nuestra parte somos capaces de hacer un magnifico trabajo” (Joven Km. 41).

7. El joven visto como problema Este aspecto muestra la reproducción que los jóvenes hacen del estereotipo social que asocia al joven con la delincuencia. En las narraciones se encuentran nociones de ser joven agresor, delincuente y violento: “Se vuelven agresivos (los jóvenes) y cometen muchos errores que les puede perjudicar su estilo de vida, explotan con facilidad, su agresividad puede ser con palabras o bruscamente” (Joven Km. 41). Según el estado del arte de la investigación en jóvenes en Colombia (Colombia Joven, 2004), la noción de joven peligroso ha señalado principalmente a los jóvenes de sectores populares como los responsables de la violencia, la inseguridad ciudadana y el desorden social. Son estereotipados como desviados y delincuentes, que ponen en riesgo a sus comunidades. Se cree que están en crisis por la falta de oportunidades, las carencias materiales, el desempleo, la deserción escolar y la falta de seguridad social. Este discurso aparentemente ha sido interiorizado por algunos jóvenes rurales que ven en sus coetáneos un riesgo social. Otra noción relacionada con ser problema es la de vulnerabilidad, entendida como el joven en riesgo, porque se deja llevar del consumo, de los amigos, de las circunstancias, de las emociones. Y esta influencia externa no encuentra en el joven un control interno, lo que lo pone en contacto con situaciones arriesgadas y a él mismo como potencialmente peligroso para sí mismo y para los demás. Por tanto, el joven se convierte en problema, porque es vulnerable a las influencias externas: “las malas compañias llevan a que los

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jovenes hagan muchas locuras o se metan muy frecuentemente en problemas porque nos dejamos influenciar con mucha facilidad” (Joven Km. 41). Este dejarse llevar pone al joven como víctima de la incomprensión de sus padres, de los conflictos intrafamiliares o de las decisiones que toman sus amigos. En el siguiente relato se puede observar el primer caso: “Los conflictos de los jóvenes es la poca atención que les brindan sus padres, esto conlleva a que muchos de ellos se metan a las drogas. Otro es la discriminacion de otros por su raza o estrato” (Joven Km. 41). También como consecuencia de la noción de ser joven –ser problema, ser vulnerable, ser víctima–, se desprende la del joven que no puede ser responsabilizado de sus actos pues son movilizados por otros, no por él mismo. Los otros son los vicios, las malas compañías, el licor, la marihuana, el joven es aparentemente sujeto manipulable y no puede responder de forma autónoma a esta situación. Algunas narraciones de los jóvenes hacen alusión al consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, y en general, la interpretación que hacen coincide en que los jóvenes son “llevados” al consumo por los problemas familiares, por las “malas compañías”, como una alternativa de escapar, incluso un joven titula su narrativa “Otra víctima más de las drogas”. Se ha planteado (Colombia Joven, 2004) que la imagen del joven como sujeto peligroso se instituyó en Colombia a partir de la visibilización de jóvenes actores de fenómenos violentos de ciudades, bandas, pandillas y parches, e irrumpe la imagen del sicario causando alarma en el escenario público y en los medios de comunicación. También, las agrupaciones de jóvenes con propósitos de reconocimiento y búsqueda de identidad como las barras de aficionados al fútbol o los grupos de rap son valoradas negativamente por la sociedad y en algunos casos, por los mismos jóvenes. La imagen del joven violento hace que la preocupación de la sociedad colombiana frente a la juventud se dirija hacia la represión de este fenómeno y su prevención. En las zonas rurales, también se ha considerado a la juventud como generadora de caos y proclive a los comportamientos ilícitos a partir de la falta de oportunidades sociales. Se explica que ante la situación de inestabilidad social y económica, los jóvenes se convierten en agentes propiciadores de conflicto y violencia. En cuanto a la vulnerabilidad, se ha reiterado la idea de la juventud como un proceso que por sus características deja al individuo en riesgo de tornarse peligroso. Es decir, el joven no tiene capacidad para tomar decisiones por él mismo, lo cual lo hace influenciable y peligroso. Así, en muchos casos se alimentan imágenes del joven como un ser en riesgo, indefenso, potencialmente peligroso, ignorante y desarticulado de la vida social, política y económica del país.

8. Ser joven en el Kilómetro 41 Ser joven en el contexto social del Km. 41, en este tiempo y en este espacio, significa para ellos reconocer la influencia que tiene su vida familiar y social y la lucha que establecen para obtener el reconocimiento de las personas cercanas. En relación con el primer aspecto, una joven escribió: “Soy una niña un poco desubicada a veces en mi casa con todos los problemas, discusiones, casi todo lo que sucede a mi alrededor me afecta demasiado” (Joven Km. 41).

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Muchos de los relatos escritos por los jóvenes muestran su lucha por el reconocimiento de su familia, de sus amigos, de su círculo más cercano: “Los conflictos de los jóvenes se dan cuando no son escuchados, cuando en sus hogares son rechazados por sus padres” (Joven Km. 41). Se escuchan voces que surgen de la discriminación o la estigmatización. En una narración, el joven muestra cómo los padres y hermanos lo ven como homosexual, satánico, gamín, debido a comportamientos normales de la juventud relacionados con gustos estéticos. Al final del relato el joven expresa: Me gustaría que mi familia me apoyara mi personalidad y me dejaran hacer lo que yo quisiera, ya que es algo que me gusta, también me gustaría que así como yo soy también fueran mis hermanos para así no sentirme discriminado por ellos. Pero como digo siempre, que más hago si a ellos no les gusta a mi sí, creo que es mi realidad y nadie me la podrá cambiar (Joven Km. 41). En la lucha por el reconocimiento, el joven desea hacer lo que quiere y a su vez pretende que sus hermanos sean como él, lo que contradice el derecho a la libre expresión de la personalidad que defiende. Existe un conflicto entre identidad y alteridad. El reconocimiento de la fragmentación de la identidad y la alteridad es explicado por algunos como el resultado de la erosión en la vida concreta contemporánea de los fundamentos sociales que sustentaban dichas concepciones (Gergen, 2006). Así el joven del Kilómetro 41 esté en un marco comunitario en el cual la tradición permite ver la realidad particular impuesta, como la mejor, como la natural y como algo inevitable, para que los jóvenes retengan dicha realidad, el carácter de legitimidad establecida debe sostenerse, y al parecer se empiezan a notar fracturas en dicha legitimidad. El joven defiende el derecho a ser lo que quiere, a cambiar así sea en contra de lo que se le dicta, como indeseado, inmoral, absurdo y por tanto peligroso. Según Gergen (1998), más allá de un conflicto entre el cambio y la tradición, se plantea una convivencia conflictiva de versiones de realidad entre normas y modelos hegemónicos y alternativos en una permanente tensión y puja por ocupar el centro del poder.

Conclusiones El Kilómetro 41 es una vereda del municipio de Manizales que muestra las condiciones de pobreza y olvido del Estado a las que están sometidas la mayor parte de las poblaciones rurales de Colombia. El Kilómetro 41, por no ser zona cafetera, no puede acceder tampoco a los beneficios que, por ejemplo, el Comité de Cafeteros aporta a la zona rural en el Eje Cafetero y otras zonas productoras del grano en el país, lo que agudiza la situación con respecto a otras zonas rurales del Departamento. En contextos de pobreza, desigualdad y exclusión, los jóvenes deben ocuparse de la consecución de recursos económicos para su sostenimiento y el de sus familias. No existe la juventud como moratoria social, es decir, como tiempo de preparación para vincularse a la vida productiva cuando se es adulto. Si bien, los jóvenes que participaron en la investigación cursaban décimo y undécimo grados, y con mucha probabilidad van a adquirir el título de Bachilleres Académicos (lo cual no es lo común en su comunidad); lo que les espera, apenas terminen la educación secundaria, es vincularse a los mismos oficios que desempeñan sus padres sin estar necesariamente capacitados para ello, porque el bachillerato es académico y no provee formación técnica. Algunos de los hombres aspiran vincularse a grupos armados legales o ilegales37, otros a migrar a las 37 Esta información se obtuvo de la investigación: Rojas, C. (2007). Juventud, movilidad social y migración: La garrucha, Filadelfia y Roisucio (Caldas). Manizales: Fundación FESCO y Fundación Bernard van Leer.

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ciudades cercanas como Manizales o Medellín y buscar empleo en oficios varios de baja remuneración y algunas de las mujeres se ocuparán en oficios domésticos, ya sea en su propia familia o en las fincas cercanas. Las posibilidades de continuar los estudios, sean éstos técnicos o universitarios, son mínimas. Esto interroga el impacto que la educación secundaria tiene en la vida laboral y productiva del joven, el capital cultural que pueden construir a partir de su vinculación al sector educativo y la manera como esta vinculación puede transformar su vida en comparación con la de generaciones anteriores. Es posible que esta situación sea común a jóvenes urbanos marginales, mas se agrava por las condiciones precarias de acceso a recursos que viven los jóvenes de este sector en particular. Los jóvenes del Kilómetro 41 no encuentran oportunidades para el desarrollo de lo que quieren en sus vidas: estudiar, trabajar, progresar. La vereda se denomina por ellos mismos como “aburrilandia”, la tierra del aburrimiento, la tierra del olvido, lo que expresa el sentido de los jóvenes frente a su territorio, a su cotidianidad, a su cultura. Este sentido se expresa también como frustración, de las expectativas, de los sueños en contextos marcados por el abuso, en los cuales, en ocasiones, han fracasado los mecanismos útiles del joven para adaptarse a dichos contextos y en los que las instituciones muestran cierta incapacidad para alcanzar una supervivencia en aras del desarrollo del joven. Este sentido puede ser producto efectivamente de las condiciones materiales de existencia precarias de la zona rural, de las consecuencias de crecer en medio de relaciones marcadas por el abuso y la agresión física, pero también del significado que se ha tejido alrededor de lo rural como lo atrasado, lo premoderno, lo estático, lo aburrido. Pueden pensar los jóvenes del Kilómetro 41 que en la ciudad pasan cosas más interesantes, más emocionantes o más importantes si se quiere. La definición de lo rural es compleja, porque se ha definido con base en lo que no es urbano. Es importante redefinir lo rural y lo urbano, con el reconocimiento de la necesaria interdependencia y del decisivo papel del mundo rural en la vida de todos. La revalorización de lo rural debe partir del reconocimiento de su importancia para la economía, la sociedad, la política y la cultura. Vale la pena destacar, entre muchas otras, la contribución que todas las actividades rurales, no sólo agrícolas, podrían tener al crecimiento económico del país y al desarrollo sostenible. La contribución que en términos de convivencia y solidaridad podrían hacer algunas formas de relación de sociedades rurales y a partir de procesos políticos descentralizados, las posibilidades de desarrollar estructuras de poder local que se liberen de las viejas prácticas clientelistas, de nepotismo y corrupción. En la esfera cultural, la contribución es enorme: las prácticas, costumbres, artes, oficios, saberes, que ni siquiera son conocidos y mucho menos reconocidos. De esta manera los jóvenes rurales podrían construir el sentido de que la vida rural, el mundo rural, no es solamente aceptable sino deseable, que puede ser una alternativa de vida digna y constructiva, y en algunos casos mejor que la vida en la ciudad. Con respecto a los significados del conflicto para los jóvenes participantes, se puede afirmar que están mediados comunitariamente, es decir, hay preeminencia de lo colectivo, sobre el sujeto y sobre lo público. En otras palabras, el conflicto se significa, se simboliza en los contextos de relación cotidianos del joven, como la familia, la escuela y la vecindad. Tienen una importancia central las relaciones sociales cercanas al joven y se explica el conflicto a partir de concepciones tradicionales aprendidas en su cultura. En

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este sentido, desaparece casi por completo tanto el sujeto, en una perspectiva moderna, como lo público. Pareciera que los nexos personales de estos jóvenes son inmodificables aún simbólicamente y les cuesta ubicarse en una perspectiva diferente a la del rol familiar o de vecindad. ¿Cómo se piensan como ciudadanos, como colombianos, como habitantes del mundo, como seres humanos, más allá de su familia, de sus amigos, de su vecindad? Cuestionan las relaciones, el abuso, el maltrato, en ocasiones develan procesos de resistencia frente a situaciones de abuso, pero no hay una defensa de lo público sino de lo colectivo o del individuo en términos de su integridad física. Es decir, la resistencia se establece a través de la lucha, y ésta es la justicia misma, por lo que se constituyen precarios marcos éticos de regulación de los conflictos al interior de las relaciones que el joven establece y que interpreta en su mundo cercano. Producto de una perspectiva comunitaria tradicional, es la interpretación que hacen del conflicto como mandato divino, producto del destino o asunto de héroes: percepción externa, ajena, cotidiana, concreta e inalcanzable. Acudir a la tradición proporciona una forma de organización de la vida social, en el tiempo y en el espacio, las posibilidades de acción están dadas y no es necesario tomar decisiones. Esto aporta una seguridad ontológica: el mundo es como debe ser, el mundo es como los padres han dicho que es, el mundo es como Dios quiere que sea. En un marco comunitario, la tradición permite ver la realidad particular impuesta, como la mejor, como la natural y como algo inevitable; para que los jóvenes retengan dicha realidad, el carácter de legitimidad establecida debe sostenerse, y al parecer se empiezan a notar fracturas en dicha legitimidad. Algunos jóvenes empiezan a defender el derecho a ser lo que quieren, a cambiar así sea en contra de lo que se les dicta como indeseado, inmoral, absurdo y por tanto peligroso. Algunos jóvenes intentan explicar las causas del conflicto, haciendo énfasis en el sujeto. Puede que aún no se sostenga la noción de sujeto de derechos, pero sí de individuo que piensa y ve a los otros. Mostraron algunos jóvenes acciones que se acercan a los otros, que los involucran, pero que están lejos de ser públicas, de responder a un interés público, tal vez al interés de colectivo pero que se realizan en solitario, de forma individual y aislada, con acciones y disposiciones como la censura, la indignación, la indulgencia y la denuncia. Algunos jóvenes del Kilómetro 41, tal vez se encuentran en el conflicto entre cambio y tradición, (más que en versiones de realidad entre modelos hegemónicos y alternativos); se enfrentan a la pluralización de voces, prácticas y corporeidades que relativizan las relaciones e identidades antes vistas como fijas y universales. Entonces, en esta época, no es tan fácil como antes, establecer como diría Bajktin “la monología de la identidad”, no es tan fácil establecer la legitimidad de la tradición, porque es indispensable complementarla con la “dialogía de la alteridad”. Es decir, estos jóvenes se asoman a la irrupción del otro en su propia identidad, al deseo de crecer, en vez de permanecer estáticos. Ya no encuentran algunos jóvenes sentido en lo mismo que encontraban sus padres, necesitan reconocer las voces de sus ancestros, e introducir, en éstas, valores éticos y estéticos que les permitan transformar el sentido de su vida y la de su comunidad, encontrar el verdadero nombre de la vereda Kilómetro 41 y tener derecho a una vida digna, como jóvenes en la tierra que muchos han olvidado.

Lista de Referencias Alcaldía de Manizales. (2004). Sistema de Información Geográfica – SIO de la Secretaría de Planeación del Municipio de Manizales. Sin publicar. 69


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Significado del conflicto socio-político y cultural para jóvenes universitarios 38 Victoria Eugenia Pinilla39 Este capitulo tiene como propósito dar cuenta de los significados acerca del conflicto socio político y cultural colombiano que construyen un grupo de jóvenes universitarios del Departamento de Caldas, Colombia. Es una de seis investigaciones desarrolladas en el proyecto nacional “Narrativas de conflicto en contextos locales de Colombia”. Este documento presenta los hallazgos que emergieron de las Narrativas sobre el conflicto realizadas por los jóvenes, organizados en las categorías analíticas: significado del conflicto, noción de ser joven, mecanismos de protección social y el sentido político del conflicto.

Características del grupo de jóvenes El grupo de estudiantes universitarios participantes en esta investigación lo conformaron 12 jóvenes, cinco hombres y siete mujeres estudiantes de universidades privadas y públicas de la ciudad de Manizales, con edades entre los 20 y 26 años. Estos jóvenes provienen en su mayoría, de familias de status socioeconómico medio, algunos medio alto y otros medio bajo. Aunque su participación en la investigación fue voluntaria y al azar, la vida de estos jóvenes ha estado expuesta en diferente medida a la situación de conflicto socio-político que vive el país, sus experiencias vitales han sido marcadas por la huella del secuestro, la delincuencia común, los grupo armados al margen de la ley o la muerte. Los jóvenes universitarios de este grupo de trabajo, proceden de familias de estratos socio económicos medio-bajo y medio–alto, se sitúan en una clase media que les brinda las condiciones para acceder a diferentes posibilidades de educación y les garantiza opciones variables de acceso y a apropiación a bienes de consumo y servicios (Bourdieu 2000) . La vida de este grupo de jóvenes se suceden en medio de las discontinuidades e incertidumbres que los hace tener visiones de corto y mediano plazo frente a sus vidas, les preocupa su presente, y frente a su futuro en el contexto actual, tienen una visión 38 Este documento surge como producto de la investigación: Botero, Pinilla, Lugo, Calle, Ríos y Cols. (2007). Narrativas del conflicto socio-político y cultural desde las y los jóvenes en contextos locales de Colombia. Investigación realizada por el Centro de estudios avanzados en niñez y juventud de la Universidad de Manizales-CINDE; las facultades de Psicología, Comunicación social y periodismo, Ingeniería de Sistemas y Educación de la Universidad de Manizales; y la Fundación para el Desarrollo Integral de la Niñez, la Juventud y la Familia FESCO. Este proyecto contó con la asesoria permanente de la doctora Colette Daiute, docente del doctorado en Psicología del Desarrollo e investigadora del Centro de Postgrados de la Universidad de la Ciudad de New York, CUNY- Graduate Center of City University of New York. La doctora Daiute tiene una importante trayectoria en la investigación sobre desarrollo social, temas internacionales del desarrollo de los niños y los jóvenes, el conflicto juvenil y el desarrollo, específicamente en la perspectiva internacional de naciones en transición, así como en las perspectivas de los jóvenes sobre la injusticia y la violencia, y el análisis de narrativas como una estrategia para el estudio del desarrollo de los individuos en sociedad. La investigación realizada con el grupo de jóvenes universitarios, fue financiada por la Universidad de Manizales con el apoyo de la Facultad de Psicología y el grupo de investigación Cognición y Desarrollo Humano, línea de investigación en Juventud. Se contó con la participación de los estudiantes de pregrado como asistentes de investigación: Sandra González Adarve (Psicología – Universidad de Manizales) y Adriana Núñez Díaz (Psicología – Universidad de Manizales). 39 Documento elaborado por Victoria Eugenia Pinilla: Psicóloga, Magíster en Ciencias de la Educación Superior, Doctora en Ciencias Sociales Niñez y Juventud. Docente investigadora de la Universidad de Caldas y de la Universidad de Manizales.

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pesimista. Características estas, según los autores, propias de una época contemporánea sin certezas, centrada en el presente y en lo cotidiano (Maffesoli, 2005, Bauman, 2001, Beck, 1998, 2002; Giddens 2002). Así mismo las experiencias personales de estos universitarios han transcurrido en medio del conflicto socio-político colombiano, y a pesar de ser un grupo privilegiado por sus condiciones de vida, esto no los ha eximido de sentir cada vez más cerca sus consecuencias, en muchos de ellos el conflicto socio-político ha traspasado las fronteras y tocado sus vidas privadas. Las interpretaciones que hacen a partir de sus experiencias particulares los presenta como jóvenes que viven en condiciones materiales y sociales favorables, con opciones variables para adquirir lo que la sociedad de consumo ofrece y con posibilidades de optar por diversas alternativas en sus prácticas cotidianas. Son jóvenes que cuentan con un nivel de educación formal de élite, porque son pocos los jóvenes colombianos que pueden acceder a la educación superior40. De acuerdo con información tomada del Ministerio de Educación Nacional, la cobertura en educación superior para la población colombiana entre 18 y 24 años es de 16.2%, lo que contrasta con una deserción creciente, cuyo promedio para el primer semestre del 2005 se calculó en 13.4% (Ministerio de Educación nacional, 2006). El acceso restringido y el incremento de deserción señalan la baja cobertura de la educación universitaria colombiana y cuestiona respecto a los factores que dificultan la permanencia de los jóvenes en la educación superior. En este sentido este grupo de 12 jóvenes comparten: el vivir en condiciones materiales y sociales, relativamente estables y tener la oportunidad de acceder a formación universitaria que les permite adquirir conocimientos, desarrollar habilidades e impactar los procesos de reproducción social. Desde este marco más o menos común, cada uno de estos jóvenes constituye sus modos particulares de habitar el mundo, relacionarse con los otros y aportar a la construcción social en su vivencia de lo cotidiano.

Hallazgos jóvenes universitarios El análisis socio histórico de las narrativas elaboradas por los jóvenes participantes, permitió aproximarse al conocimiento y comprensión de sus realidades implicadas en el contexto del conflicto socio político colombiano. Las narrativas les dieron a los jóvenes la posibilidad de pintar con palabras sus vivencias, reflejar su realidad a través de relatos que reconstruyen experiencias particulares por medio de un proceso reflexivo, que llega al significado de lo sucedido o de lo vivido para quien lo narra. En este proceso la acción se significa manifestándose en el paisaje de la conciencia de los jóvenes (Bruner, 1991). La información recolectada se sistematizó a través de una matriz que favoreció el análisis a partir de las tramas narrativas y los hechos constitutivos de las historias, en un proceso dialógico de interacción entre los datos que emergen de las narrativas de los universitarios, la lectura analítica de la investigadora y el referente teórico del estudio, guiado por la búsqueda de comprensión de las diversas formas a través de las cuales los 40 Al respecto es importante considerar que el cubrimiento de educación superior en Colombia pasó del 13% en 1999 a el 33% en el 2008, y al 35.5% en el 2009, este aparente incremento es cuestionado por Luís Pérez (2009), exdirector del ICFES, al plantear que es un equivoco incluir en estas cifras a los estudiantes del SENA –Servicio Nacional de Aprendizaje- quienes reciben una formación para el trabajo y sus programas de formación no cuentan con la aprobación del Sistema Nacional de Información de Educación Superior-SNIES

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jóvenes universitarios le dan significado al conflicto que rodea sus vidas. Posteriormente este proceso de interacción se trascendió a partir de las interrelaciones con los significados emergentes de los demás grupos de jóvenes participantes en la investigación nacional, el análisis realizado por los investigadores dio origen a las dimensiones que representan los diversos significados emergentes de las narrativas de los jóvenes en cada una de las cuatro categorías de análisis: Significado del conflicto, sentido de ser joven, mecanismos de protección social y sentido político.

Significado del conflicto La investigación parte de la certeza de que el conflicto es una característica propia, constitutiva de la condición humana que se instituye en la coexistencia de tendencias contradictorias y tensiones que dinamizan la vida del ser humano. El conflicto expresa la diversidad de intereses, expectativas y problemáticas de los seres humanos que hacen evidentes actores colectivos con alguna estructura e influencia dispar, mientras manifiestan y defienden intereses parcialmente complementarios y opuestos (Bajoit, 1992). Así mismo el conflicto juvenil se configura como la lucha, la exclusión social y el abuso por y entre los jóvenes a partir de la edad en la que entran en la esfera pública, y hasta que son adultos económicamente independientes. Esos conflictos, incluyendo la participación de los niños en conflictos armados, las luchas y discriminación entre grupos sociales, la competencia por recursos en las calles, y los actos interpersonales de violencia cometidos por jóvenes están incluidos en conflictos locales, nacionales y en las relaciones internacionales. El conflicto juvenil es, entonces, no primariamente un problema de los jóvenes individualmente, de las culturas de sus familias, o de una etapa del desarrollo, sino un problema del desarrollo de la sociedad (Daiute, 2006). En Colombia el conflicto se ha nutrido de condiciones históricas, sociales y políticas del país, que han disminuido el potencial constructivo, dinámico y de acción, propios de esta característica constitutiva de lo humano, mientra se fortalece su dimensión violenta, destructiva y de eliminación del otro como lo mas representativo del conflicto socio político y cultural colombiano. En este contexto un grupo de universitarios hace visible el significado que la categoría conflicto tiene para ellos, expresado en tres dimensiones: física- material, político-social y psico-emotiva.

Conflicto es estar en riesgo y en peligro La dimensión físico-material hace referencia a las acciones y consecuencias físicas del conflicto que afectan a los jóvenes en la relación vida, supervivencia y muerte, y son vividas por los universitarios en el marco de lo individual y social. Desde lo social focalizan su mirada en la lucha y el enfrentamiento entre los individuos y en las tensiones y consecuencias que esto genera en lo colectivo y político. En las narrativas, los jóvenes reconocen como agentes productores de peligro a los grupos armados, delincuenciales y a la sociedad. Hay en los universitarios una fuerte percepción de riesgo localizado en las tensiones políticas y sociales que ocurren en su entorno inmediato y que crean condiciones de incertidumbre e inestabilidad. La situación política del país se describe por los jóvenes universitarios a partir de reconocer la crisis y deslegitimación de lo público y lo político, al señalar una ambición ciega de poder, la 74


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lucha por intereses particulares sobre los colectivos, las condiciones de inequidad que vive el país, los desacuerdos radicales y la indiferencia social frente a lo que ocurre en el entorno, así se configura para estos jóvenes un sentido del conflicto como estar en riesgo ante la amenaza externa y lo desconocido. “…en Colombia siempre existirá delincuencia, llámense guerrilla, paramilitares, siempre habrá algún tipo de delincuencia que secuestre, asesine, dado las problemáticas sociales, culturales, económicas, que vive un país como Colombia”. (Joven universitario reflexionando sobre el conflicto). La amenaza externa proviene no solamente de lo que políticamente ocurre en el país sino de las situaciones cotidianas que perciben en la calle, es para ellos una experiencia eminentemente urbana. Para los jóvenes universitarios, desde lo individual su percepción del conflicto se centra en la proximidad que pueden tener con situaciones intimidantes que los ponen en riesgo: “….me genera mucha inseguridad caminar sola por una calle sin estar constantemente observando por todos lados, evito salir sola o asistir a lugares que me generen peligro o riesgo de robo…” (Mujer joven, estudiante de universidad pública). En este sentido perciben las problemáticas sociales y culturales como generadoras de acciones de los otros con la potencialidad de afectar su integridad física, particular y la de las personas cercanas a ellos. “Solo cuando el conflicto se convierte en historia individual, conciencia de vida y solo cuando la voluntad de otros puede con la vida de un ser humano que es padre, hijo, hermano, ciudadano, cuando el conflicto de otros toca nuestra puerta e intereses, ese día entendemos que es verdaderamente.” (Joven universitaria, universidad privada). Esta forma de ver el conflicto muestra, por una parte una sociedad insegura y amenazante para estos jóvenes, así como una tendencia en los adultos, dirigida hacia estrategias anticipatorias de vigilancia e intervención, que interpretan como un control sobre la vida entera: “… la violencia, las tomas guerrilleras han hecho que mis padres me pongan muchas trabas, con la disculpa de lo peligroso que está Colombia, no me dejan vivir, controlan permanentemente lo que quiero hacer…” (joven universidad privada). Se percibe en el relato de la joven una interpretación del comportamiento de los padres como excesivo, como una excusa para controlar su vida, es decir, al ser la estrategia externa y heterónoma, produce en la joven el efecto de tergiversar la evaluación del riesgo, lo que podría incrementarlo. Para el padre y la madre la situación de violencia política en el país pone en riesgo la integridad de su hija. Sin embargo las medidas de control se intensifican no solo en los padres, sino en los mismos jóvenes cuando se percibe un peligro más probable, como en el caso de la siguiente joven que presenció un asesinato: “…después de esto mis medidas de precaución y seguridad aumentaron y siempre aviso donde voy a estar y quien de pronto ira a estar con migo que mi madre conozca.” (Estudiante universitaria, universidad privada) En esta dimensión física-material aparece con mucha fuerza el conflicto como desestructurante, asociado con la muerte y el secuestro. “La experiencia mas conflictiva de mi vida fue la muerte de mi mamá. Es una muerte muy reciente, fue inesperada….. nunca pensé que muriera en ese momento de la vida. Para mi fue despedirme de la persona que mas quería. Y 75


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estar en la incertidumbre de lo que venia, por que además de sentir que me quedaba sola, asumí una responsabilidad que para mi ha sido mas grande de mi vida porque me quede con mi hermanita de 8 años que me parece mas indefensa que nadie….” (Estudiante universitaria, universidad privada). “Mi experiencia con el conflicto, han sido varias ya que me ha tocado un hostigamiento guerrillero y lo mas reciente el secuestro de mi hermano el año pasado, es muy duro saber que a algún miembro de mi familia esta secuestrado cuando a mi me toco esto, me di cuenta de lo que pasa y vive una familia en Colombia casi diariamente ya que en Colombia la guerrilla y la delincuencia común secuestran todos los días…” (Estudiante universitario, universidad privada). Los significados del conflicto para los universitarios en la dimensión físico-material se concretan en la certeza de riesgo al que se sienten expuestos permanentemente los-as jóvenes por las condiciones amenazantes que identifican en espacios externos por los que transitan como la calle. Desde lo particular algunos jóvenes perciben el conflicto centrado en la proximidad que tiene con situaciones intimidantes cercanas, que los ponen de una manera real o imprecisa en peligro. Para estos jóvenes la percepción del riesgo externo y la posibilidad de que alguna situación amenazante ocurra, convierte la amenaza en peligro e incrementa el estado de alerta en situaciones cotidianas y su sensación de ser vulnerables (Martín Baró, 1988, Peñaloza, 2001, Sandoval, 2006). Así mismo se hace evidente un proceso psicosocial de diferenciación grupal a partir del cual estos jóvenes universitarios identifican en medio de la incertidumbre a la guerrilla, los paramilitares y la delincuencia común como los otros ajenos generadores de peligro en su entorno social inmediato. Se perfila así una dimensión físico-material del conflicto descrita por confrontaciones sociales, contradicciones, coerción y ejercicio de control social.

Conflicto: lo particular prevalece sobre lo colectivo y lo público La dimensión político-social oscila en una tensión permanente entre orientaciones más individuales de los jóvenes, que hacen evidente un centramiento en ellos mismos, una priorización de sus subjetividades individuales y una distancia de lo colectivo en función de intereses comunes, hasta disposiciones encauzadas mas socialmente y que hacen referencia a lo público. En las narrativas de los jóvenes esta dimensión despliega un abanico de matices que muestran un retraimiento hacia lo particular en el que se priorizan sus intereses individuales sobre los colectivos y la preocupación por la propia seguridad. Se rompe una lógica única de lo común y emergen otras lógicas de acción que privilegian la singularidad y reconocen la heterogeneidad de las acciones “…el conflicto es una confrontación y tensión con lo que yo pienso y lo que yo quiero y la forma de confrontación con lo social, lo político y lo cultural y si tiene relación con lo que yo busco o sino lo tiene, es importante si tiene que ver conmigo, si me toca, sino, no.” (Joven universitario). Contenidos como estos hacen alusión a un centramiento en lo individual, es la matización de un reclamo por la independencia, esto se asocia al individualismo, tendencia creciente que se vive en las sociedades y lleva a centrarse en la eficacia y el valor del yo, en la emergencia de una autoridad cada vez más localizada en lo individual, en la que aparece “el triunfo del individuo”, dueño de una existencia que puede orientar autónomamente. 76


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Las personas pasan a ocupar una posición central en los procesos sociales, se toma distancia y el individuo aparece como la figura protagónica en los diferentes ámbitos de la sociedad (Costa, P., Tornero, J., y Tropea, F., 1996). Para Bajoit (2003) el vertiginoso flujo de información y cambios actuales, generan una inusual sensación de estar perdido en una sociedad de la que no se sabe como se construye, transforma y actúa, se favorece así el transito hacia la individuación o satisfacción del interés propio y deseos individuales. “yo no pienso eso de la guerrilla, no es mi problema, yo no lo creé ni puedo solucionarlo… para mi es indiferente…” (Joven universitario). Para Beck (1998 p. 96) “Surgen formas y situaciones de existencia de forma individualizada, las cuales obligan a las personas (en nombre de la propia supervivencia material) a hacer de sí mismos el centro de sus propios planes de vida y de su propio estilo de vida. En este sentido la individualización tiende a eliminar las bases que tiene en el mundo de la vida un pensamiento que emplea categorías tradicionales de las sociedades de grupos grandes (clases sociales, estamentos, capas)” para buscar opciones alternativas que escapen a las limitaciones. Al respecto Giddens (1995) analiza el riesgo con relación a la identidad individual y al sujeto reflexivo que enfrenta nuevas formas de riesgos de la sociedad actual. Este centramiento en lo particular trasciende la importancia del individuo en sí mismo, por un reinado del individuo en el contexto de lo que Bajoit (2003) denomina la presencia de una “mutación cultural” que hace evidente la transición de una perspectiva cultural basada en la razón social y a otra centrada en la autorrealización autónoma. La centralización en el individuo hace que cada quien sea responsable de su propia historia, hay un reclamo permanente de la autonomía, lo mismo que una mayor desconfianza en lo tradicional y heredado, sin embargo no se puede desconocer, como lo manifiestan Beck (2002), Giddens (2002), que la libertad individual significa también una mayor exposición a las angustias. “…este conflicto desesperanzador o de fatalismo latinoamericano en el que estamos los colombianos y nosotros sobre todos los jóvenes inmersos por que creemos poco en lo publico en lo político en la democracia creemos poco en el estado en las oportunidades pues yo no se si tiene que ver con eso y es la lectura que yo le hago desde lo sociopolítico, hay apatía y preferimos preocuparnos por lo nuestro que es mas real, que por lo de los otros que es más lejano…” (Joven universitario). En esta dimensión emerge de nuevo el riesgo y el peligro como componentes fuertes de la forma como los universitarios están significando el conflicto. Aparece además una consideración de los otros en relación, cuando se hace explicito el conflicto desde acciones en las cuales hay una confrontación de posiciones en las que ninguna de las dos partes quiere ceder ante el otro. Para los universitarios esto hace evidente posiciones extremas, radicales que facilitan la manifestación de problemáticas sociales producidas por lo que ellos llaman “inconsciencia“ y “ausencia de dialogo”. Desde los planteamientos de Bajoit (1992) se hacen explicitas prácticas antagónicas e imágenes contenidas del otro captado como enemigo, lo que anula espacios de acuerdo y posibilita el enfrentamiento caracterizado por la coerción. “…lo que pasa es que yo pienso que a los seres humanos nos cuesta mucho trabajo, o sea que es muy difícil para nosotros resolver un conflicto o resolver una tensión con otra persona, o con otros grupos, o con personas diferentes a nosotros a partir de el dialogo y de la reflexión y nos cuesta mucho trabajo como hacer una separación de lo personal con lo que pues con la relación especifica del 77


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conflicto es decir atacamos a las personas no a las ideas entonces es mas fácil pues como quitarle la vida a una persona o no dejarla hablar o actuar autoritariamente que buscar una solución reflexiva, que surja de la comunicación mediada con la persona o con el grupo con el que se tiene el conflicto.” (Joven universitario) Así mismo los universitarios refieren el conflicto socio-político y cultural como generado por un largo proceso histórico de desacuerdos radicales entre las dos fuerzas que rigen el país, una legal y otra ilegal, ambas con una legitimidad cuestionada. “…cuándo a mi me dice conflicto yo pienso mas que todo en el conflicto armado ese que esta viviendo el país con la guerrilla, paramilitares, ejercito. Unos legales y otros ilegales que acaban con los campesinos, el campo, la sociedad civil, sin ninguna preocupación. Y lo que todavía no entiendo es cuales son los ideales políticos del grupo guerrillero, del grupo paramilitar y de las fuerzas armadas…” (Joven universitario) La tensión entre lo individual y lo colectivo y la prioridad por lo particular en contextos de conflicto pone en discusión una consideración importante, las personas solo se individualizan en sociedad. Para definir su identidad personal y su proyecto de vida los jóvenes requieren de la interacción y reconocimiento del otro, necesitan estar insertos en relaciones sociales. En contraste estos jóvenes al darle prioridad a lo particular sobre lo colectivo, se resguardan, buscan seguridad en sus si mismos, mientras toman distancia de la interacción con los extraños y conocidos, se maximizan los beneficios individuales y se empobrece lo colectivo (Gergen, 1996). La falta de equilibrio entre la vida pública y la vida privada del ser humano contemporáneo, como lo expresan Sennett (2002) y Gergen (1996), ha llevado a los individuos a resolver en términos de sentimientos personales, asuntos colectivos y públicos que requieren ser abordados a través de códigos de significado impersonal. Está confusión genera en las personas una ansiedad respecto al sentimiento individual en relación a la dirección y características del mundo contemporáneo, así lo público como espacio de encuentro, de discusión y del bien común se transforma en modos de vida privatizados, caracterizados por el temor y prevención a la revelación del sí mismo, coincidente con la preocupación individualista. Esto está mostrando que al romper o debilitarse el vínculo con lo colectivo y lo público se produce una reorganización del tejido social que todavía no es muy clara, paradójicamente no es suficiente que el individuo se preocupe exclusivamente por la construcción de su historia de vida, ya que en este proceso va a estar confrontado permanentemente por el comportamiento de los otros que también están construyendo su propia historia41. Esta hipercentralización en lo particular como característica de la construcción de estos jóvenes hace visible la crisis de lo colectivo, lo público y lo político.

Conflicto, una tensión constante La dimensión psico-emotiva revela los significados del conflicto a partir de las cogniciones, sentimientos y emociones que se hacen visibles en las narrativas de los universitarios y transitan de lo intrasubjetivo a lo intersubjetivo. En esta dimensión los jóvenes configuran el conflicto desde su naturalización, la cual describen como adaptación, acomodación, asimilación cotidiana del mismo que implica 41 Sobre este aspecto consultar Beck, Ulrich, La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Barcelona: Editorial Paidós, 1998.

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su invisibilización, sin embargo emerge una preocupación frente a esta condición, que se hace reflexiva al dar muestras de una toma de conciencia que confronta su realidad. “…el conflicto que vive Colombia se volvió costumbre, siempre a estado ahí, hemos vivido con el toda la vida y ya simplemente no lo notamos…” (Joven universitario) “…para mi se vuelve tan cotidiano que pasamos por insensibles. Cuando pienso en Colombia a mi me da mas tristeza, que dolor y que no pueda ser mas alentador para las próximas generaciones…” (Joven universitario) “…siendo sincera desde mi emocionalidad, a mi el conflicto colombiano no me ha tocado me da tristeza, pero pues, y ha sido muy confrontador para mi muchas experiencias con el tema del conflicto, Pero no yo pienso que no tiene que ver directamente conmigo…. me siento espectadora del conflicto …” (Joven universitaria) Así mismo los universitarios describen el conflicto como “una tensión constante” que hace parte de la vida diaria, lo asemejan a la vida misma, incluso se refieren a él como la vida es conflicto, esta tendencia se precisa como una tensión permanente que es propia del ser humano e implica cambio, esta es otra manera de ver el conflicto como natural a la vida humana. “…yo pienso que el conflicto es necesario e inherente en el ser humano y es necesario porque el conflicto implica cambio. Entonces es importante es imposible no tenerlo….” (Joven universitaria, universidad privada) En este mismo sentido algunos jóvenes le atribuyen al conflicto una implicación directa con su vida cotidiana al considerarlo como una tensión constante que dinamiza la vida diaria y no necesariamente lesiona. “…para mi un conflicto es una situación a resolver ……… y puede ser como diría ------ una situación de la vida cotidiana que no necesariamente me esta vulnerando, me esta indicando otras cosas nuevas que me aportan, claro que también hay conflictos que afectan, o mas bien, mas que el conflicto es la forma como enfrentamos y solucionamos ese conflicto…” (Joven universitario) Hay una certeza compartida por los jóvenes universitario respecto a que el conflicto es propio de la condición de ser seres humanos, se ve como algo natural, necesario y cotidiano, que estimula y dinamiza: “…yo pienso que el conflicto a veces es como la razón de ser de la vida es lo que nos mueve es como si al buscar no tener conflicto, busca la resolución de los conflictos, es lo que nos permite todos los días estar en pie y tener nuevas motivaciones para vivir…….” (Joven universitaria, universidad pública) Otra implicación sobre la que reflexionan los universitarios con respecto al conflicto, es la fluctuación entre el orden y el desorden, que para ellos es propio de aquello a lo que llaman conflicto. Se hacen manifiestas así fuerzas que juegan y están en tensión constante, por una parte lo establecido es descrito como una fuerza que determina, conserva y mantiene lo instaurado mientras emergen fuerzas renovadoras y de cambio opositoras a lo instituido (Castoriadis, 1983)

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“El conflicto es ausencia de orden, para mi el conflicto vendría hacer como acabar con unos esquemas pre-establecidos a nivel personal, familiar o social que simplemente, si desaparecen…” “… para mi si tiene orden, porque un conflicto configura muchas cosas, configura hábitos, configura formas de pensar, formas de emocionar, de actuar y eso yo pienso que configura un orden, un orden del desorden, pues de todo ese desorden, entonces yo pienso que es un orden …” En el siguiente fragmento de una narración se asocia el conflicto como desorden, con implicaciones en lo particular y colectivo que incluyen la perdida de estabilidad personal ocasionada por la insatisfacción de los intereses particulares de los jóvenes, el no lograr hacer o alcanzar lo que se proponen, el no respeto por los mínimos de la convivencia cotidiana y la inseguridad que la ausencia de certezas les genera a los seres humanos al enfrentar el mundo contemporáneo. “Lo que mas me cuestiona acerca del caos, el desorden y/o el conflicto, es observar como los limites establecidos para que los seres humanos tengamos una convivencia sana, son quebrantados.” (Joven universitaria, universidad privada). Se pierde la estabilidad emocional y aparece el conflicto cuando los cambios de la vida diaria vulneran y fracturan las seguridades con las que se cuenta para enfrentar la vida y les despliegan a estos jóvenes un abanico de incertidumbres. “Antes de eso yo era la mujer mas segura del mundo, cuando emprendía algo no dudaba de las condiciones y de mis capacidades, pero cuando mi mamá murió empecé a dudar de las seguridades del mundo, de todo lo que tenia para emprender nuevas cosas….” (Joven universitaria) Esta perdida de estabilidad personal, esta vinculada además con relaciones con los otros regidas por el ejercicio de un poder autoritario que se impone sobre los jóvenes en sus interacciones con las instituciones y con lo adultos, les ponen limites, se restringen sus libertades, son irrespetados y no se les reconoce su autonomía. Esto confirma y hace evidente para los universitarios su desventaja frente a visiones estereotipas y generalizadas de la sociedad adulta respecto a los jóvenes “… me sentí completamente irrespetado cuando uno de los personajes de la secretaría de desarrollo social tomo mi informe y llamó a la jefe del programa y le preguntó si el informe que entregué era mío, tuvo que ser confirmado por ella para que el creyera que yo era el autor del trabajo y del informe, ahí se ve la desconfianza y discriminación a la que nos exponemos permanentemente los jóvenes…” (Joven universitario) Produce frustración y malestar en los jóvenes el que no puedan alcanzar los logros personales y el que se restrinja su autodeterminación. Sus ideales de libertad y autonomía son confrontados por las posibilidades y recursos reales que ofrece la sociedad para optar por un espejismo de oportunidades que no siempre se logran alcanzar. A esto se une la preocupación de los padres en el ejercicio de su derecho y obligación de cuidar por sus hijos, en un contexto violento y amenazante que justifica el incremento del control y restricciones a los jóvenes generando tensión en sus relaciones intergeneracionales.

