Premio de fotografía del patrimonio

Page 1

III Premio de FotografĂ­a del Patrimonio Cultural de la NaciĂłn

L ib ertad

y O rd e n



sandra suárez quintero jorge panchoaga guillermo santos rommel rojas rubio juan sebastián pinilla

III Premio de Fotografía del Patrimonio Cultural de la Nación


Mariana Garcés Córdoba Ministra de Cultura María Claudia López Sorzano Viceministra de Cultura Enzo Rafael Ariza Ayala Secretario General Juan Luis Isaza Londoño Director de Patrimonio Katherine Eslava Otálora Coordinadora Programa Nacional de Estímulos Belén Asensio Pérez Asesora Premios Nacionales Programa Nacional de Estímulos Fotografías Sandra Suárez Quintero Jorge Panchoaga Guillermo Santos Rommel Rojas Rubio Juan Sebastián Pinilla Diseño y diagramación Gabriel Rojas ISBN: 978-958-9177-97-6 Impreso en la Imprenta Nacional Material impreso de distribución gratuita con fines didácticos y culturales. Queda estrictamente prohibida su reproducción total o parcial con ánimo de lucro, por cualquier sistema o método electrónico sin la autorización expresa para ello.

© Ministerio de Cultura Primera edición, 2012


III premio de fotografía del patrimonio cultural de la nación Saber Mirar La fotografía que excede al patrimonio “Del mismo modo que en los comienzos el hombre debía conocer con exactitud sus animales de caza para poder vivir, y por eso los dibujaba con precisión en las paredes de las cuevas, en todas las épocas ha influido la representación en imágenes visuales con el objetivo de aprehender mejor el entorno.”1

A lo largo de la historia humana el volver a presentar por algún medio la realidad ha sido una manera de apropiarse de un suceso para convertirlo en un objeto –sea dibujo, grabado o fotografía . Una vez otorgado este estado objetual, de corte atemporal y estático, la fotografía obtiene dos características, para algunos reduccionistas y para otros maravillosas, permite una aproximación detallada sobre los elementos que quizás pasarían desapercibidos al tratarse de una realidad temporal y móvil, y posibilita así mismo su conservación, el congelamiento de un fragmento de realidad, poniéndolo a disposición de las generaciones venideras para su estudio, para incentivar el recuerdo o para satisfacer aquella obsesiva necesidad de ilusión. La definición de patrimonio es cada vez más amplia, tradicionalmente entendido se refiere a los bienes materiales heredados de manera personal, sin embargo actualmente hablamos de un patrimonio expandido que incluye lo cultural, histórico, arquitectónico e inmaterial, consolidándolo de tal forma como un valor social, tangible e intangible, legado por las generaciones precedentes y digno de ser rescatado, valorado e incluso reinterpretado desde nuestros tiempos. Con el objeto de preservar dichas manifestaciones patrimoniales es necesario visibilizarlas y para ello no existe medio más poderoso que la imagen fotográfica sabiamente guiada por la mirada equilibrada, racional y sensible a la vez. El cada vez más expandido uso del medio y la resultante proliferación de fotografías que existe actualmente hace que asumamos la fotografía como un problema mayoritariamente técnico, hasta el punto de creer que toda buena toma depende de un equipo poderoso y sobretodo costoso. Estoy seguro de que la técnica es un consolidador y determinante del tipo de imágenes que se realicen, e incluso de la mirada. Tal es el caso de las fotografías de Alexander Rodchenko, donde la mirada novedosa respondía en gran medida a la nueva posibilidad técnica que generaba [5]


la recién inventada cámara compacta. ¿Pero dónde quedan todas las posibilidades técnicas en manos de alguien que desconoce el poder de observar a través del lente y mirar fotográficamente? ¿Dónde se encuentran las miles de instantáneas que contemporáneos a Rodchenko tomaron con las mismas posibilidades técnicas pero sin la audaz mirada del genio? La contundencia de la imagen a mi juicio tampoco radica en el tema o realidad que sea representada, y es aquí donde la mirada fotográfica excede al patrimonio, podemos tener a diez operadores fotografiando el mismo suceso, supongamos cargado de interés patrimonial o histórico, y no por ello vamos a obtener diez buenas imágenes. Toda realidad tiene un potencial visual dispuesto a ser explorado pero solo una visión aguda y certera logrará generar nuevas posibilidades de interpretación y goce visual . “Saber mirar es un sistema completamente nuevo de agrimensura espiritual. Saber mirar es un modo de inventar. Y no existe invención tan pura como aquella que ha creado la mirada anestésica del ojo limpísimo, ausente de pestañas, del Zeiss: destilado y atento, imposible a la floración de la conjuntivitis”2

