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Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Programa de Comunicación Social y Periodismo

Rector Guillermo Orlando Sierra Sierra Decano Diego Villada Osorio Director de Programa Diego Enrique Ocampo Loaiza Director Filo de Palabra Carlos Fernando Alvarado Duque Comité Editorial Adriana María Ángel Botero Wilson Escobar Ramírez Carlos Fernando Alvarado Duque Editor Gráfico Gonzalo Gallego González Centro de Publicaciones Universidad de Manizales

Filo de Palabra N° 16 ISSN: 2027-906X

Manizales, Agosto de 2014

Impresión Editorial Blanecolor Manizales - Caldas


Comunicaci贸n y Humanidades

Nota: Los textos que se publican en esta revista no comprometen el pensamiento ni las pol铆ticas institucionales de la Universidad de Manizales, as铆 como tampoco los del programa de Comunicaci贸n Social y Periodismo. Son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Los textos pueden reproducirse siempre y cuando se cite la fuente. (Ley 23 de 1982. Art. 31: Derechos de autor).

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Contenido

Contenido Presentación................................................................................... 7 Carlos Fernando Alvarado Duque Alcances de la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento............................................................. 9 Jhon Jairo Herrera Sánchez Estridente: Caminar con los oidos Del objeto al paisaje sonoro, una nueva experiencia de ciudad..................... 14 Diana Milena Reyes Arias Responsabilidad social y comunicación Pretextos y tendencias para el debate................................................... 21 Alberto Bedoya Hacer lugar, crear espacio ‘Habitancias’ estéticas urbanas en el barrio San José de Manizales................. 30 María Andrea Gómez Gómez Humanismo y retórica....................................................................... 36 Diego Eduardo Morales Oyola Versiones sobre la verdad: Distancias y acercamientos hacia la polis digital ...................................... 42 Misael Alejandro Peralta Cuerpos magmáticos y pasiones fílmicas Lo visible y lo legible en el cine de terror............................................... 51 Carlos Fernando Alvarado Duque Caja mágica Coronet Fildia................................................................................ 61 Penguin Kershaw Eight 20.................................................................. 62 Gonzalo Gallego González

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Comunicaci贸n y Humanidades

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Norte - Sur

Presentación Como siempre, es un placer presentar un nuevo número de la Revista Filo de Palabra, y en esta ocasión, nos regocija que sea el testimonio de otro espacio académico (el Simposio Internacional Diálogos de la Comunicación: Norte – Sur) propiciado por el Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, al cual pertenece este medio impreso. En el mes de abril, del año en curso, tuvo lugar dicho encuentro con el fin ofrecer un diálogo académico entre las geografías del continentes. Con la participación de invitados tanto norteamericanos como latinoamericanos, y por supuesto, nacionales, la Universidad fue escenario para que diversos modos de pensar el campo de la comunicación tuviesen lugar. Sobra decir que dicho diálogo debe ser continuado y merece destacarse, principalmente, que gracias a las diferencias entre perspectivas la comunicación se amplifica. Este espacio gravitó sobre tres ejes temáticos que permitieron el diálogo entre los invitados. Y vale la pena señalar que esta cartografía propuesta revela la diversidad del campo al punto que permite un sinfín de miradas, incluso, solo dentro de los esfuerzos de los profesores colombianos. Filo de Palabra oficiará de espacio para socializar, en formato escrito, parte de las memorias del Simposio. Y, por la magnitud del evento, compartirá esta labor con su revista hermana Escribanía, también perteneciente al programa de Comunicación de la Universidad de Manizales. Esta selección responde a trabajos de invitados nacionales que presentaron sus reflexiones al interior de los tres ejes temáticos: Estudios de medios, Comunicación organizacional, y Retórica y lenguaje. Así, dichos temas sirven para la organización de las presentes memorias. Los dos primeros trabajos de los profesores Jhon Jairo Herrera y Diana Reyes, se inscriben en Estudios de medios y analizan, el primero, la sociedad de la información y su peso mediático; el segundo, la capacidad de la radio para construir un relato sonoro de la ciudad. En el campo de la Comunicación organizacional, se presenta el trabajo del profesor Alberto Bedoya, cuya reflexión gira en torno al alcance de la responsabilidad social empresarial como parte de los problemas comunicativos.

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Comunicación y Humanidades En el tercer eje (Retórica y lenguaje) se encuentran los restantes trabajos cuya pluralidad revela la riqueza que posee este campo. El trabajo de la profesora María Andrea Gómez analiza las estéticas del espacio urbano y el modo en que determinan los modos de habitar contemporáneos. El profesor Diego Morales presenta una reflexión sobre la retórica y el humanismo a partir de la recuperación del trabajo de los llamados sofistas mayores: Gorgias y Protágoras. El profesor Misael Peralta entrega una reflexión sobre la figura de la verdad, desmontando su propia semántica en medio de las actuales narrativas virtuales. El último trabajo presenta una lectura del cuerpo a la luz de las narrativas del terror cinematográfico. Solo resta, como siempre, esperar que disfruten de esta nueva edición. Carlos Fernando Alvarado Duque Director

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Tiempos de TIC

Alcances de la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento Jhon Jairo Herrera Sánchez1

Aproximaciones al concepto de TIC Esta ponencia quiere explorar en qué medida las tecnologías de la información pueden ayudar al desarrollo social, en el cual los comunicadores tienen un papel central. Para Rodríguez (2003) el concepto de TIC se entiende desde la Tecnología de la Información y se define a partir de las Tecnologías de la Comunicación, entonces hay que entender las Tecnologías de la información, en un mundo interconectado, como aquellas que están destinadas a promover el libre flujo de la información, a partir de la libertad de pensamiento, opinión, expresión, edición y circulación de mensajes o contenidos: “…las Tecnologías de las comunicaciones, se comprenden como aquellas que constituyen la plataforma lógica y la infraestructura 1 Comunicador Social y Periodista. Profesor del Área de Lenguaje Sonoro del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. jjhs@umanizales.edu.co

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tecnológica, para canalizar y transmitir esos contenidos, a través de redes y aplicaciones de telecomunicaciones” (Rodríguez, 2013, p.10). Es así como la realidad social se ve afectada en los procesos económicos, sociales y culturales ante la presencia de máquinas y conexiones remotas que “generan un entorno de relaciones comunicativas hombre–hombre, hombre máquina y máquina–máquina que transforman sin retorno la vida cotidiana en todos los niveles de observación del sistema social” (Urresti, 2008, p. 13). Estos procesos de cambio favorecen el desarrollo social, por la facilidad con que las personas obtienen información útil y de manera inmediata, y, a la vez, la posibilidad de intercambiar experiencias con otros.

Apuestas por el desarrollo en tiempos de TIC La libertad es de esas cosas con las que muchas veces soñamos. Pero, con precisión, es una condición, una capacidad de poder hacer y principal-

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Comunicación y Humanidades mente, hoy, es fundamento para el desarrollo. En este sentido el premio nobel de economía Amartya Sen en su libro Desarrollo y libertad, hace una profunda relación y reflexión sobre ambos tópicos.

El reto En la era de la sociedad de la información y el conocimiento, los comunicadores sociales nos ubicamos en un período trascendental en la historia de

El desarrollo para Sen (2000) “se refiere a la relación entre la renta y los logros, entre los bienes y las capacidades, entre nuestra riqueza económica y nuestra capacidad para vivir como querríamos” (p. 29). Sobre la libertad considera que es una expansión como fin primordial y un medio principal del desarrollo, catalogando las libertades fundamentales como aquellas que complementan la vida humana o las necesidades básicas, incluso la participación política y la libertad de expresión (p. 55). En el mundo en que habitamos son muchas las desigualdades y cada vez serán más las personas con menos recursos económicos, mientras que unos cuantos incrementan sus riquezas contables, a pesar de las metas trazadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo, el panorama no es desalentador, considerando cómo se construyen sociedades del conocimiento apoyadas por la información y la comunicación dentro de una estrategia promovida por la UNESCO (2007), en la cual se centra la atención en “la creación, la preservación y el aprovechamiento compartido de la información y el conocimiento y el acceso a los mismos” (p. 3). Esta estrategia apunta a promover y defender políticas de apoyo a la libertad de expresión y el derecho a la información, para que esta circule y esté al alcance de los sectores marginados y desfavorecidos, como una forma para elevar los niveles de desarrollo.

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la humanidad, al contar con la formación y herramientas para dinamizar procesos de desarrollo. Castells (1999) supone “una nueva sociedad” en la que se dan transformaciones

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Tiempos de TIC en las relaciones de producción, poder y experiencia (p. 374). Así mismo afirma que “la tecnología de la información y la capacidad cultural para utilizarla, son esenciales para los resultados de la nueva función de la producción” (p. 375).

están disponibles para quienes tienen capacidad de compra (Plou, 2012). El modelo mercantilista sigue presente y los países desarrollados ganan más protagonismo que los países pobres en materia tecnológica. Cebrián (2004) afirma que en encuentros como el de Ginebra en 2003, es mayor la participación de mandatarios de naciones desarrolladas y empresarios de multinacionales quienes se encargan de analizar, discutir y ofrecer propuestas para el desarrollo de los pueblos, al amaño de sus intereses. Sobresale el interés de estas naciones por implantar tecnología que impulse mundialmente la sociedad de la información, sin importar que el resultado sea ensanchar la brecha digital e incrementar la desigualdad entre los pueblos en cuanto a informática e infraestructura en materia de telecomunicaciones. Es así como los esfuerzos realizados por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Internacional de Comunicaciones (UIT) entre otras, para establecer políticas en torno al desarrollo de las naciones, quedan permeadas por los intereses de los sectores de mayor desarrollo que cada vez ampliarán más la brecha digital y social.

Compromiso

El reto está en cómo hacer para que logremos frenar la brecha social y digital, cuando las llamadas fuerzas del mercado imponen tecnologías que marcan tendencias y deseos consumistas y sólo

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La labor del comunicador y periodista, que a los ojos de muchos se concentra en acciones exclusivamente mediáticas, va más allá del ejercicio informativo. Somos seres llamados a liderar procesos de cambio que superen las expectativas materiales. En la era de la información y la sociedad del conocimiento, es posible aventurarnos a desarrollar aplicaciones que, sin ser informáticas, sean el resultado del

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Comunicación y Humanidades uso adecuado de las herramientas tecnológicas para generar transformaciones profundas en el marco del respeto y las libertades individuales, que conduzcan a la participación colectiva en la construcción de políticas públicas, la veeduría, el reconocimiento del ser y la apropiación de las TIC para mejorar las condiciones de vida de cada persona. La tecnología de la información se interpreta entonces como una herramienta para lograr procesos productivos, que provienen de la capacidad intelectual inherente al hombre, la cual tiene relación con la gestión del conocimiento que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL (2000) “incluye el conjunto de procesos que gobiernan la creación, diseminación y utilización del conocimiento para su aplicación en la toma de decisiones y en las acciones que se emprenden” (p. 49). En el caso de Latinoamérica, los usos de las tecnologías de la información dependen de las posibilidades de acceso y las limitaciones ante el escaso recurso y las tradiciones de poder. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe – CEPAL - en el marco de la Reunión Regional de Tecnología de Información para el Desarrollo, realizada en Brasil en 2000, estableció en 34 puntos la Agenda de Políticas Públicas, en las cuales marcó la pauta para la transi-

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ción hacia la sociedad de la información y el conocimiento en Latinoamérica y el Caribe, y en ella plantea entre otros interrogantes: “¿Cómo hacer que esa transición sea eficiente y equitativa en países que son, estructuralmente, inequitativos y de baja eficiencia relativa? ¿Cómo lograr que no favorezca exclusivamente a grandes empresas y a los consumidores de más altos ingresos de cada sociedad?”(p. 5) Este texto se propuso trazar ruta para que estos países reconocieran la importancia de las Tecnologías de la Información como herramientas para su desarrollo económico y social. Para el caso de Colombia, en el Plan Nacional de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones–TIC (2008), se reconoció la importancia de las TIC como ejes para la transformación y reconoció la Sociedad del Conocimiento como un modelo de desarrollo. Con este Plan se han asignado los recursos, diseño de estrategias y promoción de la innovación que vienen cambiando las dinámicas administrativas de Gobierno y ofreciendo cada vez más posibilidades de acceso a dispositivos y redes a toda la población. Sin embargo se requiere de más educación, investigación y concientización del uso adecuado de la información para generar el conocimiento que necesitamos para un mejor desarrollo de la Nación.

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Tiempos de TIC Referencias Castells, M. (2009). La era de la información: economía, sociedad y cultura (Vol. 3). Ciudad de México, México: Siglo Veintiuno. Cebrian, M. (2004). Brecha digital entre países ricos y pobres. Revista Mexicana de Comunicación, (Núm. 16), 14-15. Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL. (2000). América latina y el Caribe en la transición hacia una sociedad del conocimiento. Una agenda de políticas públicas. Recuperado de http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/2/4312/lcl1383e.pdf Plou, D. (2012). Sociedad de la información: con derechos y sin exclusiones. Media Development, (2), 15-18. Recuperado de http://eds.b.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/ pdfviewer?vid=5&sid=eb378643-0f57-4066-8434-cd0b52463e55%40sessionmgr112&hid=107 Rodríguez, E. (2013). Las TIC´s y el derecho a las comunicaciones. Bogotá, Colombia: ASUCOM Sen, A. (2000). Desarrollo y libertad. Bogotá, Colombia: Planeta. Ministerio de Comunicaciones República de Colombia (2008). Plan Nacional de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Recuperado de http://www.eduteka.org/pdfdir/ ColombiaPlanNacionalTIC.pdf Urresti, M. (2008). Ciberculturas juveniles. Buenos Aires, Argentina: La Crujía.

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Comunicación y Humanidades

Estridente: caminar con los oídos

Del objeto al paisaje sonoro, una nueva experiencia de ciudad Diana Milena Reyes Arias1 La radio universitaria en tiempos de convergencia necesita repensarse. El discurso radiofónico parece abrirse a nuevas posibilidades narrativas y es esta necesidad de pensar la radio universitaria como escenario de exploración en el lenguaje radial, la que nos hace volcar la mirada al sonido como materia para diversos ‘objetos sonoros’. Así, nuestra experiencia urbana nos hace pensar en la radio universitaria y su posibilidad de mostrar, desde un rompimiento en su estructura, una alternativa para generar una experiencia de ciudad a través del sonido. Al surgir la posibilidad de caminar la ciudad desde los oídos, es clave preguntarnos si ¿el ‘objeto sonoro’ en la radio universitaria genera otra forma de escuchar la ciudad?, ¿y si esa mirada sobre la misma tiene lugar en el paisaje sonoro? Es por eso que esta ponencia busca resaltar el rol del ‘objeto sonoro’, propuesto por Pierre Schaeffer, como posibilidad de experi1 Comunicadora Social. Profesora del Área de Lenguaje Audiovisual del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. mile.reyes@ gmail.com

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mentación en el discurso radiofónico apuntándole a una manera diferente de escuchar la ciudad de manera colaborativa. Por ‘objeto sonoro’ entenderemos: “… todo fenómeno sonoro que se perciba como un conjunto coherente, y que se oiga mediante una escucha reducida que lo enfoque por sí mismo, independientemente de su procedencia o significado” (Schaeffer, citado en Chion, 1999, p. 300). En esa medida, el ‘objeto sonoro’ será abordado a través de los tipos de escucha que plantea Schaeffer, y retoma Chion, relacionándolo con el paisaje sonoro, permitiendo hallar puntos de reflexión en la apuesta de experimentar la ciudad en el cambio de la rutina radial. La ciudad será abordada desde Armando Silva para ponerla en relación con el paisaje sonoro como lo tematiza Julian Woodside. Este proyecto, que tiene lugar en el Programa de Comunicación Social de la Universidad de Manizales, involucra, inicialmente, al público estudiantil para que viva la ciudad por medio del sonido, registre sus audios y éstos no sólo sean parte de los archivos sonoros de Manizales, sino narraciones de su percepción de la misma.