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… la violencia, las tomas guerrilleras han hecho que mis padres me pongan muchas trabas, con la disculpa de lo peligroso que está Colombia, no me dejan vivir, controlan permanentemente lo que quiero hacer…”(Joven universitario) Hay además una vinculación del conflicto con sentimientos de impotencia, pesimismo, rabia y cuestionamiento de la justicia, que interroga la indiferencia frente al conflicto sociopolítico y el ser victima del mismo, de está manera los jóvenes universitarios manifiestan su posición reflexiva respecto a una forma cuestionable de afrontar el conflicto social, como situación ajena y hostil. “Fue la época de inconciencia, donde la guerra, la muerte, el secuestro, el abuso y la frialdad hacían parte del diario vivir colombiano, yo hacia parte de los insensibles. El de los ajenos, ya que me resbalaba, poco me aterraba pues en mi corazón ya no cabía mas injusticia: ya de todas sabia un poco.” (Joven universitario) La estabilidad emocional se quiebra ante un panorama caótico, contradictorio que genera impotencia y desesperanza, frente a los acontecimientos que ocurren en el espacio de lo público, la impotencia frente a su impunidad e injusticia es sentida por los jóvenes en el espacio de lo privado, así se configura para los universitarios un sentido del conflicto como frustración. “Intento ser algo positiva pero existen ideas que no me lo permiten y en mi mente surgen ideas y sentimientos con un fuerte sentido pesimista que sesgan lo que hoy puedo sentir. Hoy es una tarde como cualquier otra, me encuentro en mi lugar de trabajo y solo pienso que comience a caer la tarde para regresar a mi hogar…” (Joven universitaria) Los significados que hacen manifiestos los jóvenes universitarios respecto al conflicto se concretan en perspectivas que lo resaltan como inherente, natural, propio de la condición humana (Ross, 1995), con fluctuaciones entre un orden y un desorden que destaca un juego de fuerzas entre lo instituido e instituyente (Castoriadis, 1983), y unas implicaciones afectivas y de actuación en los jóvenes que transitan entre lo dinámico, el cambio, la construcción, la frustración, impotencia y coerción. El conflicto siempre está presente en la vida cotidiana de los jóvenes, implica divergencias no necesariamente antagónicas entre las diversas posiciones e intereses, los jóvenes construyen unos significados afectivos, políticos y sociales sobre el conflicto en los cuales, las formas de abordarlo, resolverlo y vivirlo es lo que marca las diferencias y particularidades.

Sentido de ser joven Esta categoría agrupa tres dimensiones: ser joven es ser problema, ser joven es luchar por la supervivencia física y social y ser joven es ser un ser social-relacional.

Dimensión ser joven es ser problema Los significados en esta dimensión muestran concepciones de ser joven matizadas por las creencias sociales y reproductoras de estereotipos, en las narraciones aparecen alusiones al joven como agresor, delincuente y violento. En este sentido ser joven es ser una amenaza, así hacen manifiesto los universitarios, en algunos casos se suman y en otros se distancian, del señalamiento social que la sociedad les hace, como peligrosos. 81


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“Después de haber presenciado un asesinato accidentalmente y ver todo lo que paso segundos después de este, lo que el delincuente hizo, cómo actuó, creo en mi desconfianza ante todos los jóvenes desconocidos que están en la calle con algo no identificado en la mano…”. (Joven universitaria). En este relato la experiencia vivida sustenta la valoración a los jóvenes desconocidos como peligrosos. Esto confirma resultados de investigaciones como la de Colombia Joven (2004), que plantean la prevalencia de la noción del joven como sujeto peligroso dirigida hacia los jóvenes de barrios populares y vinculada con los problemas de violencia, narcotráfico y delincuencia del país. En esta perspectiva los jóvenes son vistos como causantes de daño y con la posibilidad de cometer actos delictivos. De esta dimensión también emerge una reflexión crítica de los jóvenes que hace evidente una percepción paradójica de la sociedad, Las estigmatizaciones sociales, confrontan la tendencia a subvalorarlos en su presente por ser jóvenes, considerarlos frágiles y focalizar en ellos las problemáticas sociales, mientras son sobrevalorados respecto al futuro, al asignarles la responsabilidad de un modelo ideal de organización social y de ser adulto. “Mi papá piensa que cuando yo termine la universidad voy a volver a mi casa, me encargaré de los negocios de la familia con mi hermano y me organizaré, como él dice, pero ese no es mi plan, yo aspiro a cosas muy distintas a las que él se imagina…” (joven universitario). Hay una discrepancia con lo que esperan sus padres, desde los estereotipos y expectativas sociales y un alejamiento que los concentra en sus intereses particulares. Estas disonancias muestran la confrontación que hay entre lo que esperan las familias de los jóvenes y las expectativas sociales frente a ellos, en correlación con sus prioridades y las representaciones que ellos mismos construyen. En las narraciones de los universitarios participantes en el estudio, hay una reiterada presencia de un discurso naturalizado y generalizado sobre el joven problema, peligroso y violento, que hace innegable la estigmatización de la que son objeto, y la incorporación que han hecho de estos discursos que algunas veces usan para referirse a otros jóvenes ajenos, diferentes de ellos mismos, y en otras oportunidades usan, para hacer evidente las implicaciones restrictivas que este discurso les ha generado. Las secuelas de estos discursos generalizados e instituidos respecto a los jóvenes los restringe como actores sociales, neutraliza su potencial político y afecta el tejido social.

Dimensión Ser joven es luchar por la supervivencia Desde esta perspectiva se alude a una supervivencia física o material centrada en la lucha por los recursos y en la protección frente al riesgo, e igualmente se hace referencia a una supervivencia social focalizada en la lucha por el reconocimiento. Con respecto a la supervivencia física estos jóvenes tienen garantizadas sus condiciones materiales de existencia, sin embargo la sensación de riesgo constante que experimentan por las amenazas externas y el ser consciente de las pocas oportunidades con las que se cuenta para hacer y ser lo que quieren, los hace sentir vulnerables y avocados a luchar por superar sus limitaciones. Para una joven universitaria su percepción de la calle como un espacio inseguro, la hace sentir en riesgo permanente: 82


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“...a lo lejos veo un extraño grupo de personas, en ese instante cojo mas fuerte mi mochila, mi respiración y pulso se aceleran de manera asombrosa y no puede evitar caminar mas rápido y en mi cabeza pensamientos como ¨por que no me he ido de este país tan pero tan inseguro “cómo cada día afirma que la situación tan precaria del país puede cambiar¨, siento mucha rabia y dolor pero continuo caminando…” (Joven universitaria). En estos jóvenes la sensación de ser joven, no es la de ser ellos mismos un peligro, como aparece en la dimensión anterior, sino la de sentirse en peligro, hay una sensación de inseguridad, de estar expuestos, que caracteriza sus experiencias cotidianas y los llevan a considerar la experiencia de ser joven como una lucha férrea para protegerse y sobrevivir en condiciones adversas que amenazan su integridad física, limitan sus oportunidades y restringen su movilidad social. De esta manera emerge de nuevo el peligro como contenido asociado a los significados que revelan los universitarios tanto del conflicto, como del ser joven. Así la supervivencia social se configura desde las narraciones de los jóvenes como una contienda intensa por ser considerados por los otros en su singularidad. Si bien la lucha por la supervivencia física y material se presenta como un acontecimiento individual, de autoconservación física de los jóvenes, la supervivencia social aparece como una lucha por el reconocimiento en el ámbito de lo colectivo. El reconocimiento de acuerdo con Honneth (2006), puede entenderse como un conjunto de comportamientos afirmadores de carácter positivo, que le posibilitan a quien van dirigidos, identificarse con sus cualidades y con ello alcanzar una mayor autonomía. El reconocimiento establece, según el autor, las condiciones intersubjetivas necesarias para que los individuos logren de forma autónoma sus objetivos esenciales. En contraste con lo que plantea el autor, en las narraciones de los jóvenes emergen experiencias y valoraciones que expresan la sensación de imposibilidad y limitación que sienten los jóvenes para lograr su realización personal. Un joven universitario dice: “ser joven en Colombia significa tener pocas posibilidades por el conflicto armado y estar en riego” (Joven universitario). El sentimiento de indefensión y la necesidad de protección que experimentan, la convicción de que su vida transcurre en el marco de la lucha por la supervivencia física y social y el reclamo por el reconocimiento de sus singularidades y autonomía, hace explícita la exigencia que tienen los universitarios de que sus derechos sean reconocidos y que ellos sean tratados como iguales dentro de la estructura social. Una universitaria hace énfasis en las voces silenciadas al expresar: “ser joven es tener las oportunidades de dar puntos de vista, opinar y discutir sobre la actualidad, pasado y futuro y que sea tenido en cuenta lo que uno dice..” (joven universitaria). El reclamo que hacen los jóvenes por el reconocimiento retoma sus voces acalladas en sus vivencias cotidianas y las recoge en una sola voz, que exige a los otros que los acepten como individuos singulares y a la sociedad que los reconozca con la dignidad a la que toda persona como ser humano tiene derecho. En este sentido para Honneth(1997) el principio del reconocimiento se sustenta en que, los sujetos humanos dependen de forma fundamental, en la formación de su identidad, de la aprobación normativa de los otros, porque sólo pueden validar sus aspiraciones y objetivos de orden práctico a partir de la 83


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reacción positiva de los otros diferentes de sí. Esto apunta a lo que Ricœur (2006) llama el reconocimiento mutuo, en este caso los jóvenes, se ubican bajo el amparo de una relación de reciprocidad, que pasa por el reconocimiento de sí, apoyados en la diversidad de capacidades que tienen los jóvenes y que se reflejan en su poder de obrar, en su capacidad de agencia.

Dimensión ser social-relacional Ser joven es dar Prioridad a lo individual Reaparece aquí la prioridad que los jóvenes le dan a lo subjetivo, lo particular en relación con lo colectivo, significado asociado a sus formas de dar sentido al conflicto y al ser joven. continuar con los universitarios priorizan un repliegue hacia lo personal en el que se suponen a sí mismos como prioridad de su existencia, mientras se declaran indiferentes frente a los otros ajenos (distantes, apartados): los adultos, la sociedad (Pinilla, 2008). Este alejarse de lo social y concentrarse en lo privado particular, surge como una estrategia que les permite apartarse del control social y refugiarse en la característica de moratoria que les es reconocida y que los exime de asumir responsabilidades sociales, configurando así un predominio de lo particular sobre lo colectivo. “No soy indiferente y meda mucha tristeza la situación de Colombia, pero no quiere decir que me lo haya apropiado, a mi no me toca, no es mi problema, es triste pero no puedo hacer nada, es algo que tiene que resolver los que deciden y a ellos no les interesa, mi prioridad soy yo y mis cosas lo otro no es lo mío..” (Joven universitaria) Otra universitaria justifica sus prioridades dejando la responsabilidad en el contexto histórico que le antecede: “el conflicto de violencia que se vive en Colombia es como una condición histórica cultural y política de la nación en donde nací y donde vivo y como donde hago mi vida, yo no lo he elegido y no puedo cambiar eso, lo mejor que puedo hacer es aprovechar la oportunidad de estudiar, es la oportunidad que tengo para luchar por lo que quiero ser..” (joven universitaria) Mientras otro joven aduce que la indiferencia es una circunstancia de la sociedad que no solo compete a los jóvenes. “Creo que nosotros tenemos todo resuelto y eso nos convierte en indiferentes y nos insensibiliza ante lo que ocurre en la sociedad, lo que nos preocupa es poder resolver nuestros asuntos ante los conflictos sociales y la guerra no sabemos que hacer, por eso será que ni lo pensamos, no es que los jóvenes seamos los únicos indiferentes, este es un problema de toda la sociedad que no sabe como resolver”. (Joven universitario). Estos jóvenes considerados por la sociedad como la generación de relevo, se distancian de las expectativas, problemáticas y responsabilidades sociales, al refugiarse en sus intereses particulares, de esta manera hacen evidente la impotencia de las instituciones para integrarlos y favorecer la cohesión social. Esta tendencia manifiesta es consecuente con un proceso de enorme crecimiento en la época actual, la individuación, la satisfacción inmediata de los deseos individuales, la indiferencia de lo colectivo, la renuncia electoral, la búsqueda del yo y del interés propio, la fascinación por la liberación personal, la 84


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obsesión por el cuerpo, y el sexo que constituyen una sociedad personalista y hedonista (Bajoit, 2003). Para el autor la individuación es el aspecto central que construye al ser humano contemporáneo, configura el individuo como actor, diseñador y director de su propia biografía, identidad, compromisos y convicciones. Así mismo la indiferencia, el distanciamiento de los asuntos sociales, puede ser una forma de resistencia ante unas situaciones e imposiciones sociales y condiciones instituidas por las dinámicas sociales y la vivencia de lo cotidiano en una existencia social heterogénea y contradictoria. Para Maffesoli (En: Aranda, 2005, pág. 97) “La idea que subyace al fenómeno de la “mayoría silenciosa” es que se resiste de manera inconsciente y con base en la solidaridad orgánica constituida de la confluencia de fuerzas antagónicas que favorece al relativización del poder”. Estos significados nombrados como “ser joven es dar prioridad a lo individual” y “Conflicto: lo particular prevalece sobre lo colectivo y lo público”, identificado en la categoría de significados del conflicto, revelan la primacía que para estos universitarios tiene lo que los constituye, les es propio, los hace seres particulares y se configura como su referente más importante para su interacción con los otros cercanos y ajenos, y con el colectivo social. Esta forma de resistencia desde Foucault es una fuerza de oposición, en sentido opuesto a la acción que se ejerce sobre los individuos, en este caso, ante las condiciones de control y regulación social que la sociedad instaura para mantener su equilibrio. Sin embargo, como lo reconoce el autor, ese aparato regulador también permite la emergencia de circunstancias que desestabilizan lo instituido (Foucault, 1983, Butler, 2001) e impulsan transformaciones en las practicas de la sociedad.42

Ser joven es una reflexión constante En esta tendencia los universitarios hacen evidente el desafío al que se sienten expuestos para enfrentar el mundo con las características y demandas de la contemporaneidad, piensan y sienten que la sociedad actual les exige ser críticos, sin embargo, su posición crítica, se queda en la reflexión subjetiva que no trasciende hacia una acción práctica. “Creo hoy como joven que si no existen procesos de transformación de conciencias individuales mucho menos procesos de transformaciones colectivas, educación, trabajo, participación, pertenencia y consenso podrían ser solo parte de los ingredientes para resolver una parte de nuestro conflicto”. Joven (universitario). Hay una opinión que expone la valoración que este joven hace de las condiciones sociales que, desde su experiencia, caracterizan la situación de conflicto que se vive en su contexto. Otro joven expresa su posición frente a la situación política del país haciendo evidente su crítica: “Oyendo hablar a nuestro presidente, -“nuestro” sobre la inclusión o de la situación de ciudadana colombiana, pienso que la historia de mi país, de mi región y de quienes en un futuro serán jóvenes como yo, cambiara definitivamente. Pero yo soy realista y recuerdo que las palabras y los discursos pueden ser fáciles de 42 Estas formas de resistencia de los jóvenes universitarios son sutiles, no son fácilmente perceptibles, se van tejiendo progresivamente en sus prácticas cotidianas y su proliferación produce tensiones y conflictos con la organización social, mientras promueven cambios en las prácticas de reproducción social”. (Pinilla, 2008)

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pronunciar, fáciles de construir pero difíciles de pensar frente a la acción, frente a la experiencia, frente a la existencia de complejidad que se escriben con final feliz, como novela mexicana. Y me refiere al ejecutivo como cabeza de un sistema llamado país porque ni el, ni su gobierno, ni nosotros, los pobladores de esta maravilla de rincón del mundo piensa, ni reconoce el conflicto. Posiblemente su no reconocimiento sea intencional, y el de nosotros y el mío, sea indiferencia o falta de solidaridad y lo que creo firmemente, una narración constante de procesos individuales donde la solidaridad no sale sino en comerciales de televisión, donde la construcción de país y ciudad es de unos cuantos” (Joven universitario). En síntesis esta dimensión social relacional que prioriza la individuación revela la configuración de pautas de comportamientos colectivos, en las cuales las posibilidades de realización de los universitarios se dan sin justificaciones de compartir proyectos colectivos, la tendencia parece ser vivir al día sin mayores utopías.

Categoría mecanismos de protección social En este grupo de jóvenes el mecanismo de protección más utilizado es “el silencio” que emerge como una forma de abordar los incidentes difíciles de la experiencia vivida. Los jóvenes aluden igualmente al silencio como estrategia que favorece su autodeterminación para enfrentar las situaciones de la vida cotidiana que los marginan, “diga que si pero haga lo que quiera” es una forma evitar la confrontación con los adultos y la sociedad sin dejar de ser ellos mismos, algunos de estos jóvenes ceden la razón para terminar una discusión pero sin convencerse de que el otro la tiene.

La indiferencia frente al conflicto. Es un mecanismo utilizado en dos sentidos, en el primero hay una negación del conflicto, se toma distancia frente a este que es visto como ajeno y propio de otros, no se asume ninguna responsabilidad frente al mismo. “El conflicto se evade disfrazando su reconocimiento…”. Para Ricoeur la responsabilidad reúne dos significaciones: contar con y ser responsable de…, y argumenta “porque alguien cuenta conmigo soy responsable de mis acciones ante otro” (Ricoeur, 1996, pág 168). Desde esta perspectiva se refleja en los universitarios un alejamiento del otro y una retracción hacia sí mismo. El segundo sentido aparece como una respuesta a la saturación que los jóvenes en medio del conflicto experimentan: “…fue la época de inconciencia, donde la guerra, la muerte, el secuestro, el abuso y la frialdad hacían parte del diario vivir colombiano, yo hacia parte de los insensibles… Otra forma de blindaje que utilizan los universitarios es el estar alerta para autoprotegerse, esto se hace explicito en las narrativas cuando el relato de la experiencia vivida describe la huída de una situación de peligro “…todos dejando nuestro stand sin cuidado por cuidarnos, por vivir, ya no importaba el negocio; solo la vida…”, así mismo aparece como una acción de prevención y cuidado frente a lo amenazante “después de esto mis medidas de precaución y seguridad aumentaron y siempre aviso donde voy a estar y quien de pronto ira a estar conmigo que mi madre conozca.”, otra joven refiriéndose a este mecanismo relata: “…me genera mucha

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inseguridad caminar sola por una calle sin estar constantemente observando por todos lados , evito salir sola o a asistir a lugares que me generen peligro o riesgo de robo…” . Los usos de este mecanismo reflejan la percepción de amenaza que tienen la calle y los espacios abiertos para los jóvenes universitarios.

Categoría sentido político En esta categoría las narrativas de los jóvenes muestra una fuerte tendencia de auto determinismo manifiesto en la prioridad por lo particular, lo propio sobre lo colectivo y los otros. Es confrontar y expresar la inconformidad en lo particular y personal, hacer énfasis en que su sentido político es la invisibilización buscada, intencionada, es la reflexión crítica que en muchos casos es utilizada para ceder la razón al otro, como una forma de distanciarse de discusiones estériles mientras se reafirman en sus propias convicciones. Esta categoría se trabaja desde tres dimensiones: el control como poder, Exclusión y Acción prospectiva juvenil.

La dimensión el control como poder Se configura en las narrativas desde los cánones establecidos socialmente y ejercidos por quienes dirigen la sociedad con el objetivo de mantener la organización social y la constante vigilancia sobre los jóvenes. En este sentido las narrativas de los jóvenes muestra una fuerte tendencia hacia el auto determinismo manifiesto en la prioridad por lo particular, lo propio sobre lo colectivo y los otros. Es confrontar y expresar la inconformidad en lo particular y personal, hacer énfasis en que su sentido político es la invisibilización buscada, intencionada, es la reflexión crítica que en muchos casos es utilizada para ceder la razón al otro, como una forma de distanciarse de discusiones estériles mientras se reafirman en sus propias convicciones. “Ese día la actitud de irme fue agresiva pero no del todo porque antes de hacerlo había expresado lo que mi padre debía o quería escuchar siendo el una persona mayor eso le genera sensación de autoridad… dije lo que él esperaba oír, pero hice lo que yo quería irme…. cuando yo salí de la casa tuve la sensación que era la ganadora en esa discusión” “para mi no tiene sentido embalarme en discusiones inútiles en las que nunca nos vamos a poner de acuerdo, si quiero evitar problemas simplemente me hago el loco y el otro (padres y profesores) cree que me convenció…”. Este auto determinismo se manifiesta además cuando lo jóvenes hacen explicita su posición en una situación de conflicto con otra persona. “Yo lo ultimo que le dije fue: “Esta bien, te voy hacer el taller pero para tu información yo ya termine la practica, y si estoy acá todavía es por que quiero el proceso no por que tenga que estar.” Ahí termino la conversación pero me quede pensando que esa persona había sido muy irrespetuosa, entonces al día siguiente le dije que había estado pensando y había decidido que no valía la pena posponer mis actividades por el tal taller que no me sentiría cómoda y por eso no lo iba a hacer y que buscara a otra persona…”

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Además de hacerse evidente un significado de auto determinismo estas acciones de los jóvenes configuran también una tendencia de significado llamada, desde otra investigación, “subordinación astuta”43, se especifica a partir de acciones, de aparente sumisión de los jóvenes, como estrategia para privilegiar sus intereses sobre lo que los adultos y la sociedad les impone. Este tejido de acciones promueve otras acciones que se vinculan entre si y refieren las relaciones con otros, esto es lo que Foucault (1983) llama relaciones de poder. Cuando un joven narra: “para mi no tiene sentido embalarme en discusiones inútiles en las que nunca nos vamos a poner de acuerdo, si quiero evitar problemas simplemente me hago el loco y el otro (padres y profesores) cree que me convenció…”. Hace explicito un acontecimiento en el que él como agente actúa de forma simulada ante quien ejerce el control para inhibir la acción del adulto y favorecer las acciones particulares. Desde Foucault (1983) esta es una estrategia de lucha en las relaciones poder que aspira a convertirse en una estrategia ganadora y a transformar las relaciones de poder. Como ocurre en la investigación sobre “El significado de lo público para un grupo de jóvenes universitarios”, estas acciones de los agentes jóvenes concretan una duplicidad conveniente: para hacer lo que uno quiere hay que camuflarse: “….pilas no de motivos para no generar desconfianza…”. Esto interroga quien esta ejerciendo el control y hace explicita la estrategia de lucha como potencia de la relación de poder entre jóvenes y adultos (Foucault, 1983, Pinilla, 2008). “Cuando mis padres arman un problema de cualquier cosa que tenga que ver conmigo, yo armo otro enredo y casi siempre salgo ganando..”

Dimensión acción prospectiva juvenil. En esta dimensión los jóvenes universitarios oscilan entre acciones centradas en lo particular que muestran una indiferencia y distancia frente a su responsabilidad social, y acciones más reflexivas que de actuación respecto a los otros y lo otro. …por ejemplo el conflicto de violencia que se vive en la Colombia de la que yo hago parte… a todos nos a tocado de alguna manera, pero yo no lo he elegido, es decir es como una condición histórica cultural y política de la nación en donde nací y donde vivo y como donde hago mi vida, es una realidad que me siento obligada a reflexionar y no es mi asunto…” .” (Joven universitario). “yo no pienso eso de la guerrilla, no es mi problema, yo no lo cree ni puedo solucionarlo… para mi es indiferente…” .” (Joven universitaria). En estos jóvenes se da prioridad a centrarse en si mismos y en lo particular, mientras se distancian de una situación que afecta al colectivo desde donde se revela una aparente indiferencia o negación, de problemas sociales que no los afectan directamente. Además en su acción reflexiva analizan lo que consideran es la situación actual del conflicto socio-político y cultural colombiano e insinúan su naturalización “…yo tengo dos visiones además que el conflicto sociopolítico y cultural en Colombia se perdió de la cabeza de la gente, se perdió de la reflexión y paso a la lucha, a la simple reflexión, la simple maltrato, bueno

43 Tendencia que hace referencia a la interacción de los jóvenes con los adultos, caracterizada por un sometimiento simulado que disfraza la intencionalidad de los jóvenes y beneficia sus intereses. Pinilla, victoria (2008) Significado de lo público para un grupo de jóvenes universitarios.

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todas las manifestaciones de violencia, paso a eso, paso al campo, se bajo de la cabeza, muy pocos tienen ese conflicto en la cabeza…” (Joven universitario) Sus reflexiones también revelan la confrontación y crítica que le hacen a la generación de adultos por las condiciones actuales de la organización social y por la responsabilidad que le heredan a los jóvenes universitarios y por los estereotipos que la sociedad les impone. “a mi me emberraca que la sociedad nos responsabilice a los jóvenes del caos en el que vivimos, ellos lo construyeron y esperan que nosotros arreglemos el problemita…en la “U” todos los profes insisten en que pensemos críticamente… quieren que hagamos lo que ellos no hacen…” .” (Joven universitario) En contraste en el siguiente relato se hace evidente la exaltación de un “nosotros” que implica un reconocimiento de los otros y los ubica en las mismas condiciones del agente en su acción reflexiva. “…lo que pasa es que yo pienso que a los seres humanos nos cuesta mucho trabajo, o sea que es muy difícil para nosotros resolver un conflicto o resolver una tensión con otra persona, o con otros grupos, o con personas diferentes a nosotros a partir de el dialogo y de la reflexión y nos cuesta mucho trabajo como hacer una separación de lo personal con lo que pues con la relación especifica del conflicto es decir atacamos a las personas no a las ideas entonces es mas fácil pues como quitarle la vida a una persona o no dejarla hablar o actuar autoritariamente que buscar una solución reflexiva, que surja de la comunicación mediada con la persona o con el grupo con el que se tiene el conflicto.” (Joven universitaria) Así el conflicto se relaciona más con una consideración de un ser humano dominado por una emoción primaria de confrontación y lucha de poder desde las prioridades individuales, que por la reflexión analítica que busca resolver conflictos.

A manera de cierre La divulgación de los resultados de este estudio expone las voces de un grupo de jóvenes universitarios respecto al conflicto socio político y cultural y al sentido de ser joven, como una manera de aportar al compromiso asumido de hacer visibles sus existencias y su reclamo a la sociedad de ser reconocidos en la trama social. Los significados que los jóvenes universitarios hacen manifiestos en esta investigación, se concretan en perspectivas que resaltan matices, regularidades y rompimientos. El despliegue de significados emerge de los detalles evidentes y sutiles de sus experiencias narradas, ilustradoras de vivencias singulares en contextos particulares. El conflicto para los jóvenes transita paradójicamente entre entenderlo como potencial activador y provechoso, inherente, natural, propio de la condición humana, y considerarlo como frustración, limitación, condición amenazante de estar en riesgo y en peligro, en la cual los otros ajenos y cercanos, y el contexto acrecientan el estar alerta en situaciones cotidianas, la sensación de ser frágiles y la estigmatización social. Entre estas dos tendencias los jóvenes muestran una gama de matices de sentidos, construidos desde lo individual y social, que terminan interrogando las dinámicas y contradicciones de la realidad social, y haciendo evidente unos significados del conflicto que acentúan principalmente el potencial adverso y desfavorable del conflicto. Así mismo los sentidos de ser joven que emergen de los universitarios dejan expuesto su cuestionamiento a las nociones estigmatizantes y homogenizantes, que la sociedad ha posicionado y generalizado respecto a la juventud, a partir de las cuales son vistos 89


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como unidad grupal de características comunes. Las implicaciones de estos discursos instituidos, los restringen como actores sociales, al neutralizar su potencial político y afectar el tejido social. La sensación de marginación, de no ser reconocidos y estar en desventaja, se hace explicita en su confrontación, reclamo y exigencia a los otros para que los acepten como individuos singulares, y a la sociedad para que los reconozca con la dignidad a la que toda persona como ser humano tiene derecho. Finalmente es importante señalar como los jóvenes universitarios al hacer explícitos sus significados sobre el conflicto, el ser joven, los mecanismo de protección social y el sentido político, destacan de manera reiterada, su elección de centrarse en ellos mismos, su prelación por lo individual, por los intereses propios y sus modos de vida privatizados como prioridad de su existencia, mientras se distancian y revelan el débil el vínculo que tienen con lo colectivo. Esto es una muestra no solo de la crisis y deterioro de lo público, lo colectivo y lo político que caracteriza la época contemporánea, sino además de la reorganización del tejido social que se está dando y del impacto que los jóvenes están provocando. Quedan planteados significados que insinúan el afrontamiento de situaciones que los jóvenes universitarios hacen desde sus singularidades, y la implicación en sus procesos de subjetivación y en la trama social.

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Narrativas sobre el conflicto socio-político y cultural desde los jóvenes del grupo “Jaguar” del barrio el Rosal de Pereira44 Iván Alejandro Duarte45 Victoria Eugenia Pinilla El barrio el Rosal de la ciudad de Pereira se ubica en la Autopista Sur, está clasificado en el Estrato 1, de la Comuna Consota, según datos de Planeación Municipal y de la Junta de Acción Comunal del barrio. Allí residen unas 2 mil personas. Se sabe que los primeros residentes llegaron a este sector en 1970, y se instalaron precisamente al lado de una Quebrada (ya no existe) llamada El Rosal, de ahí el nombre posterior del barrio. El grupo JAGUAR es un colectivo de jóvenes, residentes de este barrio quienes en el 2005, como producto de algunas jornadas de capacitación ofrecidas por la Alcaldía de Pereira, decidieron constituir un Grupo de Servicio a la Comunidad al que llamaron grupo JAGUAR, Jóvenes, Activos, Guerreros, Unidos al Rosal. Su propósito, “hacer que los jóvenes del barrio se ocuparan productivamente en el tiempo libre” (joven líder grupo JAGUAR) El barrio el Rosal posee alrededor de 250 jóvenes, quienes viven en condiciones materiales y sociales difíciles propias de los barrios marginales colombianos. Si bien sus condiciones materiales no son extremas, se perciben carencias, hay desempleo, problemas de drogadicción, alcoholismo, violencia intrafamiliar y desesperanza según algunos jóvenes. Estos jóvenes proceden de municipios de Risaralda o departamentos circunvecinos, como consecuencia del desplazamiento y dificultades económicas vividas en sus lugares de origen. Para este trabajo se contó con doce (12) jóvenes, seis (6) hombres y seis (6) mujeres, con edades entre los 15 y 21 años, con escolaridad entre séptimo y undécimo grado y un joven con educación básica terminada.

Hallazgos jóvenes barrio el rosal El trabajo da cuenta de las apreciaciones individuales y sociales que manifiestan las y los jóvenes del barrio El Rosal de Pereira, sobre el significado del conflicto, reglas de juego culturales que los “gobiernan”, el significado de ser joven y el sentido político. Las Narrativas escritas por estos jóvenes fueron sistematizadas y analizadas por medio de Matrices de Análisis, y contrastadas en un proceso dialógico con el equipo de investigación nacional, allí emergieron las dimensiones de las categorías resultantes. 44 Este documento está vinculado directamente con la tesis de Maestría Narrativas sobre el conflicto socio-político y cultural desde los jóvenes del grupo “jaguar” del barrio el rosal de Pereira, que hizo parte de la investigación: Botero, Pinilla, Lugo, Calle, Ríos y Cols. (2007). Narrativas del conflicto socio-político y cultural desde las y los jóvenes en contextos locales de Colombia. Universidad de Manizales, Facultades de Psicología, Comunicación social y periodismo, Ingeniería de Sistemas y Educación; Centro de estudios avanzados en niñez y juventud alianza Universidad de Manizales-CINDE; Fundación para el Desarrollo Integral de la Niñez, la Juventud y la Familia FESCO.. Este trabajo investigativo se realizó con el apoyo institucional de la Personería de Pereira, la Red de Personeros Estudiantiles y en especial con el grupo JAGUAR del barrio El Rosal. 45 Documento elaborado por Victoria Eugenia Pinilla, docente investigadora de la Universidad de Caldas y de la Universidad de Manizales, e Iván Alejandro Duarte: Comunicador Social y Periodista, Magíster en Educación Docencia de la Universidad de Manizales, participó como investigador en formación del Grupo de investigación Cognición y Desarrollo Humano de la Maestría en Educación docencia de la Universidad de Manizales

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Se acordó con las y los jóvenes del barrio, establecer un código como número de identificación de su producción de narrativas para la investigación. Esto como medida de protección y reserva de su identidad. Se trabajó desde 4 categorías de análisis: significado del conflicto, sentido de ser joven, mecanismos de protección y sentido político. Cada categoría se organiza en dimensiones.

Significado del conflicto Dimensión física Para lo jóvenes del barrio el Rosal el conflicto desde lo físico está relacionado con las tensiones al interior de la vida familiar que se dan con sus padres, padrastros y hermanos, la “guerra sin acuerdo con la familia” por ausencia de dialogo y diversidad de intereses, como la exigencia que hacen las familias para que los jóvenes se rebusquen dinero para contribuir con los gastos de la casa, o la confrontación que tienen con sus padres por sus relaciones afectivas: “…es una lucha diaria con nuestros padres y hermanos y la relaciono con las peleas con nuestros padres, en nuestras relaciones amorosas etc.” (Joven barrio el Rosal) El conflicto como versión intrafamiliar, es un asunto doméstico-privado. “Mi más grande conflicto ha sido en mi casa. Resulta que en mi casa, mi padrastro le pegaba y creo que todavía le pega mucho a mi mamá, y por ahí derecho nos pegaba mucho a nosotros. Tengo que confesar que eso me ha dejado muy marcada y yo no sé si le tengo más bronca a ese H.P, o a mi mamá que permitió esa situación.”(Joven barrio el Rosal). Aquí podríamos establecer algunos elementos asociados con la tensión que tipifica las faenas de violencia intrafamliiar y los relatos y correlatos de las y los jóvenes del barrio El Rosal, que al escribir sobre sus experiencias de conflictos pasadas y presentes, desnudan los cercos de desconfianza y temor vividos en ciertos círculos familiares. Al respecto Beck (2000, citado por Rafael Vidal Jiménez) expresa que “Los riesgos no aluden a daños acontecidos, no equivalen a destrucción sino que el concepto de riesgo empieza donde la confianza en la seguridad termina y deja de ser relevante cuando ocurre la potencial catástrofe, la muerte o el daño físico. Por tanto, se podría afirmar que sentirse en riesgo significa un estado intermedio entre seguridad y daño, donde la percepción del riesgo en tiempo presente determina pensamiento y acción” (Pág. 43) Aislarse o “fugarse” es una señal de escape a los entornos de severo control adulto, en este caso la autoridad adultocéntrica (Duarte, 2002) representada en sus padres y que por momentos representa en estos jóvenes: severidad y prohibición. “le pedí permiso a mi mamá pero ella se lleno diciendome que no podia ir, como yo mantenia sola en mi casa, pues mi abuela y mis hermanos no vivian con nosotros (creo que era vacaciones o algo asi) mi mamá se iba a las 8:00 am y llegaba a las 7:00pm, como no iba a almorzar, yo decidí irme con mis amigos para el río. Bueno la pasamos super rico, nos fuimos a las 10:00 am y llegamos a las 4:00 pm, mi mamá no se dio cuenta ni nada.” (06). Desde esto planteamientos el conflicto para los jóvenes del barrio el Rosal se percibe como “un estado de desorden de la familia y la sociedad relacionado con personas de mente no muy abierta que solo se fijan en una forma de ver las cosas…” (Joven barrio el Rosal) Sus experiencias dan prioridad a las tensiones de orden familiar que reflejan problemas sociales que los afectan colectivamente como integrantes de un núcleo familiar. “El conflicto se trata de una familia la cual consta de un padre que no hacía nada más que tomar licor, una mamá 94


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demasiado recatada, los hermanos mayores tenían ya su vida organizada, pero ella y su hermano eran lo más cercano a una familia...” (Joven barrio el Rosal). Los problemas de alcoholismo en los padres de familias se ha constituido en uno de los factores perturbadores de la convivencia en familia y uno de los problemas más graves en la relación padres e hijos. Ese aspecto repetitivo en los cuadros familiares de los y las jóvenes del barrio El Rosal se ha constituido como bien lo señala Germán Muñoz (2002)”en uno de los desencadenantes de la violencia intrafamiliar en Colombia y uno de los factores que ha lesionado la comunicación al interior de las mismas familias” (Pág. 66). Al respecto, en las narraciones de estos jóvenes se presenta de forma reiterada una alusión a los problemas de comunicación como generadores de conflicto al interior de las familias y las relaciones con sus pares. En el ámbito de lo familiar, la dimensión físico material se expresa en dos aspectos para los y las jóvenes del Barrio el Rosal: el abuso de poder por parte de los adultos que lesiona la comunicación y la convivencia intrafamiliar lo que en casos extremos lleva a los jóvenes a la ideación suicida o al intento suicida, generalmente jóvenes que se sienten incomprendidos, como estrategia para llamar la atención de sus padres. “En esas volvió a pensar en un suicidio como solución pensaba que tal vez con esa solución sus padres que iban a volver. Ella pensaba que de pronto con una catástrofe iban a volver a unir más lo intentó que por segunda vez, falló en la segunda y se intentó suicidar con algo que le afectó su salud más…” Hechos extremos como este, señalan no sólo un presunto escape a las fuertes tensiones de un hogar muy fracturado en su comunicación y convivencia, sino que también establece los vértigos propios de jóvenes que viven en condiciones de marginalidad, donde lo económico y la cruda realidad de sus necesidades básicas insatisfechas, abonan decisiones fatales con tal de “salvar” o hacer prevalecer los intereses superiores de sus familias. Los jóvenes también consideran que las situaciones problema entre dos o mas personas, además de afectar a los involucrados perjudican al resto de la gente los, esto lo relacionan con situaciones de intolerancia que ven en el barrio y en la sociedad: “…lo relacionó con el conflicto armado que nos afecta a todos directa e indirectamente…”. Esta percepción se asocia con el conflicto socio político colombiano como una tensión de la dimensión física del conflicto, lo físico también alude a la guerra, creen que “la guerrilla, el paramilitarismo y la pobreza son la violencia y los conflictos en el país…” (Joven barrio el Rosal) Otro joven expresa, el conflicto “…es un suceso de problemas y lo relaciono con las guerras….” (Joven barrio el Rosal) “Es cuando dos personas son o están formando las guerras y no los arreglan dialogando…” (Joven barrio el Rosal) Desde lo físico material para los jóvenes del Rosal el conflicto también es “todo lo malo que pasa” en sus vidas y fuera de ellas. En sus experiencias cotidianas “lo malo que pasa” se vincula como ya se mencionó antes con todo lo que para ellos es un problema: las dificultades en la interacción cotidiana con sus padres, padrastros, hermanos y principalmente con sus mamás. “Las peleas son continuas con mi mami, ya que tenemos muchos inconvenientes en la casa por cualquier cosa.”

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“Son problemas que los podemos vivir a cualquier momento y lugar, esto puede ocasionarse por dos o más personas…” “Es cuando algunas personas forman situaciones complicadas que a veces es muy difícil solucionarlos porque son graves. Lo asocio con todo lo malo que le puede pasar a una persona o varias personas por estar emproblemados.” En lo externo, “lo malo que pasa” también son las situaciones problema que ellos identifican ocurren en la sociedad “…lo mas notorio son la drogadicción, el desempleo, la violencia y el desplazamiento…” “.. la corrupción, los ladrones que corrompen a los jóvenes, las drogas….” Las tensiones constitutivas de la dimensión físico material, del significado del conflicto hacen énfasis en todo lo malo que pasa, como una cadena de circunstancias “negativas”, que exponen permanentemente a los jóvenes a situaciones que afectan su vida familiar y las relaciones fuera del hogar, hay sensaciones de amenaza externas, asociadas a los peligros que perciben en la calle y a las problemáticas internas propias de sus micro contextos domésticos. En el ámbito de la familia los problemas de comunicación, alcoholismo, relaciones de poder con los padres en las que se abusa del poder, generan tensiones que favorecen la violencia intrafamiliar. En lo externo también aparece la comunicación como un factor desencadenante de conflicto con los pares y con otros y las amenazas externas propias de la calle que los ponen en riesgo.

