INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN EN BIO-ESPIRITUALIDAD
EL ENFOQUE BIO-ESPIRITUAL Y LA ORACIÓN
EDWIN M. McMAHON, Ph. D.
PETER A. CAMPBELL, Ph. D
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El Enfoque Bio-Espiritual y la Oración1
Traducción: María Esther Barnetche de Castillo ________________________
PARTE I Usted perdió a su esposo hace 40 años en el campo de concentración y nunca se ha casado de nuevo. ¿Podría decirnos algo, acerca de la vida que ha tenido desde entonces sin su esposo? -El auditorio se movía molesto. Era claro que muchos desaprobaban la pregunta. Obviamente se trataba de una reportera joven, sin experiencia, quien había sido elegida entre otros más experimentados para entrevistarla. Todos esperaban, ciertamente incómodos, con los ojos fijos en la persona que iba a hablar. Elizabeth Kozlowski permaneció sentada, inmóvil por unos momentos. La intensa luz del reflector iluminaba su cara, sintiendo la amenaza de estar expuesta a memorias dolorosas y al clamor de desesperanza que había emergido y reprimido durante aquellos tiempos terribles como precio por su supervivencia. Por breves instantes su mandíbula se tensó como si hicieran ebullición en su superficie 85 años de fiera resistencia y tenacidad polacas. De pronto todo esto desapareció tan súbitamente como había venido. Agradecida, sintió que sus rasgos volvían a relajarse. -Ustedes saben, -comenzó suavemente, contestando- yo era una ingenua jovencita cuando me casé. A los 17 años no se tiene mucha sabiduría. -Una tenue luz en el auditorio le ayudó a aligerar este doloroso recuerdo. -Albert era una experiencia enteramente nueva para mí y me llevé mi tiempo para acostumbrarme. Él, después de todo era un hombre mayor que yo, -ella miró traviesamente por encima de sus lentes para decir- diecinueve años y medio. Era francés –dijo, dejando que su voz subiera en una mueca de desdén- y nadie lo aprobó. -Pensativamente, Elizabeth tomó un sorbo de agua del vaso de cristal cortado. Luego lo hizo a un lado. -Sé muy bien que la Sociedad de Historia no está demasiado interesada en los andares de una vieja y del duelo por su amor perdido ya que ustedes me invitaron 1
Esta traducción al español y de las otras 19 monografías de los autores, puede ser adquirida en: http://www.creeac.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=36&Itemid=27
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específicamente a hablar esta tarde de la resistencia polaca a la ocupación nazi en Lodz durante la segunda guerra mundial. Sin embargo, hay algo en mi tragedia personal que puede ayudar a apreciar cómo los seres humanos se enfrentan al sufrimiento y a la muerte durante tiempos de prueba. -Ella se mantuvo por un momento reuniendo sus pensamientos y buscando alguna forma de ir al punto tan simple y directamente como fuera posible. -Uno de los grandes riesgos en una relación cercana –empezó-, es el reto del cambio. Donde uno encuentra intimidad también está la vulnerabilidad. Las dos cosas, como los patos y el agua, van juntas. Nunca puedes mantenerlas separadas. Una pareja puede usar la vulnerabilidad para destruirse mutuamente o para crecer juntos, pero inevitablemente, cada uno deberá enfrentar el reto que esa vulnerabilidad acarrea. Como jovencita, por supuesto, yo no estaba demasiado feliz con esto, y muy inteligentemente concluí que el mejor camino para permanecer en mi viejo yo tan confortable, era cambiar a Albert. El único problema era que él no iba cambiar. Al menos en la forma en que yo quería que lo hiciera. -De nuevo hubo murmullos y sonrisas, mientras las parejas de esposos se dirigían mutuas miradas, como que sabían muy bien de lo que se estaba hablando. -Albert se ajustó. Él aceptó todas las niñerías y maneras mías de hacer las cosas. Y yo sentía un amor muy real en él debajo de la tolerancia con la que se acomodaba a algunas de mis conductas infantiles. Pero cada vez que la cercanía de nuestra relación me enfrentaba con mis propias inseguridades y yo me resistía a cambiar en mí misma tratando de convertir a Albert en alguien diferente, entonces él se resistía. -Elizabeth pudo sentir ahora una audiencia más receptiva mientras esposos y esposas iban a sus propias experiencias. -Cada vez que yo fallaba en asumir mi responsabilidad ante una decisión; cada vez que yo evadía la cercanía porque me imaginaba que iba a darle a Albert más poder sobre mí; cada vez que ignoraba mi propia confusión interna y mi falta de seguridad, él, abiertamente me lo señalaba y me retaba a que estuviera en contacto con la verdad de mí misma. No estoy diciendo que Albert fuera perfecto, él, como cualquier ser humano, tenía sus debilidades y sus puntos ciegos. Pero junto con eso, él poseía una especie de compás interior que lo mantenía en contacto con la realidad de cada situación y esencialmente con la verdad de sí mismo. Por eso siempre hacía buenos juicios. Albert estaba en contacto con la realidad y no la ignoraba a través del estado de sus propias inseguridades.
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-Elizabeth se sintió ahora en terreno seguro. Ésta era, definitivamente, la forma de proceder hacia el punto que ella quería remarcar. -Ahora, -dijo quitándose los anteojos y recargándose en la silla- no puedes vivir con alguien por un periodo largo de tiempo sin que esa convivencia deje sus huellas en ti. Uno de los grandes dones que Albert me dio y que está todavía en mí –dijo estas palabras muy despacio, dejando que hicieran impacto en la gente- es una clase de crecimiento dentro de mí misma. Yo soy diferente ahora debido a Albert: tengo más confianza en mí, soy más organizada, más curiosa y más abierta a nuevas experiencias. Ya no soy tan temerosa como antes deseando correr y esconderme. Soy diferente. –Dijo de nuevo, mientras en su garganta sentía cómo si las lágrimas, humedeciendo sus ojos, estuvieran a punto de salir. El auditorio captó rápidamente su ánimo y pareció animarla con un apoyo intenso y silencioso. -Siempre es una tragedia cuando muere alguien a quien tú amas. Pero quiero ayudarlos a darse cuenta, y especialmente a usted señorita – volteando hacia la reportera que le hizo la pregunta- que no he perdido a mi esposo. Albert está muerto, pero yo no lo he perdido. Él es tan parte de mí como lo soy yo para mí misma. Cada vez que siento una seguridad interna donde antes había inseguridad y miedo; cada vez que yo puedo estar realmente presente a lo que antes hubiera estado distraída y fuera de contacto; en esa misma experiencia sé que Albert y yo somos uno. No puedo pasar un solo día sin frotarle la espalda. Cada vez que veo algo que nos gustaba a los dos, cuando disfruto de nuestro postre favorito, cuando visito las montañas, hay una forma especial de conocimiento en mí que es como si Albert y yo estuviéramos juntos. Y eso es mucho más que el simple recordarle. No lo he perdido –dijo suavemente-. El será un don dentro de mí para siempre. … Al día siguiente de su conferencia pasamos un tiempo con Elizabeth, una querida amiga mutua de muchos años atrás, considerando lo que había dicho y preguntándonos acerca de las implicaciones que sus comentarios podrían tener para el crecimiento espiritual y la oración. Pete comenzó preguntándole: ¿Has pensado alguna vez que Dios puede estar en ti en la misma forma en que tú experimentas a Albert; un Dios que es algo más que un recuerdo, un pensamiento o una conversación acerca de él; algo que se siente como una presencia dentro de tu propia conciencia? La respuesta de Elizabeth fue inmediata: Podría decir que mi manera de orar cambió a partir de esta experiencia. Sé bien lo que quieres decir con “pensar”, “hablar de”, “recordar”. Yo era así con Albert cuando él murió, pero después ya no. Es como si ya no necesitara, como si eso ya no correspondiera a la forma como yo llevo a Albert dentro de mí. De hecho, se siente