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Nueva experiencia de ciudad Rastreos teóricos Pensar el sonido como ‘objeto sonoro’ es una apuesta que Chion trae desde Schaeffer y que nos permite experimentar con el lenguaje radiofónico a través de la pregunta: ¿cómo es posible generar, a través de la radio universitaria, una experiencia de ciudad? La ciudad, a partir de las identidades urbanas propuestas por Silva, se construye desde el otro y por ello es “comprendida como red simbólica en expansión permanente”. Silva propone así que “Se puede ser urbano sin vivir en un casco citadino. El mundo se urbaniza sin pasar por los cascos físicos debido a los efectos de los medios, de las tecnologías” (Silva, 2005). Y si es así, desde el sonido se

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pueden crear paisajes que permitan caminar lo urbano en una tele-presencia, en palabras de Silva. Los sonidos de las ciudades pueden llegar al lenguaje radiofónico generando una experiencia de ciudad.

‘Objeto sonoro’ y ciudad —Cuando regreses al Poniente, ¿repetirás a tu gente los mismos relatos que me haces a mí? Yo hablo, hablo —dice Marco— pero el que me escucha retiene sólo las palabras que espera. Una es la descripción del mundo a la que prestas oídos benévolos, otra la que dará la vuelta de

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Comunicación y Humanidades los corrillos de descargadores y gondoleros en los muelles de mi casa el día de mi regreso, otra la que podría dictar a avanzada edad, si cayera prisionero de piratas genoveses y me pusieran al cepo en la misma celda junto con un escritor de novelas de aventuras. Lo que comanda el relato no es la voz: es el oído (Calvino, 1972, p. 58). Los sonidos de la ciudad pasan por nuestros oídos de manera inerte, si no hay en su interior algo que nos llame la atención, porque aunque el oído no tenga párpados como los ojos, aun así puede ser selectivo. En la medida que se le presta o no atención a lo que suena se puede pensar en su capacidad de cerrarse o abrirse. La ciudad como red simbólica alberga muchas relaciones con los fenómenos que la habitan; un caso concreto es el ‘objeto sonoro’ que es causal en la medida en que su presencia es consecuencia de la misma ciudad. Pero no debe confundirse esta sensación de sonido con aquel molesto o incomprensible que se denomina ruido, ni de la fuente que produce el sonido, tampoco de una grabación. Entendemos que el sonido está compuesto por ‘objetos sonoros’, los cuales son “todos los fenómenos sonoros que se perciban como un conjunto coherente, que se oye mediante una escucha reducida, independientemente de su procedencia o significado” (Schaeffer, citado en Chion, 1999, p. 300). Es decir, que en esa medida el ruido no es un ‘objeto sonoro’ porque no se percibe como un conjunto coherente de sonidos. Éstos, los objetos, son la proyección de la mente en la realidad de ciudad y dicha percepción es múltiple, variada.

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En este ejercicio el universo sonoro de ciudad se presenta en “una red de elementos resultado de las operaciones sintácticas y morfológicas que definen los fenómenos auditivos” (Schaeffer, 1988, p. 187). Es decir, como ‘objetos sonoros’ hacen parte del ejercicio de percepción y se constituyen dentro de lo que Silva (2003) denomina ciudad: “Una red simbólica, porque en todo momento es urbanizada y la urbanización se da en redes… En esa medida digamos que los imaginarios urbanos no están en un pedazo de tierra, sino en lo que anima a una representación grupal” (p. 197). Entonces, como en un silogismo, el ‘objeto sonoro’ conforma el universo sonoro, el cual, a su vez, se halla en la ciudad que entreteje redes de símbolos. Sin embargo, es claro que la percepción siempre es diferente y el número de identidades y redes que se tejan en una ciudad se equipararía a las posibilidades de percepción de los ‘objetos sonoros’ de la misma. Con base en lo anterior, puede decirse, entonces, que en este proyecto el ‘objeto sonoro’ es un conjunto coherente que permite relatar historias, pero también es una red que permite construir escenas, paisajes y enlazar la ciudad a través de la escucha reducida propuesta por Schaeffer y que sólo es posible construir a través del trabajo colaborativo en la radio universitaria sin temor a vincular características del radio arte o rompimientos en su programación rutinaria. Practicar la escucha consciente permite que el ‘objeto sonoro’ aparezca en nuestra mirada, pero ¿qué es una escucha consciente? A primera vista el acto de escuchar ya es un acto consciente. Pero el ‘objeto sonoro’ tiene diferentes maneras de percibirse; de manera causal

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Nueva experiencia de ciudad buscamos el origen del ‘objeto sonoro’ o de manera semántica tratamos de entender qué es lo que se dice, pero en la escucha reducida que proponemos para abordar el ‘objeto sonoro’ de la ciudad “se hace voluntaria la abstracción de las dos escuchas anteriores. La escucha reducida es la que toma el sonido, ya sea verbal, musical o realista, como un objeto de observación en sí mismo, en lugar de atravesarlo y de apuntar a través suyo hacia otra cosa” (Chion, 1993, p.30). En este tipo de escucha se incluyen de manera implícita las dos anteriores porque el oyente no está preparado para comprender el sonido en sí mismo, sin juzgarlo por su causa y en ocasiones por su mensaje. Por eso es tan difícil practicar esta escucha de manera independiente y consciente. Esto hace que la escucha reducida de lo cotidiano se utilice como medio para un fin, no como si ésta fuera el fin en sí mismo. Aún así, ¿por qué abordar la ciudad desde sus objetos sonoros buscando en la escucha reducida la presencia del paisaje sonoro?

Escuchar el paisaje Se presenta un problema común a muchas sociedades en Occidente y es la incapacidad de oír lo que nos rodea. Somos sordos porque aunque el sonido, como se dijo al principio, sea invasivo, descartamos un sonido después de diez segundos de permanencia sin ninguna alteración física. Nuestro tímpano, por la contaminación auditiva, la guerra de volumen en donde el que hable más alto es quien gana, nos da como resultado que oímos mucho menos, que habitamos ciudades bullosas y somos ciudadanos

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ensordecidos. Berenguer (1999) expone que: Los integrantes de la cultura del ruido oyen mucho menos de lo que hubieran podido oír, ya que su margen dinámico de escucha es mucho menor de lo que su propia naturaleza les permite. Parece contradictorio que una cultura como la nuestra, que tanta importancia da a la música –tradicionalmente la llama arte de los sonidos–, someta a sus integrantes a situaciones claramente determinantes del deterioro creciente de los canales perceptivos por los que la información sonora accede a sus mentes (p. 236). El paisaje sonoro, a través de la escucha reducida, convoca a la función estética del sonido. Es necesario comprender que la escucha es activa, y que la percepción implica una acción, una experiencia de conciencia expandida de la realidad más allá del propio deseo. Claramente, el paisaje sonoro es un ‘objeto sonoro’ complejo compuesto de imágenes sonoras capaces de retener una realidad perceptiva sobre la cual se proyecta una experiencia subjetiva, pues no busca reemplazar la realidad; es, en otro sentido, representación al interior de un proceso consciente de percepción. ¿Es entonces el registro sonoro de un paisaje igual a un paisaje sonoro? El registro sonoro no es igual a paisaje sonoro. Lo que hace que éste se transforme en paisaje es el ejercicio de la mirada sobre él gracias a que el sonido en el paisaje sonoro construye presencia; es decir, el paisaje se convierte en una representación de la realidad

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Comunicación y Humanidades que puede contener otros afectos más allá del acto de escuchar. El paisaje puede evocar momentos y lugares. Es una totalidad con ‘objetos sonoros’ que construyen relaciones dinámicas y evolucionan en el tiempo, al igual que las ciudades. Por eso podemos plantear que el sonido ayuda a comprender el mundo en el que vivimos. Para Schaeffer (citado en Woodside, 2008) el paisaje sonoro va más allá de una composición sonora, pues posee cargas simbólicas; es decir, la disposición de cada objeto sonoro hace parte de una escucha semántica. Él lo define como: “Cualquier campo acústico que pueda ser estudiado como un texto y que se construya por el conjunto de sonidos de un lugar en específico… Es un espacio determinado en donde todos los sonidos tienen una interacción, ya sea intencional o accidental, con una lógica específica en su interior” (p. 239).

archivar buscamos reflexionar sobre el rol del ‘objeto sonoro’ en el paisaje. Atreviéndonos entonces a hablar de un imaginario del objeto, el cual, en nuestra apuesta, es la libertad de quien escucha su percepción del paisaje. Permitiendo, así, un espacio para la reflexión en el ejercicio de escuchar. Pero ¿cuál es el papel de la radio universitaria frente a este fenómeno? Debido a la guerra del volumen las emisoras universitarias deberían promover la

El sonido, a través de su posibilidad de narración en el paisaje sonoro, reconstruirá el lugar en su tránsito por él, permitiendo, a quien escucha, generar una polisemia de interpretaciones frente al mismo y posibilitando una experiencia íntima con los ‘objetos sonoros’ propios del espacio. Este ejercicio considera que el paisaje sonoro es una manera de abordar la ciudad de Silva en donde los imaginarios urbanos: “No son sólo representaciones en abstracto y de naturaleza mental, sino que se “encarnan” o se “incorporan” en objetos ciudadanos que encontramos a la luz pública y de los cuales podemos deducir sentimientos sociales como el miedo, el amor, la ilusión o la rabia” (Silva, 2003, p. 43). Estos sentimientos, continúa Silva, son archivables. En nuestro caso, más que

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escucha activa, en palabras de García (2013): “La materia sonora, invisible e impalpable pero no por ello menos real. Surge de manera evidente, una razón para madurar socialmente; no se trata de “volver al campo”, entre otras cosas porque el referente de silencio no está allá, sino de reclamar un cambio de ac-

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Nueva experiencia de ciudad titud en el ser humano y en la sociedad, acorde con nuestras proporciones y en función de nuestra calidad de vida, la cual y de manera natural debería mejorar con el tiempo” (p. 166). Es allí donde la radio universitaria puede prestarse como escenario de experimentación, pues es cierto que ya la ciudad no se reduce al aspecto de estructuras, de lo físico, sino de las tele-presencias que la radio puede activar de manera consciente y comprometida.

Estridente, la voz de la ciudad El propósito fundamental de la emisora UM Radio, adscrita a la entonces Facultad de Comunicación de la Universidad

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de Manizales (1998-2004), era mostrar sonoramente la ciudad –a través de espacios de expresión y reconocimiento de las diferencias culturales–. Tenía como empresa que la ciudad adquiriera valores como la tolerancia, asegura Eliana Herrera coordinadora de la programación de la emisora de la Universidad de Manizales en esa época. Pues bien, recordando este propósito, conscientes que actualmente la radio se transmite en diferentes plataformas y

que “…a pesar de esta situación la radio no morirá sino que seguirá expandiéndose en cuanta plataforma o formato aparezca, sean teléfonos móviles, pequeños dispositivos electrónicos o redes informáticas” (García, 2013, p. 171), nace Estridente. Este proyecto tiene la necesidad de comprender el fenómeno

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Comunicación y Humanidades de la guerra del volumen y la escucha pasiva para hacer un llamado de atención a través de un trabajo colaborativo y de las maratones sonoras que buscan que los estudiantes escuchen su ciudad. Estos ejercicios buscan acercar al oyente a nuevas maneras de construcción sonora como paisajes sonoros naturales, pero en contextos diferentes que rompan con la programación y le permitan tener una experiencia de ciudad a través del lenguaje radiofónico. Aún el proyecto está en sus fases iniciales. Sin embargo Estridente parte del principio que sólo un sonido nuevo

llama nuestra atención. Por eso apuesta por los sonidos cotidianos de la ciudad y configura los paisajes con la intención de romper la escucha pasiva, la rutina de programación y hacer un llamado a la escucha activa. Con ello permite que quien escucha tome sus propias decisiones sobre el paisaje sonoro que le es entregado. En esta primera fase el trabajo colaborativo hace que sea posible soñar con un futuro en que sean los habitantes quienes construyan sus paisajes y deseen romper su rutina a través de la experiencia sonora de la ciudad.

Referencias Berenguer, J (1999). Paisaje sonoro. Recuperado de: http://www.sonoscop.net/sonoscop/ soundscape/ Chion, M. (1999). El sonido: música, cine, literatura. Barcelona, España: Paidós. Entrevista a Armando Silva (2011). “Ser santiaguino o porteño es, primero, un deseo”. Recuperado de: http://www.bifurcaciones.cl/004/Silva.htm#1pie García, R. (2010) Conciencia sonora. Revista Artefacto, núm. 14. Woodside, J. (2008). La historicidad del paisaje sonoro y la música popular. Recuperado de http://www.sibetrans.com/trans/a106/la-historicidad-del-paisaje-sonoro-y-la-musicapopular

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Comunicación y Sociedad

Responsabilidad social y comunicación Pretextos y tendencias para el debate Alberto Bedoya1 En esta ponencia se analiza el tema de la Responsabilidad Social que, hoy, acapara la atención tanto de la academia como del espacio empresarial, por la trascendencia y la importancia que reviste en un momento de cambio, de crisis, de ajuste, de incertidumbre, de duda y en muchos casos de oportunismo. La Responsabilidad Social se enmarca dentro de un concepto que trasciende el simple accionar de las organizaciones frente a sus grupos de interés. Es precisamente aquí donde se desdibuja el actuar de las empresas, al considerar que solo son responsables, si se ajustan a estándares y a los diferentes principios rectores. Todas esas entidades deben cumplir con la ley, acatar, observar y dar estricta cuenta de las normas legales, laborales, medioambientales y de otra índole. Sin embargo su responsabilidad social no se agota en este plano normativo. Debemos tener presente que la Responsabilidad Social supera el simple acto de cumplir con las obligaciones. Es un 1 Comunicador Social y Periodista. Licenciado en Filosofía. Profesor del Área de Estructuras Sociales del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. abc@umanizales.edu.co

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compromiso voluntario, el cual supera los cánones legales y,���������������� más aún, ������ transversaliza las estrategias comerciales de la empresa, para impactar en lo social, lo económico y lo ambiental. Para lograr mayor claridad sobre este tema es significativo hacer referencia a que el ser humano se ha convertido en el centro de unos determinados intereses, objetivos, propósitos e iniciativas que redundan en beneficio propio o de un conglomerado sea empresarial o de otra índole. Pero las personas y las sociedades no solo se consideran agentes económicos sino, principalmente, sujetos históricos, lo que genera una especial connotación. Tradicionalmente se ha pensado que las empresas se crean para producir bienes y servicios que deben satisfacer unas necesidades, en especial de los consumidores, y que generan utilidades o dividendos, por la interrelación entre los propietarios, los trabajadores, además de unos recursos naturales y ambientales. Sin embargo, se puede establecer que el propósito central de la empresa no es la ganancia, sino que su fin traspasa esta frontera para determinar un servicio requerido por la sociedad. Cuando se hace referencia al entorno y lo ambiental, es importante señalar el establecimiento de unas nuevas relacio-

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Comunicación y Humanidades nes, teniendo en cuenta que antes solo predominó el rendimiento y la ganancia. De hecho, en el pasado, se imponía la visión de las enormes utilidades por encima de otros intereses, aún de los trabajadores, de la comunidad y en especial del ambiente. Por ello la responsabilidad social incluye nuevos agentes y escenarios, tales como la sociedad civil o el medio ambiente Las organizaciones hoy impactan de manera positiva en las comunidades. Contribuyen a mejorar la calidad de vida de sus integrantes, de sus colaboradores y de sus grupos de interés; además de ser las mejores aliadas para el desarrollo local, regional y, aún, nacional, desde lo social y medioambiental, cuando tienen un alto sentido de Responsabilidad Social. Nuevos comportamientos empresariales han aflorado en los últimos lustros gracias a mentalidades comprometidas con lo ambiental (por citar un ejemplo que amplía el papel de la empresa). Su fin, en este caso, es hacer frente a desastres naturales, a la contaminación, al calentamiento global, al igual que otros fenómenos que tienen efectos en el hábitat y medio ambiente para todas las comunidades. Consecuentemente existe una nueva mirada que conlleva otro tipo de comportamiento por parte de las organizaciones. Se ha hecho necesario que éstas adopten compromisos que permitan mejorar la productividad y la competitividad de la organización, al igual que establecer beneficios directos con todos aquellos grupos de interés, en especial los involucrados en las comunidades permeadas, intervenidas o influenciadas por las organizaciones (tanto desde el punto de vista social como ambiental).

