Título original: colección de catálogos: murales de Xalapa. La lucha antimperialista en Veracruz. 1.ra edición: 2022 © 2022, Universidad Gestalt de Diseño. Av. 1o. de Mayo 113, Obrero Campesina, 91020 Xalapa-Enríquez, Ver. Tel. 228 815 6392 informes@ugd.edu.mx https://gestalt.edu.mx/ Dirección editorial: Josué Batista Sayago Coordinación editorial: Adrian Lara Castillo Diseño de portada: Josué Batista Sayago Formación y corrección: Adrian Lara Castillo ISBN (título): 978-607-14-2145-6 ISBN (colección): 978-607-14-2139-5 Impreso en México Printed in Mexico Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, sin permiso escrito de los editores.
Introducción Esta colección de catálogos contribuye a llenar un vacío en la historiografía sobre el muralismo mexicano nacido a principios del siglo XX como expresión artística de la consolidación de una identidad nacional. En el ámbito cultural, los pintores abandonaron la imitación de estilos foráneos y buscaron en las raíces del pasado prehispánico, en el espíritu popular y en la inventiva, la fortaleza para crear un arte nuevo, sin prescindir de la estética vanguardista. Resulta de gran interés que así como estos muralistas tuvieron que emigrar a Estados Unidos ante la descomposición de las políticas revolucionarias, el estado de Veracruz, en particular Xalapa, dio cabida al desarrollo de artistas que continuaron las premisas del movimiento; si bien ya desde 1937 José Chávez Morado y Feliciano Peña había pintado murales por encargo de la LEAR y, en 1926, José Clemente Orozco fue comisionado para hacer un fresco en Orizaba. Pero lo más significativo es que bajo el espíritu renovador de la Universidad Veracruzana, los entonces jóvenes Alberto Beltrán, Mario Orozco Rivera, Norberto Martínez, Teodoro Cano y, posteriormente, Melchor Peredo, a quién Jacques Lafaye considera el último representante de la escuela de pintura mexicana, conformaron una etapa de un arte ya clásico en la cultura mexicana y
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Historia del mural
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Según relata el maestro Peredo el inicio del muralismo en Xalapa data de los años 30’s con el que se considera el primer mural realizado en esta capital, y el único fresco del pintor José Chávez Morado, “La lucha antimperialista en Veracruz”
que fue plasmado en 1937 en la entonces Escuela Normal Veracruzana, hoy Facultad de Economía, por encargo del maestro Manuel C. Tello, director en esa época de esa institución.
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El mural principal se encuentra ubicado en la escalera central de la facultad y lleva por título “La lucha antimperialista en Veracruz.” Fue pintado por el maestro Chávez Morado en 1937.
Recientemente, esta obra fue restaurada, brindándole al visitante la oportunidad de apreciarlo en la mejor de sus formas.
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Según la descripción del Mtro. Vicente Espino Jara, este mural representa una crítica social a la explotación propiciada por las políticas del mercado capitalista, en perjuicio de las naciones en vías de desarrollo y poseedoras de una gran riqueza natural
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En el lado izquierdo yace el cadáver de un pequeño niño bajo los escombros que dejaron los proyectiles disparados por los enormes acorazados Praire, Florida UTA,
Esperanza, San Francisco y Chester de la flota del Atlántico contra la resistencia del Puerto de Veracruz entre el 21 y el 22 de abril de 1914.
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De entre los muros destruidos se yergue una mujer que sostiene en sus brazos el cadáver de su hijo, símbolo de la Patria y los mártires caídos en la defensa de la soberanía (Virgilio Uribe y José Azueta) que con profundo dolor, clama piedad al ser supremo. Allí están acompañando la escena los despojos de madera colocados con un significativo sentido religioso.
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Al centro la mujer mestiza representa a la tierra, cuyo vientre denota embarazo como plena manifestación de la bondadosa fertilidad de los suelos nacionales y que se encuentra amarrada de manos
a la toma de un oleoducto que sustrae de ella las riquezas minerales, representada a través de la succión de su cabello.
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A la derecha en primer plano, una madre mexicana induce a sus hijos, símbolo de las nuevas y futuras generaciones; al primero a cortar con un machete los lazos que sujetan a la principal fuente de la vida: la tierra; y al más pequeño a cerrar la válvula de la tubería para poner fin a la fuga de las riquezas nacionales llevadas a cabo por empresas de inversión norteamericana y anglo-holandesas. Sentado sobre una roca y lesionado de la cabeza, un trabajador surgido de las filas obrera representa al hombre social, es decir, el revolucionario producto de una lucha ideológica armada que con el cambio de mentalidad avizora la necesidad imperiosa de agruparse sindicalmente para la defensa de sus derechos. Señala con el índice derecho la violenta invasión norteamericana a la ciudad y puerto de Veracruz en el año de 1914 y sus dramáticas consecuencias; con su mano izquierda sostiene sobre la pierna un libro entreabierto que debe ser el Manifiesto del Partido Socialista.
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Esta obra, junto con la realizada posteriormente en el mismo sitio por Feliciano Peña, son de relevante importancia, no sólo por su valor estético, sino por el momento histórico en que fueron realizados, ya que marcan el inicio de la búsqueda de los pintores
por hacer un arte nacionalista fundamentado en arte popular mexicano, característica que llevó al muralismo mexicano a alcanzar reconocimiento mundial en las artes.
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Desafortunadamente a lo largo de la historia la pintura mural ha estado sometida a la censura, y por ello la obra de Chávez Morao, a unos años de haberse pintado, se mandó tapar con cal, al ser considerarlo inmoral, por retratar a la patria, nuestra tierra, como una mujer embarazada desnuda. Afortunadamente fue rescatado y actualmente se encuentra en perfectas condiciones.
