Nancy Cardenas
La revista que nadie quiere
N.OO•JULIO•2021
La Bruja de Texcoco
Raíces
BYE BYE CANON #MIBLUSADETLAHUI
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¿Te gusta? ¡Pero te asusta!
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¿QUÉ ES INCLUSIVE? INCLUSIVE es una revista que celebra tu existencia y te da la bienvenida a una diversidad de universos. Es una voz para la moda que va a contracorriente INCLUSIVE es un grito. Busca trasladar los usos cotidianos dentro de la diversidad al discurso de la moda en distintas comunidades y modos de vida. Es una revista que te cuestiona los estándares hegemónicos desde la moda, arte y el estilo de vida, INCLUSIVE te incomoda. ¿Quién eres? ¿Cómo vives? ¿Qué te pones? Es una publicación para todes y no obedece a nadie, INCLUSIVE es disidencia.
TEXTOS CreadoresCriollos Hilo de Nube José Juan Lugo Local.mx Periódico La Jornada Tajëëw Díaz Wetransfer IMÁGENES Casa COlibrí Dorian Ulises Hilo de Nube Instituto Nacional de Bellas Artes Janis Cerqueda La Bruja de Texcoco Local.mx Karen Elwell Vogue Sitio Web DISEÑO EDITORIAL e iNTERNVENCIONES GRÁFICAS Lorena Ortega Rodríguez Los recursos gráficos y escritos cuentan con sus propias licencias que especifican el uso de su contenido, en el caso de este ejemplar fueron utilizados con objetivos educativos y sin fines de lucro.
Alumna: Lorena Ortega Rodríguez Asignatura: Diseño de la imagen de revistas y publicaciones Docente: Adalberto Taffoya García Especialidad en Diseño Editorial Universidad Gestalt de Diseño
CONTENIDO
COLABORADORES
PERSONALIDADES
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Nancy Cárden por José Juan Lugo
una historia de lucha y libertad
Hoy recordamos a Cárdenas por ser de las primeras voces que jamás se quedaron calladas.
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Su vida comienza en Parras, Coahuila en 1934. Con un doctorado en letras y profesora de arte dramático en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, hoy la recordamos por ser una de las pioneras del movimiento LGBTTTIQ en México. Cárdenas dedicó su vida a diferentes disciplinas artísticas y literarias. En 1960, publicó su primera obra titulada «El cántaro seco», acontecimiento que le permitió ser becaria en la Universidad de Yale, en Estados Unidos, donde tuvo la oportunidad de estudiar artes escénicas. Su estadía en este país la llevó a presenciar los primeros movimientos feministas en Estados Unidos y que serían una parte fundamental de su formación. Siendo locutora, actriz, poeta y productora teatral, tuvo la oportunidad de adaptar distintas obras de teatro como «El pozo de la soledad y SIDA», «Diálogos de refugiados», entre otras. Sus obras compartían mensajes políticos que se inspiraban en los movimientos estudiantiles de la época. En 1973, Cárdenas hizo historia al ser la primera mujer en hablar abiertamente sobre su orientación sexual en televisión nacional. En esta entrevista del programa «24 Horas» con el periodista Jacobo Zabludovsky habló sobre la homofobia, los derechos humanos de los homosexuales y las distorsiones de psicoanalistas y psiquiatras hacia la homosexualidad, oponiéndose a la represión que vivía la comunidad. Consciente de la violencia y discriminación en nuestro país, fundó la organización Frente de Liberación Homosexual, la primera en dedicarse por los derechos homosexuales. Colaboró con los escritores Luis González de Alba y Carlos Monsiváis para escribir el primer manifiesto en defensa de los homosexules en México. Durante la conmemoración por la masacre de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1978, Nancy encabezó un contingente de homosexuales, el cual se conocería como una de las primeras manifestaciones de orgullo en nuestro país. En ese mismo año, participó en la conferencia del Año Internacional de la Mujer, ejecutada en la Ciudad de México, donde Nancy leyó «La Declaración de Lesbianas en México», utilizando por primera vez la palabra lesbiana en una conferencia. En la década de los años 80, con su obra “SIDA… así es la vida” buscó dignificar y educar homosexuales en su lucha contra el VIH SIDA. No hay duda que Nancy dedicó su vida trabajando a favor de la comunidad LGBTTTIQ. Su trabajo es ejemplo para reconocer que ahora más que nunca esa lucha no termina y que el orgullo se debe manifestar a través de acciones. 🅸
Es importante conocer la raíz de aquellas personas que fueron pioneros por el movimiento LGBTTTIQ en México.