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Empero, no todas las organizaciones han respondido a las exigencias trazadas en relación con los nuevos retos o compromisos frente al entorno y a las comunidades. Por eso, se hace necesario fijar algunas pautas que permitan mejores resultados. Una de ellas tiene que ver con las acciones filantrópicas, las cuales no son otra cosa que prácticas encaminadas a obsequiar o donar dinero, servicios y bienes a personas y, también, organizaciones debidamente constituidas con un fin altruista u humanitario. Tales acciones, infortunadamente, solo han generado relaciones paternalistas que no han impactado positivamente a las comunidades, y por el contrario han producido dependencia y subordinación. Otras pautas que emergen son las correspondientes a las acciones de inversión social, destinadas directamente a la comunidad y con las cuales la empresa busca mejorar la imagen o la reputación. Esto ha de generar lealtad por parte de la comunidad hacia su benefactora. Por último aparecen las denominadas prácticas de Responsabilidad Social empresarial que involucran a trabajadores, al medio ambiente, a la comunidad, a la misma empresa y a la sociedad en un proceso que reclama ambientes de confianza y compromiso. Ahora bien, tras este panorama, la responsabilidad social ha dejado gradualmente de ser concebida como una acción filantrópica de la organización para centrar su atención en la gestión de los denominados grupos de interés, tal como lo evidencia Caravedo, citado por Vives y Peinado-Vara: La responsabilidad social se convierte en un esfuerzo para lograr que las organizaciones cambien su forma de actuar y de adoptar decisiones para mejorar sus aportes y sus relaciones con la sociedad y el entorno natural

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Comunicación y Sociedad y búsquedas encausadas en un objeto social y con objetivos comunes. Una organización conjuga los objetivos personales de sus integrantes con el objeto social y los objetivos de la misma, enfatizan los dos compiladores (2003, p. 307).

(2011, pp. 33-43). Ello se hace evidente en el diálogo, el saber escuchar y, por consiguiente, en el fortalecimiento de la comunicación entre organizaciones y todos los demás agentes sociales.

El significado de la organización Las organizaciones son creaciones sociales capaces de crear nuevos significados en el ámbito al que pertenecen. Se pueden entender como la interacción e integración de personas, cosas y procesos que, de acuerdo con Múnera y Sánchez, bajo un control legal, tienen como propósito la trasformación de productos y servicios, agregándoles valor (2003, p. 44). Las organizaciones son agrupaciones en las cuales las personas buscan un espacio de desarrollo, expresan Múnera y Sánchez. Agregan además que la organización es la unión de voluntades

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Por su parte Chiavenato, cuando habla de la organización, se refiere a un medio eficiente capaz de satisfacer un gran número de necesidades humanas (2001, p. 43). Sostiene que la organización surge de la necesidad de cooperación y está compuesta por dos o más personas que establecen relaciones recíprocas para alcanzar objetivos comunes a partir de una sinergia, es decir, un trabajo conjunto (2001, p. 44). Si se quiere abordar la empresa, debe tenerse en cuenta que está compuesta por personas que buscan reunir e integrar recursos humanos y no humanos, como recursos financieros, físicos y tecnológicos, para alcanzar los objetivos de auto-sostenimiento y de lucro mediante la producción y la comercialización de bienes o servicios. La organización es social “porque es creada por personas; es social porque sus procesos son llevados a cabo por personas; y es social porque sus beneficiarios son personas” (p. 30).

Asomo a una discusión Establecer una definición de Responsabilidad Social Empresarial definitiva es arriesgado, como consecuencia de las diversas miradas, los intereses,

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Comunicación y Humanidades las expectativas que abarcan el tema. Cada vez este campo despierta un enorme interés, ocupa la atención y exige rendición de cuentas y de resultados. De acuerdo con el Anuario sobre Responsabilidad Social Empresarial en España: “las organizaciones ejercen su responsabilidad social cuando prestan su atención a las expectativas que tienen los diferentes grupos de interés” (2003, p. 8). Toda organización, en un sentido responsable, toma en cuenta directrices y planteamientos de la “Organización Internacional del Trabajo”. Por ejemplo, los Derechos Humanos entran en escena, se adoptan códigos de conducta, existe libertad de asociación, se oficializan los horarios y las jornadas de trabajo, se hace frente a la explotación del trabajo infantil, al tiempo que se establecen parámetros sobre la importancia de la salud, la participación, formación, capacitación y medio ambiente. Todas esas son iniciativas del sector privado, alejadas en buena parte del Estado. Sin embargo en 2003, los ministros de Economía del denominado G8 se comprometieron a impulsar y respaldar aspectos inherentes a la responsabilidad social, mejores prácticas de gobierno corporativo, declaración de eficiencia y trasparencia en los mercados, calidad de la información financiera y lucha contra la corrupción. Al mismo tiempo la Organización de las Naciones Unidas aprueba los principios universales en áreas de derechos humanos, derechos laborales, medio ambiente y corrupción, como parte del Pacto Mundial de Naciones Unidas. Todo ello ofrece un panorama de cómo el tema toca diferentes sectores, códigos, agentes. Es claro que los elementos que definen la Responsabilidad Social tienen

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que ver con el desarrollo sostenible, el respeto a los Derechos Humanos, la colaboración con la comunidad, la formación de los trabajadores, la salud y la seguridad social. A ello se suma un buen gobierno corporativo, sistemas de gestión, difusión de políticas corporativas hacia socios, proveedores y consumidores, y políticas públicas. La trasparencia tiene de la misma forma cabida para dar a conocer a los grupos de interés el impacto real de las políticas y sistemas de gestión de las empresas. Un acercamiento al concepto de Responsabilidad Social ya formalizado se halla en el Anuario sobre Responsabilidad Social Empresarial en España, que dice que: “…es el medio para que las empresas contribuyan a una mejora social, un medio ambiente más limpio, expresando esta responsabilidad frente a los trabajadores y todos los demás grupos de interés de la empresa” (2003, p. 16). En esta línea pueden verse algunos otros referentes como los siguientes. La investigadora Sandra Idrovo sostiene que: “…la empresa cumple con la Responsabilidad Social Empresarial cuando hace bien lo que hace y cuando transmite esos valores, de manera responsable a la sociedad”. Valenzuela, a su turno, se pronuncia en el sentido de que la Responsabilidad Social es el compromiso con la satisfacción de las necesidades de medio ambiente, de la sociedad y de los trabajadores (2005, p. 239). También el ‘Pacto Global’ afianza el nuevo desafío mundial, oficializado en Davos-Suiza en 1999, y determina que las empresas y los empresarios deben ser socialmente responsables, respetar los derechos humanos, el medio ambiente y la eliminación del trabajo infantil, al tiempo que deben brindar oportunidades

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Comunicación y Sociedad laborales, luchar contra la corrupción y mantener un alto nivel ético. Para la docente antioqueña de la Especialización en Comunicación Organizacional de la Universidad de Manizales, María Fernández Villa, la Responsabilidad Social, es “la obligación moral que adquiere una organización de contribuir a la satisfacción de las expectativas creadas a partir de su relación con los sectores con los cuales debe interactuar para el cumplimiento de su razón social” (p. 36). Los autores referidos coinciden en varios de los elementos relacionados, como el caso de un medio ambiente limpio, los valores, el diálogo y la responsabilidad frente a los trabajadores y a otros grupos comprometidos. Es decir, son varios los escenarios y los actores que enmarcan un concepto como el de la Responsabilidad Social. Entre tanto, Colombia es líder en Responsabilidad Social Empresarial, anota el representante de los empresarios latinoamericanos en el Comité Mundial del Pacto Global de las Naciones Unidas, Guillermo Carey. Dice que en el país es donde mayor compromiso existe, tanto del gobierno como del sector privado en esta materia. “El futuro de la RSE en Colombia es ejemplar”, declara el empresario internacional (Citado en Sierra, 2007 p. 289). Sin embargo, ‘En Colombia todavía no existen empresas socialmente responsables’ es el título de una nota informativa aparecida en el periódico económico de circulación nacional La República. Claudia Toca, Jesús Carillo y Merlin Gruesso, autores del libro Responsabilidad Social Empresarial, análisis desde diversos enfoques, confirman este duro titular ya que aseguran que el concepto está ma-

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linterpretado en el país y que realmente aún no existen compañías socialmente responsables. El diario recoge el criterio de los autores en el sentido de que una empresa socialmente responsable debe ser identificada como tal por la sociedad. Expresan que actualmente la responsabilidad social ha sido distorsionada o mal interpretada e incluso ‘autoasignada’ entre las empresas. “Más que una etiqueta de una institución debe ser ese reconocimiento que le dan los diferentes públicos de interés de una compañía. Más que un slogan interno es una actitud frente a las dimensiones económica, social y ambiental” (2012, p. 20). Agregan que la empresa responsable es aquella que va mucho más allá de cumplir la ley. Destacan que en Colombia los empresarios saben qué es filantropía, qué es caridad y qué es RSE. Pero le dicen a la sociedad que todo lo que hacen es RSE, cuando no es cierto. Expresan, también, que existen experiencias que pueden ser tildadas de vergonzosas, como es el caso recordado de la multinacional Drummnond que arrojó varias toneladas de carbón al mar en la histórica y emblemática ciudad de Santa Marta en el Caribe.

La Responsabilidad Social Universitaria Los centros de enseñanza superior juegan un papel destacado en el tema y por ello es importante subrayar el trabajo que en tal sentido se lleva a cabo en la Especialización en Comunicación Organizacional del Programa de Comunicación Social y Periodismo, adscrito a la Facultad Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Manizales. Se acaba de poner circulación el libro ‘Comunica-

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Comunicación y Humanidades ción Organizacional: Nuevas preguntas para nuevos desafíos’, editado por el Centro Internacional de Estudios de la Comunicación para América Latina (Ciespal), bajo la coordinación del experto Fernando Véliz Montero. La publicación recoge varios capítulos elaborados por los docentes del referido posgrado en materia de Responsabilidad Social; así mismo un proyecto de investigación en tal campo y varias ponencias en diferentes escenarios. También, hay que señalar que el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, con el apoyo de los gobiernos de Noruega y Canadá, impulsa desde el 2002 la denominada toma de conciencia sobre la responsabilidad social universitaria conocida por las siglas RSU. Este aspecto, considerado de vital importancia por el BID, implica promover la reflexión integral y analítica de la universidad sobre la manera en que responde a las necesidades de la sociedad a través de su misión. A partir de esa reflexión, se identifican espacios para mejorar su contribución al desarrollo económico, político y social. En otras palabras, sostiene el BID, la Responsabilidad Social ayuda a la universidad a reconectarse con el contexto social y a reencontrar su identidad (Vallaeys et al., 2009, p. 1). La Responsabilidad Social es también una nueva forma de transformación, producto de las nuevas tecnologías, de los avances de la ciencia, de los progresos del ser humano, de los nuevos dispositivos, de las redes sociales y, por consiguiente, de la comunicación. En todo este proceso que se analiza o se propone, es significativo considerar, como antes se sugería, lo ambiental y la presencia de la comunidad como otro de los soportes que involucran la organización y “las organizaciones también

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comunican” (Véliz, 2012, p. 99). Aquí la comunicación articula, compromete y, además, dispone de escenarios de actuación y realización, habida cuenta de lo que representa para los participantes, esto es, crecimiento, innovación, negociaciones, acuerdos, participación, motivación al igual que la escucha. Lo anterior refleja que la responsabilidad social es rentable, contribuye al mejoramiento de la calidad de vida de distintos sectores y al mismo tiempo propicia un desarrollo equitativo. De igual manera, asegura el liderazgo, bien común, prácticas responsables, compromiso y buena gestión, derivada, esta última, de la rentabilidad y la responsabilidad. Todo esto es parte de la razón por lo que la sociedad les ha permitido su presencia o su incorporación. Aquí juegan un papel muy importante los grupos de interés como actores claves que condicionan su existencia y su posibilidad de crecimiento.

El pretexto de la comunicación En todo este panorama la comunicación debe estar presente, y lo estará, en la medida en que se entienda que es un campo estratégico esencial. Su objetivo es lograr una comprensión común, establecer un proceso en el cual opere de manera abierta, sea clara y se centre en la organización y en los grupos de interés, como en la correspondencia de las acciones con las demandas o las exigencias de la realidad a partir de un trabajo estratégico. Cuando se hace alusión a la estrategia se trata, como lo señala Véliz Montero, de repensar cómo cumplir con los nuevos desafíos “y desde ahí, materializar acciones planificadas para el cumplimiento de

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Comunicación y Sociedad con Responsabilidad Social, según lo advierte Scheinsohn (2009, p. 11). Así, la comunicación estratégica pretende, según el autor, ser la respuesta para los nuevos desafíos de la organización, por lo que se convierte en el complemento o el componente idóneo de las nuevas realidades de esas mismas organizaciones. La comunicación, también, es el territorio de las posibilidades, expresa Manucci (2004, p. 16), quien afirma que comunicarse no es transmitir mensajes, sino algo mucho más complejo que no termina en palabras y que a veces no alcanza con palabras. El autor va más allá y califica o denomina la comunicación como “un eje estratégico en la definición del espacio y el tiempo” (p. 32). Al establecer una relación con las organizaciones, la comunicación se convierte en el proceso por el cual los miembros reúnen la información pertinente acerca de su organización y de los cambios que ocurren en ella para transformarla. la meta. Percibir estratégicamente la realidad es sumar posibilidades de éxito en el tránsito de un escenario a otro” (2012, p. 233). La comunicación efectiva, al transversalizar la Responsabilidad Social, se caracteriza porque sus directivos hacen lo que dicen. Esto es lo que D’Aprix llama “decir mucho/hacer mucho” (1999, p. 63). El mismo autor indica que “el verdadero desafío es hacer de la comunicación un sistema de conducción con el énfasis puesto en la estrategia y el contenido del mensaje, que se rinda cuentas por los resultados del proceso y la capacitación para la tarea” (p. 140). Esto, además, es un factor clave y un valor diferencial fundamental para todas las organizaciones en lo que toca

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La comunicación es una actividad crucial, sostiene Caravedo (2011, p. 336). Dice además que de ésta depende la congruencia de la organización. Manifiesta que uno de los elementos clave para la comunicación está relacionado con los reportes de sostenibilidad, si bien no es el único mecanismo comunicativo que tiene la organización. Este permite dar cuenta a todos sus grupos de interés, de sus esfuerzos y de sus resultados. Expresa con toda claridad que “los reportes hacia dentro y hacia fuera de la organización motivan al personal, generan credibilidad y confianza con las partes interesadas, transparentan a la organización; y, desde luego, al darle más herramientas a directivos para administrar sus recursos y procesos, corregir sus procedimientos además de proporcionar pautas para ordenar

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Comunicación y Humanidades y analizar la información, realizar las correcciones procesales y de políticas necesarias para asegurar prácticas socialmente responsables” (p. 336).

evaluaciones, canales de comunicación continúa.

La presentación de informes, campañas de relaciones públicas, cabildeos, la información que fluye de forma conocida y reconocida por los diferentes estamentos, determinan una serie de acciones que privilegian precisamente los alcances de la Responsabilidad Social. Resulta aconsejable destacar la necesidad de que tanto la comunicación como la Responsabilidad Social, se gestionen de manera transversal, facilitando procesos y un accionar que encare tal compromiso, para que sirvan también de complemento directo con la organización.