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diferente actualmente cuando recuerdo cosas de él y yo sé en mi corazón que él y yo somos uno para siempre. Tu pregunta me fascina Pete, porque toca algo en mí acerca de una forma de sentir a Dios que me vino como resultado de ese conocimiento especial que yo llamo “Albert y yo hechos uno”. Esto es difícil de describir, pero cambió muchos de mis viejos patrones. Después de la muerte de Albert vi hacia el corredor de la vida que aún me quedaba y me di cuenta que había todavía un camino que recorrer, un camino sin Albert, y de esa experiencia surgió una percepción nueva. Mi motivación cambió. Yo me dediqué a los quehaceres de la vida, a la supervivencia diaria. Pero al mismo tiempo tenía conciencia de una perspectiva más amplia. Esta sensación venía a mí cuando estaba haciendo tareas simples como alimentar a los gansos sabiendo, mientras los veía, que algunos morirían, que otros continuarían, pero que el estanque permanecería existiendo. Es tan difícil decir esto. -Ella buscaba las palabras-. -Algo sucedía dentro de mí mientras yo obtenía un sentido de esa perspectiva mayor: el estanque que continuaría. Yo era parte de Albert y sabía que él no me dejaba atrás. Y el darme cuenta de eso me ayudó a tomar conciencia de cuán dotada y bendecida había yo sido. En el agradecimiento que llenó este conocimiento encontré de nuevo a Albert tan profundamente en el sentido de lo que yo soy que nada podrá arrebatármelo, nunca. Su presencia está en la plenitud de vida que yo siento ahora dentro de mí. Desde entonces quiero conocer a Dios siempre –dijo-. Simplemente me dejo llevar dentro de esa gracia que siento en mí. No necesito decir nada. Solamente estoy dentro de mí misma en esa forma diferente que trata de tocar la perspectiva mayor, especialmente en tiempos de dolor y de oscuridad, permitiéndome experimentar el agradecimiento que viene de saber que mi caminar es realmente un caminar en Dios y que Dios está en mí de la misma forma que Albert está en mí. Es un sentarme y darme cuenta de esto en el silencio. Yo encuentro que esta experiencia me da mucha fuerza. Mi esposo y yo somos parte de un estar juntos que es una gracia que abarca mucho más que el simple pensar en o hablar de, sino más bien es una forma sentida de cierta manera. Yo conozco esto más en mi cuerpo que con mi cabeza. -Nos mantuvimos en silencio por un rato, hasta que Ed, al fin, habló. -Hay muy pocas personas Elizabeth, que realmente han aprendido la diferencia entre la religión y la magia. Yo creo que tú eres una de ellas. Una que ha sido bendecida para crecer más allá de usar la religión como una forma de obtener control sobre la vida. Has descubierto el agradecimiento milagroso que viene de dentro como respuesta a la gracia. Esto es un signo de madurez. Hay siempre una clase de ambigüedad en las expresiones concretas de la religión – Ed continuó- una mezcla de santidad y egoísmo. Todos tenemos necesidades; a veces necesidades desesperadas que debemos satisfacer para poder sobrevivir. La religión se 5
convierte invariablemente en parte de esta búsqueda de respuesta a esas necesidades, pero puede ser tergiversada hasta convertirse en otra forma de poder; en la magia de decir las palabras correctas para obtener un resultado. -Elizabeth sonrió. –Creo que sé lo que están diciendo. Hay algo de esto dentro de cada uno de nosotros, ¿no es cierto? Pocas veces nos dejamos ir en nuestra propia vulnerabilidad como dije antes, sino que tratamos que Dios haga lo que no podemos hacer por nosotros mismos. Supongo que eso es natural -dijo pensativamente-. Cuando tenemos necesidades desesperadas, en lugar de estar abiertos a buscar a Dios en la experiencia misma de desesperación, buscamos cubrir nuestra necesidad. Esto es entendible, sin embargo, realmente pierde el misterio del cristianismo, ¿no es así? Sí –contestó Ed-. La gracia es la sorpresa que viene de la oscuridad misma, de lo que más tememos y evitamos dentro de nosotros. El cristianismo nos ofrece realmente una perspectiva distinta. Por eso yo encuentro el Enfoque tan valioso; ha abierto en mí una forma fresca de encontrar a Dios en mi vida. Algo que también me gusta del Enfoque es que no niega ni rechaza mis modos anteriores de orar, sino que más bien los expande y los completa. Pero -añadió con una mirada penetrantemente fija en sus dos amigos-, también me da una forma de ser crítico con las actitudes mágicas que son parte de mi propia formación religiosa. Hay tiempos en que, como el salmista, quiero repelar, quejarme con Dios acerca de la injusticia, del dolor, del terror y de la confusión. Es fácil caer en el patrón de pensar que si me quejo suficientemente fuerte, Dios me va a oír y me va a responder. Lo que extraño en esa forma de orar y que el Enfoque me ha enseñado ahora, es que la sabiduría real del Salmista está, no en la expectativa mágica de que Dios hará todo por mí, sino en el permanecer abierto en el dolor mismo, en la confusión y en el sentimiento de injusticia. Y esto es la verdadera oración, –enfatizó con su cabeza- la apertura más profunda a la gracia. El Enfoque me ha animado a esperar por Dios no con la expectativa de gratificación, sino más bien como un misterio de significados que pueden venir dentro del mismo sentimiento de necesidad que me llevó a orar en primer lugar. -Elizabeth permanecía quietamente sentada, reflexionando calladamente por unos momentos en lo que Ed acababa de decir. -Es como si la necesidad, el dolor, la oscuridad, estuvieran muy dentro de ti, y la sabiduría real de la oración te llevara a buscar la presencia de Dios precisamente dentro de aquello que es más tú mismo en lugar de buscar afuera -Ed habló despacio pareciendo poner peso en cada palabra, dejándolas fluir y dándoles significado desde su propia experiencia. -Tal vez esta es la diferencia que tú describes en tu experiencia de Albert. Su muerte te forzó a convertirte en más sensiblemente consciente de cómo lo llevabas dentro de ti misma. Él se había ido exteriormente, pero esa tragedia te llevó a apreciar mejor el cómo ustedes dos estaban unidos, precisamente dentro de tu misma conciencia de estar viva SIENDO la persona única que tú eres. San Agustín escribió una vez: “Dios es más íntimo 6
para mí de lo que yo soy para conmigo mismo.” Esta es una conciencia sin explorar y generalmente olvidada en todos nosotros. Tal vez Albert se ha convertido en tu manera especial de darte cuenta qué tan profundamente estabas enraizada en Dios. Hay en la oración un aspecto de desarrollo, ¿no es así? –Mientras Ed hablaba, Elizabeth sentía que la curiosidad crecía dentro de ella-. En un principio tú buscas respuestas fuera de ti. Deseas que alguien venga y arregle o mejore las cosas, alguien que tenga el poder que tú no tienes. Luego, a través de la vida, te empiezas a dar cuenta que las respuestas verdaderas están dentro de ti. El pensamiento mágico se rompe... o quizá tú creces. Algo pasa y entonces te sientes insatisfecha, incómoda, con buscar a Dios de aquella forma. Tal vez, finalmente, sientes que esto tiene que ver con el hecho de que tú asumes responsabilidad por tu propia vida. La enfermedad es útil a veces, –dijo Pete- a menudo empezamos a darnos cuenta que la esencia de la sanación no está tanto en la velocidad con que nuestros cuerpos restauran la salud, sino en el significado que se le puede añadir a la vida a través de una experiencia como esa. Ese significado, generalmente no se nos da desde fuera, sino que viene en una forma enfocada en la medida que escuchas cualquier mensaje que tu enfermedad haya querido comunicarte. Sí, –dijo Elizabeth- es como si el significado se convirtiera en más importante que la pregunta, o como si el significado fuera es sí mismo, la respuesta. Cuando me daba cuenta, como les dije antes, que el estanque seguirá allí, que no iba a ser abandonada, entonces el significado se convierte en su propia clase de gratificación. -Ella