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EL SENTIMIENTO INCONSCIENTE DE CULPA:
from Capitel. Éxito
El Xito De Todos Los Fracasos
por Abraham Godínez Aldrete
Tomemos un tiempo para analizar qué es lo que sucede cuando nos resulta complicado aceptar el triunfo y descubramos que cuando reconocemos nuestras debilidades y fortalezas podemos aspirar a un éxito más real y sustentable.
“He cometido un error fatal ―y lo peor de todo es que no sé cuál.” José Emilio Pacheco, Autoanálisis
En Los que fracasan cuando triunfan (1916), el fundador del psicoanálisis describe el cuadro clínico de algunos pacientes que se enferman cuando cumplen un deseo profundamente codiciado y por mucho tiempo perseguido: “parece como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre la contracción de la enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda”, explica Freud. En estos casos se describe la situación de personas que se enferman cuando triunfan. Mientras pueden desear algo en la fantasía, se encuentran en situación estable y luchan por realizar sus deseos, pero cuando logran lo anhelado, destruyen el éxito obtenido. La vida erótica está repleta de ejemplos: hombres con episodios de impotencia en el momento en que pueden consumar el acto sexual con la mujer deseada, mujeres que rechazan una relación de pareja cuando al fin encuentran a un hombre amado, honesto y próspero. En el campo laboral hay casos de personas que sufren de inhibiciones cuando logran el empleo esperado, profesionistas que estropean su trabajo cuando ocupan puestos con mayor responsabilidad, reconocimiento o beneficio económico, estudiantes que arruinan su vida académica en el momento de presentar la tesis o un trabajo terminal. En ocasiones, este tipo de fracasos pueden ser descritos como una serie de autosabotajes, como un destino desafortunado que les persigue. Al final, estos pacientes conciben su existencia como una sucesión de descalabros, de elecciones incorrectas, y se instala en ellos una lista de autorreproches y sentimientos de autodenigración.
¿Por qué cuando ya no hay ningún obstáculo externo para cumplir el deseo, aparecen los obstáculos internos que impiden la satisfacción? Para ahondar en esta cuestión, Freud recurre al ejemplo de Lady Macbeth. Después de que el rey Macbeth ha matado a Duncan y puede ocupar el trono, se impone en ella un sentimiento de descontento. Cuando imagina que no puede quitarse las manchas de sangre de las manos, se cumple en ella el remordimiento que atañe al crimen del rey Macbeth. Freud interpreta que la conciencia moral le impide a Lady Macbeth gozar del reino.
Según Nietzsche la conciencia moral es producto de la crueldad de los hombres. Desde hace tiempo hacer sufrir es un modo de gozar. En la Iliada, los dioses son amigos de crueles exhibiciones; en Roma, los espectadores disfrutaban con la agonía de los gladiadores. Nietzsche nombró “interiorización” cuando el impulso cruel se interioriza en forma de conciencia de culpa: la dureza, la agresión, el gusto por la destrucción se vuelve contra el poseedor de tales impulsos. El ser humano aprende a gozar mirándose. Freud coincide con Nietzsche cuando afirma que la conciencia moral trasmuda el sadismo en masoquismo.
Kierkegaard explica que el sentimiento de culpa tiene sobre los ojos del espíritu ese poder de encantamiento que es tan característico de la mirada de la serpiente. Según Freud, el sentimiento de culpa está articulado en un complejo compuesto de tres elementos: pulsiones crueles volcadas sobre sí mismo, autoobservación constante de una mirada inquisidora imposible de evitar e ideales imposibles de alcanzar. Desde Platón, las ideas son formas perfectas que nunca pueden encontrarse en el mundo físico. Los ideales devienen en imperativos categóricos, empujan a ensayar empresas inverosímiles sin considerar la realidad, sin comprender la medida de las fuerzas y debilidades propias. Los ideales sublimes y celestiales son a la vez crueles y sedientos de sangre. Albergando aspiraciones ideales, hay personas que se dedican a actividades que no le salen bien y constantemente se ponen en situaciones humillantes que les recuerdan sus deficiencias.
Lo interesante es que el sentimiento de culpa es inconsciente: el enfermo no se siente culpable, sino fracasado. Parece que le va mal, que es objeto de un destino fatal, que decide caminos equivocados, pero todo este armazón corresponde a un impulso a hacerse sufrir, a representarse una escena en la que la desgracia se repite, inevitablemente. La persona muestra los signos de su humillación a los seres más queridos y entonces obtiene ganancias secundarias con la conmiseración. El fracaso autoinfligido es un autocastigo que nace de la crueldad volcada sobre sí mismo para mostrarse una y otra vez como un objeto denigrado. Para la conciencia moral el fracaso puede convenir más que el éxito. Este tipo de complejo, en el que se expían las culpas con el repetido fracaso o con la destrucción cíclica de lo obtenido, sume al paciente en una grave melancolía. La existencia se convierte en una frustración constante y carente de sentido; el sentimiento de sí es menoscabado y el enfermo sufre un delirio de insignificancia. r eferencias bibliográficas
Para evitar este tipo de sufrimiento, Schopenhauer propone hacer un cálculo autoconsciente para saber realmente qué puede exigirse cada uno: es necesario reconocer las propias capacidades y debilidades para sustituir los ideales por proyectos con posibilidades reales de éxito. Esto último ya no atañe a la megalomanía del triunfo ideal, sino al cuidado de sí que necesariamente implica proteger lo que ya se ha conseguido. Si comprende bien la propia situación y conserva los bienes obtenidos, cada persona puede participar de la alegría de disfrutar lo que sí puede lograr y lo que sí puede tener, y evitar sentir la vergüenza de autohumillarse una y otra vez. La observación de Schopenhauer cambia radicalmente la concepción del éxito y permite sustituir los ideales por proyectos sustentables. Si cuida de sí, asume su propia realidad, evita el autosabotaje y desmonta culpas inconscientes, cada uno puede reconciliarse con la parte más positiva de sí mismo y alegrarse de disfrutar sus fortalezas.
Freud, Sigmund. Obras Completas. Ordenamiento, comentarios y notas de James Strachey, con la colaboración de Anna Freud. 24 vols. Traducción directa del alemán: Etcheverry, J.L. 2ª ed. 8ª reimp. Buenos Aires: Amorrortu, 2010.
Kierkegaard, Soren. El concepto de angustia . Trad. Gutiérrez Rivero. 1ª ed. 2ª reimp. Madrid: Alianza, 2010.
Nietzsche, Friedrich. La genealogía de la moral . Introducción, trad. y notas de Andrés Sánchez Pascual. Primera edición, revisada, en “Biblioteca de autor”. 5ª reimp. Madrid: Alianza, 2004.
Schopenhauer, Arthur. El mundo como voluntad y representación . Traducción, introducción y notas de Pilar López. 2° ed. Madrid: Trotta, 2009.