Por último es necesario dejar abierto el debate sobre el tema propuesto y señalar que la Responsabilidad Social se puede considerar todavía un campo en construcción. No obstante ya tiene un amplio terreno ganado en muchas organizaciones. Este nuevo espacio irrumpe en diversos estamentos que ya empiezan a rendir cuentas de los impactos de su misión de formación, investigación y participación en la sociedad. Asumir la responsabilidad social es, para las organizaciones, un proceso permanente de mejora continua, el camino hacia un horizonte que nunca se puede alcanzar en su totalidad, más cuando ninguna entidad puede autoproclamarse socialmente responsable, pero ������������������������� todas pueden responsabilizarse por sus vínculos e impactos sociales (Vallaeys et al., 2009, p. 1).

La comunicación será en definitiva un proceso liderado por la alta dirección o la alta gerencia en forma cohesionada que permita acciones y procesos frente a temas sociales y ambientales, la construcción de conocimiento, fortalecimiento de capacidades, competencias, compromisos, sentido de pertenencia y liderazgo, para generar organizaciones más comprometidas. Su fin es propiciar la participación de los grupos de interés: comunidades, sociedad civil organizada, organizaciones no gubernamentales, familias de los trabajadores, líderes de opinión, generaciones futuras, accionistas, empleados, clientes y proveedores, competidores, gobierno, inversionistas, medios de comunicación, asociaciones gremiales, sindicatos. Es decir, busca lo que algunos expertos llaman ‘públicos interesados’ y que resultan ser personas, grupos, organizaciones y asociaciones que demuestran atención por la entidad, toda vez que se genera impacto. Se suma el establecer relación de diálogo de forma periódica y actualizarse siguiendo el plan estratégico, consultas, encuestas,

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El debate está abierto

Si bien muchas organizaciones no tienen en su plan de desarrollo una política explícita de Responsabilidad Social Empresarial, sí adelantan acciones que pueden catalogarse bajo esta denominación dado que benefician a los grupos de referencia internos y externos, así como al entorno en el cual se encuentran inmersas y por ende generan credibilidad y confianza entre sus grupos de interés. Esto, a su vez, se afinca en una nueva manera de responder a los compromisos adquiridos con el entorno, a reflexionar frente al papel que deben cumplir, a propiciar derroteros orientados a propender por espacios académicos, culturales, de participación. Todo ello abarca la Responsabilidad Social, la cual exige de las organizaciones que se piensen y se aprendan de sí mismas para el bien de la sociedad.

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Comunicación y Sociedad Referencias Chiavenato, I. (2001) Introducción a la teoría general de la administración. Ciudad de México, México: MacGraw-Hill D’Aprix, R., (2009). La comunicación para el cambio. Barcelona, España: Ediciones Granica. Fernández Collado, C. (2002), La comunicación en las organizaciones, México: Editorial Trillas. Manucci, M. (2004) Comunicación corporativa estratégica, Bogotá, Colombia: Corcas Editores Limitada. Medina, P. (2012). En Colombia todavía no existen empresas socialmente responsables. Diario Económico: La República, marzo, 14. Munera, P. y Sánchez, U. (2003) Comunicación empresarial una mirada corporativa. Medellín, Colombia: Colección Hermes. Scheinsohn, D. (2009). Comunicación estratégica. Buenos Aires, Argentina. Ediciones Granica. Sierra, J.E. (2007). Responsabilidad social empresarial. Bogotá, Colombia: Panamericana. Vallaeys, F., de la Cruz, C. y Sasia, P. (2009), Responsabilidad social universitaria: manual de primeros pasos. Ciudad de México, México: McGraw Hill. Véliz Montero, F. (2012). Comunicar. Construyendo diálogos estratégicos en 360° para organizaciones del nuevo siglo. Barcelona, España: Gedisa.

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Hacer lugar, crear espacio

‘Habitancias’ estéticas urbanas en el barrio San José de Manizales María Andrea Gómez Gómez1 La presente ponencia se deriva de un de una investigación que lleva un proceso de estudio y práctica de ya casi dos años. En un comienzo la inquietud giraba en torno a las posibilidades que, como profesiona1 Comunicadora Social y Periodista. Profesora del Departamento de Humanidades adscrito a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Manizales. mariandreago@ hotmail.com

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les de diferentes disciplinas, teníamos para intervenir estética y artísticamente el espacio público de la ciudad, concentrados en el movimiento urbano, es decir, en la vida de las personas que habitan la calle en tanto que principal escenario social de tránsito, encuentro e intercambio de aquellos sujetos a quienes solemos llamar “ciudadanos”. Comprender el significado del espacio implicó dos fases del estudio: por un lado, lo que para la administración del suelo es normatizado como “espacio

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Estéticas urbanas público”, en cuanto determinaciones políticas y estructuralmente económicas que rigen la división y apropiación de la tierra atribuyéndose sobre ella el derecho a decidir quien la ocupa o quien la compra y quien tiene que desalojarla y vender. En este caso, poder vivir como investigadora esa realidad violenta que imponen Planes de Renovación Urbana tras leyes globales sobre la apropiación y división de la tierra, evidenciando a su paso arrasador una lógica de privatización, alquiler y especulación financiera donde quienes pierden, de principio a fin, son los sujetos comunes y corrientes quienes han hecho de ella, la tierra, su hábitat de vida cotidiana, es decir, su hogar y vecindad. Comprendemos así, con Félix Duque, que el espacio público es el menos público de todos los espacios y que Proyectos multinacionales como los Planes de renovaciones impuestos a continentes como el nuestro no significan más que la edificación física de una idea de ciudad construida bajo los parámetros del modelo del mercado capitalista, agente propulsor de políticas “públicas” que logren, siempre, beneficiarlo, moldeando con sus armas de difusión a los sujetos que sirven a sus ganancias y necesidades de producción. Las arbitrarias destrucciones y construcciones a las que se ha visto expuesta el barrio San José han degradado profundamente la vida de los sujetos que allí habitan. La segunda fase trata del factor de la realidad, donde lo más verdadero está vetado a los ojos, o por lo menos, a la mirada inmediata. ¿Qué es, qué significa o cómo es el “espacio público” para quienes lo habitan, es decir, para quienes lo viven día a día como parte de su tránsito y entorno cotidiano? Por un lado, está la casa, espacio íntimo

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quizás; luego está la calle, espacio público, tal vez; luego la casa no está y la calle tampoco, ¿qué ha quedado?, el hueco, la ruina, el escombro de lo que fue casa, esquina y tienda, parque y escuela, huella sobre la tierra que fue espacio familiar, ahora espacio extraño, residual, despojado, baldío, pero espacio de cotidianidad al fin y al cabo para quienes han sobrevivido a la devastación. El espacio público es, pues, un espacio de despojo y enajenación. Comprender que intervenir lleva consigo la acción de ahincar, edificar, despojar, erradicar o violentar, de una u otra forma, la tierra y a los seres, da otra visión de lo que el espacio es o de cómo se es y se hace espacio habitándolo. Así, la ‘habitancia’, es decir, el gestar espacio común como praxis de la convivencia para la comunicación, para el diálogo y la creatividad, abre lugar a nuevas disposiciones de lugares y tiempos siempre susceptibles de ser gestados y transformados en otros, porque el espacio no está dado ni configurado de una vez y para siempre, sino que se concreta en movimientos, tiempos y materialidades constantes donde los sujetos, los cuerpos y las relaciones entre ellos, y con todo lo demás, crean su propia forma, su propia materialidad no siempre física o visible, pero si real porque el espacio de humanidad se sucede, es en su vida y se manifiesta en cada instante de su conformación. Se podría decir, así, que el espacio se materializa en el tiempo de su vivencia, esto es, somos, por principio, espacio. Disponer, diseñar, crear, ambientar, instalar, distribuir, conectar, lindar y abrir es la estética del espacio, trabajo tanto del arte como de la comunicación ¿Cómo disponer ambientes para el diálogo?, ¿Cómo crear espacios para la

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Comunicación y Humanidades convivencia?, ¿ Cómo abrir canales para la reciprocidad?, ¿Cómo generar puntos de encuentro y decisión?. Bien, este es un estudio práctico sobre espacios de ‘habitancia’ y sobre quienes los han creado y de esta manera tratan de generar alternativas a la pregunta ¿Cómo los niñ@s vecinos de un sector del Barrio San José crean espacios de ‘habitancia’ a través de la re-configuración estética y formativa de las relaciones de convivencia entre ellos, los otros y el entorno que los circunda? Tal re-configuración alude a la propuesta misma entrañada tras la metodología investigativa, donde el trabajo de campo se hizo simultáneo a la creación de espacios para la ‘habitancia’, bajo la incertidumbre de irse construyendo en el proceso la propia realidad, su con-creación y concepto. El trabajo investigativo contiene la creación, estudia e ingenia, interpreta y compone, comprende y ensaya tras las dinámicas de sus propios logros y aprendizajes. La realidad se transforma y busca los elementos para hacerlo, la realidad se vuelve real sin tener que darse por sentada bajo la publicidad, la imposición, la amenaza o el rumor. Las maneras, las formas de gestar espacio, de hacer lugar para la ‘habitancia’, en tanto que praxis del habitar y habitarse, hacia algo, los otros, el mundo, la vida humana, es un tarea que hemos ido esbozando con estos niñ@s vecinos del barrio San José. Todo ello en medio de las relaciones de fuerza que los preceden y de las circunstancias de adversidad y violencia que parecieran determinarlos en la aparente inmutabilidad de una condición ya establecida y en muchos casos legitimada tras la mirada de la pobreza, la miseria y el mismo desastre social al que nos vemos arrojados en una supra-estructura pre-fabricada para la guerra como único destino de la humanidad.

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Crear y adquirir conocimiento estético– sensible de la ‘habitancia’ y realizar una praxis social atenta a la posibilidad real de generar espacios para otras formas de las relaciones entre nosotros, niños y niñas y el mundo, pone el acento en la convivencia de frente a la pasividad que trae el sólo hecho de tener que vivir juntos como una carga o una obligación. La convivencia es la manera en la que dispongo mi vida con otros, de cómo me relaciono para hacer posible una vida juntos en y con el mundo, de cómo trabajo y creo esas cercanías para lograr habitar un “nosotros” necesario. Así vista, la convivencia no es algo “natural”, es decir, algo ya innato o que venga por añadidura o que salga como suerte frente al mero transcurrir despreocupado o indiferente del día a día. Por el contrario, el vivir juntos como obligación, destino, o normalidad aceptada, donde son las relaciones de fuerza las que determinan el rumbo de la cotidianidad, es una constante que se alimenta y reproduce aceleradamente como un mal suicida y calculado. De ella se ha alimentado también la historia de la humanidad. ¿Por qué la in-convivencia entre las familias?, ¿por qué las riñas entre los vecinos?, ¿por qué el daño a nuestros amigos?, ¿no estamos juntos para convivir? No dice la primera ley ¿“amaos los unos a los otros”, “amarás al prójimo como a ti mismo”? ¿de qué nos han servido estas leyes más que para acrecentar la hipocresía de amar a algunos mientras se rechazan a otros, profundizando el odio propio, el ajeno y al mundo mismo que es nuestro planeta? Existe, pues, una contradicción en esa convivencia tácita que todos creemos saber y practicar en medio de un conflicto sin tregua, pues a pesar de la cercanía, la vecindad y las semejanzas más aparentes vivimos en hostilidad, nuestras relaciones de

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Estéticas urbanas convivencia están manipuladas por relaciones de fuerza, por la violencia a todo nivel. Se ha convertido la mala o falsa convivencia en una batalla desde la cuna hasta la tumba, interceptada por el conflicto y la riña, por el grito, el maltrato y la indiferencia aún más con los seres más “queridos” y cercanos, empezando por nuestra propia subjetividad, nuestro cuerpo y nuestras relaciones más necesarias y vitales. Sostenidos bajo el molde de una sociedad altamente patriarcal, y por lo tanto machista, las jerarquías y los roles están marcados por divisiones arbitrarias donde el macho (Alfa) es la autoridad. En él se cifran las seguridades y las defensas, y al mismo tiempo se reproducen las leyes de la selva, la ley del más fuerte. Las instituciones sobre las que se sostiene la estructura de nuestra sociedad moderna, desde la educación hasta las consolidaciones más grandes de organización política están diseñadas bajo lógicas de violencias similares sobre el primado de la utilidad y la competencia, de la instrumentalización y manipulación tanto de la naturaleza como de lo humano en su conocimiento y cultura. Los modelos de familia varían según condiciones y posibilidades, tanto impuestas como creadas por las sociedades, los sujetos y los grupos, así toda institución que sirva y se sirva de la estructura obligatoria, en este caso, la economía capitalista, intenta parecérsele a ella. El matrimonio, los hijos, el mundo laboral, las responsabilidades contractuales, públicas y legales se convierten en la preocupación cotidiana y los alejamientos, extrañezas y negaciones entre los hombres queda como resultado de estas relaciones rotas por el hecho de tenerse, obligatoriamente que unir sin ninguna objeción.

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Las violencias se multiplican y afectan a unos más que a otros. Quienes menores posibilidades de acceso a educación, trabajo y participación en el sistema económico tengan son los primeros que son arrojados por este. La marginalidad es esta separación, evidente tanto física como socialmente. Desde esta posición, también aceptada como normal, la pobreza y la miseria hacen parte del mundo humano. Así, unos resultan más bendecidos que otros, mientras los maldecidos viven su propia tragedia. Las instituciones en el San José están todas en entre dicho de manera explícita y son la radiografía opuesta de los ideales aceptados: Familias atomizadas, mujeres solas haciendo el papel de macho y madre al mismo tiempo, consiguiendo el sustento y en muchos casos, sosteniendo todas las obligaciones, incluyendo la de los hombres que como leones, esperan el momento para atacar o satisfacer sus apetitos. Estas familias, las de los niñ@s vecinos, no tienen un núcleo estable y el varón, aunque figura indispensable, pocas veces aparece como responsable o garante de una “estabilidad” o unificación. En definitiva su rol está más en la calle, en el ocio y la artimaña para sobrevivir, aunque sean las balas o los cuchillos los que terminen por impedirlo. Oficios varios e inusitados buscan e inventan sus madres quienes pocas veces están en casa. Las formas de ganarse la vida reconfiguran las conformaciones del grupo familiar donde pueden “convivir” varias de ellas en una sola casa. El macho invisible, pero omnipresente, aparece controlándolo todo. Así, del grito al golpe hay un salto minúsculo que impacta a todos por igual. La ley del más fuerte se expande entre las generaciones y el mundo se hace agreste y salvaje, por eso la visión de precariedad y primitivismo que representa. Los niñ@s

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Comunicación y Humanidades crecen prematuramente como resultado de un maltrato permitido y legitimado del cual nacen las patologías de la inadaptación y la indigencia, al igual que los señalamientos de la ilegalidad y la punición. La cárcel es inevitable. Enajenación de la vida, dificultad para hacerse una vida propia y justificación de toda política de limpieza social y renovación urbanística. Sobre los restos de una sociedad precaria, kilómetros de asfalto y cemento que los erradique, desaparezca y sustituya. Ese es el negocio y esa su forma de socialidad. La olla ya no es lo que fue antes. Negocio que impulsa la guerra en la competencia desmedida entre unos y otros, engendrando odio y distancia entre el que más sabe y el que no, entre el mejor y el peor, entre el superior y el inferior, entre el que puede y no puede. Las desventajas se vuelven condición y el mundo real para los niñ@ vecinos del San José es un mundo de espanto donde los fantasmas se levantan mientras la fantasía queda en manos del terror. Ese mundo de la infancia propia se ve amenazado y ser niñ@ es estar en desventaja, por eso crecer rápido y parecer fuerte y amenazante desde temprano, defenderse, atacar, es el arma para la única forma de convivencia imperante donde la vida va disminuyendo de a poco. Estos niñ@s grandes, soldados del mejor bando, madres antes que mujeres, buscan en la ‘habitancia’ un espacio para hacerse niñ@s nuevamente y vivir su propio tiempo como producto de su creatividad y voluntad. Niñ@s que aprenden a convivir auténticamente como niñ@s haciendo arquitectura de sus relaciones, del trabajo y del aprendizaje con otros, concretando realidad sobre las ruinas de la impuesta y arbitraria, aflorando el sentimiento de su ser entre la formación