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«Existen otras formas de vivir la cultura mexicana» En la búsqueda constante de su identidad, ésta chilanga se ha construido a partir de retazos agarrados de las distintas tradiciones y culturas mexicanas. Hablamos con ella sobre su música, el machismo y esa búsqueda identitaria. OCTAVIO MENDOZA ANARIO nació en el caótico centro de la Ciudad de México hace 32 años. Desde que tiene 9 años ha estado inmersa en el mundo musical. A esa edad su madre la inscribió a una orquesta juvenil donde aprendió a tocar El Himno de la Alegría en una viola que desde ese momento se convertiría en su mejor amiga en el trasegar creativo. Nacida en un país donde, cuenta, la producción artística está al alcance de unos pocos —por lo que quienes quieran dedicarse a ésta muchas veces se ven obligados a estudiar una carrera «rentable» — Octavio (quien estudió Física, aunque no terminó la carrera) trabajó por varios años enseñando música, física y matemáticas a niños y adultos mayores para poder grabar su primer álbum. Hoy en día vive de ese sueño que persiguió por tantos años y que ha aprovechado para explorar asuntos como la identidad o el género. La Bruja de Texcoco, como se conoce artísticamente, nació una noche de fiesta en dicho pueblo del Estado de México. Cuando llegó allí para tocar, un chamán se le acercó para decirle que la estaba esperando desde hace tiempo, que ella era una de sus brujas y que su poder era la música. Luego de un ritual misterioso que se confunde con recuerdos de borrachera, Octavio y su viola salieron diferentes, acompañados de una feminidad que condensa las diferentes culturas mexicanas en un solo cuerpo. Desde entonces ha trabajado por la aceptación de su cuerpo e imagen, por hacer que la violencia hacia las mujeres trans no sea la primera plana, sino sus procesos creativos y su independencia. Su principal objetivo ha sido crear espacios libres de violencia donde fuera que vaya, sea una cantina o el Vive Latino, donde dio su último concierto antes de la pandemia. La Bruja de Texcoco bebe de toda la música mexicana, desde los huapangos de la huasteca potosina hasta los sones jarochos veracruzanos, para crear una atmósfera única donde su voz aterciopelada se mezcla con un dejo de despecho y vulnerabilidad. Una vulnerabilidad que ella abraza con la máscara del maquillaje para dejar fluir su esencia con libertad.
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ace pocos días La Bruja lanzó Chení, el primer sencillo de su segundo álbum y un tema donde el miedo al cambio y al fracaso es el precio a pagar para seguir caminando. Hablamos con ella sobre su música, el machismo y la identidad mexicana. ¿Cómo es su proceso de composición en el día a día? Para empezar a componer ha sido un proceso muy distinto, es un proceso creativo que no es de la noche a la mañana. A lo mejor voy en el camión o en la calle, se me ocurre una idea y trato de plasmarla apoyándome en los textos y letras de la música tradicional mexicana que son en décimas o en verso. Tomo una idea de algo que me esté sucediendo y me haga vibrar. Lo escribo y voy procesando el texto y ya después viene la parte musical que es más fluida. Trato de darle musicalidad a ese texto y aunque hay veces que no sale por meses, llega un momento en el que lo logro, encuentro el ritmo que acompaña ese texto y a partir de allí empiezo con los arreglos, qué instrumentación y los detalles que llegan después. No es algo forzado, tengo muchas cosas escritas entonces cada canción que hago llega en su momento y no es forzado. ¿Cómo ha sido su acercamiento a la música mexicana y su tradición? Fíjate que toda mi formación musical había sido como instrumentista, enfocado a estar en una orquesta y desde que me empecé a dedicar a la música mexicana siempre había sido parte de un grupo de mariachis o jarocho. Siempre estuve en lo de ser interprete, siempre toqué la música que me ponían, fuera clásica o mexi- «La Bruja trata de enfocarse en estas costumbres, ella cana por muy distintas que sean. La es chilanga, ella no es de provincia y como chilanga música clásica se puede leer en una está siempre en busca de esa identidad que de una u partitura y existe una técnica prede- otra manera es necesaria para el desarrollo humano, el terminada, entonces tú puedes fluir sentirse identificado con un grupo de personas». así, pero hay otra parte que es la música mexicana y que no se aprende en una escuela. Se aprende viajando, conociendo a las comunidades, a los verdaderos músicos tradicionales y a la gente que interpreta esas músicas, entonces fue así como fui culminando mi formación.