Dimensión político-social del conflicto Esta dimensión recoge las nociones que construyen los jóvenes sobre el conflicto desde lo más individual centrado en las vivencias y condiciones personales concretas, hasta nociones construidas desde vinculaciones más sociales en resonancia con los otros para mostrar una variación también desde acciones individuales hasta acciones colectivas. Se explica entonces cómo las tensiones e impactos del entorno socio-político afectan los micro-contextos y el contexto de las y los jóvenes del barrio El Rosal. En lo mas individual los jóvenes priorizan aquellos conflictos particulares vinculados con las relaciones con sus familias y con sus pares, sobre los conflictos asociados a las dinámicas sociales y dentro de estos privilegian los del barrio con respecto al resto de la ciudad. En el ámbito familiar, como ocurre en la dimensión anterior, los jóvenes identifican el desorden y confrontación al interior de las familias con problemas de comunicación explicitados en “falta de dialogo y entendimiento” (Joven barrio el Rosal). Desde lo individual hay una queja por la situación dentro del ambiente familiar, que no se queda en lo particular sino que se extiende y hace explicita una preocupación por la situación del barrio. Lo que empieza a configurar una tendencia que si bien puede iniciarse en las experiencias individuales, no queda en ellas sino que trasciende a lo colectivo, a lo que es de interés de la comunidad. Pues aquí en El Rosal, hay mucho conflicto intrafamiliar, eso lo sabe todo El mundo, sin embargo, a uno le duele que la imagen del barrio sea maluca….” (Joven barrio el Rosal) “…aquí los problemas no son de guerrilla o delincuencia como ocurre en el centro de Pereira o en algunas partes del departamento, aquí se ve otro cuento, 96


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que en todo caso es delicado pues tiene que ver es con los conflictos adentro de las familias….” (Joven barrio el Rosal) En las manifestaciones de los jóvenes hay una inquietud frecuente por aquello que en el barrio afecta la comunidad y esa preocupación deviene de sus intereses y experiencias individuales. “Aquí en este barrio los conflictos que más se ven tienen que ver más con las familias: embarazos prematuros, consumo de drogas, por estar demasiado tiempo en la calle; por no ayudar económicamente en la casa, por las amistades o novia(o)s que tienen, porque se la pasan jugando billar, “ esquiniando” hasta altas horas de la noche, porque están “chupando” (consumo de bebidas alcohólicas), por ser groseros, por chismes, porque no hay sino un solo televisor y diariamente pelean por que según ellos quieren “ ver vainas distintas”, porque no hay para la comida, “ porque la dueña de casa jode mucho con lo del arriendo, “ porque en mi casa me dicen que lo del grupo jaguar es una maricada y una perdedera de tiempo, y más bien debería ayudar a traer plata a la casa...” “Para mí el conflicto es una lucha diaria, ya que la paz es perturbada sobre todo en la familia, de ahí se expanden a los lugares en los cuales estamos frecuentando…” Para estos jóvenes los desacuerdos con los otros que caracterizan las dinámicas de sus familias, se conecta con las contradicciones con los amigos y con compañeros del colegio y se incrementan por la falta de dialogo, factor determinante de los conflictos, identificado por los mismos jóvenes. “Un día estábamos en la avenida, llegó una niña que me estaba jodiendo y diciendo cosas y me agarré con ella.” “Una vez me insultaron en el colegio, no me gustó, y se armó un conflicto que casi me cuesta el cupo en el colegio.” Al igual que en la familia, y con los pares, en la sociedad la esencia de los problemas radica en las dificultades para comunicarse: “La verdad es que los mayores conflictos que vivimos aquí es por problemas de comunicación, y yo personalmente creo que al país lo que es la guerrilla y los paras le hacen mucho daño, aunque también es cierto que aquí en Colombia hay mucha pobreza y eso hace que haya conflictos.” “Aquí nada no lo han regalado, yo por ejemplo me le he pegado a la promotora de Salud de pereira para que nos trajera el programa de educación sexual” (joven barrio el Rosal). Desde los liderazgos individuales, las y los jóvenes del grupo Jaguar, fueron encontrando puntos de apoyo para actuar colectivamente. Se percibe una construcción como actores sociales desde condiciones y actitudes individuales, hecho que les ha fortalecido su trabajo de equipo. La dimensión socio-política del conflicto en el caso de los jóvenes del Barrio el Rosal, prioriza lo colectivo, lo comunitario, es decir, los jóvenes describen los conflictos desde una pertenencia a un grupo (JAGUAR) o institución social como la familia, la escuela, el barrio, su comunidad. Estos significados oscilan principalmente entre conflictos particulares vinculados con las relaciones con sus familias y con sus pares, conflictos interpersonales en escenarios cotidianos que atribuyen causas y efectos a la conexión o la 97


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división entre las personas tales como: insultar, criticar a los demás, traicionar, defraudar, discriminar e irrespetar. Y conflictos asociados a las dinámicas sociales y relacionados con los conflictos particulares, dentro de estos privilegian los del barrio o su cuadra. Se organizan colectivamente para responder a las necesidades de su comunidad con la que tienen un gran compromiso y desafío. Se ve así una marcada interacción entre las acciones individuales y colectivas en esta dimensión.

Dimensión psico-emotiva del conflicto En esta dimensión los jóvenes del Rosal el conflicto representa “todo lo malo que nos ocurre” este pensamiento que hace parte de la vida diaria, doméstica, de vecindario lo asemejan los jóvenes a la vida misma, incluso se refieren a él como una realidad próxima de conflictos. Esta tendencia se precisa como una tensión permanente entre lo intrasubjetivo que es propio de cada uno de los jóvenes y lo intersubjetivo que destaca lo relacional. El conflicto visto por las y los jóvenes del barrio El Rosal de manera intrasubjetiva, significa que los problemas al interior de sus hogares hacen parte de esa realidad interna propia de muchas familias que viven en situaciones precarias y cuya estructura familiar se encuentra fracturada emocional, anímica y comunicacionalmente. “Creo que por las etapa más difícil que he pasado fue cuando sin yo querer me tocó irme de mi casa…. Un día yo decidí irme con mis amigos para el río. Bueno la pasamos super rico, nos fuimos a las 10:00 am y llegamos a las 4:00 pm, mi mamá no se dio cuenta ni nada…. Fui descubierta en mis mentiras seguidas. Las cosas empeoraron y mi mamá decidió que yo me fuera para donde unas primas. Lo hice y viví con ellas 9 meses…. En ese tiempo no tuve contacto con mi mamá ni con mi abuela ni hermanas…”. El conflicto visto por estos jóvenes de manera intrasubjetiva, significa que los problemas al interior de sus hogares hacen parte de esa realidad interna propia de muchas familias que viven en situaciones precarias y cuya estructura familiar se encuentra afectada por diversos factores. La pobreza, entre otros problemas estructurales, hace que los y las jóvenes vivan una lucha por la obtención de recursos económicos para el sostenimiento de sí mismos y de sus familias, son proveedores y asumen responsabilidades de adulto que no les son propias a su condición de jóvenes. Así mismo la intrasubjetividad se hace manifiesta en situaciones de conflicto asociados con suicidio, como el caso antes mencionado. Las cargas emocionales que acumulan estos jóvenes, los exponen a situaciones extremas y su capacidad de agruparse y actuar por sus logros personales. Además la estimulación emocional que les genera las fricciones y conflictos con sus padres ha hecho común que muchos jóvenes por su cuenta terminen viviendo definitiva o transitoriamente en hogares de otros miembros de la familia, predominantemente donde los abuelos o tíos. Hay una evidente tensión entre lo conflictivo relacionado con la interacción al interior de la familia y sus inquietudes subjetivas. Lo intra e intersubjetivo hacen evidente una permeabilidad entre lo que para ellos son los conflictos internos: con la familia, los amigos, sus conflictos personales y los externos: la delincuencia, grupos armados al margen de la ley, las condiciones de vida desfavorables y los problemas de comunicación. Esto se apoya en expresiones como “así el conflicto 98


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externo se vuelve interno….” . Los jóvenes reconocen el conflicto con presencia permanente en la vida cotidiana, que se retroalimenta cíclicamente desde las tensiones internas y externas. Si bien estos jóvenes viven experiencias cotidianas difíciles que generan sentimientos de tristeza, abandono y rebeldía, sus narraciones develan un fuerte énfasis en la satisfacción que experimentan al ser agentes sociales dinámicos que con “esfuerzo y sacrificio” pueden impactar la realidad de su barrio, de sus amigos y de sus familias desde las posibilidades que construyen con su organización juvenil, el grupo JAGUAR. El respaldo, la cohesión de grupo y sus acciones permanentes son un importante aspecto en su vivencia diaria del conflicto.

Sentido de ser joven Con respecto al significado de ser joven, los sentidos de los jóvenes del barrio el Rosal se organizan tres dimensiones, ser líder a pesar de la adversidad, en la que resaltan la confianza que tienen en sus acciones y en ellos mismos, así reconozcan las dificultades del contexto en el que viven, que los expone a condiciones precarias en lo social y material. Estos jóvenes que viven con escasos recursos materiales y en contextos de descomposición social, expresan un fuerte compromiso por lo social que se sustenta en su grupo JAGUAR, Jóvenes Activos Guerreros Unidos al Rosal, desde el cual trabajan por ayudar a resolver necesidades del barrio. “…somos una comunidad muy unida y que está luchando para derrotar los obstáculos que se nos están presentando en nuestro camino. Ya que somos gente echada pà lante con barraquera con ganas de que se les presente una oportunidad o a nuestros jóvenes que se les pueda presentar una segunda oportunidad.” (Joven grupo JAGUAR, barrio el Rosal). El fuerte vinculo con el grupo que les ha dado reconocimiento y la responsabilidad que sienten por su comunidad, por lo social los empodera y los lleva a tener esperanza y los convierte en actores sociales que impulsan el desarrollo.

La dimensión lucha permanente por la supervivencia Aquí se alude de nuevo a las condiciones difíciles en las que transcurren las vidas de estos jóvenes que los lleva a tener la certeza de que ser joven es una experiencia difícil que se vive en medio de dinámicas cotidianas que los exponen a la muerte. Es una lucha constante por superar condiciones limites que amenazan la integridad física. “El hijo más pequeño de doña María de Jesús Ramírez Ortiz, estaba a más o menos una cuadra de la casa con 5 tiros en la parte trasera de su cabeza y como siempre nadie supo quien fue o por donde se fue el sicario, claro que no me importó en ese momento ya que debía atender a mi mamá, quien ya obviamente había perdido toda unión con la realidad, se concentró sólo en revivir a Tití, lo cual era, claro está, cosa humanamente imposible.” (Joven barrio el Rosal). Otro joven manifiesta: “Aquí uno tiene que vivir a lo bien el día a día. Aquí nadie tienen comprada la vida así esta (El Rosal) no sea una olla, de manera parce que para que tanto nervio y estrés…” 99


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Dimensión Asumir responsabilidades de adulto Esta dimensión muestra la conciencia, o darse cuenta, que manifiestan los jóvenes de que se les han adjudicado acciones que no les corresponden, se les exige ser proveedores, buscar los recursos para resolver las necesidades de sustento de sus familias y a sumir el cuidado de sus hermanos. “como la exigencia que hacen las familias para que los jóvenes consigan dinero para contribuir con los gastos de la casa” (Joven barrio el Rosal). Igualmente está la presión de vincularse al mercado laboral, que en muchos casos reemplaza el tiempo para la formación, como una forma de ayudar a resolver la búsqueda de los recursos. “Bueno, ese tiempo fue muy duro, pues, a mi mamá y a mí nos tocó trabajar más duro. Yo también empecé a trabajar en casa de unos ricos de allá de Pinares que ya conocían el trabajo de mi mamá” Los jóvenes del barrio el Rosal además de verse presionados a sumir responsabilidades que no les corresponden, son coaccionados para cambiar sus prioridades. “…por no ayudar económicamente en la casa…, porque no hay para la comida, porque la dueña de casa jode mucho con lo del arriendo, porque en mi casa me dicen que lo del grupo jaguar es una maricada y una perdedera de tiempo, y más bien debería ayudar a traer plata a la casa...” (Joven barrio el Rosal)

Dimensión ser problema En los jóvenes del barrio el Rosal, también el ser joven es ser problema, esta dimensión se constituye en el reconocimiento a la situación problémica que en su contexto caracteriza a los jóvenes del barrio El Rosal. Pero también es la identificación de una posibilidad para que el estereotipo social de ver al joven como problema, y sentirse ellos mismos como jóvenes, un problema, se convierta en oportunidad mediadora del conflicto y opción para construir un nuevo perfil de ser joven en un contexto conflictivo local en el que se empoderan. La influencia de los discursos sociales que estigmatizan a los jóvenes se ve claramente reflejada en las valoraciones que hacen los jóvenes del Rosal de lo que es ser joven: “cuando se es adolescente se cometen los errores más notorios en la vida de una persona. Las drogas, la música, el fútbol y otras costumbres llevan a los jóvenes a armar conflictos empujados por la rebeldía y los problemas con la autoridad, las reglas, órdenes y demás”. (Joven barrio el Rosal). “muchas veces los jóvenes somos inmaduros y no pensamos en los problemas que nos podrían traer consecuencias. Hay muchas cosas que hacemos y no las pensamos y eso nos trae y crea muchos conflictos”. (Joven barrio el Rosal). Se refleja una valoración del ser joven desde el no estar preparado, no dar la medida y ser imperfecto en comparación con lo que la sociedad espera.

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Regulaciones culturales Son estrategias estrategias de apoyo y blindaje para enfrentar la dinámica cotidiana de los conflictos que les permite a los individuos protegerse ante situaciones difíciles y enfrentar las demandas de la vida cotidiana. De sus relatos emerge una actitud entusiasta y alegre que les da fortaleza, los estimula y respalda su vinculación al grupo Jaguar. También los protege cuando las incertidumbres de la vida diaria los golpea. Complementa este sentido, la certeza que muestran los jóvenes por liderar acciones en su barrio que respondan a los problemas y carencias diarios, desde lo que los diferencia y les da reconocimiento en la comunidad: “pertenecer a Jaguar y ayudar a la gente del barrio”. (Joven barrio el Rosal). También utilizan como estrategia de protección el sentir que lo que su experiencia viva les exige hacer es un sacrificio y esfuerzo que se justifica por su aporte a mejorar las condiciones de su mamá y hermanos. Así mismo se hace evidente, el uso de un mecanismo que les es útil para enfrentar el control al interior de las familias y en lo social, como es no dejársela montar. Una estrategia que, en lo social, les ha enseñado que “el más fuerte es el más respetado”, mientras en lo familiar los ha llevado a desafiar la imposición de los adultos desde acciones “rebeldes” en un intento de autodeterminación: “No, no la dejamos montar de nuestros papás que además se olvidan que ellos también fueron jóvenes y tenían sus vainas como tomar trago, jugar tejo horas y horas, y entonces para qué molestan tanto si uno puede estar en la calle, pero sabe con quien se mete y con quien no.” Así se hace evidente una búsqueda de autodeterminismo en la lucha por independizarse del control de los padres y asumir las riendas de sus vidas. Los jóvenes del barrio el Rosal también se apoyan en una visión doctrinal, que se traduce en una fuerte creencia religiosa en la que encuentran refugio y protección frente a las amenazas a las que los exponen sus vidas cotidianas. Lo mismo que su visión optimista que los protege y les da fortaleza para enfrentar la vida.

Sentido político de la relación conflicto-joven Se manifiesta principalmente en su convicción de tener responsabilidad social, lo que se fundamenta en su asociacionismo juvenil mediante el grupo Jaguar y las acciones ejercidas desde el grupo para dar respuesta a necesidades inmediatas de su comunidad. Esta vinculación colectiva y acción social, configura a estos jóvenes como actores sociales activos, que se asumen así mismo como agentes de acción desde la posibilidad y fortaleza que les brinda una asociación juvenil creada por ellos mismos. Desde esta lógica informal los jóvenes se distancian del direccionamiento de los adultos y deciden gestionar desde las posibilidades que el grupo les condensa.

Dimensión control como poder En las narrativas de los jóvenes del barrio el Rosal de Pereira aparece el ejercicio de la autoridad de los padres como estrategia de control ejercida sobre los jóvenes. En los relatos las acciones de los adultos se fundan en una sumisión incondicional a la autoridad 101


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paterna que oscilan entre la agresión física y el control regulado de las actuaciones de los jóvenes. “Mi niñez no fue muy buena que digamos, a causa de mi padrastro, él nos golpeaba a mis hermanos y a mí los tres sufríamos mucho, pero gracias a la rebeldía de mi hermano nos pudimos salvar de tanto maltrato.” (Joven barrio el Rosal) Se muestra confrontación y lucha con las disposiciones de los adultos que descalifican y critican los esfuerzos de organización juvenil de estos jóvenes. “….porque en mi casa me dicen que lo del grupo jaguar es una maricada y una perdedera de tiempo, y más bien debería ayudar a traer plata a la casa... Esto jóvenes también reaccionan frente al control de los adultos cuestionando y discutiendo las actuaciones de sus padres. “No nos la dejamos montar de nuestros papás que además se olvidan que ellos también fueron jóvenes y tenían sus vainas como tomar trago, jugar tejo horas y horas, y entonces para qué molestan tanto si uno puede estar en la calle, pero sabe con quien se mete y con quien no…..” La lucha por el control se infiltra, incluso en la elección de prioridades y coarta la autonomía y toma de responsabilidades de los jóvenes en la relación desigual y autoritaria entre padres e hijos. “Todos pasamos por una edad difícil que sin duda alguna es casi imposible que nuestros padres nos controlen, así fue cierto día o más bien muchos días en los que primero están nuestros amigos, que la recocha, que el paseo, que el novio, todo eso, creo que llegue al limite pues no me importaba lo que mi familia decia, si no lo que yo quería.”

Dimensión acción prospectiva juvenil Desde esta dimensión las acciones de los jóvenes del Rosal revelan su convicción de tener responsabilidad social, lo que se fundamenta en su asociacionismo juvenil mediante el grupo Jaguar y las acciones ejercidas desde el grupo para dar respuesta a necesidades inmediatas de su comunidad. El ser lideres es una posibilidad de los jóvenes del barrio El Rosal para enfrentar el conflicto desde su liderazgo. En ese mismo sentido la adversidad la consideran provocadora de liderazgo por que los desafía. “…los de Jaguar somos todos sanos y a veces por tratar de hacer cosas por el barrio, nos llaman sapos….” “Mi barrio va a estar mucho mejor porque desde ahora los jóvenes y las personas adultas que lo habitamos trabajamos y hacemos lo posible para mejorarlo y trabajamos unidos y lideramos proyectos…”

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estamos trabajando por él (barrio), ya que somos una comunidad muy unida y que está luchando para derrotar los obstáculos que se nos están presentando en nuestro camino. Esto configura a estos jóvenes como actores sociales activos, que se asumen así mismo como agentes de acción desde la posibilidad y fortaleza que les brinda una asociación juvenil creada por ellos mismos. Desde esta lógica informal los jóvenes se distancian del direccionamiento de los adultos y deciden gestionar desde las posibilidades que el grupo les condensa. En esta dimensión se hacen palpables las tendencias que refieren las luchas de los jóvenes, sus resistencias y actitudes entusiastas para sacar adelante los propósitos de Jaguar. Confrontan a las autoridades, debaten con la Junta de Acción Comunal acerca de su problemática de barrio, impulsan y gestiones tareas para su comunidad desde la Red de Jóvenes de Pereira y potencian su liderazgo consiguiendo acompañamiento que los fortalezcan como grupo líder. “Nos gusta que nos enseñen a pescar y no que nos den el pescado. Eso lo tenemos claro, pues así hemos trabajado estos dos años. Aquí lo que se consigue no es por Yuly o por Marlon o Jessica, es por Jaguar…” (Joven barrio el Rosal). Se percibe un paso importante en su condición de jóvenes. No le juegan simplemente a ser espectadores del conflicto, lo asumen como parte de su entorno, como un hecho constitutivo de su contexto local y han ingresado en una etapa propositiva frente a su propia comunidad. De allí surgió en buena medida la idea de constituir (2005) un grupo de servicio y acción, conformado por jóvenes: Jaguar. El ciudadano moderno implica un individuo que rige acciones con individualidad, la racionalidad, el cálculo y la capacidad de deliberar en contraposición con las comunidades históricamente constituidas étnicas, societales, vecinales, y religiosas (Dávila León, 2004) que desean preservar su cohesión e identidad, su visión particular de vida y su sentido de protección social. En contextos marginales como el barrio El Rosal de Pereira las y los jóvenes menores de edad y los que son ciudadanos, han encontrado en la colectividad, el trabajo en equipo y la sinergia, un mecanismo de participación, decisión, integración y , desde luego, protección. El grupo Jaguar aunque cuenta con liderazgos individuales reconocidos está apalancando su esfuerzo desde el liderazgo grupal. Los jóvenes del barrio El Rosal trabajan ininterrumpidamente por el fortalecimiento de su colectivo juvenil. Tienen claro que tejiendo proactividad pueden incidir en el desarrollo de su comunidad y en la consecución de acciones que mejoren la calidad de vida de ese, que es su entorno. Siendo el grupo Jaguar, un colectivo heterogéneo especialmente en sus edades (entre 15 y 21) y con roles y micro-roles domésticos disímiles, ha venido constituyéndose en un eje formador de líderes. Su carácter proactivo y visionario le ha permitido ganar en posicionamiento, no sólo al interior del barrio-status de cierto blindaje- sino que también ya cuenta con algún reconocimiento en el establecimiento y la institucionalidad municipal habida cuenta de sus acciones emprendedoras.

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“Esto no no lo a regalado nadie, ni siquiera las peleas internas que nos han fortalecido, pues seguimos fuertes como grupo aquí en el barrio y en todas partes…” (Joven barrio el Rosal). En suma el carácter de esta dimensión precisa el perfil y talante de este grupo. Confrontan a las autoridades, debaten con la Junta de Acción Comunal acerca de su problemática de barrio, impulsan y gestiones tareas para su comunidad desde la Red de Jóvenes de Pereira y potencian su liderazgo consiguiendo acompañamiento que los fortalezca como grupo líder. Se percibe un paso importante en su condición de jóvenes. No le juegan simplemente a ser espectadores del conflicto, lo asumen como parte de su entorno, como un hecho constitutivo de su contexto local y han ingresado en una etapa propositiva frente a su propia comunidad. En contextos marginales como el barrio El Rosal de Pereira los jóvenes, han encontrado en la colectividad, el trabajo que potencia participación en los asuntos públicos, su capacidad de analizar y decidir y emprender acciones. El grupo Jaguar aunque cuenta con liderazgos individuales reconocidos está apalancando su esfuerzo desde el liderazgo grupal.

Conclusiones Significado del conflicto: Para estos jóvenes el conflicto está relacionado con “todo lo malo que pasa” en sus vidas y fuera de ellas. En sus experiencias cotidianas “lo malo que pasa” se vincula con todo lo que para ellos es un problema: las tensiones al interior de la vida familiar que se dan con sus padres, padrastros y hermanos, la “guerra sin acuerdo con la familia” por ausencia de dialogo y diversidad de intereses, como la exigencia que hacen las familias para que los jóvenes se rebusquen dinero para contribuir con los gastos de la casa, o la confrontación que tienen con sus padres por sus relaciones afectivas. Además todo “lo malo que pasa” se conecta con los desacuerdos con los amigos y con compañeros del colegio. En lo externo, “lo malo que pasa” también son las situaciones problema entre dos o mas personas que además de afectar a los involucrados perjudican a los demás, esto lo relacionan con situaciones de intolerancia que ven en el barrio y en la sociedad: “…lo relacionó con el conflicto armado que nos afecta a todos directa e indirectamente…” . Para estos jóvenes hay una permeabilidad entre lo que para ellos son los conflictos internos: con la familia, los amigos, sus conflictos personales y los externos: la delincuencia, grupos armados al margen de la ley, las condiciones de vida desfavorables y los problemas de comunicación. El conflicto es percibido por estos jóvenes como un estado de desorden en el ámbito de la familia y en la misma sociedad. Catalogan el conflicto cuando dos personas o dos partes están en fuerte tensión o guerra y no se acercan para superar esas dificultades y problemas. El significado que le dan al conflicto desde esta perspectiva, lo toman como una lucha diaria para enfrentar los problemas con los padres, padrastros y familiares. Adicionalmente asumen el conflicto como una situación problemática entre dos personas o un grupo de personas que puede afectar a terceras personas e inclusive a toda una comunidad. Resaltan que el aspecto clave del conflicto es la dificultad en los procesos de comunicación entre las personas.

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El liderazgo creciente y su pretensión de trascender sus acciones pensando en las próximas generaciones, les da convicción, compromiso y les da posicionamiento en el barrio y algún grado de reconocimiento ante la institucionalidad pública del municipio de Pereira. El fortalecimiento de Jaguar y creación de nuevas organizaciones juveniles. Le apuestan al liderazgo como expresión de trabajo y servicio por la comunidad, y como garante de la promoción de nuevos líderes para el barrio y la ciudad. Las y los jóvenes del grupo Jaguar del barrio El Rosal de Pereira, son esencialmente líderes que no se sustraen de la dura realidad de su microcontexto en términos de conflictos genéricos en su ciudad y conflictos domésticos en su barrio, su cuadra y su propio hogar. Su carácter diferenciador reside en que no se quedan en el papel de narradores o espectadores de ese cuadro complejo de conflictos, sino que actúan como colectivo en razón de una acción de protección social para trabajar en equipo y luchar por el mejoramiento de sus condiciones y calidad de vida en el presente y hacia futuro.

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Referencias Bibliográficas Dávila León, Oscar, (2004) Perspectivas de juventud, como los abordajes disciplinarios que de manera contemporánea Revista ULTIMA DECADA No 21, CIDPA, Valparaíso, diciembre, págs. 83-104 Duarte Quapper Klaudio. (2002), ¿Juventud o juventudes? Versiones, trampas, pistas y ejes para acercarnos progresivamente a los mundos juveniles”. Universidad de Chile, Santiago de Chile. Muñoz, Germán, (2002) Memorias temas y problemas de los jóvenes colombianos al comenzar el siglo XXI. Seminario Nacional sobre Convivencia. Bogotá. Oficina de Planeación Municipal de Pereira. (2006) Documento Plan de Desarrollo . Ricoeur Paul, (1999) Historia y Narratividad, traducción de Gabriel Aranzueque S. Editorial Paidós, Barcelona. Vidal, Jiménez Rafael (2000) “El otro como enemigo: Identidad y Reacción en la Nueva Cultura Global del Miedo”. Revista de Filosofía A Parte Rei, Sevilla, España.

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Narrativas del conflicto de jóvenes en condiciones márgenes46 Patricia Botero Gómez47 Dora Miryam Ríos Londoño

Descripción del contexto de las narrativas

Descripción del grupo de jóvenes: El grupo de trabajo seleccionado para este contexto es un grupo heterogéneo: se trabajó con 10 jóvenes (5 hombres y 5 mujeres) con edades entre 13 y 22 años. La gran mayoría de ellos cursa los primeros grados de bachillerato, excepto una estudiante universitaria y madre de familia, y un joven des-escolarizado. En las narrativas de los y las jóvenes aparece la familia como un referente muy importante, bien sea para relatar la experiencia de violencia de un hermano, de un primo o de la madre como personajes focales o como personajes secundarios añorados y recordados en sus tramas. Así mismo, hablan de sí mismos, se auto-clasifican y se distinguen en el grupo, algunos como jóvenes caseros y otros como jóvenes de la calle, una distinción que también utilizan en sus interacciones grupales para describir el nivel de experiencia que tienen para enfrentar el contexto donde habitan.

Escenario y contexto local de las narrativas: En este documento se adopta la noción de contextos márgenes desarrollada por Botero (2005) y adaptada de la explicación que Castel (1998) hace de la noción de marginalidad: los espacios urbanos socialmente descritos como lugares de promiscuidad, suciedad y violencia, así mismo, este término connota una visión de personas o grupos sociales que realizan una ruptura frente a la norma. Cada uno de los jóvenes hace referencia en sus narrativas a la Plaza de mercado como contexto local cotidiano, espacio donde los jóvenes habitan: Viven, estudian y trabajan. La Galería: plaza de Mercado de Manizales. Es un sector de la ciudad de Manizales perteneciente a la comuna 2. La distribución arquitectónica de la Galería es en forma circular donde confluyen diferentes tipos de negocios: supermercados, almacenes agrarios, bares, prostíbulos, ventas de chatarra, material de construcción de segunda 46 Este documento surge de la investigación realizada por Botero & Ríos. (2004-2007) y hace parte de la investigación: Botero, Pinilla, Lugo, Calle, Ríos y Cols. (2007). Narrativas del conflicto socio-político y cultural desde las y los jóvenes en contextos locales de Colombia. Universidad de Manizales, Facultades de Psicología, Comunicación social y periodismo, Ingeniería de Sistemas y Educación; Centro de estudios avanzados en niñez y juventud alianza Universidad de Manizales-CINDE; Fundación para el Desarrollo Integral de la Niñez, la Juventud y la Familia FESCO. La investigación realizada con el grupo de jóvenes en condiciones márgenes, fue financiada por la Universidad de Manizales y el Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud. en Alianza con el Cinde, la Maestría en Educación y Desarrollo Humano, la Facultad de Educación y la Facultad de Ingeniería. Se contó con la participación de una estudiante de pregrado como asistente de investigación: María Isabel Ramírez (Educación – Universidad de Manizales). Así mismo participaron como investigadores, agentes culturales del proceso de investigación: Lukas Duque, Liliana Márquez, Jesica Osorio y Alexander García. 47 Documento elaborado por: Patricia Botero Gómez, docente investigadora de la Universidad del Valle y del Doctorado en Ciencias Sociales Niñez y Juventud de Universidad de Manizales-Cinde. Dora Miryam Ríos, docente investigadora de la Universidad de Manizales, Facultad de Ciencias e Ingeniería .

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y basura. La plaza en sí distribuye su espacio comercial en los locales, los andenes y la calle, desde los cuales se venden productos del campo como frutas, legumbres, carnes y hierbas. Las personas que trabajan en estos espacios (locatarios, estacionarios y maneros) respectivamente generan sus propias normas para coexistir en el mundo del mercado. La confluencia de lo rural y lo urbano, la pobreza y la riqueza, la oferta y la demanda, han hecho de la Plaza de Mercado de Manizales un lugar de lucha de intereses y un sitio donde, de acuerdo con los estudios de Botero 2005, se generan reglas de juego propias, una regulación implícita que orienta el comportamiento de los individuos y para la cual los habitantes, sin distinción de edad, género u ocupación, han encontrado de manera creativa y, en muchos de los casos, de manera perversa, las formas de subsistencia en la existencia cotidiana hasta el punto de debatirse la vida en medio del conflicto. Las narrativas de conflicto que plantean los y las jóvenes consultados en este escenario local, hacen referencia de manera principal al contexto como una zona donde es necesario “cuidarse” pues las condiciones de violencia que relatan están referidas a robos, y asesinatos como tramas centrales en cada una de las narraciones. El instructivo principal que evidencian los y las jóvenes es el de “cuidarse” de una bala perdida, del hablar más de la cuenta, y de “enredarse” o “confiarse demasiado” lo cual amenaza la propia vida o la vida de las personas que allí habitan. Llama la atención que al referir en sus tramas las situaciones de extremo conflicto, en donde la amenaza permanente de la propia supervivencia, no se constituye en un factor que implique respuestas de abstención para frecuentar lugares, salir a jugar, salir en las noches etc. “cuidarse” implica adquirir formas de adaptación para mantener las cosas bajo control. El billar aparece como lugar de referencia en la galería lugar que frecuentan niños/ jóvenes y adultos, generalmente hombres, como espacio de diversión y de búsqueda de oportunidades. Finalmente, el contexto social de las narrativas pone énfasis en plaza de mercado como escenario donde se expresa la diversidad humana en condiciones de raza, orientación sexual, clase: rango diverso de estratos económicos, procedencia: urbano, rural, mercado legal e ilegal, actores del conflicto: paramilitares, guerrilla, delincuencia común, narcotráfico: actores invisibles y visibles en asuntos ilegales e ilegales. Allí se replantea el uso del tiempo (horarios de trabajo, de parranda, los roles se funden entre niños, jóvenes y adultos).

Descripción de la interpretación de las narrativas de los y las jóvenes en contextos márgenes. Tramas y tematizaciones propuestas en las narraciones de la primera fase de investigación. La muerte, el asesinato, y el robo son las tramas y los temas centrales que enuncian los y las jóvenes en este ámbito local. . Asesinato de un amigo casi hermano, jóvenes heridos de muerte, la experiencia de la madre de amenaza de muerte en su contexto cotidiano, la Intimidación que hace el padre de una familia a través del asesinato de unos ‘pájaros’. Experiencia de conflicto: un grupo de jóvenes con lazos afectivos muy fuertes se ven amenazados y desplazados de su lugar de origen por el asesinato inicialmente de uno y luego de otros amigos integrantes del grupo. Robo de la bicicleta. como mensaje central para tener cuidado en las calles intento de asalto de un primo. 108


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Llama la atención de que en cada una de las tramas aparecen otros jóvenes como agresores, delincuentes, líderes, sicarios, atracadores. Situación que referencia, a través de la narrativa, a otros jóvenes actores del conflicto en condición de perpetrador o victimario. Las narrativas tematizan, a su vez, la pobreza extrema de otros y las condiciones de exclusión como factor central en el conflicto. En los textos se resaltan sub-estratos económicos, una percepción de la pobreza de otros, mayor a la propia percepción de pobreza. En estas narrativas se resalta el reclamo por la justicia social aclamada desde la condición de otros, no de sí mismos. “Un pobre al que lo negaron y lo olvidaron y logra salir de su pobreza y perdona a su comunidad”, “en la esquina vivía una familia muy pobre”, a su vez se observa que el caso del vecino se constituye en ejemplar de crítica a la injusticia social. Aparecen también los conflictos con pares cercanos amigos, compañeros de colegio y primos, en los cuales, particularmente, un miembro de la familia interviene en el conflicto en defensa del joven cercano. Conflicto entre familias en defensa del hijo joven. Riña entre niñas como medio de solución de conflictos. En uno de los casos se referencia el conflicto personal de embarazo no deseado a edad prematura como narrativa que ejemplifica un conflicto típico de la vida de los jóvenes: enfrentar las consecuencias sociales y personales de un embarazo indeseado. Los asuntos que se tratan y los temas que se resaltan en las sub-tramas describen situaciones de la vida cotidiana referidos a actores, y escenarios cercanos: En primer lugar se enuncia la problemática en referencia a personajes cercanos: amigos, familiares, vecinos o conocidos del contexto local: relación con el amigo, problema con el primo, problema con madres, conocidos del barrio, integrantes de la familia vecina, vivencia de pobreza de un reciclador del barrio, referencia de la vivencia personal y grupal del conflicto, conflicto de la hermana, amigos y vecinos del barrio. En segundo lugar se describen los contextos o escenarios cotidianos donde se presencia el conflicto como: en la calle, en la sala de billar, en el taxi, en el trabajo informal, en la casa, en un velorio, en el baño. Cada uno de estos lugares evidencia que la presentación de los conflictos se desarrollan en escenarios privados de los y las jóvenes. Cada una de las narrativas evidencia sub-tramas referidas a los sentimientos y emociones de los afectados como uno de los capítulos centrales del relato. Describen las razones del conflicto por situaciones de revancha, venganza, rabia, impulsividad, la intromisión de las familias en la solución de los conflictos de los jóvenes, “Gana la partida y lo asesinan”, la intimidación por los agresores: matar unos pajaritos como amenaza para mantener el control sobre los hijos. El asesinato de un joven porque había mirado feo a otros jóvenes. Así mismo, los y las jóvenes de este contexto plantean en el desenlace de la narrativa tematizaciones como: humillación, negación y exclusión: vivencia de pobreza de un miembro de la comunidad con la consecuente aparición de un rico que le da oportunidades para mejorar sus condiciones, vuelve al barrio y enseña a los que lo rechazaron la reconciliación, perdón y felicidad. En este mismo sentido, aparece otra narrativa cuyo tema es la resolución de las necesidades básicas de un grupo de jóvenes desplazados. Por otro los y las jóvenes tematizan el miedo como condición de supervivencia en dos sentidos: el miedo para enfrentar las consecuencias de los actos: sospechar la noticia 109


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de embarazo, necesidad de enfrentarse a los sentimientos propios de mujer joven y reflexiones desde una visión más adulta de su experiencia pasada. Y el miedo frente a la amenaza de muerte personal y grupal: la experiencia de la muerte de un compañero y frente a la amenaza del grupo, la necesidad de exiliarse y su consecuente descripción de los procesos de organización como grupo para resolver la satisfacción de las necesidades básicas y las condiciones mínimas de vida y el hacer la vida sin los padres (autonomía). El Robo de la bicicleta: Aparición de tres muchachos en una escena del asalto con armas, asesinato en frente de la joven quien se extraña por la reacción de la comunidad.

Los personajes y actores que priorizan los y las jóvenes. En primer lugar aparecen los personajes cercanos tales como: familiares especialmente la madre, amigos y conocidos en cada una de las narrativas: Amigo casi hermano, mamá de la

sobrina, mamá del muerto, primo, madre del narrador, madre del primo, hermana de la contrincante, pelea de la hermana, vivencia de la madre, historia del vecino, amigas del barrio, amigo que descubre la noticia de embarazo. Es importante resaltar que en la pregunta se induce a esta respuesta cuando se

pide a los personajes que cuenten la situación de sí mismos o de una persona conocida; así mismo, es importante resaltar el potencial de la narrativa para evocar situaciones de la vida personal e intima de los sujetos. Los relatos de conflicto, al tematizar situaciones de duelo, de amenaza a la sobre-vivencia, implican reconocer a aquellos más cercanos, quienes avivan y enriquecen la comprensión de los sentimientos más profundos vivenciados por ellos en los relatos de los y las jóvenes y quienes están allí para ofrecer apoyo y defensa frente a situación de peligro. Así mismo, en algunas narrativas los conflictos se expresan entre personajes integrantes familiares o conocidos: entre las compañeras del colegio, entre las madres de los jóvenes, entre los primos, entre los integrantes de la familia y su padre agresor. Se advierte la agresión como medio efectivo para solucionar el conflicto independientemente del escenario y la condición de género. “En el colegio mi hermana se puso a pelear con una niña… Entonces la hermana de la niña se metió a la pelea… entonces la niña le pegó a mi hermana”.

Por otro lado, aparece en la dinámica de las narraciones consultadas una relación de personajes cercanos y lejanos espacialmente en aquellas referidas a conductas más violentas, en las cuales, los lejanos se reconocen como los jóvenes agresores o victimarios. Aparecen los jóvenes de personaje masculino y en grupos pandilleros como los agresores y contrincantes de las tramas principales. “tres muchachos de 14, 16 y 17 años que iban a robar”, “dos muchachos atracadores”, “los líderes del barrio”, “mi hermano dijo que el menor tiene mayor agresión maneja armas e intimida (es) El ladrón de 14 años “nos dijo que si le dábamos una vuelta” “saco una navaja”. “un par de muchachos se acercaron diciendo que si los llevaba al centro él en esos momentos dijo que no entonces ellos se alejaron por el momento, al poco tiempo volvieron”, “él se detuvo ellos sacaron unas armas y lo encañonaron por unos momentos”. En todas las narrativas aparece la comunidad como personaje siempre presente en las tramas de los jóvenes de este contexto. La comunidad se evidencia como personaje que censura las conductas de los jóvenes, actúa como medio de control, legítima y deslegitima las conductas de auto ajusticiamiento de los integrantes del entorno y reconoce el peligro cuando algo va a suceder. De tal manera, la comunidad adquiere una personalidad específica en las narrativas de los y las jóvenes consultados: 110


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“La comunidad se puso brava con migo un rato”, “la gente sabía, nadie salía en el barrio”, “los recicladotes de la comunidad”, el señor de la esquina del barrio, el pobre de la comunidad, lo que dice la comunidad cuando alguien queda en embarazo, el ambiente se puso pesado en la comunidad: “Era un lunes en la mañana y un fuerte mareo confirmaba mis sospechas … No sabia cómo enfrentar a una comunidad que aunque ahora es más frecuente de lo que se cree, se le es raro ver una niña en embarazo y hablan a tus espaldas”. La autoridad, la ley, las instituciones públicas aparecen en casos extremos, ante la amenaza de muerte frente a los hijos en la cual se busca la protección de una entidad pública “…se los llevaron a Bienestar Familiar…” Sin embargo, en la mayoría de los casos estos personajes están ausentes; cuando aparecen o ya ha pasado la situación y no hay nada que hacer: “ya cuando lo habían matado llegó la policía”; o en otro sentido la fuerza pública sólo actúa como medio de amenaza y censura en situaciones no tan amenazantes como la riña de niñas. Es importante evidenciar cómo en estos contextos la policía es un personaje más que se somete a las regulaciones culturales del contexto y la comunidad; son entidades de protección a las cuales se acude en condiciones extremas (llamar a la policía) Luego de la amenaza, se acude a una amiga (relación de protección más cercana) sólo cuando se golpean se acude a la fuerza pública. Además, se percibe miedo a perder la propia vida. Los escenarios de conflicto y de violencia que evidencian los y las jóvenes están referidos a los espacios cotidianos especialmente al barrio, la plaza de mercado, la casa, la escuela, el parque, la calle, el alfeizar de la ventana, el taxi o escenarios cotidianos en el contexto como el juego y las apuestas. “Un día normal como otro, eran las 5 de la tarde, cuando…”, estábamos jugando nintendo cuando… “ni mi hermana ni mis amigos querían salir”, confieso yo salí a jugar” “mi primo se bajó en ese preciso momento él sacó el arma y disparó unos tiros al aire”. Aparecen personajes secundarios que permiten cambiar las condiciones de vida de los integrantes evidenciando dependencia frente a un personaje externo que permita generar cambios en el entorno para mejorar las condiciones de vida de las personas del contexto. La apertura de oportunidades laborales se resuelve en la vida privada del rico. “…Hasta que una vez llegó un señor muy rico al barrio y lo puso a trabajar muy duro y le pagaba muy bien…”

Vale la pena mencionar algunas narraciones que evidencian dicha externalidad orientada desde mensajes religiosos que conducen a la convivencia “…El muchacho dijo ayudemos a los que lo necesitan hoy por mi mañana por ti…una esperanza de justicia frente a la pobreza ” El del barrio: “…y nadie le daba todo el mundo lo despreciaba…”, “…el muchacho se fue del barrio tres meses y cuando llegó al barrio toda la gente que lo despreciaba estaba en la ruina y ahí sí le pedían canova…” La aparición de personajes también se advierte en la utilización de los pronombres en las narraciones de los y las jóvenes: Contar una subjetividad colectiva en una situación de conflicto en donde se privilegia el nosotros.