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de su propia subjetividad y la composición de un ritmo común que permita los acuerdos y las mediaciones, es decir, los pactos, el diálogo y la comunicación que impulsan la ‘habitancia’ entre los hombres y mujeres que seremos… La ‘habitancia’ implica un trabajo comprometido y de gran fuerza interior. Vivir con otros, hacer vida juntos, ser un nosotros en vez de uno aislado, requiere disposición y coraje. Es necesario para la ‘habitancia’ vislumbrar opciones y alternativas reales al mundo de la violencia y la guerra al que nos vemos arrojados. Gestar lugar, abrir espacio, disponer el tiempo para estar y crear realidad con otros, a pesar de toda circunstancia y adversidad. La ‘habitancia’ como praxis estética y formativa del espacio propone la creación del ser en su conocimiento material y espiritual, gestar lugar del entre–nos, del nosotros, es una labor que se vale de todas las formas espirituales del conocimiento humano. Entre el arte y la comunicación se diseña el espacio y se abre la palabra a partir del silencio atento, en una actividad que tiene como propósito la alegría y la fiesta como maneras de concretar una forma propia de convivir desde el habitar como esperanza real de una vida también real. Del silencio la escucha y luego la conversación es donde van surgiendo las concreciones a manera de proyecciones anticipadas desde los diseños y el trabajo de adecuación. Convertir un lote baldío en un parque, hacer de este lugar un punto de encuentro para disponer espacios de reciprocidad: sembrar, cosechar, preparar los alimentos, comer juntos. Esculpir nuestras relaciones: domar la impaciencia, calmar la rabia, no estar uno por encima del otro, respetarnos, hablar, poder comunicarnos e interlocu-

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Estéticas urbanas tar, tarea aparentemente sencilla, pero misteriosa en su realización. Del parque a la escuela itinerante o la anti escuela, donde el “viaje a pie” dibuja los recorridos, aprendemos a cuidarnos juntos y a caminar como acondicionamiento hacia una fase más, el taller que es el recreo: jugar con los colores, jugar a dibujar, jugar a moldear barro, jugar a nadar, a saltar, a escribir. La aventura de lo incierto, no hay clase, ni profesor, ni tablero, sólo hay relación y camino hacia la concreción: ser niños, poder ser otros hombre y otras formas de sociedad, poder hacer mundo, sentir la fiesta en la sonrisa de quien logra vivir el diario sabiendo que más allá o más acá de lo que nos oprime y angustia, está la posibilidad de nuestra propia creación cuyo objetivo es el conocimiento práctico de las maneras más ricas y diversas

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de ser unos con otros, convivencia viva, activa real y concreta, ‘habitancia’ como verbo, como atención despierta que habita la vida, que vive un mundo en relaciones de libre reciprocidad. Entre la siembra, el deporte, el dibujo, la escultura, la escritura, la música y la danza, cada uno, junto al otro van labrando un camino y las pesadillas se convierten en sueños siempre realizables. El anhelo: ser niño, ser humano, lograr ser de la tierra sin apropiarse de ella, compartiendo y no compitiendo, interactuando e irrumpiendo, multiplicando su grandiosidad en la diversidad de espacios siempre susceptibles de ser labrados y diseñados para la vida del hombre como parte de la naturaleza, y a su cultura como la esencia de su propia historia y creación.

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Comunicación y Humanidades

Humanismo Diego Eduardo Morales Oyola1

Aproximaciones al humanismo Recordamos el humanismo como movimiento intelectual europeo a partir de una relación muy marcada con renacimiento. El siglo XIV asiste a los albores de lo que renace en diversos contextos con algunos pensadores que marcan la historia. Alighieri, Petrarca y Boccaccio promueven sus obras con la intención de integrar los valores humanos, resaltar facultades del ser y la condición humana, con una lógica similar a lo que los antiguos sofistas habían planteado, pero esta vez desde formas prácticas y pragmáticas. Reiterar la máxima de Protágoras desde su postulado filosófico: “el hombre es la medida de todas las cosas” restablece la intencionalidad de promover un orden social para el bienestar humano. Es decir, reconocer entre los valores la dignidad humana, la gloria, la moral, el ideal de entender la cosificación del hombre, no en la dicotomía de productor y consumidor, sino en el propósito del desarrollo integral y el centro del universo. De igual forma lo plantea Ferrater Mora (1965) El estudio de las «humanidades» es un estudio «liberal»: el huma1 Licenciado en Filosofía. Magister en Educación. Profesor del Departamento de Humanidades de la Fundación Universitaria del Área Andina. diegomorales000@yahoo.com

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nista era el que se consagraba a las artes liberales y, dentro de éstas, especialmente en general, lo humano»: historia, poesía, retórica, gramática, literatura, filosofía moral, entre otras pueden aplicarse retrospectivamente desde diferentes ángulos (…) Puede preguntarse entonces si ¿el humanismo tiene significación filosófica? Algunos autores han respondido afirmativamente que es la filosofía del renacimiento, opuesta al escolasticismo medieval. En la época actual se ha hablado de «humanismo» no sólo para designar el movimiento antes descrito, sino también, o sobre todo, para calificar ciertas tendencias filosóficas, especialmente aquellas en las cuales se pone de relieve algún «ideal humano». Según James, el humanismo consiste en romper con todo «absolutismo» –con toda idea de un «universo compacto»–, con todo intelectualismo, con toda negación de la variedad y espontaneidad de la experiencia. El legado del humanismo, si bien pone la mirada en el hombre como centro, también reconoce los procesos mediante los cuales sus interacciones, y las maneras trascender, apuntan a la educación. Afirma que lo intelectual se forja en cada cual, no desde modelos rígidos, sino desde las propias capacidades, dando importancia a la particularidad de cada sujeto, sobre todo a partir de sus

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Humanismo y retórica

y retórica intereses, motivaciones y capacidades. La formación fundada en el humanismo ha buscado y persigue una vida activa en la comunidad civil, que promueve la capacidad de discernir, disertar y fortalecer el pensamiento. En estos ámbitos el ser es resignificado, es decir, reinterpretado a partir las situaciones sociales tradicionales o las convenciones, dando lugar a otras dimensiones de lo humano que evidencian su transformación desde diferentes perspectivas. Es probable que varios antecedentes del humanismo retomen algunos elementos de la retórica clásica al promover, en primera instancia, a partir de la sofística entre los siglos V y IV en manos de Gorgias y Protágoras, una retórica ceremonial que se diferencia de la retórica filosófica propuesta por Sócrates, Platón y Aristóteles, donde el orador es protagonista y se procura la validez del mensaje que emite. La retórica en cierta forma buscaba diferenciar lo legítimo de lo ilegítimo en la Polis griega. Surge como herramienta del discurso para abrir múltiples oportunidades. Es la téchne de la elocuencia; su fin es encantar y seducir a los auditores por medio del discurso, instrumento que hace posible la persuasión. Con ella se fortalece la capacidad del buen discurso y es el producto de la aplicación de un saber como talento de la facultad del habla. En la sociedad de los sofistas

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y de Sócrates hace referencia a una práctica basada en reglas generales y conocimientos seguros. Aristóteles la define como la facultad de considerar especulativamente los medios posibles de persuadir o de prestar verosimilitud a cualquier asunto. Con Gorgias es posible afirmar que inicia la retórica, en medio de la oratoria ática, al usar recursos estilísticos como antítesis, repeticiones, asonancias y métricos que asemejan la prosa oratoria con la poesía. Es muy probable conocer en la antigüedad las “figuras gorgianas” como aquella serie de reglas que hacen de la oratoria un arte estilística y del buen discurso. Lo que se sugería tradicionalmente para el arte de la retorica consistía en manifestaciones oratorias ceremoniales como discursos fúnebres pronunciados en honor de los caídos por la patria. El epitafio se pronunciaba dentro de un contexto de rito en el que un orador recibía como un honor el encargo de actuar como maestro del discurso de despedida. Sin embargo, el sentido de los discursos retóricos que proponía Gorgias guarda relación con la filosofía. Este sofista griego, con su propuesta teórica, establece cierto escepticismo sobre la validez del lenguaje y la posibilidad de un conocimiento seguro. Existe una máxima que lo identifica: “si alguien puede conocer alguna cosa, no puede comunicar tal conocimiento a los demás”. Tratando de hacer una interpre-

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Comunicación y Humanidades tación, más allá de lo literal, es posible entender la máxima como los principios del relativismo y el reconocimiento a la polisemia del lenguaje. De otro lado, Protágoras, a su modo, hace aportes a la retórica y por ende al humanismo. Él promueve la idea de que lo oportuno en el discurso no es una cuestión matemática, sino de inteligencia práctica. Señala que la expresión debe ser correcta (orthoepeîa) si quiere ser eficaz, hasta el punto de hacer que un discurso argumentalmente débil, pero brillante retóricamente, pueda vencer a otro consistente. La antítesis, técnica de los razonamientos opuestos, permite defender igualmente un punto de vista o su contrario. Este sofista declara que lo más importante es convencer y saber convencer, ya que los motivos, morales o no, son cosa secundaria y estrictamente personal que escandalizará a gran número de filósofos, Sócrates y Platón incluidos, que ven con sospecha, en un sistema claramente democrático como el ateniense, el desarrollo y perfeccionamiento de una herramienta como la Retórica. Consideran peligroso su uso irresponsable para el propio sistema si no se delimitan una serie de criterios éticos de uso. Con su máxima: “el hombre es la medida de todas las cosas”, Protágoras introduce cierto empirismo y una idea antropocéntrica que es retomada siglos posteriores, sobre todo por la sociedad moderna en sus albores, en el renacimiento europeo.

La deshumanización en la educación Cuando hablamos del humanismo, en efecto, es inevitable volver la mirada sobre lo que concierne a la educación del sujeto en la comunidad, que promueve la capacidad de discernir, disertar y

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fortalecer los valores, repensar lo que tiene que ver con la ética y la moral, desde el sujeto mismo y hacia los demás. Gorgias, a través de lo que nos muestra la filosofía de Occidente, introduce una resignificación del pensamiento y sobre todo de las formas de entender los discursos, –los sofistas, establecen las ideas básicas de la retórica–. Lo que se impone con pretensiones de verdades absolutas u objetivas, ratifica los productos de la represión en los sistemas sociales, y en ellos, la adaptación pasiva en la educación tradicional por parte de los participantes de los diversos contextos sociales. En las sociedades actuales el proceso de globalización, desde algunas perspectivas, reprime. Una de ellas es el neoliberalismo que impregna de forma oculta la educación, dándole significados pretenciosos a los valores con intereses económicos, promoviendo la idea de desarrollo tanto de la persona como de una sociedad más justa y equitativa, pero en realidad lo que sucede es la injusticia social. “La deshumanización de la sociedad es un reflejo de la deshumanización de la educación en la escuela dominante: en la escuela tradicional, los estudiantes reproducen las relaciones dominantes de la sociedad: competencia, rivalidad, jerarquías, clasificaciones” (Díaz Alva, 2012). En la sociedad se evidencia la deshumanización, cuando lo que se aprende al educarse persigue intereses de lucro o la competencia se vuelve una rivalidad bajo la ley del más fuerte. ¿Quién domina?, ¿el que sabe, el que aprende, el sistema? La educación sigue en muchos casos parámetros de dominio. Modelos como el neoliberalismo ratifica viejas maquinarias sociales que han hecho carrera en la historia y todavía se sostienen, sometiendo al individuo a través de

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Humanismo y retórica paradigmas de producción y de consumo. En contraposición de estas ideas, teóricos han presentado propuestas reflexivas que nos sirven para repensar la educación en la misma intención de resgnificar el ser. Lo decía entonces Freire, quien nos presenta la educación como un proceso de liberación o la educación para los oprimidos. Así:

mismo. Lo que tiene más relevancia es “archivar los conocimientos” sin ningún propósito pedagógico trascendente y menos aún de liberación.

La “deshumanización” como consecuencia de la opresión afecta no solamente a los oprimidos sino también a aquellos que oprimen. Los oprimidos son descriptos como seres duales que, de algún modo “idealizan” al opresor. Se trata pues, de una contradicción: en vez de la liberación, lo que prevalece es la identificación con el contrario: es la sombra testimonial del antiguo opresor.

Una forma de liberación de la deshumanización en la educación es revisar los paradigmas sobre los que se mueven las ciencias. Edgar Morín plantea, en su texto sobre la educación del futuro, algunos elementos que nos llevan a reflexionar sobre las intencionalidades de los paradigmas que determinan los contextos actuales:

La violencia de los opresores convierte a los oprimidos en hombres a quienes se les prohibe ser, y la respuesta de éstos a la violencia es el anhelo de búsqueda del derecho a ser. Pero solamente los oprimidos podrán liberar a los opresores a través de su propia liberación. Los oprimidos deben luchar como hombres y no como objetos, este es el descubrimiento con el que deben superar las estructuras impuestas por la oposición (Caldeiro, 2004). A través de la deshumanización, la educación se practica como una contradicción, es decir, no se promueve para la liberación, sino para someter al estudiante a regímenes que lo convierten en engranaje de un sistema. Al ser un actor pasivo, la memorización mecánica de los contenidos es su accionar más importante, no el pensamiento crítico, ni fomentar las actitudes propositivas o aprender a pensar por sí

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Alternativas de pensamiento, criterios reflexivos

Nuestros sistemas de ideas (teorías, doctrinas, ideologías) no sólo están sujetos al error sino que también protegen los errores e ilusiones que están inscriptos en ellos. Forma parte de la lógica organizadora de cualquier sistema de ideas el hecho de resistir a la información que no conviene o que no se puede integrar. Las teorías resisten a la agresión de las teorías enemigas o de los argumentos adversos. Aunque las teorías científicas sean las únicas en aceptar la posibilidad de ser refutadas, tienden a manifestar esta resistencia. En cuanto a las doctrinas, que son teorías encerradas en sí mismas y absolutamente convencidas de su verdad, éstas son invulnerables a cualquier crítica que denuncie sus errores (Morín, 1999). Los conocimientos son el producto de las investigaciones que se establecen en el tiempo. Cada contexto hace sus aportes conteniendo dentro de sí los riesgos del

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Comunicación y Humanidades error. En el campo de la educación se evidencian esos errores que han hecho carrera y permanecen en la historia de las generaciones. Son evidentes porque lo que se enseña persigue intereses pretenciosos que toman distancia de lo humano. Lo que se estudia en muchos casos es un objeto y no lo humano como objeto de estudio. La propuesta teórica de una educación del futuro es materializada de forma práctica al pensar la educación superior con fundamentos humanistas que se transforman dependiendo las necesidades. Es algo similar a saber afrontar el problema del presente, revisar los errores del pasado y la ilusión de forjar un futuro promisorio. Asimismo, afrontar los errores significa revisar las ideas del pasado, el presente y la proyección del futuro, desde los paradigmas de la ciencia. Algunos autores hablan de “epistemologías del sur”, entre ellos Boaventura de Sousa Santos quien parte de elementos fundantes de la tradición crítica de la escuela de Frankfurt, aunque toma distancia de ella. La distancia se vislumbra entre los contextos Europa y América, en los cuales se entrevén “realidades totalmente distintas”. Lo que se ha hecho siempre es uniformizar ideas contextuales sociopolíticas y económicas que establecen criterios de validez (de Sousa, 2011, p. 13). En contrapartida, las “epistemologías del sur” analizan la realidad para pensar la posibilidad de reconstruir, formular y legitimar alternativas para una sociedad más justa y libre (de Sousa, 2011, p. 14). Sin embargo, tenemos una contradicción, porque esa transformación civilizatoria no sucede. Para lograr la justicia y la libertad en América del Sur se requiere un cambio de humanidad. Es decir, cuando se pretende cambiar una sociedad, es efectivo hacerlo desde dentro (de ella misma) y no desde afuera.

