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AIRE MÁS LIMPIO, MEJOR SALUD COGNITIVA

por Verónica Guerrero Mothelet

La evidencia científica constata que la conexión entre contaminación y demencia es cada vez más clara y determinante en la salud del cerebro. Esto demuestra la importancia de cuidar la limpieza del aire.

Algunos estudios sugieren que la exposición prolongada al aire contaminado contribuye a la acumulación de las placas asociadas con el Alzheimer; pero, por primera vez existen evidencias que conectan la reducción de la contaminación del aire con un menor riesgo de padecer demencia y Alzheimer.

Tanto el aumento de la contaminación atmosférica como el incremento en los casos de demencia se consideran crisis mundiales de salud pública. Ahora, en varios estudios se sugiere que el primero tiene fuerte influencia en el segundo.

La acumulación de placas beta amiloides es una señal de un posible Alzheimer. Se ha encontrado una relación entre la contaminación del aire y una mayor producción de placas beta amiloides, pero se desconocen los efectos de la exposición prolongada al aire contaminado sobre la acumulación de placas.

Un estudio de la Universidad de Washington examinó esta asociación, concentrándose en los niveles de partículas PM2.5 (30 veces más delgadas que un cabello humano), PM10 y de dióxido de nitrógeno, producidas por el tránsito vehicular.

La investigación aprovechó la participación de más de tres mil individuos en un estudio de memoria de largo plazo. Durante 20 años, los científicos evaluaron los niveles de contaminación del aire en las zonas donde vivían los participantes y les tomaron muestras de sangre para medir una de las principales proteínas que forman las placas beta amiloides.

Al finalizar, asociaron la exposición de largo plazo a contaminantes aéreos con niveles más altos de placas beta amiloides en sangre, lo que indica una posible conexión biológica entre la calidad del aire y los cambios físicos del cerebro que definen el mal de Alzheimer.

La buena nueva es que, así como la contaminación daña el cerebro, su reducción parece evitar directamente los daños. En distintos países, una disminución de las partículas finas se ha asociado con un menor riesgo de desarrollar demencia o declinación cognitiva.

Por ejemplo, según un estudio estadounidense con mujeres mayores, bastó una reducción de apenas 10% sobre la norma, durante 10 años, para observar una disminución de 14% en el riesgo de demencia y de 26% en el de declinación cognitiva, sin importar factores como nivel de educación o problemas cardiovasculares. De manera similar, una investigación en Francia asoció la reducción en la concentración de partículas PM2.5 con una disminución de 10% en el riesgo de desarrollar demencias y 17% menos riesgo de Alzheimer.

La conexión parece directa: un aire más limpio mejora las capacidades cognitivas y reduce el riesgo de desarrollar trastornos como la demencia.

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