JOSÉ H. PRADO FLORES ÂNGELA M. CHINEZE
La Fascinante Muerte de Jesús
México 2009
Imprimatur: En Proceso © Derechos Reservados 03-2005-121913353100-01 Ediciones Rabbuní S. A. de C.V. México www.rabbuni.com rabbuni@rabbuni.com
CONTENIDO Presentaci贸n...............................................................5 1. Claves de lectura ........................................................11 2. Tinieblas que cubren toda la tierra .............................23 3. Grito angustioso de Jes煤s ..........................................29 4. Se rasga el velo del Templo .......................................37 5. Temblor de tierra ........................................................45 6. Muertos que resucitan ................................................51 7. Jes煤s es el Hijo de Dios .............................................57 Conclusi贸n ................................................................63
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P RESENTACIÓN
El
evangelista Mateo corona de forma espléndida el relato de lo que sucedió aquella tarde gloriosa en la cumbre del Calvario. El centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”: Mt 27, 54. Contra toda lógica, los guardias paganos de la ejecución creyeron en la divinidad de aquel hombre que acababa de expirar, mientras que las autoridades de Jerusalén descendieron del monte alisándose la barba para esconder una hipócrita sonrisa de satisfacción.
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Presentación
Algunos confiaron con todo su corazón, mientras había quienes respiraban profundo, porque por fin Dios había hecho justicia contra ese Nazareno, que se había atrevido a afirmar que el Dios tres veces Santo, era su padre. Unos penetraron el misterio, pero hubo quienes estando tan cerca, se quedaron tan lejos. ¿Por qué unos creen y otros se resisten a confiar? ¿Dónde se encuentra la diferencia entre estos dos grupos? ¿Qué fue lo que motivó al soldado romano para creer y confesar que ese hombre desnudo, que parecía no haber tenido la capacidad de bajarse de la cruz, era el Hijo de Dios? Tanto el centurión como los demás espectadores del Calvario vieron cómo el sol se oscurecía, dejando la tierra sumida en densas tinieblas, mientras que cada uno sentía cimbrarse la tierra a sus pies. Todos se escalofriaron cuando escucharon el angustioso grito de Jesús, que se sentía abandonado de quien él mismo había proclamado era su propio padre. Tanto el centurión como sus compañeros supieron interpretar el significado de los símbolos, mientras que los especialistas en la ley no fueron capaces de descubrir el cumplimiento de los oráculos de los profetas y permanecieron en la periferia de los sucesos. Estos últimos fueron incapaces de traspasar el cristal de los signos preñados de profundo mensaje. Pero quienes penetraron el velo, dieron el salto cualitativo, confesando que aquel hombre coronado de espinas “verdaderamente era el Hijo de Dios”. Habían esclarecido el sentido de cuanto sucedió aquel momento que cambiaría el rumbo de la historia.
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Presentación
E
stas páginas van a colocar en las manos de los lectores tres llaves de interpretación para encontrar el significado de los diferentes fenómenos narrados por el evangelista. • Simbolismo: No son relatos de un periodista, sino imágenes de un escritor oriental que le gusta usar el simbolismo para que los lectores descubran su significado. • Profecías: Estos acontecimiento cobran su verdadero valor a la luz de las profecías del Antiguo Testamento. • La experiencia personal. Cada uno ha de cotejar el relato con su propia experiencia, que es el filtro no sólo de interpretación, sino para aplicar la Palabra de Dios a la vida personal. Después, iremos analizando cada uno de los seis diferentes colores del arco iris de la Nueva Alianza sellada en la cima del Calvario. Si la muerte de Jesús cambió la historia, descifrar su significado puede transformar la nuestra. Mas, no basta comprender su alcance. La meta final es creer en Jesús y tener la valentía para proclamarlo como Salvador, y así apropiarnos la salvación que él nos ganó con su sangre inocente. Cada uno de nosotros, como el centurión, somos capaces de proclamar con nuestra boca lo que creemos en nuestro corazón: Que Jesús es el único Señor de cielos y tierra, porque es el Hijo de Dios. Al mirar con dimensión evangélica tan bello mensaje, nos fascinaremos tanto por Jesús en la cruz, que repetiremos en coro polifónico con San Pablo: “No quiero saber otra cosa que a Jesucristo, y Jesucristo crucificado”; ya
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Presentación
que al ser levantado en lo alto del patíbulo, es precisamente cuando nos seduce irresistiblemente. Sin masoquismo ni sadismo, seremos cautivados por Cristo crucificado, para percibir cuánto y de qué forma ha amado Dios a este mundo, que le ha entregado a su Hijo único. Fascinados por ese trono de madera, y aunque su corona sea de espinas, nos rendiremos en admiración y agradecimiento por su entrega tan digna y soberana, que ha cambiado la historia, nuestra historia. Para ello, necesitamos la luz del Espíritu Santo, que nos manifieste la identidad y misión de Jesús. Él, quien inspiró este pasaje de la Escritura, nos puede revelar su significado más profundo. Por eso, lo primero que vamos a hacer, es pedir al Espíritu Santo que nos revele lo que ha querido expresar, porque sólo con su luz es posible internarnos en este mundo enigmático y cautivador del simbolismo.
Oración al Espíritu Santo Estamos seguros que desde el momento de proclamar este pasaje bíblico, Tú, Espíritu Santo, ya estarás enseñándonos cosas nuevas, que jamás imaginamos. Descúbrenos el profundo significado el relato evangélico que Tú mismo inspiraste a través del evangelista Mateo. Danos oídos de discípulos, ojos de profetas y corazón de mártires, para penetrar en este misterio fascinante de la muerte de Jesús. Al final, danos la fuerza para declarar que verdaderamente Jesús es el Hijo de Dios.
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Presentación
Lectura del pasaje bíblico Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona, clamó Jesús con fuerte voz: “¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?”. Esto es: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Al oírlo algunos de los que estaban allí, decían: “A Elías llama éste”. Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. Pero los otros dijeron: “Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle”. Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”: Mt 27, 45- 54.
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Presentación
P ara expresar lo inexpresable, el evangelista Ma-
teo describe el sentido de la muerte de Jesús a través de seis momentos que se transforman en un instante con dimensión de eternidad: 1º Las tinieblas que cubren toda la tierra. 2º El grito angustioso de Jesús a su Padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. 3º El velo del Santuario que se rasga de arriba abajo. 4º Temblor de tierra y piedras que se resquebrajan. 5º Resurrección de muertos. 6º Concluye con el objetivo de su escrito: La confesión de fe en la divinidad de Jesús. Los seis puntos forman un mosaico donde cada parte tiene su valor, pero cuando consideramos la colección completa, cobra una plusvalía. Se trata de un arco iris, en el cual la armonía de todos los colores manifiesta la Alianza que Dios está firmando con nosotros, a través de la sangre de Jesús en la cruz. Esta tema fue galardonado por The Catholic Press de los Estados Unidos con el Jurnalism Award en 1998. 19 de marzo de 2009 Guadalajara, México
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Londrina, Brasil
1 C LAVES DE LECTURA
Era
el 26 de junio de 2003. En el estadio Guerland de Lyón, Francia, se disputaba el partido de fútbol de semifinales de la Copa Confederaciones. La contienda entre Camerún y Colombia no había despertado tanta expectación entre el público europeo, pero sería el partido que habría de quedar escrito en los anales de la historia. Se jugaba el minuto 72 del caluroso segundo tiempo, y el aguerrido equipo africano, con velocidad de gacelas, estaba venciendo al país de las esmeraldas por un gol a cero. De pronto, el partido se suspendió ante un caso jamás suscitado. Delante de las cámaras de televisión, y ante el asombro del mundo entero, el jugador 23 de Camerún, Marc Vivien Foé, cayó repentinamente al suelo, como si fuese herido por invisible rayo. Había sido fulminado por un ataque al corazón y moriría minutos después. La escena fue impresionante. Joseph Blatter,
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1. Claves de Lectura
presidente de la Federación Internacional de Fútbol, la calificó como “tragedia insólita”. Sin embargo, para nosotros, se trata de una muerte muy bella, ya que Marc Vivien Foé culminó su existencia realizando lo que sabía hacer y quería hacer. Falleció jugando, y no con un arma entre las manos en una guerra de intereses económicos. Terminó su carrera en este mundo con sus amigos, con la camiseta de la selección de su país; y no en la soledad de un hospital o escondido en un número de desaparecidos por causa de un terremoto o tsunami. Además, murió ganando el partido de fútbol, y su escuadra pasaría a disputar la final del campeonato. Y tal vez el detalle más conmovedor, los primeros que lo asistieron en su agonía fueron jugadores y médicos del equipo de Colombia, sus contrincantes en el campo de juego. Esta muerte puede tener dos lecturas, como tragedia o como coronación de una existencia.
E
xiste otra muerte que puede ser considerada desde dos perspectivas diferentes. Para algunos representa el crepúsculo que oculta el sol y deja la tierra sumida en las sombras de la injusticia. Para otros, es el amanecer de la liberación. Se trata de la muerte de Jesús en el Monte Calvario. Su cruz es contrastante, sin términos medios: O escándalo o poder de Dios; o locura o sabiduría divina (1Cor 1, 23-24). Fue tan maravilloso el acontecimiento de la muerte de Jesús en el Calvario, que las palabras tradicionales no alcanzan a expresar su trascendencia. Por eso, necesitamos unas claves que nos ayuden a interpretar el texto y desentrañar su hondo significado.