Este documento consigna los proyectos de los ganadores del “III Premio de fotografía del patrimonio cultural de la nación” al cual fui invitado a participar en calidad de jurado, las fotografías presentadas constituyen un claro ejemplo de cómo la mirada excede al patrimonio, ya que no solo generan una revisión del mismo, sino que a partir del saber mirar amplían la concepción que tenemos sobre estos valores mayoritariamente ignorados y en riesgo de desaparecer. La obra Hilar y Esquilar de Sandra Suárez aborda el patrimonio a partir de una actividad ancestral , fuerte consolidador de identidad regional y sin embargo prácticamente desconocida para quienes nos encontramos al margen de esta localidad y de su cultura. El desconocimiento de dicha actividad sumado a una subvaloración del producto al insertarlo en un sistema capital, donde se prioriza el costo sobre el valor, ponen en riesgo la continuidad de la misma, amenazando no solo una forma de sustento para las familias de la región sino también un saber tradicional, vinculante social y consolidador de cultura a nivel regional. Dejando de lado la empatía que produce la temática cultural, que se consolida como discurso de fondo en la fotografía, debo decir que la conexión generada con la imagen fue netamente formal, y dentro de esta perfección formal destacaría como elemento más relevante el equilibro. Ese equilibrio donde las relaciones entre sus partes están totalmente determinadas y controladas, allí donde nada sobra y nada falta, esa mesura, a primera vista estática, pero contenedora de una fuerte [6]


dinámica. Y creo que es ese bondadoso estatismo aparente, ese silencio inicial, el que nos lleva a detenernos y ubicar la lectura amplia e interpretativa que puede haber en torno a lo documentado. La primera aproximación al equilibrio se presenta entre los elementos explícitos y aquellos implícitos. La mirada certera encuadra solo aquello que considera relevante y con sentido, manteniendo una clara concepción de los límites del cuadro fotográfico y aprovechándose de éste para llevar al espectador mas allá del mismo y hacia una interpretación personal. La utilización de los focos selectivos refuerzan esta idea al invitar a nuestra mirada a exceder los puntos de interés, del centro hacia los bordes, allí donde la imagen se hace menos nítida y más sutil y donde nuestra memoria e imaginación debe acceder para complementar la escena. El obviar los rostros tras los sombreros tejidos es una reiteración de este equilibrio anotado, en cuanto la ocultación invita a la reflexión y otorga a las fotografías un carácter misterioso que hace que quedemos inmersos en la foto de la misma manera que quedamos intrigados ante un secreto. Los puntos de vista utilizados son retadores tratándose de un registro de carácter tradicional en su temática, esta característica nuevamente otorga equilibrio por tensión entre una mirada contemporánea sobre una acción ancestral. Contrapicados y puntos de vista cenitales hacen que nos aproximemos a la acción de hilar y esquilar de la manera en que uno se acerca a un modelo a escala, con cuidado, de manera meticulosa, controlando la acción pero siempre a la espera de nuevas sorpresas. La composición, en perfecto equilibrio y sin embargo cargada de dinamismo se basa principalmente en la figura triangular y en el uso de líneas diagonales. El manejo del color otorga a las fotografías un carácter propio sin alejarlas de la necesidad documental, hacen clara la unidad de la serie y generan el equilibrio entre objetividad y subjetividad. La serie fotográfica Subsistir de Jorge Panchoaga, de corte más narrativo, nos presenta, sin evidenciarlo, la historia de algún luchador anónimo cuya vida y sustento se encuentran íntimamente relacionados a los recursos hídricos del país, y digo anónimo porque los rostros tienden a ocultarse para que a partir de este gesto los sujetos devengan en íconos que representan algo más allá de una singularidad. La historia de este personaje representa el riesgo de muchos pescadores que conforman el más bajo y depredado escalón en la pirámide de explotación del río y la mar. Las fotografías proponen una conexión en primera persona con las actividades alrededor de la pesca, la fluctuación en los planos fotográficos, siempre teniendo de manifiesto el elemento acuático, nos sumerge en la cotidianidad simple y a la vez maravillosa de estas comunidades. [7]


