Carlos Gรณngora Trejo
Universidad Iberoamericana
INTRODUCCIÓN 1. El modelo de desarrollo se diseña para incrementar la confiabilidad de la ayuda. 2. Este modelo se basa en: a. el trabajo de Carkhuff y otros, quienes ahogan por enfoques sistemáticos en el adiestramiento de destrezas tanto para la ayuda como para el adiestramiento de orientadores b. la teoría de la influencia social c. la teoría del aprendizaje y los principios que subyacen en el cambio y mantenimiento de la conducta 3. Este modelo se ha desarrollado para el beneficio de todos aquellos que se envuelven en la gran variedad de profesiones de ayuda. 4. No se niega la importancia de las teorías psicológicas (por ejemplo, teoría de la personalidad). La teoría de la personalidad sobre la cual se basa este modelo de desarrollo es ecléctica. 5. Los valores están ligados al proceso de ayuda. Uno expresa un valor simplemente al escoger un sistema particular de ayuda. 6. Las destrezas discutidas en este libro son principalmente las destrezas necesarias en la relación interpersonal efectiva. 7. Se prefiere el enfoque de adiestramiento en grupo tanto para la educación de los orientadores como para el tratamiento de los que se ayudan. 8. La terminología que se usa en este texto es variada; se trata de evitar las connotaciones de un determinado rol profesional.
Norman Kagan (1973) sugiere que el asunto básico que confrontan las profesiones de ayuda es su confiabilidad, no su validez. Es verdad que la orientación y la psicoterapia pueden funcionar, pero ¿pueden funcionar consistentem ente? Es verdad que podemos educar gente que es apta para ayudar a otros, pero ¿podemos desarrollar métodos que increm enten la probabilidad de que la mayoría de nuestros graduados lleguen a ser trabajadores efectivos en salud mental, como pocos lo son? Mi premisa básica es que los intentos para validar la terapia, derivados de las teorías de la personalidad, no
han fallado por causa de inadecuación de las teorías sino. Porque el practicante promedio no ha sido adecuadam ente educado para im plem entar la teoría. Esto no se dice para negar que se necesitan m ejores teorías, sino m ás bien para declarar que existe bastante verdad en las ya existentes para m ejorar los problem as críticos de la salud mental de nuestro mundo, si sólo pudiéram os trasladar sus im plicaciones en una acción eficaz con m ayor consistencia (pág. 44).*
El modelo de desarrollo para la ayuda que se presenta en los capítulos de este libro, se diseña precisamente para incrementar la confiabilidad del proceso de ayuda. El origen del modelo de desarrollo de ayuda El modelo presentado en estas páginas es tan nuevo como antiguo, tan simple como sofisticado. Un buen modelo debe integrar las mejores técnicas de ayuda en un esquema sistemático, orientado a metas, como sugiere Aristóteles, "un principio, una parte media, y un final". Una forma rudimentaria de semejante modelo ha existido desde hace mucho tiempo en el sentido común del hombre, pero, como suele suceder con el sentido común, ha sido generalmente ignorado. Este modelo rudimentario de ayuda es uno de tipo de desarrollo en tres etapas; esto es, tiene " un principio, una parte media, y un final", todo ello en una relación dinámica entre etapas. Estaba en la escuela secundaria cuando este modelo se me presentó formalmente como el modelo de "Piensa, Juzga, Actúa". Esto es, explore el problema, comprenda sus ramificaciones y demandas, y luego actúe para solucionarlo. En un contexto de ayuda toma esta forma: establezca el tipo de relación con la persona que viene a pedir ayuda que le permita explorar libremente lo problemático en su vida; después ayúdele a ver objetivamente el problema y a comprender la necesidad de la acción y, finalmente, ayúdele a actuar. El modelo, como aparece en los capítulos de este libro, tiene tres fuentes mayores interrelacionadas. 