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Entiendo que su vestimenta está compuesta por pequeñas piezas de diferentes lugares de México… Sí, la parte visual es muy importante para mí. Sobre todo, ésta transición hacia la feminidad se ha enfocado en mostrarme a partir de la indumentaria femenina
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mexicana. He ido investigando y conociendo a feminidades que también son parte de este sentir: las muxes de Juchitán de Zaragoza, las maringuias de Michoacán, hay muchas feminidades que son parte de la tradición acá en México, entonces esa es un poco mi línea. Yo nací en la Ciudad de México y como sabrás, así como es de grande, es muy individualista. La gente siempre está pensando en sus cosas, en trabajar, en correr, en vivir siempre al límite sus días. Por esto, gran parte de la historia de la Ciudad de México va de la mano con este proceso de migración interna, muchas de las familias que habitan en la ciudad tienen una línea directa muy marcada con la provincia, a lo mejor sus abuelos o sus papás viajaron a la ciudad para tener este tipo de nueva vida, de una oportunidad. En ese viaje se pierde la identidad, la CDMX es grande pero no tiene como tal una identidad tan marcada como la de los estados, ¿me entiendes? Los estados tienen sus festividades y costumbres muy «La cultura tradicional mexicana no permite fluir marcadas. libremente. Está muy presente el hecho de que, La Bruja trata de enfocarse en estas costumbres, como mexicano, tienes que ser el hombre charro, ella es chilanga, ella no es de provincia y como chiconquistando mujeres ¿sabes? Existen otras langa está siempre en busca de esa identidad que de formas de vivir la cultura mexicana y una de esas una u otra manera es necesaria para el desarrollo formas es la que yo quiero interpretar». humano, el sentirse identificado con un grupo de personas. Al final La Bruja también construye a partir de esas etiquetas porque muchas personas creen que La Bruja es muxe o de Michoacán o creen que es de Texcoco, ella en verdad es mexicana y como eso utiliza varias culturas que son parte de ella. Ella utiliza todas las etiquetas, pero a la vez ninguna, tiene un sello muy propio, sobre todo en la música. ¿Qué género musical prefiere interpretar? No te puedo decir que a lo mejor interpreta huapango, sones jarochos, ella [La Bruja] tiene ese bagaje de inspirarse en las músicas tradicionales para ella hacer su propia música. Por ejemplo, Té de Malvón, que es un huapango inspirado en la música de la Huasteca y podría clasificarse allí, pero a mí no me gusta etiquetar a mi música, aunque sí tiene mucho sentido mexicano y sobre todo huasteco, pero va más allá. La Bruja no tiene ese sentido de etiquetas.
Es interesante ver cómo el machismo ha estado tan presente en la construcción de la identidad nacional mexicana desde su música hasta sus costumbres y cómo el fomento de esa identidad nacional ha sido una excusa para perpetuar las lógicas machistas. ¿Qué piensas de esa relación tan cercana de machismo y música tradicional mexicana? La cultura mexicana está muy marcada por el machismo, totalmente. El propio mexicano es machista por educación, te lo hablo desde mi experiencia como persona mexicana pero también podría hablarse igual de otros países del mundo entero. Es cierto que mi agenda política está muy marcada, soy una persona en un proceso de transición, también soy una persona que se considera no binaria porque utilizo varios elementos de mi forma de ser y pensar. No me considero hombre, soy una feminidad que en medio de la complejidad puede fluir a partir de mis vivencias y de no encasillarme específicamente en algo. La cultura tradicional mexicana no permite fluir libremente. Está muy presente el hecho de que, como mexicano, tienes que ser el hombre charro, conquistando mujeres ¿sabes? Existen otras formas de vivir la cultura mexicana y una de esas formas es la que yo quiero interpretar. El sentirme cómoda usando un huipil, peinándome como mujer, el explorarme como mujer es lo que le da sentido a todo este proceso y sobretodo que no es como algo que yo quisiera imponer porque al final vengo de una educación, de un proceso muy violento. Empezando porque los niños heterosexuales cis que solo se preocupan por jugar y los niños como yo se tenían que preocupar que no se les notará la feminidad, lo ‘marica’. Eso marca mucho a una persona, su manera de vivir y eso te lo llevas hasta el final. Hay muchas experiencias muy tristes con hermanas trans que no son valoradas y aceptadas por el simple hecho de pensar y ser diferente. Me siento con esta forma de visualizarme porque es algo también muy íntimo y personal. De repente algo que yo hacía a escondidas de la gente, que era usar ropa de mujer, huipiles y demás, se convirtió en algo público. Fue muy difícil porque muchas personas reaccionan de manera violenta, pero tiene mucho sentido el poderme mostrar para que otras personas se muestren como son.🅸
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DORIAN ULISES LÓPEZ MACÍAS
la nueva propuesta de la fotografía de moda mexicana
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l fotógrafo mexicano DORIAN ULISES LÓPEZ MACÍAS comenzó a trabajar en moda hace ocho años. Habiendo estudiado diseño gráfico, trabajó en publicaciones como diseñador junior antes de convertirse en director de una de las revistas de moda más importantes a nivel nacional. Pronto vio la falta de oportunidades para los modelos mexicanos y la poca representación que había para la identidad mexicana en ese mundo. «Había y sigue habiendo una tendencia en la industria de la moda mexicana a buscar estas estéticas europeas o americanas, como si México no fuera digno de las imágenes de moda, lo cual me parece absurdo», dice. «Vivo en México, hablo español, amo a las personas que viven en mi país, las entiendo y me identifico con ellas. Amo su gastronomía, su música. ¿Por qué no utilizarlo? Con eso, Dorian comenzó a incorporar las calles de México a su propio trabajo de fotografía, que ha pasado de ser un pasatiempo a una carrera de pleno derecho en un corto espacio de tiempo. «Es emocionante y ruidoso, inmensamente hermoso y rico», dice. [...]