terminó como con una pregunta; como hablando de un hecho, pero a la vez, cuestionándose: -El Salmista parece entender que necesitamos clamar y llorar a un poder más alto que nosotros y al mismo tiempo dejarnos ir en la oscuridad de nuestra propia miseria y encontrar allí el misterio y la sorpresa de Dios. Es tan fácil perder de vista la necesidad de soltar permaneciendo cautivos casi enteramente en la búsqueda de respuestas que vengan de fuera. Esperar por el Mesías Mágico. –Elizabeth se rio disfrutando el gozo de lo que acababa de decir. Ed sonrió cálidamente y continuó –El reto real hoy en día es descubrir una forma profunda y sana para enseñarles a nuestros hijos el significado de Dios. Nuestros antropomorfismos son limitados. Hablamos de Dios como Padre para sentir cierta familiaridad confortable en nuestro trato con la divinidad. Esto puede ayudar, pero también confundir. Imaginarse a un Dios como padre amoroso para un niño cuyo padre golpea a su madre o abusa de él, deja mucho que desear. Hablar de Dios nunca es fácil. Lo que yo encuentro acertado y poderoso en el Enfoque es cómo respeta esas intuiciones del Salmista de las que hablabas anteriormente. Hay tres aspectos de la oración en los salmos: nombrar el dolor; permanecer en la herida o la oscuridad suficiente tiempo para que cuente su historia, y finalmente experimentar el don de Dios que viene de la herida, dándonos un nuevo significado y una nueva dirección. 7
No pretendo saber cuál será la expresión pastoral de la oración cristiana dentro de un siglo o dentro de 30 años, -continúo Ed- pero sí sé que el Enfoque es consistente con la tradición espiritual judeo-cristiana. La esencia del Enfoque es no tener poder sobre lo que estamos enfocando, sino más bien, esperar en una forma abierta, receptiva, hasta que hable. Esta es una actitud saludable en cualquier clase de oración: “… que no se haga mi voluntad, sino la Tuya”. Lo que el Enfoque ofrece –continuó Ed- es una oportunidad de buscar a Dios dentro de un potencial de conocimiento rara vez tocado en nuestras oraciones formales y aun en las más familiares. El Enfoque no es “pensar acerca de”, “hablar de”, ni siquiera “recordar a” en el sentido usual de la palabra; más bien nos reta a estar conscientes de esa capacidad de conocimiento diferente que existe dentro de nosotros. El conocimiento que te llevó a ti Elizabeth a sentir a Albert como una presencia continua en ti. Aún más continuó-, el Enfoque nos puede enseñar algo muy significativo para la oración. Yo creo que el soltar el control, cosa que es parte integral de una oración sana, tiene más significado que el que puedan tener nuestras oraciones. La oración, se supone que debe surgir del corazón como una actitud, un sentido corporal, interior, del misterio de Dios. Las palabras a veces pueden ser importantes, pero más veces de las que uno cree, la oración real donde se encuentra a Dios tiene muy poco que ver con las palabras. Este es un punto que me entusiasma –dijo Pete-, Dios es un lenguaje nuevo para la mayoría de nosotros. El mundo de las palabras, del pensamiento y del recuerdo le es familiar a aquellos que oran. A través de los siglos, los cristianos se han referido a ello como oración discursiva. Pero al mismo tiempo, también ha habido otro lenguaje para la comunión con Dios y esto se conoce poco. Se le llama contemplación. Aquí las palabras no son tan importantes. La presencia corporal, la sensación de la gracia y una experiencia de crecer hacia la integración llegan a ser más importantes. La oración enfocada nos ofrece un acercamiento contemporáneo, psicológicamente profundo y rico para la experiencia contemplativa. Dirigir la atención hacia el significadosentido más que a nuestra más familiar experiencia de pensamiento y voluntad, abre un acercamiento fresco para un lenguaje de la conciencia en Dios. El Salmista entendió esa experiencia. El Enfoque tiene el potencial de desarrollarse en una forma de oración sorprendentemente contemporánea y específicamente bíblica. -Elizabeth sonrió.- Justamente lo que dice el Salmo 49: “...mi corazón está lleno de luces interiores.” Mi corazón susurra ese sentido profundo. ¿No es esto lo que la oración de Enfoque es?
PARTE II El sínodo de obispos en Roma del año 1967 estaba llegando a su final cuando un cardenal anciano se levantó para hacer una pregunta a su Iglesia. Una pregunta que aún hoy, no ha sido contestada: 8
“El problema número uno de nuestro tiempo es la relación de cada persona con Dios y cómo debe expresarse esta relación. ¿Estarán las iglesias cristianas capacitadas para examinar a profundidad el problema de Dios en el mundo?” El cardenal de París, Pierre Veuillot moriría poco después. Una sensación de urgencia, sin embargo, lo había llevado a dejar tras de sí el legado de esta pregunta. Algo estaba faltando en el corazón del cristianismo y el anciano cardenal lo sabía. Él no estaba interesado en seguir hablando de Dios, sino en descubrir una forma efectiva para tener una experiencia de Dios. Tal vez él estaba muy cercano al movimiento de los sacerdotes obreros y a la falta de misas para la clase trabajadora de hombres y mujeres de la iglesia de Francia. Quizá su sentido de la historia le recordaba la tragedia anterior, cuando los misioneros jesuitas respondieron a la psicología y a la cultura única de los chinos, desarrollando un Rito Chino, sólo para ver ese esfuerzo romperse en controversias y la supresión eventual de todo esto desde Roma. Uno se pregunta cómo habría respondido el anciano Cardenal al nuevo reto de la Teología de la Liberación en la América Latina. Lo que el cardenal Veuillot esperaba y retaba a su iglesia a encontrar era una visión fresca al tema de Dios en el mundo. Ya no era posible seguir con preguntas sin respuesta y con la imposición de otras eras y culturas tratando de mantener la unidad cristiana y alimentando la experiencia de Dios. Tal vez el Cardenal había llegado a una conclusión parecida a la del psicólogo norteamericano Carl Rogers, quien observó que “la única seguridad real para una persona en crecimiento es la estabilidad de estar en su propio proceso.” Este proceso se encuentra dentro de las personas. Aparece en las perspectivas cambiantes de un obrero egipcio del siglo II a. C., en un colonizador español del siglo XVI y en un experto en computación del siglo XX que trabaja en inteligencia artificial en el Silicon Valley en California. Tal proceso aparece en las motivaciones y percepciones cambiantes a medida que se desenvuelve el crecimiento humano. Cualquier examen del problema de Dios en el mundo, comienza, no con el dogma y la tradición, sino con una experiencia contemporánea respetada, atendida fielmente y disciplinada. Sólo con estos datos firmemente en la mano, pueden, la historia sagrada y la tradición, iluminar ese sentido de Dios, único y a la vez cambiante, propio de cada época. Queremos compartir observaciones obtenidas durante más de 35 años de trabajar juntos en temas de psicología y oración. Delinearemos cómo un psicólogo, Abraham Maslow, nos ayudó a entender mejor el por qué personas distintas necesitan orar de maneras diferentes. Apartados posteriores incluidos en esta presentación sobre el Enfoque y la Oración reflejarán cambios en la experiencia que las personas tienen de Jesús, y cómo esto es un llamado al desarrollo de una Cristología. Queremos mostrar como el Enfoque, a nuestro modo de ver, representa un ingrediente vital para el futuro de un método teológico. Hay 9
estabilidad en el dogma, pero también hay cambios interminables en la experiencia actual que el dogma representa. Las iglesias cristianas necesitan un acercamiento pastoral que pueda tomar en cuenta ese desarrollo. La conciencia sentida en el cuerpo, al llevar los asuntos en una forma corporal, es un ingrediente crucial para estos cambios. El Enfoque toma en cuenta justamente esa forma de conciencia integrando la conciencia de Dios.