1. El trabajo de Carkhuff y otros sistem as de adiestramiento sistem ático de destrezas. Ha sido el genio de Robert Carkhuff y sus asociados (vea, por ejemplo, Carkhuff, 1969b, 1971, 1972a, b, c, d, 1973; Carkhuff y Berenson, 1967; Truax y Carkhuff, 1967) quien ha tomado este modelo "popular" para forjarlo en modelo científico, a través de investigación y práctica extensas y rigurosas. No sólo lo señala Carkhuff las demandas características de cada etapa del modelo, sino también delínea las destrezas que necesita el orientador para ser efectivo en cada etapa y elabora una tecnología para seleccionar orientadores en prospecto y adiestrarlos en estas destrezas. El modelo "popular' ha necesitado una tecnología y Carkhuff la ha dado. Pero ha ido más allá de esto. Puesto que las destrezas de ayuda que él delinea son básicamente las mismas destrezas que todos necesitan para vivir efectivamente como un ser humano socio-emotivo, Carkhuff sugiere que el mejor modo de tratamiento es el adiestrar directa y sistemáticamente al orientador en las destrezas que necesita para vivir más efectivamente. Estas incluyen tanto las relaciones humanas como las destrezas para la solución de problemas. Este paso constituye una revolución en las profesiones de ayuda. Aún cuando el trabajo de Carkhuff y sus asociados constituye la, influencia mayor sobre el modelo de desarrollo presentado en estas páginas, Carkhuff, también, tiene sus predecesores. Por ejemplo, debe mucha Carl Rogers (1942, 1951, 1957, 1959, 1961, 1967) en el desarrollo de la primera etapa de su modelo y las destrezas que pertenecen a la primera etapa y parte de la segunda. Pero Rogers se queda corto frente al modelo de tres etapas de Carkhuff. Ciertamente, Carkhuff tiene sus propios críticos (vea The Counseling Psychologist, 1972, 3 (3) como un ejemplo), pero, en mi opinión, sus contribuciones al campo de la ayuda son sobresalientes. Otros han desarrollado sistemas de ayuda sistemática y adiestramiento de orientadores, ya sea independientemente o basados en parte en el trabajo de Carkhuff. Por ejemplo, Brammer (1973) presenta un modelo evolutivo, ecléctico integrado, similar al de Carkhuff. Brammer extiende las tres etapas generales de ayuda a ocho etapas específicas. También es muy amplio en su señalamiento de las destrezas de ayuda. Por ejemplo, identifica siete conjuntos de destrezas, las cuales 6
incluyen más de veinte destrezas específicas, para promover la "comprensión del yo y de los otros". Aún cuando 'está proliferación de etapas y de destrezas causa asombro al principiante, el detalle y la especialidad son muy estimulantes para el orientador experimentado. Ivey y sus asociados (Boyd, 1973; Ivey, 1971, 1972; Haase y DiMattia, 1970; Hackney, Ivey y Oetting, 1970; Ivey, Normington, Miller, Morrill y Haase, 1968; Moreland, Ivey y Phillips, 1973; Wittmer y Lister, 1972) han desarrollado tecnologías sistemáticas para adiestrar orientadores bajo la rúbrica de "micro-orientación". Sus procedimientos de adiestramiento sistemático son también muy útiles en el enfoque de adiestramiento-como-tratamiento para la ayuda. Hackney y Nye (1973) han desarrollado un modelo de ayuda al cual denominan modelo de "discriminación". Este modelo se orienta hacia las metas y la acción, y pone énfasis en el adiestramiento de destrezas. Los autores identifican los elementos mayores del modelo de desarrollo de tres etapas, aún cuando no los organizan tan sistemáticamente como lo hace Carkhuff . Kagan y sus asociados (Archer, 1971; Archer et al., 1972; Archer y Kagan, 1973; Danish, 1971; Danish y Kagan, 1969; Dendy, 1971; Goldberg, 1967; Grzegorek, 1970; Hartson, 1971; Heiserman, 1971; Kagan, 1971, 1973; Kagan, Krathwohl y Miller, 1963; Kagan y Schauble, 1969; Spivack y Kagan, 1972; Ward, et al., 1972) han desarrollado un enfoque de micro-destrezas para el adiestramiento de orientadores La estrategia general de enseñanza. . . se ha desenvuelto como una progresión secuencial de lecciones, principiando con una presentación didáctica de conceptos, después sigue una sim ulación de ejercicios en tensión afectiva interpersonal, luego una retroinformación fisiológica y de video, luego el estudio del yo en la acción, luego la retroinformación por parte de los clientes y, finalmente, la comprensión y destreza en m anejar los im pactos complejos bilaterales que ocurren cuando dos personas están en relación uno con el otro (Kagan, 1973, pág. 44).