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Cada sesión o proyecto comienza con algo o alguien que capta la atención de Dorian, y luego a menudo trabaja con su creciente familia de colaboradores y creativos para hacer que las fotos sean lo mejor posible. «He conocido a mucha gente talentosa que tiene el deseo de explorar las cosas como yo», dice. «Maquilladores, peluqueros, estilistas de moda, productores, asistentes, modelos. Juntos tomamos el camino que me parece más adecuado para explorar y yo ataco con la lente ». En cada toma, el cabello y el maquillaje fantásticos y los atuendos brillantes saltan de las fotos de Dorian, desde vestidos brillantes y bellamente exagerados hasta blusas de encaje y tacones de alta costura. Gran parte de la fotografía de Dorian explora la comunidad queer en el país y, para él, esta comunidad es una parte consolidada de la personalidad de México. Las actitudes hacia la comunidad LGBTQ+ en México han evolucionado rápidamente en los últimos años, y Dorian está de acuerdo en que las políticas son particularmente progresistas en la Ciudad de México. «Pero debemos recordar que México en general es un país católico y machista, e incluso en la Ciudad de México con su población de casi nueve millones, hay solo unos pocos lugares donde se puede encontrar el respeto y la libertad para expresar libremente su sexualidad». él admite. Él atribuye esto en gran parte a la brecha generacional, ya que gran parte de las generaciones más jóvenes no le dan tanta importancia al catolicismo como lo hubieran hecho sus padres. «Las nuevas generaciones cambiarán las cosas aún más, pero esto solo se puede lograr con la educación, algo que todavía no está garantizado en mi país», agrega. La visibilidad es la clave, aunque eso puede resultar incómodo para algunas personas. Pienso y siento. Cuando veo a un mexicano me veo a mí mismo, me enfrento a mis propios tabúes. «Sí, quizás de eso se trata mi trabajo: celebrar lo humano y ¿cómo no celebrarlo? Por eso quiero enfatizar que lo que más me interesa es mostrarlos como son ... como una flor que no puedes dejar de mirar por su infinita belleza».🅸
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d textil
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. Díaz B w ë ë j por: Ta
Robles
Määy Sábado es día de plaza en Tlahuitoltepec, muy temprano comienzan a llegar a pie o en las camionetas las mujeres y algunos hombres a vender parte de sus cosechas. Sólo después de una celebración o cuando el clima es muy frío o lluvioso la plaza puede ser pequeña, el resto del tiempo hay cierta abundancia de productos de temporada. En la plaza escuchas el mixe en las compras, las señoras mayores te dan los precios en esta lengua: «makoxk pes, mäjk pes (cinco pesos, diez pesos)», las más jóvenes dicen «cinco pesos, diez pesos, tres por diez los tamales y las tortillas embarradas de frijol». Además de los productos locales, se ofertan abarrotes traídos de la ciudad capital, Oaxaca, por los comerciantes, en su mayoría locales. En la parte inferior del mercado escuchas más español. También venden ropa en otra zona, ropa americana, ropa de paca, de unos años para acá son varios los puestos y los precios varían desde 30 hasta 200 o 300 pesos por una buena chamarra, otros puestos ofrecen gabanes, casi todos hechos en telar de pedal, también hay amplias faldas tradicionales propias de la comunidad y claro, la blusa de Tlahui, con la que se puede ver a muchas mujeres, mayores y jóvenes, dado que el día de plaza es también un día de gala.