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Fue un artista plástico mexicano de corriente nacionalista, exponente de la tercera generación de la denominada Escuela Mexicana de Pintura, junto con autores como Juan O’Gorman, Raúl Anguiano y Alfredo Zalce. Fue uno de los artistas militantes de mediados del siglo XX, de ideología comunista y profundas inquietudes sociales, que plasmó tanto en su trabajo en el Taller de Gráfica Popular, como en murales en diversas partes del país. Fue impulsor de la corriente de integración plástica, además de promotor cultural y fundador de varios museos en Guanajuato, como los del Pueblo, el Olga Costa-José Chávez Morado y su casa Museo José y Tomás Chávez Morado, creado en lo que fuera su casa en la ciudad de Silao, Guanajuato.
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Sus primeros dibujos fueron una escritura directa de concisión extrema. En sus improvisaciones trataba de aprehender, penetrar y transcribir figuras humanas y paisajes. Ya entonces comenzaron a aparecer en su obra cualidades expresivas que oscilaban entre el lirismo y el humor cáustico, entre lo grotesco y una gran finura.
Vigoroso fue su sistema de signos para simbolizar el mestizaje, cuyo conflicto socioeconómico e histórico se ha dado con mayor dramatismo donde la naturaleza, como en Guanajuato, posee tesoros codiciables.
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La intensa y sostenida meditación de Chávez Morado sobre Guanajuato ha hecho que los seres, las tradiciones, las casas y las cosas se parezcan cada vez más a sus representaciones. Esto equivale a decir que el arte de Chávez Morado es lo suficientemente intenso, legítimo y profundo como para condicionar nuestra visión. Para que la realidad comience a parecerse al arte hace falta que el arte haya abstraído de la realidad su médula perdurable. El pintor mexicano de corriente nacionalista José Chávez Morado formó parte del movimiento muralista mexicano, y fue también grabador, promotor y asesor cultural, dejando una valiosa aportación en el terreno de la creación de instituciones educativas, impulsando la cultura en México y en su estado natal.
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Expresó en vida que lo que más le gustaba del muralismo era su contacto permanente con el espectador. “Los murales son obras hacia las que el público tiene la misma actitud que a veces tenemos con los miembros de nuestra familia o con amigos muy cercanos. El pintor galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1974 dejó en
su obra un legado de mensaje social y de gran riqueza para el arte mexicano, además de una muestra de su convicción revolucionaria; fue exponente de la tercera generación de la denominada Escuela Mexicana de Pintura, junto con Juan O’Gorman, Raúl Anguiano y Alfredo Zalce.
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En la década de los cincuenta del siglo XX, José Chávez Morado alcanzó la cúspide en su producción mural: en su haber cuenta con cerca de una treintena de murales, entre los que destacan los ubicados en Ciudad Universitaria (El retorno de Quetzalcóatl, La conquista de la energía, y La ciencia del trabajo), la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), el Museo Nacional de Antropología, el Centro Médico Nacional, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, entre otros. De la década de los cuarenta destacan algunas obras definitivas en su producción de caballete, en las que acentúa las raíces indígenas, mestizas y criollas, las faenas del campo, carnavales y festividades religiosas o de carácter civil que se mezclan con elementos.
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¿Además de muralista?
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Además de pintor, destacó como educador, museólogo y coleccionista de obra de arte y arqueológicas. Compartió con su generación el afán por ocuparse más de trabajos concretos y de organizar instituciones de producción artística y de proyectos de espacio público popular que de las glorias y las famas personalizadas. Fue impulsor de la corriente de integración plástica, además de promotor cultural y fundador de varios museos en Guanajuato. En su honor se abrió el Museo Olga Costa-José Chávez Morado, en la que fue su casa en la capital de su estado natal, inaugurado en 1993, ubicado en una antigua noria, Pastita No. 158, Torre del Arco, y que fuese una casa habitación de los maestros. Junto con su esposa, la pintora Olga Costa, Chávez Morado decidió donar, en 1975, su colección de arte prehispánico al Museo Regional de la Alhóndiga de Granaditas y la de arte colonial y popular al Museo del Pueblo de Guanajuato.
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Entre sus actividades profesionales y académicas estuvo su trabajo como maestro de dibujo en escuelas primarias y secundarias, su participación en la Asamblea Nacional de Productores de Artes Plásticas, en el Teatro de la Ciudad de México (1936). En 1941 fundó con un grupo de grabadores y pintores la Galería Espiral en la Ciudad de México. En 1945 fue maestro de Pintura de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, de la UNAM. Profesor de Litografía en la Escuela de Artes del Libro, y profesor de la Escuela de Pintura y Escultura la Esmeralda. De 1962 a1966 se encargó de la dirección de la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA; de 1970 a 1980 fue director del Museo Regional de Antropología e Historia, asesor cultural del Museo del Pueblo de Guanajuato, esto en 1979. Fue miembro fundador de la Sociedad de Arte Moderno (1944), miembro fundador del Salón de la Plástica Mexicana (1949) y miembro de la Academia de Artes a partir de 1984.
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El Premio Nacional de Artes Plásticas montó sus primeras exposiciones en 1946, en la Galería de Arte Mexicano, en 1944. A partir de entonces su obra ha sido expuesta en recintos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de foros internacionales. Falleció el 2 de diciembre de 2002, a los 93 años, en su casa de Guanajuato. En el jardín del Museo Olga Costa-José Chávez Morado reposan las cenizas del pintor, junto a las de su esposa.
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