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Los tipos de relaciones entre estos personajes se resaltan: Interiorización y conflicto consigo mismo: Especialmente remitido a la gestación en edades prematuras, en la cual la joven evidencia un proceso de reflexión, cuando se deben padecer las consecuencias. “Era un lunes en la mañana y un fuerte mareo confirmaba mis sospechas, el miedo me invadía y esto hacia no querer confirmar la noticia, uno de mis amigos llego a mi casa con una prueba de embarazo según el para que me quitara la incertidumbre. Al entrar al baño el miedo crecía mas y mas. sentí como se derrumbaba el mundo a mis pies al ver aparecer las dos rayas que me daban un positivo, me sentí mas sola que nunca aunque mi casa estuviera llena de mis amigos. Al salir del baño mi amigo se dio cuenta de que estaba en embarazo aunque de mi no salía una palabra, seguramente se dio cuenta por las lagrimas que rodaban por mis mejillas. El pego un grito de la emoción y esto me llenaba de rabia porque yo no podía estar feliz. Me juro guardar el secreto hasta que no se pudiera ocultar mas aunque mis temores crecían a la par con mi barriga. Tenia miedo de enfrentar la vida con un bebe cuando antes de lo único que me preocupaba era que ropa me iba a poner o para donde me iba ir a bailar. No sabia como enfrentar a una comunidad que aunque ahora es mas frecuente de lo que se cree, se le es raro ver una niña en embarazo y hablan a tus espaldas y critican tu formación ,tus valores y tu familia”. (Mujer, 21 años). “Me sentí mas sola que nunca aunque mi casa estuviera llena de mis amigos”. En esta narrativa se

expresa el salto de salir de su condición grupal barra de amigos a su condición individual lo que implica el enfrentarse consigo mismo frente a las consecuencias de los actos. Así mismo, la búsqueda de soporte psíquico y moral frente a los amigos, pero la imposibilidad para encontrar sosiego en los otros, especialmente, en medio de la falta de asertividad para captar el sentimiento y ser apoyo real para quien está en un problema. “…El pego un grito de la emoción y esto me llenaba de rabia porque yo no podía estar feliz...” Independientemente de…, A pesar de…, generalmente la utilización de conectores son negativos, podía pasar lo que fuera pero sentirse frente a un problema in-solucionable de manera externa, la única solución es el enfrentar sola la situación “me sentí mas sola que nunca aunque mi casa estuviera llena de amigos”, “Aunque no dije una sola palabra”, “Aunque mis temores crecían con mi barriga…” En esta narrativa, se ve además, la relación de control de la comunidad frente

a las críticas y censuras que puedan emitir; elemento que se describirá más adelante.

Relación de complicidad y mutua protección: Relación de complicidad, de organización, y auto protección. “uno de mis amigos llego a mi casa con una prueba de embarazo según el para que me quitara la incertidumbre”. “Me juro guardar el secreto hasta que no se pudiera ocultar mas aunque mis temores crecían a la par con mi barriga”.

En otras narrativas se expresa la relación de complicidad, apoyo material y moral en la forma en cómo en grupo los y las jóvenes se cohesionan, se protegen y fortalecen los vínculos frente al conflicto; se manifiesta la relación de protección entre cercanos frente a las amenazas y al peligro: “su hermano hacia fuerza con el que le disparo para que no los mataran a el y a su hermano”, o en riñas callejeras “mi hermana le rasguño la cara”, formas humillación para que el otro se avergüence, búsqueda del grupo cercano

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en el huir, el “rebusque” para sobrevivir, el organizarse colectivamente para enfrentar las dificultades, el emborracharse hasta el reírse de sus propias aventuras. Dicha cohesión se visibiliza en las narrativas especialmente en la utilización del pronombre nosotros como la importancia fundamental en la colectivización de las experiencias “nos amenazarán a todos y sin saber que había pasado, desde Cali llamamos y nos contaron que habían matado 4 de nuestros compañeros”, “nos acordamos de lo que pasamos con ellos, los buenos momentos”. En algunos relatos se expresaron relaciones de violencia dentro de la familia de otros; maltrato y abuso físico y psicológico del padre con respecto de la mujer y de los hijos, en ningún caso se expuso la propia problemática intrafamiliar. En otro sentido se presentaron narrativas que enfatizaban en relaciones de género pero con rupturas en roles tradicionales esperados: que en del colegio mi hermana se puso a pelear con una niña entonces la hermana de la niña se metio a la pelea entoces la niña le pego a mi hermana y mi hermana le rasguño la cara y la niña la revolco por todo el parque y llego la policia y la niña se fue y depuse se fue mi hermana y se acabo la pelea. (Mujer 14 años). La ruptura de roles esperados para lo femenino y masculino “La niña la revolcó por todo el parque.” Una ruptura en la noción tradicional de ser niña, paciente, prudente, calmada, etc. rupturas en la noción tradicional de joven “. De igual forma existe una relación implícita en los relatos los cuales las mujeres jóvenes que podrían vivir esta situación ”Hablan a tus espaldas, critican tu formación…” así mismo, el conflicto generado por embarazo indeseado es una situación exclusivamente femenina, el padre del bebé no aparece. De esta manera, en las narrativas se presenta una relación particular de género en el conflicto: la situación del éste se manifiesta a los hombres trasgresores y en el caso de las peleas entre mujeres se evidencia ausencia de personajes masculinos. De tal manera que en el conflicto se puede ver una condición de género con el implícito de: sólo se admite que se metan mujeres’. Finalmente, las relaciones entre los personajes se resaltan relaciones inter-generacionales en las formas de enfrentar el conflicto que señalan los y las jóvenes: Estaba el viernes en mi casa cuando mi primo me dijo porque presto el caset del súper nintendo si es mío, yo le dije como así si yo fui el que preste el caset de fútbol, usted me hizo el favor de decirle a erazo que me prestara 2 casets entonces usted por que me viene a decir que ese caset es suyo sabiendo que me hizo un favor. El siguió alegando hasta que mi mamá me regaño, la mamá de el se puso brava y me dijo que si que el caset era de el y que yo me quedara con el caset mas maluco de todos dragón ball z y el quedarse con el mejor , que tiene 7 juegos ... yo le dije que nisiquira tiene super nintendo, hicimos un acuerdo y lo estamos cumpliendo. se pudo haber solucionado a golpes porque si uno no usa su vocabulario debidamente, se pudo haber formado un problema mas grave como el de conflicto armado. 113


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La comunidad se puso brava por un rato con migo, porque era mi mamá diciendo que eso era mio y la mamà del primo decia lo mismo. cada mamá defendia su hijo y hasta que me canse de formar problema y me fuí, al rato seguiamos como si nada hubiera pasado. (Hombre, 15 años). El conflicto es una condición natural en las relaciones entre las personas. Los adultos se quedan anclados en los problemas los jóvenes “…seguíamos como si no hubiera pasado nada”; pelea por hijos: “cada mamá defendía a su hijo”. En el mismo sentido, la descripción de la narrativa ‘riña callejera’, la joven afirma “Yo creeria que en diez años se volverían amigas”. En las relaciones de amistad se observan relaciones más efímeras, menos comprometedoras, en las cuales se soluciona la situación problemática con la retirada. “Formé problema y me cansé de seguir poniendo problema, me fui…” “ella procuraba ser amiga de mucha gente y al final ser amiga de nadie para no meterse en problemas”. En estas narraciones se insinúan diferencias generacionales para resolver los conflictos.

Cogniciones o argumentaciones de los y las jóvenes En esta agrupación aparecen tendencias referidas a los pensamientos, argumentos, razones y justificaciones que los y las jóvenes hacen frente al conflicto. En este sentido, la explicación del conflicto se remite a un tipo de argumentación mágica, sin ningún tipo de referencia a la norma; de la misma manera, el diálogo como medio para resolver el conflicto se constituye en una respuesta esteriotipada que entra en disonancia con las prácticas narradas. Por otro lado, los criterios y orientaciones morales se remiten a la experiencia cercana de muerte y finalmente, en las narrativas aparece el desarrollo de un tipo de pensamiento contextual que permite dudar de sí mismo frente a las amenazas del entorno. La interiorización del mensaje del diálogo queda en el plano del deber ser, pues las situaciones en las cuales se describen las condiciones para entablar un diálogo parecen desbordar las posibilidades reales de aplicación de esta recomendación: “…yo hubiera cambiado la situación dialogando” en medio de violencia armada. De esta manera, la apropiación de la práctica discursiva del diálogo como vehículo para solución del conflicto aparece como respuesta ideal “Para la comunidad el dialogo traería cambios positivos porque muchas veces por malentendidos hay hasta guerras”. En otro sentido, los jóvenes expresan argumentos mágicos con tonalidad de cuento de hadas: “Érase una vez”. Estas expresiones especialmente están referidas a tramas centradas en la situación de pobreza y posibles soluciones. De esta manera, se presenta una forma de externalidad en la solución del conflicto o una atribución de sus causas a condiciones personales. “El muchacho se fue del barrio tres meses y cuando llegó al barrio toda la gente que lo despreciaba estaba en la ruina y ahí si le pedían canova… Y el les decía que no, que se acordaran cuando ellos lo despreciaban”. De esta manera, los relatos expresan paradojas en cuanto a lo que se

hace y lo que se debe hacer, frente a lo que toca y se quiere hacer expreso en el título de una de las narrativas: “mentiras verdaderas”. Así mismo, las manifestaciones de gratitud, de alivio, de descanso, cuando se librea y escapa de la situación de peligro evidencian un pensamiento mágico religioso frente al conflicto “Gracias a dios a mi no me paso nada me hubieran dado un tiro”, “quiere vivir la vida alegre”, “he vivido o fuido victima de 6 robos… esta vez menos mal no nos hicieron nada”. Se pone de 114


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manifiesto un sentimiento de gratitud como si se expresara que de otra manera hubiera sido peor la situación Así mismo, este sentimiento se evidencia en la utilización condicional de los tiempos de las narrativas: “pudo haber pasado si no hubiera sido por … “se pudo haber solucionado a golpes porque si uno no usa su vocabulario debidamente, se pudo haber formado un problema mas grave como el de conflicto armado”. La mayoría de las redacciones se caracterizó por la ausencia de crítica en relación con la norma; en ningún caso la problematización y la tramitación del conflicto se remitió a medios estatales o legales. La reflexión de causas y consecuencias se describe como responsabilidad personal, como si la narrativa se dirigiera a la vida íntima de los sujetos; no se percató frente a una evaluación política de la situación, sin embargo, se desarrolló una manifestación de denuncia y sensibilidad. La relación entre los relatos de los jóvenes y su mundo de las emociones expresa una conexión con un tipo de crítica sensible y concreta frente a problemáticas sociales. Así por ejemplo, expresan sensibilización frente a las experiencias concretas de pobreza manifestando sub-clases económicas que ilustran una crítica radical frente a la exclusión e indiferencia ante los más pobres. Por otro lado, el sentido de pertenencia y afecto frente a su territorialidad en la situación de exilio o desplazamiento forzado: “sentía dolor de patria, dolor de amigo dolor de familia, dolor propio”, evidencia un sentimiento por el contexto local y nacional. Así mismo, en las narrativas se expresaron símbolos y paradojas frente a la búsqueda de solución de conflictos como expresiones diferentes de la argumentación racional: Caritas felices que expresan la suerte de ganar plata, y; simultáneamente, tener que morir ella. “Ganó cuatrocientos mil..lo mataron y le quitaron la plata”. De esta manera, se expresan prácticas de autoritarismo en las razones que dan por la muerte del otro: “Lo mataron por envidia” “A los asesinos les dio mucha rabia”, “mi madre no entendido nada aunque le daba susto porque de estos jóvenes se decían cantidades de cosas”.

Por otro lado, las condiciones de conflicto inciden en la desorientación en la planeación, evidenciándose una percepción inmediatista del tiempo y ausencia de previsión de consecuencias. “sin saber que hacer”, “pensar para donde irse”, dudas “irse para otra paila”. El miedo a la muerte es el criterio de orientación moral, así, el límite de la conducta “bueno, malo, justo, injusto” depende de la experiencia subjetiva de miedo a la muerte, tal como se advierte en las siguientes expresiones: “definitivamente el mal camino lleva directo a la muerte” situación que se constituye en un contingente más frente al cambio de destino: “nadie pensó que en el entierro iba a llegar una razón que iba a cambiar el curso de nuestras vidas”. De la misma manera, el marco de lo legal e ilegal de la conducta delictiva se explica por la condición de que el agresor y en ocasiones el asesinado andaba por el mal camino. “había algo inesperado nos dio por llamar a Manizales y otra noticia que habían matado a una persona por ahí, todos quedamos asombrados por esto y todos nos acostamos pensando, yo por lo menos me quede pensando que definitivamente el mal camino lleva directo a la muerte”. Inteligencia contextual como desarrollo de conocimiento intuitivo, suspicaz y perceptivo frente a las amenazas del entorno, en esta sentido los y las jóvenes saben cómo moverse: “Hay que andar con cuidado en las calles. Hay que poner cuidado. “mi primo se ofreció a llevarnos cuando llegamos a mi casa el decidió pasar un momento”, “mi primo dijo que él no volvía a la avanzada que para él ese lugar era muy peligroso” con un énfasis especial en la premonición o pre-sentimiento del peligro: “era en sábado por la tarde y de costumbre se veía

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la Gente ese día como que se presentía porque nadie salió de su casa” Miedo o susto “barios hombres salieron armado yo al verlos me asuste Salí a esconderme”. Las emociones y sentimientos que se resaltan en este contexto son las del miedo y el repudio por la violencia, la fortaleza de los vínculos familiares y de amistad en situación de peligro y los duelos de injusticia. Expresos en la siguiente narrativa ejemplar:

Viaje de mentiras verdaderas Un día la muerte lleno nuestras almas de tristezas, porque habían asesinado a uno de nuestros compañeros, muchos de nosotros estaba lleno de venganza sin saber que hacer nadie pensó que en el entierro iba a llegar una razón que iba a cambiar el curso de nuestras vidas, todo el mundo conmovido por que nos habían amenazado a muerte, no solamente por la muerte de un compañero sino que también una amenaza y sin saber para donde ir, todos los del grupo hicimos una reunión, todos estaban pensando en todo para marcharnos y ¿para donde?, unos decían vamonos para Medellín y por ahia nos ponemos a trabajar en alguna cosa, uno de nosotros contesto como nos vamos a ir para otra paila donde sabemos que cualquier cosita y nos salen es matando mas fácil por ahia mejor nos vamos pa’ Cali y alguna revolución hacemos por ahia recogemos una platica entre todos y nos ponemos a camellar por ahia, Chacho dijo bahian y recojan las maletas empacan y nos despedimos con mucho cuidado que no vallamos a dar el papayaso y sin ir a llorar para no dar sospechas, llegamos a la casa de Chacho y nos fuimos para el Terminal con lagrimas en los ojos y con dolor de patria, dolor de familia, dolor de amigos, dolor propio, creo que nos sentíamos de lo peor por no poder hacer nada contra lo que estaba pasando, los dos Alejo estaban alegando en el Terminal que por que todo había sido culpa de el que tal vez quien sabe en que enredo estaba el hermano de el que hizo que nos amenazarán a todos y sin saber que había pasado, desde Cali llamamos y nos contaron que habían matado 4 de nuestros compañeros, se nublaron nuestras mentes quisimos hacer todo lo que nunca habíamos hecho, la plata que teníamos para trabajar en Cali no la tomamos, todos borrachos decíamos o nos acordamos de lo que pasamos con ellos los buenos momentos, 3 días estuvimos tomando al cuarto día nos levantamos con un guayabo que no podíamos con el, pelados sin con que comprar un sancocho Chacho nos mando a hacer una rosca y nos dijo que el nos comprendía por que el también estaba muy mal pero lo que seguía era mas duro y que el todavía tenia algo de plata que nos consiguiéramos un coco y que fuéramos a comprar sancocho esa fue la noticia mas chimba para el estomago y para todos después salimos para mirar en que podíamos ponernos a trabajar decidimos que fuera lo mas barato, compramos zanahorias, tomate y cebolla, también compramos una carreta para poder vender las verduras, yo hablando con Chacho le dije que esto iba a hacer una experiencia muy bacana, empezamos el primer día a trabajar y sin saber para que barrio echar a vender, empezamos a averiguar barrios y a caminar vendíamos a 1.000 la bolsita, cuando nos compraron la primera bolsa de verduras fue la 116


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felicidad mas grande por que pensábamos que no nos íbamos a hacer ni pa’ la pieza ya después de la primera venta con mucha fe seguimos vendiendo de barrio en barrio y nos alcanzamos hacer 50.000 mil pesos ya muy contentos nos íbamos a venir para la casa que habíamos alquilado en jumbo cuando todos preguntamos quien se acuerda del camino, nadie se acuerda del camino empezamos a preguntar muy exhaustos en las casas que cual era el camino para llegar a jumbo, aunque había gente muy mamagallista que nos sacaban la furia por que nos ponían a voltear por donde no conocíamos, nos sacaban era la furia pero de que llegábamos, ya muy cansados llegamos y nos comimos una comida muy buena, cuando nos fuimos a acostar en el suelo en meros costales, todos empezamos a extrañar la cama el calor de hogar, empezamos a charlar y con Jaime que es el poderoso para decir chistes éramos cagados de la risa y así nos fuimos durmiendo en esa roca de suelo que había para dormir y sin saber a que horas nos íbamos a despertar fue una noche de enseñanza por que estábamos aprendiendo que uno toda la vida no va ha tener al papá y a la mamá a su lado sino que uno tiene que aprender a valerse por si mismo para salir adelante o construir su propia familia, por eso creo que esa fue la noche mas dura para todo el grupo, lo mas chistoso fue que al otro día todos estábamos molidos y lo peor de todo con unas ronchas que no nos dejaba sentir bien el cuerpo, y unos se sentían desesperados y otros éramos cagados de la risa…, salimos a trabajar y estamos asustados por que no nos habíamos hecho ni la primera venta a las 5:00 p.m. de la tarde todos estábamos preguntándole a Chacho que vamos hacer sin comida para mañana, se dieron las 6:00 p.m. y por un milagrito de Dios empezamos a vender y nos alcanzamos a vender 15.000 mil pesos del alma pero es que había suculenta gallada para comer y todos que somos tremendos devoradores a aguantar algo de hambre por primera vez ya dado un mes ya estábamos enseñados al nuevo clima pero había algo inesperado nos dio por llamar a Manizales y otra noticia que habían matado a una persona por ahí, todos quedamos asombrados por esto y todos nos acostamos pensando, yo por lo menos me quede pensando que definitivamente el mal camino lleva directo a la muerte, trascurrido cuatro meses la gente estaba aburrida le hacia falta su mamá, su papá, etc., todos decidimos hacer una reunión pensando en todos, le dijimos a Chacho no queremos estar mas en esta ciudad nos falta nuestra tierra, nuestra cultura, empacamos le dimos muchas gracias al dueño de la casa por habernos aceptado, después cogimos un taxi para el Terminal y como nos habían quedado algo de zanahorias nos la fuimos comiendo claro que el señor del taxi nos pego una atracada nos cobro 7.000 pesos por una carrera, claro que todos estamos muy contentos por que íbamos a volver a ver a nuestras familias llegamos a Manizales y todos nos esparcimos tan rápido que no quedo sino el mero polvero en el aíre, le pegue un abrazo a mi papá y al resto de mi familia que casi me quedo pegado. En esta narrativa se condensa una experiencia que expresa el contexto sensible de un joven en contextos márgenes. En ésta como en la gran mayoría de los relatos se reflejan sentimientos de duelo de injusticias los cuales presentan dificultad en la elaboración, deseos de venganza y auto-ajusticiamiento de las víctimas: “muchos de nosotros estaban llenos de venganza” conmovidos por la muerte del amigo y la amenaza personal, “Alejo estaba 117


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alegando en el Terminal que por que todo había sido culpa de el que tal vez quien sabe en que enredo estaba el hermano de el que hizo que los amenazaran a todos”. Así mismo, en los diálogos internos de las narrativas aparece la conservación de la víctima en la memoria como si el asesinado aún tuviera presencia como existente en la vida de la joven. “el me quiso y me quiere como una hermana y yo lo quiero y lo quere como un gra hermano”. Las escenas de muerte aparecen como un hito (atemporal) como una catarsis que implica volver al origen de la situación y revivirla en la memoria, así, los afectos personales manifiestan ilusión de permanecer en relación con el difunto; es una relación de esperanza espiritual o no terrenal. De la misma manera, en este contexto la privatización de injusticias aparece como resignación y acostumbramiento a la impunidad, de tal forma que no se aclama o reclama la resolución del conflicto frente a instancias de representación jurídica, en cuyo caso, la muerte se constituye en un sentimiento privado en el cual la elaboración de duelo por injusticia implica aferrarse a los recuerdos, mantener vivo al ser querido en el silencio de las víctimas e intimidados. En este mismo sentido, los sentimientos de amenaza de supervivencia en estos contextos está referida a dos expresiones de miedo: Por un lado referido a la contingencia frente a la muerte por asesinato; y, por el otro, la supervivencia frente a la censura de la comunidad. En el primer caso, los y las jóvenes expresan el sentimiento de impotencia en contraposición con la responsabilidad de padecer las consecuencias frente a la situación del conflicto: “cualquier cosita y nos salen matando” lo cual expresa un sentimiento de amenaza de muerte que acompaña las narrativas de los y las jóvenes: “nadie pensó que en el entierro iba a llegar una razón que iba a cambiar el curso de nuestras vidas” “creo que nos sentíamos de lo peor por no poder hacer nada contra lo que estaba pasando”. De esta manera se explicita la

conmoción por la muerte de los seres cercanos y la permanente amenaza personal, por tal razón, es necesario esconder los propios sentimientos, mantenerse en el anonimato como consecuencia del sentirse amenazado o perseguido48. En el segundo caso, la manifestación de miedo se expresa como vergüenza ante la censura y al enfrentar las consecuencias de los actos una vez se está en situación de conflicto: “critican tu formación, tus valores y tu familia... algo que no se puede esconder y que cada vez se va haciendo mayor, más evidente, más difícil de evadir. “El miedo me invadía”, “El miedo crecía más y más”, “Me sentía derrumbada”, “Mis temores crecían con mi barriga” a tus espaldas. En este sentido, la noción de tiempo cambia frente a las situaciones traumáticas, se puede empatizar con la situación del otro, pero sigue siendo situación de otros como si se fuera inmune frente a las dificultades; como si el conflicto hiciera madurar a la fuerza y adquirir consciencia de las consecuencias de los actos al padecer la violencia. Además de este tipo de temor más centrado en la crítica a personajes individuales, el temor al control ejercido por la comunidad se presenta con mayor potencia en la gran mayoría de narrativas.

48 Por otro lado, la referencia reiterativa de neologismos y formas de magnificar o exaltar la emoción, la sensación evidencia la lucha vital y cotidiana para la satisfacción de las necesidades básicas “uno de nosotros contesto como nos vamos a ir para otra paila donde sabemos que cualquier cosita y nos salen es matando”, “roca de suelo”, “a comprar sancocho esa fue la noticia mas chimba para el estomago”, “experiencia muy bacana”, “sentirse de lo peor”, “se nublaron nuestras mentes”. “no vallamos a dar el papayaso”, “gente muy mamagallista” mamar gallo: “mandar a hacer una rosca”, “roca de suelo”, “cagarse de la risa”, “Irnos para otra paila”, “Enredarse…”, “Ponernos a camellar”, “pero es que había suculenta gallada para comer y todos que somos tremendos devoradores.

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Discusión: tendencias teóricas en la relación sentido político del conflicto y juventud Como característica del contexto el poder ilegal aparece como regulador de la comunidad. Es un poder que se relaciona con las formas de autoritarismo y control que silencia la palabra por medio de la amenaza al auto-ajusticiamiento y la intimidación que devela la presencia de un poder oculto de agresores con capacidad de enajenar la vida de otros y expulsarlos de su propio espacio. Así, la comunidad vigilante aparece como un sujeto con presencia propia y con la atribución del poder para censurar y aprobar las actuaciones de los y las jóvenes. FUE una experinsa espantosa era en sábado por la tarde y de costumbre se veía la Gente ese día como que se presentía porque nadie salió de su casa acepto yo salí a Jugar mis hermanos no quisieron salir entonces decidí salir sola ninguna de mis Amigas se veía por ahí como una de ellas vivía ala tercera casa fui y le dije que si la Dejaban salir y me dijo que no entonces le dije que e asomara por la ventana ella Salió con su hermano sacaron el balón ellos me lo tiraban a mi y yo a ellos cuando De pronto en la casa de enseguida bajaron las escalas corriendo los dos niños cerraron La ventana y yo quede sola barios hombres salieron armado yo al verlos me asuste Salí a esconderme a uno de ellos lo mataron delante de mi ellos salieron corriendo Des pues salió toda la gente como si nada hubiera pasado nada al rato llego la policía y levantaron el cadáver yo tengo barias dudas en mi mente como se dio cuenta la gente de que esto y va apesar o fue si alguien les contó. El estar en boca de la gente propio los pequeños habitas, se constituye en garantía de control dentro de este contexto. La regulación cultural del desprestigio personal y familiar juega un rol importante en la modulación de conductas entre los individuos. En este sentido, la comunidad aparece como un tipo de colectivo privado excluyente y cerrado en la cual se movilizan redes, intereses comunes, consensos y legitimidades, apareciendo, así, como fantasma regulador expreso en las enunciaciones de los actores que al referirse a ella, por un lado, utilizan un lenguaje impersonal “la gente o la comunidad”; o, por el otro, aparece como un personaje más que se entromete en los problemas de los y las jóvenes. De tal manera el tránsito entre los conflictos personales y sociales están mediados por su enjuiciamiento, su ojo vigilante funciona como termómetro y castigo para los y las jóvenes en este contexto local. Ella es cómplice del autoajusticiamiento legitimando las “limpiezas sociales” para evitar mayores disturbios en su dinámica cotidiana. “Después salió toda la gente como si nada hubiera pasado, al rato llego la policía y levantaron el cadáver yo tengo barias dudas en mi mente, como se dio cuenta la gente de que esto y va apesar o fue si alguien les contó”. Por otro lado, en este estudio se extiende la categoría mecanismo de defensa social como regulaciones culturales que conservan la supervivencia de los individuos. Esta categoría fue hallada en el estudio “Niñez ¿Política? y cotidianidad” y se entienden como normas construidas en la vida cotidiana social y, al mismo tiempo, son formas de configuración y de adaptación a la vida en común. Responden a las condiciones de los contextos o escenarios de actuación como formas de construcción de lo público. Responden a un auto-ordenamiento de los sujetos ordinarios, quienes construyen normas o nuevos órdenes políticos en una correlación de poderes y de contrapoderes semi-públicos y semiprivados” (Botero 2005 y Botero & Alvarado: 2006). En el presente estudio con jóvenes, 119


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además de hallar las mismas regulaciones presentes en los y las niñas tales como el ver, oír y callar, no dejársela montar, lo ilegal es lo legítimo, lo legítimo no es legal, entre otras, se observa que la regla de mayor interiorización es la de la complicidad entre los grupos como colectivos de autoprotección. Consecuente con lo anterior, la resistencia y contrapoder que ejercen los y las jóvenes en este contexto particular se expresa en la organización de colectivos defensivos que les posibilita permanecer en la sombra, al pasar inadvertidos y continuar con vida. De esta manera, la amenaza estimula la cohesión del grupo, aviva la movilización colectiva de salvaguardia vital, así el colectivo y la movilización se limita al grupo como mecanismo de superviviencia. La relación antagónica con el mundo externo, la necesidad de fortalecer el subgrupo como contra público defensivo y establecer una resistencia colectiva entre los afectados, evidencia la fusión de las individualidades dentro de la colectividad y un camuflaje de los grupos en la desconfianza frente al mundo externo. En esta tendencia las narrativas expresan un nosotros como colectivización de la experiencia, el nosotros aparece como un yo, desde el punto de vista de organización y planeación de acciones, sentimientos compartidos, vivencia compartida con algunas características que estimulan el contexto como la necesidad de agresión para ganar respeto “mi hermana le rasguño la cara”, el que gane la pelea es quien tiene bajo control la situación, de tal manera que se presenta la relación proporcional, a mayor agresividad mayor poder. De tal manera, en la ausencia o supra-presencia estatal surge el autoritarismo como medio de control como expresión de fuerza por medio del sometimiento y revancha. El conflicto hace que se movilicen diferentes tipos de solidaridades que no necesariamente están acordes con la norma legal. Ante la ausencia de lo legal y lo civil se resuelve la política y la justifica desde la propia mano (para-políticas) lo político se construye en lo sanguíneo y lo afectivo, no civil. Los mecanismos de defensa sociales específicos de los jóvenes en el contexto se resaltan el ser perceptivo con el ambiente, comunicarse por medio de códigos aprender a respetar las reglas culturales de la comunidad, esconderse, hacerse el loco, hacerse el ciego, hacerse el invisible para no dejar sospechas, naturalizar el conflicto, implementar el autoajusticiamiento o resignación a esperar que algún día llegará la justicia, el sacar provecho pedir canova, el andar con cuidado como no ser ingenuo (a), “Agrede y parte sin novedad” regla que expresa la facilidad para entrar y salir de los conflictos, el “no dar papaya” como cautela para permanecer en el anonimato, el “Sálvese quien pueda, es cuestión de supervivencia”. Frente a la cultura política que se expresa en las regulaciones culturales y el poder comunitario, este trabajo evidencia la importancia de los procesos comunitarios en la vida política. Sin embargo, señala que tal relación cada vez se deteriora más en medio de la desconfianza, el miedo y extrañamiento ante los vecinos y los coetáneos. Así por ejemplo, Perea (2003) realiza un estudio con jóvenes e identifica la comunidad como espacio para las acciones políticas y como fuente de pertenencia y movilización en los asuntos colectivos para los/las jóvenes. Los resultados de su investigación confirman que “La cohesión comunitaria estimula un sentimiento de inclusión convertido en motivo de orgullo. El confín comunal está dotado de poderes, sus opiniones cuentan y es necesario ganar el reconocimiento de los vecinos. Lejos del vínculo propio de la razón abstracta, como acontece con la nación, al vecindario lo domina el intercambio cara a cara. 120


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De allí que su pegamento primordial sean los afectos antes que la búsqueda instrumental de metas.” (Perea, 2003: 7). En este sentido, la comunidad conserva un sentido histórico de espacios y temporalidades concretas y como expresión de lo local se perfila como alternativa para la resistencia y construcción de significados de agregación y de esperanzas en construcción de un nicho para el futuro. En el mismo sentido, (Uribe, 1996, 2001) el debate que desentraña la acción política desde una perspectiva comunitaria, devela una paradoja entre el sentido de inclusión y el sentido colectivo que propicia la comunidad: ésta entraña un potencial de cohesión política, pero a la vez para-política. El control totalitario que se vive en las comunidades y las regulaciones culturales que priman en éstas se constituyen en nichos de complicidad y de órdenes exclusivos y excluyentes en el interior de las territorilidades. De esta manera, la presente investigación evidencia que si bien, el vínculo con el territorio y la comunidad son expresión de lo local, sus viejos significados se convierten en representación de la agregación, los guiones interiorizados y reapropiados en los contextos de actuación de los jóvenes de la presente investigación muestran un potencial comunitario clave para la construcción de identidades locales. Ella no es sustantiva, presenta dinámicas diferenciales, especialmente, en contextos de violencia, pues el hábitat que perciben los jóvenes consultados oscila entre el reconocimiento de sus comunidades cómplices y el desconocimiento de sus vecinos, de tal manera que el horizonte comunitario que había sido opuesto al individualismo, cuando es cuestión de supervivencia, se diluye en el principal mandato “sálvese quien pueda” como mecanismo de defensa social vital. Finalmente, este estudio devela las implicaciones contextuales frente a la configuración de la noción de juventud, la cual está relacionada con las condiciones del contexto: ser joven en un contexto margen implica la ruptura con los roles tradicionales atribuidos a la población como etapa de transición para entrar al sistema productivo como capacidad laboral y reproductivo para procrear. Así mismo, rompe con las nociones relacionadas con la moratoria social o la preparación para la vida adulta, en las narrativas de los y las jóvenes en contextos márgenes no hay etapa de tránsito no hay posibilidad de aplazamiento o preparación para la vida, la vida misma los prepara para enfrentarse a condiciones extremas de sobre-vivencia, interrogando así la imagen de juventud como incompleta y la devela como una construcción simbólica configurada en los contextos espacios y tiempos donde se habita.

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Narrativas sobre el conflicto por jóvenes que habitan en contextos de guerra en una región del departamento de Caldas49 María Clemencia Quintero Castañeda Claudia Cristina Quintero Castañeda Patricia Botero Gómez50

Introducción Este artículo da cuenta del los resultados de la investigación “Las voces de los y las jóvenes, una lectura en el contexto del conflicto armado desde las narraciones sobre la violencia política y social en un municipio de Caldas, Colombia”; el cual parte de la comprensión de las narrativas de un grupo de jóvenes que habitan un escenario de conflicto armado, entre grupos para-estatales (autodefensa y grupos revolucionarios) y el ejercito colombiano. Al mismo tiempo se aproxima a la comprensión de la condición de los jóvenes en medio de la guerra, en medio de los enfrentamientos de grupos al margen de la ley, en su lucha por el territorio, para establecer poder y control social en determinadas zonas del país; y las narrativas por ellos construidas con base en su experiencia. Las fuentes de información del proyecto están referidas al trabajo directo con 8 jóvenes (4 hombres y 4 mujeres) entre los 17 y 23 años de un municipio del oriente del departamento de Caldas. Sin embargo, la información acerca del conflicto no tiene como prioridad, dar una caracterización regional, localizada, del conflicto, sino ahondar en la comprensión de la pluralidad y la complejidad de los conflictos políticos y sociales en Colombia, a partir de estos jóvenes quienes son espectadores y habitan este territorio. El presente apartado aborda las narrativas de conflicto de ocho jóvenes en un contexto de guerra, en un intento por comprender las experiencias de dichos jóvenes, en las cuales se evidencia una manera de “con-vivir” con la situación de conflicto en la tensión entre la naturalización del conflicto y la construcción de subjetividades políticas como expresión de nuevas sensibilidades juveniles hacia una postura política que apunta a reconocerse socialmente como protagonistas y actores de cambio en su contexto local. Esta tensión se expresa en los sentimientos, cogniciones y metáforas construidas en las tramas y narrativas que construyen los y las jóvenes, los cuales permiten interrogar la noción de juventud y 49 Este apartado retoma algunos hallazgos publicados en el artículo: Quintero, Quintero & Botero (2006). Narrativas sobre el conflicto por jóvenes que habitan en contextos de guerra. Virajes. Año 8 No. 8. Enero –Diciembre 2006. pp: 173-202 Investigación en coautoría: con la tutora y co-autora: Patricia Botero y la asistencia de las estudiantes: Claudia Cristina Quintero y Clemencia Quintero. Con el artículo las estudiantes optaron al título de Magísteres en Educación y Desarrollo Humano de la Maestría en Educación y Desarrollo Humano del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud. Alianza: Cinde – Universidad de Manizales. Botero, Pinilla, Lugo, Calle, Ríos y Cols. (2007). Narrativas del conflicto socio-político y cultural desde las y los jóvenes en contextos locales de Colombia. Universidad de Manizales, Facultades de Psicología, Comunicación social y periodismo, Ingeniería de Sistemas y Educación; Centro de estudios avanzados en niñez y juventud alianza Universidad de Manizales-CINDE; Fundación para el Desarrollo Integral de la Niñez, la Juventud y la Familia FESCO. El proyecto fue financiado por La Universidad de Manizales con su Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud. en Alianza con el Cinde, la Maestría en Educación y Desarrollo Humano. 50 Documento elaborado por María Clemencia Quintero Castañeda, docente de la Universidad de Caldas, Claudia Cristina Quintero Castañeda, gestora social CHEC y Patricia Botero Gómez, docente investigadora de la Universidad del Valle y de la Universidad de Manizales.

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la incidencia de los jóvenes en la política, categorías que habían sido consideradas como invariantes independientemente de los tiempos y los contextos. La pretensión de comprender la forma en que los y las jóvenes habitan contextos en medio del conflicto armado, implica hacer una mirada no sólo a las características individuales que expresan las experiencias de los y las jóvenes, sino también a las condiciones del contexto y las experiencias colectivas en las cuales se expresa un continuo de temporalidades, rupturas y discontinuidades de un orden social preestablecido. El incremento de análisis de conflictos que involucran a personas jóvenes en diferentes formas, a través de contextos geopolíticos diversos, puede ofrecer unas maneras de conceptualizar los problemas entre los jóvenes. Pero para este caso se podría pensar que son limitados los estudios que intentan analizar el contexto como escenario de los conflictos expresados en las violencias social y política con el interés de dar una mirada distinta frente al énfasis que se da sobre el joven y la reacción que posibilita leer nuevas sensibilidades sociales de éstos frente a la guerra. González y Vásquez, (2003), plantean que hay vacíos notables en los estudios de violencia y guerra con respecto a la dimensión subjetiva y que, para llenar estas carencias, haría falta profundizar en los cambios de pensamientos y expresiones de los actores y espectadores de los hechos violentos. Así mismo, se requieren nuevos estudios que busquen nexos entre las estructuras y los actores sociales, que hagan énfasis en las condiciones culturales e históricas y que den respuesta a la relación entre las condiciones subjetivas del conflicto armado y la construcción social de la realidad en un escenario signado por la violencia. Cuando pensamos en la dimensión subjetiva de la violencia, “guerra y muerte” que afecta las sensibilidades individuales y sociales, acudimos a las tramas construidas en las historias individuales y colectivas, vivenciadas y expresadas a través de narrativas. Ello permite hacer un aporte a la interpretación de los efectos de la guerra desde la percepción de los jóvenes que viven en el conflicto sin que estos sean actores armados, sino sujetos en medio de la guerra. Las investigaciones sobre jóvenes se han incrementado en los años recientes, no solo por la inquietud que este grupo poblacional genera, sino además, por el desafío que tienen las sociedades, los académicos e investigadores por construir otras aproximaciones conceptuales y abordajes que favorezcan mejores condiciones de vida, construcción de puentes entre jóvenes y adultos y comprensión de los jóvenes como actores y sujetos políticos que intervienen en la construcción de país. A nivel internacional se resaltan los estudios de Goodman, 2004; Bourdon, 2003; Daiute & Lightfoot, 2004; Daiute, Beykont, Smith & Nucci, 2006; Quienes se han interesado por conocer la realidad de los jóvenes que han crecido en medio de la violencia y la pérdida; así mismo, se preguntan por los procesos de desarrollo y conflicto desde una perspectiva internacional. Los estudios de jóvenes en el Sudan resaltan cuatro temas que reflejan las estrategias de cubrimiento que usaron los participantes: la colectividad y comunidad, la omisión y distracción, el producir significados y la emergencia de la esperanza desde la desesperanza, de tal manera, el estudio subraya la importancia de comprender las variaciones culturales en las respuestas a los traumas, encontrando una relación con el concepto de resiliencia (Goodman, 2004). 124


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Por otro lado, se distinguen estudios que han centrado su atención en determinar la visión de futuro de los jóvenes en el conflicto, así por ejemplo, se subraya un estudio que indagó sobre los efectos de la Segunda Guerra Mundial sobre las generaciones jóvenes y la visión de un futuro posible para unir la brecha entre los cambios sociales y políticos suscitados en tal época (Bourbon, 2003). Una de las características fundamentales que señalan los estudios en los diferentes contextos, hacen referencia a los procesos de exclusión social y pobreza como elemento central en la producción de violencia en los jóvenes: Así Santa María (2006) argumenta que la participación de los jóvenes en el conflicto armado en Filipinas, está relacionado con procesos de aislamiento social, falta de oportunidades educativas, vivir en condiciones de pobreza y marginalidad y separación de su grupo familiar. (Santa María, 2006: 30)51. Así mismo, Akinwumi (2006) en un estudio acerca de la participación juvenil en la violencia en Nigeria desde 1980, argumenta que los procesos económicos afectan directamente la participación de los jóvenes en el conflicto y concluye que es indispensable enfrentar los problemas de desempleo e introducir un sistema de educación que capacite a la juventud para ser empleador, pues consideran que dejar al gobierno como proveedor de empleos ha generado mayor frustración que conduce a mayor violencia. (Akinwumi, 2006: 83). La caracterización de violencia como proceso de exclusión social sobresale en los estudios del conflicto en jóvenes de Corea, Estados Unidos y Alemania. El primero, referido al ostracismo colectivo en las escuelas caracterizado por la segregación, la ridiculización y la exclusión en los mismos grupos de jóvenes. (Lee, 2000). El segundo, hace referencia a la exclusión de hombres y mujeres jóvenes por su orientación homosexual (Horn & Nucci, 2006, p.139). Y el tercero hace referencia a las expresiones de xenofobia y “extremismo juvenil” (Edelstain, 2006, p. 43). Otros estudios relacionados con la juventud y la violencia y que han utilizado la narrativa como método investigativo son los desarrollados por Daiute & Lightfoot, (2004), los cuales exploran las historias sociales que influencian la identidad y el desarrollo de jóvenes en diferentes contextos culturales. De acuerdo con las autoras, la narración como discurso es un proceso social que da forma a personajes, sentimientos, metáforas, lugares, eventos, motivaciones y moralidades de la vida de los sujetos. (Daiute & Lightfoot, 2004). De acuerdo con el interés de comprender la relación entre las categorías de conflicto y juventud, las preguntas que guiaron el estudio fueron ¿Cuáles son las perspectivas sobre el conflicto político y social desde las narraciones de los y las jóvenes de un municipio del departamento de Caldas Colombia? y ¿Cómo se relacionan las categorías juventud y conflicto político y sociocultural en las narrativas de los y las jóvenes? De tal manera, esta investigación se orientó a comprender las narrativas que hace un grupo de jóvenes habitantes de un municipio del departamento de Caldas, acerca de sus experiencias y vivencias en el conflicto, para así develar las relaciones entre las nociones conflicto socio político y cultural y juventud, y comprender los significados que construyen los y las jóvenes a partir de su vivencia en medio del conflicto. Hallazgos: Algunos ejemplos y comprensiones las voces de los jóvenes, una lectura en el contexto del conflicto armado desde las narraciones sobre la violencia política y social en un municipio de Caldas, Colombia. 51 Traducción libre

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Al rededor de la investigación realizada con jóvenes que habitan contextos violentos se plantean dos tesis por desarrollar: 1) La noción de juventud es una variante en el tiempo y en los contextos, por lo tanto, la condición de ser joven en medio de la guerra permite develar una interacción y coexistencia entre las nociones de juventud y conflicto. 2) Las expresiones de las narrativas de jóvenes en medio de la guerra aportan a la comprensión de la categoría de subjetividad política, una forma de estar involucrados de manera activa en su localidad aportando al cambio social desde una perspectiva de cuidado por los otros.