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1. Claves de Lectura
La
primera clave de lectura consiste en cambiar el enfoque del texto. Frecuentemente se presenta una perspectiva que acentúa el dolor y el sufrimiento de Jesús en este momento. En esta línea tenemos un sinnúmero de imágenes de un Cristo ensangrentado, aplastado por la cruz, vencido por el mal, la injusticia y la envidia. Los rojos colores de la sangre sobresalen de los tonos luminosos y esperanzadores. La Semana Santa en muchos lugares del mundo es trágica, con peregrinaciones en silencio, ropas de luto y murmullos al ritmo de tambores de sepelio. Se silencian las campanas y se cubren las imágenes. El Vía Crucis termina en la soledad y frío de una tumba prestada. Se carga el acento en el trágico grito de Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, y no en su ofrenda total en las manos de su Padre amado: “Papá, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Estas representaciones dan más la impresión de un hombre derrotado por la maldad, que uno que venció la muerte; entregándose voluntariamente a ella, para volver a recuperar la vida posteriormente. Lo peor de todo es que los reflectores se enfocan en el sufrimiento de Jesús, en vez de subrayar los frutos de la redención. Desgraciadamente la palabra “cruz” se usa como sinónimo de dolor, en vez de expresión suprema del amor. Para muchos, “Calvario” se relaciona más con angustia y desolación, que con salvación. ¿De dónde viene esta visión tan parcial del momento supremo de Jesús, que corona toda su existencia, como toque final de una obra de arte? ¿Cómo es que una muerte puede ser fascinante? La respuesta la encontramos en el Evangelio que vamos desentrañar.
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1. Claves de Lectura
Estamos delante de un poema, aunque el vestido sea de drama. Es la culminación de una fascinante obra de arte: La vida y la entrega de Jesús por nosotros. Por eso Jesús, refiriéndose a su cruz, afirmó: Cuando yo sea levantado en alto, atraeré a todos hacia mí: Jn 12,32. En el Calvario lo que importa es la forma como se entrega, lo cual es fascinante y cautivador, ya que nadie tiene más amor que aquel que da la vida por sus amigos. A Jesús nadie le quita la vida. Él, como buen pastor, la da voluntariamente por los suyos. Judas nunca hubiera entregado a Jesús si antes Jesús no se hubiera entregado a sí mismo. Delante de la cruz de Jesús, o mejor de Jesús en la cruz, podríamos parodiar la expresión del profeta: Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir: Jer 20,7. San Pablo lo resume de manera genial: No quiero saber otra cosa que a Jesucristo, y a Jesucristo crucificado, que me amó y se entregó por mí.
La segunda clave para descubrir aspectos mara-
villosos y trascendentes, es que la muerte de Jesús, está enmarcada en el plan de salvación Los oráculos proféticos le dan una plusvalía a este acontecimiento, pues son elementos esenciales de “El día de YHWH”.
O
tra clave de interpretación es el simbolismo oriental. Pero es tan esencial, que posteriormente le daremos un espacio especial.
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1. Claves de Lectura
La última clave es la experiencia personal. Cada
uno está llamado a ser un campo de cultivo donde la semilla de la Palabra de Dios encuentre tierra fértil para fecundar, crecer y dar fruto. Las personas que ya han experimentado los frutos de la murete gloriosa de Jesús, tienen ventaja enorme para entender estos pasajes, pues ya han vivido lo que aquí se expresa.
N osotros consideraremos tres pinturas que logran manifestar la verdadera dimensión de la muerte de Jesús:
1. “El Cristo de San Juan de la Cruz” de Salvador Dalí (1904-1989). 2. “Cristo Crucificado” de Diego Velázquez (1599-1660). 3. El relato de Mateo en el Evangelio. Las dos primeras nos facilitarán entrar en la dimensión de la pintura diseñada por el evangelista, que ha sabido delinear un precioso arco iris con los colores de la Nueva Alianza.
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1. Claves de Lectura
S alvador Dalí, inspirado en la “Llama de amor viva”
de San Juan de la Cruz, nos muestra la crucifixión desde una perspectiva superior; como Dios la contemplaba. Sólo con los ojos de Dios y desde arriba, se puede descubrir su verdadero significado. El inspirado pincel de Dalí y los colores del místico español, han logrado presentarnos un cuadro que refleja este instante eterno de la obra de arte de la cruz de Cristo. La cruz no se hunde en la tierra, sino que se eleva al cielo, coronando el universo, llevando consigo la creación entera y conduciéndola hasta sus límites más excelsos. El pie de la cruz flota en un halo de luz. Además, es más luminosa tanto cuanto más cerca está del cielo. El Jesús del pintor catalán está desnudo, porque se endosa la desnudez que experimentaron nuestros primeros padres en el paraíso. Dios mira a Jesús, mientras Jesús ve la tierra vestida de oro de victoria y azul de vida, que brilla con los frutos de su redención. Este Jesús no tiene una gota de sangre, se ha vaciado totalmente. ¿Será consecuencia de su entrega total o preludio de su resurrección? No vemos su rostro, porque es él quien nos mira a nosotros, lo cual es mucho más importante. No sólo sus brazos, sino también sus manos permanecen abiertas. En el letrero no se perciben las palabras escritas, porque Jesús crucificado es la palabra más elocuente de Dios para mostrar su amor. No se necesita más. La luz de este cuadro proviene de un crepúsculo invisible, pues sus rayos corren horizontalmente. Siendo el atardecer, de acuerdo a la mentalidad judía, se aproxima un nuevo día.
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1. Claves de Lectura
Salvador Dalí: “El Cristo de San Juan de la Cruz”
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1. Claves de Lectura
La
crucifixión, pintada por Diego Velázquez se enmarca en una impresionante oscuridad, que nos evoca las tinieblas que parecen dominar el misterio. Sin embargo, en el centro, cual victorioso sol que expande sus rayos, se encuentra el crucificado, de forma apacible y hasta majestuosa. Su cabeza, resume el misterio pascual: Coronada de espinas, pero rodeada de una aureola resplandeciente aún mayor. No es iluminado por ningún sol exterior, sino que su persona es el núcleo de irradiación luminosa, porque Jesús es el sol de justicia, en cuyos rayos se encuentra la salvación de todos los hombres (Mal 3, 20). El ajusticiado está de pie. Con soberanía y autoridad domina la cruz; no la cruz a él. Hasta da la impresión que levanta sus brazos en señal de victoria. Aparte de Jesús y su cruz, no existe ningún otro elemento o figura en esta pintura, porque él es el único centro de la historia. Cabeza y cuerpo representan tanto a Jesús como a nosotros. La cabeza (Jesús), sufre para que su cuerpo (nosotros) participe de la luz de la vida. La mitad de su rostro está cubierto, porque ciertamente existe un sufrimiento inaudito, pero la otra mitad permanece visible para mostrarnos el rostro de Dios. La cruz no es un madero retorcido ni un tronco informe; sino con perfección estética, para evocarnos que atrás de tanto sufrimiento, hay un plan maestro cuidadosamente pulido. El letrero, escrito en las lenguas de la religión (hebreo), la ciencia (griego) y la política (latín), demuestra que domina en todos los ámbitos como Rey soberano. Es Rey y Señor desde el trono de la cruz, aunque su corona sea de espinas.
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1. Claves de Lectura
Diego Velázquez: “Cristo Crucificado”
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1. Claves de Lectura
Relato evangélico de San Mateo La tercera pintura la encontramos en los relatos evangélicos. Si la muerte del Salvador en el evangelio de San Marcos acentúa tintes dramáticos, en el escrito de San Juan es soberana y gloriosa, mientras que en San Lucas se manifiesta su perdón y confianza en Dios. En este libro nos vamos a centrar en el relato de San Mateo, que tiene su propia perspectiva para presentarnos la grandeza de este momento que corona la vida de Jesús. La clave de lectura estriba en saber que el evangelista escribe para judíos que están acostumbrados a la alegoría, por lo que usará una simbología que aquella cultura podía comprender fácilmente. Cuando las palabras no alcanzan a manifestar lo inexpresable y el silencio tampoco es lo suficientemente elocuente, entonces sólo tenemos una puerta de salida: El lenguaje metafórico, donde hay que desentrañar el significado de los elementos allí descritos para acercarnos a la frontera de la realidad que se pretende expresar. Esta es la clave para interpretar este relato que Mateo describe a sus hermanos judíos, quienes no se quedaban con el sentido literal de las palabras, sino que, iluminados por su propia experiencia salvífica, comprendían de forma inmediata su alcance. Si antes insinuamos que para adentrarnos a la intención del relato evangélico de la cruz de Cristo Jesús, debíamos renunciar a la visión tradicional de tragedia pintada con tonos rojos de sangre, ahora precisamos internarnos en el lenguaje simbólico, donde lo más importante no es lo que el texto dice, sino lo que quiere decir.
