Y donde está el quiropráctico que salva del cuello de las mañanas después del golpe en los juegos de niños hundiéndose un poco más y me saca de mi vocación a esconderme del mundo por las culpas enganchadas a mis espaldas como cuando buscaba a mi progenitor y acudí a quien me defendió uno de los pocos o quizás al único que vino a vociferar por mi estado de indefensión luego de entregarme la dirección y que visito de vez en cuando en su bóveda…