A nivel formal y técnico la serie presenta impecables composiciones, a veces más tradicionales a veces más retadoras, pero siempre compensadas en su peso visual. El tratamiento del paisaje denota un respeto por la inmensidad evidente en los mares y cielos, esta inmensidad evoca la desoladora e inestable relación entre el hombre y la naturaleza. El tratamiento del blanco y negro y en general de los ajustes digitales es magistral, dotando de carácter a la serie y reforzando aquel espíritu narrativo ya mencionado anteriormente. Este recorrido fotográfico -de reminiscencias fílmicas- a través de la cotidianidad de uno de los miles de héroes anónimos que construyen patrimonio, logra de manera contundente un sutil equilibrio entre la mirada documental y la subjetiva y sensible mirada del fotógrafo. La serie Ciudad Blanca de Guillermo Santos apunta a un espacio no pocas veces revisado y sin embargo siempre lleno de nuevas posibilidades como lo es el campus de la Universidad Nacional de Colombia. La mirada patrimonial en este caso se centra a primera vista en la arquitectura de la ciudad blanca, sin embargo para encontrar su verdadero interés hay que ir más allá de lo evidente –edificios y espacio universitario- para descubrir aquello que excede de lo tectónico, sutiles reminiscencias temporales logradas a partir de prolongadas exposiciones y que se convierten en puntos de acceso a la observación y a la reflexión. Las fotografías están cargadas de una interesante atmósfera onírica generada básicamente por tensión. Esta tensión se genera por la oposición entre el carácter estático y atemporal del elemento arquitectónico patrimonial y los elementos móviles conformados por estrellas que orbitan en torno al mismo, así como los humanos que se inmaterializan por la acción del tiempo, importante también se presenta la intervención gráfica de tipo graffiti que sobre los edificios se asienta y que se constituye como un gesto efímero y transitorio -felizmente condenado a la desaparición- a diferencia de la pausa sorda del monumento. La utilización de cámara fotográfica de placa no solo da cuenta del oficio del fotógrafo paciente y dedicado, sino que sustenta una serie de imágenes que impactan por su nitidez, amplia profundidad de campo y delicada escala tonal, con líneas compositivas cuidadas como lo demanda la buena fotografía de arquitectura pero manteniéndose en una atmosfera misteriosa que evade la obviedad. La serie fotográfica despierta cuestionamientos en torno al diálogo entre monumento, grafismo y tiempo. El grafismo que desaparece, el monumento que se niega a desaparecer y el tiempo esculpido en la placa a partir de la tenue pero constante acción de la luz. [8]

La serie fotográfica Vida sin futuro: Una posibilidad para las comunidades nukak de


Rommel Rojas Rubio, de carácter fuertemente documental, evidencia visualmente la importancia antropológica de estas comunidades siempre dignas de ser revaloradas. Sus fotografías -por medio del poder de la serie- nos sumergen en el mundo nukak, involucrándonos con acciones cotidianas para ellos, pero intrigantes y maravillosas para nuestro sesgado mundo occidental, evidenciando su forma de vida, su espacio y arquitectura, su manera de concebir el cuerpo y su relación con el dolor. La mirada fotográfica en este caso se encuentra en mayor medida supeditada y condicionada por el instante, con esto quiero decir que la inmediatez de las situaciones registradas exigen un ojo más rápido y un accionar más instintivo que racional, sin que por ello se descuiden aspectos técnicos o herramientas creativas. Los encuadres y puntos de vista son tradicionales y asombrosamente juiciosos ante lo azaroso y fugaz del momento, las reglas compositivas están integradas en la mirada del fotógrafo que en este caso no puede parar a pensar en aquellas consideraciones sin que antes desaparezca ese buscado instante decisivo. El tratamiento de color de las imágenes, con inclinación hacia los tonos calidos, acentúa la paleta terrosa que carga a la serie de una atmósfera que encierra toda la pesada nostalgia inherente a la desaparición. Las aproximación que se realiza a la situación se da en tercera persona, la naturalidad en que se nos presentan estas escenas demuestran conocimiento y respeto hacia la comunidad, en ellas se siente una cómoda aceptación del operador que no se lograría en las primeras incursiones y que da cuenta de la perseverancia y el compromiso del fotógrafo.