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1. Claves de Lectura
La
descripción de lo acontecido en el Calvario no es una fotografía exacta de los acontecimientos, sino una pintura de los mismos. La diferencia radica en que un retrato corresponde perfectamente a la verdad histórica, mientras que una pintura es fruto de los ojos del pintor que lo diseña, pues imprime el alma y corazón del autor. El artista, sea pintor, escultor o escritor, expresa su concepción del mundo y de la historia, más que una fotocopia de la realidad. Si lo que Mateo nos narra no fuera del todo histórico, sí es completamente real. Pertenece a otra dimensión, que sólo se trasciende con la fe y con una clave capaz de descifrar las imágenes. Necesitamos, pues, una mentalidad capaz de desentrañar el significado de estos símbolos que son más elocuentes que los conceptos que vienen envueltos en palabras. Cuando Jesús afirma: “Yo soy la puerta”, nosotros no nos detenemos a identificar a Jesús con bisagras o picaporte; ni tampoco si es puerta de madera o metal. De la misma forma en este pasaje debemos mirarlo a través del cristal de la simbología oriental.
En
el mismo Calvario algunos permanecen en lo superficial de los hechos: Cuando Jesús grita “Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?“, quienes conocen el arameo no han entendido absolutamente nada, pues suponen que Jesús está llamando a Elías. En el preciso momento de la crucifixión y a unos cuantos pasos de la cruz, se presentan dos actitudes: Los escribas y fariseos estaban tan cerca del hecho y tan lejos del significado. En cambio, los soldados romanos,
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1. Claves de Lectura
“viendo lo que pasa”, saben saltar para creer que ese hombre que agoniza es verdaderamente el Hijo de Dios. La narración del evangelio de Mateo es el reflejo de cómo la comunidad judeo - cristiana consideraba la muerte de su Salvador y Señor. Para ellos era tan maravillosa y preciosa, que no bastaban las palabras. Por eso, nos heredaron un códice, no para leer, sino para intuir el mensaje encerrado. Si lo redujéramos a lo que las palabras expresan, mutilaríamos terriblemente su alcance. Si el relato evangélico es fruto de una vivencia, de igual forma para penetrarlo en toda su riqueza se precisa de nuestra parte una experiencia salvífica. Si ésta es antes o después del análisis del pasaje evangélico no importa. Pero sin ella, jamás tendremos el pasaporte para ingresar por el arco del triunfo de Jesús y nos quedaríamos simplemente a la sombra de su cruz. El centurión de la cruz capta lo que era invisible para los ojos, pues traspasaba lo que percibía con los sentidos, para descubrir el alma de los acontecimientos. Él mismo se dejaba cautivar por cada cosa que sucedía en el Calvario, para empaparse de los frutos de la redención realizada por Cristo Jesús en la cruz. En él podemos tener un espejo de lo que Dios quiere hacer en nosotros. Ya comenzamos a descubrir por qué una muerte puede ser fascinante: por las frutos de la misma.
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2 T INIEBLAS QUE CUBREN TODA LA TIERRA
El
primer acontecimiento narrado por Mateo cuando Jesús muere en la cruz, ha sido celosamente escogido por el evangelista, con el fin de cautivarnos desde un principio. El color parece ser oscuro y tenebroso, pues se refiere a las tinieblas que cubren la tierra, que son como la plataforma sobre la que el apóstol quiere construir su narración para revelar el fascinante significado de la muerte de Jesús y su aplicación a nosotros. Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona: Mt 27, 45. Mateo nos reporta que repentinamente se apagan todas las luces del escenario, dejando el teatro del Calvario en terrible oscuridad. Generalmente se piensa que este crimen contra una persona inocente fue tan injusto, que provocó que la naturaleza se rebelara y se vistiera de luto. La ejecución de este hombre que pasó haciendo el bien, impactó de tal manera que la creación lo resiente; el
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2. Tinieblas que cubren toda la tierra
sol se apaga y la tierra queda sumida en penumbra por tres horas. Para comenzar, debemos no hay probabilidad alguna de tormenta de arena que justificara un tipo de niebla u oscurecimiento. Un eclipse de sol jamás cubriría toda la tierra. Además, si hubieran acontecido realmente estas tinieblas, nadie hubiera podido presenciar los hechos narrados por los cuatro evangelistas. Por lo tanto, más que de un hecho histórico, se trata de una realidad teológica, que quiere transmitir un rico mensaje.
Los
Profetas también enmarcan este acontecimiento para encontrar su profundo significado: Se trata del Día de YHWH anunciado por el profeta Joel. Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos soñarán sueños, y sus jóvenes verán visiones. Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego, columnas de humo. El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, ante la venida del Día de YHWH, grande y terrible. Y sucederá que todo el que invoque el nombre de YHWH será salvo, porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá supervivencia, como ha dicho YHWH, y entre los supervivientes estarán los que llame YHWH: Joel 3.
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2. Tinieblas que cubren toda la tierra
El
evangelista nos ofrece dos pistas para que descubramos la trascendencia del momento: • Desde la hora sexta hasta la hora nona, corresponde al periodo entre el medio día y las tres de la tarde. Casi siempre hemos supuesto que la oscuridad expande su negro manto en el momento en que Jesús expira, pero el texto bíblico nos reporta todo lo contrario: El caos dominaba el ambiente antes de que Jesús muriera. Por lo tanto, lo que nos quiere mostrar el Evangelio es que cuando Jesús expira, desaparece la oscuridad que había cubierto y enfriado el mundo por un espacio de tiempo. • Sobre toda la tierra: Las sombras se extienden no sólo en Jerusalén ni menos al Calvario. Por lo tanto, cuando el evangelista se refiere a “toda la tierra” la considera más una realidad teológica que geográfica. El fenómeno abarca, no al planeta sino a la humanidad que vivía en la noche, hasta que la muerte de Jesús inicia un nuevo día de esperanza. Con esta doble llave podemos llegar fácilmente al corazón del mensaje evangélico: La muerte de Jesús no provoca oscuridad. Al contrario, es fuente de luz, que esfuma las tinieblas del pecado que nos hacía esclavos. Además, el tiempo que la tierra queda sumida en sombras, es de sólo tres horas en comparación de la permanencia de la luz, que perdurará para toda la eternidad. Así, la muerte de Jesús es luminosa y fuente de la nueva creación que se inaugura en el árbol de la cruz. La luz en la mentalidad bíblica es el inicio de la creación. En el Génesis, cuando “en el principio todo era caó-
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2. Tinieblas que cubren toda la tierra
tico y vacío”, Dios pronunció su palabra diciendo: “Haya luz”. Esta luz es el detonador que da inicio a la vida. Así pues, si al morir Jesús, Palabra de Dios, aparece la luz, es porque en ese momento comienzan los cielos nuevos y la tierra nueva, gracias a la luz de la Palabra de Dios, Cristo Jesús. El Maestro había dicho enfáticamente: “Yo soy la luz del mundo”. Ahora lo está manifestando. Él es el principio de la nueva creación. Jesús no sólo trae la luz, sino que es la fuente de la luz, la luz de la luz.
J esús es la luz del mundo, sí; pero la luz se tiene
que reflejar en algún cuerpo para mostrar su luminosidad y ser fuente de vida. Él ya mostró su capacidad de iniciar la nueva creación en nuestra existencia. Esto fue posiblemente lo que sucedió con aquel centurión pagano, que a partir del resplandor que la cruz reflejaba, permitió que las tinieblas que cubrían la verdad, fueran disipadas.
La
muerte de Jesús nos ha abierto la posibilidad de volver a comenzar, sin importar la tiniebla que estemos viviendo, ni cuánto tiempo hayamos sufrido el frío de la noche. Él ya hizo su parte, ahora depende de nosotros exponernos a sus rayos de salud para ser curados, liberados y hechos criaturas nuevas en él, por él y con él. Se convierte en signo de esperanza para todos y cada uno de nosotros, especialmente para quienes viven en sombras de muerte. Ya se acercan las tres de la tarde en que el poder redentor de Jesús va a aniquilar la oscuridad del dolor estéril, la maldad y la injusticia, no sólo del universo, sino del mundo de cada uno de nosotros.
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2. Tinieblas que cubren toda la tierra
El pueblo que andaba a oscuras, vio una luz intensa. Sobre los que vivían en tierra de sombras, brilló una luz: Is 9, 1. El valor de la cruz de Jesús no radica en el sufrimiento, sino que éste se transforma en sacrificio con dimensión salvífica. El dolor por el dolor no tiene sentido alguno, pero cuando se convierte en sacrificio renovador y restaurador de la vida divina en este mundo, es luminoso, como la pintura de Velázquez. Por lo tanto, no se trata de una tragedia, sino de un símbolo de esperanza. No es término ni final, sino inicio de la nueva creación. El sufrimiento de Cristo Jesús es fructífero, porque se trata de un parto que genera una nueva vida. Tiene sentido. Siendo así, percibimos por qué la muerte de Jesús puede ser considerada como fascinante y preguntarnos ¿la muerte de Jesús deberá provocar en nosotros sombras de tristeza o luz de esperanza?