EL PUNTO DE VISTA DE ABRAHAM MASLOW SOBRE LA MOTIVACIÓN Y LA PERCEPCIÓN HUMANA Empecemos nuestro breve comentario sobre Maslow con una historia que una vez nos contó acerca de él y su familia. Parece que después de un largo invierno en Nueva Inglaterra durante su estancia en la universidad de Brandeis, algo que disfrutaban en familia era recoger una canasta de frescas fresas y llevarla a casa. Sus dos hijas esperaban con gozo ésta gran ocasión. Era un ritual familiar, un festival de primavera. Al sentarse Abraham con su esposa y las niñas a la mesa, las pequeñas empezaron a disfrutar sus fresas. Él y su esposa, sin embargo, después de echarse una miradita, jugaban con las fresas en sus platos, sin comérselas. Ellos sabían lo que vendría después y esperaron. Tan pronto como las niñas terminaran sus platos, mirarían antojadas a los de sus padres, todavía sin terminar. Para entonces, Abraham y Gloria su esposa, empezaron a darle, una por una, sus fresas a sus hijas. Y como él lo decía muy bien: “las fresas sabían mejor en la boca de nuestras hijas que en las nuestras”. Esta historia encantadora, con la que muchos padres se pueden identificar, ilustra una importante contribución que Maslow hace al entendimiento de uno mismo. Él estudió las necesidades humanas y las diferentes clases de motivaciones diferidas asociadas con la gratificación. Maslow identificó una amplia gama de lo que llamó necesidades básicas, que además de las necesidades fisiológicas de comida, aire, abrigo, expresión sexual, etc., incluyen las necesidades de seguridad, de pertenencia, de relaciones amorosas y de estima. Estas necesidades básicas se llenan a través de la experiencia que cada persona tiene del mundo y especialmente dentro de su familia. Dependemos de otras personas para la gratificación de estas necesidades. Una vez que las necesidades básicas están razonablemente satisfechas y la persona empieza a crecer más allá de la preocupación por ellas mediante la adquisición de medios psicológicos y físicos para la supervivencia, Maslow observó que surgía a la vista un rango mayor de necesidades. Son las necesidades de verdad, de belleza, de bondad y especialmente de una unificación creciente con el ambiente de cada persona. La historia que acabamos de compartir con ustedes es una ilustración de esto. Es muy distinto desear las fresas por el placer de comerlas o por simple sobrevivencia que deleitarse en el gusto por la unidad que viene de compartir tus fresas con tus hijas y ver el placer en ellas. 10
Maslow habló de deficiencia-en-el-conocimiento y de deficiencia-en-la-motivación para describir la orientación de aquellos que están tan preocupados por la satisfacción de las necesidades básicas que su percepción y su motivación son primariamente respuestas para satisfacer dichas necesidades. También habla de ser-conocer y de metamotivación para describir la experiencia de aquellos que han crecido más allá de la deficiencia-conocimiento y de la deficiencia-motivación como su modo de operación motivacional preponderante. Es un error ver la carencia en la satisfacción de las necesidades básicas como algo que pertenece en primer lugar a los subdesarrollados o subprivilegiados. Muchos de los materialmente pobres en el mundo, son ricos en la satisfacción de las necesidades de pertenencia, amor y estima, mientras que entre los ricos del mundo, muchos permanecen durante toda su vida con sus necesidades de amor y de autoestima sin satisfacer. Ser-conocer y meta-motivación se refieren al potencial humano que surge de acuerdo a la situación única y personal de cada individuo. Esto puede variar mucho aun entre personas de la misma familia, comunidad, cultura y circunstancias externas. Pero, ¿qué tiene esto que ver con la espiritualidad y con la oración? La investigación de Maslow indica que la motivación humana se va desarrollando y que la deficiencia-motivación gradualmente disminuye en la medida que se da el proceso de crecimiento. Cuando las enseñanzas religiosas y las formas de oración expresan las motivaciones y las percepciones propias de una orientación de satisfacción de las necesidades básicas del crecimiento humano, entonces tiene sentido que esas enseñanzas y ese tipo de oración disminuyan gradualmente mientras la gente se mueve hacia adelante en su desarrollo humano. Estos cambios en la motivación y en la percepción en la gente que está madurando deben ser reconocidos como parte integral de un crecimiento espiritual sano. Por ejemplo, la persona motivada por la deficiencia es atraída hacia una cierta imagen de Dios y a su correspondiente expresión en la oración, mientras que la persona meta-motivada es atraída hacia otras. Pueden surgir problemas muy serios cuando la expresión pastoral de Dios que le es propia a alguna de estas orientaciones se universaliza y se impone a todos. Las iglesias cristianas generalmente enseñan y predican una imagen de Dios que proviene de la noción de un Gratificador de nuestras necesidades básicas, expresándola en términos de Salvador y de Redentor. Ésta es una expresión de Dios inclinada a la percepción y a la motivación de la visión de la vida que tiene la persona en el nivel de deficiencia-conocimiento. El necesitado-básico, busca fuera de él la ayuda y las respuestas. Hay una cierta realidad al imaginar a Dios como el que viene a salvar y redimir. Tal persona “siente bien”, que en la oración busque fuera de ella, porque sus necesidades básicas no han sido satisfechas. Sin embargo, hay una diferencia psicológica importante entre una persona motivada por sus carencias y otra que se vuelca hacia la meta-motivación. Esta diferencia es la capacidad de estar más en contacto con sus recursos interiores.
