alborada revista literaria universitaria
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/ OTOテ前 2014
Desde ALBORADA invitamos a todos los estudiantes universitarios a que participéis en esta revista enviándonos vuestros textos, junto a vuestros datos personales, a la siguiente dirección: alborada@unav.es Se aceptan poemas y relatos breves sin límite de extensión. También nos gustaría recibir vuestras ilustraciones de tema libre, preferiblemente en blanco y negro.
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Ilustraciones Pablo María de la Barrera (portada y contraportada) Máster de Formación del Profesorado. Universidad Pública de Navarra
Depósito legal: NA 1867-2012
Diseño y maquetación: Calle Mayor (www.callemayor.es)
Sara María Vermejo Filología Hispánica Universidad de Navarra
Te espero Aquí estamos otra vez. La cena, como de costumbre, transcurre en silencio. El sonido de tus cubiertos chocando en tu plato llena la habitación. Yo no comeré. No tengo hambre: tengo sueño. Estoy cansada. La cocina es fría, pero tengo calor. Recién me estoy enfriando después de la pelea. ¿Por qué no abres la puerta? Siempre es lo mismo. Cada día y cada noche. En esto nos hemos convertido: las mismas frustraciones, las mismas discusiones, las mismas peleas, las mismas personas. Tú y yo seguimos siendo los mismos, cada día y cada noche. No recuerdo cuándo empezó, en qué momento comenzamos a fallar. Recuerdo que antes no éramos así: antes no peleábamos, antes no estábamos molestos todo el día, antes éramos felices. Tú me amabas y yo te amaba. No sé cuándo comenzamos a cambiar, cuándo nos perdimos, cuándo te perdí. Necesito que vuelvas a ser esa persona, te extraño. Ven, no te volveré a fallar. ¿Por qué no abres la puerta? Estas son nuestras peleas ahora: estupideces. Regresas cansado del trabajo y esperas que todo esté perfecto para ti. Ya no quieres hablar, ya no quieres pensar, ya no quieres nada. Ya no me quieres ¿Crees que no lo sé? Hoy tuve miedo. Al caer la tarde, temí el momento en que llegaras a casa. Sabía que la cena no iba a estar a tiempo y tuve miedo de ti. Quise que desaparecieras, que te perdieras, que no llegaras nunca; pero llegaste a las 6:30 en punto, como siempre, hambriento y malhumorado. Al escuchar tu carro entrando al garaje, mis
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manos temblaron, mi corazón se aceleró y lágrimas llenaron mis ojos. Rogué que no fuera cierto, rogué que no volvieras nunca. ¿Por qué no abres la puerta? Me impresiona la clase de peleas que una simple pregunta puede ocasionar. Primero, las quejas; luego, los insultos; y, poco a poco, se pone peor: los platos vuelan y los golpes caen. Tus gritos no me dejan hablar, no me dejan pensar. Es mi culpa, no debí haberte respondido así. Fui tonta al hacerlo. Mañana será igual. Todos los días, durante los últimos treinta años, han sido iguales. Siempre hago algo para molestarte. Todos los días, sabiendo lo que pasará, te espero en casa, te preparo algo para que comas, te enciendo el televisor para que te entretengas, te prendo el ventilador para que no tengas calor, te abro una botella de vino, te quiero. Todos los días te quiero. ¿Por qué no abres la puerta? ¿Por qué no apagas el televisor? ¿Por qué no me ayudas a lavar los platos? ¿Por qué no sacas la basura? ¿Por qué no me hablas? ¿Por qué no me escuchas? ¿Por qué cambiaste? ¿Por qué te sigo esperando? 4
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Álvaro Carbonell Ingeniería Técnica Agrícola Universidad Miguel Hernández
Tiempo libre Días de lluvia sin paraguas, he decidido postrarme, inválido, en esta casa sin ruedas, fuera, el calendario avanza como una bandada de pájaros, asustados, mudan de árbol, se posan sobre cables mojados de alta tensión, corren el riesgo porque allí nadie irá a buscarlos, lo sabes, no volverán nunca, tampoco puedes atraparlos, sus frágiles jaulas siempre estarán vacías.
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Sergio Navarro Ramírez Doble Grado en Filología Hispánica y Comunicación Audiovisual Universidad de Navarra
Prender fuego Los filos de la roca ya se ubican en la herida que hurgaron en mi piel. La piedra halla su espacio en mis manos guardado como el nicho donde el mar la dejó al bajar a la playa, como si no se hubieran separado 6
nunca. Mis manos son el nombre sacro de esta piedra. Comprenden cada grieta, cada canto, su peso y su volumen, la cubren con la forma que conozco. Solo así surge el fuego, cuando encuentra cada arista su reguero de sangre.