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Más allá de relación fantasmal entre la teoría y la práctica consideremos un mundo a parir del pensamiento del sur. Recordemos que entendemos el mundo a través de dicotomías y las ideas preestablecidas en ocasiones no nos dejan pensar (de Sousa, 2011). Lo que reivindica de Sousa sobre los conocimientos del sur es la profundidad del conocimiento propio, las tradiciones ancestrales. Entonces, las “epistemologías del Sur” son el reclamo de nuevos procesos de producción, de

valorización de conocimientos váli­dos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento (de Sousa, 2011). Interesa el Sur que no es geográfico, sino metafórico: el Sur anti-imperial trata de superar la injusticia cognitiva de desconocer esta forma de pensamiento, porque la comprensión del mundo es mucho más amplia que la com­prensión occidental del mundo (de Sousa, 2011).

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Humanismo y retórica Conclusiones Desde el sur es necesario evidenciar las epistemologías propias. Recordar que el humanismo, a pesar de lo que nos han enseñado, da otros sentidos a la expresión de Gorgias a propósito de la retorica o la máxima de Protágoras “el hombre es la medida de todas las cosas”. Se trata de darle otro significado a los sofistas, más allá de verlos como figuras contradictorias o los opositores de Sócrates; de entender las máximas y la retorica, no como

postulados teoréticos o filosóficos que no trascienden los anaqueles de la biblioteca del tiempo o la carcajada socrática sobre los sofistas, sino que el hombre como medida humana, restablece la intencionalidad de promover un orden social, –en este caso de la educación para el bienestar humano–. Al reconocer los valores, la dignidad humana, la gloria, la moral, la necesidad de replantear la sociedad posindustrial de dos actores (productor y consumidor) se resignifica el ser. Los modos de pensar y actuar estudian las problemáticas sociales contemporáneas, reconocen que la educación en todos los niveles y en la formación profesional ratifica los aprendizajes que nos permite ser todos estudiantes, cuya motivación es proponer soluciones a los problemas de los contextos en la sociedad del conocimiento. Un problema que trabajamos constantemente es el de la educación y tratar de comprender la complejidad de las realidades de hoy. La posibilidad de articulación entre los saberes, propiciando análisis de marcos históricos, cambios y crisis de las sociedades, los pueblos, las familias, los individuos, experiencias socioculturales y políticas, corroboran la integración del conocimiento desde ámbitos que fortalecen habilidades para desarrollar aprendizajes de manera autónoma, cooperativa y productiva.

Referencias Amartya, S. (2000). Desarrollo y libertad. Barcelona, España: Planeta. Caldeiro, G. (2004). Paulo Freire. El último gran pedagogo. Recuperado de: http://educacion. idoneos.com/index.php/124370. De Sousa Santos, B. (2011). Epistemologías del sur. Ciudad de México, México: Clacso. Díaz Alva, B. (2009). Educación, Globalización, Deshumanización. Recuperado de: http:// educomunidad.blogspot.com/2009/11/educacion-globalizacion-deshumanizacion.html Ferrater Mora, J. (1965). Diccionario de filosofía. Buenos Aires, Argentina: Sudamericana. Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Barcelona, España: Paidós. Platón. (2008). Diálogos. Bogotá, Colombia: Panamericana.

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Comunicación y Humanidades

Versiones sobre la verdad

Distancias y acercamientos hacia Misael Alejandro Peralta1

No hay una imagen más cierta que aquella que se construye con los ojos cerrados Este texto no debe entenderse como un compendio de afirmaciones sobre la verdad. Su naturaleza es más cercana a una mirada a la verdad en el lenguaje, en el discurso, en el discurrir de la hermenéutica. Una verdad bajada del estrado y puesta en distintos lugares de la escena: entre los testigos y la audiencia, en el lugar del acusado, del escribiente, de la viuda, de la víctima. No se tratará entonces de analizar a la verdad en la ciencia, en la lógica, en el lugar donde puede defenderse con firmeza, vigilada por ejércitos de filósofos y científicos. Este es un texto que no tiene pretensiones epistemológicas, sino, más bien, retóricas y que pretende narrarse en el contexto de la polis digital.

1 Comunicador Social y Periodista. Profesor del Área de Lenguaje Escrito del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. misaelperalta@gmail. com

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1 “La literatura es mentir bien la verdad” Juan Carlos Onetti “Una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante” Aldous Huxley Siempre me ha asustado la palabra ‘verdad’: amplia, total, absoluta, antes; ahora escurridiza, invisible, sonriente. En la infancia, cuando éramos aún libres de historia, la vida era un sorprenderse continuamente en la línea ininterrumpida de la existencia. En ese proceso de construcción (de confusión) en el que se nos mezclaban en un velo fantasía y realidad, nos sentíamos y poníamos en riesgo: aquello que “veíamos” como cierto, como real (las imágenes de los libros de cuentos, los personajes de la televisión; las personas cercanas, las superficies, los lugares) eran una misma cosa, una cinta infinita puesta en el mismo rollo de sentido, maquinante y uniforme como los horizontes de nieve o de montañas verdes. La verdad no importaba, no era relevante. O tal vez sí, pero no en el

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Versiones sobre la verdad

la polis digital sentido que defiende la enciclopedia: la verdad era comprendida en el dolor, en el miedo y en el placer, y más allá de eso no era nada. Esa verdad primitiva no estaba ligada necesariamente a la noción de realidad, sino a la noción de supervivencia: allí donde el afuera podía afectarme en la cercanía (al contacto) tenía la certeza de la sensación: allí donde surge la amenaza, surge la certeza, surge la verdad que se diferenciaba de la fantasía de lo distante y lo invisible. Luego, esa distancia parecía desaparecer con la aparición de la curiosidad y la comprensión, de las preguntas y las búsquedas. En esa distancia (yo) aprendí que me gustaba leer y me entregué a esa afición maravillosa del descubrimiento. Leía desde el momento en que abría los ojos hasta que los cerraba y empecé a valorar a los objetos-libro como las herramientas ideales para aminorar esa distancia prudente con el mundo amenazante, para aceptar el modo en que esa nueva sustancia se acercaba y me afectaba, me conmovía y me desplazaba del lugar que había gestado la certeza de mi seguridad: allí donde la verdad (primitiva) me cuidaba, estático, los libros me movilizaban en una aventura sin cinturones de seguridad ni airbags. En medio de ese discurrir, se empezaron a mezclar textos de ficción y no ficción, que simplemente disfrutaba y asumía de

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la misma manera. Qué gesto irresponsable asumir como iguales las hipótesis y los versos, conversar con ellos desde el mismo sitio en esa ensoñación de los días. Leer la teoría como literatura y la literatura como una suerte de certeza. Aún conservo, felizmente, esa placentera confusión.

2 “El arte es la mentira que nos permite comprender la verdad” Pablo Picasso Las técnicas de construcción de la manipulación y del engaño son las mismas técnicas de generación de verdad, así como la sensación de verdad se construye a partir de aquello que es intencional y categóricamente falso. En consecuencia, cuando debe pensarse en generar verdad o en construir la sensación de verdad, las claves de ese proceso se definen en la pregunta por cómo se construye lo falso. Más acá de la verdad innegable de lo natural y de la afirmación paradigmática y permanente de que lo vivo es verdad, la construcción artificial de verdad o la narración de aquello que fue experienciado como verdad (el oficio diario del periodista) es un proceso que, al tratar de transmitir la desnudez del cuerpo, se preocupa

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Comunicación y Humanidades por los atuendos, las poses y los accesorios. Allí donde surge el texto sobre lo otro (la noticia, la novela) el autor es como nunca individuo, intencionado y falible. En la construcción y la transmisión de la información nos esforzamos por conformar un canal complejo y diverso, cargado de matices, ángulos y digresiones. Parece entonces ideal la máquina, como un soporte automatizado, sin sentimientos, como el vehículo perfecto de una verdad sin alteraciones, pulcra e inafectable. Sin embargo, la configuración de un mecanismo empieza por la personalización del mismo. Nunca como ahora, todo aparato es un espacio de identidad. Miren sus celulares, piensen en sus fondos de pantalla, en sus imágenes de perfil, en la apariencia de alguna de sus cuentas en redes sociales. La era digital ha significado una rendición de la máquina de acero, plateada y cuadrada, y este movimiento ha significado la coloración de las superficies frías y silenciosas de los engranes, la evolución del byte al latido, la conjunción inapelable de nuevas formas de encendido y funcionamiento más allá del hardware y el software. En esa humanización de la máquina y esa maquinación de lo humano, en ese pliegue de identidad diversa y superpuesta en los contextos y las máscaras de lo virtual se juega con una versión de la verdad plural y mutante, indiscernible e inacabada siempre. En ese nuevo entorno de la socialidad y el conocimiento (que otros leen como aislamiento y atolondramiento) propongo una preocupación por categorías en las que podamos descubrir al nuevo sujeto: conexiones, navegaciones, usos, interacciones, interfaces, visitas, posteos, emoticones; todas ellas como

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nuevas rutas de descubrimiento y ya no de simplificación de lo humano, como escenarios y perfomance de verdad y sentido que reconfiguran nuestra noción y sensación de realidad.

3 “Todo lo que se necesita en una película es un arma y una mujer. La fotografía es verdad. Y el cine es una verdad 24 veces por segundo” Jean-Luc Godard Dos trampas configuran el multiverso de la imagen desde la perspectiva de la verdad. La primera es la trampa del deseo. Aquello que queremos hacer verdad (real), aquello que se pretende construir con mecanismos y aquello que se imagina, comparten el origen fundamental de la búsqueda, de la intención.

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Versiones sobre la verdad La segunda trampa es la de la sensibilización o conmoción a través de la imagen. En esta segunda trampa se juega también en dos planos: el de la intención de producir una emoción en el otro, sujeto espectador que asiste a este juego de verdad en el encuadre, quien es objetivo de un maquinado plan de estímulo respuesta donde su reacción es la única posibilidad de sentido, de verdad. El otro plano es el plano del registro que busca también sensibilización, que se formula como una estética, una narrativa que pretende generar conciencia, con la presencia directa del referente en el cuadro y con la voz y apariencia inconfundibles del testigo y muchas veces de la víctima.

El deseo nos lleva hacia un lugar donde no conocemos, donde no sabemos, donde la seguridad de la referencia se disuelve: ese lugar de la representación es el escenario del deseo, donde queremos hacer verdad y configurarla desde nuestros recursos. Como se entiende, esta primera trampa está constituida por un paralelo entre cómo –se trata de la misma cosa– crear imágenes en cualquier soporte, a partir de la técnica, y crear imágenes a partir del desplazamiento, del tiempo y del espacio, a partir ya no de recursos sino de esfuerzo y causalidad. Esa imagen configurada desde esta primera trampa (dual) nos llevará siempre a un lugar distinto. La imagen esperada no es la misma que aquella que finalmente se logra, la imagen que resulta de estos procesos no es una imagen–verdad, ya que no se trata de una verdad correspondiente sino de un efecto del deseo.

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Dos trampas envuelven entonces a la imagen y la aíslan de toda condición de verdad: en el primer caso por la imposibilidad de concordancia y en el segundo por la manipulación de la emoción, que es un juego donde la traducción a lo cierto está imposibilitada por la reacción mediada.

4 “Si su madre dice que lo ama, verifíquelo” Chicago Tribune La veracidad y la verosimilitud son estrategias que ha afinado la ficción y la verificación es un proceso que ha afinado la repetición. Tenemos claro entonces cuáles son los procesos que configuran una nueva cruzada de la búsqueda cotidiana de la verdad. Esa cruzada, empecinada en seguir los rastros, los indicios, de una verdad escurridiza que se supone huyendo, de-

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Comunicación y Humanidades pende precisamente de una verdad que se diluye, que sangra, que se destruye constantemente para dejar evidencias. ¿Y cuál es la verdad que se construye desde las pruebas? ¿Qué puede hacer el periodismo cuando la búsqueda de la verdad es una limitante que impide escuchar las voces? Ese juego de lo oculto anuncia una batalla con aquello que está completo y sin vulneraciones en frente de nosotros. ¿Cómo ir tras la estela de ese algo esencial de lo que, sin embargo, no tenemos certeza? Esa categoría que ocupaban los buscadores permanentes de tesoros inexistentes, esa figura estereotipada del investigador terco que se obsesionaba con comprobar algo, mientras la vida se desmorona en frente de su pesquisa, la heredan ahora los periodistas: hay indicios, mapas, grabaciones, investigaciones, antecedentes, datos que aseguran que la verdad existe, que a través de toda descripción limpia se muestra lo cierto, que en la eliminación de adjetivos y valoraciones existe la narración transparente, el tesoro posible pero lejano, borroso, inservible. Seguimos en la caverna mirando cómo las sombras bailan y allí donde nos preguntamos por esa realidad real de la que estamos irremediablemente apartados, vemos en quienes parecen haberse acercado, a los testigos de la verdad. ¿Pero quiénes son esos testigos y qué circunstancia han presenciado? En la polis digital se reconfiguran los lugares de los testigos, de los criminales, de las víctimas y, por tanto, de quienes asisten a la reconstrucción de lo representado. Allí, donde todos somos personas, incluso los medios, incluso

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las corporaciones, nos confundimos en las apariencias de la representación, desarticulada totalmente de su origen primigenio, puesta en un lugar creado por otros, mientras el imposible rastro de lo verdadero, yace congelado, fuera del alcance de la prueba, de la intención de la verificación.

5 “Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre” Albert Einstein La frase que abre este apartado se presta para pensar en qué se imaginaba el físico alemán. Usada hasta el momento para referirse a la concisión y economía de información en la ciencia y en la comunicación, me permito llevar la referencia a un lugar lejano de sus posibilidades existenciales. Einstein, tal vez pensaba en Twitter, un intrincado y limitado espacio social diseñado para decir todo con un límite de palabras. ¿Qué cabe en 140 caracteres? Twitter es precisamente un lugar que casi nunca deja espacio a los a los adornos y que nos obliga a construir sentido en espacios incómodos. Pienso entonces en Hong Kong. En el Hong Kong que me han contado y me han mostrado las pantallas: allí, el espacio casa, tan lleno de excesos, no existe. Ni la separación de espacios, ni los ambientes, ni nada que pueda ponerse en plural. Los apartamentos en Hong Kong son lugares de tránsito y ya no lugares de estar. Espacios mínimos pensados para el cuerpo sin contextos, la habitancia sin historia, la supervivencia y ya no la vida. Así, la caja de twitter, incómoda

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Versiones sobre la verdad también en ocasiones, que parece limitada a la misma suerte, solitaria y triste, se ha convertido en un vehículo de opinión y comunicación increíble donde el lenguaje se potencia como ampliación del espacio. Ambos espacios son ciertos y verdaderos, pero solo en uno la limitación, la economía espacial parece permitir ampliar las perspectivas y discursos. Uno es el espacio del ser y el otro es el espacio del lenguaje. Y allí donde reside el lenguaje, el ser se multiplica y se potencia, se esquiva y se declara, se esconde y se hace visible. En ese espacio virtual y limitado el universo se ha narrado en multiplicidad y apertura, dejando en las manos de la elección de quien lee, la posibilidad de conocer y en aquel que escribe la opción de narrar el mundo, su mundo, en exposición a la mirada global de los otros. En el apartamento de Hong Kong no puede haber otra ilusión que el afuera. Allí, donde la pared es muro y marco, el ser en reflexión configura desde su postura la relación con el espacio. En esa búsqueda del afuera el sujeto abre la ventana, que en esos espacios internos, forrados, en cemento, no puede ser otra que la ventana de la virtualidad. En esa huida puede alojarse en ese nuevo espacio limitado y encerrarse de nuevo en la caja de 140 caracteres para salir al mundo. Esa relación entonces configura una noción interesante con relación a la vivencia de lo digital. Donde el vasto mundo de Internet parece interminable, el espacio pone un límite. No solo en twitter. Las lecturas mínimas en la polis digital configuran nuevas formas de relación con la información y la opinión, donde el diseño de la misma se convierte en el arma más efectiva para la comuni-

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cación y la contundencia. Esa tensión, precisamente nos invita a preguntarnos qué tanto navegamos en profundo y qué tanto nadamos en la superficie. Los mínimos no tienen entonces (en muchos casos) la posibilidad de acercamiento sino más bien de desplazamiento. El sujeto en esta nueva polis no es ya un rastreador de la verdad sino un velocista sobre la arena, incómodo por su calor, incapaz de lanzarse a la apuesta, al riesgo del océano.

