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EL DESTINO: UNA EXPLORACIÓN FILOSÓFICA Y POLÍTICA
from Capitel. Destino
por Pablo Romo Cedano imágenes de Tony Dagradi
La manera en que la filosofía occidental ha entendido la idea de destino sin duda tiene un impacto directo en las maneras que hemos desarrollado para hacer política. Y si bien, pensadores como Aristóteles y Platón proponen diferentes concepciones del destino, a partir de ambas, el pensamiento moderno instaura ideas en la política actual como la libertad, la responsabilidad individual y la causalidad.
El concepto de destino ha sido una cuestión perenne en la historia de la filosofía occidental. Tanto Aristóteles como Platón exploraron este tema desde perspectivas distintas. Sus concepciones, aunque diferenciadas, influyeron en el desarrollo del pensamiento filosófico posterior.
Para Aristóteles, el destino está vinculado al concepto de teleología y a su ética eudaimónica. Sostiene que cada ser tiene un propósito intrínseco, una finalidad que lo define. El destino de un individuo no se impone desde fuera, sino que es el resultado de sus propias acciones y elecciones. En Ética a Nicómaco, Aristóteles destaca que alcanzar la virtud y la felicidad, entendida como eudemonía, es el destino último de los seres humanos. Aquí se abre una conexión entre el destino individual y la moralidad. La virtud y la felicidad no son resultado de capricho o azar, sino que surgen de la acción consciente y la elección de vivir una vida ética.
Por otro lado, Platón, en El Fedón, presenta una visión más trascendental del destino. Para él, el alma es inmortal y eterna, y viaja por diferentes ciclos de reencarnación. El conocimiento y sabiduría adquiridos en vidas pasadas determinan el destino del alma. La filosofía y la búsqueda de la verdad son fundamentales para liberar al alma de los ciclos de reencarnación y alcanzar la sabiduría suprema. Por lo tanto, el destino de cada alma es buscar la verdad y la belleza, alejándose de lo material y efímero para acercarse a lo eterno y trascendental.
Si bien las concepciones de Aristóteles y Platón sobre el destino parecen divergentes, ambas ofrecen perspectivas valiosas para el pensamiento filosófico moderno. La filosofía existencialista, por ejemplo, destaca la libertad y responsabilidad individuales. Filósofos como Jean-Paul Sartre han sostenido que no hay un destino preestablecido, y que somos libres para elegir nuestros caminos, así como crear nuestro propio significado en la vida. La existencia precede a la esencia y es nuestra responsabilidad darle sentido a nuestra existencia por medio de nuestras elecciones.
Por otro lado, el determinismo se basa en la idea de que todos los eventos, incluso nuestras acciones y decisiones, están predeterminados por causas anteriores. Filósofos como Baruch Spinoza o Friedrich Nietzsche han explorado diferentes formas de determinismo, cada uno con sus matices. Mientras que el determinismo parece negar la libertad individual, algunos filósofos como David Hume sugieren que cada acción y evento tienen una cadena de causas que lo preceden. Esto puede interpretarse como una especie de destino natural: cada evento es el resultado necesario de lo que lo antecede.
En resumen, el tema del destino ha sido una preocupación constante en la filosofía. Aristóteles y Platón, con enfoques distintos, sentaron las bases para la reflexión filosófica posterior sobre este tema. La libertad y la responsabilidad de Aristóteles y la visión trascendental de Platón han sido revisadas y reinterpretadas por los filósofos modernos. El uso político del destino como una fatalidad ha sido usado a lo largo de la historia por los autoritarismos para justificar tropelías. Enfrentarse a lo incierto genera desafíos que llaman a la responsabilidad y al actuar con principios éticos definidos y no justificados “porque así son las cosas”.
Aristóteles presentó una visión del destino relacionada con el propósito y la autorrealización de cada ser. En el plano social, el destino en Aristóteles es una aspiración a la libertad y el desarrollo. Platón, desde una perspectiva más trascendental y metafísica reconoce un destino que va más allá de este mundo material, pero tampoco lo define como un determinismo fatal. Los deterministas sociales contra esta aproximación de la eudemonía y del alma inmortal llamada a la verdad y la sabiduría, sostendrán que los resultados ya están preestablecidos, son voluntades de dioses, de superioridades raciales o de suertes sociales y caprichos fatales. Estos determinismos generan ideologías, como la del “Destino Manifiesto” colocando naciones y a grupos étnicos llamados a dominar. Por ello John L. O’Sullivan llama a invadir México y anexar Texas a Estados Unidos o las ideologías del patriarcado que en el nombre de “llamados de la naturaleza” justifican la opresión de las mujeres.
De ahí lo fundamental de aproximarnos a las ideas, antiguas y modernas, que jamás reducirán la libertad, la voluntad y el futuro a planes prefijados. Más bien, problematizarán siempre el avenir en función de las acciones deliberadas de las personas llamadas a ser cada vez más actores y actrices de sus propias decisiones. Los contextos condicionarán las acciones, pero no determinarán el futuro, la verdad y la libertad. Con Sartre decimos que somos libres para crear nuestro propio significado en la vida y no estamos sujetos a un destino inmutable.
En conclusión, mediante estas perspectivas diversas, el destino sigue siendo un enigma filosófico que invita a reflexionar sobre la libertad, la responsabilidad, la trascendencia y la causalidad en la determinación de nuestras vidas. Cada ser humano, entonces, se encuentra frente a la encrucijada de forjar su propio destino o dejarse llevar por las circunstancias y causas que lo rodean. De igual forma, las sociedades y los conjuntos humanos pueden optar o pueden dejarse llevar por las ideologías dominantes o deterministas fatales. En última instancia, nos preguntamos individual y colectivamente ¿podemos decidir o somos simplemente frutos inexorables de eventos del pasado y las circunstancias que nos rodean?
Pablo Romo tiene un Doctorado en Derechos Humanos por la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Madrid, además de estudios en filosofía y teología. Ha participado activamente como defensor de los derechos humanos, es profesor en temas de paz y escribe sobre la vida.
Tony Dagradi es un músico, actor, artista, compositor y autor estadounidense. Además de tocar el saxofón, desde hace casi una década Dagradi explora las posibilidades visuales de los libros modificados. Su método consiste en recortar cuidadosamente las páginas de publicaciones antiguas utilizando imágenes existentes para crear collages o esculturas que nos incitan a analizar la mecánica de la historia y a repensar nuestra propia comprensión del pasado y el presente para así imaginar nuevas posibilidades para el futuro. Jonathan Ferrara Gallery en Nueva Orleans representa su trabajo. www.jonathanferraragallery.com | www.tonydagradi.com