H
emos visto el primer color de este arco iris que pinta la belleza y el poder creador, emanado de la cima del Calvario, que no produjo tinieblas; al contrario, hizo desaparecer la oscuridad que había en el mundo, para inaugurar la nueva creación con su luz; o mejor, con Jesús, que es la luz del mundo. Cuando San Mateo narró los distintos acontecimientos en torno a la muerte de Jesús, colocó éste en primer lugar, porque es la plataforma para todo lo demás. Antes de entrar al escenario, nos encendió los reflectores y candiles para prevenirnos que se trata más de un poema que de un drama. Con este punto de partida, podemos subir la montaña del Calvario, sabiendo que desde su cima seremos los primeros en percibir la luz del nuevo día que amanece para la humanidad entera. 27
2. Tinieblas que cubren toda la tierra
Oración Espíritu Santo, muchas gracias por revelarme el plan de Dios en este mensaje luminoso que me llena del resplandor de Jesús y hace renacer en mí la esperanza de ser criatura nueva. Jesús, ilumina todos los momentos y aspectos oscuros de mi vida. Enciende tu luz en las tinieblas de mis miedos, ignorancia y heridas causadas por mi pecado o las injusticias de los demás. Inunda con tu luz todos los pensamientos, actitudes y principalmente todos los espacios de mi alma que no recibieron amor; y por eso, no me siento capaz de amar. Ilumíname para que mi dolor y sufrimiento se conviertan en sacrificio fecundo como el tuyo, fuente de vida para mí y para otros. Que la luz de tu cruz, divino maestro, haga desaparecer toda tiniebla y oscuridad que me atormentan. Permíteme vivir la cruz, que me libera del dolor estéril y el sufrimiento sin sentido. Que el resplandor de tu luz creadora me haga vivir en la luz, ya que tú, Jesús, eres la omega de la antigua creación y el alfa de la nueva.
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3 G RITO ANGUSTIOSO DE JESÚS
El
segundo símbolo de este conjunto del Calvario, está integrado por un grito angustioso y desconcertante de Jesús, que no hay que tratar de suavizar, sino que hemos de aceptarlo en toda su crudeza, para lograr comprender su profundo significado. Y alrededor de la hora nona, clamó Jesús con fuerte voz, “¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?”. Esto es, “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?”: Mt 27, 46. En Marcos como en Mateo, ésta es la única y última palabra que Jesús pronuncia desde la cruz; tal vez porque resume su misión y nos ofrece su testamento. Se trata de una exclamación que además nos es reportada en la lengua original en que fue pronunciada. Es decir, concentra todos los reflectores para enfocar el hecho en el centro del escenario. Estamos en el momento decisivo de la Pasión de Jesús. El sufrimiento salvífico era extremo. Jesús se resistía a morir. Su angustia, inaudita. Había sudado sangre,
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3. Grito angustioso de Jesús
aquella noche de luna llena. Uno de los Doce lo había traicionado. Todos lo han dejado. Los tres más íntimos se le han dormido en el jardín de Getsemaní y su mejor amigo lo ha negado tres veces. Se trata de la soledad existencial que el Salvador experimenta. Sólo le quedaba la esperanza de que su Padre interviniera para evitarle beber la amargura de aquel cáliz. Pero ante la ausencia y silencio disfrazado de pasividad, brota desde el fondo de su corazón un angustioso grito revestido de lamento, reclamación y hasta decepción ante quien, tanto en el Jordán como en el Tabor, le ha declarado su amor públicamente: ¿Por qué, oh Dios poderoso, me dejas en las manos de los que me odian? ¿Adónde te fuiste cuando más te necesitaba? ¿Por qué la injusticia triunfa sobre la verdad y la justicia?
El
Antiguo testamento ya había anunciado con anticipación este acontecimiento. Este momento tan trascendente es iluminado por el Salmo 22, que es un anticipo de la muerte de Jesús en la cruz. El texto bíblico nos ofrece tres luces para hacernos comprender esta situación que tiene todos los tintes de una tragedia, pero que en el fondo nos muestra el apasionado amor de Jesús por nosotros, los pecadores. • Hora nona: Son casi las tres de la tarde. En la cumbre del Monte Sión se celebra el sacrificio vespertino, mientras que en la cima del Calvario se ofrece el único y definitivo holocausto capaz de perdonar los pecados. • Grito: No es una voz normal. Levanta su voz para pronunciar una palabra, no a los hombres, sino a
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3. Grito angustioso de Jesús
•
Dios; pero que debe ser escuchada por todos, e imprimirse con cincel en la memoria. Se dice que gritamos cuando sentimos que la otra persona está lejos, o cuando suponemos que nuestro interlocutor no nos escucha. Jesús se despide de este mundo tocando las fibras más sensibles de sus sentimientos. Arameo: El grito ha sido registrado en la lengua original en que fuera pronunciado. Nadie se puede olvidar de aquella expresión que hasta guarda cierta rima en el idioma original: Elí, Elí, ¿lemá sabactaní.
La
Sagrada Escritura nos presenta el cuadrante para centrarnos tanto en el motivo como en la intención de este grito: • Por una parte, San Pablo en la carta a los Corintios, afirma que en la cruz, “el que no tenía pecado, (Dios) lo hizo pecado” (2Cor 5, 21). Muchos han querido suavizar esta durísima frase del apóstol, traduciendo que Jesús simplemente lleva o carga nuestro pecado. Según el texto bíblico, existe una identificación de Jesús con el mismo pecado. Además, la forma verbal griega en impersonal, conocida como “pasivo divino”, supone que Dios mismo “lo hizo pecado”. Pero se trata de la sabiduría divina, pues al morir en la cruz Jesús - pecado, muere así nuestro pecado. • Por otro lado, en la carta a los Romanos se refiere por tres veces al abandono de Dios al pecador (Rom 1, 24.26.28), lo cual significa que es dejado a sus propias expensas, que lo llevan al precipicio de la soledad existencial. • Cuando Pablo escribe por primera vez refiriéndose a la muerte de Jesús (año 57), le importa más la inten-
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3. Grito angustioso de Jesús
cionalidad del acontecimiento que el hecho mismo: “Murió por nosotros”. Es decir, todo cuanto está sucediendo en el Calvario es por nosotros y a favor nuestro (1Cor 15, 3). Ya el profeta Isaías había vislumbrado esta dimensión, cuando explicó: ¡(Porque) eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado, (pero) él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus llagas hemos sido curados: Is 53, 4-5. • En otra ocasión, San Pablo nos muestra la motivación de Jesús que da su vida por nosotros. Muere no por los justos sino por los pecadores. Se trata de la prueba inobjetable del amor de Dios (Rom 5, 8). Con estos cuatro elementos podemos ahora entender la intención y el alcance de este grito de Jesús. El Hijo amado del Padre siente el silencio y abandono de Dios, porque no sólo está cargando el pecado, sino identificándose con él. Es por nosotros y en nuestro lugar, que por amor, asume el pecado y la consecuencia de sentir en carne propia el abandono de Dios, para demostrarnos que somos tan importantes como su propia vida. No más, pero tampoco menos. Pero de esta forma, hace morir el pecado, nuestro pecado; y gracias a ello, los pecadores ya estamos en paz con Dios. Así, pagó el precio completo. No le faltó nada. Su sangre preciosa es suficiente para cubrir el costo que nosotros debíamos a Dios; hasta la consecuencia del abandono de Dios y la misma muerte.
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3. Grito angustioso de Jesús
Por eso, contemplar a Jesús abandonado en la cruz, es percibir de qué manera asume lo que nosotros merecíamos por nuestro pecado. Pero por otra parte, es considerar que ya ha sido saldada nuestra deuda y ya nada debemos a Dios. El drama se acentúa cuando nos damos cuenta que hacía apenas unas semanas Dios le había declarado personalmente en la cima del Tabor: Tú eres mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias. No es uno más de los mortales, sino el Hijo de las complacencias que siente el abandono de su Padre que lo ama. Ante misterio tan contrastante, Pablo exclama: Ya estamos en paz con Dios, gracias a nuestro Señor Jesucristo: Rom 5, 1. Delante de tal amor, el poeta y místico canta1: No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme el ver tu cuerpo tan herido, muéveme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
1.
Si esta poesía, no fuera de Santa Teresa de Jesús, sí está preñada de su espiritualidad.
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3. Grito angustioso de Jesús
No me tienes que dar por qué te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.
P osiblemente el centurión vivió momentos de con-
fusión por la contradicción de elementos que chocaban aquella tarde. Él sabía, aunque no entendiera el arameo, que aquel grito angustioso tenía la entonación de una pregunta. El soldado pagano tal vez comenzó a cuestionar el injusto juicio, la condena y a los escribas y fariseos. ¿Por qué ese hombre que se decía Hijo de Dios ahora se lamentaba del abandono de su padre? Sin embargo, su forma de morir daba a entender que no era un simple mortal. Es factible que Dios no le respondiera nada; no hacía falta, ya que su respuesta estaba clavada en esa cruz.
E
ste segundo color del arco iris de la cruz, que parecía tan oscuro y dramático, se ha transformado en el poema del amor de Jesús por nosotros, que no sólo “es hecho pecado”, sino que también asume las consecuencias del mismo, hasta aceptar el abandono de su Padre, con tal de pagar lo que nosotros merecíamos sufrir. Y si él ya saldó la cuenta, ya nada debemos a Dios y no pesa sobre nosotros ninguna condenación. Maquillar este momento de la muerte de Jesús sería, tanto erosionar la gravedad del pecado, como disminuir el grado de generosidad del amor de Jesús que da la vida por los que ama. Por eso la muerte de Jesús es fascinante.