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El Dr. Maslow encontró que las personas meta-motivadas, hablando en forma general, se vuelven hacia adentro de sí mismas en forma de meditación durante tiempos de crisis, de conflicto o confusión en lugar de salir hacia fuera en busca de ayuda y de respuestas. En otras palabras, las personas autorrealizadas descubren recursos dentro de ellas y desarrollan una facilidad para contactar esos recursos. Han alcanzado un nivel de integración personal y de maduración donde la frustración y los obstáculos se superan en gran medida por una búsqueda INTRA-personal, más que por una dependencia INTER-personal. La investigación de Maslow nos indica que la tendencia de una persona motivada por el crecimiento es más bien hacia la autoposesión profunda e intrapersonal, tanto si dicha experiencia se dirige al hecho de desear, luchar, automejorar o autobuscar, o hacia una experiencia que trasciende el yo. En tales casos, son contactados los recursos internos y el potencial hacia la trascendencia en vez de saltárselos y voltearse hacia afuera para buscar la solución de los problemas. Todo esto tiene implicaciones enormes para saber cómo imaginamos a Dios y qué tipo de oración es apropiado para la persona en diversas etapas de su propio proceso de crecimiento. No es difícil, por lo tanto, apreciar, cómo a menudo las orientaciones espirituales difieren radicalmente entre las personas motivadas por sus carencias y las motivadas por su crecimiento. Por ejemplo, alguien fundamentalmente motivado por sus necesidades básicas no satisfechas casi seguramente encontrará más adecuado para su situación psicológica el conceptuar y orar a un Dios como una realidad fuera de él mismo y voltear a Él para encontrar respuesta a sus necesidades. Por otro lado, una persona más metamotivada, durante los tiempos de crisis tenderá a encontrar una fuerza religiosa, a Dios, o la fe, dentro de sí misma, especialmente dentro del poder y del crecimiento de la gracia que actúa en su propia experiencia. Esta diferencia fundamental entre la motivación y la percepción de una persona básicamente-necesitada y otra meta-motivada, describe también etapas del desarrollo psicológico. Como tal, no se trata de si teológicamente Dios es el Supremo Gratificador de las necesidades básicas o no. El cómo las personas experimentan las enseñanzas teológicas, es bastante diferente de la verdad de esas afirmaciones enseñadas dentro de ciertas tradiciones religiosas. La contribución psicológica de Maslow responde directamente a la pregunta que el cardenal Veuillot le hizo a su Iglesia. El asunto aquí no es una enseñanza teológica particular, sino la forma en que cada enseñanza se experimenta en las vidas de personas en crecimiento. En la medida que la deficiencia-conocimiento disminuye, también disminuye la necesidad de tener una imagen de Dios y una oración que se acomodaba tan bien a las demandas de gratificación de las necesidades básicas.
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LA ORACIÓN Y LA META-MOTIVACIÓN Entonces, la persona que está más meta-motivada ¿qué imagen tiene de Dios y cómo ora? Se sabe muy poco, sobre todo entre los religiosos accidentales, de lo que se refiere a la expresión psicológica de la oración que va más allá de las peticiones y el dialogo yo/Tú que está íntimamente ligado con la gratificación de las necesidades básicas. Sin embargo, los cristianos pueden descubrir una pista de la urgencia de una oración que sea algo más que las descripciones de Jesús que aparecen en el Nuevo Testamento motivadas por las carencias de la gente. Por ejemplo los términos ‘Salvador’ y ‘Redentor’ son usados frecuentemente para describir la función salvadora de Cristo. Estos títulos son fácilmente entendidos por una persona cuyas necesidades básicas no han sido satisfechas. De hecho, estos nombres caracterizan menos el papel de Cristo en la historia de la salvación de lo que lo hace el término “mediador”. Esta última descripción se aplica a Cristo solo cuatro veces en el Nuevo Testamento (1 Tim 2:5; Hb 8:6, 9:15 y 12:24). Esta palabra se usa en conexión con la nueva alianza establecida por el trabajo salvífico de Cristo. “Mediador” se aplica solamente a Cristo, mientras que ‘salvador’ y ‘redentor’ también se usan para describir al Padre. ‘Salvador’ y ‘Redentor’ son parte de la experiencia de Cristo, pero es como si su función actual se pudiera dirigir hacia algo más. Ese algo más es ese “mediador” que se refiere a la relación nueva con Dios entablada por el trabajo salvífico de Cristo. Es un término que implica un aspecto de desarrollo como lo son las observaciones de Maslow acerca del proceso del crecimiento humano. “Mediador” es una descripción que expone teológicamente lo que Karl Rahner llamó “una nueva clase de interioridad para los seres humanos”. A causa de que “la Palabra se hizo carne”, los creyentes viven ahora “dentro” de la vida de Dios “en Cristo”. Ya no más separados o fuera de Él. La experiencia que surge de este “estar dentro” aparece en una forma psicológicamente diferente y pide una respuesta psicológicamente distinta de la de buscar-fuera en la oración y que se expresa más frecuentemente como el diálogo en el encuentro yo/Tú. Como Maslow decía mientras disfrutaba más el sabor de las fresas en la boca de su hija que en la suya propia: “…la línea de separación había desaparecido. La dicotomía entre mi hija y yo había trascendido, si lo quieres poner en un término técnico”. Así es también en esta clase de oración. El punto inicial para una verdadera contemplación no es buscar afuera, sino empezar una nueva clase de interioridad dentro de ti mismo. Es un reconocimiento sentido de que estás inmerso en una presencia que te asume y que te conduce más allá de las limitaciones de tu yo. San Pablo tenía dificultad en su intento de describir la psicología de esa experiencia cuando escribió: “Ya no vivo yo, sino es Cristo quien vive en mí” (Gal 2:20).
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Lo que sucede en ese tipo de oración es que la fuente que tocas no es un Dios fuera de ti sino tú-en-Dios. El mirar hacia fuera buscando otro poder, no expresa adecuadamente la psicología de una experiencia más meta-motivada. Como san Agustín orgullosamente decía: “Dios es más íntimo conmigo que yo mismo”. Esto es muy difícil de poner en palabras, pero surge de lo que la tradición cristiana ha entendido y predicado como la Unión Hipostática. Sin embargo, la teología de este Misterio de unión entre lo humano y lo divino en la naturaleza de Cristo, no se puede apreciar adecuadamente fuera de la psicología y de la experiencia diaria de los cristianos cuando ellos entablan una amistad con el Misterio mismo dentro de ellos. Esto era lo que el cardenal Veuillot percibía. Él se dio cuenta de que para examinar en profundidad el problema de Dios en el mundo, era necesario encontrar un camino para tocar y saborear la experiencia actual de esto y no simplemente hablar acerca de ello. Abraham Maslow en su investigación, y más prácticamente la experiencia del Enfoque, ofrecen un modelo tangible hacia una nueva interioridad que surge de la persona humana mientras sus necesidades básicas son gradualmente satisfechas. El Enfoque nos lleva más allá del “pensar en” o del “hablar con”; nos lleva a la experiencia sentida de tal mediación, de “tener nuestro ser dentro de” un misterio mayor encontrándose