Marcelo Mejía

1-HAUSMANN, Raoul. ¿Como percibe el fotógrafo?. En Estética fotográfica de Joan Fontcuberta. GG. Barcelona, 2003. 2-DALI, Salvador. La fotografía como pura creación del espíritu. En Estética fotográfica de Joan Fontcuberta. GG. Barcelona, 2003. [9]



Sandra Suárez Quintero Hilar y esquilar Hilar (Del lat. filā re). 1. tr. Reducir a hilo el lino, cáñamo, lana, seda, algodón, etc. Esquilar (Del ant. esquirar, este del gót. tardío *skiran, y este de *skaíran; cf. ingl. ant. y a. al. ant. scëran). 1. tr. Cortar el pelo, vellón o lana de los ganados y otros animales.

En Cucunubá hay belleza y una mezcla entre tradición y modernidad. Los registros que comprenden la serie fueron realizados durante la cuarta versión del Festival de la Lana de Cucunubá FESTILANA 2011. Por medio de la captura de las imágenes en el marco de este festival, propongo la oportunidad de reflexionar alrededor de la capacidad de sorprendernos ante las tradiciones de la tierra y de sus valores regionales en ese grupo al cual se pertenece. Hilar y esquilar como dos saberes y artes populares que se resaltan pero que son susceptibles de desaparecer. Es necesario evidenciar la forma en que se vinculan contenidos multiculturales, en los que se plantea la necesidad de reconocer que en toda sociedad contemporánea no hay una cultura sino una diversidad de culturas, y que a su vez exige reconocer diferentes estéticas y modos de vida al interior de la misma. Existe aquí una posibilidad de hibridación entre lo tradicional y lo contemporáneo, un cruce de caminos entre los espectadores ávidos de nuevas posibilidades de consumo de territorios, paisajes, gastronomía, imágenes e identidades y de pobladores que se dedican por tradición o por costumbre al oficio de cardar e hilar o esquilar de manera habitual, lo que seduce y recrea los imaginarios por parte de quienes provenimos de afuera y del querer poder compartir saberes con ese otro que se resiste a ser cosificado para construir diferencia, provocando distancias ilegítimas en el intento de homogenizar pobladores y saberes ancestrales como propios de un lugar y sus costumbres, cuando deberíamos apropiarnos de estos y proyectarlos como un bien patrimonial cultural. Consumir lo exótico es propio de quienes provenimos de afuera, y la imagen de lo propio o auténtico de la zona, recae en las manos del turista y entiéndase por turista, aquel que deviene en su tránsito por un lugar sin cuestionarse absolutamente nada y simplemente está dispuesto a adquirir con el firme propósito de evidenciar a su retorno-lugar y a su otredadpoder adquisitivo, que estuvo en ese lugar, por lo tanto, debemos apartarnos de la mirada del turista y adentrarnos a la mirada del etnógrafo con el propósito de conferir autenticidad para contar las experiencias de vida relatadas por sus manos, sus rostros o su labor, en la cual además de reconocer el lugar y sus moradores como autóctonos, los objetos y cosas adquieren un valor casi que artístico para dejar de verlo como artesanía. Minerva

[11]


[12]


[13]


[14]


[15]


[16]


[17]


Hilar y esquilar


[19]


[20]


[21]


“Yo que tuviera un hijo pequeño no le enseñaría a pescar. Que estudiara y se fuera a conseguir un trabajo. La pesca día por día se va terminando” Climaco Saldaña, 76 años (El Espectador, abril 30, 2012)