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3. Grito angustioso de Jesús
Oración de Jesús abandonado Padre, ¿por qué te ausentas y callas cuando más preciso de ti? ¿Por qué en el momento que más te necesito me abandonas? No me dejaste cuando trabajaba por tu Reino o cumplía tu voluntad. En las horas de alegría, sentía tu presencia tan cerca de mí. Pero, ahora, tu ausencia se hace presente y la soledad es mi única compañera. Es de ti de quien tiene sed esta carne reseca. ¿Por qué en este vacío existencial, cuando sólo preciso de ti, es cuando me abandonas? ¿Dónde estás, Padre, en este momento de desierto? ¿Por qué no intervienes y hasta guardas un incomprensible silencio? ¿Te has aliado a mis enemigos? Qué misterioso eres, Dios y Padre mío. Sin embargo, yo te bendigo, Padre, porque sé que en este silencio existe un misterioso designio que has planeado con sabiduría y con amor.
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4 S E RASGA EL VELO DEL TEMPLO
Ya
vimos dos colores del arco iris de la Nueva Alianza firmada con la sangre de Cristo Jesús en el Calvario. Uno de ellos, irrumpe luminoso en medio de las tinieblas; el otro, un poema revestido de drama. El primero, inaugura la nueva creación. En el segundo, Jesús lleva nuestro pecado y asume todas las consecuencias del mismo, hasta el abandono divino, con tal de restablecer nuestra paz con Dios. Ahora vamos a entrar al tercer tono de este arco iris, que es el color púrpura del velo del Templo que se rasga. Estamos ante un momento teológico donde radica la esencia de la Nueva Alianza. Este acontecimiento no tiene eco en ningún documento histórico. Como las palabras eran insuficientes para expresar los frutos de la fascinante muerte del Salvador, el evangelista Mateo supo escoger un símbolo que reflejara con claridad esta realidad salvífica.
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4. Se rasga el velo del Templo
P ara entender su trascendencia, debemos explicar
que el Templo construido por Herodes, parecía una fortaleza con grandes y sólidas piedras, que causaban la admiración de propios y extraños. Jerusalén simbolizaba el núcleo de la fe de Israel. El corazón de la ciudad era el Monte Sión, donde estaba construido el Templo, al cual no podía ingresar nada impuro. Por tal motivo, había que purificarse para ser dignos de presentarse delante de Dios. Si nos imaginamos que subimos como peregrinos al Templo, en primer lugar localizamos al Atrio de los Gentiles, donde se eleva el Pórtico de Salomón al oriente y el Pórtico Real al sur. Allí se encontraba el agua para las purificaciones rituales. Una vez limpios de pecado, ingresamos al Atrio de Israel por medio de la Puerta Hermosa, por la cual estaba prohibido entrar a los extranjeros, bajo pena de muerte. Más adentro aún, el Atrio de los Sacerdotes, que ni los levitas podían traspasar. En el fondo del Templo se encuentra el Santuario, construido en forma de cubo, que tiene dos partes: La primera, es el Vestíbulo y la segunda el Santo de los Santos, donde radica la majestuosa Presencia divina, cuyo Santo Nombre ni siquiera puede ser pronunciado por los mortales. Al Vestíbulo del Santuario sólo entraba una vez al año el Sumo Sacerdote para ofrecer un sacrificio por el pecado2.
2.
El Día de la Expiación o Yom Kippur.
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4. Se rasga el velo del Templo
TEMPLO DE JERUSALÉN
1. 2. 3. 4. 5.
Torre Antonia Pórtico de Salomón Pórtico Real Atrio de los Gentiles Puerta Hermosa
6. 7. 8. 9.
Atrio de Israel Atrio de los Sacerdotes Vestíbulo del Santuario Santo de los Santos del Santuario
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4. Se rasga el velo del Templo
En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo: Mt 27, 51a. Entre el Vestíbulo y el Santo de los Santos no había muro, como en los anteriores atrios, sino una cortina que nadie se atrevía a traspasar, y fue la que se rasgó en dos partes en el momento de la muerte de Jesús. El evangelista señala tres puntos esenciales: • En esto3: La muerte de Jesús está en directa relación con el rasgarse el velo del Templo. • Se rasga en dos: El sacrificio de Jesús, sumo y eterno Sacerdote, abre la puerta que nos impedía entrar a la Presencia Divina. El velo rasgado da a entender también que el antiguo culto con sus sacrificios ha perdido vigor. • De arriba abajo: Este detalle también está preñado de rico sentido. Así como el día de Pentecostés aquel ruido vino de arriba, para significar que se originaba en el cielo, así también el velo se rasga de igual manera, para subrayar que es Dios quien toma la iniciativa para abrir las puertas de par en par, y darnos la posibilidad de entrar al Santuario de su Presencia. A la luz de esto telescopio de tres lentes, el significado salta a la vista: Gracias a la muerte de Jesús, se desgaja completamente el velo que nos impedía ingresar a la Presencia del tres veces Santo. Ha quedado abierta la puerta para acceder al Trono de Dios y estar en su Presencia, justificados por la sangre de Cristo Jesús.
3
El “kai idoú” griego lo traducen como “y he aquí que”, o “en esto” (Biblia de Jerusalén).
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4. Se rasga el velo del Templo
Un día estaba yo en mi oficina preparando un reporte que debía entregar al día siguiente. Había colocado un letrero en la puerta, donde decía que no se llamara ni entrara, pues no quería perder la concentración. Después de dos horas de tranquilidad, alguien abrió la puerta y comenzó a pasear en mi cubículo de trabajo. Yo me enojé tanto, que ni siquiera quise mirar a este intruso, pues lo podría fulminar con mi mirada de fuego. Sin embargo, esta persona fue hasta la parte posterior de mi oficina. Luego se acercó por atrás de mí y se atrevió a abrir el cajón de mi escritorio. Yo estaba llegando al límite de mi paciencia, cuando una mano infantil sacaba unos dulces de mi cajón, y me decía: “Gracias, papá”, mientras me daba un beso en la mejilla. Era mi hijo David, que no solicitó permiso a la recepcionista para ingresar al cubículo de su padre, pues se sentía con derecho a entrar libremente, sin siquiera tocar la puerta.
J esús nos dio la capacidad de penetrar en la oficina de Dios sin llamar, esperar, ni que medie ningún otro, porque él es el único mediador entre Dios y los hombres; el puente que rehace la brecha de separación que fue zanjada en el árbol del paraíso. Jesús crucificado en el árbol del Calvario no sólo derriba los muros que nos separaban, sino que deja abierto el camino para que podamos ingresar hasta la Presencia Divina, para apropiarnos de los méritos salvíficos de su cruz. Sin embargo, lo más fascinante es que su muerte ha transformado el antiguo sistema religioso en el que era exigencia rigurosa purificarse de todo pecado, para ser merecedores de estar delante de la Santidad Divina. Si
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4. Se rasga el velo del Templo
en la liturgia judía se tenía que purificar para presentarse dignamente ante la divinidad, ahora se ingresa para ser purificado. ¡Los pecadores no son rechazados, sino bienvenidos! Al morir Jesús, son precisamente los pecadores quienes pueden presentarse ante Dios sin miedo a ser castigados, sino para ser perdonados de sus pecados. Jesús ha realizado la mayor revolución de la historia al abrir la puerta del Santuario, no a los justos sino a los pecadores. El pecado, que antes era impedimento, ese mismo pecado, reconocido, arrepentido y llorado, se ha convertido en condición para entrar a la fiesta del Reino, gracias a la ofrenda de una vez para siempre del cuerpo de Jesús en la cruz (Heb 10,10). La gran diferencia entre el Antiguo con el Nuevo Testamento, es que antes era necesario purificarse para entrar a la Presencia del Tres veces Santo. Nada impuro o manchado por el pecado podía acercarse la Presencia divina, pues corría el riesgo de ser fulminado por la ira divina. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, el esquema cambia radicalmente. No hay que purificarse para entrar a la Presencia. Hay que acercarse a Dios para ser purificado.
C
uando aquel soldado traspasó con su lanza el costado de Jesús que ya había expirado, el centurión romano sospechó que no estaba del todo muerto, o por lo menos que esa vida no había terminado. Entonces, al verlo traspasado, cayeron los velos de su historia, cultura y religión, porque percibía con claridad y cercanía que en Cristo Jesús tenemos paso directo a Dios, porque es su Hijo amado.
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4. Se rasga el velo del Templo
El hombre no necesita purificarse para entrar a la Presencia de Dios; sino que entrando al Nuevo Templo, del cuerpo de Cristo Jesús, es purificado. En Jesús, que es el nuevo y definitivo Templo, se derriba esa barrera; y ahora al acercarnos a Dios, en vez del temor al castigo, somos purificados, perdonados y justificados. Hemos contemplado la esencia de la Nueva Alianza: El hombre, y especialmente el pecador, ya tiene libre acceso a la Presencia de Dios, en virtud del sacrificio que ha rasgado la cortina que le impedía entrar al Trono de la Gracia. Por esto podemos calificar la muerte de Jesús como una muerte fascinante, ya que sus frutos son maravillosos. Lo esencial no s la muerte misma sino por qué y para qué entrega su vida. Ahora, como hijos en el Hijo, no hay muro, ni serafín con espada de fuego que nos impida volver al Paraíso. Al contrario, el costado abierto de Jesús es la puerta que nos permite regresar a la casa del Padre, donde Dios mismo, en vez de reproches, nos da un vestido nuevo, nos coloca un anillo de filiación y nos ofrece nuevamente las sandalias de la dignidad perdida.