Mi blusa de Tlahui
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Tlahuitoltepec es una comunidad mixe que se encuentra en la Sierra Norte del estado de Oaxaca. Es reconocida por ser sede de uno de los proyectos de educación musical de más larga trayectoria en el estado, el Centro de Capacitación y Desarrollo de la Cultura Mixe, CECAM. En 2015 Tlahui fue nota de prensa porque su blusa fue plagiada por una marca francesa. Una versión de la historia es la siguiente: Por redes sociales nos enteramos de que la diseñadora Isabel Marant había puesto a la venta una blusa de Tlahui, después también vimos que tenía falda, chamarra, pantalón y túnica con los patrones gráficos con los que distinguimos a la blusa de nuestra comunidad. En realidad, todas esas prendas formaban parte de su línea económica primavera-verano y tenían nombre: Vicky, Viola, Abril y, claro, una etiqueta de la marca «Isabel Marant». Un par de meses después de que la noticia comenzó a circular, en junio del mismo 2015, las autoridades comunitarias se manifestaron en contra de lo que consideraron un plagio, pues en ningún espacio de su publicidad se encontraba referencia alguna a la comunidad de origen de los patrones gráficos.
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En las fiestas comunitarias de Tlahuitoltepec hay por lo menos tres bandas filarmónicas, que son alrededor de 150 músicos, mujeres y hombres. Desde hace 40 años las primeras mujeres mixes comenzaron a leer música y a tocar instrumentos. Actualmente hay dos bandas filarmónicas femeniles. Para que haya música, hay mucho trabajo comunitario detrás, toda una estructura comunal para poder alimentar a las bandas y para que todos los eventos de la festividad se lleven a cabo. El día de la calenda, primer día de la fiesta, se realiza la presentación de las personas que atenderán en sus casas a las bandas, ese cargo que se desempeña una vez en la vida comunitaria se llama Comisión de Festejos o Capitanía (Kaptän), las mujeres van con su traje de Tlahui, falda, blusa, ceñidor, rebozo y huaraches. Hay faldas de todos los colores y blusas de muchos diseños. También ya existen huaraches con bordados de Tlahui. El uniforme oficial de la Banda Filarmónica de Tlahuitoltepec es el traje de Tlahui, mujeres y hombres llevan el textil como parte de la identidad comunitaria.
Apropiación por despojo
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David Harvey plantea el concepto acumulación por desposesión, el cual se refiere a dar continuidad y proliferar prácticas de acumulación que Marx había considerado como «original» o «primitiva» durante el ascenso del capitalismo y cuyas ejecuciones comprenden la mercantilización y privatización de la tierra y el desplazamiento forzoso de poblaciones campesinas, así como la conversión de formas diversas de derechos de propiedad (comunal, colectiva, estatal, etcétera) en derechos exclusivos de propiedad privada. Siguiendo este planteamiento, propongo que el plagio y/o apropiación de la blusa de Tlahui y de sus patrones gráficos por parte de Isabel Marant y Antik Batik (otra empresa de moda francesa que también incurrió en la copia del textil de Tlahui en su colección Bartra de 2014) es la conversión de formas diversas de derechos de propiedad colectiva-comunal a propiedad privada, puesto que hasta el momento del plagio los bordados eran considerados parte de la identidad cultural de un colectivo, un textil cuyos patrones gráficos identifican a una comunidad en específico y que se recrea comunitariamente. Esto no significa que no sean personas específicas las que las elaboran ni que no exista una comercialización local, pero estas personas crean y producen en un contexto comunitario delimitado y las prendas circulan en un mercado que identifica claramente su origen. De ahí que Marant y Antik Batik, en palabras de las autoridades comunitarias de Tlahuitoltepec en su pronunciamiento de junio de 2015, hayan cometido algo que enuncian como «la apropiación de un patrimonio cultural». Unos de los aspectos de la acumulación por desposesión que plantea Harvey son la privatización y la mercantilización, por ejemplo la biopiratería y la mercantilización a través del turismo de las formas culturales, de la historia y de la creatividad intelectual. Aunque en este punto retoma como ejemplo la música, perfectamente podría aplicarse al tema de los textiles. Hasta 2019 se han documentado ya varios casos de plagio de textiles de distintas partes de México por marcas mexicanas y extranjeras, así como situaciones similares en pueblos y comunidades indígenas de otros países. En Oaxaca tenemos un claro ejemplo de la mercantilización de la cultura a través del turismo: la Guelaguetza, que nos confirma que los mecanismos de despojo del modelo económico imperante son efectivos y que las mismas comunidades y pueblos indígenas pueden y forman parte de esas lógicas. En este sentido, lo que las marcas hicieron con la blusa de Tlahui fue hacerla objeto de mercantilización, sacar de su lógica comunitaria un bien común.