Condición de ser joven en medio de la guerra Las narrativas con sus metáforas permiten comprender experiencias de vida que se entretejen con los jóvenes en medio de la guerra y la muerte. El desarrollo humano de los jóvenes se ve afectado por la violencia, expreso en los sentimientos que produce la perdida y en las heridas personales y colectivas que conlleva la muerte. Ser joven en medio de la guerra implica: a) desarrollar mecanismos de defensa social que permitan con-vivir con el conflicto, hasta el punto de naturalizarlo; b) vivenciar duelos de injusticia in-elaborables y c) sentimiento de enajenación de la propia vida.

Situación del Contexto: “…, él llego donde tenia que llegar y se dirigió a un rió y se baño para llegar limpio donde la mona, la esposa. Salio para dirigirse al pueblo llegando a la escuela a la escuela de la Palma se subieron los “paras” y más arriba los estaban esperando la “guerrilla” y empezó la balacera y ahí cayó mi primo… Empieza la expectativa o intriga en el pueblo,… en la tarde que llegamos vimos corrillos y toda la gente nos miraba pero nadie nos decía nada, llegamos a la casa y alguien paso y yo escuche cuando le dijo a una vecina “ mataron a pildorete”… por mi cabeza pasaban tantas cosas… yo me imaginaba mi primo el menor porque estaba loqueando en ese tiempo, pero me imagine que era Tico, en ese momento cuando me dijeron que era él se me partía el alma al ver llorar a mi tía” ( Mujer 20 años). Los y las jóvenes consultados en esta investigación son aquellos sujetos cotidianos que habitan un contexto de guerra y violencia. Un contexto que por ser un corredor con poca presencia estatal, y con condiciones de pobreza, ha sido un “caldo de cultivo” para que las estrategias de acción de los grupos al margen de la ley (narcotráfico, subversivos y para-militares) se enfrenten permanentemente y penetren a los centros poblados como corregimientos y municipios. Allí se empieza a desarrollar una lógica de guerra, donde la comunidad debe empezar a debatirse en el juego por la vida diaria.

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Mecanismo de defensa social52: Naturalización del conflicto “el 25 de enero de 2002 a las 10:30 de la noche sentimos el primer hostigamiento, al otro día los chismes y murmullos todo el mundo investigando y contando donde se habían escondido y que hicieron…. Pero en lo personal yo trato un poco de que esos problemas no me acongoje” (Mujer 21 años). En el sentimiento de impotencia frente a la situación de conflicto, las narrativas de los y las jóvenes evidencian que la mejor salida es ignorar la situación, pensando en otra cosa. Los jóvenes en la dinámica de la guerra empiezan a establecer, por un lado, unas reglas de juego que se vuelven imperantes y prevalecen ante el temor por la vida misma, las cuales se convierten en nuevas formas de con – vivir con los actores armados, y de otro lado los mecanismos de de defensa social sustentados en la naturalización de la guerra como acciones que se vuelven cotidianas para evadir sus sentimiento de temor, dolor e incapacidad por la situación de desprotección que sufre su comunidad. “Un día daba clases a eso de las diez de la mañana y se escuchaban explosiones y balas, en un instante me quedé sin alumnos, todos se encontraban como decimos nosotros “chismoseando” donde estaban ocurriendo los hechos y entonces me pregunté: esto no debería causar miedo en estos niños? (Hombre 22 años). “Otra forma de vivir la violencia ha sido en mi pueblo todos ya sabemos que existen dos grupos al margen de la Ley y aunque fue difícil aprender a vivir así, pienso que mucha gente ya lo ha superado.“Aunque suene extraño nos acostumbramos y ya una no vive tan pendiente y simplemente deja que pase y que no le arruine a una su vida” (Mujer 20 años). El interiorizar el conflicto hace que en la cotidianidad se establezcan unas reglas de juego, donde ambos puedan con- vivir; (co-habitar), sin decir o sin desconocer esta realidad que genera una tensión constante. Es así como algunos mecanismos de protección que experimenta la población civil en estas zonas de asentamiento militar, para evitar el contacto con los actores, pueden convertirse en acciones interpretadas como evasión y desacatamiento de la ley, lo cual pone en riesgo la vida de las personas, estas dinámicas de la guerra han hecho que los jóvenes desaten sentimientos de preocupación por el futuro sin desconocer que esos hechos violentos no cesarán. “El futuro del conflicto es un verdadero incierto porque para nadie es un secreto que esta guerra es muy fuerte y sus bases no son fáciles de derrotar, pienso que para que pueda haber paz, primero tiene que haber mucha sangre derramada porque eso no cesará en un día, es lo que uno quisiera, pero es absurdo pensarlo” (Mujer 21 años)

52 La noción de mecanismo de defensa social es retomada de Botero & Alvarado (2006) en la investigación Niñez, ¿política? y cotidianidad: Reglas de Juego y representaciones de lo público en niños y niñas en condiciones margen. En el estudio fuente del artículo, se evidencia la aparición de regulaciones culturales que se desarrollan como un ethos social, unas normas de vivir en común. En este caso, la naturalización del conflicto excede las posibilidades particulares para resolver la situación de conflicto, por tal razón, se opta por ignorar, evitar el escandalizarse y el acostumbrarse a la situación de conflicto como defensa a la supervivencia social y personal.

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Duelos por injusticia, duelos in-elaborables “Mi vida ha tenido un cambio total el 3 de octubre de 1995 ha sido en el que he vivido la violencia, la muerte, el dolor, el desespero, la angustia, el odio mas cerca. Me mataron a mi padre yo tenia tan solo 10 años mas bien poca edad como para comprender lo pasado pero ahora que tengo veinte y todavía no comprendo aun lo ocurrido me doy cuenta de que no era de años, tal ves el gran sentimiento que había entre nosotros eran tan grande que su ausencia nos deja un vacío muy pero muy profundo. Confieso que no he perdonado, como se puede perdonar a las personas que se creen dueñas de la vida, y acaso la vida no es un derecho. Acaso siempre la gente buena muere siempre porque a otro le parece? (Mujer 21 años). Las representaciones bélicas por parte de los grupos al margen de la ley aparecen, de acuerdo con las narrativas de los y las jóvenes, con el propósito de reiterar la primacía de su poder, al intimidar a la población civil con un arma con el fin de llevar a cabo sus cometidos terroristas, afectando notoriamente las emociones y sentimientos de los jóvenes en la pérdida de un integrante de su grupo familiar como la expresión de duelos de injusticia in- elaborables por los víctimas de la violencia. En las diferentes tramas de las narrativas consultadas aparece como nudo central la muerte de un ser querido y en el desenlace de cada una de ellas, se expresa una auto-referencia a las vivencias personales de dolor, incomprensión, rabia y tristeza a lo largo del tiempo que evidencias marcas en las identidades y vidas afectivas de los y las jóvenes consultados.

Sentimiento de enajenación frente a la propia vida: …“Es ahí cuando una piensa vale la pena vivir cuando todas las ilusiones eso son, cuando mi vida no es mía y le pertenece a otros o realmente es mía? No, la vida de todos es prestada, lo malo es que no sabemos de qué ni cuando, nos vamos de este mundo tan hostil y lindo a la vez” (Mujer 21 años). En el discurso narrativo los y las jóvenes expresan la vivencia que implica el transitar en las zonas dominadas por los actores subversivos y la sensación de incertidumbre, representada en la preocupación constante por la vida al sentirse amenazados por quienes poseen el poder, un poder representado en las armas ante el cual la vida humana no tiene ninguna validez, desatándose resentimientos por las consecuencias nefastas que deben pagar al ser victimas de la guerra en este país. De tal manera, el sentimiento de enajenación de la propia vida es una constante en las narrativas de los jóvenes en medio de la guerra.

Subjetividad política de los jóvenes en medio de la guerra hacia el cuidado y el reconocimiento del otro. Esta categoría emerge de las narrativas de los y las jóvenes en medio de la guerra a partir de tres tendencias fundamentales: La pre-ocupación por los OTROS expresa en los pronombres utilizados en las narrativas. En lugar de dirigir las narrativas a los sentimientos particulares, auto-referenciales, los y las jóvenes relatan historias que involucran sentimientos, cogniciones y percepciones acerca de ELLOS (otros), referidas a las condiciones de niños, niñas, mujeres viudas y personas en condiciones de degradan según ellos la dignidad humana. b) La tendencia de género que se manifiesta en este grupo permite resaltar que tanto los jóvenes como 128


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las jóvenes, asumen una posición de cuidado y pre- ocupación por remediar las secuelas del conflicto y la pre-ocupación por prevenirlo y, la última tendencia. c) corresponde al arraigo por su localidad expreso en defensa de su territorialidad, que los jóvenes de ambos géneros manifestaron. Cada una de estas tendencias se expresa la constitución de la noción de subjetividad política comprendida en este estudio, y en este grupo poblacional, como la expansión de la capacidad humana para actuar intencionalmente frente a las condiciones adversas del contexto y frente a las condiciones de que denigran la vida humana.

Nosotros y ellos emergencia de la categoría de género: Condición de género: Los jóvenes, tanto hombres y mujeres, expresan una mirada diferente del sentido de la vida, donde sus expresiones son abiertas y llenas de emotividad, que dan un lugar particular a las mujeres cuando son ellas las que han vivenciado la perdida de la figura paterna. Para los hombres en cambio, el sentido de la vida se reconoce cuando esta en riesgo de ser vulnerada su propia existencia. “Ese día me di cuenta que nuestras vidas no nos pertenecen y que en cualquier momento alguien nos la puede arrebatar. Al día siguiente nos enteramos que un hombre del pueblo había sido sacado de su casa en el carro de la parroquia y había sido asesinado por actores armados. Ahora cada vez que salgo a una zona de enfrentamiento no se si podré regresar a mi hogar” (Hombre 24 años). En la tensión entre la impotencia y la pre-ocupación por el cambio social las cogniciones y sentimientos develados en las narrativas expresan la tendencia coexistente de naturalizar el conflicto cuando no hay nada qué hacer, pero al mismo tiempo, la capacidad de agencia y receptividad para liderar acciones con un sentido colectivo y de cuidado por su localidad y su comunidad. Surge en ellos la responsabilidad sobre un cambio social interrogando así la tendencia a pensar a los y las jóvenes como apáticos e indiferentes frente a las problemáticas políticas o públicas. En las Narrativas de los y las jóvenes de esta región aparece un “nosotros” como expresión de experiencias compartidas por su condición de ser joven en un grupo de referencia. El nosotros se transforma en “ellos” cuando se descentra de la perspectiva personal o de las particularidades del grupo a una perspectiva colectiva como reconocimiento de la dignidad humana. La aparición del ellos en las narrativas manifiesta una tendencia de cuidado por el otro. “Al volver a casa sólo encontraba la cara triste de su mamá y el rostro tierno de una bebé que desde ya era víctima del conflicto y que iba a crecer sin poder tener el cariño y la presencia de un papá”. De la misma manera, la perspectiva de cuidado aparece como crítica frente a las inequidades humanas. Las preocupaciones de los jóvenes se reflejan en las reflexiones entorno al deterioro de la calidad de vida de la población afectada por la diversidad de problemas generados por el desplazamiento forzado, el incremento de desempleo, el aumento de las tasas de mortalidad y la perdida de expectativas de un futuro mejor para los jóvenes y niños del municipio. “… cada vez mas somos abocados a ver todo el sufrimiento y el llanto de los niños, de las mujeres viudas, que pierden sus hijos, o el llanto de quienes viven la 129


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triste realidad del secuestro y otros flagelos que están destruyendo cada vez mas nuestra dignidad humana. Percibimos esta situación como el elemento que se convierte de cierto modo en un obstáculo para nuestro desarrollo de habilidades y aptitudes, para la realización de nuestros sueños, de repente encontramos sicológicamente un límite prematuro a nuestra existencia y es por ello que muchos ideales se ven truncados; nosotros mismos hemos perdido a nuestros seres queridos en este juego sucio en el que no importa quien cae, lo importante es que alguno caiga” (Mujer 17 años).

Territoriedad y cuidado por la localidad: Cuidado por lo otro Los jóvenes en medio de la guerra expresan una preocupación frente a la imagen deteriorada y estigmatizada de su región, por los problemas con el narcotráfico, los enfrentamientos entre actores armados y la situación sociopolítica violenta que se ha vivido en las últimas décadas y ha impactado profundamente la vida cotidiana de sus ciudadanos, en sus formas de ver, percibir y proyectarse en el futuro. Para los jóvenes cobra sentido la identidad territorial y la localidad como estrategias de dispersar la situación de guerra que se vive en la región, de ahí que buscan reconfigurar su región a través del reconocimiento de su potencial ecológico con diversidad cultural y social en especial el sentido de pertenencia e identidad argumentado en su arraigo por su familia, por su tierra y su tradición histórica y cultural. “Todo esto mostró a “El Puente” de mi alma como un lugar prohibido del cual no se podía esperar absolutamente nada, personalmente me sentía muy triste de ver como mi pueblo se fundía en el olvido y rechazo. Yo siento mi pueblo lo vivo, y lo quiero y lo que mas anhelo es que El Puente se postule en lo mas alto de renombre a nivel mundial, como la tierra linda que es” (Hombre 22 años). La estructura de las narrativas de los y las jóvenes que caracterizan al conflicto como una situación que se generaliza frente a toda la población: “no nos pertenece nos perjudica”, que afecta e incide negativamente en todos en general; se habla de un conflicto como hecho violento que degrada la dignidad humana, el cual es una consecuencia de esas acciones e interacciones bélicas. Los jóvenes expresan las vivencias de quienes han padecido y han sido victimas de la violencia, aspectos que se convierten en consecuencias negativas para el bienestar de las personas, hay un reclamo de algo (dignidad humana) de un derecho colectivo, de lo cual no son responsables pero que además los perjudica y limita, al verse afectada la posibilidad de construirse un futuro mejor para ellos y para su región. “Llega uno de los tan acostumbrados desplazamientos forzados al ver una emergencia de tan alta magnitud, todos los jóvenes que en esta tarde estábamos reunidos de día, porque ya no recuerdo el día exacto, empezamos a formar comisiones para colaborar en lo que se nos avecinaba. Yo al ver a todas esas personas desoladas, con hambre frío, lo primero y único que sentí fue una profunda tristeza y un inmenso dolor” (Mujer 23 años). Los y las jóvenes muestran un especial interés y preocupación constante por los proyectos de vida de los niños, jóvenes, adultos y ancianos donde evidencian las dificultades que ocasiona la condición de desplazamiento forzado la cual genera desarraigo, perdida 130


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del sentido de partencia, desmotivación, que se evidencian en los contextos violentos, argumentando que estas condiciones generan deterioro en la dignidad de los sujetos. “Un día daba clases a eso de las 10:00 de la mañana y se escuchaban explosiones y balas, en un instante me quede sin alumnos todos se encontraban como decimos nosotros chismoseando donde estaban ocurriendo los hechos y entonces me pregunte ¿ esto no debería causar miedo en estos niño, Pero me puse a pensar que esos niños que están creciendo con este conflicto y no se les brinda una oportunidad de que expresen lo que sienten y que desarrollen sus dones lo que uno piensa de inmediato es que van a ser los próximos matones… entonces que digo que será el futuro para estos niños que se encuentran tan marginados de todo, educación, sano esparcimiento, y comencé a darle gracias a Dios que uno posee muchas comodidades pero a veces unos es muy mal agradecido y no piensa en los niños del campo.” (Hombre 24 años).

Capacidad de crítica y acción: En las diferentes narrativas aparece una crítica expresa a la guerra y a sus consecuencias. Es preocupante ver que los jóvenes y los niños que habitan en medio de la guerra se identifican con acciones bélicas y esperan en un futuro poseer un arma para ganar estatus y reconocimiento social. En las cogniciones manifiestas en las diferentes narrativas se evidencia preocupación por el futuro de si mismo y de los y las niñas, y de quienes viven en una situación de pobreza o miseria. Afirman que la violencia niega las posibilidades de futuro a los sujetos, sus posibilidades de acceder a espacios de participación, de diversión, de sano esparcimiento, de expresión de sus potencialidades, sentimientos y razones, sumado a la problemática y a las pocas oportunidades que ofrece el panorama de la guerra. Esta realidad lleva a muchos jóvenes a ver un futuro con limitadas oportunidades para su propio desarrollo en el país; sin embargo, para estos jóvenes las esperanzas se concentran en realizar acciones que busquen recuperar un espacio de vida, de lucha y construcción social de futuro a través de la acción social y política. “Pero no obstante de todos estos puntos que nos perjudican tan rígidamente los jóvenes nos caracterizamos por un optimismo especial y sabemos que aunque las cosas no marchan muy bien que digamos, nos concientizamos de que el país que necesita es gente con mucho sentido de pertenencia, no pensando en su beneficio propio, corrupción, sino en la paz de nuestra hermosa nación” (mujer 17 años) Pensar en la constitución de sujetos políticos a través de acciones colectivas de los y las jóvenes en medio de la guerra, implica alcanzar conciencia de si mismo y del mundo que los rodea y tomar posicionamiento en el orden histórico, cultural y social en aras de participar en su transformación. De ahí que los y las jóvenes como actores políticos piensen en la capacidad de actuación en el escenario de lo público, en su capacidad para construir un proyecto de vida común, en el que se edifica la base de un proyecto de convivencia social en condiciones de igualdad de oportunidades para todos y de acceso a todos en medio de las diferencias en estrategias con sentido para los individuos. Se podría considerar que el camino mas seguro es la formación consciente de los jóvenes como sujetos políticos y las implicaciones que ello tiene en la decisiones sociales y políticas, es el desarrollo de una competencia política; la que, según Luna (2003), tiene 131


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cuatro dimensiones: voluntad de participación (capacidad para exponer las propias necesidades); conciencia de responsabilidad (o conciencia social); capacidad para ponerse en el lugar del otro; tolerancia política: capacidad de mantener la comunicación, aunque no puedan ser satisfechas las propias necesidades, conciencia moral (comunitaria): capacidad de distanciarse de las normas predominantemente y de las expectativas de conductas cuando los principios generales así lo requieren. “Que rico que a través de los trabajos que cada uno realiza podamos como articularnos y pues realizar unos trabajos bien buenos para la juventud, para que no se vea, si vee.., para enseñar que los jóvenes tengan conciencia” (Mujer 23 años) “…Pensando ahorita en un proyecto para la comunidad que beneficie a todos esos jóvenes como nosotros no tuvieron la oportunidad” (Hombre 24 años). “Para incentivar a los jóvenes para que trabajen y vean la realidad del país… los jóvenes están desarrollando mecanismos sociales para no poder caer en los grupos armados o entregarse a vicios que no los llevan a ningún propósito bueno” (mujer 17 años). Los jóvenes en sus perspectivas de futuro argumentan la necesidad de ejercer acciones políticas que busquen favorecer a los jóvenes de su municipio y en especial a los niños, para que no sean presa fácil de los grupos armados y puedan tener un proyecto de vida que promueva su desarrollo humano. Por ello, la experiencia política da cuenta del reconocimiento del otro, así mismo, reconoce la capacidad de sentir e identificarse con su par, generando modos diversos de actuar e interactuar con el otro. Si la pregunta sigue siendo la socialización del sujeto político y cómo entender ésta en la construcción de actitudes y concepciones políticas, se reconoce el papel activo del sujeto tanto en la construcción de las significaciones, como en los procesos de internalización porque se evidencia que los y las jóvenes consultados, a pesar de la magnitud del conflicto en el que habitan, asumen acciones sociales, “pre-políticas” en el sentido tradicional, que conllevan a un cambio en su historia y en su localidad, tanto presente como con proyección futura.

Discusión y conclusiones Finalmente, el presente estudio posibilitó no sólo ampliar la comprensión respecto a la noción de juventud en medio de la guerra, a partir del des-ocultamiento de elementos como el sentimiento de enajenación, los mecanismos de defensa sociales construidos para protegerse física y psíquicamente frente al conflicto y especialmente, posibilitó comprender la narrativa como categoría que aporta no sólo desde el punto de vista metodológico, sino también, frente a su potencial de re-memorización y proyección histórico, política y cultural. En la narrativa se incorporan o personifican valores culturales y subjetividades personales. Como se afirma en el macroproyecto madre de esta investigación “La narrativa siempre será algo más que la configuración de relatos de palabras, es vehículo de comprensión e interpretación de las personificaciones, las tramas de relaciones, las metáforas de sentidos contextuados en el tiempo y en el espacio”. (Dauite, Pinilla, Botero, Calle, Lugo, Rios y Col, p. 7).

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Haber comprendido las narrativas de los y las jóvenes en medio de la guerra permitió evidenciar los escenarios: Histórico, Político, Personal y Existencial. Cada una de sus narrativas permite no sólo develar las características de una época y un lugar particular, sino también los acontecimientos que permiten a los sujetos tomar decisiones con incidencia colectiva. En cada una las narrativas apareció la muerte trágica de un ser querido como protagónica. La trama principal de las narrativas de los y las jóvenes consultados expresan el miedo a perder la vida, un sentimiento de enajenación frente a la propia vida en el cual la concepción de vida se condiciona a terceros que adquieren el poder de disponer de la vida y la muerte de los individuos. Las palabras que más se evocaron en las narrativas oscilaron en la tensión entre muerte, violencia, victimas, angustia, lagrimas, desesperanza, pérdida, miedo vs sueños, ilusión, futuro, perdón, vida, tierra, paisanos, flora y fauna. Palabras entretejidas en la crítica a la apatía de las autoridades y de la comunidad o población civil, principales personajes ausentes en la necesaria presencia para la acción en medio del conflicto. Es importante subrayar la sensibilización de los jóvenes consultados y el significado que para ellos adquiere su participación en las acciones sociales como elementos de solución del conflicto. A pesar de manifestar el temor y la necesidad de naturalizar el conflicto, aparece su intención directa por agenciar un cambio social. La pre- ocupación por los otros y por lo otro evidencia un descentramiento de su ego, incluso de sus propias condiciones de dolor y sufrimiento expreso en las narrativas, para notar el sufrimiento de desplazados, madres y niños. Los estudios socioculturales en América Latina han tendido a ignorar la dimensión generacional de la participación de los jóvenes protagonistas del cambio social ni como portadores de identidades propias. Sólo se ha reconocido la participación de estos como sujetos políticos referidos a movimientos estudiantiles que participaron activamente en los movimientos sociales de la contemporaneidad. Sin embargo, este complejo y contradictorio panorama de la guerra colombiana, nos evidencia una forma de “resiliencia” en jóvenes en medio de la guerra, que, aunque doloroso, ha permitido sacar a flote una serie de capacidades del ser y el hacer frente a las diversas situaciones a las que se enfrenta, pese a los sentimientos de duda, miedo, incertidumbre y derrumbe emocional. Los y las jóvenes en este contexto se manifestaron como los principales agentes en las diferentes narrativas expresas en solidaridad y conformación de comisiones de ayuda social. En este marco la representación social de la categoría juventud, se encuentra inmersa en el proceso de producción del sentido de lo colectivo, que tiene que ver tanto con condiciones objetivas y subjetivas de una estructura social específica, como con las relaciones simbólicas que las sustentan. Sumado a lo anterior el contexto y el territorio obligan a replantear el concepto genérico hacia una reflexión más particular, que tiene que ver con la forma de ser joven de manera específica en una región. Ser joven en medio de la guerra implica madurar a la fuerza, desarrollar mecanismos de defensa social como la naturalización del conflicto para con-vivir con él “hacerse el de la oreja mocha” como lo expresan los y las jóvenes. Sin embargo, en medio del sentimiento de impotencia, de enajenación frente a la propia vida, de duelos por injusticia, coexisten los sentimientos 133


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de indignación, la sensibilización frente a los otros y a lo otro, la capacidad de crítica y de acción. De tal manera, las narrativas de los y las jóvenes consultados permitieron evidenciar su participación activa en los procesos semipúblicos y semiprivados, otorgando un sentido de identidad y pertenencia a una comunidad. Al narrar una historia se constituyen procesos de subjetividad que ligan no sólo una biografía personal sino una vida contextuada en las culturas. Una subjetividad ligada al narrar también implica una subjetividad vulnerable de interpretaciones que hacen al sujeto, sujeto de comprensión, sujeto de interpretación, sujeto no terminado y sujeto localizado, sujeto en construcción. Las narrativas de los y las jóvenes en medio de la guerra permitieron comprender diferentes puntos de vista, posibilitaron ver el mundo desde sus perspectivas al develar la capacidad testimonial “testigos del presente naturalizado” y la capacidad empática para identificar aquello diferente al nosotros, de sentirse afectado en su condición localizada de existencia como situación que tiene incidencia en el mundo más allá del yo. La subjetividad política como categoría emergente de este proyecto no es un acto solipsista, es inter-subjetiva alguien diciendo algo a alguien. Un sujeto en plural, una comunidad. La violencia atenta contra la vida (libertad y justicia) atenta contra la dignidad humana (el desarrollo de aptitudes, habilidades y la realización de sueños e ideales) en la medida en que desestabiliza emocionalmente a las personas; un hecho violento hace que se genere un conflicto interno y un cuestionamiento por la vida, el que desata un resentimiento, este resentimiento se convierte en una coraza, como mecanismo de protección. Así, en el sector rural, las comunidades naturalizan y crean nuevos mecanismos de defensa para sobrevivir en contextos violentos, sin embargo, según las narrativas de los y las jóvenes consultados, sus acciones son una “ilusión” para la incidencia positiva frente al futuro del conflicto en su comunidad y en su región.

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Narrativas sobre el conflicto por jóvenes en contextos de guerra en una región del norte de Colombia. Ariel Rengifo Jorge Arias Patricia Botero Gómez53

Introducción El presente artículo está basado en la investigación “comprensión de los significados del conflicto socio-político y cultural, desde las narrativas que tienen los y las jóvenes en contexto de guerra de la ciudad de Montería, Colombia”54.Se encuentra inscrito en la investigación nacional; “Narrativas de conflicto en contextos locales de Colombia”. Este artículo apunta a develar la relación entre la noción de juventud y conflicto a partir de las vivencias que tienen los jóvenes de su participación en contexto de guerra, su expresión y ejercicio del autoritarismo y su experiencia del conflicto como situación límite entre la sobrevivencia y la muerte en un contexto político y cultural. Para el desarrollo de la presente investigación participaron seis jóvenes pertenecientes a las AUC de Colombia; el grupo es del género masculino con edades entre los 20 y 24 años de edad. Este grupo, a diferencia de los otros grupos del proyecto Nacional, se caracteriza por participar directamente en el conflicto armado como combatientes o desmovilizados en proceso. Situación que los hace no sólo espectadores sino jóvenes protagonistas de la guerra. La procedencia de este grupo de jóvenes es urbana, habitantes de un barrio de la ciudad de Montería55, sus experiencias sobre el conflicto armado se desarrollaron en zonas rurales de otras regiones del país. El interés para entender la problemática de los y las jóvenes en conflicto armado asigna particularidades al concepto de ser joven, en la medida en que está interrelacionada con aspectos como: tiempo, desajustes y discontinuidades del orden social, económico, político y cultural. Desde esta perspectiva, son los jóvenes quienes están en mayor medida, en condiciones de ser actores del fenómeno de la violencia debido a la exclusión social y presencia de organizaciones ilegales de carácter armado en el país. Precisa advertir que a pesar del incremento de las investigaciones sobre la participación de los jóvenes en los conflictos armados locales, éstas no solo deben orientarse hacia las inquietudes que este grupo poblacional genera, sino además, por el desafío que tienen las sociedades, los académicos e investigadores por construir otras aproximaciones 53 Documento elaborado por Ariel Rengifo, Jorge Arias y Patricia Botero Gómez, docente investigadora de la Universidad del Valle y de la Universidad de Manizales 54 Montería, capital del departamento de Córdoba está ubicada en la zona media del valle del río Sinú, con una población aproximada de 400.000 habitantes distribuidos entre corregimientos y barrios. 55 El barrio se caracteriza por tener múltiples carencias y necesidades básicas insatisfechas, tales como: viviendas en mal estado, falta de alcantarillado, escasa prestación del servicio de acueducto, bajos niveles de escolaridad y pocas oportunidades para vincularse al mercado laboral.

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conceptuales y abordajes que favorezcan mejores condiciones de vida, construcción de puentes entre jóvenes y adultos e inserción en la dinámicas institucionales para mitigar la exclusión social. En este estudio en particular, la posición teórica acerca del autoritarismo se fundamenta en la propuesta de Arendt (1951/2004) desde los cuales se analizaron las narrativas enunciadas por los jóvenes vinculados al conflicto armado. Desde el punto de vista de Arendt (1959), la narración identifica al sujeto en un ámbito eminentemente público, en un relato de los actos que esclarecen la experiencia temporal inherente del ser en el mundo. La puesta en común de las palabras y de los actos son la oportunidad para que cada quien se distinga entre otros, de hacer ver en palabras y actos quien es él, en su individualidad. Así, para Arendt, el espacio de aparición de la polis exige a cada uno en su pluralidad que aparezca ante los demás, y es a través de su palabra, de la trascendencia de la persona a partir de la construcción de historias, que se permite la construcción de lo público: “aquello que puede ser visto y oído por cualquier persona”, pero así mismo, la intención de Arendt de la política es potencialmente descubrir, con palabras y con hechos, el mundo público. Por otro lado, Arendt (1951/2004), en sus estudios acerca del totalitarismo, resalta la propaganda y el terror como mecanismos utilizados por excelencia por algunas concepciones políticas y mantiene la tesis de que la disolución y corrupción de las organizaciones, grupos y clases sociales que forman el entramado de la sociedad civil conlleva en la vida la aparición de movimiento de masas que ocupan su lugar, con una nueva lógica la de la fuerza y el poder, la de la total ausencia de límites y escrúpulos políticos o morales. En este sentido la vigencia de su pensamiento trae a la luz categorías que se desarrollaron en la época del holocausto nazi, pero que sirven como marco de interpretación acerca de qué es la política en la época actual y en contextos particulares de conflicto, violencia y guerra.

Hallazgos: Comprensión de los significados del conflicto socio-político y cultural, desde las narrativas que tienen los y las jóvenes en contexto de guerra de la ciudad de Montería, Colombia. Como resultados encontrados en el proyecto, este grupo apoya la tesis fundamental respecto a la noción de Juventud: La noción de juventud no es una noción universal, un fenómeno invariante y generalizable. Éste es un constructo que varía según la relación con los contextos geopolíticos, sociales y culturales. De tal manera, este estudio interroga la noción de juventud desde paradigmas de desarrollo universal con un énfasis etario, en el cual se generalizan unas características propias de un ciclo vital para todos los contextos y las culturas. En este estudio, este paradigma resulta incompleto como marco de comprensión para jóvenes en guerra, por tal motivo, se aportan resultados que apoyan una perspectiva socio histórica y cultural para comprender la noción de juventud. Las condiciones de vida de los jóvenes consultados, su pertenencia a un territorio, el capital social que poseen, el lugar de procedencia donde habitan y los significados que construyen en la guerra, desescencializa la noción.

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Como camino de comprensión de las narrativas planteadas por los jóvenes en guerra es necesario destacar los sentimientos y reflexiones que ellos resaltan, las temporalidades que utilizan, las metáforas y los personajes que se nombran, los juegos de poder que evidencian y la manera en que aparece el contexto local donde habitan. De esta manera, la situación de los jóvenes en guerra se incorpora en la vida de este grupo poblacional condicionando la manera de existir, sentir, pensar y actuar. La condición jóvenes en guerra afecta directamente la noción de juventud, la desmitifica y le da contenido de realidad a las expresiones en las cuales los jóvenes existen y son en la vida cotidiana. Así, de-construye de la noción de juventud de condición etaria, a condición histórica y cultural. La noción de juventud hace referencia a un sistemas de relaciones y significaciones y sentidos influenciados por la pertenencia a un grupo social, la cultura donde se vive, las condiciones y oportunidades que los contextos ofrecen. En este sentido, las narrativas de este grupo de jóvenes posibilita formular las preguntas ¿Qué significa ser joven en guerra? ¿cuáles son sus sentidos y prácticas cotidianas? ¿cuáles son las experiencias que configuran la noción de juventud? 56 “..Bueno yo soy un joben de 23 años esta Es la historia Que yo vivi con con pañero Que lo mato la gerrilla El estaba descansando en su amaca cuando llega un informante que en un billar En seguida En comandante mando a formar la primera Escuadra y sedio cuanta que le faltaba un muchacho y Miconpañero se regalo para la operancion al sitio se formo el conbate Miconpañero se abia quedado dentro El carro donde seabian desplasado El cojio la puerta y la abrio altirarse lo alcanso una vala por la garganta Que le salio por las costillas noalcanso a llegar al hopital se abia de sangrado es un dolor que nunca se olvida y nunca se Me ba olvidar El Amigo, En El Monte Es Un Hermano Estos son casos que pasan En la Guerra Que uno ViVE. Ser joven protagonista en la guerra evidencia una experiencia del conflicto como situación límite entre la sobrevivencia y la muerte, entre lo política, lo pre-político y la parapolítica. Esta experiencia límite expresa la construcción de temporalidades que evidencian la inmediatez como vivencia central. Inmediatez para ganarse la vida día a día y librarse de la muerte en ese momento, así, ésta aparece como principal protagonista de las narrativas consultadas. Las condiciones socio-políticas, económicas y culturales del contexto colombiano, inserto en las dinámicas de un mundo globalizado llegan a la vida de los y las jóvenes de este grupo de una manera paradójica: La máxima circulación de capital sin fronteras pero los mayores índices de pobreza, la menor redistribución de bienes y servicios y, la penetración de expresiones perversas en la construcción de la vida política en el país. De tal manera, las narrativas de este grupo de jóvenes evidencian tres categorías centrales que pretenden explicar esta paradoja. La desvalorización por la vida y el fenómeno 56 Con el objeto de conservar la perspectiva metodológica y teórica del estudio, este informe teje la comprensión de las narrativas desde una perspectiva más comprensiva que analítica de la narrativa, de tal manera, se subrayan acontecimientos y enunciados narrativos como totalidades completas evitando fracturar o descomponer en partes los textos como se haría desde la perspectiva de análisis del discurso. De esta manera, las tendencias halladas se ilustrará con algunas narrativas.

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de bumerang humanos57, la vigencia del totalitarismo en medio del capitalismo en la ficción de un mundo democrático y las expresiones de una política de la sobrevivencia. La relación entre las nociones de tiempo, vida y muerte se mezclan en las narrativas de los y las jóvenes. La sobrevivencia, el inmediatismo, la necesidad de enfrentar el día a día se constituyen en coordenadas de una política de sobrevivencia de los y las jóvenes en guerra. La localización en el mundo aparece de manera reactivo y defensiva en la cual éste aparece naturalizado e inevitable. Combatir es parte de las funciones requeridas para su desempeño como soldado de guerra, en el cual, el mismo cuerpo aparece despojado del valor de la vida y se objetiva y cosifica de tal manera que se constituye en un instrumento de guerra. “Mi compañero se regaló para la operación...”. Como lo plantean Heller y Fehér (1989) El valor de la vida supone la igualdad de oportunidades de vida para todos, sin embargo, en condiciones de inequidad, esta virtud pierde su carácter de dignidad y se constituye en un elemento dentro del sistema de lo inevitable. El valor de la vida el reconocimiento de las formas de satisfacción que utilice a otros seres humanos como meros medios. La construcción social actual leída desde las narrativas de jóvenes en guerra evidencian el fenómeno del bumerang como aquel proceso que al negar las posibilidades y oportunidades para vivir dignamente, los jóvenes adoptan una actitud defensiva frente a la sociedad e instala formas perversas de construir el mundo público. En esta sentido las sociedades están deteriorando la dignidad humana, así por ejemplo, en el grupo de jóvenes del estudio se evidencia que el bios como cuerpo viviente se describe como en sus características de desintegración cruda “una bala que salió por su garganta y atravesó sus costillas... no alcanzó a llegar al hospital... se había desangrado...” la desarticulación entre cuerpo vivo y cuerpo institucional aparece en los relatos como un aditivo, que expresa la desarticulación entre los sentidos del deber ser de lo político y el ser de la política misma como expresión perversa. De acuerdo con Arendt (1968) vivimos en un mundo que comenzó a existir antes del nacimiento y que continuará existiendo después de la muerte esta condición existencial entre ser y mundo implica una relación interdependiente que conjuga una relación temporal entre el pasado y el futuro, en la cual las generaciones nuevas están llamadas a tejer su brecha. En la narrativa anterior, el relato del espectador se indica una situación dolorosa “es un dolor que nunca se olvida y nunca se va a olvidar” la situación de compasión de lo irremediable expresa un sentimiento que paraliza la acción y la resistencia política, una experiencia de hermandad que liga los acontecimientos a las relaciones de sangre y como tales impide una elevación política de resistencia frente a las propias circunstancias vitales. 57 La noción de Bumerang retoma la categoría de Beck (1992) cuando éste explica, desde el punto de vista ambiental, que el riesgo contiene un efecto de bumerang, en el cual, los individuos productores de riesgo, también se exponen a él. En el presente estudio se amplia dicha noción desde el punto de vista de las condiciones de vida de sujetos, por un lado, resalta la relación sujeto/objeto expresa en la construcción de mundo personal y social en las circunstancias en que éstos viven. Construcción que desborda el discernimiento o la elección individual -además de la capacidad volitiva individual, el sujeto se inserta en un sistema productor de riesgos-. Por el otro lado, esta categoría resalta que las sociedades del riesgo, no sólo producen efectos sobre los asuntos climáticos y los desastres naturales, sino también, sobre asuntos humanos, generando respuestas perversas en la vida cotidiana de los individuos y de las sociedades que éstos construyen.