Jorge Panchoaga Subsistir

Una nube flota arriba en el cielo. De su espumosa composición se descuelga una gota, y después otra, hasta caer un pequeño chubasco. Ese chubasco prontamente se convierte en un gran aguacero de media noche que baña los frailejones del macizo colombiano. La laguna donde nace el Huacacayo o Río Magdalena sube unos cuantos centímetros, y colina abajo empieza cada quebrada a desbordar sus límites. Amigo suyo, camarada de las curvas de los andes, el Río Cauca corre con fuerza por Paletará, mientras sus gentes ven crecer esos acostumbrados seis metros de ancho, cuando apenas es un pequeño río, a los doce metros que exige cuando viene bravo y brioso, reclamando su tierra. Recorren medio país con sus aguas inmensas. Revitalizados por el chubasco de arriba en la montaña, el aguacero de Popayán sobre Tulcán y Palacé, la llovizna de Honda en el Tolima, el aguacero interminable de Bogotá, la llave que queda abierta en cualquier casa el Magdalena y el Cauca inundan todo a su paso. Alimentan más de 200 municipios, traen minerales, troncos y algunas veces vidas vencidas. Chocan su fuerza y sus colores en el departamento de Bolívar, cerca a Pinillos, en la Flores, municipio de Magangué, en un regocijo de vida que no puede explicar el hombre. De estos recorridos, los tropiezos de ambos ríos han sido varios, una salvajina sufre el Cauca en el municipio de Suárez, hidroeléctrica y controladora de inundaciones; entrando al Valle del Cauca recibe los residuos de ocho minas de oro; en Ituango, vuelve a detenerse en una hidroeléctrica que aprovecha su caudal, sin contar con los residuos que recibe en cada ciudad de aguas no tratadas y de la industria sin regulación. El Magdalena conjuga unas estaciones similares, la represa de Betania en el Huila, minería a su paso y los residuos de varios ríos y quebradas de aguas no tratadas de distintas ciudades y pueblos que envenena su caudal. Al borde de su recorrido el Magdalena se ensancha en ciénaga, un espejo de agua que flota sobre la tierra reflejando sin memoria el recorrido estelar del cielo. En esta ciénaga, en varias ocasiones los peces han muerto por la falta de oxígeno generado en la conexión entre las aguas saladas y las aguas dulces en Boca de la Barra, los canales de conexión están muy colmatados. En la Ciénaga grande del Magdalena los pescadores de Nueva Venecia, intentan no abandonar sus casas ni sus tradiciones: salir a las cinco a.m. volver a las once, comer y secar el pescado. El cambio súbito de la vida en el río, una masacre perpetuada, un desplazamiento forzado y las inundaciones intentan cambiar su parecer. Pero no es un juego simple de escoger olvidar todo un pasado, es la decisión de cambiar el rumbo a toda una red histórica de significados y relaciones con su agua. Tiago el pescador

[23]


[24]


[25]


Subsistir


[27]



[29]


[30]


[31]


Subsistir


[33]