En este mismo sentido, la investigadora maya kaqchikel Aura Cumes sitúa este acto como una consecuencia de un proceso de colonización en el cual no sólo «se excluye o margina a los pueblos indígenas, sino que nos convierte en sujetos despojables».
La respuesta comunitaria En 2015 las autoridades comunitarias emitieron un posicionamiento sobre lo que hasta ese momento se conocía de la situación. En el pronunciamiento se denunciaba el plagio y además se exigía una reparación del daño que, en este caso, no implicó en ningún momento un asunto monetario; los principales puntos que se exigían eran: reconocimiento público del plagio, que se detuviera la producción de las prendas en cuestión, que la diseñadora firmante visitara la comunidad y conociera el contexto local en el que se elaboran las blusas.
Las notas posteriores a la rueda de prensa resaltaban que la comunidad de Tlahuitoltepec demandaría por plagio a la diseñadora Isabel Marant. Sin embargo, el pronunciamiento no habla en ninguna parte de una demanda legal, sino de una demanda de un reconocimiento público del plagio. La respuesta de la comunidad de Tlahuitoltepec puede considerarse contrahegemónica frente a un sistema económico que tolera el despojo cultural y la mercantilización de bienes considerados comunitarios. Los pueblos indígenas en el mundo son considerados como parte de los márgenes tolerados de los Estados y del sistema económico imperante, pues como colectivos no se encuentran completamente integrados al sistema, aunque como individuos haya una incorporación gradual. La resistencia de los pueblos indígenas como colectivos parte de sus propias lógicas para plantear derechos políticos, territoriales, sociales; en ese sentido, pronunciarse como comunidad ante un plagio, un despojo cultural, sin que medien reclamos económicos es ir en contra de una lógica mercantil, pues se esperaría que una demanda por plagio incluyera como parte de la reparación del daño un pago monetario.
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Las dinámicas comunitarias de la identidad textil Las mujeres de mi pueblo, principalmente, son las creadoras de esos bordados. Éstos han ido cambiando a lo largo de los años, sin embargo siguen siendo identificables como un continuo de algo que lo sitúa como el textil identitario de Tlahui.
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En varias charlas algunas mujeres me han dicho que antes, viajar a la ciudad de Oaxaca y ver que alguien portaba una blusa de Tlahui era señal de que te encontrarías a una paisana, que seguro era alguien del pueblo. Ahora es común que no sólo los colores clásicos, sino también nuevas propuestas de colores y bordados, sean portados por personas no tlahuitoltepecanas. Si eso es bueno o malo no me corresponde a mí evaluarlo, pero sí puedo decir que ha supuesto una transformación en las dinámicas de producción y compraventa. El costo de la blusa ha aumentado, así como se ha diversificado el uso del bordado en una gran variedad de prendas, incluidos accesorios y calzados. En 2018 el Museo Textil de Oaxaca (MTO) y el municipio de Tlahuitoltepec organizaron una exposición temporal en el Museo Comunitario de blusas provenientes de diferentes comunidades y que tenían en común que se habían elaborado con máquinas de coser. Nicholas Johnson, antropólogo experto en textiles, ha manifestado en diferentes espacios que si bien la máquina de coser llegó hace poco más de 100 años a la Sierra Norte de Oaxaca, y a partir de la apropiación de esta nueva tecnología fueron creándose prendas que hoy por hoy se consideran parte de nuestras culturas, no tienen menos valor identitario que una prenda elaborada en telar de cintura. El telar de cintura se conserva todavía en Tlahuitoltepec, sobre todo para la elaboración del gabán, una especie de jorongo de lana. La exposición «Ja kipy ja ujts miti’ pëjtëp» («Árboles que florecen») fue inaugurada en el marco de una de las celebraciones patronales de la comunidad; a la apertura se invitó a las mujeres que bordaron el textil durante alguna etapa de su vida. Llegó una abuela con una blusa que había sido bordada por ella para mostrar cómo era la blusa y también evidenciar su preocupación porque las blusas de ahora ya no tienen el mismo trabajo, decía «ahora las máquinas ya hacen todas las puntadas», no es lo mismo. Si bien no es lo mismo, y hay mayor acceso a herramientas que han facilitado el bordado de una prenda, sí se mantiene como una constante el hecho de que sigue siendo un trabajo realizado por mujeres, aunque sí hay hombres que realizan este trabajo, y que sobre todo se han incorporado a los núcleos familiares de producción debido a la alta demanda de los bordados en la actualidad. Durante el mes que duró la exposición niñas, niños, jóvenes y personas adultas de la comunidad pudieron conocer una blusa que forma parte del acervo del MTO, una blusa de Tlahuitoltepec elaborada aproximadamente a principios de 1970.
