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Ultrasonido

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Química

Química

crófagos son unas células del sistema inmunitario que se localizan en los tejidos procedentes de la emigración desde la sangre; estas células limpian los tejidos de detritos celulares y fagocitan materia extraña tal como bacterias. El estudio cromatográfico demostró el paso del hidroxitirosol tanto a la sangre como a tejidos tales como la piel, músculos e hígado. El transporte transdérmico de principios activos ionizables se puede incrementar notablemente si se aplica iontoforesis después de la electroporación. A esta combinación de métodos instrumentales se la suele denominar dermoporación.

ULTRASONIDO

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El sonido se transmite en un cierto medio en forma de un movimiento oscilatorio de las partículas que lo componen, como moléculas e iones, que consiste en un vaivén en la dirección de propagación. Como consecuencia de este movimiento a nivel molecular, la presión del medio pasa alternativamente por valores altos (compresiones) y bajos (descompresiones).

Onda sonora. El medio en que se propaga sufre oscilaciones hacia delante y hacia atrás en la dirección del desplazamiento de la onda.

A la distancia entre dos zonas consecutivas de alta presión se la denomina longitud de onda, a la que se simboliza con la letra griega lambda (l ). La frecuencia de un sonido está dada por la cantidad de oscilaciones que se producen en 1 segundo. La unidad en que se expresa la frecuencia es el hertz (Hz), que equivale 1 oscilación por segundo. Dos múltiplos del hertz son el kilohertz (kHz) y el megahertz (MHz) que equivalen, respectivamente, a 1.000 hertz y 1.000.000 hertz.

Variación periódica de la presión del medio en que se transmite una onda sonora.

El sonido audible por los seres humanos corresponde a frecuencias comprendidas entre unos 20 hertz y 20.000 hertz. A las ondas sonoras con frecuencias inferiores a 20 hertz se las denomina ondas infrasónicas. Los elefantes se comunican a grandes distancias mediante sonidos infrasónicos. También son infrasónicas ciertas ondas generadas en los terremotos. Las ondas sonoras ultrasónicas, como las que emiten los murciélagos, poseen frecuencias mayores que 20.000 hertz.

El ultrasonido como forma de permeación dérmica de drogas

Mediante el ultrasonido (sonoforesis, fonoforesis y ultrafonoforesis) se puede incrementar la permeación dérmica de drogas. El rango de frecuencias utilizado va desde 20 kilohertz (20.000 oscilaciones por segundo) a 16 megahertz (16 millones de oscilaciones por segundo) (Kumar y Philip, 2007). El ultrasonido permite la permeación de drogas de alta masa molecular. En los equipos comerciales que no son de uso médico, las frecuencias generalmente están en el rango de 1 megahertz a 3 megahertz (1-3 MHz). En esta técnica, la droga es mezclada con un agente de acoplamiento, generalmente un gel, una crema o una pomada, que transmite la energía ultrasónica desde el dispositivo a la piel. La aplicación de ultrasonido de baja frecuencia (20 kilohertz a 100 kilohertz) incrementa la permeabilidad de la piel en forma más efectiva que el ultrasonido de alta frecuencia (1 megahertz a 16 megahertz). El mecanismo de permeación transdérmica incluye la desorganización de los lípidos del estrato córneo, lo que permite que la droga pueda penetrar en la piel. Otros factores son la cavitación, la formación de microcorrientes y generación de calor.

Cavitación

Al ser sometida a la acción de las ondas de ultrasonido, el agua de la piel se ve sometida a compresiones y expansiones. Durante las expansiones se produce un descenso de la presión o vacío. A la temperatura de la piel, el agua hierve cuando la presión disminuye hasta unos 40 milímetros de mercurio. Si durante la expansión se llega a esta presión, el agua contenida en los tejidos hierve y se forma una cavidad de vapor (fenómeno al que se conoce como cavitación), pero una fracción de segundo después la presión aumenta y el vapor contenido en la cavidad se licua rápidamente (implosiona) con un gran desprendimiento de calor. Como consecuencia de este fenómeno, al que se lo conoce como cavitación, se forman microcorrientes de líquido que atraviesan el estrato córneo a alta velocidad (unos 100 metros por segundo) y permiten la permeación de drogas (Tezel y Mitragotri, 2003).

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