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En este sentido se subraya la paradoja entre la lucha por la vida y la desintegración en la muerte, se expresa en el sentimiento de fraternidad/hermandad revitalizado en el escenario de jóvenes en guerra, -como si- la necesidad de vindicar los lazos de sangre se contrapusieran frente a la sangre derramada. Las narrativas perseveran en anunciar el duelo del amigo que era como hermano en el campo de batalla. Por otro lado, aparece el sentimiento de paria en una identificación con la situación de inhumanización de vivir en el riesgo de morir, de ver la desintegración física y psicológica del otro. “… Cuando llegue a las AUC sin sabe nada nada a un entrenamiento sin saber nada yo senti q” era algo muy difícil llegue y conosi muchos amigos amigas y empeso nuestra primera FACE en la guerra…alos dos meses se formo la primera balacera cerca de la escula donde eramos reestrenados/ cuando yo senti q” todo no era como uno creia y se oian cilindros granadas valas y se escuchava de todo yo me llene de miedo y temor al ver unos paramilitares todos destrosado por la guerrilla y a la vez senti como ravia…”(joven de 19 años). La metáfora del paria es retomada de la descripción que Hannah Arendt hacía de los judíos en situación de exterminio, el paria no tiene lugar, deambula por el mundo buscando un lugar. Sin embargo, en este caso habría que agregarle a la la metáfora que el víctima de exterminio se constituye en agresor para el mundo perdiendo de vista las condiciones de existencia que codeterminan el ser jóvenes en guerra de paria se translada a la posición en el conflicto como víctima/verdugo. “... si cuando uno se coloca por primera vez el uniforme y toma el fusil piensa q” es el primer logro por q” esa es la decisión tomada ser un herue pero la verdadera realidad es otra vivirlo q” es la diferencia del pensamiento q” uno lleva en su mentalidad como cuando tiene un combate cuando ve morir a muchos compañeros muchos campesinos, niños inocentes y uno no puede evitar q” eso suceda por q” esa no era mi mentalidad q” sucediera pero son cosas difíciles de evitar por q” suceden en tan intantaneo momento.”( joven de 21 años). Como se ilustró en el anterior apartado de narrativa, todos los jóvenes consultados manifestaron una distancia entre lo imaginado vs una la realidad de vivir la guerra. En un inicio, aparecen sentimientos y expectativas de emoción y de reto por tener que madurar a la fuerza. Darse cuenta en medio del conflicto que ya no se puede devolver. Situación que resalta una experiencia de tránsito del juego de la guerra a supervivir en la guerra. ´´...la guerra no es lo que uno juega cuando niño…” (joven de 22 años). Se observa, además, el paso de iniciarse en la guerra (como la primera experiencia), como una situación por descubrir, de sorpresa, de reto a la condición de sentirse joven y luego de vivenciarla, darse cuenta que la guerra no es un juego. “... y dialogaban y me comentaban q” se vivian momentos q” ami me gustaban como disparar un fusil conocer todas las clases de armas los calibres de los cartuchos y emosiones fuerte y peligrosas...” (joven de 21 años). En este mismo sentido, las narrativas indican que los jóvenes deben desarrollar estrategias técnicas de guerra y mecanismos de defensa social que les posibilita sobrevivir en medio de este contexto: 141


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“…había que tener precausion y atender a todo lo que mis altos mandos me decian como a no sentarme en un patrullaje a no tirarmelas de rambo por q” podia morir a saber las tecnicas de la guerra conocer los caminos a tener positivismo por malo q” sean los dias y cumplir las ordenes del comandante cumplir diciplina y aprender q” el q” nos da concejo por q”experiencia tendra de todo le q” nos dice…”(joven de 19 años). Otra regularidad que se evidencia en las narrativas es la necesidad de someterse a las órdenes, de cumplir las normas internas y de mantener la disciplina, situación que indica las formas de autoritarismo en que viven los jóvenes en este contexto particular. “...la vida depende del estricto cumplimiento de las normas”, “Porque allá uno no se mandaba”.( joven de 22 años). Estas estrategias de supervivencia y desarrollo de mecanismos de defensa sociales, son indicaciones de un sistema totalitario que interrogan y expresan las contradicciones o paradojas de la democracia y la libertad propuesta por un sistema capitalista como el nuestro. La vivencia del autoritarismo como tendencia central hallada en las narrativas de estos jóvenes aparece en doble sentido: por un lado, el autoritarismo como sometimiento a un sistema de guerra; pero por el otro, el autoritarismo como forma de control que ellos ejercen para ganar respeto, poder y estatus como formas de ganancias de la guerra. “Un compañero que Estaba beviendo En El pueblo ya Estaba borracho y seMe aserco y yo redije Que se acostara y El se fue acostar pero yo pense que me abia asido caso pero No le dijo al vigilante Que lo dejara evadirse y le regalaba una Gaseosa y bino El guardi y lo dejo salir denuevo se fue a tomar El cantinero abia hablado con un sivil Que le pagaba la cuenta al dia siguiente El cantinero lo dejo hir luego le dijo al paraco que el muchacho se le abia ido con la cuenta entonces El para se le fue hasta la casa y lo mato en seguiida noslebantaron y fuimo al el pueblo y El comandante mato a el muchacho tanbien Esta son historias que yo vi y que como desdigo no se pueden olvidar…En Este caso pienso Que si uno se va para las filas de los para tiene Que pensar lo Que va aser uno sabe Que no se pueden En borrachar por Que los Matan y cuando comenten delitoa como Ese mucho peor pienso tambien Que si me ubiera Echo caso no lo ubieran matado poreso AUC son muy Estristas para que nadien las cagen por Que pelan a uno se lo disen y Que comete la falta Es porque Quiere”.(joven de 20 años). Las formas de movilización que se develan en las narrativas de los jóvenes consultados, evidencian un interés primariamente material, pues la obtención del salario mínimo, más extras que adquieren, enuncian la guerra como la fuente de empleo de la ilegalidad que refleja las para-economías nacionales e interrogan las cifras de desempleo nacional. En este sentido se observa un tránsito temporal y contextual entre la motivación para ingresar, pertenecer y mantenerse en estos grupos de la movilización por una ideología teleológica a una movilización con una ideología pragmática. En ambas coexisten formas colectivas y compartidas de pensamiento; sin embargo, en este grupo aparecen como mecanismos de defensa social que evidencian la expresión de una política de la sobrevivencia que se expresa en las identidades construidas en la guerra, el sentido de pertenencia a un grupo de referencia, complicidades internas entre los compañeros de 142


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grupo como expresión del espíritu de guerra, las normas que siguen y las implicaciones que presentan con sus acciones que inciden en el orden y las formas de poder nacional. Así, en las narrativas de los jóvenes consultados aparecen expresiones como: “...donde vivo hay mucha gente que se metió a las AUC venían y nos decían que eso era bueno pa’ tene plata. Por eso me fui...” (joven de 23 años). “...por tener muchos problemas familiares economicos tome la desición de entregarme a las primeras Auto defensas para tener conosimiento de algo q” hablaban muchos compañeros que habian estado en ese conflicto... ( joven de 21 años). “... cuando yo me meti en esto lo ise por mi familia y la falta de empleo pero aora pienso que al desmovilizarnos el mejor camino de la vida civil y de no tener nececida de volver a tomar armas porque con un esfuerzo de estudio espero encontrar un empleo y seguir adelante con mi familia”(joven de 19 años). Finalmente, llama la atención a los investigadores, por aquello que susurra al interior de las narrativas, la principal ausencia que presenta cada una de ellas: es el silencio de las voces de los otros, la imposibilidad de narrar e integrar como personajes a las víctimas que ellos someten, y por consiguiente, la imposibilidad de ubicar los sentimientos desde la perspectiva de los otros. En aquello no dicho, queda enunciada una tendencia de desensibilización sistemática frente a la guerra como otro de los mecanismos de defensa social de los jóvenes protagonistas en la guerra.

Discusión y conclusiones El presente estudio permitió profundizar en la significación de la noción de juventud, ser joven no es igual para todos, por el contrario, nos conlleva a una interrogación de la noción como una condición ubicada en un territorio, en un contexto y un lugar que la desesencializan y muestra que ésta no es una invariante en los espacios y condiciones socio-históricas y culturales. Los jóvenes consultados en esta investigación reflejan en sus narrativas una visión del tiempo diferentes al resto de jóvenes que no participan en el conflicto armado, también se diferencian de éstos en la forma como se comunican con el resto de individuos, es decir, utilizan un lenguaje concreto derivado de su actuar práctico. Las narrativas de los jóvenes inmersos en el conflicto permiten visualizar el desarrollo de mecanismos de defensa sociales58 para lograr sobrevivir en dicho contexto. Interiorizar las normas o código de guerra y establecer relaciones de cohesión grupal, fortalecen a los jóvenes frente a un nivel de toma de decisiones nulo comparado con el de los “jefes”. El mantenimiento de una relación vinculante con sus familias (apego), los silencios o ausencias que se evidencian en las narrativas en lo relacionado con la condición o circunstancias de sus víctimas (no hablan de los muertos del enemigo), oculto detrás del relato de la muerte de sus compañeros. Los contenidos de las narrativas de los jóvenes expresan la inminencia de la muerte como una constante frente a la cual adoptan diferentes estrategias de supervivencias, siendo las más comunes el acatamiento de las normas y el permanecer juntos. Así mismo, hay una evocación permanente de la familia como sentimiento que fortalece la salida del conflicto, el logro de la paz o la posibilidad de una vida civil.

58 Esta noción fue hallada en el estudio de Botero (2006) y se corrobora en los estudios de de Botero & Ríos (2004-2007) sobre los niños y los jóvenes en contextos márgenes; Quintero, Quintero & Botero 2006 Jóvenes en conflicto en el oriente de Caldas.

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Las palabras más comunes en las narrativas son: muerte, familia, compañero, amigo, combate, disparo, herido, jefe; todas ellas inmersas en la cotidianidad del conflicto vivenciados por los jóvenes. Por otro lado, el estudio dejó resultados interesantes como la manifestación expresa de la distinción “entre lo imaginado en contraposición de vivir la realidad de la guerra”. Al principio surgen sentimientos, expresiones y expectativas de emoción y algunos retos como la sobrevivencia en medio del conflicto; pero tal vez lo más importante de esta vivencia es la relativa a la maduración psicoemocional en su condición de joven a partir de las circunstancias o situación que vive en el fragor de la guerra. Un aspecto sociocultural que se expresa en la narrativa es el relativo a la construcción y aceptación del concepto de autoritarismo, que no es otra cosa que el sometimiento a las normas establecidas por los códigos de guerra y el mantenimiento de la disciplina y acatamiento de las órdenes de los mandos superiores, los cuales nunca son objeto de discusión. La vivencia del autoritarismo como tendencia central halladas en las narrativas de estos jóvenes aparece en doble sentido: por un lado, el autoritarismo como sometimiento a un sistema de guerra, pero por el otro, el autoritarismo como forma de control que éstos ejercen para ganar respeto, poder y estatus como forma de ganancia de la guerra. Además, se observa un tránsito temporal contextual entre la motivación para ingresar, pertenecer y mantenerse en estos grupos, de la movilización por una ideología teleológica a una movilización con una ideología pragmática; es decir, la participación en la guerra no está mediatizada por ningún compromiso de carácter ideológico y político sino por la solución de su problema económico de carácter individual. La situación comentada permite profundizar acerca de la “utilización de la guerra como fuente de empleo, lo que evidencia en forma dramática la consolidación en Colombia de las denominadas paraeconomías, pero también ofrece una visión del panorama desalentador del desempleo en el país. Esta realidad del conflicto conduce a los jóvenes necesariamente a formas colectivas y compartidas de pensamiento, generando expresiones conjuntas hacia una política de sobrevivencia, un sentido de pertenencia a un grupo, complicidades internas entre los compañeros, como una expresión del espíritu de guerra, acatamiento de las normas y la transición de una ideología (con propuestas ideales) a una realidad del día a día, a una política cotidiana de supervivencia. Favoreciendo con ello la construcción de una subjetividad política, ya no desde el deber, sino del utilitarismo. Frente a las condiciones del contexto sociopolítico y económico de un contexto local colombiano leído a la luz de un grupo de jóvenes aparece una crítica radical frente a las reglas del juego que estamos construyendo. La desarticulación social, política, económica y cultural para muchos individuos y comunidades genera consecuencias perversas que se nos devuelven como un bumerang como es el fenómeno de jóvenes en guerra, víctimas/verdugos que juegan la doble condición o condicionamiento de su individualidad. En este estudio se desplaza el lugar de la pregunta por la subjetividad política centrada en los individuos, en este caso, las narrativas de los jóvenes nos hablan de individuos en 144


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relación con un mundo que niega las posibilidades de existencia dignas y que implican la construcción de políticas de sobrevivencia. En este sentido, los fenómenos políticos y sociales que acaecen develan nuevos actores, escenarios y procesos relacionados con el conflicto que no necesariamente coinciden con los actores que circulan en las prácticas discursivas como medios de comunicación masiva y representaciones sociales de la sociedad civil en general. La tradición arendtiana ofrece un referente de interpretación que permitió, en este estudio, pensar los nuevos fenómenos que acaecen desde el punto de vista político en un contexto de guerra como es el contexto colombiano. La comprensión que Hannah Arendt plantea sobre el fenómeno del totalitarismo, el mal banal, el autoritarismo, el totalitarismo, que se parodian en este momento histórico, cobran vigencia, permiten el pensar lo político desde las condiciones particulares de jóvenes en contextos locales específicos...una tiranía (en la cual)59 el principio de acción es el miedo (Arendt, 2005, p. 397). La lectura sobre el totalitarismo (Arendt, 1951/2004) permite una comprensión que no significa explicar los fenómenos por analogías, sino que implica interpretar consecuentemente y no causalmente los fenómenos de la realidad política. La interpretación de prácticas políticas protototalitarias en contextos de violencia implica la visibilización del otro en su coexistencia con el mundo y con los otros. Si en la finalidad del proyecto totalitario consistió en la eliminación de la pluralidad humana, los y las jóvenes del presente estudio aparecen como la expresión paradójica del víctima/verdugo que pierde su propia dignidad y atenta contra su propia pluralidad y la pluralidad de la palabra de otros. En términos arendtianos en condiciones de terror “ya no se tiene el más mínimo interés en cuentos de fantasmas, lo que les pone la carne de gallina son las experiencias reales” (Arendt, 1943, p. 11); sin embargo, en contextos donde la guerra se ha naturalizado, ya la muerte deja de producir escalofrío para aquellos que la experimentan como espectadores; y, aún, aquellos que viven el riesgo en el día a día de perderla. Las implicaciones del presente estudio evidencian la necesidad de estar alertas frente a la legalización del terror o la naturalización del mismo. Los jóvenes en contextos de guerra en su doble situación de ser víctimas/verdugos indican una expresión de conflicto como bumerang que va más allá de los personajes o actores directos del conflicto, implican reconocer la participación colectiva frente al mismo. De esta manera, la condición de ser joven en guerra implica una responsabilidad que va más allá de los actores del conflicto, implica a los espectadores en una responsabilidad colectiva frente a lo que se está construyendo como país. Los grados de responsabilidad o corresponsabilidad denuncia que esta situación de conflicto involucra no sólo a los y las jóvenes que están insertos en la guerra sino especialmente simpatizantes del régimen que los sostiene. Grupos que mantienen el statu quo y que han naturalizado la situación del conflicto, evidenciando en nuestro contexto la banalidad del mal. 59 El paréntesis es nuestro.

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Arendt explica dicha categoría en la interpretación del juicio a Eichmann en el contexto del Holocausto Nazi. Eichmann se presenta como un hombre normal, un ser obediente que sólo formó parte de una maquinaria; de una burocracia de exterminio, un individuo que se limitó a ser muy buen padre de familia y eficiente trabajador, pero no tuvo la posibilidad de ir más allá de su vida privada. En el mal banal, “...no todos eran asesinos. Sólo era gente que cayó en su propia trampa” (Arendt, 2005, p. 31). La participación de todo un pueblo en el asesinato colectivo en masa, refleja las condiciones del contexto colombiano, en el cual la situación de los jóvenes en guerra aparece como una situación natural que depende de la vida moral de los sujetos sin adquirir preponderancia la necesidad de pensar/ reflexionar y dar cuenta de la maquinaria de la muerte que se está construyendo. La participación como cómplices del terror aparece no como un mal intencional, sino, precisamente, desde los intereses de salvar el mundo, la banalidad colectiva se manifiesta en la despreocupación por la vida pública. La construcción de subjetividad política, la necesidad de generación de espacios para la formación ciudadana, implican un compromiso activo con el mundo que permita a los individuos salir del conformismo social y político. La categoría del bumerang permite resaltar la condición de ser-en-el-mundo o dasein heideggeriano, el cual permite desplazar la comprensión del conflicto de su centro de referencia en las consciencias individuales de los sujetos a su comprensión en la relación de los jóvenes con las oportunidades que brindan sus contextos, como una mirada del conflicto desde la responsabilidad y cuidado colectivo. En este sentido, Arendt (1965/2001) destaca la necesidad del cuidado del mundo, en el cual los espectadores son los únicos que pueden dar cuanta de las peores injusticias o formas de indignación humanas. De esta manera, la distinción y el dilema entre ciudadano e individuo, con las perplejidades que acompañan a la dicotomía entre vida pública y vida personal, quedan eliminados con la pretensión totalitaria a una dominación total del hombre. (Arendt, 2005, p. 401). Finalmente, es importante retomar de la tradición teórica los fenómenos históricos que se reviven con otras manifestaciones. Montesquieu caracterizaba un gobierno despótico: en su deseo de recolectar las frutas maduras, los salvajes de Lousiana talaban los frutales, porque era más rápido y sencillo. (Arendt, 2005, p. 415). La Alemania nazi y la Rusia soviética partieron de circunstancias históricas, económicas, ideológicas y culturales, que en muchos aspectos eran casi diametralmente opuestas, llegando sin embargo a ciertos resultados que son estructuralmente idénticos. (Arendt, 2005, p. 418). Actualmente, en las condiciones de libertad aparente que ofrece el sistema capitalista, se observa, en el grupo de jóvenes en situación de guerra, que en contextos de pobreza no sólo en carencia en renta, sino como falta de oportunidades sociales, educativas, políticas, el margen de libertad se reduce a la guerra como opción de sobrevivencia.

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Lista de Referencias Arendt, H. (2005). Ensayos de comprensión. 1930-1954. Madrid: Caparrós. XXXII. De la naturaleza del totalitarismo. Arendt, H. (2005). Ensayos de comprensión. 1930-1954. ¿Qué queda? Queda la lengua materna, Conversación con Gûnther Gaus. Madrid: Caparrós. Arendt, H. (1951/2004) Los Orígenes del Totalitarismo. México: Taurus. Arendt, H. (1959). Introducción a la política. Chicago: The university of Chicago. Arendt, H. (1968). Between past and future New York: Penguin Boooks. Arendt (1965/2001) Hombres en tiempos de oscuridad. Barcelona: gedisa. Beck, U. (1992). Risk Society: Towards a New Modernity. New Delhi: Sage. (Translated from the German Risikogesellschaft published in 1986). Botero (2006) Niñez, Política y Cotidianidad. Tesis Doctoral. Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud. Universidad de Manizales – Cinde. Botero & Alvarado (2006) Niñez ¿política? y cotidianidad. En Revista Latinoamericana en en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud Manizales: Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud. Universidad de Manizales – Cinde. N.4. Daiute, Botero, Pinilla, Calle, Lugo, Ríos, Quintero, Quintero, Arias, Renguito. Heller, A. & Fehér, F. (1989). Políticas de la postmodernidad. Ensayos de crítica cultural. Barcelona: Península.

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Tercera Parte: Tendencias nacionales y conclusiones

"….por qué a los desmovilizados les ofrecen tantas oportunidades (estudio, carreras, económicamente, etc.), a ellos que tantas veces nos han atacado les pagan por estar sentados, y en cambio a los que de verdad necesitamos de esas oportunidades no nos las dan…" Mujer joven Kilómetro 41


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Narrativas del conflicto socio político y cultural de jóvenes en seis contextos locales de Colombia60 Patricia Botero Gómez Victoria Eugenia Pinilla Sepúlveda Nelvia Victoria Lugo Agudelo61

Este artículo presenta los resultados de la investigación ‘Narrativas del conflicto socio político y cultural desde los jóvenes en contextos locales de Colombia’. El estudio se realizó con jóvenes de seis contextos locales del país que representan la diversidad de algunas experiencias de conflicto socio-político y cultural vividas por los jóvenes colombianos. La investigación procura comprender cómo los sistemas socio políticos locales y globales son articulados en las narrativas de los jóvenes, así mismo, cómo éstos afectan sus vidas cotidianas en contextos y culturas concretos por medio de la personificación del conflicto. El estudio revela relaciones, regularidades y rupturas entre las tendencias encontradas en contextos geopolíticos diversos, en este caso en contextos locales de Colombia, para ofrecer nuevas maneras de conceptualizar la relación entre los objetos de conocimiento juventud y conflicto.

Introducción El escrito se centra en como los entornos socio políticos locales y globales son articulados en las narrativas de los jóvenes y cómo éstos afectan sus vidas cotidianas en contextos geopolíticos diversos y culturas concretas. La investigación se realizó con jóvenes de seis contextos locales de Colombia que representan la diversidad de algunas experiencias de conflicto socio-político y cultural vividas por los jóvenes en Colombia: se trabajó con jóvenes rurales que han hecho parte de grupos al margen de la ley (Grupos de autodefensas-AUC-), de la ciudad de Montería; jóvenes residentes en un municipio del Oriente de Caldas, en medio del conflicto entre la guerrilla y las fuerzas del Estado, vinculados a un grupo de liderazgo juvenil; jóvenes rurales, estudiantes de grados décimo y once, residentes de la Vereda del kilómetro 41 del Departamento de Caldas; jóvenes en contextos margen162, residentes de la Plaza de mercado, sector urbano de la ciudad de Manizales; jóvenes urbanos residentes del barrio el Rosal, suburbio popular de la ciudad de Pereira; y finalmente, jóvenes de clases medias y altas estudiantes universitarios en Universidades públicas y privadas de la ciudad de Manizales. De esta manera, se privilegia el criterio de diversidad de grupos en contextos de conflicto, en lugar del de representatividad geográfica nacional, se ha optado por 60 Las autoras presentan una síntesis de las principales conclusiones que ofrece la investigación, Narrativas del conflicto socio-político y cultural desde los jóvenes en seis contextos de Colombia, realizada por Botero, G., Patricia, Pinilla S., Victoria Eugenia, Lugo A, Nelvia Victoria, Calle, N., Andrés, Ríos, Dora Miriam, con la asesoría de la doctora Daiute, Colette. 61 Documento elaborado por Patricia Botero Gómez, docente investigadora de la Universidad de Valle y Universidad de Manizales, Victoria Eugenia Pinilla Sepúlveda docente investigadora de la Universidad de Caldas y Universidad de Manizales; y Nelvia Victoria Lugo Agudelo docente investigadora de la Universidad de Caldas. 62 En este documento se adopta la noción de contextos márgenes desarrollada por Botero (2006) y adaptada de la explicación que Castel (1998) hace de la noción de marginalidad: los espacios urbanos socialmente descritos como lugares de promiscuidad, suciedad y violencia, así mismo, este término connota una visión de personas o grupos sociales que realizan una ruptura frente a la norma.

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grupos de jóvenes en contextos mediados por condiciones de conflictos urbanos, rurales, de conflicto armado, de clase y de agrupación o gregarismo legal e ilegal. En este estudio el conflicto juvenil es comprendido como lucha, exclusión social y abuso de y entre las personas jóvenes a partir del momento que ingresan a la escena pública y hasta que son económicamente independientes de los adultos (Daiute, 2006). Los conflictos como: la participación en el conflicto armado, la lucha y discriminación entre grupos sociales, la competencia por los recursos en las calles, los actos interpersonales de violencia y la lucha de los jóvenes por su reconocimiento están inmersos en conflictos de la región, la nación y las relaciones glocales. El conflicto juvenil, entonces, no es tanto un problema del individuo joven, de su familia o de su estado evolutivo, sino más bien, un problema en el desarrollo de la sociedad (Daiute, 2006). A partir de esta perspectiva, el conflicto juvenil es asumido como una práctica social caracterizada por las circunstancias y los discursos en contextos particulares. En consecuencia, la pretensión de encontrar la comprensión del contexto actual que marca la inclusión en el conflicto de los jóvenes colombianos, implica hacer una mirada de la sociedad en la que ellos habitan, una organización social que expresa un continuo de temporalidades, rupturas y discontinuidades de un orden social. Asimismo, se establece una distinción fundamental entre conflicto y violencia, retomando los planteamientos de: Corredor, 2002; Galindo, 2005; Uribe, 2001; Bello & Ruiz, 2002, el conflicto se comprende como constitutivo de la condición humana, se centra en la oposición entre fuerzas e intereses; la violencia, por su parte, es uno entre otros medios para enfrentar el conflicto, además de presentar una oposición, implica la actualización de recursos “irracionales” para enfrentarlo. No todos los conflictos devienen en violencia y, por tanto, pueden potenciar los cambios y transformaciones sociales. La perspectiva teórica para abordar la noción de juventud se distancia de una visión etaria o evolutiva, y adopta una perspectiva cultural y socio histórica. En este sentido, dicha noción es comprendida como un constructo teórico que responde a condiciones sociales específicas que otorgan un espacio simbólico para su aparición. Asimismo, desde los estudios de Bourdieu, 2002; Mørch, 1996; Duarte, 2002, Margulis & Urresti, 1998; Balardini, 2005; Muñoz, 2006; Feixa, 1998; Botero & Alvarado, 2006; Pinilla & Muñoz, 2008; esta mirada rompe con la pretensión de universalizar la noción de juventud o sus características, como una invariante independiente de los tiempos y los contextos. Así, la presente investigación apela a una noción que se constituye contextual e históricamente con el fin de comprender los significados del conflicto socio-político y cultural, y aportar una visión a las variaciones de la noción de juventud, las según mediaciones contextuales y las condiciones materiales y simbólicas que enfrentan los jóvenes en las múltiples expresiones de conflictos y violencias en el país. Los resultados abordan tres categorías teóricas: la juventud y el conflicto socio-político como objetos de investigación, y la narrativa como categoría epistemológica y metodológica, lente de comprensión de las relaciones entre ambos objetos; los cuales configuran el problema central, orientado por las preguntas: ¿Cómo se relacionan las categorías juventud y conflicto socio-político-cultural en las narrativas que hacen los jóvenes? y ¿Cuáles son las nociones de juventud que subyacen en las narrativas de los jóvenes sobre el conflicto, desde una perspectiva histórica cultural? El interés práxico del estudio corresponde con una metodología que pretende develar los sentidos construidos por los jóvenes en sus narrativas, a partir de la interpretación 150


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narrativa de Bajktin (2002) y la hermenéutica fenomenológica propuesta por Ricœur (1996), desde ambos se hace evidente la necesidad de comprender los contextos de los textos producidos por los actores; los cuales toman posición temporal y cultural según las épocas en que se viven, los lugares que habitan, los vínculos generacionales en los que se construyen. Así, la interpretación narrativa se constituye en el camino de comprensión en las producciones de relatos sobre el mundo de los sentimientos, los pensamientos, las metáforas, las tragedias, las tramas y los dramas humanos, como fuente de comprensión de los significados culturales, acciones y relaciones en su vinculación con los tiempos y los espacios en que habitan. Por consiguiente, esta perspectiva desde la comprensión narrativa evidencia no sólo los escenarios o mundos de vida personales, sino además los escenarios: histórico, político y existencial (Heller, 2002).

Sentidos de Ser Jóvenes Los sentidos de ser joven que los jóvenes participantes en esta investigación hacen explícitos, antes que confirmar lo instituido, lo interrogan desde la diversidad de condiciones y oportunidades de los contextos, así como de sus experiencias y posiciones frente al conflicto. Los hallazgos en esta investigación coinciden con la ruptura cada vez más notoria con las versiones instituidas y con las discusiones que ponen sobre la mesa las representaciones sobre los jóvenes. Además emergen nuevos discursos que reconocen la movilidad y discontinuidad de los significados de ser joven, construidos en la interacción con las condiciones materiales, sociales e históricas que les posibilitan constituirse como individuos únicos. Los jóvenes participantes en esta investigación esbozan desde sus singularidades los sentidos de ser joven que han formado en sus experiencias particulares de vida, unos sentidos que si bien reflejan su relación con las condiciones particulares que les ha tocado vivir, también, desde la pluralidad, les permiten distanciarse o compartir formas de pensarse como jóvenes que interrogan las asignaciones predominantes. Los sentidos de ser jóvenes dentro de los contextos y culturas particulares posibilitan conocer las valoraciones que los jóvenes integrantes de esta investigación asignan a sus experiencias, para darle sentido a su propia condición. Así se corrobora la estrecha relación que tienen los contextos y las condiciones materiales y sociales de existencia en las singularidades y confluencias de sus procesos de constitución como individuos. De esta manera los sentidos que emergen en esta investigación se organizan en las tres siguientes tendencias:

Ser joven es ser un problema o ser peligroso Esta tendencia muestra fuerte oscilación hacia un sentido que se concreta en ser una amenaza. Esta apreciación de los jóvenes se une al señalamiento social, aunque también, a la valoración que hacen de sí mismos y de otros, al explicitar la reproducción de discursos instituidos socialmente que le dan prioridad a la visión del joven como problema: ‘Se vuelven agresivos (los jóvenes) y cometen muchos errores que les puede perjudicar su estilo de vida, explotan con facilidad, su agresividad puede ser con palabras o bruscamente’ (Joven Km. 41). Al respecto, el ‘Estado del arte del conocimiento producido sobre jóvenes en Colombia 1985-2003’ (Colombia Joven, 2004), muestra cómo en las investigaciones realizadas en el país en ese periodo de tiempo, se le da prioridad a una noción de ser joven como sujeto 151


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peligroso. Esta alusión se asocia con el recrudecimiento del fenómeno de las violencias en el país, vinculado con el narcotráfico y la insurgencia. Se señala principalmente a los jóvenes de sectores populares como los responsables de la violencia, la inseguridad ciudadana y el desorden social; éstos son estigmatizados como desviados y delincuentes, como quienes ponen en riesgo a sus comunidades. Se argumenta que los jóvenes están en crisis por las pocas oportunidades, las carencias materiales, el desempleo, la deserción escolar y la falta de seguridad social. Esta visión estereotipada se ha generalizado y enraizado tan profundamente en sociedades como la colombiana, que los mismos jóvenes se ven enfrentados a visiones contradictorias en las que su proceso de construcción de sus ‘sí mismos’ no corresponde con las valoraciones que circulan en sus ambientes cotidianos sobre los jóvenes. Hay una tensión marcada por la incertidumbre y estigmatización, que en muchos casos los lleva a considerarse así mismos como deficientes, frente a las expectativas sociales; como peligrosos, y a reconocerse como un factor desestabilizador de su entorno. Mientras otros se enfrentan a la ambivalencia de la “incompletitud”, de no dar la medida, de no satisfacer las expectativas de la sociedad y no ser aceptados socialmente.’…de pronto la forma de ser del joven no le gusta a la gente’. (Joven, barrio el Rosal). De esta noción de ser joven como ‘problema o ser un sujeto peligroso’, se desprende también la noción del ‘joven inimputable’, como aquél que no puede ser responsabilizado ni penalizado por sus actos, como un menor de edad que debe ser representado por otros, para enfrentar la ley o para decidir en política, en negocios; además, se acentúa el que son sujetos sin criterio, que se ven movilizados e influenciados por otros, no por ellos mismos, lo que los configura como personas influenciables y heterónomas. Asimismo, de esta tendencia se desprende la reflexión crítica de los jóvenes, que se hace manifiesta en un distanciamiento de los estereotipos que, para ellos, ha generalizado la sociedad. Se evidencia una percepción paradójica de que la sociedad los subvalora en su presente por ser jóvenes, al considerarlos frágiles y focalizar en ellos las problemáticas sociales, mientras los sobrevalora con respecto al futuro, al asignarles la responsabilidad de un alcanzar el modelo ideal de organización social y así cumplir la meta de ser adultos. Estas divergencias muestran la tensión y disputa que hay entre las expectativas familiares y representaciones externas, sobre los jóvenes, en relación con sus prioridades, y las representaciones que ellos mismos construyen. Desde los jóvenes del estudio se hace evidente, por una parte, la estigmatización de la que son objeto. Porque hay una fuerte presencia en sus narraciones de un discurso naturalizado y generalizado sobre el joven problema, peligroso y violento, que algunas veces usan para referirse a ellos mismos, con el objeto de mostrar la apropiación del discurso instituido y, en otras oportunidades, para hacer evidente las implicaciones restrictivas que este discurso les ha generado. Sin embargo, también en algunos grupos más allá de la estigmatización, la violencia, el peligro y la muerte son características predominantes de sus vivencias cotidianas (Jóvenes en guerra, en medio de la guerra y jóvenes en contextos márgenes), condiciones que desdibujan las fronteras entre el ser joven problema, habitar contextos problemáticos o peligrosos, e incluso, naturalizar las condiciones adversas de los contextos. Las evidencias que emergen de este trabajo confirman análisis previos realizados por otros investigadores colombianos, según los cuales en Colombia se ha legitimado la visibilización del joven como peligroso, las acciones de control que ejerce la sociedad sobre ellos y marginación de la que son objeto (Serrano, 2005, Perea, 2004, Perea, 2007, 152


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Colombia Joven, 2004). Esto implica restringirlos como actores sociales, neutralizar su potencial político y afectar el tejido social. Los relatos de los jóvenes en esta investigación dejan ver que sus sentidos de ser problema varían entre: el apropiarse de estos estereotipos en actos y discursos (jóvenes en barrios populares); distanciarse de las estigmatizaciones y concentrarse en la configuración de su singularidad desde la experiencia y la prioridad de su ser individual (algunos jóvenes Universitarios, Jóvenes rurales que cursan bachillerato); o luchar por sobrevivir en medio del peligro y la violencia en contextos que no les ofrecen otras alternativas (jóvenes en contextos márgenes, en guerra o en medio de la guerra). De esta manera, las condiciones de conflicto socio político que vive el país han contribuido a configurar escenarios en los que los jóvenes actores y espectadores de las violencias en distintos contextos de Colombia enfrentan una realidad que obstaculiza sus procesos de constitución individual, los excluye de las ofertas sociales y les da la certeza de que ser joven es una experiencia que se vive con dificultad por el alto costo emocional y social que tiene para quien se considera y vive como joven.

Ser joven es luchar por la supervivencia física y simbólica Esta tendencia recoge la convicción que tienen los participantes, en cada contexto, de que ser joven es una constante lucha por superar cotidianamente situaciones y condiciones difíciles que los exponen al riesgo, los enfrentan a la muerte, y al desconocimiento social. La lucha por la supervivencia física deja ver cómo, para estos jóvenes, independientemente del contexto particular en el que transitan sus vidas, hay una disputa constante por sobrevivir. Sin embargo, para algunos la valoración de ser joven, no realza el ser ellos mismos un peligro, sino el sentirse en peligro; tienen una sensación de inseguridad, de estar expuestos, que caracteriza sus experiencias cotidianas (Jóvenes Universitarios, Jóvenes rurales); esta percepción se agudiza en aquellos cuya experiencia de ser joven es además una lucha férrea por los recursos, por protegerse y defenderse ante las amenazas reales a la integridad física; y esto se agrava cuando están implicados de manera directa en el conflicto socio-político que vive el país (jóvenes en contextos márgenes, en medio de la guerra, en guerra y en barrios populares: barrio el Rosal de Pereira). Estos significados afloran de manera fluctuante en los diferentes contextos de los participantes en la investigación. Los jóvenes protagonistas de la guerra experimentan el conflicto como situación límite entre la supervivencia y la muerte. Sus vidas transcurren en circunstancias de pobreza, inequidad y desempleo. Es una experiencia límite que muestra una inmediatez apremiante como característica central de su experiencia de vida. Estos jóvenes revelan una urgencia por ganarse la vida día a día, en medio de una fuerte confrontación, en la que la muerte es una eventualidad muy cercana. Las condiciones materiales y sociales desfavorables de estos jóvenes son aprovechadas utilitariamente por los grupos al margen de la ley. Se advierte, en las narraciones, la instrumentalización que de los jóvenes hacen los grupos ilegales. Con la oferta de salarios y prebendas, los utilizan y convierten en actores de la guerra. Así mismo, para los jóvenes que viven en sus contextos locales, la huella del conflicto sociopolítico colombiano, ser joven les implica, como es el caso de los de la plaza de mercado (de Manizales) y del barrio marginal de Pereira, una lucha para sobrevivir manifiesta en la búsqueda cotidiana de recursos que les posibiliten, así mismos y a sus familias, satisfacer sus necesidades básicas.

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Además deben ser proveedores, asumir responsabilidades propias de los adultos, quienes, a su vez, los critican y presiona (Jóvenes barrio el Rosal, Jóvenes rurales, Kilómetro 41). En otros grupos, la experimentación de la violencia y la guerra interroga la existencia de la categoría juventud a partir de narrativas que evidencian prácticas como: ser proveedor, padre o madre de familia, enfrentar la viudez (Jóvenes en contextos márgenes y jóvenes protagonistas de la guerra). La supervivencia física se asocia también con el temor generalizado y la percepción de riesgo asociado con la vida urbana. Algunos universitarios perciben la calle como un espacio inseguro, que los hace sentir en riesgo permanente. Además de empeñarse en sobrevivir física y materialmente, está tendencia oscila hacia una lucha por la supervivencia social. Los jóvenes revelan en sus relatos la falta de reconocimiento que sufren, tanto al interior de sus familias, como en los diferentes escenarios sociales. La lucha por la supervivencia social se hace explícita en la búsqueda de reconocimiento de los jóvenes en ámbitos diversos, hay un reclamo de sus derechos y a ser tratados como iguales dentro de la estructura social. El irrespeto jurídico de sus derechos y valoración social negativa de la que se sienten objeto, les cierra posibilidades, les resta seguridad sobre su capacidad para poder hacer aquellas cosas que la sociedad estima como valiosas. La supervivencia social se configura desde las narraciones de los jóvenes como la capacidad de ser considerado cada uno, por los otros, en su singularidad. Si bien la lucha por la supervivencia física y material se presenta como un acontecimiento individual, de auto conservación física de los jóvenes, la supervivencia social aparece como la lucha por el reconocimiento mutuo. Frente a estos sentidos se devela una relación central entre dignificación de la condición de ser jóvenes y luchas por el reconocimiento. Éstas son luchas “inmediatas”, cercanas, en las que los jóvenes confrontan las instancias de poder más próximas que consideran ejercen presión sobre ellos. No necesariamente se dirigen al responsable o causante principal de la acción opresora; sino, al más cercano, en este caso son los padres, los adultos con los que cotidianamente interactúan y no el statu quo a favor de la hegemonía (Foucault, 1983). En esta tendencia se hace explícita la exigencia que hacen los jóvenes de que sus derechos sean reconocidos y que ellos sean tratados como iguales dentro de la estructura social. Esto alude a lo que Ricœur (2006) llama el reconocimiento mutuo en el que, en este caso los jóvenes, se ubican bajo el amparo de una relación de reciprocidad, que pasa por el reconocimiento de sí, apoyados en la diversidad de capacidades que tienen los jóvenes y que se reflejan en su poder de obrar, en su capacidad de agencia. Este significado de que ser joven es luchar por la supervivencia física y social incrementa la apreciación generalizada que tienen los jóvenes de que ser joven es una experiencia que se vive con dificultad.

Significado del Conflicto El conflicto se entiende como diferencia, inherente a la condición humana y presente en la vida cotidiana de los jóvenes. Implica posiciones o intereses divergentes, no siempre antagónicos. Trae consecuencias a la vida del joven, no necesariamente negativas, puesto 154


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que el conflicto puede devenir en transformación, en cambios necesarios e importantes. Los hallazgos muestran los significados que los jóvenes construyen de los conflictos: significados emocionales, sociales, políticos y culturales. Algunos se relacionan con situaciones de violencia, y dentro de éstas, algunos se relacionan con el conflicto armado en Colombia. Los hallazgos muestran la manera como los jóvenes interpretan el conflicto en unas condiciones sociales y materiales de existencia concretas, se muestra cómo el desarrollo de la sociedad colombiana con sus múltiples contradicciones y situaciones complejas, incide en la manera como el joven interpreta su realidad, la significa y vive su experiencia cotidiana. Los hallazgos de la presente investigación hacen evidente tanto las convergencias, como las divergencias, en los significados que construyen los jóvenes acerca del conflicto.

El conflicto como frustración En el plano psicoemotivo, viven el conflicto como frustración por no poder ser o hacer lo que quieren y por la vivencia de muertes injustas que no se elaboran. Esto implica un costo emocional alto que se traduce en formas diferenciales de defensa. Se ha dicho que la frustración es el sentimiento desagradable en virtud del cual las expectativas del sujeto no se ven satisfechas al no poder conseguir lo pretendido. Como fenómeno psicológico, puede identificarse como un síndrome que ofrece síntomas diversos que rondan una categoría general: la desintegración emocional del individuo. La frustración se expresa, entre otras, a través del intento de suicidio, la pérdida de estabilidad personal ocasionada por la insatisfacción de sus intereses personales, o los duelos no elaborados, ante la experiencia de muertes injustas. Se pueden plantear también como duelos inelaborables en el sentido de que un acto que acontece en un escenario público (la guerra) se vivencia en un escenario privado, y el remedio a la injusticia y a la impunidad no está en manos del joven ni de su familia, sino de la sociedad, que no se empeña en juzgar sino en favorecer la impunidad. De otro lado, la muerte se percibe como injusta, porque toca el mundo afectivo del joven, no así otras muchas muertes no relacionadas con la vivencia afectiva. Así, la injusticia no se relaciona con la inequidad, con el incumplimiento de normas y sanciones o con la ausencia de democracia. La preocupación moral, el círculo ético, se circunscribe al campo de su vida cotidiana, a la contingencia inmediata que afecta la vida del joven.

Conflicto como riesgo de muerte Basados en la noción propuesta por Beck (1996) sobre riesgo, el presente estudio evidencia que los jóvenes asumen el riesgo como algo real, lo que significa la probabilidad alta de que el hecho suceda y afecte la seguridad y la confianza del sujeto. Es una contingencia que puede ocurrir en los escenarios de la calle, la vecindad o en medio de la guerra. Esto afecta de forma directa la confianza de los jóvenes en la continuidad de su existencia, de su crónica particular y en la permanencia de sus entornos naturales y sociales de acción. Los riesgos para Beck (1996) no aluden a daños acontecidos, no equivalen a destrucción sino que el concepto de riesgo empieza donde la confianza en la seguridad termina y deja de ser relevante cuando ocurre la potencial catástrofe, en este caso, la muerte o el daño físico. Por tanto, se podría afirmar que sentirse en riesgo significa un estado intermedio 155


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entre seguridad y daño, en el que la percepción del riesgo en tiempo presente determina pensamiento y acción. Esta experiencia vivida o estatuto de la realidad de los jóvenes se podría entender como un “ya no más pero todavía no” (Beck, 1996), es decir, ya no más confianza, pero todavía no daño, la virtualidad real que se materializa en mediaciones particulares y anticipaciones futuras; el pasado pierde su poder para determinar el presente y el futuro ocupa el lugar del presente, es decir, el presente se vive como algo inexistente, construido y ficticio.

Conflicto como abuso y la lucha como consecuencia La percepción del riesgo desaparece cuando ocurre la potencial catástrofe, más allá del riesgo, se reconocen en las narrativas, abusos de poder en los escenarios vitales de los jóvenes participantes: las relaciones sociales y la guerra. Los teóricos del conflicto han establecido el conflicto como el fenómeno clave para conceptuar las relaciones de poder. (Seoane & Rodríguez, 1988). Sea que se entienda el poder como relación conflictiva, como expresión de relaciones de fuerza o como restricción de alternativas, en definitiva lo que está en juego es la libertad y la autonomía: se es menos libre porque se está supeditado a los abusos de poder, más allá de la intencionalidad de los otros en sus interacciones, del conflicto o de la sanción. En el abuso de poder, el uso de la fuerza física o la amenaza de su uso, es un medio para establecer una relación de poder, así sea evidente que precisamente el recurso del uso real de la fuerza física constituye un signo de fracaso del poder. Al mismo tiempo, la agresión directa se configura en uno, entro otros medios, para enfrentar el abuso, especialmente en todos los escenarios donde habitan los jóvenes, y en los diferentes contextos locales de conflicto. Se puede identificar una tendencia a la expresión de los conflictos por la vía de la fuerza física, más no a su solución: la lucha es el principio y la justicia misma. Es el más fuerte quien determina el estatuto y los parámetros de la relación. También se observan en los jóvenes comportamientos de retaliación y venganza, es decir, es un defensa por las vías de hecho y no por alternativas dialógicas de resolución de conflictos ni de manera racional ni legal.