Era, por decirlo de alguna manera, la estrella de la exposición. Conocí muchas historias sobre el comercio de la manta y los hilos, sobre las primeras máquinas de coser en la comunidad, sobre la producción del algodón y también sobre el papel de la iglesia en la revalorización del uso del traje de Tlahui. Tan es así que una de las escuelas primarias de la comunidad tiene como uniforme escolar oficial el traje de Tlahui. Cada lunes es posible observar a las niñas que llegan a la escuela con sus faldas verdes y sus blusas bordadas.
El bordado permitió a varias mujeres en los años sesenta, setenta y ochenta obtener ingresos monetarios adicionales que, en el caso particular de algunas, les permitieron dar mejores condiciones de vida a sus hijas e hijos. Una abuela contaba que no necesariamente le pagaban con dinero, también se hacían intercambios con otro tipo de bienes como leña, alimentos, aves, etcétera. No eran muchas las mujeres que confeccionaban las blusas, había más mujeres que aprendieron a confeccionar las faldas, que son amplias y con espiguilla para decorar.
A raíz de la difusión del caso de plagio, la blusa se volvió más conocida, algunas mujeres que antes sólo comercializaban localmente fueron invitadas a ferias artesanales. Las mujeres que de por sí accedían a esos canales de venta tuvieron aún más espacios. Poco a poco, el impacto de la difusión en medios de comunicación fue tangible, tanto en la demanda de las prendas como en el aumento del precio de las mismas. Muchos talleres familiares crecieron e incorporaron a nuevas integrantes. En 2012 yo sólo conocía una página de una red social en la que se comercializaba directamente el bordado de Tlahuitoltepec en diferentes prendas, incluida la blusa; en 2019 he contabilizado al menos 16 plataformas digitales que comercializan de manera más o menos directa, ya sean las mismas productoras o algunas familiares que viven en las ciudades. Estas plataformas son independientes de las cada vez más populares páginas de diseño colaborativo: diseñadores que viajan a las comunidades y compran los bordados o establecen relaciones de colaboración, justas o injustas, con las bordadoras.
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Desde que tengo memoria, cuando son nombradas en algún cargo comunitario, el 1º o 15 de enero o el 1º de noviembre, las mujeres se han puesto sus trajes de Tlahui para asumir las responsabilidades que les han sido conferidas. Recibir un cargo, recibir el bastón de mando, es un momento importante en el que te vistes de manera elegante. En los últimos diez años he visto cómo el traje de Tlahui ha ido ocupando una parte muy importante en el quehacer público de las mujeres. Recientemente los hombres también optan por lucir las camisas bordadas, pero las mujeres, las Xaam Të’ëxy (tlahuitoltepecanas) siempre se han distinguido porque en los actos públicos, comunitarios o no, lucen siempre su Xaam Nïxuy. En el sistema económico imperante los mecanismos de despojo a los pueblos indígenas son cada vez más diversos y no menos violentos, así como una diseñadora argumenta haberse inspirado en el textil de Tlahui, otra incluso demanda por la autoría de los mismos, pues los mecanismos legales no son claros, ni hay cabida dentro del marco jurídico hasta el momento para figuras que se consideran formas colectivas de creación y propiedad. Mientras estos mecanismos de despojo simbólico se siguen consolidando y encuentran cierta validación en comentarios como aquel que afirmaba que deberíamos estar felices de que una diseñadora tan famosa «se fije en nuestra ropa», las mujeres bordadoras de Tlahui están produciendo cada vez más bajo la lógica de la oferta y la demanda del mercado externo a la comunidad, esa lógica impacta directamente en las formas de trabajo; sin embargo, también ha permitido el incremento del poder adquisitivo de las mujeres. 🅸
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DE RAÍCES
Conoce estos tres proyectos mexicanos que necesitas en tu vida.