Conservatorio de MĂşsica, Sur


Guillermo Santos Ciudad Blanca Esta serie de fotografías nace de la observación rigurosa y apasionada de un espacio especialmente valioso y representativo del patrimonio cultural de Colombia. Se trata del Campus Principal de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Este lugar puede describirse inicialmente como un conjunto de bloques arquitectónicos que representan ampliamente los últimos 80 años de la arquitectura colombiana. Su valor patrimonial más evidente radica en el hecho de que 17 de sus edificios han sido declarados Monumentos Nacionales. Sin embargo, su valor cultural excede el componente arquitectónico, pues la comunidad que allí comparte y vive bien podría pensarse como una suerte de reflejo del país entero, tanto en su diversidad y su vitalidad, como en sus complejidades y contradicciones. Siento que la Ciudad Blanca, como así se le llama, es objeto simultáneo de un uso y un olvido cotidiano y permanente. Por eso las fotografías que presento intentan dar cuenta de la complejidad cultural del campus mediante una suerte de extrañamiento de la mirada. Al fotografiar de noche (entre las 10 p.m. y las 4 a.m.), usando película fotográfica de gran formato (4 X 5 pulgadas) en blanco y negro y tiempos de exposición que oscilan entre los 20 y los 120 minutos quiero dislocar la experiencia cotidiana de este territorio. Mi intención es lograr que el espectador entre en una dimensión temporal distinta, una dimensión que recoja algo de la majestuosidad de aquella Ciudad Blanca que comenzó a construirse como un símbolo de saber y progreso en 1936, pero que a la vez le permita sentir el golpe emocional que produce el deterioro y el abandono que sufre hoy esta manifestación patrimonial. Al fotografiar de esta manera pareciera que se hace caso omiso del elemento humano, sin embargo mi intención en realidad es potenciarlo. Las imágenes nocturnas y sosegadas permiten contemplar las huellas del hombre y son por lo tanto una manera de evidenciar las paradojas que vive este territorio, lleno de vitalidad y fuerza social, permanentemente usado, apropiado, recorrido y habitado, pero que desprende también un cierto espíritu de abandono y fatal descuido, fruto tanto del vandalismo como de la presión económica que se cierne sobre el sistema educativo. Sobre la Ciudad Blanca se teje una suerte de ironía, que hace que la belleza de su arquitectura resuene de manera especial entre palimpsestos de grafitis, ventanas rotas, y fachadas maltrechas. Esta ironía puede ser vista como una metáfora tanto de nuestra relación con el patrimonio cultural como del peligro en que se encuentra hoy una de las tareas básicas de nuestra sociedad: la educación y la generación de conocimiento. He realizado estas fotografías porque siento la necesidad de sugerir con ellas un sentido tanto crítico como poético de un territorio que nos representa como nación. Turinturin

[35]


Conservatorio de MĂşsica, Norte


FilosofĂ­a, Occidente


Lingüística e Ingeniería Agrícola, Sur


Bellas Artes, Occidente

[39]


[40]

Lingüística e Ingeniería Agrícola, Occidente


Conservatorio de MĂşsica, Noroccidente

[41]


Plazoleta Conservatorio de MĂşsica, Norte


Biología, Sur

[43]



Bellas Artes, Sur

[45]



Rommel Rojas Rubio Vida sin futuro Desde la Constitución de 1991, Colombia se asume como un país pluriétnico y multicultural, significa entre otros, el reconocimiento de la diversidad material e inmaterial de los distintos pueblos y comunidades que habitan su territorio de manera ancestral; históricamente los indígenas, han sido vulnerados, marginados y estigmatizados por un Estado indolente y una la sociedad invasora que desconoce, invalida y destruye las cosmogonías y territorios que dan posibilidad a su existencia. Comunidades como la Nukak, están conformadas por personas nómadas que centran su existencia en la movilidad permanente por su entorno para garantizar su alimentación y pervivencia a través de la caza, la recolección y promover la recuperación su entorno; emplean el tejido, la música y el fuego como mecanismos de socialización, afianzamiento de su identidad en formas de vida matizadas en ritos que dan cuenta de su cultura que los define como Nukak. Actualmente, fenómenos como el conflicto armado, el narcotráfico, el abandono del Estado, la indiferencia social, la colonización de sus territorios tradicionales, desplazamiento forzado y confinamiento, han provocando la vulneración de sus derechos, que los tiene incluso en peligro de extinción cultural y física; de allí la necesidad urgente que el Estado implemente acciones desde la cultura propia, para que ellos y ellas tengan una vida con futuro. Han sido varios los días compartidos, pero fue un día soleado y despejado por demás y luego de una jornada de caza y recolección selva adentro, que el asentamiento Agua Bonita se sintió distinto. Las mujeres y niños que estaban en sus malocas, gritando salieron a recibir a los hombres que llegaban sonriendo y hablando entre ellos, como si esa alegría recordara la necesidad de tener alimentos; la expectativa colectiva se confirmó con el tamaño de los costales que ellos traían en su espalda; “llegó comida que nos gusta, dijo una mujer”, mientras miraba emocionada. Esa noche, iluminada de manera cómplice con estrellas por montones, se organizó una “fiesta”, un “compartir”, había sustento para un par de días, razón de más para celebrar, ellas se maquillaron, se cortaron el cabello a la manera Nukak, los niños saltaron sobre el fuego, algunos hombres tocaron sus instrumentos y todos bailaron, se juntaron en una euforia colectiva, celebrando la vida con chicha y cantos, recordando que otros mundos son posibles y que los Nukak existen. Vista periférica