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4. Se rasga el velo del Templo
Oración Señor Jesús, existen velos y hasta muros que yo he construido para apartarme de ti y no vivir en tu Presencia todos los días y momentos de mi vida. Rasga, Señor Jesús, los velos que me impiden escuchar tu Palabra. Rasga los velos que son como cataratas de impureza, que no me permiten verte. Rasga mi apatía, que no me deja saborear lo bueno que tú eres. Rasga el velo de mi indiferencia, para que pueda experimentar la dulzura de tu amor. Rasga el velo de mi orgullo y vanidad, y construye un templo nuevo en el monte de mi vida que te pertenece. Derriba todos los muros que me separan de ti y de mis hermanos, para que podamos vivir la vida en abundancia que tú ganaste para todos nosotros desde tu cruz. Dame la fe para aceptar que no necesito purificarme por mis propios medios para entrar en tu Presencia, sino estando delante de ti, eres tú mismo quien me purifica. Amén.
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5 T EMBLOR DE TIERRA
V
amos a contemplar otro acontecimiento que nos llama la atención: El temblor de tierra que tiene lugar cuando Jesús muere. Obviamente, como lo hemos dado a entender antes, no se trata de un reporte meteorológico, sino de un símbolo teológico, cargado de un fascinante mensaje de esperanza para todos nosotros: Tembló la tierra y las rocas se hendieron: Mt 27, 51b. Generalmente se piensa que la muerte de Jesús es tan trágica, que hasta la tierra tiembla para mostrar su reproche a tan gran injusticia. La creación se cimbra, y con dolores de parto levanta su reclamo ante la ejecución del predicador de Buenas Noticias. En un sismo se vive la inseguridad total. Las paredes se caen, los edificios se derrumban, el mar se agita y la tierra se agrieta. Se erosionan todas las seguridades humanas.
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5. Temblor de tierra
En
la cima del Calvario habían cavado un hoyo para enterrar una cruz que sostuviera al ajusticiado. Como su estancia en el patíbulo sería sólo por pocas horas, se había hecho de forma improvisada y transitoria. Por lo tanto, ante el temblor de tierra, debería ser lo primero que se viniera abajo. Sin embargo, como la cruz manifiesta el estable amor de Dios al mundo y de Jesús a la humanidad, no se desploma aquella tarde y ninguna noche; al contrario, se mantiene firme, porque el amor misericordioso de Dios es permanente. Nada la hace caer. Los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará, y mi alianza de paz no se moverá: Is 54, 10. Ese temblor del que nos habla San Mateo representa todas las circunstancias y adversidades, dudas y miedos que sacuden nuestra vida y desequilibran nuestra mente. Aparecen sismos inesperados cuando la vida se tambalea. A veces se viene abajo la unidad de la familia, la economía se desmorona y la paz interior se resquebraja. Nos traicionan los amigos o la salud se debilita. La injusticia trata de erosionar el pedestal de nuestra dignidad humana. La calumnia, cual serpiente venenosa, carcome la columna vertebral de nuestra autoestima. Experimentamos la soledad, se nubla el horizonte del futuro, se cae lo que construimos en el pasado o nos deprimimos ante cambios inesperados. También nuestra fe sufre ataques y nos sentimos solos o abandonados, pues parece que hasta Dios mismo se esconde y no responde a nuestros gemidos y oraciones. Pero tal vez no contesta porque no hay necesidad. Basta ver la cruz de Jesús, para comprender su respues-
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5. Temblor de tierra
ta: Su amor manifestado en la cruz, permanece inconmovible a pesar que se tambalean todas las circunstancias. Por eso, ante las amenazas de la unidad familiar, basta mirar la cruz que ha derribado los muros de separación entre nosotros. Si nuestra salud se debilita o muere la mejor de nuestras amigas, ese hombre traspasado y herido, es la antesala de la resurrección. Cuando se tambalee nuestra economía, ver a ese hombre desnudo, que nada tiene, pero al mismo tiempo nada necesita porque él mismo se ha despojado de todo, es aliento de esperanza. El día que estalle cualquier tipo de guerra contra nosotros, esa cruz nos recuerda que Cristo es nuestra paz (Ef 2, 14). Cuando sintamos que ya no resistimos más el dolor, Jesús no se baja de la cruz. Si somos heridos por los más cercanos, allí están esas llagas que son fuente de curación. En el momento en que se muevan sorpresivamente las montañas de nuestras seguridades humanas, hay que mirar a ese Jesús con los brazos abiertos, que no se desploma. Si todo aquello en que tenemos puesta nuestra confianza, se derrumba; él permanece fiel, sin tambalearse. Cuando Dios guarda silencio, no responde a nuestras plegarias o se tarda en cumplir sus promesas, en la cruz se expresa la Palabra más elocuente de Dios: Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por los que ama (Jn 15, 13).
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5. Temblor de tierra
Recordemos que a pesar de que nosotros seamos infieles, ¡el Señor permanece fiel! (2Tim 2,13). Su amor no depende de nosotros. Este es el motivo de nuestra confianza. Por eso, nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios. ¿Ni el pecado? El pecado nos aparta de Dios, pero no es capaz de apartar a Dios de nosotros. Al contrario, Jesús vino a este mundo no por los justos, sino por los pecadores. El temblor de tierra nos da a entender: “Nada de lo que tenemos o somos, ni siquiera el suelo que pisamos, es estable y permanente. La única seguridad real en este mundo es Cristo crucificado, que es la prueba suprema del amor de Dios”. Nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús (Rom 8, 3139), porque el amor no acaba nunca (1Cor 13, 8). Esta cruz que se mantiene firme ante toda adversidad, es signo de esperanza en todos los temblores y terremotos de la vida.
C
uando aquellos soldados golpeaban con martillos para clavar las manos de Jesús, ellos mismos no sabían lo que hacían. La serenidad y autoridad de Jesús les sacudía todos sus esquemas y paradigmas; hasta a ellos mismos. Jesús no temblaba de miedo. ¿Cómo podía “un hombre” tener tanta entereza y dignidad delante de sus verdugos, la vida y hasta la muerte? La soberanía de aquel crucificado que no maldecía, sino que perdonaba, hacía cuestionarse al centurión: ¿Este galileo no será sobrehumano? ¿No será algo más que un simple mortal? La forma como Jesús se comportaba era
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5. Temblor de tierra
un verdadero terremoto que agitaba el piso de sus conceptos y creencias.
En
este vaivén, cuando las Torres Gemelas de la economía y el comercio se desmoronan, y el Pentágono del poder se erosiona, la cruz de Jesús que permanece estable, se demuestra con evidencia que lo único firme e inconmovible de este mundo, es el amor de Dios. En la crisis económica que sufre la humanidad y cada una de las personas, sólo resta una seguridad estable: la sublime y fascinante muerte de Jesús. La muerte de Jesús es fascinante. Por lo tanto, el temblor del Calvario no es para activar las alarmas, sino para encender las luces de la esperanza del amor inconmovible de Dios.
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5. Temblor de tierra
Oración Señor Jesús, algunas veces inesperados temblores han sacudido mi vida. Otras ocasiones hasta yo mismo he temblado ante lo imprevisto de la existencia. Por eso, vengo a ti, que soportaste el temblor en lo alto de la cruz, para pedirte: Cuando la angustia intente desestabilizarme, que tu cruz mantenga en pie mi confianza en ti. Cuando el rencor carcoma y erosione la paz de mi corazón, que la estabilidad de tu cruz me revele tu misericordia. Cuando la tristeza invada mi alma, que el resplandor de tu cruz haga reconocer que la verdadera alegría proviene de dar, no de recibir. Cuando el desánimo me invada o la depresión me debilite, que la certeza de tu victoria sostenga todos mis anhelos. Espíritu Santo, que sólo tiemble en mí lo que no está sustentado en la roca firme del Calvario, para que viva confiado y fascinado por esa cruz que no cae ante ningún imprevisto de la vida.
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6 M UERTOS QUE RESUCITAN
El
quinto color del arco iris de la Nueva Alianza toca la barrera de lo increíble, causando miedos: La resurrección de muchos muertos que se aparecían en la ciudad de Jerusalén. El texto de San Mateo es significativo: Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos: Mt 27, 52-53. Aquella tarde, víspera de la Pascua, no pocos difuntos resucitan y se pasean por la ciudad, saliendo al paso en esquinas y plazas. El hecho, como ya es obvio, no refleja una realidad histórica, pero sí verdadera. Así como la violencia es raíz de violencia, la muerte de Jesús debía provocar muerte a su alrededor. Cuando una manzana se echa a perder, se aparta para que no se dañen las otras, porque la podredumbre, como la muerte, produce corrupción. Sin embargo, con Jesús sucede todo lo contrario: En vez de originar muerte, genera vida.