6 “La verdad es como el sol: Lo hace ver todo y no se deja mirar” Victor Hugo Allí, en ese lugar en penumbra, donde estamos alejados de ese faro de la verdad asumimos nuevas posturas y desprovistos de certeza nos entregamos al miedo. Ese miedo estimula el surgimiento de nuevas comprensiones y la aparición de una forma de construcción de realidad sin referentes. ¿Qué seríamos (ahora) sin Google? ¿Qué haríamos sin esa nueva fuente de luz? Podríamos decir con certeza que el conocimiento de hoy depende en gran medida de la marea digital: allí donde navegamos, ya sea para descubrir o para perdernos, para encontrar respuestas o caminos. Hemos llegado a pensar que esa es la nueva fuente de materia de las sombras de nuestra caverna, el único origen esencial donde es posible la certeza ¿existe aquello que no encontramos en Google? Allí podríamos detenernos en cómo buscamos.

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Comunicaci贸n y Humanidades

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Versiones sobre la verdad

Toda búsqueda para Google es, al mismo tiempo, referencia de ubicación, indicación de tiempo, narración de intención, antecedente de otras búsquedas, acuerdo social con quienes se han hecho la misma pregunta. Google aplica la mayor cantidad de variables a la aparición de la búsqueda. El sujeto que pretende acercarse a la luz, se encuentra con las preguntas

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que otros se han hecho en su mismo entorno y allí se pierden en las mismas respuestas. El sol de frente termina muchas veces por vencernos y para recibir su piedad lo aceptamos. Pregunto de nuevo ¿es verdad aquello que no está en Google?, ¿cuáles son las preguntas a las que no tiene respuesta?, ¿cuáles son nuestros criterios para elegir esas respuestas?

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Comunicación y Humanidades

Arquetipos y mitos...

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raciones está la clave del proceso. Pero ¿qué límites estamos dando a la idea de lo digital? Más que un área específica de la comunicación se trata más bien de un entorno inmediato, de una condición inherente al sujeto en la contemporaneidad, que marca su identidad y lo define.

“Algo que ha sido programado minuciosamente, ¿tiene todavía alguna posibilidad de llegar a producirse? Una verdad demostrada minuciosamente, ¿tiene todavía alguna posibilidad de ser verdadera? Cuando demasiadas cosas van en el mismo sentido, cuando las razones objetivas se acumulan, el efecto se invierte” Jean Baudrillard No puede ocultarse que la verdad, en sus distintas versiones hace parte del universo que rodea a la comunicación en sus diversas concreciones y facetas. Allí donde surge la preocupación por su definición y uso, se conjugan los riesgos de los procedimientos y las limitantes de las técnicas. En medio de la polis digital se ha querido sugerir que la comunicación debe hacer uso de las herramientas, de los programas y de los dispositivos, que en el manejo de los aparatos y las configu-

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¿Cómo hablar de un periodismo que más que preocuparse por la verdad, se construya desde la férrea necesidad de descubrimiento, la permanente capacidad de comprensión (que no de convencimiento) y la íntima y vital configuración de la narración como apuesta de sentido? En estos tiempos que corren, donde lo digital nos pone constantemente en evidencia la comunicación es cada vez menos un proceso intencional y cada vez más una permeación, un accidente si se quiere, un fenómeno fortuito e incalculable. Allí, en la marea digital donde las múltiples voces nos hablan del miedo y la verdad, del engaño y la ficción con las mismas herramientas, estamos condenados más que nunca a nosotros mismos, a enfrentar el cruce de los océanos de información, no en el enclave de la certeza, sino en la navegación del descubrimiento del mundo por contar.

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El cine de terror

Cuerpos magmáticos y pasiones fílmicas

Lo visible y lo legible en el cine de terror Carlos Fernando Alvarado Duque1 Gran parte del trabajo arqueológico de Michel Foucault teje una fina relación de intercambios entre lo visible y lo enunciable. Si bien la tentación de su obra es suscribir todo lo visible al campo de la legibilidad, esto es, a suponer que lo que se puede ver hace parte del conjunto de una escritura, no deja der ser provocativo que sugiera que todo tipo de realidad aparece en medio de la guerra de estos dos registros. Ello cobra un interés aún más especial si se tiene en cuenta que esta relación aparece por primera vez 1 Comunicador Social y Periodista. Profesor del Área de Formación Básica y Disciplinar del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. cfalvarado@ umanizales.edu.co

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en su libro: El nacimiento de la clínica. En principio, este texto llevaba por subtítulo: Una arqueología de la mirada médica, pero Foucault decide suprimir dicho enunciado de la obra definitiva. Sus razones suponen que un privilegio de lo visible (asociado por ejemplo a la mirada que recorre un cuerpo enfermo o a mecanismos de auscultación por medio del tacto) siempre responden a un sistema de enunciación propio de un saber ya configurado históricamente. Ambas categorías, podría decirse, han revelado que el esfuerzo arqueológico no descubre otra cosa que los modos de ver y registrar de comunidades organizadas en diferentes épocas. Para una posible arqueología del cine, que solo queremos mencionar como evocación, valdría la pena señalar que no se trata

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Comunicación y Humanidades simplemente de afrontar un registro visible (propio de la imagen en movimiento), sino de reconocer que toda imagen puesta en el marco temporal de una proyección es producto de un modo de escritura. Sin embargo, quisiéramos dejar la puerta abierta a cualquier intento de subordinación. Hay una lucha de fuerzas, por lo que respecta, al menos al séptimo arte, entre la visibilidad y la legibilidad. Y en medio de este combate lo que se hace visible-legible son cuerpos sin naturaleza propia, sin metafísica a cuestas. No hay un cuerpo natural que el cine revele, a pesar de la ilusión de la capacidad natural de este medio para revelar la realidad. En otra ruta, la imagen en movimiento permite que los cuerpos puedan expandir sus propias potencias. Por ello quisiéramos seguir estos cuerpos mutables y mutantes al interior de uno de los géneros que, sin duda alguna, se ha interesado con compromiso genuino por la escritura corporal: el cine de terror.

Escrituras imaginarias, cuerpos disgregados Edgar Morin, en un bello trabajo titulado: El espíritu del tiempo: ensayo sobre la cultura de masas, realiza un análisis de la industria cultural sin dejarse atrapar por las fuerzas pesimistas que caracterizan las lecturas realizadas por la Escuela de Frankfurt. No olvida que la dimensión maquínica que da cuerpo a este tipo de nuevo sistema de organización de la cultura tiene efectos alienantes, sin embargo pondera positivamente (en lo que ya anticipa su estilo complejo) los efectos imaginarios de estas experiencias masivas que le deparan un lugar central al cine. Dicho de otro modo, Morin trata

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de mostrar que la tecnificación de la cultura (que en principio pareciera desmontar la potencia estética del arte), tiene como corolario la aparición de nuevas formas imaginarias que no solo permiten experiencias colectivas, sino que tiene un valor terapéutico que desafía la idea de una realidad dada. No es extraño que Morin realice su análisis del cine sobre tres ejes: la figura del héroe que tiene como función ser objeto de la mirada del público, el peso del realismo pero siempre al servicio del universo imaginario del relato, y el final feliz (happy end) que desafía el modelo de la tragedia clásica. “La cultura de masas, a través del happy end, ofrece una nueva forma estético-realista que sustituye la solución religiosa, en la cual el hombre realizaba por poderes sus aspiraciones de eternidad” (Morin, 1966, p. 115). Lo interesante es que, sin desconocer el andamiaje que hay en cualquier relato industrial, las fórmulas narrativas potencian el trabajo estético del cine (producto de una técnica, y de la creación colectiva) más allá del mito del autor, lo que propicia la reconexión del espectador con un registro imaginario mayor (que ofrece un tipo de espacio mítico-mágico). Tanto el final feliz, como la figura del héroe, suponen un grado de enunciación y de visibilidad. Este cierre (happy end) que promete compensación es marca de una escritura histórica que condiciona la experiencia del público. Y la presencia del héroe, cuya visibilidad es de carácter meteorológico (es decir como un objeto propio de los cielos, como ente lejos del suelo) revela un cuerpo como posibilidad. “Conjugando así la vida cotidiana y la olímpica, las estrellas se convierten en modelos de cultura en el sentido etnográfico de la palabra, es decir en modelos de vida.

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El cine de terror Son héroes modelo. Encarnan los mitos de auto-realización de la vida privada” (Morin, 1966, p. 133). Pensar el cine en esta tensión no solo permite desafiar cualquier idea de que la representación puesta en la gran pantalla es el doble del mundo social, sino que gracias a la técnica cinematográfica (que tiene tras de sí una herencia estética: teatro, pintura, fotografía), los cuerpos aparecen en calidad de superficies visibles y legibles: “La cultura de masas es el producto de las técnicas modernas; aporta su parte de abstracción substituyendo los cuerpos por imágenes, pero al mismo tiempo, constituye una reacción contra el universo de relaciones abstractas. Humaniza mediante la técnica, contra la técnica, poblando al mundo técnico de pasión: voces,������������������������ músicas���������������� , imágenes” (Morin, 1966, p. 210). Morin no solo reconoce el peso de la técnica (que diríamos da forma a nuevas inscripciones), sino a que hace visible los cuerpos, literalmente los

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hace devenir visuales. El espectador no está simplemente de cara a un producto alienante, sino a una imagen capaz de desafiar (incluso en las más genéricas películas) la idea de que existe una naturaleza primera para lo corporal. Pensar los cuerpos cinematográficos en calidad de superficies de inscripción no solo implica pensar el registro de la visibilidad, sino re-conocer, como intentamos sugerir con la idea de lo imaginario en Morin, que son más un efecto de la mirada que sobre ellos se imprime, que una condición dada que debe ser descifrada. Por ello, quizás pueda sernos de utilidad la idea de magma presente en el pensamiento de Cornelius Castoriadis para pensar lo corpóreo. Cuando Castoriadis sugiere la idea de una ‘imaginación radical’ que oficia como potencia para dar forma históricamente a cualquier experiencia, queda vedada cualquier defensa de la existencia de un cuerpo metafísico, un cuerpo con una naturaleza

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Comunicación y Humanidades independiente del acto poiésico que lo con-figura en una clave ontológica. Un magma, que tiene una raíz vulcanológica, supone la cohesión de múltiples materias cuya forma ha sido alterada por presiones externas (fuego, agua, tierra, aire). Dichas formas magmáticas no pueden ser clasificadas bajo ninguna taxonomía, son el efecto de diversos sistemas imaginarios, solo rastreables históricamente, tal vez por un afán arqueológico. Con esto podemos sugerir, con facilidad, que los cuerpos magmáticos son formas propias que la vida, en su despliegue, posibilita. Y por ello no podría sugerirse que el cuerpo es una condición a priori que determina el curso de la vida. El cine, para nuestros efectos, opera como ‘imaginario instituyente’ en una época de naturaleza técnico-industrial. Sin dejar de ser el eco de un modelo de producción en serie, tiene la capacidad poética de producir nuevos cuerpos magmáticos. No es extraño que Castoriadis nos recuerde que a toda gramática propia de la industria, le subyace, en germen, el trabajo de creación: “El aspecto código del lenguaje se opone a, pero también está inextricablemente reunido con, su aspecto poiésico portador de las significaciones imaginarias propiamente dichas” (1997, p. 194). Nunca estamos frente a un mismo cuerpo en el cine. Y podríamos decir que la legibilidad de esos cuerpos depende en gran parte de que su visibilidad es de naturaleza estético-creativa. Es decir, los cuerpos cinematográficos son accesibles porque son imágenes, y son legibles porque su naturaleza magmática es fruto de un trabajo poiésico. Por ello, el caso del cine de terror deberá ofrecernos un interesante lugar para pensar el cuerpo magmático en la medida en que se torna monstruoso (en indoeuropeo, monstruo se deriva de mon-eyo, que significa

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‘hacer pensar’). Su visibilidad es la de la des-figuración, es la de hacer legible (pensable) su ruptura respecto a un patrón social, el ponderar que el magma, inclasificable, opera de un modo terrorífico al poner en pantalla corporalidades, en apariencia, im-posibles. En esta misma línea, la obra de Michel de Certeau nos permite pensar el cuerpo al interior de un registro de lenguaje. Si como sugería Foucault la visibilidad depende de una inscripción, podríamos decir con de Certeau que la corporalidad solo emerge producto de un lenguaje social. De allí que insista en que los discursos socio-políticos, históricamente, han creado gramáticas para controlar la movilidad corporal: “No hay derecho que no es escriba sobre los cuerpos. Tiene una gran ascendencia sobre el cuerpo. La idea misma de individuo aislable del grupo se ha instaurado con la necesidad de cuerpos sobre los cuales infringir un castigo, de cuerpos sobre los cuales marcar un precio en las transacciones entre colectividades” (De Certeau, 1996, p. 152). Los cuerpos, a escala temporal, han estado atrapados en una lucha que, por una parte, reclama marcas, inscripciones sobre la piel, pero, por otro, desprecia la inmovilidad, la fijación de cualquier escritura. “Esta lucha nocturna de una sociedad con su cuerpo está hecha de amor y de odio: de amor para ese otro que la sustenta, y de odio represivo para imponer el orden de una identidad” (Vigarello, 2006, p. 15). Y quisiéramos pensar que el rechazo a una identidad cristalizada emerge, precisamente, en el imaginario instituyente del cine que nos pone ante cuerpos en condiciones límites. Ya sea porque un cuerpo visible, re-conocible en un marco cultural, en el cine de terror, se convierte en objeto de fuerzas que lo des-figuran (lo hacen devenir magma) o porque en principio

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El cine de terror son cuerpos que son solo explicables a partir de un registro imaginario-poiésico (historias fantásticas-mágicas).

Semiótica del terror, signos pasionales El cine de terror nos permite pensar estos cuerpos magmáticos porque pone en escena héroes prototípicos acechados por fuerzas monstruosas, o porque hace visibles cuerpos im-posibles en un registro cultural tecno-científico, monstruos per se, cuya visibilidad permite re-conocer todo lo que un cuerpo puede. Paolo Fabbri nos ofrece una interesante clave para pensar los cuerpos magmáticos que aparecen en el cine de terror. Su obra bien puede definirse como una semiótica de las pasiones. Rompiendo con el cerco referencial de la semiótica tradicional, se interesa por una lectura del sistema de signos que hace visiblelegible un universo que rompe con cualquier referencialidad objetiva, y penetra en los modos de afección de los cuerpos: “Es preocupación incesante del arte registrar las pasiones (movimientos del ánimo, sentimientos, emociones) codificadas en sistemas de signos, poner en escena el lugar (¿indecible? ¿irrepresentable?) donde sensaciones y percepciones se transforman en sentido y afecto para orientarnos hacia la acción y la comprensión” (Fabbri, 2001, p. 144). No es gratuito que Fabbri nos sugiera que una semiótica de las pasiones utilice como espacio natural el territorio estético. En gran parte, la imposibilidad de atrapar en una obra de arte cualquier suerte de gesto como una representación de un estado objetivo, impulsa a pensar cómo los signos, que dan forma a cualquier corporeidad, deben ser comprendidos en clave magmática (no hay signos

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de lo pasional, asegura nuestro pensador, solo expresiones semi-simbólicas). Los signos de pasiones no son reflejos de un referente previo, sino expresiones poéticas que operan al hacer que los cuerpos, en calidad de superficies, se transformen, sean afectados. De allí que pensar en pasiones, para Fabbri, sea entrar en el mundo de la afectación de un sujeto. Para nuestro caso, pensar cómo ciertas fuerzas dan forma a cuerpos mutantes, a monstruos estéticos en el cine de terror que solo podemos comprender en el marco de un relato. Y tendríamos que sugerir que aquí se convoca al espectador. Si bien lo decíamos ya con Morin, el cine (exponente de la cultura de masas) organiza su propia configuración de cara a un tipo de lector, es decir buscando que la visibilidad-legibilidad conduzca a una interpretación del cuerpo, ahora debemos decir, parafraseando a Fabbri, que toda signo pasional (todo cuerpo magmático), a partir de la narratividad que lo condiciona, busca una singular pasión en el público: “La narratividad tiene una función configurante, con respecto a un determinado relato, remitiendo inmediatamente a cierto significado” (1999, p. 48). Es decir, en Fabbri, esta categoría implica reconocer que un cuerpo depende de un relato, que solo puede generar una pasión gracias al lugar en que es dispuesto discursivamente. Para pensar dicha dinámica en el cine de terror tendríamos que decir que un cuerpo mutilado, un cuerpo sin vida, un cuerpo fantasmal (si se nos aceptar esta figura in-corporal), no pueden reducirse a la pura visibilidad, y reclama ser convertido también en enunciación en un marco narrativo (no es extraño que los cuerpos monstruosos que acechan al héroe no sean directamente visibles, y operen a través de otros registros, de la legibilidad de signos que indican su presencia).