uno mismo “en Cristo”. Durante los días en que la madre de Pete era una joven estudiante de violín en el Colegio Real de Música de Londres, ella encontró que había tres clases de músicos: aquellos que a su juicio eran malísimos, otros que tocaban sus instrumentos con consumada perfección técnica, y un pequeño grupo, quienes, aunque a veces no eran técnicos perfectos, podían, sin embargo “tocar como los mismos ángeles”. Lo que hacía la diferencia era que los técnicos permanecían “fuera de” la música, arreglando, ajustando, manipulando y refinando su técnica. Pero aquellos que tocaban con el alma, no tocaban, sino que “eran tocados por” la música. Como artistas se encontraban llevados hacia cierta interioridad especial donde ocurría una presencia y una comunión más profundas. Ellos se encontraban “dentro de” la música. No controlando sino inspirados por ella. Hay una palabra especial en las Escrituras usada para describir esta interioridad. Los pintores medievales la describían con un halo brillante rodeando la cabeza y el cuerpo de Cristo y de los santos. Es la llamada “gloria”. Teológicamente, “gloria” es una forma de hablar acerca de la interioridad de Dios que describe la conciencia interior de la vida trinitaria. El hombre en evolución es modelado a imagen y semejanza de esa interioridad divina, de esa “gloria”. Eso es lo que Ireneo de Lyon le recordaba a la Iglesia primitiva, que “La Gloria de Dios es la humanidad plenamente viva”. Hay un mensaje acerca de la “gloria” en el evangelio de san Juan que confirma todo deseo por esa unión especial que Maslow observó en las vidas de las personas en crecimiento. En su discurso de despedida en la última cena, Jesús dijo:
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“Que ellos sean uno: como tú Padre estas en mí y yo en ti, para que ellos puedan estar en nosotros...” “La Gloria que tú me has dado, yo se la doy para que sean uno como tú y yo somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno”: Jn 17:20-23. En otras palabras, Jesús está tratando de explicar que se nos ha dado la oportunidad de sentir, probar, tocar y experimentar su vida en el Padre. A través de nuestra unión con él, esa vida está enraizada ahora en nuestra humanidad. Está diciendo que tenemos el potencial, como don, de conocer concretamente, con un conocimiento que va más allá del pensamiento meramente racional, que vivimos “dentro” de la vida divina. Es la experiencia de “gloria” la que crea la unidad. El Enfoque es una forma especial de sumergirse en la vitalidad que es capaz de expresar tal desenvolvimiento. A través del Enfoque, uno encuentra un punto de contacto tangible, visceral, con la vida de la gracia. Gradualmente, con el tiempo, nos vamos dando cuenta de la profundidad y en la sorpresa de cada “cambio-sentido”: “¡Yo no he sido quien ha logrado que esto suceda!” Para los cristianos, el Enfoque expone un ámbito de conciencia donde lo humano y lo divino se juntan dentro de la experiencia del conocimiento “en el cuerpo”. Aquellos interesados en la oración encontrarán que la investigación de Maslow sugiere que en cada persona que crece más allá de estar dominada exclusivamente por la deficiencia-conocimiento, hay una tendencia a buscar a Dios dentro del simple llegar a casa con uno mismo. Es a través de este llegar a casa que la agresión y la violencia finalmente sanan. La gracia de una experiencia tal, anima a una comunión cada vez más madura. Y el Evangelio llama a la unidad humana. El Enfoque nos invita a ser uno dentro de nosotros mismos y a ser uno con el otro. El cardenal Veuillot urgió a su Iglesia a examinar la profundidad del problema de Dios en el mundo. Abraham Maslow observó un “ir hacia dentro” en evolución y una nueva clase de interioridad en personas que habían madurado que las llevaba a una plenitud cósmica que tiene un alcance mucho mayor. Teilhard de Chardin le llamó “Cristogénesis”. El Enfoque Bioespiritual provee una forma práctica, inmediatamente accesible, de sumergirnos en el conocimiento sentido en el cuerpo de esa vitalidad llena de Dios; en esta “gloria”. Como escribió muy bien Christopher Fry en “El Sueño de los Prisioneros”. Ha llegado el tiempo donde: “Los asuntos son ahora del tamaño del alma. La empresa: la exploración de Dios.”
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PARTE III En su prólogo a “Familia del Hombre”, un resumen pictórico de la exhibición fotográfica que se realizó en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Nueva York, el poeta Carl Sandburg capturó la noble perspectiva: Sólo hay un hombre en el mundo Su nombre es TODOS LOS HOMBRES Sólo hay una mujer en el mundo Su nombre es TODAS LAS MUJERES Sólo hay un niño en el mundo Y su nombre es: TODOS LOS NIÑOS.
El sentido innato de esta unidad visceral, el enlace de nuestra especie a través de un mismo origen y un mismo destino, es un poderoso lazo de sangre del espíritu. Es muy antiguo este punto de vista acera de nosotros. Es una experiencia bíblica que se encuentra tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Pero también es una vista de la realidad en contraste con una palabra que está presente en el encabezado siguiente de este escrito. Un pequeño término, sin consecuencias aparentes y casi innombrado en la literatura acerca de la oración. Es, sin embargo, una palabra de gran impacto psicológico para los desinformados y no críticos. Nos referimos a la preposición “con”, en el desarrollo humano y la relación personal “con” Jesús. Vamos ahora a compartir en esta parte del presente ensayo una preocupación acerca de la oración de diálogo y de relación “con” Jesús. Esta área ha sido poco explorada desde el punto de vista psicológico. Nosotros no cuestionamos la teología acerca de Cristo como Salvador y como Redentor, sino examinamos críticamente lo que psicológicamente puede suceder cuando las personas que no tienen sus necesidades básicas satisfechas se vuelven hacia esa clase de oración de diálogo como una manera de satisfacerlas. Queremos examinar más, y aun señalar cómo el Enfoque y la exégesis bíblica contemporánea abren una puerta que le permite a un viento refrescante y muchas veces sorprendente, entrar en la experiencia de la oración. Una vía que puede apoyar maravillosamente la maduración en la experiencia de Dios. El mínimo absoluto que la investigación de Maslow clarifica abundantemente, como se señaló en la parte II de este folleto es la necesidad dentro de las iglesias cristianas, de una expresión y un entendimiento de Dios que sea evolutivo. Queremos ahora señalar algunos recursos disponibles para este desarrollo. Empecemos primero por examinar un serio tropiezo en el camino hacia este crecimiento.