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Beatriz Reca Corpas Grado en Matemáticas Universidad Complutense de Madrid
Me he dado cuenta de que soy mucho más feliz cuando te tengo cerca Me he dado cuenta de que soy mucho más feliz cuando te tengo cerca, y que sólo en ese momento dejo de preguntarme qué haces cuando no contestas mis palabras. Que ya me has dado tantas sonrisas escondidas detrás de pantallas, que dudo mucho que las puedas contar. Que cada emoticono de un beso, simplemente es eso, un beso perdido más y un escrito menos. Que cada vez que suspiras el mundo calla intentando escucharte, que he visto tus sonrisas en los ojos de la luna, mientras te escucho respirar. Que entiendo que te vayas y te admiro por ello, porque yo no sería capaz de separarme ni un centímetro de ti, ni un segundo de silencio. Y es que somos tan distintos pero a la vez tan parecidos que hasta asusta, como los portazos seguidos de una despedida que se dice sin palabras, esas que el brillo de tus ojos ahoga sobre el barco de tu almohada. Vi tu armadura incluso antes de rozarte, escudado en el orgullo de un sinfín de silencios que amenazan con romper tímpanos y aun así quise quedarme, para darte un poco más de ti.
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Y es que no somos capaces de necesitarnos por miedo a entender que puede ser una catástrofe después del epicentro de nuestras miradas, y no somos capaces de entender que sólo somos eso, una sucesión alternada sin saber si parar en el lado positivo o negativo del eje de coordenadas de tu risa. ¡¡ Y que sí!! Que hay días que tendemos a elevar el infinito, tal vez por mi teoría de los momentos con respecto al origen o por tu necesidad de hacerme feliz. Y que hace mucho que dejé de ser un estimador suficiente y es que tú has sabido camuflarte detrás de todas las letras griegas. Y es que si nos separamos demasiado puede que se destruya medio mundo y por desgracia casi nunca la ayuda internacional llega a tiempo. Y que si tú decides irte, derivando nuestra constante a nada, yo te escribiré por si quieres integrarla.
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María Ángeles Garrido Doctorando en Filología Hispánica Universidad de Sevilla
Palabras Puede que estas palabras no sean sino gotas que caen a un adormecido estanque y botan, torpemente, tratando de cesar así su agitación; y yo, la onda que el agua mece.
Pero también puede que estas palabras sean agua brava que brota de piedras encolerizadas, desafiando a la corriente de un río furioso; y yo, la tierra que arranca a su paso.
En cualquier caso, no soy yo, son ellas las que me mueven. Buscan tener voz, y yo solo enhebro sus lágrimas en este acerico.
Se duelen, ¿no las sientes?
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Manuel Preciado Vidal-Aragón Ingeniería Aeroespacial Universidad Politécnica de Madrid
Un templo para la belleza Una noche de verano, cálida, con un cielo despejado y azul oscuro, con pocas estrellas tiñendo de lunares de luz su inmensidad, una brisa momentánea de forma intermitente, y quizá una buena pipa de fumar, en un balcón o una terraza con una vista amplia, y un jardín o las ramas frondosas de un árbol que descansa moviendo suavemente sus hojas al son del viento cuando éste, por un breve suspiro, rompe la calma del aire para hacer una visita relámpago al ambiente. 10
La vista perdida en el infinito volviendo de forma intermitente para contemplar fugazmente los detalles del bello paraíso; la mente vagando en una mezcla de admiración de este oasis y de dispersión por asuntos infinitos e impalpables que se alternan entre filosóficos, emotivos y creativos, dando rienda suelta a la imaginación como si de un auténtico sueño se tratara; el oído registrando cualquier sonido y transmitiéndolo a una mente que anda muy lejos de allí, y que interpreta esa melodía en un mundo irreal y fantástico a la vez. Es el momento del artista. Es entonces cuando la voz del poeta se hace fuerte y cambia los deseos de los hombres; la flauta del músico armoniza con la naturaleza y toca los corazones; el pensamiento del filósofo alcanza nuevos estadios; y la imaginación del pintor vislumbra nuevas perspectivas. Es entonces cuando surge la belleza. Y el ser humano, es, y poseído de un alma contemplativa, mística, se eleva por encima de las expectativas y se engrandece. Nace el genio, capaz de cambiar el mundo con la belleza. Pero éste, representado por las masas, tiene otra deriva, distinta a la de la contemplación -fruto del alma humana llevada a lo más alto-, que es la de lo inmediato, lo apresurado, lo instin-
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tivo, propio de lo animal. Este enfrentamiento inclina aparentemente la balanza a favor del lado más numeroso, la masa, pero de forma imperceptible la belleza siempre vence, pues planta en quienes gozan de sensibilidad la semilla con el poder de germinar un nuevo genio. La plenitud de la belleza se da en la intersección de los cuatro grandes caminos hacia ella: la plasticidad de las imágenes, el poder de la música, la comunicación de las palabras y la sutileza del pensamiento que crea el mundo y el código donde las otras tres adquieren significado. Y esa plenitud existe en la escritura: las palabras, con su significado crean imágenes, con su ritmo transmiten la música, con su hilado relatan historias y dentro de ellas vive un pensamiento que permite entender todo en su conjunto. Por quienes ambicionen un camino más allá de lo mundano y pretendan erigir un templo para la belleza. Por los únicos y auténticos genios, los artistas.
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Consejo editorial: Pablo Mª de la Barrera Palacios • José Fanjul Alemany Sergio Navarro Ramírez • Eva Sacristán González • Irene Zurera Maestre Marta Revuelta Martínez • Miguel Bueno López
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