Una posibilidad real para las comunidades nukak



[49]




Vida sin futuro


[53]







Juan Sebastián Pinilla El olvido de un muelle fantasma

Conocí el Municipio de Puerto Colombia en unas vacaciones de mitad de año, en junio del 2009, año en el cual ya habían transcurrido 121 años desde el inicio de su construcción, a finales del siglo XIX, en el año de 1.888; y el Muelle como la canción infantil del puente, ya estaba quebrado. Cuentan sus habitantes y la historia, que El Muelle de Puerto Colombia fue el tercer muelle más largo del mundo, con una longitud de 4.000 pies, unos 1.219 metros, que en su época fue el muelle más largo de América, ya que los otros dos muelles que lo superaban se encontraban en el viejo continente. Era un muelle en el mar Caribe sobre el que rodaba un ferrocarril que agilizaba y facilitaba el transporte de todo tipo de mercancías que salían e ingresaban al país. El espectáculo era grande: ver el tren entrando al mar y el sentimiento de las personas que lo contemplaban con una alegría inmensa de orgullo nacional. La historia data que Puerto Colombia fue un municipio de gran empuje, con grandes posibilidades de crecimiento y desarrollo. Cuentan los adultos mayores, los que tuvieron la oportunidad de conocer el Muelle en su funcionamiento y esplendor, que en las salidas de los fines de semana era obligatorio pasar por Puerto Colombia a disfrutar con sus familias de los balnearios y sus playas, a contemplar ese monumento a la ingeniería, el esfuerzo y el progreso. Hoy no dejo de sentir cómo es posible que un Patrimonio tan importante de la Nación, que como mencionan sus habitantes: trajo la modernidad a nuestro país, que permitió la entrada de otros grupos poblacionales que han aportado a la diversidad cultural, étnica, social, política y económica de Colombia, hoy se encuentre abandonado, condenado al olvido, a las ruinas, a la muerte. Sus habitantes, los porteños, ahora con tristeza y pena, sintiendo la muerte que está acechando al Muelle, saben que dejaron pasar el tiempo sin ejercer ninguna acción de pertenencia, guardaron silencio, pero se disculpan y me hacen entender que no solamente era responsabilidad de ellos, que era responsabilidad de todo un país, no permitir que su historia, que todos sus patrimonios, tangibles e intangibles, terminen destinados a lo que hoy en día se quiere hacer con el Muelle, dejarlo en el mar del olvido como una ruina que podremos seguir contemplando mientras el mar lo termina de tumbar. Hoy después de 3 años de haber conocido el Muelle, lo que más siento cuando retrato el monumento, es como día tras día el Muelle y su población se van transformando en estelas de mar de esas épocas de bonanza perdiéndose en la memoria, sabiendo que si no se encuentran soluciones oportunas para el desarrollo del turismo a través del Muelle, en unos pocos años no quedará más que el olvido de un muelle fantasma. Roja


[60]


[61]


[62]


[63]


[64]


[65]


[66]


[67]


[68]


[69]


Perfiles Sandra Suárez Quintero Es profesora asociada en el área de Fotografía del Programa de Diseño Gráfico en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. Especialista en Fotografía (2008) y Docencia Universitaria (2005) y graduada en diseño gráfico de la Universidad Nacional de Colombia (2002). Se ha desempeñado como diseñadora y fotógrafa, combinando labores de docencia e investigación en instituciones como ISES, Escuela Colombiana de Carreras Industriales ECCI, Fundación Universitaria del Área Andina, Universidad Los Libertadores, Universidad Sergio Arboleda, Universidad Nacional de Colombia. Ha participado en eventos y espacios académicos como ponente y conferencista abordando temas alrededor de la imagen fotográfica y el diseño gráfico. Seleccionada en la 5ta Bienal Internacional de Arte Visual (México, 2012). Expositora en: “Fait en Colombie - Hecho en Colombia” (Quebec, 2011); “En el vacío” - Teatro Libre (Bogotá, 2011); Muestra tadeo 2010 y 2009. Ganadora del 19 Salón Tolimense de Fotografía (Ibagué, 2010). Actualmente cursa la Maestría en Estudios Artísticos en la Universidad Distrital.