Su método es altamente sistemático y se enfoca en una técnica llamada "remembranza de proceso interpersonal" (IPR: Interpersonl Process Recall), una sesión de investigación en la cual tanto el orientador como el ayudado exploran la experiencia que han tenido juntos en una sesión práctica. Un tercero sirve como mediador en esta sesión. Durante la rem em branza tanto el entrevistador como el cliente están presentes. Un interrogador anim a a cada uno a hablar sobre las actitudes no expresadas, las intenciones, los sentim ientos, los pensam ientos, las estrategias y las expectativas que cada uno ha tenido sobre el otro -cada participante por igual ... Estas sesiones de mutua rem em branza proporcionan posibilidades adicionales para el aprendizaje (Kagan, 1973, pág, 49).
Kagan pone énfasis en la tecnología de adiestramiento en destrezas pero no delínea sistemáticamente el modelo total de ayuda en el cual las destrezas se incorporan. Go1dstein (1973) critica los enfoques psicoterapéuticos tradicionales por fallar en el servicio del pobre; desarrolla su propia "terapia estructurada de aprendizaje" para ayudar a los pacientes pobres en la adquisición de destrezas interpersonales y otras destrezas relacionadas con ellas, como , un medio para incrementar su funcionamiento interpersonal adecuado. En general, la literatura revela una renovada comprensión de la necesidad de enseñar destrezas sistemática y vivencialmente, tanto para orientadores- en prospecto como para la gente que se interesa en mejorar su estilo interpersonal. Yo he mostrado preocupación por la falta de metas ya la ambigüedad que ha caracterizado tanto al movimiento de adiestramiento en relaciones humanas, y he sugerido que el adiestramiento sistemático en destrezas se integre en estos procesos (Egan, 1973b). Wallen (1973) ha desarrollado un enfoque de microdestrezas para el adiestramiento en comunicación interpersonal.
2. Teoría de la influencia social. Aún cuando pudiera sonar a algunos como un alejamiento radical de los enfoques tradicionales (especialmente no directivos) para la ayuda, decir que la ayuda es un proceso de influencia social es, en cierto sentido, una declaración de lo obvio. Toda la interacción humana se puede conceptualizar (aunque ciertamente no en forma exclusiva) desde el punto de vista del proceso de influencia social. Tan pronto como yo me envuelvo con mis amigos, llego a ser uno que influencia y uno que es influenciado (vea Berscheid y Walster, 1969; Gergen, 1969; Kelman, 1967; Zimbardo y Ebbesen, 1970). Influencio a otros tanto por actuar (por ejemplo, cuando muestro cuidado por otros, son influenciados para quererme, respetarme, y cooperar conmigo; cuando soy cínico, otros son influenciados para evitarme y temerme) como por no actuar (mi silencio en una reunión influencia otros miembros a pensar de mí como impotente y despreocupado, o a sentir la necesidad de "manejar" mi silencio). Vivimos en una sociedad cargada con fuerzas de influencia social. Todos nosotros nos envolvemos de vez en cuando en intentos de influencia social, abierta o encubiertamente, dándonos cuenta o sin quererlo. Puesto que las leyes de influencia social operan tanto en las transacciones de la vida cotidiana y en las situaciones de ayuda, es sólo natural el que se estudie la ayuda y la relación interpersonal desde el punto de vista de los principios de la influencia social de tal manera que podamos usar estos principios creativamente en vez de ser sus víctimas. Jerome Frank (1961, 1973) fue uno de los primeros en señalar los elementos de la influencia social en los enfoques ampliamente divergentes para la ayuda (utiliza las palabras "persuasión y cura") en culturas diferentes. Strupp, al discutir "los ingredientes básicos de la psicoterapia" (vea Garfield, 1973; Strupp, 1973a, b), define la relación de ayuda en términos de los tipos de procesos de influencia social que caracterizan las relaciones padres-hijos. Stanley R. Strong (1968) ha desarrollado un modelo de dos etapas para la ayuda (bastante similar al de Carkhuff) basado en la teona de la influencia social. Tanto él como sus asociados (Dell, 1973; Kaul y Parker, 1971; Kaul y Schmidt, 1971; Murphy y Strong, 1972; Roll, Schmidt y Kaul, 1972; Schmidt y String, 1970, 1971; Strong, 1970; Strong y Dixon, 1971; Strong y Gray, 1972; Strong y Matross, 1973; Strong, Meland y Keierleber, 1972; Strong y Schmidt, 1970a, b; Strong, Taylor, Bratton y Loper, 1971) se han envuelto en investigación básica relacionada con dicho modelo. El