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6. Muertos que resucitan
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V
eamos seis puntos de este pasaje bíblico: Se abrieron los sepulcros: Los muertos tienen una puerta de salida. No todo está acabado. Hay una esperanza, sin importar el tiempo que lleven en la tumba. Difuntos resucitaron: No sabemos si cuando se abren los sepulcros, los muertos resucitan; o si porque resucitan, sus sepulcros se abren. Lo trascendente es que todo esto sucede gracias a la muerte de Jesús en el Calvario. Aún lo irreversible e imposible tiene puerta de salida. Salieron de los sepulcros: Jesús abre las puertas de la prisión para escapar del laberinto absurdo de la muerte; pero es el hombre quien decide salir o no. Ellos entraron o fueron metidos en tumbas; sin embargo, ahora cada uno toma la decisión de permanecer en el sepulcro o liberarse de él. Justos que resucitan: Tal vez se refiere a Abraham, Moisés, los Macabeos o Judith; sin olvidar a David y los profetas. Pero el mensaje es que si Jesús vino por los pecadores, también los que se consideran justos, porque son buenos y han sido fieles al plan de Dios, pueden encontrar una vida totalmente nueva y plena por medio de los méritos de Jesucristo. Existe una gran diferencia entre ser justo y ser justificado. No basta ser justo por los propios méritos, es necesario ser justificado por el poder de la cruz de Cristo Jesús. Según la mentalidad del Antiguo Testamento una persona se consideraba justa por el cumplimiento de la ley. Sin embargo, sólo Je-
6. Muertos que resucitan
sús perdona y justifica por los frutos de su muerte y los méritos de su resurrección. • Se aparecen a muchos: Quiere decir que dan testimonio de la victoria de Jesús sobre la muerte. • Entraron en la Ciudad Santa: Posibilidad de ser ciudadanos de la Nueva Jerusalén, descrita por los profetas. Según la mentalidad bíblica, ¿quiénes son los muertos? Hay que recordar que cuando regresa el hijo que se había alejado de la casa, el padre ordena: Hagan una fiesta, tráiganle sandalias, vestido nuevo y anillo, porque este hijo mío “estaba muerto y ha vuelto a la vida”. Resucita el que había abandonado a su padre para construir su vida por sus propios medios y posibilidades.
A
quella tarde, que los sepulcros se abrían, el centurión entendió que la muerte no es el destino final de la humanidad, sino que existe siempre una esperanza. Gracias a aquel hombre que él estaba ejecutando, las inexpugnables puertas de la muerte quedaban vencidas. Así, poco a poco fue llegando a una conclusión más allá de la razón y la lógica: Aquel hombre que agonizaba debía ser el Hijo de Dios, porque era generador de vida, para justos y pecadores.
Lo
importante no es que algunos personajes del Antiguo Testamento resucitaron hace dos mil años, sino que nosotros mismos podemos tener una vida totalmente nueva por los méritos de la entrega voluntaria de Jesús, ¡los que estábamos muertos, resucitamos! Volvemos a la vida y regresamos a la casa de nuestro Padre Dios. En
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6. Muertos que resucitan
Jesús y por Jesús, tenemos la posibilidad de pasar de las tinieblas a la luz y de la muerte a la vida. Los difuntos que se aparecen no son fantasmas que causen miedos, sino testigos del poder de Jesús. Sin embargo, nosotros mismos podemos salir de nuestras tumbas para participar de la resurrección de Cristo Jesús y que los demás pueden palpar que hemos sido liberados del sepulcro. El quinto fenómeno que acontece en el Calvario, es para mostrarnos que la muerte de Jesús ni es absurda ni produce muerte; sino al contrario, es fuente de vida y nos permite entrar a la Nueva Jerusalén. De esta forma si podemos calificar la muerte de Jesús como fascinante, ya que es fuente de vida y justificación para la humanidad.
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6. Muertos que resucitan
Oración Señor Jesús, algunas veces yo mismo me he construido un sepulcro donde me he encerrado. Otras ocasiones son los demás quienes han cavado mi tumba. En alguna época yo he tenido vida, pero ese paraíso después se trasformó en un sepulcro. Abre el sepulcro de mi mente, para creer que hay esperanza, a pesar de todos los signos contradictorios. Libérame de toda atadura de muerte. Pero especialmente, resucita el amor en un corazón: amor por ti, amor a mis hermanos y amor a mí mismo. Resucita ese amor apasionado de hijo en las manos de amado Padre... amor que, aunque a veces cuestione, otras ocasiones muestre sus dudas, o se lamente o llore, siempre, siempre ama. Al contemplar tu luz, devuélveme la alegría de la salvación y enciende mi alma con tu amor para que enamorado por ti, responda con una entrega total y sincera. Que en vez de este frío sepulcro, Señor, contemple el arco iris de tu alianza. Y una vez resucitado, pueda dar testimonio a los demás, para que puedan comprobar que en ti se encuentra la nueva vida y que tú eres capaz de resucitar muertos, porque tú eres la resurrección y la vida. Gracias, Señor Jesús. Amén.
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7 J ESÚS ES EL HIJO DE DIOS
P
ara hacernos partícipes de la salvación adquirida por Cristo Jesús, Mateo ha escogido cinco aspectos, que todos juntos conforman el panorama de la Nueva Alianza. El evangelista nos ha pintado este maravilloso cuadro, no como un reportero de hechos sucedidos en aquel momento, sino cual teólogo que descubre el sentido profundo de los acontecimientos, y presenta los frutos de la redención ganada por Cristo Jesús. Todo arco iris parte de un punto y luego se eleva a las alturas, para finalizar aterrizando otra vez. Con este último detalle que nos presenta ahora el evangelista, vamos a llegar al objetivo, sin el cual quedaría incompleto: La confesión de fe del centurión romano. Al inclinar su cabeza y exhalar el último suspiro, San Mateo nos narra: Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron, “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”: Mt 27, 54.
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7. Jesús es el hijo de Dios
En un primer momento parece que la proclamación que Jesús es el Hijo de Dios, sea consecuencia del temor.
El
texto bíblico nos ofrece tres pistas maravillosas para cambiar esta visión: • Se llenaron de miedo: No se trata de un miedo por los fenómenos tan extraordinarios que están sacudiendo la creación. Se refiere al temor clásico de las grandes teofanías en el Antiguo Testamento. Cuando Dios manifiesta su gloria, el hombre tiembla delante de la grandeza y santidad divinas. Este miedo es el mismo temor de Abraham, Moisés y María, cuando Dios se hace presente en sus vidas. • Al ver lo que pasaba: Los soldados, son testigos de lo que está sucediendo. Sin embargo, no permanecen en la periferia de los hechos. Han sabido interpretarlos y cerrar el círculo para comprender el sentido de lo que acontece. • Verdaderamente era el Hijo de Dios: El centurión certifica que no se trata de un sentido metafórico ni de una comparación, sino de una realidad. Es la verdad, aunque los responsables de la ortodoxia lo hayan rechazado. El hombre que acaba de expirar era el mismo Hijo de Dios.
El
soldado pagano y sus subalternos tuvieron sendas actitudes complementarias: Creen que Jesús de Nazaret verdaderamente es el Hijo de Dios, y luego lo proclaman delante de verdugos y enemigos del ajusticiado, asumiendo los riesgos y consecuencias de su fe.
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7. Jesús es el hijo de Dios
Según San Pablo, creer con el corazón y proclamar con la boca, son las condiciones necesarias para apropiarnos la salvación de Jesús. El corazón representa lo más profundo: Adhesión al plan de Dios en Jesucristo, su estilo de vida y su doctrina. Estar absolutamente convencidos que Jesús es el único y suficiente Salvador. La boca y sus palabras, por ser lo más externo, significa que nuestra fe se tiene que manifestar en la vida. Creer, es un acto personal e intransferible, pero sin caer en el individualismo. Sin embargo, la declaración ha de ser una acción de comunión con los testigos del Calvario. Además, cuando San Pablo se refiere a la muerte de Jesús, no se limita a narrar un hecho del pasado, sino que subraya la intencionalidad del mismo: Murió “por nosotros” (1Cor 15, 3). Y su sacrificio fue completo y eficaz. Jesús ciertamente ya nos salvó hace dos mil años, pero esta redención no se hace efectiva hasta el día que creamos que su muerte fue suficiente para pagar el precio de nuestra salvación y que su resurrección es la victoria total sobre toda injusticia y maldad de este mundo. Para apropiarnos sus méritos salvíficos, se precisa de nuestra fe, que incluye tanto creer como proclamar; creer con el corazón y declarar no sólo con palabras, sino con la vida y con el martirio si fuera necesario. Por eso, San Mateo subraya que no sólo el centurión romano, sino también sus compañeros proclaman que Jesús es el Hijo de Dios y Salvador universal.
El
centurión, vivió intensamente el claroscuro de muerte y resurrección. Si Jesús se hubiera bajado de la cruz, como lo sugería aquel ladrón que lo insultaba y co-
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7. Jesús es el hijo de Dios
mo sus enemigos lo retaban, el centurión debería entonces sustituir con su propia vida la sentencia del hombre que se había escapado de morir. La vida de Jesús hubiera significado su propia muerte, pero la muerte de Jesús, será motivo para que él tenga vida. El centurión romano nos muestra cómo cerrar el círculo, para que este momento eterno en la vida de Jesús sea histórico en cada uno de nosotros. Él llegó a confesar públicamente lo que su corazón creía.
