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2.5. Tierras aptas para el cultivo
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por bosques naturales. También se incluyen las coberturas vegetales inducidas que son el resultado de la acción humana como serían las áreas de cultivos, además de los asentamientos humanos (Coronel, 2005). La capacidad de uso del suelo es una clasificación técnica interpretativa basada en los efectos combinados del clima y las características permanentes del suelo, y que tiene por objeto agrupar a los suelos existentes en clases de capacidad de uso, para señalar su relativa adaptabilidad a ciertos cultivos propios de una zona, además de indicar las dificultades y riesgos que se pueden presentar al usarlos. La clasificación está basada también en la capacidad de la tierra para producir, señalando las limitaciones naturales de ella (Coronel, 2005). La clasificación de suelos por clase de capacidad de uso, es indispensable para mostrar y localizar en forma simple y resumida sus potencialidades y limitaciones para el uso agrícola, ganadero y forestal, tanto en condiciones de riego como de secano. Las categorías de clasificación empleadas para establecer la capacidad de uso de los suelos, son tres: clases, subclases y unidades de capacidad de uso, las cuales se usarán dependiendo del grado de detalle del estudio. Las clases convencionales para definir la capacidad de uso son ocho, las que se designan con números romanos del I al VIII, ordenadas de acuerdo a sus crecientes limitaciones y riesgos en el uso (Coronel, 2005).
2.5.Tierras aptas para el cultivo
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Los cultivos sin limitaciones de uso de clase I, tienen pocas limitaciones que impidan su uso, son casi planos, profundos bien drenados y fáciles de trabajar. Tienen una buena capacidad de retención de humedad y una buena fertilidad natural. En este tipo de suelos, si se utiliza prácticas convenientes y simples de manejo se obtiene un rendimiento de manejo alto para mantener su productividad y su fertilidad natural, además los cultivos intensivos se adaptan perfectamente en esta clase (Coronel, 2005). Los suelos cultivables con ligeras limitaciones de uso y moderados riesgos de daño o clase II, presentan texturas favorables que pueden variar a extremos más arcillosos o arenosos respecto a las texturas de la clase I, con algunas limitaciones que reducen la elección de los cultivos o requieren moderadas prácticas de conservación. Son suelos planos con ligeras pendientes, profundos a moderadamente profundos de buena permeabilidad y drenaje (Coronel, 2005).