Conflicto como guerra Todos los grupos de jóvenes participantes (vinculados o no con grupos armados) asocian el conflicto con muerte, y la muerte con la guerra. Esto interroga el grado en que las condiciones de guerra que se viven en Colombia en diferentes contextos han impactado la vida cotidiana de los jóvenes y de la sociedad, hasta el punto de que se haya “naturalizado”. Se pueden reconocer en los jóvenes participantes diferentes perspectivas frente a la muerte producida por la guerra: se pre-siente la guerra (jóvenes rurales escolarizados y jóvenes en contextos márgenes), se observa y se sufre la guerra (universitarios y Jóvenes en medio de la guerra residentes del municipio del Oriente de Caldas) y se hace la guerra (jóvenes en guerra). En la primera disposición, se pre-siente la guerra, hay una perspectiva un tanto lejana y abstracta sobre la muerte en la guerra, que hace que los jóvenes no conozcan de primera mano los efectos de la guerra, pero saben que existen actores armados que ponen en peligro a toda la sociedad. En algunos casos, se plantea como pre-sentir la guerra, no porque el riesgo no sea real, sino porque ellos no son los agentes, sino antes observadores inermes que no controlan las acciones ni los efectos. Se ven a sí mismos como jóvenes que viven en un país en guerra en el cual cualquiera (incluso “personas inocentes”) puede 156


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morir, se asumen como colectivos en medio del conflicto armado. De todas maneras estos grupos están distantes de poder constituir lo que se denomina como sociedad civil Todos los demás jóvenes participantes viven de cerca la muerte en la guerra, ya sea como observadores que la sufren o como guerreros. Ésta es una experiencia cercana, vívida, que hace parte de su cotidianidad. Los jóvenes que hacen la guerra, proporcionan la muerte al enemigo, en medio de una lógica de guerra que los obliga a silenciarse frente a las víctimas; ellos actúan con el ‘espíritu de cuerpo’. Esto se hace evidente en la ausencia absoluta en las narrativas, frente a la muerte de sus víctimas, frente al sufrimiento del adversario. Sufren por la muerte de sus amigos, mas no expresan lo que sienten por la muerte de sus víctimas, posiblemente por miedo a ser inculpados o por un mecanismo de defensa que les permita sobrevivir a la guerra. Quienes observan y sufren la guerra producen lo que se denomina como desgarramiento de la vida; la muerte es tan cercana, y la experiencia tan íntima que afecta las estructuras de la vida. Esto tiene que ver con los efectos profundos y duraderos que la muerte deja en los jóvenes e implica un darse cuenta de dicho desgarramiento, es decir, el joven tiene plena conciencia de las consecuencias que el hecho tiene para sus vidas. En este sentido se corrobora el planteamiento de Giddens (1996), al sustentar que cuando la seguridad ontológica se rompe, cuando se vive un acontecimiento que desarregla la vida, se pierde un sentimiento coherente de continuidad biológica, se asume una especie de “mortalidad interior”, que los incapacita para bloquear los peligros externos y la persona puede fracasar en su intento de mantener confianza en su propia integridad. El individuo se siente moralmente vacío, hay una sensación de que la espontaneidad viva del yo se ha convertido en algo muerto y sin vida.

Juventudes y Violencias: Implicaciones Políticas Distinciones y Relaciones. La relación entre estas nociones implica reconocer las distinciones entre las experiencias juveniles referidas al conflicto que van desde conflictos de convivencia, violencia doméstica, violencia urbana, violencia rural, hasta la guerra desatada. A pesar de los diferentes contextos, caracterizados por la posición frente al conflicto y las condiciones y oportunidades de tipo educativo, económico, laboral y político que los diferencia, se evidencian dos tipos de imaginarios que permean los diferentes grupos, uno es de corte mágico y sacralizado del conflicto; y otro, está referido a la naturalización de la muerte. Tanto en uno como en otro es posible observar la mitificación del conflicto, éste se comprende como un todo, inexplicable, como una fatalidad (con la lógica de lo mítico y lo icónico). También hay una despolitización, porque se pierde la referencia de lo público y no hay la intermediación de la ley, no hay institucionalidad, todo lo que caracteriza la política moderna. De esta forma surgen diferencias en los grupos matizadas según el grado en que estén involucrados, comprometidos, con el conflicto y la posición política frente al mismo.

Repliegue del joven sobre sí mismo y representaciones externas y difusas del conflicto social y político. Se observa en los jóvenes un repliegue sobre sí mismos y un distanciamiento de los otros, quienes les son ajenos: el conflicto se entiende desde una visión individualista y concreta. Hay que aclarar que no se trata del sentido de lo individual, propio de la modernidad; 157


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incluso hay autores que se refieren a un individualismo épico, como el que despliegan los denominados señores de la guerra. La representación de los otros y de lo público es externa, difusa y maniqueísta. Se vislumbra una mediación comunitaria en la interpretación de sí mismos y de los otros, lo que se refleja en que el auto-concepto depende especialmente de los grupos de pertenencia, se regula el comportamiento social por actitudes y necesidades personales, es decir, no se comprenden normas, obligaciones y deberes como públicos. Se reconoce una tendencia: el sujeto como centro psicoemotivo primario, lo cual coincide con la tendencia idiocéntrica de la construcción del significado del conflicto para los jóvenes. Todos los grupos de jóvenes participantes en el estudio muestran una marcada tendencia hacia posiciones centradas en sus vivencias personales y algunos desplazamientos hacia la construcción de identidades grupales, que continúan ceñidas a vivencias cercanas. Las condiciones del contexto, y por consiguiente las vivencias en el conflicto, interactúan y son fuente fundamental para configurar las cogniciones, comprensiones, explicaciones que los jóvenes hacen del mismo. Y a partir de él se asumen posiciones mediadas por las pragmáticas de tradición oral, en las cuales prima la lógica de lo concreto, lo situacional, lo cercano al mundo vital; lo que denomina Ong (1999), “psicodinámicas de la oralidad”.

Despolitización del conflicto: Imaginarios de muerte y naturalización de la violencia. El imaginario de miedo, muerte y autoritarismo expresa una constante en los diferentes grupos consultados: lo colectivo es la muerte, el conflicto es de cada quien, en este sentido, la muerte aparece como protagónica y fundante en las narrativas de los jóvenes; sin embargo, los relatos de muerte varían según el tipo de relación o experiencia con el conflicto. Estar en condición de guerra como protagonista, como espectador que vive duelos por el conflicto, proporciona formas de ser joven de manera diferencial. Para algunos jóvenes la muerte aparece como la marca en duelos in-elaborables (jóvenes en medio de la guerra, en el Oriente de Caldas, jóvenes en contextos márgenes, algunos jóvenes universitarios en situación de conflicto personal y jóvenes en barrios populares); para otros, la muerte se constituye en criterio de justicia (jóvenes en contextos márgenes y jóvenes rurales); y para otros, se expresa como formas de control y auto-ajusticiamiento (jóvenes en guerra). Por otro lado, la exposición permanente al conflicto conlleva a su naturalización, por ello, frente al guión de muerte y autoritarismo la naturalización del conflicto se interioriza en las narrativas de los jóvenes.

Imaginario mágico/mítico/sagrado del conflicto ‘…aunque lo religioso no es ya el centro estructurante de la vida social. En Colombia, las relaciones en la esfera político-cultural siguen girando en un centro mítico, imaginario, totalizante y mesiánico, que se expresa en la carencia de una concepción desacralizada y totalmente laica de la política’. (Uribe, 2001: 174). De igual manera, en este estudio, los imaginarios religiosos forman parte de la dimensión simbólica del conflicto de todos los grupos participantes como formas de coexistencia con sus condiciones y estilos de vida: algunos entienden que la voluntad divina determina las causas y las consecuencias, las explicaciones y las posibles soluciones del conflicto; 158


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mientras otros, pueden tener prácticas tradicionales de la fe, o también, un compromiso con grupo religiosos que se dedican a trabajar en las transformaciones sociales (como los jóvenes del Barrio el Rosal de Pereira).

El conflicto como transformación, ser joven es iniciarse y arriesgarse a ser líder, a pesar de la adversidad Esta tendencia emerge especialmente en las narraciones de los jóvenes del grupo Jaguar del barrio el Rosal de Pereira, de los jóvenes en medio de la guerra en un municipio del Oriente de Caldas y en el grupo Creapaz de la Galería de Manizales. Todos ellos demuestran la confianza que tienen los jóvenes en sus acciones, a pesar de las dificultades de los contextos en los que viven y las limitaciones a las que están expuestos. Jóvenes como los del barrio El Rosal de Pereira y el grupo Creapaz de la Galería de Manizales, que viven en sectores marginales, con problemas de descomposición social y escasas condiciones materiales y oportunidades, expresan un compromiso por lo social que se sustenta en sus grupos Jaguar, Jóvenes Activos Guerreros Unidos al Rosal y Creapaz, desde los cuales trabajan por ayudar a resolver necesidades del barrio y la comunidad. Ellos manifiestan una clara decisión de intervenir para favorecer el desarrollo de su comunidad. Es de resaltar cómo en ellos la pertenencia a un grupo les posibilitó descubrir el poder que tenían sus acciones desde lo colectivo; pasaron de estar subordinados a la autoridad familiar, escolar, social, y a estar padeciendo los problemas de su comunidad, a darse cuenta de que el grupo les permitía potenciar sus capacidades y posibilidad de agencia. Su compromiso con lo colectivo, con lo social los empodera y los lleva a tener confianza y a considerarse actores estratégicos de cambio. Igualmente, los jóvenes de un municipio del Oriente del Departamento de Caldas creen que a pesar del las condiciones adversas en las que viven, por estar en medio del conflicto entre grupos legales e ilegales, son jóvenes que se sienten responsables de su comunidad y se configuran como actores sociales desde su papel de líderes juveniles. También hay en ellos una fuerte convicción de que a través de sus acciones con niños y jóvenes de su municipio pueden hacer la diferencia, en ellos se hace explícito un sentido de responsabilidad social que los compromete. Para todos estos jóvenes el organizarse colectivamente les da fortaleza, los compromete como actores sociales para responder al desafió de mostrar que si se puede hacer algo para mejorar las condiciones de su comunidad, apoyar el desarrollo de la sociedad y construirse un lugar en mundo a partir de su capacidad de agencia. Lo que contrasta con otros jóvenes que viviendo en condiciones que parecen ofrecerles mejores oportunidades están más interesados en sí mismos y en lograr el reconocimiento de su singularidad, como alternativa para lograr un espacio en la sociedad de la que hacen parte. El conflicto como transformación implica la polifonía que sustituye a la síntesis y el yo deja de ser individual para existir como yo, otro, lo que significa “comunicar dialógicamente” (Bajktin, 2002). La irrupción del otro en la esfera del yo, la búsqueda de reconocimiento del joven a partir de la diferencia, proporciona a este último la posibilidad de crecer, en vez de permanecer estático, la posibilidad de contradecirse y de vivir en sus variaciones. Al borrar sus fronteras se convierte en un yo que vive en sus relaciones y a partir de ellas,

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un yo en el que resuenan las voces y las valoraciones éticas del otro (su mismo cuerpo, la cultura que ha heredado, el mundo donde vive). La identidad-alteridad se plantea como categoría filosófica, psicológica, como categoría ineludible de lo social, de lo cultural, ya no sólo en el horizonte del yo sino en el horizonte del otro. Los jóvenes buscan ser reconocidos en su palabra. En Bajktin Mijail (2002), las palabras se toman de la “boca” o de los textos de otros que nos han precedido en el mundo, y por lo tanto, no nos pertenecen del todo, son palabras prestadas que ya contienen valores éticos y estéticos. Todo lo más que se puede introducir en ellas son nuevos valores, que chocan con los anteriores, a esto es a lo que se ha llamado el carácter semi-ajeno de la propia palabra. Así, esta categoría pretende mostrar la racionalidad que tienen los significados acerca del conflicto que han construido los grupos de jóvenes que viven en Colombia. Los jóvenes se resisten a ser tratados como medios para fines de poder: ha de reconocerse en los jóvenes su valor interno, basado en su capacidad de autonomía, incluso en los que han llegado hasta la barbarie de la guerra. La dignidad es indeclinable aunque se distancie de la verdad, del bien o del orden jurídico.

Mecanismos de defensa63 social y políticas de la sobrevivencia. En la relación juventudes y política aparece una expresión de politización de la vida cotidiana o de ejercicio del poder, aunque sea de manera incipiente, desde los jóvenes en contextos locales de Colombia. La noción de regulaciones culturales (Mockus, 1999; Botero & Alvarado, 2006) se complementa en este estudio con la comprensión de las categorías de mecanismos de defensa social y políticas de la supervivencia. Si las regulaciones culturales se refieren a la construcción de normas informales, los mecanismos de defensa social se expresan como estrategias que los jóvenes ponen en funcionamiento como mandato colectivo para adaptarse, protegerse y enfrentar el conflicto. Para cada regulación cultural se desarrolla un mecanismo de defensa social que fluctúa desde comportamientos estratégicos en escenarios familiares, escolares y la calle, hasta la autodefensa de la supervivencia física en escenarios de violencia y guerra. Dichos mecanismos de defensa social se diferencian de los mecanismos de defensa psíquicos, dado que estos últimos se construyen para aliviar la angustia, de manera más o menos consciente y para reducir la tensión y resolver conflictos de las demandas del ello y el superyo. Éstos se constituyen en estrategias de supervivencia física y simbólica en contextos de conflicto. Los mecanismos de defensa social son estrategias para “sobrevivir del conflicto”, las cuales involucran narradores jóvenes que usan los medios del conflicto para su propia supervivencia. Así la comprensión de regulaciones culturales y mecanismos de defensa social permiten observar la coexistencia entre las contextos de violencia y violencias juveniles como la urdimbre o cultura de desacato y muerte. Cuando los sistemas simbólicos e institucionales dejan de ser referentes colectivos, la des-institucionalización y la anomia social caracterizan los contextos, los elementos 63 Según la teoría psicoanalítica los principales mecanismos de defensa psíquica son: represión, sublimación, regresión, desplazamiento, proyección, identificación, conversión, racionalización.

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mediadores culturales predominan sobre las regulaciones legales. De esta manera, la privatización de la justicia, el autoajusticimiento, o la realización de la justicia por las propias manos, aparecen como medios de control frente a la impunidad o la incapacidad institucional para manejar conflictos por vías legales instituidas dentro de un Estado de derecho. El descrédito, el sentido del desamparo o de estar a la deriva del propio destino pone en cuestión el poder establecido de la política y constituye un nicho de violencia, así, habitar contextos de amenaza material y simbólica implica la construcción de herramientas o mecanismos de defensa social y como expresión de políticas de supervivencia. La naturalización de la muerte y la violencia, despolitiza al conflicto, por tanto, éste se torna en asunto individualizado, así las maneras como los jóvenes enfrentan el conflicto, la violencia, la guerra, lejos de constituirse en un marco de referencia teleológico, figuran estrategias de adaptación, un pensamiento estratégico y práctico como respuesta a las condiciones amenazantes de los entornos. La deslegitimación institucional otorga el poder de voluntad general a los colectivos, así la regulación cultural cobra primacía sobre la regulación moral y legal. De este modo, la relación entre legalidad, poder y violencia ratifica el postulado de Arendt (1951/2004); la pérdida de legitimidad implica el dominio por violencia, así mismo, la ausencia de poder. En el mismo sentido y, en la interpretación del conflicto en Colombia, Uribe (1993, 2001) afirma que: “contrario a la violencia no es la paz sino la legitimidad.” (Uribe, 2001: 22). La organización social en contextos de desprotección, impunidad y violencia, es, en términos hobbesianos64 (Ferrater Mora, 2004:1668-1673), la “guerra de todos contra todos”; sin embargo, en la presente investigación se ratifica lo que anuncia Beck (2002/2004: 332338), contrario a la condición natural de egoísmo en la que “el hombre es lobo para el hombre”, la naturaleza del conflicto se explica como construcción humana: “la humanidad es lobo para la humanidad”; de tal manera, los mecanismos de defensa social se constituyen en la expresión de un fenómeno de la tecnificación del conflicto y de bumerangs humanos que expresan la manera en que se está construyendo país, localidad y globalidad. Se retoma la noción de Bumerang plateada por Beck (1992) desde el punto de vista ambiental, en este caso se aplica a los fenómenos humanos: El riesgo contiene un efecto de bumerang, en el cual los individuos productores de riesgo, también se exponen a éste, el sujeto inserto en un sistema de riesgos se constituye en productor de riesgos. Desde el punto de vista de las condiciones de vida de sujetos, en la relación entre la construcción de mundo personal y social, intervienen las circunstancias en que éstos viven, se desborda así, su discernimiento, su capacidad volitiva individual. Las sociedades del riesgo producen efectos sobre los asuntos humanos, generando respuestas perversas en la vida cotidiana de los individuos y de las sociedades que éstos construyen, desde la utilización de mecanismos de defensa social como respuesta y reproducción de regulaciones culturales de negación, del conflicto, hasta las expresiones de autoritarismo y totalitarismo, como sometimiento o control, para ganar respeto y estatus por medio de la guerra.

64 Hobbes señaló formalmente el paso de la doctrina del derecho natural a la teoría del derecho como contrato social. Según este filósofo inglés, en la condición de estado de naturaleza todos los hombres son libres, y sin embargo viven en el perpetuo peligro de que acontezca una guerra de todos contra todos. La sumisión por contrato de un pueblo al dominio de un soberano abre una posibilidad de paz.

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En consecuencia, este estudio insinúa un fenómeno de doble hibridación o globalización perversa65. Actualmente, los referentes de los mundos pre-moderno y moderno, se enmarañan con los referentes de consumo, el individualismo y la globalización del crimen y narcotráfico como realidad de la época. La mezcla entre los conflictos generados por la pobreza y la falta de oportunidades, sumados a la ausencia de futuro, el declive del hombre público, Sennett (1974/2002), y el vaciamiento del sentido de lo político, componen un círculo que se expresa en una cultura pre-moderna. Así mismo, es evidente que los referentes modernos del siglo XX de culturas gramaticalizadas y laicas no constituyen la fuente de sentido que beben los jóvenes en los diferentes grupos consultados. Los imaginarios sacralizados y los imaginarios de muerte permean su interpretación del conflicto, de esta manera, los referentes premodernos predominan en los imaginarios de conflicto en los jóvenes, evidenciando que los dispositivos eclesiásticos tradicionales siguen siendo fuente de sentido para atribuir las causas y solución al conflicto la violencia y la guerra, sin embargo, éstos no son referentes de control institucional sino simbólico. Se hace evidente en los distintos grupos un desplazamiento de sus referentes de la confianza frente a las instituciones como fuentes de sentido duradero y estables a la desconfianza y al descrédito por los sistemas institucionales tradicionales; de los referentes de racionalidades abstractas y de idearios basados en las utopías para pensar la ciudadanía y las posibilidades de acción colectiva a referentes basados en la sensibilidades afectos concretos, desde colectivos defensivos hasta grupos de acción social que pretenden apostarle a la paz. En este estudio se resalta el desplazamiento de la politización del conflicto del mundo público al mundo privado como único campo posible de acción, así mismo, cabe concluir entonces que desde el campo simbólico, la relación de juventud y violencia adquiere un estatuto político. Por un lado, por las formas de organización social mediada por las regulaciones culturales y mecanismos de defensa social como expresión de una política cotidiana, y, por el otro, por las formas de acción que vislumbran los jóvenes en esta época particular. Así mismo se observa un desplazamiento del mundo político juvenil de la vida pública a la vida privada, de los movimientos sociales a la organización en micro-colectivos defensivos, la adhesión en la música, el teatro o las acciones sociales y religiosas, así, no existen únicas formas de expresión política juvenil, éstas se desarrollan en los intersticios de la vida semipública y semi-privada.

Conclusiones Es necesario resaltar la heterogeneidad entre las categorías de conflicto, violencia y guerra; las cuales, además de diferenciarse por el grado de intensidad e irracionalidad para enfrentar los problemas de relación-interhumana, implican el reconocimiento de matices, rupturas y regularidades entre sí. Desde conflictos intergeneracionales (jóvenes en contextos rurales y barrios populares) hasta la negación misma de la generación (jóvenes integrantes de grupos armados y en contextos márgenes), la despolitización del conflicto deviene en violencia y la 65 El mestizaje e hibridación que anunciaron Néstor García Canclini (1999 ) y María Teresa Uribe (2001) explica la mixtura entre las lógicas de una concepción del mundo desde una perspectiva premoderna y moderna. Así por ejemplo, la ciudadanía moderna implica un individuo que rige acciones con individualidad, la racionalidad, el cálculo y la capacidad de deliberar en contraposición con las comunidades históricamente constituidas étnicas, societales, vecinales, y religiosas que desean preservar su cohesión e identidad, su visión particular de vida buena.

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permanencia en contextos de violencia implica la negación del conflicto, la sacralización, la naturalización o mitificación del mismo (todos los grupos). En contextos de conflicto sociopolítico y cultural, la juventud aparece en la violencia; sin embargo, la violencia elimina la noción instituida de juventud; en este sentido, la caracterización de los jóvenes como violentos y peligrosos ha incrementado la atención frente a los estudios de violencias juveniles: (Daiute & Lightfoot, 2004; United Nations, 2005; Daiute et al., 2006; UNICEF, 2005; Brett & Mariner, 2003); no obstante la atención dirigida, las políticas y programas para jóvenes cada vez se endurecen más (Rodríguez, 1997), aislando la problemática de violencias juveniles de los contextos productores de violencia. En este sentido, la categoría juventud no es universal, las posiciones y relaciones en el conflicto configuran apropiaciones diferenciales del mundo sociopolítico y cultural como formas de interpretar la realidad de acuerdo con los lugares que se habitan. Se advierte que los marcos de referencia de identidad, de culturas juveniles, de estudios estéticos, del consumo y de mediaciones, fueron insuficientes para la comprensión de los grupos de jóvenes del presente estudio. De esta manera, la perspectiva estética, comunicativa e histórica abordada en los estudios culturales de (Urresti, 2000; Balardini, 2005; Muñoz, 2006; Feixa, 1998; Ferrándiz & Feixa, 2005; Reguillo, 1998; Sandoval, 1999; Aguilera, 2006) se complementa con una contextual. Así, características asociadas a la condición juvenil como los cambiantes estados de ánimo, la ansiedad, la euforia, inmadurez emocional, el sentirse a gusto y comprendido sólo por miembros de su misma generación y rechazo a las otras, se cuestiona a partir de las narrativas de grupos de jóvenes en contextos de violencia en la presente investigación. Por otro lado, los grupos de jóvenes en contextos de guerra y de violencia evidencian una ruptura con instituciones productoras centrales de lo juvenil, como las instituciones de socialización, el mercado y el sistema normativo, eliminando, con éstas, la noción tradicional de juventud. Así mismo, se resalta una ruptura con las instituciones de socialización reconocidas como instancias obligadas de paso (escuela, familia y la calle), cuando grupos de jóvenes no pasan por éstas, por expulsión, desplazamiento o, simplemente, por la inexistencia para ellos. Por otro lado, las relaciones de respeto y subordinación que se concretan en tales instituciones, se definen en este estudio, no por un conflicto intergeneracional; sino, por el miedo, el autoritarismo y el totalitarismo que infunden la guerra y la violencia. En relación con las instituciones jurídicas y políticas que definen el estatuto político para los jóvenes: la mayoría de edad, la definición de ciudadano o pre-ciudadano abre un interrogante en este trabajo: ¿la juventud se visibiliza o se hace pública cuando ésta se asocia al riego y la violencia? El endurecimiento de las normas, los intentos por reducir la edad penal en el nivel jurídico y la subestimación de la noción evidencian que ¿el concepto de juventud es coexistente con la ruptura de la norma y la cultura de la ilegalidad? Para terminar, se resaltan los desplazamientos teóricos a los cuales nos vemos abocados en la época actual y según la comprensión de las narrativas de este grupo de jóvenes en contextos localizados y en las diferentes posiciones que enfrentan en el conflicto sociopolítico y cultural: De una ideología de utopías a una ideología pragmática; de un paradigma de derechos a uno de indignidades humanas; de ciudadanías mestizas (Uribe, 1998), a políticas de sobrevivencia, como expresión del fenómeno de doble hibridación o de globalización; 163


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de utopías colectivas a la privatización de utopías; de jóvenes inconscientes políticos o apolíticos a contextos de despolitización, de culturas juveniles y consumos culturales, a culturas defensivas; de jóvenes urbanos y rurales, a jóvenes urbanos en contextos rurales y jóvenes rurales en contextos urbanos; de violencia juvenil, como condición natural de la producción de violencias juveniles, bumerang humanos y generaciones fantasma como expresión de la tecnificación conflicto; de la privatización de utopías a la subjetivación de la paz y la configuración de espacios de legitimidad.

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Apéndice Sentido político de las narraciones de jóvenes en conflicto, de Colombia


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Sentido político de las narraciones de jóvenes en conflicto, de Colombia Andrés Darío Calle Noreña66

Dimensiones del conflicto, desde el sentido político Dimensión ontológica Los jóvenes de los grupos de estudio en general y de manera especial los universitarios ven el conflicto como ‘una tensión constante’ que hace parte de la vida diaria, lo identifican con la vida misma. Lo narran así: la vida es conflicto. Esta tendencia se precisa como una tensión permanente que es propia del ser humano e implica cambio. Esta consideración tiene hondas repercusiones políticas. María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana López, cuando abordan el siglo XIX, en Colombia, apuntan que hubo el “Surgimiento de una retórica muy eficaz sobre la justeza, la necesariedad o la inevitabilidad de la lucha armada, con el propósito de que los derramamientos de sangre, las depredaciones y los atropellos propios de los eventos bélicos adquiriesen sentido y significación para las gentes que los sufrían y a su vez, para distinguirlas de otras violencias sin justificación y sin dimensión pública.”67 Se trata entonces de contraponer lo que dicen las narraciones, con otras posturas, que tal vez sean las que determinen las acciones políticas en la actualidad. Precisamente entender que el conflicto es constitutivo del ser y de la vida pide enfocar otros conflictos diferentes a los del combate violento, porque la existencia contiene infinidad de conflictos. Esto deja al descubierto interpretaciones de los fenómenos históricos tanto recientes, como de otras épocas, que son el sustento de acciones y de prácticas políticas constatables, reales, concretas. Una primera interpretación, de la que habla y la que discute Estanislao Zuleta, es entender que la paz es la ausencia de conflictos. Esta visión es muy riesgosa porque incita a eliminar a toda costa las causas de conflicto y, de paso, propone un pacificación que equivale a una situación estática y categórica; incluso puede exacerbarse hasta el punto de que, como ha sido lo propio del gobierno anterior, en los dos periodos de Uribe Vélez, se llegue a negar que haya conflicto para imponer el orden supuestamente legal de manera autoritaria; insistir en que no hay conflicto es la manera más directa de desacreditar o de suprimir todo disenso y oposición. O también otra interpretación es la de suponer que todo se 66 Documento elaborado por Andrés Darío Calle Noreña docente investigador de la Universidad de Manizales. Este documento presenta una reflexión respecto de algunos resultados de la investigación desde la perspectiva del autor, que marcan algunas diferencias y puntos de encuentro con los análisis realizados por el colectivo de investigadores. 67 Uribe de Hincapié, María Teresa y López, Liliana. Las palabras de la guerra. El mapa retórico de la construcción nacional. Colombia, Siglo XIX. Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades. Año 4, Nº 9 Primer semestre de 2003. ISSN 1575-6823 http://www.institucional.us.es/araucaria p. 2 Agregan las autoras: “Es preciso señalar que en Colombia, y quizá también en la América Hispánica, los lenguajes políticos de la modernidad vinieron de la mano de las guerras, estuvieron imbricados con ellas, les prestaron a éstas sus vocabularios y referentes analíticos; es decir, las guerras fueron el recipiente donde se fue configurando una retórica muy especial que contribuyó a instalar, en los tiempos de la larga duración, una imagen trágica de la Nación y la figura del ciudadano en armas”

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puede descifrar con el código de la guerra, o del terrorismo, que todos los conflictos son uno solo. Precisamente hay que distinguir entre el conflicto, y mejor, la pluralidad de conflictos y la ‘inevitabilidad de la guerra’. Porque hay otros conflictos que no son los armados; porque no es inocuo evitar o evadir los conflictos; porque éstos pueden dinamizar la vida social y de cómo se traten las personas en conflicto, o conflictivas, dependerá la posibilidad de cambiar no sólo los conceptos de ser humano sino las relaciones interpersonales y, en la modernidad, públicas. La política se puede asumir perfectamente como una pluralidad de conflictos civiles susceptibles de ser apropiados para promover el bien común de la gran mayoría, claro que esto supondría hacer críticas al sistema. Los conflictos, en sentido político, son las tensiones del ejercicio del poder. En Colombia y concretamente en las regiones analizadas hay grandes dificultades para hacer un tránsito entre las organizaciones comunitarias y las sociales68, según Weber; entre expresiones de autoridad colectiva y otras de carácter individual o individualista; entre una concepción del mundo desde las culturas y otra desde la civilidad moderna, occidental. Este tránsito entre lo premoderno y la modernidad, o la modernidad postergada y la posmodernidad, como se le quiera llamar, es un proceso trunco e incoherente, forzado y quizás forzoso, constituye un núcleo de conflictos ineludible y una matriz fundacional para propugnar cualquier proyecto de nación. Todo haría pensar que quienes gobiernan, manejan y deciden sobre estas tensiones lo hacen en beneficio propio y usurpan el poder y lo ejercen en menoscabo de los civiles, de los más pobres e indefensos; de otra manera no estarían como están. Se ha dado como un presupuesto de la consolidación de un proyecto nacional hegemónico, que si el orden no es autoritario, tradicionalista, premoderno, entonces se entra en conflicto y éste deviene en violencia, en guerras. Siempre hay que tener una excusa para mantenerse en pie de lucha, da lo mismo si el enemigo es el infiel musulmán, el indígena bárbaro, el comunista, el terrorista, el sindicalista, el raspachín (el obrero que recolecta la hoja de coca), el que sea, otro cualquiera. Pero estas afirmaciones ya exceden los límites de la investigación y pasan al campo práctico de la política. Concentrarse en los conflictos armados, instigarlos, mantenerlos, también favorece el exterminio de quien produce, en este sentido, el conflicto; de quien lo personifica y encarna. Esto, en los campos que se visitaron no es una simple metáfora. El otro es quien pone el problema; el conflicto son los otros; por ellos hay conflictos, esto también es ontológico; ergo, para que no haya conflictos y haya paz por fin, hay que salir de los otros. Es toda una paradoja, porque así, negar el conflicto se convierte en la estrategia para justificar la inevitabilidad de la guerra. De otra parte se sabe que hay gente interesada 68 “Del contrapunto entre los textos y los contextos, resulta un amalgamiento bien sugestivo; el ciudadano moderno de los textos constitucionales termina confundiéndose con el vecino de las poblaciones coloniales; el contrato social, expresión de la voluntad general, se recrea a través del viejo pactismo entre los pueblos y el soberano y más que un demos, conformado por individuos libres y autónomos que desarrollan su acción en la esfera pública, continúa vigente la idea de una Nación orgánica, constituida por etnias, estamentos, vecindarios y localidades, que pactan diferencialmente sus prebendas, derechos y garantías, con el nuevo soberano, representado ahora por la República.” Ibidem. p.3. Nota: En el texto Órdenes complejos y ciudadanías mestizas se desarrolla un acercamiento histórico y político al proceso de configuración de ciudadanías en el siglo XIX colombiano. Ver: María Teresa Uribe de H. Órdenes complejos y ciudadanías mestizas. Estudios Políticos No 12 Medellín. Instituto de Estudios políticos. Universidad de Antioquia. Junio 1998. Pp. 25-46.

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en las contiendas, hay quienes se lucran del comercio de la muerte y perpetuar el combate también es una política efectiva para que nada cambie, para que nada se altere. Otra interpretación, relacionada con la dimensión ontológica, es la terapéutica. Debido a que se concibe el conflicto como una patología, una anomalía, que debe ser curada o resuelta, disuelta, superada. En consecuencia, quienes están inmersos en el conflicto o son conflictivos, sufren una fatalidad, piden ser rescatados o salvados; pueden ser tenidos como inimputables o como seres pasivos, que demandan una acción externa, mesiánica, para llegar a modificar sus circunstancias; esta situación fue explícita en uno de los grupos, de una vereda caldense. De pronto esta visión tenga connotaciones religiosas, misionales o con una teleología; o porqué no, raíces románticas, cuando se evocan estados idílicos retro-proyectados en el pasado, ausentes de los conflictos; de igual manera, en el presente, se puede sustentar esta interpretación con postulados ecológicos y hasta de la ética de la compasión. El hecho es éste, quienes propenden por esta forma de abordar el conflicto, con las mejores intenciones creen que su propuesta es políticamente correcta y defendible, pero ésta no es desinteresada o inofensiva; porque, tal vez sin proponérselo, lo que buscan, como se decía con referencia a otros, inmediatamente antes, es eludir o acabar con los conflictos; les cuesta aceptar la ontología del conflicto, la constitución conflictiva del ser y de la vida. En esta investigación desde la formulación de las preguntas, siempre se hizo claridad en el sentido de que se procuraba más que describir, analizar y también se declaró que no era del interés de este trabajo la pragmática de la solución de los conflictos, aunque la hermenéutica no se desentienda de una perspectiva abierta de los discursos. En un comentario sobre el libro Consenso y conflicto, de Enrique Serrano Gómez, a propósito de esta dimensión ontológica, se apunta que el autor ha trabajado las tesis de dos importantes teóricos del siglo XX, el gran jurista alemán Carl Schmitt y la filósofa Hannah Arendt, Serrano se propone establecer un criterio que permita distinguir lo político. El primer autor privilegió el conflicto, mientras que la segunda el consenso. De ambas concepciones se puede construir qué es lo político. Apuntan más adelante, El conflicto, según Schmitt, es “un fenómeno insuperable del mundo, ligado a la formación y defensa de las identidades particulares.” Los intentos por suprimirlo lo único que hacen es agudizarlo y conducirlo a la violencia69

Dimensiones social y cultural Para estos jóvenes, y de manera específica para los de una vereda de Neira, cercana de Manizales, hay una correspondencia y una resonancia entre lo que para ellos son los conflictos internos: con la familia, los amigos, sus conflictos personales; y los externos: la delincuencia, grupos armados al margen de la ley, las condiciones de vida desfavorables y los problemas de comunicación. Esto se apoya en expresiones como: ‘así el conflicto externo se vuelve interno...’ Pero, también se podría acuñar la frase complementaria: los conflictos internos se exteriorizan. Para comenzar hay que resaltar que los jóvenes más alejados de la conflagración también se sienten intimidados, presionados, atemorizados. Aunque no tengan un conocimiento y una conciencia de lo que sucede por fuera de su burbuja de protección; aunque pretendan 69 http://www.larevista.com.mx/ed533/53316.htm La Revista Peninsular. Semanario de información y análisis político, social y cultural. Yucatán, Campeche y Quintana Roo. México. Viernes, 7 de enero del 2000. Reseña del libro de Enrique Gómez Serrano, Consenso y conflicto. Serrano Gómez, Enrique. Consenso y conflicto. Schmitt, Arendt y la definición de lo político. Prefacio por César Cansino. México, Centro de Estudios de Política. Comparada, A. C., 1998. 217 p. (Col. Teoría Política, 2).

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resguardarse y rehusarse, presienten que lo que sea la guerra, la violencia, también les atañe. En otro extremo, hay muchachos en cambio, o que padecen, o que intervienen directamente en la contienda y añoran, extrañan la vivencia doméstica, las relaciones afectivas, obviamente con sus dificultades. Desde lejos el lector se entera de los excesos y la brutalidad de los campos de hostilidades, de la guerrilla, de los paramilitares, de lo que sea; no obstante, es impactante, al repasar los textos de las narraciones, como los de los reinsertados de Córdoba, constatar que ellos se han sometido a tales crueldades y han ido a la guerra como a una excursión, a una aventura y al regresar sólo esperan encontrar lo conocido, lo que habían dejado atrás, como si fuera una historia de un guerrero de otras épocas o de otros pueblos, como algo atávico, como una fatalidad y después de la batalla quieren reencontrarse con los de su casa, con sus familias, con sus amantes y con sus hijos, reiniciar los ciclos de siempre. También, un relato de guerra puede estar marcado por sentimientos de amistad, de compañerismo. Lo grave, por lo menos en Colombia, ha sido que para los sobrevivientes, en muchos casos, ya no queda nada, ya todo está perdido, robado, exterminado. En éstas se han pasado casi dos siglos desde la Independencia. Para seguir con el análisis, se encuentra que el irrespeto a la dignidad, el desconocimiento del individuo como valioso en sí mismo, la imposición de la insignificancia y la invisibilidad, que son sentidos culturales, que se manifiestan en sistemas de signos, que corresponden con valores morales y filosóficos, están presentes y son tan determinantes en medio de la agresión más violenta, o en los acontecimientos ordinarios; pueden venir desde afuera, con contundencia, implacables o alentarse en la intimidad, de puertas para adentro. Es claro, hay unas demostraciones brutales de violencia, pero el problema humano sucede tanto en la guerra, como en las condiciones de vida más tranquilas y de aparente normalidad; porque la gente sufre no sólo los vejámenes que atentan contra su integridad corporal sino también todo lo que no le deja tener tranquilidad, lo que le quita la paz, la seguridad, o lo que lo disminuye. No en vano, muchachos de vereda tienen tendencias suicidas, sienten que su existencia es ruinosa e indeseable. Es necesario ir más allá de una sintomatología física, los daños se causan más adentro o vienen del interior del agresor. Las redes de relaciones, la atención para los otros, el ‘cuidado’, como lo expresan los del grupo de Samaná, la vida en el seno del hogar, o lo que se denomina privacidad, dentro de la Modernidad, reciben el impacto brutal de los conflictos externos. En estas regiones se encuentran personas, niños, jóvenes y adultos, que no conocen otra experiencia que ser protagonistas de combates, atrincherarse en medio de fuegos cruzados, huir, permanecer aterrorizados, sin poder conciliar el sueño. Para el caso, a los campesinos de Córdoba, como a los de Urabá, desde hace una década o unos años más, se les transformó una cotidianidad de oficios de pesca y recolección, de pastoreo; un paisaje apacible, en un escenario de tragedia; así mismo, en los barrios populares de Pereira o en la Galería de Manizales, con otras luchas por la supervivencia, la realidad es cruda. Los jóvenes manifiestan que se deben comportar como adultos, pero no sólo por las responsabilidades que asumen, sino porque tienen que curtirse, revestirse de dureza para enfrentar los embates, para ser competitivos en la rapiña de todo lo que escasea, para imponerse con fuerza (no dejársela montar, es la expresión coloquial), estar vigilantes, saberse defender y proteger a los propios y, si es preciso, insultar, atacar, pelear y matar. El conflicto se les impuso desde lo externo. De todas maneras, hay que preguntarse, también, cómo se incuban desde dentro los grandes conflictos; o cómo se nutren de una atmósfera moral que circunda todo, que es o de aceptación pasiva, resignación, o de connivencia con el atropello y el abuso; 172


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el maltrato, la burla, la desconfianza. En los lugares de la guerra irregular casi no hay tiempo ni calma para fijarse en esto. Pero en cambio, en las veredas que tienen cierta estabilidad, en las localidades en las que se puede estar más salvaguardado, los jóvenes que tienen más espacio y libertad dan cuenta de un clima cargado de animosidad y de hostilidad: campea la violencia intrafamiliar; en condiciones de premodernidad, en las que la identidad depende de las relaciones de parentesco y los saberes son capitalizados y reservados a los mayores, y muchas veces a los hombres; se aprende al imitar patrones ejemplarizantes inmodificables, sobre macro-unidades de sentido, el mismo lenguaje se estructura, como lo afirma Walter Ong70, a partir de Psicodinámicas de la oralidad, las cuales son: agonísticas (retadoras), conservadoras, propias para la intolerancia y la rigidez. Se han exaltado muchos valores de las culturas tradicionales, tal vez de manera ingenua; se idealiza un pasado bucólico, de la ascendencia campesina, en el que la gente sin instrucción se acogía de manera irrestricta a una moral católica y las familias conformaban un tronco, las figuras ancestrales se admiraban y se acataban sin recelo; las mujeres eran modelos de continencia y fervorosas practicantes de la devoción y la caridad. El hecho real es otro: estos descendientes, desplazados, todavía tienen conciencia y costumbres rurales. Sobre todo en las cabeceras y capitales, prácticamente ruralizan lo que encuentran, antes que amoldarse ellos al nuevo medio; difícilmente adoptan hábitos urbanos; tienen una percepción endeble de lo público y muchas veces están excluidos de los servicios, de las oportunidades, de los empleos cualificados y ‘decentes’, de las condiciones de bienestar; sus lugares y tiempos se trastocaron definitivamente, pero sus culturas tienen moldes ancestrales. Al mismo tiempo el pasado es irrecuperable y, por lo demás, están en desventaja, no tienen las competencias ni las condiciones para entrar de lleno y con garantías en una ciudadanía moderna, abstracta; en lo urbano como tal; en el disfrute de lo público, en el Estado de derecho. Por todo esto, tal vez se puede colegir que su papel sea el de excluidos. En este desconcierto, ante tanta precariedad y en medio de presiones y angustias, se perpetúa el irrespeto por los otros, sobre todo por las mujeres, por los menores de edad, y hasta por los mayores ancianos, por los extraños, los forasteros… A todo esto se le suma, que los referentes de realización humana; los héroes, los triunfadores, de los que ellos tienen noticia o a quienes a veces conocen personalmente; las mujeres de los sueños; o los que tienen la vida asegurada, los que aparecen en la televisión, son muchas veces los grandes capos, los jefes de contingentes de matones y mercenarios; o es gente a la que la toca la suerte porque son deportistas, cantantes, o tienen belleza, vigor, desparpajo; a unos, porque se mueven en negocios ilícitos, turbios, y consiguen burlar la ley y, a otros, porque les llega el dinero a manos llenos, en distintas circunstancias, sin gran esfuerzo ni preparación. Estas metas y proyectos, para la gran mayoría son mera ilusión, algo inalcanzable y todo esto redunda en una desazón, en desconcierto, no les parece que sus esfuerzos vayan para ninguna parte, que tengan mucho sentido, que sean viables; es muy difícil justificar, en estas circunstancias, porqué es necesario respetar las reglas del juego. Se pensaría que estos sentimientos contradictorios, son más propios de la gente de los campos o de los más pobres, pero aún los jóvenes universitarios se dan cuenta de que si sus progenitores se entregaron para que ellos tuvieran, en el estudio, en la profesionalización, un futuro sonriente, tal vez todo esto sea no más que un espejismo; ya 70 Ong, Walter. Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Fondo de Cultura Económica. Tercera impresión. Colombia. 1999.