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HILO DE NUBE
Surge a finales de 2014 por la iniciativa de Yoari y Yovegami, dos jóvenes oaxaqueños que se inspiraron en los colores y las texturas de los huipiles que portan las mujeres de su comunidad. En Hilo de Nube elaboran huipiles con bordado de cadenilla en máquina de pedal desde la comunidad mixe de San Juan Guichicovi, Oaxaca. Cada pieza está hecha con dedicación y cariño por artesanas y artesanos que plasman desde iconografías antiguas hasta diseños contemporáneos con una técnica artesanal transmitida de generación en generación. Desde su creación se han enfocado en revalorar el bordado de cadenilla a través del trabajo colaborativo y la generación de empleos dignos dentro de la comunidad. Tienen una responsabilidad comunitaria que se refleja directamente en el desarrollo positivo en las cuatro comunidades: El Ocotal, El Ocotalito, Río Pachiñé y San Juan Guichicovi en la región norte del istmo de Tehuantepec en el estado de Oaxaca. A lo largo de cuatro años se han consolidado como una marca comprometida y gestada desde la comunidad. ¿Dónde? Sucursal Centro Oaxaca, M. Bravo 214, Centro y Amapolas 619, Reforma • Ciudad de Oaxaca ¿Cuándo? Lunes a sábado • 10:30 a 20:00 h
TENOCH HUERTA Y EL RACISMO
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El racismo latente en la sociedad, es el tema que desarrolló el actor y conductor Tenoch Huerta en el programa Versión extendida, transmitido por YouTube.Este proyecto “surgió como un intento de mantener la cordura durante más de un año de pandemia”, abordando en primer capítulo el hecho de ¿por qué no hay morenos en los medios de comunicación?, sobre todo como sucede en cine, televisión y publicidad. Huerta detalló: “Sólo el 3% de los personajes protagónicos en las pantallas mexicanas son morenos, en un país donde entre el 60% y el 80% son de piel obscura”. Mientras el 97% de los protagonistas que vemos cada día son blancos. “La falta de diversidad en el cine y la televisión ha sido criticada, tanto dentro como fuera de la industria, en un esfuerzo por cambiar las cosas”, dijo el actor. El problema, subrayó, “no es que todos sean blancos, sino que esta situación en un país mayoritariamente moreno es profundamente racista”. Tan solo “en los últimos cuatro años sólo 8.8% de los ganadores del Ariel han sido morenos”. Pero “si eres uno de los morenos en llegar a la pantalla, es muy probable que te encasillen en ciertos papeles”. Huerta, acompañado por Estefanía Veloz y Panch Parra explicaron, con diversos ejemplos, por qué los morenos han sido representados de manera hasta caricaturesca, con la clara intención de otorgar a los blancos un perfil aspiracional. ¿Dónde? Canal de Youtube Versión Extendida con Tenoch Huerta ¿Cuando? Transmisión libre las 24 horas
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MAÍZ DE CACAO
La Huasteca es ese costado del territorio mexicano que ocupa las orillas del Golfo de México: el norte de Veracruz, el sur de Tamaulipas y parte de San Luis Potosí e Hidalgo, este contiene tierras generosas. Esas cualidades es lo que Maíz de Cacao procura, con platillos deliciosos y únicos. La idea de abrir un restaurante de comida tradicional huasteca fue del poeta Mardonio Carballo, quien invitó a su familia a desarrollar este puente entre sus orígenes y la ciudad, su familia es indígena veracruzana cerca de Chicontepec. Al proyecto le llaman “Centro de investigación y degustación del maíz y el cacao”, en el que se unen a la ola de conservación del maíz y otros cultivos desde la ciudad. Cocinan todo con 4 ingredientes: maíz azul y blanco, cacao, chile pico de pájaro (rojo, seco, chiquito) acompañado de queso fresco y productos orgánicos de pequeños productores. Un menú minimalista con platillos muy elaborados, acompañados con bebidas de maíz líquido o champurrado de maíz o chocolate “Cha”. Las recetas son de rancho. Yadhira, quien nos recibió y platicó del proyecto, dice “yo siempre le digo a los comensales: así como están comiendo ahorita es como comemos en el rancho, nosotros le llamamos cocina campesina”. Maíz de Cacao es un negocio familiar, con precios accesibles. “Nuestras raíces están en la Huasteca; crecimos con el huapango, con enchiladas, estrujadas. Mi mamá siempre nos daba de comer así”. Su mamá es Cha: la estrella de la cocina y el negocio, una señora magnética a quien todos la saludan a su visita por el restaurante. ¿Dónde? Córdoba 148, Roma • Ciudad de México ¿Cuándo? Martes a domingo • 8:30 a 20:30 h
¿Hello? ¿Estás ahí mi vida?
¿Estás ahí?
¿Me oyes?
¿Estás ahí?
¿Me escuchas?
¿Me escuchaaaas? Me oyeeees?
¿Me sieeentes? yo estoy feliz, feliz feliz de que te tengo...
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