C
ada uno de nosotros está llamado a hacer lo mismo de forma personal. Sin embargo, ha de existir un cambio con respecto a la expresión del centurión. En vez de afirmar que Jesús “era” el Hijo de Dios, a nosotros nos corresponde confesar que “es” el Hijo de Dios, el Salvador del mundo y Señor de cielos y tierra; el único mediador entre Dios y los hombres y que no hay otro Nombre dado a los hombres para ser salvados. Nosotros podemos entregarnos hoy a ese Jesús para ser lavados y purificados por su sangre preciosa. Si confesamos con nuestra boca lo que creemos en nuestro corazón, seremos salvados. Algunas personas pueden reducir los fenómenos narrados por San Mateo a simples acontecimientos históricos, lo cual sería permanecer en la superficie. Otros son capaces de dar un salto para encontrar el significado teológico. Sin embargo, esto tampoco sería suficiente. Lo esencial es que lleguemos a creer y proclamar nuestra fe en Jesús para apropiarnos los frutos de la redención ganados en el árbol de la cruz.
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7. Jesús es el hijo de Dios
Oración del Centurión El día de mi conversión hubo tantos ruidos externos, pero al mismo tiempo yo viví un silencio interno. Yo tenia fija mi mirada en tu cruz. Atrás de aquellos rojos ojos hinchados existía un mensaje misterioso que poco a poco yo fui descifrando. Hablabas más con tu actitud, que con palabras. Percibí cuando clavaste tus ojos en mí de manera personal. Tu mirada penetró hasta lo más hondo de mi alma. Sentí que me invitabas a participar contigo del misterio del amor. Yo desvié mis ojos porque tu actitud, serena y señorial, me desconcertaba. Pero poco después se encontraron nuevamente nuestras miradas. No me considerabas como tu verdugo, sino con ternura y misericordia. Esto me perturbó internamente. Ante tu presencia tan digna y soberana temblaron todas mis seguridades humanas, y una luz penetró hasta los rincones más profundos de mi existencia. El velo de mi indiferencia se comenzó a rasgar para encontrar sentido real a mi historia. Yo no necesité tres años a tu lado para reconocerte como Señor de mi vida. Sólo tres horas fueron suficientes. Fascinado por tu persona, comencé a pensar: ¿Por qué no te encontré antes? ¿Por qué tuvo que ser hasta hoy precisamente que tú estás partiendo? ¿Por qué tuve que conocerte de esta manera con este rostro deformado y tu carne partida a jirones? Mis preguntas eran una forma de entregarme totalmente en tus manos.
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7. Jesús es el hijo de Dios
Entonces, brotó desde dentro de mí un volcán, confesando mi fe, sabiendo que aunque ya habías muerto, estabas vivo dentro de mí.
Oración personal Señor, yo creo que en tu muerte salvífica no sólo diste la vida por mí, sino también a mí. Jesus, yo creo en tu resurrección de entre los muertos. Yo confieso públicamente y en voz alta que eres el Hijo de Dios y el único Salvador. Te declaro como mi Salvador personal. No hay otro Nombre dado a los hombres para ser salvados. Renuncio a cualquier otro salvador y mesías que me ofrezca la felicidad en este mundo o en el otro.
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C ONCLUSIÓN
Al
penetrar más allá de las palabras y comprender los símbolos preñados de mensajes, comprendemos por qué Jesús declaró que cuando estuviera en lo alto de la cruz, atraería a todos hacia sí (Jn 12, 32). En verdad, su actitud y la trascendencia de su entrega son fascinantes. Nos ha cautivado y enamorado. Ahora sí podemos entender por qué San Pablo estaba apasionado por este instante eterno, que centraba su atención en Cristo, en Cristo crucificado.
La
muerte de Jesús, lejos de ser trágica, es fascinante. Dalí y Velázquez han sabido reflejar por qué. Mateo, en vez de acentuar el aspecto del dolor, nos ha sabido subrayar las consecuencias de esta entrega incondicional, para trasformar el drama en poema. Por lo 63
Conclusión
tanto, más que despertar sentimientos de compasión, es para aprovechar los frutos de esta ofrenda voluntaria en el árbol de la cruz, que ha logrado el perdón y justificación de toda la humanidad. Ahora ya estamos en paz con Dios, gracias a Jesucristo, que se ha entregado por nosotros.
El
centurión vio lo que era invisible para los ojos; no sólo los hechos que habían sucedido en aquel momento, sino su significado. Una cosa veía o sentía, pero esto era sólo el trampolín para creer en otra: La divinidad del ajusticiado y las consecuencias de su obra salvífica: • En vez de provocar tinieblas, las ha hecho desaparecer de la tierra entera, inaugurando la nueva creación. • Su grito angustioso, preguntando a Dios por qué lo había abandonado, se debía a que no solamente llevaba nuestros pecados, sino que también estaba identificando con él y asumía las consecuencias del mismo. • Ha rasgado el velo del Santuario, para que ingresemos a la Presencia Divina. No es preciso purificarse para entrar al Santuario de Dios. Es su Santa Presencia quien nos purifica. • Su cruz, signo inequívoco del amor del Padre y de Jesús a la humanidad, permanece inmutable en cualquiera de los vaivenes de la vida. • La muerte de Jesús no provoca muerte; al contrario; los muertos resucitan en virtud a su entrega total en las manos del Padre.
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Conclusión
•
Y lo más importante. Este relato no es para tener un dato histórico de un hecho acaecido en las afueras de Jerusalén. Es para que cada uno de nosotros, personificado en el centurión romano, pueda creer con todo su corazón que Jesús es el Hijo de Dios y proclamar con su vida que es el único Salvador de este mundo, capaz de liberarnos de cualquier sepulcro y resucitarnos para una vida nueva y plena.
H
ace pocos años un jugador del equipo de fútbol de Camerún expiró de bella forma en el campo de juego. Pero la muerte de Jesús la supera con mucho, porque Marc Vivien Foé no murió por nadie. En cambio, el sacrificio de Jesús tenía una intencionalidad: era por nosotros, para que atravesando el velo del Santuario participemos de la vida en abundancia que él nos entregó desde la cruz. Jesús es el único Salvador y no hay otro. Hace dos mil años ya realizó la salvación de todo el género humano, pero esto se completa en el momento en que nos adhiramos a él por la fe. Cuando vivimos de acuerdo a la nueva vida que él ganó por nosotros, nos apropiamos de los méritos de su muerte. La cruz de Jesús nos libera de las cruces sin sentido o estériles, que son fruto del pecado. La cruz de Jesús no es para hacernos morir, sino para hacer morir en nosotros todo aquello que no nos deja vivir, vivir como hijos de Dios. San Mateo ha logrado pintar de manera genial este instante que traspasa la frontera de la eternidad, que ha dividido la historia de la humanidad en dos partes, para
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Conclusión
que también nuestra vida pueda comenzar otra vez, gracias a los frutos de la redención obtenidos en el Calvario. Si Salvador Dalí y Diego Velázquez lograron representar esta fascinante muerte de Jesús, nosotros también con nuestra vida podemos dibujar una obra de arte gracias a la maravillosa muerte del Hijo de Dios, que también era hijo de María; es Señor y vendrá de nuevo en gloria para recoger los frutos del árbol de la cruz. La entrega de Jesús en la cruz es una muerte fascinante, no por su sufrimiento, sino por los frutos. El color que más resalta no es el dolor, sino las consecuencias de esa entrega gloriosa en nuestras vidas.
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Libros de José H. Prado Flores 1. Historia de la salvación 2. Formación de líderes 3. Las reuniones de oración 4. Tesoro escondido 5. La Biblia no es un libro, es una persona 6. El secreto de Pablo 7. Id y evangelizad a los bautizados 8. La alabanza 9. Cómo evangelizar a los bautizados 10. Espíritu y vida 11. Testimonios sacerdotales 12. Los “slogan” de Pablo 13. Quien me ve a mí, ve a mi Padre 14. Evangelizando con poder 15. La Eucaristía; Itinerario del Discípulo 16. Tres parábolas de la misericordia 17. Itinerario bíblico 18. Formación de discípulos 19. Más allá del desierto 20. Mi vida es Cristo Con el Padre Emiliano Tardif: 21. Jesús está vivo 22. Jesús es el Mesías 23. La vuelta al mundo sin maleta Con los Padres Emiliano Tardif y Raniero Cantalamessa: 24. El poder de Dios Con el Padre Tomás Forrest: 25. Jesucristo, sanador de mi persona 26. Shalom
Con Salvador Gómez: 27. Formación de predicadores Con Ângela M. Chineze: 28. Effetá – Ábrete 29. Fascinante muerte de Jesús 30. Chat con Jesús 31. Cómo evangelizar con parábolas
Colección “San Andrés” para Escuelas de Evangelización Primera Etapa 1. Nueva Vida (Con Carlos Macias) 2. Emaús 3. Juan 4. Jesús en los cuatro evangelios 5. Historia de la Salvación 6. Moisés 7. Andrés Segunda Etapa 8. Pablo 9. Timoteo 10. Apolo (Con Salvador Gómez) 11. Secreto de Pablo 12. Pentecostés (Con P. Emiliano Tardif) 13. Introducción a la Biblia 14. Lucas Tercera Etapa 15. Maria (Con Vilma Stanislavski) 16. Teología bíblica 17. Maranathá (P. Luis Alfonso Zepeda) 18. Pedro (Con P. Luis Alfonso Zepeda) 19. Melquisedec 20. Nehemías 21. Jetró