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RIESGOS INHERENTES EN LA ORACIÓN DE HABLAR “CON” JESÚS Imagina por un momento, a un hombre -o a una mujer- que se ha tomado el riesgo de ser vulnerable y abierto con otra persona. Imagina además, que este hombre o mujer, ha sido rechazado y profundamente herido por esta experiencia. Tal vez puedas percibir cómo el enojo, la confusión, el miedo y el dolor se vuelven hacia adentro de tal persona después de ese rechazo. Tal vez tú hayas experimentado algo semejante en tu propia vida. Puedes darte cuenta cómo sería fácil y hasta natural que esa persona concluyera. “Las personas no son de fiar; no me voy a arriesgar a esa clase de dolor nuevamente. Me voy a relacionar con alguien que me ame absolutamente y que nunca me lastime”. De aquí en adelante es un paso fácil, empezar a cultivar una relación con una Persona divina, Jesús, para satisfacer sus necesidades de amor, de estima, de pertenencia, que no han sido satisfechas sino frustradas en la relación con otros. Encontramos una y otra vez a personas religiosas que han sido desilusionadas y que se vuelcan a Dios fuera de ‘este valle de lágrimas’ en su necesidad de gratificación. Si las necesidades humanas básicas permanecen sin ser satisfechas, hay una tendencia a orientarse hacia Dios en forma tal, que Él sea el que –se espera- satisfaga esas necesidades. Pero cuando escogen ese camino, muy a menudo caen en patrones de relación con el mundo que los rodea que quedan profundamente arraigados en ellas. Así, las personas que han sido lastimadas tienden a cerrarse a los riesgos de amar abiertamente, asumiendo gradualmente patrones caracterizados por diferentes grados de falta de disponibilidad psicológica, de vivir a la defensiva, de rigidez y de desconfianza. Esto es bastante entendible si vemos la dureza de lo que han vivido, pero lo que complica el que puedan crecer más allá de esta conducta aisladora, es la identificación con un Dios omnipotente, todo amor, satisfactor de todas las necesidades, que no está contaminado con la ambivalencia de este mundo y quien permanece siempre dispuesto a satisfacer sus necesidades si tan sólo siguen perseverando en la oración. Esto no es negar cualquier enseñanza teológica de que Dios es la fuente última de satisfacción de todas las necesidades humanas. Pero lo que debe reconocerse son las consecuencias psicológicas de establecer una relación personal y un dialogo en oración con un Dios que –imaginamos-, responde a todas las necesidades al margen de las relaciones humanas, dentro de las cuales se da usualmente la satisfacción de dichas necesidades. La satisfacción de todas las necesidades -ya sean las básicas o las metanecesidades- se encuentra tanto en la experiencia del proceso de crecimiento, como mediante las relaciones en el mundo, especialmente dentro de la familia humana. Confundir y transferir la conciencia de esta realidad fundamental presentando una imagen de Dios que capta la atención del creyente para la satisfacción de esas necesidades, es
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algo que le hace poco favor a la comunidad cristiana y a las personas en crecimiento. Como escribe Maslow: “Las necesidades de seguridad, pertenencia, relaciones amorosas y respeto sólo pueden ser satisfechas por otras personas. Solo desde afuera de la persona. Esto significa una dependencia considerable del medio-ambiente (Abraham Maslow. “Hacia una psicología del ser”. New York: Van Nostrand, 1962, p. 31). Así que la orientación externa propia de la deficiencia-motivación debe ser dirigida HACIA ESTE MUNDO Y HACIA LOS DEMÁS SERES HUMANOS. Es aquí donde la fuente de experiencia de tal gratificación se debe encontrar. Hacia afuera no quiere significar “externo a” o “aparte de” el orden humano existencial dentro del cual tiene lugar la satisfacción de las necesidades básicas. Las iglesias cristianas necesitan presentar una imagen de Dios o de Jesucristo que dirija la atención hacia la presencia de Dios dentro del mundo y dentro de la familia humana: hacia el Dios-con-nosotros, el Emmanuel. Así, la orientación de dependencia de una persona con necesidades básicas, puede ser satisfecha en la oración descubriendo la presencia de Dios en forma interpersonal dentro del don que viene de la familia humana. Al mismo tiempo, esto deja abierta la posibilidad de descubrir a Dios como parte integral de la búsqueda interior de plenitud en una persona más meta-motivada. Si el entendimiento que los cristianos tienen de Dios como satisfactor de las necesidades básicas se orientara hacia tratar de que las experiencias de seguridad, pertenencia, amor y respeto fueran dadas a través de los padres, la familia y los amigos, entonces, la transición de una conciencia de un Dios interpersonal hacia un Dios presente dentro de nuestros propios recursos internos, sería mínima. La oración cristiana, la experiencia de Dios, y muchas otras prácticas, probablemente tendrían muchos cambios radicales si el modelo tradicional de Dios se alterara hacia una dirección con mayor énfasis en el Dios-con-nosotros. Por supuesto que nadie puede garantizar que cualquier necesidad básica de una persona será satisfecha dentro de la familia humana sin importar la imagen de Dios que presente la Iglesia. Pero si la orientación de la oración en la religión se identificara empáticamente con una calidad de relación con el mundo y con otras personas dentro de la experiencia de Dios que tenga la persona, entonces la práctica de la religión podrá ayudar a las personas, a por lo menos, permanecer abiertas a la fuente actual de satisfacción de necesidades que esté disponible durante el curso de su vida. Una expresión como esta de la religión, podrá ser un paso positivo hacia la creación de una postura psicológica más receptiva al desarrollo continuo. Esto, por supuesto, deberá ser suplementado por el intento actual de la comunidad cristiana de satisfacer, en la medida de lo posible, las necesidades básicas que no han sido satisfechas. A esto es a lo que se refieren las obras de misericordia, corporales y espirituales. Las investigaciones de Abraham Maslow dan puntos de visa psicológicos a un cuerpo de evidencia creciente que está disponible para las personas interesadas en la religión. 18
Las iglesias cristianas deben enfrentar resuelta y enérgicamente la tendencia de las personas motivadas por sus carencias a orientar su oración y sus actividades religiosas hacia una persona divina que es el Supremo Gratificador fuera de este mundo y fuera de las relaciones interpersonales de la humanidad. La persona básicamente-necesitada busca ayuda desde fuera, y en el proceso se construye un Dios que se acomode a esa expectativa. Esto que ocurre es psicológicamente predecible. Pero el punto de vista pastoral que reúne la integración humana y la religión revelada, escoge algo diferente de lo que es relacionarse “con” el Perfecto amor, el Perfecto amigo, el Perfecto guía o Compañero. En vez de eso, debemos buscar y encontrar a Dios dentro de las experiencias diarias, a veces dolorosas, de nosotros en el mundo. Necesitamos descubrirnos juntos, interpenetrados dentro de Dios más que puestos uno ante el otro y a Dios como una entidad distinta y separada. El poeta Carl Sandburg buscó esa perspectiva de unidad sentida en la humanidad. La palabra más usada con el nombre de Cristo en las epístolas de san Pablo es la preposición “en”. “En” Cristo. El reto para los cristianos es encontrar su camino dentro de la “nueva interioridad” asociada con esa revelación. Éste es un paso significativo para la vida de oración. La Iglesia ha desarrollado una piedad popular acerca de hablarle “a” Jesús. Y ahora viene un siguiente paso para la conciencia cristiana que se está desarrollando: el reto de una oración que alimenta la experiencia de estar/ser “en” Cristo. Pero, ¿hay recursos disponibles para una experiencia de tal magnitud? ¿Qué experiencias humanas están disponibles para llevar ese sentido de Dios que esté madurando? Consideremos primero cómo el Enfoque puede ayudarnos en esta aventura antes de ir a un pasaje del Nuevo Testamento que nos da mucha claridad.