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Comunicación y Humanidades Fabbri asegura que las pasiones pueden leerse en diferentes niveles (modal, aspectual, temporal y estésico). Nos interesa el nivel estésico en tanto, como asegura nuestro autor, no hay pasión sin cuerpo. Y ello bien puede leerse en la respuesta pasional de los espectadores frente a los cuerpos magmáticos del cine de terror (miedo, horror). El público experimenta una pérdida de seguridad, el confort cultural de la sala es roto: “…de alguna forma la transformación pasional siempre implica una transformación de la estesia, es decir, de la percepción de la experiencia corporal” (Fabbri, 1999, p. 67). Y lo más inquietante es que estos cuerpos nos impiden sentirnos completamente a gusto con nuestras propias corporeidades. El extraño placer que podemos experimentar con el terror fílmico nos conduce a una expurgación estésica en términos de Fabbri. Y tiene lugar precisamente porque las pasiones se imprimen sobre nuestros cuerpos (un cuerpo magmático –puesto en pantalla– que afecta un cuerpo escondido en las sombras –falsamente protegido en medio

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del patio de butacas–), para expurgarlos, para arrancarlos de la oscuridad que es paralizante y hacerlos vibrar en una clave exo-endodérmica (el terror violenta la superficie de la piel hasta afectar las propias vísceras).

Cuerpos incorporales, pantallas inseguras Nuestra pequeña apología al cine de terror persigue, por una parte, el reconocimiento de las potencias estéticopoiésicas del cine, precisamente por su pertenencia a la cultura de masas, gracias a que, de un modo u otro, busca dar cuerpo a una semiótica de las pasiones. Por otra parte, nos interesan los cuerpos magmáticos de este género, no porque en otros géneros los cuerpos no tengan protagonismo, sino porque en este marco narrativo la corporeidad tiende a la monstruosidad o, en otras palabras, desafía los cuerpos configurados dentro de un marco cultural. ¿Cómo pensar estos

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El cine de terror cuerpos? Son magmáticos, lo hemos sugerido, por lo cual no pueden ser objeto de taxonomías. Gozan del mismo nivel ontológico que cualquier otro cuerpo porque son producto de una imaginación radical (existen, persisten en nuestro mundo). Re-conocer su efectividad implica dar cuenta de su capacidad de ser superficies que se afectan por una narratividad (el lenguaje se in-copora en ellos). Nuestro único modo de hacer una arqueología de los cuerpos monstruosos del cine de terror es siguiendo su dialéctica visible-legible. Y basta decir que ni el más siniestro relato puede lograr pasiones sin la imagen de unos cuerpos en los márgenes de la cultural, ni que una imagen del más infausto cuerpo puede afectar sin el marco de legibilidad del relato en que se inscribe. Una de las películas que nos permiten pensar la potencia de los cuerpos magmáticos en el cine de terror es Ringu (1998) del director nipón, Hideo Nakata. El relato está signado por extraños sucesos acaecidos en una pequeña isla japonesa. Como si fuese una maldición, una cinta de video circula de mano en mano llevando consigo muerte. Quien ose ver las imágenes de este videocasete recibirá, acto seguido, una llamada telefónica, y ocho días después morirá. Es interesante cómo los héroes del relato condicionan el destino de sus cuerpos al ser afectados por un cuerpo fantasmal que se contacta con ellos a través de medios de comunicación. Tanto la imagen televisiva como el sistema telefónico ofician como lenguajes que determinan la corporeidad. Sin profundizar en dicha alegoría, se encuentra un puente entre lo corpóreo y lo incorpóreo; la tele-distancia (tele-visión, tele-fonía) determina el cuerpo presente. El extraño impulso metafísico que supone soñar con otro mundo encuentra

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en la técnica un recurso de comunión. Y sin duda se cierne sobre lo más cercano (el mundo tecnificado) una simbología del mal. Lo terrorífico proviene precisamente del hecho de que las técnicas de comunicación habitan nuestros espacios cotidianos. De un modo u otro, hemos abierto la puerta hacia un afuera indeterminado. Lo más interesante, en esta clave, tiene lugar al final del relato cuando uno de los personajes heroicos cree sortear la maldición. Aparentemente, libre del destino, descubre cómo las imágenes aparecen, por arte de magia, en la pantalla de su televisor. Y una joven (cuyo cuerpo yace desarticulado por haber sido arrojada a un pozo) se dirige a la pantalla y la atraviesa hasta, lentamente, invadir el espacio íntimo del héroe. Su pelo cubre su rostro. Es un cuerpo enmascarado. Y solo, en un singular plano, vemos un ojo casi desorbitado. El héroe es objeto de una mirada perversa y por ende destruido. Sin duda la semiótica del terror radica en que se metaforiza (al pasar el límite de la pantalla) la falsa seguridad que poseemos escondidos en la sala oscura. De algún modo tiene lugar un perverso deseo que posee todo espectador: esa membrana que nos protege puede ser rota. Nuestros cuerpos deben ser presa del miedo porque un in-corporal se incorpora en nuestra carne. Algo similar ocurre en la película Scream (1996) de Wes Craven. La primera escena de este filme es quizá la de mayor potencia terrorífica. Una joven universitaria se encuentra sola en casa. Recibe una llamada, aparentemente, equivocada. Se instaura una conversación en la cual quien llama quiere establecer un vínculo social. La joven juega con una voz (opera con un signo únicamente legible, con un cuerpo que solo es lenguaje) y hablan sobre cine de terror. El cuerpo foráneo, el extraño que irrumpe la intimidad del

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Comunicación y Humanidades hogar, pregunta el nombre de su anfitriona en la tele-distancia. Tras saber que quien la llama sabe su identidad se le revela que está siendo observada. En este momento vemos la alteración de su cuerpo (el miedo de ser puesta en escena, de ser objeto de una mirada sin cuerpo). Su casa, que debe ser espacio de resguardo, se vuelve espacio de peligro. Y sin saber quién o qué la mira el cuerpo se vuelve frágil. Luego de varias llamadas es amenazada de muerte. Lo singular es que nuevamente los medios operan como conducto para afectar los cuerpos. La casa oficia de pequeña sala de cine penetrada por un cuerpo con un rostro fantasmal. La icónica máscara del filme tiene un singular protagonismo. Cuando la vemos en escena, la voz se silencia. Quienes portan la máscara esconden cualquier marca vocal. Y no podemos dejar de mencionar la intratextualidad que oficia para afectar el cuerpo magmático. Nuestra heroína dice ser amante del cine, y antes de su muerte se dispone a ver una película de terror. Extraño augurio para todo cuerpo que se siente seguro escondido en la oscuridad. La afectación viene de nuevo de la ruptura de la membrana. Pero más allá de eso, la potencia de esta escena radica en su legibilidad. Adquiere un nivel semisimbólico porque hace una referencia a su propio género. Durante el resto de la historia de asesinatos, aparentemente fortuitos, (que dan pie a una saga con tres entregas más a la fecha) se violentan los códigos del terror, lo cual permite amplificar la visibilidad de los asesinatos con la gramática distorsionada del género. Películas como El proyecto de la Bruja de Blair (1999) de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez o Actividad Paranormal (2007) de Oren Peli, permiten reconocer cómo los cuerpos han devenido imágenes

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(como bien lo sugiere Morin). Durante ambos relatos presenciamos el periplo de los personajes mediante cámaras de cine, video, webcams. En ambos casos los personajes graban sus propios acontecimientos. En el primer filme en un bosque donde un trio de jóvenes hace un documental sobre brujería, en el segundo con cámaras web puestas en el hogar de una pareja que desea saber qué extraños sucesos ocurren mientras duermen. En este caso los cuerpos magmáticos son imágenes de imágenes. Y los dispositivos ofician como expresión del lenguaje que genera inscripciones sobre sus superficies. La escena final del Proyecto de la Bruja de Blair ocurre con dos de los personajes recorriendo una casa abandonada. Ambos, aparentemente, mueren. Y, a pesar del registro visual, no tenemos claridad de qué ocurre con ellos. Los cuerpos desaparecen víctimas de algo, por lo menos para nosotros como espectadores, in-corporal. Y el terror que experimentan los personajes y que tiene eco en el miedo de los espectadores, es producto precisamente del dispositivo de grabación que sugiere que presenciamos una historia real (el formato que emula la realidad afecta al público usando la semiótica –escritura– documental). En Actividad Paranormal ocurre algo similar. Los personajes (y los espectadores) pueden ver cómo algo incorporal afecta sus cuerpos. Por ejemplo con las huellas –sin cuerpo– que aparecen el suelo de la habitación (gracias a talco para pies) hasta el acto de arrastrar por el piso a uno de los personajes sin que las cámaras revelen ninguna otra corporeidad en cuadro. De algún modo en ambas historias los cuerpos que aterrorizan lo hacen porque no son visibles. Es su legibilidad puesta en otros cuerpos la que activa la pasión del público. Sin dudas, no solo el cine de terror nos permite pensar los cuerpos magmáticos.

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El cine de terror Pero, como hemos sugerido, en este género el trabajo sobre la corporeidad es fundamental. La perturbación del cuerpo, sea a través de asesinatos, torturas, afectación psicológica, actividad paranormal, o cualquiera de las múltiples claves genéricas, nos permite reconocer que el séptimo arte ha contribuido (en una clave propia de la industria cultural) a no reducir el cuerpo a un discurso jurídico, o, en una clave irónica, a la destrucción corporal como

que arrastran su propio peso como una carga. Por el contrario estos monstruos tienen una plenitud que desafía cualquier cuerpo atlético. Lo cual, como es de esperar, pone en aprietos a los sobrevivientes que se esconden en un centro comercial (y no deja de ser relevante que se encierren en el espacio en que hoy día operan las salas de cine). No podemos dejar de ver en estos cuerpos casi ideales, casi deseables, una diatriba contra el cuerpo normalizado de los

válvula de escape a la domesticación de ciertas formas de enunciación propias de una época obsesionada con el control bio-político. Quisiéramos finalizar haciendo alusión a un singular filme del director Zack Snyder titulado: El amanecer de los muertos vivientes (2004). Sin duda un excelente trabajo inscrito en el sub-género de zombis. Más allá de sus múltiples valores, es de importancia destacar que en este filme los zombis no son representados como cuerpos lentos,

no infectados. Presenciamos el avance (terrorífico) de otros cuerpos que casi pueden reemplazarnos. No queda sino pensar qué tan resistentes pueden ser nuestros cuerpos heroicos (que sueñan con los cielos) en un mundo cada vez más sitiado por las trasformaciones (������ ¿����� monstruosas?) de la técnica. ¿Se traiciona el happy end? Diríamos que, de un modo perverso, está presente porque el héroe (quizá el espectador) es feliz cuando su cuerpo es violentado.

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Comunicación y Humanidades Bibliografía Castoriadis, C. (1997). Ontología de la creación. Bogotá, Colombia: Ensayo Error. De Certeau, M. (1996). La invención de lo cotidiano. Artes del hacer 1. Ciudad de México, México: Universidad Iberoamericana. Fabbri, P. (1999). El giro semiótico. Barcelona, España: Gedisa. Fabbri, P. (2001). Táctica de los signos. Ensayos de semiótica. Barcelona, España: Gedisa. Foucault, M. (1966). El nacimiento de la clínica. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI. Morin, E. (1966). El espíritu del tiempo: ensayo sobre la cultura de masas. Madrid, España: Taurus. Vigarello, G. (2006). Historias de cuerpos. Entrevista con Michel de Certeau. La Ortiga. Revista cuatrimestral de arte, literatura y pensamiento (núm. 68-70), 13-21.

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Colección de cámaras

Caja mágica

Coronet Fildia

Gonzalo Gallego González Tiranty fue el fabricante de esta cámara francesa que, después de la Segunda Guerra Mundial, produjo una serie de cámaras con licencia de la firma británica Coronet. Este modelo es una cámara de caja barata1 que, a pesar de sus limitaciones, ofrece una gran profundidad de campo pues combina una apertura de diafragma entre f/11 y f/8 y una distancia focal fija2 de 110 mm. Su chasis es de latón3, la carcasa de cartón1 con marcas de instrucciones, inglés4 o francés; tienen un sencillo juego de cierres rotatorios5 y un mecanismo avance de película6 instalado en la carcasa de la tapa que se engancha en el mecanismo interno7 una vez colocada la misma.

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El sistema optico está compuesto por un objetivo8 tipo menisco con lente de Boyer, posee dos visores ópticos directos, uno en posición vertical9 y el segundo apaisado10; además brinda la posibilidad de ajustar tres filtos mediante ganchos11 que sobresalen de la carcasa y un un obturador resorte de velocidad12. Este modelo de cámara Tiranty Coronet es de formato medio, marco de 6x9cm con rollo de película 120.

Ficha técnica Marca: Coronet Modelo: Fildia Año: 1947 Medidas: 11 x 8,5 x 12 cm Formato: 6 x 9 cm. Pelicula 120 Óptica: Meniscope Tiranty. Diseño: Art-Decó.

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Comunicación y Humanidades

Penguin Kershaw Eight 20 Esta cámara de plegado vertical es una de las más simples fabricadas por Kershaw-Soho. Cuando se desbloquea1 su tapa frontal, un par de zancos2 abren la puerta3 de la cámara y se despliega el fuelle4 a una posición fija. A pesar de su simplicidad, esta cámara ofrece un selector de distancia5 con un rango desde 1,80 mts. hasta infinito. La palanca de distancia desplaza la unidad lente-obturador6 hacia adelante o hacia atrás, en la posición de infinito un puntero7, en la parte inferior del lente, advierte un texto impreso “Establecer puntero aquí antes de cerrar la cámara”8 es su posición más compacta para evitar daños en la cámara al momento de guardarse. Un mecanismo de palanca a un lado de la lente es el selector de obturación9 que varía entre f11 y f16. El disparador10 tiene un largo recorrido en el que se arma el obturador antes de su lanzamiento.

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Otras características de la cámara son: el pequeño y brillante visor11 que se puede girar unos 90 grados para las exposiciones verticales y horizontales, un fuerte cuerpo12 y tapas de acero13, la fácil extracción de la película que se logra halando la perilla de baquelita14, con la que se rebobina el rollo, previo desbloqueo15 de la tapa posterior en la que una ventana roja16 permite el recuento de las exposiciones.

Ficha técnica Marca: Kershaw-Soho Modelo: Penguin Eight 20 Año: 1951 Medidas: 17 x 12,5 x 8,5 cm. Formato: 6 x 9 cm. Pelicula 120 Fuelle desplegable. Optica f 11 Velocidades de Instant y B. Formato de negativo de 6 x 9 cm. Fabricación inglesa.

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Filo de Palabra es un foro abierto para el libre debate de las ideas afines a la comunicación y las humanidades, fruto del pensamiento colectivo de académicos del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. Su pretensión, además, es que también sirva como material de consulta para los docentes y la comunidad académica en general.


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