modelo, en su forma más simple, declara que en la Etapa I el orientador establece una base de poder o base de influencia con el ayudado a través de percibir su pericia, confiabilidad, y atractivo; y en la Etapa II utiliza esta influencia para ayudar al cliente a cambiar tanto - sus actitudes como su conducta hacia patrones de comportamiento más constructivo. El modelo de Carkhuff es básicamente un modelo de influencia social, aún cuando él no se refiera a su modelo en esos términos. Ciertamente, enfatiza la autodeterminación del cliente más que el poder del orientador. Sin embargo sigue siendo cierto que las destrezas que Carkhuff ve como críticas para la primera etapa (y, ciertamente, para todo el modelo) son precisamente las destrezas que Strong ve como la base de poder del orientador o de la influencia ---esto es, la comunicación de respeto, genuinidad, y empatía precisa --las cuales son medios conductuales de establecer la pericia y la confianza del orientador. La conceptualización de la ayuda únicamente como un proceso de influencia social lleva a ciertos problemas obvios. La influencia social enfatiza la noción de obligar al cliente a hacer algo, cuando - por otro lado - los enfoques de adiestramiento en destrezas sugieren que este "algo" debe ser, principalmente, adiestramiento en destrezas que conduzcan hacia un vivir más efectivo y la autodeterminación. Los críticos de los enfoques estrictos sobre la influencia social están temerosos de que los "que saben más" (esto es, los orientadores) utilicen sus destrezas y conocimiento para dominar y controlar a los "que saben menos" (esto es, a los ayudados). London (1964, 1969) trata directamente, con el problema de la psicoterapia como una forma de control social. Cree que el problema ético principal de la tecnología moderna del control de la conducta es la amenaza que presenta a las ideas tradicionales de responsabilidad personal y libertad política. Sin embargo, 6
puesto que (en mi opinión) es completamente imposible evitar los procesos de influencia social en la ayuda, los orientadores deben poner énfasis en la influencia social abiertamente manifestada, basada principalmente en el cuidado, la comprensión y colaboración, y dirigida hacia ayudar a los clientes a que aprendan las destrezas del vivir interpersonal efectivo. De otra manera los orientadores y ayudados también se convierten en las víctimas de la ayuda como proceso encubierto de influencia social, basado principalmente en la necesidad del orientador de controlar y en la desorganización, sugestibilidad y dependencia del ayudado. Aún cuando la teoría e investigación de Strong y sus asociados son componentes significativos del modelo que se presenta en estas, páginas, personalmente tengo alguna preocupación con lo que parece ser un énfasis mayor sobre el control en los escritos de ellos. El modelo de Carkhuff-Strong, sin embargo, es abierto, evolutivo, y el énfasis diferencial sobre una dimensión u otra depende de los sistemas de valor de los diferentes expositores. 3. La teoría del aprendizaje y los principios que subyacen al mantenimiento y cambio de la conducta. La tercera influencia mayor se relaciona con las dos primeras. Ningún modelo de ayuda que ignora los principios básicos de la conducta humana y del cambio puede llamarse práctico. Skinner (1953) ayudó a desencadenar una revolución en las ciencias de la conducta que todavía no ha cesado. Su trabajo ha dado surgimiento a un gran cúmulo de controversias que se centran alrededor de los valores (vea London, 1969; Matson, 1973; Rogers y Skarmer, 1956). Algunos practicantes se declaran ya sea "en favor" o 11 en contra" de la modificación de la conducta, de un modo político, pero esto no sólo es una simplificación exagerada del planteamiento importante de los valores, sino también es dar un paso atrás en la ciencia y en el arte de ayudar. Dado que la orientación se dirige hacia ayudar a un cliente (1) a mantener transacciones de crecimiento consigo mismo y su medio, especialmente su medio ambiente interpersonal, (2) a cambiar aquellas conductas que son autodestructivas y destructivas para otros y (3) a adquirir destrezas que capaciten al cliente para vivir más efectivamente, el orientador debe poseer un completo dominio práctico de los principios que subyacen en al aprendizaje, el desaprendizaje, y el re-aprendizaje, sin importar cómo se sienta él frente al enfoque de modificación de la conducta como un paquete de técnicas. Si el orientador y/o el ayudado