EL ENFOQUE Y LA TRASCENDENCIA DE DIOS Una frase que aparece frecuentemente en los libros de dirección espiritual dice algo como: “El Señor es Misterio; es el Enteramente Otro a quien no podemos ni conocer ni nombrar en forma adecuada”. La noción de “Enteramente Otro” es un elemento vital de la religión revelada. Representa un principio importante de ortodoxia y de dogma dentro de la Iglesia cristiana. Es un modo teológico de afirmar que la vida de la gracia nunca es producto del quehacer humano. Que es totalmente y sin excepción, “DON”. Si tradujéramos el principio de “Enteramente Otro” al lenguaje psicológico, diríamos que mira hacia la experiencia de una vida dentro de nosotros que está más allá del alcance y del poder del yo. Esta vida nunca puede ser controlada ni manipulada. No puede producirse sobre pedido, por lo tanto no se le puede poner un nombre adecuado, porque el nombrar significa tener poder o dominio sobre lo nombrado. No puede ser conocido adecuadamente porque el conocimiento del yo es un conocimiento a través de
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la racionalidad y del control. La Gracia no puede ser percibida a través de los ojos de ese poder. La noción del “Enteramente Otro” es importante teológicamente porque afirma la absoluta trascendencia de Dios. Rechaza el panteísmo o cualquier tendencia pelagiana que pudiera darle a la creatura poder sobre el Creador; poder sobre el “Don” absoluto. Habiendo dicho esto, sin embargo, tenemos que señalar que hay un problema psicológico con la frase “Enteramente Otro”, especialmente para alguien cuya percepción está modelada por necesidades insatisfechas. Hay la tendencia en una persona así, a mirar al “Enteramente Otro” trascendente psicológicamente, como una entidad distinta y separada. Esto tiñe la calidad de su presencia cuando se refiere a ese “Enteramente Otro”. Entonces se relaciona “con” y modela su interacción con Dios mediante la experiencia de su interacción con otro ser humano. Hablar y dialogar “con”, es el resultado de ese tipo de percepción. Ahora ¿qué puede brindar a esta situación la experiencia del Enfoque? Primero, el Enfoque mueve la conciencia más allá del pensamiento y del poder, hacia el mundo del conocimiento sentido corporalmente y del “soltar”. Esto, en sí mismo, es un paso crucial que no se ha dado dentro del camino de la investigación teológica. El Enfoque abre un campo más allá del yo, donde en el “soltar” en fe, se experimenta la gracia. Por ejemplo sentándote un rato con la forma sentida de cómo llevas un asunto en tu cuerpo, siendo amigo de esa herida y amigablemente le permites a tus lugares internos endurecidos que se abran a la gracia y te salven haciéndote sentir en casa con un nuevo significado y dirección. En ese momento tú conoces visceralmente que está trabajando en ti un poder que va más allá de cualquier cosa que tú pudieras manufacturar por ti mismo. En tal experiencia te das cuenta de que lo que está sucediendo dentro de ti es “Enteramente Otro” que cualquier cosa que tú pudieras hacer por ti mismo. Y al mismo tiempo, ese “Enteramente Otro” es una expresión íntima, integral a tu ser mismo; la sensación más íntima que puedes tener de tu propio ser. Dentro de ti está trabajando una vida. Se te está dando un regalo, percibido más vívidamente en esos momentos de absoluta impotencia de tu parte. Lo que sucede en ti es “Enteramente Otro” al poder del yo, y al mismo tiempo no está separado del sentido mismo de tu ser. Este es un momento en que el cristiano puede exclamar con san Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí.” (Gal 2:20) Dentro del cristianismo la trascendencia no quiere decir absoluta separación. La Encarnación contempla eso. La religión primitiva busca ganar poder sobre Dios. Es la religión del yo, un primer paso en el camino, de esperanza al menos, de que exista un poder mayor que el nuestro. El básicamente-necesitado tiene que crecer todavía más allá de esa religión primitiva. Sin duda aun los discípulos de Jesús experimentaron sentimientos parecidos en el momento mismo de su ascensión cuando preguntaron: “Señor, ¿restaurarás ahora al reino de Israel?” (Hch 1:7 RSV). Aun entonces ellos esperaban un Rey Mesías; alguien que 20
vendría con majestad y poder a destruir a los enemigos. ¡A satisfacer sus necesidades básicas! La revelación radical del Nuevo Testamento todavía no les penetraba. Tenían aún que experimentar la nueva interioridad de Pentecostés. El Enfoque abre a cada persona a la experiencia de trascendencia dentro de nuestro propio ser del Dios-connosotros. Volvamos ahora a un pasaje de la Escritura que nos intriga y que puede darnos una dirección fresca de un Dios-con-nosotros en Cristo.
LA NUEVA INTERIORIDAD DEL: DIOS-CON-NOSOTROS El siguiente pasaje del evangelio de san Marcos es una introducción a la sorprendente revelación del Nuevo Testamento acerca del Dios-con-en-nosotros. “Entonces, un hombre de la ley que había estado escuchando estos discursos y que había notado qué bien respondía él, se acercó y le preguntó: ¿Cuál es el mandamiento más importante? Jesús le respondió: ‘El primero es: Escucha Israel: el Señor tu Dios es el único Señor; ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: ama a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento superior a estos’ El hombre de la ley le dijo ‘bien dicho Maestro. Tienes razón en decir que Dios es uno y que además de Él no hay otro. Que amarlo con todo tu corazón, con todo tu entendimiento y con todas tus fuerzas y amar a tu prójimo como a ti mismo, es más que cualquier ofrenda o sacrificio’. Cuando Jesús vio qué sensiblemente había contestado, le dijo: ‘No estás lejos del Reino de Dios’ ” (Mc 12:28-34. New English Bible). Los mandamientos de amar a Dios y amar al prójimo, vienen en los libros Deuteronomio y Levítico. Se ha pensado generalmente que esto expresa la esencia de la vida cristiana. En este pasaje de san Marcos, Jesús pone estos dos mandamientos juntos en una forma que no se había hecho antes en la tradición del Antiguo Testamento. Y el hombre de la Ley, un hombre inteligente, captó las implicaciones de esta unidad y exclamó que tal amor “era mucho mejor que todas las ofrendas y sacrificios”. Este es un paso muy grande en el entendimiento de la revelación de Dios. Pero es una sorpresa la respuesta de Jesús; una pista no tan sutil de que el hombre de la ley no era todavía su seguidor. A la enseñanza que Jesús presenta aquí generalmente se le suma la conclusión de que los dos mandamientos son presentados por él y aceptados por el escriba como la esencia no sólo de la vida cristiana, sino también de la vida de la Antigua Alianza, de la ley Judía. Sin embargo Jesús le dice al escriba que había aceptado sus enseñanzas con tan fina percepción: “No estás lejos del Reino de Dios”. Jesús implica que el escriba ha entendido lo que era más importante de la antigua Ley, pero que aun con eso no era todavía su seguidor.
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Entonces, en la última cena, Jesús pronuncia un mandamiento nuevo que se separa mucho de la Antigua ley: “Les doy un mandamiento nuevo que se amen unos a otros; como yo los he amado, así deben amarse unos a otros. Por el amor que se tienen unos a otros, conocerán que son mis discípulos” (Jn 13:34 Biblia de Jerusalén)
Jesús no dice: “por el amor que le tienen a Dios, todos sabrán que son mis discípulos”. Más bien, Jesús proclama un NUEVO mandamiento. Es nuevo porque antes no se nos había dicho: “ama a Dios con todo tu corazón” junto con “ámense unos a otro como yo os he amado”. Ahora éste es el único signo por el que podemos ser reconocidos como discípulos de Jesús: “por el amor que se tienen unos con otros”. Y si persistimos en pensar que el amar a Dios es más que amarnos entre nosotros mismos, estamos equivocados, porque Jesús nos dijo: “Un hombre no puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos.” La revelación paradójica en ese Nuevo Mandamiento de amor es que no hemos alcanzado todavía el punto en que el primer mandamiento de la Antigua ley, haya desaparecido. No es algo por lo que luchemos específicamente. La razón de esto es que el mandamiento de Jesús no es que amemos a Dios, sino que amemos como Dios ama. La nueva revelación es una visión de la vida en la que no es tanto que amemos a Dios y a nuestro prójimo, sino que es Dios quien ama en nosotros. El énfasis aquí no es relacionarnos con Dios, sino vivir con y en la vida de Dios, animada por una unidad similar a la que Carl Sandburg celebraba en “La Familia del Hombre”. Jesús dijo una vez: “Donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”: Mt 18:20 RSV. El pasaje será interpretado de muy diversas maneras según las necesidades psicológicas, las motivaciones y las percepciones de quienes lo lean. Algunos imaginarán a Cristo como un compañero invisible, o como una tercera o cuarta presencia en la reunión. Otros, serán atraídos desde la sensación física de este pasaje hacia una interioridad, dándose cuenta que estar reunidos-juntos en el nombre de Jesús, es estar re-unidos en la experiencia de la conciencia del poder de la Gracia. El 22
conocimiento del Don de una vida nueva y de integraci贸n dentro de nosotros y con otros, es la experiencia de Cristo para aquellos que se han vuelto sensibles a esa interioridad madura dentro de ellos. Entonces la oraci贸n se convierte en una conciencia creciente, en un actuar, en un compartir y un celebrar el vivir con y en, la vida misma de Dios.
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