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ellos difícilmente ascenderán en la pirámide social y si acaso podrán mantener un nivel, pero el gran cambio, la realización, dejar las dependencias, todo esto cada vez está más aplazado, y lo más seguro es que recojan una cosecha de frustraciones. No se trata de hacer un diagnóstico exhaustivo de la sociedad colombiana ni menos de sustentarlo. Lo importante aquí es resaltar lo siguiente: no se puede reducir la riqueza y la complejidad de los conflictos, a la omnipresencia del conflicto armado y más aún al señalamiento y persecución de los terroristas; por otra parte, aunque hay que llamar la atención sobre lo que atenta contra la vida, sobre la importancia de no negociar los mínimos morales, las libertades individuales, y ver que la guerra es el epicentro de esta peligro y de esta crisis, de todas maneras es necesario reconocer que hay nexos claros entre los conflictos externos e internos, que las violencias mayores están tejidas con los hilos de las violencias cotidianas; por último, en esta dimensión, que cada cultura también se define por los conflictos que privilegia, en los que se encasilla, pero que es posible hacer una crítica a la cultura a partir del replanteamiento de sus contradicciones y a partir de reconocer la experiencia de los conflictos, de analizar las tensiones y, en palabras de Estanislao Zuleta, de tratar de encontrar las racionalidades de los mismos conflictos. En el libro de Enrique Gómez Serrano, Consenso y conflicto, se acentúa la correspondencia entre lo social y lo político y se aportan criterios para una definición. Dice el autor: “Todo conflicto social puede convertirse en un conflicto político en la medida que: a) Adquiera el suficiente grado de intensidad para trascender la esfera privada; b) Se encuentre en juego el reconocimiento de alguna identidad particular y/o la definición de los fines colectivos; y c) Mantenga una referencia al consensus iuris.”71

Dimensión comunicativa Los jóvenes de El Rosal, un barrio popular de Pereira, Risaralda, tienen una trayectoria que los distingue; porque ellos se han propuesto no ser parte de los conflictos violentos y han conformado un grupo social con objetivos claros y esto ha incidido en la formación personal de ellos, propiamente en lo académico, en la manera en que asumen el bachillerato, porque son muchachos que se preocupan por estudiar; y en su formación ciudadana, en su preparación para la participación política. Lo que exponen es fruto de una reflexión y de una práctica, y de alguna manera recoge los sentidos de otros grupos. Ellos afirman que al igual que en la familia, en la sociedad la esencia de los problemas radica en las dificultades para comunicarse. Uno de ellos ratifica: ‘La verdad es que los mayores conflictos que vivimos aquí es por problemas de comunicación, y yo personalmente creo que al país lo que es la guerrilla y los paras le hacen mucho daño, aunque también es cierto que aquí en Colombia hay mucha pobreza y eso hace que haya conflictos.’ Esta declaración ofrece muchas luces para el análisis, porque el aspecto comunicativo es propio del conflicto armado y de todos los conflictos. Por esto al hablar de comunicación se supera la omnipresencia de la guerra, sin dejar de tenerla en cuenta y de darle la importancia justa que tiene.

71 http://www.larevista.com.mx/ed533/53316.htm Consultado el 12 de julio de 2007. La Revista Peninsular. Viernes, 7 de enero del 2000. Reseña del libro de Enrique Gómez Serrano, Consenso y conflicto. Serrano Gómez, Enrique. En web, página única, en Word, p. 3. Consenso y conflicto. Schmitt, Arendt y la definición de lo político. Prefacio por César Cansino. México, Centro de Estudios de Política. Comparada, A. C., 1998. 217 p. (Col. Teoría Política, 2).

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Además, la comunicación alude directamente a la lengua, a lo verbal; pero también a los lenguajes no verbales; a la comunicación sobre la comunicación y a la comunicación sobre lo social, como las denominan Maturana y Varela. Lo que ellos tratan como ‘problemas de comunicación’ es algo complejo y sobre lo que en condiciones comunes y corrientes no se reflexiona, porque lo que importa en la vida real es la pragmática, la comprensión, el entendimiento o el diálogo, y cuando más, la argumentación o la discusión; no el estudio de la lengua en sí misma ni tampoco una filosofía el lenguaje. Pero para este estudio, los narradores, muchos de ellos con un alfabetismo funcional, o con niveles de enseñanza básica, se dieron a la tarea de componer textos escritos, precisamente porque Ricœur72 pide que se haga la hermenéutica de narraciones transcritas por sus autores. Esto suponía un gran esfuerzo para muchos de ellos, porque si acaso lo que pueden es verter un discurso con todo lo propio de las psicodinámicas de la oralidad; muchas veces el texto, en el inicio, es casi incomprensible, no está puntuado, obviamente la ortografía es totalmente original; además, era preciso tener los textos en esta forma para pasarlos a otros lectores, para leerlos los investigadores y para analizarlos. Porque el estudio estaba orientado no a la participación acción, o la terapia, o la resolución de conflictos, o la descripción de los mismos, sino al análisis hermenéutico. Este ejercicio académico implicó, para unos grupos y para las personas, que se encuentran y se reconocen, que luchan y se defienden dentro de la riqueza de lo no verbal (con gestos, con silencios, onomatopeyas, manifestaciones estereotipadas locales, etarias, de género, etc.); cuya fortaleza es la comunicación sobre lo social, dentro del gran interpretante de las culturas, verse impelidos a entrar en la comunicación sobre la comunicación; esto es, desprenderse del hecho histórico, de las circunstancias, de los apoyos de códigos de proxémica, kinésica, cromática, entre otros, y preguntarse por el lenguaje, más ; hacer explícito de forma verbal lo que apenas se había experimentado emocionalmente, lo que era un recuerdo, lo que estaba grabado en imágenes visuales, audibles, táctiles, sensoriales, en fin. Esto abre caminos inusitados para la comprensión, para el estudio y hasta para la pragmática de los conflictos, porque de la misma manera que la comunicación, como los jóvenes lo citan, es el núcleo, o el conflicto por excelencia; también ésta es el código, la clave, de sí misma, porque el lenguaje es auto referido, y de los otros conflictos.

72 Ricœur define el texto como discurso fijado por la escritura. Afirma: “la mediación a través de los textos parece reducir la esfera de la interpretación a la escritura y la literatura en detrimento de las culturas orales.” Sin embargo, también, “La escritura, en efecto, otorga recursos originales al discurso… En primer lugar, identificándolo con la frase (alguien dice algo sobre algo a alguien), después, caracterizándolo mediante la composición de series de frases en forma de relato, de poema o de ensayo. Gracias a la escritura el discurso adquiere una triple autonomía semántica: respecto a la intención del locutor, a la recepción del auditorio primitivo y a las circunstancias económicas, sociales y culturales de su producción. En este sentido, lo escrito se aleja de los límites del diálogo cara a cara y se convierte en la condición del devenir-texto del discurso. Corresponde a la hermenéutica explorar las implicaciones que tiene este devenir-texto para la tarea interpretativa.” Ricœur, Paul. Narratividad, fenomenología y hermenéutica. Anàlisi. 25, 2000. p. 203. Quaderns de comunicació i cultura. Nota: Este texto apareció por primera vez en castellano, con idéntico título, como capítulo final de una obra colectiva en homenaje a Paul Ricœur: Gabriel ARANZUEQUE (ed.) (1997), Horizontes del relato. Lecturas y conversaciones con Paul Ricœur, Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, Cuaderno Gris, trad. De G. Aranzueque. Anàlisi. 25, 2000. Pp. 189-207. Quaderns de comunicació i cultura agradece al editor y traductor su buena disposición ante nuestra propuesta de republicación del artículo. p. 203.

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Todo lo anterior precisa una transposición de códigos, como lo denomina Umberto Eco. Primero, de alguna manera podemos reconocer a los otros, sus signos, sus expresiones, de una manera socializada, en lo no verbal, pero dentro del lenguaje; y segundo, cualquier situación humana es narrable, es susceptible de ser codificada y verbalizada. Esto podría suponer riesgos y dificultades, porque no se tendría un acceso directo ni a la persona ni a los hechos; pero de todas maneras éstos son inasibles y hasta cierto punto inefables. No obstante, el lenguajeo, como lo llaman Maturana y Varela, el traspaso del pensamiento y de la experiencia a cadenas fónicas o a la trascripción escrita, es un puente, es una producción cultural y permite, con el paso del tiempo, sin la presencia del protagonista, tener contacto con éste y saber algo de él y de su mundo. Para cerrar esta parte, se hace énfasis en que la comunicación sí es el conflicto y es la clave de sí misma y de otros conflictos; el lenguaje verbal permite acceder a otros conflictos y dejar una constancia comunicable de un hecho histórico, en el caso de la narración escrita; posiblemente la transposición de códigos, si bien tiende a separarse del mundo de la vida, de igual manera permita el acercamiento a otras racionalidades, desentrañe nudos culturales y allane una interpretación que fortalezca la dignificación de lo humano. De todas maneras, esta apresurada conclusión puede ser más bien una hipótesis de trabajo, una propuesta. Debe quedar claro, que no se trata de anclarse en el lenguaje, de forzar los sentidos y de partir en busca de lo no dicho o de la intención del autor; precisamente no. El lenguaje es sólo un puente, un código. El estudio del texto en Ricœur propende por una profundización en lo semántico y puede situarse entre lo sintáctico y lo pragmático, pero el autor no pretende quedarse ahí, sino que hay que abrir la interpretación73. Esta apertura, según lo que se ha investigado tiene mucho que ver con el ejercicio de la política, así mismo con la ética y con la estética.

Dimensiones ética y estética Ellos se refieren a la ‘guerra sin acuerdo con la familia’ por ausencia de diálogo y diversidad de intereses; como a la exigencia que les hacen las familias para que los jóvenes se rebusquen dinero para contribuir con los gastos de la casa, o la confrontación que tienen con sus padres por sus relaciones afectivas. A propósito, comentan: ‘…es una lucha diaria con nuestros padres y hermanos y la relaciono con las peleas con nuestros padres, en nuestras relaciones amorosas etc.’ Además, todo ‘lo malo que pasa’ se conecta con los desacuerdos con los amigos y con compañeros del colegio. Hay que resaltar cómo esta dimensión ética está muy vinculada con la dimensión comunicativa. Se hacía alusión antes a la falta de entendimiento, de diálogo, y esto no es inocuo. Es claro, obstaculizar, reprimir la comunicación es causa y consecuencia de problemas morales. Por una parte, se silencia a los otros, o no se les escucha; y más grave aún es cuando se tiene como telón de fondo un anomia, que sería el extremo de los desacuerdos y el comienzo de todos los desmanes. Los abusadores se imponen a los gritos o se hacen 73 “Ricœur critica que el carácter de la cientificidad de la lengua excluya al discurso, como habla; pero también define la hermenéutica como el estudio del texto. Por otra parte, su preocupación es la semántica, pero tiene que afirmar que las relaciones entre significante y significado son semióticas. Se debate entre el interior y el exterior de la obra, entre la dinámica propia del texto, valga decir, sintáctica y semántica, de la gramática interna, como la llama Eco, y la proyección al exterior y la comprensión de sí mismo como otro, que supera la sola pragmática de la lengua y se convierte en una hermenéutica y anticipa un pronunciamiento ético.” Calle, Andrés. Aproximaciones primeras al concepto de ‘texto’ desde la semiótica, la lingüística y la hermenéutica. Escribanía. Universidad de Manizales. N. 16, enero-junio de 2006. p.43.

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obedecer a la fuerza, para luego imponer su propia moral. En el caso de Colombia se llega más lejos, porque del apabullamiento verbal se pasa directamente a la degradación física del otro. Si no puede haber interlocución; si impera el silencio brutal; ya sólo quedan los hechos, las evidencias de los atropellos, como textos audio visuales, para reemplazar a todo otro lenguaje. Se parte de la diferencia que marca Ernst Tugendhat74 entre ética y moral. El autor define la ética como una discusión filosófica de morales; en este sentido éste sería un discurso típicamente moderno y Occidental. Por el momento interesa resaltar que según estas tesis no hay culturas ni sujetos inmorales. Con el filósofo checo se propone que la ética puede separarse de la práctica de las morales. También, como consecuencia, se entiende que si se pertenece a una moral única, o se acepta ésta completa y sin objeciones, o se está expuesto a ser expulsado, a crear un cisma; sólo se puede hablar de una pluralidad de morales, tanto en cuanto se discutan de manera filosófica varias morales, lo que no necesariamente implica optar por el relativismo moral. O de manera más directa, cuando uno se encuentra inmerso dentro de un marco moral, y más si éste se confunde con la cultura, es muy difícil interpelar las normas y los sistemas de costumbres. Este preámbulo es necesario para llegar a varias afirmaciones, que podrían también ser hipótesis de trabajo. En forma independiente de qué se pensara de la religión, o de si se era o no coherente con sus preceptos, los parámetros judeocristianos, hasta muy entrado el siglo XX, se asumían como un código de identidad nacional o como el referente de comportamientos de una elite privilegiada; esto lo ha afirmado Francisco de Roux, sacerdote jesuita, provincial actual de la Compañía de Jesús, en Colombia (2010). Se ha dicho antes que en Colombia ha habido el resquebrajamiento de tales patrones, que se suponía eran comunes, compartidos, aunque no hicieran parte de un proyecto de lo público. De todas maneras, se creó un vacío de normatividad, esto es precisamente lo que señalan los jóvenes, una guerra sin acuerdos, el caos total. También, aunque ya no haya la adhesión tan grande que tenía la Iglesia en otras épocas y ya las prácticas religiosas hayan decaído, de todas maneras tampoco ha habido una secularización, no hay un mundo definido de lo civil. La misma Constitución del 91 cambió y dio cabida y reconocimiento para otras creencias; no obstante la iglesia católica mantiene una preponderancia, tiene una autoridad moral y ha sido llamada para intervenir directamente en los procesos de negociaciones y de reinserciones. También los personajes de la vida pública tienen demostraciones de sus creencias y de su fe delante de todo el mundo. No obstante es un hecho que no ya no se sostiene un marco moral tradicional, si lo hubo, así fuera católico o lo que fuera y no ha habido ni siquiera el intento por discutirlo ni por reemplazarlo. Por lo tanto la gente ha perdido los referentes; no es que se hayan acabado los valores sino que no existen unos claros que los definan. En estas circunstancias, los sujetos de las zonas de conflictos violentos tienen necesariamente que chocarse con otras morales; han perdido, muchas veces sus matrices culturales y se ven insertos en un utilitarismo y en un pragmatismo ajenos, en el que ellos no deciden y llevan todas las de perder. Cuando más podrían, en algunas condiciones esporádicas, entrar dentro de un contractualismo. En estas condiciones es muy difícil plantear una ética de mínimos, o una moral de tipo universalista, o del respeto universal. 74 Tugendhat, Ernst. Lecciones de Ética. Gedisa Editorial. Barcelona. 1997.

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En la perspectiva de Tugendhat, las mismas circunstancias de mínima preparación académica de los jóvenes en particular y de la población en general no favorecen que se esté en condiciones de plantear un debate filosófico de morales. De hecho los jóvenes con quienes se hizo el estudio, de los 6 grupos, uno sólo tienen estudios de pregrado y dos de bachillerato. Pero todos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para hacer una narración; no son grandes lectores, tienen poca información sobre la historia nacional y ni qué decir del contexto mundial. Con algunos de ellos se leyeron otros textos, se incursionó en la red, a través de Internet, se vieron películas y todo esto les proporcionó un bagaje para discutir; pero éstas no son circunstancias ni comunes ni fáciles para ellos. Los jóvenes, con su acción solidaria, de manera práctica replantean los códigos y confrontan un sistema incoherente, de abusos de poder y e irrespeto de la dignidad y del individuo como valioso en sí mismo. No ha habido una construcción de lo público y las constituciones y las leyes no tienen un asidero en la realidad. Aún con todo lo expuesto antes, se encuentran jóvenes, como los del barrio el Rosal, quienes afrontan el conflicto desde una actitud entusiasta y alegre que les da fortaleza. La moral, como la explica Kant, una moral de fines, no de medios, se justifica así misma. De igual manera sucede con el arte, con la estética, que no precisa de una funcionalidad, de ser útiles, o funcionales, para llegar a ser verdaderas obras y productos culturales. La alegría que manifiestan estos jóvenes, además de propender por el afianzamiento de su grupo, es una expresión de gratuidad, es autopoyética, se retroalimenta y se justifica a sí misma. Complementa este sentido, la certeza que muestran los jóvenes por liderar acciones en su barrio que respondan a los problemas y carencias diarios, desde lo que los diferencia y les da reconocimiento en la comunidad: “pertenecer a Jaguar – el grupo juvenil– y ayudar a la gente del barrio”. Este ejercicio social apunta a lo político; los criterios que aducen son de talante ético y su expresión tiene una dimensión estética. En las narraciones se afirma que vivir en medio de la guerra implica enfrentar las muertes por injusticia. Esto hace que los duelos sean in-elaborables. De igual manera, se hace referencia a que estas tragedias se vuelven cotidianas y también hay una naturalización de la guerra, como una defensa básica para evadir los sentimientos de temor y dolor y como una respuesta para convivir y cohabitar en el conflicto. En estas circunstancias también se podría hablar de una estética, de manifestaciones culturales y de producción de sentidos para resignificar, reconfigurar y para asumir estas experiencias traumáticas.

Narraciones y política La política no puede comprenderse separada de las pragmáticas del lenguaje75. 75 “…No hay historia sin memoria ni memoria sin narración, las palabras logran producir esa suerte de alquimia de la cual siempre resulta algo nuevo…Las palabras no son meras figuras literarias, adornos estilísticos o ficciones jurídicas más o menos aleatorias; son en la fundamental, ‘estructuras penetrantes’ que modifican sensiblemente los contextos en los cuales se enuncian y que producen mutaciones culturales y políticas de mucha significación.” Nota: (Apuntan las autoras: Sobre la incidencia de las palabras en la modificación de los contextos, seguimos las indicaciones de Paul Ricoeur expuestas en: Tiempo y Narración. México. Siglo XXI editores, 1995. Tomo 1. Pp 80139. Uribe de Hincapié, María Teresa y López, Liliana. Op. Cit. p. 1.

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La investigadora internacional, Colette Daiute, en su búsqueda y estudio de las narrativas de jóvenes en conflicto, de diferentes partes del mundo, habla de un proceso dialógico incremental. Es difícil de traducir la expresión, pero puede entenderse como las nuevas posibilidades que genera el diálogo y cómo éste se expande, casi se auto produce; pero también debe someterse a fuerte tensiones; los diálogos son difíciles, riesgosos. En primer momento se pueden vincular el conflicto y el diálogo: porque éste hace más razonable el encuentro entre las personas y dilata las posibilidades de la agresión física o las suspende, aunque sea temporalmente. Ya se hablará de que no se trata de disolver o de acabar con los conflictos. Es obvio, otra forma de enfrentar al abuso de poder es el recurso de la fuerza física, las vías de hecho, y el excederse en la retaliación afianza una posición de poder, constituye una ventaja. Atacar, y no sólo defenderse o escabullirse, es más fácil y directo, de manera transitoria es resolver de un tajo, a corto plazo; por esto mismo los asesinatos se multiplican indefinidamente, motivados por todo tipo de causas, o igual se perpetran sin causa, por un equívoco, como otros de los excesos propios de la cultura, de las familias, de la pasión, del juego, de la fiesta, de la rabia. Pero esta respuesta también es excluyente, porque todos no tienen ni las mismas posibilidades ni las condiciones ni las ganas, la disposición, de matar. Siempre hay un punto de quiebre y hay unos desprotegidos y débiles que no tienen ni cómo defenderse ni quién salga a rescatarlos y como de milagro siguen vivos. A éstos lo último que les queda es la palabra y su presencia al descubierto. Además, para casi todos estos jóvenes existe la disyuntiva de ser controlados, someterse, o dominar a los demás; ésta es una tensión social permanente, ineludible; que puede devenir en conflictos, pero no necesariamente en demostraciones de violencia. Esta situación puede experimentarse de manera más dramática en circunstancias de pobreza, o en círculos familiares con niveles bajos de educación. De alguna manera los jóvenes de las ciudades, o los que tienen estudios superiores, tienen más prerrogativas y consideraciones. Pero en términos generales pesan mucho la cultura tradicional, el autoritarismo, el machismo, las relaciones de parentesco. Parece que no estuvieran preparados ni los adultos, ni siquiera los descendientes de éstos, para tener entre ellos unas relaciones más civiles, de respeto por la individualidad. Muchas veces los chicos no viven con los padres biológicos; o también tienen que asumir obligaciones anticipadas para su edad; o, en otros casos, ya han llegado a tener niveles más altos de preparación que sus predecesores; no obstante, ni unos ni otros se plantean la posibilidad de encontrarse como deben ser los ciudadanos ante la ley, en el ámbito social, como independientes, responsables, imputables. Es interesante confrontar a los jóvenes con el caso específico de los infantes y los ancianos; quienes necesariamente están mucho más supeditados a otras personas que no son coetáneas suyas, por su estado de máxima vulnerabilidad; este hecho tiene disímiles respuestas en otras tantas culturas, y también difiere si da en un ámbito rural o urbano; también varía mucho, si al crecer o al terminar la vida se pertenece a una familia o a un núcleo de consanguinidad y relaciones extensas, lo que es muy común en este país, sobre todo en los sectores más pobres, o en el área rural. Los sectores deprimidos tienen muchas veces una reserva de solidaridad y ante la inasistencia desde lo público, frente a las calamidades o a las vicisitudes se unen y se defienden y resisten con efectividad, se amoldan a los cambios y pueden ser creativos, recursivos, en sus reacciones y respuestas; todo esto los vuelva competentes y resistentes.

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Por su parte, los jóvenes continuamente experimentan el imperativo de tener que optar entre someterse, obedecer, acatar, o decidir por ellos mismos, rebelarse, precisamente porque están en época de transición, porque todavía pertenecen a sus troncos de origen, son dependientes y deben ser mantenidos por los adultos; o quieren independizarse y no tienen aptitudes y habilidades aprendidas; sus trabajos no son bien pagados, en fin; y a un mismo tiempo, están pidiendo autonomía, quieren autodeterminarse, manifestar su voluntad y actuar con libertad.

Identidades de los jóvenes Habría que revisar cómo son las identidades, en medio del conflicto; y también analizar la gran diferencia entre unas y otras identidades, sobre todo porque en este país y en las narrativas se evidencian unas formas de ser que se enmarcan en lo rural y en lo premoderno, y otras propias de lo urbano y de lo moderno. La ciudadanía es una nueva identidad moderna, política y social, por excelencia, que no puede ser restrictiva de ningún ámbito ni región; o es para todos o se vicia y se pierde. Esto también quiere decir que uno de los motores del conflicto, y de las violencias mayores, es la distancia que existe entre ser ciudadano y tener determinadas identidades, como las de muchos jóvenes narradores que se ven excluidos, disminuidos; porque no pueden ser ciudadanos de pleno derecho. Esto puede ser difícil de establecer y de delimitar, pero es cierto que no se pueden comprender como uniformes. Por más que compartan: consumos culturales, como la música; los lenguajes, las jergas, usos de las tecnologías; el deporte; comportamientos, atavíos e imaginarios, el solo hecho de ser jóvenes no los homogeneiza. Ni la ciudadanía es un rasero para emparejar, es ante todo un criterio político, una abstracción y al llevarlo a la práctica se hace sumamente complejo. Por lo demás, otro trabajo pendiente es el de resaltar las particularidades que existen dentro de un mismo rango de edad y que están vinculadas con conflictos sociales, económicos, de educación, de acceso a servicios, etc. Es muy posible que los jóvenes de muy distintas procedencias y condiciones que hoy son convocados, por su edad, en conjunto; pasados unos años, estén completamente alejados, precisamente porque unos tendrán oportunidades, empleo, reconocimiento y legitimidad, participación en el poder; en cambio, los otros podrán estar por fuera del sistema, o, es una realidad, en las guerras, en el narcotráfico, en las cárceles, desplazados o viviendo como emigrantes. Hay pues que analizar la relevancia del hecho de ser jóvenes; o también, si el concepto de ser joven no es una invariante. Porque los criterios y objetivos de esta investigación agrupan a un sector de población en su aspecto etario; hacen que se tengan que encontrar y vuelven visibles a unos individuos que de otra manera no tendrían motivos que los reunieran y confrontaran. De todas maneras, se podrían lanzar preguntas que concluyeran en nuevas hipótesis de trabajo: ¿estos aspectos externos, expresivos, consolidan la identidad? Pero también habría que cuestionar, ¿A estas manifestaciones, no se les sobreponen las condiciones socio-económicas, condiciones de libertad, como las llama Amartya Sen? O de una manera más directa: ¿qué puede ser más definitivo para un colombiano, el hecho de tener un rango de edad en común, o participar de procesos de conflicto similares? Para el caso, ¿se identifican un estudiante universitario y un excombatiente paramilitar, en su condición de jóvenes? O, por ejemplo, ¿estar dentro o al margen de una guerra irregular es determinante para la cultura, la vida, las realizaciones personales? ¿Tener acceso o no

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a una educación formal, en un proceso estable y continuado desde temprana edad, es decisivo para las perspectivas de vinculación laboral y de participación en el poder? En los colectivos tradicionales, la identidad no es individual. Esto también implica que no se puede hablar de imputabilidad, porque las responsabilidades se disuelven dentro de un colectivo. También, en algunos casos, cuando es posible, aceptada, legítima, la participación, sobre todo de grupos ancestrales, como los de los indígenas, se hace en torno al reclamo de derechos de grupo, que corresponden con vínculos inmodificables, como son los de el origen étnico; en este caso no es comparable lo comunitario con lo público. Lo público es propiamente moderno.

Tipificación de los narradores De alguna manera, las narraciones también evidencian posturas o intencionalidades que pueden ser asumidas desde lo político. Por una parte, se encuentran tipos de narración que corresponden con formas de organización comunitaria y social. En el primer caso las voces son indiferenciadas, aún si explotan como una respuesta gregaria, o si se conforma como un clamor que se intensifica, se prolonga y resiste, como cuando se protesta, se hacen denuncias. En estas circunstancias hay un mecanismo de defensa en cuanto se protegen las personas solas y esta emisión concentrada, unida, cobra mucha fuerza; es algo más emotivo y casi dramático. En este sentido, comenta, José Aranda Sánchez, “(Pero) Maffesoli destaca que en la mayoría de los casos los conflictos, más que racionales, están determinados por fuerzas afectivas, por lo que la pasión desempeña un papel relevante que es necesario ponderar. De ahí que la gestión de las pasiones sea el arte supremo de toda buena política (Ballesteros, 1995: 279).”76 También se encuentra el narrador de una polifonía colectiva. Muchas veces es alguien que tiene su propia voz, pero cuya trayectoria, su cosmovisión, sus personalidad, están cocidas a un núcleo colectivo, ya sea éste una familia; o estén entrelazadas a una identidad, a la pertenencia a un lugar de origen, o a unas maneras de asumir la subsistencia, de realizar los trabajos. De todas maneras estos sujetos tienen muy cerca la posibilidad de convertirse en caudillos de muchas causas. Hay que anotar que los líderes que más sobresalen lo hacen con expresiones de la oralidad, se distinguen por una retórica inflamada, por un discurso que interpela o convoca, o también por la coherencia de sus argumentos. Lo menos frecuente son los pronunciamientos escritos, la redacción sistemática y con fundamentos de revisión histórica, filosófica o teórica. Vale anotar que en estas expresiones orales o escritas incide el nivel de educación formal y de alguna manera el acceso que se tenga o se haya tenido a la información. Hay estudiosos del tema del conflicto y de las violencias que han llamado la atención sobre la diferencia que existe entre una historia elaborada por académicos, sujetos con un gran capital cultural y no necesariamente testigos de los hechos; y otra que recoge la palabra viva de los protagonistas, y en el caso de Colombia, muchas veces de personas con mínima escolaridad, sin referentes del mundo y encerrados en una tragedia colectiva de connotaciones muy locales. Entre los narradores de esta investigación se puede constatar que los relatos de los más cercanos al campo, los más empobrecidos y con menor formación, los textos que presentan son transcripciones muy difíciles de leer; han hecho un esfuerzo enorme para constatar hechos que nunca antes habían puesto en escritura. No sólo su voz sino también su 76 Aranda Sánchez, José. Michel Maffesoli: Una sociología de lo banal. Contribuciones desde Coatepec, julio-diciembre, año/vol. V, número 009. pp. 93-113. 2005.

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cultura y sus raciocinios son permeados por la oralidad, por lo situacional y vivencial. Sin embargo, en los otros casos, los jóvenes urbanos, bachilleres y estudiantes universitarios, si bien tienen una escritura más legible, tampoco demuestran una gran apropiación de los conflictos ni hacen relaciones y tienen si acaso una compresión muy parcial, muy sesgada y determinada por los medios de comunicación, de los fenómenos nacionales, para no hablar de lo global. En los universitarios, de manera específica, su discurso se hace cada vez más personal y hasta íntimo, hay un replegamiento sobre sí mismos que los desconecta de la realidad. Entre éstos, hay sujetos que se evaden y se aíslan; mientras otros interiorizan; y algunos dejan al descubierto conflictos interiores, angustias. Hay otros narradores que están construyendo una individualidad, dentro de contextos urbanos y modernos; que tienen una conciencia de su reconocimiento dentro de lo social; pero cuyos enunciados aún tienen una forma plural, hablan por su género, como hombres y mujeres, como jóvenes, estudiantes, como usuarios, consumidores, etc. De todas maneras habría que señalar que hay otras narraciones, que corresponden con las sociedades; éstas perfectamente pueden dar cuenta de los ámbitos individuales y colectivos, pero también de lo privado y de lo público. Los narradores de esta investigación, aún en ambientes citadinos y de mejores condiciones socioeconómicas, realmente apenas se asoman a algunas experiencias de lo social. Estas narrativas y las voces particulares, en algunos casos muestran una fuerte tendencia hacia un auto determinismo y a darle prioridad a lo particular, a lo propio sobre lo colectivo, en centrarse en ellos mismos, como individuos, y no en los otros. A veces quieren confrontar y expresar la inconformidad, pero prefieren cederle la razón al otro, como una forma de distanciarse de discusiones estériles, mientras se reafirman en sus propias convicciones. Se puede decir que ellos pertenecen más a una esfera de lo privado; no obstante, al no estar bien definido para ellos lo público, lo privado aparece más como una vivencia individualista, como un lujo que se pueden dar algunos más privilegiados.

Experiencia del conflicto y juventud Es posible que los colectivos no acepten el poder dominante más que como una expresión de la voluntad social. Los colectivos son móviles, están en medio de fuerzas y tensiones, pero se desarticulan y vuelven se afianzan. En la vida de estos jóvenes, en sus narrativas puede que predomine la vivencia de uno o unos pocos episodios de violencia, un desplazamiento, el secuestro o la muerte de familiares, etc.; pero esto es algo que ha ocurrido tal vez en el último lustro, mientras que ellos dejaban su infancia. De todas maneras antes de estos hechos reales seguramente hubo otros y después, es casi predecible que acaecerán otros nuevos, de violencia o de intensificación en distintos conflictos; con la autoría de los anteriores responsables o por cuenta de otros que los sucedan o se impongan sobre éstos. Pasado un tiempo corto, en todas estas eventualidades estos jóvenes, cercanos a ser adultos, serán protagonistas, o sujetos pasivos, o no serán ni testigos ni conscientes, en fin. Una pregunta que puede ser pertinente es ésta: entre los jóvenes, los que participaron en el estudio ¿su percepción de la realidad, sus opiniones y posturas, dependerán o habrán dependido de su condición de juventud o de sus experiencias? Se nota en las narrativas que no hay una comprensión de la historia, de las coyunturas, de la sucesión de los hechos; a lo sumo se tiene una versión intersubjetiva de microhistorias, 182


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de relatos locales; pero difícilmente se puede hacer una conexión con otras crónicas más amplias en el tiempo y en el espacio. Esto puede ser muy acentuado en sujetos con niveles bajos de escolaridad y en mayor aislamiento, pero igual se puede dar entre los estudiantes universitarios de ciudades capitales. También esta desinformación se agrava cuando tienen vínculos familiares rotos o endebles y cuando la comunicación es muy deficiente con los progenitores o con los adultos en general.

Precariedad y contradicción Duncan retoma a Pécault: “La calificación de Pécault del Estado colombiano como ‘precario’ tiene sentido entonces si se alude a la debilidad de la institucionalidad del centro, armada y no armada, que pretende unificar a la población del territorio de la nación bajo un orden social democrático y una economía capitalista de mercado. El adjetivo precario encierra la tensión entre este orden social y otros tipos de orden social donde las estructuras políticas son autoritarias y donde no se ha desarrollado un capitalismo moderno.”77 En esta cita hay pistas para la interpretación y para encaminar las mismas prácticas políticas. Hay un punto central que se debe enfocar y es el del autoritarismo. Los mismos jóvenes sienten y manifiestan este autoritarismo en todos los momentos y ámbitos de su vida; incluso es algo que no es privativo de los sectores más pobres. Cualquier sociedad moderna no puede ser defendible si los ciudadanos no pueden tener condiciones de libertad; esto es demasiado sensible para los jóvenes, pero tiene que ser extensivo a todos los habitantes de un país. Qué juventud puede ser juventud si se tiene que estar sometido a los abusadores del poder. Esto también tendrá que ser lo que distinga a cualquier moderno ahora y en el futuro y en cualquier edad. Algo más, es pertinente considerar el planteamiento de Maffesoli: “en oposición a lo político, que se presenta como la forma de lo unitario, propone la idea de lo contradictorial, concibiéndolo como una condición de contradicción no superada, y no superable, al interior de la cuestión social. Ese pensamiento se sustenta en el hecho de que no todo puede ser incorporado a un solo esquema dominante, sino que también el desorden ocupa su lugar, por lo que un exceso de regulación y control pueden resultar letales. Es decir, que la limitación principal de la política estriba en que al intervenir como control incide en la desactivación de la tensión vital, impidiendo que una comunidad determinada se sienta responsable de ella misma y pueda garantizar así su propia ‘conservación de sí’ (Ballesteros, 1995: 292).” 78 Haría falta insistir en algo, para explicitar que las responsabilidades se pueden asumir en condiciones civiles, no tanto comunitarias. El asunto definitivo es el de la autonomía de los sujetos; lo público, la modernidad, son los espacios y los tiempos en que pueden converger todos, con sus culturas y morales, con sus criterios políticos; pero es más civil una sociedad en que cada uno es responsable de sí mismo y pide para él y para todos las mismas prerrogativas, los mismos reconocimientos y la misma dignidad. Claro, ya se entra en el campo de la ética. El análisis de Maffesoli acerca de la socialidad posmoderna es importante, ya que la considera como una práctica de resistencia al control social, basada en la centralidad y potencialidad 77 Duncan, Gustavo. Los Señores de la guerra. De paramilitares, mafiosos y autodefensas en Colombia. Bogotá. Planeta Colombiana S. A. 2006. p. 35. 78 Aranda Sánchez, José. Michel Maffesoli: Una sociología de lo banal. Contribuciones desde Coatepec, julio-diciembre, año/vol. V, número 009. p. 107. 2005.

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de la vida cotidiana, que constituye el sustrato de toda vida social, y condición para el surgimiento de diversas colectividades. “En la socialidad encuentra así su fuerza la astucia de las masas, marcada por una especie de pasividad activa, intersticial, subversiva, y no por un ataque frontal de cuño revolucionario, como planteaba el paradigma de la Modernidad.”79

Incertidumbre y ciudadanía En la Introducción al libro En busca de la política, se lee: “El problema contemporáneo más siniestro y penoso puede expresarse más precisamente por medio del término “Unsicherheit”, la palabra alemana que fusiona otras tres en español: “incertidumbre”, “inseguridad” y “desprotección”. Lo curioso es que la naturaleza de este problema es también un poderosísimo impedimento para instrumentar remedios colectivos: las personas que se sienten inseguras, las personas preocupadas por lo que puede deparar el futuro y que temen por su seguridad, no son verdaderamente libres para enfrentar los riesgos que exige una acción colectiva. Carecen del valor necesario para intentarlo y del tiempo necesario para imaginar alternativas de convivencia; y están demasiado preocupadas con tareas que no pueden pensar en conjunto, a las que no pueden dedicar su energía y que solo pueden emprenderse colectivamente.”80 Se suponía, en la modernidad, que un Estado fuerte era el antídoto para toda incertidumbre ciudadana. Se ha insistido en este aparte del sentido Político, en que el Estado en Colombia llegó a un punto tal que no sólo no era garante de la seguridad, sino que tuvo que recurrir a delincuentes que manejaran su aparato coercitivo; no se trata de opinar sino de analizar y esto puede ser corroborado con las noticias de prensa y con las citaciones de los juzgados. De todas maneras el presidente Uribe Vélez basó su programa de gobierno en la seguridad y para ello ordenó un monto significativo del gasto público a la financiación de la guerra. La cita del autor resume la postración y el desamparo en que se han visto sumidos los ciudadanos sobre todo en la última década y habría que sustentar si esta situación sí se ha modificado en el último lustro. De todas maneras y sin hacer enjuiciamientos, es un hecho que frente a esta realidad tanto el Estado, como los particulares confiaron su defensa y salvaguarda en manos privadas, de manera explícita o implícita, voluntaria o involuntaria. Anota Zygmunt Bauman: “Hoy nos desplazamos hacia la privatización de los medios de asegurar-garantizar la libertad individual; si ésa es la terapia de los males actuales, está condenada a producir enfermedades iatrogénicas más siniestras y atroces (pobreza masiva, redundancia social y miedo generalizado son algunas de las más prominentes). Para hacer aun más compleja la situación y sus perspectivas de mejoría, pasamos además por un período de privatización de la utopía y de los modelos del bien (con los modelos de “vida buena” que emergen y se separan del modelo de sociedad buena). El arte de rearmar los problemas privados convirtiéndolos en temas públicos está en peligro de caer en desuso y ser olvidado; los problemas privados tienden a ser definidos de un 79 Aranda Sánchez, José. Michel Maffesoli: Una sociología de lo banal. Contribuciones desde Coatepec, juliodiciembre, año/vol. V, número 009. pp. 93-113. 2005. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca. México. http://oai.redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=28150906&iCveNum=2813. Consulta hecha el 10 de julio de 2007. p. 111. 80 Bauman, Zygmunt. En busca de la Política. Introducción. http://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/Bauman_En_busca_de_la_politica.pdf Consultado el 10 de julio de 2007.

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modo que torna extraordinariamente difícil “aglomerarlos” para poder condensarlos en una fuerza política. La argumentación de este libro es una lucha (por cierto inconclusa) por lograr que esa traducción de privado a público vuelva a ser posible.”81

Diversidad de conflictos Para terminar, es muy evidente para los jóvenes que el conflicto es parte de la vida y que los consensos no tienen que suprimir los conflictos, pero que sí pueden racionalizarlos. Se puede observar que ellos reconocen una diversidad de conflictos, entre éstos, el del abuso del poder y el del ejercicio de la violencia como práctica particular, y no como fuerza represiva monopolizada por el Estado, los cuales sobreabundan y determinan los demás conflictos. Pero estos narradores también se ocupan de otros conflictos que son profundos y que tienen dimensiones culturales, simbólicas, psicológicas y de comportamiento y que representan grandes dificultades y obstáculos, para el desarrollo personal y para interactuar en sociedad. Es importante hacer énfasis en esto, para oponerse a visiones simplificadoras del conflicto; o a las que confunden unos conflictos con otros; o a las que estigmatizan lo conflictivo y sobre todo ante quienes asumen que la paz es ausencia de conflictos, especialmente de índole político.

81 Bauman, Zygmunt. En busca de la Política. Introducción

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Lista de referencias Aranda, José (2005). Michel Mafessoli : Una sociología de lo banal. En: Revista Contribuciones desde Coatepec, julio-diciembre, año/vol. V, número 009. pp. 93-113. Bauman, Zygmunt (2001). En busca de la Política. Introducción. Extraído de: http://www. insumisos.com/lecturasinsumisas/Bauman_En_busca_de_la_politica.pdf. Consultado el 10 de julio de 2007. Calle, Andrés (2006). Aproximaciones primeras al concepto de ‘texto’ desde la semiótica, la lingüística y la hermenéutica. En: Revista Escribanía. Universidad de Manizales. N. 16, enero-junio. p.43. Duncan, Gustavo (2006). Los Señores de la guerra. De paramilitares, mafiosos y autodenfensas en Colombia. Bogotá: Planeta Colombiana S. A. Ong, Walter (1999). Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Bogotá: Fondo de Cultura Económica. Tercera impresión. Ricœur, Paul (2000). Narratividad, fenomenología y hermenéutica. En: Revista Quaderns de comunicación i cultura. Madrid Serrano Gómez, Enrique (1998). Consenso y conflicto. Schmitt, Arendt y la definición de lo político. Centro de Estudios de Política. Comparada, A. En Revista Peninsular. México (versión electrónica). Extraído de: http://www.larevista.com.mx/ed533/53316.htm Tugendhat, Ernst (1997). Lecciones de Ética. Barcelona: Gedisa Editorial. Uribe, María Teresa & López, Liliana (2003). Las palabras de la guerra. El mapa retórico de la construcción nacional. Colombia, Siglo XIX. Araucaria. En: Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades. Año 4, Nº 9 Primer semestre de 2003. ISSN 15756823 (Versión electrónica).

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