ignoran estos principios, serán arrollados por ellos. Algunos clientes vienen a buscar ayuda precisamente porque han estado combatiendo en contra de las leyes fundamentales de la conducta (por ejemplo, una maestra se queja de la dependencia de sus alumnos hacia, ella y sin embargo refuerza esta dependencia por la manera como les responde). Algunos orientadores involuntariamente refuerzan, la misma conducta que están tratando de erradicar al tratar de ayudar al cliente a cambiar. Aún cuando no es necesario para el orientador promedio poseer un conocimiento teórico sofisticado de estos principios y una conceptualización de la ayuda como un proceso de aprendizaje (Bandura, 1961, 1969; Ferster y Perrott, 1968; Glaser, 1971; Murray y Jacobson, 1971), un dominio elemental pero sólido de estos principios (Berkowitz, 1972; Sherman, 1973; Whaley y Malott, 1971) es muy útil. Pero es aún más útil la habilidad del orientador para usarlos en su propia vida y ayudar a otros a que los usen en la vida de ellos (Mehrabian, 1970; Patterson y Gullion, 1971; Rimm y Masters, 1974; Watson y Tharp, 1973). Este libro de texto no pretende ser un sustituto de los libros mencionados arriba, sin embargo, el modelo de ayuda que se diseña aquí está basado en estos principios conductuales. Se alienta al estudiante en adiestramiento a que desarrolle un repertorio de destrezas para la solución de problemas y modificación de conducta basados en principios conductuales. En los programas de adiestramiento de orientadores que yo dirijo, pido a los estudiantes en adiestramiento que aprendan vivencialmente los principios básicos del mantenimiento y cambio de la conducta mediante su envolvimiento en un proyecto de auto-modificación (Watson y Tharp, 1973). A su vez, los adiestrados utilizan las destrezas de las dos primeras etapas del modelo evolutivo para ayudarse uno al otro a implementar estos proyectos de auto-modificación.
En síntesis, este libro trata de integrar las tres influencias mayores ya citadas y sirve como una introducción práctica al modelo evolutivo de tres etapas para la ayuda, el cual enfatiza el adiestramiento en destrezas tanto para el orientador en su adiestramiento como para el orientador en su tratamiento. Las profesiones de ayuda ¿Quién necesita el tipo de destrezas que se describen en estas páginas? La respuesta es simple. A todos nosotros en un tiempo o en otro se nos pide que ayudemos y todos nosotros nos envolvemos cotidianamente en relaciones humanas. Muchas profesiones piden dos conjuntos de destrezas: un conjunto se refiere a una tecnología específica (tal como la medicina) y otro se refiere al área de las relaciones humanas. El médico no sólo se encara con una úlcera en la habitación 436 de un hospital; se encara con un ser humano, quizá asustado y dependiente, Ningún doctor puede simplemente asignar la humanidad del paciente a los capellanes, orientadores o voluntarios mientras cuida del cuerpo del paciente. ¿Quiénes son los orientadores--- los oficialmente designados, profesionales, voluntarios, orientadores cotidianos--- que necesitan las destrezas de ayuda? • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
Capellanes Trabajadores en sistemas correccionales Encargados de guarderías de niños Miembros de familia Gente de iglesia Líderes de grupo Trabajadores en desarrollo comunitario Amigos Orientadores Trabajadores de hospitales Especialistas en relaciones humanas Psicólogos Entrevistadores Trabajadores en rehabilitación Conyugues Directores de residencias universitarias orientadores y asistentes Enfermeras Trabajadores sociales Consultores en desarrollo organizacional Profesores Orientadores compañeros Entrenadores Médicos Tutores Policías Voluntarios en programas de servicios humanos Oficiales para vigilancia Psiquiatras Encargados de jóvenes
Estoy seguro que se puede aumentar la lista anterior. Puesto que la necesidad de ayuda en este mundo termina nunca, bien podemos preguntarnos por qué la gente no se ayuda una a otro más de lo que lo hacen. ¿Esto es un simple problema de egoísmo? Nadie negaría que existe demasiado egoísmo, descuido, y autosuficiencia en el mundo, pero también seria probable que mucha gente se ofreciera como voluntario para prestar sus servicios si pensaran que pudieran ayudar, si sintieran que tienen las destrezas necesarias para ayudar. Muchos más brindarían sus