Jorge Tobar Panchoaga Realizó estudios en antropología en la Universidad del Cauca y posteriormente cursó el programa de la Especialización en Fotografía de la Universidad Nacional de Colombia. Sus trabajos han sido expuestos en distintos escenarios, siendo premiado en distintas ocasiones. Actualmente investiga sobre la fotografía en Colombia y sus fotógrafos. Fue uno de los coordinadores y gestores del ciclo de conferencias Variaciones cromáticas de la Universidad Nacional, y ha sido invitado a realizar el taller de blanco y negro en la Especialización en Fotografía de la misma universidad.

Guillermo A. Santos Se ha dedicado a diversas actividades en el ámbito de la creación artística y la investigación en torno a la imagen y la representación visual, especialmente la fotografía. Desde la adolescencia desarrolló una pasión autodidacta por este tipo de imágenes. Su formación en antropología de la Universidad Nacional de Colombia, sumada a esa actividad autodidacta, derivó en un interés por el documental visual y sus posibilidades. En la década de los noventa obtuvo una maestría en Estudios Cinematográficos y Audiovisuales de la Universidad de Paris III y trabajó en proyectos de investigación y creación visual sobre problemáticas urbanas de Latinoamérica. Su trayectoria profesional evoluciona posteriormente hacia la creación y la [70]


reflexión artística en ámbitos muy diversos dentro de los que se cuentan proyectos curatoriales, investigación teórica sobre la imagen fotográfica, proyectos artísticos personales, fotografía editorial y documental y fotografía cinematográfica. Se ha desempeñado como docente en artes visuales y en áreas relacionadas con los estudios interdisciplinarios sobre lo visual en las principales universidades de Bogotá. Actualmente es Profesor Catedrático Asociado de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia y divide su tiempo entre la docencia, la fotografía independiente y sus propios proyectos artísticos y documentales. Vive y trabaja en Bogotá.

Rommel Rojas Rubio Trabajador social, especialista en docencia, en fotografía y con estudios de maestría en Género y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia, ha sido investigador y docente universitario. Sus fotografías han sido expuestas en España, México y Colombia, además de publicadas en diversos documentos. Su experiencia profesional se ha centrado en la promoción de derechos humanos, atención a poblaciones en condiciones de vulnerabilidad por el conflicto armado, autor de diversos artículos y miembro de equipos técnicos en textos institucionales, ponente en eventos nacionales e internacionales.

Juan Pinilla R. Bogotano con sangre valluna/santandereana, fotógrafo y actor de academia. Crea Mirada Frame en 2006 para darle un sólo nombre a sus actividades y de paso reclutar algunos compinches que compartan sus gustos. Se especializa en fotografía publicitaria en la tierra del tango. Hizo un homenaje al Carnaval de Barranquilla que del pomposo Gun Club salió homenajeado. Ya colgó su primera exposición en la Mill Bridge Gallery jugándole de visitante a la reina Isabel. En su natal Bogotá ha participado en varias convocatorias, ganándose tres y ocupando lugares honoríficos en otras cuatro, y les gustó tanto su trabajo que lo mandaron a bailar lambada y jugar fútbol a la tierra de Pelé como muestra de su agradecimiento. Como él dice, con la cámara se siente “enguitarrado”. Clientes como Kia Motors, Grupo Aval, Banco Popular, Rcn Radio y la Cámara de Comercio de Bogotá han creído que este caballero de las visuales ha interpretado con acierto sus campañas.

[71]


S a n d r a S u รก r e z Q u i n t e r o / H i l a r y e s q u i l a r, J o r g e Pa n c h o a g a / S u b s i s t i r G u i l l e r m o S a n t o s / C i u d a d B l a n c a , Ro m m e l Ro j a s Ru b i o / V i d a s i n f u t u r o J u a n S e b a s t i รก n Pi n i l l a / E l o l v i d o


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.