servicios si hubiera programas inteligentemente llevados, bien organizados, centrados en la comunidad, dirigidos por orientadores de alto nivel, que proveyeran a los voluntarios un adiestramiento en cualquier destreza que fuera necesaria para un programa particular. Justamente así como los psicólogos han hablado del potencial no usado que existe dentro de cada individuo (Maslow, 1968), así nosotros podemos hablar de los recursos para la ayuda no utilizados que se dan dentro de cualquier comunidad. Orientadores y teoría psicológica Para poder leer este libro, el estudiante en adiestramiento no necesita muchos antecedentes en teoría psicológica (de hecho, se necesita más para leer esta introducción que para leer el resto del libro). En el pasado la tendencia fue el sobrecargar al orientador prospectivo con teorías psicológicas. Fue escolarizado (a menudo en el peor sentido del término) en teorías de la personalidad, psicología evolutiva, psicología anormal, y enfoques altamente cognitivos en la orientación y la psicoterapia -a menudo a expensas de adiestramientos en destrezas y aprendizaje vivencial. Hasta cierto punto, hoy todavía esto es cierto. Sin embargo, existe un conjunto creciente de opiniones y evidencia (Archer, 1971; Archer y Kagan, 1973; Carkhuff, 1968, 1969a; Carkhuff y Berenson, 1967; Carkhuff y Truax, 1965; Dendy, 1971; Goldstein, 1973; Haase y DiMattia, 1970; Hurvitz, 1970; Kopita, 1973; Lamb y Clack, 1974; Pyle y Snyder, 1971; Rappaport, Gross y Lepper, 1973; Rioch, 1966; Suinn, 1974; Truax y Carkhuff, 1967- por sólo nombrar a pocos) que afirma que los orientadores con un extenso adiestramiento en teoría psicológica y una variedadadecuadamente en las destrezas de ayuda, puede llegar a ser muy efectivo aún sin un adiestramiento en teoría psicológica. Ciertamente, si se tuviera que hacer una elección entre adiestramiento en destrezas y aprendizaje cognitivo, sería mejor elegir el primero. Sin embargo, seria mejor si dicha elección no se tuviera que hacer. El orientador en prospecto debería ser entrenado en las materias teóricas sobre la ayuda, psicología evolutiva, psicología anormal, y teoría de la personalidad; pero esto debería tener un impacto práctico en la habilidad prospectiva para ayudar del orientador. Muy a menudo, la teoría permanece sólo teoría, aprisionada en cursos sin relevancia que deben sufrirse como ritos de iniciación por los cuales se debe pasar, una pérdida de recursos humanos. Teoría de la personalidad. Frank (1961) sugiere que cada uno tiene una necesidad de imponer algún tipo de orden o regularidad sobre la masa de experiencia que le circunda diariamente. De acuerdo con Frank, cada uno de nosotros desarrolla, partiendo de su propia experiencia, un conjunto más o menos explícito de presupuestos sobre la naturaleza del mundo en el cual vivimos. Esto es "nuestro mundo hipotetizado", el cual nos ayuda a predecir nuestra propia conducta y la de otros. Esta visión del mundo, sin embargo, amplia o limitada, nos proporciona algún grado de seguridad. De la misma manera, cada uno de nosotros formula, implícita o explícitamente, un conjunto de presupuestos acerca de la naturaleza y conducta del hombre. Cada uno de nosotros, se puede decir, tiene una teoría implícita sobre la personalidad de la cual partimos en nuestro trabajo. La teoría de personalidad que subyace al modelo evolutivo de ayuda no se explicita en estas páginas. - La teoría de personalidad implícita en el modelo no representa ninguna escuela, por ello, también, nace del tipo de "eclecticismo integrativo" que Brammer y Shostrom (1968) recomiendan en el desarrollo de teorías de ayuda (para un ejemplo de esto en el área de la teoría de personalidad, vea Janis, 1969). Sus raíces yacen en la teoría del self (Combs y Snygg, 1959; Rogers, 1959), la teoría del aprendizaje - especialmente del aprendizaje social (Bandura y Walters, 1963; Skinner, 1953, 1963, 1971) -y en la teoría de la auto-actualización, la cual es en ella misma "integrativamente ecléctica" (Maslow, 1968, 1970). Un problema de valores Los valores son esenciales para la ayuda en un sinnúmero de formas diferentes. Curran (1968) señala que mucha gente experimenta crisis socio-emotivas por causa de valores en conflicto en sus vidas. La ayuda se dirige, al menos en parte, hacia la 6
exploración del sistema de valores del cliente, para averiguar si el cliente está siendo destruido por una búsqueda de valores que son de alguna manera contradictorios. Rokeach (1973) ha hecho investigaciones que muestran que mucha gente tiene un conjunto idealizado de valores (valores "nocionales") y un conjunto práctico (valores "reales"). El último conjuntodetermina la conducta. Él describe la confrontación de valores como una herramienta poderosa para ayudar a otra persona a que cambie su conducta. Los orientadores con diferentes énfasis de valores eligen diferentes sistemas de ayuda. Por ejemplo, los sistemas no-directivo y de influencia social se ubican diferentemente frente a la autonomía del cliente. El primero enfatiza el soltar el potencial y la habilidad del cliente para dirigir su propia vida, mientras que el segundo enfatiza la solución de problemas y hace que el cliente actúe en maneras más productivas. Breggin (Trotter, 1973) dice que el objetivo de la terapia no es el dar atención, amor, cariño o apoyo, sino más bien liberar a la persona para que consiga eso en algún otro lado. Por otro lado, otros ven la terapia 'al menos parcial y actualmente en este momento (sino total e idealmente) como la "compra de la amistad" (Schofield, 1964). Algunos valores enfatizados (al -menos implícitamente) por el modelo evolutivo son responsabilidad, autodeterminación, cuidado, altruismo, solución de problemas (conseguir que se haga el trabajo), cooperación, interdependencia, crecimiento en destrezas interpersonales, desarrollo y uso del potencial humano, auto-control, disciplina, ayuda, y vivir intensamente. El orientador experto conoce tanto lo que son sus valores "reales" como puede ayudar a otros a ue descubran, definan e implementen los propios. Ayuda y/o relaciones humanas Este libro se enfoca sobre las relaciones de ayuda. Sin embargo, el término relaciones humanas" aparece en el subtítulo. Como Brammer (1973) señala, las relaciones de ayuda tienen mucho en común con las amistades, las interacciones familiares, y los contactos pastorales. Todas ellas se encaminan hacia llenar las necesidades humanas básicas, y cuando se reducen a sus componentes básicos, parecen muy semejantes" (pág. 48). Para expresar esto en una forma un poquito diferente, las destrezas discutidas en los siguientes capítulos son en primer lugar las destrezas de la relación interpersonal efectiva. Pertenecen. Primeramente a toda vida cotidiana y no son sólo intentos o herramientas de algo apartado de la vida real que se llama "ayuda". Por esta razón Carkhuff y Berenson (1967) pueden hablar sobre la orientación como "un modo de vida". Las destrezas que se discuten y se ilustran en este libro de texto son las destrezas que se necesitan en el matrimonio, la amistad, la vida familiar, y en los aspectos interpersonales de las situaciones de trabajo. Por lo tanto, aún cuando el libro se enfoca en primer lugar sobre la ayuda y el lenguaje que usa es el lenguaje del proceso de ayuda, también trata sobre los aspectos básicos de la comunicación interpersonal (y lo uso en los cursos de adiestramiento en relaciones humanas). Existe una diferencia importante entre la relación interpersonal y la ayuda, especialmente la ayuda que dan los profesionales y los para profesionales más que la ayuda que está tramada en el tejido de la relación humana cotidiana. Las relaciones interpersonales cotidianas se caracterizan por más mutualidad que los procesos de ayuda u orientación. Los amigos se ayudan uno al otro, mientras que en las relaciones de ayuda más formalizadas, los roles se definen más: uno es el orientador y el otro es el ayudado o el cliente. El orientador bien puede encontrar satisfacción honda en su trabajo de ayuda, pero no es ayudado por el cliente, como tampoco ordinariamente está estableciendo una amistad. Creo que esta distinción es muy importante y diré más sobre ello a medida que examinemos el proceso de ayuda más de cerca. Enfoques de grupo para el adiestramiento y el tratamiento Mi presupuesto es que el mejor tipo de adiestramiento de orientadores incluye el adiestramiento en destrezas y el aprendizaje vivencial en el contexto de un grupo pequeño. Carkhuff (1969b, págs. 129-185) lista. las ventajas de los métodos de
grupo de adiestramiento, y yo he argumentado sobre los grupos como el lugar del adiestramiento en relaciones humanas (Egan, 1970, , 1973a, b). Como ya se ha notado, Carkhuff también recomienda el adiestramiento directo de los ayudados en las destrezas de relaciones humanas y de solución de problemas. El modelo que se presenta en este libro se puede considerar de dos maneras. 1. Un modelo de adiestramiento para el orientador. Este libro de texto provee un programa para el orientador prospectivo. El adiestrado aprende él modelo y las destrezas necesarias para implementar cada etapa del modelo. Después usa el modelo y las destrezas del modelo para ayudar a otros ya sea en situaciones de uno a uno o en grupo. 2. Un modelo de tratamiento para el ayudado. El modelo evolutivo puede también verse como un programa de adiestramiento para el cliente; como Carkhuff (1969b) sugiere, en muchos casos el adiestramiento bien puede ser la mejor forma de tratamiento o al menos una parte esencial del proceso de tratamiento. El orientador, una vez que ha ido a través del proceso mismo de adiestramiento y ha dominado tanto el modelo y sus destrezas, puede ayudar a los clientes usando la misma metodología de adiestramiento para' entrenarlos directamente en las destrezas de relación interpersonal y de solución de problemas. En el modelo de Carkhuff, el adiestramiento es e1 modo preferido de tratamiento y el adiestramiento de grupo es la mejor forma de adiestramiento. En este segundo uso del modelo, el que adiestra aprende no sólo un modelo de ayuda sino, al mismo tiempo, una metodología de adiestramiento-como--tratamiento. Dado que este segundo enfoque es mucho menos frecuente que el primero, los ejemplos en los siguientes capítulos se enfocan principalmente en la ayuda de uno a uno. Sin embargo, todo lo que se ha dicho sobre el adiestramiento y la ayuda es aplicable a los grupos. Al igual que Carkhuff, creo que el adiestramiento es un componente del tratamiento extremamente importante, y que las ventajas del adiestramiento y del tratamiento en grupo hacen que se prefieran los enfoques de grupo. Terminología y pronombres ¿Cómo debe uno referirse a la persona que viene buscando ayuda? Carkhuff se refiere a ella como el "ayudado". En los círculos médicos siempre se la ha llamado el "paciente". Rogers (1951) usa el término "cliente" ampliamente. Ninguno de estos términos parece completamente satisfactorio. El término "ayudado" puede parecer muy protector. El término "paciente" evoca todos los aspectos del modelo médico (enfermedad) y connota a uno que se entrega en las manos de otros para ser curado; parece muy pasivo. El término "cliente" es generalmente un buen término, pero sigue existiendo en él algo muy "profesional" y llevado por el rol. Si la orientación es esencialmente una experiencia libre de roles (Gibb, 19,68), los términos sugeridos a un rol determinado parecen no ajustarse a lo que es la orientación. Si fallan las palabras simples, podemos volvernos hacia frases tales como 1a persona que viene por ayuda", 1a persona que busca ayuda", 0 "la persona que usted está tratando de ayudar". Quizá no existe una manera ideal para designar a la persona que siente que debe ir a otra buscando ayuda. En las páginas siguientes evito el término "paciente", pero uso el término "cliente", o .ayudado" en una variedad de frases. Pudiera preguntarse ¿por qué tanta importancia por un nombre? Traigo a luz el problema de la terminología porque estoy tratando de evitar lo que en algún lado he referido como el "efecto reverso del halo" (Egan, 1970). Cuando una persona descubre los problemas que tiene en su vida, existe una tendencia de parte de alguno a identificarle con los problemas que revela, aún cuando las áreas problemáticas formen sólo una parte de su vida, lo Cual en muchas otras maneras pudiera ser constructivo.- Si la persona que viene buscando ayuda cae víctima de este proceso, ciertamente llega a ser un "ayudado" agobiado por todas las connotaciones negativas de ese término. Las etiquetas de cualquier tipo estorban. Sin embargo, si yo digo "ayudado" con mucho respeto, o digo "cliente" sin encerrarme detrás de la armadura protectora o del papel de "orientador", todo está bien.
A menudo hablo directamente al estudiante adiestrando usando el pronombre "usted". Muy a menudo me refiero a mi mismo usando el pronombre "yo" en vez de decir "el autor" u otras palabras o expresiones en tercera persona que son engorrosas y redundantes o indirectas. En todo el libro, uso "él" y "para él" para incluir ambos sexos al referirme al cliente y así evitar expresiones menos felices. Siento que dichas expresiones más bien distraen. Finalmente, mi experiencia con los que adiestran me ha enseñado que la ayuda de alto nivel de ninguna manera se limita a los hombres, y he tratado de lograr un balance entre los sexos en mi elección de ejemplos.
*Kagan, N. "¿Puede la Tecnología ayudarnos hacia la confiabilidad en influir la interacción humana? "Educational Technology, 1973, 13, 44-51. Ésta y otras citas tom adas de la misma fuente se reimprimen con el permiso debido.